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Discurso de María López Vigil, reconocida con el Cervantes Chico Iberamericano de Literatura Infantil y Juvenil.

Sábado, 30 de mayo de 2020
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CCF02D0A-1A37-42D4-A35A-9BBE026C4F40Foto: premio Cervantes Grande y Chico. Sergio Ramírez y María López Vigil

De un lugar de las Américas de cuyo nombre sí quiero acordarme vengo hoy, Nicaragua.

Me han premiado porque en mis cuentos las niñas y los niños de Nicaragua vieron por primera vez por escrito las palabras y las frases, los dichos, que han escuchado desde chiquitos en sus casas, en la calle y de boca de sus abuelas…

Yo he tenido una docena de hijos de papel. A todos, desde el primero, “Un güegüe me contó”, hasta el último, “La guía del pipián”, los he llenado de las palabras de la rica, riquííísima lengua nicaragüense.

Las palabras viajan. Cuando las palabras viajan de un país a otro se enamoran de otras palabras, se unen, y nacen nuevas palabras.

Algunas palabras viven más que otras. De la lengua española, la rica lengua de Cervantes, nos quedaron muchas palabras en Nicaragua. Por ejemplo, si un chavalo nica y enamorado de hoy, le hablara a su novia de Jinotega, le diría así:

Desde endenantes que te vide te quiero y agora cuantimás te veo más te quiero.

Eso ustedes lo entienden bien, ¿verdad? Porque es castellano antiguo, pero si yo les dijera esto:

Para llegar hoy hasta aquí monté todos mis maritates en una pipilacha y no sé si han llegado… ¿sabrían lo que yo les dije? Ah, pero les he dicho algo…

Y si Cervantes le preguntara a un nica qué es lo que come, el nica le diría:

Los tres tiempos, gallopinto. En el desayuno güirila o perrereque con café, en el almuerzo de bastimento un guineo y en la noche apenitas una cosa de horno y atol.

¿Ustedes saben qué come un nica…? Ah, y cualquier nica lo entendería. Si hay alguno por aquí seguro que sabe…

Y si Cervantes dijera que la vida no es fácil, un nica le daría la razón y le diría…

Correcto, don Miguel, hay mucho improsulto por ahí que piensa que la vida es moronga en las tapas de un perro.

¿Lo entenderían…? Pero es lo mismo que “que la vida no es fácil”.

¿Y cómo se dice cuando un chavalo o una chavala como ustedes está triste…?

Ése está achicopalado, con punto de cabanga y todo achumicado…

¿Hay alguno por aquí achumicado, achicopalado? Puede ser que sí…

Hoy yo no estoy triste. Estoy alegre, alegrísima, ayúdenme a decir alegre. Por el premio que reciben los libros con los que me metí a la aventura de escribir con las palabras de la brillante lengua nicaragüense. Fue una quijotada… y ustedes ya saben: todo Quijote necesita un Sancho Panza. Ése fue mi hermano Nivio, que me advirtió, como Sancho le advertía al Quijote: que no basta la lengua, por bonita, hermosa, brillante y divertida que sea, que no basta, que sin colores esos libros esos libros no llegarían muy largo…

Él los ha ilustrado todos, toditos. Él ha hecho conmigo esos libros. Para él es también este premio. Por ahí anda, ¡un aplauso pido para él!

Hoy ambos le dedicamos este premio a Nicaragua. A sus niñas y a sus niños. Y mucho más especialmente en este momento a quienes, hoy ya profesionales, leyeron estos libros y tuvieron que huir de Nicaragua y hoy están en el exilio. Se lo dedicaron a quienes los leyeron y fueron asesinados por la dictadura que padecemos en el estallido ciudadano de abril del año pasado reclamando una patria libre para vivir. Se lo dedicamos a quienes están naciendo y creciendo y un día los leerán.

Mi sueño de Quijote, el sueño de mi hermano Nivio, mi escudero Sancho, es que estos cuentos inspiren a los niños y a las niñas de Nicaragua a sentir el orgullo de ser nicaragüenses y a correr la aventura de construir una Nicaragua libre. Una Nicaragua justa, digna y feliz. Una Nicaragua azul y blanco. La que nos merecemos.

María López Vigil, Maestra, periodista y escritora, autora de la biografía de Monseñor Romero “Piezas para un retrato” y de series como “Un tal Jesús” y “Otro Dios es posible”.

Nació en La Habana, Cuba , en 1944

Vive en Nicaragua desde 1981

Nacionalizada nicaragüense en 1990

Fue reconocida por el Centro Nicaragüense de Escritores en 2009 por sus libros de literatura infantil y por su contribución a inaugurar este género literario en Nicaragua el país.  En aquella ocasión, como estaba fuera del país, recibió la placa Alejandrita, una niña que leía sus cuentos y habló al público de lo mucho que le gustaban. La acompañó Eduardo Báez, director de “Libros para Niños”. Ese día, María López Vigil agradeció el reconocimiento en un escrito en el que decía: “En Cuba está mi ombligo, allí aprendí a leer y a escribir, a contar cuentos y a escucharlos. Soy sólo una cuentista, soy la niña que fui y que siempre va conmigo”.

