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“Lo gratuito, lo inútil, la utopía: una mañana de debate en la radio “, por Juan José Tamayo

Miércoles, 30 de agosto de 2023
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cristo-cerezo-720_560x280Leído en su blog:

¿Puede considerarse útil la utopía?

“Si dejamos morir lo gratuito, si renunciamos a la fuerza generadora de lo inútil, si escuchamos únicamente el mortífero canto de sirenas que nos impele a perseguir el beneficio, solo seremos capaces de producir una colectividad enferma y sin memoria que, extraviada, acabará por perder el sentido de sí misma y de la vida”

“En tiempos de crisis, lo primero que recortan los gobiernos en sus presupuestos es la cultura por considerar que resulta inútil en términos de productividad”

El domingo 30 de julio participé en un interesante debate en torno a la Utopía en el programa “A vivir que son dos días” de la Cadena SER, conducido magistralmente por la periodista Lourdes Lancho, junto con el filósofo Carlos Javier González Serrano y la filósofa Carmen Madorrán. Fue un diálogo muy enriquecedor en el que tuvimos la oportunidad de dialogar con serenidad y de manera argumentada cada uno de los cuatro desde nuestra experiencia vital y nuestro campo de especialidad.

Una de las cuestiones abordadas fue el papel de la utopía en una sociedad donde pareciera que solo prestamos atención a las cosas útiles. La pregunta era si puede considerarse la utopía dentro del término “utilidad”. Mi respuesta fue que depende de la concepción que tengamos de lo útil y de la utilidad. Para ello tomé como referencia el libro de Nuccio Ordine La utilidad de lo inútil. Manifiesto (El Acantilado, Barcelona, 2013), donde el intelectual italiano recientemente fallecido expresa con toda nitidez su objetivo:

“He querido poner en el centro de mis reflexiones la idea de utilidad de aquellos saberes cuyo valor esencial es de todo ajeno a la fuerza generadora a cualquier finalidad utilitarista. Si dejamos morir lo gratuito, si renunciamos a la fuerza generadora de lo inútil, si escuchamos únicamente el mortífero canto de sirenas que nos impele a perseguir el beneficio, solo seremos capaces de producir una colectividad enferma y sin memoria que, extraviada, acabará por perder el sentido de sí misma y de la vida. Y en ese momento, cuando la desertización del espíritu nos haya ya agostado, será en verdad difícil imaginar que el ignorante homo sapiens pueda desempeñar todavía un papel en la tarea de hacer más humana la humanidad”.

Ordine da la vuelta al concepto de “utilidad” y hace un elogio de la útil inutilidad de los clásicos, de la literatura, de la filosofía y de la ciencia. Se refiere a la locura del Quijote, a quien define como el héroe por excelencia de lo inútil y lo gratuito. Las empresas que lleva a cabo el Caballero de la Triste Figura están guiadas por la gratuidad y desligadas de toda finalidad utilitaria. Pone como ejemplo de utilidad de lo inútil el desafío del hombre que se colocó delante de una hilera de tanques que se retiraban de la Plaza de Tiananmen, tras la masiva matanza de estudiantes -algunos medios de comunicación hablaron de miles- concentrados en la Plaza en la primavera 1989, y logró detener el avance de los tanques. Jeff Widener, fotógrafo de la Agencia Associated Press,fotografió la escena desde la ventana de la habitación de su hotel. La imagen dio la vuelta al mundo y se convirtió en el icono de la resistencia frente a la represiva potencia militar china y en gesto utópico para toda la humanidad.

Los tres ejemplos de Ordine se sitúan en el horizonte de la utopía y contribuyen a dar pasos en su realización, si bien, como afirma Eduardo Galeano, “por mucho que yo avance, nunca la alcanzaré”. La utopía sirve, como indica él mismo, “para caminar”. Y Antonio Machado enriquece esa misma idea con un nuevo matiz: “caminante no hay camino,/ se hace camino al andar./ Al andar se hace el camino/ y al volver la vista atrás,/se ve la senda perdida que nunca/ has de volver a pisar”.

