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En la Declaración de Pedro, aprendemos la verdadera definición de alianza

Lunes, 22 de abril de 2024

IMG_6977La reflexión de hoy es de  Sarah Cassidy colaboradora de Bondings 2.

Las lecturas litúrgicas de hoy para el Domingo III de Pascua  se pueden encontrar aquí.

El término “aliado” ha ganado popularidad en los últimos años, especialmente cuando se trata de igualdad LGBTQIA+. Con el aumento a nivel nacional de la legislación anti-LGBTQIA+, la necesidad de aliados fuertes y vocales es más importante que nunca. Pero ¿qué significa ser un verdadero aliado?

En la primera lectura litúrgica de esta semana, Pedro se presenta ante el Sanedrín, un antiguo organismo judicial judío. Imagínese en su posición. ¿Cómo te sentirías? ¿Nervioso, asustado, intimidado? Sé que todas estas emociones me atravesarían. Sin embargo, Pedro está “lleno del Espíritu Santo” y puede declarar firmemente su fe en Jesús frente a algunos de los miembros más altos de la sociedad. No duda ni tiene miedo.

En este momento de incertidumbre, la fe inquebrantable de Pedro en Jesús es admirable. Es fácil dar marcha atrás en tiempos de estrés, hacer temblar nuestros valores o simplemente seguir a la mayoría. Vemos esto en el activismo performativo moderno: activismo realizado para impulsar el capital social en lugar de apoyar genuinamente una causa. Muchas personas están dispuestas a sostener una bandera del Orgullo o publicar un mensaje pro-LGBTQIA+ en las redes sociales, pero cuando se trata de apoyar verdaderamente a las personas LGBTQIA+, muchas no lo logran. No todo el mundo está dispuesto a denunciar a un amigo homofóbico, proteger a una persona trans o no binaria de daños físicos o defender los derechos LGBTQIA+ en espacios políticos.

¿Qué pasaría si nuestra alianza y activismo fueran inquebrantables, como la creencia de Pedro en Jesús?

Me imagino un mundo donde todas las personas LGBTQIA+ se sientan amadas y apoyadas por al menos una persona en su vida. Este aliado tiene la fuerza no sólo de aceptar incondicionalmente al individuo LGBTQIA+, sino también de defenderlo activamente de un mundo homofóbico y transfóbico. Este amor no debería ser un privilegio. Debería ser un derecho humano.

Cuando pienso en mi propio viaje, agradezco a todas las personas que me han apoyado. Ni una sola vez me he sentido desagradable o indigno por mi carácter queer. Esta debería ser la experiencia de toda persona queer, pero en realidad soy uno de los afortunados. Estoy aquí porque tengo la suerte de estar rodeada de amigos y familiares que creen en la existencia LGBTQIA+.

Como individuos y como sociedad, debemos trabajar para convertirnos en mejores aliados, no solo haciendo más publicaciones en las redes sociales. Significa trabajar junto a la comunidad LGBTQIA+ a través de esfuerzos de organización y promoción. Significa presentarse en manifestaciones, denunciar verbalmente todas las formas de homofobia y transfobia y apoyar las iniciativas LGBTQIA+. Significa escuchar las necesidades de las personas LGBTQIA+ en lugar de hacer suposiciones y educarnos sobre la realidad de vivir en un mundo heteronormativo.

La alianza no solo debe incluir a quienes no forman parte de la comunidad LGBTQIA+, sino que también debe incluir a quienes forman parte de la comunidad. Aunque me identifico como queer, también me identifico como una mujer blanca, cisgénero y de clase media. Estas identidades privilegiadas me protegen del daño que sufren muchas otras personas queer, como las personas trans o de color. Por lo tanto, tengo el deber de usar mi poder de una manera que promueva los derechos de quienes enfrentan una marginación más profunda.

Mi esperanza es que todas las personas, incluyéndome a mí, tengan el coraje de ser como Pedro. Si somos capaces de abrazar el Espíritu Santo, hablar desde el corazón y proclamar con valentía la dignidad inherente de las personas LGBTQIA+, algún día seremos verdaderos aliados.

—Sarah Cassidy (ella), Ministerio New Ways, 21 de abril de 2024

Fuente New Ways Ministry

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“Va con nosotros”. 4º Pascua – B (Juan 10,11-18)

Domingo, 21 de abril de 2024

IMG_4141El símbolo de Jesús como pastor bueno produce hoy en algunos cristianos cierto fastidio. No queremos ser tratados como ovejas de un rebaño. No necesitamos a nadie que gobierne y controle nuestra vida. Queremos ser respetados. No necesitamos de ningún pastor.

No sentían así los primeros cristianos. La figura de Jesús, buen pastor, se convirtió muy pronto en la imagen más querida de Jesús. Ya en las catacumbas de Roma se le representa cargando sobre sus hombros a la oveja perdida. Nadie está pensando en Jesús como un pastor autoritario, dedicado a vigilar y controlar a sus seguidores, sino como un pastor bueno que cuida de sus ovejas.

El «pastor bueno» se preocupa de sus ovejas. Es su primer rasgo. No las abandona nunca. No las olvida. Vive pendiente de ellas. Está siempre atento a las más débiles o enfermas. No es como el pastor mercenario, que, cuando ve algún peligro, huye para salvar su vida, abandonando al rebaño: no le importan las ovejas.

Jesús había dejado un recuerdo imborrable. Los relatos evangélicos lo describen preocupado por los enfermos, los marginados, los pequeños, los más indefensos y olvidados, los más perdidos. No parece preocuparse de sí mismo. Siempre se le ve pensando en los demás. Le importan sobre todo los más desvalidos.

Pero hay algo más. «El pastor bueno da la vida por sus ovejas». Es el segundo rasgo. Hasta cinco veces repite el evangelio de Juan este lenguaje. El amor de Jesús a la gente no tiene límites. Ama a los demás más que a sí mismo. Ama a todos con amor de buen pastor, que no huye ante el peligro, sino que da su vida por salvar al rebaño.

Por eso, la imagen de Jesús, «pastor bueno», se convirtió muy pronto en un mensaje de consuelo y confianza para sus seguidores. Los cristianos aprendieron a dirigirse a Jesús con palabras tomadas del Salmo 22: «El Señor es mi pastor, nada me falta… aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo… Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida».

Los cristianos vivimos con frecuencia una relación bastante pobre con Jesús. Necesitamos conocer una experiencia más viva y entrañable. No creemos que él cuida de nosotros. Se nos olvida que podemos acudir a él cuando nos sentimos cansados y sin fuerzas, o perdidos y desorientados.

Una Iglesia formada por cristianos que se relacionan con un Jesús mal conocido, confesado solo de manera doctrinal, un Jesús lejano cuya voz no se escucha bien en las comunidades… corre el riesgo de olvidar a su Pastor. Pero ¿quién cuidará a la Iglesia si no es su Pastor?

José Antonio Pagola

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“El buen pastor da la vida por las ovejas”. Domingo 21 de abril de 2024. Domingo cuarto de Pascua

Domingo, 21 de abril de 2024

30-PascuaB4 cerezoLeído en Koinonia:

Hechos de los apóstoles 4,8-12: Ningún otro puede salvar.
Salmo responsorial: 117: La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.
1Juan 3,1-2: Veremos a Dios tal cual es.
Juan 10,11-18: El buen pastor da la vida por las ovejas

Con la palabra «pastor» se designaba en el Antiguo Oriente con frecuencia también a los reyes. Entre los egipcios, los reyes egipcios eran representados con los dos distintivos del pastor: el azote (o espantamoscas) y el cayado. Tanto en el arte de Mesopotamia como en el griego se encuentra la figura del pastor llevando a hombros un cordero; el dios griego Hermes fue representado llevando un carnero. Los cristianos utilizaron esta imagen para representar a Jesús, como buen pastor.

En el Antiguo Testamento Dios le encomienda a David la tarea de pastorear a su pueblo Israel (2Sam 5,2) y los príncipes del pueblo se comparan con frecuencias con pastores. Ezequiel contrapone los dirigentes de Israel -que se apacientan a sí mismos en lugar de apacentar a sus ovejas- con el Señor, como modelo de pastor: «Como sigue el pastor el rastro de su rebaño cuando las ovejas se le dispersan, así seguiré yo el rastro de mis ovejas y las libraré sacándolas de todos los lugares por donde se desperdigaron un día de oscuridad y nubarrones» (Ez 34,1-10.12).

El evangelista Juan presenta a Jesús como «buen pastor», o por dar una traducción más adecuada, como «modelo de pastor». El pastor modelo se define porque da su vida en función de las ovejas. Quien no ama a las ovejas hasta ese extremo no es buen pastor. El pastor aparece en el evangelio de hoy por oposición al asalariado o mercenario que apacienta a las ovejas por dinero; el asalariado cuando viene el peligro (lobo) deja que mueran las ovejas.

La relación del pastor-Jesús con las ovejas-pueblo es una relación personal y recíproca de conocimiento profundo e íntimo (conozco a las mías y ellas me conocen a mí). Conocer a Jesús significa experimentar su amor e identificarse con su persona y actividad. Esta relación de conocimiento-amor es tan profunda que Jesús la compara a la que existe entre él y el Padre, basada también en la comunidad de Espíritu, que crea la unidad de designio y de propósito.

Pero el rebaño de Jesús no se limita al pueblo de Israel, pues Jesús proclama que tiene otras ovejas que no son de ese recinto, palabra que designa el atrio del templo o, más ampliamente, a la institución judía, en la cual se han arrogado los puestos de poder unos individuos que carecen de todo derecho a ello y que son en realidad explotadores (ladrones) que usan de la violencia (bandidos) para someter al pueblo, manteniéndolo en un estado de miseria (cf. Jr 2,8; 23,1-4; Ez 34,2-10; Zac 11,4-17). Son esa gente que ha convertido la casa de su Padre en casa de negocios (Jn 2,16).

Él tiene otras ovejas que no son del pueblo de Israel, pues pertenecen al mundo pagano y ha venido para formar una nueva comunidad humana que no se limita ya a los judíos sino que se extiende a todos sin distinción de raza, credo o estatuto social.

Jesús, el modelo de pastor, demuestra que es el verdadero pastor porque entrega su vida por las ovejas. Ante su auditorio de dirigentes judíos (v. 19) que lo odian e intentan matarlo, Jesús afirma que es precisamente su prontitud para desafiar la muerte lo que hace manifestarse en él el amor del Padre.

Jesús se entrega a sí mismo y así se recobra, porque al darse él mismo hace suyo el dinamismo de amor del Padre y de esta manera realiza su condición de hijo, adquiriendo la plenitud del propio ser. La demostración continua de amor del Padre se realiza en la presencia y actividad incesante del Espíritu en Jesús y se manifiesta en su obrar.

Como Jesús, quien se da a sí mismo por amor no lo hace con la esperanza de recobrar la vida como premio a ese sacrificio (mérito), sino con la certeza de poderla tomar de nuevo, por la fuerza del amor mismo. Donde hay amor hasta el límite hay vida sin límite, pues el amor es fuerza de vida. Dar la vida significa creer hasta el fin en la verdad y potencia del amor.

Jesús afirma su absoluta libertad en su entrega. Nadie puede quitarle la vida, él la da por propia iniciativa. Indica así que, aunque sean las circunstancias históricas las que van a llevarlo a la muerte, eso puede suceder porque él ha hecho su opción de llegar hasta el fin.

El Padre, que ama a Jesús, le deja plena libertad; como Hijo, Jesús dispone de sus actos (Está en mi mano entregarla, etc.; cf. 3,35). La relación entre Jesús y el Padre no es de sumisión, sino de amor que identifica. El mandamiento del Padre no es una orden, sino un encargo; formula el designio común del Padre y Jesús, que nace de su comunión en el Espíritu (5,30). El evangelista utiliza el término “mandamiento” para oponerlo a los de la antigua Ley. Moisés recibió muchos (Éx 24,12; Dt 12,28, etc.), Jesús uno solo, el del amor hasta el extremo, el mismo que será propuesto a la humanidad (12,49; 13,34).

