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Dom 25 ciclo C. 22. IX. 2019. “Y felicitó el Señor al administrador corrupto…” (Lc 16, 1-13)

Domingo, 22 de septiembre de 2019

Administrador-astuto2Del blog de Xabier Pikaza:

Millones de veces han protestado oyentes y lectores  de la Biblia ante este  pasaje de Jesús: Y el amo, dueño de la inmensa hacienda, felicitó al administrador injusto porque, en la última noche de su administración, falsificó las cuentas,  al servicio de sus “amigos”.

Este pasaje (Lc 16, 1-13 condensa el programa económico de Jesús según el evangelio de Lucas. Consta de tres partes:

  1. Parábola enigmática (Lc 16, 1-7):  Un “administrador corrupto” utiliza el dinero del dueño para sobornar a unos “amigos”,completando así el círculo de su corrupción económico-social.
  2. Reflexiones “teológicas”  y desenfadadas sobre la corrupción  (16, 8-12),  que concluyen en un programa general de inversión de la corrupción: Se trata de poner el dinero “injusto” al servicio de la fraternidad universal: El dinero está para ganar amigos (=para que los hombres sean todos amigos).
  3. Sentencia fundamental (16, 13), con la oposición, ya conocida, entre Dios y Mamó: No podéis servir a Dios y al dinero.

Éste es uno de los textos más elaborados y complejos no sólo de Lucas, sino de todo el NT… Un texto que  lleva en sí las huellas de una transmisión compleja y abierta del tema radical de la riqueza y la amistad según el evangelio de Jesús.

20190110-Dios-o-el-dinero-mockup-final.1jpgHe dedicado al tema un capítulo central de mi libro  No podéis servir a Dios y al dinero. Teología y economía. Nadie como  el Evangelista Lucas ha reflexionado sobre el tema. Su reflexión, hiriente, desenfadada, llena de sorpresas ofrece todo un programa de transformación social, pasando de un régimen general de corrupción (todo es Mammón) a un camino e ideal de fraternidad: No podéis servir a Dios y a Mammón…Lo que importa es que ganéis (seáis) amigos, desde el servicio y solidaridad con los pobres.

 Enigmática parábola (Lc 16, 1-7)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Un hombre rico tenía un administrador, y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: ¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido.” El administrador se puso a echar sus cálculos: ¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa. ” Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: “¿Cuánto debes a mi amo?” Éste respondió: “Cien barriles de aceite. Él le dijo: Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta. Luego dijo a otro: Y tú, ¿cuánto debes? Él contestó: Cien fanegas de trigo.” Le dijo: Aquí está tu recibo, escribe ochenta (Lc 16, 1-7)[1].

           Normalmente se piensa que el rico es Dios, pero el texto le presenta sólo como dueño de una gran hacienda, con un administrador a su servicio. Normalmente tendemos a pensar que era justo y tenía razón, pues su riqueza era buena, de manera que tenía derecho a mantener asegurado su capital. Pero, el contexto de Lucas (con la parábola siguiente de Epulón y Lázaro: Lc 16, 19-31), puede hacernos pensar que es, más bien, injusto, digno de reprobación, porque no pone su riqueza al servicio de los lázaros hambrientos:

‒ Un hombre rico tenía un administrador al que denunciaron… No sabemos si la denuncia se funda en hechos reales o falsos, pues el acusado podía tener enemigos, que le envidiaban y querían quitarle su puesto. No sabemos, pues, si era corrupto o si ha empezado a portarse así (de un modo astuto) cuando sabe que su amo va a expulsarle, y él cambia la documentación mercantil de la empresa, a favor de los deudores del amo, para que le ayuden cuando caiga en desgracia.

La parábola nos pone ante un caso normal de corrupción, tanto en los tiempos antiguos como en los modernos, con un hombre a quien el mismo dueño de la empresa alaba por su sabiduría, por la forma en que le engaña, para asegurar de esa manera su futuro. Pero Jesús no alaba la “moral”, sino la astucia, del administrador, por la forma en que resuelve para su provecho una situación de crisis, poniéndole como ejemplo paradójico de una manera muy distinta de portarse ante los valores de la vida.

