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Entradas Etiquetadas ‘Secreto’

Ignorancia

Martes, 5 de julio de 2022
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Del blog Nova Bella:

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Todos los viajes tienen un destino secreto

que el viajero ignora.

*

Martin Buber

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"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , , , ,

Secreto

Martes, 26 de abril de 2022
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Del blog Nova Bella:

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“Una estrella ha logrado el secreto/

de estar y de no estar en lo que miras”

*

Antonio Diaz Mola

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"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , ,

Ella le dijo toda la verdad… (Mc 5,33). La maestra de Jesús

Martes, 29 de junio de 2021
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9e85a5a5-05ba-4033-8513-5dc464ea053bDel blog de Xabier Pikaza:

La iglesia posterior ha negado, en general, la palabra a la mujer, y sólo ha reconocido palabras de hombres varones, conforme a una mala glosa de un revisor de San Pablo (1 Cor 14, 34). Pero en el principio no fue así: Según el evangelio de Marcos, en 5, 33, como en 7, 28;14, 3-9 y 16, 1-8, la primera palabra en la iglesia ha sido siempre de mujeres.

La que hoy comento (y ella le dijo toda la verdad) se sitúa en el contexto del “milagro” de la hija del archisinagogo y de la hemorroísa, que ayer presenté en RD con ocasión del evangelio del domingo (27.6.21, cf. Mc 5, 21-43).

A fin de curar a la “hija” de 12 años del archisinagogo, Jesús tuvo que curar  primero la hemorroísa, que llevaba doce años encerrada por una ley de varones “religiosos” que le prohibían ser libre y expresarse, a través de un “milagro” ostentoso, pidiendo a la mujer que diga toda la verdad, la de su vida, la del judaísmo, la de la iglesia

Jesús cura a la hemorroísa, pero necesita que ella cuente “su historia” ante todo, que enseñe (proclame) ante todos ante todos su verdad.  Por eso le llama, le pide (le exige) que hable y diga su verdad, para aprender él  y para que aprendan todos (archisinagogos, jerarcas, pueblo)… Y, a pesar de que tiene miedo de todos aquellos, esa mujer cuenta su vida, les enseña toda la verdad.   

    | X Pikaza

Introducción

Jesús necesita saber la verdad de esta mujer, su experiencia de enferma y oprimida por una ley falsamente religiosa de varones, para seguir así curando, creando iglesia. Para responderle,  ella no saca la Misná judía ni lo que dice un tipo de pretendido dogma o catecismo  oficial sobre las mujeres (¡eso a Jesús no le importa, ya se lo sabe!). Esta mujer hace algo mucho más profundo: Cuenta a Jesús y a todos sus acompañantes su verdad de oprimida y hemorroísa, no solamente su anécdota particular de “tocadora” (buscadora) de un Jesús de carne, sino su verdad universal de mujer oprimida que quiere ser curada

            El texto dice que ella le cuenta toda la verdad (con eipen: la verdad se narra, no se demuestra con teorías inventadas) toda la verdad (pasan tên alethêian). No hay en el evangelio, ni en el Nuevo Testamento, ni en toda la historia de la Iglesia una “palabra” (una confesión) más importante que ésta. Sólo una mujer tiene y dice “toda la verdad”, ante el Dios de Cristo y de la Iglesia, y sólo tras escucharla y aprenderla, Jesús podrá seguir curando a la niña enferma del eclesiástico y a todos los demás.

            Hasta el día de hoy (año 2021), en su conjunto,  la iglesia no ha sabido (o querido saber) la verdad que cuenta (confiesa) esta mujer. He comentado este pasaje en un libro sobre la Familia en la Biblia  y en un comentario de Marcos.  Desde ese fondo, con la ayuda de dos comentarios de mujeres (de M. Navarro  y E. Estévez) quiero comentar este evangelio.

 Mujer con hemorragia (5, 24b-29) ( [1] )

             Mc 5 24b…. Y mucha gente lo seguía y lo estrujaba, 25 y una mujer que padecía hemorragias desde hacía doce años, 26 y que había sufrido mucho con muchos médicos y había que gastado todo lo que tenía, sin provecho alguno, yendo más bien a peor, 27 habiendo oído hablar de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su manto. 28 Pues se decía: Si logro tocar aunque sólo sea su manto, quedaré curada. 29 E inmediatamente se secó la fuente de su sangre y supo por su cuerpo que estaba curada del flagelo.

Según la Misná judía y gran parte de la práctica eclesiástica cristiana, esta mujer es fuente y foco de impureza (¡tiene que  estar escondida en una casa de “arrecogías”, como monjas de clausura a la fuerza!), pero ella sale y avanza escondida y miedosa, en medio del gentío, pues si la reconocen tienen que expulsarla del grupo, haciendo un hueco en su entorno o incluso apedrearla.

            Nadie puede ponerse en contacto con ella, ni tocar sus pertenencia personales. Es una muerta viviente, expulsada de la sociedad y condenada a su propia soledad impura, por causa de una ley religiosa, defendida con celo por las «sinagogas» (por los archisinagogos, como éste al que Jesús acompaña). Pues bien, esta mujer, que no ha podido ser curada por la medicina (5,26), no se ha resignado a vivir como lo manda la ley israelita.

            Es persona sin familia. Conforme a la ley sacral judía, su condición de hemorroísa (mujer con hemorragia menstrual permanente) le expulsa de la sociedad: no puede tener relaciones sexuales ni casarse; no puede convivir con sus parientes ni tocar a los amigos, pues todo lo que toca se vuelve impuro a su contacto: la silla en que se sienta, el plato del que come…

  Es mujer condenada a soledad, maldición social y religiosa; pero ella se arriesga y sale para “tocar” y decir su verdad a Jesús. En este contexto,  el milagro de Jesús consiste en dejarse tocar, ofreciéndole un contacto purificador, contacto de persona a persona, de varón a mujer, de Dios con la humanidad. En el fondo del relato hay un recuerdo histórico (forma de actuar de Jesús) y una experiencia eclesial (la comunidad cristiana ha superado las normas de pureza humana y sexual del judaísmo) [2].

Jesús no la ayuda con el fin de llevarla después a su grupo; no le dice que venga a sumarse a la “familia” de sus seguidores, sino que hace algo previo: la valora como mujer, acepta el roce de su mano en el manto, ofreciéndole el más fuerte testimonio de su intimidad personal; le anima a vivir y le cura, para que sea sencillamente humana, persona con dignidad y para que construya el tipo de familia que ella misma decida. No la quiere convertir en nada (a nada) sino capacitarla para que ella sea, al fin y para siempre, humana. Socialmente impura era esta hemorroísa: rescatarla para la humanidad, para las relaciones personales, para la familia, esta ha sido una conquista capital del evangelio [3]:

 — Era hemorroísa desde hace 12 años (5, 25). Nadie podía acercarse a su cuerpo, compartir su mesa, convivir con ella. Como solitaria, aislada tras el cordón sanitario y sacral de su enfermedad, vivirá en la cárcel de su impureza femenina. No puede curarla la ley, pues la misma ley social y sacral la ratifica como enferma. Por eso no puede acudir a los escribas ni a los sacerdotes para curarse. Vive sin esperanza de curación humana, pues tampoco los muchos médicos (pollôn iatrôn; 5, 26) fueron incapaces de curarla. Lo ha gastado todo en sanidad y no ha sanado, como dice con ironía el texto [4].