Y este pastor modelo -que es Jesús-, es también según Pedro en el libro de los Hechos, «la piedra que desecharon ustedes, los arquitectos y que se ha convertido en piedra angular» de la comunidad.

Queremos añadir una «nota crítica» para evitar un peligro que puede conllevar el comentario de la primera lectura de hoy. Es a respecto del famoso versículo Hch 4,12: «No hay bajo el cielo otro nombre que podamos invocar para ser salvos». Será una tentación fácil, para las personas de mentalidad más conservadora, enrumbar su reflexión o su homilía como el comentario a esa fórmula tan altisonante y absoluta. Probablemente no caerán en el exclusivismo eclesiocéntrico («fuera de la Iglesia no hay salvación»), pero tal vez caerán en el exclusivismo cristocéntrico («fuera de Cristo no hay salvación»), aunque sea por vía inclusiva («todos, aunque no lo sepan siquiera, se salvan por Cristo»). Es el mensaje de muchos fundamentalistas cristianos: «¡Sólo Jesús salval! ¡No hay salvación fuera de Jesús!». Tal fundamentalismo estaría justificado «literalmente» desde la misma Palabra de Dios…

J.A.T. Robinson (Truth is Two-eyed, The Westminster Press, Filadelfia 1979, 105) piensa que la interpretación exclusivista del texto (Hch 4,12) es engañosa. «Lo cierto -dice- es que el término ‘salvarse’ (y ‘salvación’) es el mismo que se usa tres versículos antes (4,9) al hablar del ‘enfermo’ que ha sido ‘curado’. El contexto no es el de la comparación de las religiones, sino el del carácter curativo de la fe. El problema es ‘con qué poder’ el cojo ha logrado ‘curarse completamente’ (3,16). ¿Ha sido por algún poder innato, por la piedad de los apóstoles (3,12) o ‘en nombre de Jesús’, que es quien suscita la fe (3,16)?». Ésas son las alternativas que el texto tiene en mente, el contexto del que no se puede sacar la frase. La conclusión es que el versículo en cuestión no puede tomarse como base para justificar el exclusivismo religioso universal (frente a todas las religiones). El lenguaje que allí se está utilizando es un lenguaje «confesional» hacia Cristo y su acción sanadora, y no se le puede hacer decir nada respecto a la no validez de las otras religiones del mundo, en las que ni de lejos podía pensar la comunidad.

Así como «sería monstruoso seguir dando por válido hoy día el axioma «extra Ecclesiam nulla salus»» (Torres Queiruga, El diálogo de Religiones, pág. 7), hay que plantearse igualmente la superación de las fórmulas cristológicamente exclusivistas (que normalmente llamamos inclusivistas). «Ya no cabe hablar sin matices o reservas de simple «cristocentrismo». Frases como «no existe conocimiento de Dios sino en Jesucristo», pueden tener sentido en un lenguaje interno, de naturaleza inmediatamente «confesante»(18); pero, en rigor, deben ser desterradas, no sólo por ser psicológicamente ofensivas para los demás, sino por ser objetivamente falsas, pues implican la negación de toda verdad en las demás religiones, incluido el AT. El centro último y decisivo para todos -como, por lo demás, sucedía para el mismo Jesús- radica en Dios». (Torres Queiruga, Cristianismo y religiones: inreligionación y cristianismo asimétrico, «Sal Terrae» 997[enero 1997]3-19; RELaT 241: servicioskoinonia.org/relat/241.htm). Mucho cuidado pues con los fervores exclusivistas cristocéntricos, dignos de mejor causa. Leer más…

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Sal 23/22. El Señor es mi Pastor (יהוה רעי). Buen Pastor, sacerdote frente a mis enemigos (Dom 4 Pascua)

Domingo, 21 de abril de 2024

IMG_4222Del blog de Xabier Pikaza:

Este breve salmo, atribuido lógicamente a David, pastor y rey, a quien la tradición atribuye el orden sagrado del templo de Jerusalén,  desarrolla dos motivos básicos  de vida de Israel, conectados entre sí de un modo histórico y religioso.

(a) 23, 1-4. Yahvé es pastor de estepa y monte, que protege, guía y alimenta a su rebaño (pueblo, orante) por caminos fuertes, peligrosos, de trashumancia y riesgo, desde el principio de los tiempos, cuando los israelitas eran patriarcas trashumantes, pastores de estepa

(b) 23, 5-6. El mismo Yahvé aparece después como Dios/Señor/sacerdote de templo,  (casa de oración y vida, nueva Jerusalén) donde unge al orante y le ofrece una mesa de misericordia, en la que podrá mantenerse por siempre como triunfador

(c) En una mesa frente a enemigos… Mesa para  comer y beber, mesa para  vivir y esperar, pero frente a enemigos, en el centro de una lucha final. ¿Siempre luchando para comer? ¿Teniendo que matar a otros para comer yo? ¿Matando a todos los malos para quedar sólo los buenos? ¿Convirtiendo la lucha en principio de reconciliación superior?¿Cómo entender aquí la canción del pastorcito de Juan de la Cruz? Texto tomado de mi comentario a Salmos

Origen

            Es posible que este salmo sea la oración de un “devoto”, un creyente (un sacerdote), a quien han acusado sus enemigos, persiguiéndole  y queriendo expulsarle del culto de los fieles del templo; pero se ha defendido, ha triunfado, y puede mantenerse en el santuario, confesando a Yahvé como su Dios, tanto en su entorno anterior de trashumancia (como oveja de un rebaño protegido por Dios), como en su contexto posterior (actual) de presencia y culto en el templo. Pero lo esencial es que este salmo evoca, de modo muy intenso, el arco histórico de la identidad israelita, en sus dos momentos fundamentales… que nos sitúan ante un tercero::

(a) Prehistoria: Tiempo de pastores, lucha contra fieras, en medio de duras quebradas.  En principio, el orante se identifica como “oveja” de un rebaño guiado y defendido por Dios, no sólo en la etapa de los patriarcas (Jacob pastor, con Abraham…), sino a lo largo de los tiempos de trashumancia por zonas de estepa y desierto, desde la salida de Egipto hasta su establecimiento en torno a Jerusalén. De pastores de campo y de riesgo venimos, de cazadores, pescadores, entre riesgos de un mundo duro, en el que hemos logrado avanzar….

(b) Historia, tiempo de templo, comer frente a enemigos… Lucha entre hombres/pueblos por la comida del templo.  Superando el tiempo anterior de pastores de estepa, nómadas y trans-humantes de vida, luchando contra animales fieros y riesgos de mar y montaña, guiados por un Dios de la vida, este salmo nos sitúa ante la comunidad de creyentes, reunidos de un modo sacral en torno al templo de Jerusalén, donde Dios mismo aparece como “anfitrión”, en la casa sagrada que acoge a sus devotos, les unge, les llena de gloria y les “alimenta”, de forma que ellos pasan de ser ovejas de su rebaño (cf. Is 40, 11; Ez 34, 21-22; Sal 95,7) y huéspedes y amigos de su casa… Una casa de Dios pero enfrentados unos con otros (es decir, con enemigos…).

(c) ¿Habrá un tiempo nuevo?  Ya no somos pastores de ovejas, en medio de tierras quebradas, entre lobos… somo orantes de “templo”, en la casa de un Dios que nos ofrece su protección y comida, pero enfrentados unos con otros… ¿Habrá futuro para nosotros? Habrá un Dios de vida y redención, reconciliación para el nuevo tiempo? En ese contexto resuena atronadora y suavísima la canción del pastorcico de Juan de la Cruz.

Salmo de cambio de tiempos. Invitación a un futuro distinto

Este paso de la religión trashumante del Yahvé pastor y su rebaño a la religión establecida del Yahvé del templo con sus fieles, que comparten la mesa y oración (y que más tarde el libro de la Ley), constituye la clave de la historia de Israel, y aparece aquí resumida en esta espléndida oración, que, en su forma final,  no es ya propia de un Rey como David (aunque se le puede aplicar la primera parte), ni de unos sacerdotes, gestores del culto del pueblo (aunque también se les puede aplicar la segunda parte), sino de un creyente, que se defiende y eleva como representante o portavoz de la historia israelita.

            Pero el problema no es ya lo que ahora somos y tenemos en un templo de vida…. Protegidos por Dios… El problemas es si podremos ser en el futuro, si podremos superar la tensión de vivir “en frente” (en contra) de enemigos… El tema es la llegada del tercer reino de la humanidad reconciliada.

            Cambian de un momento a otro los “peligros”, vinculados primero con el tiempo de pastoreo con riesgos concretos de carencia y peligros de campo  (falta de agua, de pastos, de oscuros caminos, de fieras o bandidos…) y después con el tiempo del templo, con enemigos humanos, que se sientan o vigilan al otro lado de la mesa del orante, acechándole siempre. Pero la defensa de Yahvé (su presencia protectora) es siempre la misma en un momento y el otro, de forma que el salmista original o los que repiten y asumen su canto en el templo o en la liturgia particular de las comunidad, pueden habitar tranquilos (23,5), libres de temor, porque el Dios pastor y anfitrión (amigos) va con ellos y les acompaña.

1 (Salmo de David).

Yahvé es mi pastor, nada me falta:

  1. 2 en verdes praderas me hace recostar; | me conduce hacia fuentes tranquilas
  2. 3 y repara mis fuerzas; | me guía por el sendero justo, | por el honor de su nombre.
  3. 4 Aunque camine por cañadas oscuras, | nada temo, porque tú vas conmigo:
  4. tu vara y tu cayado me defienden.

 Preparas una mesa ante mí, frente a mis enemigos;

  1. me unges la cabeza con perfume, | y mi copa rebosa.
  2. Bondad y tu misericordia me acompañan | todos los días de mi vida,
  3. Y  habitaré en la casa Yahvé | por años sin término
  4. En frente de mis enemigos

Éste salmo tiene, como he dicho, dos partes principales (Yahvé-Pastor, Yahvé rey sagrado de Templo) que van unidas de un modo inseparable, como es normal en otros salmos. Entre el pasado de los patriarcas-pastores y el presente de los devotos del templo queda un largo transcurso de historia simbólica (conquista de la tierra, monarquía de Jerusalén, quizá exilio…), que el salmo no necesita precisar, pasando como hace la etapa de pastores (promesa) a la etapa de fieles/levitas de un templo.

La imagen primera es de “pastores”, un símbolo  imagen que ha seguido vive en el mundo rural hasta tiempos muy recientes: La humanidad logró una madurez antes impensable cuando logró domesticar algunos animales (cf. Sal 8; Gen 2), de forma que, en vez de ser cazador fortuito de venados silvestres, se convirtió en pastor de animales domésticos (perros y caballos, vacas, ovejas…) a los que cuidaba y guiaba, para mantenerse de ellos. Éste fue un proceso doble, que está en el fondo de la “historia simbólica” de Gen 2:

Los hombres domesticaron animales, les pusieron nombres, vivieron en torno a ellos, los ofrecieron como sacrificio a Dios (a los dioses)… Sin animales domésticos, especialmente ovejas y cabras, perros y caballos no habrían subsistido sobre el mundo.

Por su parte, los animales (perros, ovejas, caballos…) domesticaron a los hombres… les ofrecieron un espacio de vida propia, d e humanidad…

Pero el gran salto se produjo cuando unos seres humanos crearon lazos de palabra-amor especial entre sí, varones y mujeres, antes el Dios de la palabra y de la vida, como sigue contando Gen 3, con los valores y riesgos que eso implica.

 Resulta esencial este recuerdo   de los israelitas posteriores, que seguían identificándose más con los pastores patriarcas nómadas (trashumantes) que con los agricultores sedentarios, simbolizados por los pueblos paganos cananeos. De esa forma pasa el salmo del recuerdo antiguo de los “jeques” pastores (patriarcas) a los fieles sedentarios del templo.

