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“En la Iglesia ¿caben todos?”, por Consuelo Vélez

Viernes, 25 de agosto de 2023
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IMG_0197De su blog Fe y Vida:

El papa Francisco se dirigió a los jóvenes de la Jornada Mundial de la Juventud con sencillez, claridad y cercanía. A algunos no les gustó esa espontaneidad, incluso criticaron que “no leyera” sus homilías y hablara directamente, mirando a su auditorio, logrando esa conexión que surge de quien no pretende “dar cátedra” sino comunicar un mensaje en el que cree y lo ofrece sin otras pretensiones. Sin duda, Francisco sigue rompiendo esos esquemas rígidos, solemnes y doctrinales que han marcado la vida de la Iglesia a lo largo de la historia. Más de un clérigo tiene que hacer todo un equilibrio de justificaciones para acomodarse a ese estilo que no le parece adecuado, pero que necesita hacerlo para no parecer que no está en comunión con el Papa. Ahora bien, no solo hay clérigos con esa dificultad. También hay una porción de laicado que tampoco sintoniza con ese estilo porque en su formación cristiana se les ha insistido en la rigidez, tradicionalismo y muchas otras formas prácticamente “prevaticanas”, haciéndoles creer que corresponden a la “auténtica” doctrina.

Se podrían comentar varios aspectos del mensaje de Francisco a los jóvenes, pero quiero detenerme en este: “En la Iglesia hay espacio para todos y, cuando no haya, por favor, esforcémonos para que haya, también para el que se equivoca, para el que cae, para el que le cuesta. Porque la Iglesia es, y deber ser cada vez más, esa casa donde resuena el eco de la llamada que Dios dirige a cada uno por su nombre. El Señor no señala con el dedo, sino que abre sus brazos; nos lo muestra Jesús en la cruz. Él no cierra la puerta, sino que invita a entrar; no aleja, sino que acoge”. Estas palabras van en sintonía con el énfasis que ha puesto, a lo largo de su pontificado, en la misericordia que debe ser la carta de presentación de los cristianos y en aquello de que la Iglesia no es para los puros sino para los pecadores, no es una aduana sino una casa para todos.

Esa afirmación, tan propia de la Buena Noticia del Reino, no es fácil vivirla en el día a día. Tal vez una de las realidades más difíciles de asumir es la diversidad sexualfrente a la cual el Papa ha dicho que “quién es Él para juzgar”, sin que esto suponga un mayor avance en las iglesias locales. En algunos templos se tienen grupos en los que sus integrantes son personas LGTBIQ+ y mantienen una pastoral dirigida a esa población. Pero, en muchos casos, se acepta mientras estén así, en grupos separados, no integrados a la comunidad parroquial. Además, cuando se habla de estas realidades, sea en la parroquia e incluso en los ámbitos académicos católicos, siguen siendo realidades excluidas, llenas de prejuicios y, lo que es más grave, de desinformación y de discursos ideológicos para fundamentar el rechazo del que deben ser objeto.

Otro tema en el que tampoco es fácil vivir esa inclusión de todos en la Iglesia, es la incorporación de los guerrilleros, paramilitares, delincuentes, etc., una vez se han sometido a un proceso de paz. En Colombia esto es evidente. Quienes más se oponen a estos procesos son los que se consideran más involucrados con la vida eclesial y se glorían por sus buenas obras o sus donaciones a la Iglesia. Conocemos bien cómo hubo tanto rechazo al proceso de paz con la Farc y, como hoy, sigue el rechazo -casi visceral- frente a todas las propuestas que implican el diálogo y los esfuerzos por una reconciliación y un nuevo comienzo. Hace poco, escuchando a personas que se dicen muy creyentes y que atacaban todos los esfuerzos por la construcción de la paz, exigiendo el castigo inmisericorde sobre los que han hecho mal a la sociedad, les pregunte: y si los cristianos no apoyamos esos procesos ¿quién los puede apoyar?¿no es este el mensaje del evangelio? ¿no nos enseñó Jesús que Dios es el Padre misericordioso que hace fiesta porque el hijo que pidió su herencia -eso significaba en el contexto judío, desear la muerte del padre- y la malgastó, volvió a la casa? La respuesta que me dieron fue igualita a la del Hijo mayor de la parábola: “ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado” (Lc 15, 30); es decir, se enfadan de que se busquen otras salidas -diferentes a la confrontación armada-, para construir la paz.