Es mujer solitaria, pues su mismo “tacto” ensucia lo que toca, pero tiene un deseo de curarse que desborda el nivel de los escribas de Israel y de los médicos del mundo.Lógicamente, su misma enfermedad se expresa como búsqueda de “contacto” personal. Ha oído hablar de Jesús y quiere entrar relacionarse con él, de un modo personal, a nivel de “cuerpo”: ¡Si al menos pudiera tocar su vestido! (cf. 5, 27-28). No puede venir cara a cara, no puede avanzar a rostro descubierto, con nombre y apellido, mirando a los ojos a la gente que la estruja, porque todos tenderían a expulsarla, sintiéndose impuros a su roce. Por eso llega por detrás (opisthen), en silencio (5, 27).

 — Es mujer que conoce y sabe con su cuerpo (5, 29). Toca el manto de Jesús y siente que se seca la fuente “impura” de su sangre, se sabe curada. Alguien puede preguntar: ¿Cómo lo sabe? ¿De qué forma lo siente, así de pronto? ¿No será ilusión, allí en medio del gentío? Evidentemente no. Ella lo sabe por su cuerpo (egnô tô sômati…), que es la fuente y verdad del primer conocimiento. Los hombres tienden a conocer “a través de leyes” o por medio de razonamientos. Esta mujer, en cambio, conoce por su cuerpo, es decir, a través de la sensación interior por la que se expresa su corporalidad más honda.

             El conocimiento intelectual y racional resultan en este caso secundarios. En el fondo de su vida, hombres y mujeres conocemos a través de la sensación, es decir, a través del cuerpo, de manera que podemos afirmar que somos “inteligencia sentiente”. Pues bien, frente a todas las razones religiosas de los escribas y sacerdotes de Israel, Jesús quiere volver y vuelve a este nivel más hondo de conocimiento corporal, que es fuente de salud humana, el principio de toda religión. En ese nivel, lo que importa de verdad es que ella sepa con su cuerpo, se sepa curada, que pueda elevarse y sentirse persona, rompiendo la cárcel de sangre que la tenía oprimida, expulsada de la sociedad por muchos años. Por eso es decisivo que sepa, se descubra limpia en contacto con Jesús. Así dice Marcos que ella “conoce por su cuerpo” [5].

El mismo gesto de esconder su enfermedad y avanzar entre el gentío, corriendo el riesgo de tocar a unos y otros a su paso, era una especie de protesta religiosa. Esta mujer no se había resignado a vivir condenada y aislada, como un cadáver ambulante, porque así lo diga una ley regulada por los sabios varones de su pueblo. Sin duda, ella iba rozando a muchos y expandiendo a todos (según ley) su contagio de impureza legal, pero nadie se daba cuenta, mostrando así la impotencia de esa ley (pues si todos están contagiados nadie lo está). Sólo Jesús advierte el toque «profundo» de la mujer, que no se atrevía ni a rozar su cuerpo, ni a tomar su mano, sino que le ha bastado con rozar manto (5,28) [6].

Jesús, la fuerza sanadora de Dios (5, 30-32)

Mc 5, 30 E inmediatamente, Jesús, conociendo en sí mismo la fuerza que había salido de él, volviéndose a la muchedumbre, preguntó: ¿Quién ha tocado mi manto? 31 Y sus discípulos le replicaron: Ves que la gente te está estrujando ¿y preguntas quién me ha tocado?

La salvación aparece así a nivel de contacto personal, como muestra el gesto de Jesús que busca a la persona que le ha tocado, y la conversación que sigue, que nos conduce al centro del poder purificador del evangelio. Jesús conoce “en su cuerpo” la fuerza que ha salido de él, lo mismo que la mujer ha conocido “en su cuerpo” la curación que ha recibido. Eso significa que Jesús es una persona en comunicación, un cuerpo que se pone en contacto con otros otros, de hombres y mujeres, en un nivel de solidaridad profunda y de acción transformadora, antes de toda racionalización. A partir de este “conocimiento” se entiende la conversación:

1) Jesús: «¿Quién ha tocado mi manto?» (5,30). Pregunta así porque sabe que él se ha puesto en contacto sanador (de solidaridad personal) con otro cuerpo/persona, a través de un manto, un vestido que mantiene su intimidad (le permite resguardad lo más profundo), pero que, al mismo tiempo, le comunica con los otros, haciendo así posible que todos le miren y le toquen. No pregunta “qué” me ha tocado (como si fuera una cosa), sino tis, es decir, quien, una persona. Notemos que no pregunta por aquellos que le han tocado en general, en roce de tipo ordinario. Quiere saber quién le ha tocado precisamente el manto, aludiendo de esa forma al simbolismo ya indicado del manto nupcial, pero, sobre todo, al signo de la comunicación corporal.

2) Los discípulos no entienden (5,31). Piensan que Jesús alude al toque ordinario de aquellos que caminan a su lado y le empujan u oprimen por curiosidad o falta de espacio. No conocen el poder de su vida (de su cuerpo), ni saben distinguir los roces de la gente: quedan en el plano físico de la gente que aprieta, en un nivel de encuentros materiales, como si fueran simples “cosas”. A diferencia de ellos, la mujer entenderá (5, 33). Sabe lo del manto y conoce el movimiento de su cuerpo sanado (conoce a nivel de corporalidad humana, no de contacto de cosas) [7].

3) Jesús, en cambio, distingue y reconoce que éste ha sido un roce de mujer (es decir, de una persona distinta, que en aquel contexto ha de venir escondido), pues el texto dice que,  antes de verla y conocerla externamente, se ha vuelto para descubrir tên touto poiêsasan, es decir, para ver a “la” que había hecho esto (5, 32), sabiendo que la persona que le ha tocado sólo podía ser una mujer creyente, alguien que cree en el poder liberador del contacto corporal (en contra de aquellos que le habían condenado por ley a ser impura). Éste es el principio de su gesto posterior (de su palabra de curación): Una mujer “distnta” (que según Ley debía alejarse de todos) le ha tocado, y él se deja tocar [8].

             El texto nos sitúa así ante el contacto de dos cuerpos. (a) El de una mujer que se encuentra expulsada de la sociedad y declarada impura por su trastorno de sangre. (b) Y el de Jesus que irradia pureza y purifica a la mujer que le ha tocado,  vinculándose a ese plano con la hemorroísa. Sólo ellos dos, en medio del gentío de curiosos legalistas, se saben hermanados por el cuerpo.