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PRIMER REINO. YAHVÉ, TÚ ERES MI PASTOR (23, 1-4).

No dice eres mi Rey, mi Padre o Sacerdote, sino mi Pastor, Ro’i (יהוה רעי לא אחס, El Señor es mi pastor, nada me falta) con acento de intensificación sobre la palabra hebrea, como para indicar que su vida (la vida de la humanidad) ha podido surgir y se ha desarrollado a través de una presencia gratuita, bondadosa y fuerte de Dios, como pastor que “domestica” a las ovejas, las guía, las protege… Eso significa que el hombre es un animal “domesticado”, educado por Dios, por una presencia superior de vida, a quien se conoce con el nombre de Yahvé (el que vive, hace vivir).

Actualmente, siglo XXI, al menos en el mundo occidental, esta imagen se nos ha hecho difícil de entender y de aceptar: No nos sentimos bien si alguien nos guía, no somos “animales domésticos”, dependientes de un Dios exterior, sino dueños y gestores de la propia vida, sin necesidad de “pastores”. En un plano, ese nuevo sentimiento de libertad es bueno, y este mismo salmo lo ratifica al final. Pero en otro sentido, la visión del “Dios pastor”, vinculado a nuestra propia identidad de “rebaño de hombres libres”, sigue siendo necesaria: Nuestro despliegue en la vida ha sido un prodigio, la mayor de las maravillas de la tierra; la humanidad ha surgido por obra especial de una Presencia y Guía que podemos comparar con la del pastor, que nos ha hecho capaces de tener lo que tenemos, que nada nos falte.

            Las notas principales de la presencia y obra de este Pastor divino son tradicionales y apenas necesitan comentario, teniendo en cuenta las condiciones del pastoreo trashumante antiguo, en una tierra de estepas semidesérticas, como las del entorno de Israel: Con la ayuda del Dios-Pastor, con su presencia educadora, el hombre ha sido capaz de encontrar verdes praderas y tranquilas fuentes,  en medio de una tierra calcinada,  reparando su cansancio y superando  los peligros, a través de “senderos justos”.

            Esta última expresión se puede y debe entender de dos maneras. (a) Los hombres han recorrido senderos “rectos”, esto es, apropiados, que les han llevado a la supervivencia física. (b) Pero también han recorrido caminos de “justicia”, en un sentido social y religioso, pues de otra manera ellos habrían perecido todos, víctimas de la violencia universal. Desde ese fondo se entienden las dos frases fundamentales.

 – Aunque camine por cañadas oscuras (de oscuridad de muerte) nada temo, porque tú vas conmigo (ydI_M'[i hT’îa;-yKi); este Dios-presencia, en medio del riesgo de muerte de la vida humana, define y sostiene la su existencia. El hombre ha sido y sigue siendo un viviente acompañado, bordeando sin cesar el riesgo de la muerte-oscura que le rodea y amenaza. Un camino por la oscuridad rodeada de muerte, pero abierta a la Vida es la existencia humana.

Porque tu vara y cayado me sosiegan-defienden; la vara es un tipo de “cetro” de orientación y mando (propio incluso de reyes); el cayado es más bien un bastón defensivo, que podía llevar punta de hierro, para luchar contra las fieras y contra posibles enemigos.

 Según esto, la vida de los grupos humanos y de las personas en particular ha sido un “milagro” de educación (maduración, crecimiento) que el salmista atribuye a la presencia de Dios, como Pastor y guía. En un sentido, el hombre es dueño de sí (capaz de defenderse); pero, al mismo tiempo, su vida ha sido y sigue siendo resultado de una presencia superior. El hombre es porque Yahvé (el que es), siendo su presencia y providencia activa, le ha hecho surgir y le mantiene en vida.

  1. SEGUNDO REINO. HABITAR EN LA CASA DE YAHVÉ (23, 5-6).

Como he dicho, el salmista da un gran salto, para situarse en el lugar en que ahora se encuentra (al menos simbólicamente): Ante la mesa que el mismo Yahvé le ha preparado en su casa. No camina ya buscando descanso de agua y sombra, en medio de duros senderos de muerte, sino que puede sentarse y se sienta ante la mesa de Dios, hasta saciarse sin fin. Su bienaventuranza no se expresa aquí en forma de visión (contemplar a Dios, cara a cara…), sino de banquete (comer siempre en la casa de Dios).

El mismo Dios-Pastor se vuelve así anfitrión, quizá mejor de Amigo, que acoge a los amigos en su casa, ofreciéndoles alimento, como ha sabido la tradición antigua (la carne de los sacrificios que se comen en el templo es “carne de Dios”) y más tarde el cristianismo (que ha interpretado el pan y vino eucarístico como cuerpo y sangre de Cristo, Dios encarnado). Es evidente que estas afirmaciones, como las que forman parte del “misterio” religioso han de tomarse “simbólicamente”, no para indicar que no son verdaderas, sino para afirmar que lo son de un modo más alto.

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Pasado, presente y futuro. Domingo 4º de Pascua. Ciclo B

Domingo, 21 de abril de 2024

buenpastor6Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

En los domingos anteriores se han recordado diversas apariciones de Jesús resucitado. A partir de este domingo, y hasta la Ascensión, las lecturas del evangelio, tomadas siempre del evangelio de Juan, se centrarán en diversos aspectos de la relación entre Jesús y el cristiano: buen pastor, vid y sarmientos, mandamiento nuevo, oración sacerdotal.

No es fácil encontrar una relación entre las tres lecturas de hoy porque se usan imágenes muy distintas: Piedra angular para hablar de Jesús (1ª lectura); Padre e hijos para hablar de Dios y nosotros (2ª lectura); pastor y rebaño, para hablar de Jesús y nosotros (evangelio). Buscando una relación entre ellas la vería en el ritmo del tiempo (pasado, presente y futuro) de Jesús y de nosotros.

Pasado y presente de Jesús (Hechos 4,8-12)

Se supone conocido el relato anterior. Pedro y Juan suben al templo para la oración de media tarde y en la puerta Hermosa encuentran tendido a un lisiado que les pide limosna. Pedro lo agarra de la mano derecha, lo levanta y lo cura. Ante el asombro del pueblo, Pedro pronuncia un discurso en el que atribuye la curación a Jesús (este discurso se leyó en parte el domingo pasado, 3º del ciclo B). Los sacerdotes, el comisario del templo y los saduceos, se irritan al escuchar sus palabras y al día siguiente los convocan ante el Consejo y los interrogan. La respuesta de Pedro es la siguiente:

En aquellos días, lleno de Espíritu Santo, Pedro dijo:

-Jefes del pueblo y ancianos: Porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre; quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido el Nombre de Jesucristo el Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por este Nombre, se presenta este sano ante vosotros. Él es “la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular”; no hay salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos.

Para un judío, el nombre equivale a la persona. El nombre de Jesús es Jesús. En estas pocas palabras se resume su pasado y su presente. El pasado ofrece una imagen de Jesús totalmente pasiva: no se recuerda su predicación ni sus milagros. Solo se cuenta lo que hicieron con él las autoridades judías y Dios. Las autoridades lo rechazaron y crucificaron; Dios los resucitó y convirtió en piedra angular. De esto se deduce su situación presente: él es quien ha curado al paralítico y el único que puede salvarnos a todos nosotros.

Presente y futuro del cristiano (1 Juan 3, 1-2) 

Queridos hermanos: Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no lo conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.

La 1ª lectura hablaba del pasado y el presente de Jesús. Esta 2ª habla de nuestro presente y nuestro futuro. El presente: somos hijos de Dios. El futuro: seremos semejantes a Dios. Cuando nace un niño siempre se buscan parecidos con el padre, la madre y otros miembros de la familia. Para el autor de la carta, nuestra semejanza con Dios no es algo que se perciba ya desde ahora; se manifestará en el futuro, cuando veamos a Dios cara a cara. Pero eso no impide que seamos ya realmente hijos de Dios. Lástima que esto no se valore. Si fuéramos hijos de un deportista famoso o de un cantante de moda, todos querrían hacerse una foto con nosotros.

Pasado y futuro de Jesús (Juan 10, 11-18)

En aquel tiempo, dijo Jesús: «Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo las roba y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.

Yo soy el Buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo Pastor.

Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre».»

La imagen del pastor era frecuente en el Antiguo Oriente para referirse al rey: simbolizaba la relación correcta con sus súbditos, que no debía ser despótica sino preocupada por su bienestar. Jesús se la aplica, pero llegando a un extremo que no se da entre los pastores: da la vida por sus ovejas. Es cierto que un pastor, a diferencia del asalariado, está dispuesto a luchar con el lobo para defender al rebaño. Pero no es normal que esté dispuesto a morir por sus ovejas. A tanto no llega. Jesús, en cambio, ve así su misión: dar la vida por ellas. No lo hace por obligación, forzado, sino libremente. Sabiendo que esa vida que entrega la podrá recuperar. Y esto tampoco puede hacerlo un pastor normal y corriente. Aunque el evangelio hable de Jesús como “el buen pastor” debería haber dicho: bueno y excepcional.

Este pasaje del evangelio concede también especial importancia al futuro de Jesús: a su labor con respecto a otras ovejas, a las que debe buscar para que haya un solo rebaño y un solo pastor. Es una referencia a las comunidades cristianas que se irían formando en países paganos y a todos nosotros.

Reflexión final

Relacionando las tres lecturas, Jesús, buen pastor nos ha salvado y nos ha conseguido el ser hijos de Dios. A nosotros nos corresponde escuchar su voz y agradecerle el don que nos ha hecho.

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4º Domingo de Pascua. 21 Abril, 2024

Domingo, 21 de abril de 2024

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Conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí…”

(Jn 10, 11-18)

Hoy nos encontramos con el buen pastor. No un buen pastor, sino el Buen Pastor por excelencia, el que da su vida por las ovejas.

Bien… Aquí vemos a Jesús poniendo un ejemplo para describirse a sí mismo. ¿Qué ocurre? Que ese ejemplo es muy válido para la gente que lo seguía, pero para nosotras no tanto. Vivimos en otro tiempo, otro lugar y otra cultura. No es de extrañar que nos perdamos algo de lo que nos quiere decir Jesús.

Seguramente te haya pasado alguna vez que estando en oración, o incluso en algún momento de la jornada, te “haya venido” alguna idea o ejemplo sobre el evangelio que no te estaba diciendo gran cosa, y de repente, como que lo ves todo más claro. No se trata de que seas una iluminada sino de que Dios nos conoce perfectamente, mucho mejor que nosotras mismas, y sabe qué necesitamos, qué no entendemos, qué andamos “rumiando” en nuestro corazón… nos conoce como el buen pastor a sus ovejas, a cada una de ellas.

Una vez orando este evangelio, mi pensamiento se llenó de un “¡qué poco me estás diciendo, Señor!” y un rato despues me vino un recuerdo, mejor dicho, Dios me puso delante un recuerdo, un sentimiento, este ejemplo. Las primeras veces que mi hermana y yo nos quedábamos solas en casa, nos daba miedo que alguien llamara al timbre y, además de no abrir, llegábamos incluso a quedarnos muy quietas y contener la respiración para que “alguien” no nos oyera (como si la puerta fuera transparente). Realmente nos agarrotábamos. Pero, todo cambiaba, cuando oíamos en la escalera la voz de José, el portero de nuestro bloque. Era un hombre muy servicial, atento, entrañable, fiable… en fin; cuando estábamos solas en casa nos alegraba y tranquilizaba mucho oír, y con ello saber, que él andaba por la escalera, velando por los vecinos, especialmente, por la chiquillería del portal y los señores mayores que vivían solos.

Si haces un poco de memoria, seguramente reconozcas a Jesús como el Buen Pastor, en más de una persona que te haya acompañado o esté acompañando en tu vida. Tráelas al corazón con agradecimiento.