Y así podríamos continuar los ejemplos en que lo de la inclusión verdadera de todos, todas (y todes -aunque a tanta gente -incluidos creyentes- le molesta eso del lenguaje inclusivo), es una bonita idea que pocos se esfuerzan por llevar a la práctica. Sigue existiendo el racismo de muchas formas, el clasismo, el etnocentrismo, el colonialismo, el machismo y, como define la filósofa española Adela Cortina, “la aporofobia” (odio a los pobres) que hace más inalcanzable la inclusión cuando a las anteriores realidades se añade el que estas personas son pobres.

El Papa hizo que los jóvenes repitieran que en la Iglesia caben “todos, todos, todos” pero ese mensaje no fue solo para ellos. Convendría que cada uno se pregunte su disponibilidad para esa acogida sin límite, ni medida. Este sería un testimonio creíble, en estos tiempos, en los que la palabra de la Iglesia ya no parece resonar en muchos ambientes. De ahí que, redoblar en “testimonio” no es solo algo necesario, sino urgente.

(Foto tomada de: https://ellaglobalcommunity.org/blog/2021/01/08/l/)

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Sábado, 15 de julio de 2023
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Del blog Nova Bella:

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Así en aquél rostro conocí todos los seres

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Hadewijch de Amberes

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“O todos o ninguno “, por José I. González Faus

Lunes, 13 de diciembre de 2021
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Meister_des_Codex_Aureus_Epternacensis_001 El rico Epulón y el pobre Lázaro. 1040. Maestro del Codex Aureus. Iluminación sobre pergamino. Medidas: 30 cm x 22 cm. Museo Nacional Germánico. Nuremberg

De su blog Miradas cristianas:

Otro aviso de la pandemia

Cuando creíamos estar saliendo ya del oscuro túnel pandémico, es de temer que estemos otra vez como al principio. Los humanos solo podemos salvarnos a partir de una igualdad fundamental.

A la pandemia vírica le acompaña otra pandemia psíquica. Porque los países que nos creemos “desarrollados”, seremos más ricos pero no somos más fuertes.

Hay una palabra que siendo totalmente “laica” es, a la vez, profundamente teológica. Y es la palabra igualdad.

Dicho una vez más: primero y tercer mundo encarnan hoy la parábola jesuánica de Epulón y Lázaro

La última lección, inesperada aunque muy obvia, que nos está trayendo la covid con su variante ómicron es que los humanos solo podemos salvarnos a partir de una igualdad fundamental. La reacción de “nosotros primero”, que pudimos ver en Israel comprando las vacunas a precio más caro, o en los EEUU saqueando aviones que llevaban material sanitario a otro país y hacían escala en algún aeropuerto norteamericano, pareció muy eficaz de momento. Pero, a más largo plazo, ha resultado inútil: anteayer nos dijeron que esa variante había aparecido solo en Sudáfrica y hoy nos cuentan que ya se ha detectado en varios países europeos.

Añadamos que, mientras en Europa hay varios países que han cubierto el 70% de su vacunación, en África ningún país pasa del 7%. Desde este dato se entiende todo; y nace la sospecha de que nuestra cacareada “aldea global” pueda convertirse en un enorme recinto, donde cada país viene a ser como la celda de una prisión. Éramos aldea global a la hora de sacar provecho del otro; pero a la hora de ayudarlos a que tuvieran una seguridad como la nuestra, volvimos a ser un planeta dividido, donde hay países de primera, o de segunda o de tercera categoría.

Y el bichito nos avisa de que nuevas huidas hacia adelante acabarán trayéndonos nuevos desastres: o nos salvamos todos o seguiremos amenazados todos. Con las consecuencias psicológicas que estamos viendo que tiene esa amenaza para aquellos que no han sido víctimas de la covid19: que, a la pandemia vírica le acompaña otra pandemia psíquica. Porque los países que nos creemos “desarrollados”, seremos más ricos pero no somos más fuertes.

