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Alberto Iniesta: Aquella primavera eclesial

Viernes, 27 de enero de 2023
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2-7-4-alberto-iniesta-2GDel blog de Juan José Tamayo:

En el centenario del nacimiento de Alberto Iniesta

“Se cumple el centenario del nacimiento de Alberto Iniesta, obispo auxiliar de Madrid de 1972 a 1998, uno de los testigos y protagonistas más lúcidos y coherentes de la transición política de la dictadura a la democracia y de la transición religiosa de la Iglesia nacionalcatólica a la del Concilio Vaticano II”

“Desafió al franquismo en los momentos finales de la vida del dictador, por lo que se vio obligado a huir a Roma, donde contó con el apoyo de Pablo VI”

“Hizo realidad el modelo de Iglesia de los pobres en el barrio madrileño popular de Vallecas, de clase obrera, de izquierdas y con importante presencia del Partido Comunista. Mantuvo una estrecha relación con el padre Llanos”

“En su actividad pastoral y sociopolítica tuvo como guía la teología de la liberación. Fue el único obispo español, en representación de numerosos colectivos cristianos de base del Estado Español, en el funeral y entierro del arzobispo de San Salvador, monseñor Romero”

“Con Alberto Iniesta se hizo realidad la utopía de Otra Iglesia Posible en un barrio popular de Madrid con una am”plia proyección y gran influencia en otros lugares de nuestro país. ¿Por qué no va a hacerse realidad hoy?”

Entre los principales actores eclesiales de la transición política y religiosa en España suele destacarse al cardenal Tarancón, y creo que con razón, pero, si queremos ser justos con la historia, hay que citar a otros protagonistas, colectivos unos, personalidades individuales, otras. Entre los primeros están los movimientos apostólicos comprometidos con la clase trabajadora, con el mundo juvenil y estudiantil, las comunidades de base como alternativa de Iglesia, las parroquias populares, los sacerdotes obreros, los religiosos y las religiosas en barrios, las teólogas y los teólogos que han elaborado su reflexión teológica en el horizonte del Concilio Vaticano II y en perspectiva, los obispos conciliares, etc.

Entre las personalidades que ocuparon un lugar relevante en aquella –corta, todo hay que decirlo- primavera de la Iglesia católica española se encuentra Alberto Iniesta, obispo auxiliar de Madrid de 1972 a 1998, fallecido el 3 de enero de 2016, un día antes de cumplir 93 años y cuyo centenario de su nacimiento celebramos estos días.

Los largos años de silencio, desde poco después de su jubilación, pudieron hacer olvidar u oscurecer el significativo papel que jugó en la reforma de la Iglesia católica española, que no acababa de poner en práctica la nueva eclesiología del Concilio Vaticano II, ni desvincularse definitivamente de los cuarenta años de legitimación del franquismo. Por eso, con motivo del centenario de su nacimiento, quiero hacer memoria de su persona como ejemplo y referente de un cristianismo liberador, que tiene mucho que enseñarnos de cara al futuro.

Alberto Iniesta fue, sin duda, uno de los testigos y protagonistas más lúcidos y coherentes de la transición política de la dictadura a la democracia y de la transición religiosa de la Iglesia nacionalcatólica a la del Concilio Vaticano II

2-7-4-alberto-iniesta-FAlberto Iniesta fue, sin duda, uno de los testigos y protagonistas más lúcidos y coherentes de la transición política de la dictadura a la democracia y de la transición religiosa de la Iglesia nacionalcatólica a la del Concilio Vaticano II, y uno de los obispos que puso en práctica la reforma conciliar de manera más auténtica y desafió al franquismo en los momentos finales de la vida del dictador. Esto sucedió con la homilía del 4 de octubre de 1975 en la que denunció, junto con el papa Pablo VI, la ejecución de cinco condenados a muerte por el dictador, pidió la supresión de la pena de muerte de la legislación española y reprobó el uso de torturas para conseguir declaraciones de los reos, “lo cual –dijo- ha ocurrido recientemente en nuestro país”. Para protegerse de la indignación del gobierno y de las amenazas de muerte de la extrema derecha que provocó la homilía, se vio obligado a huir a Roma, donde contó con el apoyo de Pablo VI.

