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Jueves 28 de Abril de 2024. “Jueves Santo”.

Jueves, 28 de marzo de 2024

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1ª Lectura:

Éxodo 12,1-8.11-14

Prescripciones sobre la cena pascual

En aquellos días, dijo el Señor a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto: “Este mes será para vosotros el principal de los meses; será para vosotros el primer mes del año. Decid a toda la asamblea de Israel: “El diez de este mes cada uno procurará un animal para su familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con el vecino de casa, hasta completar el número de personas; y cada uno comerá su parte hasta terminarlo. Será un animal sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito. Lo guardaréis hasta el día catorce del mes, y toda la asamblea de Israel lo matará al atardecer. Tomaréis la sangre y rociaréis las dos jambas y el dintel de la casa donde lo hayáis comido.

Esa noche comeréis la carne, asada a fuego, comeréis panes sin fermentar y verduras amargas. Y lo comeréis así: la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano; y os lo comeréis a toda prisa, porque es la Pascua, el paso del Señor. Esta noche pasaré por todo el país de Egipto, dando muerte a todos sus primogénitos, de hombres y de animales; y haré justicia de todos los dioses de Egipto. Yo soy el Señor. La sangre será vuestra señal en las casas donde estéis: cuando vea la sangre, pasaré de largo; no os tocará la plaga exterminadora, cuando yo pase hiriendo a Egipto. Este día será para vosotros memorable, en él celebraréis la fiesta del Señor, ley perpetua para todas las generaciones.””

***

Salmo responsorial: 115

El cáliz de la bendición es comunión con la sangre de Cristo.

¿Como pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre. R.

Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
hijo de tu esclava;
rompiste mis cadenas. R.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo. R.

***

2ª Lectura:

1Corintios 11,23-26

Cada vez que coméis y bebéis, proclamáis la muerte del Señor

Hermanos: Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía.” Lo mismo hizo con él cáliz, después de cenar, diciendo: “Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía.” Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.

***

Evangelio:

Juan 13,1-15

Los amó hasta el extremo

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Estaban cenando, ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara, y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido. Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo: “Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?” Jesús le replicó: “Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde.” Pedro le dijo: “No me lavarás los pies jamás.” Jesús le contestó: “Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo.” Simón Pedro le dijo: “Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.” Jesús le dijo: “Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos.” Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: “No todos estáis limpios.”

Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: “¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.”

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Homilía de Monseñor Romero sobre los textos litúrgicos de hoy

Queridos hermanos:

Con esta ceremonia en honor de la institución de la Eucaristía se inicia lo que litúrgicamente se llama el Solemne Triduo Pascual. Tres días para celebrar el acontecimiento religioso cristiano más grande de la historia y naturalmente, del año litúrgico. San Agustín llamaba a este triduo: la fiesta de la Pasión, la muerte y la resurrección del Señor. Esta noche, pues, es como una síntesis, como un resumen de toda la Pascua que estamos celebrando. Para comprenderlo, las lecturas de hoy nos han colocado en una historia vieja de Israel que desemboca en Cristo Nuestro Señor y que El, Cristo, la encarga a su Iglesia para que la lleve hasta la consumación de los siglos.

He aquí tres pensamientos de esta noche santísima del jueves Santo: una historia de Israel.

Un Cristo que la encarna

Y una prolongación eucarística hasta la consumación de los siglos.

1 º UNA HISTORIA DE ISRAEL

La vieja historia nos la ha contado el libro del Exodo que se acaba de leer. Los judíos celebraban en esta luna llena del mes de Nisan, un mes hebreo que coincide con nuestro marzo-abril. “Este será el primer mes del año -les había dicho- celebraréis la Pascua”. La Pascua era la celebración de dos grandes ministerios del Viejo Testamento: la liberación de Egipto y la Alianza con el Señor. Pascua y Alianza. La Pascua era aquel momento en que los israelitas esclavizados por el Faraón en Egipto no podían salir hasta en la décima plaga terrible, que consistió en que todos los primogénitos de Egipto iban a morir esa noche. Y para que se libraran las familias hebreas Dios les dijo, por medio de Moisés, que mataran un cordero y que con su sangre marcaran los dinteles de las puertas porque esa noche iba a pasar el ángel. El paso del ángel, eso quiere decir la Pascua: el paso de Dios que para los egipcios va a ser castigo y para Israel va a ser liberación.