Al “tocar” a Jesús, ella le ha enseñado algo que quizá Jesús antes no sabía (o no había pensado expresamente): Que no hay un “cuerpo impuro” de mujer; que igual que ha podido “limpiar” al leproso (1, 39-45), él puede y debe curar a la mujer menstruante, declarada por otros impura. Al “tocar” a Jesús, esta mujer ha declarado que quiere ser pura y que lo es. Ésta es su verdad, es la primera palabra de esta mujer-persona, que quiere dejarse curar por el Dios de Jesús…, que conoce en el fondo a Jesús mejor que todos los hombres que le siguen y manejan, como son al archisinagogo y los mismos discípulos, que gobernarán después su iglesia. Al sentirse “tocado” en su cuerpo, Jesús descubre y declara que esta mujer está limpia.

Nos hallamos, por tanto, ante un “con-tacto” personal primigenio y salvador, ante el roce de dos cuerpos que no se rechazan, un roce humano, primigenio, de reconocimiento y de aceptación “mesiánica”, es decir, personal. A ese nivel ha tocado la mujer a Jesús; a ese nivel ha aprendido Jesús que ese “toque” no es impuro, no mancha. Jesús descubre así que, más allá de los que aprietan y oprimen de manera puramente física, le ha tocado una persona pidiendo su ayuda; evidentemente, él se la ha dado.

            Jesús se ha dejado sorprender por el “toque” de esta mujer  (que es como el “toque” sorprendente de Dios, del que han hablado algunos místicos, como Teresa de Jesús). Esta mujer ha “tocado” a Jesús en lo más hondo de su vida (de su persona), y él se ha dejado “tocar”, no ha rechazado su roce más hondo, y por la ha buscado con insistencia, logrando que ella venga, a la vista de todos, y se postre (pros-epesen)  a sus pies, como el archisinagogo se había postrado, confesando así el poder de Jesús, que le  ha “obligado” a confesar abiertamente lo que ha hecho (le ha tocado), declarando toda la verdad (pasan tên alêtheian), que es la verdad de su dolencia y de su curación (5,33).

            Esta mujer era invisible, estaba encerrada en la cárcel de su impureza (es decir, de la impureza y falta de palabra que habían impuesto sobre ellas los varones “falsamente religiosos” de un judaísmo de ley o de un cristianismo de derecho de varones), sin que nadie pudiera tocarla, ni ella tocar a nadie, bajo amenaza de fuerte condena. Por eso ha venido a escondidas, con miedo, pues quien la viera podía castigarla (5, 27). Pero Jesús se ha dejado tocar, y quiere decir ante todos lo que ha pasado, haciendo que ella pueda romper ese ocultamiento vergonzoso, hecho de represiones exteriores y miedos internos, que ahora podrá ya superar abiertamente.

Una mujer que cuenta toda la verdad (5, 32-34)

32 Pero él (Jesús) miraba alrededor para ver quién lo había hecho. 33 Pero la mujer, temerosa y temblorosa, conociendo lo que le había pasado, vino y se postró ante él y le dijo toda la verdad34. Él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu flagelo [9].

Jesús necesita que ella cuente toda la verdad (no sólo su verdad particular, sino toda la verdad del evangelio). En otras ocasiones, Jesús había pedido a los curados que no dijera nada, para que el “milagro” no rompiera el secreto mesiánico, ni pudiera convertirse en propaganda mentirosa sobre su persona (cf. 1, 34. 44; 3, 12).

Pero, en esta ocasión, él pide a la mujer que salga al centro y cuente a la muchedumbre lo que ha sido su vida en cautiverio y cómo ha conseguido la pureza de su cuerpo. De esa forma, le concede (o, mejor dicho, le devuelve) la palabra, para que así ella pueda mostrar en la plaza pública, ante todos los hombres legalistas y de un modo especial ante el Archisinagogo, lo que fue el tormento de su vida antes clausurada en la “impureza” que le imponían los demás, y lo que es la gracia de la curación que Jesús le ofrece.

Esta mujer viene a presentarse así como la primera maestra de la Iglesia, la doctora que enseña a Jesús, la el “ministro” superior de la palabra en la iglesia. Todos los dogmas posteriores de concilios y papas han sido y seguirán siendo secundarios. Esta mujer es la primera doctora  y maestra de la Iglesia de Jesús, porque ha sido maestra de Jesús.

            Es ella la que tiene que decirlo  (decirse a sí misma): tomar su palabra de mujer y persona, proclamando ante todos su experiencia, para que así descubran, por su palabra, apoyada por Jesús, que ella no es impura. Es una mujer que conoce lo que le ha pasado (eiduia ho gegonen autê, 5, 33) por su propio cuerpo (5, 29), una mujer que puede elevarse ante todo y declarar lo que había en el fondo de su exclusión, sin estar ya sometida a lo que otros dicen de ella a través de sus leyes.

Así dice toda  la verdad (pasan tên alêtheian, en absoluto)ante los varones de la plaza (y en especial ante el Archisinagogo, enseñándoles así con su propia experiencia. Ésta es la meta de la curación, éste es el principio de la iglesia mesiánica, que surge allí donde las mujeres pueden y deben decir lo que sienten y saben, lo que sufren y esperan, en una historia que deben oír los varones.

Ella cuenta y él ratifica lo que ha dicho esta mujer. De manera muy significativa, Jesús no añade nada, no se pone por encima de ella. No se atribuye la curación, no quiere ponerse en primer plano, sino que confirma, de manera cercana y personal, lo que ella ha hecho: ¡Hija! Tú fe (expresada en tu palabra) te ha salvado. Vete en paz (5, 34). Esta palabra ¡hija! (thygatêr), no hijita (thygatrion, en diminutivo, como ha dicho el archisinagogo al referirse a su hija/niña), es aquí el término apropiado.

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“Una ‘revolución ignorada’”. Domingo 13 Tiempo ordinario – B (Marcos 5,21-43).

Domingo, 27 de junio de 2021
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34_13_TO_B_1467538Jesús adoptó ante las mujeres una actitud tan sorprendente que desconcertó incluso a sus mismos discípulos. En aquella sociedad judía, dominada por los varones, no era fácil entender la nueva postura de Jesús, acogiendo sin discriminaciones a hombres y mujeres en su comunidad de seguidores. Si algo se desprende con claridad de su actuación es que, para él, hombres y mujeres tienen igual dignidad personal, sin que la mujer tenga que ser objeto del dominio del varón.

Sin embargo, los cristianos no hemos sido todavía capaces de extraer todas las consecuencias que se siguen de la actitud de nuestro Maestro. El teólogo francés René Laurentin ha llegado a decir que se trata de «una revolución ignorada» por la Iglesia.

Por lo general, los varones seguimos sospechando de todo movimiento feminista, y reaccionamos secretamente contra cualquier planteamiento que pueda poner en peligro nuestra situación privilegiada sobre la mujer.

En una Iglesia dirigida por varones no hemos sido capaces de descubrir todo el pecado que se encierra en el dominio que los hombres ejercemos, de muchas maneras, sobre las mujeres. Y lo cierto es que no se escuchan desde la jerarquía voces que, en nombre de Cristo, urjan a los varones a una profunda conversión.

