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“Sed recibidos con el deseo de que os convirtáis en heterosexuales”, por José Melero Pérez

Sábado, 27 de enero de 2024
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Balance de las reformas planteadas por el papa Francisco para renovar la Iglesia

“El papa Francisco hizo unas propuestas para renovar la Iglesia y acomodarla al Evangelio y a los signos de los tiempos”

“La mayoría de esas ramas son productos de la tradición, que han ido creciendo sin poda durante muchos años y que el papa Francisco, desde su nombramiento hace diez años, ha intentado realizar”

“Sin embargo, hay ramas que Francisco se ha comprometido en dejarlas tal como están, al mostrarse inflexible en debatir unos temas considerados inamovibles. Pero sí que hay otras ramas que ha pretendido podarlas como la misoginia en la Iglesia y la homofobia”

“¿Querrá alguna pareja homosexual cristiana aceptar una bendición como esta , en la que se aplica el SÍ pero NO? Se trata de una pantomima inaceptable”

Es imprescindible que la Iglesia, lo mismo que cada institución y que  cada persona, haga un balance de cómo ha sido su forma de ser y de estar en este mundo como cristiano y ser humano para reconocer todo lo bueno que ha hecho y lo que le falta por hacer. De ese balance depende que la Iglesia, las instituciones y las personas tomen conciencia de que es moralmente posible mejorar, dando pasos hacia adelante porque solo se hace camino al andar. Estancarse en la misma forma de pensar y actuar sin cuestionar la necesidad de hacer un cambio para mejorar, va en contra de nuestra propia naturaleza y también en contra de la fe en Dios que nos incita a que tomemos conciencia de nuestros desvíos para que nos encaucemos  por el camino correcto, bien explicitado en los derechos humanos, en la ética natural y en el Evangelio.

El papa Francisco hizo unas propuestas para renovar la Iglesia y acomodarla al Evangelio y a los signos de los tiempos. Esas propuestas pretendían que la primavera hiciera su aparición en la Iglesia, lo que suponía llevar a cabo una poda para deshacerse de aquellas ramas infructuosas y dar lugar a nuevos brotes que produzcan nuevas ramas que den buenos frutos.

La mayoría de esas ramas son productos de la tradición, que han ido creciendo sin poda durante muchos años y que el papa Francisco, desde su nombramiento hace diez años, ha intentado realizar.

Sin embargo, hay ramas que Francisco se ha comprometido en dejarlas tal como están, al mostrarse inflexible en debatir unos temas considerados inamovibles, manifestando que “No podemos seguir insistiendo en cuestiones referentes al aborto, al divorcio, al matrimonio homosexual, a la eutanasia o al uso de anticonceptivos” Como tampoco, añado yo, al ”celibato opcional”.

Pero sí que hay otras ramas que ha pretendido podarlas como:

1. La misoginia secular de la Iglesia

Francisco es consciente de que la misoginia eclesial no tiene ningún sentido en las sociedades democráticas, donde la mujer se ha incorporado en todas las esferas profesionales y las del poder. Por eso hizo esta declaración: “Una Iglesia que excluye a las mujeres es una Iglesia estéril. La iglesia puede avanzar hacia una auténtica igualdad”. Pero la misoginia sigue campando en la iglesia, donde las mujeres no se encuentran en una situación de igualdad con los hombres; ni siquiera se les ha permitido en este año pasado de 2023 ser diaconisas, el grado inferior de la jerarquía. Mientras persista la misoginia y el patriarcado, la iglesia no representa la Iglesia primitiva de Cristo, que era una comunidad donde reinaba la igualdad entre hombres y mujeres. Está documentado que durante los primeros siglos del cristianismo hubo diaconisas y presbíteras.

El teólogo progresista Juan José Tamayo cree que el gran escándalo de la Iglesia católica, y desde hace siglos sin que haya cambiado nada, es la marginación de la que son objeto las mujeres. “Esto me parece no sólo un escándalo, sino la mayor contradicción porque va en contra del movimiento de Jesús de Nazaret, que es el punto de partida de la Iglesia y que fue un movimiento igualitario de hombres y mujeres, sin discriminación por razones de género. Creo que esto es lo que hoy más desacredita a la Iglesia Católica, donde las mujeres siguen estando discriminadas y siendo una mayoría silenciada”.

