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Gay y cristiano. Un rosario me hizo ver quien soy

Miércoles, 27 de septiembre de 2023
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IMG_0500Por Innocenzo

9 de junio de 2023

Testimonio de Lucio del grupo Cristiani LGBT+ de Calabria

El mío será un testimonio de fe más que de aceptación de mí, porque creo que la palabra aceptar está mal, el término más adecuado es llegar, llegar a la luz que cada hombre guarda en lo más íntimo de sí mismo.

Desde pequeño tuve la sensación de ser “diferente” a los demás, sentía que había algo en mí que me hacía especial, que me destacaba, que me hacía destacar, a pesar de que hacía todo lo posible para permanecer en las sombras. Sentí, sin embargo, que ese “algo” no era aceptado por los demás, pero no sólo no era aceptado, sino que era vehementemente rechazado, se temía incluso peor que una tragedia, tanto se temía que ni siquiera se podía nombrar tanto. que era aterrador.

De hecho, otros indicaban a menudo este “algo” con el gesto de tocarse el lóbulo de la oreja izquierda con el dedo índice. A medida que fui creciendo, el “algo” cambió, no sólo en la palabra: maricón, sino también en el peso, convirtiéndose en una carga pesada, una condena, una excomunión que no había merecido.

Era una clasificación que me daban otros, la razón por la cual no entendía, se había convertido en una gran fragilidad mía. Entonces la palabra richie cambia de forma y vuelve a llamarse: “GAY“, asociada a este término estaban las famosas preguntas: “¿Estás comprometido? ¿Tienes novia?”.

Preguntas que, para mí, parecían cantos rodados, deudas que debía pagar primero conmigo mismo y luego con las personas que más me amaban.

Cada vez que me hacían preguntas similares me sentía literalmente apedreada o mejor dicho mi alma se sentía apedreada, ya que fui juzgado y condenado, sin haber cometido ningún delito, en esos casos aunque las personas hubieran pecado, se sentían con derecho a tirarme la primera piedra.

Mi espíritu, ahora atormentado por los continuos golpes que sufría, se dejó llevar lentamente por una larga y progresiva agonía hasta que la luz que lo hacía espléndido se fue debilitando cada vez más hasta “desaparecer“.

En ese momento yo era un hombre sin alma, en un cuerpo vivo, pero prácticamente muerto: el futuro era un lienzo negro en el que no se podía distinguir la profundidad y mucho menos el final, un agujero negro que absorbía todo lo que había dentro. carente de sentimientos, apático, apático, indolente, el sol alegraba a los demás pero a mí no, ¡nada! ¡No me importó!

La luna fascinaba a los demás pero no a mí: era una esfera luminosa sin sentido. El tiempo pasaba inexorablemente y todo pasaba frente a mí, yo como el inepto (héroe decadente) lo hacía pasar, miraba con arrogancia y culpabilidad como las manos se movían, pensando: “Ha pasado otro día…”.

Vivía en total inmovilidad, estancada en el pasado, sin saber que había un futuro para mí y sobre todo olvidándome del presente.

Luego desperté de esta anestesia, la vida me llamó de nuevo a sí misma, ya que las personas más queridas para mí seguían viviendo y la vida trae buena y mala suerte, el mal había llegado: había problemas de salud muy crónicos, y yo, sin embargo, para remediar mi “sin hacer nada” hice todo lo que pude y pensé: “¡Puedo pagar mi deuda cuidándolas con todo mi ser!”

La vida, de alguna manera, empezó a moverse para mí también, aunque dependiendo de mis familiares, ¡sí fluyó! Pero no sentí que fuera mío, era de otros, disfruté de este devenir pero sin mi luz, me encendí gracias a las sonrisas de mis seres queridos que me agradecieron mi trabajo. Mi acción, sin embargo, no fue en vano, ya que esa luz “desaparecida” estaba en mí y hacía sentir cada vez más fuerte su calor, alimentado por la estima y confianza que los demás depositaban en mí.

Este fue el pasaje fundamental, instintivamente comencé a orar, aunque de manera torpe e incoherente, comencé a estudiar, a leer y a documentarme, comencé a volverme hacia el sol, agradeciéndole su calor, estaba feliz de ver el misteriosa luz de la luna, pero fui más allá de las estrellas y le pregunté a Dios con confianza sufrida quién era yo, qué destino había para mí, qué camino debía seguir para estar en comunión con él, e inesperadamente la respuesta estaba en el Santo Rosario.

Pasar las cuentas rezando y concentrándome todo en la oración liberando mi mente y mi corazón de cualquier pensamiento o duda, llenándolos de fe y del BIEN SIMPLE hacia Dios y recurriendo a Jesús como si fuera mi hermano y a María como si fuera mi madre.

Descubrí que buscarlo a través de las estrellas no tenía sentido, porque ese “algo” que me hacía diferente no era algo sino era alguien y ese alguien era yo, pero no el yo frágil o perdido sino el yo que Dios me había dado. con su chispa divina. Dios, como Jesús y María están dentro de mí, no fuera, siempre están ahí conmigo, ayudan a mi mente a pensar y ayudan a mi corazón a latir. De repente la roca ya no era una roca, era solo yo, simplemente yo y nada más.

Califico quien soy por lo que hago, por lo que pienso y no por esas palabras.

Jesús en la cruz tiene los brazos abiertos no por casualidad, muere crucificado no por casualidad, los brazos así colocados indican la bienvenida, quieren decir: “¡Venid a mí! ¡Te doy la bienvenida por lo que eres!”.

Se sacrificó porque aceptó su condición humana y divina, nos aceptó tal como somos, instándonos a superarnos y consolándonos cuando lo necesitamos.

Aquí, con estas últimas palabras cierro mi testimonio, una simple corona (del rosario) en mi mano fue suficiente para hacerme volver a mí mismo y a Dios, para hacerme descubrir lo que ya estaba ahí, lo que estaba escondido, pero no estaba oculto.

Fuente Progetto Gionata

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Extender el poder de la Resurrección

Martes, 6 de abril de 2021
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Del blog Amigos de Thomas Merton:

pascua

No hay nada más positivo, más positivo que la fe por la cual el Creador de todas las cosas mora y actúa en nuestros corazones. No obstante sabemos por nuestra historia pasada, que el ideal de “preservar la fe” puede a veces menguar hasta convertirse en algo muy negativo, enconado y obtuso: un mero “no” a todo aquello con lo que no estamos de acuerdo. Ya no podemos permitirnos el lujo de atrincherarnos en nuestro entorno católico y utilizarlo como una pequeña fortaleza de seguridad en un mundo de paganos. Ahora, la mayoría de nosotros estamos obligados por nuestra fe y nuestro amor a la verdad a consagrarnos humilde y enteramente, no solo al mensaje de Cristo, sino también a todo cuanto es válido en la cultura y en la civilización humanas, porque esto, también es suyo, por derecho. No es tan sólo algo que debamos salvar para Cristo, sino más, no está desvinculado de nuestra propia salvación. Si el Señor de todas las cosas se hizo carne y santificó a la naturaleza toda, restituyéndola al Padre por Su Resurrección, también nosotros tenemos nuestra misión que cumplir extendiendo el poder de la Resurrección al mundo entero por medio de nuestras plegarias, nuestros pensamientos, nuestro trabajo y nuestra vida total. Y nada impedirá tan efectivamente que podamos hacerlo como la división, la discontinuidad de la vida espiritual que sitúa a Dios y a la oración en un compartimiento, y el trabajo y el apostolado en otro, como si trabajo y oración fuesen, de algún modo, antagónicos”.

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Thomas Merton.

Los Manantiales de la contemplación“.

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"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , , , , ,

“¡Ha resucitado! y de esto damos testimonio “, por Consuelo Vélez

Martes, 6 de abril de 2021
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89ae08cb0e2cda232b61e3cbff818196-733838De su blog Fe y Vida:

Llegamos nuevamente a la celebración de la Vigilia Pascual que es la fiesta central de nuestra fe. Jesús venció la muerte, no está en el sepulcro, ¡ha resucitado!

 Esa experiencia vivida por los primeros cristianos ha llegado hasta nosotros. Ellos creyeron y nosotros creemos por su testimonio. Así ha seguido creciendo la experiencia cristiana y año tras año volvemos a profesar nuestra fe en la vida que no termina con la muerte”, “en el sí de Dios a la praxis de Jesús”, “en la solidaridad del Señor con nuestra humanidad de la que se espera viva según los frutos del Espíritu: amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí (Gál 5,22).

Todo esto es lo que expresamos en la Vigilia Pascual -aunque este año, por segunda vez- sin una asistencia presencial por la situación de pandemia que vivimos- pero esa liturgia ha de hacerse vida para que tenga sentido. De lo contrario se queda en ese rito vacío que tanto criticaron los profetas de Israel: “Yo detesto, desprecio sus fiestas, no me gusta el olor de sus reuniones solemnes (…) Aparta de mi lado la multitud de tus canciones, no quiero oír la salmodia de tus arpas. ¡Que fluya sí, el juicio como agua y la justicia como arroyo perenne!” (Am 5, 21-14). Esto sigue pasando en muchos lugares porque año tras año se celebran las liturgias -con demasiado lujo, solemnidad, inciensos, y demasiados varones en el altar– (desde mi punto de vista), pero nada parece cambiar en nuestras vidas, ni en las realidades en las que nos movemos. Y como dice el profeta Amós, Dios desprecia tanto rito, pero sí acepta, si le gusta, que se desborde “el juicio y la justicia” como un arroyo que no se seca nunca. ¡muy linda metáfora para expresar ese querer de Dios!

Sería bueno, entonces, preguntarnos ¿qué debe cambiar en nosotros y en nuestra realidad para que se nota que la pascua de este 2021 ha revitalizado nuestra fe y sus frutos pueden verse de alguna manera?

Cada persona sabrá por donde deben ir los cambios, pero nombremos algunos para que luego cada uno los complete según su propia realidad.

A nivel personal hay tantos aspectos en los cuales cambiar y crecer cada día. Siempre estamos llamados a amar mejor, a servir más, a mirar a los demás con más comprensión y misericordia, a quitarnos el pan de la boca para ayudar a los necesitados de nuestro mundo, a romper barreras sociales, culturales o religiosas para comprender al otro desde lo que es y siente y querer que sea él mismo y no lo que yo quiero que sea.

La dimensión social nos constituye y por eso también hemos de crecer, cambiar, mejorar en nuestro mundo de relaciones. En estos tiempos de covid parece que esa red de relaciones se ha roto, pero no es exactamente así. Precisamente esta situación ha develado las anomalías que se viven en lo que creemos son relaciones adecuadas.