Hay, sin embargo, otro concepto de utilidad, incompatible con la utopía, más aún, que sigue la senda contraria: la de la muerte de todo proyecto utópico. Tres ejemplos lo ponen de manifiesto de manera más clara que cualquier teoría. El primero es el expresidente de Brasil Bolsonaro que, durante la pandemia. puso por la delante la economía sobre las vidas humanas y declaró servicios esenciales los servicios religiosos y propuso, junto con los pastores de las mega-iglesias, el coronafé como respuesta al coronavirus. El resultado de tan irracional práctica de utilidad fue la muerte de 700.000 personas, de las que, según las informaciones recibidas en mi último viaje a Brasil, se hubieran podido salvar más de 300.000 personas.

El segundo ejemplo del concepto errado de utilidad es el siguiente: en tiempos de crisis, lo primero que recortan los gobiernos en sus presupuestos es la cultura por considerar que resulta inútil en términos de productividad, cuando es precisamente en esos tiempos donde la ciudadanía más la necesita para el desarrollo de su creatividad y  debiera considerarse uno de los servicios esenciales para la comunidad.

El tercero ejemplo de una imagen distorsionada de la utilidad es el capitalismo, para quien lo útil consiste en el beneficio y la ganancia sin límites, que desemboca en explotación de las personas más vulnerables, los colectivos más desprotegidos de sus derechos y los pueblos oprimidos, discriminación y subalternización patriarcales, depredación de la naturaleza, marginación social de las mayorías populares y colonización de las mentes.

La utopía cuestiona ese concepto de utilidad porque privilegia el poseer sobre el ser, la eficiencia sobre el sentido, la tozudez de los hechos sobre el futuro por construir. Un privilegio que desmienten no pocos pensadores y pensadoras. “Es el gozar, no el poseer, lo que nos hace felices”, afirma Montaigne. “Si los hechos no están de acuerdo con la teoría, peor para los hechos”, asevera Ernst Bloch, el filósofo de la esperanza.  En palabras de la filósofa Adela Cortina, “sin futuro utópico en el que quepa esperar y por el que quepa comprometerse, carece de sentido nuestro actual presente”. La afirmación utópica quizá más contundente es la de Oscar Wilde: “Un mapa del mundo que no incluya el país de la ‘Utopía’ no merece siquiera la pena de echarle un vistazo”.

Una de las formulaciones más antiguas de la utopía se encuentra en el profeta bíblico Isaías: “No os acordéis de las cosas pasadas, ni penséis en lo antiguo. Mirad, voy a hacer algo nuevo. Ya está brotando. ¿No lo notáis? Trazaré un camino en el desierto, senderos en la estepa” (Isaías 43,18-19).

Lo gratuito, lo inútil y la utopía conforman un continuum, por muy paradójico que resulte, pero es que la paradoja constituye una de las características de la utopía.

Para profundizar en el tema, remito a Juan José Tamayo Invitación a la utopía. Estudio histórico para tiempos de crisis (Trotta, 2016, 2ª ed.) y ¿Ha muerto la utopía? ¿Triunfan las distopía? (Biblioteca Nueva, 2020, 4ª ed.).

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Construyendo utopía.

Lunes, 20 de junio de 2022
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Abrazos tiernos

Llegará un día
en que nosotros,
tú y yo,
y ellos…
¡todos! seremos todo para todos;
y no habrá murallas,
ni dobles contabilidades,
ni tarjetas opacas,
ni cajas fuertes,
ni burocracia interminable…
pues no habrá que esconder nada
ni guardar ningún secreto,
ni defender propiedades privadas…
porque el mundo será la casa de todos,
y la luz brillará en todos,
y todos buscaremos el bien para todos,
y nos sentiremos felices
viviendo libres,
como hermanos e iguales…

Y las guerras,
las batallas,
las contiendas,
los combates
las pugnas,
las luchas,
las peleas,
las riñas,
las disputas
las oposiciones,
los concursos,
las competencias…
entre unos y otros,
entre el fuerte y el débil,
pasarán…
porque nos atraerá más
la unión y el apoyo,
el andar juntos,
el gustar los abrazos
que el ser lobos unos para otros…;
y no habrá vencedores ni vencidos,
ni pobres ni ricos,
ni sabios ni ignorantes,
ni ciudadanos ni extranjeros…
pues todos seremos tus hijos
y viviremos como hermanos.