            Este administrador utiliza a su favor las normas del sistema, que posiblemente son también injustas, de manera que podríamos preguntarnos: ¿Quién es más corrupto, el dueño del negocio, que quizá está robando desde el principio, o su administrador sagaz que le roba al fin?  Sea como fuere, el tema no es que el administrador sea justo o injusto, sino que haya logrado romper (rasgar, superar) un sistema de dinero cerrado en sí mismo, de manera que pueda sirvir para crear redes de solidaridad entre los deudores del amo. Dentro de su espacio de trabajo “legal”, como dependiente (criado) del sistema, en el último momento en que ejerce su cargo, el administrador (a quien el amo elogiará) utiliza el dinero injusto para crear espacios de ayuda subversiva (a su servicio), poniendo sus propios intereses y los de los acreedores de su amor encima de los intereses del capital acumulado[2].

 Felicitación, aplicación y reflexión (Lc 16, 8-12)

Felicitación. “Y felicitó el dueño al administrador  corrupto…”(injusto, de injusticia: tês adikias), porque había actuado de un modo astuto (inteligente) porque los hijos de este siglo son más astutos que los hijos de la luz para sus cosas” (Lc 16, 8). De esa forma reconoce y ensalza la astucia de su administrador (sin decir si lo que ha hecho es bueno o malo), pues esa astucia le capacitaba para resolver a su favor problemas de este mundo.

imagesEl señor no se hace ilusiones, pues sabe que el administrador podía engañarle y le ha engañado. A pesar de eso, o quizá por eso mismo, él no ha creado un sistema “blindado” de seguridad económica (¡para que no puedan robarle jamás!), porque sabe bien que allí donde hay tesoros habrá ladrones (cf. Lc 12, 34: Mt 6, 19), y donde hay formas de riqueza injusta (como la suya) surgirán “corruptos” como este administrador, que le está robando/engañando al servicio de sí mismo (o de otros). Por más astuta e inteligente que sea la ley del señor, siempre podrá haber administradores que le engañen, y que lo hagan con más inteligencia.

Aplicación. “Y yo os digo: Ganaos amigos con el Mammón (dinero) de injusticia, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas” (Lc 16, 9). Esta sentencia nos hace subir de nivel. Aquí no estamos ya ante la palabra del dueño engañado, como en el caso anterior, sino que quien habla es el mismo Jesús, que nos invita a situarnos en un nivel de Reino, enseñándonos a engañar al sistema económico (a superar su malicia), para poner su riqueza (bienes), es decir, el dinero que antes teníamos (Mamôna tês adikias, de injusticia) al servicio de las personas concretas, que son lo que importa, para crear con el mismo dinero malo, una fraternidad de amigos fieles.

En ese sentido, Jesús quiere que, ante los ojos de este mundo, ante el dinero injusto, seamos administradores injustos, para que así podamos volvernos justos en un plano más alto. Es decir, él quiere que, formando parte del sistema económico, no estemos servicio del sistema, sino que le engañemos (que busquemos su mal), para así destruirlo (=superarlo), creando un orden económico al servicio de los hombres concretos (=de los pobres), en la línea de Jn 15, 19-21: “Estáis en el mundo, pero no sois del mundo…”.

De un modo consecuente, en esta línea se puede hablar de dos tipos de corrupción (a) La del sistema, en la que están implicados, de formas distintas, tanto el dueño del dinero como su administrador astuto. (b) La que va contra el sistema, es decir, contra el orden económico, de ricos (ladrones) de Mammón (tema que está al fondo de  Mt 6, 19; Lc 12, 32-34, para bien los hombres concretos, es decir, de una sabiduría superior, de comunión  y gratuidad, sin dueños oficiales (legales) de un Mammón injusto o de sistema y ladrones anti-sistema del mismo Mammón[3].

Tanto los legales como los antilegales forman parte de la corrupción de Mammón, que debe ser superada creando un mundo de “auténticos amigos”, que no amontonen riquezas para sí, ni roben las de otros, es decir, las del sistema. Ciertamente, hay pecados personales/particulares de corrupción, que pueden y deben denunciarse con nombre y apellido, pero la corrupción en sí, como estructura demoníaca ha de ser superada y destruida, sin posibilidad de perdón, como ha denunciado la Biblia en su conjunto, y de un modo especial el mismo Jesús, cuando condena al Mammón (Mt 6, 24) de Belcebú, Señor de los demonios (cf. Mt 12, 24), y como supone este comentario de la parábola, presentando el dinero del señor (del sistema económico) como Mammón de Injusticia.