Y aquella noche, mientras los egipcios lloraban a sus primogénitos que morían, los israelitas marcados con la sangre del cordero, salían de la esclavitud todas las familias para atravesar el desierto y encaminarse hacia la tierra prometida. Todos los años celebraban algo así como nuestro 15 de septiembre, la fiesta de la emancipación, la fiesta de la libertad, la fiesta en que Dios pasó salvando a Israel. Y al mismo tiempo que hacían actualidad esta fiesta del pasado, recordaban que había una alianza entre Dios y aquel pueblo, por la cual Israel se comprometía a respetar la ley de Dios y Dios se comprometía a proteger de manera especial a ese pueblo. La Pascua y la Alianza encontraron eco en fiestas que ya se celebraban entre los pastores pero que a través de estas revelaciones y de estos signos, tenían ya un sentido de profecía. La Pascua y la Alianza iban a encontrar una personificación cuando el más grande de los judíos, el nacido de Abraham, de David, de la descendencia santa de Israel, va a celebrar la Pascua.

Esta noche, Cristo Nuestro Señor, como buen israelita, con su grupo de israelitas que eran los apóstoles formando una familia, mandaron también a matar su corderito para comerlo en la noche del jueves Santo como lo comían todas las familias de Israel, recordando la vieja historia de la liberación y de la Alianza. ¡Cómo bullían en la mente de Cristo tantos recuerdos de la historia sagrada, cómo se hacían presente en la vida del Señor esta noche de emociones profundas toda la historia de Israel! No ha habido un patriota con más cariño a su pueblo, y a su tierra, y a sus costumbres, que Nuestro Señor Jesucristo. Cuando queramos ser auténticos salvadoreños miremos a Cristo que fue el auténtico patriota que vio la historia de su pueblo, que sintió como suya y como presente la esclavitud de Egipto, y vivió con agradecimiento a Dios la libertad y la alianza entre Dios y el pueblo. Leer más…

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Una actualización eco-feminista de la predicación del Dios de la vida de Monseñor Romero

Martes, 26 de marzo de 2024

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“Para Monseñor Romero, el fundamento de su esperanza era el Dios de la vida”

“Para Mons. Romero, la presencia de Dios entre los pobres tenía fuertes implicaciones, a saber, su liberación de la opresión, de la violencia y de la muerte”

“Han pasado más de 40 años desde del asesinato de Mons. Romero, pero los ídolos de la riqueza y la seguridad siguen cobrándose nuevas víctimas”

“Pero, ¿cómo tener esperanza ante el poder devastador de los ídolos de la muerte? Para Monseñor Romero, el fundamento de su esperanza era el Dios de la vida”

“Como la historia ha demostrado, Mons. Romero se decidió definitivamente por la vida y dio la suya a cambio. Tal vez la dio, a pesar de todos sus temores y dudas, en la confianza de que los ídolos no son eternos, mientras que el Dios vivo sí lo es”

Introducción

 Pocos días antes de su muerte, Monseñor Romero exclamó una frase que puede ser considerada como su testamento personal y teológico:nada me importa tanto como la vida humana” (homilía del 16.03.1980). En esta pequeña frase está condensada su predicación, praxis y martirio, y entre líneas se deja vislumbrar su fe en el Dios de la vida. A continuación, vamos a desplegar diferentes aspectos y aristas de su predicación del Dios de la vida con el afán de hacer memoria subversiva, utópica y actualizante. Para ello nos dejamos iluminar por el eco-feminismo que pone en evidencia la vinculación entre la violencia contra la naturaleza y la violencia contra las mujeres e invita a reconectarnos con los hilos de la red sagrada de la vida.

La predicación de Monseñor Romero: los ídolos de muerte y el Dios de la vida

 Si no hay nada más importante que la vida, entonces hay que desenmascarar y denunciar todo aquello que se hace pasar por más importante, los ídolos de la muerte: “yo denuncio, sobre todo, la absolutización de la riqueza. Éste es el gran mal de El Salvador; la riqueza, la propiedad privada como un absoluto intocable y ¡ay del que toque ese alambre de alta tensión, se quema…! (Homilía del 12 de agosto de 1979). Con esta metáfora Monseñor mostró de forma gráfica las características de los ídolos: son algo creado y adorado o absolutizado por los seres humanos –así como el becerro de oro en el relato del éxodo–, son intocables e incuestionables, prometen salvación pero traen muerte, necesitan víctimas para subsistir (cfr. Sobrino, 2017, p. 345).
Mons. Romero terminó teniendo razón con su metáfora del alambre de alta tensión. No sólo la inmensa mayoría de los campesinos fueron privados de los medios para satisfacer sus necesidades vitales por el statu quo imperante; también fueron perseguidos hasta la muerte todos aquellos que lo tocaron y cuestionaron, reivindicando sus derechos básicos y luchando por cambios estructurales: campesinos y campesinas, sindicalistas, estudiantes, periodistas, sacerdotes y religiosos y religiosas, etc. Cayeron víctimas de dos ídolos a la vez: el de la riqueza y el de la doctrina de la seguridad nacional, que procede del primero y está a su servicio.

