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¿Matrimonio homosexual? No, matrimonio igualitario. Por qué no estamos de acuerdo con Fundéu

Viernes, 10 de noviembre de 2017

RAE_diccionarioCoincidiendo con el artículo, lo publicamos en su totalidad:

La Fundéu avisa a los medios de comunicación de que dejen de usar el término “matrimonio igualitario” y usen “matrimonio homosexual” porque hay que ser más precisos en el lenguaje.

Sorpresa absoluta. Esa ha sido nuestra reacción cuando esta mañana conocíamos la última recomendación de la Fundéu (Fundación del Español Urgente), decantándose por la expresión “matrimonio homosexual” sobre “matrimonio igualitario”. Una recomendación con la que estamos en absoluto desacuerdo (que expresábamos en Twitter esta misma mañana, a los pocos minutos de difundirse) y que en esta página no seguiremos, a diferencia de muchas otras de sus recomendaciones. Las razones son fáciles de entender.

No existe el “matrimonio homosexual” como concepto jurídico. Existe el “matrimonio”, históricamente vedado a las parejas del mismo sexo, pero que cada vez más países han abierto a todas las parejas, con independencia de su sexo. “El hombre y la mujer tienen derecho a contraer matrimonio conforme a las disposiciones de este Código. El matrimonio tendrá los mismos requisitos y efectos cuando ambos contrayentes sean del mismo o de diferente sexo”, expresa el Código Civil español en su artículo 44.

El matrimonio, cuando se celebra en un país que ha dotado a esta institución de un carácter igualitario, puede ser contraido por dos personas heterosexuales, dos personas homosexuales, una persona heterosexual y una persona bisexual, una persona heterosexual y una persona pansexual, una persona homosexual y una persona bisexual, una persona homosexual y una persona pansexual, dos personas bisexuales, dos personas pansexuales, etc. A su vez. si en lugar de referirnos a la orientación sexual nos referimos a la identidad de género, puede ser contraido por dos personas cis, dos personas trans, una persona cis y una persona trans, dos personas de género no binario, una persona cis y una persona de género no binario, una persona trans y una persona de género no binario, etc. Si combinamos orientación e identidad las posibles combinaciones se disparan.

Que ante esta realidad alguien recomiende a estas alturas la expresión “matrimonio homosexual” muestra, en el mejor de los casos, una gran desconocimiento, y en el peor, un ánimo invisibilizador de la diversidad sexual y de género de la especie humana. No negamos que en un momento inicial el uso de esa expresión por un medio de comunicación pudiese considerarse válido (nosotros mismos, ya con doce años a nuestras espaldas, la utilizamos en nuestras primeras entradas) pero hoy día, cuando la realidad LGTBI es mucho más conocida y asumida, carece de sentido.

Puede argumentarse, con razón, que en este caso lo mejor sería hablar de matrimonio a secas. Así lo hacemos nosotros cuando hacemos crónica de sociedad y recogemos enlaces entre dos personas del mismo sexo. “El actor y modelo Colton Haynes contrae matrimonio con Jeff Leatham”titulábamos hace pocos días una entrada. “Contrae matrimonio”, a secas. Ni “contrae matrimonio igualitario” ni “contrae matrimonio homosexual”. Hablamos también, en el cuerpo de nuestras noticias, de “apertura del matrimonio a las parejas del mismo sexo”. Pero no siempre los titulares permiten expresiones extensas, y hay ocasiones en las que la economía del lenguaje se impone y preferimos usar dos palabras que una frase larga. “Matrimonio igualitario” es en estos casos la expresión más acertada al referirse a la aprobación (o a la negación) del derecho de las parejas del mismo sexo a contraer matrimonio. “El presidente de la República Federal de Alemania rubrica la histórica ley de matrimonio igualitario”titulábamos en julio, por mencionar otro ejemplo.

Argumenta Fundéu que “igualitario significa ‘que entraña igualdad o tiende a ella’ y ‘que propugna la igualdad social’”. Absolutamente de acuerdo. Posteriormente afirma que “de estas definiciones no se desprende que esa igualdad esté por fuerza relacionada con el sexo de los contrayentes”. “La expresión matrimonio igualitario también puede aludir —y, de hecho, así se ha venido usando— a un matrimonio entre personas de distinta clase social o a aquel en el que los dos cónyuges gozan de los mismos derechos”, añade. Un argumento que no compramos. Desde luego nosotros no recordamos titulares de medios de comunicación que hablen de “matrimonio igualitario” cuando se refieren a una boda entre dos personas de distinta clase social. Los hemos buscado, y no los hemos encontrado. Este argumento más bien nos parece construido ad hoc para justificar una preferencia. La lengua, en cualquier caso, es un organismo vivo. Si en el pasado tuvo ese significado, desde luego hoy no lo tiene.

Nuestro criterio, por otra parte, es compartido tanto por la FELGTB como por Fundación Triángulo, dos de las entidades LGTB más importantes del Estado. Ambas se pronunciaban también en Twitter. “Estamos totalmente en desacuerdo con esta consideración de Fundéu. ‘Homosexuales’ son las personas, no los acuerdos que entre ellas la ley reconozca. Hablamos de ‘igualitario’ porque hasta que no se permitió a personas del mismo sexo contraer matrimonio existía discriminación”expresaban desde la FELGTB“Defendemos ‘matrimonio igualitario’ pues es independiente del sexo legal de l*s contrayentes. Se puede especificar que es “entre personas del mismo o de diferente sexo” pero en ambos casos sería matrimonio igualitario. Profundamente en desacuerdo con Fundéu a este respecto”expresaba por su parte Triángulo. El desacuerdo con la Fundéu, de hecho, trasciende las fronteras de España. “El carácter igualitario se lo da la propiedad de beneficiar a parejas homosexuales cis, trans y tradicionales”, respondía por ejemplo a Fundéu la organización Venezuela Igualitaria, también en Twitter.

Fundéu fue creada en 2005 por un acuerdo entre el banco BBVA y la agencia EFE, y su objetivo es velar por el buen uso del castellano en los medios de comunicación. Es una institución a la que consideramos útil y cuyas recomendaciones son, por lo general, de gran ayuda a la hora de decantarnos por una u otra opción a la hora de utilizar el lenguaje. El año pasado aplaudimos su decisión de incluir “LGTBfobia” entre sus doce candidatas a “palabra del año 2016”. En esta ocasión, sin embargo, se ha equivocado. Desde luego nosotros no les haremos caso.

Fuente Dosmanzanas

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