Estos datos confirman una verdad radicalmente cristiana: he dicho otras veces que hay una palabra que siendo totalmente “laica” es, a la vez, profundamente teológica. Y es la palabra igualdad. Los humanos somos todos hijos de un mismo Padre y, como hijos, somos todos hermanos en Cristo, e iguales en dignidad y derechos. Por eso los racismos han sido siempre gravemente pecaminosos: tanto si era el racismo de la etnia, o el de la nación o, como sucede ahora, “el racismo del dinero”.

La necesidad de una igualdad ante la pandemia (¡en beneficio propio!) nos lleva a la necesidad de una igualdad global, como la que proclaman inútilmente todas las Declaraciones de derechos. Nos hemos querido defender de ese incumplimiento con la excusa de una meritocracia sin matices: los que están arriba lo están gracias a sus méritos, y los que están abajo están ahí por su culpa.

Esta explicación, que puede valer para un mínimo tanto por cien de casos, la hemos hecho universal y única, olvidando que la gran mayoría de los que están arriba lo están por algún privilegio gratuito o por alguna injusticia patente o latente: ya san Juan Crisóstomo repetía que “quien es muy rico es un ladrón o hijo de ladrón”; y eso tiene más vigencia hoy que entonces. Bastaría con repasar todas las relaciones del Europa con África: desde la esclavitud (en el siglo XVIII) al colonialismo (en el XIX y XX) hasta ese mecanismo actual por el que, si en un país entra una ayuda al desarrollo de 40, sale de él un reembolso de deuda de 60. Los méritos pueden justificar unas desigualdades como de uno a cinco; pero no de uno a mil, como las que soporta nuestro mundo

Dicho una vez más: primero y tercer mundo encarnan hoy la parábola jesuánica de Epulón y Lázaro, en la que destaca el detalle de que se prescinde de si el rico lo era por sus méritos y el hambriento lo era por su culpa. Lo único que se nos dice es que uno banqueteaba y el otro sufría de hambre y heridas: inspirando a los perros una compasión que no llegaba hasta el Comilón (traducción literal de la palabra epulón).

Total: cuando creíamos estar saliendo ya del oscuro túnel pandémico, es de temer que estemos otra vez como al principio y que esa sea “la antigua normalidad” a la que queríamos regresar. Todo por los egoísmos y desigualdades en la salida. Como en aquella vieja parábola del teatro incendiado en el que, por querer salir todos el primero, acabaron pisoteándose unos a otros y no pudo salir casi nadie.

¿Aprenderemos la lección?

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¿Por “todos” o por “muchos”?

Sábado, 3 de junio de 2017
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misal-romanoDel blog de Hilari Raguer:

Ha causado estupor, por no decir escándalo, el cambio de las palabras de la consagración eucarística, ordenado por la Congregación del Culto y asumido por nuestros obispos, imponiendo el “entregado por vosotros y por muchos” en vez del “por todos” pacíficamente arraigado. Si desde el principio se hubieran traducido así las palabras de Jesús en la institución de la Eucaristía, ya sería discutible, pero el cambio tardío no puede dejar de producir la impresión de que el “muchos” deroga el “todos”, y de que Jesucristo no murió por todos los hombres. ¿Habrán nacido algunos predestinados a la condenación eterna?

Se ha alegado una traducción literal del latín tradicional “pro multis”, pero detrás del latín está el griego “pollois”, y detrás del griego está el hebreo “rabbim”, que no es limitativo sino indefinido y significa multitud, número infinito, como en el Siervo de Yahvé de Is 53,13.

Puestos a revisar versiones tradicionales con afán de literalidad, con el mismo criterio habría que cambiar también la última petición del padrenuestro según Mateo. El “libera nos a malo” latino se ha traducido siempre, en la liturgia, el catecismo y la piedad, por “líbranos del mal”, cuando literalmente deberíamos decir “líbranos del malo”, es decir, del demonio.

En el original griego de Mateo 6,13, leemos “ponerou”, traducido al latín por “malo”, pero no es ablativo del neutro “malum”, “el mal”, sino del masculino “malus”, “el malo”, “el maligno”. En Mateo es una explicitación de la petición anterior: “no nos dejes caer en la tentación, antes líbranos del tentador”, “del maligno”.