Pero ahora, mientras tanto,
hay que hacer que llegue ese día,
practicando,
con fe y esperanza,
la utopía,
y dejando que el evangelio
haga germinar,
en nuestras entrañas,
y en el corazón de la sociedad,
el futuro que Tú nos prometes cada mañana…

*

Florentino Ulibarri
Fe Adulta

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“Utopía como posibilidad”, por Gabriel Mª Otalora

Lunes, 1 de junio de 2020
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l_1584875869De su blog Punto de Encuentro:

A primera vista, puede parecer un contrasentido formular una utopía posible cuando el neologismo creado por Tomás Moro tiene el significado etimológico de “lugar que no existe” o “lo que no puede ser”. Sin embargo, “utopía” también puede señalar una inexistencia de “algo que todavía no es”, por tanto no imposible que ocurra.

A pesar de que Moro fue un personaje del siglo XVI, su utopía nace del anhelo de perfecta felicidad que anida el corazón humano. La historia que narra en su isla ideal incluye críticas a la injusticia social, económica y política de la Inglaterra renacentista, que fue la realidad en la que le tocó vivir, aunque se ha convertido en un arquetipo universal. Lo que logra Tomás Moro con este mensaje universal es abrirnos a una esperanza posible que seduce en cualquier tiempo porque se puede ver como una vivencia anticipada. Es como un horizonte que da sentido al presente, aquí y ahora, un imán que nos atrae, una lejanía próxima, real. Es lo que todavía no es, no lo que no puede ser, desde una disposición interior y esfuerzos a diario por alejar el fatalismo pasivo.

Pensemos en una utopía que interpreta el presente desde un futuro deseable que no sabemos pero con el que contamos. El futuro es el fin y el presente es el medio. No estamos ante algo imposible o ilusorio, sino ante una realidad que se puede crear a base de tiempo y trabajo, día tras día, a veces por caminos llenos de dificultad. Tener fe en una utopía así impulsa a la acción y refuerza esa creencia. Cierto es que la historia está llena de movimientos utópicos llenos de odio y sangre en nombre de ideales que pretendían una sociedad perfecta, consecuencia de haber caído en el principal peligro utópico: aceptar la deshumanización en sus medios y/o en sus fines.

El contrapunto lo tenemos en nuestras acciones de fe y amor. Hay que recordar la historia larga de las utopías heroicas llenas de humanización; comenzando por todos los avances espectaculares de la Humanidad gestados en el seno de utopías que partían de situaciones presentes con escenarios futuros aparentemente imposibles. Personas como Gandhi, Luther King, Mandela y muchos otros sin relevancia social alguna que demuestran cada día que, por imposible que pueda parecer una postura utópica solidaria, cuando alguien se atreve a vivirla radicalmente desde el sentido que aquí le damos, puede lograr resultados extraordinarios. Esto es una constante aunque al principio nadie crea los resultados que logran quienes se lo proponen. Cabe preguntarse, pues, cuál va a ser la siguiente utopía a transformarse en hermosa realidad: ¿concienciarnos de la enorme solidaridad habida en torno al colonavirus como actitud transformadora social, a mantener en lo sucesivo? ¿La paz justa entre palestinos e israelíes? ¿Salvar de morir a millones de personas cada día por falta de agua potable? La ONU afirma que solo se necesitarían menos de quince dólares por ciudadano…

Tomás Moro se esforzó por vivir la “utopía” del Evangelio; quiso comprometerse con su ejemplo por encima de las amenazas del poderoso de turno. La coherencia en su fe utópica le ayudó en sus amargos últimos años; primero le costó su prestigio político y personal y después, la vida. Pero quedó el fruto de su ejemplo y el fino sentido del humor del que hizo gala incluso cuando ya preso, rezaba así: “Señor, dame una buena digestión y, naturalmente, algo que digerir.”

La historia ha hecho famosos a muchos escritos utópicos dispares: Res pública de Cicerón, La ciudad del sol, de Campanella; La ciudad de Dios, de San Agustín, La nueva Atlántida de Bacon, Un mundo feliz, de Huxley; 1982, de Orwell… Y ha recogido realidades utópicas igualmente muy diferentes: el relato del Éxodo, la Revolución francesa o el fenómeno comunista. Pero cualquier utopía que no quiera quedarse en el terreno de lo ilusorio y peligroso, debe estar ligada a ideales positivos que aspiran a llegar a un “buen lugar” o eutopia. Es la manera de lograr aspiraciones parciales del anhelo de felicidad plena que habita en el ser humano. Nada que ver, por tanto, con las filosofías pesimistas o los afanes totalitarios propios de utopías entendidas como “lugares inexistentes”.