2. La homofobia de la Iglesia

La bendición de las parejas homosexuales es un primer paso para cambiar el pensamiento homófobo de la iglesia, no el de Jesús que jamás habló ni condenó la homosexualidad. La Iglesia evangélica debe seguir a Jesús que no condenó a nadie por su tendencia sexual. ¿Por qué? Porque era mejor conocedor de la naturaleza humana que la Iglesia, al reconocer la diversidad sexual creada por Dios. “ Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera”. (Génesis 1.31)

El Papa solo ha contemplado dar el paso de la bendición a las parejas no heterosexuales, pero excluyéndolas del matrimonio, lo que no ha sido bien recibido por dicho colectivo al no sentirse tratado como las parejas heterosexuales.

Según la Doctrina de la Fe, la bendición de parejas homosexuales debe tener estas características:

Debe ser breve, de pocos segundos, y sin implicar que se esté dando un visto bueno o una aprobación a esa relación”.

A falta de un ritual, así es como yo veo esa “bendición”:

El sacerdote, la Doctrina de la Fe preferiría un diácono, se dirigirá así a la pareja homosexual: “Sed recibidos con el deseo de que os convirtáis en heterosexuales, acudiendo a una clínica psiquiátrica, para que la Iglesia no os dé un simple saludo sino un abrazo y os abra las puertas al matrimonio, ya que vuestra relación no es buena ni la aprueba la Iglesia”.

Y por supuesto, sin ningún tipo de exaltación de esa bendición como la intervención de una coral o de música sacra. Tampoco serán admitidos los aplausos en el interior de la Iglesia. Una vez fuera, los familiares y acompañantes podrán expresar sus sentimientos de forma libre.

¿Querrá alguna pareja homosexual cristiana aceptar una bendición como esta , en la que se aplica el SÍ pero NO? Se trata de una pantomima inaceptable.

Conclusión

IMG_5789La renovación de la Iglesia ha sido más un deseo que una realidad. 

La primavera anunciada por el papa Francisco aún no ha empezado a dar brotes significantes.

 No se trata de cambiar de la noche a la mañana, sino de poner en marcha el tren del progreso, del avance, de empezar a subir escalones hacia un status quo renovado. Pero el papa todavía no ha subido ningún peldaño de los que estaba dispuesto a subir. El status quo actual de la Iglesia ya está caducado y todos estamos esperando que empiece a caminar como muy bien dice Antonio Machado: “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar”.

Mientras la Iglesia no se ponga en camino, no habrá cambios esperados por los creyentes desde hace tiempo. Creo que el problema que le impide a la Iglesia caminar hacia adelante es su obsesión por conservar la Tradición, considerada junto con las Escrituras como las dos únicas fuentes de la revelación, olvidándose que hay otra fuente a la que no le da suficiente valor: la de los Signos de los Tiempos. Esa tercera revelación es la que alimenta las nuevas propuestas de los teólogos y laicos progresistas, como también parte  de la clerecía. Son propuestas muy importantes para que la jerarquía las tenga en cuenta y no deje que vaya pasando el tiempo. Se trata de salir del  estado involucionista en que se encuentra la Iglesia.

El monte estaba de parto y parió un ratón. Este refrán latino de Horacio expresa que el papa Francisco ofreció a los creyentes unas grandes expectativas de cambios importantes en la Iglesia con un resultado ínfimo.

Es inaplazable que la iglesia se ponga a andar porque como dijo Antonio Machado:

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.

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Fuente Religión Digital

General, Homofobia/ Transfobia., Iglesia Católica , , , , , , , ,

Destacado cardenal europeo dice que “la Iglesia debe cambiar”

Jueves, 10 de febrero de 2022
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images1Acabo de leer esta entrevista que comparto para todos en ATRIO. Es como si a Masiá, tras sus años en Japón, le hubieran hecho arzobispo y cardenal y hablara con la misma sinceridad con que le hemos oído tantes veces. Pues Jean-Claude tiene especial revelancia en la Iglesia de hoy, con Francisco. No sé si se conocen de antes, pero he traducido you por en esta conversación con el redactor de La Croix. AD. 