Según Mons. Romero, las fuerzas de seguridad están legitimadas para mantener la estructura económica y política con todos los medios y protegerla de los críticos y enemigos de la nación, incluso mediante detenciones arbitrarias, torturas, desapariciones y asesinatos (cfr. Romero, 2007, p. 136). El propio Romero fue testigo de estas atrocidades y describió su misión como “recoger cadáveres” (citado en: Sobrino, 2019, p. 159). Se convirtió en el primer referente para las madres de los desaparecidos y después en su santo patrón.

En medio de este sufrimiento -desafiando a los ídolos de la muerte- Mons. Romero confesó su fe en el Dios de la vida ycelebró su presencia entre los pobres:

“Creemos con el apóstol Juan que Jesús es «la Palabra de la Vida» (1 Jn 1:1), y que donde hay vida ahí se manifiesta Dios. Donde el pobre comienza a vivir, donde el pobre comienza a liberarse, donde los hombres son capaces de sentarse alrededor de una mesa común para compartir, allí está el Dios de vida.” (Romero, 2007, p. 190)

Para Mons. Romero, la presencia de Dios entre los pobres tenía fuertes implicaciones, a saber, su liberación de la opresión, de la violencia y de la muerte. Y la confesión del Dios de la vida sólo podía ser honrada y liberadora si iba precedida del lamento y la denuncia de los ídolos de la muerte.

Llama la atención que Mons. Romero no espiritualizara la liberación ni la dejara como un concepto abstracto en el vacío. Tanto en sus homilías como en sus cartas pastorales, la vinculó a la organización, que es a la vez un derecho inalienable y un deber ético y cristiano. “Nadie puede (…) privar a los hombres del derecho de organización y menos a los pobres, porque proteger a los débiles es la razón principal de las leyes y de la organización.” (Romero, 2007, S. 78). Defender los derechos de los pobres y vulnerables es un servicio a Dios, ya que corresponde al Dios de la Biblia, que defiende a los pobres, a los débiles y a las víctimas y cuya gloria es el pobre que vive (cfr. Romero, 2007, p. 192).

Aquí Mons. Romero hace suyo el sueño de la Conferencia de Medellín “de que los pobres tengan la suficiente fuerza para no ser víctimas de los intereses de unos pocos, como lo demuestra la historia” (p. 78). Las víctimas se convierten en sujetos de su propia liberación y en principales impulsores de una nueva sociedad. En el contexto de la persecución estatal bajo la doctrina de la seguridad nacional, Mons. Romero defendió a las personas organizadas de la sospecha general de terrorismo y subversión ilícita, enfrentándose – en términos actuales – a la criminalización de los defensores de derechos humanos.

La actualidad de los ídolos de la muerte

Así como los conflictos sociales y la dictadura militar de El Salvador no eran un caso aislado en la época de Romero, sino que reflejaban la realidad de gran parte del continente latinoamericano, las actuales crisis sociales, políticas y ecológicas del país también reflejan la situación de muchos otros países, especialmente del Sur global.

Han pasado más de 40 años desde del asesinato de Mons. Romero, pero los ídolos de la riqueza y la seguridad siguen cobrándose nuevas víctimas. En El Salvador, las comunidades rurales están amenazadas por proyectos de minería metálica, los llamados “proyectos de la muerte“, que contaminan irreversiblemente el suelo y las aguas subterráneas. Aunque, gracias a los esfuerzos de las organizaciones ambientales, la minería metálica fue prohibida en 2017, las empresas nunca se han retirado del todo de El Salvador y olfatean altos beneficios en el mercado internacional. Se están talando grandes extensiones de bosque para construir edificios de lujo y centros comerciales, secando literalmente el agua de las comunidades pobres vecinas. El monocultivo de la caña de azúcar, cuyas exportaciones benefician a una pequeña minoría, destruye el suelo, consume enormes cantidades de agua y contamina el aire al quemar la caña después de la cosecha. El grito de los pobres se une al grito de la tierra (cfr. Papa Francisco, 2015, LS 49).