Los seguidores de Jesús hemos de tomar conciencia de que el actual dominio de los varones sobre las mujeres no es «algo natural», sino un comportamiento profundamente viciado por el egoísmo y la imposición injusta de nuestro poder machista.

¿Es posible superar este dominio masculino? La revolución urgida por Jesús no se llevará a cabo despertando la agresividad mutua y promoviendo entre los sexos una guerra. Jesús llama a una conversión que nos haga vivir de otra manera las relaciones que nos unen a hombres y mujeres.

Las diferencias entre los sexos, además de su función en el origen de una nueva vida, han de ser encaminadas hacia la cooperación, el apoyo y el crecimiento mutuos. Y, para ello, los varones hemos de escuchar con mucha más lucidez y sinceridad la interpelación de aquel de quien, según el relato evangélico, «salió fuerza» para curar a la mujer.

José Antonio Pagola

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“Contigo hablo, niña, levántate”. Domingo 27 de junio de 2021. Domingo 13º ordinario.

Domingo, 27 de junio de 2021
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38-ordinarioB13 cerezoLeído en Koinonia:

Sabiduría 1,13-15;2,23-24: La muerte entró en el mundo por la envidia del diablo.
Salmo responsorial: 29. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
2Corintios 8,7.9.13-15: Vuestra abundancia remedia la falta que tienen los hermanos pobres.
Marcos 5,21-43: Contigo hablo, niña, levántate

Jairo viene de vuelta de la sinagoga. A pesar de ser jefe de esa institución no ha encontrado en ella la salvación para su hija; el judaísmo, representado por la institución más importante después del templo, no conduce a la vida; la hija de Jairo, imagen del pueblo, está abocada a una muerte irremediable. Por eso Jairo, tal vez desesperado y desilusionado con aquel viejo sistema, acude a Jesús, buscando vida para su hija. Y estando con él se entera de que su hija ha muerto: ¿Para qué molestar más al maestro?, le dicen. La gente piensa que se molesta al maestro pidiéndole que dé vida. No saben que “el ha venido para que tengan vida y vida abundante”, como dice el evangelista Juan. Jesús, en estas circunstancias extremas, no se arredra: “No temas, ten fe y basta…” Para quien cree –y Jairo ha comenzado ya a adherirse a Jesús, a creer en él, en la medida en que se ha distanciado de la sinagoga-, la muerte es un sueño del que se puede despertar. Los primeros cristianos lo entendieron así cuando comenzaron a llamar a la necrópolis (= ciudad de los muertos) cementerio (= dormitorio). No lo ve así la gente que, al enterarse de la muerte de la hija de Jairo, lloraba gritando sin parar –gesto de desesperanza total-, y que, cuando Jesús dice que la niña “no está muerta, sino dormida”, se reía de él considerando la situación irreversible. Ante tanta incredulidad no hay nada que hacer. Por eso, Jesús echa fuera a la gente –para quien no cree, la muerte es el final- y entra adonde está la niña con sus padres junto con tres de sus discípulos a quienes quiere mostrar especialmente la fuerza de vida que hay en él.

Curiosamente estos tres discípulos están presentes también en la transfiguración y en el Huerto y, en ambas escenas, se duermen. Este sueño es todo un símbolo. En la Transfiguración, Jesús habla con Moisés y Elías de su éxodo –esto es, de su paso de la muerte a la vida-; en el Huerto, Jesús pide a Dios fuerzas para aceptar el camino que le lleva a la muerte, como paso para la vida definitiva. Pedro, Santiago y Juan no tienen interés en aceptar este camino del maestro hacia la muerte, porque –al igual que los judíos- no creen que sea un paso hacia la vida definitiva. Tal vez, por esto, para que aprendan que Jesús es la imagen de un Dios que da vida, Jesús se los lleva consigo. Sorprende, no obstante, que, cuando Jesús devuelve la vida a la niña, insista vivamente a los discípulos para que no digan nada a nadie. Orden lógica, pues todavía no están capacitados para digerir y asimilar y proclamar este mensaje de vida.

Se asemeja a veces la sinagoga, de la que Jairo es jefe, a nuestra vieja iglesia y a algunos de sus jefes, que no son capaces de sanar los males del mundo por estar centrados en mantener unas estructuras que no dan vida. Al igual que Jairo, nuestra iglesia, si quiere seguir siendo la iglesia de Jesús, tendrá que salir al encuentro del maestro, rompiendo viejas estructuras que la mantienen cerrada al mundo. Y en ese encuentro con Jesús y su evangelio, oirá las mismas palabras que Jesús le dirigió a Jairo: “No temas, ten fe y basta”. Tal vez sea este el mal de nuestra iglesia: tiene demasiado miedo y poca fe, y este miedo a perder seguridades, prestigio y poder le impide lanzarse a la aventura de remediar los males de un mundo abocado a la muerte; tal vez tenga que adherirse más al mensaje de Jesús y a su estilo de vida pobre, libre, solidario y entregado a los que viven en las márgenes del mundo. Sólo así podrá devolver la vida a tanto muerto que hay vivo, a tantos que gritan llorando sin parar, lamentándose de que no es posible luchar contra este injusto sistema mundano que ha marginado a tanta gente, llevándola a las puertas de la muerte.

Pablo, en su carta a los corintios, invita a resolver el problema de la injusticia y la desigualdad con generosidad. Y para ello pone el ejemplo de Jesús que, siendo rico, se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza” y hacer un mundo más igualitario donde “la abundancia de unos remedie la carencia de otros”, y brote la igualdad. Un verdadero milagro que está en nuestras manos realizar para devolver la vida a cuantos carecen de las mínimas condiciones de vida, para hacer de nuevo el milagro del maná por el que Dios impedía que unos acumulasen lo que era necesario para otros: “al que recogía mucho no le sobraba y al que recogía poco no le faltaba” (Ex 16,18). Un mundo de iguales, un mundo regido por un Dios que, como dice el libro de la Sabiduría, “no hizo la muerte ni goza destruyendo a los vivientes. Todo lo creó para que subsistiera.. Dios creó al ser humano para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser”…

Añadamos una «nota crítica» de precaución. Una lectura no crítica de la primera lectura evoca espontáneamente el tema del «pecado original» y deja claramente la idea de que la muerte sería consecuencia del pecado original, y que éste habría sido consecuencia de «la envidia del diablo» (Sb 2,24). Es todo un conjunto teológico y simbólico lo que es evocado aquí, como de paso, el pecado original. Es importante no caer en la facilidad de apoyarse acríticamente en ese supuesto, y hablar del mal o de la muerte, con toda naturalidad, como fruto del pecado o -peor aún- como introducida en el mundo por el diablo envidioso. Somos personas de hoy, y los oyentes de las homilías también lo son. Y aunque en alguna comunidad hubiera bastantes personas con una visión mítica atrasada, aun ellas merecen ser tratadas con dignidad, con una pedagogía crítica que le ayude a reconciliar su atrasada visión mítica con una religiosidad apta para los tiempos de hoy.

