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El cardenal George Pell afirma que la inclusión de las personas #LGTBI es “un camino hacia la autodestrucción de la Iglesia Católica Romana” Muestra su oposición al matrimonio igualitario y al clero LGTBI

Sábado, 30 de abril de 2022
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pell-investigadoLa Iglesia Católica, declaró recientemente el Cardenal George Pell, “no es una federación flexible donde diferentes sínodos o reuniones nacionales y líderes prominentes pueden rechazar elementos esenciales de la Tradición Apostólica”. 

El cardenal George Pell volvió a levantar la cabeza por encima del parapeto la semana pasada, haciendo su primera intervención importante en la política de la Iglesia Católica desde la publicación de sus tres volúmenes de diarios penitenciarios el año pasado.

Los comentarios del cardenal a KTV, la agencia de televisión católica alemana, se refieren a la posición que los obispos alemanes clave han asumido sobre la ética sexual, en particular, sus exhortaciones a la Iglesia a cambiar sus enseñanzas sobre la homosexualidad. El cardenal Jean-Claude Hollerich de Luxemburgo ha declarado que la enseñanza actual es “errónea y que el “fundamento sociológico-científico” de lo que “anteriormente se condenó como sodomía” “ya no es correcto”. Georg Bätzing, el obispo de Limburg y presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, ha ido mucho más allá, declarando abiertamente que las relaciones entre personas del mismo sexo no son pecaminosas y que el Catecismo de la Iglesia debería cambiarse para reflejar esto.

El enfrentamiento entre Pell y estos prelados alemanes refleja una división severa que ahora crece dentro de la Comunión Católica.

Bätzing, quien criticó duramente al papa emérito Benedicto XVI después de que salió a la luz el informe Westpfahl Spilker Wastl en enero, dijo a la televisión alemana que el ex pontífice debe disculparse con los sobrevivientes de abusos. Y el sucesor de Benedicto en la sede de Munich, el cardenal Reinhard Marx, quien también fue criticado en el informe, celebró recientemente una misa “conmemorando veinte años de culto queer y cuidado pastoral” en la Iglesia.

Habiendo ido mucho más lejos que Benedicto, mucho más rápido, para expiar su participación en el encubrimiento de los sacerdotes abusadores (renunció a los honores estatales y ofreció su renuncia al Vaticano), Marx usó su homilía en la misa de celebración para exponer su visión de “un Iglesia inclusiva” que “incluye a todos los que quieren caminar por el camino de Jesús”.

Estos son los clérigos en los que Pell ha puesto sus miras. Ahora insta a la Congregación para la Doctrina de la Fe, el órgano sucesor del Santo Oficio de la Inquisición, a intervenir y condenar a Bätzing y Hollerich.

El argumento de Pell es que seguir los dictados cambiantes de la cultura secular contemporánea, como parecen hacer sus comentarios, sería “un camino hacia la autodestrucción de la Iglesia”. Además, “la Iglesia Católica no es una federación flexible donde diferentes sínodos o reuniones nacionales y líderes prominentes pueden rechazar elementos esenciales de la Tradición Apostólica”.

El “rechazo” de los alemanes, visto bajo esa luz, “es una ruptura, no compatible con la antigua enseñanza de la Escritura y el Magisterio, no compatible con ningún desarrollo doctrinal legítimo”. Pell continúa: “Ninguno de los Diez Mandamientos es opcional; todos están allí para ser seguidos, y por los pecadores

Una Iglesia dividida contra sí misma caerá

Las palabras de Pell están muy lejos de la famosa pregunta autocrítica del Papa Francisco “¿quién soy yo para juzgar?“, que muchos esperaban que marcara la transición a una nueva relación entre la Iglesia católica y las personas homosexuales. Y muchos católicos australianos encontrarán desagradable lo que Pell tiene que decir, viniendo de un hombre que creen que podría ir mucho más allá al expresar empatía y compasión por las víctimas-sobrevivientes del abuso clerical.

La policía de Victoria acusó al ex colega de Pell, Gerard Ridsdale, de dos cargos más de abuso histórico a principios de este mes. La estrecha asociación de Pell con Benedicto XVI, quien sigue insistiendo en que la revolución sexual de la década de 1960 y la aceptación pública de la homosexualidad son los culpables de la crisis de abusos de la Iglesia, tampoco ayudará a persuadir a los liberales de la rectitud de la posición de ninguno de los dos. Después de todo, ¿cuál de los Diez Mandamientos es el que habla exactamente de la homosexualidad?

Y, sin embargo, Pell no está del todo equivocado. El tortuoso destino de la Comunión Anglicana, especialmente durante la infeliz primacía de Rowan Williams (2002-2012), muestra que una Iglesia que permite que diferentes congregaciones constituyentes forjen sus propios caminos doctrinales sobre cuestiones morales puede tener dificultades. La naturaleza autocéfala de las iglesias anglicanas animó a algunas a promover enseñanzas a las que los líderes de otras se oponían directamente, y a instalar líderes cuya ética sexual también era anatema para sus hermanos.

Un cínico podría decir que lo que mantiene unida a la Comunión Anglicana es el dinero. La Iglesia Episcopal Americana y la Iglesia de Inglaterra lo tienen; Las iglesias africanas no, aunque tienen muchas almas. Sin embargo, el futuro a largo plazo de tal arreglo, que no depende de Dios sino de Mamón, es sin duda sombrío.

Y los comentarios de Pell pueden suscitar otro argumento relevante: la Iglesia Católica debe concebirse a sí misma como constituyente no solo de los miembros vivos actuales sino de toda la humanidad, presente, pasada y futura. Existe potencialmente una arrogancia hipócrita en los cristianos que insisten en que la ética de su generación debe reemplazar a la de todas las demás generaciones simplemente porque se ven a sí mismos como más ilustrados.

Una Iglesia universal debe reflejar un consenso universal, incluso si muchos de sus miembros encuentran ese consenso desagradable. El único argumento que podría moderar eso es el que afirma que la Iglesia nunca ha sido una organización que opera por consenso. Como dijo una vez Benedicto XVI concisamente: La verdad no se determina por mayoría de votos.

Mientras el Papa pueda pronunciarse sobre asuntos doctrinales ex cathedra, conserva la última palabra. Sin embargo, es notable que ni Benedicto ni Francisco eligieran hacerlo, tal vez porque estaban lejos de estar seguros de que las congregaciones seguirían sus pasos.

La breve historia de los cristianos homosexuales

Es probable que algunos católicos también sientan que la invitación del cardenal Pell a la organización sucesora de la Inquisición para intervenir y censurar a obispos prominentes tampoco es una buena idea. Después de todo, la censura de la Inquisición no ha ganado una gran reputación para la Iglesia Católica a lo largo de los años. Pero mi preocupación es principalmente como historiador, por lo que mi sección final aquí señala que la comprensión de Pell de la relación entre la Iglesia católica y la homosexualidad es, nuevamente, por decirlo suavemente, una que ha sido, y sigue siendo, activamente cuestionada. .

Muchos cristianos están familiarizados con la historia de cómo Agustín y varios otros Padres de la Iglesia primitiva introdujeron una ética sexual altamente autonegativa en sus enseñanzas. Irónicamente, esta enseñanza no proviene de la tradición judeocristiana existente que Pell invoca en su declaración, sino de las creencias neoplatónicas sobre la impureza del sexo y la depravación del deseo.

Para Agustín, al igual que para varios Padres de la Iglesia anteriores, el sexo era un problema, pero quizás también una oportunidad. La concupiscencia —el término era deliberadamente peyorativo— llevó a la humanidad al nivel de las bestias y, por lo tanto, fue mala, inmoral y pecaminosa. Pero abandonar el sexo era una herramienta de reclutamiento que podía diferenciar a los cristianos piadosos de sus hermanos paganos.

El cuarto volumen de la célebre Historia de la sexualidad de Michel Foucault analiza esto en detalle. Y los historiadores medievales, junto con el teólogo de Harvard Mark Jordan, también han estado a la vanguardia de la demostración de cómo las enseñanzas de la Iglesia sobre la homosexualidad se construyeron no solo mucho después de la vida de Cristo, sino incluso mucho después de la época de Agustín.

John Boswell argumentó que la Iglesia no era realmente hostil a las relaciones entre personas del mismo sexo, al menos no hasta el siglo XI, cuando una minoría vocal tomó el control de sus instituciones y trató de transformarlas a través de persecuciones violentas. El cardenal italiano Pedro Damian (circa 1007-1073), quien consideraba el sexo homosexual como el epítome de la lujuria, jugó un papel decisivo en este proceso y en la invención de nuestra noción moderna de “sodomía” como un crimen sexual cometido principalmente entre hombres. Otros autores medievales, sin embargo, continuaron viendo la sodomía como una categoría más amplia que involucra todo tipo de sexo con fines de placer en lugar de procreación.

Cuando se entienden en esos términos, las palabras del cardenal Hollerich adquieren un significado diferente al que Pell les atribuye, y la crítica de Pell parece fuera de lugar. Después de todo, si la “sodomía” se refiere a los actos sexuales realizados por placer en lugar de la procreación, entonces la gran mayoría de los católicos en una nación moderna como Australia fácilmente podrían ser tildados de “sodomitas”.

Pío XII ya respaldó el “método del ritmo” de control de la natalidad en 1951, que permitía efectivamente a los católicos tener relaciones sexuales por placer siempre que no excluyeran por completo la posibilidad de procreación. Y en 2020, el arzobispo de París, Michel Aupetit, fue más allá cuando aconsejó a los católicos elegir el método anticonceptivo de retirada en lugar de los preservativos.

A muchos católicos les parecerá que la intervención de Hollerich, y quizás también las de Bätzing y Marx, simplemente está haciendo avanzar los debates en los que se situaron esos pronunciamientos anteriores. La intervención de Pell, por el contrario, podría verse como un retroceso de la Iglesia a una era más oscura.

Miles Pattenden es investigador sénior en el Instituto de Religión e Investigación Crítica de la Universidad Católica de Australia y miembro visitante en el Centro de Investigación de Humanidades de la Universidad Nacional de Australia.

Fuente ABC. au

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Ratzinger, una pieza más del sistema: ¿Debería reconocer su culpa y cerrarse las puertas de la historia y de los altares?

Martes, 25 de enero de 2022
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Del blog de José Manuel Vidal Rumores de Ángeles:

“¿Será capaz de llegar a ese extremo de entrega y de generosidad con la institución a la que tanto ama?”

 “Joseph Ratzinger fue una pieza, una pieza más en el sistema eclesiástico generalizado de inacción y encubrimiento implícito y explícito de los clérigos abusadores”

“¿Y qué hizo el joven arzobispo? Lo que tenía que hacer, lo que hacían todos sus colegas, lo que mandaban las leyes no escritas, la costumbre y la prudencia: desdeñar a las víctimas, mirar para otro lado, tapar a los pederastas (tras alguna llamada al orden) y cambiarlos de lugar”

Me alegro de tener un hermano en el episcopado que, a los ojos de la historia y de todos los otros obispos del mundo, ha preferido la prisión antes que denunciar a su hijo sacerdote”. Porque “un padre nunca denuncia a sus propios hijos”, concluía Castrillón, jefe de todos los curas del mundo

“Los cardenales lo eligieron, tras afirmar en la misa solemne previa al cónclave que los dos grandes peligros de la Iglesia eran el relativismo y la “suciedad” de la propia institución, que conocía mejor que nadie”

“Si asumiese su culpa, podría convertirse en un ejemplo vivo y práctico para todos los demás obispos encubridores del mundo. Si no lo hace, estaría dando munición a los que siguen resistiéndose a la tolerancia cero y al resarcimiento pleno de las víctimas, que preconiza el Papa Francisco”

Joseph Ratzinger fue una pieza, una pieza más en el sistema eclesiástico generalizado de inacción y encubrimiento implícito y explícito de los clérigos abusadores. Desde su más tierna infancia de seminarista y, después, en su juventud de cura, el prometedor teólogo alemán formó siempre parte del amplio funcionariado eclesiástico, que se rige por unas normas estrictas y que sólo permite discrepantes moderados. A los radicales, los escupe fuera y los estigmatiza, llamándoles herejes.

El joven Ratzinger se alineó, durante el Concilio, con el ala más liberal de la Iglesia, llamado como perito y asesor del progresista cardenal Frings, arzobispo de Colonia. En esa época estaba a partir un piñón con su amigo el también teólogo Hans Küng. Pero, mientras éste se mantuvo toda su vida fiel a los grandes principios conciliares, Ratzinger pronto comenzó a cambiar de dirección y, por una mezcla de miedo al futuro de la iglesia ante los tumultos del mayo del 68 y de convicción personal, cambió la chaqueta y se alineó con el sector más conservador.

El premio le llegó de inmediato. Pablo VI, el Papa del Concilio, estaba asustado del devenir eclesiástico y llegó a decir que “el humo de Satanás” había entrado en la Iglesia. Por eso, a la hora de buscar un arzobispo para Munich pensó inmediatamente en Ratzinger y le nombró primero arzobispo, el 24 de marzo de 1977, y sólo unos meses después, el 27 de junio, le concedió el máximo galardón eclesiástico de la púrpura cardenalicia. El otrora teólogo rebelde entraba en las filas prietas del sistema en cuerpo y alma.

En Munich, donde sólo estuvo cuatro años y 8 meses, tuvo que pasar de las musas teológicas al teatro pastoral directo. Y allí se encontró entre otros problemas, con el fenómeno de los curas abusadores. ¿Y qué hizo el joven arzobispo? Lo que tenía que hacer, lo que hacían todos sus colegas, lo que mandaban las leyes no escritas, la costumbre y la prudencia: desdeñar a las víctimas, mirar para otro lado, tapar a los pederastas (tras alguna llamada al orden) y cambiarlos de lugar. Porque la máxima vigente era que “los trapos sucios se levan en casa” y que “hay que evitar por todos los medios el escándalo de los inocentes” (no de las víctimas, sino de que la gente se entere) y proteger la buena fama de la institución por encima de todo y de todos.

La Iglesia siempre tuvo muy claro que tenía que transigir con los pecados sexuales de su clero, disculparlos y disimularlos, siempre que se mantuviesen en secreto y, por lo tanto, no provocasen escándalo público. A las víctimas se las culpabilizaba o, en caso de que amenazasen con hacer mucho ruido, se les tapaba la boca con dinero.

¿Y los curas victimarios? Se les reprendía, lógicamente, se les hacía prometer que iban a cambiar de vida y, a lo sumo, se les trasladaba de parroquia y, en casos muy sonados, se les mandaba a misiones (especialmente a Latinoamérica). Más o menos lo mismo que se solía hacer con los que mantenían relaciones sexuales consentidas pero siempre ocultas con mujeres o con hombres.

El funcionamiento del sistema lo explica perfectamente este caso. “Le felicito por no haber denunciado a un sacerdote [pederasta] a las autoridades civiles. Ha actuado usted bien”. Eso escribía en 2001 el cardenal colombiano Darío Castrillón Hoyos, entonces prefecto de la Congregación del Clero, en una carta dirigida al obispo de la diócesis francesa de Bayeux-Lysieux, monseñor Pican, en la que le felicitaba por haberse negado a entregar a los tribunales civiles a un cura acusado de abusos sexuales a menores y haber sido condenado por ello a tres meses de cárcel.

“Me alegro de tener un hermano en el episcopado que, a los ojos de la historia y de todos los otros obispos del mundo, ha preferido la prisión antes que denunciar a su hijo sacerdote”. Porque un padre nunca denuncia a sus propios hijos”, concluía Castrillón, jefe de todos los curas del mundo.

En su época de arzobispo de Munich, Ratzinger comulga a fondo con esta misma mentalidad. Como lo hicieron todos sus predecesores y sus sucesores. De hecho, la información del Informe sobre los Abusos de Múnich se centra principalmente en los obispos diocesanos que aún viven: el Papa emérito Benedicto XVI, el cardenal Friedrich Wetter y el actual arzobispo, el cardenal Reinhard Marx. Pero el estudio se remonta a 1945 y, por lo tanto, abarca también los mandatos de los cardenales Michael von Faulhaber, Joseph Wendel y Julius Döpfner.

Pues bien, todos ellos, tanto los vivos como los difuntos, tanto los más progresistas como los más conservadores, respetaron y cumplieron a rajatabla el sistema establecido: insensibilidad total hacia las víctimas y generosidad y gracia con los victimarios.

Las cosas comienzan a cambiar para Ratzinger, cuando, el 25 de noviembre de 1981, Juan Pablo II le nombra prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, es decir su mano derecha teológica, el hombre que le iba a permitir encontrar bases teológicas y doctrinales sólidas para imponer a la Iglesia mundial el llamado “modelo polaco”: cierre ideológico, involución doctrinal, congelación de los principios fundantes del Concilio Vaticano II, ostracismo para los prelados más abiertos, condena de los teólogos progresistas y conversión de la Iglesia en un poder fáctico, capaz de hacer frente al comunismo e incluso de derrumbar el Muro de Berlín.

Aunque dedicado a justificar el modelo wojtyliano, el cardenal Ratzinger comenzó a palidecer al abordar, en su nuevo puesto, sobre todo el dossier de los delicta graviora, que son, entre otros, los que cometen los clérigos, cuando abusan de menores, y que están reservados a la Congregación para la Doctrina de la Fe. Es tal la podredumbre con la que se encuentra que ya manda poner al día estos delitos y recrudecer las penas.

Era la época en que llegaban a Roma denuncias contra un gran depredador: Marcial Maciel, el fundador de los Legionarios de Cristo, protegido por Juan Pablo II, que llegó a llamarlo “apóstol de la juventud”. ¿Llegaba esa información incriminadora a Juan Pablo II o se quedaba en los despachos de los secretarios: el secretario personal Dziwisz y el Secretario de Estado, cardenal Sodano? ¿Lo sabía el entonces prefecto de Doctrina de la Fe, cardenal Ratzinger, pero no podía hacer nada?

De hecho, una vez que Ratzinger se convierte en Benedicto XVI y sucede al Papa Wojtyla, está ya convencido de que el sistema generalizado de encubrimiento es no sólo un pecado, sino un enorme perjuicio para la institución. Y, por eso, pronto se convierte en elbarrendero de Dios.

De hecho, el Papa alemán se presenta con este programa. Los cardenales lo eligieron, tras afirmar en la misa solemne previa al cónclave que los dos grandes peligros de la Iglesia eran el relativismo y la “suciedad” de la propia institución, que conocía mejor que nadie. Por sus manos de guardían de la ortodoxia pasaron durante décadas los casos más sangrantes y dolorosos del peor pecado que pueden cometer los eclesiásticos: el escándalo de los inocentes. Para ellos, el propio Cristo dice que “más les valiera atarse una piedra al cuello y arrojarse al fondo del mar” (Mt. 18,6).

El ‘policía‘ del Papa Wojtyla convertido en dueño de las llaves de Pedro se encontró con una barca en peor estado de lo que él mismo creía. La pederastia era un misil en plena línea de flotación de la credibilidad de la institución, que vive precisamente de eso: de generar confianza en la gente, que le entrega a sus hijos desde la más tierna infancia. Una confianza hecha añicos por curas sin escrúpulos, personificados en el icono de Marcial Maciel, el fundador de los Legionarios de Cristo, uno de los nuevos grupos restauracionistas mimados por Roma, porque le aportaban vocaciones y dinero fácil.

Benedicto apartó a Maciel de la dirección de los Legionarios, lo suspendió a divinis y le impuso una vida de retiro y penitencia, pero no lo procesó ni lo llevó ante los tribunales canónicos, como exigían las normas de la Iglesia. y puso a la congregación bajo supervisión vaticana, camino de la refundación.

La limpieza no era nada fácil y, en la Curia, le pusieron todo tipo de trabas y zancadillas. El sistema de encubrimiento y de complicidad con los abusadores estaba incrustado en el alma de la institución. Benedicto tuvo que echar a obispos y mandar inspectores a varias iglesias nacionales. Pero la tarea era tan ingente que, al final, Ratzinger se vio sin fuerzas para culminar la tarea y efectuó su gesto más revolucionario: la renuncia al pontificado.

Pero, como nadie puede enterrar su pasado en vida, la memoria de los años de Munich, en los que, como todos los demás, comulgaba con el sistema del encubrimiento, le persigue. Ante las acusaciones de encubrimiento (bien documentadas) sólo le cabe reconocer sus errores, pedir perdón y resarcir a las víctimas de todas las maneras todavía posibles. ¿Lo hará o se encastillará en la negación numantina de responsabilidades? Si asumiese su culpa, podría convertirse en un ejemplo vivo y práctico para todos los demás obispos encubridores del mundo. Si no lo hace, estaría dando munición a los que siguen resistiéndose a la tolerancia cero y al resarcimiento pleno de las víctimas, que preconiza el Papa Francisco.

Eso, sí, al confesar y pedir perdón por sus actitudes, el Papa emérito mancharía su figura en la Historia y se cerraría el paso a la gloria de la santidad (como casi todos los últimos Papas). Un sacrificio máximo por el bien de la Iglesia. ¿Será capaz de llegar a ese extremo de entrega y de generosidad con la institución a la que tanto ama? Si fue capaz de renunciar, también podría asumir este último gran servicio a la Iglesia.

Lo haga o no, la repercusión del caso en el próximo cónclave es evidente: Los cardenales sólo podrán elegir como próximo Papa al que esté limpio de polvo y paja en este ámbito. Con lo cual el espectro de los eventuales candidatos se circunscribe a los cardenales curiales (sin responsabilidad directa en la pastoral) o en los purpurados elegidos en los últimos años, en los que el sistema ya está virando hacia la tolerancia cero. El próximo Papa tendrá que ser un hombre de manos limpias. Sólo así la Iglesia recuperará su credibilidad tan dañada. Pero, para eso, Benedicto XVI tiene que sacrificarse.

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Ratzinger se retracta y admite que sí estuvo en la reunión para admitir a un cura pederasta en Múnich

El Papa emérito, acusado de encubrimiento en cuatro casos de abusos.