EXCLUSIVO: En una amplia entrevista con “La Croix”, el cardenal Jean-Claude Hollerich SJ habla con franqueza sobre temas candentes en la Iglesia católica

Por Loup Besmond de Senneville | Ciudad del Vaticano | La Croix International, 24-1-2022

La disminución del número de creyentes en Europa, la lucha de la Iglesia por seguir desempeñando un papel en la sociedad occidental, el debate sobre el celibato sacerdotal y las nuevas visiones sobre la sexualidad.

El cardenal Jean-Claude Hollerich , el jesuita de 63 años que dirige la Arquidiócesis de Luxemburgo y es presidente de COMECE (la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Unión Europea), habla con franqueza sobre estos y otros temas candentes en esta entrevista exclusiva con Loup Besmond de Senneville de La Croix .

La Croix : Has sido misionero en Japón, eres jesuita, arzobispo de Luxemburgo, cardenal. ¿Siempre has buscado a Dios de la misma manera?

Cardenal Jean-Claude Hollerich: Cuando llegué a Japón siendo un joven sacerdote, fue un gran impacto. En ese momento yo era un joven empapado del catolicismo popular de Luxemburgo.

Con otros jesuitas, cada uno con un origen católico diferente, llegamos a un modelo de catolicismo que todos vimos muy rápidamente que no correspondía a las expectativas de Japón. Para mí, esto representó una crisis. Tuve que dejar de lado toda la piedad que había sido la riqueza de mi fe hasta entonces y abandonar los caminos que amaba.

Me enfrenté a una elección: renunciar a mi fe porque no podía encontrar los caminos que conocía, o emprender un viaje interior. Elegí la segunda opción. Antes de poder proclamar a Dios, tenía que convertirme en un buscador de Dios. Dije con insistencia: “Dios, ¿dónde estás? ¿Dónde estás, tanto en la cultura tradicional como en el Japón posmoderno?” Cuando regresé a Europa hace diez años, tuve que empezar de nuevo.

Para ser honesto, pensé que encontraría el catolicismo que había dejado en mi juventud. Pero ese mundo ya no existía. Hoy, en esta Europa secularizada, tengo que hacer lo mismo: buscar a Dios.

¿Ha vuelto Europa hoy a ser tierra de misión?

Sí, lo ha sido durante mucho tiempo.

El Luxemburgo de mi juventud era un poco como Irlanda, con grandes procesiones, mucha piedad popular, etc. Cuando yo era niño, todos los niños iban a la iglesia. Mis padres no fueron, pero me enviaron, porque era normal hacerlo.

Recuerdo que en la escuela, una niña de mi clase no hizo su primera comunión y eso armó un escándalo. Ahora, lo que causa el escándalo es cuando un niño realmente la toma.

Pero al reflexionar, puedo ver que este pasado no fue tan glorioso. Obviamente no lo vi de niño, pero ahora me doy cuenta de que ya había muchas grietas e hipocresías en esa sociedad en ese entonces.

Básicamente, la gente no creía más de lo que cree hoy, incluso si iban a la iglesia. Tenían una especie de práctica dominical cultural, pero no estaba inspirada en la muerte y resurrección de Jesús.

¿Crees que este catolicismo cultural está acabado?

Todavía no. Varía en diferentes partes del mundo. Pero estoy convencido de que la Covid acelerará este proceso.

En Luxemburgo, tenemos un tercio menos de feligreses. Estoy seguro de que no volverán. Entre ellos hay personas de cierta edad a las que les resultará doloroso volver a la práctica religiosa, ir a una iglesia. Pero también están aquellos católicos para quienes la misa dominical era un ritual importante que brindaba estabilidad a sus vidas.

