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El decálogo del buen teólogo, ‘comadrona’ de la fe

Viernes, 20 de mayo de 2022
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3023050F-B841-48F9-859B-429F988F3462Discurso de Mariano Delgado, Decano de la Facultad de teología de Friburgo, en la ceremonia de graduación

“Ser teólogo es una de las profesiones más hermosas del mundo, porque un teólogo es sencillamente una ‘comadrona’ de la fe, alguien que tiene que realizar servicios de partería para que las personas nazcan de nuevo ‘de agua y de Espíritu'”

“Y debemos ser intelectualmente honestos al hacerlo, por ejemplo admitiendo que no tenemos respuestas a todas las preguntas, ciertamente no a la gran pregunta del sufrimiento de los inocentes”

“El teólogo debe beber abundantemente de esta agua, es decir, debe guardar la Palabra de Dios en su corazón, meditarla y digerirla”

“Hoy, las mujeres pueden estudiar teología y ejercer la profesión teológica; pero todavía tienen que luchar contra mucha desconfianza en una Iglesia que aún no ha sacado todas las consecuencias teológicas de la preferencia de Jesús por las mujeres”

Una de las primeras cosas que hice como decano fue bajar a las “catacumbas” de nuestro edificio, a los archivos de la Facultad de Teología. Para mi sorpresa, no encontré allí ningún documento polvoriento, sino una sala muy limpia y equipada con un moderno sistema de estanterías: ¡no es de extrañar, ya que también sirve de archivo para el rectorado! En un estante había una caja de archivo gris con la inscripción “Decanus ordinis theologorum: Discursos no pronunciados”. Curioso como soy como historiador, abrí la caja para ver el contenido: dentro y bien ordenados alfabéticamente estaban todos los discursos que mis predecesores habían escrito desde la fundación de la Facultad en 1891, pero que por diversas razones no habían pronunciado.

Me llamó la atención un discurso en particular, sin fecha y firmado únicamente por un “Decanus anonymus”. Cuanto más lo leía, más me convencía de que sería un buen discurso para la ceremonia de graduación. Como he estado muy ocupado en las últimas semanas y no he tenido tiempo de escribir mi propio discurso, pensé que, al menos por esta vez, podría hacer lo que no está permitido hacer bajo ninguna circunstancia en el mundo académico, es decir, difundir el trabajo de otra persona con tu propio nombre, porque eso sería “plagio“.

Por otro lado, pensé, el decano anónimo podría alegrarse al final de que sus pensamientos se presentaran públicamente. El escrito anónimo se titula “El decálogo del buen teólogo“, y dice lo siguiente:

1. “El que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios” (Jn 3,5)

Estas palabras del Señor en la conversación nocturna con Nicodemo nos recuerdan la profesión del teólogo: ser teólogo es una de las profesiones más hermosas del mundo, porque un teólogo es sencillamente una “comadrona” de la fe, alguien que tiene que realizar servicios de partería para que las personas nazcan de nuevo “de agua y de Espíritu”, es decir, para que se reorienten según el Evangelio de Jesucristo. En la situación social actual, esto significa que, como teólogo, hay que dedicar tiempo a las conversaciones con las personas que preguntan por Jesús y por el Evangelio; y que hay que conducir estas conversaciones con una sabiduría especial: para desvelar las huellas de Dios que hay en la vida de cada persona, pero también para acompañar discretamente la obra de Dios, único Buen Pastor y Guía. Y debemos ser intelectualmente honestos al hacerlo, por ejemplo admitiendo que no tenemos respuestas a todas las preguntas, ciertamente no a la gran pregunta del sufrimiento de los inocentes. Sólo podemos expresar nuestra esperanza de que Dios mismo nos dé una respuesta.

2. “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada“ (Jn 15,4)

La primera condición para ejercer la profesión de teólogo es que nosotros mismos permanezcamos unidos con “el” teólogo por excelencia: con Jesucristo, que se hizo hombre para mostrarnos más claramente que Dios es amor. Ser teólogo significa estar unido al Señor en la oración, en todas las formas de oración, incluso en la oración de la amarga queja, si tenemos un motivo para hacerlo. La oración es el alimento de la vida cristiana. El objetivo de la oración es que, como “recién nacidos de agua y de Espíritu“, nos parezcamos cada vez más a Cristo. Todas las grandes figuras de la historia del cristianismo han practicado este tipo de oración.

Lo encontramos en el “Fiat” de María (“hágase en mí según tu palabra”, Lc 1,38), en la petición del Padre Nuestro “Hágase tu voluntad…”, pero también en la oración del hermano Klaus, tan querido en Suiza:

Mi Señor y mi Dios, 

quita de mí todo

lo que me impide parecerme a ti.

Mi Señor y mi Dios 

dame todo 

lo que me conduce a ti.

Mi Señor y mi Dios 

tómame… 

y confórmame por completo a ti”.

3. “Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla“ (Jn 4,15) 

En estas palabras de la samaritana en el pozo de Jacob, Santa Teresa vio un símbolo para su propia vida de oración. El teólogo debe beber abundantemente de esta agua, es decir, debe guardar la Palabra de Dios en su corazón, meditarla y digerirla. Sólo los que han encontrado en Jesús “el camino, la verdad y la vida” pueden conducir a otros al agua de la vida. La profesión del teólogo en los distintos ámbitos (pastoral de parroquia, de los enfermos y prisioneros, educación religiosa, trabajo en los medios de comunicación, etc.) implica también el peligro del activismo. Entonces nos apresuramos de una cita a otra, de una tarea a otra, sin el tiempo necesario para atender a las personas y para el cuidado pastoral de nosotros mismos: no debemos olvidar precisamente este cuidado pastoral “de uno mismo”. Si olvidamos lo que realmente nos sostiene y para qué hemos elegido la profesión de teólogo, entonces es como la sal “que se desvirtúa” (Mt 5,13). Puede que todavía parezca sal, pero ya no sirve para su propio fin.

4. “Haced y cumplid todo lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos dicen, pero no hacen“ (Mt 23,3)

Como teólogos, debemos tener siempre muy presente la crítica de Jesús a los teólogos de su tiempo. La tradición profética está llena de ello. Lo peor de la historia de la iglesia, incluso en el presente, es el antitestimonio de los que trabajan en el ministerio. Hay que esforzarse por la unidad de la fe y de la vida, porque nada es más convincente que la propia forma de vida: las palabras entran por el oído, pero las obras por los ojos, y el corazón es más receptivo a lo que se ve que a lo que se oye. Y no olviden las terribles palabras del Señor a los que se convierten en un escándalo para los pequeños: “Al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgasen una piedra de molino al cuello y lo arrojasen al fondo del mar” (Mt 18,6).