No obstante, el Papa emérito aseguró que en aquella sesión no se habló de que el sacerdote en cuestión desempeñara labores pastorales, sino solamente de “hacer posible que contara con alojamiento en Múnich durante su tratamiento terapéutico”

Todo se debe, según Ratzinger, a “un error sin mala intención“, y asegura su “vergüenza y dolor” tras haber leído el informe

Cuatro días después de que se publicara el informe sobre los abusos en la diócesis de Múnich, que lo involucra en al menos cuatro casos de encubrimiento, el papa emérito Benedicto XVI se ha retractado de declaraciones centrales para el informe sobre el encubrimiento de abusos sexuales en la Iglesia católica en Alemania que fue presentado la semana pasada.

Ahora, Joseph Ratzinger reconoce que sí estuvo presente en una reunión del obispado de Múnich y Freising en enero de 1980 en la que se trató el traslado de un sacerdote acusado de abusos a menores, según informó hoy la Agencia Católica de Noticias (KNA).

No obstante, Ratzinger, a la sazón arzobispo de Múnich, aseguró que en aquella sesión no se habló de que el sacerdote en cuestión desempeñara labores pastorales, sino solamente de “hacer posible que contara con alojamiento en Múnich durante su tratamiento terapéutico”.

El sacerdote, identificado por los medios alemanes como Peter H., volvió a cometer abusos en la archidiócesis de Múnich, lo que llevó a que fuera trasladado de nuevo.

Faltó a la verdad: lo dicen las actas

Según un demoledor informe elaborado por un despacho de abogados a petición de la Iglesia católica en Alemania y que vio la luz la semana pasada, esmuy probable” que Ratzinger estuviera al corriente de ese caso y de otros tres similares y no actuase al respecto.

Además, según el informe, Ratzinger faltó a la verdad al afirmar en su posicionamiento que no estaba presente en la reunión de enero de 1980, ya que según las actas intervino en ella y no figuraba como ausente.

De acuerdo con las declaraciones del papa emérito citadas por KNA, ello se debe a un error sin mala intención” que ocurrió durante el proceso de redacción de su posicionamiento frente a las alegaciones, un texto de 82 páginas.

El secretario privado de Ratzinger, Georg Gänswein, agregó que más adelante el papa emérito presentará una reacción más elaborada ante el informe, pero que por el momento la lectura del documento le llena de “vergüenza y dolor “.

“Que asuma su responsabilidad”

En los últimos días se han sucedido las críticas al comportamiento del papa emérito, que el pasado viernes fue tildado de “desastroso” por el presidente de la Conferencia Episcopal alemana, Georg Bätzing.

El obispo de Aquisgrán, Helmut Dieser, reclamó en su sermón de este domingo que Ratzinger asuma la responsabilidad que le corresponde. No puede ser que los responsables se escabullan con referencias a que no sabían nada o a que entonces había otra situación u otros procedimientos,” afirmó. “Porque ése es el motivo por el que entonces no se detuvo a los perpetradores y se siguió abusando de niños,” agregó, según declaraciones citadas por la cadena pública ARD.

Fuente Religión Digital

 

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El presidente de los obispos alemanes critica a Ratzinger: “Los encubrimientos ya han durado bastante”

Lunes, 24 de enero de 2022
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Bätzing,_Dr._Georg_2009-08-30No creo que pretendan dañar ni un poquito más de lo que él ha dañado a la Iglesia y a los cristianos LGTBI. El todopoderoso Ratzinger que conocía hasta el último movimiento de los teólogos de la Liberación para suspenderlos y condenarlos, no veía lo que pasaba a su lado… A otro perro con ese hueso.

El ultraconservador Müller defiende al emérito y asegura que “hay quienes quieren dañar” a Benedicto XVI

Bätzing habló de “comportamientos desastrosos” y mencionó explícitamente a Benedicto XVI. El obispo de Limburg llama a una auténtica purificación para generar una nueva confianza en la Iglesia, e invita a la esperanza. “No os desaniméis”

Hans Zollner: “El informe alemán empaña el legado de Benedicto XVI en relación con el tratamiento de los casos de abuso (mientras estaba en Alemania, pero) no es un juicio sobre la totalidad de su legado”

“Los encubrimientos y las ocultaciones ya han durado bastante (…). Es la hora de la verdad“. El obispo de Limburg y presidente de la Conferencia Episcopal alemana, Georg Bätzing, ha mostrado su repulsa por los resultados del informe independiente sobre los abusos en la diócesis de Múnich, que destaca la inacción de la cúpula episcopal, entre la que se incluye al hoy Papa emérito, Benedicto XVI, y al cardenal Marx.

Durante su homilía de este viernes por la noche, Bätzing admitió ante los fieles que “esta situación pesa enormemente sobre todos nosotros”. Incluso, en su entorno: “Muchos me dicen que tengo que justificar que sigo perteneciendo a esta institución (…). A veces, yo mismo me avergüenzo de que hayamos tenido un pasado así”.

Bätzing habló de comportamientos desastrosos” y mencionó explícitamente a Benedicto XVI, insistiendo en que “los encubrimientos, las ocultaciones, ya han durado bastante”. “Ahora es el momento de la verdad”, concluyó el presidente de los obispos alemanes, quien se mostró convencido de que una auténtica purificación generaría una nueva confianza en la Iglesia. No os desaniméis”, concluyó el prelado.

“No hizo nada malo deliberadamente”

Sin embargo, uno de los purpurados alemanes más críticos con Francisco, el cardenal Gerhard Müller, denunció que tras las denuncias contra Ratzinger hay personas y grupos en Alemania, y otros lugares, que quieren dañar” al Papa emérito.

“Es obvio que si hubo errores, él no los conocía”, señaló Müller a Il Corriere, subrayando que Ratzinger “no hizo nada malo deliberadamente”.

Por su parte, Hans Zollner, uno de los responsables de la comisión antipederastia del Vaticano, admitió que el informe alemán “empaña el legado de Benedicto XVI en relación con el tratamiento de los casos de abuso (mientras estaba en Alemania, pero) no es un juicio sobre la totalidad de su legado como teólogo, como jefe de la Congregación para la Doctrina de la Fe y como Papa”.

Finalmente, Thomas Schüller, profesor de derecho eclesiástico en la Universidad de Münster, dijo a Der Spiegel que el informe había causado un daño duradero a la reputación de Ratzinger. “Este es su Waterloo personal”.

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La Fiscalía de Múnich investiga 42 casos de encubrimiento y abusos en la Iglesia alemana.

El primer ministro de Baviera tilda el informe de “largo camino hacia el abismo”

Las diligencias se refieren a representantes eclesiásticos a los que el informe, que abarca el periodo de 1945 a 2019, atribuye conductas reprochables y que todavía continúan con vida

El documento, encargado por el cardenal arzobispo de Múnich y Freising, Reinhard Marx, acusa a los responsables de esa archidiócesis de no haber hecho lo suficiente por esclarecer los abusos cometidos contra casi 500 víctimas por parte de 235 perpetradores.

La fiscalía de la ciudad alemana de Múnich investiga 42 casos relacionados con el informe sobre el presunto encubrimiento de abusos sexuales en la Iglesia católica que fue presentado este jueves.

Según confirmó a Efe la portavoz de la fiscalía, Anne Leiding, las diligencias se refieren a representantes eclesiásticos a los que el informe, que abarca el periodo de 1945 a 2019, atribuye conductas reprochables y que todavía continúan con vida.

Qué reglas del derecho penal fueron violadas todavía es objeto de examen,” agregó Leiding, quien explicó que el despacho de abogados que elaboró el informe puso a disposición de la fiscalía las informaciones que dieron pie a las diligencias en agosto del año pasado.

El documento, encargado por el cardenal arzobispo de Múnich y Freising, Reinhard Marx, acusa a los responsables de esa archidiócesis de no haber hecho lo suficiente por esclarecer los abusos cometidos contra casi 500 víctimas por parte de 235 perpetradores.

Inacción de Benedicto XVI

juan-pablo-ii-y-ratzinger2Uno de los hallazgos que han tenido el mayor eco mediático es la inacción del papa emérito Benedicto XVI ante al menos cuatro casos en su etapa al frente de la archidiócesis en los años 80 y su falta de cooperación con los investigadores, que concluyen que es falso que no estuviera al corriente de los hechos.

El cardenal Marx se declaró “conmocionado y avergonzado” al conocer el contenido del informe, aunque la Iglesia católica en Alemania no se posicionará oficialmente hasta después de haber analizado de forma minuciosa las conclusiones, la semana que viene.

Markus Söder, el primer ministro de Baviera – el “Land” de mayoría católica al que pertenece la archidiócesis en que ocurrieron los abusos-, calificó el informe delargo camino hacia el abismo, en declaraciones citadas por la cadena regional “Bayerischer Rundfkunk”.

Además, afirmó que la Iglesia católica debe modificar sus estructuras y comprometerse claramente con una política de “tolerancia cero” para con los agresores.

Por su parte, en una rueda de prensa hoy en Berlín, la viceportavoz del Gobierno federal Christiane Hoffmann tildó al informe de paso al que deben seguir otros pasos y pidió a la Iglesia que realizara “una revisión transparente y completa”.

Fuente Religión Digital

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Benedicto XVI, en el punto de mira: ‘Informe Múnich’: Ratzinger no actuó al menos en cuatro casos de abusos siendo arzobispo de Múnich

Viernes, 21 de enero de 2022
Comentarios desactivados en Benedicto XVI, en el punto de mira: ‘Informe Múnich’: Ratzinger no actuó al menos en cuatro casos de abusos siendo arzobispo de Múnich

Pederastia2El Papa emérito rebate “contundentemente” los resultados de la investigación

El informe documenta cientos de casos cometidos durante décadas, hasta prácticamente el presente, y responsabiliza a las sucesivas jerarquías eclesiásticas de no haber actuado en consecuencia, cuando menos, o incluso haberlos encubierto

En dos de los casos atribuidos al periodo en que Ratzinger estuvo al frente de esa archidiócesis, los abusos fueron presuntamente cometidos por dos clérigos que prestaban asistencia espiritual y contra los cuales no se actuó en absoluto

Los responsables del informe consideran “poco creíble” la reacción del ahora papa emérito rechazando esas inculpaciones y sostienen, en cambio, que por parte de Ratzinger no hubo “ningún interés reconocible” en actuar frente a ellos

El informe habla de 235 abusadores, 497 víctimas el 60% de ellas menores, y más de la mitad varones. La mayoría de los delitos se cometieron en las décadas de 1960 y 1970

La diócesis de Lyon retira los cuadros del ‘Picasso de las iglesias’, un sacerdote acusado de abusos sexuales

El informe sobre los presuntos abusos sexuales en la archidiócesis alemana de Múnich atribuye al entonces arzobispo y actual papa emérito Benedicto XVI no haber actuado al menos en cuatro casos conocidos ocurridos siendo arzobispo de la diócesis alemana.

El documento, encargado por la archidiócesis a un equipo de abogados y que fue presentado hoy, destaca, asimismo, que Joseph Ratzinger ha rebatido “contundentemente” estas acusaciones.

El documento contempla casos de abusos sexuales ocurridos en el seno de la Iglesia católica en esa archidiócesis desde la postguerra y hasta prácticamente la actualidad.

Arzobispo entre 1977 y 1982

Ratzinger fue arzobispo de Múnich entre 1977 y 1982, antes de convertirse en prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (antiguo Santo Oficio) en el Vaticano.


El informe documenta cientos de casos cometidos durante décadas, hasta prácticamente el presente, y responsabiliza a las sucesivas jerarquías eclesiásticas de no haber actuado en consecuencia, cuando menos, o incluso haberlos encubierto.

Los abogados que presentaron el informe denominaron en repetidas ocasiones como un balance del horror” el análisis de los casos de abusos que abordaron en su estudio.

Ratzinger, “poco creíble”

En dos de los casos atribuidos al periodo en que Ratzinger estuvo al frente de esa archidiócesis, los abusos fueron presuntamente cometidos por dos clérigos que prestaban asistencia espiritual y contra los cuales no se actuó en absoluto.

Los responsables del informe consideran “poco creíble” la reacción del ahora papa emérito rechazando esas inculpaciones y sostienen, en cambio, que por parte de Ratzinger no hubo “ningún interés reconocible” en actuar frente a ellos.

Asimismo, se muestran convencidos los investigadores de que Ratzinger tuvo conocimiento del caso del párroco identificado como Peter H., quien en 1980 fue trasladado del obispado de Essen al de Múnich tras haber sido acusado de pedófilo y que en su nuevo destino siguió cometiendo abusos.

Los abogados consideran “poco creíble” la afirmación de Ratzinger de que no estuvo presente en la reunión en la que se decidió ese traslado.

Ulrich Wastl, uno de ellos, aseguró que Ratzinger tenía “que haber conocido los acontecimientos” y que “muy probablemente” sabía qué pasaba en la archidiócesis.


Ausencia de Marx

Los autores del informe lamentaron en su presentación la ausencia en la rueda de prensa del actual cardenal de Múnich, Reinhard Marx, quien en 2008 encargó un informe psiquiátrico sobre H., aunque no abrió una investigación interna.

Marx presentó el año pasado su dimisión como gesto ante los abusos de menores cometidos en la Iglesia católica, renuncia que fue rechazada por el papa Francisco. Se espera que el cardenal se pronuncie esta tarde sobre los contenidos del informe.

235 abusadores, 497 víctimas

En su examen de los actos de abuso en la arquidiócesis, los expertos identificaron a 235 presuntos perpetradores entre 1945 y 2019. De estos, 173 eran sacerdotes, dijo Pusch. El número de víctimas fue de 497. De estas, 247 fueron hombres y 182 mujeres. No se pudo determinar el sexo de 68 personas. Esto confirma que los niños y adolescentes predominantemente varones se vieron afectados.

Casi el 60 por ciento de estos delitos se cometieron entre los 8 y los 14 años. En el caso de las mujeres afectadas, esto se aplica a un tercio de las personas. Según Pusch, la mayoría de los delitos se cometieron en las décadas de 1960 y 1970. Una cantidad sorprendente de denuncias solo fueron reportadas por los afectados a partir de 2015.

Los autores de los abusos son 235, de los que 173 son sacerdotes, nueve diáconos, cinco agentes de pastoral y 48 personas del ámbito escolar. Son estas las cifras del informe sobre los abusos del clero en la Iglesia de Múnich, elaborado por el bufete de abogados Westpfahl Spilker Wastl por encargo de la archidiócesis en febrero de 2020.

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Golpe duro, aunque esperado, para la Santa Sede, que dará “justa atención” al documento

El Vaticano habla de “vergüenza” ante el informe de Múnich y anuncia que estudiará la implicación de Ratzinger

Un golpe duro, aunque esperado. Así ha recibido la Santa Sede la publicación de informe sobre los abusos sexuales en la diócesis de Múnich, que implica al Papa emérito, Joseph Ratzinger, en al menos cuatro casos de encubrimiento o mala gestión de la pederastia clerical.

En un comunicado, el portavoz de la Santa Sede, Matteo Bruni, mostró su “vergüenza” ante el estudio independiente, al que Roma dará “justa atención” una vez lo estudie, porque “por el momento no conoce el contenido”.

 Remordimiento y cercanía a las víctimas

Y es que Roma desea “reiterar el sentimiento de vergüenza y el remordimiento por los abusos sobre menores cometidos por el clero, confirma la declaración vaticana, que insiste en que “la Santa Sede asegura su cercanía a todas las víctimas y confirma el camino que ha emprendido para tutelar a los pequeños, garantizándoles espacios seguros”.

“El Vaticano considera que debe dar la justa atención al documento (…). En los próximos días, tras su publicación, lo podrá ver y podrá oportunamente examinar los detalles”, concluyó Bruni.

El documento encargado por la archidiócesis de Múnich a un equipo de abogados, que fue presentado hoy, atribuye a Benedicto XVI no haber actuado al menos en cuatro casos conocidos ocurridos bajo su jerarquía y destaca que el pontífice alemán ha rebatido “contundentemente” estas acusaciones.

El documento contempla casos de abusos sexuales ocurridos en el seno de la Iglesia católica en esa archidiócesis desde la postguerra y hasta prácticamente la actualidad. Ratzinger fue arzobispo de Múnich entre 1977 y 1982, antes de convertirse en prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

En dos de los casos atribuidos al periodo en que Ratzinger estuvo al frente de esa archidiócesis, los abusos fueron presuntamente cometidos por dos clérigos que prestaban asistencia espiritual y contra los cuales no se actuó en absoluto.

Sin “interés reconocible” en actuar contra los abusos

Los responsables del informe consideran “poco creíble” la reacción del ahora papa emérito rechazando esas inculpaciones y sostienen, en cambio, que por parte de Ratzinger no hubo “ningún interés reconocible” en actuar frente a ellos.

Asimismo, se muestran convencidos los investigadores de que Ratzinger tuvo conocimiento del caso del párroco identificado como Peter H., quien en 1980 fue trasladado del obispado de Essen al de Múnich tras haber sido acusado de pederasta y que en su nuevo destino siguió cometiendo abusos.

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“Me siento corresponsable de lo ocurrido”: Cardenal Marx, ‘avergonzado’ por el informe sobre abusos en la archidiócesis de Múnich

El documento señala al papa emérito y al propio arzobispo

El cardenal Reinhard Marx, arzobispo de Múnich, se declaró este jueves “conmocionado y avergonzado” tras la publicación de un informe sobre el encubrimiento de abusos sexuales en esa archidiócesis alemana que también incluye al papa emérito Benedicto XVI.

Mis primeros pensamientos son para los afectados por los abusos sexuales, que han experimentado daño y sufrimiento a manos de representantes de la Iglesia, sacerdotes y otros empleados eclesiásticos,” afirmó, durante una breve comparecencia retransmitida en directo.

El informe, encargado por el propio Marx, expresidente de la Conferencia Episcopal alemana, determina que el papa emérito, responsable de la archidiócesis de Múnich y Freising entre los años 1977 y 1982, tuvo una conducta reprochable al no haber actuado ante los abusos en al menos cuatro casos. Según el despacho de abogados que elaboró el informe, de 1.700 páginas, existe una “elevada posibilidad” de que Joseph Ratzinger tuviera conocimiento de los casos, algo que el papa emérito rechaza.

El documento también señala, entre otros, al propio Marx por su comportamiento en relación con dos casos de presuntos abusos y además le atribuye no prestar suficiente atención a ese tipo de comportamientos.

El cardenal arzobispo presentó su renuncia al papa Francisco el año pasado ante las dimensiones de los abusos sexuales encubiertos por la Iglesia católica en Alemania durante décadas, pero éste la rechazó.

Marx explicó que, debido al volumen del informe, las instituciones eclesiásticas se hallan ahora analizándolo y presentarán un primer posicionamiento al respecto el jueves de la semana que viene.

“Me siento co-responsable de lo que ha ocurrido con la institución de la Iglesia en las últimas décadas,” afirmó Marx y añadió que “sabemos desde hace años que la Iglesia no tomaba en serio los abusos sexuales, que los perpetradores a menudo no fueron cuestionados y que los responsables miraron hacia otro lado”.

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Gänswein: “Benedicto XVI manifiesta su conmoción y vergüenza por los abusos a menores cometidos por clérigos”

“Benedicto XVI no ha conocido el informe del bufete Westpfahl-Spilker-Wastl, que tiene más de 1.000 páginas, hasta esta tarde”. Esta ha sido la reacción del secretario personal de Joseph Ratzinger, Georg Gänswein, ante la publicación del informe que señala el posible encubrimiento del Papa emérito en la gestión de cuatro casos de abusos mientras era arzobispo de Múnich.

“El Papa emérito, como ya ha repetido varias veces durante los años de su pontificado, manifiesta su conmoción y vergüenza por los abusos a menores cometidos por clérigos, y expresa su cercanía personal y su oración por todas las víctimas, algunas de las cuales ha conocido con ocasión de sus viajes apostólicos”, recalcó Gänswein, quien anunció que “en los próximos días (Ratzinger) examinará el texto con la atención necesaria”.

Sigue…

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¿Encubrió Joseph Ratzinger a un cura pederasta en Munich?

Miércoles, 12 de enero de 2022
Comentarios desactivados en ¿Encubrió Joseph Ratzinger a un cura pederasta en Munich?

124121CF-F40A-4092-B0B0-7F316C11F719El secretario del Papa emérito niega las acusaciones, publicadas por la prensa alemana

Tal y como publica ‘Die Zeit‘, un decreto de un tribunal eclesiástico de Múnich de 2016 incrimina a Benedicto XVI por su gestión de los casos de abusos. El documento muestra que en 1980, como arzobispo de Múnich y Freising, Ratzinger había aprobado la admisión de un sacerdote diocesano de Essen, aunque sabía que había acusaciones contra el clérigo

Ratzinger “se abstuvo deliberadamente de sancionar el crimen”, asegura el semanario, que añade que tanto el hoy emérito como el entonces titular de Essen y sus vicarios generales “no cumplieron con su responsabilidad hacia los niños y jóvenes confiados a su pastoral”

Georg Gänswein aseguró que las acusaciones “son falsas” en nombre de Ratzinger, señalando que el Papa “no tenía conocimiento de la historia previa (acusaciones de agresión sexual) en la decisión de admitir al sacerdote”. Ratzinger “no renunció conscientemente” a sancionar a Peter H…. quien volvió a agredir a menores en Münich

La investigación también salpica al cardenal Marx, quien en 2008 abrió una investigación y apartó al clérigo, pero sin informar a las autoridades, ni reportar al Vaticano

Bilbao se desmarca de la CEE y abre una investigación tras conocer cinco casos revelados por El País. La diócesis reconoce al diario “la labor realizada” y agradece “el esfuerzo de las víctimas”.

¿Encubrió Joseph Ratzinger a un cura pederasta durante su etapa como arzobispo de Múnich? Una investigación de Die Zeit asegura que sí, mientras que el secretario personal de Benedicto XVI, Georg Gäenswein, niega tajantemente unas acusaciones que, de ser ciertas, pondrían en la picota al mismísimo Papa emérito.

Tal y como publica el semanario, un decreto de un tribunal eclesiástico de Múnich de 2016 incrimina a Benedicto XVI por su gestión de los casos de abusos. El documento muestra que en 1980, como arzobispo de Múnich y Freising, Ratzinger había aprobado la admisión de un sacerdote diocesano de Essen, aunque sabía que había acusaciones contra el clérigo.