Por ser ilusorias y negativas, no queremos sociedades perfectas sin libertad, educación perfecta sin libertad, familias perfectas sin libertad. Sin libertad individual no hay verdadera humanidad ni sitio para la utopía posible. Solo cabe ver el futuro como “la pasión de lo posible” como llamaba Kierkeegard a la verdadera esperanza, una utopía en construcción donde las haya.

Los cristianos solemos hablar también de utopía cristiana, solo posible cuando nos implicamos en la mejora del mundo, luchando por la justicia, la paz y la igualdad, insertando todo ello dentro de un horizonte escatológico en el que Dios da sentido al encomendarnos continuar la Creación mejorando la existencia de su mano, a la escucha. La fe cristiana no supone una contemplación estática del devenir, sino que introduce la comprensión dinámica de la historia abocada a avanzar a pesar de los pesares. Conviene no olvidarlo cuando nos llega el decaimiento, las inconsecuencias o la tristeza de la aparente falta de avances. Lo cuenta muy bien la historia del Éxodo…

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Utopía

Sábado, 5 de octubre de 2019
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Del blog Nova Bella:

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Entiendo por Utopía la belleza irrenunciable,

y aún la espada del destino de un ángel

que nos conduce hacia aquello

que sabemos imposible

*

María Zambrano

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“Las reformas posibles de Francisco”, por Nicolás Castellanos

Domingo, 9 de agosto de 2015
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papamultitud_560x280De su blog Hombres Nuevos:

Retomar y aplicar el Concilio Vaticano II, “coger al mundo en su carrera”

Yves Congar: “La labor reformadora nace del amor a la Iglesia”

¿Qué reformas debieran ahora impulsarse bajo la inspiración del Papa Francisco? Repaso y sugiero algunas de mayor calado. – Retomar y aplicar el Concilio Vaticano II: el retorno a las fuentes, la eclesiología de comunión, mayor énfasis en el protagonismo de los laicos, que la mujer pueda intervenir a la hora de tomar decisiones en la Iglesia.

– Recuperar la preocupación de Juan XXIII y el Concilio Vaticano II de dialogar con el mundo, “coger al mundo en su carrera”. Y en este diálogo con el mundo, hacer un discernimiento sobre los nuevos signos de los tiempos: la descentralización del poder, el ecumenismo, el diálogo interreligioso, la escasez de vocaciones sacerdotales, religiosas, de compromiso laical, servicio de la comunidad cristiana en el mundo moderno, ¿y de la parroquia, qué?

– Desde el Concilio Vaticano II tenemos pendiente responder a esta pregunta: ¿Iglesia, qué dices de Dios? La cuestión de Dios tiene que pasar a primer plano. Y la respuesta tiene que ser colegial desde toda la geografía eclesial.

– La Iglesia debe, en opinión de muchos, hacer una hermenéutica integral del kerigma cristiano, desde el logos de la modernidad.

– Desde el SUR estimo que un capítulo fundamental de la agenda pastoral y social del nuevo sucesor de Pedro tiene que ser la JUSTICIA EN EL MUNDO y el PROBLEMA PLANETARIO DE LA POBREZA, IGNOMINIA DE LA HUMANIDAD.

– Como pastor, al obispo de Roma le puede la Salus animarum”, que empieza con la promoción integral, desde ahora y desde aquí, de TODO el hombre y de TODAS las mujeres y hombres y culmina en el cielo.

– Como pastor bueno y samaritano se pregunta todas las noches: ¿Dónde van a dormir los pobres en esta excluyente civilización? Y no puede menos de reafirmar la opción preferencial por los pobres.

– Será crítico con la economía globalizada del mercado, con la violación de los derechos humanos y defensor del 75% de empobrecidos y excluidos. Todo esto exige ser audaz y valiente como María de Nazaret en el Magníficat.

Debe pesar más su densidad de pastor que la burocracia de la Curia imponiendo un poder centralizador. Se espera que sea el obispo de Roma, en colegialidad con todos los obispos del mundo, que también son sucesores de los apóstoles.

– Hoy, que se habla de la muerte de las utopías y el fin de la historia, es la gran oportunidad de presentar la oferta gratuita no impuesta de la utopía de Jesús, la mística del Evangelio, libro abierto a la vida, a la personalización y a la más exquisita humanización, alma de esta sociedad de tecnologías punta.