Todos, los predicadores de las homilías, y también los oyentes, tenemos la obligación de reivindicar un discurso «para hoy», que no repita -con frecuencia simplemente por pereza, o por miedo- las afirmaciones manidas afirmaciones míticas, y, más importante aún, que no las repita como si de afirmaciones reales (descriptivas de algo que realmente hubiera sucedido) se tratara. Se puede evocar el mundo simbólico del pasado para explicarlo y discernirlo, pero siempre con la obligación de dejar explícitamente claro que se trata de afirmaciones «simbólicas», que en otro tiempo fueron tomadas como literalmente reales (así fue, y hasta hace bien poco tiempo), pero que hoy sabemos que sólo son simbólicas, es decir, que tienen un valor para nuestra vida espiritual, pero que en su sentido literal no son históricas, o que incluso pueden ser contrarias a la verdad histórica.

En el caso que nos ocupa en concreto -aunque aquí no debamos justificarlo- la verdad original profunda es contraria a lo que tradicionalmente nos ha sido dicho: lo «original», lo que se dio en el principio, no fue un «pecado original», sino una «bendición original». [Matthew Fox es el teólogo que más emblemáticamente ha desarrollado esta afirmación, en su libro «La bendición original. Una nueva espiritualidad para el hombre del siglo XXI», Ediciones Obelisco, Barcelona – Buenos Aires 2002]. Leer más…

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El secreto

Martes, 8 de septiembre de 2020
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Del blog Nova Bella:

 

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“El secreto de la existencia no consiste solamente en vivir,

sino en saber para qué se vive”

*

Fiódor Dostoyevski

***

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“Demasiados cuentos y secretos en la Iglesia”, por Antonio Aradillas

Lunes, 15 de julio de 2019
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Gargola_2132196832_13690372_660x371“En la Iglesia hay mucho cuento. Y muchos cuenta cuentos y cuentistas”

“Los cuentos-cuentos ni son ni hacen Iglesia. A esta la hacen los evangelios, con sus parábolas”

“El progreso relativo a la cultura eclesiástica apenas si sobrepasa los límites de la niñez, ni en su contenido ni en la expresión e interpretación de los signos”

“El secreto campea en la Iglesia, patroneando también doctrinas y comportamientos jerárquicos, con tranquilidad de conciencia y con la seguridad de que nadie se atreverá a ‘corregirles la plana'”

En la Iglesia hay mucho cuento. Y muchos cuenta cuentos y cuentistas. Y, por supuesto, chismorreros y enredadores a los que el inefable y bendito papa Francisco les tiene sempiternamente reservadas determinantes palabras de fustigaciones y de censura, pese a la gran capacidad de misericordia que le anima y define.

El cuento no es otra cosa, nada más y nada menos, que “una narración breve, de sucesos ficticios, especialmente la que va dirigida a los niños”-. “Vivir del cuento”, “el cuento de nunca acabar” y “cuento chino” –embuste o invención-, son expresiones que tejen “de luz y de color” la vida diaria, y también la de la Iglesia. El de “Jesusito de mi vida”, “Cuatro esquinitas tiene mi cama”, y “el Demonio a la oreja te está diciendo…”, configuran todavía gran parte de la solidez de la formación- información “religiosa”, que extendió y afincó las catequesis oficiales y familiares que ilustran a los educandos en materias de fe y costumbres. No es exagerado aseverar que, de cualquier ciencia, consciencia o asignatura de la vida se dispone de mayores y más firmes convencimientos, que de cuanto se relaciona de alguna manera con la religión en general, con inclusión de la cristiana y con los evangelios.

El progreso relativo a la cultura eclesiástica apenas si sobrepasa los límites de la niñez, ni en su contenido ni en la expresión e interpretación de los signos, por sacramentales que sean. Lo de la “fe adulta” y otras lindezas “religiosas”, así como “dar testimonio y razón de la fe que se profesa”, apenas si es patrocinado por grupos piadosos, por “selectos” que aparenten ser, con excepción de los que por oficio, por “vocación” o por lo que sea, formen parte integrante de la clerecía.

La nota en “Religión” que podría calificar debidamente a la mayoría de los cristianos, con piedad y misericordia rozaría la del “aprobado”. Los “suspensos” valorarían el grado de insuficiencia de los conocimientos, académicos o no, de muchos cristianos, incluidos no pocos clérigos que, con lo del Vaticano II, perdieron el curso, la carrera y hasta la “vocación”.

Los cuentos-cuentos ni son ni hacen Iglesia. A esta la hacen los evangelios, con sus parábolas que, narradas, vividas y testimoniadas por Jesús, son capítulos de su historia y de su doctrina fácilmente inteligibles para quienes están a la escucha, equipados además con la gracia de Dios. Los cuentos y las fantasías “piadosas” que hoy se nos siguen narrando y de las que se dice que alimentan la fe, se parecen muy poco, o no tienen parangón con lo que nos contó Jesús en sus parábolas…

Pero, además de cuentos y en proporción similar, a la Iglesia le sobran secretos. Entre unas cosas y otras, con nombres o sobrenombres distintos, hasta sacramentalizar a algunos como “sigilos” –“algo que se guarda bajo sello”- el secreto campea en la Iglesia, patroneando también doctrinas y comportamientos jerárquicos, con tranquilidad de conciencia y con la seguridad de que nadie se atreverá a “corregirles la plana” y menos a desobedecer, atormentados sistemáticamente con los “castigos eternos”

Diríase que el –los-secretos son patrimonio substancial de la Iglesia. Ninguna institución hay en el mundo que, al igual que ella, los defienda y acorace con tanta devoción y asentamiento, realismos y crudeza, de tal forma que parece ser esta “doctrina común” y con aspiraciones a dogma. El hecho es que en la Iglesia se sabe poco, muy poco. El silencio en ella es virtud institucional y más en quienes están convencidos de ser y actuar como únicos representantes. Romper, o contribuir a romper, este silencio eclesiástico, es considerado como pecado grave. Muy grave.

Para los partidarios de la transparencia, de las puertas y ventanas abiertas, de los brazos-abrazos, de los oídos sensibles y dispuestos a escuchar las críticas y los reproches, y los de descerrajar los “santuarios” en los que se les dé culto al silencio, dejar pasar años y años hasta que las llaves de los archivos resulten ser inservibles, no es pecado, sino una estimada virtud, adscrita al grupo que impunemente se dice capitaneado por la prudencia y la ortodoxia.

Pero, por poner un ejemplo, ¿qué es – o era- eso del “Tercer Secreto de Fátima”, guardado bajo siete llaves pontificias, nada menos que en el Santo Oficio, y que por fin abrió Juan XXIII el año 1963, a quien el todopoderoso cardenal Ottaviani le entregó el sobre lacrado, con conciencia de haber sido antes expurgado el texto, en el que lo más importante y digno de “sagrada” reserva, era la “revelación” de que llegarían tiempos en los que “se declararían guerras entre cardenales y cardenales, y obispos contra otros obispos”, como si esto no fuera, y siga siendo, noticia espectacular y exclusiva, también en la Iglesia?,

A la Iglesia, y en mayor proporción a la formada y reformada a tenor de las revelaciones hechas por la Virgen a los niños, y a Sor Lucía, le sobran secretos y miedos. Y es que Nuestra Santa Madre la Iglesia se asienta y afianza en la claridad, en la esperanza, y no en la obscuridad y en los miedos.