Eso significa que, dentro de un sistema injusto, no basta con separar algunas manzanas podridas y echarlas fuera del cesto, para que siga todo, sino al contrario: Las manzanas malas pueden recuperarse (perdonarse, reeducarse, como personas), pero el sistema (el cesto) debe ser destruido sin perdón, pues la misericordia es para personas, no para estructuras que les destruyen. Ciertamente, hay manzanas podridas, que pueden ser recuperadas, aunque ello sea difícil, como dice Jesús, respondiendo a Pedro (nada es imposible para Dios: Mc 19, 26; Lc 18, 27), pero el sistema de corrupción estructural del poder y/o dinero podrido, que destruye a los hombres, es imperdonable, y la Biblia le da el nombre de Mammón de injusticia[4]:

 ‒ Jesús afirma que los bienes del amo (el sistema como tal) son Mammón injusto (tês adikias, de injusticia), un tema que he desarrollado al comentar la oposición paralela de Mt 6, 24 (no podéis servir a Dios y a Mammón), afirmando que el dinero de este mundo inicuo es Mammón de injusticia, pues está al servicio de sí mismo y (y de sus beneficiarios ricos) y no de los necesitados. Eso significa que la propiedad del Gran Amo de la parábola es signo y mediación (causante) de injusticia, de manera que podemos y debemos oponernos a ella (boicotearla, superarla por dentro).

Con este dinero injusto, ganaos amigos, para que os reciban en la morada eterna. Este pasaje condena el dinero, pero no para destruirlo sin más (como parecía indicar EvTom 54), sino para transformarlo o re-utilizarlo y así ganar amigos, poniéndolo al servicio concreto de los necesitados. El dinero en cuanto capital (Mammón) no tiene amigos, pues sólo se quiere a sí mismo, pero un hombre que es astuto en línea de Reino, como este administrador, puede “blanquearlo”, poniéndolo, para que haya amigos que no sean ya los beneficiarios quizá también corruptos de la parábola, sino los pobres como tales. Se trata pues de “robar” al sistema, de superarlo por dentro para bien de los hombres, que son lo que importa. Esta es la doctrina que se hallaba en el fondo Mc 10, 21 (vender los bienes, darlos a los pobres) y la de Lc 12, 33-35: Limpiar el dinero significa ponerlo al servicio de los pobres.

 Jesús reinterpreta así la parábola a fin de que el administrador (humanamente injusto, un plano económico!) pueda aparecer como ejemplo de una injusticia distinta que se hace justicia, cuando transforma ese dinero y lo pone al servicio de los pobres. Así puede aparecer como ejemplo para aquellos que quieren “blanquear” el dinero del amo (que es de Mammón) y ponerlo al servicio de los pobres, en línea de gratuidad creadora, formulada y vivida con astucia más alta. Se trata, pues, de romper (superar) un sistema de dinero injusto, para crear un orden más alto de justicia.

Este Jesús de la parábola y de su interpretación no niega el dinero, sino que lo transforma, convirtiéndolo en medio para crear amistad, es decir, comunión, entre los hombres, insistiendo en la necesidad de encontrar y poner en marcha un tipo de “inteligencia superior de gratuidad”, al servicio de la comunión con los pobres, una sabiduría superior a la astucia de los “hijos de las tinieblas”.  .

 ‒ Reflexión final: “El que es fiel en lo poco será también fiel en lo mucho… y el que es infiel en lo poco será infiel en lo mucho. Si no sois fieles en el Mammón injusto ¿quién os confiará el bien verdadero. Si no sois fieles en lo ajeno ¿quién os confiará lo vuestro?” (Lc 16, 10-12). El amo del dinero empezaba “felicitando” al administrador injusto por la astucia que había demostrado. Pues bien, ahora, el que habla no es ya el dueño del dinero injusto, sino el mismo evangelista, en nombre de Jesús, vinculando la lealtad en el dinero (en lo poco) con la fidelidad en los valores más hondos de la vida (¡lo que es vuestro, lo que os define de verdad!), pues ambos planos son inseparables.