Trasladado de diócesis, siguió abusando

¿Y cuál es la historia? La de Peter H. un sacerdote de Essen, trasladado a la Archidiócesis de Múnich en 1980, después de haber sido acusado de varios delitos sexuales contra menores. Un traslado que tuvo que contar con el beneplácito expreso del entonces arzobispo de la diócesis alemana, a la sazón Joseph Ratzinger. El futuro Benedicto XVI, afirma la investigación, conocía la situación del sacerdote y, aún así, lo aceptó como clérigo en su diócesis, con la condición de someterse a terapia en Baviera.

Ratzinger “se abstuvo deliberadamente de sancionar el crimen”, asegura el semanario, que añade que tanto el hoy emérito como el entonces titular de Essen y sus vicarios generales “no cumplieron con su responsabilidad hacia los niños y jóvenes confiados a su pastoral”.

Ziet‘ quiso recabar la opinión del Papa emérito. Su secretario personal, Georg Gänswein, aseguró que las acusaciones “son falsas” en nombre de Ratzinger, señalando que el Papa “no tenía conocimiento de la historia previa (acusaciones de agresión sexual) en la decisión de admitir al sacerdote”. Ratzinger “no renunció conscientemente” a sancionar a Peter H…. quien volvió a agredir a menores en Münich.

El vicario asumió la responsabilidad por Ratzinger

Otra investigación de ‘The New York Times’, fechada en 2010, ya hablaba de los abusos del sacerdote, apuntando que una treintena de personas habían podido ser agredidas por el clérigo entre Múnich y Essen. El cura fue condenado en 1986 por el tribunal de Distrito de Ebersberg, pero al término de la condena fue reintegrado en una parroquia por el cardenal Friedich Wetter, sucesor de Ratzinger en Múnich. En 2020, Ratzinger desmintió que se hubiera reunido con el cura en el año 2000.

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En 2010, Gerhard Gruber, que fue Vicario General de la Arquidiócesis de Múnich en 1980, asumió la responsabilidad exclusiva de garantizar que H. pudiera volver a trabajar como pastor, exonerando a Benedicto XVI.

Las acusaciones también salpican al hoy arzobispo de Múnich, el cardenal Reinhard Marx, por incumplir su deber en el trato con el abusador. Según denuncian dos profesores de Derecho Canónico, Norbert Lüecke y Bernhard Anuth, Marx encargó en 2008 (nada más entrar en la diócesis), una valoración psiquiátrica del párroco, trasladándolo, pero sin denunciar el caso al Vaticano. En 2010, el cura fue retirado de la pastoral, y hoy vive en la diócesis de Essen. El proceso canónico contra el clérigo, reabierto entonces, está a punto de concluir.

La publicación del informe de ‘Diez Zeit’ coincide con la próxima publicación de un informe sobre el manejo de los casos de abusos en las diócesis de Múnich, que completa otra investigación culminada en 2010 pero que sólo se publicó parcialmente. El arzobispado, por su parte, ha preferido no hacer comentarios hasta la publicación del informe, el próximo 17 de enero.

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Abusos en la Iglesia católica: ¿encrucijada sin salida o punto de inflexión?

Sábado, 3 de julio de 2021
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abuso-sexual-delito-dignidad_2350874899_15607238_660x371Análisis a varias voces sobre la crisis

Recientemente el cardenal alemán Reinhard Marx reconoció el fracaso institucional y sistémico de la Iglesia alemana frente al problema

Monseñor Alí, obispo auxiliar de Bogotá y miembro de la Pontificia Comisión para la protección de menores, considera que, más allá de algunos avances, todavía hay mucho por hacer en el ámbito colombiano

“La Iglesia es presa de su propia sombra”: Juan Carlos Claret, abogado e investigador chileno

En España no se ha leído ni la primera página de la historia de la pederastia”

El primer informe sobre pederastia clerical en España lamenta las “muy escasas” iniciativas de la Iglesia para acompañar a las víctimas

La magistrada María Victoria Vega sienta en el banquillo al cura de Talavera, acusado de abusos. Afirma que el Arzobispado de Toledo lo ha “tapado y ocultado” durante años  

“La Iglesia no puede mirar para otro lado”: Proyecto Repara explica su trabajo en un vídeo

La Iglesia polaca, podrida: otros 292 curas abusaron de 368 menores entre 2018 y 2020

El cardenal Bagnasco investigará los posibles encubrimientos del secretario de Juan Pablo II

Marx presenta su renuncia al Papa por el escándalo de abusos en Alemania

El Papa no acepta la dimisión de Marx y llama a los obispos a asumir la “catástrofe” de la pederastia clerical

Marx: “Con espíritu de obediencia, acepto su decisión”

El Papa, al cardenal Marx: “Hermano tuyo que te quiere”

Un monje de Montserrat, apartado por presuntos abusos sexuales a un menor en 2019

Navarra elaborará un censo de víctimas de abusos sexuales de la Iglesia

El ‘mea culpa’ del arzobispo de Pamplona a las víctimas de abusos: “Llegamos tarde, pido disculpas por el sufrimiento”

Victimas de abusos de Navarra: La actitud del arzobispo de Pamplona es “poco creíble e incluso hipócrita”

Joseba Segura, sobre los delitos sexuales en la Iglesia: “Existe una deuda pendiente”

Días atrás, el papa Francisco se negó a aceptar la renuncia del cardenal alemán Reinhard Marx a su cargo como arzobispo de Munich y Frisinga. A través de una carta, el prelado (uno de los principales colaboradores del pontífice) había aceptado que ha habido “fallos personales”, “errores administrativos” y “un fracaso institucional y sistémico” en la respuesta de la Iglesia alemana ante la crisis de los abusos sexuales contra menores por parte de sacerdotes.

Según Marx, algunos católicos se niegan a creer en la existencia de una responsabilidad compartida en medio del problema y, “por tanto, que la Iglesia como institución también debe ser culpada de lo sucedido”; inclusive, desaprueban la discusión sobre las reformas que exige hacerle frente a la “catástrofe”.

El hecho puso en primer plano las resistencias que existen en la Iglesia alemana y en otros sectores del catolicismo frente a las acciones en curso para responder por las estructuras de abuso y encubrimiento dentro de la Iglesia católica. ¿Qué está haciendo el Vaticano en atención al problema? ¿Qué piensa alguien que acompaña los esfuerzos del Papa al respecto? ¿Qué exigen quienes creen que todavía hay mucho por delante? A continuación algunas respuestas.

Medidas importantes pero insuficientes

Desde su elección en 2013, Francisco dio continuidad a acciones emprendidas por la Santa Sede en atención a la crisis desatada por la pederastia clerical y el encubrimiento eclesiástico de miles de delitos en distintos países del mundo, entre ellos Estados Unidos, Australia y Alemania. En coherencia con su estilo de gobierno, creó diversas instancias de consulta; entre ellas, el Pontificio Consejo para la protección de menores, entidad de la que hace parte el obispo auxiliar de Bogotá Luis Manuel Alí.

Según el prelado, el nuevo Libro Sexto del Código de Derecho Canónico, que entrará a regir en diciembre y tipifica los abusos sexuales como delitos contra la dignidad, integra la jurisprudencia desarrollada en los últimos años frente a la materia, incluida la que se produjo al final del ministerio de Juan Pablo II y durante los años de Benedicto XVI. Entre otras de las novedades del documento dado a conocer recientemente, Alí señala que se especifican las sanciones y el carácter obligatorio de reparar a las víctimas; que se incluye como formas de abuso el “grooming” y la difusión de imágenes pornográficas; que se concibe que el delito no solamente lo puede llevar a cabo un sacerdote, sino también un religioso y un laico con responsabilidades pastorales; y que las víctimas pueden ser menores de 18 años y personas adultas.

El compromiso de las autoridades eclesiásticas con “quienes afirman haber sido afectados” ya había sido planteado por Francisco en Vos estis lux mundi, un motu proprio de 2019 que exige a los obispos ofrecer asistencia médica, terapéutica y psicológica a las víctimas, “según sea el caso”; y “acogida, escucha y seguimiento, incluso mediante servicios específicos”. El documento también había expuesto el procedimiento a seguir dentro de la Iglesia católica frente a cada denuncia, incluyendo el carácter obligatorio de informar a la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre todo proceso en curso contra algún sacerdote.

Tanto este último texto, como la nueva versión del Código de Derecho Canónico y otros documentos emitidos durante el ministerio de Francisco, asocian los abusos sexuales por parte de miembros del clero a formas de abuso de la autoridad, señalando algunos aspectos del ejercicio del poder dentro de la Iglesia católica como parte de la crisis desatada. El tema ha sido subrayado por investigaciones llevadas a cabo en Australia y Alemania, así como por sectores de la academia que buscan establecer la raíz del problema y sostienen que las medidas emprendidas por el Vaticano son importantes, pero siguen sin ser suficientes para hacerle frente.

El clericalismo como raíz

El informe de 2018 producido a instancias de la Conferencia Episcopal de Alemania afirma que la organización social de la Iglesia católica no es saludable, dado que facilita el abuso y su perpetuación, a falta de mejores mecanismos de control.

El teólogo Carlos Schickendantz, investigador de la Universidad Alberto Hurtado de Chile, se ha ocupado de fuentes por el estilo para señalar que en la raíz de la crisis están el clericalismo y aspectos de la retórica institucional que lo sustenta. En 2017, frente al problema de los abusos, una comisión australiana ya había llegado a la conclusión de que el carácter sistémico de la crisis en el cuerpo eclesial tenía que ver con el clericalismo y otros factores: una imaginería patriarcal, determinadas teologías sobre la Iglesia y el sacerdocio, algunas limitaciones del derecho canónico y una cultura del secreto.

En el conjunto de esos y otros elementos, Schickendantz no solamente ubica al clericalismo como raíz de la crisis, sino también como obstáculo para las reformas impulsadas desde el Vaticano. Por su parte, el abogado chileno Juan Carlos Claret, que ha documentado en su país al menos 362 denuncias de abusos clericales entre 1905 y la actualidad, sostiene que detrás de la negativa dentro de la Iglesia católica a aceptar de manera más amplia que los abusos sexuales revelan el peligro que conlleva el modo como está organizado el ejercicio de la autoridad dentro de la institución lo que se esconde es el miedo a la implicación lógica: transformar la estructura del poder clerical, para que la seguridad de los menores no sea una cuestión de azar, sino que el derecho y la institución garantice su protección. Algo que no se da en el presente, según él, por la perpetuación de la impunidad que trae consigo, además, la posición privilegiada que la Iglesia católica ostenta en muchos países frente a la jurisdicción civil.

Claret, por ejemplo, ha investigado cómo el dinero para comprar el silencio de algunas víctimas en Chile fue movido antes a través de “fundaciones fantasma” de la Iglesia cuya contabilidad no está sometida a fiscalización debido a la Ley de cultos. A su juicio, el proceso constituyente que se lleva a cabo en su país es una oportunidad para reparar los vacíos legales que han convertido al Estado chileno en “cómplice pasivo” de formas de encubrimiento eclesiástico y en responsable por omisión de que no existan suficientes garantías para la protección en el ámbito católico.

El abogado también sostiene que buena parte del material probatorio sobre abusos sexuales por parte del clero y sobre encubrimiento a manos de varios obispos chilenos reposa hoy en el Vaticano, sin que las víctimas ni la opinión pública hayan podido tener acceso a la información que contiene. De ahí que Claret conciba como un antecedente para otros países la sentencia T-091-20 de la Corte Constitucional de Colombia que le ha permitido al periodista Juan Pablo Barrientos acceder a datos provenientes de archivos eclesiásticos donde reposan denuncias contra miembros del clero local.

“Hay alguna información que se puede dar, por supuesto, pero siempre respetando el debido proceso y la confidencialidad de todas las partes”, opina sobre dicha sentencia el obispo auxiliar de Bogotá Luis Manuel Alí. El prelado, que lleva ya muchos años trabajando en el campo preventivo y en el del acompañamiento y atención a víctimas, sostiene que si bien, frente al problema de los abusos, ha habido un crecimiento en la conciencia y en la responsabilidad de los obispos colombianos y de diversos sectores del catolicismo en el país, todavía falta muchísimo más por hacer. “Desearía que no fuera tan lento”, dice Alí, refiriéndose a dicho proceso y reconociendo que la crisis también ha comprometido la credibilidad e imagen de la Iglesia colombiana, así como la confianza de los fieles hacia sus pastores.

“¿Qué tan extendido está el encubrimiento entre los obispos colombianos?”, le pregunté al consejero papal durante una conversación vía telefónica, y he aquí su respuesta: “El encubrimiento ha sido uno de los grandes errores que hemos cometido en la Iglesia en todas las jurisdicciones eclesiásticas”.

Incorporar estándares de buena gobernanza

Si bien Claret, quien acompaña a víctimas de abusos clericales en Chile, considera un avance que abusos por el estilo pasen a ser tipificados como delitos en la nueva versión del Código de Derecho Canónico, critica el lento ritmo de las acciones en respuesta a la crisis generada a nivel mundial y la pervivencia de expresiones que no dejan traslucir la dimensión real del problema.

Tanto él como el teólogo Carlos Schickendantz son de los que sostienen que la Iglesia católica debe incorporar estándares de buena gobernanza como la rendición de cuentas y la toma colectiva de decisiones. A su juicio, el exceso de monarquización y de rezagos de formas feudales de gobierno que dejan a la discreción de los obispos o a su “solicitud pastoral” la reacción frente al problema impiden que se haga más frente a un asunto de salud pública (tal y como cataloga el informe australiano a la crisis de abusos sexuales dentro de la Iglesia).

“La Iglesia es presa de su propia sombra”, sostiene Claret. Schickendantz, igualmente, opina que la reforma estructural del catolicismo es impostergable. Coinciden ambos con quienes creen que no solamente se debe intervenir la conciencia colectiva, sino también el tipo de relaciones dentro de la Iglesia: sus procesos, actividades y funciones, con el fin de que pueda superarse el fracaso institucional, sistémico y global, frente a un asunto puesto sobre la mesa, una vez más, por el cardenal Marx y el papa Francisco, en su reciente intercambio de cartas.

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Sacerdotes católicos de Alemania desafían abiertamente al Vaticano y celebran un centenar de actos de bendición de parejas del mismo sexo

Miércoles, 12 de mayo de 2021
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E1Bbg7QWEAMnbJsEl Vaticano y la Conferencia Episcopal alemana guardan silencio; los ultras lo tildan de ‘cisma’

En España, incluso, el obispo Munilla anunció una campaña de ayuno y oración de la que, por otro lado, nada se sabe

“Dios no puede bendecir el pecado”, apuntaba Doctrina de la Fe en su polémica respuesta a una pregunta que nadie ha oficializado haber hecho, aunque se sospecha de determinados colectivos ultraconservadores, con el apoyo de los cardenales Müller, Burke o Sarah

Jan Korditschke: “Estoy convencido de que la orientación homosexual no es mala, ni el amor homosexual es un pecado”

En un centenar de actos religiosos celebrados por todo el país, un sector de la jerarquía católica alemana ha mostrado de forma más visible que nunca su oposición a la posición oficial del Vaticano, contraria a cualquier tipo de acto que suponga un reconocimiento de las uniones entre personas del mismo sexo.

Entre el domingo 9 de mayo y el lunes 10, más de 100 actos religiosos se han celebrado en iglesias católicas de toda Alemania para bendecir uniones entre personas del mismo sexo. Sacerdotes de muy distintos puntos de la geografía germana se han unido en un acto de abierta rebeldía frente a la posición oficial del Vaticano, que el pasado mes de marzo se reafirmaba, a través de un documento hecho público por la Congregación para la Doctrina de la Fe, contra la posibilidad de bendecir a las uniones entre personas del mismo sexo. Un texto que inicialmente parecía mostrarse comprensivo, al afirmar que «no es lícito impartir una bendición a relaciones, o a parejas incluso estables, que implican una praxis sexual fuera del matrimonio (es decir, fuera de la unión indisoluble de un hombre y una mujer abierta, por sí misma, a la transmisión de la vida), como es el caso de las uniones entre personas del mismo sexo. La presencia en tales relaciones de elementos positivos, que en sí mismos son de apreciar y de valorar, todavía no es capaz de justificarlas y hacerlas objeto lícito de una bendición eclesial», pero que acababa por asegurar, en uno de sus párrafos finales, que Dios «no bendice ni puede bendecir el pecado».

La reacción del sector más progresista de la Iglesia católica alemana ante este nuevo posicionamiento del Vaticano no se hizo esperar. Más de 2.600 clérigos respaldaron un documento promovido por los teólogos Burkhard Hose y Bernd Mönkebüsche contra la prohibición de estas bendiciones. A ellos se les sumó un grupo de mujeres católicas denominado ‘María 2.0’. El movimiento, celebrado en redes sociales con el hashtag #liebegewinnt (equivalente alemán al ya famoso #LoveWins) ha desembocado finalmente en una serie de actos de bendición de uniones expresamente abierto a parejas del mismo sexo y a parejas que hayan naciodo tras divorciarse de parejas anteriores. Bendiciones que carecen de efecto legal, pero cuyo valor simbólico es incuestionable.

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Un movimiento, por otra parte, que no nace de la nada. Con anterioridad hemos recogido en esta misma página gestos inclusivos de un sector de la Iglesia católica alemana hacia las uniones entre personas del mismo sexo. En 2018, por ejemplo, nos hicimos eco de la polémica que generaron unas palabras del entonces presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, el cardenal Reinhard Marx, cercano al papa Francisco, que fueron interpretadas como favorables a esta posibilidad, y que fueron seguidas de una ambigua aclaración que no despejaba las dudas. De hecho, el actual presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, el obispo Georg Bätzing, aunque ha desaprobado la inciativa de celebrar esta bendiciones masivas por no considerarla «útil» par avanzar, ha criticado abiertamente el posicionamento de la Congregación para la Doctrina de la Fe, al considerar que es necesario que la Iglesia se replantee su respuesta a las uniones homosexuales.

Oposición frontal de los reaccionarios

Ante este gesto valiente de parte de un sector del cleron alemán, otros miembros de la comunidad católica de ese país han mostrado su profunda oposición que se ha materializado en correos amenazantes, convocatorias de rezos del rosario en señal de desagravio, manifestaciones, carteles contrarios a estas bendiciones, retirada de carteles que invitaban al evento, etc. El recurso más extendido es un documento que está siendo reenviado a través de correo electrónico en el que se pide rellenar el nombre del sacerdote que ha realizado estas bendiciones y la parroquia a la que pertenece y denunciarlo al obispo local o al Vaticano. Un método que se inspira en las listas negras y cazas de brujas. A su vez, mujeres pertenecientes al sector más conservador de la Iglesia han organizado un contramovimiento denominado ‘María 1.0’.

Fuente Dosmanzanas

 

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Revocar la excomunión a Lutero, un paso adelante fundamental en el ecumenismo

Viernes, 16 de octubre de 2020
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Un jerarca católico y otro evangélico, punta de lanza en el ecumenismo: Reinhard Marx y Heinrich Bedford-Strohm

Hace unos meses leíamos en RD la noticia de que el Vaticano se planteaba revocar excomunión Lutero medio milenio después

Por su lado, el cardenal Marx afirmó durante la entrega del premio ‘Paz de Augsburgo 2020’: “El cristianismo en Alemania y Europa solo tendrá futuro si trabajamos juntos y nos mantenemos unidos ecuménicamente”

Recibió el premio junto a Heinrich Bedford-Strohm, obispo de la Iglesia Evangélica Luterana en Baviera y presidente del Consejo de la Iglesia Evangélica en Alemania. Ambos prelados son un claro testimonio de que la verdadera comunión en la fe es posible

Francisco podría estar planteándose revocar el castigo eterno para Lutero, a quien ya ha reconocido en numerosas ocasiones como “un reformador” que quiso cambiar la Iglesia, pero no destruirla

Hace unos meses leíamos en RD la noticia de que el Vaticano se planteaba revocar excomunión Lutero medio milenio después. Y en fechas cercanas escuchábamos al cardenal Marx decir que “El cristianismo en Alemania y Europa solo tendrá futuro si trabajamos juntos y nos mantenemos unidos ecuménicamente”; lo hacía con ocasión de la entrega de un premio junto a un pastor protestante por su continuado trabajo y su contribución al ecumenismo: el premio “Paz de Augsburgo 2020. Ambas son buenas noticias para el ecumenismo, sobre las que reflexionamos aquí.

El cardenal arzobispo de Munich Reinhard Marx –cuyas fotos en numerosos eventos ecuménicos e interreligiosos inundan Internet– y el obispo de la Iglesia Evangélica Luterana en Baviera y presidente del Consejo de la Iglesia Evangélica en Alemania (EKD) Heinrich Bedford-Strohm recibieron el premio “Paz de Augsburgo 2020” en virtud de su “voluntad incondicional de vivir juntos en paz”, reconocido en los medios especializados y en los de masas como “un fuerte signo del ecumenismo cristiano”. Ambos líderes de la iglesia tuvieron desde hace años contactos en nombre de muchos cristianos católicos y protestantes, dijo la alcaldesa Eva Weber al anunciar los ganadores del Festival de la Paz de Augsburgo de este año, enfatizando lo que las iglesias y la sociedad tienen en común en lugar de lo que las diferencia.

El 3 de enero de 1521 León X excomulgaba a Martín Lutero mediante la bula Decet Romanum Pontificem

50402019661_d9d923aa7dArzobispo Reinhard Marx y Obispo Heinrich Bedford-Strohm

“Con motivo del 500 aniversario de la Reforma Protestante, en 2017, el Arzobispo Reinhard Marx y el Obispo Heinrich Bedford-Strohm dejaron una huella histórica para todos los cristianos del mundo y nos dieron un testimonio significativo de que la verdadera comunión en la fe es posible a pesar de las diferentes afiliaciones confesionales”, afirmó el jurado. En 2017 el cardenal Marx, entonces presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, y el presidente del Consejo Evangélico EKD Bedford-Strohm, habían presidido conjuntamente una celebración del arrepentimiento y la reconciliación en Hildesheim, Alemania. Allí se consideraron las dolorosas divisiones entre las dos iglesias y se intercambiaron peticiones mutuas de perdón por los fracasos de ambas partes. Siguieron agradecimientos y expresiones de alegría por lo que ambas iglesias tienen en común y lo que valoran mutuamente. El obispo protestante de Augusta Axel Piper, que presidió el jurado del premio Paz de Augsburgo, subrayó el compromiso de Bedford-Strohm y Marx con la promoción de iniciativas ecuménicas conjuntas. Los dos teólogos “piensan y hablan con el mismo espíritu” –dijo Piper– y comparten una “pasión por Dios y por el mundo”.