“Denunció, junto con el papa Pablo VI, la ejecución de cinco condenados a muerte por el dictador, pidió la supresión de la pena de muerte de la legislación española y reprobó el uso de torturas para conseguir declaraciones de los reos, ‘lo cual –dijo- ha ocurrido recientemente en nuestro país'”

Iniesta entendía la Iglesia como pueblo de de Dios, comunidad de creyentes codirigida por las personas seglares, comprometida con los sectores más vulnerables de la sociedad y conciencia crítica del poder. Con esa orientación participó activamente en la Asamblea Conjunta Obispos-Sacerdotes celebrada en Madrid del 13 al 18 de septiembre de 1971, que hizo autocrítica de la jerarquía católica por su alianza con la dictadura, denunció los enormes desequilibrios económicos y la ausencia de derechos humanos, rompió con el franquismo y defendió la democracia.

Dentro del clima de reconciliación que reinaba entonces en la Iglesia católica, Iniesta apoyó una de las conclusiones más conflictivas que contó con un amplio apoyo de los sacerdotes y obispos, pero no fue aprobada por no contar con los dos tercios requeridos por el reglamento de la Conferencia Episcopal Española (CEE): la que pedía perdón por no haber sido testigos de la reconciliación en la guerra entre hermanos en estos términos: Reconocemos humildemente y pedimos perdón, porque nosotros no supimos ser ministros de reconciliación en el seno de nuestro pueblo, dividido por una guerra entre hermanos.

A pesar de las peticiones que hicieron diferentes sectores de la sociedad española a la (CEE) para que pidiera perdón por el apoyo al golpe de Estado de Franco a través de la Carta del Episcopado del 1 de julio de 1937 y de la legitimación de la dictadura, se negó, y sigue negándose, a diferencia de numerosos episcopados de diferentes iglesias nacionales: Francia, Argentina, Alemania, etc., que han hecho declaraciones de petición de perdón por su apoyo o silencio ante situaciones similares a la española en sus propios países.

“Iniesta hizo realidad el modelo de Iglesia de los pobres en el barrio madrileño popular de Vallecas, de clase obrera, de izquierdas y con importante presencia del Partido Comunista”

albertoIniestaIniesta hizo realidad el modelo de Iglesia de los pobres en el barrio madrileño popular de Vallecas, de clase obrera, de izquierdas y con importante presencia del Partido Comunista. Mantuvo una estrecha relación -personal, social y eclesial- con el padre Llanos, a quien, en el prólogo a Confidencias y confesiones (Sal Terrae, Santander, 2005), del propio José María de Llanos, le califica de “colaborador cercano”, de quien se consideraba “amigo entrañable” y del que decía “admirar y querer al viejo amigo”. Recuerda la afirmación de Menéndez Pidal de que “la humildad es hermana de la sabiduría” y se la aplica al Jesuita del Pozo del Tío Raimundo.

En su actividad pastoral y sociopolítica tuvo como guía la teología de la liberación contando con las orientaciones éticos-proféticas del “jesuita sin papeles” José María Díez-Alegría, el acompañamiento testimonial y la práctica popular de Carlos Jiménez de Parga y el asesoramiento de Casiano Floristán y Julio Lois, profesores del Instituto Superior de Pastoral y cualificados representantes de dicha tendencia teológica en España, que fueron a vivir a Vallecas coincidiendo con el nombramiento de Iniesta como obispo auxiliar de ese distrito madrileño.

Otro buen amigo de Iniesta fue Alfonso Carlos Comín, en su opinión uno de los principales intelectuales en el debate sobre la posible interacción entre marxismo y cristianismo. Lo visitó unos días antes de su muerte y le recordaba “con su cara afilada, su barba puntiaguda, sus ojos profundos…, y con unas grandes almohadas a su espalda, como el clásico dibujo de don Quijote en su lecho de muerte”. Iniesta solía citarlo como ejemplo de militante comunista y de cristiano comprometido, casi con las mismas palabras del título de uno de los libros de Comín: “Cristianos en el partido, comunistas en la Iglesia” (Laia, Barcelona, 1977).

