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Dorothy Stang: Una mujer que se convirtió en semilla

Miércoles, 3 de febrero de 2021
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Dorothy Stang, religiosa de la congregación Notre Dame de Namur llegó a la región de Pará en el norte brasileño en 1972 y vivía en la localidad de Anapu junto a sus hermanas y por todos era conocida como Irmã Dorote.

Durante 30 años, trabajó con las comunidades de campesinos. En ese tiempo, pudo fundar 22 escuelas y un centro de formación de profesores. Su mayor preocupación era “La Esperanza”, un programa de desarrollo sustentable en el Amazonas, que proyectaba repartir 130.000 hectáreas entre 600 familias campesinas.

Aquellos que se oponían a su trabajo en defensa de los sin tierra y por la preservación de la floresta planearon su muerte. Su trabajo le ocasionó el rechazo y el odio de los hacendados. Cuentan incluso que los ricos de Anapu celebraron su muerte. La noche del crimen los asesinos lanzaron bengalas y convidaron con cerveza a los habitantes de la localidad.

Según ellos era una monja que invadía tierras, una mujer que creaba desorden que era el mayor problema que tenía la región y que no era una santa porque era una mujer extranjera que quería mandar sobre ellos.

La hermana Dorothy había sido amenazada de muerte muchas veces. Ella era una de la lista de 140 personas marcadas para morir en Brasil. Su nombre figuraba al lado de conocidos obispos brasileños, como Pedro Casaldáliga.

La hermana Stang prevé su martirio. Había recibido advertencias durante los años en los que actuó en defensa de los campesinos amenazados por los hacendados, en el conflicto por la tierra. La primera amenaza es del 5 agosto de 1970: Dorothy trabajaba en Coroatá cuando un comando de hombres armados irrumpió en el centro parroquial amenazando a las hermanas que reunían a la gente para educarlas en sus derechos. En noviembre de 1987, en una carta expresa un presentimiento interior: “Nuestra situación aquí empeora día a día: los ricos multiplican sus planes para exterminar a los pobres, reduciéndolos a pasar hambre. Pero Dios es bueno con su pueblo”.

 

En el 2002 manda un mensaje explícito a sus amigos, a continuación el alcalde de Anapu, su última destinación misionera, sale con “tenemos que deshacernos de esta mujer si queremos vivir en paz”, “Sé que quieren matarme pero yo no me voy. Mi lugar está aquí, con esta gente continuamente humillada por los que se consideran poderosos”. Última, profética señal: en el 2004 –año antes de ser asesinada– la hermana Dorothy recibe la «Medalla de Chico Mendes» por parte de la Organización brasileña de los abogados por los derechos humanos. Casi como para reconocerla heredera -y trágicamente lo fue- del sindicalista, defensor de los últimos, asesinado en el 1988.

Finalmente la asesinaron en el año 2005. Falleció, a los 73 años, con la Biblia en la mano, su única “arma”.

En la mañana del 12 de febrero de 2005, Stang se levantó temprano para andar hacia una reunión de la comunidad para hablar sobre los derechos de la Amazonía.

Ciero, un granjero que Stang invitó a la reunión, iba a llegar tarde. Ciero estaba a un par de minutos por detrás de Stang, pero pudo verla y esconderse de los dos hombres armados que la seguían. Ella avanzó y fue bloqueada por los dos hombres, Clodoaldo Carlos Batista y Raifran das Naves Sales. Le preguntaron si tenía armas, y ella dijo que su única arma sería su Biblia. A continuación leyó un pasaje de las bienaventuranzas: “Bienaventurados los pobres de espíritu…”. Ella siguió un par de pasos pero fue detenida repentinamente cuando Ciero le llamó “Hermana”, ya que Raifran la apuntaba. Cuando Clodoaldo dio el visto bueno de disparar a Stang, Raifran le disparó un tiro en el abdomen. Ella cayó de bruces al suelo. Raifran le disparó otro tiro en la espalda, y luego le disparó las cuatro balas restantes en la cabeza.

Clodoaldo y Raifran están actualmente en prisión.