Además del deseo manifestado por Marx de “trabajar juntos y mantenernos unidos ecuménicamente”, el obispo Bedford-Strohm expresó su esperanza con respecto a la eucaristía/santa cena, fundamental en la confesión católica-romana y la evangélica: “Avanzaremos en lo que respecta a la santa comunión común”. Y ese es uno de los escollos en los que el Vaticano no solo no da signos claros de avance, sino que ha manifestado en lo últimos tiempos un retroceso con respecto a los progresos alcanzados en años anteriores.

El Vaticano se plantea revocar la excomunión a Lutero, medio milenio después

Quizás, la mayor osadía ecuménica de los últimos tiempos estuvo en que el Vaticano se planteara, medio milenio después, revocar la excomunión a Lutero. El 3 de enero de 1521 León X excomulgaba a Martín Lutero mediante la bula Decet Romanum Pontificem; un texto al que el agustino alemán respondería tildando al Papa de Anticristo y quemando públicamente la bula papal. En 2017 celebramos los quinientos años de la Reforma iniciada por el acto simbólico de Lutero al clavar las 95 tesis contra las indulgencias y otros defectos de la Iglesia –los abusos, la mentira, la avaricia, el paganismo, etc.–  en la puerta de la iglesia de Wittemberg el 31 de Octubre de 1517. León X parece que comentó al enterarse de este hecho tan simbólico que Lutero era un “borracho alemán” y cuando esté sobrio cambiará de parecer”.  La ruptura definitiva y la creación de la iglesia luterana llegaría pocos años después. medio milenio despues, un grupo de teólogos se dirigieron a Roma y a la Federación Luterana Mundial para pedir una declaración formal que acabe con 500 años de mutuas condenas e incomprensiones.

francisco-y-lutero-vaticano-03Cinco siglos después, Francisco podría estar planteándose revocar el castigo eterno para Lutero, a quien ya ha reconocido en numerosas ocasiones como “un reformador” que quiso cambiar la Iglesia, pero no destruirla. Un reformador y no un perverso destructor de la unidad de la Iglesia. La decisión supondría un gesto histórico para el ecumenismo, y un aldabonazo a las conciencias de los cristianos de todo el mundo. Así lo ha solicitado el Grupo de discusión ecuménica de Altenberg (Sajonia). El colectivo de teólogos y teólogas ecuménico también se han dirigido a la Federación Luterana Mundial para que retire la declaración de “Anticristo” de Lutero al pontífice que lo excomulgó.

Esta revocación de la excomunión a Lutero por parte de Roma sería un acto simbólico, pero particularmente importante, un verdadero paso de gigante que mucho teólogos consideramos necesario y urgente. “El ecumenismo vive de actos simbólicos” –destacó  recientemente la teóloga Johanna Rahner–; “la retirada de la condena contra Lutero sería particularmente importante”, pues una decisión así “permitiría a la Iglesia Católica expresar su aprecio por los protestantes de hoy”. De este modo, el camino que arrancó con fuerza en el Concilio Vaticano II sería hoy más posible que nunca.  De hecho, para esta teóloga de Tubinga, algunos pasajes del decreto conciliar Unitatis redintegratio podrían interpretarse como la abolición de la excomunión de Lutero.

El escándalo de la división y el enfrentamiento violento entre las confesiones cristianas y la riqueza de la comunión en la diferencia

No voy a entrar ahora en las circunstancias de la excomunión de Lutero y la ruptura con Roma, en la que se juntan a las razones teológicas de la Reforma –Sola scriptura (“solo por medio de la Escritura”), Sola fide (“Dios salva solo por la fe”), Sola gratia (“solo por la gracia”), Solus Christus (“solo a través de Cristo”) y Soli Deo gloria (“la gloria solo para Dios”) –, razones pastorales –la deplorable situación de la Iglesia desde la baja Edad Media–, políticas y económicas –la deplorable situación de Europa en el siglo XVI con sus luchas intestinas–; ni voy a entrar en los errores de la Reforma –sobre todo, la postura de Lutero en la guerra de los campesinos, apoyando a los príncipes, que llevó a la muerte a su amigo Thomas Müntzer y más de cien mil sublevados, y las duras condenas de iglesias alternativas que fueron surgiendo– y la Contrarreforma –la decadencia del papado, la corrupción y los abusos del Vaticano y de gran parte del clero, etc.–. Estas circunstancias y sus consecuencias tienen que ver con el gran agustino alemán, con el papa de Roma, con el emperador, con los príncipes alemanes, con obispos y cardenales y con el pueblo, que padecía los desmanes y la explotación de los poderes civiles y eclesiásticos de un lado y otro. Los historiadores que lo han tratado saben mucho más que yo. Si sé con más conocimiento que Lutero era un gran teólogo, y no porque lo digan muchos expertos, sino por lo que yo he investigado en mis estudios sobre su obra y sobre el protestantismo; y lo que he leído personalmente de su obra. Particularmente sus comentarios a las cartas a los Gálatas y, sobre todo, a los Romanos; así como su Catecismo Mayor y Catecismo Menor. Con él coincido en que la salvación es un regalo exclusivamente de Dios. Recientemente, leí un duro comentario en un blog: “De la Iglesia de la que se separó Lutero se habría separado el mismo Cristo”.

Como he escrito hace años (La búsqueda de la armonía en la diversidad. El diálogo ecuménico e interreligioso desde el Concilio Vaticano II), a más de cincuenta años del Vaticano II, hemos constatado que la experiencia de diálogo ecuménico ha sido muy rica, aunque haya ido dejando cicatrices que manifiestan las dificultades del encuentro real. Dificultades que nacen de unos obstáculos que son… “los de siempre”, como escribió el ecumenista Juan Bosch: “la intransigencia revestida de fidelidad, el inmovilismo camuflado de ‘santa paciencia’, los integrismos y autoritarismo mantenidos a fuerza de amenazas…” (Para comprender el ecumenismo) y otros nuevos. Hemos ido comprendiendo –al menos algunos, y seguramente bastantes…- que ya no se trata solamente de reconocer que los cristianos de las demás confesiones también son hermanos cristianos, pero… “separados” (UR 1,3… passim); y que, consecuentemente tienen que “retornar”, “volver al redil” de la única Iglesia auténtica e históricamente inmutable: la Iglesia Católica-Romana… La unidad que buscamos ya no es bajo la autoridad jurídica del obispo de Roma; sin quitarle valor al Primado, el “servicio petrino”, reconocido incluso fuera de la Iglesia católica, precisamente como “servicio”, no con un valor jurídico-autoritario. El mismo Juan Pablo II reconoció honestamente en algún momento: “Yo [como Papa] sé que soy el mayor obstáculo para el diálogo ecuménico”.

SAN PEDRO Y SAN PABLONo se trata de buscar una uniformidad bajo una única autoridad canónica: el papa y la curia vaticana; sino de buscar la unidad/comunión en la riqueza de la pluralidad y la diferencia. Buscamos alcanzar la sinfonía eclesial, desde la variedad complementaria de iglesias que forman y enriquecen la gran Iglesia, la única Iglesia que forma todos los cristianos; porque no puede haber armonía sinfónica sin los distintos instrumentos y voces diferentes que la componen. Se trata de reconocer que todos los cristianos bautizados formamos parte de la única Iglesia de seguidores y seguidoras de Jesucristo; y que nuestras diferencias son expresión de una riqueza histórica, existencial, espiritual y teológica que no se debe perder ni por una parte ni por la otra. Estas diferencias, al contrario de lo que se ha dicho muchas veces en la Iglesia católica o, en otras iglesias por reacción contra ella, no son fruto de avatares perversos que llevaron a divisiones, sino de la riqueza de los dones del Espíritu; aunque estas divisiones nos hayan enfrentado muy violentamente en el pasado, y a veces personas y grupos hayan perdido el rumbo en lo esencial. Estoy muy de acuerdo con las tesis de Christian Duquoc –teologo católico-acerca de que la multiplicidad de las Iglesias cristianases un valor positivo; y en cambio la obsesión por una “ideología de la unidad” manifiesta una “ideología de conquista a partir de un ‘centro’ que se cree factor de unificación”, que, en realidad, es “el efecto de la voluntad hegemónica y del deseo de acentuar la presión del centro para mantener la unidad empírica superando los límites tolerables” (Iglesias Provisionales. Ensayo de Eclesiología ecuménica). Negarse a aceptar o querer acabar con esa pluralidad es un pecado contra el Espíritu.

Esto es lo que creo que nos jugamos en el diálogo ecuménico entre hermanos cristianos. Por eso, la revocación por parte de Roma de la excomunión de Lutero sería un gran paso adelante en la verdadera unión de los cristianos: unidad en la diversidad. Además, los católicos romanos deberíamos seguir trabajando intensamente por el encuentro con la Iglesia ortodoxa, que se autoproclama católica, con no menos pretensión que la católica romana.

 Fuente Religión Digital

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Los obispos alemanes seguirán adelante con su ‘camino sinodal’ pese a las dudas de Roma

Viernes, 20 de septiembre de 2019
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El cardenal Marx rechaza las críticas lanzadas por Ouellet

Ouellet, en una carta, había advertido que el camino escogido por la Iglesia alemana era difícilmente compatible con el derecho canónico

En su respuesta, Marx dijo que hubiera sido deseable que Ouellet “hubiera buscado el diálogo antes de enviar la carta”

La moral sexual, las formas de vida sacerdotales, la división de poderes y el papel de las mujeres en la Iglesia, ejes del conflicto

La Iglesia católica alemana seguirá su proceso interno de reformas pese a las críticas recibidas del Vaticano al llamado “camino sinodal”, basado en un debate con los fieles y que surgió tras el descontento y los deseos de cambio que generaron los escándalos de abusos sexuales.

El presidente de la Conferencia Episcopal y cardenal de Münich, Reinhard Marx, que es el máximo exponente de ese proceso y asiste hoy en el Vaticano al consejo de cardenales creado por el Papa Francisco para ayudarle en sus reformas, ha rechazado las críticas del prefecto de la Congregación de Obispos, Marc Ouellet.

Ouellet, en una carta, había advertido que el camino escogido por la Iglesia alemana era difícilmente compatible con el derecho canónico. Asímismo, había pedido a Marx que no se atribuyera competencias sobre temas que debían tratarse por las autoridades vaticanas. Marx dijo en su respuesta, difundida por medios alemanes, que hubiera sido deseable que Ouellet hubiera buscado el diálogo antes de enviar la carta.

Cuatro documentos

Tras una reunión el fin de semana entre representantes de la Conferencia Episcopal y del Consejo Central de los Católicos Alemanes (ZdK) se publicaron cuatro documentos de trabajo sobre la moral sexual, las formas de vida sacerdotales, la división de poderes y el papel de las mujeres en la Iglesia. Esos papeles deberán ser la base de las deliberaciones de la asamblea de la Conferencia Episcopal que se celebrará en Fulda (centro) entre el 23 y el 26 de septiembre. Los documentos serán el punto de partida para los foros del llamado “camino sinodal”.

Un foro estará dedicado a debatir cómo se ejerce la autoridad en la Iglesia, teniendo en cuenta los principios de una sociedad plural y del estado democrático que, según el documento previo, los fieles quieren ver respetados también dentro de la instituciones eclesiásticas.

Otro foro estará centrado en las tensiones entre doctrina y práctica, lo que estará relacionado con la moral sexual.

El tema del papel de las mujeres en la Iglesia en considerado de gran prioridad y un punto en el que se pondrá a prueba la autenticidad de la voluntad reformista. El cuarto foro estará dedicado a las formas de vida sacerdotales en el que, sin embargo, no se abordará el tema del sacerdocio femenino.

Fuente Religión Digital

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El cardenal De Kesel propone una “acción de gracias” para ‘bendecir’ las uniones homosexuales

Jueves, 10 de mayo de 2018
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de-kesel“Agradecemos” su cambio de postura pero va a ser que no nos conformamos con ser fieles de segunda… Llegan tarde, el matrimonio civil y eclesiástico es lo que pedimos, ni más, ni menos… ¿Y qué es eso de que “no tiene “absolutamente nada en contra” de las uniones homosexuales, siempre y cuando se lleven a cabo en un contexto donde “la honestidad, la firmeza y la lealtad sean fundamentales”

El primado de Bélgica ve “insostenible la condena” de la Iglesia a las parejas gay

“La Iglesia debe respetar más a los gays y a las lesbianas, también en su experiencia de la sexualidad”

“Una oración eclesiástica para una relación entre dos hombres o dos mujeres es ciertamente posible, siempre que no se parezca a un matrimonio eclesiástico”

(Cameron Doody).- “La Iglesia debe respetar más a los gays y a las lesbianas, también en su experiencia de la sexualidad”. El arzobispo de Malinas-Bruselas, el cardenal Jozef De Kesel, ha apuntado a un “cambio de paradigma” en el trato de la Iglesia hacia personas con atracción al mismo sexo.

Un cambio que podría incluir una celebración eclesial “de acción de gracias o de oración” por las relaciones homosexuales, dado que “ya es insostenible la condena” de la Iglesia de este tipo de amor, ha declarado el primado de Bélgica.

A finales del mes pasado, el cardenal De Kesel se reunió durante con la organización pro-LGBTI HLWM en su palacio arzobispal, ante los que aseguró que no tiene “absolutamente nada en contra” de las uniones homosexuales, siempre y cuando se lleven a cabo en un contexto donde “la honestidad, la firmeza y la lealtad sean fundamentales”.

“Veinte años atrás hubiera hablado de manera diferente a como lo hago ahora sobre este tema“, explicó De Kesel, en declaraciones recogidas por Zizo Online. “Entonces habría seguido la enseñanza oficial de la Iglesia. Ahora lo veo mucho más ‘comprensivamente’. El respeto es fundamental.

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El arzobispo belga también expresó su deseo de responder a las peticiones de parejas homosexuales creyentes que desean un reconocimiento simbólico por parte de la Iglesia. Por ello, De Kesel propuso una celebración formal eclesiástica de dichas relaciones, si bien ha matizado que dicha ceremonia no podría parecerse demasiado a las de bendiciones o nupcias heterosexuales.

“Una oración eclesiástica para una relación entre dos hombres o dos mujeres es ciertamente posible, siempre que no se parezca a un matrimonio eclesiástico”, apuntó De Kesel en este sentido, precisando que “un intercambio de anillos, por ejemplo, no se puede hacer”.

Aún así, el apoyo de De Kesel a la idea de un reconocimiento eclesial de las relaciones gays se suma al del cardenal Reinhard Marx, quien afirmó en febrero de este año que no ve nada malo en un cuidado pastoral más “cercano”, y hasta en un “ánimo” explícito, a los católicos homosexuales.

35 de las 93 diócesis francesas ya cuentan con oficinas de atención pastoral a los homosexuales

Una idea del “cambio de paradigma” eclesial hacia los homosexuales que proponen los cardenales De Kesel y Marx ya empieza a hacerse evidente en Francia, donde cinco años después de la legalización de los matrimonios gays 35 de las 93 diócesis nacionales ya cuentan con oficinas de atención pastoral a los homosexuales, según informa La Croix.

Programas como el de la diócesis de Creteil, en las afueras de París, donde un diácono casado y su mujer reúne periódicamente a fieles gays para “testimoniar a la presencia fraternal de la Iglesia” con los homosexuales. O en Saint-Etienne, cerca de Lyon, donde el obispo ha mandado que trabajadores pastorales acompañen a los gays en “tiempos de oración” para “confiar su amor a Dios”: en mayor parte para contrarrestar la impresión -extendida entre la comunidad homosexual- de que la Iglesia apoyó las manifestaciones en contra del matrimonio gay organizadas por la asociación La manif pour tous.

Como ha explicado Fabienne Daull, miembro de un grupo de cristianos pro-LGBT en Nimes, la idea de estos programas es “decir y repetir que es posible ser cristiano y ser homosexual, que no es incompatible ni contrario a la fe”. Que es posible que los gays encuentren a Dios en sus vidas y que estén plenamente integrados en sus parroquias. Un cambio de actitud y de trato que ha sido impulsado por las famosas palabras pronunciadas por el Papa Francisco en 2013: “¿Quién soy para juzgar a un gay?”.

Un grupo reducido, pero insistente, de obispos aperturistas

Lo cierto es que Jozef De Kesel, no está del todo solo. Forma parte un grupo de obispos que han avanzado posturas diferentes en materia LGTB a las que sostiene la mayoría de la jerarquía católica como el obispo de Amberes, Johan Bonny. Es un grupo reducido, pero destacable por haber mantenido una misma línea desde hace ya varias años. Entre ellos está, por ejemplo, Franz-Josef Bode, obispo de Osnabrück (Alemania), que en septiembre de 2015 se mostró a favor de bendecir a las parejas del mismo sexo unidas en una relación estable, aunque de forma privada y no en una ceremonia pública.

Destaca el cardenal Reinhard Marx, presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, arzobispo de Munich y Frisinga, considerado un estrecho colaborador del papa Francisco. Fue él quien declaró primero, dando pie a que el propio papa hiciera declaraciones en el mismo sentido, que la Iglesia católica debía pedir perdón por su trato a las personas homosexuales: “La historia de los homosexuales en nuestra sociedad es una historia pésima porque hemos hecho mucho para marginarlos. No hace tanto tiempo de ello, y por tanto como Iglesia y como sociedad debemos pedir perdón”. El cardenal alemán señaló también que las relaciones de fidelidad entre personas mismo sexo deben valorarse positivamente: “Tenemos que respetar las decisiones de las personas. Tenemos asimismo que respetar, como dije en el primer sínodo —algunos estaban consternados pero yo creo que es normal— no se puede decir que una relación entre dos hombres, si son fieles, que esto no es nada, que no tiene ningún valor”.

Ya antes del pontificado de Francisco, en 2012, el cardenal Rainer Maria Woelki, arzobispo de Berlín, llamó a la Iglesia a reflexionar sobre su posición contraria a las parejas del mismo sexo. En este sentido, afirmó que deberían ser consideradas como análogas a las heterosexuales. Igualmente, en una entrevista algo posterior, denunció el “falso perfeccionismo” que a su juicio imperaba en la Iglesia. Con todo, poco después tuvo que aclarar su postura haciendo un curioso equilibrio: por un lado afirmó que “allí donde haya personas pendientes y dispuestas la una de la otra, eso merece reconocimiento”, para añadir en cambio que los “actos” homosexuales iban “en contra de la ley natural y por tanto no pueden ser aceptados por nuestra parte”.

Por otra parte, no podemos dejar de mencionar a Raúl Vera, obispo de Saltillo (México), quien lleva ya años destacándose por su defensa de las personas LGTB. En fecha tan temprana como 2011 apoyó la organización del Foro de Diversidad Sexual, Familiar y Religioso por parte de la Comunidad de San Elredo, un grupo LGTB cristiano: “La sociedad mexicana aún no ha podido desligarse de prejuicios, intolerancia y hostilidad contra las personas homosexuales, generando actos de violencia y rechazo social y familiar”, declaró entonces. Igualmente, este mismo obispo bautizó en 2014 a la hija de una pareja de lesbianas, quienes habían contraído matrimonio en el Distrito Federal, primer territorio de México que aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo.

El catolicismo alemán, punta de lanza

No es de extrañar que la mayor parte de los ejemplos mencionados vengan del ámbito germánico. Alemania alberga una de las comunidades católicas más abiertas a la realidad LGTB. De hecho, las declaraciones de estos obispos alemanes resultan tímidas frente a iniciativas de los laicos. En diciembre de 2015, la división local de Colonia de la Alianza de Juventudes Católicas Alemanas (Bund der Deutschen Katholischen Jugend –BDK-) aprobaba un documento titulado “Todos son bienvenidos”, en el que afirmaba que “el amor de Dios no hace distinciones” y reconocía que las “personas homosexuales” pueden “vivir el sexo de manera responsable”. Otro ejemplo elocuente fue el documento firmado en 2011 por 144 teólogos católicos de habla alemana (aproximadamente un tercio del total) en el que abogaban por una profunda reforma de la iglesia que incluyera, entre otras muchas medidas, el fin del “rigorismo moral” que condena al ostracismo en el seno de dicha institución a las parejas del mismo sexo o a los divorciados casados en segundas nupcias.

Esta apertura a la realidad LGTB  se corresponde, por lo demás, con una actitud progresista de buena parte del catolicismo alemán en temas como la contracepción o el divorcio, en los que Alemania ya marcaba diferencias con los pontífices anteriores, en particular con el también alemán Joseph Ratzinger.

En definitiva, dentro de la dinámica en la Iglesia católica de alternar algún paso adelante con pasos atrás (como bien ha quedado en evidencia con las más recientes declaraciones del papa), existe un grupo de obispos que parece presionar en un sentido inclusivo. No hace falta recordar, por desgracia, en qué posición se sitúan las voces cantantes del episcopado español. Con alguna salvedad como el obispo Vera, parece que de nuevo les toca a los obispos del norte de Europa el papel de avanzadilla.

Fuente reigión Digital/Cristianos Gays

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El Cardenal de Viena Schönborn carga contra un obispo que comparó las relaciones homosexuales con los campos de concentración… y el arzobispo de Filadelfia, Charles Chaput responde furioso

Jueves, 22 de febrero de 2018
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En cuanto a la bendición de gays la Iglesia “no tiene fórmulas ciertas”

Anima a “encontrar respuestas cuidadas que mantengan a la vista la dignidad” de los homosexuales 

“Es y seguirá siendo incomprensible que uno pueda hacer una conexión entre crímenes sistemáticos contra la humanidad y las formas de vida de las personas homosexuales”

Chaput: “Cualquier bendición de uniones homosexuales heriría a la Iglesia”

(Cameron Doody).- “Inaceptables“. De esta forma ha calificado el cardenal Christoph Schönborn los ataques de los elementos más conservadores del catolicismo a la idea de que la Iglesia pueda llegar a bendecir a parejas del mismo sexo. Una cuestión -la del matrimonio homosexual- para cuyos “retos” la Iglesia “no tiene fórmulas ciertas”, ha añadido el purpurado, y como tal está llamada a “encontrar respuestas cuidadas… que mantengan a la vista la dignidad y la salvación de las almas a los que les conciernan”.