Para muchos, llamarse católico sigue siendo una especie de disfraz dotado de una moralidad general. Les ayuda a mantenerse al día con la sociedad, a ser “buenos cristianos”, pero sin definir realmente lo que eso significa.

Pero esta era debe terminar. Ahora debemos construir una Iglesia basada en la fe. Ahora sabemos que somos y seremos una minoría. Esto no debería sorprendernos ni entristecernos.

Tengo la dulce certeza de que mi Señor está presente en Europa hoy.

¿Y no tienes dudas al respecto?

Oh no. No hay dudas en absoluto. Ya no es una pregunta que me persiga.

Cuando era más joven, tenía miedo de no encontrarlo. Era como si estuviera obsesionado por este miedo. Tenía que averiguarlo o me hundiría. Ahora estoy mucho más tranquilo.

¿Es esa la sabiduría de la edad?

No sé si existe tal cosa como la sabiduría de la edad. (Risas). ¡Sería feliz si lo hubiera!

Pero en el fondo siempre hacemos las mismas estupideces y siempre nos topamos con la misma pared. Al menos sabemos que el muro está ahí y que dolerá.

También sé ahora que soy solo un instrumento del Señor. Hay muchos otros. Esta conciencia me hace siempre desconfiar un poco de todos aquellos que dicen tener la fórmula inmejorable para anunciar a Dios.

¿No hay una receta mágica?

No. Sólo existe la humildad del Evangelio.

Y cuando eras más joven, ¿creías en las recetas mágicas?

Sí, por supuesto, creía en ellos. Pero es una hermosa locura de juventud. También muestra el entusiasmo de los jóvenes.

¿Por qué el mensaje del cristianismo sigue siendo relevante hoy?

Porque la gente no ha cambiado en dos mil años. Seguimos buscando la felicidad y no la encontramos. Todavía tenemos sed de infinito y nos encontramos con nuestros propios límites.

Cometemos injusticias que tienen graves consecuencias para otras personas, lo que llamamos pecado. Pero ahora vivimos en una cultura que tiende a reprimir lo humano. Esta cultura de consumo promete satisfacer los deseos humanos, pero no lo hace.

Sin embargo, en momentos de crisis, de conmoción, la gente se da cuenta de que en su corazón hay un montón de preguntas latentes. El mensaje del Evangelio es excepcionalmente fresco al responder a esta búsqueda de sentido y felicidad.

El mensaje sigue siendo relevante, pero los mensajeros a veces aparecen con disfraces de tiempos pasados, lo que no es el mejor servicio hacia el mensaje en sí.

Por eso tenemos que adaptarnos. No para cambiar el mensaje en sí, por supuesto, sino para que se entienda, aunque seamos nosotros quienes lo anunciemos.

El mundo sigue buscando, pero ya no mira en nuestra dirección, y eso duele. Debemos presentar el mensaje del Evangelio de tal manera que las personas puedan orientarse hacia Cristo.

Precisamente por eso, el Papa Francisco inauguró en octubre pasado el Sínodo sobre la sinodalidad, del que eres relator general. ¿Dijiste recientemente que no sabes lo que escribirás en el informe?

Tengo que ser yo quien escuche. Si hago muchas propuestas, desanimaré a las personas que tienen una opinión diferente. Entonces son las personas las que tienen que llenar mi cabeza y las páginas.

Este es un sínodo. Debe estar abierto. Como dice el Papa, es el Espíritu Santo quien es el maestro de obras. Así que también debemos dejar espacio para el Espíritu Santo. Este método es importante hoy porque ya no podemos conformarnos con dar órdenes de arriba hacia abajo. En todas las sociedades, en la política, en los negocios, lo que cuenta ahora es la creación de redes.

Este cambio en la toma de decisiones va de la mano con un verdadero cambio de civilización, al que nos enfrentamos. Y la Iglesia, como siempre lo ha hecho a lo largo de su historia, debe adaptarse a ella. La diferencia es que esta vez el cambio de civilización tiene una fuerza sin precedentes. Tenemos una teología que nadie entenderá en 20 o 30 años. Esta civilización habrá pasado.