Conformó la Vicaría de Vallecas al modo asambleario, con la celebración de la Asamblea Conjunta de la Iglesia de Vallecas, cuyo final se vio truncado por la prohibición gubernamental, y en clave comunitaria, con el reconocimiento de los numerosos movimientos cristianos de base”

Sintonizó, y mucho, con el cristianismo liberador latinoamericano. Prueba de ello fue la asistencia como único obispo español, en representación de numerosos colectivos cristianos de base del Estado Español, al funeral y entierro del arzobispo de San Salvador, monseñor Romero, asesinado mientras celebraba misa el 24 de marzo de 1980. Su actitud ético-evangélica se caracterizó, en palabras suyas, por la “opción preferencial por los pobres y por los oprimidos, a favor de la justicia, la fraternidad y la solidaridad, siendo la voz de los sin voz y el apoyo de los más débiles”.

Conformó la Vicaría de Vallecas al modo asambleario, con la celebración de la Asamblea Conjunta de la Iglesia de Vallecas, cuyo final se vio truncado por la prohibición gubernamental, y en clave comunitaria, con el reconocimiento de los numerosos movimientos cristianos de base, más cercanos a la experiencia de la Iglesia de los orígenes que a la organización jerárquico-patriarcal actual.

Iniesta fue uno de los redactores, junto con los obispos Teodoro Úbeda, Ramón Echarren y Javier Osés, del documento “Servicio pastoral a las pequeñas comunidades cristianas”, de 1982, que reconoce humildemente la posibilidad de equivocarse –“y hasta pecar”-, de los obispos, así como su ausencia habitual del vivir cotidiano de dichas comunidades cristianas, al tiempo que expresa la necesidad de abrirse a las críticas, defiende la eclesialidad de las pequeñas comunidades y propone como compromiso preferente de los obispos la promoción de nuevas comunidades.

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Este documento fue uno de los pocos gestos de aproximación y de comprensión hacia las comunidades de base por parte de la jerarquía católica española, que, desde su nacimiento, las vio con recelo, cuando era una de las experiencias eclesiales más auténticas que surgieron en continuidad con el Concilio Vaticano II a partir de la definición de la Iglesia como Pueblo de Dios y comunidad de creyentes en la Constitución Luz de las gentes.

En su libro Convicciones y recuerdos (San Pablo, Madrid, 2003), prologado por Iniesta, ya como obispo auxiliar emérito, Casiano Floristán, que fue su compañero de estudios de teología en la década de los 50 del siglo pasado en la Universidad Pontificia de Salamanca y, luego, colaborador en Vallecas, recuerda que el cardenal Tarancón no estuvo presente en el momento de la prohibición gubernamental de la Asamblea Conjunta de Vallecas, lo que provocó “gran sorpresa e irritación de la feligresía vallecana”. Quizá se debiera a que, como el mismo Casiano afirma, aun reconociendo que “fue el cardenal de la transición, a Tarancón le faltó una punta de profetismo y le sobró concordismo”.

“Con Alberto Iniesta se hizo realidad la utopía de Otra Iglesia Posible en un barrio popular de Madrid con una amplia proyección y gran influencia en otros lugares de nuestro país. ¿Por qué no va a hacerse realidad hoy?”

El obispo auxiliar de Madrid Alberto Iniesta siempre fue leal al cardenal Tarancón. Sin embargo, Tarancón no siempre le correspondió, al menos en algunas páginas de su libro Confesiones, donde le caracteriza de ingenuo, le critica por dejarse influir por grupos progresistas y confiesa que “nos ponía a todos en un brete” (PPC, Madrid, 2005).

Con Alberto Iniesta se hizo realidad la utopía de Otra Iglesia Posible en un barrio popular de Madrid con una amplia proyección y gran influencia en otros lugares de nuestro país. ¿Por qué no va a hacerse realidad hoy?