Comencemos por nuestra relación con la creación. Al inicio de la pandemia fue muy claro que el ambiente parecía ser más respirable gracias a las cuarentenas que detuvieron ese ritmo frenético de nuestro mundo. Pero rápidamente lo hemos olvidado y por las necesidades económicas todo se ha vuelto a reactivar “de la misma manera”, sin que parezca hayamos aprendido nada. La vida cristiana podría aportar mucho más en este sentido a partir de esa nueva conciencia que hemos ido adquiriendo de la creación como don de Dios para cuidar y preservar y no para dominar y explotar. La figura de Francisco de Asís es un referente muy grato y necesario para repensar nuestra relación con la casa que habitamos. Hemos de velar por políticas que preserven el ambiente, pero no estaremos atentos a ellas si a nivel individual no cultivamos la comunión con la creación.

La dimensión socioeconómica y política de nuestras vidas ha de pasar por lo que tanto insistió el papa Francisco en su encíclica Fratelli Tutti. Trabajar por el diálogo y la amistad social. Por la política que construye el bien común. Por aquella política que parte de las necesidades del “pueblo” y de lo “popular” (FT n.157), es decir, la que construye nación comenzando por los últimos. Esto parece una utopía irrealizable porque no nos convencemos de que la mano invisible del mercado” no “derrama” bienestar a los pobres. Por el contrario, los empobrece cada vez más porque el lucro siempre beneficia a los más fuertes. Aquí la vida cristiana que cree en la solidaridad, en la comunidad, en la fraternidad, en la sencillez, en el desprendimiento, tendría tanto que aportar para nuestra visión de mundo. Pero no es así. Muchas veces aquellos que deberían dar testimonio de sencillez y libertad del tener, son los que parecen más apegados a las riquezas y no dejan de darse experiencias de entidades religiosas donde los salarios, la estabilidad laboral o la ganancia de esa entidad se rige por el capitalismo más salvaje y no por el beneficio para todos los que llevan adelante esa obra.

La vida familiar sigue siendo un desafío constante para que sea lugar de crecimiento y ayuda mutua y no de sufrimiento y traumas insuperables. En este ámbito, entre otras realidades, la violencia contra las mujeres y niñas sigue siendo una pandemia urgente de superar. Pero existen tantas fuerzas contrarias a la promoción de la mujer -y muchas veces sostenidas por personas que se dicen creyentes- que la tarea está siendo muy ardua. Un cristianismo sin una superación del machismo, del clericalismo, de los prejuicios contra el feminismo, no logra aportar la visión de humanidad que predica y, no es de extrañar, por tanto, que las personas se alejen de una institución que no camina al ritmo de los tiempos y no se adelanta a las respuestas urgentes.

¿Cómo dar testimonio del Resucitado? Que cada uno se examine a sí mismo -como invitaba Pablo a la comunidad de Corintios (1 Cor 11,28; 2 Cor 13, 5)- para que la vida del Resucitado, a través de la nuestra, se haga presente en el aquí y ahora que vivimos y muchos otros puedan decir: “En efecto, ha resucitado y de eso somos testigos” (Hc 2, 32).

(Foto tomada de: https://descubroparaentender.blogspot.com/2014/03/maximino-cerezo-barredo.html)

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“Tiempos de gracia”, por Gabriel Mª Otalora

Jueves, 30 de julio de 2020
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Este año se cumplen cuarenta años del asesinato de dos grandes testigos del evangelio en circunstancias trágicas ya que ambos murieron por su fidelidad a Cristo. Me refiero al jesuita Luis Espinal y a Monseñor Óscar Romero, asesinados con una diferencia de tres días; uno en Bolivia y el otro en El Salvador por el único delito de amar a los demás.

Suena extraño explicarlo así, pero una actitud semejante fue la causa del asesinato de Jesús de Nazaret, en este caso por amor extremo, ejemplo al que seguían esos dos seguidores suyos. El amor trinitario del que Bruno Forte afirma que el Padre es el amante, el Hijo el amado y el Espíritu es el encuentro entre ambos en perfecta comunión que la entenderemos cuando veamos a Dios “cara a cara”.

Espinal y Romero murieron por no ser políticamente correctos frente a la injusticia, es decir, por defender al desvalido como a un hermano, por amor. La fiesta del Espíritu Santo y después la Trinidad no se alejan de la Pascua sino que la circunscriben a lo esencial: el amor de Dios al mundo, hoy y aquí, cuando la vida corre peligro por ser fiel al Mensaje frente al ritualismo silente, excluyente, tras un virtuosismo hueco de amor que ignora lo que el Maestro nos enseñó.

Para cambiar las cosas no vale la falsa prudencia, como bien lo saben las personas tocadas por el verdadero amor. La prudencia es virtud mientras que la cobardía es todo lo contrario. Jesús nos habló del reparto de talentos y lo mal que le fue al que recibió uno cuando lo guardó  por su cobardía disfrazada de prudencia y por la falta de confianza. En los poemas del mártir Espinal se recoge bien esta idea: Hemos sido prudentes (en realidad, cobardes) y nos hemos cuidado; pero, ¿para qué? Nuestro único ideal no puede ser llegar a viejos… Y en otro poema refuerza estos pensamientos: Líbranos, Señor, del silencio “prudente” (sic) para no comprometernos. Que nunca tu Iglesia sea Iglesia del silencio que no calla ni ante el guante blanco ni ante las armas.

No queremos una prudencia que nos lleve a la omisión, a ser cristianos mudos, que mientras no les toquen a ellos, se quedan tranquilos aunque se cuartee el mundo. Por reflexiones similares a estas de Luis Espinal llevadas a la práctica, asesinaron a Jesús de Nazaret y a muchos de sus seguidores, Espinal y Romero incluidos. La prudencia es virtud que Jesús supo administrar y de qué manera: habló y calló cuando era necesario, no cuando le vino bien. De hecho, no contemporizó con sus enemigos para mejorar su cada vez más difícil situación personal.

¿Por qué confundimos tantas veces el amor cristiano con una especia de platonismo celestial carente de todo compromiso? ¿O con una actitud comprometida desde una ideología política violenta? Cada vez que actuamos así apelando a Cristo, borramos la esencia de lo que Jesús predicó y de su implicación para salvar especialmente a los más desfavorecidos, precisamente por serlo, implicado como estuvo en que la religión no fuera la excusa perfecta para mantener la injusticia basada en la exclusión, ajena al Dios Amor. No podemos en ensalzar al Dios de Jesús templando gaitas con el poder que utiliza a Dios para perpetuarse, ni ser tampoco los abanderados de medios violentos y cainitas que Jesús rehusó. Por ambas cosas murieron Jesús, Espinal y Romero. No traicionemos el amor cristiano disfrazándolo de luchas de poder o de falta de compromiso, parapetados en ritos que solo se representan a sí mismos.

Tampoco se trata de hacer una Contracruzada, sino de vivir nuestra fe, valientes y firmes, dando testimonio allí donde nos ha tocado; dando ejemplo gracias a la fuerza del Dios Trinidad que insufla sobre lo débil para hacerse fuerte entre nosotros. En medio de este tiempo difícil, Dios empuja fuerte para que descubramos mediante una actitud de escucha humilde una experiencia enteramente nueva en medio del infortunio y las debilidades.

La audacia del amor tiene reglas y sus frutos se recogen tras la puerta estrecha.

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«Sí, tengo dos mamás. Y así fue crecer con ellas». Emocionante testimonio de una mujer adulta

Sábado, 16 de mayo de 2020
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tengo-dos-mamas-lesbianas«En septiembre de 2013, en un glorioso día de otoño, veinte personas se reunieron en el jardín de mi casa en Tillson, Nueva York, para celebrar una ocasión especial: el matrimonio legal de mis dos mamás.

La boda se hizo esperar por mucho tiempo. Fue un evento íntimo, muy ceremonioso, que mostró elementos de una variedad de culturas y religiones que reflejaban tanto a Judith, mi madre biológica, como a Estella, su pareja durante 17 años. Todos los invitados vestimos de blanco con collares de cuentas de los Orixas (Dios y Diosas) de Candomble, una religión afro-brasileña del norte de Brasil.

Sí, tengo dos mamás… pero no siempre fue así.

Me considero una persona afortunada por tener unos padres amorosos. Sin embargo, el sexo y “género” de dichos padres ha variado durante mi crianza. Mi mamá y mi papá –casados durante 10 años y con tres hijos– se divorciaron cuando yo tenía 7 años. Para ese entonces, mi mamá era principalmente quien cuidaba de mis dos hermanos y yo. Trabajaba incansablemente para proveer todo lo necesario económicamente, pero todavía más importante fue el aspecto emocional, que nunca faltó.

Mi mamá mantenía una tradición de honestidad en nuestro hogar y se aseguraba de que cualquier asunto que tuviera que ver con la familia lo platicáramos abiertamente. Nada era ignorado. Fuera bueno o malo, siempre lidiábamos con nuestros problemas y sentimientos directamente y aprendimos a interpretar el mundo a nuestro alrededor de forma justa y cariñosa. Entonces, cuando mi mamá nos dijo a mi hermano mayor y a mí que se había enamorado de una mujer, lo platicamos. En ese momento no me pareció algo particularmente significativo. Era algo que hacía feliz a mi mamá, así que yo no tenía problemas con eso. Yo me encontraba en la preadolescencia, época en la que estaba mucho más preocupada por mis propios problemas que por cualquier cosa que mi mamá estuviera haciendo.

Todo cambió en el verano, cuando yo tenía 11 años.

Recuerdo que era un día soleado, mi mejor amiga y yo estábamos acostadas cerca de la alberca cuando mi hermano menor, de 6 años, le dijo a mi amiga: “Mi mamá tiene una novia”. Yo no le había dicho a nadie que mi mamá era lesbiana, así que mi amiga supuso que él sólo estaba inventando historias y le dijo que dejara de decir esas cosas. Pero mi hermano no se detuvo. Yo sólo estaba ahí, sentada y mortificada, tratado de hacerlo callar para que no “soltara la sopa” sobre el secreto de nuestra familia. Mi amiga, curiosa e inquisitiva, decidió aclarar el asunto por si misma y sin ninguna vergüenza fue con mi mamá y le preguntó si era cierto que era lesbiana y estaba en una relación con una mujer. Mi madre, en su compromiso con la honestidad, le dijo que era cierto. Ver la expresión de asombro de mi amiga, y notar cómo los engranes de su cabeza comenzaban a girar para procesar este hecho, me espantó, así que corrí al baño y lloré largo y tendido.

No sé si mi amiga le reveló esa información a alguien más, pero la siguiente vez que nos vimos no le dio mucha importancia. Más bien, lo que ella tenía era curiosidad y me hacía muchas preguntas. Estaba interesada en el qué, cómo y por qué. Por un lado, contestar estas preguntas era fácil porque mi amiga también había vivido el divorcio de sus padres y fue testigo de cómo ellos buscaron otras parejas y posibles padrastros. Por otro lado fue difícil, porque ella esperaba que todo fuera muy diferente. Fue entonces cuando me di cuenta de que había implicaciones mucho más grandes acerca de la relación homosexual de mi mamá.