APA17617044-2 - 24032014 - ADMONT - ÖSTERREICH: ZU APA-TEXT II - (v.l.n.r.) Weihbischof Andreas Laun (Salzburg) und Diözesanbischof Egon Kapellari (Graz-Seckau) am Montag, 24. März 2014, während eines Fototermins im Rahmen der Vollversammlung der Bischofskonferenz im Stift Admont. APA-FOTO: ERWIN SCHERIAU Andreas Laun,

El arzobispo de Viena publicó un comunicado este martes en Kathpress en el que lamenta la polémica levantada por los comentarios recientes del cardenal arzobispo de Múnich, Reinhard Marx, en los que éste afirmó que podría imaginar una forma de bendecir a parejas homosexuales en la Iglesia católica. Polémica que ha llevado demasiado lejos, según el cardenal Schönborn, el obispo auxiliar emérito de Salzburgo, Andreas Laun, quien llegó a comparar las propuestas bendiciones de personas del mismo sexo con la bendición de los prostíbulos, las armas, la mafia o los campos de concentración.

“No es para nada aceptable mencionar el valor de las relaciones de personas del mismo sexo a la vez que se menciona la mafia o los campos de concentración, como ha ocurrido ahora, por desgracia“, manifestó el cardenal Schönborn. “Estas cosas no se comparan. Hablar así es inaceptable”.

El actual arzobispo de Salzburgo y vicepresidente de Schönborn en la Conferencia Episcopal austriaca, Franz Lackner, también cargó contra Laun por sus comentarios lamentables.

“La elección de palabras y comparación son totalmente inapropiadas”, denunció Lackner a Kathpress. “Es y seguirá siendo incomprensible que uno pueda hacer una conexión entre crímenes sistemáticos contra la humanidad y las formas de vida de las personas homosexuales”, añadió.

El respaldo del cardenal Schönborn al cardenal Marx representa un importante paso más en el debate sobre la cuestión del cuidado pastoral de los homosexuales al que llamó el purpurado alemán. Aunque ha habido algunas “voces en el desierto” -como las de Laun o del arzobispo de Filadelfia, Charles Chaput– que han rechazado la propuesta de Marx en términos homofóbos “inaceptables”, estas voces han sido minoritarias, lo que demuestra la oportunidad de las palabras de Marx animando a reconsiderar cómo la Iglesia “puede enfrentar los desafíos planteados” por los matrimonios homosexuales y las demás “nuevas circunstancias de la vida de hoy”.

jdmvcirf7na6pafriav3ywcexqCharles Joseph Chaput,

Después de que algunos obispos alemanes se manifestaron a favor de la bendición de parejas del mismo sexo, el arzobispo de Filadelfia, Charles Joseph Chaput, lanzó una andanada ante cualquier paso en esa dirección, recalcando que la bendición de uniones gay “minaría gravemente el testimonio de la Iglesiasobre la naturaleza del matrimonio y la familia”.

En una carta a los sacerdotes de su diócesis, y en respuesta tanto al cardenal Marx como al vicepresidente del Episcopado alemán, Franz-Josef Bode, quienes subrayaron esta posibilidad, Chaput resaltó que “la imprudencia de estas declaraciones públicas es preocupante”.

“Cualquier rito de bendición de parejas homosexuales, cooperaría a un acto moralmente prohibido, sin importar cuán sinceras sean las personas que buscan la bendición“, advirtió el prelado estadounidense, quien advirtió que cualquier bendición confundiría y desorientaría a los fieles, y heriría la Iglesia. “Lo que sucede en la Iglesia en Alemania sobre un tema tan significativo resuena inevitablemente en la Iglesia, y eventualmente aquí”, añadió el arzobispo de Filadelfia, para quien “cualquier rito de ese tipo iría en contra de la Palabra de Dios y de la constante enseñanza y creencia católica”.

Chaput concluyó su carta al clero local reiterando que “bajo ninguna circunstancia ningún sacerdote o diácono puede tomar parte, atestiguar u oficiar cualquier tipo de unión civil de personas del mismo sexo; o cualquier ceremonia religiosa que busque bendecir tal acto”. Esta medida, explica, no significa un rechazo a las personas, sino que busca “sostener con claridad lo que sabemos es cierto sobre la naturaleza del matrimonio, la familia y la dignidad de la sexualidad humana”.

Mientras tanto, el presidente de los obispos alemanes, cardenal Reinhard Marx, ha confesado la existencia de una comisión dentro de la Iglesia alemana encargada con “preparar” una discusión futura sobre la bendición de parejas gays.

Tal y como informó el Süddeutsche Zeitung, el arzobispo de Múnich y Frisinga descartó que esta cuestión formara parte de las conversaciones entre el episcopado en su asamblea primaveral en Ingolstadt que echó a andar ayer y durará hasta el jueves. Si bien no está en la agenda para estos días, no obstante, el purpurado sí reveló que un grupo ya está investigando la posibilidad de ofrecer ritos especiales a personas homosexuales, pero eso sin un mecanismo ya establecido ni un plazo específico para llegar a sus conclusiones.

El pasado 3 de febrero el cardenal Marx declaró que en la Iglesia “no tenemos reglas” a la hora de decidir si bendecir a las personas y parejas gays, con lo que no valen las “soluciones generales” y “tengo que dejarlo al pastor sobre el terreno, acompañando a un individuo con cuidado pastoral”.

Las confesiones del purpurado -miembro de consejo de cardenales asesores del Papa Francisco (el conocido como G9) y como tal uno de los hombres más cercanos al pontífice- vinieron después de que el obispo de Osnabrück, Franz-Josef Bode, sugiriera en enero que la Iglesia podría “pensar en una bendición que no debe confundirse con un enlace matrimonial, ya que “el silencio y los tabúes” sobre la homosexualidad “no conducen a nada” y solo “crean confusión”.

Fuente Religión Digital

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La presión fuerza al arzobispo de Turín a anular un encuentro de parejas gays católicas

Martes, 13 de febrero de 2018
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OLYMPUS DIGITAL CAMERA Una Iglesia cobarde y discriminadora… y punto:

Nosiglia: “Las uniones homosexuales s9n, para la Iglesia moralmente inaceptables”

El prelado había bendecido el acto dentrode un plan de atención específica a este colectivo

(Jesús Bastante).- El arzobispo cedió: Las uniones homosexuales son, para la Iglesia, moralmente inaceptables. Con estas palabras, el arzobispo de Turín, Cesare Nosiglia, arrancaba de cuajo las esperanzas de un nutrido grupo de parejas LGTBI católicas de toda Italia, que se habían inscrito en un retiro sobre la fidelidad destinado a este colectivo y organizado por la diócesis.

Una puerta abierta al reconocimiento de estas realidades, que iba a celebrarse los 24 y 25 de febrero en el Instituto de las Hijas de la Sabiduría y que, en principio, contaba con todas las bendiciones eclesiásticas.

Sin embargo, como viene siendo habitual en países como Italia o España, la presión de los grupos ultraconservadores ha llevado a monseñor Nosigilia a “abrir un período de reflexión” sobre la conveniencia de este tipo de encuentros. Un mazazo para una treintena de parejas gays, que veían cómo, por primera vez, podían sentirse integrados dentro de la Iglesia y del Evangelio en el que seguían creyendo.

La noticia también ha caído como un jarro de agua fría para el padre Carrega, quien iba a ser el encargado de impartir el retiro, que llevaba por lema Dignos de fidelidad‘. El religioso tiene el encargo específico del arzobispo de Turín de llevar adelante un plan de atención específica a las personas homosexuales. Una atención que, al parecer, no podrá llevarse a cabo, aunque monseñor Nosiglia se haya esforzado por asegurar el compromiso de la Iglesia en “el cuidado de los creyentes homosexuales y sus cuestiones de fe“.

beso-gay-iglesiaPara el arzobispo, esta atención pastoral se ofrece a personas en búsqueda, que viven situaciones delicadas e incluso dolorosas. Una iniciativa que ha crecido en los últimos años y la que los participantes “se encuentran con un sacerdote y reflexionan juntos, a partir de la Palabra de Dios, sobre su estado de vida y las opciones en materia de sexualidad”.

¿Cuál es, entonces, la razón para el veto a este encuentro? Las críticas de los sectores ultracatólicos, que denunciaron que cualquier acto diocesano en el que participaran parejas del mismo sexo pondría en duda la tradicional doctrina católica sobre el matrimonio, únicamente entre hombre y mujer, por la Iglesia y para toda la vida.

Ahí radica la prohibición, tal y como el arzobispo de Turín tuvo, finalmente, que admitir. Para el prelado, las uniones homosexuales “son para la Iglesia opciones moralmente inaceptables”, y “están lejos de expresar el proyecto de unidad entre el hombre y la mujer querido por la voluntad de Dios creador como donación recíproca y fecunda“.

Por el momento, el padre Carrega ha optado por guardar silencio para evitar represalias, si bien en anteriores ocasiones había subrayado cómo había participado en varias celebraciones de uniones civiles entre personas del mismo sexo, que están legalizadas en Italia desde mayo de 2016.

Españoles tampoco

Homofobia religiosaEn España, cualquier acercamiento a los matrimonios igualitarios también ha sido reprimido con dureza por parte de los obispos españoles, que no toleran ninguna apertura que pudiera suponer el más mínimo reconocimiento a estas uniones, legales en nuestro país desde hace más de una década. Así, la Iglesia española prohíbe cualquier tipo de bendición o participación en bodas de personas del mismo sexo, y continúa considerando la práctica homosexual como un “desorden”.

Muy lejos de opciones como las planteadas por los obispos alemanes, que ya han planteado oficialmente al Vaticano la posibilidad de crear una suerte de ‘bendición’ para este tipo de uniones, que sin suponer una equiparación al matrimonio tradicional, sí reconozca que estos son una realidad. Como señaló en su día el Papa Francisco, “si una persona es gay y busca a Dios y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarlo?”. El arzobispo de Turín, y los obispos españoles, sí lo hacen. Y lo condenan.

Un grupo reducido, pero insistente, de obispos aperturistas

Lo cierto es que Marx no está del todo solo. Forma parte un grupo de obispos que han avanzado posturas diferentes en materia LGTB a las que sostiene la mayoría de la jerarquía católica como el obispo de Amberes, Johan Bonny. Es un grupo reducido, pero destacable por haber mantenido una misma línea desde hace ya varias años. Entre ellos está, por ejemplo, Franz-Josef Bode, obispo de Osnabrück (Alemania), que en septiembre de 2015 se mostró a favor de bendecir a las parejas del mismo sexo unidas en una relación estable, aunque de forma privada y no en una ceremonia pública.

soy-homosexual-tengo-hijos-soy-catolico1Destaca el cardenal Reinhard Marx, presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, arzobispo de Munich y Frisinga, considerado un estrecho colaborador del papa Francisco. Fue él quien declaró primero, dando pie a que el propio papa hiciera declaraciones en el mismo sentido, que la Iglesia católica debía pedir perdón por su trato a las personas homosexuales: “La historia de los homosexuales en nuestra sociedad es una historia pésima porque hemos hecho mucho para marginarlos. No hace tanto tiempo de ello, y por tanto como Iglesia y como sociedad debemos pedir perdón”. El cardenal alemán señaló también que las relaciones de fidelidad entre personas mismo sexo deben valorarse positivamente: “Tenemos que respetar las decisiones de las personas. Tenemos asimismo que respetar, como dije en el primer sínodo —algunos estaban consternados pero yo creo que es normal— no se puede decir que una relación entre dos hombres, si son fieles, que esto no es nada, que no tiene ningún valor”.

Ya antes del pontificado de Francisco, en 2012, el cardenal Rainer Maria Woelki, arzobispo de Berlín, llamó a la Iglesia a reflexionar sobre su posición contraria a las parejas del mismo sexo. En este sentido, afirmó que deberían ser consideradas como análogas a las heterosexuales. Igualmente, en una entrevista algo posterior, denunció el “falso perfeccionismo” que a su juicio imperaba en la Iglesia. Con todo, poco después tuvo que aclarar su postura haciendo un curioso equilibrio: por un lado afirmó que “allí donde haya personas pendientes y dispuestas la una de la otra, eso merece reconocimiento”, para añadir en cambio que los “actos” homosexuales iban “en contra de la ley natural y por tanto no pueden ser aceptados por nuestra parte”.

Por otra parte, no podemos dejar de mencionar a Raúl Vera, obispo de Saltillo (México), quien lleva ya años destacándose por su defensa de las personas LGTB. En fecha tan temprana como 2011 apoyó la organización del Foro de Diversidad Sexual, Familiar y Religioso por parte de la Comunidad de San Elredo, un grupo LGTB cristiano: “La sociedad mexicana aún no ha podido desligarse de prejuicios, intolerancia y hostilidad contra las personas homosexuales, generando actos de violencia y rechazo social y familiar”, declaró entonces. Igualmente, este mismo obispo bautizó en 2014 a la hija de una pareja de lesbianas, quienes habían contraído matrimonio en el Distrito Federal, primer territorio de México que aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo.

El catolicismo alemán, punta de lanza

la-iglesia-y-los-gaysNo es de extrañar que la mayor parte de los ejemplos mencionados vengan del ámbito germánico. Alemania alberga una de las comunidades católicas más abiertas a la realidad LGTB. De hecho, las declaraciones de estos obispos alemanes resultan tímidas frente a iniciativas de los laicos. En diciembre de 2015, la división local de Colonia de la Alianza de Juventudes Católicas Alemanas (Bund der Deutschen Katholischen Jugend –BDK-) aprobaba un documento titulado “Todos son bienvenidos”, en el que afirmaba que “el amor de Dios no hace distinciones” y reconocía que las “personas homosexuales” pueden “vivir el sexo de manera responsable”. Otro ejemplo elocuente fue el documento firmado en 2011 por 144 teólogos católicos de habla alemana (aproximadamente un tercio del total) en el que abogaban por una profunda reforma de la iglesia que incluyera, entre otras muchas medidas, el fin del “rigorismo moral” que condena al ostracismo en el seno de dicha institución a las parejas del mismo sexo o a los divorciados casados en segundas nupcias.

Esta apertura a la realidad LGTB  se corresponde, por lo demás, con una actitud progresista de buena parte del catolicismo alemán en temas como la contracepción o el divorcio, en los que Alemania ya marcaba diferencias con los pontífices anteriores, en particular con el también alemán Joseph Ratzinger.

En definitiva, dentro de la dinámica en la Iglesia católica de alternar algún paso adelante con pasos atrás (como bien ha quedado en evidencia con las más recientes declaraciones del papa), existe un grupo de obispos que parece presionar en un sentido inclusivo. No hace falta recordar, por desgracia, en qué posición se sitúan las voces cantantes del episcopado español. Con alguna salvedad como el obispo Vera, parece que de nuevo les toca a los obispos del norte de Europa el papel de avanzadilla.

Fuente Religión Digital/Cristianos Gays

Homofobia/ Transfobia., Iglesia Católica , , , , , ,

Feminismo radical, ideología de género y el Papa Francisco

Sábado, 20 de enero de 2018
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jesus“Lo que están en juego son las personas”

“El humo generado por críticos de la ‘ideología de género’ impide ver el sentido cristiano de la gracia”

(Alex Roig).- Suena siniestro leer que tras la ideología de género se encuentra el marxismo cultural y el feminismo radical, amén de otros agentes, empeñados en acabar con la familia tradicional y el mundo occidental tal como lo conocemos.

¿En relación a qué es “radical” el feminismo así calificado? Según sus críticos es “radical” en relación al feminismo moderado o tradicional de las primeras feministas, las cuales fueron buenas chicas que portaron el estandarte de la liberación femenina con justas reivindicaciones sociales como un salario digno o acceso a profesiones consideradas exclusivamente de hombres. Un feminismo al cual nada se puede objetar, sino todo lo contrario.

Pero a finales de los años sesenta surge en Estados Unidos un grupo de feministas radicales que empieza a desmarcarse de lo que hasta ese momento había sido el movimiento feminista reivindicativo en todo el mundo, dando lugar al feminismo agresivo contra el hombre y toda su cultura patriarcal, cuyo germen debe buscarse en la nueva izquierda surgida después de mayo del 68. “El corpus de esta ideología totalitaria incluye el sexo libre, el aborto, y la desaparición del matrimonio, la familia y la religión por ser instituciones opresoras”.

A juzgar por lo extremado de las afirmaciones de algunas de sus representados es fácil satanizar el feminismo radical, sin pararse a pensar en sus causas y razones reivindicativas, tras las que se esconden muchas experiencias de dolor, como la de, por ejemplo, la escritora estadounidense y activista Andrea Dworkin, cuya vida es todo un rosario de abusos.

Para empezar, abusos por parte de su padre, abusos de su primer marido. A los 18 años fue arrestada durante una protesta contra la guerra del Vietnam y estuvo en la cárcel de mujeres del Village, donde sufrió abusos de dos médicos. Todos estos factores dominaron sus batallas subsiguientes contra toda forma de violencia contra la mujer.

Tras licenciarse en Literatura en 1968 por el Bennington College, dedicó todas sus fuerzas a la lucha feminista. Básicamente, fueron batallas contra la pornografía, la pedofilia, la violencia contra la mujer y la conducta sexual del hombre como referente de la desigualdad imperante, ahondando en la utilización del sexo por el hombre como vehículo del poder patriarcal. En 1999, a los 53 años, fue drogada y violada en un hotel de París, un suceso que le hizo un daño enorme, agravado, además, porque hubo quien no creyó su historia.

Es evidente que muchas mujeres no han llegado al feminismo radical por pura teoría ni por promover caprichosamente una ideología de género, sino sencillamente como consecuencia de su propia experiencia de vejación y dolor. Se entiende perfectamente que sea una mujer, monja y teóloga católica, Ivone Gebara, la que pueda escribir una teodicea teológica hasta aquí no tratada por ningún teólogo o filósofo masculino, me refiero a El rostro oculto del mal. Una teología desde la experiencia de las mujeres (Trotta, Madrid, 2002).

Ciertamente, la experiencia de violencia sexual o machista no justifica necesariamente las posiciones extremas o radicales, pero ayuda a comprenderlas y obliga a buscar otras perspectivas y hermenéuticas más comprensivas, según el principio cristiano destacado por San Ignacio, de que antes de condenar la posición contraria, hay que intentar salvarla. Así es como se es fiel a aquel que dijo, “no he venido a condenar al mundo, sino a salvarlo” (Jn 12, 47).

Cuando cada día somos testigos del abuso de la mujer, que en estos últimos meses ha tenido por protagonista a la industria del espectáculo de Hollywood, pero que es una realidad cotidiana que muchas niñas -y niños- llevan sufriendo desde la más tierna infancia en el seno mismo de su familia. Es triste comprobar que la violencia contra la mujer está presente en tanto en ámbitos privados como públicos; en el hogar y en trabajo; en la economía canalla de la prostitución, la pornografía y la trata de blancas; en la violencia física directa; en los feminicidios, que muchas veces quedan impunes.

Los que señalan los años 60 como génesis de la ideología de género, deben recordar que aquellos fueron marcados no solo por el movimiento feminista radical, sino también por protestas internacionales contra la guerra en Vietnam y contra la aceptación y hasta el apoyo de brutales dictaduras en Latinoamérica. Parte de aquella juventud se radicalizó al no ver posibilidades de eliminar esta violencia institucional. Protestaba por igual contra la violencia política y todo tipo de violencias, entre ellas la violencia de género.

Dicho esto, hay que aclarar que este tipo feminismo radical de los años 60-70 ya apenas si existe, excepto en Estados Unidos, donde siempre ha contado con grandes representantes, cuyo pensamiento fluctuó entre lo radical y lo moderado. Hoy muchas feministas abogan más por la cooperación que por la confrontación. En la actualidad, se puede decir con María Blanco, que “nadie tiene el monopolio de lo que piensan las mujeres, ni del feminismo auténtico, ni de la feminidad” (Afrodita desenmascarada. Una defensa del feminismo liberal, Deusto Ediciones, Barcelona, 2017).

Cathy Young, escribiendo a mediados del 2016 para The Washington Post, afirmaba que casi nadie niega la realidad histórica de la dominación masculina, pero la solución al problema, que ha creado un gran fractura en nuestra cultura, pasa no sólo por la guerra entre sexos. “Para formar parte de la curación, el feminismo debe incluir a los hombres, no sólo como aliados sino como socios, con una misma voz y una misma humanidad”.

Después de una década complicada, la Conferencia Episcopal Española reconocía que el tiempo transcurrido desde la publicación Directorio de la Pastoral Familiar en España (2003), donde los obispos llamaban la atención sobre las nuevas circunstancias en las que se desarrollaba la vida familiar, y la presencia en la legislación española de presupuestos que devaluaban el matrimonio, en la actualidad “permite advertir que, desde entonces, no son pocos los motivos para la esperanza. Junto a otros factores se advierte, cada vez más extendida en amplios sectores de la sociedad, la valoración positiva del bien de la vida y de la familia; abundan los testimonios de entrega y santidad de muchos matrimonios y se constata el papel fundamental que están suponiendo las familias para el sostenimiento de tantas personas, y de la sociedad misma, en estos tiempos de crisis”.

Los múltiples desafíos al concepto cristiano de la sexualidad y la familia están ahí, pero para responder a esta problemática, amplia y compleja, a la Iglesia no le queda otra vía que volver a reflexionar las viejas creencias a la luz de las nuevas realidades. Su labor es la búsqueda de la paz y el bien en cada nuevo contexto y en cada nuevo momento de la historia, sanar el egoísmo visceral que nos lleva a preferir siempre nuestros intereses en detrimento de los demás.

El ser humano, debido a lo arraigado de su pecado, ha construido una sociedad injusta y discriminadora, donde las esclavitudes antiguas da lugar a nuevos tipos de esclavitud, donde en última instancia todo se reduzca a mantener la diferencia entre los de arriba y los de abajo, entre la élite y la no-élite; entre los nuestros y los otros.