DES-3-1080x675Ser fieles en lo poco (es decir, en el dinero) es poner los bienes dinero al servicio de la fraternidad, es decir, de los pobresLa lealtad en lo poco (el dinero) puede compararse a la del mayordomo de la parábola, pero no en sentido egoísta (para bien suyo…), sino en línea de evangelio (para bien de los pobres). No se trata, pues de condenar el dinero que podamos tener (como quería EvTom 64: diciendo que los comerciantes no entrarán en las cosas de Dios…), ni de ponerlo al servicio del capital, defendiendo los principios y valores del sistema, sino de utilizarlo al servicio de los pobres, creando así un nuevo orden económico, en línea de gratuidad. En esa línea, ser fiel en lo poco (dinero) significa ir en contra del sistema económico del “dueño” (de su capital), para boicotearlo de un modo inteligente y creador, que puede parecer corrupto (en la línea del administrador), pero que es justo y fiel al servicio de los pobres. Se trata, pues, de aceptar por un lado el sistema (el orden actual), pero no para sostenerlo y apuntalarlo, sino para boicotearlo y transformarlo por dentro, para bien de los hombres y mujeres como tales, no del capital en sí

Ser fieles a Jesús (a los pobres, a los hombres y mujeres concretos) significa ser infieles a Mammón, porque el camino de Dios no va en la línea del dueño del dinero (sistema), sino en la  del administrador injusto, que es capaz de engañar al amo, es decir, de superar por dentro los métodos y fines del sistema, pero no por egoísmo particular (él y sus amigos), sino para poner todo el dinero al servicio de la fraternidad, de un mundo de amigos. Lógicamente, el buen administrador del evangelio será infiel a Mammón, pues sólo de esa forma podrá ser fiel y amigo de los pobres, para suscitar un mundo distinto de justicia y fraternidad sobre el Mammón injusto del dinero, en una línea de evangelio, un tema que ha de verse en relación con Apocalipsis (cap. 10), donde se formula en perspectiva distinta, pero no contradictoria.

Oposición fundamental: Dios y el dinero (Lc 16, 13)

             Interpretando y ratificando las reflexiones anteriores, Lucas añade la palabra clave de la oposición entre Dios y Mammón, tomada del documento Q, que Mt 6, 24 situaba en el Sermón de la Montaña:

 Ningún siervo (oikêtes, criado de casa) puede servir a dos señores, porque,o bien odiará a uno y amará al otro,o bien se entregará al primero y no hará caso del segundo.No podéis servir a Dios y a Mammón (Lc 16, 13).

images1Esta sentencia se entiende a la luz de la parábola anterior, y de los comentarios e interpretaciones posteriores sobre la conducta del administrador, y sobre la forma de utilizar (transformar) el   Mammón malo (de injusticia, tês adikias), para crear un mundo de amigos… No se trata pues de “abandonar” el dinero, en línea de pura interioridad (EvTom 64), sino de utilizarlo (recrearlo), con una “inteligencia superior” al servicio de los valores del Dios de Jesucristo, es decir, de los pobres y de todos, creando así un orden económico de Reino A fin de servir a Dios hay que abandonar, superar y en el fondo convertir un tipo de dinero injusto.

Esta es la palabra clave, que debe interpretarse en paralelo a Mt 6, 24: Hay que condenar el sistema de injusticia del dinero, no para destruirlo sin más, sino para subir de nivel, creando una economía portadora de gratuidad, al servicio de todos los hombres, teniendo en cuenta dos principios que parecen contradictorios, pero que en el fondo pueden y deben vincularse.

− En su forma actual, eldinero es injusto. Lucas destaca su origen perverso, y lo define como Mammón de injusticia, dinero “negro”, antidivino, que sólo se busca a sí mismo, pues el dueño roba a los subordinados y   el administrador robaa a su amo.

− Pero ese mismo dinero de robo mutuo, se puede convertir y convertir en medio para “ganar amigos para el Reino”, es decir, para la fraternidad de los hermanos de Jesús. De fin en sí y de medio para oprimir y engañar a los demás, el dinero puede y debe convertirse en medio de fraternidad.

 Ciertamente, Jesús (narrador de la parábola) dice que el amo felicitó a su administrador injusto, porque supo emplear el dinero  corrupto, para ganar amigos dentro del sistema (cf. Lc 12, 33). Esa “felicitación” está mostrando la lucha interna que se establece dentro del espacio del dinero, entre un dueño y administrador que, en el fondo, utilizan los mismos métodos de engaño. En ese sentido, el administrador injusto es una copia en pequeño del dueño injusto, pues ambos persiguen lo mismo (utilizan el dinero de un modo semejante, para su egoísmo). Por eso, la parábola nos sitúa ante la exigencia de una destrucción consecuente del sistema monetario “capitalista”, donde cada uno intenta utilizar el dinero a su servicio egoísta, no para crear una economía justa.