Durante la misa de funeral celebrada en la selva, frente a la tumba de Dorothy, el sacerdote José López de Souza denunció que lo que pasó fue una muerte planificada. En esa celebración, plantaron a modo de despedida de su amiga y compañera, un brote de Mogno, especie de árbol en extinción en la selva amazónica. Todo un símbolo de dolor y de esperanza.

Tumba_de_Dorothy_Stang

Tumba de Dorothy Sang, Pará, Brasil. Imagen extraída de: Wikipedia

El asesinato volvió a encender los reflectores sobre la plaga de la deforestación en la Amazonía, en particular por sus efectos devastadores respecto a las poblaciones indígenas. Aún hoy el obispo de Xingú, dom Erwin Krautler (de quien Dorothy fue amiga y colaboradora), vive con escolta por su oposición a proyectos de explotación ambiental. El Pará, región donde trabajó la hermana, es reconocido como uno de los estados brasileños con mayor violencia contra los campesinos indefensos y de mayor impunidad de los violentos: el 40% de los 1.237 homicidios de trabajadores rurales en Brasil entre el 1985 y el 2001 se ha dado en esta zona; de estos 521 asesinatos, sólo trece han tenido un responsable condenado en tribunal.

Pero ¿por qué considerar «mártir» a esta monja americana? Todo está en una frase que Dorothy dice a Ivan, un campesino que la acompañaba al encuentro con su destino, en Speranza, aquel febrero de hace seis años. Palabras que se sobreponen a las de otro gran testigo de la fe, Massimiliano Kolbe, el mártir de Auschwitz. La religiosa dijo: “Si hoy debe ocurrir algo grave, que me ocurra a mí y no a otros que tienen una familia.”.

Dorothy Stang, fue testigo de la fe y de la justicia. Representa uno de los muchos ejemplos de fidelidad al Evangelio aplicada en el campo, junto a los más humildes, a los sin voz. Y se suma a todos los religiosos, sacerdotes, monjas, diáconos, laicos, “santos y santas populares” que en los últimos años han sido asesinados en el mundo en defensa de la Madre tierra y de los campesinos. Muchos cayeron defendiendo también a los pueblos indígenas: Paul McAuley, de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, asesinado en la Amazonia peruana, o Dilma Ferreira da Silva, líder del Movimiento de los pueblos dañados por la construcción de represas, también asesinada en el estado brasileño de Pará, o el misionero comboniano Ezechiele Ramin, o Monseñor Alejandro Labaka, asesinado en Ecuador junto con la hermana Inés Arang, etc…

***

La defensa de la Creación. Dorothy Stang, primera monja mártir por el cuidado de “la casa común”

Clara Temporelli. La hermana Dorothy Stang (D.S.) entregó su vida y encarnó la encíclica del Papa Francisco Laudato si´ (junio 2015) inspirada en el Cántico de las criaturas de San Francisco de Asís. Texto en el que a partir de ver lo que le está pasando a nuestra casa (nn.17-61; 20-22; 27-52) nos invita a dejar “un planeta habitable para la humanidad que nos sucederá” (n.160).

Dorothy fue una religiosa de la Congregación Notre Dame of Namur que se dedicó durante cuarenta años a la evangelización en Anapú, parroquia del Estado amazónico brasileño del Pará. Se destacó por la promoción del desarrollo comunitario y por la defensa de la selva contra la deforestación y la aniquilación de la comunidad amazónica (cfr. L.S. nn.36.38). Por esa causa, a los 73 años, fue asesinada.

El impacto de su figura es grande y creciente. Su memoria y obra sigue siendo fuente de compromiso e inspiración. La proyección de su martirio es relevante y se ha convertido para la Iglesia Católica en símbolo de la nueva pastoral que incide en la sostenibilidad ecológica. Es la primera vez en la historia que el Vaticano reconoce la inmolación de una persona en defensa del medio ambiente como “acto heroico de fe”, como “mártir de la fe[1].

Aunque en este caso la justicia ha actuado, condenando a sus asesinos, la violencia, la destrucción de la selva y la extrema pobreza continúan, también las hermanas de Notre Dame de Namur, a pesar del peligro, la destrucción, las amenazas, los crímenes continúan su entrega en Anapú.