5. “Y, saliendo afuera, lloró amargamente“ (Lc 22,62)

Como teólogos siempre siguen siendo también seres humanos, y como seres humanos caerán a menudo, porque todos somos falibles: incluso como renacidos “de agua y de Espíritu”, conservamos la naturaleza del hombre viejo con la tendencia a todo tipo de tentaciones, concupiscencia  y errores. La teología católica, que han aprendido en nuesra facultad, enseña que podemos caer, pero que siempre debemos levantarnos de nuevo y mirar hacia Dios. Incluso Pedro negó al Señor, hasta tres veces. Pero “salió afuera y lloró amargamente”… y se levantó.

6. “Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna“ (Jn 6,68)

En la sociedad actual, caracterizada por el pluralismo religioso y la libertad de elección, es más necesario que nunca saber quién es Jesús y qué significa su Evangelio. No tenemos por qué ser cristianos, también podemos ser musulmanes o budistas con toda libertad. Por eso, es importante que consideremos la respuesta de Pedro a la pregunta de Jesús a los discípulos: “¿También vosotros queréis marcharos?” (Jn 6,67) como nuestra propia respuesta: “Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna“.

7. “Mujer, ¿por qué lloras?“ (Jn 20,13)

Una mujer, la Virgen María, fue la primera en recibir el mensaje de la encarnación de Dios; y otra mujer, María de Magdala, escuchó las primeras palabras del Resucitado: “Mujer, ¿por qué lloras?” A pesar de esta preferencia de Dios por las mujeres, éstas han sentido mucha desconfianza en la historia de la Iglesia. En el siglo XVI, las mujeres no podían estudiar teología ni leer la Biblia. Santa Teresa, que como María de Magdala había sentido la bondad de Jesús, le presentó su queja en la oración: “no aborrecistes, Señor de mi alma, cuando andávades por el  mundo, las mujeres , antes las favorecistes con mucha piedad y hallastes en ellas tanto amor y más fe que en los hombres”.

Hoy, las mujeres pueden estudiar teología y ejercer la profesión teológica; pero todavía tienen que luchar contra mucha desconfianza en una Iglesia que aún no ha sacado todas las consecuencias teológicas de la preferencia de Jesús por las mujeres. Deseo que las mujeres entre Ustedes no desesperen, no se amarguen, porque la Iglesia no está a su altura, sino que pongan su esperanza, como Teresa, en Jesús.

8. “Siento compasión de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer“ (Mc 8,2)

Misereor”, “tengo compasión”, son las palabras de Jesús cuando vio a la gente que le seguía y no tenía nada que comer. También tuvo compasión del ciego de Jericó (cf. Lc 18,38) y de muchos enfermos y sufrientes. Antes del Concilio, el cardenal Frings de Colonia utilizó la palabra “Misereor” para fundar la primera y mayor organización de ayuda de una Iglesia local. Este ejemplo sentó un precedente: más tarde se fundó “La acción de cuaresma” en Suiza y en otros países. “Un cristiano es aquel que muestra compasión y misericordia hacia todos”, decían los Padres de la Iglesia. El Concilio Vaticano II lo expresó así al comienzo de la Constitución Pastoral “Gaudium et Spes” (nº 1): “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo todo tipo, son también el gozo y la esperanza, el dolor y la angustia de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón.” Como teólogos en el mundo de hoy, guíense por la compasión de Jesús y el Magisterio del Concilio.

9. “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación“ (Mc 16,15)

Pero no debemos olvidar que Jesús tenía una doble compasión por la gente. En otro pasaje del Evangelio de San Marcos tuvo “compasión” de la gente, “porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas (Mc 6,34). El anuncio del Evangelio como buena noticia del Dios que se hizo hombre, que es amigo del hombre (Tit 3,4), misericordioso (2 Cor 1,3), como “mensaje de libertad y fuerza de liberación” (Libertatis conscientia, n. 43) es en todo tiempo, también y especialmente en el nuestro, un acto de “compasión”.

Y ustedes, como teólogos, también deberían practicar esta compasión. Especialmente en nuestra época, en la que la forma eclesiástica post-tridentina con las parroquias por doquier, que constituían el centro de la vida social, está llegando a su fin, es esencial que pasemos de la pastoral de espera y de instalación en las estructuras eclesiásticas a la pastoral de salida. Como teólogos de hoy, ya no pueden limitarse al cómodo pastoreo del rebaño, a la pastoral de “sacramentalización y contabilidad”. Más bien, como el sembrador, hay que preparar el campo laboriosamente para la siembra y luego sembrar (Mc 4,3). Puede que sean otros, los que recojan los frutos, pero nosotros tenemos que hacer lo que debemos, y en estos tiempos difíciles ejercer la profesión de teólogo con honestidad.

10. “En verdad os digo, el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él“ (Lc 18,17)

Filósofos como Sören Kierkegaard o Paul Ricoeur hablan de una “segunda ingenuidad” que necesitamos hoy después de la Ilustración. Traducido teológicamente, esto significa que incluso después de estudiar teología, la fe de la infancia es necesaria. Para usar una imagen: Hace unos años comenzaron sus estudios en la Facultad de Teología de Friburgo, y hoy pueden coronarlos con el éxito que merecen. Cuando entraron en la Facultad, dejaron sus abrigos y sombreros, es decir, la fe infantil que les reconfortaba, en el guardarropa. Porque en la teología hay que enfrentarse a todas las preguntas y desafíos de la fe y buscar razones para nuestra esperanza (1 Petr 3,15): así que no debemos acostumbrarnos a tener demasiado calor, cuando hay tantas cuestiones in aclarar y hace tanto frío en el mundo.

Pues bien, si salen de la casa de la teología y se “olvidan” el sombrero y el abrigo en el guardarropa, entonces han estudiado una mala teología que ha secado las razones del corazón, “les raisons du coeur”, de las que hablaba Blas Pascal. No olviden el sombrero y el abrigo, la fe infantil, y traten de llegar a una segunda ingenuidad, a una fe que ha pasado por el fuego de la crítica pero que sigue calentando nuestro corazón. No desvelo demasiado si les digo que todavía, peinando canas, sigo rezando al ángel de la guarda, como me enseñó mi abuela, y que cuando canto la Salve Regina con la gente de mi pueblo, que no ha estudiado teología, siento la misma emoción interior de la infancia. La fe es también una cuestión del corazón, no sólo del entendimiento. No lo olviden en su trabajo.