Esto es lo que puedo decirles acerca de tener mamás lesbianas siendo una adolescente en la década de 1990: la comunidad empezó a considerar a mi familia como “los otros”. Esta situación creó muchas interrogantes y expuso fisuras sociales y tabúes.

2moms-3 Judith y Estella el día de su boda en 2013

El vecindario en el que crecí era muy religioso, lo cual significa que mis vecinos asistían a la iglesia regularmente y consideraban lo que aprendían ahí como la verdad, especialmente lo relacionado con los “valores familiares”. Dichas nociones de “valores familiares” fomentaron animosidad en contra de mi familia, ya que no encajábamos en el modelo bíblico tradicional, el cual consiste en un hombre y una mujer. En una ocasión un vecino se detuvo para decirle a mi mamá que ella era el diablo por haberse divorciado de mi papá. Mi amiga de la infancia, que vivía cruzando la calle, tenía prohibido ir a mi casa porque mi mamá tenía una relación con una mujer. Rumores acerca de la depravación de mi familia llegaban a mis oídos de todas partes de la comunidad.

Este contexto de intolerancia y miedo del “otro” se extendía mucho más allá de mi vecindario y era algo generalizado en Estados Unidos, lo cual se hizo evidente en una ley aprobada en 1996 llamada “La ley en defensa del matrimonio” (DOMA – Defense of Marriage Act). La DOMA evitaba que el gobierno federal reconociera los matrimonios homosexuales para propósitos de las leyes y programas federales (como pensiones, herencias, seguridad social y seguro médico) aunque dichas parejas estuvieran legalmente casadas en sus lugares de origen.

Dichas nociones sobre los “valores familiares” y la homosexualidad desalentaron el hecho de que yo quisiera que mi comunidad supiera que mi mamá era lesbiana.

Mantuve la sexualidad de mi mamá como un secreto personal cuando estuve en la secundaria y durante la mayor parte de la preparatoria, ni siquiera mis mejores amigas lo sabían. Pero eso cambió durante una pijamada cuando tenía 14 años.

Teresa, Mary y yo estábamos haciendo nuestras típicas travesuras de tomar el alcohol del bar de casa de Teresa a escondidas y fumar furtivamente un par de cigarros que yo le robaba a mi mamá, evitando toda sospecha de la mamá de Teresa, la cual se encontraba en su casa en ese momento. Ya estábamos mareadas, un poco alcoholizadas y juguetonas. Nos divertíamos en la habitación de Teresa con “verdad o reto”, aquel juego en el que los participantes o responden una pregunta honestamente o realizan un reto que los otros jugadores establecen.

Durante el juego yo reté a mis amigas a besarse. Lo hicieron titubeantes, pero después pasó algo inesperado: lo estaban disfrutando y ¡continuaron besándose! Comencé a sentirme muy incómoda. Finalmente las interrumpí: “Oigan…¿chicas?” Hubo una pausa, y les dije – “me están asustando… porque mi mamá es lesbiana”. Esto las sorprendió. Estuvieron en silencio un momento, y poco a poco se fueron dando cuenta de lo que estaban haciendo. Mary lloró y todas nos fuimos a dormir algo incómodas.

Teresa no se tomó muy en serio lo que pasó aquella noche, pero Mary sí. A ella le costaba procesar el significado de lo ocurrido y necesitaba hablar con alguien al respecto. Quiso hablar con mi mamá, no tanto porque ya supiera que era lesbiana, sino porque se sentía muy cómoda con ella. Entendía que nosotros hablábamos honestamente sobre la vida sin juzgar ni condescender (a pesar de nuestra edad), y porque sabía que mi mamá tenía una gran variedad de experiencias. Los tabúes en la comunidad dificultaban que ella hablara con sus propios padres, así que buscó la ayuda de mi mamá para procesar su experiencia.

La pregunta principal de Mary era: “¿Si besé a una niña significa que soy lesbiana?” Mi mamá le aseguró que este tipo de exploración de su cuerpo y de lo que se siente bien era algo muy natural. Cuando ocurren cosas fuera del paradigma social convencional muchas personas se esconden y se sienten avergonzadas de lo que hicieron por temor a ser juzgadas sin piedad. Cuando hay más apertura social hacia lo que es diferente, las personas pueden ser ellas mismas y pueden verdaderamente descubrir cómo se sienten al respecto.

Crecer con dos mamás me ayudó a entender que no hay un molde único para el género y sexualidad de una persona. El hecho de tener esta estructura familiar “alternativa” abrió la puerta para pláticas y reflexiones sobre lo que todo esto significaba para mí. Nunca me forzaron a adoptar estereotipos rígidos de género, más bien me animaron a descubrir quién soy a través de la reflexión deliberada. Cuando nuestros pensamientos no están confinados, entonces nos sentimos más seguros de nosotros mismos y nos acercamos al mundo con mucha más autoestima. De hecho, muchos estudios han revelado que los niños que crecieron con padres del mismo sexo se sienten más seguros de si mismos y tienen un alto nivel de autoestima.

A lo largo de mi vida, la aceptación de matrimonios homosexuales ha crecido drásticamente en Estados Unidos. Un estudio realizado por Pew en 2015 reveló que el 73% de los millenials y 57% de todos los adultos están a favor del reconocimiento legal de matrimonios del mismo sexo. Cuando yo era adolescente en 1998, sólo el 35% de los adultos estaba a favor.

Incluso a algunos de los miembros de la primera familia de mi madre les costó trabajo aceptar su orientación sexual. Mi mamá era una de 11 hijos en un hogar muy católico, así que tengo muchas tías, tíos políticos y primos. En una familia tan grande había representación de una gran variedad de creencias y religiones. El lesbianismo de mi mamá rara vez surgía como tema de conversación, excepto cuando las creencias religiosas de alguna de mis tías políticas la impulsaba a hablar con ella al respecto.

Una de mis tías creía que estar en una relación con otra mujer era un “pecado”. Y en su preocupación por la “salvación” de mi madre, me dijo que Dios la perdonaría si ella aceptaba a Jesús en su corazón. También me preguntó: “¿No te gustaría estar con tu familia en el cielo?”

Yo no podía aceptar que mi mamá estuviera “pecando” debido al sexo de la persona que amaba. No podía aceptar esta idea, porque cuando Estella entró a nuestras vidas todo lo que podía ver era una relación saludable y amorosa que yo admiraba. Además, Estella se convirtió en una increíble fuerza estabilizadora para toda la familia, al darnos a cada uno de nosotros amor incondicional desde el momento en el que se convirtió en nuestra segunda mamá.

¿Cómo puede ser el amor un pecado? ¿Cómo es que algo tan positivo puede ser considerado malo? Al ver los efectos positivos que Estella había tenido sobre nuestra familia, jamás podría creer en un Dios que condena a alguien por algo tan superficial como el sexo o género de una persona. Para entonces, yo tenía 15 años y mi tía me hizo buscar y cuestionar los conceptos de moralidad, y me ayudó a encontrar mi propia verdad, un proceso que ahora llevo a cabo cada vez que las presiones sociales me empujan a aceptar algo como cierto a la primera.

 2moms-1Sarah y Estella

La verdad es que tener dos mamás no es diferente a tener una mamá y un papá. ¡Y ser un padrastro o madrastra no es nada fácil en ninguna familia!

Con los padres biológicos, los hijos notan los sacrificios y compromisos que éstos realizan para alimentar, vestir, enseñar y consolarlos cuando lo necesitan. Tus papás pueden regañarte, disciplinarte y decirte qué hacer, porque sabes que están interesados de corazón en tu bienestar. A menudo, los hijos se muestran escépticos cuando alguien nuevo se integra a la familia, porque sus intenciones son desconocidas. La confianza no es algo inherente, sino que es algo que se gana.

Estella hizo justamente eso. Desde el principio nunca intentó ser el reemplazo de uno de mis padres, sino que simplemente estuvo ahí para nosotros. Estella siempre tuvo una relación respetuosa, llena de apoyo y amor con mi mamá, y nunca intentó intervenir de forma obstructiva. Ella nos hacía saber que estaba ahí para apoyarnos, no sólo verbalmente sino a través de sus acciones generosas en el ámbito material y emocional: evidencia de una verdadera madre.

Estella es un ejemplo de una excelente madrastra, porque ella eligió amarnos a mis hermanos y a mí a pesar de todos los retos que presentábamos como adolescentes, y sus acciones hablaron claramente sobre cuánto le importábamos.

Cuando me gradué de la preparatoria me aceptaron en el Hunter College en Manhattan y, pese a mis limitados fondos, pude asistir en gran medida porque Estella me permitió vivir en un departamento suyo en Manhattan. Trabajé muy duro para obtener buenas calificaciones, pero también encontré aprendizaje y aventura en la gran diversidad de Nueva York. Estella me vio trabajar arduamente, estudiar y encontrar una comunidad de amigos. Podía darme cuenta de que ella estaba orgullosa de mi crecimiento como persona y quería asegurarse de que nada obstaculizara mi camino.

Tras haber cursado mi primer año de universidad, una tarde Estella me dijo que estaba redactando su testamento de tal forma que si algo llegara a sucederle, yo heredaría el departamento. En ese momento comencé a llorar debido al profundo significado de ese gesto. Ella pensó en mi futuro mucho antes de que yo comenzara a considerarlo. Esto me hizo entender que ella planeaba ser parte de mi futuro como una madre. Su consideración por mi bienestar como persona e hija iba más allá de su relación con mi mamá. Ésta es una acción de madre, y uno de los muchos gestos que solidificaron el amor entre nosotras.

El hecho de incluirme en su testamento fue todavía más conmovedor porque en ese momento ella y mi mamá no podían casarse legalmente, y por lo tanto no podían beneficiarse de los derechos hereditarios que se otorgan a las parejas heterosexuales legalmente casadas, entre muchos otros beneficios de un matrimonio legal.

Mis hermanos y yo reconocimos a nuestras madres como una pareja casada desde que éramos pequeños, aunque nuestros vecinos y nuestro país no lo hicieran. El valor de mi familia y otras familias como la nuestra, que se han puesto de pie para desmitificar las estructuras familiares “alternativas” ha ayudado a cambiar la opinión pública y ha modificado el tejido social de nuestro país.

En 2003, Massachusetts fue el primer estado en legalizar el matrimonio homosexual, y muchas parejas gays viajaron ahí para casarse, sin importar que no fuera reconocido en sus estados de residencia.

Mis madres no lo hicieron.

Ellas insistían en casarse en su propio estado y era nuestra responsabilidad, como la generación joven, cambiar las leyes en Nueva York para que sucediera. En 2011, el matrimonio de parejas del mismo sexo fue legalizado en Nueva York bajo la Ley de Igualdad del Matrimonio.

Pero mis mamás no estaban satisfechas aún.

No fue sino hasta el 26 de junio de 2013, el día en que la Ley en Defensa del Matrimonio (DOMA) fue invalidada y considerada inconstitucional por la Suprema Corte –la instancia más alta en los tribunales de Estados Unidos– que mis mamás llamaron para darme la alegre noticia: finalmente iban a casarse.

