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Santa María Madre de Dios. Martes 01 de Enero de 2022

Sábado, 1 de enero de 2022

De Koinonia:

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Números 6,22-27

Invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré

El Señor habló a Moisés:

“Di a Aarón y a sus hijos: Ésta es la fórmula con que bendeciréis a los israelitas:

“El Señor te bendiga y te proteja,
ilumine su rostro sobre ti
y te conceda su favor.
El Señor se fije en ti
y te conceda la paz”.

Así invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré.”

*

Salmo responsorial: 66

El Señor tenga piedad y nos bendiga.

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra. R.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe. R.

*

Gálatas 4,4-7

Envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer

Hermanos:

Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción. Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones al Espíritu de su Hijo que clama: “¡Abbá! (Padre).” Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.

*

Lucas 2,16-21

Encontraron a María y a José, y al niño.

A los ocho días, le pusieron por nombre JesúsEn aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho.

Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

*

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*

Homilía de Monseñor Romero sobre los textos litúrgicos de hoy
(1 de enero de 1978)

Amados hermanos, amados radio-oyentes:

Con el saludo bíblico que Dios mandaba cuando se dirigía a su pueblo, ya que los cristianos hoy somos el Israel espiritual de Dios, somos el pueblo de Dios, y para nosotros es este precioso augurio de Año Nuevo: “El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz”, no podía hacerse un saludo más oportuno y espléndido para el año nuevo que estas palabras que la Biblia pone a nuestra consideración esta mañana, y al mismo tiempo unir a esta buena voluntad de Dios la presencia de María, la Virgen Madre.

Hay una fiesta oficial de la Iglesia en honor de María y es hoy, 1º de enero. Ocho días después de dar a luz al Redentor del mundo la Iglesia quiere llamar la atención de todos sus hijos para celebrar la solemnidad de Santa María, Madre de Dios. Así se inicia el año bajo la bendición directa de Dios y bajo este título que es toda una inspiración de confianza en el poder de la Virgen, por ser de Dios.

Se hace, entonces, nuestro momento en que compartimos, aquí en la Catedral y a través de la radio en todas las comunidades, el pensamiento de la Arquidiócesis. Se hace un pensamiento de hogar y sentimos que la Iglesia es nuestra casa y que allí hay una madre mucho más cariñosa, más fina que nuestras mismas madres terrenales que nos quieren tan bien, que no quisieran nada malo para nosotros. Pues María asume toda esa ternura de hogar, y la Iglesia, la Arquidiócesis, las comunidades, deben sentirla siempre presente.

HECHOS DE LA SEMANA

Ahora yo la siento como que fuera nuestra Madre a la que rodeamos todos nosotros, sus hijos, para comentar un poco estos días de Navidad y Año Nuevo como lo están haciendo en sus hogares muchas familias en torno de sus padres. Y le diré a mi madre, la Virgen María, que bendiga siempre este esfuerzo desde la catedral a quien trata de ser el servidor de la diócesis, para dar voz a los que no tienen voz. Que este es un servicio que, sin duda, gusta a la Madre: de ver unos hijos que sufren y que no pueden, muchas veces, manifestar sus sufrimientos, por ejemplo:

ATROPELLOS QUE SUFRE EL PUEBLO Y LA IGLESIA

La carta que recibí de Las Tres Ceibas, donde desmienten las publicaciones que oficialmente se han hecho acerca de los desórdenes que allá surgieron el 24 de diciembre en la noche y el 26 por la tarde. “No fueron los cristianos los que provocaron la balacera, sino elementos ebrios -dice la carta- de ORDEN.” Sería bueno que se investigaran estas cosas; y, antes de echar la culpa a otros de cosas tan graves, se dedujeran las verdaderas responsabilidades.

También se quejan en Aguilares de que la casa donde viven las religiosas, el convento parroquial, se vio de repente invadido por personas de autoridad que saltaron del solar vecino, por el tapial, al convento.

Siguen llegando muchas quejas de capturas de reos sin ser sometidos a tribunales, de desaparecidos; injusticias también que se lamentan en fábricas, en fincas, acerca de aguinaldos, de medidas, de sueldos, de prestaciones.

