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Pánico en una ciudad de Pakistán porque 900 niños dieron positivo en pruebas de VIH por mala praxis médica

Sábado, 2 de noviembre de 2019
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hiv_1572440010_725x725El doctor Muzaffar Ghanghro, Foto Indiatimes

La ciudad de Ratodero es el epicentro de un brote de VIH que afecta a más de 900 niños y que surge, entre otras causas, de un pediatra que reutilizaba jeringuillas.

Más de 1.100 personas, entre las que se incluyen más de 900 niños, han dado positivo en VIH y una de las causas parecen ser las visitas a un pediatra de la ciudad de Ratodero (Pakistán) que reutilizaba jeringuillas. La alarma sanitaria saltó a principios de año cuando centenares de menores se pusieron enfermos, pero no fue hasta abril que las autoridades sanitarias descubrieron que la ciudad era el epicentro de un brote de VIH. La cifra de afectados se espera que sea muchísimo mayor, ya que gran parte de la población aún no ha sido testada.

Las investigaciones señalaron a un pediatra, el doctor Muzaffar Ghanghro, que atendía a las familias más pobres de una ciudad que tiene unos 200.000 habitantes, que forman una de las comunidades más pobres de Pakistán y tiene una alta tasa de analfabetismo. Ghanhgro cobraba tan solo 20 céntimos de dólar por consulta a unos padres que, de media, ganan menos de 60 dólares al mes.

El periodista que destapó la noticia, Gulbahar Shaikh, entró en pánico al descubrir que era el doctor de sus hijos. Al hacerse la prueba descubrieron que su hija de dos años tenía VIH+. Lo mismo le ocurrió a Imtaz Jalbani, padre de seis hijos que ha visto cómo cuatro han dado positivo y dos (de catorce meses y de tres años) murieron. Jalbani explica a The New York Times que pudo ver cómo el doctor Ghanghro rebuscaba en la basura para encontrar una jeringuilla para inyectar a su hijo de seis años. Al quejarse, el pediatrá le respondió furioso que Jalbani era demasiado pobre para pagar una nueva: “Dijo, ‘Si no quieres mi tratamiento, ve con otro médico’. Mi esposa y yo tuvimos que matarnos de hambre para pagar los medicamentos.

Ghanghro, que en todo momento ha negado reutilizar jeringuillas (algo que en Pakistán constituye un delito), fue detenido y se le acusó de negligencia, homicidio involuntario y daños no intencionados. A la espera de la sentencia, el médico ha renovado su certificado médico y trabaja como médico de cabecera en un hospital público a las afueras de la ciudad.

Los expertos sanitarios (tanto locales como internacionales que han acudido a ayudar) creen, eso sí, que Ghanghro no pudo ser la única causa del brote. Según han podido comprobar es habitual que muchos médicos que atienden a las clases más bajas reutilicen jeringas y agujas, que los barberos compartan navajas entre varios clientes o que los dentistas en zonas rurales atiendan a pacientes en las aceras con material sin esterilizar. Ese tipo de prácticas (que pueden verse por todo el país, pero sobre todo en las zonas más pobres) son uno de los motivos por los que en los últimos 8 años en Pakistán se ha duplicado el número de personas que viven con el virus alcanzando las 160.000. A esa cifra, eso sí, hay que sumarle todas las personas que no han podido realizarse la prueba y las que saben que tienen VIH pero no tienen acceso a tratamientos antirretrovirales.

Para frenar el brote, las autoridades pakistaníes comenzaron a cerrar las clínicas de médicos no calificados y los bancos de sangre ilegales en mayo, muchos de los cuales estaban reusando jeringas. No obstante, meses después, algunas de esas clínicas volvieron a abrir, dicen los lugareños. “Hasta que no detengan a estos médicos, barberos y dentistas poco profesionales, el número de incidentes de infecciones de VIH seguirá aumentando”, dijo Imran Akbar Arbani, un médico local, que le informó a Shaikh y a las autoridades gubernamentales sobre el brote.

En febrero, Arbani comenzó a darse cuenta de que decenas de niños llegaban a su consultorio con fiebres persistentes, desde recién nacidos hasta niños de ocho años. “En Pakistán, el gobierno no actúa a menos que haya un alboroto nacional provocado por la cobertura de los medios”, comentó Arbani, y explicó que, en cuanto se dio cuenta de la escala de la infección, se apresuró a decírselo a Shaikh.

En un principio, el gobierno se tardó en responder al brote de Ratodero y apenas tenía los recursos para hacerles pruebas a los residentes y tratar a los enfermos. Equipos de trabajadores internacionales de salud de varios países vinieron a la ciudad a prestar ayuda y la Organización Mundial de la Salud donó cientos de kits de pruebas. Se montaron centros para realizar las pruebas en edificios de gobierno y decenas de carpas amarillas aparecieron por toda la ciudad para atender a todos los residentes aterrados que querían hacerse la prueba.

Aun así, luego de que menos de un cuarto de la población de la ciudad se ha hecho la prueba del virus, los funcionarios temen que el número real de infectados sea mucho mayor a los 1112 confirmados hasta ahora. Solo el diez por ciento de las personas que se cree que son seropositivas están recibiendo tratamiento. Por lo menos 35 niños han muerto en la zona desde el 25 de abril, de acuerdo con Arbani.El brote en Ratodero refleja un repunte nacional de casos de VIH, a pesar de un declive global de nuevas infecciones.

Desde 2003 en Pakistán ya ha habido ocho brotes de VIH y la propia ciudad de Ratodero ya protagonizó uno en 2016, que afectó a 1500 hombres que, según las autoridades, habían mantenido relaciones sexuales con prostitutas que portaban el virus. El gobierno de Pakistán dedica muy pocos recursos económicos a la lucha contra el VIH y lo que puede invertir proviene de ayudas internacionales ya sea para obtener financiamiento con el fin de tener empleados en los centros de pruebas o proporcionar medicamentos retrovirales para combatir el virus. Sin embargo, el brote de este año en Ratodero es el primero en el que los niños han sido las víctimas más afectadas a una escala tan grande, dijo Maria Elena Filio-Borromeo, directora de ONUSIDA para Pakistán y Afganistán. “Debido a que hay muchas otras prioridades, el VIH y el sida no están en los primeros lugares de la agenda del gobierno”.

De 2010 a 2018, el número de personas seropositivas en Pakistán casi se duplicó, hasta alcanzar la cifra aproximada de 160.000, de acuerdo con cálculos de ONUSIDA, el equipo de trabajo de las Naciones Unidas que se especializa en el VIH y el sida. Durante ese periodo, el número de infecciones nuevas aumentó un 38 por ciento en las personas de quince a veinticuatro años.

Fuente The New York Times, vía HazteQueer

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