Oración

Trinidad Santa, abre nuestra escucha a tu voz. A tu silbido de Buen Pastor.

Amén.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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Jesús es modelo de oveja que va delante guiándonos.

Domingo, 21 de abril de 2024

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Jn 10,11-18

Se acabaron los relatos de apariciones, pero sigue el lenguaje simbólico. Los textos simbólicos son los más propicios para hablar de la trascendencia, pero también son los más propensos a la manipulación. Basta con que no hagamos el esfuerzo de comprensión que requieren y nos quedemos en la literalidad. Mientras más profunda es la enseñanza que pretenden transmitir, más difícil es ponerse en la piel del que escribe. Todo lenguaje sobre las realidades trascendentes tiene que ser simbólico si no quiere ser idolátrico.

Este texto está enmarcado en un contexto más amplio de polémica entre Jesús y los fariseos, después de la curación del ciego de nacimiento. Quien no entra por la puerta es ladrón y bandido. Quien no es dueño de las ovejas, sino asalariado, no está dispuesto a dar la vida por ellas. No se trata de una propuesta anodina sino de una denuncia en toda regla. Todo poder que no se pone al servicio de los demás es contrario a Dios. Hemos abandonado los relatos pascuales, pero no nos salimos del tema pascual, la Vida.

No es verosímil que Jesús se declarara pastor de nadie. Este evangelio se escribió setenta años después de morir Jesús y nos cuenta, no lo que dijo, sino lo que aquellos cristianos pensaban de Jesús. Ellos sí se sentían dirigidos por Jesús e intentaban seguir sus directrices. En el AT el título se aplicaba a Dios o a los dirigentes. En tiempo de Jesús, el pastor era, casi siempre, el dueño de un pequeño número de ovejas, a las que cuidaba como si fueran miembros de la familia, incluso, cobijándolas bajo el mismo techo, llamándolas por su nombre propio. De ellas dependía el sustento de la familia.

El pastor modelo está en contraposición con el mercenario. El pastor, que es dueño de las ovejas, actúa por amor y no le importa arriesgar su propia persona para defenderlas de cualquier peligro. El mercenario actúa por dinero, las ovejas le traen sin cuidado. En (4 Esd 5,18) dice: “No nos abandones como pastor a su rebaño en poder de lobos dañinos”. La figura del lobo está en paralelo con la del ladrón y bandido, que arrebata y dispersa. Precisamente lo contrario de lo que hace Jesús, reunir las ovejas dispersas (Jn 11,52).

La imagen del pastor fue muy utilizada en el AT. Se aplicó a los dirigentes, muchas veces para llamar la atención de que no cumplían con su deber. Se aplicó al mismo Dios que, cansado de los malos pastores, terminaría por apacentar Él mismo a su rebaño. La única idea original de Jn es la de dar la vida por las ovejas. Seguramente es una interpretación de la vida y muerte de Jesús como servicio a los hombres. No se trata de un discurso de Jesús, sino de una manera de transmitir lo que aquellos cristianos pensaban sobre él.

Yo soy el ‘buen’ pastor. No se trata de resaltar el carácter de bondad o dulzura. La traducción oficial devalúa la expresión. “Bueno” en griego, sería (agathos). (Kalos) significa bello, ideal, excelente, único en su género. Denota perfección suma. No se dice solo de las personas (el vino en la boda de Caná (2,10). Pastores “buenos”, puede haber muchos. Pastor ideal solo puede haber uno. El tomar el evangelio que acabamos de oír como excusa para hablar de los obispos y de los sacerdotes no tiene ni pies ni cabeza. La tarea de los dirigentes no tiene nada que ver con lo que nos quiere decir el evangelio.

El buen pastor se entrega él mismo por las ovejas. La vida (psukhên) se identifica con la persona. En griego existen tres palabras para designar vida: “bios”, “zoê”) y “psukhê”. No significan lo mismo, y por eso pueden causar confusión. Psukhên significa persona, es decir, capacidad de sentimientos y afectos. “Tithesin” no significa dar, sino poner, o mejor, exponer, arriesgar. Como pastor excelente, Jesús pone su persona al servicio de los demás durante toda la vida. Jesús vive y se desvive por los demás.

Desvivirse: Mostrar incesante y vivo interés, solicitud o amor por una persona (DRAE). Es exactamente lo que quiere decir aquí Juan de Jesús. La entrega de la vida física es la manifestación extrema de su continua entrega durante toda su vida. Quien no ama hasta dar la vida no es auténtico pastor. El máximo don de sí es la comunica­ción plena de lo que él es. No se trata de que, por su muerte, se nos conceda algo venido de fuera. Se trata de que su vida, puesta al servicio de todos, prende y se desarrolla en nosotros.

Conozco a las mías y las mías me conocen.  No se trata de un conocimiento a través de los sentidos o de la razón. En el AT el conocimiento y el amor van siempre juntos. Ese conocimiento mutuo es una relación íntima, por la participa­ción del Espíritu. Esta reciprocidad nos lanza a años luz de la simple imagen de oveja y pastor. Este mutuo conocimiento-a­mor, lo compara con el que existe entre Jesús y el Padre. La comunidad de Jesús no es una filiación externa, sino una experiencia-vivencia de amor.

Tengo otras ovejas que no son de este atrio. Sitúa Juan su evangelio en el amplio contexto de la creación. De ahí deduce la visión universalista de la misión de Jesús. Los supuestos privilegios del pueblo de Israel, desaparecen. Ya en el prólogo habla de la “luz que ilumina a todo hombre”. Nada que ver con creernos elegidos o pensar en un Dios propiedad exclusiva nuestra. Todas las religiones han caído en esa trampa; la nuestra ha sido la más exagerada en esa reivindicación de una exclusividad de Dios.

Un solo rebaño, un solo pastor. La ausencia de conjunción “y” o preposición “con“, entre los dos términos, indica que la relación entre Jesús y el rebaño no es de yuxtaposición ni de compañía. Jesús, como fuente de Vida, es el aglutinante que constituye la comunidad como tal. No puede ser encerrada en institución alguna. Su base es la naturaleza del hombre acabado por el Espíritu que da cohesión interior. Jesús no ha creado un corral donde meter sus ovejas; todos los hombres forman parte de su rebaño.

El dar Vida empalma con el tiempo de Pascua, porque la experiencia pascual es que Jesús les comunica Vida. Nosotros tenemos la posibilidad de hacer nuestra esa Vida. Se trata de la misma Vida de Dios. “El Padre que vive me ha enviado y yo vivo por el Padre; del mismo modo el que me come vivirá por mí“. El que me come, quiere decir el que me hace suyo, el que se identifica con mi manera de ser, de pensar, de actuar, de vivir. Si Jesús es pan de Vida, no es porque lo comemos sino porque nos dejamos comer.

En la medida que cada uno de nosotros hayamos hecho nuestra esa Vida, estaremos dispuestos a desvivirnos por los demás. El salir de sí mismo e ir a los demás, para potenciar sus Vidas, no depende de las circunstancias; es un movimiento que tiene su origen es esa misma Vida. El amor que nos pidió Jesús está reñido con cualquier clase de acepción de personas. No estamos acostumbrados a tener este detalle en cuenta, y así creemos que es amor lo que no es más que recíproco interés o simpatía visceral.

 Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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El Buen Pastor.

Domingo, 21 de abril de 2024

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Juan 10, 11-18

«Yo soy un buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí»

La figura del buen pastor ha inspirado a pintores y poetas durante siglos, pero quizás en este momento haya perdido parte de su significado. Dada nuestra mentalidad, nos resulta difícil concebirnos como un rebaño pastoreado por alguien en detrimento de nuestra libertad (aunque ése no sea el sentido del texto). En cualquier caso, esta expresión usada por Juan me interpela y me da pie a plantearme una pregunta que para mí importante: ¿Qué es Jesús para mí?…

En primer lugar, es el soporte de mi existencia. Corremos el riesgo de pensar que somos unos seres arrojados a este mundo sin otro propósito que deambular por la vida hasta que la muerte nos devuelva a la nada de la que procedemos, y Jesús nos dice que no; que detrás de todo esto está Dios. Pero no se limita a ello, sino que nos dice, además, cómo es Dios; que Dios no es un arcano inaccesible; que Dios es Abbá, que nos ama, nos hace el regalo de la Palabra y nos alienta con su Espíritu. Y no sólo lo dice, sino que en Jesús, un ser humano como nosotros, hemos podido ver a Dios.

Es también mi referencia vital. Somos propensos a entusiasmarnos con lo que no merece la pena, a optar por lo que no nos conviene; por lo que estropea nuestra vida, y Jesús nos muestra el camino para vivirla de verdad, para no echarla a perder. Y ese camino pasa por convertirnos en servidores, por perdonar siempre a los que nos ofenden, por ser misericordiosos, por compadecer a los que sufren, por conformarnos con poco, por compartir con los que no tienen; por trabajar por la paz y la justicia… En definitiva, por no tratar de hacer de este mundo una morada definitiva, sino el camino que nos dirige a nuestro destino.

Jesús es también el sentido de mi vida. Jesús nos invita a comprometernos con una misión capaz de llenar la vida de cualquiera que se tome en serio esa invitación, y esa misión es trabajar por el Reino; es decir, tomar parte en el proyecto de Dios; estar en las cosas de nuestro Padre. No se entiende el mundo si no está encaminado a un fin, y ese fin no puede ser otro que una humanidad en plenitud. La buena Noticia es que Dios ha querido hacer de nosotros (sus hijos) colaboradores necesarios de su obra.

Es finalmente quien mantiene viva mi esperanza de trascender a la muerte. Vemos que en este mundo todo muere y desaparece, y la lógica nos mueve a extender a nosotros ese destino inexorable. «Venimos de la nada de antes y vamos a la nada de después», decía Heidegger haciendo gala de un gran dominio de la lógica humana. Pero Jesús nos ha mostrado que no; que hay más vida tras la muerte; que nuestro destino es Vivir…

Jesús es para mí soporte, referencia, sentido y esperanza… un excelente pastor.

Miguel Ángel Munárriz Casajús 

Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo sobre este evangelio, pinche aquí

Fuente Fe Adulta

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¿Conocemos al pastor o declamamos sus mandamientos?

Domingo, 21 de abril de 2024

images-5DOMINGO 4º PASCUA (B)

Jn 10, 11-18

¿Me siento una persona buscada, amada y cuidada por este “Buen Pastor”?

Jesús resucitado vive entre nosotrosEste es el mensaje que venimos repitiendo cada domingo de Pascua. Hasta ahora se nos ha dicho mediante los textos del sepulcro vacio o los de las apariciones, testimonios ambos de esa experiencia que cambió la vida de sus seguidores/as y los reunió en Iglesia. Hoy da un paso más, no nos habla solo de ese primer encuentro, sorprendente, con el Resucitado, en el huerto, en Tiberíades, en el cenáculo… Hoy nos anuncia que esta presencia de Jesús vivo a nuestro lado es continua, definitiva, como la del pastor con sus ovejas.

La imagen del pastor que socialmente puede quedarnos un poco lejana, también puede suscitar, en muchos de nosotros, más que una reflexión, un sentimiento entrañable, sentirnos amados, cuidados, protegidos…  Sabemos que desde los comienzos de la Iglesia es la imagen más querida y representada de Jesús. Ya en las catacumbas, ese pastor que carga sobre sus hombros una oveja es el consuelo y la fuerza para aquellos primeros hermanos y hermanas que se sienten perseguidos y amenazados. Muchos de ellos recordaban la imagen del “pastor” para referirse a Dios leída tantas veces en el A. T., como el único que guía y protege a su pueblo.

