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Paraguay regresó a las calles con su 18° marcha TLGBI: «¡Somos fuerza, resistencia y comunidad!»

Jueves, 7 de octubre de 2021
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Unas mil personas se congregaron ayer en la Escalinata de Antequera por los derechos de las personas trans, lesbianas, gays, bisexuales e intersex de Paraguay.

Unas mil personas se congregaron  ayer en la Escalinata de Antequera por los derechos de las personas trans, lesbianas, gays, bisexuales e intersex de Paraguay. Bajo el lema Ñande mbareteve oñondivepa, ¡Somos fuerza, resistencia y comunidad!, la Coalición TLGBI*, organizó la 18° marcha por los derechos de la diversidad sexual y de género en el microcentro de Asunción en el Día Nacional por los derechos TLGBI.

En septiembre se celebra el mes de la memoria en Paraguay, en alusión a la fecha en que se registró la primera protesta pública escrita con relación a las detenciones arbitrarias y masiva de personas homosexuales, ocurrida durante la investigación de asesinato de Bernardo Aranda en 1959.

La marcha partió a las 18:30 de la Escalinata de Antequera, ubicada sobre la calle Fulgencio R. Moreno y Antequera, el lugar donde se hicieron visibles las primeras travestis en los años de la dictadura de Alfredo Stroessner, pasó por la Plaza Uruguaya, en homenaje a las trabajadoras sexuales, seguido por calle Palma, donde en la misma época obligaron a desfilar a los 108 (número adjudicado a 108 hombres homosexuales identificados como “sospechosos” del asesinato de Aranda) y desembocó en la Plaza de la Democracia.

Tras un año y medio de la pandemia de covid-19, las organizaciones defensoras de derechos humanos y activistas independientes marcharon denunciando los abusos al colectivo LGBTIQ+ durante la emergencia sanitaria. “Este año salimos a las calles con todas las medidas sanitarias para la seguridad de todes. Salimos porque el encierro en el que nos mantuvieron las autoridades de este gobierno fue propicio para el aumento de violencia en los hogares, para el abuso policial, la corrupción y muchas otras atrocidades”, expone la Coalición TLGBI.

 

El año pasado, la marcha en homenaje a los 61 años de la carta de un amoral se hizo en formato caravana de autos, colectivos y bicicletas. Con tapabocas y pocos abrazos. Esta vuelta, se sentía la transpiración del asfalto a medida que la movilización avanzaba por las calles asuncenas hacia Plaza de la Democracia. No quedaron rastros de pieles sin purpurina y maquillaje. Volver a las calles se sintió como una explosión tornasolada, una recuperación del tiempo y la memoria. Volvieron las reivindicaciones en los cuerpos, una de las principales: la solidaridad con las comunidades indígenas reprimidas el día anterior a raíz del proyecto cartista-Zavala-Riera que aumenta penas a las ocupaciones de tierras.

Pamela Montserrat marcha junto con su pareja con un cartel que dice: “Mi identidad es real, tiene que ser legal”. Se manifiestan por una identidad de género reconocida por la sociedad y el Estado. Ambxs son activistas de Diversxs de Alto Paraná. «Si no reconocen mi identidad no puedo trabajar y si no puedo trabajar, nos quedamos en este círculo de la exclusión», dijo Pamela. Alma Rolandi, activista de Sununu, del movimiento estudiantil FACSO-UNA, también lleva un cartel, pero con una foto de Chana Coronel, vocera de los derechos a las visitas íntimas de lesbianas privadas de libertad.

“Este 2021 constituye en desafío para nosotres, teniendo en cuenta el contexto social-económico-político en el que nos encontramos que se expresa de manera directa sobre nuestras corporalidades con el aumento de la violencia tanto verbal, física y simbólica hacia personas que no encajamos en el régimen de la cis-heterosexualidad obligatoria”, expresó la Coalición TLGBI en su manifiesto.

Jess-Insfrán-Pérez-18MarchaTLGBI-3-1024x683Durante la marcha se llevaron a cabo intervenciones artísticas como la instalación de Manu Alviso, que también es conocido por su arte Pop Pink Miliko. Las espaldas de los militares queer de cuatro colores formaban la palabra «Goce”. También lxs artistas del teatro aéreo Nhi Mu, Fátima Fernández Centurión, David Amado, Ahmad Rahal, Sonia Moura, Pamela Cáceres y Fernando Benítez, vestidxs con los colores del orgullo, se colgaron de un edificio de calle Estrella. Luego de la lectura del manifiesto se celebró el cierre de la 18° marcha TLGBI en Asunción, al ritmo de la tatucada de Aireana, grupo por los derechos de las lesbianas, y DJ maricón.

Purahei Soul y la diva drag Envidia Metenés cerraron la noche con un dúo inédito. El festival artístico en Plaza de la Democracia no estuvo exento de enunciados políticos: “Sabemos que dicha violencia no sólo nos afecta como personas TLGBI, sino que se hace más fuerte cuando se interseccionan con otros motivos de discriminación como la clase social, la raza, el estado serológico, la discapacidad y otras formas de opresión”, apuntó la Coalición.