El “dueño” alaba la astucia de su subordinado desde el mismo sistema del dinero, no porque sea moralmente bueno (ni conveniente para él) lo que hace, sino por la agudeza del administrador, por la forma en que ha logrado engañarle (=robarle), dentro de un sistema monetario donde cada uno (incluido de un modo superior el dueño del dinero malo) quiere e intenta robar mejor al otro, de manera que quien más roba es más astuto y más inteligente. En esa línea, Jesús no viene a ratificar el sistema, sino a superarlo por dentro, convirtiendo el dinero en medio de fraternidad (y no de engaño), al servicio de los pobres, de manera que, al fin, la misma existencia de un dueño que quiere controlar todo el dinero desde arriba pierde su sentido. En esa línea se sitúa su propuesta de conversión:

‒ Jesús no quiere solo una conversión interna(haciendo con amor y oración las “cosas” del dinero), sino un cambio también externo en un plano de dinero: En lugar de la economía actual, al servicio de los poderosos (dentro de un sistema de dinero del que cada uno quiere aprovecharse), hay que construir una economía humana, de manera que el dinero deje de ser Mammón, ídolo que mata y destruye, para convertirse en medio de ayuda a los pobres y encuentro interhumano. Lucas sabe que, a partir del mensaje de gracia de Cristo, la economía puede y debe transformarse en línea de evangelio, superando una visión gnóstica (de interioridad) y apocalíptica (pura condena del dinero), para descubrir y potenciar de nuevo la capacidad creadora de los hombres, en línea de bien y de abundancia, como supone Gen 1.

Así lo indica esta fórmula de fondo (no podéis servir a Dios y Mammón), como he puesto de relieve en comentario a Mt 6, 24. Servir a Dios, es decir, amarle y dejarse transformar por su amor (en la línea del shema de Dt 6), no es un sentimiento interno (en línea de sentimentalismo), sino de transformación personal y social, en línea de fidelidad a la alianza de Israel. Pues bien, en esa línea, retomando y universalizando la propuesta del AT, Jesús propone un cambio económico radical, en la forma de entender y aplicar el dinero, no para condenar sin más el mundo, sino para recrearlo en línea de fidelidad humana[5].

En esa perspectiva han de entenderse los textos económicos fundamentales de la tradición de Lucas, desde el Canto de María (sacia de bienes a los hambrientos, despide vacíos a los ricos: 1, 46-53) y los consejos del Bautista a penitentes, publicanos soldados (3, 10-14; cf. 19, 10), hasta los principios generadores de su evangelio, dese el sermón de Nazaret (4, 17-19 y la respuesta a los enviados del Bautista: 7, 22-23), hasta las Bienaventuranzas (6, 21-22) y el Padrenuestro (11, 2-4)[6].

La parábola ilustra la mayordomía de la riqueza. Jesús no aprueba lo que hizo el mayordomo (v. 10), pero elogia su astucia al usar las oportunidades del presente para asegurar su futuro (v. 8). De alguna manera, todas las riquezas son «injustas», pero pueden servir para buenos propósitos si somos buenos mayordomos. Si usamos nuestros recursos para ayudar a los necesitados o ayudamos a otros a encontrar a Cristo, nuestra inversión nos brindará beneficios en la eternidad. Cuando acatamos la voluntad de Dios, usamos desinteresadamente las posesiones.

[1] La bibliografía sobre esta parábola ha sido parcialmente recogida en F. Bovon, El evangelio de San Lucas III (Lc 15, 1-19, 2), Sígueme, Salamanca 2004, 89-94. Para situar el tema, cf. J. Jeremías, Interpretación de las parábolas, Verbo Divino, Estella 1985; Ch. Dodd, Las parábolas del Reino, Cristiandad, Madrid 2001; W. Harnisch, Las Parábolas de Jesús, BEB 66, Sígueme, Salamanca 1989; J. W. Sider, Interpretar las parábolas, San Pablo, Madrid 1997.