En el fondo de esta aparente fidelidad al texto original hay que ver una resistencia a la reforma litúrgica conciliar, de la que se han dado ya repetidas muestras.

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Adiós 2016, buen 2017, amigo Dios. Hay faena para todos

Sábado, 31 de diciembre de 2016
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imagesDel blog de Xabier Pikaza:

He repasado las postales de este año que termina, 2016, y he querido recoger algunas ideas, retomando sus motivos más salientes, para así despedirme en paz, abriendo un camino gozoso (¡con mucha tarea pendiente!) para Dios, para nosotros, este próximo 2017. Así he colocado la imagen convencional del Nuevo Año, para que cada uno la pinte o colore con sus mejores deseos y amores.

Desde ese fondo he recogido siete reflexiones y tareas para el último examen de conciencia del año, hoy, 31 de diciembre. Éste es el día de la gran carrera o Maratón del Papa San Silvestre (¡qué nombre más hermoso!), y así quiero ofrecer a mis lectores siete pasos o motivos centrales, como si formaran parte del Control de Avituallamiento, recogiendo lo mejor de 2016, para seguir caminando el 2017, rompiendo todos la cinta final de la carrera, para seguir caminando.

Ciertamente, Dios no es un “maratón”, sino un camino de paz. Pero es bueno recordar hoy siete momentos o tareas del camino… con la imagen triste de la viuda joven (embarazada de amor) que quiere seguir viviendo para su hijo, como la mujer de Isaías 7. Ponga cada uno a José a su lado, póngase cada uno allí para acompañar a la mujer que es símbolo del 2017:

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1. Navidad, nacido de María Virgen, nacido entre los pobres. Ella estaba allí, ella sigue. Por eso esperamos con gozo el 2017.

2. 2016/2017… encarnación, la única frontera es el Reino de Dios. No tenemos que conquistar nada (ni tierras, ni coches, ni dinero…). Que Dios sea la Vida de nuestra vida, ése es el regalo.

3. Dios entra en la vida: María y José, aprender a ser padres… Quería haber puesto a José al lado de María, con una cuna en vez de un cementerio… Pero los hombres tenemos que convertirnos para iniciar de verdad la tarea de Dios.

4. Nacimiento y conversión de Dios (él nos con-vierte). ¿Nace el niño de 2017 sin un padre amoroso a su lado? Pensemos

5. Superar por dentro la injusticia: Dios en el exilio, camino de patria. La imagen nos sitúa ante un campo inmenso… ¿Podremos caminar, con la Madre, para que nazca el niño Dios…?

6. Navidad y todo el año 2017, una mala nueva para los opresores. Eso quiero, que haya malas noticias en el 2017 para los que oprimen a los demás, malas noticias para su negocio de armas, engaño y dinero… para que también ellos puedan convertirse

7. La peor Navidad, una sociedad de consumo a costa de los otros. Tenemos que pasar de la sociedad de consumo a la sociedad de la comunión, de la madre con el padre, del amigo con el amigo, del hombre con el hombre… de todos los pueblos en paz. Feliz 2017. Quien quiera, siga leyendo.

1. Navidad, nacido de María Virgen, nacido entre los pobres.

El credo de la iglesia afirma que Jesús nació de la virgen María (cf. Lc 1, 26-38 y Mt 1,18-25). Esta afirmación, que algunos han interpretado como puro mito de evasión, constituye uno de los signos privilegiados de la irrupción salvadora de Dios en la historia:

Dios nace allí donde una mujer María (acompañada de su prometido José) pone toda su vida al servicio de la Vida de Dios, de la obra de su Espíritu. Por eso, ella es la Virgen, la transparencia de Dios en la tierra…

No tiene nada… y sin embargo lo tiene todo, como pobre entre los pobres según el Canto del Magnificat (Lc 1, 57-66). Ella es Virgen, mujer al servicio de la Vida. Ella es Pobre (¡Dios miró la pequeñez de su servidora…!), y pone su pobreza (¡la riqueza de Dios!) al servicio de la vida de todos.