*La Coalición TLGBI+ es una agrupación de organizaciones civiles y está conformada por: Aireana, Asociación Panambí, Asociación Escalando, Fundación Vencer, It Gets Better Paraguay (ASOEDHU), Las Ramonas, Grupo de Ecología Social “Ñepyrũ”, Somos Pytyvohara, Transitar, Unidas en la Esperanza (UNES), Red Paraguay de la Diversidad (REPADIS), Unidos por el Arcoiris (Asociación de Familiares y amistades de personas LGBT), y activistas independientes.

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Transformando: la primera escuela para personas LGBT en Paraguay

Jueves, 6 de agosto de 2020
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DSC_0013-1024x683Por Juliana Quintana

Fotos: Jess Insfrán

Al asumir sus identidades, todas dejaron de ir a la escuela. Algunas nunca llegaron a ir. Del seno de Casa Diversa, el albergue para personas LGBTI+ víctimas de violencia, y por iniciativa de las residentes nace la Escuela Transformando, un espacio donde se estudia Matemática, Ciencia y Comunicación, pero también Derechos Humanos y Educación Sexual Integral para personas trans.

En la Escuela Transformando les profesores son voluntaries. No hay uniformes, maestros homofóbicos, ni baños con género. Las materias se eligen en función a los gustos y la disponibilidad horaria de cada alumne. Aunque la propuesta inicial consiste en que les alumnes se incorporen, eventualmente, al sistema educativo formal, la escuela LGBTI+ funcionará como un lugar de preparación y empoderamiento para encarar las barreras de la educación tradicional.

“Venimos insistiendo en la dirección de educación permanente para adultos mayores porque queríamos tener un espacio educativo, pensando en chicas como Araceli o Moria que no leen ni escriben. No queremos que las adolescentes lleguen a la adultez sin antes alfabetizarse. El año pasado tuvimos una profesora que se llama Wilfrida, que empezó a darle clases a algunas chicas. Ahí dijimos ‘bueno, ya que no existe una educación ni un lugar seguro para nosotras, vamos a educarnos antes’”, expresa Yren  Rotela, activista de Panambi por los derechos trans.

El año pasado, las residentes de Casa Diversa, ubicada en San Lorenzo, una ciudad a 13 kilómetros de Asunción, recibieron talleres de artes plásticas, teatro, maquillaje y peluquería. Conversando, se dieron cuenta de que todas querían aprender algo más y se les ocurrió abrir una escuela que les permita recuperar la fe en la educación. Entonces, empezaron una campaña por redes sociales para recibir libros, cuadernos y útiles escolares.

La organización Mil Solidarios del Bañado Sur, encabezada por el pa’i Oliva (padre, en guaraní) donó pupitres, un pizarrón y un escritorio para la Escuela Transformando. “Él es un gran aliado y compañero. Fue la única persona que nunca me rechazó. Me habló con cariño y me apoyó desde que lo conocí, contó Yren.

Transformando es una iniciativa autogestionada y busca desestigmatizar a las materias que culturalmente son adjudicadas a las chicas trans. Por eso, lxs alumnxs tienen la posibilidad de asistir a clases de fotografía, cocina, oratoria, escritura y ortografía, entre otras. De momento, la escuela tiene una capacidad de 30 personas y son, en su mayoría, personas trans que parten de contextos diferentes. Cuatro de ellas tienen que terminar el bachillerato y, el resto, debe empezar la primaria. Las que viven en Casa Diversa tendrán la facilidad de acceder a las clases en su casa.

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Un sistema que no está preparado

Yren explica que el bullying es un factor determinante para la deserción escolar y la fobia a la educación. “Sabemos que hoy la violencia hacia nosotras es altísima en este sistema y si no estás empoderada no vas a resistir. Por algo digo que hasta hoy sigo teniendo errores ortográficos. A veces me olvido de poner una S, una coma, un punto. Hay cosas que no aprendí por culpa del modelo educativo que no respeta las identidades y los gustos de las personas”, sostiene.

Y es que el sistema educativo paraguayo no ofrece a las personas trans las condiciones de inclusión que están consagradas en la constitución nacional. La ley de Educación Inclusiva tiene por objeto remover las barreras que limitan el aprendizaje y la participación. Así como garantizar la accesibilidad de los alumnos con necesidades específicas de apoyo educativo por medio de recursos humanos calificados, tecnologías adaptativas y un diseño universal.

El año pasado, Casa Diversa se reunió con representantes del Ministerio de Educación y Cultura pero les ofrecieron espacios que no están preparados para las personas LGBT. Queremos estar incluidas en el sistema educativo pero ellos no tienen respeto hacia nuestra identidad. ¿A qué le llaman educación inclusiva? ¿Hay protocolos de cuidado? ¿Qué garantías de seguridad nos ofrecen? A veces son los profesores, a veces la estructura y a veces el alumnado. ¿Cómo hacemos para aguantar todo eso? Es muy molesto ir a resistir ahí adentro en lugar de ir a aprender”, cuestiona la defensora de derechos humanos.

