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Marcella, Paola, Macrina, Melania la anciana y Olimpia… las ‘Madres de la Iglesia’ del siglo IV

Miércoles, 20 de marzo de 2024
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Ejercieron autoridad, se expresaron sobre importantes temas eclesiales, enseñaron a mujeres y hombres y dieron libremente testimonio de Cristo

La vida religiosa tal como la conocemos hoy, tanto la contemplativa como la activa, ha evolucionado a lo largo de dos milenios

En este tercer artículo de cuatro, Christine Schenk analiza la contribución de mujeres cristianas eminentes en el siglo IV, que con la fundación de monasterios sentaron las bases para la vida de las religiosas de hoy

(Vatican News).- La vida religiosa tal como la conocemos hoy, tanto la contemplativa como la activa, ha evolucionado a lo largo de dos milenios. En este tercer artículo de cuatro, Christine Schenk analiza la contribución de mujeres cristianas eminentes en el siglo IV, que con la fundación de monasterios sentaron las bases para la vida de las religiosas de hoy.

IMG_3430El siglo IV comienza con una dura persecución de los cristianos, especialmente en Oriente. Después de abrazar al Dios cristiano y después de una larga lucha por el poder, Constantino se convierte en emperador en el año 324 d. C. La Iglesia se eleva en esta época a niveles sin precedentes de poder terrenal y capacidad de influencia gracias al favor imperial de Constantino, sus hijos y su madre, Elena. Los hombres de la Iglesia reciben suntuosos beneficios de mujeres cristianas aristocráticas como Olimpia, Melania la anciana, Melania la joven y Paola. Las comunidades cristianas que hasta ese momento se habían reunido en grandes casas grandes, ahora se encuentran en espacios públicos suntuosos. Estos cambios exacerban las tensiones sobre el ministerio público de las mujeres cristianas.

Cómo cambia el papel de la mujer en la Iglesia

El siglo IV también vio nacer una peligrosa tendencia a asimilar, aunque simbólicamente, el género femenino a la herejía, a pesar de que tanto hombres como mujeres cristianos están involucrados en las más variadas interpretaciones del cristianismo, hasta el punto de ser definidos como herejes.

“Sobre todo las mujeres corren el riesgo de ser calificadas como heréticas y sospechosas de impureza, cuando asumen el papel de maestras”

Pero sobre todo las mujeres corren el riesgo de ser calificadas como heréticas y sospechosas de impureza, cuando asumen el papel de maestras. Este es el contexto eclesial en el que viven y testimonian su fe las “Madres de la Iglesia del siglo IV. Lo que sigue es una breve, pero significativa cronología de sus vidas y de la forma en que ellas -y sus comunidades- ejercen la autoridad eclesial en la Iglesia primitiva.

Textos escritos por mujeres

IMG_3433Noticias literarias sobre mujeres del siglo IV como Marcella, Paola, Macrina, Melania la anciana y Olimpia nos llegan básicamente de hombres de la Iglesia eruditos como Jerónimo, Gregorio de Nisa, Palladio y Juan Crisóstomo. Tenemos dos textos escritos por mujeres: Proba y Egeria.

Proba adapta un centenar de obras de Virgilio en prosa, tan querido en Roma, para contar la historia del cristianismo con el fin de evangelizar a los jóvenes aristócratas, creando un instrumento culturalmente transversal que influirá en hombres y mujeres cristianos durante generaciones.

Si bien a menudo se atribuye el nacimiento del monaquismo a Basilio en Oriente y a Jerónimo en Occidente, dos mujeres, Macrina y Marcella, comienzan a practicar este estilo de vida cristiano mucho antes que los hombres”

Egeria, en cambio, escribe un diario de viaje para sus hermanas, ilustrando su itinerario hacia los lugares sagrados del Este. Durante este viaje -escribe Egeria- en un momento se encontró con su “amiga muy querida, la santa diaconisa Marthana, que gobierna un monasterio doble cerca del Santuario de Santa Tecla (en Turquía). Marthana es un raro ejemplo de diácono-mujer que ejerce la autoridad de gobierno sobre hombres y mujeres cristianos. Si bien a menudo se atribuye el nacimiento del monaquismo a Basilio en Oriente y a Jerónimo en Occidente, dos mujeres, Macrina y Marcella, comienzan a practicar este estilo de vida cristiano mucho antes que los hombres.

Macrina (327-379 d.C.) funda un monasterio en Annisa, en Asia Menor, que se convierte en el prototipo de la regla monástica escrita por su hermano Basilio. Si Basilio es definido más tarde como «padre del monaquismo», seguramente Macrina es su madre. Su autoridad como guía espiritual influye profundamente en sus hermanos Basilio y Gregorio, ambos teólogos, que elaborarán la doctrina de la Trinidad.

Marcella (325-410) reúne a las mujeres para estudiar las Escrituras y rezar en su villa aristocrática de la colina del Aventino más de 40 años antes de la llegada de Jerónimo a Roma. Cuando Jerónimo regresa a Jerusalén, los sacerdotes de Roma consultan a Marcella para aclarar ciertos pasajes de los textos bíblicos. Marcella interviene también en los debates públicos sobre la controversia origenista.

IMG_3432Paola Romana (347-404) funda dos monasterios en Belén: uno para mujeres y otro para hombres. El monasterio masculino lo confía a los monjes y es allí donde, gracias a su apoyo, Jerónimo completa su traducción de la Biblia del griego al latín. Girolamo nos cuenta que el conocimiento de Paola de la lengua hebrea superaba el suyo.

Melania la anciana (350-410) logra reconducir a un importante hombre de Iglesia (Evagrio) a su voto de celibato; enseña y convierte a muchos hombres. Es determinante en la resolución de un cisma que involucra a 400 monjes en Antioquía, «venciendo a todo hereje que reniegue del Espíritu Santo». Financia y cofundó un monasterio doble en el Monte de los Olivos, donde sus comunidades se dedican al estudio de las Escrituras, la oración y las obras de caridad.

Olimpia (368-408). Ordenada diaconisa en Constantinopla por el obispo Nectario, Olimpia utiliza la inmensa fortuna de su familia para sostener a la Iglesia y servir a los pobres. Funda un gran monasterio cerca de la basílica de Santa Sofía, donde también se ordenan diaconisas tres de sus parientes. Pronto se unen también mujeres de familias del Senado romano, y el número de monjas asciende así a 250.

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Estos son solo algunos ejemplos de mujeres del siglo IV cuyas comunidades son precursoras de la vida religiosa contemporánea. Su testimonio y autoridad eclesial influyen fuertemente en las comunidades cristianas de su época, pero también en las de los tiempos venideros. En épocas en las que algunos hombres de la Iglesia prohíben a las mujeres hablar o enseñar públicamente y prefieren que se queden en casa, hay pruebas de que en el siglo IV algunas mujeres cristianas ejercieron autoridad, se expresaron sobre importantes temas eclesiales, enseñaron a mujeres y hombres y dieron libremente testimonio de ese Cristo al que habían elegido vincularse.

El material utilizado para este artículo está tomado en gran parte del libro de la autora “Crispina y sus hermanas: mujeres y autoridad en el cristianismo primitivo(Fortress Press, 2017). En el cuarto y último artículo de esta serie, un análisis sobre las motivaciones que pueden haber empujado a las mujeres del cristianismo primitivo a ser contribuyentes activas a la edificación de la Iglesia.

“En épocas en las que algunos hombres de la Iglesia prohíben a las mujeres hablar o enseñar públicamente y prefieren que se queden en casa, hay pruebas de que en el siglo IV algunas mujeres cristianas ejercieron autoridad, se expresaron sobre importantes temas eclesiales, enseñaron a mujeres y hombres y dieron libremente testimonio de ese Cristo al que habían elegido vincularse”

Fuente Religión Digital

Cristianismo (Iglesias), General, Iglesia Católica , , , , , , , , , , , , , , , , , , ,

Christine Schenk, CSJ: “Las primeras iglesias domésticas estaban dirigidas por mujeres”

Jueves, 29 de febrero de 2024
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IMG_2925Ellas fueron elementos clave de la expansión del cristianismo en Roma

El “movimiento de Jesús” se difundió rápidamente por todo el Imperio romano gracias en parte a la iniciativa de las viudas y de las mujeres en calidad de apóstoles, profetas, evangelistas, misioneros y jefes de iglesias domésticas

Las mujeres de estas comunidades no solo salvaban a los huérfanos y a las viudas pobres, sino que también profetizaban en las primeras reuniones de la Iglesia primitiva

En el primero de una serie de cuatro ensayos, Christine Schenk, basándose en documentación literaria, nos habla de las mujeres en el cristianismo primitivo

¿La vida religiosa tal como la conocemos hoy -tanto contemplativa como activa- ha evolucionado a lo largo de dos mil años”

(Vatican News).- Cuando era una joven monja de San José tenía el gran deseo de entender quiénes habían sido nuestras antepasadas en la fe. A pesar de ser una apasionada de los textos bíblicos, a menudo me resulta difícil reconocerme en ellos porque los textos de nuestro leccionario casi siempre hablan de nuestros antepasados-hombres. Las devotas discípulas de Jesús -a excepción de María de Nazaret- son prácticamente invisibles.

Cuando comencé a estudiar para el máster en teología en el seminario local, devoré toda la información sobre las mujeres del cristianismo primitivo. En esta serie de cuatro ensayos quiero identificar las raíces históricas de las comunidades religiosas femeninas y tal vez ayudar a los lectores a comenzar a reconocerse en la historia de los primeros cristianos.

La difusión del cristianismo

El “movimiento de Jesús” se difunde rápidamente por todo el Imperio romano, en parte gracias a la iniciativa de las viudas y de las mujeres en calidad de apóstoles, profetas, evangelistas, misioneros y jefes de iglesias domésticas. Su crecimiento también se puede atribuir al apoyo financiero de mujeres empresarias cristianas como María Magdalena y Juana (cf. Lc 8, 1-3), Lidia (cf. Hch 16, 11-40), Febe (cf. Rom 16, 1-2), Olimpia, diaconisa del siglo IV, y otras. El Papa Benedicto XVI reconoció precisamente esto cuando, el 14 de febrero de 2007, dijo que «la historia del cristianismo habría tenido un desarrollo muy diferente si no hubiera habido la generosa contribución de muchas mujeres». “En el ámbito de la Iglesia primitiva, la presencia femenina” – anotaba de nuevo – “ha sido cualquier cosa menos secundaria”.

El “movimiento de Jesús” se difunde rápidamente por todo el Imperio romano, en parte gracias a la iniciativa de las viudas y de las mujeres en calidad de apóstoles, profetas, evangelistas, misioneros y jefes de iglesias domésticas

La iglesia doméstica

Las primeras iglesias domésticas estaban dirigidas por mujeres como Grapte, que en el siglo II era la cabeza de la comunidad de viudas que cuidaban de los huérfanos en Roma (fig. 1), y Tabità, viuda del siglo I “dedicada a obras buenas y actos de caridad” (cf. Hch 9, 36-43), que fundó una comunidad de iglesia doméstica en Jaffa. Fue a través de las iglesias domésticas que los primeros cristianos tuvieron acceso a las redes sociales que los pusieron en contacto con personas de diferentes clases sociales.

Cuando una mujer cabeza de familia, tal vez una viuda adinerada como Tabita o una mujer liberada de la esclavitud como Prisca (cf. Rom 16, 3-5), se convertía al cristianismo, los evangelistas cristianos como Junia (cf. Rom 16, 7) o Pablo tenían acceso no solo a su hogar sino también al grupo de personas que protegían y a su clientela, y esto significaba que sus esclavos, libertos, niños, familiares y personas que por razones profesionales estaban en contacto con estas mujeres también se convertirían. Así fue como cuando Pablo convirtió a Lidia (cf. Hch 16, 11-15) tuvo automáticamente acceso a una amplia gama de relaciones sociales y, por lo tanto, a un público potencialmente muy amplio (fig. 2). En la investigación titulada “A Woman’s Place“, Carolyn Osiek y Margaret Y. MacDonald demuestran cómo las mujeres cristianas de clases sociales más bajas podían iniciar pequeñas empresas gracias a su inserción en la red social cristiana y así adquirir cierta seguridad económica. Esto a su vez implicaba el acceso a una clase más alta y, por lo tanto, una mayor libertad de movimiento, en particular dentro de la familia ampliada de la antigüedad.

“Cuando Pablo convirtió a Lidia (cf. Hch 16, 11-15) tuvo automáticamente acceso a una amplia gama de relaciones sociales y, por lo tanto, a un público potencialmente muy amplio”

Mujeres evangelizadoras

Celso, conocido crítico de la Iglesia primitiva, tenía una escasa opinión de la evangelización hecha por las mujeres. Sin embargo, aunque de forma involuntaria, aportó pruebas independientes de la iniciativa de las mujeres en el cristianismo primitivo cuando afirmó que los cristianos convencían a las personas para que “abandonaran al padre y a los maestros y en su lugar fueran con las mujeres y los niños, compañeros de juego, a las casas de las mujeres, o a las curtidurías o a los talleres de los rumiantes”. (Orígenes, Contra Celso). La crítica de Celso coincide con afirmaciones en otros textos del cristianismo primitivo, según las cuales la evangelización se hacía de persona a persona, de casa en casa, por mujeres que llegaban a otras mujeres, niños, libertos y esclavos. Su crítica nos dice que las mujeres cristianas (y pocos hombres) tomaron iniciativas fuera de las reglas del patriarcado en función de su fe en Cristo.

“Su crítica nos dice que las mujeres cristianas (y pocos hombres) tomaron iniciativas fuera de las reglas del patriarcado en función de su fe en Cristo”

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Contribuciones específicas de las mujeres

Tres son las innovacionessignificativas que se producen en la sociedad romana entre los siglos I y IV y que pueden atribuirse a la evangelización y a los ministerios de guía de las mujeres cristianas. La primera, alrededor del siglo IV, es la libertad de elegir una vida celibataria, que derriba efectivamente un pilar del patriarcado, es decir, la obligación de contraer matrimonio. La segunda es que las viudas y vírgenes cristianas salvan, socializan, bautizan y educan a miles de huérfanos que de otro modo morirían por ser abandonados o serían destinados a la prostitución. La tercera es que las actividades de vinculación y evangelización de las mujeres desempeñan un papel determinante en la transformación de la sociedad romana de una cultura preeminentemente pagana a una cultura preeminentemente cristiana.

Conclusión

Se pueden reconocer elementos de vida religiosa no solo en las primeras comunidades de viudas, como la de Grapte o Tabita, sino también en aquellas mujeres que eligieron la vida célibe, como las cuatro hijas profetisas de Felipe (Hch 21,9) y las comunidades femeninas en Asia menor, de las que se habla en las Actas de Tecla (fig. 3). Las mujeres de estas comunidades no solo salvaban a los huérfanos y a las viudas pobres, sino que también profetizaban en las primeras reuniones de la Iglesia primitiva (cf. 1 Cor 11; Hch 21, 8-19). Su ejercicio contracultural de la autoridad en el contexto de la vida doméstica cotidiana es una de las claves a menudo silenciadas de la rápida difusión del cristianismo. La autoridad misionera y la guía profética de las mujeres en su amplia red social cambia el rostro del Imperio Romano.