Por eso necesitamos un nuevo lenguaje que debe basarse en el Evangelio. Y toda la Iglesia debe participar en el desarrollo de este nuevo lenguaje: este es el sentido del sínodo.

Como presidente de COMECE, participaste en una reunión en Roma a principios de octubre con los partidos europeos de derecha y centro-derecha. A la salida, el cardenal Pietro Parolin les animó a no considerar el cristianismo como un supermercado del que sólo se pueden elegir determinados valores. ¿Existe esta tentación entre los políticos?

Sí, claramente. A la derecha, retoman símbolos cristianos. Les gustan los rosarios y los crucifijos, pero esto no siempre está ligado al misterio de Cristo. Esto está relacionado con nuestra cultura europea pasada. Quieren referirse a una cultura para conservarla. Este es un mal uso de la religión.

En la izquierda también conozco a políticos que se dicen cristianos comprometidos, que luchan contra el cambio climático, pero que votan en el Parlamento Europeo para hacer del aborto un derecho fundamental y para limitar la libertad de conciencia de los médicos. Eso también es tomar la religión como un supermercado.

Uno puede ser demócrata cristiano, socialista, ecologista, etc. , y seguir siendo cristiano. Esta diversidad de formaciones políticas es de gran beneficio para la sociedad. Pero los políticos a menudo tienden a mantener en privado sus preferencias religiosas. En este caso, ya no se trata de una religión, sino de una convicción personal. La religión requiere un espacio público para expresarse.

Pero, ¿no es más difícil para los cristianos involucrarse en política?

En primer lugar, es cierto que hay menos cristianos. En segundo lugar, es cierto que cada vez se involucran menos en política. Vemos esto después de cada elección.

Por otro lado, es evidente que el mensaje de los obispos a la sociedad ya no llega. Usted ha experimentado esto en Francia durante varios años. Esta es la consecuencia de que estemos en minoría.

Para ayudar a la gente a entender lo que queremos, debemos entablar un largo diálogo con aquellos que ya no son cristianos, o que son sólo cristianos en la periferia. Si tenemos ciertas posiciones no es porque seamos conservadores, sino porque creemos que la vida y la persona humana deben estar en el centro.

Para poder decir esto, creo que necesitamos tener diálogos y amistades con tomadores de decisiones o políticos que piensan diferente. Aunque no sean cristianos, compartimos con ellos una sincera preocupación por colaborar por el bien de la sociedad. Si no queremos vivir en una sociedad compartimentada, debemos ser capaces de escuchar las historias de los demás.

¿Significa esto que la Iglesia debe renunciar a defender sus ideas?

No, no se trata de eso. Debemos intentar comprender al otro, construir puentes con la sociedad. Para hablar de antropología cristiana, debemos basarnos en la experiencia humana de nuestro interlocutor. Porque aunque la antropología cristiana es maravillosa, pronto dejará de ser comprendida si no cambiamos de método.

¿Y de qué nos sirve hablar si no somos oídos? ¿Hablamos por nosotros mismos, para asegurarnos de que estamos en el lado correcto? ¿Es para tranquilizar a nuestros propios seguidores? ¿O hablamos para ser escuchados?¿Cuáles son las condiciones para esta escucha?

En primer lugar, la humildad. Pienso que aunque no sea necesariamente consciente, la Iglesia tiene la imagen de una institución que sabe todo mejor que otras. Por lo tanto, necesita mucha humildad, de lo contrario no puede entrar en un diálogo.

Esto también significa que debemos demostrar que queremos aprender de los demás. He aquí un ejemplo: me opongo totalmente al aborto. Y como cristiano, no puedo tener una posición diferente. Pero también entiendo que hay preocupación por la dignidad de la mujer, y hoy ya no se escucha el discurso que teníamos en el pasado para oponernos a las leyes del aborto.

Entonces, ¿qué más podemos hacer para defender la vida?

Cuando un discurso ya no pesa, no hay que obstinarse en utilizarlo, sino buscar otros caminos.