Todo esto estaba en el discurso anónimo que encontré en los archivos de la Facultad de Teología. Como me gustó tanto, se lo he contado. Pueden decir que todos los decanos de la Facultad de Teología de Friburgo estarían dispuestos a firmar este discurso; pero para que no siga siendo anónimo en los archivos de la Facultad, lo firmaré con mi nombre. Espero que sus estudios en nuestra Facultad les hayan enriquecido académica, espiritual y humanamente. Y espero que podamos seguir contando con Ustedes: como antiguos alumnos, amigos de “nuestra” facultad y como embajadores de la misma. No duden en decir por ahí que el decálogo del buen teólogo se observa en la Facultad de Teología de Friburgo… y pasen de vez en cuando a visitar a sus antiguos profesores.

Fuente Religión Digital

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Hans Küng, el primer teólogo del Vaticano II sancionado por Juan Pablo II, muere en Tubinga a los 93 años

Miércoles, 7 de abril de 2021
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Wojtyla y Ratzinger lo condenaron por cuestionar la infalibilidad papal

Falleció “en paz en su casa de Tubinga”, dijo una portavoz de la Fundación Weltethos sobre el teólogo, considerado uno de los mayores divulgadores de los temas católicos en el mundo con una obra traducida a más de 20 idiomas

Juan XXIII le nombró consejero oficial del Concilio Vaticano II y Küng actuó como experto y asesor de los obispos de su país entre 1962 y 1965

Küng se convirtió en el primer sancionado del pontificado de Juan Pablo II. En 1980 dejó de pertenecer a la Facultad de Teología de la Universidad de Tubinga, pero conservó, por un estatus especial, su cátedra de Teología Ecuménica y Dogmática, así como la dirección del Instituto de Investigación Ecuménica.

Hans Küng, 91 años en camino: “Libertad conquistada”, por Juan José Tamayo

† Hans Küng (1928-2021). Itinerario teológico fecundo

Castillo: “Hans Küng ha sido uno de los creyentes y pensadores más determinantes que ha tenido la Iglesia desde el Vaticano II”

Hans Küng, teólogo crítico y pensador universal, por Erwin Koller*

Andrés Torres Queiruga: “Muerto Hans Küng, su teología sigue viva y pide futuro”

Manuel Fraijó: “Los dos últimos Papas, Benedicto XVI y Francisco, han dejado marchar a Hans Küng como ‘teólogo no católico'”

Félix Gmür: “Hans Küng era un amante de la Iglesia, incluso del Papa”

El Papa bendijo a Hans Küng antes de morir: “Se sintió en paz con la Iglesia y con Francisco”

| RD/EFe

El teólogo católico suizo Hans Küng, conocido por haber negado la infalibilidad del papa, lo que le causó la suspensión del Vaticano en 1979, murió este martes en Tubinga (suroeste) a los 93 años, informó su fundación.

Küng falleció “en paz en su casa de Tubinga”, dijo una portavoz de la Fundación Weltethos sobre el teólogo, considerado uno de los mayores divulgadores de los temas católicos en el mundo con una obra traducida a más de 20 idiomas.

Nacido en Sursee, Lucerna, Suiza el 19 de marzo de 1928, Küng se licenció en 1953 en Teología por la Universidad Gregoriana de Roma, se ordenó sacerdote en 1954 y fue destinado a la diócesis de Basilea. Amplió estudios y obtuvo el doctorado en Teología con la tesis “La justificación en Karl Barth”

Consejero oficial de Vaticano II

El papa Juan XXIII le nombró consejero oficial del Concilio Vaticano II y Küng actuó como experto y asesor de los obispos de su país entre 1962 y 1965.

Publicó entre sus primeras obras “El concilio y la unidad de la Iglesia”, “Las estructuras de la Iglesia”, de 1964 y “La libertad hoy”, de 1966.

Fue en 1967 cuando publicó “La Iglesia”, una de sus obras polémicas en la que se pronunciaba sobre la supresión del “imprimatur” o censura previa de los libros teológicos y la abolición del celibato y a la que en 1976 siguió “¿Infalible?: una pregunta”, en la que se manifestaba contra el dogma de la infalibilidad pontificia.

Por esta obras, la Congregación para la Doctrina de la Fe, antiguo Santo Oficio, abrió un sumario en 1967 y otro en 1971.

El 21 de febrero de 1975 el Vaticano realizó una declaración mediante la cual no se dictaban sanciones disciplinarias contra el teólogo pero se le amonestaba a que no siguiera enseñando tesis “que se oponen a la doctrina de la iglesia católica”, pero se negó a retractarse.

“Ya no puede ser considerado un teólogo católico”

En 1979 la Congregación para la Doctrina de la Fe le sancionaba con la retirada de la autorización eclesiástica para ejercer la enseñanza y precisaba: “ya no puede ser considerado un teólogo católico”.

Küng se convirtió en el primer sancionado del pontificado de Juan Pablo II. En 1980 dejó de pertenecer a la Facultad de Teología de la Universidad de Tubinga, pero conservó, por un estatus especial, su cátedra de Teología Ecuménica y Dogmática, así como la dirección del Instituto de Investigación Ecuménica.

Desde 1995 presidía la Fundación Ética Mundial “Weltethos” (Ethos universal), que él creó y a través de la que se encargó de estudiar y fomentar el diálogo entre religiones.

Pese a que en 2003 los líderes políticos y religiosos alemanes destacaron los méritos de Küng y solicitaron a la Iglesia católica su rehabilitación, en 1997 el cardenal Ratzinger, entonces precepto para la Congregación de la Doctrina de la Fe, y que después llegaría al Papado como Benedicto XVI, descartó la posibilidad de la rehabilitación del teólogo suizo.

Fue amigo personal en el pasado del ahora papa emérito y compañero suyo en la Universidad de Tubinga. Benedicto XVI recibió al teólogo Küng en Castelgandolfo, la que fue residencia de verano de los papas, en septiembre de 2005, en una entrevista que el teólogo calificó de “esperanzadora“.

Francisco, “una primavera católica”

Sobre el papa Francisco, Küng confió en una entrevista concedida en 2013 al semanario alemán “Der Spiegel” que confiaba en que pondría fin al celibato entre los sacerdotes católicos, al tiempo que criticó el proceso de beatificación de Karol Wojtyla.