Dorothy intuyó que la Espiritualidad de la Creación sustenta la lucha por la justicia. Participó en cursos dados por el Instituto de Cultura y de Espiritualidad de la Creación [la Encíclica reservará un buen espacio al “Evangelio de la Creación”( nn.62-100), “pues la creación tiene que ver con un proyecto de amor de Dios” (n.76)]. Quienes intervenían eran atraídos por ella, por su familiaridad, por su amor a la danza, en la que vio un reflejo de las energías vitales con que el Creador adorna a sus criaturas. Desde estas vivencias se sintió cada vez más libre, más relajada, más en contacto consigo misma y con Dios. Sus familiares la encontraban cada vez más alegre, apasionada, creativa. Ella estaba determinada a luchar por salvaguardar la creación, por la ecología ambiental, pero también cuidaba la ecología de su corazón, lo que el Papa propondrá como una “ecología integral” (nn.137.216): «hoy no podemos dejar de reconocer que un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el grito de la Tierra como el grito de los pobres» (n.49). Después añade: «el gemido de la hermana Tierra se une al gemido de los abandonados del mundo» (n.53).). Esta cubre todos los campos, el ambiental, el social, el cultural y la vida cotidiana (n. 147-148), vivirla desde un equilibrio ecológico “… consigo mismo, … con los otros,… con todos los seres vivos y … con Dios” (n.210). Con esta postura interior en el año 1992, D.S., participó de la histórica Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo. Consideraba que no tener en cuenta la gravedad de no renovar los recursos naturales equivalía a agravar y tornar más opresora la “estructura de pecado”, ratificando con acciones egoístas el mal en el mundo, proclamando el desinterés por la vida y la muerte de las personas, también Francisco afirma que los poderes de este mundo “piensan que todo puede continuar como está”, y “mantener sus hábitos autodestructivos” (n.59), con “un comportamiento que parece suicida” (n.55); “lo cierto es que el actual sistema mundial es insostenible desde diversos puntos de vista […], nos perdemos en la construcción de medios destinados a la acumulación ilimitada a costa de la injusticia ecológica y de la injusticia social. La humanidad ha defraudado las expectativas divinas” (n.61).

En cartas a sus amigos, Dorothy explaya estos conceptos desde la realidad que la rodea:

“Trabajo con personas que viven al margen de la sociedad. Ellas me ayudan a renovar la tierra que tanto nos preocupa. Todos nosotros somos parte de una gran unidad.

Estamos en esta tierra sólo por algunas décadas. Cada día hemos de llevar alegría y no dolor a nuestra tierra tan llena de angustias.

Como las plantas mueren y vuelven a vivir, así también nosotros, cada día hemos de reposar todo cuanto hayamos realizado durante el día para volver a comenzar cuando vuelve a nacer el sol.

Debemos ayudar a las personas a tener una relación con la Madre Tierra que sea tierna y gentil. Es un don de Dios poder vivir de manera intensa como parte del universo cósmico.

Juntos podemos con mucho esfuerzo llevar paz, interés, alegría y amor al mundo que está desviando su mirada, y no viendo la estrella que nos guía: la bondad del verdadero Dios”. 

Dorothy comprendió que la selva tropical, también llamada pulmón de la Tierra, desempeña un papel fundamental en el intercambio de gases entre la biosfera y la atmósfera. Su dolor creció a medida que fue testigo de la destrucción de este recurso natural vital para su gente y el futuro del planeta. Vio el bosque y los pueblos saqueados para obtener ganancias financieras por las operaciones de tala ilegal, por especuladores de tierras y ganaderos. Observó que líderes políticos permitían que la destrucción continuara. La protección de la selva amazónica mediante el fomento de técnicas de agricultura sostenible era una amenaza para todos ellos. Como resultado de su tarea, latifundistas y políticos hablaban abiertamente de librarse de ella.

