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“Hacia una nueva civilización II”, Stefano Cartabia.

Martes, 30 de julio de 2019

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Stefano Cartabia, Oblato,
Uruguay

ECLESALIA, 12/07/19.- Nuestra colaboración y nuestra responsabilidad para con la nueva civilización tiene un eje insustituible: uno mismo. El camino empieza por uno mismo. La sabiduría perenne siempre lo supo y plasmó el conocido aforismo común a todas las tradiciones: “si yo cambio, el mundo cambia”.

Puesta esta piedra esencial podemos echar una mirada a unos aspectos donde podemos ver la nueva civilización emergiendo y donde podemos colaborar con nuestra responsabilidad y lucidez.

LA NUEVA CIVILIZACIÓN Y SUS IMPLICACIONES

1. Religiones

La nueva civilización está afectando sensiblemente a lo religioso. En general las religiones mundiales están pasando por situaciones de crisis, especialmente aquellas que tiene una fuerte organización institucional, como por ejemplo la iglesia católica adentro del cristianismo.

La crisis de las religiones y lo religioso es un signo evidente de la nueva civilización que está emergiendo. Justamente porque lo religioso toca una de las esferas más profundas y sensibles del ser humano desde la antigüedad: la relación con la preguntas últimas (definitivas). Preguntas últimas que podemos resumir así: ¿de dónde vengo? ¿Adonde voy? ¿Hay un Ser trascendente? ¿Qué sentido tienen el mal, el dolor y la muerte? ¿Se puede ser feliz en nuestra existencia humana?

Estas son las preguntas religiosas, más allá de la creencias, más allá de los supuestos ateísmos.

La “crisis” de las religiones y lo religioso es un aspecto de la Gran Muerte. Hay que cruzar la Gran Muerte con apertura y radicalidad.

La Gran Muerte en lo religioso se manifiesta esencialmente en el quiebre de la convicción de poseer la verdad. Por muchos siglos cada religión o tradición religiosa estaba convencida de “ser la mejor”, la “auténtica”, la sola poseedora de la verdad.

La nueva civilización está quebrando esta convicción mental y egoica.

Vamos hacia una transformación esencial del fenómeno religioso. Posiblemente las religiones subirán una transformación radical – tal vez algunas desaparecerán – y nos encontraremos en la espiritualidad. La espiritualidad pertenece a la esencia de nuestro ser y del Universo, en cambio el fenómeno religioso está vinculado a la historia y las culturas y por eso mismo está sujeto al cambio, le renovación, la transformación.

En la genuina espiritualidad nos estamos ya encontrando: cristianos, budistas, hinduistas, musulmanes, judíos, ateos. Nos estamos encontrando a partir de la experiencia del Ser, de la Vida, del Amor. Experiencia del Ser que se tiñe maravillosamente de las diferencias, las respeta, las valora, las custodia.

¿Cómo colaborar responsablemente a la nueva civilización en este aspecto?

Cuestionando nuestras posturas mentales, nuestros juicios, nuestra cerrazón.

Cayendo en la cuenta que nuestra pretensión de “tener la verdad” es puramente mental y en el fondo anti-evangélica. Además en lo concreto es un obstáculo en la vivencia existencial del Amor, núcleo – dicho sea de paso – del mensaje evangélico.

Abriendo la mente a otras posibilidades. Escuchando radicalmente el otro desde el silencio mental. Ejercitando la mente al silencio y poniéndonos a servicio de la primacía del Espíritu.

Es el camino del silencio, la interioridad, la profundidad que marca lo genuino de todas las religiones desde los orígenes de la humanidad.

2. Política

La crisis política es mundial. En la actualidad, tal vez como nunca antes, la humanidad sufre una carencia de lideres políticos. Me atrevo a decir –por lo que conozco– que en el mundo occidental casi no hay un líder político digno de ese nombre.

Son pocos los gobiernos que se escapan de los escándalos debidos a la corrupción, a los abusos de poder, a medidas anti-democráticas o hasta anti-humanas.

Esta crisis política es –otra vez– la dimensión de la Gran Muerte.

El camino democrático que rige en gran parte de la humanidad está llegando a su implosión. La nueva civilización vislumbra otra democracia, más autentica, más humana. Tal vez la democracia no es el último estadio en la evolución política de la humanidad. Hay algo más, hay algo mejor.