Os invito a acercaros a acoger este texto desde dos claves:

1ª  Intentar descubrir desde el corazón a este Buen Pastor

Recordemos cómo describen los evangelios en distintos momentos la imagen del pastor referida a Jesús: el que conoce a las ovejas, camina con ellas, las llama por su nombre, las guía hacia buenos pastos, las defiende en sus peligros…. En el texto de hoy la comunidad de Juan la contrapone a la del “asalariado”. Ser pastor no es un oficio es una forma de ser, de vivir y de relacionarse con las ovejas. Es la forma de ser y vivir que han visto en Jesús, que ha impresionado a sus seguidores. Le recuerdan pendiente del pobre, del ciego, de la mujer condenada, de los niños, de tantos enfermos… Nunca preocupado de sí mismo. Una forma de ser y vivir que se resume en ese estar dispuesto a jugarse la vida, a arriesgar su vida por los demás, a los que llama “sus ovejas”, que le importan hasta tal punto que entrega su vida por ellas.  Cuando se escribe este texto la comunidad tiene muy presente la imagen de Jesús crucificado. Desde ahí cobran nueva fuerza ahora sus palabras y su imagen de buen pastor.

Pero este buen pastor, ansía ser el pastor de todos, de tantas personas que están “como ovejas sin pastor” solas, necesitadas… y se plantea “tengo que buscarlas”. Es el pastor que sale a los caminos, como el de Emaús, a buscar a las ovejas perdidas, a las desilusionadas, a las que aun no creen.  Ese es el Dios del que Jesús nos habla: un Dios comprometido en buscarnos, a todos, a cada uno y cada una allí donde estamos. Un Dios al que “le importamos”. El Buen pastor nos habla de un Dios, como el padre del hijo pródigo que  sale al camino cuando nos ve lejos… que abandona el redil para buscarnos cuando nos hemos ido…  Este es el corazón de Dios que Jesús resucitado nos revela al caminar cada día con nosotros, este es el plan de Dios para todos, su Reino… que todas las personas seamos su rebaño, que solo El sea nuestro pastor. ¿Nos lo creemos? ¿Nos sentimos buscados, amados y cuidados por este buen pastor?

Porque esta es la gran noticia de la Pascua: Jesús vive entre nosotros para siempre como “buen pastor”. Solo esta experiencia puede cambiar nuestra vida y hacerla una vida nueva, pascual, de resucitados.

2º Buscar por encima de todo conocerle personalmente, entrar en su intimidad.

El evangelio nos habla de una relación personal de Jesús con sus ovejas: “conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas”. Conocer, amar, dar la vida están aquí en un mismo plano, o quizá mejor cada una de estas palabras explica, sostiene y revela todo el sentido de la otra. Este conocer en el sentido que usa la Biblia, que no es tener datos de algo, nos está hablando de ese conocimiento-relación íntimo y profundo, de elección, de intimidad, de confianza. El que puede darse en un matrimonio, entre amigos de verdad. Así conocer es acoger, aceptar, amar plenamente, amar al otro, a la otra, como es, no como esperamos o queremos que sea. Pero no se queda ahí, este conocimiento del buen pastor, esta relación con cada una de sus ovejas es similar al amor y la relación de Jesús con su Abbá, de la que en otro momento llega a decir “el Padre y yo somos uno”.

Palabras y realidades que nos sobrepasan sin duda, pero en las que hoy se nos invita a entrar. Porque lo importante es descubrir en lo más profundo de nosotros mismos, que Jesús es “mi buen pastor”, como dice el salmo 22 que rezaremos este domingo: Es “mi” pastor, el que me conduce cuando voy a oscuras, el que me prepara una fiesta y repara mis fuerzas cuando siento que no puedo más. El que hace que no tenga miedo, porque me lleva en sus hombros…

Termino hoy con un pequeño relato que puede ayudarnos:

“AI final de una cena en un castillo inglés, un famoso actor de teatro entretenía a los huéspedes declamando textos de Shakespeare. Luego se ofreció a declamar lo que Ie pidieran. Un sacerdote muy tímido preguntó al actor si conocía el salmo 22. EI actor respondió:

– Sí, lo conozco y estoy dispuesto a recitarlo sólo con una condición: que después también lo recite usted.

El sacerdote se sintió un poco incómodo pero accedió a la propuesta. EI actor hizo una bellísima interpretación, con una dicción perfecta, de “El Señor es mi pastor, nada me falta…” Los huéspedes aplaudieron vivamente.

Llegó el turno del sacerdote, que se levantó y recitó las mismas palabras del salmo 22. Esta vez, cuando terminó, no hubo aplausos, sólo un profundo silencio y lágrimas en algún rostro.

EI actor se mantuvo en silencio unos instantes, luego se levantó y dijo:

– Señoras y Señores, espero que se hayan dado cuenta de lo que ha ocurrido aquí esta noche. Yo conozco el Salmo, pero este hombre conoce, ama, al Pastor.

Que el Señor nos conceda conocer al Pastor y disfrutar agradecidos de caminar cada día a su lado.

 

Mª Guadalupe Labrador Encinas. fmmdp

Fuente Fe Adulta

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Desconfiar de los pastores.

Domingo, 21 de abril de 2024

IMG_4138Domingo IV de Pascua

21 abril 2024

Jn 10, 11-18

Una sociedad rígidamente jerarquizada se basaba en una obediencia ciega, incuestionable, a la autoridad, fuera esta paterna, política o religiosa. Autoridad, que se dotaba a sí misma de un halo de infalibilidad o incluso se hacía aparecer como constituida por Dios. De este modo, se aseguraba la sumisión completa de aquellos que, con frecuencia sin advertirlo, terminaban alienados.

Aquel estilo de sociedad quebró formalmente. Sin embargo, parecen quedar todavía, en el inconsciente colectivo, rasgos que lo caracterizaban. Por lo que no es raro encontrar en la actualidad “pastores” que, en forma de líderes o de gurús, siguen manteniendo una postura de superioridad y exigiendo, más o menos veladamente, sumisión y seguimiento acrítico.

Su “éxito” viene asegurado por el hecho de que todavía muchas personas prefieren la seguridad a la autoindagación. Les resulta más gratificante y tranquilizador asentir a un planteamiento con promesas de contener la verdad que buscar por ellas mismas fiándose de su propia intuición o “maestro interior”. Prefieren quedarse con creencias de segunda mano que adentrarse en la incertidumbre del no saber. Prefieren la sumisión cómoda al coraje que requiere la soledad.

Frente a tanto equívoco, parece urgente afirmar que no existen “pastores” ni maestros a tiempo completo: todos y todas somos, sin excepción, maestros y discípulos, a veces incluso sin ser conscientes de ello. Quien se asienta en su saber y renuncia a abrirse a lo nuevo y aprender, ha dejado, por ello mismo, de ser maestro fiable. Nadie se halla ni puede hallarse en posesión de la verdad. Esta se nos regala y se nos va mostrando en la medida en que estamos abiertos, y juega a hacernos guiños a través de lo que percibimos en los demás.

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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El Buen Pastor, ama sus ovejas; el asalariado se aprovecha de ellas.

Domingo, 21 de abril de 2024

catedral-del-buen-pastorDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01.- Yo soy el buen pastor.

El cuarto domingo de Pascua está centrado siempre en la imagen de Cristo con buen pastor. Yo soy el Buen Pastor y la puerta del aprisco.

        La imagen del Pastor es el símbolo más frecuente en la iglesia primitiva y está presente ya en los primeros momentos de la vida de las comunidades cristianas. La imagen aparece ya en las catacumbas.

        Curiosamente este año coincide este domingo del Buen pastor con las elecciones autonómicas en la que el pueblo elige en cierto sentido a sus pastores.

        La imagen del Pastor es propia del evangelio de San Juan, que despliega toda su visión de Cristo (fe y teología: cristología) desde el “yo soy”.

El evangelio de S Juan aplica a Jesús el “Yo Soy” del AT alrededor de una treintena de veces. Yo soy el pan de vida, yo soy el agua, el camino, yo soy la verdad, yo soy la luz, yo soy la resurrección, yo soy rey, o simplemente: “Yo soy” (en el prendimiento de Jesús en el Huerto de los Olivos a la pregunta de los soldados: ¿A quién buscáis?, Jesús responde: “Yo soy”, o tras la resurrección, Jesús les dice a los suyos: no tengáis miedo: “soy yo”.

        En el fondo la lectura que el evangelio de Juan nos ofrece de Jesús es que Jesús es. Se trata de una alta cristología que recoge la fe del AT sobre la “identidad” de Dios y se la aplica a Jesús: (Éxodo 3, 14: Dios le dice a Moisés: Yo soy el que soy).

        Es una forma elegante, mayestática de decirnos que Cristo es Dios.

        Y quien se acerca al que es, a Cristo, termina siendo.

Tras la curación del ciego junto al Templo, los fariseos dudan si es el mismo o no. El ciego dice: “soy yo” (Jn 9,9).

En tiempos de crisis, quizás en situaciones personales de crisis de identidad, de desorientación o de noches oscuras, nos hace bien acercarnos al que es, no al que tiene, sino al que es.

        Leamos con gozo y poesía el salmo 22 (23): es un poema al buen Pastor:

Él nos guía por valles de tinieblas… Él camina con nosotros, nada temamos… Él nos lleva a las verdes praderas del Reino…

¿Quién es el pastor que guía y orienta mi vida? ¿Qué ideologías, de qué líderes políticos, eclesiásticos, deportivos, culturales  soy “fan”? Un creyente no tiene más Pastor que el Señor.

02.- Asalariados, ladrones y saltaparapetos.

Jesús se manifiesta como Buen Pastor frente a los fariseos y los asalariados. Jesús no es un pastor más, sino que se muestra como “El Buen Pastor”.

El Buen pastor conoce a sus ovejas, y conocer en la Biblia es amar. Jesús ama a sus ovejas y da la vida por ellas.

La oposición entre el Buen Pastor y el asalariado o mercenario es la motivación.

El Buen pastor cuida sus ovejas por amor.

El asalariado dirige a las ovejas, al pueblo por poder, por dinero, por un puñado de votos, pero cuando llegan los malos momentos y el peligro, el asalariado abandona las ovejas y huye.

En el transfondo de esta parábola del Buen Pastor está el capítulo 34 de Ezequiel. El profeta hace una crítica fortísima a los falsos pastores de entonces y de ahora:

Habéis  explotado y os habéis aprovechado del pueblo (de las ovejas), en vez de ayudarlo.

No habéis cuidado a la enferma ni curado a la que estaba herida: no  habéis tornado a la descarriada ni buscado a la perdida; sino que las habéis dominado con violencia y dureza. Las ovejas se han dispersado.

Pero llegará un día en que Yo tomaré a las ovejas y buscaré a las perdidas. Como un pastor vela por su rebaño, cuando se encuentra en medio de sus ovejas dispersas, así velaré yo por mis ovejas. Las recobraré de todos los lugares donde se habían dispersado

Ezequiel vivió en el siglo VI a.C., pero parece que las cosas se repiten en la historia.

¿Cuidamos hoy de las ovejas, especialmente las enfermas y débiles? ¿Ayudamos a las ovejas perdidas? La situación que critica Ezequiel la vemos y vivimos todos los días.

Es triste y doloroso cuando esas cosas se hacen con los más pobres y débiles de la tierra.

¡Qué mal suena expresión asalariados! (al menos suena mal en el sentido en el evangelio que usa esta palabra). Asalariados de las ideologías, de las grandes cadenas informativas: prensa, radio, tv.

03.- Intimidad con el Buen pastor.

Este evangelio de San Juan no despliega gran sentido comunitario. Las comunidades joánicas han sufrido mucho y prefieren permanecer en Cristo: permaneced en mi amor.  Yo soy la vida: permaneced unidos a mí. Yo soy el pan de vida: comed de este pan y tendréis vida. Yo soy el agua: bebed de esta agua y viviréis eternamente.