Unos cuantos meses después, en nuestro patio, amigos cercanos y familiares fueron testigos de su unión oficial, una que por fin sería reconocida por el estado y por el gobierno federal.

Con 29 años de edad (ahora 33), ese día fue importante para mí, porque pude celebrar y demostrar mi aprecio por tener dos mamás increíbles que me entregaron su amor incondicional, lo cual me ha convertido en la persona que soy hoy.

Traducción de @charliecarax

Publicado por Mal Vestida, vía Oveja Rosa

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Testimonio

Martes, 27 de agosto de 2019
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San Mateo refiere esta promesa de Jesús: «Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mt 18,20). Aquí no hemos de pensar sólo en la asamblea litúrgica, sino en toda situación en la que dos o más cristianos están unidos en el Espíritu, en la caridad de Jesús. Y tampoco hemos de pensar sólo en la simple omnipresencia del Cristo resucitado en todo el cosmos.

Escribe un exégeta de nuestros días: «Mateo piensa en una presencia “personalizada”. Jesús está presente como crucificado resucitado, es decir, en la apertura de donación total vivida en la cruz, donde él, con toda su humanidad, se abre a la acción divinizante del Padre y se entrega totalmente a nosotros, comunicándonos su espíritu, el Espíritu Santo. La presencia del Resucitado no es, pues, una presencia estática, un estar-aquí y nada más, sino una presencia relacional, una presencia que reúne y unifica y que, en consecuencia, espera nuestra respuesta, la fe.

Brevemente, la proximidad de Cristo reúne a “los hijos de Dios dispersos” para hacer de ellos la Iglesia». Desde la alianza sellada en el Sinaí con Israel, Yahvé se revela como el que interviene eficazmente en la historia. El liberó a los hebreos de la esclavitud de Egipto, hizo de ellos su pueblo. «Yo estoy en medio de vosotros», es la palabra que identifica la primera alianza: una presencia que protege, guía, consuela y castiga…

Con la llegada del Nuevo Testamento, esta presencia adquiere una densidad especial y nueva. La promesa de la presencia definitiva de Dios, o sea, la promesa ae la Alianza definitiva, halla su cumplimiento en la resurrección de Jesús. En la comunidad cristiana, el Emmanuel, el Dios-con-nosotros, es «el salvador de su Cuerpo», la Iglesia (cf. Ef 5,23). Presente en medio de los suyos, él convoca y reúne no sólo a Israel, sino a toda la humanidad [cf. Mt 28,19-20). Vivir con Jesús «en medio», según la promesa de Mt 1 8,20, significa actualizar desde ahora el designio de Dios sobre toda la historia de la humanidad. Pero ¿cómo hacer visible la presencia permanente del Resucitado?

Cuando, tras la caída del Muro de Berlín, se reunió la primera asamblea especial del Sínodo de Obispos para Europa y se preguntó sobre la nueva evangelización del continente, un religioso húngaro subrayó que la única Biblia que leen los llamados «alejados» es la vida de los cristianos. Y podríamos añadir: somos nosotros, es nuestra vida, la única eucaristía de la que se alimenta el mundo no cristiano. Por la gracia del bautismo, y especialmente por la eucaristía, estamos injertados en Cristo, pero es en la fraternidad vivida donde la presencia de Jesús en la Iglesia se manifiesta y resulta operante en la existencia cotidiana.

En el silencio, dos o tres creyentes pueden testimoniar en el amor recíproco lo que constituye su identidad profunda: ser Iglesia en la atención a los débiles, en la corrección fraterna, en la oración en unidad, en el perdón sin límites.

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F. X. Nguyen Van Thuan,
Testigos de esperanza,
Ciudad Nueva 52001, pp. 155-157.

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Imagen Cerezo Barredo

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Ejemplo y confianza

Miércoles, 22 de mayo de 2019
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de-tal-padre-tal-hijo-11-730x548Del blog de Gabriel Mª Otalora, Punto de Encuentro:

Una de las frases de Jesús con menos posibilidad de exégesis es “Por sus hechos les conoceréis”. Pues bien, el ejemplo es la puerta para generar confianza en nuestras relaciones humanas y ambos -ejemplo y confianza- deben ser la base de conducta de todo cristiano, especialmente de los que más responsabilidades tienen y por aquello del escándalo, tan de moda precisamente cuando brillan por su ausencia.

Dicen que fue Einstein quien recordó que dar ejemplo es la única manera de influir en los demás y la única manera efectiva de inculcar valores. Nadie seguirá las palabras ni a quienes las pronuncian si no son coherentes y, lo que es peor, existe el riesgo añadido de rechazo a esas buenas ideas por el efecto perverso que produce la falta de credibilidad. Y todo el mundo es capaz de percibir al vuelo la falta de coherencia.

¿Qué valoración nos merecen nuestras actitudes? El contagio viene desde los máximos responsables hacia todo el resto de la organización eclesial. Como ocurre en las familias, que el chorro fundamental de la influencia va de los padres a los hijos. Los ojos y oídos de nuestros chavales, igual que los de nuestros compañeros están fijos en nosotros. Los hijos y los compañeros de trabajo recordarán más nuestra conducta que nuestras palabras. Alguien dijo acertadamente que, lo que los padres hacen con moderación, los hijos lo harán con exageración.

Y cuando la falta de ejemplo se estira demasiado, se nota y, lo que es peor, cala como agua fina. No deja de ser una sutil manera de faltar a la verdad que alguien pontifique grandes directrices y normas que después no respeta ni cumple. Pero todos llevamos dentro un maestro y un aprendiz que, por la mera observación, activan el aprendizaje. Nos influenciamos y contagiamos mutuamente más de lo que parece a primera vista. Somos seres influenciables para bien y para mal.

El ejemplo tiene la fuerza de la experiencia vivida. Sin este valor de la credibilidad pierde toda su fortaleza. Hablamos mejor con nuestros hechos, que son por lo que nos conocerán. Y cuando el ejemplo es negativo, transmitiremos mensajes terriblemente influyentes, en este caso para mal. En el idioma inglés existe la expresión Walk the Talk, que viene a decir que actuamos por donde hablamos. Y la Madre Teresa de Calcuta, nos puso sobre aviso: no te preocupes porque tus hijos no te escuchan, te observan todo el día. Haciendo una paráfrasis aplicable al ámbito del liderazgo, podríamos decir que nuestros feligreses y la sociedad en general te observan todo el tiempo. Ser fiable es lo fundamental. Y cuando alguien es creíble, automáticamente se activa la confianza.

La diferencia entre reputación y confianza es que la primera se refiere a lo que la gente piensa de ti, mientras que la confianza se refiere a lo que la gente espera de ti. La confianza o su falta es una realidad fundamental en cualquier sociedad, sobre todo cuando disminuyen los comportamientos éticos con las consecuencias negativas que esto produce en el día a día. Es decir, que necesitamos mantener un comportamiento predecible lo suficientemente arraigado en el tiempo como para que otra persona se haga digna de nuestra confianza. Y viceversa. La confianza también va de arriba hacia abajo; el superior es quien debe generar ambientes de confianza e irradiar él mismo este imprescindible comportamiento. No es delegable.

La confianza es un proceso intangible que se apoya en la intuición y en la experiencia. A veces nos fiamos del sexto sentido y apostamos por una decisión de confianza, pero implica un riesgo elevado de equivocarnos. Lo normal es que se asiente tras un proceso de experiencias y vivencias que se construye con el tiempo y puede ser destruida en un segundo; la confianza es muy cara de lograr, fácil de perder y más cara todavía de recuperar.

Ganarse el derecho a ser escuchado, que esto es el meollo de influir y no otra cosa. El doble lenguaje no ha funcionado nunca en los cristianos. En la medida que un ser humano se hace más creíble amplia la base del liderazgo, es decir, de su capacidad de influencia. No importa si las noticias son buenas o malas, debe tratarse a los demás con madurez pensando en ellas, no solo en nosotros.

Escuchar a la gente también genera confianza. Una persona que no nos presta la debida atención no puede saber qué es lo que realmente necesitamos o sentimos. Además, el acto de escuchar genera una actitud recíproca, básica en toda comunicación que se precie, y si ambas personas se escuchan con empatía, su relación creará mayores espacios de confianza y comunicación fructíferos.

Confiamos en las personas que son coherentes, que dan ejemplo, que cumplen su palabra. Siendo constantes crecemos en veracidad. Diciendo la verdad, crecemos en lealtad. Confiamos en las personas que buscan win-win, (ganar-ganar o gano-ganas). Una secuencia más cristiana e inteligente sería: ganan, ganamos, ganas, gano.

De camino a la Pascua de Pentecostés, pidamos al Espíritu luz y fuerza para ser ejemplares y generar espacios de confianza también con los que no son afines; a la manera de Jesús. La evangelización está en juego.

Gabriel Mª OtaloraFuente Religión Digital

 

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Nostalgias católicas actuales.

Martes, 3 de julio de 2018
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el-sindrome-de-las-iglesias-vacias_560x280(Gregorio Delgado del Río).- Desde hace siglos -otra cosa es que algunos no han querido enterarse-, era un hecho constatado la manifiesta decadencia y retroceso progresivo del papel que desempeñaban de hecho los sistemas religiosos, las Iglesias oficiales y, en definitiva, la religión.

Las diferentes Iglesias y tendencias cristianas que tan intensamente habían intervenido en la visión occidental de la identidad humana y de su función en el mundo, fueron, de modo gradual, “perdiendo el control sobre la sensibilidad y la existencia cotidiana” (Steiner). En el fondo, “el núcleo religioso del individuo y la comunidad degeneró en convención social (…). Para la gran mayoría de hombres y mujeres pensantes -incluso allí donde la asistencia a la Iglesia continuaba-, las fuentes vitales de la teología, de una convicción doctrinal sistemática y transcendental, se habían agotado” (Ibidem).

Al menos esto era así en una visión generalizada de la sociedad occidental. En esa dirección, marcharon durante mucho tiempo las preocupaciones e inquietudes humanas. Con diferente intensidad -es cierto- en lugares distintos, pero indudable. Se produciría una gran vacío como consecuencia de la erosión de la teología, que pretendió sustituirse con nuevas energías y visiones de la realidad.

En ese marco general de cierta descomposición de la doctrina cristiana, surgió lo inevitable: la reforma luterana. El Primado romano no supo aceptar la verdad de muchos de los certeros ataques de que fue objeto y reaccionó con una enemistad (anatema excluyente) sin parangón. Toda la Iglesia entró en shock ultradefensivo y estéril. Se consolidó la división religiosa. Se bloqueó todo intento de reforma sensata y se inutilizó para una presencia efectiva en el mundo moderno y, por tanto, en los grandes cambios y transformaciones, que iban a producirse hasta nuestros días.

