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Aradillas: “Huele a podrido el silencio con el que se ha maltratado el tema de la muerte de Juan Pablo I”

Sábado, 8 de agosto de 2020

se-reconocen-los-actos-cristianos-juan-pablo-i-1“La Iglesia necesita otro tipo de santos”

Exigimos que se agilicen toda clase de procedimientos “divinos y humanos” para despejar los caminos que ha de recorrer la causa de beatificación-canonización del “brevísimo” Juan Pablo I

El santoral de la Iglesia está falto de corbatas, de gafas, de mascarillas, de “ordenadores”, de impresoras, bicicletas, pelotas de tenis, guías turísticas –devocionarios- de recorridos por la naturaleza y de estancias monásticas, uniformes, “monos” de faena, pertenecientes a cualquier categoría laboral o profesional

El de las canonizaciones  de santos y santas  es uno de los capítulos que hoy precisan con presteza mayor,  profundidad y extensión, de renovación  y reforma en la Iglesia . El modelo y ejemplo, así como la intercesión que le proporcionan al pueblo de Dios  y que encarna y justifica su elevación a los altares,  en ocasiones, hasta  con una especie  de heterodoxa adoración  con símbolos, invocaciones  semi paganas, sigue a la espera de renovadores replanteamientos ascéticos, teológicos y pastorales.

Le hicieron mucho daño a la institución eclesiástica  adoctrinamientos tales como  el de que la intervención directa del papa  en la causa de los santos  era, y es,  de carácter poco menos que infalible, por lo que su tratado, de tanta importancia en la pastoral popular, resulta intocable   en la pastoral popular , con la apremiante e indulgenciada  imposición  de tener que sellarse a perpetuidad  con uno de los “Amén”  más eclesiásticos por definición y naturaleza.

Pero,  ya de entrada, imploramos o y exigimos “a quienes corresponda”, que se agilicen toda clase de procedimientos  “divinos y humanos” para despejar los caminos que ha de recorrer  la causa de beatificación-canonización  del “brevísimo” Juan Pablo I . Así lo demandan el pueblo de Dios, el sentido común y el religioso –“sensus fidelium”- e inciertas  y aún sospechosas,  referencias, las leyes civiles y canónicas,   todavía opacas, aunque  el papa Francisco haya creado  la “Fundación Juan Pablo I” , con la expresa y reiterada intención  de poder adentrarnos en la “misteriosa” muerte  de este antecesor, a quien apenas si le diera tiempo  de manifestar con claridad evangélica  que la reforma de la Curia Romana  era  propósito firme e inalterable de su pontificado.

Huele a podrido  el silencio con el que se ha maltratado el  tema  de la muerte de Juan Pablo I, al que no pocas apariencias “ pro-franciscanas” habrán de salirles, por fin, al paso  con transparencias  y decisiones, y abominación de  onerosos olvidos para formas, modos  y sistemas empleados “eclesiásticamente” en tiempos “pre” y “ante” renacentistas, de cuyos episodios y procedimientos hay clara, vergonzante  y documentada constancia.

Además de citar este caso en el atrio  de la tarea de la renovación  del actual santoral  cristiano,  será absolutamente procedente prestarle  santa, devota y actualizada atención  a la “ascensión al honor de los altares”  a otros nombres  con sus correspondientes números  cardinales imperiales pontificios, que suscitan en la religiosidad popular  la creencia   de que todo papa, por papa, es, o será,  canonizable de por sí  y pese a todos los pesares, con asombroso olvido de que cualquier endogamia  jamás será ni objeto ni sujeto de canonización.

La Iglesia necesita en la actualidad otro tipo de santos. Precisamente en su letanía de ejemplos y modelos, lo primero que sobra es la multitud de  hábitos talares, capisayos y signos episcopales “et supra”. Sobran fundadores y fundadoras de vocación, profesión, ministerio y oficio.

El santoral de la Iglesia está falto de corbatas, de gafas, de mascarillas, de “ordenadores”, de impresoras, bicicletas, pelotas de tenis, guías turísticas –devocionarios- de recorridos  por la naturaleza y de estancias monásticas, uniformes, “monos” de faena, pertenecientes  a cualquier categoría laboral  o profesional…

El santoral sigue padeciendo  también, – ¡y todavía¡-  la ausencia de personas  representantes  del sexo femenino…En el santoral se registran más –muchos más- varones  que mujeres.  Y la solemnidad es en él mucho mayor, con  excepción de las referidas  a las advocaciones  de la Santísima Virgen María… El santoral sigue acaparado en mayor proporción por frailes, curas, monjes y obispos, además de los papas. A los laicos y laicas difícilmente les reservan los calendarios  las correspondientes casillas  y estas, son raramente revestidas  del rojo festivo de las solemnidades litúrgicas, con excepción de las de san José, los Apóstoles y las de los fundadores  de las Órdenes y Congregaciones Religiosas respectivas.

Merece consideración aparte el hecho  de la imposibilidad de incluir  de alguna manera en el Santoral  nombres  de varones o mujeres pertenecientes a otras religiones, creencias  e Iglesias a quienes les sobran méritos para ser expuestos  como ejemplos y modelos de vida  y como intermediarios ante Dios.

Posiblemente, y en proporciones similares,  al calendario católico les sobran nombres de niños y niñas  con mención inocente  para aquellos, y aquellas,  elegidos por la Virgen para  suplir a la mismísima jerarquía eclesiástica, en sus “apariciones” celestiales, y así manifestar su voluntad respecto a la salvación de la humanidad. No obstante, el mismo calendario está desesperadamente falto de nombres  infantiles, víctimas de  pederastas “educadores” religiosos, y de quienes, por acción u omisión, “consintieron” desafueros  tan bochornosos …

A tal letanía le pongo por ahora el punto y aparte  del “Amén”, aunque sin alejarme  de la cita extra-canónica de los  misterios dolorosos del rosario  martirial de cuantas mujeres maltratadas murieron víctimas de parejas, exparejas,  esposos, ex esposos  y sin que todavía perduren en la propia  Iglesia “legitimables discriminaciones” en razón al sexo….

Fuente Religión Digital

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