        Ahora se trata de tener intimidad con el Buen Pastor: que ama y cuida de sus ovejas. El cristianismo no se resuelve en una buena legislación, sino en el amor del Señor. Sentíos -sintámonos- queridos y cuidados por el Buen Pastor.

Posiblemente estemos en un momento en el que nos hará bien volver  a la cercanía del Buen Pastor.

Quizás nos estamos perdiendo en mantener cuadros eclesiásticos, cuando lo que importa es vivir unidos a la Vida, seguir al Buen Pastor, pues de Él nos viene el agua, la vida, la verdad, la paz.

04.- Gracias a los pastores de nuestra vida.

        Este domingo del Buen Pastor puede ser una buena ocasión para dar gracias a Dios por los “buenos pastores” que hemos tenido en la vida. Un recuerdo agradecido a nuestros padres, a nuestros hermanos, algún sacerdote que nos encauzó en la vida, algún médico, psicólogo que nos descubrió facetas de nuestra personalidad y nos orientó en la vida, algún compañero o amigo que nos acogió, quizás nos guió, algún profesor que nos enseñó más que “cosas”, nos enseñó con su testimonio a trabajar, a vivir.

        Dice la 1ª Carta de san Pedro

Andabais descarriados como ovejas,

 pero ahora habéis vuelto al Pastor que cuida de vuestras vidas.

(1Ped 2,25)

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“Pensar en una iglesia toda ministerial”, por Consuelo Vélez

Domingo, 21 de abril de 2024

IMG_4215De su blog Fe y Vida:

Comentario al evangelio del 4° domingo de Pascua 21-04-2024

Jesús aclara que la misión que lleva entre manos no es la de un asalariado; su misión es dada por el Padre y si implicara dar la vida, no va a ponerlo en duda

En la comunidad de discípulos, no hay pastores y ovejas en el sentido literal del término, sino comunidad de vida donde todos cuidan de todos

Hay que pensar en una iglesia toda ministerial en la que el servicio garantiza el cuidado mutuo, la entrega asegura la vida en plenitud para todos

Yo soy el buen pastor; el buen pastor da su vida por las ovejas.  Pero el que es un asalariado y no un pastor, que no es el dueño de las ovejas, ve venir al lobo, y abandona las ovejas y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa.  Él huye porque sólo trabaja por el pago y no le importan las ovejas.  Yo soy el buen pastor, y conozco mis ovejas y las mías me conocen, de igual manera que el Padre me conoce y yo conozco al Padre, y doy mi vida por las ovejas.  Tengo otras ovejas que no son de este redil; a ésas también me es necesario traerlas, y oirán mi voz, y serán un rebaño con un solo pastor.  Por eso el Padre me ama, porque yo doy mi vida para tomarla de nuevo.  Nadie me la quita, sino que yo la doy de mi propia voluntad. Tengo autoridad para darla, y tengo autoridad para tomarla de nuevo. Este mandamiento recibí de mi Padre (Jn 10, 11-18).

Continuamos con los domingos de Pascua y el evangelio de Juan, que es el más elaborado teológicamente, nos ofrece discursos en los que es Jesús, quien se define a sí mismo, pareciendo conocer con claridad su misión e invitando a los suyos a reconocerlo como tal. En el capítulo 6 se define como el pan de vida (v. 35); en el capítulo 8 como luz del mundo (v.12); en el capítulo 10 como puerta de las ovejas (v.7) y, en el texto de hoy, como buen pastor (10, 11). No hay que olvidar que en el trasfondo de estos discursos ya se percibe la persecución, expresada en textos como “los judíos procuraban matarle” (Jn 7, 1); “entonces, procuraban prenderle; pero ninguno le echó mano porque aún no había llegado su hora” (Jn 7,30); “los fariseos oyeron a la gente que murmuraba de él estas cosas y los principales sacerdotes y los fariseos enviaron alguaciles para que le prendiesen (Jn 7, 32).

IMG_4217En ese contexto es fácil entender que cuando Jesús habla del lobo “que arrebata y dispersa a las ovejas”, se refiere a sus enemigos que en su vida histórica lo persiguen, pero también a los que perseguirán a sus seguidores. Jesús sabe que el anuncio del Reino trae resistencias y conflictos, trae persecución e incluso la muerte.

La comparación con el buen pastor es más que clara para aquellos ambientes campesinos donde los rebaños de ovejas eran bien conocidos con las implicaciones de cuidado absoluto por todas las ovejas y defensa de las mismas ante todos los peligros que las acechan. Aquí Jesús aclara que la misión que lleva entre manos no es la de un asalariado que tan pronto ve el peligro puede dejarla de lado. Por el contrario, su misión es dada por el Padre y si implicara dar la vida, no va a ponerlo en duda. No es simplemente que se siente en peligro y ya no tiene tiempo para huir. Es que, aunque pudiera hacerlo, su compromiso con el anuncio del Reino, lo constituye, de tal manera, que voluntariamente está dispuesto a dar la vida.

La comunidad que engendra la predicación de Jesús supone ese conocimiento mutuo entre el maestro y sus discípulos, entre el Dios Padre/Madre y todos sus hijos, buscando siempre la inclusión universal para que ninguno quede fuera.

Aunque en este día se hace especial mención de la jerarquía por su llamado a guiar al pueblo de Dios -a semejanza de un buen pastor-, en realidad, en la comunidad de discípulos, no hay pastores y ovejas en el sentido literal del término, sino comunidad de vida donde todos velan porque no haya lobos que dañen a ninguna oveja, ni haya ovejas que queden excluidas y terminen en otro redil. Resulta fácil pensar en todo lo que falta en la comunidad eclesial para vivir la inclusión de todas las personas sin permitir ninguna exclusión por ninguna causa.

IMG_4216Hace mucha falta esa iglesia que bendice a todos sin ninguna restricción. Falta esa iglesia que no busca la uniformidad sino la vida de todas las ovejas con todas las particularidades que cada una conlleva. En realidad, el único Pastor es Cristo a quien todos estamos llamados a testimoniar viviendo ese cuidado hasta arriesgar la vida por todos y cada uno de los hermanos y hermanas.

No significa esta reflexión que no se reconozcan los diversos ministerios en la vida de la Iglesia. Pero han de estar libres de clericalismo, de superiores e inferiores, de pastores y ovejas, en el sentido literal del término. Hay que pensar en una iglesia toda ministerial en la que el servicio garantiza el cuidado mutuo, la entrega asegura la vida en plenitud para todos. Por una iglesia así vale la pena arriesgar la vida, no porque se exija, sino voluntariamente, mostrando con ese gesto, el encargo que viene de Dios mismo y no de ningún interés propio.

 (Foto tomada de: https://blogs.20minutos.es/cronicaverde/2013/08/06/escuelas-de-pastores-una-profesion-con-futuro/pastor/)

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“¡La resurrección de Cristo no es regreso a su pasado sino entrada en su futuro!”, por Santiago Agrelo

Sábado, 6 de abril de 2024

IMG_3899“Su paz, su alegría, su Espíritu, son en nosotros los voceros de su resurrección”

“Por la resurrección, no recobra el hombre la vida perdida sino que se abre a una vida nueva, a la vida de Dios”

“¡Cristo Jesús vive!, y somos sus testigos, pues “hemos comido y bebido con él después de su resurrección”, más aún, hemos resucitado con él, y estamos con él a la derecha de Dios en el cielo”

“Arrodillados como el Señor a los pies de la humanidad, de él aprendemos a servir a los pequeños, a curar heridas”

Cuando se habla de resurrección, el primer comentario suele ser que de allá nadie volvió para decir lo que pasa.

Esa constatación con aires de evidente, lo sería si la resurrección se entendiese como un regreso de los muertos a la vida, un desandar el camino desde la oscuridad de la tumba a la luz acostumbrada de nuestras vidas.

Pero no es eso lo que entendemos quienes celebramos que Cristo ha resucitado.

¡La resurrección de Cristo no es regreso a su pasado sino entrada en su futuro! ¡Su Pascua no es recaída en el mundo viejo sino comienzo de un mundo nuevo!

Por la resurrección, no recobra el hombre la vida perdida sino que se abre a una vida nueva, a la vida de Dios. Resucitado, no regresa el hombre a la mortalidad sino que se le reviste de inmortalidad.

Habéis muerto –dice el Apóstol- y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios”, o, lo que es lo mismo, la vida de Dios está escondida con Cristo en nosotros.

Así que, si alguien nos pregunta por la resurrección, no decimos: De allá nadie volvió. Sino que confesamos: ¡Cristo Jesús vive!, y somos sus testigos, pueshemos comido y bebido con él después de su resurrección”, más aún, hemos resucitado con él, y estamos con él a la derecha de Dios en el cielo.

Es cierto: De allá nadie volvió. Pero es más cierto aún que allá, en la vida nueva, ya hemos entrado misteriosamente los que creemos en Cristo Jesús.

Con él nos encontramos y comemos siempre que, conforme a su mandato, escuchamos su palabra, hacemos nuestra su acción de gracias y recibimos los sacramentos de su vida entregada.

Arrodillados como el Señor a los pies de la humanidad, de él aprendemos a servir a los pequeños, a curar heridas, a limpiar miserias, a entregar como un pan nuestras vidas a los pobres.

Con Cristo resucitado comemos y bebemos siempre que los pobres se sientan a nuestra mesa. Y aunque sea poco lo que haya para compartir y guardemos silencio mientras lo compartimos, sabemos muy bien que es el Señor quien está con nosotros.

Porque comemos y bebemos con él, llevamos en el corazón su paz, la que él nos ha dado, su alegría, en la que él nos envuelve, su Espíritu, con el que él nos unge, nos transforma, nos fortalece, nos consuela, nos vivifica, nos justifica, nos santifica, nos resucita.

Su paz, su alegría, su Espíritu, son en nosotros los voceros de su resurrección.

Sabemos que él vive, porque vive en nosotros, porque espera con nosotros, porque ama en nosotros, y, en este cuerpo suyo que es la Iglesia, él va llenando la tierra de humanidad humilde, de humanidad pacificada, de humanidad reconciliada, de humanidad nueva, recia, libre y justa, de humanidad resucitada, de humanidad divinizada.

Sólo tu vida, Iglesia de Cristo, puede dar testimonio de que Cristo vive.

El mundo te necesita para salvarse de su resignación a la nada.

El mundo te necesita para estrenar humanidad, para entrar en el día de la resurrección.

Deja que se transparente en ti la luz de Cristo resucitado.

Fuente Religión Digital

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Tengo miedo

Sábado, 2 de septiembre de 2023
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Del blog Nova Bella:

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Tengo miedo del encuentro con el pasado

que vuelve a enfrentarse con mi vida. 

*

Alfredo Le Pera

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Las calles de mi infancia

Sábado, 5 de noviembre de 2022
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Del blog de Miguel Ángel Mesa Otro mundo es posible:

20.10.2022

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No pude reconocer las calles que aquella tarde
decidí recorrer para silenciar la nostalgia.
Ya no eran las de antes,
las que disfrutaba con la mirada bañada de asombro,
con el aliento entrecortado
por lo que a cada instante resultaba inédito.

Ha desaparecido mi colegio,
cuyas ventanas asomaban
por los bajos de un edificio de pisos.
También la mercería donde compraba las cremalleras
y las bobinas de hilos de colores, para que mi madre
terminara los trajes que la encargaban.
Y la panadería, con su mostrador de mármol,
se ha transformado en una pequeña frutería
donde despacha un joven de Bangladesh.

Han ocultado también los charcos que pisaba
con mis botas de hule,
bajo una gruesa capa de oscuro asfalto.

Y en el lugar que ocupaba mi casa baja,
con su entrada de arena, su fuente y su higuera,
ahora se alza un bloque de viviendas
donde los vecinos apenas se saludan…

Los recuerdos se agolpan en mi mente,
pero ya no son los mismos lugares
a los que se aferraba la memoria.

