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Domingo 26 de Julio de 2020, 17º tiempo ord. Tesoro escondido (Mt 13, 44): última oportunidad para encontrarlo

Domingo, 26 de julio de 2020

2 Fragmento del Rollo de Cobre Foto Cluechaser (4)(parte del Rollo del Templo: Mapa de tesoros de Qumrán anterior a Jesús)

Del blog de Xabier Pikaza:

Tesoro escondido en el campo. Ésta es quizá la última oportunidad para encontrarlo en una tierra que estamos convirtiendo en mercado de negocios para algunos y campo de muerte para todos.

Tesoro escondido en nuestra vida. Ésta es quizá la última oportunidad para encontrar (dejarnos encontrar) por nuestra infinita riqueza interior pues otros llenan nuestra vida de imágenes de consumo que nos consumen.

Sólo podemos encontrar ese tesoro si “vendemos todo”, para así encontrar (dejarnos encontrar así) por la Vida El día en que no podamos ni queramos encontrar el tesoro moriremos.

Ésta es una parábola corta, pero enigmática y actual.  

  1. Jesús conocía sin duda las historias de inmensos tesoros escondidos en el campo tras guerras y saqueos (de eso trata el Rollo de Cobre del Templo de Qumrán, ofreciendo indicaciones fascinantes para encontrar unos 70 tesoros escondidos entre Galilea y el Desierto de Judea).
  2. Pero Jesús habla de otro tesoro que todos podemos encontrar, desde el más rico de Roma hasta el más pobre de la aldea. Él quiso que los hombres y mujeres fuéramos buscadores de tesoros, ligeros de equipaje para hallarlos, gozosos y llenos de vida para disfrutar del gran tesoro, quizá al alcance de la mano.
  3. Hoy, año 2020, estamos dilapidando el gran tesoro escondido en el campo que es la tierra, y que nosotros mismos somos, en una tierra, en una vida que es (debía ser) por sí misma el tesoro que nos busca, nos hace ser personas. De todo esto trata esta bellísima y fuerte parábola
  1. Tesoro escondido (13, 44).

13 44 En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo; y uno, encontrándolo, lo esconde y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra aquel campo[1].

Esta parábola del reino como tesoro escondido proviene probablemente de Jesús, pero sólo ha sido transmitida por Mateo y así ha de entenderse desde el conjunto de su evangelio, que incluyen varios textos relacionados con la riqueza, desde parábolas (cf. talentos: Mt 25, 14-30) hasta relatos ejemplares (recaudadores de impuestos: 9, 9-13).

Quizá el más importante es Mt 6, 19-21 (cf. Lc 12, 22-32): “No acumuléis para vosotros tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen…”, pasaje que evoca una transformación interior, un cambio radical en la manera de entender la vida, con sus prioridades y valores, en un momento en el que los hombres más ricos de Israel y Roma estaban “ocupando” las propiedades de los pobres, convirtiendo la tierra de Dios (de todos) en objeto de mercado.

También es importante el relato donde Jesús dice al hombre que quiere seguirle: “Vete, vende lo que tienes y tendrás un tesoro en los cielos, y ven y sígueme” (19, 21, tomado de Mc 10, 17-22). En ese contexto, Jesús aparece como un líder campesino, pero no con violencia armada (no fue jefe de una banda militar), sino con gran fuerza profética, El Reino cielos es un tesoro superior, y sólo quien lo vende todo por él puede conseguirlo.

La riqueza del hombre es, por tanto, el mismo Reino, que supera con mucho todos los bienes de este mundo, pero que puede compararse con el “tesoro material” que un hombre de pocos escrúpulos encuentra en un campo ajeno. Se ha especulado en oriente, con cierta frecuencia, sobre tesoros escondidos, a causa de guerras, cambios de poder y ladrones, como hace El rollo de cobre de Qumrán, escrito al parecer poco antes de Jesús, con una descripción fantástica de grandes tesoros de reyes (o del templo de Jerusalén) escondidos en lugares marcados con precisión (de forma realista o imaginaria, discrepan los autores), que los investigadores siguen estudiando y queriendo descifrar todavía[2].

     Por otra parte, ya Mt 6, 19-21 hablaba de tesoros que, por bien guardados que estén, acaban siendo presa de ladrones (buscadores de riquezas ocultas y escondidas). En ese contexto se entiende esta parábola que, en principio, parece ambigua, pues no se sabe si el hombre que encuentra un tesoro que nadie guardaba (nadie, al parecer, conocía su existencia) es un buscador de riquezas ocultas o un simple afortunado que pasa por allí y descubre el tesoro escondida por casualidad.

El texto no ofrece ninguna valoración moral, si es justo o injusto el proceder de este “cazador de tesoros” en un campo ajeno y, en vez de decírselo a su dueño, lo compra con engaño. Ciertamente, ha de obrar con astucia, volviendo a ocultar el tesoro, de forma que nadie sospeche; tiene que vender lo que tiene y comprarlo, para convertirse de esa forma en dueño del tesoro (si intentara llevarlo del campo sin comprarlo, podrían verle y denunciarle).