Pero de estos miedos, y del cuento del celibato, reflexionaremos otro día.

Antonio Aradillas

Fuente Religión Digital

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Tu secreto

Sábado, 29 de junio de 2019
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Del blog Nova Bella:

 

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“Eres el que desnudo y sin nombre

pasa por la vida

como un secreto

nunca pronunciado”

*

Javier Lostalé,
Niebla

cartero

***

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El secreto de mi identidad

Martes, 18 de junio de 2019
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Del blog Amigos de Thomas Merton:
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El secreto de mi identidad está oculto en el amor y misericordia de Dios. Pero todo lo que hay en Dios es realmente idéntico a Él mismo; pues Su infinita simplicidad no admite división ni distinción. No puedo, pues, esperar encontrarme a mí mismo en ningún sitio distinto de Él.
En último término, el único modo como puedo ser yo mismo es identificándome con Aquel en quien está oculta la razón y consumación de mi existencia. Así, pues, sólo hay un problema del que toda mi existencia, paz y felicidad dependen: descubrirme descubriendo a Dios. Si Lo encuentro, me encontraré, y si encuentro mi verdadero yo, Lo encontraré a Él.
Pero, aunque esto parece sencillo, es en realidad inmensamente difícil. De hecho, si estoy abandonado a mí mismo, será absolutamente imposible. Pues, aunque algo puedo conocer de la existencia y naturaleza de Dios por medio de mi razón, no hay modo racional y humano de alcanzar ese contacto, esa posesión de Él que será el descubrimiento de quien es Él realmente y de Aquel en quien yo soy.
Es esto algo que ningún hombre puede lograr solo.
Ni pueden todos los hombres y todas las cosas creadas ayudarlo en esta obra.
El único que puede enseñarme a hallar a Dios es Dios, Él mismo, Él solo.
*
Thomas Merton
Semillas de contemplación
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Francisco asume, al fin, los criterios de la OMS para acabar con la pederastia en la Iglesia

Martes, 26 de febrero de 2019
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no-mas-abusos“Ha llegado la hora de colaborar juntos para erradicar dicha brutalidad del cuerpo de nuestra humanidad”

Asumir los criterios de la OMS significa que la Iglesia debe echar el cierre al secreto pontificio

“Que ningún obispo, en ningún lugar, pueda decir que él no sabía qué hacer. Habrá casos, muchos, lamentablemente, porque muchos son los prelados que siguen sin creen que esta lacra sea real, o que este Papa sea legítimo”

Solemne mea culpa del Papa: “Debemos decir, como el hijo prodigo: ‘Padre, he pecado'”

El Papa Francisco, ante la “plaga” de los abusos: “Detrás está Satanás”

El Papa se compromete a que “la Iglesia vuelva a ser absolutamente creíble y digna de confianza en su misión”

Las víctimas, divididas ante el discurso del Papa en la clausura de la cumbre antipederastia

Federico Lombardi anuncia la creación de una “Task Force” vaticana para la lucha contra la pederastía

El Vaticano espera que la cumbre anti-abusos marque “un punto de no retorno” contra la pedofilia

Cuatrecasas: “El Opus ha destrozado la vida de un niño y de su familia”

Desgarrador testimonio de una víctima ante el Papa: “Tenía 11 años y un sacerdote destruyó mi vida”

(Jesús Bastante).-Era una de las peticiones históricas de las víctimas de abusos, y de Naciones Unidas, que en repetidas ocasiones había instado a la Iglesia a cumplir sus recomendaciones. Esta mañana, en un histórico discurso con el que ha concluido la cumbre antipederastia, el Papa Francisco ha asumido como norma de la Iglesia los criterios de la OMS y, en concreto, el paquete de medidas INSPIRE, con siete estrategias para erradicar la violencia contra los menores. Se los adjuntamos aquí:

Un mensaje que, quizá, pasará inadvertido para algunos, pero que supone un antes y un después en la política de actuación de la Iglesia católica ante esta lacra, que Francisco ha comparado con los sacrificios humanos que se llevaban a cabo hace miles de años. Una “monstruosidad”, la de los abusos a menores, que, tras esta cumbre, deberá ser afrontada de otra manera.

“Ha llegado la hora de colaborar juntos para erradicar dicha brutalidad del cuerpo de nuestra humanidad, adoptando todas las medidas necesarias ya en vigor a nivel internacional y a nivel eclesial. Ha llegado la hora de encontrar el justo equilibrio entre todos los valores en juego y de dar directrices uniformes para la Iglesia”. Esta es la clave.

Y es que asumir los criterios de la OMS significa, entre otras cosas, que la Iglesia debe echar el cierre al secreto pontificio, para que víctimas como la de Astorga puedan acceder a su expediente canónico, y la justicia no tenga que encontrarse con el muro de los Acuerdos Iglesia-Estado para investigar a un posible cura abusador. Supone, como también dijo el Papa en su histórico discurso, que “la Iglesia no se cansará de hacer todo lo necesario para llevar ante la justicia a cualquiera que haya cometido tales crímenes”.

Se ha dado un gran paso a lo largo de estos días. El mayor, el que ayer se vio en la Liturgia Penitencial, cuando toda la Iglesia se autoconfesó culpable de los abusos, el encubrimiento, el mirar hacia otro lado, el dejar a las víctimas al borde del camino. Se podrá acusar a la Iglesia católica de inacción, pero en justicia también hay que señalar que ha sido la única institución, a nivel mundial, capaz de admitir su fracaso.

“Ningún abuso debe ser jamás encubierto ni infravalorado”, dijo Francisco. “Quiero decirlo con toda claridad: si en la Iglesia se descubre un solo caso de abuso, ese caso será afrontado con la mayor seriedad”, lo cual incluye la total transparencia en los casos. Se acabó -o al menos eso debe suceder, si realmente el Vaticano asume los criterios de Naciones Unidas- la falta de información sobre los procesos y las investigaciones, y la Iglesia tendrá que ofrecer datos concretos sobre esta plaga en todo el mundo. La experiencia en Estados Unidos, Irlanda, Australia o Chile demuestran que es posible hacerlo. Y necesario.

“Escuchar, tutelar, proteger y cuidar a los menores abusados, explotados y olvidados, allí donde se encuentren”, es otra de las claves. Colocar a las víctimas en el centro, en ese ‘giro copernicano’ del que hablaba el arzobispo de Brisbane en una medida homilía encargada especialmente por el Papa. Acabar con la autodefensa y proteger, a todos los niveles, a las víctimas. También en lo económico. Aunque haya que vender terrenos o cerrar parroquias para pagar indemnizaciones o tratamientos. La Iglesia debe volver a ser un lugar en el que todos confíen. Y ahora, todavía, eso no sucede.