“Establecemos”, como dice Ivone Gebara, “colores y etnias superiores unas a otras, sexos superiores a otros, orientaciones sexuales más normales que otras. Y quien está del lado del poder y de la normalidad no duda en mantener relaciones excluyentes y culpabilizar a ‘los diferentes’ por muchos males del mundo”.

La Iglesia no es inmune a estos combates históricos entre la igualdad y la desigualdad, lo que en la Biblia se describe como “acepción de personas”, intolerable para el creyente. La Iglesia tiene miedo de las feministas radicales y la feministas tienen miedo de la Iglesia. “Las feministas”, escribía Alicia Miyares, “sabemos que los valores, tanto morales como políticos, de la igualdad y la libertad son falazmente cuestionados por discursos religiosos que pretenden interrumpir de continuo la marcha de la humanidad hacia modelos de democracia más perfectos”.

Los últimos papas, comenzando por Juan Pablo II, pasando por Benedicto XVI y llegando a Francisco, se han pronunciado inequívocamente contra la “ideología de género; esto no se puede negar.

En la exhortación apostólica postsinodal Amoris laetitia sobre el amor a la familia, publicada en marzo de 2016, el Papa Francisco advierte: “Otro desafío surge de diversas formas de una ideología, genéricamente llamada gender, que niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y de mujer. Esta presenta una sociedad sin diferencias de sexo, y vacía el fundamento antropológico de la familia. Esta ideología lleva a proyectos educativos y directrices legislativas que promueven una identidad personal y una intimidad afectiva radicalmente desvinculadas de la diversidad biológica entre hombre y mujer. La identidad humana viene determinada por una opción individualista, que también cambia con el tiempo” (n. 86). Con ello no hace sino defender la enseñanza sustentada en la Escritura y la Tradición sobre las relaciones hombre-mujer y el matrimonio.

Pero, téngase en cuenta una nota importante. Para Francisco, denunciar la ideología de género no implica negar ayuda o compañía a los homosexuales; no cierra los ojos a la urgencia de una teología pastoral adecuada, sensible y atenta a la realidad.

En la habitual conferencia de prensa que concede en el retorno de sus viajes internacionales, específicamente en el vuelo de Azerbaiyán a Roma, el Papa señaló que “las personas se deben acompañar como las acompaña Jesús. Cuando una persona que tiene esta condición llega hasta Jesús, Jesús no le dirá seguramente vete porque eres homosexual. No. Lo que yo he dicho, es esa maldad que hoy se hace en el adoctrinamiento de la teoría del género”. “Antes que nada, yo he acompañado en mi vida como sacerdote, obispo y también como Papa, he acompañado personas con tendencia homosexual y también con prácticas homosexuales. He acompañado, los he acercado al Señor, algunos no podían, pero yo he acompañado y nunca he abandonado a nadie, esto que quede claro”.

Anteriormente, el 26 junio 2016, Francisco se había atrevido a decir que la Iglesia católica debería disculparse con las personas gays por la forma en que las ha tratado. Fue durante el vuelo de regreso al Vaticano tras su visita a Armenia. El Papa hizo estas declaraciones cuando le preguntaron si estaba de acuerdo con los comentarios del cardenal alemán Reinhard Marx, quien dijo que la Iglesia debía disculparse con los homosexuales por haberlos “marginado”. Leer más…

Espiritualidad, Iglesia Católica , , , , ,

“Una sociedad libre de homofobia, un reto para los cristianos – 4”, por José Antonio Pagola

Sábado, 22 de octubre de 2016
Comentarios desactivados en “Una sociedad libre de homofobia, un reto para los cristianos – 4”, por José Antonio Pagola

lgtb_pagolaLos hermanos y hermanas del Grupo Cristiano Betania de Aldarte, Bilbao, nos han enviado amablemente este texto que agradecemos y que publicaremos en cuatro partes sucesivas…

Ponencia de José A. Pagola impartida en la universidad de Deusto el 11 de mayo de 2016, organizada por las comunidades de Betania LGTB y otros colectivos cristianos. CUARTA PARTE:

6. La necesidad de promover una mirada más humana, misericordiosa y justa sobre la experiencia homosexual

Como decía anteriormente, el Sínodo sobre la Familia ha terminado sin abordar directamente la cuestión de la homosexualidad, pero entre los temas pendientes ha quedado uno: reconocer “los elementos positivos” que se transparentan en las llamadas uniones estables de personas homosexuales”. Pues bien, creo que esa búsqueda algo se está moviendo en la Iglesia. Es posible observar que jerarcas, teólogos y pastoralistas católicos van delineando poco a poco desde diversas perspectivas un horizonte más amplio para discernir y valorar la experiencia homosexual de manera más positiva  y más evangélica.

Ya en 1999, en el Sínodo sobre Europa, el General de los dominicos, Timothy Radcliffe, bien conocido por su preocupación por las personas homosexuales, tuvo una intervención donde advirtió a los obispos europeos que “la autoridad de la Iglesia solo convencerá si es capaz de acompañar a las personas, si está atenta a sus desengaños, a sus peticiones y a sus dudas… La Iglesia no tendrá autoridad (para las personas homosexuales) si no aprende su lenguaje ni acepta sus dones [Paolo Gamberini, “Parejas homosexuales. Vivir, sentir y pensar de los creyentes”, en Selecciones de Teología (2016) 267].

Posteriormente varios jerarcas europeos se han pronunciado afirmando de diversas maneras que en el amor homosexual hemos de reconocer elementos positivos que son constitutivos de las persona humana creada a imagen de Dios. Entre los más conocidos, el cardenal Cristobal Schönborn, arzobispo de Viena en una intervención en el Sínodo Extraordinario sobre la Familia; el cardenal Reinhard Marx, arzobispo de Munich, miembro del Consejo de Cardenales del Papa, o el obispo de Amberes Johanj Bonny, que considera que la Iglesia debiera reconocer en las uniones de homosexuales los valores de amor, fidelidad y compromiso.

Pero, seguramente, quien ha hablado con más claridad ha sido el cardenal Carolo Martini, arzobispo de Milán, que ha afirmado que “las uniones homosexuales… pueden testimoniar el valor de un afecto reciproco”. Por eso, si un creyente homosexual llega a madurar la elección de vivir con una pareja del mismo sexo, Martini invita “a no demonizar ni condenar al ostracismo tal elección. El criterio para juzgar tal relación será la fidelidad en la relación, la reciprocidad y el amor responsable” [Paolo Gamberini, a. c., 268 y 277].

Naturalmente es en los teólogos, moralistas y pastores donde se aprecia una voluntad más firme de repensar la actitud de la Iglesia para promover una valoración más justa y más humana. Solo señalaré tres perspectivas.

  • El teólogo moralista Pablo Romero ha recordado recientemente que la Iglesia ha de introducir la conciencia de que la orientación homosexual es “una realidad recibida” (de la vida, del azar, de la naturaleza, de Dios…). Por eso, la persona homosexual no podrá aceptarse a sí misma como don o como criatura agradecida a Dios si no puede reconocer que su orientación sexual concreta es “don de Dios” desde el que está llamada a realizarse. La persona homosexual es la primera que ha de ser educada y ayudada a pasar de una posible homofobia a una valoración positiva de su diferencia sexual o, si es creyente a una aceptación agradecida a Dios de su propio camino [Pablo Romero, “Uniones homosexuales: ¿Rechazo? ¿Misericordia? ¿Reconocimiento?”, en Selecciones de Teología (2016) 217, 28-29].
  • Por otra parte, en reacción a una moral de carácter objetivo y negativo, hay autores que insisten en que “es necesaria una moral del discernimiento sobre las relaciones para proponer al creyente homosexual un itinerario espiritual que le ayude a vivir a imagen de Dios (Paolo Gamberini). “Lo que evidencia la bondad moral de una relación viene dado por la capacidad que tiene de expresar de manera profunda, auténtica y convincente, el mundo interior de las dos personas; de crear las condiciones para un desarrollo de una verdadera interpersonalidad, la cual solo se realiza en la medida en que se abandona la tentación de tratar al otro (la otra) como objeto, y se reconoce a la vez su unicidad irrepetible y su inestimable dignidad (Gianni Piana) [Paolo Gamberini, a. c., 275-276].
  • En esta misma línea, Paolo Gamberini afirma que el objetivo de la ética que se ha de proponer a las personas homosexuales consiste en favorecer el crecimiento de las relaciones más auténticas según las condiciones. El creyente homosexual deberá optar por lo que le aproxime más a lo ‘mejor’ de la relación que está viviendo: con su propio cuerpo, con los otros y con Dios”. Desde esta perspectiva el bien moral consistirá en potenciar las relaciones con los otros y el mundo, consigo mismo y con Dios [Paolo Gamberini, a. c., 275-276].

lgtb_pagola-47. Promover la acogida en las parroquias y comunidades cristianas

Es importante, sin duda, la actuación de la jerarquía y el trabajo de los teólogos y moralistas, pero si queremos dar pasos decisivos para liberar a la Iglesia y a la sociedad de la homofobia es decisivo el clima de respeto, acogida y amistad que se puede generar en las parroquias, comunidades e instituciones y grupos cristianos. Desde esas bases se puede iniciar la reacción para ir cambiando la actitud global de la Iglesia ante las personas homosexuales. Tal vez tenemos que empezar por escuchar las palabras que Jesús nos está dirigiendo a todos: “Nací homosexual y no me estáis acogiendo”.

En el sínodo extraordinario de 2014, en la Relación después de la discusión se planteaba la acogida a las personas homosexuales en un tono positivo: “Las personas homosexuales tienen dones y cualidades para ofrecer a las comunidades cristianas: ¿estamos en grado de recibir a estas personas, garantizándoles un espacio de fraternidad en nuestras comunidades? (Relación, n. 50). Para decepción de bastantes, estas palabras no fueron recogidas. Solo se vuelve a la orientación de la Congregación para la Doctrina de la Fe (1986): “Toda persona, independiente de su propia tendencia homosexual, sea respetada en su dignidad y acogida con respeto, con la preocupación de evitar todo signo de discriminación injusta”.

Quiero comenzar con unas palabras llenas de sensatez evangélica y de realismo del papa Francisco: “La Iglesia está llamada a ser siempre la casa abierta del Padre… A menudo nos comportamos como controladores de la gracia y no como facilitadores. Pero la Iglesia no es una aduana, es la casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas (La alegría del evangelio 47).

Desde este horizonte hemos de trabajar para hacer que en nuestras comunidades cristianas se acoja, se escuche y se acompañe a toda persona homosexual, necesitada como todos de acogida, escucha y amistad.

  • Comunidades cristianas donde sean valoradas por su dignidad sin que su orientación sexual sea motivo de rechazo, discriminación, recelo, lenguaje ofensivo…
  • Comunidades cristianas donde puedan encontrar cauces adecuados para crecer como seguidores y seguidoras de Jesús, dando testimonio de su vida cristiana e integrándose activamente al servicio de la comunidad.
  • Comunidades cristianas en las que puedan encontrar amigos y amigas con los que poder compartir momentos difíciles de soledad, rupturas, discernimientos, toma de decisiones.
  • Comunidades cristianas que sepan solidarizarse y defender a toda persona homosexual de la estigmatización, la hostilidad, las humillaciones o burlas que pueda sufrir en nuestro entorno social o eclesial.
  • Comunidades cristianas comprometidas en concienciar a la Iglesia y a la sociedad para que se respeten los derechos de la población homosexual y se promueva todo lo que favorezca su convivencia digna y justa en medio de la mayoría heterosexual.

Dejadme terminar con un mensaje que quiero comunicar a la comunidad homosexual en nombre de Jesús. Es lo más importante que yo os puedo decir:

“Cuando os veáis rechazados en la sociedad o en la Iglesia,
sabed que Dios os está acogiendo.
Cuando os sintáis condenados por algunos sectores,
sabed que Dios os mira con ternura.
Cuando os sintáis solos, olvidados, pequeños y débiles,
escuchad vuestro corazón y sentiréis que Dios está ahí, con vosotros.
Aunque nosotros os olvidemos, Dios no os abandonará jamás.
No lo merecéis. No lo merecemos nadie,
pero Dios es así: misericordia insondable y bendición para todos”.

José A. Pagola
11/mayo/2016

Biblia, Cristianismo (Iglesias), Espiritualidad, General , , , , , , , , , , , , , , ,

El obispo de Amberes, a favor del reconocimiento litúrgico de las parejas del mismo sexo

Jueves, 13 de octubre de 2016
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media-101571-2El obispo de Amberes, Johan Bonny, ha destacado la necesidad de integrar las parejas del mismo sexo en la Iglesia católica, también con celebración litúrgica. Así lo sostiene en un libro de entrevistas que se publica esta misma semana. Bonny se reafirma así en una postura que ya ha expresado con anterioridad.

Johan Bonny vuelve a destacar entre los obispos católicos por su postura inclusiva en materia LGTB. Lo hace en un libro que ha sido puesto a la la venta en Bélgica este 11 de octubre, y que recoge una serie de entrevistas con el teólogo Roger Burggraeve y la periodista Ilse Van Halst, de la publicación católica flamenca Kerk & Leven. Su título evoca unas célebres declaraciones del papa Francisco sobre las tres palabras más importantes en la familia: Permiso, perdón y gracias. Audaces diálogos sobre relaciones, matrimonio y familia (Mag ik? Dank je. Sorry. Vrijmoedige dialoog over relaties, huwelijk en gezin).

En dicho libro, según recoge el diario La Libre Belgique (tradicionalmente cercano al catolicismo belga), Bonny sostiene la primacía del matrimonio heterosexual y rechaza la equiparación de las parejas del mismo sexo o de otras parejas no casadas por la Iglesia a este. Sin embargo, Bonny también afirma que estas personas y sus relaciones deben tener un hueco en la comunidad católica. Más aún, considera que dicho lugar debe quedar marcado litúrgicamente. Es ahí donde realiza su propuesta más audaz: la elaboración de rituales de bendición para las parejas no casadas (diferentes, eso sí, del sacramento del matrimonio) entre las cuales incluye las del mismo sexo.

Un obispo que ya ha hecho declaraciones a favor de las personas LGTB

No se trata de la primera vez que el obispo de Amberes destaca por sus declaraciones sobre las personas LGTB. En septiembre de 2014, Bonny envió una carta al Vaticano a propósito de la celebración del Sínodo Extraordinario de la Familia. En ella pedía mayor respeto y un lenguaje más matizado ante realidades consideradas “irregulares”. Afirmaba entonces que la Iglesia católica debía “abandonar su actitud defensiva” en temas como la acogida de homosexuales, de los divorciados y vueltos a casar o de los jóvenes que viven en pareja sin estar casados, sosteniendo que estas situaciones “merecen mayor respeto y un juicio más matizado”.

Igualmente, en diciembre de 2014, el obispo de Amberes ya abogó por el reconocimiento litúrgico de las parejas del mismo sexo, lo que le costó la oposición de los sectores integristas. “Debemos buscar en el seno de la Iglesia un reconocimiento formal de la relación que también está presente en numerosas parejas bisexuales y homosexuales. Al igual que en la sociedad existe una diversidad de marcos jurídicos para las parejas, debería también haber una diversidad de formas de reconocimiento en el seno de la Iglesia“, declaró entonces. No especificó si este “reconocimiento formal” debería tener o no carácter litúrgico.

Un grupo reducido, pero insistente, de obispos aperturistas

Lo cierto es que Bonny no está del todo solo. Forma parte un grupo de obispos que han avanzado posturas diferentes en materia LGTB a las que sostiene la mayoría de la jerarquía católica. Es un grupo reducido, pero destacable por haber mantenido una misma línea desde hace ya varias años. Entre ellos está, por ejemplo, Franz-Josef Bode, obispo de Osnabrück (Alemania), que en septiembre de 2015 se mostró a favor de bendecir a las parejas del mismo sexo unidas en una relación estable, aunque de forma privada y no en una ceremonia pública.

También destaca el cardenal Reinhard Marx, presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, arzobispo de Munich y Frisinga, considerado un estrecho colaborador del papa Francisco. Fue él quien declaró primero, dando pie a que el propio papa hiciera declaraciones en el mismo sentido, que la Iglesia católica debía pedir perdón por su trato a las personas homosexuales: “La historia de los homosexuales en nuestra sociedad es una historia pésima porque hemos hecho mucho para marginarlos. No hace tanto tiempo de ello, y por tanto como Iglesia y como sociedad debemos pedir perdón”. El cardenal alemán señaló también que las relaciones de fidelidad entre personas mismo sexo deben valorarse positivamente: “Tenemos que respetar las decisiones de las personas. Tenemos asimismo que respetar, como dije en el primer sínodo —algunos estaban consternados pero yo creo que es normal— no se puede decir que una relación entre dos hombres, si son fieles, que esto no es nada, que no tiene ningún valor”.

Ya antes del pontificado de Francisco, en 2012, el cardenal Rainer Maria Woelki, arzobispo de Berlín, llamó a la Iglesia a reflexionar sobre su posición contraria a las parejas del mismo sexo. En este sentido, afirmó que deberían ser consideradas como análogas a las heterosexuales. Igualmente, en una entrevista algo posterior, denunció el “falso perfeccionismo” que a su juicio imperaba en la Iglesia. Con todo, poco después tuvo que aclarar su postura haciendo un curioso equilibrio: por un lado afirmó que “allí donde haya personas pendientes y dispuestas la una de la otra, eso merece reconocimiento”, para añadir en cambio que los “actos” homosexuales iban “en contra de la ley natural y por tanto no pueden ser aceptados por nuestra parte”.

Por otra parte, no podemos dejar de mencionar a Raúl Vera, obispo de Saltillo (México), quien lleva ya años destacándose por su defensa de las personas LGTB. En fecha tan temprana como 2011 apoyó la organización del Foro de Diversidad Sexual, Familiar y Religioso por parte de la Comunidad de San Elredo, un grupo LGTB cristiano: “La sociedad mexicana aún no ha podido desligarse de prejuicios, intolerancia y hostilidad contra las personas homosexuales, generando actos de violencia y rechazo social y familiar”, declaró entonces. Igualmente, este mismo obispo bautizó en 2014 a la hija de una pareja de lesbianas, quienes habían contraído matrimonio en el Distrito Federal, primer territorio de México que aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo.

El catolicismo alemán, punta de lanza

No es de extrañar que la mayor parte de los ejemplos mencionados vengan del ámbito germánico. Alemania alberga una de las comunidades católicas más abiertas a la realidad LGTB. De hecho, las declaraciones de estos obispos alemanes resultan tímidas frente a iniciativas de los laicos. En diciembre de 2015, la división local de Colonia de la Alianza de Juventudes Católicas Alemanas (Bund der Deutschen Katholischen Jugend –BDK-) aprobaba un documento titulado “Todos son bienvenidos”, en el que afirmaba que “el amor de Dios no hace distinciones” y reconocía que las “personas homosexuales” pueden “vivir el sexo de manera responsable”. Otro ejemplo elocuente fue el documento firmado en 2011 por 144 teólogos católicos de habla alemana (aproximadamente un tercio del total) en el que abogaban por una profunda reforma de la iglesia que incluyera, entre otras muchas medidas, el fin del “rigorismo moral” que condena al ostracismo en el seno de dicha institución a las parejas del mismo sexo o a los divorciados casados en segundas nupcias.

Esta apertura a la realidad LGTB  se corresponde, por lo demás, con una actitud progresista de buena parte del catolicismo alemán en temas como la contracepción o el divorcio, en los que Alemania ya marcaba diferencias con los pontífices anteriores, en particular con el también alemán Joseph Ratzinger.

En definitiva, dentro de la dinámica en la Iglesia católica de alternar algún paso adelante con pasos atrás (como bien ha quedado en evidencia con las más recientes declaraciones del papa), existe un grupo de obispos que parece presionar en un sentido inclusivo. No hace falta recordar, por desgracia, en qué posición se sitúan las voces cantantes del episcopado español. Con alguna salvedad como el obispo Vera, parece que de nuevo les toca a los obispos del norte de Europa el papel de avanzadilla.

Fuente Dosmanzanas/Cristianos Gays

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El papa afirma que la Iglesia debe pedir disculpas a los homosexuales. ¿Nuevo gesto mediático o inicio de un viraje?

Domingo, 17 de julio de 2016
Comentarios desactivados en El papa afirma que la Iglesia debe pedir disculpas a los homosexuales. ¿Nuevo gesto mediático o inicio de un viraje?

la-iglesia-y-los-gaysAunque dimos ya la noticia en su momento, nos parece muy interesante traer al blog este post de Dosmanzanas con reflexuiones y reacciones…

Ha pasado ya un tiempo desde las últimas declaraciones del papa sobre la necesidad de que la Iglesia católica pida perdón a los gais, que tuvieron importante repercusión en medios generalistas. Merece la pena recuperar sus palabras, relacionadas con otras declaraciones aun más explícitas del cardenal Reinhard Marx, presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, considerado uno de sus más estrechos colaboradores. Y es que las palabras de ambos no han dejado de causar reacciones en el seno de la Iglesia. El debate sobre si asistimos a meros gestos mediáticos sin repercusión real o si se trata de una manera paulatina de variar el rumbo bajo la apariencia de que nada cambia vuelve a estar sobre la mesa.

Las declaraciones de Francisco tuvieron lugar a finales de junio, durante el regreso al Vaticano después de su reciente viaje a Armenia. Ante la pregunta de un periodista, el papa reconocía que la Iglesia católica debía pedir perdón a los gais, si bien lo hacía dentro de un contexto más amplio, en el que incluía a diversas realidades: “Creo que la Iglesia no solo debe pedir disculpas… a una persona homosexual que ofendió, sino que hay que pedir perdón a los pobres, a las mujeres que han sido explotadas, a los niños obligados a trabajar, pedir perdón por haber bendecido tantas armas”.