El mensaje central de la parábola: Quien encuentra el tesoro ha dew venderlo todo para adquirirlo; vender todo lo que tiene, quedar así sin nada, a solas con su tesoro. En un contexto distinto, Jesús decía al hombre rico: “Vete, vende lo que tienes y tendrás un tesoro en los cielos, y ven y sígueme”, sin que el rico le siguiera (Mt 19, 21). Pues bien, en contra de eso, este otro rico (¡ha de tener dinero para comprar un campo!), que ha visto un tesoro escondido, vende todo lo que tiene para comprar con engaño el campo, no el tesoro, pues el tesoro en sí no se podría comprar en modo alguno, ganando de esa forma una fortuna inmensamente grande. ¿Qué pasa que no tienen dinero para comprar el campo? ¿O el dinero con el que se compra ese campo del tesoro es de otro tipo?

(Parece que Mateo busca el tesoro en el libro. Aquí explico los rasgos principales de la parábola del tesoro)

La parábola termina aquí, no explica más, no responde a las preguntas que podemos plantearle. Pero es evidente que ella sólo puede entenderse en el contexto del mensaje de Jesús: El tesoro escondido en el campo  (en tô agrô) , con la misma palabra empleada 13, 24.31 al hablar del lugar donde se siembra la buena semilla o el grano de mostaza) tiene sin duda un valor más que monetario. No está formado por oro, ni bienes materiales, sino que  pertenece al reino de los cielos (13, 44).

 El tesoro, por tanto, no se compra; pero aquel que quiere “adquirirlo” ha de vender todo lo que tiene y dárselo a los pobres (cf. 19, 21). Quien encuentre ese tesoro (en el lugar de la buena semilla o del grano de mostaza) ha de arriesgarse hasta el fin, para así comprarlo[3].

ANEJO 1 ¿Quién o qué es el tesoro?

El tesoro es Dios… escondido en el fondo de cada uno; yo soy mi tesoro… El tesoro es la vida interior, la presencia divina que llevamos (somos) dentro, depositada, escondida, en “vasos frágiles de barro” (anoche cuando dormía soñé, bendita ilusión, que era Dios el que tenía dentro de mi corazón? En esa línea avanza San Pablo: Tenemos el tesoro de Cristo escondido en nuestro frágil cuerpo, en nuestra vida dura… No busquemos fuera, no nos di‒vertamos buscando espejismos. El tesoro es el misterio de la vida escondido en el campo/barro del cuerpo. Todos podemos buscarlo y encontrarlo, o, mejor dicho, dejarnos encontrar por el tesoro.

El tesoro son los que yo quiero o, mejor dicho, aquellos que me quieren: Un amigo verdadero, un mujer, un hombre, un compañero, un niño… En esa línea avanzan los libros sapienciales de la Biblia, que dicen encuentra un amigo encuentra un tesoro…, y que le dicen al hombre que se cree importante que sólo otra persona (especialmente una mujer) puede ser su tesoro, que lo busque, que se deje buscar…Cada uno de los hombres y mujeres… son el tesoro, y de un modo especial los hambrientos y sedientos de Mt 25, 31‒45… Son tesoro especial los amigos del alma, el padre, la mujer o el marido, el amigo, la amiga, el hijo, los hijos… pero un tesoro tan especial son los otros, los pobres que llaman a nuestra puerta, los emigrantes, mendigos…

El tesoro es la misma tierra… no lo que ella contiene de riquezas escondidas en ruinas lejanas o cercanas de otros tiempo, no el petróleo que puede venderse.  El tesoro especial del hombre es esta tierra,  como dice el Génesis, como repite hoy la ecología… No se trata pues de buscas tesoros monetarios en la tierra, sino de descubrir, acoger y cuidar la tierra como nuestro tesoro, de todos, para todos  La tierra como tal, que debemos conservar y disfrutas,  guardar y mimar para que ella nos mime, como ha puesto de relieve Francisco I en su Canto a las Creaturas y Freancisco II en Laudato si, la carta magna de la ecología. No se trata de buscar en el campo un tesoro, sino de saber que el campo, con los ríos y mares, con la atmósfera  y el cielo de estrellas y planetas es nuestra “isla del tesoro”.  ((El tesoro es la vida. La tierra que estamos estropeando es nuestro tesoro… Lo estamos dilapidando, para morir nosotros al fin, cuando matemos del todo la tierra)).