Las mujeres de estas comunidades no solo salvaban a los huérfanos y a las viudas pobres, sino que también profetizaban en las primeras reuniones de la Iglesia primitiva

IMG_2926El material utilizado para este artículo está tomado en gran parte del libro de la autora Crispina y sus hermanas: mujeres y autoridad en el cristianismo primitivo (Fortress Pres, 2017). En su segundo artículo, que aparecerá próximamente, describe una investigación original sobre las primeras mujeres cristianas entre los testimonios arqueológicos en frisos de sarcófagos fechados entre los siglos III y V.

Fuente Religión Digital

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25.1.24. Vocación de Pablo, unidad cristiana (Gal 2, 19-21)

Viernes, 26 de enero de 2024
Comentarios desactivados en 25.1.24. Vocación de Pablo, unidad cristiana (Gal 2, 19-21)

IMG_2684Del blog de Xabier Pikaza:

Es unidad horizontal, de diálogo y comunión entre las iglesias que son católicas (universales), ortodoxas  (de recta fe), evangélicas (de buena nueva), protestantes (de rebelión contra todo poder opresor), carismáticas (de gracia y vida en el Espíritu santo), petrinas (de Pedro y los Doce), paulinas (de Pablo y los apóstoles), juaninas  (del discípulo amado), siendo cristianas (es decir, de Cristo-Mesías).

Es unión en profundidad, buscando aquello  que nos vincula y enriquece  en lo más hondo, no en detalles superficiales, aprendiendo unos de otros, alegrándonos por todo lo que es bueno en los demás. Lo más hondo no es un mínimo común denominador, sino máximo común misterio, de gratuidad y perdón, llamada de Dios, tarea de gracia… No tenemos vocación, somos vocación (llamada a la vida), no tenemos misión (somos misión/testimonio de gracia al modo de Pablo, en humanidad mesiánica).

Morir a la ley, vivir en gracia

 Esta es en concreto una fiesta “paulina”, vinculada a la  memoria y transformación de Pablo de “Saul/Saulo”, que quiso ser como su antepasado rey triunfador, de la tribu de Benjamín (Flp 3, 4-5)… pero que, al convertirse a Cristo quiso llamarse y se llamó Paulus/Pablo (=el pequeño).

Es la fiesta del cristianismo como llamada/vocación a la vida como don, regalo de amor, no tarea de ley. No vivimos por obligación (ley biológica) como los animales, sino por vocación, porque nos han llamado y queremos responder (de lo contrario no vivimos o mejor que nos matemos)   Éste es el tema clave de Gal 1-2, el relato de conversión-vocación más importante de la Escritura judeo-cristiana. Así lo condensamos comentando las palabras centrales de Gal 2, 19-21.

 2,19 Por la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios. Estoy crucificado con Cristo. 20Ya no vivo yo, Cristo vive en mí. En cuanto a la vida actual en la carne la vivo por fe en el Hijo de Dios que me ha amado y se ha entregado por mí. 21 No rechazo la gracia de Dios, pues, si la justificación viniera por la ley, Cristo hubiera muerto en vano.

 Pablo vive en Cristo crucificado, en aquel que ha muerto por los otros, en manos de Dios. Esta es la experiencia de su resurrección. Vivía antes sometido a una ley que le obligaba a cumplir y cumplir siempre mas obras para ser él mismo, ganando así su identidad, haciéndose así mismo.

En un momento dado (vocación/conversión) descubre que no vive por sí mismo; que su vida se la ha dado (regalado) Dios en Cristo. Es como si él no fuera, no tuviera que ser, que hacerse a sí mismo, porque Dios le ha regalado su existencia. Dios le ha liberado de todas sus obligaciones. No tiene que hacer nada, sino acoger en fe/confianza plena la vida de Dios que le dice “vive, yo vivo en ti”.

Es como si nosotras hubiéramos desaparecido, ya no fuéramos, de forma que estamos identificados con Cristo, aquel que muriendo (superando toda ley) habita en nosotras. Esta es la experiencia más honda que uno puede tener, que es la vivir en otro. Ya no soy yo el que vivo, es Cristo quien vive en mí, no para borrar y destruir mi identidad, sino para alcanzar la identidad más honda.

Culmina así, de un modo sorprendente el discurso sobre la justificación: No tengo que justificarme de nada. Nada tengo que demostrar. No tengo que subir a ninguna montaña inalcanzable (como Sísifo), ni dar vueltas ni mas vueltas por el mundo (como Ulises), ni ganar mil batallas (como Titán), ni robar fuego a Dios (como Prometeo), ni conquistar Jerusalén (como David…). No tengo que hacer nada, sino ser: dejarme amar, amar de esa manera a otros.

Pero yo, por la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios (2, 19).

 Este “yo” de Pablo es el yo de un cristiano que viene de la ley, más aún, que ha vivido apasionadamente vinculado a la ley, como alguien que esperaba que ella pudiera salvarle, dándole seguridad y certeza en el mundo: hacer-hacer-ganar, sobresalir de esa manera sobre el mundo, como un conquistador. Pero después, de pronto, ha descubierto que la esa ley de ser haciendo cosas le ha llevado a luchar contra otros y a matarse a sí mismo. Esa ley a matado a Cristo, como inútil.

Pablo se sitúa, nos sitúa, ante una Ley que, por sí misma, cumplida de un modo radical “ha fracasado”, pues desemboca en la muerte de los demás (por ley tenemos que matar a Cristo, que no es legal como nosotros queremos). Por ley fracaso siempre,  como sujeto agente de sí mismo, pues no soy lo que yo hago, sino lo que Dios hace y vive en mí.

En su período anterior, Pablo quería ser lo que él era (lo que hacía y merecía por ley); pero ahora descubre que él no e sujeto agente de sí mismo, de manera que no está sujeto a su yo, a sus acciones, sino que ha sido liberado por Jesús de su mismo o anterior, egoísta. mismo hace en él por Cristo.

La experiencia de la vocación o llamada de Dios (de su vida más profunda), que Pablo ha narrado en Gal 1, 15‒17, le ha hecho ver, en contra de todo lo que antes había querido y creído, que precisamente aquel “condenado por la ley” es el Hijo de Dios. El rechazado, el crucificado, el “inútil” es presencia de Dios. En esa línea,  una vez que ha creído en Jesús crucificado por la ley, Pablo sabe que él también “ha muerto a la ley” (a una ley que lleva a la muerte).

De esa forma descubre que no tiene nada que lograr ni asegurar medio de sus obras en este mundo). Pues bien, allí donde él ha muerto en un plano de “carne” (de obras humanas), allí donde, según ley, no tiene nada que conseguir por sus obras el puede vivir para Dios o, mejor dicho puede dejar que Dios viva en él.

Estoy (he sido) crucificado en/con Cristo (2, 19).

 Esto significa que, en cuanto cristiano, Pablo comparte la muerte de Cristo, no como simple muerte natural, sino como “crucifixión”, como experiencia del fracaso de la ley que, llevada al extremo, cumplida con radicalidad mata al mismo Cristo; esto significa que la ley nos mata, para que así podamos ser nosotros mismos, en él y por él, no por nuestras obras.

Dios ha creado a los hombres en libertad, para que puedan ser ellos por sí mismos. Pero los hombres han convertido esa libertad en principio de envidia y de lucha, de manera que para mantenerse a sí mismos y triunfar ellos han terminado enfrentándose entre sí y matándose unos a otros.

Lógicamente, para mantenerse a sí mismos, en ese contexto de violencia y de imposición sobre los otros, en una estructura legal de poder como el imperio romano o la ley del templo de Jerusalén, los hombres han tenido que  matar al “Cristo” de Dios. Por eso, si quiere “ser en Dios”, vivir desde y en Cristo, Pablo tiene que morir a los “poderes” (obras) de este mundo, pero descubriendo que esa muerte es para él un principio de resurrección.

 Un mesías que hubiera triunfado por su fuerza mayor (según ley), imponiendo su dominio sobre los demás y sobre el mundo no sería “mesías ¡verdadero”, sino signo y representante de los poderes de destrucción del mundo pecador. Esa ha sido la experiencia (iluminación) mística, que ha cambiado totalmente la existencia de Pablo, que empieza a vivir desde ahora inmerso en ese “fracaso” mesiánico (mundano), que viene a presentarse así como éxito verdadero del Cristo de Dios, esto es, del mismo Dios, y así vive crucificado con él.

 ‒ Ya no vivo yo, sino que es Cristo el que vive en mí (2, 20).

  Pablo no presenta aquí a Jesús como Kyrios/Señor (no hay sí Señor), ni siquiera como Hijo de Dios (aunque podría haberlo hecho desde su más honda experiencia), sino como Cristo, es decir, en la línea mesiánica, israelita en la que él ha vivido inmerso hasta que Dios le ha llamado para vivir en el Cristo que ha muerto por él (Gal 1, 16). Lo que Pablo empieza ahora a decir es una concreción (consecuencia) de la llamada de Cristo: Él está descubriendo y expresando en su vida el sentido de la Cruz, en la que se despliega y realiza la Vida del Cristo, que le integra en su amor, dejándole en plena y total libertad, como Mesías de la vida salvadora entendida como don, como regalo, hasta la muerte por los demás.

La verdadera cruz essuperar la cruz del deber impositivo, la de tener que conquistar el mundo, conquistarse uno a sí mismo. La verdadera cruz es superar todas las cruces en Cristo

Pablo se encuentra así “habitado” por el Cristo de la Cruz, por el mesías que vive dando vida, ofreciendo su experiencia y camino mesiánico a todos los hombres, judíos y gentiles.

 Ésta es la mística de la Cruz. No es la mística un Dios absoluto, en general, en quien viven los hombres, ni la mística de Ley como expresión del orden eterno de la realidad, sino la del don o regalo de la vida del Cristo de Dios, que ha muerto por él (por los hombres). Este “fracaso de la ley” queda compensado o, mejor dicho, justificado y superado por la experiencia del crucificado en quien vivimos y somos.

En cuanto a la vida actual en la carne la vivo en la fe en el Hijo de Dios que me ha amado y se ha entregado por mí (2, 20).

 Conforme a lo que voy diciendo, la palabra clave es “cristo”, mesías de Israel, crucificado (condenado por la misma ley), para así descubrir, por encima de ella, la experiencia superior de la gracia que se expresa y despliega en la muerte. Frente a un tipo de judaísmo, que guarda silencio ante Dios (quedando sólo ante su Ley en Israel), Pablo se sitúa ante Jesús crucificado (mesías fracasado según ley), descubriendo que ese Jesús crucificado es el Hijo de Dios, que le ama y se ha entregado por él.

 Jesús, “Mesías fracasado de Israel” (Hijo de David según la carne: Rom 1, 3‒4), es  el Hijo del amor de Dios que vive muriendo por los otros. No ha muerto Dios (como dirá Nietzsche), ha muerto el Cristo de la ley (1 Cor 15, 3-4); le ha matado la ley, él ha muerto en gracia, por amor, sobre toda ley.

Ha muerto el Dios de la superioridad, del poder y obligación, de la ley y el sacrificio… Vive en Cristo el Dios de la gracia y libertad.  Dios no se puede “dar” (entregarse) a los hombres en superioridad (desde arriba), pues de hacerlo no sólo les negaría y destruiría, sino que actuaría como poder diabólico de posesión. Conforme a la expresión de 2 Cor 13, 13, Dios se define como amor (agape), que se expresa y despliega por la gracia del Señor Jesucristo, en la comunión del Espíritu Santo.

 Según eso, la Cruz/muerte no es sólo  el fracaso mesiánico de Israel (Jesús ha sido crucificado por la ley), sino que, siéndolo (muriendo según ley), Cristo es revelación y presencia de amor, Hijo de Dios. Ésta es la certeza suprema de Pablo: Me ha amado y se ha entregado por mí. La experiencia básica del hombre no es la de tener que cumplir una ley,  viviendo el dominio o vigilancia de Dios, sino la ser amado y amar . El que cumple una ley puede triunfar a partir de ella, pero es un triunfo que se expresa en el fondo a modo de de dominio; el que triunfa por ley sobre los hombres puede de esa forma dominarles; pero Cristo no ha triunfado sobre los hombres, sino que ha muerto por ellos, para darles gratuitamente vida.

No rechazo la gracia de Dios, pues si la justificación viniera por la ley, entonces Cristo hubiera muerto en vano, pues según ley tendría que haber triunfado (2, 21).

  Pablo se sitúa según eso en un plano de pura y total “gratuidad”, ante el Dios que se manifiesta por Cristo, como puro amor gratuito. Si Dios es amor gratuito (cf. 1, 3), la vida entera del hombre ha de entenderse como expresión de plena y total gratuidad: Acoger la voz de Dios, confiar en ella, dejarse hacer y ser como don, puro regalo, eso es ser de y en Dios, dejar que Cristo viva en mí.

Si el hombre tuviera que salvarse por sus obras, es decir, por lo que hace o debe hacer, la muerte de Jesús carecería de sentido, pues ella no es obra de ley, sino todo lo contrario, es el fracaso de todas las obras de ley de los hombres. Jesús no ha muerto como un héroe militar, triunfando de hecho al morir en la batalla, sino al contrario: Ha muerto como un fracasado de amor. Ha querido abrir un camino de gratuidad, pero le han matado. Pues bien, conforme a la experiencia pascual, ese fracaso ha sido el triunfo de Dios, experiencia clave de resurrección.

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Pablo, “Fiducia Supplicans” y las nuevas traducciones bíblicas basadas en el amor y el respeto

Jueves, 4 de enero de 2024
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Del blog Tras las Huellas de Sophia:

Introducción. 2. Los textos del Nuevo Testamento y su traducción. 3. Qué dice la 1ra. Carta a los Corintios sobre la homosexualidad. 4. “Malakós/ Malakoi”  y “Arsenokoites”: 5. Por qué habilitar una bendición.  6. Todos, Todos y Todos,  somos Iglesia. 7. Cómo dañamos al 7 % (O al 19,7 %!)  de nuestros miembros de la Iglesia.8. Evolución en los paradigmas de la Iglesia Católica. 9. Conclusión.

1. Introducción.

La Declaración Fiducia Supplicans sobre el sentido pastoral de las bendiciones”  sólo establece, en la parte pertinente,  que “(…) es precisamente en este contexto en el que se puede entender la posibilidad de bendecir a las parejas en situaciones irregulares y a las parejas del mismo sexo, sin convalidar oficialmente su status ni alterar en modo alguno la enseñanza perenne de la Iglesia sobre el Matrimonio. La presente Declaración quiere ser también un homenaje al Pueblo fiel de Dios, que adora al Señor con tantos gestos de profunda confianza en su misericordia y que, con esta actitud, viene constantemente a pedir a la madre Iglesia una bendición.”

Es increíble la cantidad de reacciones extremas que ha generado esta Declaración,  que lo único que propone  es habilitar la realización de una bendición (es decir,  “decir el bien” a unas personas).