Así podemos hoy poner nuestra vida al servicio de la Vida de Dios, es decir, del amor y transparencia de Dios. No es malo el dinero como medio de relación, de comunicación de todos… Pero el único dinero que vale de verdad es nuestra propia vida, al servicio de la encarnación de Dios en nuestro mundo.

2. 1916… encarnación de Dios, la única frontera.

Éste es el tema pendiente que nos deja 2016, esta es la frontera… No se trata de conquistar la frontera de Granada (España siglo XV), ni la frontera de un tipo de oriente pretendidamente musulmán (ISIS 2017), ni de conquistar la galaxias… La única frontera pendiente en nuestra vida de Dios.

Desde ese fondo la iglesia ha visto a María, grávida de Dios, como signo de maternidad virginal, como presencia del poder de Dios que engendra y suscita la Vida en Amor, venciendo al Dragón o serpiente venenosa de la muerte, en un mundo amenazado por la prepotencia humana (Ap 12, 1-4).

Dios se encarna por María, rompiendo así aquello que San Juan de la Cruz llamaba la “tela” de este dulce encuentro… Una tela de vida cerrada nos impedía acoger a dejar, dejar que su torrente de de Vida, su rayo de luz, se expresara en nuestra vida. Pues bien, Dios ha querido rasgar esa tela de separación en la vida de María Madre, para culminarla en el momento de la muerte amorosa de Jesús, cuando se rompe y rasga el velo del templo, que es velo de muerte, como saben los evangelio de Mateo y Marcos: ¡Y el velo del templos rasgó en dos… de manera que todo Dios entró en nuestra vida!

En medio de una humanidad que parece condenada a destruirlo todo y destruirse en claves de violencia y peca¬do, de sistema imperial y exclusión de los pobres, nace Jesús, que es el signo de la fuerza de Dios, como sabe el Libro del Emmanuel, que los cristianos han aplicado a su nacimiento. Siendo un débil niño, Jesús es el príncipe de la paz (Is 9, 6), de tal manera que cuando su palabras se expanda por el mundo y todos puedan nacer como él, «habitarán juntos el lobo y el cordero» (Is 11, 6).

3. Dios entra en la vida: María y José nuevos padres…

Los relatos de la infancia de Jesús afirman que María, su madre, concibió por obra del Espíritu Santo. Esa afirmación no puede tomarse en un sentido puramente biológico, pues entendida así la virginidad sería espiritualismo vacío: nacer sólo de mujer es menos perfecto que nacer del encuentro de un hombre y una mujer que se aman y amando hacen posible el despliegue de la vida de Dios.

No es que en el nacimiento de Jesús falte varón: lo que falta es un varón patriarcalista y dominador que entiende el despliegue de la vida como una continuación de su dominio sobre los demás.

En el fondo de los relatos del nacimiento de Jesús se va mostrando, al lado de María, su madre, la presencia de un varón creyente (José), que escucha la voz de la Vida de Dios y que se pone a su servicio. Sólo el diálogo personal de María con la Palabra de Dios hace que ella sea virgen madre de la Palabra de Dios hecha carne (Jn 1, 14). Sólo el diálogo con Dios, es decir, el amor gratuito, al servicio de la gracia de la vida, hace a José virgen padre. Esta “conversión paterna de José”, que el evangelio de Mateo ha desarrollado de un modo especial (Mt 1, 18-25) expresa el milagro de la navidad.

María. Al escuchar a Dios y al pre¬sentarse como Sierva del Señor, para volverse templo de su Espíritu (cf. Lc 1, 35. 38), María empieza a ser la virgen cristiana por la mente (por el corazón), en gesto de afirmación personal en que se in¬cluye el mismo «vientre»; ella es virgen por ser madre que cree y que ofrece a Jesús una vida abierta al amor que se expresa en la solidaridad con los pobres.

José. En la línea anterior, la iglesia ha logrado vincular la fiesta del nacimiento de Jesús con el signo de la Madre de Dios, la “pobre creyente” que es capaz de ponerse al servicio de la Vida. Pero esa misma iglesia, al menos por ahora, no ha logrado integrar el sentido y figura de José, padre virginal, quizá porque la figura de los padres varones sigue estando mucho más vinculada a la violencia de la historia, que Jesús ha venido a superar. Pues bien, sin esta “conversión navideña” de los hombres (representados por José), la Navidad nunca será completa.

