Los dos discípulos empezaron a añorar al Maestro. Si Él volviera, si Él estuviera aquí con nosotros, si Él nos acompañara en el camino y nos volviera hablar. Te acuerdas como hablaba de Dios, su Padre? ¿Te acuerdas de aquellas palabras que decía a los pobres?
¿Te acuerdas cómo rebatía a los escribas y fariseos? ¡Si Él se hiciera presente!.
Ven, Señor, en nuestro camino, y repitenos tu palabra consoladora.
Recordemos nuestras desesperanzas, nuestras desilusiones y nuestras torpezas. En eso tenemos muchas cosas en común con los discípulos de Emaús. Somos también de los que "esperábamos" tantas y tantas cosas: mejor familia, mejores resultados profesionales, más frutos pastorales, más salud y más suerte, más amigos y mejores relaciones..y un novio bueno,guapo y rico vivir en pareja....Nos parecemos a los discípulos de Emaús en la torpeza, por que no entendemos nada de los caminos del Señor, ni sabemos leer los signos de nuestra vida, ni aceptamos el sentido de las Escrituras, ni descubrimos su múltiple presencia...
fr.bernat Yoel. Valencia