Gran parte de este rechazo refiere a la posibilidad de bendecir a “parejas del mismo sexo”.

2. Los textos del Nuevo Testamento y su traducción.

Cabe destacar que “ninguno de los veintisiete escritos de este conjunto (Nuevo testamento) fue compuesto en arameo, ni siquiera los evangelios más primitivos… no hay ninguna obra del Nuevo Testamento que fuera redactada en arameo o bien en hebreo. Todo fue escrito en griego,  incluso el Evangelio de Mateo, aún cuando una tradición del s. II  afirme que éste escribió primero la obra en arameo y cada uno luego la tradujo como pudo”. [1]  A ello se agrega que no se conserva en la actualidad ninguna versión original, que haya salido de la pluma de quien haya sido autor de alguno de los 27 libros del Nuevo Testamento.  Los originales se han perdido, hasta acá. Se conservan copias de copias de copias. Las versiones más antiguas datan del siglo IV.

En consecuencia, cuando analizamos un texto de las Escrituras,  lo que leemos es un documento que primero fue copiado; y luego, copiado;  y ese proceso una y otra vez;  y posteriormente fue traducido, del griego, a nuestro propio idioma.

Sin embargo, toda traducción implica ineludiblemente una interpretación de lo que se está leyendo,  y que, quien lo traduce,  deje en el nuevo texto su impronta y sus ideas.

El texto que se traduce será como mucho el más cercano al texto original, pero evidentemente no el original. Este carácter “provisional” del texto tiene implicaciones teológicas importantes…Cualquiera que haya sido la (…) variación del texto neotestamentario, las variantes ponen en guardia frente a un modo de hacer teología que parta de un texto “solidificado”. La Palabra de Dios está testimoniada por diversos manuscritos, ninguno de ellos con garantías de transmitir el texto que salió de la mano de un autor sagrado. En cambio, ya que el autor humano de la Biblia es también una comunidad creyente viva (Israel en su momento,  y la Iglesia, después) el verdadero intérprete debe ser esa comunidad”. [2]

3. Qué dice la 1ra. Carta a los Corintios sobre la homosexualidad.

Según el teólogo y biblista Ariel Alvarez Valdés [3], en  el Nuevo Testamento, el único autor que condena las relaciones homosexuales es el Apóstol Pablo, específicamente en las cartas a los Corintios (I), Romanos y Timoteo.

Recordemos entonces, lo dicho anteriormente,  es decir, que los textos, escritos en griego,  fueron sucesivamente copiados a lo largo del tiempo; que no se cuenta con el original de los mismos;  y que lo que se  lee en nuestro propio idioma es una traducción.

Con ese aspecto en mente,  y a modo de ejemplo, analizaré la Primera Carta a los Corintios. De los dieciséis capítulos de la misma, interesa para el tema el número seis.

Entrando en el contexto de la misiva, vemos que, previo a redactar esta carta,  Pablo se había enterado de que en Corinto los Cristianos alguna vez habían concurrido a un juez para resolver sus pleitos. No le agrada tal idea.

Dice Pablo en la carta: “¿No saben que los Santos juzgarán al mundo? Nosotros (los Santos) juzgaremos a los mismos ángeles, (y entonces) cuánto más podremos juzgar los problemas de esta vida…”   Aquí, Pablo piensa que los Corintios cristianos no deben ir a los jueces no cristianos, porque estos últimos no tienen los mismos valores que ellos.  ¡Cómo puede ser que les lleven un planteo a alguien que no comparte los mismos valores de la comunidad cristiana!. Por lo tanto, lo que està diciendo Pablo es que, para él,  los jueces civiles no eran aceptables,  porque no eran creyentes. Éste es el contexto en el cual Pablo, a continuación,  habla de lo que es la injusticia y  “los injustos”.

En efecto, en Cor. 6 ver. 9-10, dice Pablo (y a continuación lo transcribiré tal como podemos llegar a encontrarlo en la Biblia de Jerusalén, para luego escribir su versión griega en fonética):

Los injustos no participarán en el Reino de Dios. Ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados (malakós), ni los homosexuales (arsenokoites), ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores ni los estafadores”

Éstos son los términos (“malakós” que traducen por “afeminados” y  “Arsenokoites” que se ve traducido por “homosexuales”) que suelen citarse como prueba de que Pablo condena a la homosexualidad.

Veamos cada uno de ellos.

4.Malakós/ Malakoi” y “Arsenokoites:

En esta carta de Pablo, en las versiones en Español, la palabra “malakos” ha sido traducida por el término “afeminados“. Sin embargo, su significado original en griego es “blando” o “débil“.

En efecto, para Ariel Alvarez Valdez,  “malakos” debería traducirse como “miedoso” o “cobarde“, refiriéndose a aquéllos que vivían de manera refinada y no participaban en la lucha, siendo considerados injustos por acaparar recursos.

En la reciente obra “Los libros del Nuevo Testamento” de Antonio Piñero [4] también se traduce la palabra “Malakoi” por “blanditos”.

En cuanto a la palabra “arsenokoites“, traducirla como “homosexual“,   es en primer lugar un anacronismo, ya que la palabra “homosexual” recién fue creada en 1869 y no existía en la época de Pablo.

En segundo lugar, traducir “arsenokoites” como “homosexual” es también una traducción errónea,  ya que el término griego mencionado no aparece en ningún otro texto conocido y su significado exacto sigue siendo objeto de debate.

Este debate se da en razón de que, para componer esta palabra “doble”  el autor utilizó la raíz “Arsen” o “Arseno”, que refiere a hombre tanto adulto como menor de edad;  y en cambio no utilizó la palabra “Andrós” que sí significa hombre mayor de edad.  Además, la palabra “arsenokoites” no se observa en ningún otro texto, canónico o extra bíblico.[5] Entonces, para Ariel Alvarez Valdez  y otros autores,  en realidad el término estaría refiriendo a la pederastia (dado que el tipo de “hombre” que menciona alude tanto a un hombre adulto como a uno menor de edad), siendo la pederastia una práctica aceptada en la antigua Grecia, que involucraba a un hombre mayor con un niño o adolescente.

En resumen, al menos en la carta a los Corintios, Pablo no condenaba la homosexualidad en el sentido moderno, sino prácticas específicas de injusticia y abuso, tales como la explotación de unos por otros, y la pederastia.  “Si en la lista las dos palabras forman una unidad, como parece, Pablo no se refería aquí, entonces, a las relaciones homosexuales en general, sino más bien a aquéllas en que podía haber un abuso o violación. No refiere a las relaciones entre dos personas libres y responsables.” [6]

El caso de la 1ra. Carta a los Corintios es sólo un ejemplo. Hay muchos otros ejemplos donde se evidencian malentendidos lingüísticos e históricos que han conducido al dolor y la exclusión de grupos enteros de personas.  Hay toda una corriente de exégetas, historiadores,  filólogos, que realizan nuevos análisis de las enseñanzas bíblicas, teniendo  muy presente el contexto sociocultural concreto de las normas y prohibiciones morales y éticas. “Se nos pide, por tanto, una reflexión muy profunda y seria sobre este tema, que nos ayude a liberarnos de muchos prejuicios y a profundizar en el talante evangélico. Una reflexión que nos lleve a una auténtica práctica evangélica y a ser “Buena Noticia” en un mundo que margina, injustamente, a los homosexuales”. [7]

5. Por qué habilitar una bendición.

Lo que se está habilitando en “Fiducia Supplicans”  consistirá en “bendecir a las parejas en situaciones irregulares y a las parejas del mismo sexo, sin convalidar oficialmente su status ni alterar en modo alguno la enseñanza perenne de la Iglesia sobre el Matrimonio”.

¿Cuál sería la razón de rechazar la posibilidad de bendecir a parejas del mismo sexo?. ¿No es bueno acaso que dos personas quieran bendecir la permanencia de su relación,  de modo tal que puedan continuar en el tiempo, brindándose afecto, contención y amor?.

Para Ariel Alvarez Valdez, el Evangelio nos enseña que no podemos discriminar a nadie. Debemos animarnos a tomar nuevas ideas, en este aspecto.  Si nosotros creemos que Dios es un Dios de amor, mientras haya una madre que ame  a su hijo no “heteronormativo”, ¿Cómo podemos pensar que Dios va a dejar de amar a esa persona o amarlo menos,  sea de la orientación sexual que sea,  si su mamá o su papá sí lo aman?

¿Quiénes somos nosotros,  para negarle ese amor, y decir que Dios no lo ama?Si nosotros sabemos que Dios ama incondicionalmente a todos y todas, nosotros no podemos contaminar la exégesis con nuestras propias emociones tóxicas.  Yo tengo que decir que Dios ama a todos los hombres porque el último hombre tiene un papá o  una mamá que lo aman  mucho, y si ese papa o mamá lo aman, cómo no los va a amar Dios? Al contrario, teológicamente hablando, nosotros todos,  como representantes del Evangelio, tenemos que estar comprometidos en un respeto absoluto a todas las personas”. [8]

6. Todos, Todos y Todos somos Iglesia.

  • 1. El Papa Francisco ha abogado por la inclusión y la acogida de todas las personas, independientemente de su situación o identidad.

En efecto, Francisco ha expresado en varias ocasiones su deseo de que la Iglesia sea una casa abierta para todos, acogiendo a aquellos que se sienten marginados o excluidos. Ha hablado sobre la importancia de la misericordia, la compasión y la inclusión, instando a los católicos a ser comprensivos y amorosos hacia todas las personas.

En una sociedad diversa y plural, todos contribuimos al tejido social que nos une. Cada individuo, sin importar su orientación sexual, forma parte esencial de nuestra comunidad. Reconocer que todas las identidades y expresiones son valiosas nos enriquece como sociedad y como cuerpo eclesial. Las personas LGBTQI+ son una parte integral de todos nosotros y nosotras, aportando sus experiencias, talentos y perspectivas únicas. Al apreciar y amar a “todos, todos, todos”, fortalecemos la unidad que nos define como comunidad. Celebrar la diversidad no solo es un acto de inclusión, sino también un reconocimiento de que somos más fuertes y completos cuando abrazamos a todos los miembros de nuestra sociedad

Veamos algunas estadísticas que nos muestran qué parte de nuestro tejido social, comunitario y eclesial es LGTBQI+. Al hacerlo,  debemos tener en cuenta que siempre los informes en realidad tendrían  que arrojar cifras mayores, dado que es posible que algunas personas no se sientan cómodas revelando su identidad LGBTQI+ en encuestas, lo que puede afectar la precisión de los informes.

Según una confiable plataforma global de estadísticas e información, en el año 2021, el 10 % de la población en general estaba constituido por personas no heterosexuales (que se identificaron como: homosexuales (35), bisexuales 4%) asexuales (1%), pan sexuales (1%), y N/n/c (1%). El 90 %  restante se identificaba como heterosexual). [9]

  • 3. Estadística en Gallup:

La empresa de asesoría y análisis Gallup sostiene que las estadísticas muestran un importante crecimiento de las personas que se perciben como perteneciendo al grupo LGTBQI+. Hay un cambio incluso de 2020 a 2021.  “El porcentaje actual es doble del que se exhibió cuando Gallup primero midió la identificación LGTBQ hace una década”. [10]

Con datos expresados en 2022, Gallup informa que, al menos en E.U.,  en 2022 el crecimiento de las personas que respondían que se identificaban como homosexuales o bisexuales, arribó a un 7,2 % en las personas adultas, en el grupo nacido antes de los años 1980.

Luego, entre los millenials (generación nacida a partir de los años 1980) el porcentaje es de 11,2 %.  Y, para la generaciones aun más jóvenes,  el porcentaje se incrementa mucho más, porque en el grupo llamado “generación Z”  (nacidos entre 1997 y 2004,  edades que van entre los 18 y los 25 años),  se observó que se identificaban  como LGTB en un porcentaje hasta el 19,7 %.    “Cada uno de los porcentajes es más alto en una nueva generación, que el porcentaje de las generaciones anteriores.” [11]  Probablemente porque las personas se sienten más libres de expresar la verdad sobre sí mismas, en la medida que la sociedad va abandonando la discriminación y la exclusión.

  • 4. Síntesis de ambas estadísticas.

Es decir que, para la primera de las estadísticas, de todas las personas que nos rodean, un 10 % no es heterosexual;  y para la segunda empresa de estadísticas, al menos un 7,2% de las personas no es heterosexual (en personas adultas),  llegando el porcentaje hasta en un 19,7 % en el caso de personas jóvenes, entre 18 a 25 años.

7. Cómo dañamos al 7 % (o al 19,7 %!) de nuestros miembros de la Iglesia.

Si no se reconoce y visibiliza esta realidad, se condena a las personas (ya desde pequeñas) a vivir en un tipo de sociedad donde se diferencia férreamente los valores y los roles de la “masculinidad” y la “feminidad” heterosexual, y se ataca a aquellos sujetos que voluntaria o involuntariamente transgreden esas normas socialmente pautadas de comportamiento para hombres y mujeres heterosexuales.

Estas personas, aún creyentes o habiendo nacido en el seno de familias creyentes, serán objeto de “burlas, insultos y ridiculización, rumores, intimidación, empujones, golpes, robos o destrucción de pertenencias, marginación social, acoso cibernético, agresión física o sexual” [12]

Es posible que los miembros no heterosexuales de nuestra Iglesia se vean en la necesidad de ocultar su orientación sexual;  puede que no puedan hablarlo ni siquiera en sus propios hogares.  Sus familiares también pueden verse señalados en parroquias y otros lugares de reunión religiosa,  con lo cual también podrían verse en la necesidad de ocultarse y ocultar a quien es LGTBQI+ de su familia.

La presión de ocultar la orientación sexual puede contribuir a niveles elevados de ansiedad y depresión. La discriminación y el estigma asociados con la orientación sexual pueden afectar negativamente la autoestima de esas personas, haciéndolas sentir menos valiosas o aceptadas. El temor al rechazo puede hacer que eviten situaciones sociales o se distancien de amigos y familiares. Es más, el acoso y la discriminación constantes pueden aumentar el riesgo de pensamientos suicidas y comportamientos autolesivos.

“La violencia dirigida hacia los bisexuales, las lesbianas y los homosexuales (o violencia por odio) difiere de la violencia “cotidiana”. La violencia por odio contiene acciones con las que se intenta dañar o intimidar a las personas debido a su raza, etnia, orientación sexual u otro estatus de grupo minoritario. (…) La violencia por odio tiene mayor impacto tanto en la víctima que la sufre como en el grupo social al que pertenece la víctima. Los bisexuales, las lesbianas y los homosexuales pueden ser particularmente vulnerables a los efectos psicológicos negativos de la violencia por odio debido a que (…) (b) los bisexuales, las lesbianas y los homosexuales que consideran que su orientación sexual es negativa, es decir, que tienen homofobia internalizada, pueden aceptar esta noción -negativa- , lo cual puede incrementar su distrés psicológico después de ser víctima de una agresión, (c) debido a que la identidad de los bisexuales, las lesbianas y los homosexuales con frecuencia se desarrolla al margen de la familia y la comunidad de origen, los miembros de esta población no disfrutan automáticamente del apoyo de la familia y la comunidad cuando ellos son víctimas de violencia. [13]

Aquellas personas que sienten la necesidad de ocultar su orientación sexual tienden a autoexcluirse; además, el bullying y la discriminación en el entorno educativo o laboral pueden afectar el rendimiento académico y profesional, creando barreras para el éxito personal.