Hermanos, yo no quiero ser más que una voz que en nombre de Dios que nos quiere a todos hermanos, pide ese sentido de equidad, de justicia, nada más, de ley bien cumplida.

También la Iglesia en esta reunión de familia lamenta el misterio de aquella bomba que destruyó la conocida bodega y el misterio que envuelve los secuestros: del Sr. Safie y de la Sra. de Ciurato.

Ojalá que el nuevo año nos libre de veras, nos dé un aspecto de más tranquilidad y paz de todo lo que se ha venido lamentando en este año que ha terminado.

LA JORNADA DE LA PAZ

En esta reunión con Nuestra Madre, la Virgen, también nos alegramos de celebrar hoy, por voluntad del Santo Padre, la jornada de la Paz. Pero como el día 1º no es el más oportuno para esta reflexión que quiere llamar la atención de todos los hombres de buena voluntad, la Comisión de Justicia y Paz ha organizado para los días 4, 5 y 6 de enero tres reuniones de reflexión. En ellas van a participar el Sr. Arzobispo de Panamá, Monseñor McGrath; y de los salvadoreños, el Dr. Martínez Moreno a las 7 de la noche. Será aquí en Catedral esta reflexión los días 4, 5 y 6.

El día 4 a las 4 de la tarde ya estará Monseñor McGrath, y quiere ofrecer a los sacerdotes y a los que tengan preocupaciones pastorales, religiosas y laicos, una información sobre la preparación de la 3ª reunión general del Episcopado Latinoamericano, que va a tener lugar en Puebla de los Ángeles el mes de octubre de este año que comienza hoy. Es bueno que todos los sacerdotes -ya han sido citados y por este medio les hago llegar nuevamente la invitación para el 4 de enero a las 4 de la tarde en el Seminario- nos reunamos. Lo mismo invito a las personas, religiosas o seglares, que tengan interés en conocer esta actividad del Episcopado de todo el Continente, en el cual se destaca Monseñor McGrath como representante de esta zona centroamericana.

Quiero comunicarles también un saludo muy fraternal recibido ayer del señor Arzobispo de Tegucigalpa, al cual habíamos invitado para la Jornada de Paz, pero no podrá venir por razones ajenas a su voluntad; pero dice que cordialmente está con nosotros y orará mucho por la paz entre estos dos países.

NOMBRAMIENTO DEL OBISPO AUXILIAR

En este ambiente de la línea del Papa, en que reclama la construcción de un orden más justo en El Salvador, que se enmienden evidentes injusticias y que se dé plena libertad sin trabas a la misión y a la predicación de la Iglesia, y otras recomendaciones del Santo Padre, digo que en ese contexto quiero presentarles también la noticia que todos ya saben. Salió en la prensa de esta semana el nombramiento de Monseñor Revelo como Auxiliar de San Salvador. Ya he expresado mi parecer acerca de la persona de Monseñor Revelo. Se trata de un verdadero amigo, aunque muchos quisieran distorsionar su manera de pensar. Yo creo que cuando el Papa, que ha dado esas líneas del proceder de la evangelización en El Salvador y al mismo tiempo nombra un obispo, es decir, expresión de su confianza para la predicación en ese país, es porque el obispo designado es un eco de esta auténtica doctrina de la Iglesia actual. Por eso yo les suplico a todos acoger con benevolencia al nuevo Obispo Auxiliar que el Santo Padre ha designado para ayuda de la Arquidiócesis de San Salvador, y tener en cuenta, pues, cuáles son los pensamientos del Papa a los cuales todo maestro en la Iglesia, todo Obispo, tiene que atenerse para ser digno ministro de la Iglesia en aquel pueblo de Dios al cual es enviado.

En este mismo sentido les dije, cuando nombraron a Monseñor Rivera obispo de Santiago de María, es una expresión de la confianza del Papa en aquella persona designada y por tanto nos da la garantía de que la predicación de estos obispos es verdaderamente acorde con la doctrina actual de la Iglesia, y que todos tenemos que ponernos al día en el pensamiento de una Iglesia que quiere ser cada vez más encarnada en las realidades del pueblo.