Siete puntos clave, los apuntados por la OMS, que incluyen proteger, investigar, purificar, formar, acompañar. Que suponen “reafirma la exigencia de la unidad de los obispos en la aplicación de parámetros que tengan valor de normas y no solo de orientación”. Esto es: que ningún obispo, en ningún lugar, pueda decir que él no sabía qué hacer. Habrá casos, muchos, lamentablemente, porque muchos son los prelados que siguen sin creen que esta lacra sea real, o que este Papa sea legítimo.

¿Qué pasará a partir de ahora? El tiempo, y las víctimas lo dirán. Pero sólo una cosa parece clara: si la Iglesia no es capaz de cumplir con esta hoja de ruta, pasará a ser una institución irrelevante a los ojos del mundo (al menos del occidental). Y, lo que es más graves: hará irrelevante el mensaje de Jesús de Nazaret, y se verá abocada a su autodestrucción. Es la última oportunidad: ojalá, al fin, se aproveche.

Fuente Religión Digital

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“La fe grande de una mujer”. Domingo 13 Tiempo ordinario – B (Marcos 5,21-43).

Domingo, 1 de julio de 2018
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13-852849-195x300La escena es sorprendente. El evangelista Marcos presenta a una mujer desconocida como modelo de fe para las comunidades cristianas. De ella podrán aprender cómo buscar a Jesús con fe, cómo llegar a un contacto sanador con él y cómo encontrar en él la fuerza para iniciar una vida nueva, llena de paz y salud.

A diferencia de Jairo, identificado como «jefe de la sinagoga» y hombre importante en Cafarnaún, esta mujer no es nadie. Solo sabemos que padece una enfermedad secreta, típicamente femenina, que le impide vivir de manera sana su vida de mujer, esposa y madre.

Sufre mucho física y moralmente. Se ha arruinado buscando ayuda en los médicos, pero nadie la ha podido curar. Sin embargo, se resiste a vivir para siempre como una mujer enferma. Está sola. Nadie la ayuda a acercarse a Jesús, pero ella sabrá encontrarse con él.

No espera pasivamente a que Jesús se le acerque y le imponga sus manos. Ella misma lo buscará. Irá superando todos los obstáculos. Hará todo lo que pueda y sepa. Jesús comprenderá su deseo de una vida más sana. Confía plenamente en su fuerza sanadora.

La mujer no se contenta solo con ver a Jesús de lejos. Busca un contacto más directo y personal. Actúa con determinación, pero no de manera alocada. No quiere molestar a nadie. Se acerca por detrás, entre la gente, y le toca el manto. En ese gesto delicado se concreta y expresa su confianza total en Jesús.

Todo ha ocurrido en secreto, pero Jesús quiere que todos conozcan la fe grande de esta mujer. Cuando ella, asustada y temblorosa, confiesa lo que ha hecho, Jesús le dice: «Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud». Esta mujer, con su capacidad para buscar y acoger la salvación que se nos ofrece en Jesús, es un modelo de fe para todos nosotros.

¿Quién ayuda a las mujeres de nuestros días a encontrarse con Jesús? ¿Quién se esfuerza por comprender los obstáculos que encuentran en algunos sectores de la Iglesia actual para vivir su fe en Cristo «en paz y con salud»? ¿Quién valora la fe y los esfuerzos de las teólogas que, sin apenas apoyo y venciendo toda clase de resistencias y rechazos, trabajan sin descanso por abrir caminos que permitan a la mujer vivir con más dignidad en la Iglesia de Jesús?

Las mujeres no encuentran entre nosotros la acogida, la valoración y la comprensión que encontraban en Jesús. No sabemos mirarlas como las miraba él. Sin embargo, con frecuencia, ellas son también hoy las que con su fe en Jesús y su aliento evangélico sostienen la vida de no pocas comunidades cristianas.

José Antonio Pagola

Audición del comentario

Marina Ibarlucea

 

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Secreto

Miércoles, 29 de marzo de 2017
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Del blog Nova Bella:

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El secreto de la felicidad no es hacer siempre lo que se quiere

sino querer siempre lo que se hace.

*

León Tolstoi

***

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Amor y Egoísmo

Viernes, 29 de enero de 2016
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Del blog Pays de Zabulon:

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Tengo un secreto. ¿Amor, puedo llamarte amor? Perdóname, es mi instinto. Es mi identidad frágil. Tehe dicho, tengo un secreto que confío a los dioses para que me den la fuerza necesaria para soportar este insaciable egoísmo, que se vuelve siempre más incontrolable e inquietante. Soy tan egoísta.

El egoísmo es poseer tu esencia vital, pero debido a esto no voy a vender mi alma al diablo, porque no es mi amigo, sí, no es mi amigo. La amistad me hace mejor, y él no es bueno, es el dolor que me traspasa el pecho.

Deja pues, mi todo, este egoísmo tranquilo, y duerme más tiempo sin miedos, sin esta luz que te ciega con su engaño.

Oda a ti mi corazón, oda a ti mi alma, oda a ti, mi secreto.

*

E’den Eff

Fuente (texto original y foto) : eden-eff.tumblr.com

***

Encuentro este texto extraño y bello a la vez.

Es oración y es discusión con uno mismo. ¿Es exactamente a Dios – a los dioses [corrección pedida en la traducción por el autor a pesar del singular empleado en italiano] – a quien se dirige o al Sí profundo, actualmente cegado por el sentimiento del amor?

¿El amor es egoísta? Esta es la cuestión, finalmente. Por cierto, en la concepción común, no debería serlo. ¿Pero en el ser o el objeto amado ¿no es a uno mismo a quién buscamos? ¿No sería una perversión de la intención? A menos que se admita que efectivamente, es a sí mismo a quien se busca, a sí mismo en relación, a sí mismo que se revela como Sí porque se reconoce en el otro sí.

El autor habla de egoísmo. Me parece un juicio severo. En materia de amor humano, el desinterés absoluto probablemente no existe. Es siempre acogida y acepción de uno mismo en relación con el otro o del otro consigo. Qué estos dos términos se vuelvan equivalentes, uno mismo en relación con el otro y el otro consigo, es posiblemente el signo de una circulación justa y bella.

Tengo un secreto… He sido hecho para amar, y he sido hecho también por ser amado. No puedo separar ambos. Y si uno se expresa más fuerte que el otro, siento de repente vértigo y puedo perder toda conciencia de la realidad.

¡Qué texto extraño y bello a la vez!

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El secreto de la vida

Lunes, 4 de enero de 2016
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El secreto de la vida

“El secreto de la existencia no consiste sólamente en vivir,

sino en saber para qué se vive”

*

Fiódor Dostoyevski

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“Heridas secretas”. 13 Tiempo Ordinario – B (Marcos 5,21-43).

Domingo, 28 de junio de 2015
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13-852849-195x300No conocemos su nombre. Es una mujer insignificante, perdida en medio del gentío que sigue a Jesús. No se atreve a hablar con él como Jairo, el jefe de la sinagoga, que ha conseguido que Jesús se dirija hacia su casa. Ella no podrá tener nunca esa suerte.