Cada año un tercio de las muertes en la región son ocasionadas por personas contratadas para el asesinato de quienes se oponen a la tala y quema del bosque para que los campos de soja puedan ser plantados, y el ganado pueda pastar. Dorothy se convirtió en un objetivo prioritario. A las nueve de la mañana del sábado 12 de febrero de 2005, iba caminando junto con una campesina. Se dirigían a una reunión del Proyecto de Desarrollo Sostenible “La Esperanza”, llevaba alimentos y la Palabra de Dios. En medio del camino, dos pistoleros les interceptaron el paso. Profirieron graves amenazas ante las cuales simplemente alzó en alto la Biblia mostrándola como gesto de paz, y comenzó a leer las Bienaventuranzas. Entonces uno de ellos le disparó un tiro, la acompañante salió corriendo al bosque. El primer disparo le dio en la cabeza y la derribó al suelo. De los seis tiros recibidos, tres fueron fatales y simbólicos. Una bala alcanzó su cerebro, otra su corazón y otra su útero. Quisieron eliminar el pensar, el amar y el actuar de esta mujer. Su cerebro, su corazón y su útero eran una amenaza para el modelo inhumano de desarrollo practicado en la Amazonia.

Dos años atrás Dorothy había declarado:

«Las compañías forestales trabajan con una lógica de amenazas. Ellas elaboran una lista de líderes y luego aparecen segundas figuras para eliminar a esa gente. Si yo llego a recibir una bala, se sabrá exactamente quién lo hizo”.

Hacendados y madereros celebraron con fuegos de artificio y cerveza, la muerte de Dorothy.

En esta franja amazónica del estado de Pará, estas personas han impuesto la violencia y el terror para defender sus intereses.

A través de su vida constatamos la existencia de paradigmas por cuya defensa la existencia de las personas es amenazada y destruida, se trata de integrar a la especie humana en la naturaleza y no colocarla fuera, como si se encontrara por encima y no en equilibrio con ella. Una naturaleza empobrecida empobrece a la especie humana, de tal modo que para defender la vida humana también hay que defender a toda la biosfera. Esto es bien conocido por los pueblos originarios que saben que su vida depende de la buena relación con la naturaleza y por este motivo la necesidad de respetarla. Todo ser humano ha de aprender a gestionarla, respetando sus ciclos, sus límites, y la sostenibilidad de la producción a largo plazo.

Ecología, justicia y paz son inseparables. Estos paradigmas implican un cambio radical en el sistema económico, en la mentalidad de los jefes de Estados y de los ciudadanos; un cambio en la producción que respete la naturaleza y la recree, una relación de comunión con ella, y de amor a las futuras generaciones que tienen derecho a disfrutarla y a obtener los beneficios necesarios para vivir con dignidad; un amor a la madre Tierra, que está en estrecha relación con Dios, verdadera Fuente de Vida del Universo entero puesto al servicio de la felicidad de toda la humanidad sin excepciones.

Parece increíble que por algo tan propio del amor a la vida, a causa de la codicia, la ambición y el afán de riqueza de unos pocos se movilicen fuerzas de destrucción que acaban con vidas que sólo buscan el bien, incluidos los asesinos y sus descendientes, que ocasionan que millones de personas en la humanidad pasen hambre y sufran las consecuencias que esto ocasiona, siendo que la naturaleza y la creatividad humana cuentan con posibilidades para erradicar el hambre en este mundo. Con Dorothy y Francisco afirmamos la necesidad de buscar “un nuevo comienzo” (n.207); “una conversión ecológica” (n.216), “una ciudadanía ecológica” (n.211), “un nuevo estilo de vida asentado en el cuidado, la compasión, la sobriedad compartida, la alianza entre la humanidad y el ambiente, pues ambos están umbilicalmente ligados, la corresponsabilidad por todo lo que existe y vive y por nuestro destino común” (nn.203-208).

La muerte de Dorothy y la Encíclica recobran sentido si “caminamos cantando”; si “nuestras luchas y nuestras preocupaciones por este planeta no nos quitan la alegría de la esperanza” (n.244); si “nuestro tiempo se recuerda por […] la firme resolución de alcanzar la sostenibilidad, por acelerar la lucha por la justicia y la paz, y por la alegre celebración de la vida” (n.207).

***

[1] Roberto Malvezzi, 23 de abril de 2006.

Fuente Religión Digital/Alandar/Cristianisme i Justícia

La foto tumba de Dorothy Sang es de Tomaz Silva/Agência Brasilhttp://agenciabrasil.ebc.com.br/direitos-humanos/noticia/2015-02/dez-anos-apos-morte-de-dorothy-assentados-pedem-mais-presenca-do

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