4. Nacimiento e historia y conversión de Dios

Jesús no se define sólo por su referencia al padre José, como judío, representante de la ley y del mesianismo de este mundo, que le habría encerrado en la cadena de generaciones siempre repetidas de Israel (cf. Hebr 9), sino que ha superado ese nivel, para situarnos allí donde la vida se abre hacia todos los hombres, en gesto y camino que empieza desde los más pobres. En ese sentido no podemos llamarle, por ahora, sin más Yoshua ben Yosef (hijo de José), porque el viejo signo de José, hijo de David (cf. Mt 1, 20) sigue demasiado vinculado al mesianismo de los triunfadores. Leer más…

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Todos somos Cristo.

Sábado, 28 de noviembre de 2015
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Del blog Amigos de Thomas Merton:

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“El mundo pasa por una terrible crisis espiritual y todos tenemos que sufrir por la estupidez de los siglos pasados y por la nuestra. A veces pienso que sólo los salmos, los profetas y Job pueden enunciar nuestra angustia de manera adecuada. El propio Cristo que sufrió en ellos está sufriendo en nosotros. Toda la humanidad asciende inexorablemente al Calvario con el Señor, ya sea como un ladrón arrepentido, o como el otro o, lo que es peor, como los fariseos. En cuanto a nosotros, espero que seamos ladrones arrepentidos, debemos estar muy unidos entre nosotros en nuestra humildad, pobreza y fortaleza… unidos, también, con todos los pobres de la historia, los poetas de los salmos como los poetas indígenas. Todos somos Cristo; tenemos que saberlo y ser testigos de la verdad y del misterio”.

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Thomas Merton
Carta a Pablo Armando Cuadra, 1958

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Dom 26.4.15. Ni pastores, ni ovejas, todos uno en Cristo: amigos

Domingo, 26 de abril de 2015
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fabulaDel blog de Xabier Pikaza:

El evangelio de este domingo del Buen Pastor, nos sitúa ante un tema apasionante, con la imagen del Buen Pastor, que Jesús ha recreado de tal forma que al fin no hay pastor y rebaño, sino amigos.

Ciertamente, en la vida concreta hay “pastores” que cuidan/dirigen a otros y mercenarios que cobran y escapan ante el primer peligro, con guardianes piel de oveja convertidos lobos peligrosos, como ha destacado una larga y profunda tradición israelita (de Ez a 1 Henoc, de 3 Isaías a Jubileos).

Sobre eso fondo oscuro, de sangre en la noche (con pastores que saltan por las bardas del corral y matan ovejas, sedientos de sangre), se eleva Jesús como Buen Pastor, que conoce a sus ovejas y comparte con ellas la vida, de forma que muere incluso para defenderlas… abriendo un camino en que al final no hay pastores y rebaño, sino todos amigos, compartiendo una vía de conocimiento comunión de vida.

Jesús empieza siendo pastor de un rebaño de ovejas dividida, enfrentadas entre sí, con odio de muerte… pero lo es para transformarlas, para que cambie la la vida de los hombres y mujeres, de manera que al fin no halla pastores y ovejas, sino personas que se aman y acompañan… Todos pastores, es decir, todos ovejas, en conocimiento mutuo, en comunión creadora.

Ésta imagen evoca rasgos antiguos, y así debe transformarse y recrearse, como ha hecho Jesús y como haré en las reflexiones que siguen, a partir de dos textos ejemplares de la tradición cristiana:

— Gal 3, 28: Ya no hay señores y siervos, hombres y mujeres, pastores y ovejas, sino que todos sois uno en Cristo, es decir, hijos de Dios, hermanos.
Jn 15, 15: No os llamo siervos, ni ovejas, ni quiero dirigiros desde arriba, como un señor, en línea de servidumbre, como el pastor-hombre que dirige a las ovejas-animales.