Lo que muchos medios no explicaron, o lo hicieron de forma superficial, es que en realidad estas declaraciones fueron la reacción del papa a otras declaraciones, bastante más explícitas, que días antes había hecho en Irlanda el cardenal Reinhard Marx, presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, arzobispo de Munich y Frisinga y uno de los más estrechos colaboradores de Francisco. En ellas, Marx reconocía con mayor severidad la necesidad de pedir perdón: “La historia de los homosexuales en nuestra sociedad es una historia pésima porque hemos hecho mucho para marginarlos. No hace tanto tiempo de ello, y por tanto como Iglesia y como sociedad debemos pedir perdón”. Pero hubo más, pues el cardenal alemán señaló que las relaciones de fidelidad entre personas mismo sexo deben valorarse positivamente: “Tenemos que respetar las decisiones de las personas. Tenemos asimismo que respetar, como dije en el primer sínodo —algunos estaban consternados pero yo creo que es normal— no se puede decir que una relación entre dos hombres, si son fieles, que esto no es nada, que no tiene ningún valor”.

Marx, incluso, llegaba a asegurar que el Estado “debe establecer regulaciones para los homosexuales para que tengan los mismos, o parecidos, derechos… pero el matrimonio ya es otra cosa”. El presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, en este sentido, se mostraba partidario de reconocer jurídicamente las parejas del mismo sexo, aunque diferenciándolas del matrimonio entre un hombre y una mujer, “personas que están abiertas a dar vida para la siguiente generación”. “Nosotros en la Iglesia no debemos oponernos”, afirmó. Palabras con las que el cardenal Marx sigue la línea de otros obispos de habla alemana que han hecho declaraciones más avanzadas en materia LGTB, como el arzobispo de Berlín, el Cardenal Rainer Maria Woelki, o el cardenal austriaco Christoph Schönborn, arzobispo de Viena. Aunque el más audaz fue Franz-Josef Bode, obispo de Osnabrück, quien llegó a defender la posibilidad de bendecir a las parejas del mismo sexo.

Reacciones

Como era de esperar, las declaraciones del papa, con origen precisamente en las palabras de Marx, han generado todo un rosario de reacciones, sobre todo en los Estados Unidos, el país donde posiblemente es más visible la realidad LGTB entre los católicos, junto con Alemania. Algunas han sido críticas. Jamie Manson, del National Catholic Reporter, señala por ejemplo en un comentario personal en su perfil de Facebook que “el papa quiere que la Iglesia pida perdón a las personas gais por marginarlas, a la vez que apoya la enseñanza del catecismo sobre la homosexualidad. No puedes pedirle perdón a la gente y a la vez reafirmar la doctrina que les hace daño. Eso es puramente disfuncional, cuando no directamente abusivo”.

Otros las han recibido con mayor comprensión. Michael Sean Winters, también columnista del National Catholic Reporter, ha señalado que lo llamativo es, precisamente, que no incluyan matizaciones: “Los comentarios del papa Francisco contrastan nítidamente con aquellos que ponen toda suerte de matizaciones en su afirmación de la dignidad, incluso la humanidad, de las personas gais (…) Las palabras del papa contrastan con la reticencia de muchos obispos para siquiera pronunciar las palabras ‘gay’ o ‘lesbiana’. Es casi imposible sobreestimar el grado al que la obsesión jansenista con temas sexuales ha distorsionado la predicación del Evangelio (…) Puedes explotar a los trabajadores, puedes degradar el medio ambiente (…) pero mientras te opongas a ‘aquellos que experimentan atracción a los de su mismo sexo’, se te etiqueta de ortodoxo”. Por su parte, el jesuita Thomas Reese, presidente de la comisión estadounidense sobre libertad religiosa en el mundo, señaló en The New York Times que: “hay mucha gente en el Vaticano a la que no le gusta que la Iglesia reconozca que alguna vez hemos hecho algo mal… Con los gais esto es especialmente importante porque siguen siendo perseguidos”.

Mención aparte merecen los colectivos LGTB cristianos. De nuevo, las reacciones más significativas vienen del ámbito anglosajón. Quest, una asociación británica de católicos LGTB con varias sedes en Reino Unido, señala que las declaraciones del papa constituyen un importante cambio de rumbo, pero añade que con todo “las palabras no bastan”. Por su parte Fortunate Families, una red estadounidense de madres y padres católicos de hijos LGTB, emitió un comunicado en el que afirmaba que: “sí, los católicos y otras iglesias cristianas han marginado a nuestros hijos, y merecen una disculpa, pero mucho más merecen un acercamiento a ellos que los haga sentirse bienvenidos en nuestras iglesias. Las palabras ‘objetivamente desordenada’ e ‘intrínsecamente malas’ han dado munición a quienes quieren hacerle daño a nuestros hijos, y cuando son internalizadas generan un insano autodesprecio. Una parte significativa de esta disculpa debería ser la de dejar de usar ese lenguaje. Sentirlo y pedir perdón debe dar como resultado un cambio en la política de la Iglesia”.

¿Mero gesto mediático, otra vez?

Cabe conjeturar, en cualquier caso, si asistimos a nuevos gestos mediáticos que esconden el inmovilismo de siempre, o si habrá algo más. Circula por Roma una broma que dice de alguien que “tienes más peligro que el papa en una rueda de prensa”. Y es que, además de lo imprevisible de algunas de sus intervenciones, estas parecen ir siempre más lejos de lo que luego se confirma en las declaraciones oficiales. Desde luego, la interpretación de estos gestos está abierta a debate, y la desconfianza surge de hecho desde entornos antagónicos: si desde la militancia LGTB (cristiana o secular) se es escéptico sobre el alcance real de estos gestos, desde los entornos conservadores se teme que estas declaraciones “informales” representen el inicio de un viraje que con el paso del tiempo acabe llevando a la Iglesia en una dirección distinta a la que desean.

Lo cierto es que a fecha de hoy no ha habido el más mínimo cambio doctrinal, y las palabras de Francisco bien podrían quedar en el olvido más absoluto con el próximo papa. No en vano, algunos dan por hecho que el periodo de Francisco será solo un paréntesis. El que jerarcas del nivel del cardenal Cañizares en España puedan seguir haciendo declaraciones abiertamente ofensivas hacia la realidad LGTB no es, desde luego, tranquilizador.

Esperemos que tengan razón quienes creen que el viraje, todavía pequeño, es irreversible. En un contexto más amplio que el LGTB, el articulista Pedro Castelao, aprovechando el símil, señalaba que “los cambios en el puente de mando y en cubierta están llegando a la sala de máquinas. Es cierto que hay resistencias en la cadena de transmisión y que muchas de las órdenes que salen del puente se extravían por el camino, pero también lo es que la decisión del capitán ha sido enérgica e inequívoca: ¡la Iglesia debe soltar amarras y navegar en dirección a las tierras periféricas! (…) Cuando miramos atrás —dos años no son nada— aún vemos el puerto que acabamos de abandonar y de él aún nos alcanza cierto olor a agua estancada y pescado podrido. ¡Aún hay tanto que limpiar! Temporales vendrán todavía, pero junto con su furia incontrolable traerán también ese aire puro y limpio que renovará la viciada atmósfera eclesial”. Será el tiempo el que confirme si está en lo cierto.

Fuente Dosmanzanas

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El papa Francisco: “La Iglesia debe pedir perdón a los homosexuales”

Miércoles, 29 de junio de 2016
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la-iglesia-y-los-gaysLo tiene muy fácil, pida perdón YA… El problema es que, para que sea creíble esa petición de perdón, Francisco debiera eliminar los infames artículos nn 2357-2359 del Catecismo de la Iglesia Católica que rebosan homofobia, nos llaman desordenados y pretenden que Dios nos ha castigadfo a vivir en castidad sin derecho al amor… Mientras eso no ocurra… Parole, parole, parole

El papa afirmó que tanto los homosexuales como otros grupos marginados por la Iglesia merecen una disculpa por parte de la Iglesia.

A bordo del avión rumbo a Roma tras un viaje a Armenia, el pontífice fue preguntado acerca de si estaba de acuerdo con uno de sus principales asesores, el cardenal alemán Reinhard Marx, quien dijo durante una conferencia en Dublín, en los días posteriores al letal ataque en Orlando dentro de un club gay, que la Iglesia les debe una disculpa a los homosexuales por haberlos marginado.

El Papa Francisco ha declarado tras viajar a Armenia que la Iglesia – no como constitución, sino los creyentes integrantes de la comunidad cristiana – debería disculparse con las personas homosexuales, así como con otros colectivo desfavorecidos a lo largo de la historia. A pesar de ser una gran noticia, especialmente para los homosexuales religiosos, las declaraciones hay que cogerlas con pinzas, ya que no es la primera vez que Francisco se pronuncia negando la igualdad de gays y lesbianas.

Durante el vuelo, el pontífice afirmó que la Iglesia no tenía derecho a juzgarlas, sino que debería respetarlas.  Dijo que algunos comportamientos politizados de la comunidad homosexual pueden ser criticados por ser “un poco ofensivos para otros”, y volvió a responder con una variante de su “¿Quién soy yo para juzgarlos?”, que ya pronunció el 2013 y que despertó tantas esperanzas como suspicacias.

Preguntado sobre la homosexualidad, el Papa afirmó que:

Lo que dice el catecismo de la iglesia católica es que la homosexualidad es un desorden, sin embargo que las personas homosexuales no deben ser discriminadas por ello, sino respetadas y asesoradas pastoralmente. Creo que la Iglesia no sólo debe pedir perdón a las personas gais que ha ofendido, sino también a los pobres y a las mujeres que han sido explotadas, a los niños obligados a trabajar, ofrecer disculpas por haber bendecido tantas armas y por no haber acompañado a las familias que enfrentaban divorcios o que experimentaban otras situaciones, porque no se ha comportado como debería en muchas ocasiones, cuando digo la Iglesia me refiero a los cristianos, que somos los pecadores.

Sin embargo, desde la comunidad LGBT estas declaraciones han sido acogidas con bastante escepticismo, ya que los sectores religiosos siguen intentando presionar para limitar los derechos civiles del colectivo gay, discriminando a las personas homosexuales en todos los países en los que está presente.

Además, hace un mes el propio Papa declaró que aunque el matrimonio igualitario se esté aprobando en varios países, la objeción de conciencia debe ser un derecho al que toda persona puede acogerse si así lo estima conveniente.

Fuente Agencias/Religión Digital, AmbienteG/Cáscara Amarga

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El Papa Francisco ante un dilema histórico

Domingo, 24 de mayo de 2015
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cont_b7yq7jnwf5lg96mEl papa no cesa en denunciar la corrupción del clero, mientras el G9 lo asiste en el desafío de seguir ordenando las finanzas vaticanas y en simplificar la curia.
(Marco Antonio Velásquez).

Después de la Asamblea Extraordinaria del Sínodo de Familia, realizada en octubre de 2014, parecen haberse aquietado las hostilidades hacia el papa, por su espíritu reformista. De hecho, el mismo Francisco ha dado señales de tranquilidad, reafirmando el magisterio tradicional de la Iglesia, concediendo mayor confianza a alguno de los cardenales disidentes, como Carlo María Caffarra, y tomando pública distancia de líderes reformistas, como el cardenal Walter Kasper.

Sin embargo, tal quietud es más aparente que real, porque los opositores han optado por trabajar más silenciosa que bulliciosamente, dejando atrás un estilo que sirvió para alertar a la Iglesia universal y conseguir adhesión. Paralelamente, el papa no cesa en denunciar la corrupción del clero, mientras el G9 lo asiste en el desafío de seguir ordenando las finanzas vaticanas y en simplificar la curia.

En una institución donde predomina el statu quo, son esperables las tensiones que originan los cambios. Dicho ambiente contrasta con la sólida adhesión y apoyo que concita la persona del papa Francisco, quien expone su liderazgo para sensibilizar a las naciones tras el objetivo de globalizar la solidaridad, la justicia y la paz, así como para promover en la Iglesia la autonomía laical, el respeto a la conciencia personal y la acogida de los carismas.

Detrás de cada acto pontificio hay mensajes significativos que no pasan inadvertidos. Como los nombramientos del último consistorio que lapidaron el carrerismo eclesial; o la aprobación de la esperada beatificación de monseñor Romero, que reconoce oficialmente a esa Iglesia pueblo de Dios, concediendo estatus eclesial a las luchas liberadoras de los pobres y de los pueblos oprimidos.

En este contexto, el análisis de la Asamblea Extraordinaria del Sínodo de la Familia de octubre pasado aporta reveladoras pistas para evaluar el ambiente eclesial que rodea al papa Francisco. En tal sentido, la Relatio Synodi dejó una huella inconfundible del pulso eclesial y una medida de la evolución de la Iglesia desde el Concilio Vaticano II.
Reconociendo las diferencias existentes entre un concilio y una asamblea sinodal, hay algo en común que ayuda a evaluar la calidad de la comunión eclesial. En este sentido, el consenso de las votaciones de los padres conciliares y sinodales es un buen indicador del clima de comunión.

Los documentos del concilio se aprobaron de manera casi unánime, registrando en promedio, el conjunto de ellos, una aprobación del 98,5% de los votos conciliares. En ese contexto, la aprobación promedio del 92,5% que tuvieron los 62 numerales de la Relatio Synodi muestra un menor consenso, respecto del alcanzado en el concilio. Incluso hay cuatro numerales de la Relatio Synodi que revelan una acentuación de posiciones divergentes, como son las cuestiones atingentes al acceso a los sacramentos de la comunión y de la reconciliación, a la comunión espiritual y al reconocimiento de elementos positivos entre quienes no viven el matrimonio cristiano, así como la acogida con respeto y delicadeza de las personas homosexuales. En estos temas el nivel de rechazo superó el 30% y llegó al 40% en el caso del acceso a los sacramentos para personas en situación conyugal irregular.

Si el 1,5% de disenso registrado en el Concilio Vaticano II generó un doloroso cisma eclesial que perdura en la actualidad, es evidente que disensos cercanos al 40% como los manifestados en la Relatio Synodi, revelan un significativo cambio del espíritu eclesial entre el Concilio Vaticano II y el Sínodo de la Familia. Surge así una medida de la involución del Concilio en 50 años y una magnitud de la oposición al papa Francisco en cuestiones pastorales.

Con estos datos, es comprensible que las tensiones eclesiales, lejos de calmarse, están presentes y activas. Sin embargo, lo nuevo, es que después de la Asamblea Extraordinaria del Sínodo éstas se manifiestan ya no directamente contra el papa, sino contra los reformistas. Herida la comunión eclesial, las disputas se vuelven más sutiles y técnicas, menos visibles.

Por ejemplo, la tesis aperturista liderada por el cardenal Walter Kasper enfrenta nuevos obstáculos. Cuando en el Consistorio de febrero de 2014, el cardenal Kasper sorprendió a la asamblea refiriendo un trabajo teológico del profesor Joseph Ratzinger, publicado en 1972, donde proponía una solución pastoral para rehabilitar a los divorciados vueltos a casar, nadie imaginó que 44 años después, a fines de 2014, el propio papa emérito, con la ayuda del cardenal Gerhard Müller, publicaría una Retractatio como parte de una colección teológica. En ella, el papa emérito, con el rigor teológico que lo caracteriza, no hace sino reconocer la evolución de su pensamiento, coherente con lo instruido por el mismo desde la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Otro caso da cuenta que, después de la Asamblea Extraordinaria del Sínodo, un grupo de 100 personalidades católicas envió al papa Francisco una Súplica Filial, para que clarifique la desorientación causada por la eventualidad que en el seno de la Iglesia se abra una brecha tal que permita el adulterio con el acceso posterior a la Eucaristía, por parte de parejas divorciadas y vueltas a casar civilmente. Entre los firmantes figuran el cardenal Raymond Leo Burke y el cardenal Jorge Medina Estévez, junto a una lista de obispos y laicos de organizaciones pro-vida y de familia.

Más recientemente, el cardenal Gerhard Müller ha aparecido afirmando la autoridad del prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, al proponer la supremacía de dicho dicasterio respecto de las Conferencias Episcopales, en cuestiones de doctrina y disciplina matrimonial y familiar. Ello, en respuesta al cardenal Reinhard Marx, quien como presidente de la Conferencia Episcopal de Alemania había declarado que “no somos una sucursal de Roma”.

Así, la Asamblea Sinodal de octubre próximo no será fácil para el papa. De hecho, los opositores apuntan a hacer sentir un clima cismático en Roma, algo que en el corazón de un papa constituye un serio límite y un acto de fuerte coacción, en cuanto el obispo de Roma, junto con presidir en la caridad, es el signo de la unidad de la Iglesia.

El papa Francisco sabe que el futuro de la Iglesia se juega en su capacidad de aggiornamento a los desafíos que le plantea el mundo; un terreno donde la Iglesia debe enfrentar aquella vieja pugna entre el imperio de la Ley y el de la misericordia. Visto así, el papa Francisco enfrenta en su conciencia de pastor un serio dilema teológico-pastoral, una cuestión que Jesucristo enfrentó transgrediendo la Ley -no por capricho, sino por misericordia- asumiendo una conducta que le impuso los mayores costos personales que, en última instancia, lo llevaron a la cruz.

Marco Antonio Velásquez Uribe
Revista Reflexión y Liberación

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“¿Dedocracia o democracia en la Iglesia?”, por Pepe Mallo

Domingo, 22 de marzo de 2015
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iglesia-puebloGracias una vez más, querido Pepe, por tu reflexión, llena de Evangelio y de sentido común, a veces experiencia, tiene miedo a la comunidad de hermanos.

Sábado 14 de marzo de 2015.

Enviado a la página web de MOCEOP

Los obispos con frecuencia no se fían de los sacerdotes, y éstos siguen su ejemplo no fiándose de sus fieles. “el menos común de los sentidos”, también en la Iglesia.

El clero, lo sabes por Después del Vaticano II muchos obispos empezaron a solicitar a los sacerdotes lo que ahora solicita el arzobispo madrileño: nombres para vicarios y otros cargos (rectores del semanrio, delegados del clero, arciprestes…). Pronto se cansaron. Juan Pablo II, eligiendo obispos a su imagen y semejanza, contribuyó a cercenar cualquier atisbo de participación decisoria en asuntos eclesiales. El poder eclesial se entendió más en términos de dominio y no de búsqueda fraterna de la voluntad de Dios. El principio de tradición evangélica de “tratar y decidir entre todos lo que afecta a todos” (reflejado en He 15,22) ha sido sustituido por “sólo el presidente de la Iglesia trata y decide todo lo que afecta a todos”. Si él quiere puede consultar con quien quiera y como quiera. Es lamentable que la teología del poder eclesial, inspirada en el Evangelio, esté aún por hacer. La institución eclesial en su funcionamiento actual está lejos del Evangelio. Fraternidad es mucho más que democracia: más libre, más participativa, más escuchar a todos, más decidir entre todos, más confiar en todos, más respeto a lo acordado, más sinceridad, más aprecio por las cosas y las personas… En este camino nos introdujo el Evangelio de Jesús. ¡Ojalá tu reflexión, amigo Pepe, nos acerque más al Evangelio!

¿DEDOCRACIA O DEMOCRACIA EN LA IGLESIA?

“Osoro escribe a los curas de Madrid y les pide “nueve o diez nombres” de sacerdotes o religiosos para la Curia.” Con este titular abre la noticia RD el pasado 10 de febrero. Y continúa en subtitulares “El arzobispo trabaja en una reforma en profundidad de la diócesis madrileña.” En el desarrollo del reportaje, se recogen estas declaraciones del Arzobispo: “Quiero contar con todos vosotros. Quiero escucharos. Quiero que entre todos hagamos un plan pastoral pero que esté refrendado con la realidad. Hay que pasar de lo teórico al mundo real.”

Este anuncio de Osoro amplifica el eco de las palabras del papa Francisco: “La desclericalización del poder es muy importante para la Curia Romana y para la administración de las diócesis”. No son secretos reservados los reiterados propósitos de Francisco de reformar la Curia vaticana ni las diligencias que ha llevado a cabo al respecto. En el reciente Consistorio, los cardenales han respaldado la descentralización del poder y la simplificación de la Curia, ratificando las palabras de Francisco: “La reforma de la Curia quiere favorecer la absoluta transparencia y una evangelización más eficaz.”

Una decisión de tal calado lógicamente está provocando intenso revuelo y cuenta, por consiguiente, con enérgicos defensores e inflexibles detractores. ¿Cambio justificado, prudente, razonable o provocación, desafío y desplante? Cada ojo lo verá a través del matiz de su propio cristalino. Sin embargo, mirándolo bien, sin reflejos, a pesar de los desacuerdos, ambas posturas coinciden unánimes en una idéntica interpelación: ¿Democracia en la Iglesia? A partir de este dilema, me surgen varias controvertidas cuestiones:

1.- ¿Acaso ha existido “democracia” en la Iglesia a lo largo de veintiún siglos?

Parece que solo nombrar la palabra “democracia” provoca recelos en algunas mentes suspicaces. Las democracias en política no han sido nunca ejemplo fehaciente de integridad, honestidad y coherencia. Pero insisto, ¿puede haber democracia en una institución jerarquizada como es la Iglesia? Bueno, podríamos hablar de una “democracia orgánica” (término acuñado por alguien que procesionaba bajo palio); régimen que conduce al más estricto autoritarismo eclesial. Sin embargo, ¿valdría enzarzarse sobre la implantación de una “democracia participativa” en la Iglesia? Con frecuencia se argumenta con el criterio de la “sagrada tradición” en la defensa de ciertas normas, comportamientos, ritos y usanzas de la Institución. Personalmente pienso que deberíamos preguntarnos cuándo nacieron esas tradiciones y de dónde proceden. Por ejemplo, en el caso que nos atañe, la institución de la Curia Romana cuenta solo con poco más de cuatro siglos; se inicia en los años que siguieron al Concilio de Trento. Esa centralización administrativa resultaba necesaria entonces, dentro de una concepción absolutista del papado, el cual debía resolver, de un modo directo, prácticamente todos los aspectos de la vida de la Iglesia.

Aquí debo hacer una leve digresión. “Ecclesia” significa asamblea. Los primeros seguidores de Jesús adoptaron este término para definir su identidad, rememorando los entrañables momentos vividos con el Maestro y, principalmente, la Cena del Señor. Pero no era una asamblea cualquiera. Se trataba de una “comunidad”, una vivencia común, la fraternidad. La autoridad de Pedro no significó dominio, dictadura, autoritarismo. Por eso, creo importante recalcar el sentido “comunitario y fraternal” de las primeras iglesias cristianas.