Cf. además:. M. Ball, The Parables of the Unjust Steward and the Rich Man and Lazrus,” ET 106 (1995) 329-330; M. Burgos, El escándalo de la justicia del Reino en Lc XVI, Communio 21 (1988) 167-190; J. D. M. Derrett, Fresh Light on St. Luke xvi.11: Dives and Lazarus and the Preceding Sayings NTS 7 (1961) 364–80 (cf. J.D.M. Derrett, Law in the New Testament, Darton, London 1970); D. R. Fletcher, The Riddle of the UnjustSteward: Is Irony the Key?, JBL 82 (1963) 15-30; R. G. Lunt, Expounding the Parables: Parable of the Unjust Steward, ET 11 (1965-1966): 132-36; G. Camps y B. M. Ubach, Un sentido bíblico de adikos-adikia y y la interpertación de Lc 16, 1-13, EstBib 25 (1966) 75-82; M. Herranz, La predicación de Jesús: parábola de administrador infiel (Lc 16 1-13), Cuadernos de Evangelio 14 (1975) 5-26; M. Krämer, Das Rätsel der Parabel vom ungerechten Verwalter, Pas, Zürich 1972; W. Loader, Jesus and the Rogue in Luke 16.1-8a. The Parable of the Unjust Steward‘, RB 96 (1989) 518-32; H. W. Seibert, Der ungerechte Haushalter: Versuch einer Rechtfertigung desselben nach Lukas 16, 1–13, Wallmann, Leipzig 1913.

[2] En general, como herederos del Derecho Romano, solemos ponernos de parte de la “violencia legal”, es decir, del Dueño Rico, identificándole con Dios, y condenando al administrador “injusto”. Por el contrario, el Derecho Bíblico tiende a pensar desde las “víctimas”, interesándose en proteger a los deudores, a quienes en principio habría que perdonar, según el Padrenuestro (Lc 11, 4; Mt 6, 12). La cuestión central de esta parábola no es saber si el administrador es “inocente o culpable” dentro de aquel sistema legal, sino en ver si lo que él hace resulta bueno o malo para las víctimas, que aparecen así como punto de partida y centro de una nueva ordenación económica, de tipo mesiánico..

[3] Sobre el trasfondo literario y teológico del tema, dentro del contexto de Lucas, cf. P. V. Cabello, Tened cuidado y guardaos de toda codicia”. Hacia una interpretación conciliadora del tema riqueza-pobreza en Lc-Hch a partir del análisis socio-retórico de Lc 12,13-34, Verbo Divino, Estella 2011.  Cf. Cf. J. B. Green, Good News to Whom? Jesus and the ‘Poor’ in the Gospel of Luke en J. B. Green y M. Turner, Jesus of Nazareth: Lord and Christ, Eedermans, Grand Rapids 1994, 59-74.

[4] Sobre la corrupción como pecado y sobre la forma de superarla, cf. B. Pérez Andreo, La corrupción no se perdona. El pecado estructural en la Iglesia y en el mundo, PPC, Madrid 2017, libro que yo mismo he prologado.

[5] A. von Jüchen, Jesus zwischen Reich und Arm. Mammonworte und Mammon-geschichten im Neuen Testament, Alektor, Stuttgart 1985, ha recogido de forma pastoral. desde un protestantismo luterano consecuente, la necesidad de superar una economía de injusticia, expresada en forma de Mammón, oponiéndose no sólo al fascismo nazi y al comunismo soviético, sino también al “liberalismo” de Mammón, en la línea de un socialismo cristiano consecuente. Entre sus obras, cf. también Jesus und Pilatus. Eine Untersuchung über das Verhältnis von Gottesreich und Weltreich im Anschluß an Johannes 18, 28 – 19, 16, Evangelischer V. München 1941; Die Christenheit zwischen den Übeln, Deutsche V., Stuttgart, 1959; Die Kampfgleichnisse Jesu Kaiser, München 1981.

[6] Lucas nos lleva así al centro de la problemática del dinero, en una línea complementaria a la de Mt 25, 31-46, no para destruirlo, sino para recrear la creación de Dios, en un contexto que, en su tiempo, está determinado por la potencia económico-política del Imperio romano; a diferencia del Apocalipsis, que se opone frontalmente al Imperio y su dinero, Lucas reconoce en principio el valor de su economía, no para defenderla, sino para transformarla. Cf. R. Koch, Die Wertung des Besitzes im Lukasevangelium,”Biblica 38 (1957) 157-169; A. Hornung, Zur Theologie der Armut: Reich Gottes, Besitz und Besitzverzicht nach den lukanischen Schriften OrdKor 16 (1975) 424-454; J. S. Galligan, The Tension between Poverty and Possessions in the Gospel of Luke, SpTo 37 (1985) (con version on line).

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