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Ética de felicidad, virtud y amistad basada en el Nuevo Testamento

Sábado, 15 de noviembre de 2014

amigos_01Esta charla tuvo lugar el sábado 20 de septiembre de 2014 a las 20h en Barbieri 18. Corrió a cargo de Alberto, teólogo redentorista, que compartió su reflexión sobre cómo interpretar la ética basándose en el Nuevo Testamento en base a los conceptos fundamentales provinientes de Aristóteles de felicidad, virtud y amistad. Esta visión contrasta con la visión clásica de la teología moral basada en una moral católica basada en la “ley”.

A partir del Concilio de Trento (siglo XVI), la moral católica se configuró entorno al concepto de “ley”. El objeto de la Teología moral era aplicar la ley a casos concretos. Esta manera de hacer Teología moral se llama “casuismo” y marcó  a la Iglesia durante los siglos que pasaron entre los concilios de Trento y del Vaticano II. El Concilio Vaticano II hizo que este modo de hacer teología moral entrara en crisis. Los teólogos que impulsaron la renovación conciliar quisieron poner en el centro de su reflexión no la ley, sino la persona y su conciencia. Este este proceso de cambio está aún en marcha. Uno de sus últimos desarrollos es que, en las últimas décadas, teólogos y filósofos están proponiendo recuperar conceptos y enfoques que provenientes de Aristóteles, el gran iniciador de la ética en la tradición Occidental. Aristóteles apenas habla de leyes en sus tratados; su ética gira en torno a tres conceptos fundamentales: felicidad, virtud y amistad. Mi reflexión es cómo articular una ética basada en el Nuevo Testamento usando estas tres ideas.

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El esquema de la charla es el siguiente:

Ética cristiana: más allá de una moral de normas

De Trento al Vaticano II: La moral casuista

  • Minimalismo. Una ética centrada en el pecado enseña no a hacer el bien, sino a evitar el mal y a alejarse de toda ocasión de pecado. Favorece la mentalidad que busca hacer lo menos posible.
  • Fariseísmo. Si el criterio de la bondad moral es el cumplimiento de la ley, puedo considerarme “bueno” si formalmente hago lo prescrito.
  • Atrofia de la conciencia. Como cualquier otra capacidad humana, el discernimiento.
  • Culpabilidad. Por mucho que se intente, nadie es capaz de cumplir estrictamente todas las normas.
  • Individualismo. Debo velar en primer lugar por la salvación de mi alma. Lo que otros hagan es su problema.
  • Idolatría de la norma: una vez que tenemos la norma a la que obedecer, se puede retirar a Dios a un segundo plano. Los árboles de cada caso de conciencia impedían ver el bosque de la persona en su relación con Dios.

La Renovación de la moral en torno al Vaticano II: el giro personalista

“Aplíquese un cuidado especial en perfeccionar la teología moral, cuya exposición científica, más nutrida de la doctrina de la Sagrada Escritura, explique la grandeza de la vocación de los fieles en Cristo, y la obligación que tienen de producir su fruto para la vida del mundo en la caridad” (Optatam Totius, n. 16).

Un posible camino para avanzar: la ética de la virtud

  • Felicidad: El objeto de la ética es guiar a la persona hacia la felicidad. La felicidad no es algo que se tiene, es llegar a ser de una cierta manera. La vida humana tiene sentido si va hacia algún fin.
  • Virtud: Una virtud es un rasgo que caracteriza una personalidad lograda, un ser humano feliz.
  • Amistad: Nadie puede ser feliz solo. La amistad es el vínculo que une a la comunidad de las personas que buscan juntos la felicidad.

La felicidad, estilo Jesús

Cristo no vino a fundar una nueva religión, sino a hacer posible una nueva fraternidad entorno a él de la que nadie estaba excluido. Por medio de esta red tejida entorno a Jesús y por la acción del Espíritu, podemos conectar de una manera nueva con Dios. En eso consiste la fe cristiana: la propuesta concreta de una comunión universal en Dios (Hermano John de Taizé, Una multitud de amigos, Sal Terrae 2012)

Vamos encontrando la felicidad al cuando comprometemos junto a otros amigos/as en el proyecto de Jesús.

  • Que da un sentido y una dirección a nuestra vida.
  • Nos impulsa a salir de nosotros mismos. Encontramos la felicidad al compartir con otros.
  • Va transformando nuestra personalidad (la felicidad no es tener, sino una forma de ser).
  • La ética cristiana está al servicio de esta transformación.

De la página web de Crismhom.

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