Es más, también se ha de reconocer que el intento de llenar el vacío existente mediante nuevas energías sustitutorias (‘mitologías‘) fracasó igualmente y no han sido otra cosa que ilusiones. Así lo ha interpretado Steiner: “La promesa marxista ha fracasado cruelmente. El programa de liberación freudiana se ha cumplido sólo muy parcialmente. El pronóstico de Lévi-Strauss es de irónico castigo”. Tales mitologías religiosas se han mostrado y llegado a nosotros -utilizando el veredicto de Steiner para el marxismo- como “una de esas grandes iglesias vacías”. Sin embargo, el problema de fondo subsistió: el hambre de lo absoluto del ser humano.

recuerdos-de-juan-xxiiiHubo, sin embargo, una muy limitada oportunidad con Juan XXIII y el Concilio Vaticano II. Pero, se malogró. Siguieron muy activas ciertas fuerzas internas, empeñadas en neutralizar sus efectos reformadores (airear las estancias) a fin de ‘relativizar’ y ‘aguar’ el impulso conciliar. A fuer de objetivo, he de reconocer que tuvieron pleno éxito. La política restauracionista de los últimos papas legó al Cardenal bonaerense una Iglesia muy gravemente enferma. Precisamente, en base a este diagnóstico, se explica el encargo que se le hizo: aplicarle una ‘terapia causal’, como había recetado Hans Küng. Esto es, ir a las verdaderas causas de la enfermedad, combatir los procesos patógenos y, en caso necesario, extirpar ciertos abscesos. Había que cambiar el rumbo. No se podía seguir en la misma dinámica.

Diagnosis de ciertos rumbos

Ahora bien, no conviene engañarse. La realidad es muy tozuda. Ciertas cosas ya no volverán. La descristianización de la sociedad es realidad palpable en todo Occidente. Las Iglesias están vacías. Los católicos no rigen su vida temporal de acuerdo con su fe y apenas están presentes en las decisiones sociales y políticas.

Tal descristianización también se aprecia en otros países en la medida en que acceden a un cierto desarrollo económico. Estamos ya en un contexto post secular en el que prima el pluralismo en todos los ámbitos y una civilizada laicidad. No hay que darle vueltas ni hacerse la ilusión de ‘volver atrás’. Los tiempos pasados que tanto añoran algunos no volverán. Tales “nostalgias” son, como ha subrayado el cardenal Angelo Scola, meros “sueños abstractos”.

¡Sabía reflexión! Ya no tienen sentido muchos anhelos y aspiraciones de tantos fundamentalismos e integrismos. Son pasado. ¿Por qué no se acepta esta realidad con todas las consecuencias que conlleva?

Tampoco la Iglesia, en mi opinión, podrá imponer a la sociedad su visión sobre el hombre, el mundo y las relaciones humanas. En todo caso, no en el modo en que parece percibirse cuando uno escucha voces y propuestas de cierta Jerarquía y/o de creadores de opinión pública, supuestamente en sintonía con Francisco. El estado actual democrático y de derecho -no se debe de olvidar- es muy plural y, por tanto, es laico. En esta línea, se puede aspirar (difícil empeño) a concertar con el poder político una cierta recomposición y redimensión de las actuales relaciones mutuas. Esto es, se puede buscar el activar (dentro del marco legal) un mayor compromiso político del católico, una efectiva cooperación en orden a proponer (oferta) junto con otras fuerzas concurrentes ideas y acciones concretas al servicio de la dignidad del hombre, Pero -no nos equivoquemos- el Estado no es teocrático: no se rige por el Evangelio. Con el noble afán de influir en la sociedad del momento, tan descristianizada, se corre el riesgo de hacerlo -en nombre de Francisco- en los mismos términos que ciertos integrismos.

homosexuales-en-la-iglesiaEn la vigente situación de postsecularismo, en efecto, me parece que la respuesta de la Iglesia (al anhelo de absoluto del hombre) debería orientarse prioritariamente a “dar testimonio” del mensaje cristiano (Cardenal Scola)., esto es, a sembrar. Francisco ha insistido proféticamente en ello desde el primer momento de su pontificado. El Cardenal Tobin lo ha expresado de modo inequívoco: “El reto más grande al que la Iglesia se enfrenta hoy es el abismo entre la fe y la vida”. También en la misma dirección se puede aludir al reciente libro (Sólo el Evangelio es revolucionario) del Cardenal Maradiaga y a las reflexiones (RD) de José Antonio Pagola: su tarea es sembrar, no cosechar o “Tarde o temprano, los cristianos sentiremos la necesidad de volver a lo esencial. Descubriremos que solo la fuerza de Jesús puede regenerar la fe en la sociedad descristianizada de nuestros días”.

Entiendo que abrazar este último rumbo (el del testimonio) es complicado. Obliga a mucho en el modo de vivir la vida. Es más fácil decir a los demás (sermonear) qué han de hacer o qué se ha de reformar. Se suelta y punto. Lo difícil es cambiar la vida personal (conversión) en coherencia con la fe que decimos profesar. Esta es la verdadera reforma pendiente.

Sólo cuando los cristianos seamos capaces de volver a lo esencial (testimonio de vida), seremos creíbles y fiables (respetados) en el mundo. A partir de aquí, gozaremos de autoridad para concurrir en la sociedad con nuestra visión del hombre, del mundo y de las relaciones humanas en todos sus ámbitos. Eso sí, siempre en forma de propuesta y oferta.

Fuente Religión Digital

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Con paz y alegría

Martes, 24 de abril de 2018
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La Buena Noticia se convierte en mala noticia cuando es anunciada sin paz ni alegría. Todo el que proclama el amor de Jesús, que perdona y cura, con un corazón amargado es un falso testigo.

Jesús es el salvador del mundo. Nosotros, no. Nosotros estamos llamados a dar testimonio, siempre con nuestra vida y, en ocasiones, con nuestras palabras, de las grandes cosas que Dios ha hecho en favor de nosotros. Ahora bien, ese testimonio debe proceder de un corazón dispuesto a dar sin recibir nada a cambio.

Cuanto más confiemos en el amor incondicionado de Dios por nosotros, más capaces seremos de anunciar el amor de Jesús sin condiciones internas ni externas.

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Henri M. Nouwen,
Pan para el viaje, PPC, Madrid 1999.

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“El abad, el obispo y la que vive con los pobres”, por Mari Paz López Santos.

Viernes, 16 de marzo de 2018
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elrinconcitodelahistoriadora-0059Mari Paz López Santos
Madrid

ECLESALIA, 23/02/18.- Ando en reflexión sobre las personas con las que me he ido encontrando a lo largo de mi vida. La mayoría se esfuman dejando algún recuerdo, unas veces es bueno y otras mejor olvidarlo, pero no forman parte de mi vida actual. Otras son mis amigos, con los que he transitado ya varias etapas del camino.

Pero mi reflexión viene por los tres reencuentros que tuve la suerte de disfrutar la pasada semana. ¡Tres en cinco días… una suerte y tres bendiciones!

El primer encuentro fue con el abad. Mi interés por la vida monástica y los mensajes que descubro para ser digeridos en la vida del mundo, hacen que esté expectante y abierta a la escucha del monje que vive dentro del monasterio. Sin darse cuenta, en la conversación, me deja regalos de sabiduría que me llevo puestos para salir al mundo. Luego los desenvuelvo y me ayudan a mirar la vida con una sana distancia aunque esté metida en el remolino del día a día, con toda su complejidad.

El segundo encuentro fue con el obispo que estaba de paso. Vino desde corazón de África y con África en su corazón. Ahora es obispo, pero es misionero casi desde que vino al mundo, sólo hay que restar el tiempo mínimo que necesito para darse cuenta de la misión que Dios le tenía preparada y que es su vocación. Delante de un café fuimos compartiendo palabras, recuerdos, experiencia de África, del país y las gentes africanas que tanto ama y que tantísimo sufren por la violencia y la injusticia; de las maravillas de amor y solidaridad que suceden en esa marabunta. Le pregunto cómo ve este mundo supuestamente rico, le cuento mis enfados con tantas situaciones que están dejando mucha gente en las cunetas. Nos despedimos y, aunque estaremos en contacto con los medios tecnológicos a nuestro alcance, nada es igual que el reencuentro en persona, con animada conversación y un café en una tarde muy fría de invierno. Vuelvo en el coche con más regalos de sabiduría para ir abriendo desde dentro y viendo como compartir hacia fuera.

Por último, el tercer encuentro fue con la que vive con los pobres. A ella la tengo muy cerca hablando en kilómetros, vivimos en la misma ciudad; pero su vida al cuidado de los que no tienen hogar, es complicada para poder estar un rato de sosegada charla. Sucedió la pasada semana después de varios meses. ¿Qué contar?… no conozco a nadie que disfrute tanto de las cosas pequeñas, las más mínimas: una palabra, una foto, contarle un proyecto, una experiencia de viaje, llevarle un escrito… todo es recibido como único, como novedad, haciéndose partícipe de la alegría, la preocupación o lo que traiga para compartir alrededor de su mesa. Le pregunto por los acogidos, por quienes ya no están, por las dificultades de la casa… la vida. Vida de los que no se ven y que es también su vida. Me despide con un abrazo de dos vueltas. Poniendo en marcha el coche me di cuenta de que he recibido más regalos de sabiduría que me ayudarán a no olvidar a los olvidados.

Estas tres personas, a las que quiero, respeto y me ayudan con el testimonio de sus vidas y vocaciones, tienen en común, además del amor a Dios y a los hermanos, que les mantiene vivos y comprometidos en sus respectivas vocaciones, el hecho de vivir en las fronteras. Fronteras diferentes fronteras, pero fronteras.

La vida monástica es una frontera que en estos tiempos parece que atrae a mucha gente necesitada de paz y sosiego, que anda en búsqueda, que quiere encontrar sentido a su propia vida, y en el monasterio encuentra cosas que están echadas a perder en el mundo, como el silencio, la soledad y tantas otras. La vida monástica tiene algo de frontera exótica que atrae, una rara avis que se contempla como una excepción y, dando media vuelta, nos alejamos pensando que los que la viven son raros.

La vida misionera es una frontera con socavón y trincheras donde algunos viven su vocación al lado de hermanos que son los olvidados de la Tierra; dando visibilidad a los que se invisibiliza, palabra a quienes no pueden hablar y amor a quienes continuamente son diana de la violencia. Escuchamos sus testimonios cuando vienen o aparecen en los medios de comunicación y, es verdad que generan admiración, pero para muchos están considerados como locos.

La vida de pobreza con los pobres, los “sin techo”, los que ya no pueden vivir solos ni siquiera en la calle, es la frontera con los vecinos, la tenemos ahí mismo en las grandes ciudades. No hay que viajar, están a nuestro lado. Pero son invisibles. Quienes viven con ellos como opción de vida, se les mira de reojo, con mirada incrédula.