En Francia, muchos creen que la Iglesia ha perdido gran parte de su credibilidad a causa de los delitos sexuales que se cometen en su seno. ¿Cómo te posicionas frente a esta crisis?

Antes que nada, quiero decir que estos abusos son un escándalo. Y cuando vemos los números en el Informe Sauvé, podemos ver que no es el desliz de unos pocos. Hay una falla sistémica en alguna parte, y debe abordarse.

No debemos temer las heridas que esto nos pueda causar, que no son absolutamente nada comparadas con las de las víctimas. Por lo tanto, debemos ser muy honestos y estar preparados para recibir algunos golpes.

Hace unas semanas estuve en Portugal, donde estaba celebrando la Misa. Había allí un niño pequeño que, mientras servía la Misa, me miraba como si yo fuera el buen Dios. Pude ver que me vio como un representante de Dios, lo cual era, de hecho, durante la liturgia.

Abusar de tales niños es un crimen real. Es una falta mucho más grave que si un profesor o un entrenador deportivo cometiera tales actos. El hecho de que esto haya sido tolerado para proteger a la Iglesia duele. ¡Hicimos la vista gorda! Es casi irreparable.

Ahora llego a tu pregunta. Algunas personas han perdido la confianza. Para recuperarla, cuando sea posible, hay que tener una gran humildad. Cuando se acompaña a una comunidad oa una persona, se debe tener siempre presente el principio de absoluto respeto por aquellos a quienes se acompaña. No puedo dejar de lado ni siquiera a una persona.

Me parece obvio que estas preguntas estarán en la mente y en el corazón de todos durante el proceso sinodal. Tenemos que aceptar el cambio.

Si hay un fallo sistémica, ¿crees que se necesitan cambios sistémicos?

Si. Obviamente, en mi diócesis, como en muchas otras, tenemos una carta de buena conducta que todos tienen que firmar, tanto los sacerdotes como los laicos que trabajan para la Iglesia.

Antes de la ordenación, también sometemos a los seminaristas a ocho sesiones psicológicas diseñadas para detectar la pedofilia. Estamos haciendo todo lo que podemos, pero no es suficiente. Necesitamos una Iglesia que esté estructurada de tal manera que estas cosas ya no sean posibles.

¿Qué significa eso?

Si a las mujeres y los jóvenes se les hubiera dado más voz, estas cosas se habrían descubierto mucho antes. Debemos dejar de actuar como si las mujeres fueran un grupo marginal en la Iglesia. No están en la periferia de la Iglesia, están en el centro. Y si no damos voz a los que están en el centro de la Iglesia, tendremos un gran problema.

No quiero ser más específico: esta pregunta se hará inevitablemente en el Sínodo, en varias culturas, en diversos contextos. Pero las mujeres han sido ignoradas demasiado. Debemos escucharlos, como hacemos con el resto del pueblo de Dios.

Los obispos deben ser como pastores que escuchan a su pueblo. No es solo que digan: “Sí, escucho, pero eso no me interesa”. Necesitan estar en medio de su rebaño.

¿Qué otros cambios hay que hacer?

La formación del clero debe cambiar. No debe centrarse sólo en la liturgia, aunque entiendo que los seminaristas le dan gran importancia. Los laicos y las mujeres deben tener voz en la formación de los sacerdotes. Formar sacerdotes es un deber de toda la Iglesia, por lo que toda la Iglesia debe acompañar este paso, con hombres y mujeres casados y solteros.

En segundo lugar, necesitamos cambiar nuestra forma de ver la sexualidad. Hasta ahora hemos tenido una visión bastante reprimida de la sexualidad.

Obviamente, no se trata de decirle a la gente que puede hacer cualquier cosa o de abolir la moralidad, pero creo que debemos decir que la sexualidad es un regalo de Dios.

Lo sabemos, pero ¿lo decimos? No estoy seguro. Algunas personas atribuyen el aumento de los abusos a la revolución sexual. Pienso exactamente lo contrario: en mi opinión, los casos más horribles ocurrieron antes de la década de 1970.