Dueñas de su futuro

El trabajo sexual es la principal actividad económica de las personas trans en Paraguay. Según explica Rotela, el 99% de elles se dedica a la prostitución. La espiral de la violencia comienza en las familias, cuando son expulsadxs del interior de sus hogares en edad escolar. Desde ese momento, la identidad de género comienza a ser motivo de expulsión de todo los demás ámbitos de sus vidas, incluyendo el mercado laboral. Y en la calle reciben todo tipo de abusos.

“A mí lo que me preocupa mucho es el tema de la calle. No estoy en contra del trabajo sexual pero sí en contra de la manera en la que lo ejercemos nosotras en esta inseguridad. La policía viene, te fastidia, te coimea, te violenta. También está la gente que nos grita, nos insulta, nos tira botellas. El porcentaje más alto de asesinatos de personas trans fue en calle. Y es difícil sacarles a las personas ya mayores pero me preocupa la adolescencia, que vuelva a tener esa única alternativa”, manifiesta Yren.

Moria es de Villa Hayes, tiene 32 años y nunca fue a la escuela. Su mamá tuvo muchos hijos y no tuvo los medios para enviarlos al colegio. “A mis 12 ya se dieron cuenta que era diferente a los muchachos, por mis gestos, cómo me comportaba. Me echaron de mi casa y empecé a trabajar como jardinera en la casa de una señora que se llamaba Isabel. Ella me enseñó todo lo que sé: a hablar, normas de comportamiento, cómo sentarme en la mesa, cómo tratar a la gente, todo. Se llamaba Isabel”, narra Moria. 

Isabel quiso enviarla a la escuela nocturna, pero terminaba tarde y le daba miedo que fuera sola. Cuando Moria cumplió los 15, su cuidadora falleció y tuvo que comenzar a “hacer calle”, como le dice ella. Hace cuatro meses se incorporó a Casa Diversa y desde entonces tiene nuevas amigas, se comunica más con otrxs, participa de charlas y, sobre todo, dice, se siente mejor. Le encanta todo lo que tenga que ver con la costura porque la tranquiliza, pero también quiere aprender a leer para no tener que volver a ejercer la prostitución.

Isabel Moreno tiene 39, es presidenta de la Asociación Escalando y socia fundadora de Panambi. Cuando tenía 15 comenzó a transicionar, y como su papá no la aceptaba, decidió dejar su casa y los estudios. Al irme de mi barrio tuve que empezar a hacer calle. Para mí es importante terminar el colegio porque quiero seguir una carrera y abandonar el trabajo sexual. Hay muchas chicas que se destruyen en la calle, pasamos por mucha violencia”, relata.

Hoy, después de años de activismo, pudo volver a vivir con su padre, con el que mantienen buenas relaciones. “Yo, la verdad, quiero superarme en la vida. Me siento segura cursando acá, siento que voy a estar en mi espacio, a gusto, me voy a sentir cómoda”, expone Isa.

Además de Panambi, Escalando se suma como organización de apoyo a la escuela. Luego de instalar su oficina comenzarán a enseñar a les alumnes la técnica del sublimado con unas máquinas, para hacer tazas, pines, calcomanías, remeras, banderas y bolsos y, así, arrancar microemprendimientos. Estas iniciativas aportan otras perspectivas a la realidad a la que son habitualmente arrojadas.

“Fuimos descubriendo que, además de todo esto y del cuidado de la salud mental de las chicas, un abrazo puede calmar mucho. A veces nosotras no queremos que nos abrace la gente o que nos besen en la mejilla porque nosotras nunca tuvimos ese afecto. Trato de cuidar todos los detalles en la escuela para que se quieran quedar. Que se enamoren y que busquen lo que les guste y decidan seguir hasta el final”, aseguró Yren.

Clases a distancia y biblioteca popular

El inicio de la cuarentena obligatoria obligó a la Escuela Transformando a posponer varias de sus clases presenciales. La semana pasada se reanudó el plan de alfabetización de las personas trans que viven en Casa Diversa, con las medidas sanitarias correspondientes. Les alumnes de fotografia cursan los miércoles a distancia, de 15 a 17 horas; Teatroterapia con el profesional del teatro paraguayo, Omar Mareco los lunes y jueves, de 17 a 19 y se sumaron algunas materias urgentes como primeros auxilios.

Entre las iniciativas que nacieron en el encierro, también surgió la biblioteca popular de Casa Diversa. A partir de una serie de donaciones de útiles y libros escolares, les residentes del refugio LGBT levantaron de cero una biblioteca para que la comunidad se acerque, lea e intercambie libros. Las cajas de madera se convirtieron en estantes de colores llenos de libros y macetas con plantas.

Según cuentan las organizadoras, el fin es incentivar a las personas de la diversidad sexual y de género a la lectura y, cuando la pandemia lo permita, tener un café literario. Con el apoyo de amigxs, aliadxs y colaboradorxs, la Escuela Transformando va camino a cambiar la historia de las personas LGBTI+ en Paraguay.

Fuente Agencia Presentes

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