Me siento muy afortunada por poder estar cerca del abad, del obispo y de la que vive con los pobres porque sus testimonios son de primera mano. No me cuentan estadísticas, me comparten la esencia de sus vidas y vocaciones, con pocas palabras; pero, si estoy atenta, descubro que quien vive desde su centro, desde lo hondo de su ser, la vocación a que han sido llamados, se destila por sus poros, sus sonrisas, su escucha y sus abrazos.

¡Ah… no quiero dejar de decir que ellos siempre quieren saber de mi vida, de los míos, de mis proyectos! Y les cuento, por supuesto, porque sé que vamos todos juntos y hemos de caminar unidos.

Doy gracias por los tres y por todos los que llevan en sus corazones.

Mari Paz López Santos

20 febrero 2018

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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Testigos gozosos

Jueves, 21 de abril de 2016
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Del blog de Henri Nouwen:

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“Hablar acerca de Jesús y su obra salvadora no debería constituír una carga o una pesada obligación. Cuando nos acercamos a los demás con el sentimiento de que, a menos que acepten nuestro modo de conocer a Jesus, ellos están perdidos y nosotros hemos fracasado, es casi imposible que seamos verdaderos testigos.

Constituye una gran alegría el que alguien reconozca por medio de nuestro testimonio que Jesús es el redentor divino que le inició en el camino hacia Dios. Es un auténtico motivo de gratitud y de celebración. Mas deberíamos ser igualmente capaces de llevar una vida gozosa y agradecida aun en el caso de que nuestro testimonio de palabra y de obra no lleve a la gente a aceptar a Jesús igual que nosotros lo hacemos.”

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Henri Nouwen

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Acerca de Monseñor Krysztof Charamsa.

Domingo, 11 de octubre de 2015
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Sacerdote.version-finalUna interesante reflexión que el hermano Miquel ha publicado en el Foro y que nos parece oportuno traer a la página principal:

El caso de Monseñor Krysztof Charamsa a mi me produce sentimientos y reflexiones contrastantes. Por un lado me ha gustado que ocurriera el caso: así se pone en evidencia, que lo que parece estar “atado y bien atado”, en la Iglesia católica, se les escapa por todos los lados. Hace evidente delante de la sociedad que la Iglesia tiene un tema pendiente que es el de la obligatoriedad del celibato, el de la homosexualidad, y en general el tema de la sexualidad. Además cuando Monseñor habla delante de los medios de comunicación lo hace con un lenguaje nada crispado, lo que da credibilidad a su causa…, al menos en Cataluña parece que todos los medios de comunicación y la mayoría de la gente se ha puesto de su parte; y la Iglesia con todos sus obispos reunidos en el Sínodo de la familia parecen un grupo de carcas, alejados de los verdaderos problemas de la sociedad, que pocas novedades parece nos van a dar.

Por otra parte, algo no me huele del todo bien, cuando alguien alardea de no haber cumplido con sus compromisos. Como si llevar una doble vida durante mucho tiempo fuera algo completamente normal. Como si la honestidad no fuera también un tema a tratar y de capital importancia en el desarrollo de la propia personalidad. Como si para llegar a un puesto en la Congregación para la doctrina de la fe, no hubiera hecho nunca “carrera eclesial” con todo lo que esto supone de hipocresía, falta de discernimiento, y ofensa al Espíritu.

Es verdad que cuando uno no puede seguir con sus compromisos, mejor cambiar. La fidelidad al proyecto elegido con anterioridad no lo es todo, porque la vida da muchas vueltas, y al final la fidelidad a la propia conciencia es lo que vale, porque ser fiel a la Iglesia no siempre significa ser fieles al Reino de Dios. Pero algo de humildad tendría que haber en esta decisión. Un “me equivoqué”, o “no nos hemos entendido”, “ha sido imposible continuar, quizás también fue culpa mía…”. Si no, “toda la culpa es de los otros”. Y esto no me vale. Se ha hecho de Monseñor Krysztof Charamsa un héroe. Y quizás sí que es un héroe… pero también son héroes los que han elegido libremente ser fieles a su celibato por el Reino de Dios, y con penas y trabajos, han conseguido una cierta dignidad y equilibro afectivo, y sus frutos por el Reino son evidentes. Y de estos otros héroes los medios de comunicación no entienden, se les escapa. A la mayoría de la gente que no tienen sensibilidad espiritual se les escapa.

Conclusión: bien por Mon Charamsa, porque ha hecho de su necesidad virtud…porque nos ayuda a todos a luchar con la causa de que la homosexualidad sea reconocida en la iglesia, que vuelva a salir otra vez al debate público el tema del celibato obligatorio, que da mucho sufrimiento innecesario. Por otra mi reconocimiento más reverente a los que con el celibato por el Reino de los cielos, dan un testimonio también de que la sexualidad no lo es todo, que es un medio entre muchos otros, que lo que lo es todo es el amor.

Miquel
religioso, sacerdote

General, Historia LGTBI, Homofobia/ Transfobia., Iglesia Católica , , , , ,

Seguimos el mismo camino de Jesús y de los pobres: la persecución

Domingo, 15 de febrero de 2015
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romer_560x280Monseñor Óscar A. Romero [1].

“Debemos estar claros desde el principio de que la fe cristiana y la actuación de la Iglesia siempre han tenido repercusiones socio-políticas. Por acción o por omisión, por la connivencia con uno u otro grupo social los cristianos siempre han influido en la configuración socio-política del mundo en que viven. El problema es cómo debe ser el influjo en el mundo socio-político para que ese influjo sea verdaderamente según la fe”.

“Como en otros lugares de América Latina después de muchos años y quizás siglos han resonado entre nosotros las palabras del Éxodo: “He oído el clamor de mi pueblo, he visto la opresión con que le oprimen” (Ex 3,9). Estas palabras de la Escritura nos han dado nuevos ojos para ver lo que siempre ha estado entre nosotros, pero tantas veces oculto, aun para la mirada de la misma Iglesia”.

“El constatar estas realidades y dejarnos impactar por ellas, lejos de apartarnos de nuestra fe, nos ha remitido al mundo de los pobres como a nuestro verdadero lugar, nos ha movido como primer paso fundamental a encarnarnos en el mundo de los pobres”.

“Ahí hemos encontrado a los campesinos sin tierra y sin trabajo estable, sin agua ni luz en sus pobres viviendas, sin asistencia médica cuando las madres dan a luz y sin escuelas cuando los niños empiezan a crecer. Ahí nos hemos encontrado con los obreros sin derechos laborales, despedidos de las fábricas cuando los reclaman y a merced de los fríos cálculos de la economía. Ahí nos hemos encontrado con madres y esposas de desaparecidos presos políticos. Ahí nos hemos encontrado con los habitantes de tugurios, cuya miseria supera toda imaginación, y viviendo el insulto permanente de las mansiones cercanas”.

“En ese mundo sin rostro humano, sacramento actual del siervo sufriente de Jahvé, ha procurado encarnarse la Iglesia de mi Arquidiócesis. Hemos hecho el esfuerzo de no pasar de largo, de no dar un rodeo ante el herido en el camino, sino de acercarnos a él como el buen samaritano”.

“Es una novedad en nuestro pueblo que los pobres vean hoy en la Iglesia una fuente de esperanza y un apoyo a su noble lucha de liberación. La esperanza que fomenta la Iglesia no es ingenua ni pasiva. Es más bien un llamado desde la palabra de Dios a la propia responsabilidad de las mayorías pobres, a su concientización, a su organización -en un país en que, unas veces con más intensidad que otras, éste está legal o fácticamente prohibida-”.

“La esperanza que predicamos a los pobres es para devolverles su dignidad y para animarles a que ellos mismos sean autores de su propio destino. En una palabra, la Iglesia no sólo se ha vuelto hacia el pobre sino que hace de él el destinatario privilegiado de su misión”.

“La Iglesia no sólo se ha encarnado en el mundo de los pobres y les da una esperanza, sino que se ha comprometido firmemente en su defensa. Las mayorías pobres de nuestro país son oprimidas y reprimidas cotidianamente por las estructuras económicas y políticas de nuestro país. Entre nosotros siguen siendo verdad las terribles palabras de los profetas de Israel. Existen entre nosotros los que venden al justo por dinero y al pobre por un par de sandalias; los que amontonan violencia y despojo en sus palacios; los que aplastan a los pobres; los que hacen que se acerque un reino de violencia, acostados en camas de marfil; los que juntan casa con casa y anexionan campo a campo hasta ocupar todo el sitio y quedarse solos en el país”.

“Estos textos de los profetas Amós e Isaías no son voces lejanas de hace muchos siglos, no son sólo textos que leemos reverentemente en la liturgia. Son realidades cotidianas, cuya crueldad e intensidad vivimos a diario. Las vivimos cuando llegan a nosotros madres y esposas de capturados y desaparecidos, cuando aparecen cadáveres desfigurados en cementerios clandestinos, cuando son asesinados aquéllos que luchan por la justicia y por la paz”.

“En esta situación conflictiva y antagónica, en que unos pocos controlan el poder económico y político, la Iglesia se ha puesto del lado de los pobres y ha asumido su defensa. No puede ser de otra manera, pues recuerda a aquel Jesús que se compadecía de las muchedumbres. Por defender al pobre ha entrado en grave conflicto con los poderosos de las oligarquías económicas y los poderes políticos y militares del Estado”.

“Pero lo más importante es observar por qué ha sido perseguida. No se ha perseguido a cualquier sacerdote ni atacado a cualquier institución. Se ha perseguido y atacado a aquella parte de la Iglesia que se ha puesto del lado del pueblo pobre y ha salido en su defensa. Y de nuevo encontramos aquí la clave para comprender la persecución a la Iglesialos pobres. De nuevo son los pobres los que nos hacen comprender lo que realmente ha ocurrido. Y por ello la Iglesia ha entendido la persecución desde los pobresLa persecución ha sido ocasionada por la defensa de los pobres y no es otra cosa que cargar con el destino de los pobres. La verdadera persecución se ha dirigido al pueblo pobre, que es hoy el cuerpo de Cristo en la historia. Ellos son el pueblo crucificado, como Jesús, el pueblo perseguido como el siervo de Jahvé. Ellos son los que completan en su cuerpo lo que falta a la pasión de Cristo. Y por esa razón, cuando la Iglesia se ha organizado y unificado recogiendo las esperanzas y las angustias de los pobres, ha corrido la misma suerte de Jesús y de los pobres: la persecución”.

*** 

[1] Recopilación ofrecida por Jaume Flaquer de textos extraídos de un Discurso de Oscar Romero para la recepción del Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Lovaina (2-2-1980)y editado por la revista Selecciones de Teología. http://www.seleccionesdeteologia.net/selecciones/llib/vol20/78/078_romero.pdf

Fuente Cristianismo y Justicia

Imagen extraída de: Religión Digital

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“Te acepto como mi compañero para siempre”, por Carlos Osma.