 Aseguró que con Jorge Bergoglio al Vaticano llegó una “primavera católica” a la Iglesia, tanto en la forma como en los contenidos, y dijo que ello supuso una “ruptura” con lo que “representó” Benedicto XVI.

Ese mismo año Küng dijo que se planteaba recurrir al suicidio asistido para poner fin a su vida, ante la progresión que sufría de la enfermedad de Parkinson.

No quiero seguir viviendo como una sombra de mí mismo”, escribió en el tercer y último volumen de sus memorias.

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La Iglesia alemana reivindica el “compromiso teológico con el Evangelio” de Hans Küng

Pontificia Academia por la Vida: “Sus ideas y análisis siempre deben hacernos reflexionar sobre la Iglesia, las Iglesias, la sociedad, la cultura”

Somos Iglesia’ lo reconoce como uno de los padres de la Iglesia participativa y horizontal

El Instituto de Ética Global, fundado por Küng, se compromete a “continuar con sus valores de responsabilidad y diálogo con todos”

La Universidad de Tubinga reconoce su “compromiso mundialmente reconocido con la reforma de la iglesia y el diálogo entre religiones”

Somos Iglesia’ subrayó “la perseverancia vital de Küng por renovar la Iglesia católica romana, y su compromiso con el ecumenismo y el diálogo de las religiones de mundo”

Jesús Bastante

Los obispos alemanes lamentaron la pérdida de Hans Küng, un “investigador reconocido y controvertido”, cuya mayor preocupación fue “hacer comprensible el mensaje del Evangelio y darle un lugar en la vida de los fieles”, tal y como señaló en una declaración pública el presidente del Episcopado, Georg Bätzing.

El líder de la Iglesia germana agradeció al teólogo suizo su compromiso por “vivir el ecumenismo” y trabajar por el diálogo interreligioso, que se visibilizó en el Instituto por la Ética Global,encargado de anunciar su muerte, a los 93 años, y asegurar que su compromiso “con los valores, la responsabilidad global y el diálogo” continuarán tras su muerte.

Bätzing, aunque admitió que “hubo tensiones y conflictos entre el teólogo y la Iglesia oficial”, quiso agradecer a Küng “sus muchos años de trabajo y su compromiso como teólogo católico en la mediación del Evangelio”. Una reivindicación que, todavía, no ha llegado de la Santa Sede que hace cuarenta años condenaba a uno de los mayores teólogos del siglo XX, aunque la Pontificia Academia por la Vida sí ha reconocido que “sus ideas y análisis siempre deben hacernos reflexionar sobre la Iglesia, las Iglesias, la sociedad, la cultura”.

Por su puarte, la Universidad de Tubinga, donde durante tantos años ejerciera de profesor, también quiso rendir homenaje al teólogo, quien siguió enseñando desde el Instituto Ecuménico. Para el centro, con la marcha de Küng se pierde “un investigador productivo, un erudito extremadamente creativo y un teólogo excelente”, tal y como afirmó su rector, Bernd Engler. “Con el Instituto de Investigación Ecuménica y el Instituto de Ética Global de nuestra universidad, Küng ha creado instituciones de importancia duradera y, por lo tanto, ha moldeado profundamente la universidad. Con su compromiso mundialmente reconocido con la reforma de la iglesia y el diálogo entre religiones, ha hecho una contribución significativa”, añadió.

Finalmente, desde ‘Somos Iglesia’ se subrayó “la perseverancia vital de Küng por renovar la Iglesia católica romana, y su compromiso con el ecumenismo y el diálogo de las religiones de mundo”. En opinión de este movimiento, Küng fue uno de sus ‘padres espirituales’.

Fuente Agencias/Religión Digital

 

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Teilhard de Chardin, sesenta años

Miércoles, 12 de agosto de 2015
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Teilhard_de_Chardin(1)Del blog de Xabier Pikaza:

Hace sesenta años, en la Pascua del 1955, moría Theilhard de Chardin (1881-1955), segundo por la izquierda, primera línea, una de las figuras más influyentes del pensamiento cristiano de la modernidad.

Había sido biólogo y pensador (teólogo), SJ, especialista en paleontología y antropología. Nació en Francia, ingresó en la Compañía y estudio en Inglaterra, interesándose por orígenes del hombre. Trabajó el Museo de Historia Natural y en el Instituto de Paleontología Humana de Paris, y colaboró con Henri Breuil en Cantabria, España (El Castillo, Puente Viesgo).

Fue camillero en la Gran Guerra (1914-1919) y empezó a publicar sus primeros trabajos sobre el despliegue de la vida (evolución) y el desarrollo espiritual y cristiano de la humanidad: La vida cósmica (1916) y El potencial espiritual de la materia (1919). Siendo ya un especialista, culminó sus estudios de geología, botánica y zoología en la Sorbona, con una tesis sobre los Mamíferos del Eoceno inferior francés (1926).

En ese tiempo (año 1923) realizó un viaje a China y enseñó en el Instituto Católico de Paris. Pero un artículo sobre el pecado original (tema vinculado con la evolución que él defendía) le enfrentó con los superiores de su Orden y con el Vaticano, de manera que se vio obligado a abandonar la enseñanza, regresando a China donde participó en algunos de los descubrimientos paleontológicos más importantes el siglo XX.

Murió en Nueva York (10 abril 1955), un día de Pascua, como él había deseado. Sus obras, miradas con sospecha por el Vaticano, circularon durante muchos años en ediciones semi-clandestinas.

Ha sido rehabilitado de un modo solemne por el Papa Francisco en su encíclica Laudato Sí: “El fin de la marcha del universo está en la plenitud de Dios, que ya ha sido alcanzada por Cristo resucitado, eje de la maduración universal…En esta perspectiva se sitúa la aportación del P. Teilhard de Chardin;” (Nota 53).

Con esa ocasión, a los sesenta años de su muerte Chardín quiero ofrecerle en este blog mi recuerdo. El tema está tomado de mi Diccionario de Pensadores Cristianos, en cuya portada aparece su imagen después de Santa Teresa, antes de Lutero y Tomás de Aquino. Buena compañía.