La nueva civilización está sugiriendo, desde muchos lugares del planeta, otra manera de vivir la democracia.

Surgen experiencia, propuestas, intentos de una democracia nueva.

¿Cómo colaborar?

Reconociendo y desarticulando a nivel personal lo que la Gran Muerte está haciendo a nivel de macro-política: nuestra tendencia al poder, a la fama, al dinero, a la comodidad, a la apariencia, al prestigio.

La clase política surge de la base y desde la base y es reflejo de una sociedad.

Reconociendo en nosotros lo que juzgamos y vemos “afuera” es el primer paso para colaborar con una nueva forma de hacer política.

Mientras hacemos esto – trabajo nunca acabado – podemos crear esta conciencia en nuestros círculos vitales. En lugar de rechazar lo político podemos aportar conciencia y lucidez. Podemos dialogar, crear comunidades, espacios para reflexionar juntos y crecer en lucidez en lugar de la crítica estéril.

Escuchando al otro con radicalidad y sin prejuicios. El otro es siempre mucho más que sus opiniones, ideologías, posturas.

Solo desde una real escucha y aprecio podrá surgir una nueva política; una política que se fundamente en el Ser y no en el pensar.

3. Economía

Otra dimensión donde está actuando la nueva civilización es la economía. Las continuas crisis económicas y financieras que de vez en cuando sacuden también Wall Street y los bancos es la Gran Muerte que tiene que atravesar –y está atravesando– la economía mundial. El sistema económico mundial está también a punto de colapsar. Sigue la absurda e inhumana brecha entre la extrema riqueza y la extrema pobreza. Sigue una economía virtual y muy poco real: el mundo del fútbol es un perfecto ejemplo. Así como el mundo del espectáculo, la televisión y las redes sociales.

Desde muchas partes la nueva civilización está sugiriendo una manera más humana de vivir la economía.

Surgen, cada vez más, experiencias y propuestas que apuntan a la sobriedad, al compartir, a la solidaridad.

¿Cómo colaborar?

Saliendo de la tentación del tener. Saliendo de la ilusoria creencia que la felicidad viene del poder, del tener, del aparentar.

Siempre más nos estamos dando cuenta de eso, aunque los medios y las redes sociales a menudo empujan en la otra dirección y nuestra falta de lucidez nos hace caer e ilusionar.

También es esencial dejar a un lado todos estos medios y redes para centrarnos en nosotros mismos: la plenitud la descubrimos adentro. Hasta que no vamos hacia adentro la seguiremos buscando afuera y caeremos en la ilusión y en una economía muy poco humana y humanizante.

Podemos colaborar con la nueva civilización creando espacios sanos de interioridad y profundidad… para nosotros mismos y para los demás.

Creando espacios y momentos de una sano y sobrio compartir.

Volver a la sobriedad y saborearla es un medio muy eficaz para darnos cuenta de la plenitud que ya somos y tenemos.

Muy útil es también desprendernos de vez en cuando de todo lo que no usamos y no nos es necesario: ropa, objetos, proyectos, etcétera…

Nos daremos cuenta que después de un primer momento de “dolor” se abrirá un espacio enorme de libertad y plenitud.

Porque al desprendernos y al dar, caemos en la cuenta que somos el mismo amor que estamos dando y viviendo.

4. Sexualidad

Todo lo relacionado a la sexualidad tiene una gran importancia y fuerza en el ser humano. La energía sexual es tal vez la más potente en el ser humano, es la energía que concentra las demás dimensiones. Por eso es la energía también más bella, la que engendra vida.

La crisis de lo sexual es evidente: es también esta la Gran Muerte.

La liberación sexual que estamos viviendo nos aportó muchos aspectos nuevos e importante, abrió las puertas a una comprensión más integral de la sexualidad humana. Pero estamos viendo que no es suficiente. Lo sexual sigue generando sufrimiento, sentimientos de culpas, situaciones inhumanas.

¿Por qué? 

Porque se está viviendo como una dimensión aislada de nuestro ser. La liberación sexual se centró en una supuesta libertad y se enfocó en el placer y el puro individualismo.

El placer por el placer – lo sabemos bien – no nos lleva a la experiencia de plenitud.

Buscar en el simple placer la plenitud es como buscar el océano en un vaso de agua.