8. Evolución en los paradigmas de la Iglesia Católica:

Montserrat Escribano y Enric Vilá [14]  sostienen que en la Iglesia Católica puede observarse una evolución de paradigmas, pasando desde el Paradigma del Miedo y la Exclusión, al Paradigma de la Misericordia (o “lástima”),  y luego al Paradigma del Reconocimiento.

En el paradigma del miedo y la exclusión  (que los mencionados autores consideran “un primer estadio eclesial”) la Biblia se ha interpretado de manera literal y se han utilizado diversos pasajes para condenar a las personas homosexuales. Los pasajes más comúnmente citados incluyen la destrucción de las ciudades de Sodoma y Gomorra,  o el Levítico, donde se les aplica el término “abominación”. También son ejemplo de esta etapa, interpretaciones literales de cartas del Apóstol Pablo,  como hemos visto más arriba.

En el paradigma de la misericordia, o “segundo paradigma eclesial”, se supera la criminalización de las personas LGTBQI+, “pero persiste considerar sobre ellas la sombra de enfermedad,  y la concepción de pecado por su estilo de vida”. [15]   A esta etapa corresponden las  declaraciones de la Congregación para la Doctrina de la Fe en que se subrayaba el deber de “tratar de comprender la condición homosexual”  y se observaba que la culpabilidad de los actos homosexuales debía ser juzgada con prudencia. También en este segundo paradigma se ubican dos puntos del actual Catecismo de la Iglesia:  el punto N. 2357: “El origen psíquico de la homosexualidad permanece en gran medida inexplicado”, y el N. 2358: “Las personas homosexuales deben ser acogidas con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellas, todo signo de discriminación injusta”.

El paradigma del reconocimiento, según Escribano y Vilá [16],  “se inaugura con Francisco a partir de sus ya célebres palabras «si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla? (…).  El problema no es tener esta tendencia, debemos ser hermanos”.

Sin embargo, resta aún que este nuevo paradigma  sea internalizado y puesto en práctica por miembros de la Jerarquía de la Iglesia.

Lamentablemente,  una actitud que se mantenga en el paradigma “I” (miedo y exclusión) o en el Paradigma “II” (lástima o misericordia) genera nítidamente en nuestra Iglesia la discriminación de las personas LGTBQI+, y no sólo de ellas sino también de sus familiares.

El consiguiente efecto, en particular en las mismas personas LGTBQI+, es de una total desconfianza hacia la Institución religiosa, donde deben ocultarse, o bien directamente no se sienten amados y acogidos de igual manera que las personas heterosexuales.

9. Conclusión.

Como conclusión a lo expuesto, se puede decir que la “Declaración Fiducia Supplicans”  ha generado reacciones extremas debido a su propuesta de habilitar la bendición de parejas en situaciones irregulares, incluyendo parejas del mismo sexo.

La discusión sobre la aceptación de la diversidad sexual dentro de la Iglesia ha llevado a examinar críticamente textos del Antiguo y Nuevo Testamento, que a menudo se citan para condenar la homosexualidad. Es esencial reconocer la complejidad de la interpretación de estos textos, dados los desafíos asociados con la traducción y la transmisión a lo largo del tiempo.

Por otra parte, la estadística muestra que las personas LGBTQI+ constituyen una parte significativa de la población, y la Iglesia, al adoptar paradigmas de miedo y exclusión o bien sólo de “misericordia”, puede afectar profundamente la salud mental y el bienestar de sus miembros no heterosexuales. La discriminación, el bullying y la presión para ocultar la orientación sexual pueden tener efectos negativos como la ansiedad, la depresión y la desconfianza hacia la institución religiosa.

El Papa Francisco ha abogado por un paradigma de reconocimiento que enfatiza la acogida, el respeto y la compasión hacia todas las personas, independientemente de su orientación sexual. Sin embargo, es crucial que este enfoque sea internalizado y practicado por la jerarquía y la feligresía en general, para lograr una auténtica inclusión.  En última instancia, celebrar la diversidad y reconocer que todas las identidades y expresiones son valiosas contribuirá a fortalecer la unidad en la sociedad y en la Iglesia. La aceptación incondicional de las personas LGBTQI+ es fundamental para construir una comunidad basada en el amor y el respeto mutuo. Es indispensable abandonar interpretaciones bíblicas obsoletas y a adoptar una nueva perspectiva religiosa basada en el amor y el respeto hacia todas las personas sin ninguna distinción.

Al fin y al cabo [17] también podemos elegir inspirarnos en otra carta de Pablo,  a los cristianos de Galacia (3,28) en la cual el Apostol dejó bien  en claro que la promesa de Dios está destinada a todos (Todos, Todos, Todos),  por medio de la fe en Jesucristo, cuando dice “Todos sois uno, en Cristo Jesús”.

(*) Abogada (U.N.Litoral, Argentina). Profesora (IFDC San Luis, Argentina). Especialista en Educación y DDHH (IFDC San Luis, 2017), Especialista en Educación en entornos virtuales (U.N. Quilmes 2023),  Magister en Derecho del Trabajo (UNTREF,Argentina), Miembro de la Mesa Interreligiosa de San Luis, Argentina. Ha asistido a  Curso bíblico  “La vida pública de Jesús y el Reino de Dios” (Fundación Diálogo, 2023),”Conversaciones sobre teologìa feminista, una materia pendiente” (Universidad Católica de Córdoba y Fundación Jean Sanet, con trabajo final, Febrero 2021), Curso Boston College “Historia, Teología y pràctica de la Sinodalidad”, (Marzo 2023), Certificado en formación bíblica (Curso sobre Evangelio San Mateo, Centro Biblico Verbo Divino, 2023).  Alumna del Curso de Hebreo de la Universidad de La Punta (San Luis) nivel VII.  Autora de “Derechos de las mujeres a acceder a puestos de jerarquía y autoridad en las organizaciones religiosas”, “Mujeres relevantes en la vida de Jesús y en la Iglesia Primitiva”.

[1] Piñero, Antonio, “Los Libros del Nuevo Testamento”. Trotta, 3ra edicion, nov 2022, Madrid, pg.  17.

[2] Chapa, Juan, “Transmisión e interpretación del Nuevo testamento. Diálogo desde la traducción”.  ISSN 0049-3449versión On-line ISSN 0717-6295   Teol. vida vol.60 no.1 Santiago  2019 http://dx.doi.org/10.4067/S0049-34492019000100041

[3] Alvarez Valdés, A, (2022, junio 25). San Pablo y la Homosexualidad. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=dS_GaZh0gkA

[4] Piñero, Antonio, edición, “Los libros del Antiguo Testamento” Editorial Trotta,  3ra edicion, Noviembre 2022, Madrid, pg. 200.

[5] Vila Enric, en “Biblia y orientación sexual”, en que dice Vila:  “La segunda palabra es un neologismo que aparece por primera vez precisamente en 1 Cor 6,9”.  Cuadernos Cristianisme i Justícia.  Barcelona, Setiembre 2022,p. 18 disponible en https://www.cristianismeijusticia.net/sites/default/files/pdf/es229.pdf

[6] Vila Enric, en “Biblia y orientación sexual”, Cuadernos Cristianisme i Justícia.  Barcelona, Setiembre 2022,p. 18 disponible en https://www.cristianismeijusticia.net/sites/default/files/pdf/es229.pdf

[7] Vila Enric, en “Biblia y orientación sexual”, Cuadernos Cristianisme i Justícia.  Barcelona, Setiembre 2022,p. 18 disponible en https://www.cristianismeijusticia.net/sites/default/files/pdf/es229.pdf

[8] Alvarez Valdez, A, (2022, junio 25). San Pablo y la Homosexualidad. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=dS_GaZh0gkA

[9] Fernandez, Rosa, “Orientación sexual: distribución porcentual de la población mundial por tipo en 2021”  30-10-2023, Sitio Statista, disponible en https://es.statista.com/estadisticas/1381292/orientacion-sexual-distribucion-porcentual-de-la-poblacion-mundial-por-tipo/

[10] Jones, J. M. (2023, febrero 22). U.S. LGBT identification steady at 7.2%. Gallup. https://news.gallup.com/poll/470708/lgbt-identification-steady.aspx  (T. del A).

[11] Jones, J. M. (2023, febrero 22). U.S. LGBT identification steady at 7.2%. Gallup. https://news.gallup.com/poll/4707S08/lgbt-identification-steady.aspx  (T. del A).

[12] Jennett, M., “Stand up for us, challenging homophobia in schools”. Department of Health, Londres, 2004, p. 20.

[13] Ortiz-Hernandez, Luis y Garcia Torres, Maria Isabel, “Efectos de la violencia y la discriminación en la salud mental de bisexuales, lesbianas y homosexuales de la Ciudad de México” Cadernos de  Saúde Pública 21 (3), Jun 2005, https://doi.org/10.1590/S0102-311X2005000300026, disponible en Scielo.

[14] Escribano, Montserrat y Vilá Enric, “El reconocimiento de las personas LGTBIQ+ en la Iglesia” Cuadernos Cristianisme i Justícia.  Barcelona, Setiembre 2022,disponible en https://www.cristianismeijusticia.net/sites/default/files/pdf/es229.pdf p.10

[15] Escribano, Montserrat y Vilá Enric, “El reconocimiento  de las personas LGTBIQ+ en la Iglesia” Cuadernos Cristianisme i Justícia.  Barcelona, Setiembre 2022,disponible en https://www.cristianismeijusticia.net/sites/default/files/pdf/es229.pdf p.11

[16] Escribano, Montserrat y Vilá Enric, “El reconocimiento  de las personas LGTBIQ+ en la Iglesia” Cuadernos Cristianisme i Justícia.  Barcelona, Setiembre 2022,disponible en https://www.cristianismeijusticia.net/sites/default/files/pdf/es229.pdf p.12  con cita de Papa Francisco, (2013). “Viaje apostólico a Río de Janeiro con ocasión de la XXVIII jornada mundial de la juventud, Conferencia de prensa del santo padre Francisco durante el vuelo de regreso a Roma”, Domingo 28 de julio de 2013.

[17] Y siguiendo aquí a Vila Enric, en su final de “Biblia y orientación sexual”, Cuadernos Cristianisme i Justícia.  Barcelona, Setiembre 2022,p. 18 disponible en https://www.cristianismeijusticia.net/sites/default/files/pdf/es229.pdf

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“El fuerte se hizo débil”, por Gabriel María Otalora.

Viernes, 23 de diciembre de 2022
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corazonmariaDe su blog Punto de Encuentro:

10.12.2022 | Gabriel Mª Otalora

Cuando soy débil, entonces soy fuerte, dice Pablo, en su segunda Carta a los Corintios. Antes, Jesús llamó bienaventurados a los pobres, entre otras afirmaciones paradójicas que dan razón de la esperanza que atesora la idea de fortaleza que se hace débil para fortalecerse. La debilidad de la humildad, de la misericordia, del perdón, del amor verdadero. De tanto escuchar y leer estas llamadas del Evangelio, no nos impactan lo suficiente en la conducta de quienes procuramos vivir en cristiano. Y para eso están los tiempos fuertes, como el Adviento.

Siguiendo con Pablo, él nos cuenta una experiencia sobre su debilidad. Le pide a Dios ¡tres veces! que le quite el aguijón -no se especifica qué tipo de mal era-, pero la divina respuesta fue que le bastaba la Gracia, porque “mi poder se perfecciona en la debilidad”.

Todos pasamos por debilidades que en no pocas ocasiones nos conducen a estados de sufrimiento y hasta de desesperación. Sin duda que le hemos pedido al Señor que las quite de nuestra vida, pero ellas siguen en nosotros. ¿Por qué sufrimos con ellas? No hay respuesta directa al misterio del sufrimiento. Sin embargo, el mismo Jesús había hecho esta oración al Padre pidiendo que le quite el cáliz de la Pasión y el Padre no le respondió… en ese momento.

Es preciso hacer la voluntad de Dios, seguir su senda, aunque no responda a la oración… en ese momento. Nos basta su Gracia. Porque Dios cumple todas sus promesas aunque no cumpla todos nuestros deseos puntuales; hoy no es siempre, y en los terrenos de Dios la lógica divina solo se vislumbra amando: Él tomó nuestras flaquezas (por amor) y cargó con nuestras enfermedades (Is 53,4).

En cada Adviento se nos invita a reconocer la vida vulnerable de Dios alumbrándose a través de una sencilla mujer, María, en medio de los poderes de turno -el poder teocrático del Sanedrin, el poder de Herodes y el poder de los romanos. Dios se vino a encarnar, no en el gran imperio del momento, ni en un gran Templo como el de Jerusalén, Atenas o Corinto, sino que se fija en una joven de un territorio pobre e insignificante, de donde no se espera que pueda salir algo bueno (Jn 1,46).

María es la gran protagonista del Adviento divino, gracias a su fiat, abierta a la acción de Dios y creyendo contra toda esperanza sin poder humano alguno. Me pregunto qué sentiría ella en el momento de recibir los despojos de Jesús recién bajado del madero, cuando lo prometido era que su niño iba a ser especial, nada menos que el Mesías que traería consigo la historia de amor que pueda imaginarse, hecha realidad para todos. Pero de tanto repetirlo, acabamos construyendo una imagen de María irreal, etérea y cuasi divina, “superhumana”, sin el acento en que puso su vida al servicio radical de la Vida. María nos invita a la escucha humilde para preparar la Navidad de la Buena Nueva de Cristo vivida entre debilidades y esperanzas.

Pero ella también es nuestra intercesora =

María de la Esperanza

María de Nazareth,
compañera de nuestra vida,
quédate con nosotros.
Te necesitamos, madre buena,
vivimos tiempos difíciles,
atravesamos bajones,
tenemos caídas,
nos inmoviliza la apatía,
nos da rabia el brillo de la injusticia.

María,
contágianos tu fuerza,
ayúdanos a vivir con alegría.
Que no nos desalienten las espinas de la vida,
que no perdamos la utopía,
madre buena,
de creer que es posible otro mundo mejor.
Que no bajemos los brazos
en la lucha por la justicia divina.
Que no se enturbie nuestra mirada,
y no veamos la luz del Señor
que nos acompaña siempre,
y sostiene en los momentos duros.

María,
tú también pasaste tiempos de incertidumbre,
de no entender las cosas que pasaban,
de sufrimiento y soledad.
Y saliste adelante,
fuerte en la debilidad,
con entrega.
Nos enseñaste con tu ejemplo,
todos los días.
¡Cómo cuesta decirle sí al Señor!
Enséñanos a esperar en el Señor,
a confiar en su palabra,
a dejarnos guiar por su Espíritu,
a llenarnos de alegría.
Enséñanos a escuchar su voz,
en la realidad de cada día,
en el sufrimiento de tantos.