DISTORSIÓN DEL MENSAJE DE PABLO VI

En el número de “Orientación” de esta semana les voy a encarecer que lean detenidamente el discurso del Papa al Embajador de El Salvador ante la Santa Sede, porque las noticias parciales que salieron en los periódicos no dan la idea exacta de lo que el Papa desea de este país. Y allí nos daremos cuenta cómo lo que la Iglesia está predicando aquí, localmente en El Salvador, es la línea que el Papa señala también en el discurso dirigido a través del Embajador, a nuestro Gobierno y a nuestro pueblo salvadoreño.

VISITAS PASTORALES Y COMUNIDADES DE BASE

He visitado esta semana las comunidades de San Juan Opico, de Antiguo Cuzcatlán y de la Parroquia La Merced en su iglesia de San Esteban. Yo quiero agradecerles la acogida cariñosa que allí me dispensaron y felicitarlos, a sus párrocos y a sus comunidades, por las actividades eclesiales que están llevando tan magníficamente.

También felicito a las diversas comunidades cristianas que en estos días de Navidad han reflexionado mucho en el Evangelio. Es una de las características más hermosas de Nuestra Iglesia: que se está haciendo más bíblica, más reflexiva; en esas Comunidades de Base que se llaman, porque son los pequeños grupos de fieles dirigidos naturalmente por sus párrocos o por las religiosas que cuidan esos pueblos. Estamos viendo crecer en reflexión y en fe a muchos hombres y mujeres que van comprendiendo cada día más lo que es ser miembro de una Iglesia que prolonga a Cristo en la historia.

OCTAVARIO DE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS

También las Comunidades no católicas, los protestantes, han asumido los que pertenecen a la Comisión Ecuménica una entusiasta preparación de los 8 días de oración que desde hace muchos años se celebra en este mes de enero, del 18 al 25 de enero; se llama el Octavario de Oración por la Unidad de los Cristianos. Me da verdadero gusto saber que no es la Iglesia Católica sola, sino en comunión con los hermanos protestantes, los que estamos preparando estos días de oración para pedirle al Señor lo que Cristo pidió en la última cena: “Padre, que todos los que crean en mí, sean una sola cosa, que no presentemos al mundo el escándalo de la división cristiana sino que seamos verdaderos seguidores del evangelio auténtico y allí nos encontremos como un sólo rebaño bajo un sólo Pastor que es Cristo”.

INVITACIÓN AL HOSPITAL DE LA DIVINA PROVIDENCIA

Finalmente, hermanos, quiero invitarle hoy, 1º de enero, como 1º de cada mes, allá en el Hospital de la Divina Providencia. A las 5 de la tarde se tiene una Hora Santa, es una Capilla muy linda que quizá muchos no conocen, invita a la oración. El 1º de cada mes, allá, junto a los enfermos, podemos al mismo tiempo que hacer un acto de fe en la presencia real de Cristo en la Eucaristía y ejercitar nuestra oración por las grandes necesidades de la Patria, de la Iglesia, de las familias, al mismo tiempo hacer un acto de caridad -que nos manda el Catecismo entre las obras de misericordia – visitar a los enfermos y ayudar a esa obra que verdaderamente tiene un nombre que no es sólo nombre sino realidad: La Divina Providencia. Allí se vive de caridad, del amor con que se llevan allá los donativos, no tiene subsidios sino simplemente la mano de la Providencia a través de sus generosos bienhechores.

REFLEXIÓN COMUNITARIA

Podíamos seguir comentando, hermanos, muchos hechos de la Iglesia que va apiñando cada vez más a sus católicos en la unidad que Cristo quiere, que va también conjurando todas las tentaciones de desunión que arrecian contra nuestra Iglesia. Pero ya bastan estas breves notas, a las cuales juntaría yo la historia íntima de cada uno de ustedes con quienes estamos haciendo esta reflexión: sus familias, Uds. mismos en particular, ¡cuántos problemas! ¡cuánta historia!, todo eso quisiera que lo pusiéramos en común para reflexionar en el cariño, en la grandeza, de esta Madre Bendita que la Iglesia nos ofrece hoy como centro de nuestra reflexión: la Virgen Madre de Dios.