Viernes, 11 de julio de 2014
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resize_galleryUn precioso testimonio que hemos leído en Homoprotestantes:
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Barcelona, Diciembre de 2007
 
Es sábado por la tarde y para las fechas en las que estamos no es un día excesivamente frío. Llevo zapatos, vaqueros, camisa y americana; y ahora estoy buscando en el baño alguna crema y un perfume. Manel entra para avisarme de que Lluís, Georgina y Carmen han llegado. Está guapo, pienso al verle, y le digo que salgo en dos minutos. En estos tres años no sólo hemos cambiado de piso, también hemos cambiado nosotros. No sé si hemos madurado, si nos hemos cansado de pedir disculpas por amarnos, o las dos cosas, pero ya no vamos pidiendo aceptación, ya no hay secretos ni autocensuras. Hemos aprendido que para poder vivir felices tenemos que rodearnos de la gente que nos quiere de verdad y a la que nosotros queramos tal y cómo es. Todo lo demás ya sabemos que no nos lleva a ningún sitio, y no queremos perder más el tiempo. Hay personas a quienes nos ha dolido perder, pero es mejor así, es demasiado cansado vivir con sus normas y la homofobia de la que no pueden o no quieren desprenderse.
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Salgo de la habitación y me cruzo con mi madre, lleva un vestido precioso, está contenta pero sé que en el fondo echa de menos a algunas personas, le hubiese gustado que las cosas fueran de otra manera. No importa, está aquí y para mí es importante. “Ama, llevas un peinado muy bonito”, le digo, y ella responde: “Demasiado moderno para mí, mira que flequillo me han dejado, en Burriana me lo hubieran hecho mejor”. Paso por la habitación donde Marta, mi hermano Jorge y mi hermana Esther están dándose los últimos retoques. “¡No me lo puedo creer!” grita mi hermana Esther. “¡Venga, venga, que llegamos tarde, hay que salir ya!”, les digo. Entro en el comedor e inmediatamente después de saludarme Carmen me coge del brazo me coloca al lado de Eric y Manel y nos hace una foto. “Estáis perfectos, yo ya me voy para allá que no quiero llegar la última”. Con ella salen todos despidiéndose con dos besos, pero antes de salir mi madre pregunta: “¿Y vosotros con quién vais?”. “Tranquila ama que vamos en el coche de Lluís y Georgina”. Se cierra la puerta y nos quedamos los cuatro hablando y riendo para dar tiempo a que todo el mundo llegue antes que nosotros.
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Llegamos a la iglesia en veinte minutos, nos recibe Mónica con el típico protocolo alemán. Ayer hizo venir a la gente a ensayar para que todo salga perfecto. “Muchas gracias Mónica por lo que has hecho”, le dice Manel. “Mi hijo también es gay, y creo que nunca podré organizarle una cosa así. Lo he hecho como si estuviese haciéndolo para él”. A su lado hay una mujer que nunca había visto, de unos sesenta años y pelo blanco recogido en un gran moño. “Perdonad que me haya tomado la libertad”, nos comenta Mónica, “es una amiga de la iglesia que vive con su compañera desde hace muchos años y me ha parecido buena idea invitarla”. Le decimos que no hay ningún problema. Entramos en el templo, allí nos encontramos con nuestra familia. Así lo siento y así lo hemos aprendido estos últimos años, la familia no viene determinada por la sangre o los genes, sino por el amor. Cuántos problemas y dolores de cabeza nos habríamos ahorrado si lo hubiésemos sabido antes. Aquí están las personas que nos quieren y a las que nosotros queremos, aquí está nuestra familia. Con ellos queríamos estar un día como hoy, por eso estamos felices.
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Nos sentamos en el primer banco, me estoy emocionando, frente a nosotros el pastor Enric Capó se dispone a decir unas palabras: “Este acto es una fiesta para celebrar el matrimonio de Manel y Carlos y pedir sobre ellos la bendición de Dios”. Nunca, jamás había pensado que algo así sería posible, y ni todo lo que hemos luchado para conseguirlo me hace creer que lo merezcamos, por eso lo vivo como un regalo. Miro a Manel y pienso que soy una persona afortunada, le quiero y él me quiere, tengo suerte de compartir mi vida con él. Mi sobrina Selma toca al piano una pieza de la película “Amelie”, tengo al lado a mi madre, sé que está pensando que mis hermanos mayores no han venido, le cojo de la mano y se la aprieto con fuerza. A mí también me dolió al principio, pero ya he pasado el duelo y la vida sigue, mi familia está aquí y estoy contento. Me giro y veo caras sonrientes y alguna que otra lágrima, seco las mías, cierro los ojos y por unos instantes me transporto a la playa de la Concha donde hace siete años empezó todo, estoy tranquilo sentado junto a Manel bajo unos arcos mirando una maravillosa puesta de sol.
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Llega el momento, Enric nos hace avanzar unos pasos y nos invita a expresarnos mutuamente los votos. “Yo Manel te tomo a ti Carlos como esposo para compartir mi vida contigo, tanto en los momentos buenos como en los difíciles. Te aseguro mi amor por ti y mi voluntad de compartir contigo toda la vida. Te acepto como mi compañero para siempre”. Tomo aire, y le digo lo mismo. Después Iker, el sobrino de Manel, trae los anillos. Enric nos mira a los dos, “que estos anillos os recuerden siempre vuestros votos y que sean bendecidos por el amor con el que han sido dados”. Manel coge uno, me mira nervioso y mientas lo pone en mi dedo va diciendo unas palabras, después cojo yo el otro y al colocárselo le digo lo mismo: “Te pongo este anillo como símbolo de mi amor por ti”. Enric pide a todos los asistentes que se pongan de pie, coge nuestras manos y las aprieta firmemente con las suyas mientras hace una oración: “Que Dios bendiga esta unión para toda la vida. Que Dios os bendiga y os guarde. Que os haga ver la claridad de su mirada y se apiade de vosotros. Que fije sobre vosotros su mirada y os dé la paz”. Todos al unísono decimos: “Amén”. Después Manel hace el amago de volver al asiento, yo no le dejo, lo cojo de la mano, lo atraigo hacia mí y nos damos un beso. Se oyen aplausos, y antes de que empecemos a descorchar allí mismo unas botellas de cava para brindar juntos, la gente se acerca para felicitarnos. Aunque suene tópico, sé que nunca olvidaremos este momento.
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Este texto es un fragmento del libro “Familias También”. Libro que recoge diez relatos de vida en el que de una manera fresca, dinámica y directa se exponen las dificultades, las luchas y también las alegrías que muchas personas lgbt han tenido que afrontar para poder ser madres y padres. 
 
Un libro que la editorial Bellaterra acaba de publicar y que desde Homoprotestantes os recomendamos leer. Si todavía no teníais un libro pensado para regalar o autoregalaros el próximo 23 de Abril día de Sant Jordi (día del libro), pues aquí tenéis uno perfecto. 
 
Y si no queréis o podéis la Libería Virus puede hacéroslo llegar a casa.
 
Carlos Osma

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Testimonio de Roman Zuiv.

Miércoles, 11 de junio de 2014
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roman_zuiv_i_10En el pasado encuentro de la sección de asuntos religiosos de la FELGTB se nos entrego un folleto publicado por la European Forum of LGTB Christian Groups y el buen Bernardo Yoel ha pedido que se publiquen poco a poco los testimonios. Así que desde hoy iré poniendo, uno a uno, los 12 testimonios. Aquí tenéis el duodécimo:

Roman Zuiv experimentó una severa persecución por varias iglesias en Ucrania. Él busca asilo en el extranjero.

“A los 15 años yo ya era el mayor de una congregación, porque todos los hombres estaban en prisión por su fe. A la edad de 22 fui excomulgado de la congregación, a causa de mi orientación sexual, a pesar de mi fuerte dedicación a la misión. Más tarde me encontraba ejerciendo el ministerio de la Iglesia de los Santos de los Últimos Días. Cuando se enteraron de mi actividad de apoyo a los derechos humanos de las personas LGBT, fui completamente expulsado, incluso como miembro de la iglesia.

Para afrontar tanta discriminación e Ucrania decidí construir mi propia congregación cristiana donde los cristianos gays y otros pueden tener un lugar seguro para el culto. Sin embargo, durante nuestro primer servicio de adoración, la congregación ‘Iglesia de San Cornelio’ fue severamente atacada por los nazis ultra-radicales que tenían sus rostros cubiertos con mascaras y utilizaron fuego. Mi apartamento fue quemado y fui muy bendecido y afortunado de que mi vida se salvara. La Iglesia Ortodoxa Rusa, la Iglesia Católica Ucraniana y otras presionan a las autoridades para destruir mi comunidad y nuestras actividades como una ‘grave amenaza para nuestra nación’. La Iglesia Ortodoxa hizo fuertes peticiones al gobierno, pidiendo cerrar nuestra organización que apoya a los cristianos LGBT.”

Fuente: Solidaricémonosjuntas – Global Justice Institute; European Forum of LGTB Christian Groups, vía Foro Cristianos Gays

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Testimonio de Zanele Muholi.

Martes, 10 de junio de 2014
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Zanele_Muholi._Festival_«Side_by_Side»En el pasado encuentro de la sección de asuntos religiosos de la FELGTB se nos entrego un folleto publicado por la European Forum of LGTB Christian Groups y el buen Bernardo Yoel ha pedido que se publiquen poco a poco los testimonios. Así que desde hoy iré poniendo, uno a uno, los 12 testimonios. Aquí tenéis el undécimo:

 Zanele Muholi es lesbiana sudafricana negra, que trabaja como activista visual y fotógrafa. Como activista espiritual de MO(U)RNING es una expresión de su viaje espiritual.

La exposición individual de Zanele en 2012, titulada MO(U)RNING (=duelo), documenta los crímenes de odio contra personas LGBTI en Sudáfrica. Ella tiene como objetivo denunciar para exponer las verdades y los aspectos crueles de la sociedad sudafricana del siglo XXI donde amar puede ser peligroso.

2004 – Mpho Setshedi (27 años), futbolista lesbiana, muerta a tiros en su casa en Yeoville, Johannesburgo.

2006 – Zoliswa Nkonyana (19 años), lesbiana, apedreada a muerte en Khayelitsha, Ciudad del Cabo. El caso ha comparecido ante el tribunal de primera instancia 30 veces.

2007 – Madoe Mafubedu (16 años), lesbiana, violada y asesinada a puñaladas en Kliptow, Soweto.

– Thokzane Qeabe (23 años), lesbiana, apedreada a muerte en Ezakheni, Ladysmith, KwaZulu-Natal.

– Salome Masooa (23 años), madre lesbiana y Sizakele Sigasa (34 años)), lesbiana, ambas violadas, torturadas y asesinadas en Meadowlands, Soweto.

2008 – Eudy Simelane (31 años), lesbiana, violada y asesinada en KwaThema, Springs.

– Khanyiswa (Lholyie) Hani (25 años), apuñalada y asesinad en New Brighton, Port Elizabeth.