María,
enséñanos a orar
para no perder la Esperanza
para discernir nuestro lugar y misión.
Enséñanos a orar para no desalentarnos
en las dificultades y contratiempos.
(Extracto de Aciprensa)

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El alma (5): Pablo.

Sábado, 19 de febrero de 2022
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18175AA6-D28E-408A-9C20-84D98F5E8FD5San Pablo según el Greco.

Del blog de Antonio Piñero:

Si al parecer el Nazareno pensaba en términos judíos al hablar del alma, podría pensarse que Pablo de Tarso, supuesto fundador del cristianismo como interpretación de la vida y obra de Jesús, sí pudo haber dado el salto hacia el concepto de alma que nosotros conocemos. Es hora de repasar esos datos.

Como bien escribe Antonio Piñero en su Guía para entender a Pablo (pp. 130-135), los términos que el de Tarso empleó para referirse al ser humano, su naturaleza y sus posibles “partes” son bastante claros… si se conocen algunos supuestos que ya hemos desgranado en entregas anteriores. Veámoslo desde un punto de vista meramente práctico.

Pablo se refirió al ser humano atendiendo a una idea concreta: el paso de una era o eón presidido por el error de Adán (pero también caracterizado por los intentos de rehabilitación protagonizados por Abrahán y Moisés) en favor de una nueva era inaugurada por la entrega de Jesús de Nazaret, una nueva era que corregiría la anterior creación mediante una nueva creación sin tacha. Es decir, el concepto que presidía su personal empreño incorporaba ideas negativas en la vieja era, ideas negativas que desterraba de la nueva.

Así, al hablar del papel de la humanidad podía atenerse a la antropología semítica más conservadora y, en consecuencia, traba el tema de la carne, el cuerpo, el alma, la mente, aunque, insistamos, desde la perspectiva de la nueva creación como superación definitiva de la vieja.

Por eso podía pensar que el cuerpo y el alma serían una unidad que designaría a la persona en su totalidad, con un alma que sería básicamente la vida que animaba ese cuerpo, sin posibilidad de separación. De esa manera podemos entender pasajes en los que se habla de arriesgar el alma (Flp 2, 30; 1 Tes 2, 8) bajo la idea de energía, tiempo, actividad, salud, lo que hace que una vida se viva, por supuesto atendiendo a lo corporal. Se trata de una vida física, sin duda, aunque hay que matizar que, atendiendo a los destinatarios de la carta, es la vida física tal como ha de vivirse en la nueva creación: el nuevo eón ha de asumir el designio divino y no atentar contra él. La vida, por tanto, física tal como la divinidad desea que se viva. En estos casos la palabra empleada por el de Tarso es “alma” (psyché).

Pero también la palabra (al estilo semítico) significa “persona”, como en Rom 2, 9 y 13, 1. Y en 2 Cor 1, 23 parece que psyché se refiere a la persona de Pablo.

Aunque, tal como también hacía la tradición semítica, el “alma” puede referirse a lo correspondiente a la psicología tal como la entendemos nosotros, a lo característico de la voluntad, los propósitos, etc. En Flp 1, 27 se dice “competir juntos con una sola alma”, es decir, unánimemente, cuestión ésta de la unanimidad que se recoge en varios pasajes de sus cartas auténticas.

Compaginando estas notas con 1 Cor 15, 44-49, pasaje en el que Pablo usa la palabra psychikós, el adjetivo de “alma”, algo así como “anímico” (pues el término propio “animal”, que en latín significa “que tiene alma“, no nos vale ya), se puede entender algo mejor su pensamiento, Pablo dice:

Pero si alguno pregunta “¿Cómo son resucitados los muertos? ¿Con qué cuerpo vienen?” Insensato, lo que tú siembras, no crea vida salvo que muera; y lo que siembras, no siembras el cuerpo que va a nacer sino un grano desnudo, de trigo o de alguna otra cosa. Y la divinidad le da un cuerpo a su antojo, y a cada una de las semillas su cuerpo propio. No es toda la carne la misma carne, al contrario: una es de hombre, otra es carne de res, otra es carne de ave, otra de pez. Y hay cuerpos celestes y cuerpos terrestres; pero uno es el resplandor de los celestes y otro el de los terrestres. Uno el resplandor (doxa) del sol, otro el resplandor de la luna, otro el resplandor de las estrellas: porque una estrella difiere de otra por el resplandor (doxa). De la misma manera la resurrección de los muertos. Es sembrada en la corrupción, es resucitada en la incorruptibilidad; es sembrada en la indignidad, es resucitada en el resplandor (doxa); es sembrada en la debilidad, es resucitada en el poderío; se siembra un cuerpo psíquico, es resucitado un cuerpo espiritual. Si hay cuerpo psíquico hay también cuerpo espiritual. También así está escrito: nació el primer hombre, Adán, para el vivir intelecto-sensitivo (eis psychén), el último Adán para el vivir espiritual. Pero no primero lo espiritual sino lo intelecto-sensitivo, y a continuación lo espiritual. El primer hombre procedente de la tierra mundano, el segundo hombre celeste. Tal como es el mundano, semejantes son los mundanos, y tal como es el celeste, semejantes son también los celestes. Y tal como en su momento llevamos la imagen del mundano, llevaremos también la imagen del celeste (1 Cor 15, 35-49).

La idea que preside el pasaje es claramente la de una era que deja paso a otra era. La vida de un tipo, la psíquica que permite la vida (Gn 1, 24 usa la misma expresión que la carta de Pablo: psychén zosan); la psíquica que debería haber recibido correctamente el “espíritu” o “soplo de vida” de Dios (Gn 2, 7: pnoén zoes) sin pervertirlo, como hizo el Adán que se rigió más por la componente terrena y arruinó así lo espiritual. Es decir, la carne, la sangre, el “alma” son los elementos d ela vida en la tierra, una vida que debería haber sido bien vivida acogiendo y no arruinando el espíritu de la vida real que aportó la divinidad a esa vida “animal”, propia de los seres vivos que no tienen la capacidad, porque la divinidad no lo quiso, de vivir de una manera superior, celestial, como dice el de Tarso en el pasaje.

Tampoco, por tanto, podemos ver aquí ese alma que parece respirar en san Agustín o santo Tomás.

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Pablo y las mujeres

Sábado, 18 de diciembre de 2021
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fichero_19069_20090618101612_1720_lasmujeresy1Maite Parga,
Monforte de Lemos (Lugo).

ECLESALIA, 12/11/21.- Para muchas personas, San Pablo es un misógino, pero esas personas se olvidan de que Pablo vivió en una época determinada y que no era un marciano, es cierto que en algunas de sus cartas -o de sus discípulos- la cosa no esta clara, pudiera dar esa sensación si se leen mal, pero solo si se leen mal; claro que así es como lee La Biblia el noventa y nueve por ciento de quienes se acercana a ella. Pero ¿puede ser misógino, un hombre que en una época en la cual la mujer, mandaba menos que el perro y el gato de la casa, tenga mujeres como colaboradoras?

Pablo en sus cartas o epístolas nombra a todas las personas que colaboran con él en su misión apostólica y en estas cita a muchas mujeres: una tal María, Claudia, Trifosa, Febe diaconisa, Priscila, Loida y Eunice. En Hechos 16 11,15 se nos cuenta que Pablo y sus compañeros se encontraron en la ciudad de Tiatira con una mujer llamada Lidia, comerciante en púrpura, un producto exclusivo y muy caro. Esta mujer los recibió en su casa y allí Pablo fundó una de sus comunidades. Pablo acogió para su apostoládo a Lidia no a su esposo.

Febe era una de sus diaconisas, pero hay más, Pablo tenía una relacción de amistad, con un matrimonio que hacían tiendas de campaña lo mismo que él. El esposo se llamaba Aquila, y, la señora Priscila. Pablo los tiene como colaboradores en el apostolado, al mismo nivel el esposo que la esposa.

Es verdad que en la carta a los efesios (sobre la que algunos exegetas dicen que es de un discípulo), Pablo manda a la mujer ser sumisa al marido (eso era lo normal en su época y hasta no hace mucho), pero se pasa por alto que manda al esposo amar a la esposa como a sí mismo, como a su propia carne, como Cristo a la Iglesia. Los esposos de la época de Pablo no tenían que amar a sus esposas, el matrimonio era para hacer niños que luego fueran buenos servidores del Estado, sin embargo, Pablo incluye el amor. En la epistola a los Galatas dice algo que ayuda equilibrar lo dicho al hablar de la sumisión de la mujer y, desde luego, algo que ningún misógino diría jamás: “Ya no hay hombre ni mujer, esclavo ni libre, barbaro o escita, pues todos sois uno, en Cristo Jesús” (Ga 3, 28).

Creo que con esto, queda desmantelada la idea de un Pablo misógino.

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedenciaPuedes aportar tu escrito enviándolo a eclesalia@gmail.com).

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José Ignacio López Vigil: “San Pablo inventó el cristianismo y la Iglesia católica homófoba y machista”

Lunes, 19 de noviembre de 2018
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frente-a-frente2“Magdalena era una mujer extraordinaria, una galilea peleadora, que se enamoró de Jesús y Jesús de ella”

“Pablo escribió sus cartas sin saber nada, absolutamente nada de Jesús. Ni conoció a Jesús ni comió pescado con él”

“Todos los que van a comulgar han rezado antes la oración de un gay, el centurión romano, que le dice a Jesús: ‘Señor. No soy digno de que entres en mi casa (a curar a mi pareja), pero una palabra tuya bastará para sanarlo'”

(José M. Vidal).- “Pablo de Tarso, que no conoció a Jesús de Nazaret, inventó a Jesucristo y, además, como era misógino, esclavista y homófobo, creo una Iglesia a su imagen y semejanza”. Lo dice todo de un tirón y, al terminar, pregunta a los presentes: “¿He dicho muchas herejías?” Y la verdad es que, con su barba larga, su pelo cano y sus gafas, José Ignacio López Vigil parece un santo padre más que un hereje. Eso sí, habla y escribe muy claro, como viene demostrando, desde hace años, en sus programas de radio y en sus libros.

Ayer, precisamente, presentaba su última obra¡Frente a frente! San Pablo Apóstol, el que inventó a Cristo y María Magdalena, la que conoció a Jesús (feadulta), ante un numeroso público, que llenaba el auditorio del colegio mayor Chaminade. Un nuevo libro que, como todos los anteriores, está escritos a cuatro manos, con su hermana, María López Vigil, también periodista.

La presentación de la mesa, en la que figuraba el autor, junto al teólogo Xabier Pikaza, corrió a cargo de África de la Cruz, profesora emérita de psicología de la Universidad autónoma de Madrid, que comenzó recordando “el importante papel que los dos hermanos escritores desempeñaron en mi evolución espiritual”. Con varias de sus obras, pero sobre todo con ‘Un tal Jesús’, la más famosa y la más polémica, pero que sirvió de alimento a generaciones de creyentes, que, de su mano, “dieron el salto mortal del Jesús del credo al ‘Moreno de Nazaret’, de un Dios al que hay que temer y, en el fondo, odiar, al Dios amor y sólo amor”

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Del nuevo libro, objeto de la presentación, la profesora alabó su “estilo desenfadado e irreverente, su aparente sencillez y su simplificación e, incluso, su sentido del humor y su forma de narrar periodística que engancha”.

A continuación, se proyectó un video del teólogo José María Castillo, autor de varios libros sobre el tema y que suele decir que “el problema empezó con Pablo“. Tras saludar a los presentes, calificó a los hermanos López Vigil de “personas de una profundidad evangélica importante y de una notable competencia intelectual”.

Respecto a la obra, Castillo quiso subrayar que la sencillez expositiva no está reñida con la profundidad, aunque “hay personas que confunden la sencillez y la clarividencia de la comunicación directa con la falta de profundidad intelectual”. A su juicio, hablar sencillo y claro, como Jesús, “no es bajar el nivel de fiabilidad” y, además, de esta forma se llega a mucha más gente.

“Hay mentalidades formadas en la alta especulación, que dan más valor a las teorías, pero Jesús hablaba en parábolas y su enseñanza era teología narrativa, una teología que es tan valiosa como la puramente especulativa y, en muchas ocasiones, va más allá y llega a lo más profundo de la fe de los sencillos”, concluyó el teólogo, asegurando que los autores “tienen ese don de la teología narrativa”. Un don “que pocos tienen”.

Tras dar las gracias a Castillo, que aparece en la serie, compuesta inicialmente como crónicas de radio, uno de los autores, José Ignacio López Vigil salta a la arena, coge el micrófono y con su acento mezcla de español de Asturias pasado por Latinoamérica durante muchos años (y allí sigue), va directo al grano desde el principio. Como si tuviese ganas de sacudir y provocar a los presentes, que, por otra parte, venían con ganas de ser zarandeados.

Y lanza una serie de afirmaciones claras y tajantes:Pablo escribió sus cartas sin saber nada, absolutamente nada de Jesús. Ni conoció a Jesús ni comió pescado con él. Sólo tuvo una revelación camino de Damasco y se puso a escribir, sin ni siquiera regresar a Jerusalén a hablar con María, su madre, ni con María Magdalena, su compañera”.

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Por eso, “en las cartas de Pablo no hay geografía ni historia”. Tanto es así que Pablo, el viajero, el intelectual de la escuela farisaica de Gamaliel, que sabía tres idiomas (arameo, hebreo y griego) y que sabía escribir, mientras “los demás discípulos y el propio Jesús eran analfabetos”, ese Pablo “inventó a Jesucristo”.

Más aun, “Pablo de Tarso no sólo era homófobo, misógino y esclavista, sino que, además, inventa la teoría del pecado original y, como consecuencia, la tesis de la expiación. Para redimir al mundo de ese terrible pecado, Dios, enfurecido, manda a su propio Hijo, para que lo maten y con su sangre lave el pecado y Dios quede tranquilo. Algo terrible”.

La cara opuesta del cristianismo naciente la ofrece, según López Vigil, María Magdalena, “la fundadora del cristianismo, la que proclamó ‘esta vivo y su proyecto no terminó en la cruz'”. La que se opone en el libro, a la homofobia de Pablo de Tarso. Entre otras cosas, porque “todos los que van a comulgar han rezado antes la oración de un gay, el centurión romano, que le dice a Jesús: ‘Señor. No soy digno de que entres en mi casa (a curar a mi pareja), pero una palabra tuya bastará para sanarlo”.

Lo peor de estos dos cristianismo enfrentados es, para López Vigil, que “la Iglesia optó por el de Pablo de Tarso y marginó por completo el de María Magdalena”. Por eso, a su juicio, “es urgente recuperar los Evangelio y a María Magdalena”.