En esta área, los sacerdotes también deben poder hablar sobre su propia sexualidad y ser escuchados si tienen problemas para vivir el celibato. Deben poder hablar de ello libremente, sin temor a ser reprendidos por su obispo.

En cuanto a los sacerdotes homosexuales, que son muchos, sería bueno que lo hablaran con su obispo sin que éste los condene.

En cuanto al celibato y la vida sacerdotal, preguntémonos con franqueza si un sacerdote debe ser necesariamente célibe.

Tengo una opinión muy alta del celibato, pero ¿es indispensable? En mi diócesis tengo diáconos casados que desempeñan su papel diaconal de una manera maravillosa, que dan homilías a través de las cuales tocan a las personas mucho más poderosamente que nosotros que somos célibes.

¿Por qué no tener sacerdotes casados también?

De la misma manera, si un sacerdote ya no puede vivir esta soledad, debemos ser capaces de comprenderlo, no de condenarlo. Soy ya viejo ahora, así que esto no me preocupa tanto.

¿Has sentido la dificultad de vivir esta soledad?

Sí, por supuesto.

En ciertos momentos de mi vida, fue muy claro. Y también es obvio que todo sacerdote se enamora de vez en cuando. La pregunta es cómo comportarse en este caso.

En primer lugar, uno debe tener la honestidad de reconocerlo a sí mismo, y luego actuar de tal manera que pueda continuar viviendo su sacerdocio.

Fuente Atrio

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“Las reformas posibles de Francisco”, por Nicolás Castellanos

Domingo, 9 de agosto de 2015
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papamultitud_560x280De su blog Hombres Nuevos:

Retomar y aplicar el Concilio Vaticano II, “coger al mundo en su carrera”

Yves Congar: “La labor reformadora nace del amor a la Iglesia”

¿Qué reformas debieran ahora impulsarse bajo la inspiración del Papa Francisco? Repaso y sugiero algunas de mayor calado. – Retomar y aplicar el Concilio Vaticano II: el retorno a las fuentes, la eclesiología de comunión, mayor énfasis en el protagonismo de los laicos, que la mujer pueda intervenir a la hora de tomar decisiones en la Iglesia.

– Recuperar la preocupación de Juan XXIII y el Concilio Vaticano II de dialogar con el mundo, “coger al mundo en su carrera”. Y en este diálogo con el mundo, hacer un discernimiento sobre los nuevos signos de los tiempos: la descentralización del poder, el ecumenismo, el diálogo interreligioso, la escasez de vocaciones sacerdotales, religiosas, de compromiso laical, servicio de la comunidad cristiana en el mundo moderno, ¿y de la parroquia, qué?

– Desde el Concilio Vaticano II tenemos pendiente responder a esta pregunta: ¿Iglesia, qué dices de Dios? La cuestión de Dios tiene que pasar a primer plano. Y la respuesta tiene que ser colegial desde toda la geografía eclesial.

– La Iglesia debe, en opinión de muchos, hacer una hermenéutica integral del kerigma cristiano, desde el logos de la modernidad.

– Desde el SUR estimo que un capítulo fundamental de la agenda pastoral y social del nuevo sucesor de Pedro tiene que ser la JUSTICIA EN EL MUNDO y el PROBLEMA PLANETARIO DE LA POBREZA, IGNOMINIA DE LA HUMANIDAD.

– Como pastor, al obispo de Roma le puede la Salus animarum”, que empieza con la promoción integral, desde ahora y desde aquí, de TODO el hombre y de TODAS las mujeres y hombres y culmina en el cielo.

– Como pastor bueno y samaritano se pregunta todas las noches: ¿Dónde van a dormir los pobres en esta excluyente civilización? Y no puede menos de reafirmar la opción preferencial por los pobres.

– Será crítico con la economía globalizada del mercado, con la violación de los derechos humanos y defensor del 75% de empobrecidos y excluidos. Todo esto exige ser audaz y valiente como María de Nazaret en el Magníficat.

Debe pesar más su densidad de pastor que la burocracia de la Curia imponiendo un poder centralizador. Se espera que sea el obispo de Roma, en colegialidad con todos los obispos del mundo, que también son sucesores de los apóstoles.