Cristo ha querido que todos seamos “amigos”, conociéndonos y acompañándonos unos a otros. Eso no va en contra de un “liderazgo cristiano”, es decir, de una vocación y misión de servicio, sino todo lo contrario, como seguiré diciendo

Imágenes. La primera es más tradicional, con perros pastores incluidos. La segunda recogen la imagen del rebaño tradicional que pasa por Madrid, vía pecuaria, por el lugar de la Cibeles, donde se juntan cuando ganan los rebaños del llamado Real Madrid. Buen domingo a todos, todos pastores y rebaño, es decir, amigos.

Texto: Jn 10, 11-18

En aquel tiempo, dijo Jesús: “Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir el lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.

Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que al Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor. Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre.”

1. Una imagen de oriente. El pastor y las ovejas

25aecaa9bfb933a65c9e2fcff361a8d6_extras_albumes_0La figura del pastor y su rebaño pertenece al mundo cotidiano del antiguo oriente mediterráneo. Desde la perspectiva del Nuevo Testamento, ella culmina en Jn 10, 2-16 (el Buen Pastor) y en Mt 25, 31-46 (juicio final) y ha tenido gran influjo en la visión posterior de la iglesia cristiana que ha concebido a sus ministros como «pastores» y interpretado su acción ministerial como «pastoral».

Pastor es el rey, que protege y guía sus rebaños de hombre, ayuda a los débiles, protege a los enfermos. Pastor es en el cielo Dios, aquel que cuida del rebaño grande de los hombres. Ésta es una imagen valiosa, pero corre el riesgo de establecer una distancia entre el guía-pastor que es el único individuo activo y el resto de los hombres, entendidos como rebaño pasivo.

Desde Abel, que fue el primer pastor asesinado (Gen 4, 2) y desde Yabel, hijo de Lamec, que fue padre de todos los que crían ganado y viven en tiendas (cf. Gen 4, 20), con los patriarcas, pastores de ganados (cf. Gen 13, 7; 26, 20; 46, 32), la Biblia está llena de pastores, aunque la cultura israelita dominante acaba siendo agrícola y urbana. En esa línea, el recuerdo de David, pastor de ovejas en los campos de Belén (1 Sam 16, 13; 17, 20), se ha mantenido vivo en la tradición mesiánica. Un salmo dice que Dios tomó a David de los rediles de ovejas, para hacerle rey de Israel, de manera que su oficio y tarea de pastor de ovejas sirve de base simbólica para entender su trabajo de pastor del pueblo (cf. Sal 78, 70).

2. Valor y riesgo de esa imagen

Esa imagen del pastor es más propia de los pueblos del oriente, desde Siria hasta Mesopotamia y Persia, en un tiempo y lugar o en que el cuidado de los animales resulta incluso más importante que la agricultura.

El agricultor siembra y vigila el sembrado, pero no puede actuar directamente. Tiene que dejar que sea la misma tierra la que, con sol y con agua, consiga que broten y maduren los frutos.

Por el contrario, el pastor tiene que cuidar constantemente al rebaño, día y noche, velando, protegiendo y dirigiendo a cada una de las ovejas que, abandonadas a sí mismas, morirían en la garras del lobo.

El pastor instaura por tanto un tipo de gobierno de “dictadura ilustrada”. Sabe lo que necesitan sus ovejas y por eso las cuida y dirige desde arriba, las alimenta y las cuida, velando por ellas, siempre desde un plano más alto… Esta imagen es buena, pero debe utilizarse con cuidado, porque los cristianos no son ovejas, sino personas con libertad. .

3. Jesús. De la oveja perdida al Buen Pastor (Jn 10).

Jesús toma la imagen del pastor y la recrea de diversas formas. Así dice que se apiada de los hombres porque están «dispersos y perdidos, como ovejas que no tienen pastor» (Mt 9, 36). En ese contexto se inscribe su acción misericordiosa, que viene a expresarse de manera privilegiada en la parábola del pastor:

«¿Quién de vosotros, teniendo cien ovejas y perdiendo una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va hacia la perdida hasta encontrarla? Y encontrándola la pone en sus espaldas con gran gozo y viene hasta su casa y llama a sus amigos y les dice: alegraos conmigo porque he encontrado a mi oveja perdida» (Lc 14, 3-6).