Nadie sabe que es una mujer marcada por una enfermedad secreta. Los maestros de la Ley le han enseñado a mirarse como una mujer «impura», mientras tenga pérdidas de sangre. Se ha pasado muchos años buscando un curador, pero nadie ha logrado sanarla. ¿Dónde podrá encontrar la salud que necesita para vivir con dignidad?

Muchas personas viven entre nosotros experiencias parecidas. Humilladas por heridas secretas que nadie conoce, sin fuerzas para confiar a alguien su «enfermedad», buscan ayuda, paz y consuelo sin saber dónde encontrarlos. Se sienten culpables cuando muchas veces solo son víctimas.

Personas buenas que se sienten indignas de acercarse a recibir a Cristo en la comunión; cristianos piadosos que han vivido sufriendo de manera insana porque se les enseñó a ver como sucio, humillante y pecaminoso todo lo relacionado con el sexo; creyentes que, al final de su vida, no saben cómo romper la cadena de confesiones y comuniones supuestamente sacrílegas… ¿No podrán conocer nunca la paz?

Según el relato, la mujer enferma «oye hablar de Jesús» e intuye que está ante alguien que puede arrancar la «impureza» de su cuerpo y de su vida entera. Jesús no habla de dignidad o indignidad. Su mensaje habla de amor. Su persona irradia fuerza curadora.

La mujer busca su propio camino para encontrarse con Jesús. No se siente con fuerzas para mirarle a los ojos: se acercará por detrás. Le da vergüenza hablarle de su enfermedad: actuará calladamente. No puede tocarlo físicamente: le tocará solo el manto. No importa. No importa nada. Para sentirse limpia basta esa confianza grande en Jesús.

Lo dice él mismo. Esta mujer no se ha de avergonzar ante nadie. Lo que ha hecho no es malo. Es un gesto de fe. Jesús tiene sus caminos para curar heridas secretas, y decir a quienes lo buscan:

«Hija, hijo, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud.»

José Antonio Pagola

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Reino Unido: Nick Gibb, ministro de Educación se casará con su pareja tras veintinueve años de relación

Miércoles, 10 de junio de 2015
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nickgibbMichael Simmonds y Nick Gibb (derecha)

Nick Gibb,(derecha) ministro de Estado del Ministerio de Educación se casará a finales de este año con el que ha sido su pareja en riguroso secreto desde la pasada década de los años 80. El comunicado se ha conocido por la familia hace tan solo una semana.

“Nos conocimos en una era diferente por lo que estábamos de una manera encerrados y estábamos cómodos con ella. Era más difícil entonces. [La homosexualidad] solamente se hizo legal en 1967. Había discriminación en la industria y las profesiones “

El ministro de educación del partido conservador MP Nick Gibb y su pareja están planeando casarse después de mantener una relación secreta de 29 años, según informan los medios.

Gibb, que es diputado por Bognor Regis y Littlehampton, reveló que ha mantenido una relación con Michael Simmonds,  director ejecutivo de la organización de sondeos Populus, y planean casarse en noviembre.

El diputado de 54-años de edad, dijo a The Times que habían mantenido su relación en secreto hasta que lo dijeron a su familia la semana pasada. Durante casi tres décadas, evitaron ir a fiestas con la familia, nunca asistieron a las cenas familiares juntos y pasaron cada Navidad separados.

En la entrevista,  también elogió el “maravilloso servicio” de David Cameron al país por defender el matrimonio igualitario. El mismo Gibb votó en 2013 la legislación del gobierno que ha permitiso el matrimonio entre personas del mismo sexo .

Dijo que se habían sentido cómodos manteniendo su relación en secreto porque se conocieron y se enamoraron a mediados de la década de 1980 que describió como una “época diferente” que ahora. “Nos conocimos en una era diferente por lo que estábamos de una manera encerrados y estábamos cómodos con ella. Era más difícil entonces. [La homosexualidad] solamente se hizo legal en 1967. Había discriminación en la industria y las profesiones “ “Fue más difícil entonces. [La homosexualidad] solamente se hizo legal en 1967. Hubo discriminación en la industria y en las profesiones “, dijo Gibb que trabajaba como contador público hasta su elección al parlamento en 1997.

Gibb, quien también es ministro de Estado del Ministerio de Educación, dijo que dijo que lo había arreglado para que su hermano informara a su madre de 79 años de edad previamente. “Yo quería darle la oportunidad de procesar la información para que ella no dijera nada que podría lamentar“,  dijo The Times. Gibb cenó con su madre en la noche antes del discurso de la Reina de la semana pasada. “Creo que mi madre se sorprendió inicialmente – que es una cosa de la edad – pero luego le apoyó mucho y lo que ella quiere es que yo sea feliz” dijo. “Somos muy cercanos, para ella que es una amante de la familia eso es más importante que cualquier otra cosa.”

“Era más fácil tener una relación que no era conocida. En realidad no nos molesta, ambos tuvimos una carrera exitosa. Acabamos con vida.” Dijo que siempre habían estado decididos a esperar hasta que cambiase la ley para permitir que pudieran casarse y en parte porque están preocupados por consideraciones prácticas. “Si uno de nosotros estaba enfermo y tenía que ir al hospital sería horrible si no podíamos estar allí el uno para el otro”, dijo.

Gibb también elogió a David Cameron para la introducción de matrimonio igualitario. “El matrimonio sólo ha sido posible recientemente. Nunca estuvimos a favor de las uniones civiles porque sentimos que debería ser el mismo enfoque para nosotros y otras parejas. Ambos nos sentimos fuertea para esperar hasta que el matrimonio se convirtió en legal “, dijo.

Fuente GayStarNews

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El gran secreto.

Martes, 29 de julio de 2014
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Del blog de la Communion Béthanie:

2014 con Dios llama y Vivir por el Espíritu +

En 1932, dos mujeres entregan su existencia a Dios y reciben en su oración, día día, palabras de Vida. Dos libros van a nacer de este compañerismo con Cristo, que te proponemos descubrir a lo largo de este año.

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“El gran secreto de la fuerza que mueve montañas,

es un corazón lleno de gratitud,

un corazón que alaba a su Señor. “

*

El 21 de julio, Dios llama.

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En el secreto del alma…

Martes, 20 de mayo de 2014
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Del blog de la Communion Béthanie:

2014 con Dios llama y Vivir por el Espíritu +

En 1932, dos mujeres entregan su existencia a Dios y reciben en su oración, día día, palabras de Vida. Dos libros van a nacer de este compañerismo con Cristo, que te proponemos descubrir a lo largo de este año.

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“Es en el secreto del alma individual

donde se cumple primero

todo lo que es bueno para mí. “

*

El 10 de mayo, Dios llama.

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Las señales del amor.

Viernes, 14 de febrero de 2014
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Feliz Día de San Valentín… Del blog À Corps… À Coeur:

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Confiar su desnudez,

reconocer su cuerpo adormilado por la noche,

confiar su nombre y contar su secreto,

estas son las cuatro señales del amor.

*

Pascal Quignard

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Recordatorio

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