– Sibongile Mphelo (21 años), violada, su vagina mutilada, asesinada a tiros en Strand, Ciudad del Cabo.

– Daisy Dube, mujer transexual de 20 años, muerta a tiros en Yeoville, Johannesburgo.

2009 – Girly Nkosi (37 años), lesbiana, apuñalada y murió de sus heridas en KwaThema, Springs.

2010 – Millicent Gaika (31 años), lesbiana, sufrió “violación curativa” y severamente golpeada en Gugulethu, Ciudad del Cabo.

2011 – Nokuthula Radebe (20 ños), lesbiana, estrangulada con unos cordones de sus zapatos en Everest, Thokoza, Ekurhuleni.

– Noxolo Nogwaza (24 años), lesbiana, brutalmente golpeada hasta la muerte en KwaThema,Johannesburgo.

– Ntsiki Tyatyeka (21 años), lesbiana, asesinada, su cuerpo en descomposición se descubrió a pocos metros de su casa en Nyanga Este, Ciudad del Cabo.

– Tshuku Ncobo (26 años), fue encontrada muerta – se cree que se suicido.

2012 – Thapelo Makutle (24 años), hombre gay, brutalmente asesinado en Kuruman, Noethern Cape.

– Phumeza Nkolonzi (22 años), lesbiana, recibió tres disparos en su casa delante de su abuela, en Mau Mau Nyanga, Ciudad del Cabo.

– Andrita Morifi, joven lesbiana, brutalmente asesinada en Limpopo.

– Neil Daniels, persoan transexual asesinada en Ciudad del Cabo.

– Sanna Supa (28 años), lesbiana, muerta tiros en su casa en Soweto.

– Sasha Lee Gordon, mujer trans, apuñalada en Wynberg.

– Hendrietta Thapelo Morifi (29 años), conocida como Andritha, lesbiana, asesinada en su casa en Plol Parque Mokopane.

2013 ¿CUANDO NOS SOLIDARIZAREMOS JUNTOS PARA NO HACER DAÑO?

Fuente: Solidaricémonosjuntas – Global Justice Institute; European Forum of LGTB Christian Groups, vía Foro Cristianos gays

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Testimonio de Setya El

Lunes, 9 de junio de 2014
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indonesia-lesbianas1En el pasado encuentro de la sección de asuntos religiosos de la FELGTB se nos entrego un folleto publicado por la European Forum of LGTB Christian Groups y el buen Bernardo Yoel ha pedido que se publiquen poco a poco los testimonios. Así que desde hoy iré poniendo, uno a uno, los 12 testimonios. Aquí tenéis el décimo:

 Setya El es una mujer musulmana Yakarta/Indonesia, que se sentía diferente desde la primera infancia. Releer las Sagradas Escrituras le ayuda a encontrar el designio de Dios en su vida.

Llegué a una autocomprension de que yo era diferente de muchos de mis amigos, porque no me gustaba jugar con otras niñas de mi edad. Yo prefería jugar con los chicos. Me gustaban sus juegos y sus juguetes mejor que jugar con las muñecas que mis padres me dieron.

Cuando crecí, me aprecio difícil practicar mi fe (Islam). Yo no quería llevar ‘mukena’ (vestido de mujer en la oración en el Islam), pero ¿Las personas me mirarían si llevaba un vestido de hombre? ¿Estaría de pie entre los hombres o entre las mujeres?

Mi familia todavía no sabe que soy lesbiana. Siempre me presionaron para que me casara, sobre todo porque ahora estoy en mis treinta, una edad considerada critica para una mujer para la mayoría de la gente de mi país. Pero hasta ahora siempre podía encontrar una razón para retrasar el casarme.

Soy afortunada porque me enteré de programas organizados por el Seminario Teológico de Yakarta (STY) y el Instituto Ardhanary (una organización de lesbianas). Aprendí que las Escrituras tienen que ser releídas y reinterpretadas con prudencia, para que podamos encontrar el mensaje para que la gente del pasado y lo que significa la actualidad. Deseo que el STY continúe su lucha para ayudar a las personas Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales (LGTB) como yo para encontrar el designio de Dios en nuestra vida.”

Fuente: Solidaricémonosjuntas – Global Justice Institute; European Forum of LGTB Christian Groups, vía Foro Cristianos gays

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Testimonio de Ryan Sumedi Hutagalung.

Sábado, 7 de junio de 2014
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aaarbre_4En el pasado encuentro de la sección de asuntos religiosos de la FELGTB se nos entrego un folleto publicado por la European Forum of LGTB Christian Groups y el buen Bernardo Yoel ha pedido que se publiquen poco a poco los testimonios. Así que desde hoy iré poniendo, uno a uno, los 12 testimonios. Aquí tenéis el noveno:

Una oración de Ryan Sumedi Hutagalung, un cristiano gay de Indonesia:

“Que mi vida sea la mía, oh Dios”.

“Cada paso que di era despreciado
Cada palabra que dije se perdió sin eco
Cada canción que caté se volvió aburrida
Cada movimiento que hice terminó en trauma

Todos los ojos me atravesaron
Como disparos está procedentes de un millar de flechas
Mi corazón está perforado por un pedazo de vidrio
Que está esparcido en el suelo

Mi corazón está vacío, rechazado
Mi conciencia está pisoteada
Mi espíritu esta roto, destrozado
No hay lugar para mi donde levantarme

¿Dónde está la voz de la justicia
en el momento en que más lo necesitaba?
¿Hacia donde va la luna?
¿Cuándo las respuestas se dan sin preguntas?

Todo mi mundo se volvió oscuro
Mientras trataba frenéticamente buscar la luz
Mi alma está perdida en un sueño profundo
Sin el sol para traer la luz

Deja que mi vida se lo que es
Deja que mi paso fije sus metas
Deja que mi alma encuentre su paz
Como un barco tratando de encontrar su destino

Tú y yo somos de un Creador
Tú y yo somos de esta única tierra
Tú y yo compartimos esta única luz
Tú y yo compartimos este regalo

Mi Dios es también tu Dios
Dios es el juez de mi vida
Y de la tuya, también
Dios nunca me deja
Aunque tú dejaste esta miseria en mí
Estoy seguro de que Dios me protegerá

Que mi vida sea la mía
Porque Dios está conmigo.”

Fuente: Solidaricémonosjuntas – Global Justice Institute; European Forum of LGTB Christian Groups, vía Foro Cristianos gays – 

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Testimonio de Nisha Purushotham.

Viernes, 6 de junio de 2014
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anonimaEn el pasado encuentro de la sección de asuntos religiosos de la FELGTB se nos entrego un folleto publicado por la European Forum of LGTB Christian Groups y el buen Bernardo Yoel ha pedido que se publiquen poco a poco los testimonios. Así que desde hoy iré poniendo, uno a uno, los 12 testimonios. Aquí tenéis el octavo:

Nisha emigró desde la India los Estados Unidos a la edad de dos años. Ella se siente más en casa en las comunidades urbanas de color. Nisha y su pareja, Clarissa dieron la bienvenida a su hijo, Nishant el 25 de junio de 2013.

“Mi nombre es Nisha Purushotham. Tengo 43 años de edad. En términos de género y orientación sexual, me identifico como mujer ‘queer’.

‘Hay una paz entre los escombros,
donde cayeron las bombas y los niños.
Hay una verdad en el silencio
que sólo cuentan los que tiene coraje.
No hay liberación para los olvidados
a la altura de su angustia.
Porque hay una corriente de agua viva
en el corazón del desierto.’
@”Agua Viva” por Nisha

Mi espiritualidad se basa en el conocimiento de la energía ilimitada del amor. Siento este amor manifestándose de muchas maneras, un sistema ecológico complejo, movimientos sociales de base a favor de la paz con justicia y el arte y la música que visceralmente se conectan con la belleza y el sufrimiento. También siento este amor manifestándose en las diversas expresiones de la sexualidad humana que nos permiten experimentar todos los aspectos esenciales de lo que significa ser un ser humano.

La muerte de mi madre cuando yo tenia cuatro años llevó, a la iglesia local a la que pertenecía mi familia, a un gran apoyo efusivo. He experimentado la generosidad sin limites de esta comunidad de fe y entendí profundamente el poder de la comunidad. Como mujer inmigrante ‘queer’ de color, he experimentado la exclusión en muchos lugares diferentes a lo largo de mi vida. He encontrado una gran fuerza en el apoyo de otros excluidos por razones similares y diferentes. Creo que la obra de transformación en beneficio de todos debe comenzar y ser dirigida por las poblaciones en márgenes.”

Fuente: Solidaricémonosjuntas – Global Justice Institute; European Forum of LGTB Christian Groups, vía Foro Cristianos Gays

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Testimonio de Confidence Abena Takyi.

Jueves, 5 de junio de 2014
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AGUILA Y CIELO DE COLORESEn el pasado encuentro de la sección de asuntos religiosos de la FELGTB se nos entrego un folleto publicado por la European Forum of LGTB Christian Groups y el buen Bernardo Yoel ha pedido que se publiquen poco a poco los testimonios. Así que desde hoy iré poniendo, uno a uno, los 12 testimonios. Aquí tenéis el séptimo:

Confidence Abena Takyi es una lesbiana de 28 años de Gana. A veces se siente bombardeada por las historias bíblicas utilizadas para justificar la homofobia.

“Mi nombre es Confidence Abena Takyi. Tenfo 28 años, lesbiana de Gana y cristiana practicante. Crecí en la iglesia baptista, pero más tarde me convertí a la anglicana.

Ser lesbiana es una parte de mi que ya no puedo ocultar más. Ya no estoy dispuesta a luchar con mi sexualidad. Siempre les digo a mis amigos que vivan sus vidas como si viviéramos en una habitación individual con reglas de AMOR que trascienden cualquier cosa. También ha llegado el momento de comenzar a predicar la verdadera humanidad de Jesucristo -que creo que es el único y verdadero Salvador.

Algunas historias de la Biblia a menudo se utilizan para justificar la homofobia. Hay momentos en que me siento como que estoy siendo bombardeada como la gente de Sodoma y Gomorra por la interpretación hostil de Génesis 18. Depende de Dios, no de los seres humanos, el decidir quien va a ir al cielo y quien irá al infierno.

Tengo una experiencia triste que me enseñó sobre el solidarizarnos. El único hermano que tengo es también gay y esto hace que mi madre esté muy triste. Me las he arreglado para explicarle a mi madre por qué mi hermano es diferente y el proceso que tuvo que pasar para llegar hasta aquí. Ella no tiene mas problemas contra mi hermano, pero mi dilema es cómo yo le revelo mi orientación sexual ahora. Hay esta parte de mi que está asustada por decírselo. Me mantengo firme detrás de mi hermano y él también. Realmente tenemos que contar nuestras historias para que todos puedan involucrarse.”

Fuente: Solidaricémonosjuntas – Global Justice Institute; European Forum of LGTB Christian Groups, vía Foro Cristianos gays

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