En el contexto del estado de excepción decretado por el presidente Nayib Bukele el 27 de marzo de 2022 para supuestamente combatir la delincuencia de pandillas y mantener la seguridad pública, en el lapso de un año y medio aproximadamente 72.000 personas fueron detenidas sin proceso judicial, entre ellas activistas de derechos humanos y medioambientales que habían luchado contra la minería metálica en su región. En la vecina Honduras, importantes activistas medioambientales han sido criminalizados y encarcelados en los últimos años y algunos incluso han sido asesinados, como Berta Cáceres (†2016), que participaba en la defensa de los ríos ante las hidroeléctricas.

Tanto las crisis ecológicas como las detenciones masivas bajo el régimen de excepción han provocado una enorme crisis de cuidado y de abastecimiento en El Salvador, que recae principalmente sobre las mujeres. Ellas no sólo son responsables del trabajo de cuidados en el seno de la familia, sino que muchas también mantienen solas a sus hijos y otros familiares. Y cada vez son más las mujeres que hacen cola de día y de noche ante las abarrotadas cárceles, esperando una señal de vida de sus hijos detenidos.

La necesidad de una actualización eco-feminista de la predicación de Mons. Romero

Tal como muestra esta ubicación de los ídolos de la muerte en El Salvador de hoy, la proclamación del Dios de la vida de Mons. Romero exige una actualización eco-feminista. Al igual que la teología de la liberación, el eco-feminismo es también una reflexión basada en la concientización colectiva de experiencias sistemáticas de opresión y violencia y en una praxis que responde a ellas. Los sujetos no son indistintamente los pobres o aquellos que no toman la vida por supuesto (cfr. Sobrino, 2017, p. 151), sino aquellas personas que sufren ante todo la destrucción ecológica y la violencia: las mujeres. Las autoras eco-feministas ven una fuerte vinculación entre la violencia contra la tierra y la violencia contra las mujeres (y otros grupos desfavorecidos por la intersección de opresiones), desenmascarando esa violencia como patriarcal. Al mismo tiempo -y basándose en experiencias concretas- reconocen a las mujeres afectadas por la violencia patriarcal como sujetos primarios de una práctica ecológica y feminista de cuidado y liberación, que nos invita a todos a “reubicarnos dentro del tejido de la comunidad de vida de la tierra como una forma de detener la destrucción del planeta” (Ress, 2010, p. 112).

Para actualizar la predicación de Mons. Romero vamos a dar tres pasos: En primer lugar, con referencia a las autoras Amaranta Herrero e Ivone Gebara, desenmascararemos al ídolo de la riqueza como capitalismo patriarcal, que ha carcomido todas las dimensiones de la existencia humana, especialmente la forma en que percibimos la realidad. A continuación, asociaremos el ídolo de la seguridad nacional con la deificación de la imagen del hombre fuerte y dominante, apoyándonos en reflexiones de Marilú Rojas. Finalmente, vamos a encontrarnos con la presencia del Dios de la vida en el testimonio de mujeres y sus comunidades que resisten, sanan y esperan contra toda esperanza. Los textos de Geraldina Céspedes resultan de gran ayuda para poner en palabras las expresiones plurales y a menudo anónimas de la espiritualidad eco-feminista operante.

Desenmascarar el capitalismo patriarcal como primer ídolo de la muerte

En su momento, Mons. Romero ya había vinculado el ídolo de la riqueza con el capitalismo como sistema de violencia estructural para mantener los privilegios de una minoría, identificándose con la tradición del magisterio de la Iglesia. En su cuarta carta pastoral, enfatizó: “Este es el capitalismo que condena la Iglesia en Puebla siguiendo el magisterio de los últimos Papas y de Medellín” (Romero, 2007, p. 135).

La socióloga ambiental española Amaranta Herrero define el capitalismo como “patriarcal” y demuestra que “este sistema se sustenta en el trabajo gratuito de las mujeres, así como en el dominio y expolio de la naturaleza” (Herrero, 2018, p. 22). Aunque el trabajo de cuidados, realizado mayoritariamente por mujeres, es una piedra angular de este sistema, no está reconocido ni registrado en él. Su invisibilidad se revela por el hecho de que toda existencia y toda vida se reduce al valor del dinero (cfr. Herrero, 2018, p. 22). Sólo aquello que produce beneficios y contribuye al crecimiento cada vez más rápido de las estructuras creadas por el capital es real y valioso.