De las tres lecturas de hoy, yo sacaría tres notas para enfocar en su grandeza casi divina a esta Mujer bendita entre todas las mujeres. La primera lectura es Dios que presenta su pensamiento acerca del Viejo Testamento, toda la historia de Israel. La segunda lectura, San Pablo que nos presenta el momento llegado cuando Dios tenía que hacerse hombre, necesitó la colaboración de una mujer de la cual nace Dios hecho hombre; y el tercer pensamiento es el evangelio: los pastores encontraron a Jesús junto a María, María signo, camino hacia Cristo.

1º. DIOS PRESENTA SU PENSAMIENTO ACERCA DEL VIEJO TESTAMENTO: TODA LA HISTORIA DE ISRAEL

En la primera lectura veo en esas breves líneas que hemos leído hoy, todo lo que significaba para Dios su pueblo. Habló el Señor a Moisés y le dijo: “Esta es la fórmula con que bendeciréis a los Israelitas” y luego sigue la bendición que ya la hice como saludo de Año Nuevo. ¿Qué siente Dios para su pueblo? y ¿qué siente el pueblo de Dios para su Dios? ¿Qué es Israel el de la Biblia? ¿Qué es el Viejo Testamento? Es toda una historia de un amor de Dios que va preparando con promesas santas la redención de los hombres. Quiso prepararlos durante largos siglos a ese advenimiento del Hijo de Dios para salvar a la humanidad, para que la humanidad fuera tomando conciencia de lo que es Dios Salvador.

PUEBLO QUE SE FUNDA EN LA FE DE CUYA DESCENDENCIA SERÁN BENDECIDOS LOS DEMÁS

Pero fijémonos como Dios para venir a salvar al mundo se forma un pueblo. El sentido de pueblo es muy grandioso; cuando decimos “el pueblo” no lo profanemos. El pueblo es el conjunto de hombres que va desarrollando en la historia una vocación de Dios. Cada pueblo tiene una vocación, así como cada hombre también tiene una vocación. La vocación de Israel es de lo más grande, pueblo escogido entre todos los pueblos porque su fundador Abraham recibió de Dios una promesa. Era ya anciano y estéril y le dice: de tu descendencia voy a formar un pueblo numeroso como las arenas del mar y las estrellas del cielo. Y aquel hombre que casi pudiera tomarlo como una burla, ya viejo y no teniendo hijos: “¿cómo voy a tener un pueblo tan numeroso?” “cree”, dice la Biblia. Creyó contra toda esperanza. Es un pueblo que se va a fundar en la fe, en la fe de Abraham. Y le comienza a prometer que de su descendencia serán bendecidos todos los pueblos.

Por eso, cuando se oían expresiones en el Antiguo Testamento como la que hemos leído hoy, “invocar el nombre del Señor”, era recordarle a ese pueblo el pacto hecho con Dios, las promesas de Dios a ese pueblo. Cada vez que un nacional o extranjero bendecía a Israel, le estaba recordando: “tú eres un pueblo bendito, tú tienes una relación muy especial con tu Dios”, hasta el punto de que cuando ese pueblo era humillado era el mismo nombre de Dios que se sentía también profanado. Y cuando ese pueblo vencía en sus dificultades, era glorioso en sus circunstancias, era Dios el que se glorificaba. Existía entre Dios e Israel la relación que existe entre un esposo y una esposa. La esposa lleva el nombre del esposo, el apellido del esposo y la suerte de la esposa compromete al esposo. Si esa esposa es fiel, honrada, gloriosa, es el esposo el que se siente glorificado en ella; así como también la esposa profanada, indigna, prostituida, es el nombre del esposo manchado en la conducta de su esposa. Eso era Israel, la esposa de Dios. Por eso los verdaderos israelitas, los verdaderos descendientes de Abraham tenían tanta fe en Dios.

MARÍA, ENCARNACIÓN DE LA HISTORIA DE ISRAEL

La expresión más bella de ese pueblo es la que nos ofrece hoy la Iglesia: “María, hija de Abraham, descendiente de David”, ella encarna en su vida de Virgen sencilla, modesta, desconocida, pero allí como que han venido a concluir todos los torrentes de la historia. Por eso, cuando agradecida canta su Magnificat al Señor que la ha escogido para ser la Madre del prometido del pueblo, dice: “Acogió a Israel su siervo, según las promesas que hizo a Abraham y a su descendencia”. Se sentía Ella la encarnación de toda una historia. Nadie ha sido tan nacionalista como María con su nación. ¡Es un ejemplo! Hermanos, yo quisiera que en este día de María, Madre de Dios, destacáramos esta nota: la Patriota, la que amó a su pueblo, la que vibró con su pueblo, la que conocía las tradiciones, la que no traicionaba los signos patrios. ¡Verdaderamente el corazón de una patriota! ¡Que signo más Bello!