A Jesús le han acusado de comer con pecadores, perdonando y recibiendo en su mesa a los proscritos de la alianza (publicanos, prostitutas). Él se defiende contando esta parábola, en la que Dios (o el pastor mesiánico) viene a mostrar su solidaridad con las ovejas perdidas. En esa línea se sitúa el texto del buen pastor, propio de este domingo 4 de Pascua:

«Yo soy el buen pastor; el buen pastor entrega su vida por sus ovejas. El mercenario, el que no es pastor ni tiene a las ovejas como propias, ve venir al lobo y abandona, huyendo, a las ovejas; y así viene el lobo y las destroza y las dispersa. Yo soy el buen pastor; conozco a mis ovejas y ellas me conocen, como el Padre me conoce y yo conozco al Padre. Así entrego mi vida por las ovejas. Tengo otras ovejas que no son de este redil; las debo conducir, para que escuchen mi voz y de esa forma haya un rebaño y un pastor» (Jn 10, 11-16).

Siguiendo en la línea anterior, el pastor se ha convertido de alguna forma en padre y amigo del rebaño, siendo él mismo rebaño. Esta alegoría del Jesús pastor tiene tres rasgos o elementos principales.

‒ Pastor es quien sabe que el mismo Dios se ha hecho servidor de sus hermanos, los restantes hombres y mujeres. No vive para aprovecharse de ellos, sino para acompañarles y ayudarles.

‒ La esencia más honda de todo pastores es el conocimiento: Jesús es verdadero pastor porque conoce a las ovejas (hombres), dialogando con ellas en intimidad de corazón.

‒ Pastor es quien da la vida… No se aprovecha de las “ovejas”, vive para ella, en gesto de conocimiento y de entrega, en comunión de vida

4. Una pastoral cristiana que no es pastoreo

Desde ese fondo ha de entenderse el “gobierno pastoral” de la Iglesia, que no es gobierno (no gobiernan unos a otros), ni es pastoreo (unos dirigen a otros), sino comunión de vida.

a) Jesús (el NT) utiliza la imagen del “pastor”, pero la invierte y transforma de un modo radical, de manera que el pastor al final es otra cosa: En la Iglesia no hay pastores y rebaños, hay amigos. “No os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que piensa y quiere su señor; os llamo amigos, porque os he comunicado todo…”.

b) Una imagen pastoral con animales (pastores humanos como reyes, y ovejitas sometidas) podría acabar yendo en contra del mensaje y proyecto de Jesús,
fundado en la fraternidad y en la comunión entre los hombres (a partir de los últimos), más que en el cuidado del pastor, que se ocupa de unas ovejas inferiores.

c) Muy posiblemente, la imagen y tarea del pastor/pastoral tendría que superarse en la actualidad, pues no responde a nuestra experiencia de la vida, ni al mensaje de fondo de Jesús.


5. Un signo nuevo, una imagen que debe cambiarse

A pesar de lo anterior, la imagen del buen pastor es importante, pues nos lleva al centro de una vida que es don…


(a) Nuestra vida es una llamada, vocación
. Soy porque me llaman a la vida, me despiertan, me animan. Así me llama y anima el Dios de Jesús, para que yo sea, volviéndose mi amigo. El mismo pastor se vuelve oveja, todos ovejas, todos pastores, dialogando en respeto y servicio mutuo.

(b) Hay un rasgo eclesiológico. Jesús es verdadero pastor porque conoce a las ovejas (hombres), dialogando con ellas en intimidad de corazón. Sólo así, sobre una base de conocimiento personal puede fundarse la comunidad de los iniciados a la vida, como iglesia donde todos tienen un lugar para vivir en plenitud. Jesús es pastor haciendo a todos pastores. El rebaño de ovejas se convierte en comunidad de pastores, hablando cada uno con los otros, siendo cada uno puerta de vida para los demás.

(c) Este signo del pastor nos saca del ámbito animal (pastoral) para situarnos en un plano intensamente personal, de comunicación afectiva. En ese contexto debemos añadir encargo de Jesús a Pedro a quien pide que «apaciente sus ovejas», es decir, que las conozca, que garantice un espacio de libertad y de diálogo para todas (Jn 21, 16-17).

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