Algo más viejo que antes de llegar,
los pies lentos, cansados, retoman la senda
del hogar que ahora me cobija,
donde solo quedan fotos de color sepia,
con la apagada claridad de una infancia
que se desvanece tras la niebla de los días.

*

MiguelÁngel Mesa

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El pasado

Martes, 12 de julio de 2022
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Del blog Nova Bella:

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El pasado late dentro de mi como un segundo corazón

*

John Banville

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Dom 25.4.21. El Buen Pastor no guarda ganado, sólo amar es su ejercicio

Domingo, 25 de abril de 2021
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pastorDel blog de Xabier Pikaza:

La iglesia celebra hoy la Fiesta del Buen Pastor de la que he tratado en algunos escritos y muchas páginas de un Diccionario de la Biblia.  

Esta imagen y fiesta está tomada del Evangelio de Juan (Jn 10, 11-18), donde el Buen Pastor no “guarda” ovejas, sino que ama a personas: Las “conoce”, dialoga y comparte la vida con ellas. Esta imagen del Buen Pastor que conoce y es conocido/amado por ovejas que ya no son ovejas sino personas es la clave final del Evangelio de Juan (Jn 21).

No todos entienden esta imagen/tarea del Buen Pastor de igual forma, de manera que (sobre todo a partir del siglo XI) ha surgido  la visión de un Pastor Jerarca con “sacra potestad” sobre las ovejas, de la que está tratando estos días en la Facultad de Teología de San Dámaso el antiguo Obispo-Cardenal de Madrid.

No quiero discutir aquí sobre cuestiones de potestad jurídica  de algunos pastores eclesiales, sino que presentaré el tema a partir del evangelio (Jn 10, Jn 21), para fijarme después en la interpretación de San Juan de la Cruz, que es, a mi juicio, quien mejor lo ha entendido en el último milenio de vida de la Iglesia, cuando dice que “el pastor de Jesús no guarda ganado, pues sólo en amar es su ejercicio”.

En aquel tiempo, dijo Jesús: “Yo soy el buen Pastor.El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir el lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.

Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que al Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor.

Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente.

  1. No es “pastor” cristiano quien guarda ovejas (quien las domestica y domina, ni siquiera para bien) sino quien “conoce personas”. Bíblicamente, “conocer” (ginôskô) es crear relaciones de amor entre personas, en sentido intelectual y afectivo, económico, social; así se dice que hombre y mujer se conocen cuando se aman, así se conocen hijo y padre (cf. Mt 11, 27-27), amigos, compañeros… El buen pastor no sólo conoce, sino que “es conocido”, como sigue diciendo el texto (y mis ovejas, esto es, mis amigos, me conocen).
  2. Buen pastor, esto es, buen amigo es el que crea relaciones de solidaridad con sus amigos (a quienes, simbólicamente, podemos seguir llamando ovejas). No las utiliza (no las compra-vende), no está por encima de ellas, sino que las ama y se deja amar por ellas, lazos de libertad solidaria y comunión hasta (y por encima) de la muerte.
  3. Ésta es la revelación del Padre, es decir, la presencia más honda de Dios, es decir, la religión. Aquí y sólo aquí se revela Dios Padre. Así dice el texto que Jesús es Hijo de Dios (buen pastor) porque “conocer a las ovejas” (a los hombres/mujeres), porque ama y se deja amar por ellos, en vida y en muerte, en libertad.
  4. Esta es la única potestad cristiana, el poder creador del amor, que nos hace a unos “pastores” (=compañeros, amigos, amantes/amados”). Por eso, los hombres no son siervos de Cristo, ni de ningún jerarca de potestad superior, sino amigos unos de los otros (Jn 15, 15).

Pedro ¿me amas? Pastorea mis ovejas (Jn 11, 25-19)

Las palabras anteriores han escandalizado a muchos en la iglesia antigua, lo mismo que siguen escandalizando hoy día a muchos cristianos (incluso cardenales) partidarios de una “sacra potestas” jurídica por encima de la libertad y comunión interhumana. Por eso, muchos, partidarios de un “pastoreo duro” (propio de un Testamento Antiguo, encima mal interpretado) apelaban a Pedro como pastor-pastor, por encima de estas “veleidades” libertarias y amorosas de del Discípulo Amado, exigiéndole que se aclarara (=que rechazara lo que había dicho en el Cap. 10 del evangelio, sobre el Buen Pastor). El discípulo amado acepta el reto e interpreta lo antes dicho, en la página final de su evangelio:

 Después de haber comido, Jesús dijo a Pedro:

– Simón, hijo de Juan, me amas más que éstos. Y le respondió: Si, Señor, tu sabes que te quiero. Y le respondió Jesús: Apacienta mis corderos/carneros.

– Y le dijo por segunda vez:  Simón, hijo de Juan ¿me amas? Él le responde: Si, Señor, tú sabes que te quiero. Y le dijo: Apacienta mis ovejas.

– Y le dijo por tercera vea: Simón, hijo de Juan ¿me quieres? Y se entristeció Pedro porque le preguntara por tercera vez ¿me quieres? Y le respondió, tú sabes todo, y conoces que te quiero. Y le dijo Jesús: Apacienta mis ovejas (Jn 21, 15-17).

            No voy a comentar este pasaje por entero, sólo a precisar tres cosas, a partir de lo que he dicho. En la iglesia de Pedro son muchos los que dudan de esta comunidad del Discípulo amado, y le exigen que acepte la autoridad oficial. El Discípulo amado y su comunidad la aceptan, pero sólo después de un “examen” que ellos hacen (con Jesús) a Pedro, con estos cinco rasgos:

  1. Pastorear no es gobernar desde arriba, sino amar desde abajo, desde la vida. Jesús pregunta a Pedro ¿me amas? Pedro sabe bien que amar a Jesús no es amar sólo a Jesús, sino “amar a todos sus hermanos”. Pastorear es, por tanto, amar y sólo amando a los hermanos (a Jesús “entero”) Pedro podrá pastorear. Jesús no le da potestad desde arriba, sino que le muestra y pide el amor “desde abajo”, desde la misma vida.
  2. ¿Me amas más que éstos? Tres veces le pregunta Jesús, a la tercera llora Pedro, quizá porque sabe que no es cierto lo que está respondiendo: ¿Es verdad que él amar a Jesús más que Magdalena, más que el Discípulo amado, más que Tomás…? Responde que “sí”, pero vacila llorando. Y sólo allí donde ve que vacila le dice Jesús “pastorea a mis ovejas”…
  3. Jesús le pregunta “me amas” con dos palabras distintas: (a) Le pregunta dos veces “agapas me” (¿me amas dando todo lo que eres, gratuitamente, sin reservarte nada, de forma que tu vida sea pura entrega de amor?). (b) Le pregunta la tercera vez “phileis me”, que significa “me quieres”, como amigo cercano, con alegría, ilusión que transforma en gozo tu misma carne…
  4. Jesús le pide tres veces pastorea “mis” carneros/ovejas. Eso significa que no son de él (de Pedro), sino de Jesús, que le confía lo más hondo que él tiene, su tesoro, sus hombres y mujeres, sus mayores y sus niños, para que los “conozca”, para que establezca con ellos relaciones de amor (de paternidad, de filiación, de enamoramiento, de fraternidad…). Que ame como Jesús ama, no siendo jerarca sobre “ovejas inferiores”, sino hermano de hermanos, amigo de amigos…en un camino que “siendo de Pedro” es de todos los hermanos, que son con él, como el, amados de Jesús.
  5. Carneros, ovejas… No es fácil traducir los términos, no es seguro lo que voy a decir, pero el texto distingue dos palabras. (a) La primera vez le dice Jesús “pastorea mis carneros” (ta arnia mou); esa palabra parece tener el matiz de “machos ovejunos” (carneros), en el sentido de vivientes fuertes (machos o hembras), de personas de autoridad, no simples “niños” (ovejitas inocentes). (b) La tercera vez le dice “pastoras/apacienta mis ovejas” (ta próbata mou), machos o hembras, pero insistiendo en su “pequeñez, en su necesidad” (los expulsados, ovejas perdidas, perseguidas, amenazadas…).

Primera interpretación de san Juan de la Cruz (CB 2).

  •  Pastores, los que fuerdes
  • allá por las majadas al otero,
  • si por ventura vierdes
  • aquel que yo más quiero,
  • decidle que adolezco, peno y muero.

Como he dicho, San Juan de la Cruz ha sido a mi juicio el que mejor a interpretado esta experiencia y tarea del Buen Pastor, cuya mejor imagen y signo en este mundo no es un pastor-jerarca (papa, obispo o presbítero), sino una mujer que ama, una “pastora de Jesús”, esto es, una persona que quiere hacer el camino de amor que Jesús le pide a Pedro en Jn 21.  Ella quiere hacer el camino de Jesús (pastor/ciervo de CB 1), y empieza preguntando a los pastores más sabios (presbíteros, obispos, papas) para que le digan por donde anda Jesús, que le ayuden a encontrarle.

− Había en tiempos de SJC pastores bucólicos,cumpliendo una función literaria, desde los clásicos grecolatinos (Teócrito, Virgilio), con la poesía toscana o castellana del XV-XVI, hasta Don Quijote, caballero de justicia y pastor enamorado. Con amigas y zagales, en la limpia campiña, estos pastores representan una protesta frente a la cultura urbana. Pues bien, la amante pastora les pregunta, pero no recibe respuesta de ellos.

− Pastores ministros de Iglesia. Ciertamente, la amante pastora les pregunta, pero tampoco obtiene respuesta de ellos. Quiero repetirlo: La amante pastora del camino de Jesús, busca la ayuda de los “pastores de oficio”, como sería incluso Pedro, a quien Jesús le ha pregunta tres veces “me amas”, pero no recibe ayuda. Tiene que hacer su camino a solas.

¿Habrá otros pastores que pueden ayudar a nuestra amante buscadora? Algunos le han dicho que hay quizá “Pastores del Ser”, como  el filósofo Heidegger decía  y quería, en oriente y occidente, entre los hindúes o los americanos y alemanes o rusos. Pero nadie le responde, nadie sabe decirle cómo hacer el camino del amor

               Leer más…

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Pasado, presente y futuro. Domingo 4º de Pascua. Ciclo B

Domingo, 25 de abril de 2021
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buenpastor6Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

En los domingos anteriores se han recordado diversas apariciones de Jesús resucitado. A partir de este domingo, y hasta la Ascensión, las lecturas del evangelio, tomadas siempre del evangelio de Juan, se centrarán en diversos aspectos de la relación entre Jesús y el cristiano: buen pastor, vid y sarmientos, mandamiento nuevo, oración sacerdotal.

No es fácil encontrar una relación entre las tres lecturas de hoy porque se usan imágenes muy distintas: Piedra angular para hablar de Jesús (1ª lectura); Padre e hijos para hablar de Dios y nosotros (2ª lectura); pastor y rebaño, para hablar de Jesús y nosotros (evangelio). Buscando una relación entre ellas la vería en el ritmo del tiempo (pasado, presente y futuro) de Jesús y de nosotros.

Pasado y presente de Jesús (Hechos 4,8-12)

  El domingo pasado leímos parte del discurso pronunciado por Pedro después de la curación de un paralítico, atribuida a Jesús, condenado a muerte por las autoridades pero resucitado por Dios. Los sacerdotes, el comisario del templo y los saduceos se irritan al escuchar sus palabras, y al día siguiente los convocan ante el Consejo y los interrogan. La respuesta de Pedro es la siguiente:

En aquellos días, lleno de Espíritu Santo, Pedro dijo:

-Jefes del pueblo y ancianos: Porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre; quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido el Nombre de Jesucristo el Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por este Nombre, se presenta este sano ante vosotros. Él es “la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular”; no hay salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos.