Terminada la primera intervención del autor, Xabier Pikaza, como gran biblista que es, quiso matizar un poco las afirmaciones de López Vigil y aseguró que, en contra de lo que se suele pensar, “el Pablo del que tú hablas es el Pablo popular, al que se le atribuyen algunas afirmaciones que son evidentes intrapolaciones, como lo que dice sobre las mujeres”.

marialopezvigilyhermanoMaría y José Ignacio López Vigil,

Según Pikaza, Pablo hizo cosas admirables y la más importante: dijo que Jesús era Dios”. El biblista reconoce que “parece que Pablo tuvo un problema de misoginia, pero en su Iglesia las mujeres eran iguales que los hombres“. Y terminó subrayando que “Pablo fue fundamental y, sin él, el cristianismo no podría seguir adelante” y pidiendo a los autores nuevas entregas de su obra sobre el Pablo auténtico.

López Vigil aceptó el reto de seguir discutiendo y escribiendo sobre Pablo de Tarso en nuevos libros, para someterse a continuación a las preguntas de los presentes. En sus respuestas, recordó, por ejemplo, que escribió ‘Un tal Jesús’ “en los bellos tiempos de la Teología de la Liberación, que Juan Pablo II se ocupó de arruinar”.

Preguntado, de nuevo, sobre Magdalena, aseguró que, “aunque la Iglesia, para marginarla, la calificó de prostituta, era, en realidad, una vendedora de pescado, que se enamoró de Jesús y Jesús de ella, una mujer extraordinaria, una galilea peleadora”. Por eso, a su juicio, “hay que reivindicarla, porque ella fue la apóstol de los apóstoles”.

Para conectar la Iglesia actual con el cristianismo de María Magdalena, López Vigil pidió al Papa una Iglesia que abola el celibato y una Iglesia con mujeres protagonistas, no sacerdotas, porque si la Iglesia no tiene rostro femenino, no es la Iglesia de Jesús”.

Preguntado sobre la relación entre el celibato y los abusos del clero, López Vigil negó una relación directa, pero aseguró que la Iglesia prohibió el matrimonio a los curas para defender su patrimonio e impuso el celibato para que no heredasen las mujeres de los curas” y proclamó que “el celibato es una ley antinatural, que puede provocar reacciones antinaturales y, por eso, tiene que ser abolida”.

En contra de lo que suele sostenerse, López Vigil aseguró que Jesús era un campesino alegre y dicharachero, al que le gustaba contar chistes y adivinanzas , asi como alguien radicalmente revolucionario, aunque no sabía escribir y leía a duras penas, trastabillándose”.

Y terminó proclamando que la Iglesia tiene que “quitar miedos y culpas, porque, si se cree en el infierno, no se cree en Dios” a invitando a la esperanza, porque “otro Dios es posible”, como reza el título de otra de sus obras.

Fuente Religión Digital

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“Recuperar el cristianismo de María Magdalena”, por Juan José Tamayo

Lunes, 20 de agosto de 2018
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mary-magdalene-6e5a131d0dc85e1439fe556313b910251421f22f-s6-c30Leído en la página web de Redes Cristianas

Con motivo de la fiesta de María Magdalena, que se celebra el 22 de julio

En su obra La Ciudad de las Damas, de principios del siglo XV, la escritora francesa Christine de Pisan constataba la disparidad entre la imagen negativa de los varones sobre las mujeres y el conocimiento que tenía de sí misma y de otras mujeres. Los varones afirmaban que el comportamiento femenino estaba colmado de todo vicio; juicio que en opinión de Christine demostraba bajeza de espíritu y falta de honradez. Ella, por el contrario, tras hablar con muchas mujeres de su tiempo que le relataron sus pensamientos más íntimos y estudiar la vida de prestigiosas mujeres del pasado, les reconoce el don de la palabra y una inteligencia especial para el estudio del derecho, la filosofía y el gobierno.

La situación de entonces se repite hoy en la mayoría de las religiones, que se configuran patriarcalmente y nunca se han llevado bien con las mujeres. Estas no suelen ser consideradas sujetos religiosos ni morales, por eso se las pone bajo la guía de un varón que las lleve por la senda de la virtud, entendida y practicada patriarcalmente como obediencia, sumisión, recato, silencio, humildad (=humillación), servicio, abnegación, sacrificio. Se les niega el derecho a la libertad dando por supuesto que hacen mal uso de ella. Se les veta a la hora de asumir responsabilidades directivas por entender que son irresponsables por naturaleza. Son excluidas del espacio sagrado por impuras. Se las silencia por creer que son lenguaraces y dicen inconveniencias. Son objeto de todo tipo de violencia: moral, religiosa, simbólica, cultural, física, etc.

Sin embargo, las religiones difícilmente hubieran podido nacer y pervivir sin ellas. Sin las mujeres es posible que no hubiera surgido el cristianismo y quizá no se hubiera expandido como lo hizo. Ellas acompañaron a su fundador Jesús de Nazaret desde el comienzo en Galilea hasta el final en el Gólgota. Recorrieron con él ciudades y aldeas anunciando el Evangelio (=Buena Noticia), le ayudaron con sus bienes y formaron parte de su movimiento en igualdad e condiciones que los varones.

La teóloga feminista Elisabeth Schüssler Fiorenza ha demostrado en su libro En memoria de ella que las primeras seguidoras de Jesús eran mujeres galileas liberadas de toda dependencia patriarcal, con autonomía económica, que se identificaban como mujeres en solidaridad con otras mujeres y se reunían para celebrar comidas en común, vivir experiencias de curaciones y reflexionar en grupo.

El movimiento de Jesús era un colectivo igualitario de seguidores y seguidoras, sin discriminaciones por razones de género. No identificaba a las mujeres con la maternidad. Se oponía a las leyes judías que las discriminaban, como el libelo de repudio y la lapidación, y cuestionaba el modelo de familia patriarcal. En él se compaginaban armónicamente la opción por los pobres y la emancipación de las estructuras patriarcales. Las mujeres eran amigas de Jesús, personas de confianza y discípulas que estuvieron con él hasta el trance más dramático de la crucifixión, cuando los seguidores varones lo abandonaron.

En el movimiento de Jesús las mujeres recuperaron la dignidad, la ciudadanía, la autoridad moral y la libertad que les negaban tanto el Imperio Romano como la religión judía. Eran reconocidas como sujetos religiosos y morales sin necesidad de la mediación o dependencia patriarcal. Un ejemplo es María Magdalena, figura para el mito, la leyenda y la historia, e icono en la lucha por la emancipación de las mujeres.

A ella apelan tanto los movimientos feministas laicos como las teologías desde la perspectiva de género, que la consideran un eslabón fundamental en la construcción de una sociedad igualitaria y respetuosa de la diferencia. María Magdalena responde, creo, al perfil que Virginia Woolf traza de Ethel Smyth: “Pertenece a la raza de las pioneras, de las que van abriendo camino. Ha ido por delante, y talado árboles, y barrenado rocas, y construido puentes, y así ha ido abriendo camino para las que van llegando tras ella”.

Las mujeres fueron las primeras personas que vivieron la experiencia de la resurrección, mientras que los discípulos varones se mostraron incrédulos al principio. Es esta experiencia la que dio origen a la Iglesia cristiana. Razón de más para afirmar que sin ellas no existiría el cristianismo. No pocas de las dirigentes de las comunidades fundadas por Pablo de Tarso eran mujeres, conforme al principio que él mismo estableció en la Carta a los Gálatas: “ya no hay más judío ni griego, esclavo ni libre, varón o hembra” (Gál 3,28).

Sin embargo, pronto cambiaron las cosas. Pedro, los apóstoles y sus sucesores, el papa y los obispos, se apropiaron de las llaves del Reino, se hicieron con el bastón de mando, que nada tenía que ver con el cayado del pastor para apacentar las ovejas, mientras que a las mujeres les impusieron el velo, el silencio y la clausura monacal o doméstica. Eso sucedió cuando las iglesias dejaron de ser comunidades domésticas y se convirtieron en instituciones políticas.

¿Cuándo se reparará tamaña injusticia para con las mujeres en el cristianismo? Habría que volver a los orígenes, más en sintonía con los movimientos de emancipación que con las Iglesias cristianas de hoy. Es necesario cuestionar la primacía –el primado- de Pedro, que implica la concentración del poder en una sola persona e impide el acceso de las mujeres a las responsabilidades directivas compartidas.

Hay que recuperar el discipulado de María Magdalena, “Apóstol de los Apóstoles”, reconocimiento que se le daba en la Antigüedad cristiana y que recuperó la teóloga feminista Elisabeth Schüssler Fiorenza en un artículo del mismo título pionero en las investigaciones feministas sobre el Testamento cristiano. Es necesario revivir, refundar el cristianismo de María Magdalena, inclusivo de hombres y de mujeres, en continuidad con los profetas y las profetisas de Israel y con el profeta Jesús de Nazaret, pero no con la sucesión apostólica, de marcado acento jerárquico-patriarcal, de la teología escolástica, que entendía la Iglesia como una monarquía.

Un cristianismo olvidado entre las ruinas valladas de la ciudad de Magdala, lugar de nacimiento de María Magdalena, que visité hace cinco años, a siete kilómetros de Cafarnaún, donde tuvo su residencia Jesús de Nazaret durante el tiempo que duró su actividad pública. En las excavaciones que se llevan a cabo en Magdala se descubrió en 2009 una importante sinagoga Ahí se encuentra la memoria subversiva del cristianismo originario liderado por Jesús y María Magdalena, que fue derrotado por el cristianismo oficial.

Pero de aquel cristianismo sepultado bajo esas ruinas emerge un cristianismo liberador vigoroso, desafiante, y empoderado a través de los movimientos igualitarios que surgen en los márgenes de las grandes iglesias cristianas, como surgió en los márgenes el primer movimiento de Jesús, de María Magdalena y de otras mujeres que le acompañaron durante los pocos meses que duró su actividad pública.

Es necesario heredar la autoridad moral y espiritual de María de Magdala como amiga, discípula, sucesora de Jesús y pionera de la igualdad. Hay que reconstruir la línea de continuidad de los movimientos emancipatorios a lo largo de la historia y establecer nuevas alianzas inclusivas, creadas desde abajo y no desde el poder, en lucha contra la exclusión social, política y religiosa de las mujeres, que desemboca en violencia de género, y contra la discriminación de las mujeres, que tiene carácter interseccional: por clase social, cultura, etnia, religión, identidad afectivo-sexual, etc.

***

Juan José Tamayo es miembro del Comité Científico del Instituto Universitario de Estudios de Género de la Universidad Carlos III de Madrid. Entre sus obras dedicadas al feminismo cabe citar: Otra teología es posible. Interculturalidad, pluralismo religioso y feminismo (Herder, Barcelona, 2012, 2ª ed.); Cincuenta intelectuales para una conciencia crítica (Fragmenta, Barcelona, 2013), que ofrece un perfil intelectual de catorce mujeres pioneras de la igualdad; Invitación a la utopía. Ensayo histórico para tiempos de crisis (Trotta, Madrid, 2012), que dedica un capítulo a la utopía feminista; Religión, género y violencia (Dykinson, Madrid, 2017, 2ª ed.). Islam: sociedad, política y feminismo (Dykinson, Madrid, 2018, 1ª reimpresión).

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“Pablo de Tarso y Dorothy Day, por los caminos de Lavapies y Calais hoy”, por Pepa Torres

Sábado, 25 de junio de 2016
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grupo-inmigrantes-sobrevivieron-tragedia-AFP_CLAIMA20140512_0142_17Siempre fui y sigo siendo una ávida lectora y admiradora de Dolores Aleixandre. De ella he aprendido que la historia bíblica es nuestra historia, que la salvación acontece hoy y que los personajes bíblicos no son seres del pasado sino que nos habitan y podemos reconocer su espíritu en hombres y mujeres cotidianos. Cuando empecé a vivir en Lavapiés un amigo cura me dijo que nuestra comunidad era muy paulina por la apuesta tan apasionada que teníamos por el diálogo intercultural y nuestra presencia en los areópagos. No me gustó mucho la verdad, porque me ha costado tiempo y muchas lecturas liberar a San Pablo de su etiqueta misógina y reencontrarme con el compañero de Febe, Junia, Priscila, Tecla, etc.

Hoy en la historia de las genealogías que sostienen mi fe, Pablo de Tarso es uno de mis referentes, quizá porque como él me caigo del caballo cada día ante la buena y descolocante noticia de la irrupción de la diversidad en mi vida. Quizás también por mi gusto por el género epistolar porque no entiendo la teología más que como una carta de amor a Dios y al pueblo, como dice Gustavo Gutiérrez [1]. Junto a Pablo, otra mujer cuyo espíritu siento que habita en muchos corazones de mi barrio, incluido el mío, es el espíritu de Dorothy Day en su apuesta por las comunidades de hospitalidad, la desobediencia civil y no violencia activa frente a la injusticia, y su convencimiento de que la revolución ha de ser permanente e implicar el cambio del corazón: cambiar de vida para cambiar la vida

Reconozco su espíritu en muchas mujeres jóvenes de mi barrio, en algunas madres solas, que como Dorothy la fidelidad a unos estilos de vida ha tenido como consecuencia la ruptura con sus parejas, o en otras mujeres que acogen en sus casas a personas refulgidas en tránsito y lo hacen organizadamente, con un fuerte espíritu comunitario y aceptando complicarse la vida con ellos y ellas. Una de estas amigas se llama Marga y está actualmente en Calais. Marchó con una brigada europea de Catolic worker, cuando se enteraron que el gobierno francés había dado orden de empezar desmantelar los campamentos de personas desplazadas. Ella se presenta como okupa y anarco-cristiana. Pero para nosotras es sobre todo una maestra en confianza y libertad en el compromiso con la hospitalidad y la justicia. Desde Calais nos escribe cada quince días a la comunidad intercultural “que nos juntamos a orar juntos en nuestra casa semanalmente. Leemos sus cartas con el mismo fervor que los Gálatas o los Corintios, leerían las de San Pablo, solo que éstas van dirigidas a los y las lavapiesienses. Con ella mascamos la vergüenza de los campamentos de inmigrantes en Calais en el corazón de una Francia donde la libertad, la igualdad, la fraternidad hace tiempo que se hicieron pedazos.

Calais, como Idomeni, como Tarajal, es otro rostro de la vergüenza de Europa. En Calais han llegado a convivir 7000 personas en condiciones de insalubridad absoluta y en acoso constante por la policía o los grupos neonazis. En el 2015 murieron 25 personas atropelladas o electrocutadas en su intento de atravesar el eurotúnel que conduce a Dover (Inglaterra). Pero cuando leemos las cartas de Marga sentimos que Calais es también el rosto de la dignidad y la resiliencia, de la complicidad contra las fronteras y que no todo está perdido, porque hay gentes que entregan cada día su corazón, unidos en un mismo latido, para cruzar las fronteras y borrarlas hasta que se eliminen de los mapas y los diccionarios. Así, junto al horror, en Calais, conviven la ternura y la humanidad derramándose a borbotones, haciendo frente y denunciando la violencia policial y xenófoba con que los campamentos son desmantelados y atacados. Pero mucho mejor que yo nos lo narra Marga, en una de sus últimas cartas:

“Ya llevo 2 semanitas trabajando en el Centro de Mujeres y Niños, que tiene una “Escuela”, en la que intentamos crear un espacio seguro para que las niños puedan jugar tranquilos, socializar, leer, ver pelis, etc y tengan una rutina, para que cuando vuelvan al cole oficial, puedan adaptarse más fácilmente a los horarios y clases. Preparamos las sesiones con todo tipo de juegos y actividades de una forma comprensible para todas, pues tenemos kurdos, afganos, etíopes, eritreos, sirios. Las voluntarias somos sobre todo de Inglaterra y Francia, aunque también hay belgas y otras nacionalidades. La diversidad ayuda a crear un ambiente de respeto entre personas de diferentes procedencias, aunque a veces el peso de los estereotipos entre pueblos trata de dividir a las mismas niños… (“Yo con este no juego, que es kurdo” y cosas así…).