2.- ¿Cuándo nace y de dónde procede la participación de los creyentes en la gestión de la Iglesia?

Meridianamente, desde sus comienzos. Cuando apenas eran unos pocos, Pedro busca el acuerdo de la minúscula comunidad (Iglesia) para presentar candidatos en reemplazo de Judas. (Hch. 1,15-26). Cuando la comunidad crece y los apóstoles no dan abasto en la justa atención a todos los miembros de la Iglesia de Jerusalén, tras la protesta de los helenistas, convocan a toda la comunidad para que elijan al grupo de los “siete” para el servicio (diaconía) de la Iglesia. (Hch. 6, 1-6) Y esta participación no cesa en los siglos posteriores. Todavía en el siglo I, el papa Clemente, tercer obispo de Roma escribe: “Los apóstoles impusieron la norma de que varones probados les sucedieran en el ministerio con el consentimiento de toda la comunidad”. La Didajé o Enseñanzas de los Doce Apóstoles, considerado el primer “catecismo” escrito que conocemos y reconocido con gran estima por los Padres de la Iglesia, dice: “Elegíos obispos y diáconos dignos del Señor, hombres mansos, no amantes del dinero, sinceros y probados…” (Cap. 15.1) Y el papa san Celestino I (s.IV) insiste: “Nadie sea dado como obispo a quienes no lo quieran. Búsquese el deseo y el consentimiento del clero, del pueblo y de los hombres públicos.” (Carta a los obispos de Vienne). Podríamos añadir un largo etcétera. Esta es la auténtica Tradición eclesial. El afán de poder y el centralismo la invalidaron y aniquilaron, anulando totalmente la intervención de la comunidad. ¿No era esta forma de aportación comunitaria una “democracia participativa”, vale decir la participación del pueblo de Dios en la gestión de la comunidad (Iglesia)? Por tanto, la iniciativa de Osoro entronca irreprochablemente en lo más genuino de la Tradición durante los primeros cinco siglos de la Iglesia.

3.- ¿Reformar o regenerar?

Tras estas reflexiones, me pregunto: ¿Qué se pretende tanto con el proyecto del papa Francisco como con la propuesta del arzobispo Osoro, ¿reformar la curia o regenerarla? Aunque podamos usarlos como sinónimos, los dos términos encierran matices muy diferentes: “reformar” significa dar nueva forma, o sea modificar, variar, retocar. Sin embargo, “regenerar” encierra el significado de restablecer, restaurar, reponer.

La Iglesia jerárquica, desde desafortunados tiempos pretéritos, ha institucionalizado la endogamia. El principio de Juan Palomo ha sido el “guiso” siempre aderezado por los eminentes jerarcas de la Iglesia, secundados por sus mandos intermedios. Parece que la Iglesia la constituye solamente el clero, los demás no pintan nada. Los laicos han quedado postergados y preteridos a lo largo de muchos siglos. ¿Qué se persigue, pues, con estas iniciativas, continuar con la dedocracia jerárquica rediseñando las fórmulas “seudotradicionales” o restablecer y reponer la Tradición de las Comunidades primitivas?

El último Consistorio aboga por la “auténtica sinodalidad y la verdadera colegialidad” en el gobierno de la Iglesia (RD. 13 de febrero de 2015). Como se ve, los términos “sinodalidad y colegialidad” hacen referencia exclusivamente al estamento clerical. Por su parte monseñor Osoro cursa su propuesta solamente a los sacerdotes. No parece, pues, que la participación de los laicos esté muy próxima. Sin embargo, no faltan voces significativas en la Iglesia que buscan este restablecimiento. El cardenal Reinhard Marx, arzobispo de Munich afirma rotundamente (RD. 11 de febrero de 2015): “Una institución centralizada no es una institución fuerte. Es una institución débil. Hay que estar abiertos a los laicos, hombres y mujeres, pero especialmente mujeres. Yo lo digo y lo repito también en mi diócesis: Por favor, vean cómo podemos incorporar a los laicos, especialmente a las mujeres, en posiciones de responsabilidad en la administración diocesana. ¿Qué impedimentos necesitan superarse? La mentalidad! La mentalidad! Los obispos tienen que decidir. Los obispos y el Santo Padre tienen que comenzar a cambiar.”

Especialmente a las mujeres”, dice el cardenal. Efectivamente, reconoce que es uno de los grupos más marginados de la Iglesia. Reza el proverbio “Cuando la mujer da un paso, todos avanzamos”. (Rubrico. Yo esto lo percibo en mi esposa). Hay mujeres con una preparación similar e incluso superior a muchos eclesiásticos. Otro colectivo relegado y hasta proscrito es el de los curas casados. La Iglesia está desperdiciando y desaprovechando la experiencia y la preparación de estos meritorios sacerdotes que dedicaron ardientemente su vida a la proclamación y vivencia del Evangelio desde su estado sacerdotal y actualmente desde su opción matrimonial.

El cardenal Marx aviva la esperanza del cambio: “No estamos creando una nueva Iglesia, pero hay un aire fresco, un paso hacia adelante”. Esto me hace pensar que ha llegado la hora de que tanto la jerarquía como los laicos, imponiéndose a su propia mentalidad de “clientes del clero”, tomen conciencia de que todos somos “responsables activos” en el funcionamiento y en la marcha de la Iglesia. Sustraerse a esta obligación, equivale a potenciar el “clericalismo”, ya de por sí excesivo y, a veces, abusivo.

Pepe Mallo

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¿Por qué los católicos deben condenar la violencia contra los homosexuales?

Viernes, 5 de diciembre de 2014
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papa-francisco-homosexuali2-defaultEn nombre de la dignidad de la persona

“Las leyes todavía criminalizan determinadas expresiones de sexualidad y género”

“Los líderes eclesiásticos deben distinguir entre la condena moral de determinados actos y relaciones, y la aprobación, de manera implícita o explícita, de la violencia”

(Celso Pérez, en America).- La reciente asamblea del Sínodo de Obispos sobre la Familia ha vuelto a suscitar interés sobre la posición católica con respecto a personas homosexuales y lesbianas. Durante el sínodo, líderes eclesiásticos discutieron sobre las perspectivas pastorales y teológicas relativas al lugar que ocupan las personas homosexuales en la Iglesia, y las enseñanzas de la Iglesia en materia de homosexualidad. A raíz del texto del informe intermedio y el informe final, denominado Relatio, buena parte del debate se centró en discutir en qué medida las personas homosexuales son bienvenidas en la Iglesia y en las feligresías locales.

Aunque hubo un diálogo notablemente abierto, los debates del sínodo incluyeron menciones relativamente escasas a la violencia que enfrentan habitualmente las minorías sexuales y de género en todo el mundo. (En este ensayo, empleo la expresión abreviada minorías sexuales y de género para referirme a todas las personas que se identifican como algo distinto de heterosexuales o cisgénero). Lamentablemente, la violencia es a menudo una realidad concreta para católicos y no católicos que no se ajustan ciertas expresiones de sexualidad o género. Organismos internacionales como la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos han advertido sobre los alarmantes índices de agresiones físicas contra estas personas.

Asimismo, en al menos 76 países, las leyes todavía criminalizan determinadas expresiones de sexualidad y género. A menudo estas leyes exponen a las personas a la persecución penal por parte del Estado, y a ataques y persecuciones por parte de miembros de la sociedad civil. Con frecuencia, algunos gobiernos usan a las minorías sexuales y de género como convenientes chivos expiatorios de problemas sociales, políticos y económicos, lo cual agrava su vulnerabilidad.

La creciente concientización sobre estas prácticas discriminatorias enfatiza la importancia de que los católicos, al debatir temas de sexualidad y género, reiteren un mensaje en contra de la violencia dirigida a estas personas. Como ha sido señalado por líderes eclesiásticos, estos llamados son consistentes con la doctrina católica sobre la dignidad de todos los seres humanos. El Catecismo de la Iglesia Católica insta a los católicos a acoger a las “personas homosexuales” con “respeto, compasión y delicadeza“.

La carta de la Congregación para la Doctrina de la Fe “Sobre la Atención Pastoral a las Personas Homosexuales” (1986) exhorta a respetar la dignidad intrínseca de cada persona en las palabras, en las acciones y en la legislación, y condena la violencia contra las personas homosexuales. Si bien algunos líderes eclesiásticos y comunidades religiosas han enfatizado un mensaje de dignidad y respeto, muchos otros no lo han hecho. En los últimos años, católicos tanto religiosos como laicos, a través de sus actos y sus palabras, han promovido políticas y prácticas que parecen propiciar un clima de indiferencia o incluso hostilidad, en el cual se pueden producir actos de violencia contra miembros de minorías sexuales y de género.

Cambios positivos

Desde su elección en marzo de 2013, el Papa Francisco ha manifestado reiteradamente su preocupación por las personas más vulnerables de la sociedad. En su primera exhortación apostólica, “El Gozo del Evangelio”, el papa destacó la necesidad de “estar cerca de nuevas formas de pobreza y fragilidad, donde estamos llamados a reconocer a Cristo sufriente“. El Papa citó el ejemplo de Jesús en Mateo 25, que explica la necesidad de identificarse con los más oprimidos. En declaraciones públicas menos formales, el papa Francisco ha reiterado con frecuencia este mensaje como parte central de la vida cristiana.

El papa Francisco parece haber aplicado este interés en los vulnerables al modo en que trata a las minorías sexuales y de género. En el verano de 2013, cuando se le preguntó por la existencia de curas homosexuales en la Iglesia, el Papa respondió con las siguientes palabras, que luego cobrarían gran resonancia: “Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla?“. En una entrevista posterior publicada en la revista estadounidense America, amplió estos comentarios y destacó la necesidad de amar y acompañar a personas homosexuales, en lugar de rechazarlas y condenarlas de manera categórica.

Otros líderes eclesiásticos han repudiado de manera más explícita los actos de violencia física y hostigamiento contra minorías sexuales y de género. El verano pasado, por ejemplo, el Nuncio Apostólico en Kenia, Arzobispo Charles Daniel Balvo, enfatizó que si bien la Iglesia no aprueba la conducta homosexual, reconoce y respeta la dignidad individual de todas las personas. Ante la escalada de denuncias sobre violencia contra personas homosexuales en algunas regiones de África, el arzobispo señaló que los “homosexuales deberían ser defendidos frente a violaciones de su dignidad y sus derechos humanos; son seres humanos como cualquiera de nosotros“. En Brasil, la Comisión de Justicia y Paz de la Arquidiócesis de San Pablo, un grupo integrado por laicos y miembros del clero, repudió enérgicamente el número alarmante de ataques contra minorías sexuales y de género denunciados en el país.

Otros se han manifestado en contra de las leyes que criminalizan actos sexuales. El cardenal Oswald Gracias, arzobispo de Mumbai, ha criticado abiertamente la ley contra la sodomía. Luego de que el Tribunal Supremo de dicho país restableciera la ley, el arzobispo señaló que la Iglesia “se opone a la legalización del matrimonio gay, pero enseña que los homosexuales tienen la misma dignidad que cualquier otro ser humano, y condena cualquier forma de discriminación injusta, hostigamiento o abuso”. Según el arzobispo, esto incluye la criminalización de las relaciones sexuales practicadas con consentimiento entre personas del mismo sexo, ya que la Iglesia “nunca ha considerado que las personas homosexuales sean criminales”.

El obispo Gabriel Malzaire de Roseau, de Dominica, y el cardenal Peter Turkson, presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz, han expresado comentarios similares sobre la criminalización de la sodomía en Dominica y Uganda, respectivamente. Obispos de Sudáfrica, Botsuana, Suazilandia y Ghana han instado este año a los católicos a ponerse del lado de los vulnerables ante las leyes draconianas que están siendo sancionadas en el continente africano.

Numerosas comunidades católicas también han acogido a minorías sexuales y de género, generado así un espacio seguro para ellas en la Iglesia y en la sociedad en general. En Estados Unidos, por ejemplo, una encuesta extraoficial llevada a cabo por organizaciones católicas determinó que hay más de 200 parroquias en el país donde las personas gay son bienvenidas. Curas estadounidenses han observado la creciente aceptación de personas que se identifican como lesbianas, homosexuales, bisexuales y transgénero (que a menudo se agrupan colectivamente bajo la sigla LGBT), especialmente entre los feligreses más jóvenes.

Incluso líderes eclesiásticos que se han manifestado públicamente en contra de las relaciones entre personas del mismo sexo por razones morales han llamado al respeto y la compasión hacia las personas LGBT. En Nueva York, el cardenal Timothy Dolan consideró positiva la decisión de permitir que grupos de personas LGBT marcharan durante el desfile de San Patricio en la Ciudad de Nueva York. El cardenal Dolan, que se ha opuesto públicamente al matrimonio entre personas del mismo sexo, participará en el desfile del próximo año en calidad de Gran Mariscal.

También en Europa se han observado tendencias similares. Este año, las conferencias episcopales en Alemania y Suiza publicaron informes sobre las creencias y prácticas de feligreses. Los informes se elaboraron sobre la base de extensas encuestas en parroquias de Alemania y Suiza, y a modo de preparación para el Sínodo de Obispos sobre la Familia. En ambos casos, los feligreses manifestaron un apoyo considerable a los homosexuales. El Cardenal Reinhard Marx, presidente de la Conferencia Episcopal alemana, expresó que la Iglesia “no siempre ha adoptado el tono correcto” respecto de los homosexuales, y promovió un enfoque de mayor apertura.

Manteniendo la coherencia

El significado y el alcance de la discriminación injusta en contra de personas homosexuales aún es objeto de debate en círculos católicos. Sin embargo, las enseñanzas que imparte la Iglesia sugieren que, como mínimo, esto incluye la necesidad de abstenerse de ejercer la violencia contra personas por su orientación sexual o expresión de género, percibidas o reales, y de condenar dicha violencia. Tal como lo han señalado líderes católicos, esto incluye la criminalización de las relaciones sexuales consentidas entre adultos.

En 1986, el entonces Cardenal Joseph Ratzinger escribió: “Es deplorable que las personas homosexuales hayan sido y sean objeto de actos maliciosos de violencia, tanto en las palabras como en los hechos. Ese tratamiento merece la condena de los pastores de la Iglesia, en cualquier lugar donde se manifieste”. Las enseñanzas posteriores de conferencias episcopales locales, incluso una carta de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, reiteraron este mensaje de repudio a la violencia.

Si bien este mensaje no constituye una enseñanza oficial, también la Santa Sede se ha opuesto públicamente a la aplicación injusta de sanciones penales a personas homosexuales. En 2008, en la Asamblea General de las Naciones Unidas, el representante del Vaticano declaró públicamente que el Vaticano “sigue defendiendo la idea de que se deben evitar todos los signos de discriminación injusta hacia personas homosexuales e insta a los Estados a eliminar las sanciones penales contra estas personas. Los gobiernos deben eliminar las sanciones penales injustas”.

Si bien en la declaración no se proporcionaron ejemplos de cuáles serían estas sanciones penales injustas, el vocero del Vaticano señaló que incluyen “no sólo la pena de muerte, sino toda la legislación penal que implique violencia o discriminación respecto de los homosexuales”. En un evento paralelo de las Naciones Unidas realizado en Nueva York en 2009, la Santa Sede reiteró su oposición a todas las formas de violencia y discriminación injusta contra personas homosexuales, incluida la legislación penal discriminatoria que menoscaba la dignidad inherente de la persona humana.

Fracasos de la Iglesia

A pesar de estos ejemplos positivos, muchas comunidades y líderes católicos han ignorado o aparentemente contradicho la posición de la Iglesia respecto de las minorías sexuales y de género. En lugar de defender las enseñanzas de la Iglesia sobre ética sexual y, al mismo tiempo, condenar la violencia y promover el respeto por la dignidad humana, muchos han guardado silencio ante terribles atrocidades cometidas contra minorías vulnerables.

En Camerún, por ejemplo, organizaciones de derechos humanos informaron en reiteradas oportunidades sobre casos de ciudadanos que son detenidos y perseguidos penalmente simplemente por “ser homosexuales“, lo cual supuestamente se deduce del modo en que se visten, su gesticulación o sus gustos personales. Organizaciones que trabajan en la defensa de los derechos de las minorías sexuales y de género son objeto de espantosos ataques. El año pasado, un reconocido defensor de derechos humanos, Eric Lembembe, fue torturado y asesinado brutalmente.

El arzobispo Samuel Kléda de Camerún no sólo no ha denunciado estos tipos de actos deplorables, sino que además ha contribuido activamente a un clima de hostilidad hacia las minorías sexuales y de género. En febrero de 2013, el arzobispo Kléda se sumó a un grupo católico de profesionales del derecho para apoyar públicamente la criminalización de la homosexualidad propuesta por el gobierno. En un panel de debate con juristas, el arzobispo citó el pasaje de Levítico 20:13 que insta a aplicar la pena de muerte para las relaciones sexuales entre dos hombres. El Código Penal de Camerún ya dispone que la persona que mantenga “relaciones sexuales con otra persona del mismo sexo” puede enfrentar una pena de prisión de hasta cinco años.

Desde 2006 los políticos en Nigeria han debatido una serie de medidas legislativas que criminalizarían el matrimonio entre personas del mismo sexo, aplicarían penas severas a parejas del mismo sexo e incluso penalizarían la participación en un grupo que promueva los derechos de minorías sexuales y de género. Este año, en una carta enviada al presidente Goodluck Jonathan en representación de la Iglesia Católica de Nigeria, miembros del clero de ese país reivindicaron como “valiente y sabia” una nueva ley que prevé fuertes sanciones penales para las exhibiciones públicas de afecto entre personas del mismo sexo. Los líderes eclesiásticos de Nigeria no han realizado ningún esfuerzo por condenar los ataques violentos contra minorías sexuales y de género ocurridos luego de que la ley fuera sancionada este año.

En Uganda, la Iglesia católica ha vacilado en su posición con respecto a un proyecto legislativo similar. En diciembre de 2009, el arzobispo Cyprian Lwanga se opuso al Proyecto de Ley contra la Homosexualidad, que inicialmente proponía sancionar actos sexuales entre personas del mismo sexo con la pena de muerte. El arzobispo Lwanga manifestó que el proyecto “era incompatible con los valores cristianos” como “el respeto, las compasión y la sensibilidad“. En ese momento la Santa Sede también condenó el proyecto por considerar que constituía una discriminación injusta. Sin embargo, en junio de 2012, una coalición de iglesias anglicanas, católicas y ortodoxas pidió al parlamento de Uganda que agilizara el proceso de sanción de una de las versiones preliminares del proyecto de ley.

La ley de Uganda fue aprobada a principios de 2014. Esta incluía disposiciones que establecían sanciones más rigurosas para personas que participaran en actos homosexuales, incluso la prisión perpetua. La ley también penalizaba delitos relacionados como la promoción de la homosexualidad y la “tentativa a cometer actos de homosexualidad”. Organizaciones de derechos humanos informaron un aumento en los casos de desalojos, violencia y discriminación contra minorías sexuales y de género a partir de la aprobación de la ley.

En lugar de condenar estos ataques, varios obispos de Uganda apoyaron de manera categórica la ley durante las homilías pronunciadas en Pascuas. Algunos prácticamente avalaron de forma tácita o, al menos parecieron justificar, los actos de violencia. Más recientemente, el Arzobispo Lwanga publicó un manuscrito en el cual subrayó la necesidad de respetar y proteger a las personas homosexuales. No obstante, hasta este momento, la Iglesia de Uganda en general no ha adoptado medidas significativas para condenar los abusos de los cuales son las objeto minorías sexuales y de género. Si bien la ley de 2014 fue derogada por el Tribunal Constitucional de Uganda en agosto, legisladores de Uganda presentaron un proyecto de ley similar, que pretenden aprobar antes de fin de año.

En el Caribe, el arzobispo de Kingston, Jamaica, Charles Dufour, también se ha rehusado a repudiar tanto la violencia endémica que enfrentan allí minorías sexuales y de género, como la criminalización por parte del gobierno de ese país de actos sexuales privados practicados con consentimiento entre adultos. En los últimos años, organizaciones de derechos humanos, la Organización de los Estados Americanos, el Departamento de Estado de los Estados Unidos y otros gobiernos y organizaciones han criticado estos casos de violencia. Abundan los casos de miembros de minorías sexuales y de género que son víctimas de golpizas, brutalidad policial, tortura y homicidio.

Al igual que en otras partes del Caribe, algunos grupos locales cuestionan las leyes de Jamaica contra la sodomía. Cuando fue interrogado por activistas que le pidieron que aclarara cuál era la postura de la Iglesia católica con respecto a la criminalización de actos realizados con consentimiento entre parejas del mismo sexo, el arzobispo Dufour indicó que no “sentía la necesidad de efectuar ninguna declaración en particular” sobre el debate en Jamaica. No obstante, el arzobispo Dufour sí alertó sobre el vilipendio y la persecución de grupos religiosos que se oponen a reconocer los derechos de las minorías sexuales y de género. Estas declaraciones son profundamente desalentadoras. El arzobispo Dufour y otros líderes de la Iglesia de Jamaica han desaprovechado una oportunidad importante para poner en práctica la postura de la Santa Sede.

Las declaraciones y acciones de los líderes eclesiásticos tienen un profundo impacto sobre el entorno social en el cual viven las personas que pertenecen a minorías sexuales y de género. Los líderes eclesiásticos deben distinguir entre la condena moral de determinados actos y relaciones, y la aprobación, de manera implícita o explícita, de la violencia y la persecución. De lo contrario, no sólo se oponen a las enseñanzas de la Iglesia, sino que contribuyen a un clima de hostilidad que pone en peligro vidas humanas. El año próximo, el Sínodo de Obispos seguirá analizando las prácticas de la pastoral familiar de la Iglesia. Mientras los líderes eclesiásticos continúan debatiendo sobre la moralidad de las uniones de personas del mismo sexo y acerca de si los homosexuales deben ser acogidos en la Iglesia, también harían bien en condenar, de manera clara y categórica, la violencia que enfrentan minorías sexuales y de género en comunidades alrededor del mundo.

Celso Perez es becario Gruber en Human Rights Watch. Se graduó en derecho (J.D.) en Yale Law School y obtuvo una maestría (M.A.) y una licenciatura (B.A.) en ética teológica en Boston College.

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