– Hoy, que se habla de la muerte de las utopías y el fin de la historia, es la gran oportunidad de presentar la oferta gratuita no impuesta de la utopía de Jesús, la mística del Evangelio, libro abierto a la vida, a la personalización y a la más exquisita humanización, alma de esta sociedad de tecnologías punta.

No puede faltar en su agenda promover un ecumenismo real desde las bases eclesiales y en la cúspide, en donde se dé un real diálogo de escucha, compartir y decidir juntos. El diálogo con las grandes religiones pueden servir de antídoto a algunos fundamentalismos reinantes.

Un papa libre, en fidelidad al Evangelio, en esta sociedad cambiante no puede acosar a los teólogos sino instaurar un diálogo y comunión dialéctica, entrañable, crítica y profética. Los jóvenes de hoy le piden que preste atención a los cambios radicales y permanentes de la sociedad para que no se desenganchen de la Iglesia.

En el inicio de su itinerario apostólico tras las huellas de Pedro sería bueno recordar aquel axioma del gran teólogo y cardenal, Y. Congar: “La labor reformadora nace del amor a la Iglesia”.

Nicolás Castellanos

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Proponen en México reformas para garantizar derechos de la comunidad lésbico-gay

Viernes, 9 de enero de 2015
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1124385Diputado indica que los derechos humanos de esa comunidad son violentados en el país

La mayoría de las personas que pertenecen a ese sector carecen de servicios de salud, asegura el legislador Ernesto Núñez

CIUDAD DE MÉXICO (03/ENE/2015).-  El legislador Ernesto Núñez Aguilar propuso reformar la Ley de Asistencia Social, con el propósito de garantizar la no discriminación y los derechos humanos de las personas lésbico, gay, bisexual, transgénero, transexual, travesti e intersexual.

El integrante de la Comisión de Seguridad Social de la Cámara de Diputados indicó que los derechos humanos de los miembros de esa comunidad son violentados de manera cotidiana en el país.

Citó que entre 2007 y 2012 se documentaron al menos 164 crímenes por homofobia en diversas partes del territorio nacional, lo que equivale a 20 por ciento de ese delito en América Latina.

Que la mayoría de las personas que pertenecen a ese sector carecen de servicios de salud, a pesar de que en muchos casos padecen enfermedades crónico-degenerativas como diabetes, hipertensión y VIH.

Un ejemplo, dijo, es el Distrito Federal, donde al menos 20 por ciento de la comunidad lésbico, gay, bisexual, transgénero, transexual, travesti e intersexual (LGBTTTI) presenta enfermedades de ese tipo.

Núñez Aguilar externó que la Constitución Política prohibe toda discriminación motivada por las preferencias sexuales o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas.

En ese sentido consideró necesario reformar el inciso II Bis del Artículo 4 y la fracción XIV del Artículo 12 de la Ley de Asistencia Social.

El diputado federal argumentó que con ello se daría asistencia social especializada y se garantizaría protección y plena integración al bienestar, en especial a quienes hayan sido víctimas de maltrato o abuso o privadas de su libertad.

De igual forma, a quienes estén en circunstancias de enfermedad terminal y en situación de tráfico de personas, pornografía, comercio y explotación sexual.

Además se contribuiría a disminuir los actos de violencia a causa de orientación sexual e identidad y de género, se aseguraría a las víctimas su debida protección judicial en condiciones de igualdad y que los responsables enfrenten las consecuencias ante la justicia.

El representante del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) abundó que se busca fortalecer la esfera jurídica de las personas, de manera independiente de su orientación sexual e identidad de género, haciendo explícita dicha integración para promover y reconocer sus derechos humanos, en particular el de asistencia social.

Remarcó que con su propuesta se pretende incentivar el cumplimiento y la cultura de los derechos humanos y mejorar el desempeño institucional, así como engrandecer la relación entre gobernantes y gobernados, para dar cauce y solución a las demandas sociales de la población.

Fuente Informador.mx

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