1. Una aventura teológica cortada por prohibiciones.

diccionario-de-pensadores-cristianosEn aquel contexto fue elaborando su sistema científico-filosófico, de fondo religioso, que constituye uno de los intentos más audaces y profundos de explicar el despliegue de la realidad, que él entiende de un modo unitario, desde la perspectiva de la vinculación del espíritu y la materia, que se elevan y despliegan a través de una gran Evolución, buscando cada vez más complejidad y más conciencia. Desde su perspectiva, la creación ha de entenderse como despliegue de una fuerza divina que se va elevando y que dirige todo lo que existe hacia un plano de unidad más alta, que se centra de alguna forma en Cristo. Esta visión chocó con la teología oficial del Vaticano que negaba por entonces la evolución biológica y antropológica y que, con la colaboración de los superiores de la Compañía de Jesús, y que fue cerrando a Teilhard todas las puertas académicas, por lo que tuvo que permanecer casi veinte años fuera de Francia, sobre todo en China, en “misiones científicas” alejadas de los lugares de enseñanza.


El año 1927 le niegan el imprimatur para publicar El Medio Divino. El año 1938 le impiden publicar La energía Humana
. El año 1941 envía a los censores eclesiásticos El Fenómeno Humano, para enterarse tres años más tarde (el 1944) que no puede publicarlo. El año 1947 le prohíben escribir y publicar sobre temas de teología… de manera que hasta su muerte sólo pudo publicar algunos trabajos de carácter estrictamente científico.

Las dificultades cambiaron de signo tras su muerte, cuando algunos de sus amigos publicaron las obras, que él no había querido editar y poner al alcance de todos sin el permiso de sus superiores. Sus obras alcanzaron entonces un éxito inmenso, traduciéndose a pocos años varios idiomas.

Como reacción, el 6 de diciembre de 1957 el Santo Oficio ordenó que ellas fueran retiradas de las bibliotecas de los Seminarios y de las Instituciones Religiosas, prohibiendo su venta en las librerías católicas. Pues bien, fuimos muchos los que, en esos años, del 1957 al 1962, leímos con aire de clandestinidad esas obras, descubriendo en ellas una savia evangélica que no encontrábamos en los libros de teología escolástica.

Todavía el 30 de junio de 1962, la Congregación del Santo Oficio escribió un Monitum poniendo en guardia a los católicos sobre las ambigüedades y errores de Teilhard de Chardin (cf. AAS 54 [1962] 526 y OR 148, 30 junio 1962). Pero ya las cosas habían empezado a cambiar. Ese mismo año → H. de Lubac publicó un libro a favor del pensamiento de Teilhard de Chardin (La pensée religieuse du Père Teilhard de Chardin, Paris 1962) y a partir de entonces (iniciado ya el Concilio Vaticano II) una parte considerable del mundo católico acogió con agradecimiento admirado la obra científico-religiosa de Theilhard de Chardin, uno de los grandes fenómenos religiosos de mediados del siglo XX.


2. Una obra discutible, pero espléndida, centrada en la Cruz.

Es evidente que el pensamiento de Teilhard de Chardin tiene sus posibles riesgos y se puede criticar o defender con argumentos de tipo evangélico o racional. Pero la forma en que fue condenado por el Vaticano resulta vergonzosa. Se puede discutir el “optimismo” de Teilhard, cuando piensa que todo tiende hacia un final feliz de plenitud, pero no se le puede condenar por postularlo.

Se puede discutir la forma en que vinculaba la evolución científica y el desarrollo mental y espiritual de la vida humana (extrapolando quizá elementos de ciencia en la teología y viceversa), pero lo que él buscaba era algo legítimo y el mismo → Tomás de Aquino había elaborado una simbiosis comparable entre filosofía y teología en pleno siglo XIII. En esa línea, la historia de las condenas de Teilhard fue muy injusta y dolorosa. Desde ese fondo, podemos resumir ya algunos elementos básicos de su pensamiento.

a. El descubrimiento de la historia. Vivíamos antes en un mundo estático, con ideas y esencias eternas. Pues bien, la hipótesis de la evolución nos invita a introducir el tiempo dentro de esa realidad estática: todo lo que existe en el mundo conocido está inmerso en un proceso, que puede encontrarse fundado en Dios y centrado en Cristo. A diferencia de la visión anterior del mundo, hecha de esencias inmutables, nos hemos descubierto inmersos en un mundo que se hace, haciéndonos a nosotros mismos en su proceso y desarrollo.

b. Evolución universal. Todo está en proceso, no sólo la vida, sino la materia y el mismo pensamiento humano, incluida la experiencia religiosa. Eso significa que no existe una religión “ya hecha y fijada”, sino que el despliegue religioso forma parte de un camino de libertad y amor, que se encuentran vinculados al desarrollo de la complejidad y de la conciencia humana. La evolución de la vida tiende hacia niveles de mayor complejidad y conciencia, en una línea que se centra en el despliegue del hombre entendido como libertad y comunión (comunicación).

d. Cristo, punto Omega. La experiencia cristiana se inscribe en ese proceso evolutivo, que ha de entenderse ya de un modo universal. Todas las religiones pueden vincularse (no negarse) de algún modo en Cristo, para iniciar un proceso de elevación humana y religiosa. Teilhard entiende así la creación y la evolución como un camino abierto hacia el pleno despliegue de Cristo, es decir, hacia la unión de todos los hombres en un final de conciencia más amplia y de comunión más intensa, donde todos los hombres y mujeres quedan integrados, con sus aportaciones y valores.

Esta visión resulta puede resultar demasiado optimista, pues supone que la evolución del cosmos, de la vida y del hombre tiende y nos lleva hacia cotas de mayor complejidad, conciencia y plenitud humana. Es como si el futuro de la salvación estuviera asegurado, de una forma casi mecánica. Pues bien, en contra de eso, son muchos los que piensan que el potencial de vida (de evolución) puede llevarnos también a la ruina, como sabían los apocalípticos judíos.

Teilhard fue muy sensible a esa acusación y a ese riesgo, escribiendo, desde esa perspectiva, su libro quizá más valioso, titulado El Medio Divino (Madrid 1960). Éste es un libro de teología y mística, siendo, al mismo tiempo, un precioso tratado de historia humana (y de biología). Conforme a la visión de este libro, la evolución del hombre no acontece sólo a través de un despliegue positivo de la vida, sino también a través de sus negatividades y cruces. Junto a la acción está la pasión, junto a la vida está la muerte, junto a la Pascua está la Cruz.

