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“Salió el sembrador a sembrar”. Domingo 16 de julio de 2017. 15º domingo de tiempo ordinario.

Domingo, 16 de julio de 2017

38-OrdinarioA15Leído en Koinonia:

Isaías 55,10-11La lluvia hace germinar la tierra
Salmo responsorial: 64La semilla cayó en tierra buena y dio fruto.
Romanos 8,18-23La creación, expectante, está aguardando la plena manifestación de los hijos de Dios
Mateo 13,1-23Salió el sembrador a sembrar

El libro del profeta Isaías se divide en tres parte: la primera la podemos llamar el libro de la denuncia; la segunda el libro del anuncio y la tercera la consolación. El texto que hoy leemos pertenece a esta última sección del libro y nos da ya una pista para la interpretación del pasaje. Isaías III nos presenta una comparación que subraya el papel fundamental de la palabra de Dios para que se verifique la eficacia de su obra o acción. La palabra de Dios es entonces la lluvia que hace fecundos incluso los terrenos más áridos y duros. Se describe todo el ciclo completo del agua, desde su precipitación como gotas en las nubes, pasando por su acción benéfica en el terreno cultivado, hasta su retorno al cielo, lista para reemprender de nuevo su ciclo. De igual forma la palabra de Dios, que parte rauda de la boca de Dios, hace fértil el campo cultivado y realiza el cometido para el que fue enviada.

Esta comparación nos ayuda a comprender que la palabra que Dios nos comunica no gira en el vacío, sino que se dirige a los ‘terrenos cultivados’, o sea , a todas las personas que con devoción y cariño preparan su mente y sus afectos para que sea eficaz la palabra que ellos reciben de Dios por medio de los profetas. De este modo, la comparación resalta dos elementos muy importantes: la palabra se dirige a los ‘terrenos cultivados’ donde la semilla ya reposa y la palabra retorna a su fuente de origen.

El evangelio de Mateo complementa esta imagen tan poderosa y sugestiva con la ‘parábola del sembrador’. En esta parábola los elementos decisivos son la excelente calidad de la semilla y la disposición del terreno. El sembrador lanza una semilla de excelente calidad y lo hace con la generosidad y esperanza de quien ama su campo de cultivo. No ahorra esfuerzo ni semillas; las coloca incluso en lugares en donde no cabría esperar ningún resultado ya que su interés no es conservar sino esperar que esa semilla haga fructificar todos los sectores de su parcela. El otro elemento decisivo, el terreno, responde de diferente manera según la ‘calidad’ de la tierra. La buena disposición de cada pedazo de la parcela constituye el factor desicivo para el éxito de la empresa. La semilla es buena, pero el terreno responde de manera desigual.

La interpretación de la parábola que aparece en la sección siguiente del evangelio, nos da unas claves poderosas de comprensión. La disposición del terreno se refiere a la actitud de las personas. Algunas se dejan cultivar y ofrecen una tierra apta donde la semilla echa raíces profundas. Otras, en cambio, ofrecen terrenos donde la semilla se pierde por exceso de dureza, por descuido, superficialidad o negligencia. Tanto el grupo representado por los buenos terrenos, como el grupo representado por los terrenos no receptivos, forman parte de la misma parcela. Los dos están en la misma geografía, en la misma historia y en el mismo momento. No hay excusa válida para justificar la falta de acogida y de respuesta.

Esta parábola se refiere a una realidad de la comunidad cristiana sobre la que ya se había hecho una profunda recepción. En la comunidad, representada por la parcela, se encuentran terrenos, es decir personas, con diferentes actitudes y proyectos. No se puede saber de antemano qué respuesta va a dar cada quien. Lo único que se sabe es que el sembrador reparte con generosidad su fértil semilla. En el desarrollo del proceso de cultivo se sabe quién es apto y quién no. Pero no basándonos en criterios arbitrarios, sino en el fruto que cada quien muestra. La expresión ‘dar frutos’ tiene un valor muy preciso en la Biblia y se refiere siempre a la respuesta positiva del ser humano al proyecto de Dios. Pero no a cualquier proyecto presentado en nombre de Dios, sino a la propuesta de los profetas que Jesús de Nazaret ha llamado ‘reinado de Dios’. Es decir, una experiencia humana donde sea posible el amor solidario, la libertad para hacer el bien y la justicia responsable.