Los sábados es el día de la Belleza de las mujeres y viene gente a depilar, a dar masajes. Es un día de descanso y fiesta para muchas, a las que les gusta cuidarse y arreglarse!. La gente de la escuela prepara actividades para los niños, para que las mamis puedan descansar. Muchas tienen síntomas de estrés postraumático, con insomnio, caída de cabello y en el Campo, aunque no falta comida, se vive una situación muy precaria. Además, por temor a los grupos neonazis, la mayoría no se atreve a salir del Campamento, por lo que su libertad se encuentra limitada y su sensación de seguridad está muy minada.

Hay unas niñas y niños super lindos. Había un nene afgano que hablaba 5 lenguas, de 5 años. Su familia ya pidió asilo en Francia y se fueron. Muchos niñas de 12 en adelante pasan el día yendo por agua a las fuentes y ayudando en la recogida de comida y cuidado de hermanos. Kabil es un pequeñín con el que me rio mucho. Le encanta estar limpísimo, perfecto. Cuando fuimos a la playa con Caritas Internacional, no quería pisar la arena húmeda por no mancharse los zapatos. Siempre que le veo, va como un pincel, con sus deportivas blancas y le digo: ¡pero qué limpio estás! Y se ríe. La verdad es que mantenerse limpio en este barrizal es una tarea imposible que no sé cómo lo consigue.

Un grupo muy importante en el campamento son las Ginecólogas sin fronteras. La llamamos las tres mosqueteras. La situación de las mujeres es super dura y ellas son estupendas, son muy buenas médicas y además trabajan con mucha delicadeza y quitan mucha angustia. La gente que estoy conociendo, tanto refugiadas como voluntarias o activistas son súper interesantes. Entre los desplazado hay artistas y gente con estudios universitarios, que tratan de mantener la paz en el campa, a costa de dejar un poco de lado su proyecto de asilo político, Hay una gran diversidad. Por ejemplo hay iraníes que quieren ser cristianos, pero si son musulmanes es delicada su conversión: tienen que bautizarse en secreto, porque los extremistas los presionan mucho.

En el campamento tengo dos amigos sudaneses súper majos. A nada que ven un problema aparecen como ángeles justo cuando los necesitas. Hay adolescentes que vienen solitos y están un poco mal psíquicamente. También hay un viejito afgano que está medio mal al que la gente trata con mucho cariño Tengo que investigar todas estas situaciones para ver cómo podemos lograr que no empeoren, porque el campamento no es país para nadie, pero menos, para las personitas más vulnerables, que peor lo pasan. Otra de las cosas que me ha encantado ha sido L’Arche, de Jean Vanier. Es una comunidad que trata de querer y cuidar la individualidad de cada persona, tal como es, con una mayor o menor sensibilidad, fragilidad, inteligencia o capacidad en los distintos aspectos de la vida Una mujer con diversidad intelectual lloraba diciéndome que no soportaba ver sufrir así a la gente, que le encantan los niños y no podía entender el maltrato que estaban sufriendo…

No tengo mucho tiempo para escribir, por eso escribo cuando puedo y en la lengua que puedo. Contadme vuestras batallas, noticias de España, elecciones y eso… Gracias por estar ahí. Veniros alguien más…Venga animarse que aquí hay que echar muchas manos”. 

Ciertamente el espíritu de Pablo de Tarso y Dorothy Day, habita en muchas Margas que desde Lavapiés hasta Calais transita fronteras para ayudar a saltarlas.

Pepa Torres Pérez

(El Blog de Pepa Torres Pérez)

[1] GUSTAVO GUTIERREZ, La densidad del presente, Lima, Instituto Bartolomé de las Casas, 2003.

Fuente Fe Adulta

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“El Dios de Jesús y el Dios de Pablo”, por José Mª Castillo, teólogo

Martes, 26 de abril de 2016
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11_saul-conversionDe su blog Teología sin Censura:

Según es el Dios en el que cada cual cree, así es la vida que cada cual lleva. El que tiene su fe puesta en el dinero, pongamos por caso, será sin duda un individuo cuya vida estará regida por la codicia. Y lo más probable es que semejante sujeto termine siendo un corrupto o un ladrón. Un tipo así, aunque diga que es ateo, en realidad no lo es. Porque Dios es la realidad última que da sentido a nuestra vida. Una realidad a la que sus “creyentes” están dispuestos a servir. Por esto, sin duda, el Evangelio dice que el contrincante de Dios es el dinero: “No podéis servir a Dios y al dinero” (Mt 6, 24; Lc 16, 13)), el “mamón” personificado como un poder que está siempre en conflicto con lo que Dios exige y la honradez demanda (H. Balz).

Esto supuesto, si hablamos de Dios, tal y como todo el mundo entiende la palabra “Dios”, es importante saber que, en los orígenes del cristianismo, esta palabra no siempre tuvo el mismo significado. Concretamente, no es lo mismo el Dios, que se nos revela en Jesús, que el Dios del que nos habla Pablo de Tarso. Lo que lleva en sí consecuencias de enorme importancia, como después indicaré.

En cuanto al Dios de Pablo, la experiencia que Pablo vivió, en el camino de Damasco, no fue una “conversión” (“metánoia”), en el sentido propio de esa palabra. Ante todo, porque Pablo no se aplica a sí mismo el vocabulario específico de la conversión, en los repetidos relatos que el mismo Pablo nos dejó (Gal 1, 11-16; 1 Cor 9, 1; 15, 8; 2 Cor 4, 6) y de los que Lucas, en el libro de los Hechos, ofrece tres relatos detallados (9, 1-19; 22, 3-21; 26, 9-18). Pablo, después de lo que vivió en el camino de Damasco, siguió creyendo en el mismo Dios en el que siempre había creído, “el Dios de los Padres” (Hech 22, 14), y viviendo la religión en la que había sido educado (S. Légasse). Por eso, cuando Pablo habla de Dios, se refiere al Dios de Abrahán y a las promesas hechas a Abrahán (Gal 3, 16-21: Rom 4, 2-20) (U. Schnelle). Ahora bien, sabemos que el Dios de Abrahán es el Dios que le pidió a Abrahán que matara y ofreciera, en “sacrificio” religioso, a su hijo querido (Gen 22, 1-2). Es, pues, el Dios que necesita sufrimiento, sangre y muerte para perdonar, según la sobrecogedora afirmación que recoge la carta a los Hebreos: “sin derramamiento de sangre no hay perdón” (Heb 9, 22).

El contraste con el Dios de Pablo es el Dios del que nos habla constantemente Jesús y que se nos da a conocer en la vida y enseñanzas de Jesús. Se trata del Dios al que Jesús presenta siempre como Padre. Pero no desde el modelo del “paterfamilias”, el patrón y dueño del grupo familiar, que se definía a partir del “poder”. No. Jesús habla siempre del Padre, que se entiende desde el “amor”, la bondad y la misericordia. Así, en la parábola del hijo extraviado (Lc 15, 11-32), al que el padre acoge, perdona y le hace fiesta, sin pedirle cuentas, ni explicaciones, ni justificación alguna. Es el Padre “que hace salir su sol sobre malos y buenos y manda la lluvia sobre justos e injustos” (Mt 5, 45). Y, sobre todo, el Padre que se nos dio a conocer en Jesús (Jn 1, 18), de manera que quien veía a Jesús, por eso mismo y por eso solo veía al Padre (Jn 14, 9). El Padre de la misericordia, que acoge a pecadores y convive con ellos (Lc 15, 1-2; Mc 2, 15-17; Mt 9, 10-13; Lc 5, 29-32). El Padre que, en la vida y conducta de Jesús, dejó patente que sus tres grandes preocupaciones fueron el sufrimiento de los enfermos, la indigencia de los pobres y las mejores relaciones personales entre los seres humanos.

La consecuencia de todo lo dicho se comprende fácilmente. Empecé diciendo que según es el Dios en el que cada cual cree, así es la vida que lleva. A primera vista, parece que el Dios más duro y exigente es el Dios de Pablo. En realidad no es así. El Dios de Pablo exige sacrificio y culto. A nosotros no nos pide ya eso. Nos pide que repitamos el “sacrificio ritual”, que rememora y actualiza el sacrificio de Cristo en la cruz. Por eso vamos a misa. Y si no podemos, pagamos misas. Porque es importante dejar la conciencia tranquila, en paz, para sentirse perdonado. El Dios de Jesús, tal como se nos reveló en la vida, en las enseñanzas y la conducta de Jesús, no pidió rituales del culto en el templo. Lo que pidió fue que respetemos a todos, que perdonemos a todos, que amemos siempre a todos, que seamos siempre buenos y que nos sintamos libres para trabajar a fondo por una vida y una sociedad más igualitaria, más justa, más feliz, sobre todo para los que más sufren.

Pues bien, así las cosas, queda patente que el Dios que nos da verdadero miedo, al que más nos resistimos, no es el de Pablo, sino el de Jesús. De hecho, en la Iglesia, y en la teología, ha tenido (y sigue teniendo) más presencia el Dios de Pablo que el de Jesús. ¿No será eso así porque con el Dios de Pablo es posible mantener el solemne tinglado clerical que mantenemos, mientras que con el Dios de Jesús, si lo tomamos en serio, tendríamos que modificar cosas y conductas que no estamos dispuestos a cambiar?

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“No es fácil entender la Pasión”, por José Mª Castillo

Martes, 22 de marzo de 2016
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paul and jesus atheism_thumb[1]De su blog Teología sin Censura:

No resulta fácil entender lo que vemos y vivimos cada Semana Santa. Porque no es fácil entender por qué, cada año y cuando llegan estos días, paseamos por nuestras calles imágenes de dolor, agonía y muerte, en procesiones de respeto y devoción. Y, lo que es más llamativo, exhibimos las imágenes del fracaso en tronos de exaltación triunfal, con música gregoriana, incienso de dioses y bandas de música, tambores y trompetas. Todo eso, que es la expresión más elocuente del empeño incomprensible por hacer, del fracaso más humillante de la vida, el triunfo soñado de nuestras más sublimes ilusiones.

¿Por qué sucede, en el ámbito de la religión, lo que a nadie se le ocurre imaginar en los demás sectores de la vida?

No sé si este fenómeno – tan claramente contradictorio – se produce, con tanta naturalidad, en la historia y las costumbres de otras religiones. En el cristianismo es un hecho, que tiene una historia de siglos, y unas raíces que se adentran en los orígenes de la Iglesia. Y es que, por más vueltas que le demos al asunto, no es fácil entender la pasión de Jesús.

¿Dónde está la clave del problema? En los escritos más antiguos de la Iglesia, los documentos que llamamos el Nuevo Testamento, hay dos teologías, que no se han integrado debidamente la una en la otra, sino que se pensaron y se escribieron independientemente la una de la otra. Y que, en cuestiones muy decisivas, nos vienen a decir cosas que no son fáciles de armonizar. La primera de estas teologías (la que primero se escribió) fue la de San Pablo (entre los años 45 y 55). La segunda fue la de los evangelios (después del año 70, hasta los años 90).

La diferencia más obvia, que se advierte entre estas dos teologías, es que la de los evangelios es una teología narrativa, o sea, está construida sobre la base de una serie de relatos mediante los que se nos explica la forma de vida o el proyecto de vida que llevó el protagonista de tales relatos, un modesto galileo del s. I, Jesús de Nazaret.

La teología de San Pablo es una “teología especulativa”, es decir, está construida sobre la base de una serie de reflexiones religiosas, que no se refieren ya directamente al humilde galileo, que fue Jesús, sino al Hijo de Dios, Mesías y Señor nuestro (Rom 1, 4), que es Cristo, el Resucitado que está junto al Padre del Cielo.

Esto supuesto – y como es lógico – estas dos teologías nos ofrecen dos explicaciones de la pasión y muerte de Jesús. Según la teología de los evangelios, la decisión de la muerte de Jesús la tomó la autoridad religiosa (el Sanedrín: sumos sacerdotes, senadores y maestros de la Ley). Y esta decisión fue aprobada por la autoridad política, el prefecto del Imperio. El motivo de la condena a muerte fue religioso (a Jesús se le acusó de ser un peligro para el templo, ser y actuar como un blasfemo y un delincuente); y fue político (como el gobernador mandó poner sobre la cruz).

Según la teología de San Pablo, Cristo murió en la cruz, no por decisión humana alguna (un asunto que Pablo nunca menciona), sino porque los pecados se expían por la sangre, lo que se refiere a Cristo que soporta la ira desatada de Dios sobre todos los pecadores (Rom 3, 19-20. 25). Así, sobre el Crucificado cayó el juicio destructor de Dios, que, con la muerte de Jesús, condenó “el pecado en su carne” (Rom 8, 3). Lo que representa que, para san Pablo, Jesús se hizo “maldición” (Gal 3, 13) y “pecado” (2 Cor 5, 21) por nosotros. En definitiva, la teología de Pablo viene a ser la aceptación del principio sobrecogedor que presenta la carta a los Hebreos: “sin derramamiento de sangre no hay perdón” (Heb 9, 22).

Resumiendo: la pasión de Jesús, según la teología narrativa de los evangelios, se explica porque Jesús, en el que está presente Dios y se nos revela Dios (Jn 1, 18; 14, 9; Mt 11, 27 par), se enfrentó al sufrimiento humano (enfermedad, pobreza, hambre, marginación, desprecio, humillación, odio…). Según la teología especulativa de san Pablo, la pasión de Cristo se explica porque Dios necesitó el “sacrificio” y la “expiación” de los pecados, para así redimir al hombre pecador.

Ahora bien, aceptando que en el Nuevo Testamento se encuentran estas dos explicaciones de la pasión y muerte de Jesús el Señor, el problema concreto que se suele presentar, en la enseñanzas de la Iglesia y en la vida de los creyentes, está en que la explicación de la pasión, que ofrece Pablo, se ha constituido, se presenta y se le pide a la gente que la viva como el dogma de fe de nuestra salvación. Mientras que la explicación de la pasión, que presentan los evangelios, se le explica a la gente como un criterio de espiritualidad para practicar la devoción y la caridad cristiana.

Por supuesto, sabemos que Pablo insistió en la caridad y el amor cristiano (1 Cor 13, 1-13; Gal 5, 13-24; Rom 13, 8-10). Como sabemos que los evangelios hablan, una y otra vez, de la fe y de la salvación. Pero téngase en cuenta que, cuando Jesús habla de “salvación”, se refiere a la “curación de enfermedades“. Es decir, en los evangelios, “salvar” es remediar el “sufrimiento“.