De todas formas, Pasión y Acción no son equivalentes, Cruz y Pascua no están al mismo plano (pues eso implicaría que estamos inmersos en un eterno retorno de la vida, donde todo vuelve a ser siempre lo mismo). La última palabra es la Acción creadora de Dios, que culmina en la Pascua de Cristo, que abre un futuro de vida para todos los hombres. El final del camino del hombre es la Pascua, la Resurrección de toda la realidad, en Cristo y con Cristo. Pero esa Resurrección sólo es posible pasando a través de la cruz, aceptando el sufrimiento de la vida que crece, el sufrimiento de la muerte, sobre todo de una muerte a favor de los demás, como la de Cristo.

3. Misa sobre el mundo.

Entre las obras de fondo más religioso de Teilhard de Chardin, destaca un pequeño escrito donde el pan y vino de la ofrenda y de la comunión eucarística, que se expanden hasta abarcar el mundo entero, de tal forma que podemos hablar de una inmersión y transformación crística y trinitaria del conjunto de la realidad. Éste es el tema de la misa cósmica, que Teilhard celebró en las estepas del Gobi donde se hallaba de misión científica, por la fiesta de la Transfiguración del Señor, en el verano de 1923. Retomando la línea de los antiguos teólogos alejandrinos de los siglos IV y V, que habían interpretado la encarnación como presencia del Hijo de Dios en el conjunto de la humanidad y del mundo, Teilhard de Chardin ha desarrollado de forma emocionada el carácter cósmico de la eucaristía, interpretada como transformación de un mundo que se eleva a Dios, vinculado en Cristo, por la fuerza de su Espíritu.

En la nueva humanidad que se está engendrando hoy, el Verbo ha prolongado el acto sin fin de su nacimiento, y en virtud de su inmersión en el seno del mundo, las grandes aguas de la materia, se han cargado de vida sin estremecimiento. En apariencia nada se ha estremecido en esta inefable formación y, sin embargo, al contacto de la Palabra sustancial, el universo, hostia inmensa, se ha convertido misteriosa y realmente en carne. Desde ahora toda la materia se ha encarnado, Dios mío en tu encarnación…

Ahora, Señor, por medio de la consagración del mundo, el resplandor y el perfume que flotan en el universo, adquieren para mí un cuerpo y rostro en ti. Lo que entreveía mi pensamiento indeciso… tú me lo haces ver de un modo magnífico: no sólo que las criaturas sean solidarias entre sí, de manera que ninguna pueda existir sin todas las demás…, sino que estén de tal forma suspendidas en un mismo Centro real, que una verdadera vida, sufrida en común, les proporcione en definitiva, su consistencia y su unión…

Tú, Señor Jesús, en quien todas las cosas encuentran su subsistencia, revélate al fin a quienes te aman como el alma superior y el foco físico de la creación… Lo que yo experimento, delante y en el seno del mundo asimilado por tu carne, convertido en tu carne, Dios mío, no es ni la absorción del monista, ávido de fundirse en la unidad de las cosas, ni la emoción del pagano prosternado a los pies de una divinidad tangible, ni el abandono pasivo del quietista que se mueve a merced de las energías místicas.

Aprovechando algo de la fuerza de éstas corrientes (monista, pagana, quietista), sin lanzarme contra ningún escollo, la actitud en la que me sitúa tu presencia universal, es una admirable síntesis en que se mezclan, corrigiéndose, las más formidables pasiones que pueden jamás soplar sobre un corazón humano.

1. Lo mismo que el monista, me sumerjo en unidad total, más la unidad que me recibe es tan perfecta, que sé encontrarme en ella, perdiéndome, en el perfeccionamiento último de la individualidad.

2. Lo mismo que el pagano, yo adoro a un Dios palpable. Llego incluso a tocar ese Dios en toda la superficie y profundidad del mundo de la materia en que me encuentro cogido. Pero, a fin de asirlo como yo quisiera (para seguir sencillamente tocándolo, a Dios), necesito ir cada vez más lejos, a través y más allá de toda limitación sin poder jamás descansar en nada, empujado en cada momento por las criaturas y superándolas en todo momento en un continuo acoger y un continuo desprendimiento.

3. Lo mismo que el quietista, me dejo mecer deliciosamente por la divina Fantasía. Más, al mismo tiempo, sé que la voluntad divina no me será revelada en cada momento, más que dentro de los límites de mi esfuerzo. No palparé a Dios en la materia, como Jacob, más que cuando haya sido vencido por é (Misa sobre el mundo. Himno del Universo, Madrid. 1967).

Entre sus obras, en castellano.

El fenómeno humano (Madrid 1959); El medio divino (Madrid 1960); El grupo Zoológico Humano (Madrid 1964); El futuro del hombre (Madrid 1964); La Visión del Pasado (Madrid 1964). Visión de conjunto de su obra en U. King (ed.),Pierre Teilhard de Chardin: Escritos esenciales (Santander 2001). Una perspectiva distinta y complementaria de la suya en G. Theissen, La fe bíblica en perspectiva evolucionista (Estella 2003).

Entre las valoraciones de su pensamiento y proyecto teológico, cf.

H. de Lubac: El pensamiento religioso de Teilhard de Chardin (Madrid 1967); La Oración de Teilhard de Chardin (Barcelona 1969); A. Fierro, El proyecto teológico de Teilhard de Chardin (Salamanca 1971); F. Riaza, Teilhard de Chardin y la evolución biológica (Madrid 1968); J. de S. Lucas, Teilhard de Chardin (Madrid 1996); B. Sesé, Pierre Teilhard de Chardin (Bilbao 1998); A. Pérez de Laborda, La Filosofía de Pierre Teilhard de Chardin (Madrid 2001).

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“Al papa Francisco, sobre la familia”, por José Arregi.

Miércoles, 12 de marzo de 2014
Comentarios desactivados en “Al papa Francisco, sobre la familia”, por José Arregi.

lavement_piedsTras haber perdido los posts, intentaremos ir recuperando algunos de ellos. Hoy traigo este artículo sobre la familia ante el Sínodo de la Familia que publicaba  en su blog y que ilustramos con imágenes del blog À Corps… À Coeur:

Querido papa Francisco: Como hoy todo corre tan rápido, ya ha llegado a nuestras manos el cuestionario sobre la familia que Ud. acaba de dirigir a los obispos de todo el mundo: 38 preguntas bien concretas, organizadas en 8 bloques temáticos. Entendemos que no somos solamente el objeto, sino también el destinatario de esas preguntas que nos afectan –y duelen– incluso más que a los obispos. Por eso nos permitimos responderlas directamente, por el cariño que le tenemos y la confianza que nos inspira. ¡Gracias, papa Francisco, por preguntarnos sobre tantas cuestiones incómodas que han sido y siguen siendo tabú! ¡Y gracias por escucharnos, por acoger nuestras voces salidas del alma, con sus certezas y sus dudas.