Pasando otra vez a la Biblia, el tesoro escondido en ella pueden ser los vasos sagrados del templo, es el mismo templo… con el  el Arca de la alianza, el Fuego Sagrado… como recuerda el libro de  2 Macabeos, cap 2. Ese tesoro escondido en una cueva inaccesible se encontrará en el fin de los tiempos.  El tesoro es la sabiduría de las religiones antiguas que hemos perdido… El mismo templo de Jerusalén, convertido en lugar de disputa entre judíos y musulmanes. Tenemos que encontrar el verdadero templo, la roca de Dios, el lugar del que brota el agua de la vida, conforme a las visiones de Exequiel y Zacarías

Conforme a la misma Biblia, el tesoro son los libros sagrados… Ésta sería la parábola principal de los solitarios de Qumrán, donde los “monjes esenios” escondieron los libros en cuevas a la llegada de los romanos… Ese tesoro es símbolo de la sabiduría antigua de los esenios conservada por siglos. En esa línea, el tesoro es el “libro de Dios”, la ley de Israel (el rollo de Isaías), el Corán de los musulmanes… Un tesoro  Que se puede leer y entender… pero que tiene un sentido sagrado

ANEJO 2. LOS TESOROS ESCONDIDOS DEL TEMPLO DE JERUSALÉN

  Éste es el texto bíblico que alimenta el sueño de los tesoros que debemos encontrar, escondidos hasta el fin de los tiempos. Así lo dice 2 Mac 2, un libro y un texto que está en el fondo de gran parte de las imaginaciones posteriores…

2 Macabeos 2, 1: “Se encuentra en los documentos que el profeta Jeremías mandó a los deportados recoger fuego, como queda dicho; 2 y que el profeta, después de darles la ley, les ordenó que no se olvidaran de los preceptos del Señor ni se desviaran en sus pensamientos al ver ídolos de oro y plata, revestidos de gala. 3 Entre otros consejos, les exhortaba a no alejar de su corazón la ley.

4 Se decía también en el escrito cómo el profeta, avisado por un oráculo, mandó llevar consigo la Tienda y el Arca; y que salió hacia el monte donde Moisés había subido para contemplar la heredad de Dios. 5Y cuando Jeremías llegó, encontró una estancia en forma de cueva; metió allí la Tienda, el Arca y el Altar del incienso, y tapó la entrada.

 6 Algunos de sus acompañantes volvieron para marcar el camino, pero no pudieron encontrarlo. 7 En cuanto Jeremías lo supo, les reprendió diciéndoles: «Este lugar quedará desconocido hasta que Dios reúna a la comunidad del pueblo y se vuelva propicio.

QUMRÁN, EL LIBRO DEL ROLLO DEL TEMPLO

      Entre los manuscritos de Qumrán se encuentra un “rollo” especial, que ha recibido varios nombres: Rollo de cobre (por estar escritos sobre cobre enrollado), Rollo del Templo (porque se piensa que contiene una descripción de los inmensos tesoros del templo escondidos, sea la guerra de los macabeos (siglo II a.C.) o quizá más tarde en alguna invasión de los romanos.

  Aunque el rollo fue, obviamente, hecho de una aleación de cobre para que durase, los lugares son mencionados para un lector que tuviese un estrecho conocimiento de las oscuras referencias, por ejemplo: «En la cisterna de irrigación de Shaveh, en la salida que hay allí, enterrados a once codos: 70 talentos de plata» (de la traducción de Allegro), o «En la cueva que está cerca de la fuente que pertenece a la Casa de Hakkoz, excavar seis codos. [Hay] seis barras de oro» (cf. Wikipedia).

el-misterio-del-rollo-de-cobre-de-qumranJiménez Bedman, Francisco, El misterio del rollo de cobre de Qumrán, Verbo Divino, Estella  2002

 El misterio del rollo de cobre de Qumrán. El rollo del cobre de Qumrán es, sin duda, el documento más misterioso y singular de todo el acervo documental de Qumrán. Esta singularidad se manifiesta en un triple vertiente: su soporte en planchas de cobre constituye la única muestra en este material de todo el conjunto documenta, su contenido nos ilustra la enumeración de tesoros escondidos en distintos lugares de la geografía palestina; no obstante, ha sido su naturaleza lingüística la que ha marcado realmente las distancias del manuscrito. Sus especiales características tanto léxicas como fonéticas, así como los aspectos sintácticos y morfológicos, se ha conjugado en el documento para ilustrarnos con una muestra ipsissima verba del hebreo hablado a finales del segundo Templo.

 La siguiente traducción al Inglés de las primeras líneas de la primera columna del rollo de cobre muestra la estructura básica de cada una de las entradas en el libro. La estructura es 1) ubicación general, 2) ubicación específica, a menudo con la distancia para cavar, y 3) Que ver.

1: 1 En la ruina que está en el valle de Acor , bajo

1: 2 los pasos, con la entrada en el Este,

1: 3 a una distancia de cuarenta codos: una caja fuerte de plata y sus vasos

1: 4 con un peso de diecisiete talentos . K ε N

(Las tres letras al final son griego.)

NOTAS 

[1] Cf. JDupont, Les Paraboles du Trésor et de la Perle (Mt 13.44~46): NTS 14 (1967-68) 908-919

[2] Cf. J. M. Allegro, The Treasure of the Copper Scroll, Doubleday, New York 1960.

[3] Vender y comprar no se emplean ya en el mismo plano: Se puede vender todo, es decir, darlo materialmente (cf. 19, 21), pero no se puede comprar ese tesoro en un sentido material, pues no hay dinero en el mundo para hacerlo. El texto nos sitúa ante  un cambio de nivel, pues la adquisición del tesoro implica venderlo (darlo todo a los pobres), para alcanzarlo en un plano más alto.

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