Para un judío, el nombre equivale a la persona. El nombre de Jesús es Jesús. En estas pocas palabras se resume su pasado y su presente. El pasado ofrece una imagen de Jesús totalmente pasiva: no se recuerda su predicación ni sus milagros. Solo se cuenta lo que hicieron con él las autoridades judías y Dios. Las autoridades lo rechazaron y crucificaron; Dios los resucitó y convirtió en piedra angular. De esto se deduce su situación presente: él es quien ha curado al paralítico y el único que puede salvarnos a todos nosotros.

Presente y futuro del cristiano (1 Juan 3, 1-2) 

Queridos hermanos: Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no lo conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.

La 1ª lectura hablaba del pasado y el presente de Jesús. Esta 2ª habla de nuestro presente y nuestro futuro. El presente: somos hijos de Dios. El futuro: seremos semejantes a Dios. Cuando nace un niño siempre se buscan parecidos con el padre, la madre y otros miembros de la familia. Para el autor de la carta, nuestra semejanza con Dios no es algo que se perciba ya desde ahora; se manifestará en el futuro, cuando veamos a Dios cara a cara. Pero eso no impide que seamos ya realmente hijos de Dios. Lástima que esto no se valore. Si fuéramos hijos de un deportista famoso o de un cantante de moda, todos querrían hacerse una foto con nosotros.

Pasado y futuro de Jesús (Juan 10, 11-18)

En aquel tiempo, dijo Jesús: «Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo las roba y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.

Yo soy el Buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo Pastor.

Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre».»

La imagen del pastor era frecuente en el Antiguo Oriente para referirse al rey: simbolizaba la relación correcta con sus súbditos, que no debía ser despótica sino preocupada por su bienestar. Jesús se la aplica, pero llegando a un extremo que no se da entre los pastores: da la vida por sus ovejas. Es cierto que un pastor, a diferencia del asalariado, está dispuesto a luchar con el lobo para defender al rebaño. Pero no es normal que esté dispuesto a morir por sus ovejas. A tanto no llega. Jesús, en cambio, ve así su misión: dar la vida por ellas. No lo hace por obligación, forzado, sino libremente. Sabiendo que esa vida que entrega la podrá recuperar. Y esto tampoco puede hacerlo un pastor normal y corriente. Aunque el evangelio hable de Jesús como «el buen pastor» debería haber dicho: bueno y excepcional.

Este pasaje concede también especial importancia al futuro de Jesús: a su labor con respecto a otras ovejas, a las que debe buscar para que haya un solo rebaño y un solo pastor. Es una referencia a las comunidades cristianas que se irían formando en países paganos, y a todos nosotros.

Relacionando las tres lecturas, Jesús, buen pastor, nos ha salvado y nos ha conseguido el ser hijos de Dios. A nosotros nos corresponde escuchar su voz y agradecerle el don que nos ha hecho.

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4º Domingo de Pascua. 25 Abril, 2021

Domingo, 25 de abril de 2021
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Conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí…”

(Jn 10, 11-18)

Hoy nos encontramos con el buen pastor. No un buen pastor, sino el Buen Pastor por excelencia, el que da su vida por las ovejas.

Bien… Aquí vemos a Jesús poniendo un ejemplo para describirse a sí mismo. ¿Qué ocurre? Que ese ejemplo es muy válido para la gente que lo seguía, pero para nosotras no tanto. Vivimos en otro tiempo, otro lugar y otra cultura. No es de extrañar que nos perdamos algo de lo que nos quiere decir Jesús.

Seguramente te haya pasado alguna vez que estando en oración, o incluso en algún momento de la jornada, te “haya venido” alguna idea o ejemplo sobre el evangelio que no te estaba diciendo gran cosa, y de repente, como que lo ves todo más claro. No se trata de que seas una iluminada sino de que Dios nos conoce perfectamente, mucho mejor que nosotras mismas, y sabe qué necesitamos, qué no entendemos, qué andamos “rumiando” en nuestro corazón… nos conoce como el buen pastor a sus ovejas, a cada una de ellas.

Una vez orando este evangelio, mi pensamiento se llenó de un “¡qué poco me estás diciendo, Señor!” y un rato despues me vino un recuerdo, mejor dicho, Dios me puso delante un recuerdo, un sentimiento, este ejemplo. Las primeras veces que mi hermana y yo nos quedábamos solas en casa, nos daba miedo que alguien llamara al timbre y, además de no abrir, llegábamos incluso a quedarnos muy quietas y contener la respiración para que “alguien” no nos oyera (como si la puerta fuera transparente). Realmente nos agarrotábamos. Pero, todo cambiaba, cuando oíamos en la escalera la voz de José, el portero de nuestro bloque. Era un hombre muy servicial, atento, entrañable, fiable… en fin; cuando estábamos solas en casa nos alegraba y tranquilizaba mucho oír, y con ello saber, que él andaba por la escalera, velando por los vecinos, especialmente, por la chiquillería del portal y los señores mayores que vivían solos.

Si haces un poco de memoria, seguramente reconozcas a Jesús como el Buen Pastor, en más de una persona que te haya acompañado o esté acompañando en tu vida. Traelas al corazón con agradecimiento.

Oración

Trinidad Santa, abre nuestra escucha a tu voz. A tu silbido de Buen Pastor.

Amén.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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Jesús el único pastor que nos debe guiar a todos.

Domingo, 25 de abril de 2021
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11s26-1Jn 10,11-18

Este texto está enmarcado en un contexto más amplio de polémica entre Jesús y los fariseos, después de la curación del ciego de nacimiento. Quien no entra por la puerta, es ladrón y bandido. Quien no es dueño de las ovejas, sino asalariado, no está dispuesto a dar la vida por ellas. No se trata de una propuesta anodina sino de una denuncia en toda regla. Todo poder que no se pone al servicio del pueblo es contrario a Dios. Hemos abandonado los relatos pascuales, pero no nos salimos del tema pascual, la Vida.

No es verosímil que Jesús se declarara pastor de nadie. Este evangelio se escribió setenta años después de morir Jesús y nos cuenta no lo que dijo sino lo que aquellos cristianos pensaban de Jesús. Ellos sí se sentían dirigidos por Jesús e intentaban seguir sus directrices. En el AT el título se aplicaba a Dios o a los dirigentes. En tiempo de Jesús, el pastor era, casi siempre, el dueño de un pequeño número de ovejas, a las que cuidaba como si fueran miembros de la familia, incluso, cobijándolas bajo el mismo techo, llamándolas por su nombre propio. De ellas dependía el sustento de la familia.

El pastor modelo está en contraposición con el mercenario. El pastor, que es dueño de las ovejas, actúa por amor y no le importa arriesgar su propia persona para defenderlas de cualquier peligro. El mercenario actúa por dinero, las ovejas le traen sin cuidado. En (4 Esd 5,18) dice: “No nos abandones como pastor a su rebaño en poder de lobos dañinos”. La figura del lobo está en paralelo con la del ladrón y bandido, que arrebata y dispersa. Precisamente lo contrario de lo que hace Jesús, reunir las ovejas dispersas (Jn 11,52)

La imagen del pastor fue muy utilizada en el AT. Se aplicó a los dirigentes, muchas veces para llamar la atención de que no cumplían con su deber. Se aplicó al mismo Dios que, cansado de los malos pastores, terminaría por apacentar Él mismo a su rebaño. La única idea original de Jn es la de dar la vida por las ovejas. Seguramente es una interpretación de la vida y muerte de Jesús como servicio a los hombres. No se trata de un discurso de Jesús, sino de una manera de trasmitir lo que aquellos cristianos pensaban sobre él.

Yo soy el buen pastor. No se trata de resaltar el carácter de bondad o dulzura. La traducción oficial devalúa la expresión. “Bueno” en griego, sería agathos. Kalos significa bello, ideal, excelente, único en su género. Denota perfección suma. No se dice solo de las personas (el vino en la boda de Caná, Jn 2,10). Pastores “buenos” puede haber muchos. Pastor ideal solo puede haber uno. El tomar el evangelio que acabamos de oír como excusa para hablar de los obispos y de los sacerdotes no tiene ni pies ni cabeza. La tarea de los dirigentes no tiene nada que ver con lo que nos quiere decir el evangelio.

El buen pastor se entrega él mismo por las ovejas. La vida (psukhên) se identifica con la persona. En griego existen tres palabras para designar vida: “bios”, “zoê” y “psukhê”. No significan lo mismo, y por eso pueden causar confusión. Psukhên significa persona, es decir, capacidad de sentimientos y afectos. “Tithesin” no significa dar, sino poner, o mejor, exponer, arriesgar. Como pastor excelente, Jesús pone su persona al servicio de los demás durante toda la vida. Jesús se desvive por los demás.

Desvivirse: Mostrar incesante y vivo interés, solicitud o amor por una persona (DRAE). Es exactamente lo que quiere decir aquí Juan de Jesús. La entrega de la vida física es la manifestación extrema de su continua entrega durante toda su vida. Quien no ama hasta dar la vida no es auténtico pastor. El máximo don de sí es la comunica­ción plena de lo que él es. No se trata de que, por su muerte, se nos conceda algo venido de fuera. Se trata de que su Vida, puesta al servicio de todos, prende y se desarrolla en nosotros.

Conozco a las mías y las mías me conocen. No se trata de un conocimiento a través de los sentidos o de la razón. En el AT el conocimiento y el amor van siempre juntos. Ese conocimiento mutuo es una relación íntima, por la participa­ción del Espíritu. Esta reciprocidad nos lanza a años luz de la simple imagen de oveja y pastor. Este mutuo conocimiento-a­mor lo compara con el que existe entre Jesús y el Padre. La comunidad de Jesús no es una filiación externa, sino una experiencia-vivencia de amor.

Tengo otras ovejas que no son de este atrio. Sitúa Juan su evangelio en el amplio contexto de la creación. De ahí deduce la visión universalista de la misión de Jesús. Los supuestos privilegios del pueblo de Israel desaparecen. Ya en el prólogo habla de la “luz que ilumina a todo hombre”. Nada que ver con creernos elegidos o pensar en un Dios propiedad exclusiva nuestra. Todas las religiones han caído en esa trampa; la nuestra ha sido la más exagerada en esa reivindicación de una exclusividad de Dios.

Un solo rebaño, un solo pastor. La ausencia de conjunción “y” o preposición “con” entre los dos términos, indica que la relación entre Jesús y el rebaño no es de yuxtaposición ni de compañía. Jesús, como fuente de Vida, es el aglutinante que constituye la comunidad como tal. No puede ser encerrada en institución alguna. Su base es la naturaleza del hombre acabado por el Espíritu que da cohesión interior. Jesús no ha creado un corral donde meter sus ovejas; todos los hombres forman parte de su rebaño.

El dar Vida empalma con el tiempo de Pascua, porque la experiencia pascual es que Jesús les comunica Vida. Nosotros tenemos la posibilidad de hacer nuestra esa Vida. Se trata de la misma Vida de Dios. “El Padre que vive me ha enviado y yo vivo por el Padre; del mismo modo el que me come vivirá por mí”. El que me come, quiere decir el que me hace suyo, el que se identifica con mi manera de ser, de pensar, de actuar, de vivir. Si Jesús es pan de Vida, no es porque lo comemos sino porque nos dejarnos comer.

En la medida que cada uno de nosotros hayamos hecho nuestra esa Vida, estaremos dispuestos a desvivirnos por los demás. El salir de sí mismo e ir a los demás para potenciar sus Vidas no depende de las circunstancias; es un movimiento que tiene su origen en esa misma Vida. El amor que nos pidió Jesús está reñido con cualquier clase de acepción de personas. No estamos acostumbrados a tener este detalle en cuenta, y así creemos que es amor lo que no es más que recíproco interés o simpatía visceral.

 

Meditación-contemplación

“Yo doy mi vida por las ovejas”.
No se trata de dar la vida muriendo,
sino de poner toda tu vida al servicio de los demás.
Solo lo que se da, se gana.
Todo lo que se guarda, se pierde.

 

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Recordatorio

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