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Que todo sea uno

Viernes, 5 de febrero de 2021

a_51“Padre, guárdalos unidos a tu persona-eso que me has entregado-, para que sean uno como lo somos nosotros” (Juan 17,11b)

Me atrae esta traducción, porque refleja una gran intimidad y confianza de Jesús en su Padre (Abba). Si comprendiéramos un poco el significado y las consecuencias de esa relación, tendríamos más fuerza para vivir con menos agobio y negatividad. Me descoloca que se inviertan miles de millones en todo el mundo para informarnos de cada contagiado de covid a todas horas, y lo que es vital de verdad se quede encerrado en un libro no leído en una estantería.

Me da la impresión de que teniendo la fórmula no damos en el clavo. Tal vez no hemos hecho del todo nuestra la esencia del amor incondicional y total de Dios.

Ese amor materno, cercano, al que Jesús llama Abba le permite aceptar el regalo de la persona de ese Abba en su vida porque experimenta que esa relación es tan buena que unifica todo. Y que esa unidad no es una ecuación o una exégesis complicada que hay que interpretar, esa unidad, si es tal, produce amor.

¿De qué amor estamos hablando? De la calidad de amor que toma forma en todo y en todos: desde la naturaleza al último niño o niña naciendo en estos momentos en todo el mundo.

Muchas personas temen demasiada cercanía con la divinidad, por una mala formación religiosa. Debemos de-construir los ídolos que intoxican nuestra mente y espíritu, causándonos incluso enfermedad que significa ausencia de firmeza, en nuestros cuerpos y mentes.

El amor es una experiencia inexplicable, sólo podemos poner ejemplos, espejos, de ahí el término Abba que emerge de la relación de Jesús con el Dios que va experimentando.

Casi seguro que las personas que leemos estas líneas somos madres o padres o abuelas o consagrados que deseamos una formación integral positiva y actualizada para nuestros seres queridos o alumnos.

La toma de consciencia de Jesús de que Dios es como un Abba, nos invita a entrar en una relación con ese Dios que él nos transmite y dejar que esa relación se desarrolle.

Creo poder decir que muchas personas estamos viviendo esta experiencia hace años, con sus más y sus menos, pero con fidelidad y seriedad y podemos decir hoy que ese profundo texto, nos lleva más allá de las personas a integrar al cosmos:

Que TODO sea uno, nos saca del antropomorfismo exacerbado que la cultura occidental nos ha impuesto y la institución eclesiástica ha cultivado, y nos lanza a una súper maravillosa integración de todo lo creado en labios de Jesús.

Padre que Todo sea uno. Que no rompamos esa unidad de la vida, en sus millones de formas, en ese entramado indescriptible de eco sistemas, de hábitats, de redes y conexiones que permiten que todo fluya, que la vida siga, que el oxígeno esté siempre ahí y el mar no salga de su cauce y el agua dulce se almacene en los acuíferos y pozos en el subsuelo y las flores se dispongan para que las abejas entren en su corazón y se lleven el polen que hará posible que en nuestras mesas haya fruta y verdura y carne y pescado y vino y cerveza y miel y nueces…

Todo está ahí, siguiendo unas leyes de un amor infinitamente sabio que otorga la capacidad a cada ser vivo a desarrollarse, a dejarse hacer en un ciclo fascinante de corrientes, vientos, lluvias, sequías, producción y cariño.

Que todo sea uno significa también que dejemos ser para no invadir y con esa actitud dividir, es decir, romper el ciclo de la vida, y ser incluso involuntariamente los que interrumpimos las cadenas de vida y energía que producen todo.

El bosque, como ejemplo de unión, tiene su modo de comunicarse los peligros. Si un árbol está enfermo el resto se pone en marcha y le hacen llegar nutrientes sanadores, y le protegen desde sus claves, de la mano invasora, destructora, avariciosa, consumista del que se cree el rey de la creación.

Y si eso es así, si nuestra capacidad maravillosa de ser conscientes nos conduce al egoísmo letal, ¿qué primeros pasos podemos dar para convertirnos, por lo menos, en seres tan integrados como los árboles?

Ellos, los árboles, viven la experiencia de todos ser uno, se ayudan, protegen, cuidan y saben que sólo si cada uno está bien enraizado puede estar firme y hacer bosque, vivir su identidad y cuidar de los otros.

¿Qué nos falta al ser humano para vivir algo tan básico y aparentemente tan poco común?

Me atrevo a lanzar que es la propia persona la que está dividida por dentro. Es decir, nosotros, como colectivo humano, no hemos logrado la integración de mente-espíritu-cuerpo. Mucha culpa la tiene el dualismo que nos ha valorado el espíritu por encima del cuerpo, o la mente-razón por encima de la experiencia.

Que Todo sea Uno. Que estemos integrados. Que trabajemos en la naturaleza y con ella para que nos enseñe, para que de su mano aprendamos a integrarnos en diálogo de amor con el Dios que nos da una creatividad como la suya y una oportunidad de tiempo limitada para realizarnos en comunión con todo.

Os invito a meditar como proceso hacia esa integración. A escuchar a las personas que hacemos Lectura Orante de la Palabra, porque nos conecta con el bosque que es nuestra interioridad y nos pone en comunión con Todos y Todo.

El camino es precioso y la experiencia única. Sabes que puedes ponerte en contacto si lo deseas.

Que Todo sea uno, este año 2021 nos invita y urge a ello.

Magda Bennásar Oliver, sfcc

Fuente Fe Adulta

Espiritualidad ,

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