De este modo, la tierra y todos sus bienes son despojados de su dignidad y santidad, al igual que comunidades humanas enteras, cuyos medios de subsistencia son destruidos por la extracción de materias primas, los megaproyectos de construcción, etc., especialmente en el Sur Global. Las más afectadas son las mujeres que viven en los países empobrecidos, en tanto se les asigna el ya mencionado trabajo de cuidados, que está relacionado “con el aprovisionamiento de alimentos, leña o agua” (Herrero, 2018, p. 26), entre otras cosas. En el desempeño del rol de género que la sociedad les asigna, pueden “ver de primera mano las agresiones ecológicas contra campos, bosques o ríos (Herrero, 2018, p. 26).

Se hace difícil creer que las dinámicas destructivas del capitalismo patriarcal no se detengan ante los medios de subsistencia de la humanidad en su conjunto y de la Tierra en su totalidad, y que el sistema – especialmente una minoría que se lucra – estén cavando así su propia tumba. Como afirma Amaranta Herrero (2018), el capitalismo patriarcal ha conseguido “llevar al planeta a una nueva era geológica, hostil e impredecible” que daña irreversiblemente al conjunto de seres vivos que forman la trama de la vida e incluso amenazar la propia supervivencia humana” (p. 22).

Ante esta dimensión catastrófica, cabe preguntarse por qué se mantiene este sistema con tanta obstinación y por todos los medios, si su dinámica es a todas luces suicida. En este panorama se suscita la cuestión de la antropodicea, e implícitamente se plantea también la pregunta de la teodicea como cuestionamiento de Dios como fundamento que posibilita todos los sistemas humanos, y ambas sólo pueden responderse en la práctica. Y son precisamente estas preguntas existenciales las que suscitan un análisis teológico de la realidad, que a su vez revela el carácter idólatra del capitalismo patriarcal.

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Lluís Espinal, profeta de la libertad y la esperanza

Lunes, 25 de marzo de 2024

luisespinal2gg2888_big“Señor Jesucristo, … líbranos de la prudencia cobarde”

Finales de los años 70. Bolivia está sometida a los intereses de unas minorías nacionales y extranjeras que han empobrecido la mayoría del país y lo han convertido en escenario de continuos golpes y contragolpes militares. La Iglesia, por su parte, desde Medellín está abriendo los ojos a la nueva tarea de liberación que le exige el evangelio

En este contexto, humano y eclesial, típicamente latinoamericano, desarrolló los mejores años de su vida y murió Luis Espinal. Sacerdote jesuita de Manresa, nacionalizado boliviano (1970), toda su vida se consagra a la crítica de la producción cinematográfica, en la TV, la radio y al periodismo

El 21 de marzo de 1980 fue secuestrado a media noche, torturado y asesinado por un grupo de paramilitares. Dos días después era asesinado en San Salvador Monseñor Oscar Romero

(Cristianisme i Justícia).- Estamos a finales de los años 70. Bolivia es un país maravilloso, situado en el corazón geográfico de América del Sur. Pero su gran riqueza humana y material se encuentra sometida a los intereses de unas minorías nacionales y extranjeras que han empobrecido la mayoría del país y lo han convertido en escenario de continuos golpes y contragolpes militares. La Iglesia, por su parte, acostumbrada al régimen de cristiandad y bendecir más que a profetizar, desde Medellín está abriendo los ojos a la nueva tarea de liberación que le exige el evangelio.

En este contexto humano y eclesial, típicamente latinoamericano, desarrolló los mejores años de su vida y murió Luis Espinal.

Había nacido en el pueblo catalán de St.. Fruitós de Bages, cerca de Manresa, en 1932, y había ingresado en la Compañía de Jesús en 1949. Terminada su formación sacerdotal, estudió Periodismo y Medios Audiovisuales en Bérgamo (Italia).Tras dos años de trabajo en T.V.E. y de crítica de cine en Barcelona, ?? el 68 marcha a Bolivia, donde vivió doce años, hasta su muerte.

Nacionalizado boliviano (1970), toda su vida se consagra a la crítica de la producción cinematográfica, en la TV, la radio y al periodismo. Colabora en Radio Fides, los diarios ”Presencia” y ”Ultima hora” de La Paz, produjo varios cortometrajes para la Televisión Boliviana, forma parte del grupo productor cinematográfico Ukamau, escribió diez libros sobre cine, fue profesor de Medios de comunicación social de las Universidades Mayor de San Andrés y Católica de La Paz, y desde el 79 dirigía el semanario “Aquí”.