Fuente Religión Digital

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109 años del nacimiento de José María Díez-Alegría

Miércoles, 4 de noviembre de 2020
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José_María_Díez-AlegríaFotografía de Jorge MeyerTrabajo propio

Desde la Filosofía, el Derecho, la Ética, la Doctrina Social de la Iglesia defendió la opción preferencial por los más pobres y las relaciones cristianismo/marxismo, sin desvirtuar la fe y la adhesión a Jesucristo y su Iglesia

Su figura, junto a la de pensadores de la talla de José María de Llanos S.J., José María González Ruiz o Alfonso Carlos Comín, han contribuido a la transición democrática en España, desde el diálogo fe/increencia

Potenció, en su participación en los Documentos y Constituciones del propio Concilio Vaticano II, la libertad y dignidad del ser humano acompañado por una generación que en los momentos más difíciles del franquismo.

José María Díez-Alegría (1911-2010) forma parte de la historia de España, como jesuita, intelectual y pensador que ha creado unos vínculos especiales entre la fe y la política, tomando conciencia de la explotación que sufrían los obreros y de su alejamiento de la Iglesia.

Intentó durante más de medio siglo romper, desde la Filosofía, el Derecho, la Ética, la Doctrina Social de la Iglesia, la manera que tenía la Iglesia jerárquica de entender la libertad de conciencia, la opción preferencial por los más pobres, las relaciones cristianismo/marxismo, sin desvirtuar la fe y la adhesión a Jesucristo y su Iglesia.

71sGu3+XqgLSu trayectoria siempre ha estado comprometida con la sociedad laica que le ha tocado vivir, desde una conciencia libre, que le permite tener una cosmovisión en infinidad de aspectos y temas relevantes para el hombre del siglo XXI.

Desde un punto de vista objetivo, su figura, junto a la de pensadores de la talla de José María de Llanos S.J., José María González Ruiz o Alfonso Carlos Comín, han contribuido a la transición democrática en España, desde el diálogo fe/increencia. Han sido estos hombres críticos y purificadores, con una misión clave: defender al hombre débil, pobre, viviendo en el irrenunciable horizonte de la esperanza.

Sin olvidar su “corpus” bibliográfico (24 libros; 90 colaboraciones en libros colectivos; 121 artículos.), donde plasmó un profundo proyecto cristiano en medio de la sociedad española, en la Iglesia, en la cultura de la convulsa época que le tocó vivir: frente al nacional-catolicismo que se resistía a resquebrajarse y romper con sus pilares, Dios, propiedad privada y patria, Díez-Alegría se fue abriendo al socialismo (clave fue su viaje a Alemania en 1955 y el encuentro que se produce en él mismo con el pensamiento filosófico) y, desde ahí, iba esclareciendo su pensamiento ético y su conciencia cristiana y descubriendo que el capitalismo no es una mera técnica económica sino una estrategia de explotación, a la vez que planteaba propuestas concretas para superar a este drácula que destruye al hombre.

91TGkeyAkoLFinalmente, en este recordatorio de sus 109 años recordar que José Mª Díez-Alegría potenció en su participación en los Documentos y Constituciones del propio Concilio Vaticano II (Dignitatis Humanae y Gaudium et Spes, números 68 y 80) la libertad y dignidad del ser humano.

Este camino no lo hizo solo sino que estuvo acompañado por una generación que en los momentos más difíciles del franquismo y los años posteriores a la muerte de Franco, trabajaron por hacer mejoras, destacando entre otros: “La Pasionaria”, José María de Llanos, Rafael Alberti, José Luis López Aranguren (la profesora Cristina Hermida del Llano ha trabajo de forma exhaustiva a Aranguren), Juan Nepomuceno García-Nieto, Alfonso Carlos Comín y el jesuita filósofo Luis Martínez Gómez, que llego al barrio de Entrevías de Madrid para fundar y construir escuelas democráticas en los barrios.

(para ampliar su figura remitimos al libro: José María Díez-Alegría un jesuita socialista en medio de la clase obrera de la editorial ENDYMION).

 

Fuente Religión Digital

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Recordatorio

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