Por eso, cuando Jesús le decía a alguien: “Tu fe te ha salvado“, lo que en realidad le decía es: “Tu seguridad en mí te ha curado” (Mc 5, 34; Mt 9, 22; Lc 8, 48; cf. Mc 10, 52; Mt 8, 10. 13; 9, 30; 15, 28; Lc 7, 9; 17, 19; 18, 42). Y llama la atención que Jesús elogia la fe de un centurión romano (Mt 8, 5-13; Lc 7, 1-10), de una mujer cananea (Mt 15, 21-28; Mc 7, 24-30) o de un leproso samaritano (Lc 17, 11-19), todos ellos, personas que no tendrían la fe en el Dios de Israel. Sin duda alguna, lo central en la teología de Pablo es la victoria sobre el pecado. Pero, si nos atenemos, a la teología de los evangelios, lo central es la victoria sobre el sufrimiento.

Todo esto supuesto, me atrevo a decir que, mientras este asunto no tenga la debida y autorizada explicación (y aplicación a la vida), la Iglesia no podrá cumplir con su tarea y su misión en el mundo. En definitiva, con una teología desajustada y desquiciada, no podemos tener sino una Iglesia igualmente desajustada y desquiciada. En otras palabras, mientras Pablo siga siendo más determinante que Jesús, en la teología y en la gestión de la Iglesia, ni la Iglesia ni los cristianos vamos a ninguna parte.

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“Lo que está en juego”, por Gema Juan OCD

Domingo, 1 de febrero de 2015
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14864561961_c9c3871a36_mDe su blog Juntos Andemos:

«Vivo, luego espero», decía Laín Entralgo. La esperanza es movimiento, un movimiento vital. Laín, como Juan de la Cruz, entendió que la esperanza es uno de los grandes motores de la vida. Al hablar de ella, Juan dirá que su oficio es enseñar a mirar en la mejor dirección, que es la salud de la persona, que da viveza, ánimo y levanta hacia lo bueno.

La esperanza tiene tanto de don como de responsabilidad. Está unida por un cabo a la confianza y por otro al amor. Desde la fe, se abre a lo mayor y así, de un Dios que es misericordia sin límites, dice Juan que «cuanto más espera el alma, más alcanza». Como también dirá que es el amor el que hace fuerte la esperanza.

Esperanza es ver como posible aquello que se desea. Juan define el deseo como el anhelo de «poder ser hijos de Dios», de lograr ser lo que somos y llegar a la «igualdad de amistad [con Dios, donde] todas las cosas de los dos son comunes a entrambos». Ahí puede verse, fácilmente, que no hay dualismo. Explicará que «divino y humano, aquí se juntan» para alcanzar lo que se desea. Lo divino atraviesa lo humano, para potenciarlo y llevarlo a lo mejor de sí, y lo humano da cuerpo y raíz.

La esperanza une a Dios –dice– y habla de una esperanza purificada que, al mismo tiempo, purifica. Es un don que apremia cuando se acoge. Así, al escribir que «toda posesión es contra esperanza», toca todas las fibras de la persona, de su vida, de su presencia y actividad en el mundo y traspasa lo que Laín llamaba el «inconformismo revolucionario».

Vivir con esperanza provoca al presente porque no permite dejar aparcadas las cosas que no marchan. Produce rupturas evangélicas. Esperanza y liberación están completamente unidas. En este sentido, esperar será siempre liberar y liberarse. Tomar la realidad y no conformarse con lo que hay, porque la promesa de Jesús choca con el estado de las cosas en el mundo. Y esa promesa debe sostener y animar el trabajo por el cambio necesario. Personal y socialmente.

La esperanza moviliza y da consistencia. Juan dirá que ella es la que hace correr sin desfallecer, e insiste en que se asienta en la desposesión, que también llama «sobriedad». Pues bien, practicar esa sobriedad hace fuerte y libre, y lleva a la paz. Así lo explica, al hablar de la «noche», que es donde se hace esta experiencia y apunta: «La que mueve y vence es la esperanza porfiada».

Por eso, Juan –y con él, los místicos de todas las épocas– reprueba el espiritualismo y, al mismo tiempo, lo que Häring llamaba «acomodarse en el lamento y la crítica». Invita a algo más profundo y comprometido, precisamente porque abre la puerta a la experiencia de Dios. Ofrece una experiencia muy intensa, donde «con más fuerza es atraída el alma y arrebatada de este bien que ninguna cosa natural de su centro».

Moltmann advirtió, hace años, de que el cristianismo solo cumple realmente su misión si contagia de esperanza a los hombres. Está en juego realizar el deseo que Jesús confió a sus amigos. Para cumplirlo, es indispensable conocerle y estar con Él. «Estar en lo que Cristo enseñó», dirá Juan. Reconocer en Él la esperanza.

«Dejarse entusiasmar por Cristo» es la clave, decía Häring. Juan pedirá no cansarse de buscar en Él, porque su vida, sus palabras y sus gestos enseñan a vivir: Cristo es «como una abundante mina con muchos senos de tesoros, que, por más que ahonden, nunca les hallan fin ni término, [siempre hay] nuevas venas de nuevas riquezas».

La esperanza mueve a no conformarse y no abandonar. Por ello, a Juan le preocupan los tibios, «que entienden que basta cualquiera manera de retiramiento y reformación en las cosas», porque la cuestión no está en eso, sino en reconocer «el misterio de la puerta y del camino de Cristo para unirse con Dios».

Por esa puerta se entra en una experiencia que transforma la vida, que la llena de agradecimiento y frescura, no porque no se conozca el cansancio de trabajar y la desazón en los fracasos, sino porque se reconoce en medio de todo «la ternura y verdad de amor con que el inmenso Padre regala y engrandece».

Ahí se apoya una esperanza inconfundible, que puede sostener en todas las circunstancias de la vida y que prepara para asumir actitudes y acciones que son alabanza de Dios en verdad, es decir, alegría para Él, vida para uno mismo y salud para los demás.

Decir con Pablo que Jesús es «nuestra feliz esperanza», compromete la vida. Lo que está en juego es mostrar que seguir los pasos de Jesús humaniza y fraterniza. Está en juego facilitar el acceso a Jesús y hacer visible que vivir desde el evangelio, crea y contagia esperanza.

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“La reforma de la Iglesia”, por José María Castillo.

Sábado, 5 de abril de 2014
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SomosIglesiaLeído en su blog Teología sin censura:

El nuevo estilo de presencia y gobierno del actual obispo de Roma, Francisco, ha suscitado, como es bien sabido, esperanza en no pocos cristianos. De la misma manera que son también bastantes los creyentes que se sienten inquietos, preocupados e incluso irritados. Porque piensan que Francisco le está haciendo daño a la Iglesia. Y le hará más daño, si el nuevo camino que ha emprendido el papado no se detiene y se orienta de acuerdo con lo que, durante tantos siglos, hicieron y dijeron los papas en la santa madre Iglesia. Así las cosas, ¿qué tendríamos que hacer los cristianos – concretamente los católicos – estando la Iglesia como está?

Lo primero que tendríamos que hacer: darnos cuenta de que la Iglesia necesita urgentemente una reforma muy profunda. La Iglesia no puede seguir como está. Desde hace siglos, la Iglesia lleva un camino equivocado. ¿Por qué? Porque en la Iglesia se vienen haciendo y diciendo muchas cosas que están literalmente en contra del Evangelio. Cosas, por tanto, que son contrarias a lo que hizo y dijo Jesús, el Hijo de Dios. Nadie tiene – ni puede tener – potestad en la Iglesia para anular lo que dice el Evangelio. Y, por tanto, nadie tiene potestad, ni siquiera un papa o un concilio, para actuar en contra de lo que dejó dispuesto Jesús.

Mientras en la Iglesia no se tenga esto muy claro, de forma que nadie tenga miedo a decirlo (y a portarse en consecuencia), esta Iglesia no tiene arreglo, por más ejemplar que sea la vida del papa o por más molestos que se sientan los clérigos, desde los curas hasta los más eminentes cardenales. Además – y como es lógico – mientras a este estado de cosas no se le ponga remedio, ¿de qué va a servir nombrar comisiones, quitar o poner oficinas, dicasterios, cargos, publicar documentos, permitir que los curas se casen o que las mujeres digan misa, publicar las cuentas del IOR, castigar a los curas pederastas, etc, etc? Todo eso – y tantas otras cosas – será todo lo importante que queramos. Pero nada de eso resuelve el problema de fondo.

Vamos a ver, ¿dónde está ese problema de fondo? La cosa está clara. O los evangelios son una sarta de tonterías y de mentiras o la Iglesia vive, habla y actúa en contra del Evangelio. No le tengamos miedo a pensarlo y decirlo así. O digamos, sin miedo, que ni creemos en el Evangelio de Jesús. Ni eso nos importa un bledo.

Concretando más: ¿dónde está el nudo del asunto? Lo diré utilizando la acertada fórmula de un importante y conocido especialista en estas cosas: Jesús aceptó la función más baja que una sociedad puede adjudicar: la de delincuente ejecutado (Gerd Theissen). Ahora bien, en la Iglesia no hemos aceptado ni esa tarea, ni ese destino. Todo lo contrario: somos los que rechazamos lo que Jesús aceptó. Y aceptamos y queremos lo que nunca quiso Jesús. En la Iglesia queremos y buscamos poder, dignidad, dinero, autoridad. Para someter a la gente y a los poderes públicos. Jesús no quiso nada de eso, Ni buscó nada de eso. Mientras la Iglesia no tome, en estas cosas tan fundamentales, el camino que siguió Jesús, la Iglesia andará perdida, extraviada. Y su presencia en el mundo será un estorbo.

Lo digo más en concreto. Jesús terminó siendo ejecutado como un delincuente porque se enfrentó a la religión y sus dirigentes. Lo primero y lo central en la vida, para Jesús, fue (y sigue siendo) la salud de los enfermos, la alimentación de los pobres, la dignidad y el respeto que merece todo ser humano. Lo primero y lo central, para los hombres de la religión, era (y sigue siendo) la observancia de los rituales sagrados. Por tanto, mientras que el centro de la religión es el “rito”, el centro del Evangelio es la “bondad”.

El problema, que tenemos los católicos, es que la Iglesia ha querido armonizar y unir ambas cosas: el rito y la bondad. En teoría, por supuesto, estas dos cosas son armonizables. En la práctica, no lo son. Porque el rito responde a una necesidad del propio sujeto, ya que el ritual fielmente cumplido nos libera de los sentimientos de culpa y nos devuelve la paz. Mientras que la bondad responde a una necesidad de los demás, ya que la persona bondadosa contagia felicidad a quienes conviven con esa persona. Por eso el peligro del rito está en que, produciendo buena conciencia, al sujeto lo divorcia de la ética. En tanto que la resistencia, que sentimos ante la bondad, se explica por el hecho de que le exige al sujeto la auto-estigmatización de la propia seguridad, de las propias conveniencias y puede ser que hasta de los propios derechos. Cuando Jesús dijo: “No hagas frente al que te ofende. Al contrario, si uno te da una bofetada en la mejilla derecha, ponle también la otra; al que te ponga pleito para quitarte la túnica, dale también la capa…; al que te pida, dale; y al que quiere que le prestes, no le vuelvas la espalda” (Mt 5, 39-42). En realidad, estos mandamientos de Jesús equivalen a renunciar a los propios derechos.

Esta auto-estigmatización es lo que tenemos que hacer los cristianos. Pero es también lo que tiene que hacer la Iglesia. La reforma de la Iglesia se basa y se hace posible a partir de la auto-estigmatización de la Iglesia. Esto no es masoquismo. Ni es un radicalismo de locos ausentes de la realidad. Es el “principio-bondad” operante en el mundo. El que, libre y voluntariamente, se auto-estigmatiza, ése es el único que desarma al contrario. Es el único que siempre contagia paz. Es el único que humaniza los ambientes y las personas. El único que hace posible la felicidad que todos anhelamos.

Mucha gente no sabe que las primeras “iglesias” se organizaron antes de que se conocieran los evangelios. Aquellas primeras “iglesias” fueron organizadas y gobernadas por el apóstol Pablo, cuyas cartas se escribieron entre los años 49 al 56. Mientras que los evangelios, en la redacción que de ellos conocemos, son posteriores al año 70. Por otra parte, Pablo no conoció a Jesús (al Jesús terreno). Sólo conoció al Señor Resucitado y glorioso, cosa que el mismo Pablo repite varias veces (Gal 1-11-16; 1 Cor 9, 1; 15, 8; 2 Cor 4, 6; cf. Hech 9, 1-19; 22, 3-21; 26, 9-18). Es más Pablo llegó a afirmar que el Cristo “según la carne” no le interesaba (2 Cor 5, 16).

Sea cual sea la interpretación que se le dé a todo esto, hay una cosa que no admite duda: la Iglesia se organizó sin conocer el Evangelio. Por tanto, la Iglesia empezó a vivir sin tener una idea clara y precisa de lo que Jesús pensó y dijo sobre dos cuestiones capitales: 1) El gobierno de la Iglesia, es decir: ¿cómo se debe ejercer el poder y la autoridad en la Iglesia? 2) El culto en la Iglesia, es decir: ¿qué presencia y qué importancia han de tener los rituales en las asambleas de la Iglesia? No es ningún atrevimiento afirmar que Pablo no sabía exactamente lo que Jesús quiso dejar claro sobre estas dos cuestiones tan fundamentales.

Lo que sabemos con seguridad es que Pablo organizó “iglesias domésticas”, que se reunían en casas y que, por tanto, se regían según el modelo de la familia, en la que el “pater-familias” era el señor, dueño y amo. Era el jefe que gozaba del poder que le otorgaba el derecho romano, no (en modo alguno) el servicio de esclavos que Jesús quiso para sus apóstoles (Mc 10, 42-45; Mt 20, 25-28; Lc 22, 24-27). Así, muy pronto se impuso en la Iglesia una forma de ejercer la potestad que nada tiene que ver con el Evangelio. Y eso dura hasta el día de hoy. Por otra parte, en aquellas asambleas domésticas, los cristianos de las “iglesias” de Pablo descubrieron el señorío de Cristo. Pero lo descubrieron en la estricta observancia de los rituales. Y así propagaron sus creencias. De forma que, según 1 Cor 14, 23-25, cuando toda la comunidad se reunía, era posible que los de fuera que asistían al ritual pudieran llegar a convertirse. Eran los rituales del bautismo (Gal 4, 6; Rom 8, 15) y de la Cena del Señor (1 Cor 11, 17-34). El “bautismo en el Espíritu” y la “cena de despedida” se vieron convertidos en ritos sagrados. Ritos en los que la mujer se calla y no puede intervenir, en los que se observa un orden detallado, etc. Se reproduce así, no la convivencia de Jesús el Nazareno con la gente, sino el ritualismo de la religión romana, en la que los dioses era lo que menos importaba; y en la que todo giraba en torno a la exactitud de los minuciosos rituales (Robert Turcan).

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