Recibió en septiembre de 2012 la Legión de Honor de Francia en grado de Caballero, entre otras cosas por sus libros de literatura infantil. En la entrega, el embajador de Francia Antoine Joly dijo: “Es muy raro que Francia conceda la Legión de Honor a un infante. Si hoy lo hace es porque la República Francesa ha sido guiada en su elección por un don particular, que le ha permitido reconocer en esta niña, los frutos prometedores de la mujer, de la teóloga, de la periodista y de la escritora, con ese espíritu juvenil, que marca cada una de sus etapas y que se expresa como una apoteosis en sus cuentos para la niñez”.

En sus palabras de aceptación de este reconocimiento, dijo: “Mi machete es la palabra. Durante diez años hilé palabras en el semanario popular “El Tayacán”. Y durante treinta años y hasta hoy las he moldeado en la revista “Envío”. Aquí en Nicaragua encontré la oportunidad de escribir para las niñas y los niños nicaragüenses varios libros que sé que los han hecho pensar, soñar, sentir miedo, emocionarse, reír. Crecer”.

Además de autora de varios libros, María López Vigil es considerada pionera de la literatura infantil en Nicaragua, un país de niños y niñas, donde los cuentos que leían eran siempre de otros países, de otras culturas, de otras realidades.

En 1988, preocupada por ese vacío, ASDI, la cooperación de Suecia en Nicaragua, al ver que hasta entonces eran nulos los autores dedicados a la literatura infantil en el país, convocaron el concurso “Los niños queremos cuentos”. El texto de María López Vigil, con dos ilustraciones de su hermano Nivio, ganó el primer premio. Así se inició su trayectoria como autora.

Un güegüe me contó” (1989), editado en Suecia, se considera un clásico de la literatura infantil en Nicaragua, y el libro con el que inició este género en el país.   Impreso en Suecia en miles de ejemplares se ganó el corazón de niños y niñas. Veinte años después, ya eran madres y padres, cuando Libros para Niños hizo la segunda edición. En aquella ocasión, dijo su autora en una fiesta de celebración de la “edad adulta” del libro con sus primeros lectores:

Han pasado ya casi veinte años de que “Un güegüe me contó” llegó a Nicaragua y creo, me parece, me atrevo a decir, que unos veinte mil niños y niñas lo han leído desde entonces. Tal vez ser la madre de este “hijo de papel” me hace soñar con cifras tan altas… Cuando escribí este cuento, que también es historia, quería conectar a los niños de hoy con sus antepasados de ayer, con los orígenes más originales de nuestra Matria Nicaragua. Quería darles un poquito de identidad, de raíces. Quería hacerlos reír. Y quería emocionarlos contándoles una historia de amor, la de Mingoxico y Xilochitl…”.

Este libro, como todos sus libros, excepto el último, han sido ilustrados por su hermano Nivio, con larga trayectoria como ilustrador de más de un centenar de libros infantiles en España. “Es con Nivio que pienso y discuto el texto y es conmigo con quien Nivio evalúa las ilustraciones. El éxito que han tenido mis libros depende en gran medida de su genialidad como ilustrador”, ha dicho en varias ocasiones.

Su segunda incursión en la literatura infantil ha sido también un aporte a que la niñez nicaragüense conozca mejor sus raíces, su identidad, la riqueza y brillantez de los modismos de su lengua oral.

En ese segundo libro puso en lenguaje actual esa joya de la literatura colonial nicaragüense “El Güegüense”.

En 2007 en la solemne presentación en Diriamba de este libro, recreación del clásico de la literatura nicaragüense, dijo:

Escribí este libro porque desde que supe que en Nicaragua existía este tesoro lo busqué. Porque cuando lo encontré y lo leí lo entendí a medias. Y comencé a preguntarme si a los niños y a las niñas no les pasaría lo mismo que a mí: que no entenderían nada o casi nada… que no es lo mismo, pero es igual. Entonces dije: Quiero entenderlo. Y quiero que lo entiendan. Y escribí este libro para ustedes, niños y niñas, chavalas y chavalos… Lo escribimos y lo ilustramos para que aprendan a soñar con otra Nicaragua, la que tenemos pendiente de construir entre todos. Tal como fue soñador el Güegüense, que dormía en un petate revolcado y soñaba que tenía un palacio. Que llevaba cuatro chunches viejos en su motete y lo imaginaba lleno de maravillas. Recuerden: leer nos enseña a soñar. Y sólo imaginando y soñando seremos capaces de cambiar Nicaragua”.

María López Vigil, Octubre de 2019 – Alcalá de Henares.

Fuente Fe Adulta

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