No puede faltar en su agenda promover un ecumenismo real desde las bases eclesiales y en la cúspide, en donde se dé un real diálogo de escucha, compartir y decidir juntos. El diálogo con las grandes religiones pueden servir de antídoto a algunos fundamentalismos reinantes.

Un papa libre, en fidelidad al Evangelio, en esta sociedad cambiante no puede acosar a los teólogos sino instaurar un diálogo y comunión dialéctica, entrañable, crítica y profética. Los jóvenes de hoy le piden que preste atención a los cambios radicales y permanentes de la sociedad para que no se desenganchen de la Iglesia.

En el inicio de su itinerario apostólico tras las huellas de Pedro sería bueno recordar aquel axioma del gran teólogo y cardenal, Y. Congar: “La labor reformadora nace del amor a la Iglesia”.

Nicolás Castellanos

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Por unos Medios de Comunicación de la Iglesia honestos, participativos y veraces. COPE y 13tv no pueden seguir propagando una doctrina tan ideologizada, sesgada y partidista

Domingo, 9 de noviembre de 2014
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imagesEditorial de Redes Cristianas:

Cada día que pasa se nos van imponiendo con mayor firmeza dos convicciones:  que en la era de la globalización de los mercados y la economía financiera la universalización de las comunicaciones representa uno de los mayores fenómenos de nuestro tiempo; y que, a pesar de los impresionantes logros de la tecnología, la sociedad posmoderna no ha logrado globalizar el derecho que asiste a la ciudadanía a expresar y difundir libremente su opinión y a recibir “sin limitación de fronteras” —como define la Declaración Universal de los Derechos Humanos, art. 19—, informaciones veraces y útiles para la colectividad. 

De hecho, un reducido número de agencias,  en conexión con 300  multinacionales,  controlan la información y la opinión pública mundial. Este oligopolio del poder mediático se impone sobre el mismo poder político a través de sus medios de comunicación de masas.

Salvando las distancias —y,  en el mejor de los supuestos, las intenciones— algo similar está pasando en la Iglesia católica y, más en concreto, en la Iglesia española donde la Conferencia Episcopal a través de la Comisión de Medios de Comunicación ejerce un control absoluto sobre la información y la opinión pública en la Iglesia.  

Contra la propia doctrina oficial de la Iglesia que, aunque tímidamente,  apuesta por la honestidad informativa en sus documentos oficiales — entre otros, la Constitución Lumen Gentium del Vaticano II, nº 119; Decreto Inter Mirifica para la comunicación, del mismo concilio; y las encíclicas Pacem in Terris de Juan XXIII y Evangelii Nuntiandi de Pablo VI— y defiende el derecho a una información que respete la verdad, la justicia y la caridad, la Conferencia Episcopal Española está manteniendo unos medios que, como la COPE y 13tv, van justamente en dirección contraria. A través de su línea editorial, de sus espacios y tertulias se difunden  unos  mensajes que frecuentemente nada tienen que ver con la verdad, que faltan a la justicia y quebrantan con  insultos el debido respeto y la caridad con las personas. Propagan, en último extremo, una doctrina tan ideologizada, sesgada y partidista que resulta muy difícil reconocer en ella la doctrina católica universal. Hoy día son más una empresa comercial que centros o focos de evangelización.

Desde Redes Cristianas ya en nuestro Manifiesto por la Laicidad de septiembre de 2008 “denunciamos a la Conferencia Episcopal Española por el intolerable abuso del derecho a la Libertad de Expresión que está haciendo la COPE (a la que hoy añadimos 13tv)… y le exigimos el cambio radical en su línea editorial”. Y ante los nuevos aires que están llegando desde Roma y con la llegada a Madrid del obispo Carlos Osoro, creemos que el cambio debe iniciarse ya desde el reconocimiento del pluralismo que reina en el cristianismo en España  y desde el derecho de la comunidad católica y civil a disponer de unos medios de comunicación abiertos a la diversidad de tendencias,  siendo honestos, participativos y veraces.

Entretanto, hay medios que -vinculados a congregaciones religiosas o con estructuras más independientes- apuestan por una comunicación alternativa, honesta y poniendo el foco en la denuncia de las injusticias y en las personas que sufren. Es el caso de revistas como Humanizar, Revista 21, Alandar, Tiempo de Hablar, Utopía, Éxodo, Encrucillada o Irimia; y de medios digitales como Eclesalia, Ciberiglesia y Atrio, que dan otra visión de cómo se puede comunicar desde una perspectiva creyente.

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