Para que en esta hora en que la nación de El Salvador necesita verdaderos espíritus patrióticos no traicionáramos por acomodarnos a situaciones de política, o de economía, o de sociedad, el verdadero interés del pueblo, la verdadera historia, la verdadera redención.

LLAMAMIENTO DE LA VIRGEN

Día 1º de enero. ¡Salvadoreños! Llamamiento de la Virgen para ser como Ella: amad a vuestra patria, estudiad vuestra historia, conoced vuestra idiosincrasia, sed salvadoreños profundamente. Quizás no tenemos todos la culpa, ni toda la culpa de no amar tan entrañablemente a nuestra Patria como María amó a su Patria. La vemos a veces tan fea, nos sentimos tan desubicados en nuestra propia patria, que muchos prefieren mejor irse a otros lados; no sienten el hogar, no sienten la tradición, no sienten la alegría de la propia sangre, de sus paisajes, de la propia belleza de su tierra, ¡y es tan bonito El Salvador! Pero María vibraba con los paisajes de Israel, con la historia de Abraham, de Moisés, de David, de las grandes mujeres; toda la historia de Israel palpitaba en su corazón de Virgen patriota, enamorada de su tierra.

Hermanos, amemos a nuestra Patria, amémosla como María, que no desconocía sus pecados y pedía misericordia a Dios por los pecados de su pueblo, pero la amaba en su grandeza de vocación de pueblo de Dios. Por eso, cuando Dios escoge una mujer de su pueblo, del pueblo de las promesas, para encarnar en las entrañas de esa mujer a su Hijo que quiere ser un modelo de hombre en la historia, escoge a aquella mujer que encarne mejor todo el espíritu de su Patria. María es escogida por su santidad y por su patriotismo; María es Madre de Cristo porque ese Cristo tiene que ser el hijo de todo un pueblo, María es la expresión de todo un pueblo. Cuando ella le dice al ángel: “Hágase en mi según tu palabra, he aquí la esclava del Señor”, es todo el pueblo escogido que está hablando. Para este momento había formado Dios un pueblo tan maravillosamente privilegiado por Dios.

Los milagros y toda la historia del Viejo Testamento no tenía otro objetivo que formar una historia de un pueblo bendecido especialmente por Dios, para que de él naciera el Redentor, la fuente de bendición de todos los otros pueblos de la tierra. Por eso, María realiza en su vocación de Madre de Dios, de Madre de Cristo, el designio divino de la nación entera de Israel. Muchos paisanos, compatriotas suyos, no lo comprendieron. Cuánto se desviaron los falsos israelitas, cuando traicionaron a Dios en su designio de su vocación como pueblo los que se vendieron a poderes extranjeros, los que pusieron su afán en adorar el becerro de oro, los que pecaron ofendiendo a Dios hasta el punto de que Dios decía a su pueblo el dolor que siente un marido por su mujer que lo ha traicionado, así siente Dios los pecados de su Pueblo.

Pero cuando encuentra siempre un resto de Israel, un pequeño grupo de fieles a las promesas de Dios -siempre lo hubo en Israel- en ese resto, en ese pequeño grupo, cuando llegó la plenitud de los tiempos era pequeñísimo de verdad. Analicen el momento en que Cristo nace; Israel ha vuelto las espaldas a Dios, pero hay un pequeño grupo, tal vez desconocido, pero allí está el alma del pueblo: María, José, los pastores que esperan al Redentor, los apóstoles que siguen a Cristo. El pequeño grupo. Este es el núcleo que Dios sigue bendiciendo aun cuando los demás se hayan hecho indignos de esa vocación. No nos vaya a pasar lo mismo, queridos salvadoreños; que Dios tiene un designio de amor, de salvación, en nuestro país y lo está dando a través de su Iglesia. Los salvadoreños que se aferran a esta Iglesia, la aman, trabajan con ella, son el núcleo, son el reducto, el pequeño grupo de los fieles de Israel; desde allí, desde la Iglesia, quiere Dios salvar a Nuestro Pueblo. Seamos Iglesia, seamos como María, alma que conserva la vocación de su pueblo, que cuando vengan días mejores nos encuentre Dios que hemos sido fieles a la misma vocación de nuestra tierra.