La parábola del sembrador nos pone en contacto con la profecía consoladora de Isaías. La palabra de Dios actúa en la historia humana en las personas que cultivan el terreno sorprendente del amor solidario, de la escucha atenta del hermano y del servicio generoso y desinteresado a los excluidos. La palabra de Dios se hace fecunda en las comunidades y personas que asumen una actitud responsable ante la historia y no permiten que la ‘buena nueva del Evangelio’ se convierta en consigna barata ni en cliché de espiritualizaciones alienadoras y superfluas, sino que procuran siempre que la palabra del profeta sea eficaz en la historia.

Pablo, en la Carta a los Romanos, nos propone esta misma reflexión: la creación, el terreno fértil que Dios ha dado al ser humano en la historia (Gn 2,4-25), aguarda con impaciencia la realización de la obra de Cristo en toda la humanidad. La propuesta de Jesús nos abre a la esperanza de un futuro en el que la Humanidad se reconoce en la justicia y en el amor solidario, y no en la muerte y la guerra.

El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 31 de la serie «Un tal Jesús», de los hermanos LÓPEZ VIGIL, titulado «La historia del sembrador». El guión y su comentario pueden ser tomados de aquí: http://radialistas.net/article/31-la-historia-del-sembrador Puede ser escuchado aquí:
http://radioteca.net/media//uploads/audios/%25Y_%25m/031.mp3

Para la revisión de vida

Dios ha sembrado su palabra en mi vida. ¿Cómo la he acogido yo? ¿Se ha secado o ha fructificado? ¿Cuánto, cómo?

Para la reunión de grupo

– Somos una generación que entiende la Biblia de forma muy diferente a como la han mirado y leído las anteriores generaciones de cristianos. Hagamos un elenco de cuáles podrían ser estas diferencias. Comentarlas después una a una.

– “La Biblia no es «la» palabra de Dios” sino que “la Biblia es palabra de Dios”: comentar la distinción. (Hay muchas otras «palabras de Dios»; la Biblia puede ser -a lo más, y sólo para nosotros- la «palabra de Dios por antonomasia».

– La palabra de Dios es viva y eficaz… Sugerir cuáles pueden ser «amores equivocados» hacia la palabra de Dios: una lista de posibles fundamentalismos bíblicos…

– Dice san Pablo que “la creación entera gime con dolores de parto…”. Se trata de un mensaje distinto de aquél del génesis, que pone a toda la naturaleza a los pies del ser humano, para que sea dominada y explotada enteramente a su servicio. Se ha acusado a la Biblia y a la tradición cristiana de tener una visión excesivamente antropocéntrica de la naturaleza… Una nueva actitud sería la de comprender que el ser humano no puede explotar la naturaleza pensando en el propio interés, sino que tiene también la responsabilidad de “cuidar” la tierra, ser no el dueño de la naturaleza sino el hermano mayor de todos los seres, que asume su responsabilidad de cuidar a los hermanos menores.

– Aparte de la aplicación fácil de la parábola del sembrador, subsiste el problema de esas alusiones que Jesús parece desvelar: no se explica, para que algunos no entiendan… Comentar en el grupo qué puede significar eso…

Para la oración de los fieles

– Por toda la Iglesia, para que su palabra sea veraz y eficaz como lo es la Palabra del Padre. Oremos.

– Por todos aquellos que desprestigian sus palabras con sus hechos, para que recapaciten y hagan que su vida sea coherente con lo que anuncian y prometen. Oremos.

– Por todos los que tienen la misión de predicar el Evangelio, para que anuncien una fe viva, liberadora, salvífica y transformadora de personas y sociedades. Oremos.

– Por todas las personas que trabajan para dar a luz un mundo nuevo y mejor, para que continúen en la lucha sin desfallecer. Oremos.

– Por todos los que sufren por cualquier causa, para que la Palabra de Dios siembre en ellos la paz y la esperanza. Oremos.

– Por todos nosotros, para que tengamos cada día más abiertos el oído y el corazón a la palabra de Dios. Oremos.

Oración comunitaria

Señor, que la luz de tu Palabra sea siempre guía en nuestra vida; y que tu amor germine en nosotros, para que podamos dar frutos de vida entre nuestros hermanos, de modo que todos alcancemos la libertad, el gozo y la paz. Nosotros te lo pedimos por Jesús, hijo tuyo y hermano nuestro. Amén.

Oh Dios, misterio inefable, cuya palabra inunda al ser humano, a todos los seres humanos, y a todo el cosmos, atrayendo hacia adentro y hacia arriba la flecha de la evolución… Queremos expresarte nuestro deseo de participar en esa marcha ascendente e interiorizante de todos los seres hacia ti, ayudados por esa palabra tuya que podemos descubrir omnipresente en toda la realidad. Tú que vives y alientas e inspiras, desde siempre, por milenios y milenios. Amén.

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