Somos mucho más que el simple placer sexual. Somos mucho más que nuestra genitalidad.

La nueva civilización intenta integrar lo sexual a toda la persona humana y a todo el ser. Aprender a vivir una sexualidad integrada a nuestra dimensión psíquica y espiritual es fuente de crecimiento y de auténtica plenitud.

¿Cómo colaborar con esta dimensión?

También en este aspecto el primer paso es siempre el crecimiento personal en conciencia: ¿cómo vivo la dimensión sexual en mi existencia?

Reconocer y asumir los que nos duele, las heridas, los sentimientos, las dificultades y los fracasos, es esencial.

En segundo lugar podemos dar paso para vivir una sexualidad cada vez más integrada, antes que nada con nosotros mismos y después con nuestro entorno.

La sexual es una energía que nos conecta y relaciona con todo y con todos. Siempre nos relacionamos a partir de nuestra dimensión sexual y sexuada, con las personas, las cosas, la naturaleza.

El camino de integración abarca también la vivencia de la sexualidad en una existencia y vocación concreta. Vivimos la sexualidad a partir de un estilo de vida.

Todo esto significa que también hay que ordenar la sexualidad: el desorden sin duda no lleva a la integración y a la experiencia de plenitud. La sexualidad, como toda energía, requiere y busca un orden. La energía desordenada es destructiva.

A nivel más familiar y social es fundamental la educación. Tal vez es este uno de los campos donde el camino educativo resulta de fundamental importancia.

Educar en su amplio sentido de acompañar, escuchar, orientar, dialogar, perdonar, recomenzar. Educar la sexualidad es un camino largo y nunca acabado.

5. Ecología

La nueva civilización se está expresando y revelando con un tinte especial en la ecología. La triste y conocida crisis ecológica es la Gran Muerte por la cual se resucitará a una conciencia ecológica integral y humana.

La dimensión ecológica tiene estricta vinculación a las dimensiones políticas y económicas que ya hemos tratado y no creceremos como humanidad sin integrar estas tres dimensiones.

La tierra está herida: hoy hay más conciencia que nunca. El ser humano es parte de la tierra, del agua, del fuego, del aire: hoy hay más conciencia que nunca.

Está emergiendo, desde la nueva civilización, una nueva y exquisita conciencia ecológica. Lenta pero segura, va surgiendo. Lenta porque tiene que lidiar con el ego colectivo obsesionado por el éxito y el poder que hemos visto en el nivel político y económico. Segura porque la tierra está despertando y nos está despertando. También en este nivel no hay marcha atrás.

La nueva civilización supone el despertar de la tierra y su evolución en conciencia.

Nos estamos dando cuenta – los pueblos originarios lo saben desde siempre – que la tierra y lo que vive en ella es un ser consciente. Todo evoluciona hacia niveles de conciencia cada vez mayores. En ámbito cristiano es la intuición que expresó muy claramente Teilhard de Chardin en el siglo pasado. Nada está “muerto”: simplemente vive en otro nivel de conciencia.

¿Cómo colaborar?

Volviendo a un contacto sereno y real con la tierra. Volviendo a la creación y sus multiformes y hermosas manifestaciones.

La comunión serena y prolongada con la naturaleza nos puede regalar un crecimiento importante en conciencia.

Salir de nuestras ciudades y entornos contaminados de ruido y escuchar los arboles, el viento, las flores, los pájaros.

Renunciar con coraje a la televisión y darse un tiempo de calidad para “sentir la tierra”.

La tierra nos está llamando, nos está amando.

¿Escucharemos su voz? ¿Nos dejaremos amar?

Conclusión

La nueva civilización es meta y camino, es camino y meta.

Ya está, porque late en el corazón del mundo. Ya está, porque es lo que, realmente y auténticamente, somos.

Descubrir que el camino es la meta es el comienzo de la verdadera paz y del disfrute. Caminar en la meta es éxtasis.

Como dice el sabio hindú Nisargadatta:

Una vez que te des cuenta que el camino es la meta y que siempre estás en el camino, no para alcanzar una meta, sino para gozar de su belleza y sabiduría, la vida deja de ser una tarea y se torna natural y simple, se convierte en éxtasis…”.

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

* “HACIA UNA NUEVA CIVILIZACIÓN I” en ECLESALIA, 08/07/19

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