1. Si la enseñanza de la Sagrada Escritura y del Magisterio jerárquico acerca de la sexualidad, el matrimonio y la familia es conocida y aceptada entre los creyentes.

Tal vez no sea bien conocida, pero ciertamente es mal aceptada o simplemente ignorada. Constatamos que en las últimas décadas ha ido creciendo hasta un grado crítico la brecha, más aun, la ruptura entre la doctrina oficial y el sentir ampliamente mayoritario de los/las creyentes. Es grave y nos duele. Pero creemos sinceramente que la razón de la quiebra creciente no es la ignorancia y menos aun la irresponsabilidad de los creyentes, sino más bien el encerramiento de la jerarquía en esquemas del pasado.

Los tiempos han cambiado mucho en poco tiempo en todo lo que tiene que ver con la familia, el matrimonio y la procreación, y con la sexualidad en general. Sabemos que son temas delicados, que lo más sagrado está en juego, que es necesario el máximo cuidado. Pero no se puede cuidar la vida repitiendo el pasado. Creemos profundamente que el Espíritu de la vida sigue hablándonos desde el corazón de la vida, con sus gozos y dolores. Creemos que la Ruah viviente no puede ser encerrada en ninguna doctrina ni texto ni letra del pasado, y que sigue inspirando el sentir de todos los creyentes y de todos los hombres y mujeres de hoy. Nunca nada debe quedar cerrado.

Papa Francisco, le felicitamos por su voluntad de volver a escuchar la voz del Espíritu en los hombres y las mujeres de hoy, y nos atrevemos a pedirle: siga pronunciando palabras de misericordia y de aliento, no vuelva a “verdades” y “normas” obsoletas que no tienen sentido. ¡En el nombre de la Vida!

2. Sobre el lugar que ocupa entre los creyentes el concepto de “ley natural” en relación al matrimonio.

Se lo diremos con toda sencillez y franqueza: para la inmensa mayoría de los pensadores, científicos y creyentes de nuestra sociedad, el concepto de “ley natural” ya no ocupa ningún lugar. Sí, la naturaleza que somos tiene un orden maravilloso, unas leyes maravillosas, y gracias a ellas la ciencia es posible. Pero la ley suprema de la naturaleza es su capacidad de transformación y novedad. La naturaleza es creadora, inventiva. De esa capacidad creadora e inventiva, de esa creatividad sagrada, son fruto todos los átomos y moléculas, todos los astros y galaxias. De ellas somos fruto todos los vivientes, todas las lenguas y culturas, todas las religiones. De ella serán fruto, durante miles de millones de años todavía, infinitas nuevas formas que aún desconocemos.

La naturaleza está habitada por el Espíritu, por la santa Ruah que aleteaba sobre las aguas del Génesis, que sigue vibrando en el corazón de todos los seres, en el corazón de cada átomo y de cada partícula. Todo vive, todo alienta, todo se mueve. Todo cambia. También la familia ha ido cambiando sin cesar, desde los clanes primeros hasta la familia nuclear, pasando por la familia patricarcal que hemos conocido hasta hace bien poco.

Ante nuestros propios ojos, el modelo familiar sigue cambiando: familias sin hijos, familias monoparentales, familias de hijos/as de diversos padres… Y seguirá cambiando, no sabemos cómo. Todo es muy delicado. Hay mucho dolor. Pedimos a la Iglesia que no hable mal de las nuevas formas de familia, pues bastante tienen con vivir cada día y salir adelante, en medio de las mayores amenazas que nos vienen de un sistema económico cruel, inhumano. A la Iglesia no le toca dictar, sino ante todo acompañar, aliviar, alentar, como Ud. mismo ha afirmado.

3. Sobre cómo se vive y cómo se transmite en las familias la fe, la espiritualidad, el Evangelio.

Decisiva cuestión. Sí, constatamos con dolor que las familias están dejando de ser “iglesias domésticas” donde se ora, se cultiva, se respira, se transmite la buena noticia de Jesús. Pero no creemos que sea justo culpar de ello a las familias. La crisis de la religión y de la transmisión de la fe en la familia tiene que ver en primer lugar con la profunda transformación cultural que estamos viviendo. Y constituye un gran desafío no solo ni tal vez en primer lugar para las propias familias, sino para la propia institución eclesial: asumir las nuevas claves espirituales y formas religiosas que el Espíritu está inspirando en los hombres y en las mujeres de hoy.

4. Sobre cómo ha de afrontar la Iglesia algunas “situaciones matrimoniales difíciles” (novios que conviven sin casarse, “uniones libres”, divorciados vueltos a casar …).

¡Gracias de nuevo, papa Francisco, solo por querer replantear estas cuestiones! ¡Gracias por querer escucharnos y por nombrar la misericordia en sus preguntas! Ud. conoce bien la compleja y cambiante historia del “sacramento del matrimonio” desde el comienzo de la Iglesia. La historia ha sido muy variable, y lo seguirá siendo. Mire, por ejemplo, lo que pasa entre nosotros, en esta Europa ultramoderna. Nuestros jóvenes no disponen ni de casa ni de medios económicos para casarse y vivir con su pareja hasta los 30 años en el mejor de los casos: ¿cómo puede la Iglesia pedirles que se abstengan de relaciones sexuales hasta esa edad?

Las formas cambian, pero creemos que el criterio es muy sencillo y que Jesús estaría de acuerdo: “Donde hay amor hay sacramento, se casen los novios o no, y donde no hay amor no hay sacramento, por canónicamente casados que estén”. Todo lo demás es añadidura. Y si la pareja está en dificultades, como sucede tantas veces, solo será de Dios aquello que les ayude a resolver sus dificultades y a volver a quererse, si pueden; y solo será de Dios aquello que les ayude a separarse en paz, si no pueden resolver sus dificultades ni volver a quererse.

Elimine, pues, se lo rogamos, las trabas canónicas para que quienes fracasaron en su matrimonio puedan rehacer su vida con otro amor. Que no siga la Iglesia añadiendo más dolor a su dolor. Y que de ningún modo les impida compartir el pan que reconforta en la mesa de Jesús, pues Jesús a nadie se lo impidió.