2º. MARÍA, INSTRUMENTO DE DIOS PARA ENCARNAR A SU HIJO EN LA HISTORIA

El segundo pensamiento está en la 2ª lectura. San Pablo a los Gálatas les dice: “Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo nacido de una mujer”. Calificaríamos esta lectura desde la fiesta de hoy de María, Madre de Dios: María, instrumento de Dios para encarnar a su hijo en la historia. Esto es María.

MARÍA NOS DA LA PAUTA PARA COMPRENDER QUIEN ES CRISTO

Cuando llegó la hora de que aquel pueblo tenía que ofrecer una mujer, para que el que naciera Hilo de Dios fuera también hilo de mujer, es decir, hombre verdadero, encontró en María la mujer adecuada, porque, como dicen los santos, María encarnó antes en su mente, en su fe, a Dios. Y sólo cuando Dios se sentía encarnado en la santidad de aquella mujer, la escogió. Y el ángel le dice: “has hallado gracia a los ojos de Dios. Entre los millones de mujeres que formaron el pueblo de Israel, sólo tú eres la bendita entre todas, vas a ser Madre del Redentor”. Y María pide una explicación para salvar su virginidad y comprende una orillita del Misterio: “lo que nacerá de ti será Santo. El Espíritu Santo hará esta obra, para eso formó este pueblo. Para que así como de unos estériles, Abraham y Sara, nace un pueblo numeroso, de tu virginidad, sin menoscabarse en nada, quedando siempre virgen, vas a ser la Madre de aquel que va a ser el centro de la historia cristiana en el mundo”. María, pues, nos da la pauta para comprender quién es Cristo.

MARÍA ES PROCLAMADA MADRE DE DIOS

Allá por el siglo IV surgieron doctrinas erróneas acerca de Cristo. Se decía que María solamente había dado a luz un hombre, un niño cualquiera al cual Dios asumió para hacerlo su Hijo, como nosotros que nacemos hijos de la carne pero después por el bautismo nos hacemos hijos de Dios. Entonces la Iglesia, encargada de guardar las verdades reveladas por Dios, se reunió en Concilios, uno de los cuales el más famoso, el Concilio de Éfeso, fue para proclamar que María había dado a luz a un Dios que ya se había encarnado en sus entrañas y que, por tanto, se le debía llamar Madre de Dios. Theotokos, decían en griego: la Madre de Dios. No solamente fue madre de un hombre que es Dios, sino Madre de un Dios que se encarnó en sus mismas entrañas. Cristo tiene naturaleza divina porque es Dios y tiene naturaleza humana porque se formó en las entrañas de una mujer, pero sólo tiene una persona, persona Divina, la 2ª persona de la Santísima Trinidad. De modo que la naturaleza divina como Dios y la naturaleza humana como hombre confluyen en una sola persona: Dios.

Lo que hace Cristo como Dios, podemos decir, lo hace Dios, pero también lo que hace Cristo como hombre, como está unido con Dios, se dice, lo hace Dios. Por eso dice el Concilio que Dios se hizo hombre y desde entonces los hombres sentimos que nuestra naturaleza ha sido elevada en Él. Ya piensa con pensamiento de hombre, pero es Dios el que piensa; ama con corazón de Dios, pero es Dios el que ama; trabaja con manos de hombre, pero es Dios el que trabaja con esas manos; y por eso, cuando muere en la cruz, su sacrificio es de valor infinito, porque no es el sacrificio de un simple hombre, sino de un hombre que al mismo tiempo es un Dios; y su dolor, su sangre, vale para salvar a todos los hombres del mundo y pagar los pecados de todos los hombres. ¡Qué grande es Cristo!

Ahora, del 60 para acá ha despertado en la teología una nueva inquietud para estudiar esta Cristología más profundamente. Y hay dos grandes corrientes, una corriente que llama la Cristología desde arriba y otra que dice la Cristología desde abajo. Entendiendo desde arriba, la consideración del Dios que se hace hombre; y la Cristología de abajo, el hombre que en Cristo se hace Dios. ¡Es maravilloso! Hermanos, cómo quisiera yo que en este día de la Madre de Dios, ella nos inculcara la verdadera fe que ella tenía cuando abrazaba a su niño Jesús, o como cuando al pie de la cruz recibe su cadáver. La Madre dolorosa sabe que está acariciando el cuerpo de un Dios; y que esa víctima que se ofreció en la cruz, el Niño de Belén, es Dios que nació de sus entrañas hecho hombre; y ella llevará para siempre ese título glorioso: Madre de Cristo, es decir, Madre de Dios.

Esta es la doctrina verdadera acerca de Cristo y acerca de María. Por eso la Iglesia quiere que esta Navidad, a 8 días de su nacimiento, el centro de nuestra reflexión esta mañana -que nos perdone un poquito Cristo- sea María que no nos aparta de Cristo, sino que, al contrario, nos hace mas accesibles a Cristo. Porque no hay duda que una Navidad que no tuviera de por medio una mujer, que es una madre con el Niño en sus brazos, sería una Navidad de un Dios que se hizo hombre pero sin la ternura de una Madre. Así como al pie de la cruz una víctima que dio su vida por los pecados del mundo pero que no hubiera tenido unos brazos de madre que lo recibieran, sería, sí, el amor infinito de un Dios que se entregó por nosotros, pero le faltaría eso que saben dar las mujeres: la ternura, el amor, la compasión. La pasión de Cristo se hace más dulce, más hermosa, cuando pensamos en la Madre Dolorosa; y la Navidad se hace más encantadora cuando pensamos en la Madre del Niño Jesús.

UN LLAMADO A LOS PROTESTANTES

Sintamos mucha devoción a la Virgen, hermanos. Y ya que mi amistad con los hermanos protestantes me lleva a dirigirles mensajes desde nuestra grandeza y verdad católica, yo les digo, queridos hermanos protestantes, que sentimos esa nostalgia en ustedes, les falta mas amor a María y hay algunos que en su fanatismo hasta la apartan del culto a Cristo. ¡Si nada le quita a Cristo, María!. Al contrario, María hace más simpático, más bello, más atrayente a Cristo. Así como cuando el platero engarza una joya preciosísima en una montadura de oro fino, la hace más bella a la piedra por la montadura de oro. Cristo es la perla preciosa, no hay comparación; es el único salvador entre Dios y los hombres, María no nos ha salvado, es Cristo. Pero Dios quiso escoger que junto a Cristo, la perla preciosa, existiera esta montadura de oro. María es como el marco de oro para presentarnos a Dios, a Cristo Nuestro Señor.

3º MARÍA, SIGNO DE LA PRESENCIA DE JESÚS

Por eso hermanos, mi tercer pensamiento tomado del Evangelio es esta frase de San Lucas: “Los pastores fueron corriendo y encontraron a María y a José, y al Niño acostado en el pesebre”. ¡Qué cosa más bella! Encontraron a María y a través de ella a Jesús. Este es mi tercer pensamiento: María signo de la presencia de Jesús.

Así como cuando fulgura la aurora es señal de que ya va a parecer el sol, cuando se siente a María es señal de que Cristo está cerca. María conduce a Cristo. Es su razón de ser. Como en nuestras noches de luna, sobre todo hoy que ya la descubrieron, la luna no es más que un inmenso cascajo de piedra, piedra muerta, pero cuando el sol la ilumina y esa piedra inmensa refleja sobre la tierra, ¡qué bella aparece la luz, la luna! Esa es María, por naturaleza una mujer de nuestra raza, pero cuando la ha invadido la belleza de lo divino, María es la luna preciosa que lanza su serena luz de ternura, de madre, sobre nuestras noches y nuestros días.