5. Sobre las uniones con personas del mismo sexo.

El daño causado por la Iglesia a los homosexuales es inmenso, y algún día deberá pedirles perdón. ¡Ojalá el papa Francisco, en nombre de la Iglesia, les pida perdón por tanta vergüenza, desprecio y sentimiento de culpa cargado sobre ellos durante siglos y siglos!

La inmensa mayoría de los hombres y mujeres de nuestra sociedad no pueden hoy comprender esa obsesión, esa hostilidad. ¿Cómo pueden seguir sosteniendo que el amor homosexual no es natural, siendo así que es tan común y natural, por motivos biológicos y psicológicos, entre tantos hombres y mujeres de todos los tiempos y de todos los continentes, y en tantas otras especies animales?

En esta causa, como en tantas otras, la Iglesia debiera preceder, pero la sociedad nos precede. Celebramos que sean cada vez más numerosos los países que reconocen los mismos derechos a la unión de personas del mismo sexo que a la de personas de distinto sexo. ¿Y qué impide que se llame “matrimonio”? ¿Acaso no se llaman así también aquellas uniones heterosexuales que, por lo que fuere, no van a tener hijos? Cambien, pues, los diccionarios y el Derecho Canónico, amoldándose a los tiempos, atendiendo a las personas.

¿Y qué impide que llamemos sacramento a un matrimonio homosexual? Es el amor lo que nos hace humanos y lo que nos hace divinos. Es el amor lo que hace el sacramento. Y todo lo demás son glosas y tradiciones humanas.

6. Sobre la educación de los hijos en el seno de situaciones matrimoniales irregulares.

Creemos que este lenguaje –regular, irregular– es desacertado, más aun dañino. Hace daño a un niño oír que ha nacido o que vive en el seno de un matrimonio o de una familia “irregular”. Y hace daño a sus padres, los que fueren. Lo que hace daño no es ser excepción, sino ser censurado por ser excepción. Por lo demás, todos sabemos que basta que se multipliquen los casos para que la excepción se convierta en norma. En cualquier caso, la Iglesia no está para definir lo que es regular y lo que es irregular, sino para acompañar, animar, sostener a cada persona tal como es allí donde está.

7. Sobre la apertura de los esposos a la vida.

Afortunadamente, son muy contados entre nosotros los creyentes por debajo de los 60 años que han oído hablar de la Humanae Vitae, aquella encíclica de Pablo VI (1968) que declaró pecado mortal el uso de todo método anticonceptivo “no natural”, todo método que no fuera la abstinencia o la adecuación al ciclo femenino de la fertilidad. Pero hizo sufrir demasiado a casi todos nuestros padres. Esa doctrina, adoptada contra el parecer de buena parte del episcopado, fue lamentable en su tiempo y no es menos lamentable que haya sido mantenida hasta hoy.

Hoy nadie la comprende y casi nadie la cumple entre los mismos católicos. Y pocos sacerdotes y obispos se atreven a exponerla todavía. Ya no tiene sentido afirmar que la relación sexual haya de estar necesariamente abierta a la reproducción. Ya no tiene sentido seguir distinguiendo entre métodos naturales y artificiales, y menos todavía condenar un método porque sea “artificial”, pues por la misma razón habría que condenar una vacuna o una inyección cualquiera.

En nuestros días asistimos a un cambio transcendental en todo lo que tiene que ver con la sexualidad y la reproducción: por primera vez después de muchos milenios, la relación sexual ha dejado de ser necesaria para la reproducción. Es un cambio tecnológico que trae consigo un cambio antropológico y requiere un nuevo paradigma moral. La sexualidad y la vida siguen siendo tan sagradas como siempre y es preciso cuidarlas con suma delicadeza. Pero el criterio y las normas de la Humanae Vitae no ayudan en ello, sino más bien dificultan. Que la palabra de la Iglesia sea luz y consuelo, como el Espíritu de Dios, como lo fue la palabra de Jesús en su tiempo y sería también en el nuestro.

8. Sobre la relación entre la familia, la persona y el encuentro con Jesús

Creemos que Jesús sale a nuestro encuentro en todos los caminos, en todas las situaciones. En cualquier modelo de familia, en cualquier situación familiar. Creemos que Jesús no distingue familias regulares e irregulares, sino atiende a cada situación, con su gracia y su herida. Creemos que encerrarnos en nosotros mismos (nuestras ideas y normas, nuestros miedos y sombras) es lo único que nos aleja del otro y de Dios. Y creemos que la humildad, la claridad, la confianza nos acercan cada día al otro, y cada día nos abren a la Presencia del Viviente, estando donde estamos y siendo como somos. Y creemos que una Iglesia que anunciara esto, como Jesús, sería una bendición para la humanidad en todas sus situaciones.

José Arregi

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Para orar

Bendito seas mi Dios, mi aire,
que estás ahí, tan cierto como el aire que respiro.
Bendito seas, mi Dios, mi viento,
que me animas, me empujas, me diriges.
Bendito seas, mi Dios, mi agua,
esencia de mi cuerpo y de mi espíritu,
que haces mi vida más limpia, más fresca, más fecunda.
Bendito seas, mi Dios, mi médico,
siempre cerca de mí,
más cerca cuanto me siento más enfermo.
Bendito seas, mi Dios, mi pastor,
que me buscas buenos y frescos pastos,
que me guías por las cañadas oscuras,
que vienes a por mí
cuando estoy perdido en la oscuridad.
Bendito seas, mi Dios, mi madre,
que me quieres como soy
que por mí eres capaz de dar la vida,
mi refugio, mi seguridad, mi confianza.
Bendito seas, Dios, bendito seas

(José Enrique Ruiz de Galarreta)

josc3a9-arregiJosé Arregi

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Reino Interior.

Miércoles, 29 de enero de 2014
Comentarios desactivados en Reino Interior.

Del blog À Corps… À Coeur:

Hacia el Reino interior

Cierra tranquilamente los ojos.

Abandónate

lejos de tu “persona”

hasta el fondo de tu ser,

soltando la presa,

en el silencio,

despojado de ti mismo,

en este instante que es Presencia.

Encontrarás así, como un niño,

sin desplazarte y en el acto,

el Reino interior,

Dios mismo y Su descanso.

*

Gerhard Tersteegen (1697-1769), Teólogo protestante
en “La prière que j’aime“, Francine Carrillo

(Fuente)

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