En María, siempre nos referimos a Cristo. María es el signo de la presencia de Cristo. Por eso, hermanos, cuando decimos que María es la Madre de la Iglesia, estamos diciendo también esto: la Iglesia y María son la presencia de Cristo. Si la Iglesia salva, es porque prolonga la misión salvadora de Cristo. Si María es fuente de inspiración y de amor en nuestra plegaria, es porque trasluce el poder, la ternura, la redención de Nuestro Señor Jesucristo. María signo de la presencia de Cristo. No lo olvidemos. Cuando se va apagando la devoción a la Virgen en un corazón tengamos miedo. Es como que se va escondiendo la estrella que conduce a los magos hasta Cristo, nos perdemos. Cuando la devoción a la Virgen va sufriendo eclipse, se está eclipsando también la luz del sol divino: Cristo Nuestro Señor. Pero cuando en el corazón del pueblo, de la familia de cada cristiano hay ternura, hay confianza, hay amor que reza a María, Cristo está cerca, esa alma no está perdida.

RECUPEREMOS LA VERDADERA DEVOCION A MARÍA

Yo les inculco, hermanos, en esta mañana del día de la Virgen, Madre de Dios, Madre de Cristo, que si acaso cediendo a corrientes de moda se nos ha perdido un poco la ternura que aprendimos de nuestras madres para rezar a la Virgen Madre, hoy aprovechemos para recuperar, refrescar el corazón, que el hombre, por mas grande que llegue a ser en la historia, siempre es un corazón de hijo; y ante la Madre, todo hombre por más grande que sea se siente niño y no se avergüenza de las cosas de niño ante su mamá.

También con María que es madre, la sencillez de nuestro rosario, la sencillez de nuestras peregrinaciones a los santuarios de María, la visita a las imágenes de María. Arrodillarnos ¿por qué no? Si no lo hacemos con sentido de idolatría sino con la ternura con que muchas veces nos arrodillamos ante nuestra madre que está sentada para platicarle con más cariño. Todas esas cositas; cositas digo, porque así las llama la mamá “cositas”: el caramelo que la mamá da o que el niño le trae de la fiesta. Cositas insignificantes pero que llevan toda la ternura del amor de los hijos. Yo quisiera, hermanos, que en nuestra Arquidiócesis reverdeciera toda esa devoción que es tan proverbial, tan tradicional, entre nuestras familias. Ya en muchos hogares se ha dejado de rezar el rosario, ya en muchas familias no se invoca a María y, perdonen queridas comunidades cristianas, hasta en comunidades cristianas he sentido con tristeza, muchas veces, que se saben rezar bonitas oraciones espontáneas a Dios, a Cristo, pero no se hace mención de María. Volvamos a sentirla presente, porque su presencia es señal de que Cristo está con nosotros, está cerca.

LA DEVOCIÓN A MARÍA DEBE DE GUARDAR UN EQUILIBRIO

Seamos humildes como los pastores, sencillos como los ricos magos del Oriente pero que ante María se sintieron niños. También la reconocieron Madre del Redentor. Y hagamos de nuestra fiesta de la maternidad divina de María, una renovación de nuestra fe, de nuestro conocimiento de María. El Concilio advierte maravillosamente: “No exageremos, pero tampoco minimicemos”.

Este es el equilibrio que nos pide el Concilio, es decir, una devoción a la Virgen que no lleve al fanatismo, a exagerar como si ella fuera diosa, redentora, es falso; eso no es María. María es madre del Redentor, criatura de Dios creador. Pero tampoco seamos tan fuertes a nuestro modo, que ya no nos hace falta María y hablamos de ella con cierto desprestigio, con cierto desamor. Ni una cosa ni otra. Ni exagerarla, porque no necesita exageraciones, ¡es tan grande! Ni hacerla tan chiquita y tan insignificante, porque no lo es. El mismo Dios la reconoce como Madre de su Hijo y la ha querido colaboradora íntima de la redención de los hombres, dispensadora de todas sus gracias.

Hermanos, este es el mensaje de la Iglesia en el 1º de enero. Yo deseo a todos, pues, que como pertenecientes a este pueblo de Dios seamos todos muy bendecidos en este año en Cristo, que fue para el pueblo de Dios como el fruto traído por María a todo el mundo, al cual pertenecemos nosotros. Tratemos de hacer en este año una verdadera Iglesia, tal como Dios la quiere, pueblo escogido suyo desde el cual junto a María que es miembro de este pueblo, seamos iluminación, salvación…

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