El 21 de marzo de 1980 fue secuestrado a media noche, torturado y asesinado por un grupo de paramilitares. Dos días después era asesinado en San Salvador Monseñor Oscar Romero.

Este hombre, dotado de una especial sensibilidad artística y poética (siendo estudiante había descubierto y traducido los poemas del inglés Hopkins) no se limitó a ser un profesional de los medios de comunicación, sino que hizo el instrumento de su servicio al pueblo, desesperanzado y sin voz, de Bolivia. La experiencia de la dictadura franquista que había sufrido en España, y sobre todo, su integridad personal y un elemental sentido de la justicia, lo convirtieron en profeta de la libertad y la esperanza.

Se encontró en una encrucijada bien definida: entre la muerte y la vida, entre los ídolos del poder que causan la muerte y la vida del pueblo amenazada. Y optó por la vida y el Dios de la vida. Su palabra se consagró a exorcizar los dioses de la muerte ya potenciar la fe en la vida. Y ello con una radicalidad y coherencia tal, que lo llevaron a entregar su vida por el pueblo, haciendo de ella el gesto existencial que verificaba la sinceridad de sus palabras.

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Luís Espinal apoyaba la democracia y las causas sociales. En esta foto marcha junto a mineros y gente de la industria fabril boliviana, en enero de 1979. (Alfonso Gumucio)

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Oración “Gastar la vida” de Lluís Espinal

Jesucristo ha dicho: “Quien quiera economizar su vida, la perderá;
y quien la gaste por Mi, la recobrará en el vida eterna”.
Pero a nosotros nos da miedo gastar la vida, entregarla sin reservas.
Un terrible instinto de conservación nos lleva hacia el egoísmo,
y nos atenaza cuando queremos jugarnos la vida.
Tenemos seguros por todas partes, para evitar los riesgos. 
Y sobre todo está la cobardía…

Señor Jesucristo, nos da miedo gastar la vida. 
Pero la vida Tú nos la has dado para gastarla;
no se la puede economizar en estéril egoísmo.
Gastar la vida es trabajar por los demás,
aunque no paguen; hacer un favor al que no va a devolver;
gastar la vida es lanzarse aún al fracaso, si hace falta, sin falsas prudencias;
es quemar las naves en bien del prójimo.
Somos antorchas que solo tenemos sentido cuando nos quemamos;
solamente entonces seremos luz.
Líbranos de la prudencia cobarde,
la que nos hace evitar el sacrificio, y buscar la seguridad.

Gastar la vida no se hace con gestos ampulosos, y falsa teatralidad. 
La vida se da sencillamente, sin publicidad, como el agua de la vertiente, 
como la madre da el pecho al niño, como el sudor humilde del sembrador.
Entrénanos, Señor, a lanzarnos a lo imposible, porque detrás de lo imposible
está tu gracia y tu presencia; no podemos caer en el vacío.
El futuro es un enigma, nuestro camino se interna en la niebla;
pero queremos seguir dándonos, porque Tú estás esperando
en la noche, con mil ojos llenos de lágrimas.

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Fuente Cristianismo y Justicia

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“Aquel Domingo de Ramos ensangrentado en la Iglesia salvadoreña”, por Ricardo Martí

Domingo, 24 de marzo de 2024

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De su blog 
Pensar un Cristianismo incomodo:

La pascua de Romero y el compromiso actual

La espiritualidad cuaresmal predicada por Romero, encarna una doble vertiente: “identificación” con lo que “está sucediendo” en la sociedad en la que vive, y “aceptación” del camino que van tomando en su vida los acontecimientos, en una dirección cuyo destino parece irreversible

Si como bien ha dicho Ignacio Ellacuría, “con monseñor Romero, Dios ha pasado por El Salvador”, puede decirse que en estas palabras “Dios ha hablado en El Salvador”

Si al decir de Romero, “si me matan resucitaré en el pueblo salvadoreño”, debe agregarse sin concesiones, que la resurrección exige fidelidad al mensaje del crucificado

El 24 de marzo se celebra el Domingo de Ramos, con el que se inicia la semana santa. La tradicional fiesta litúrgica cristiana, que en estas regiones de América Latina, ha demostrado ser la de mayor raigambre en la religiosidad popular, coincide con el día en que el calendario litúrgico recuerda la memoria (fiesta) de San Óscar Romero, el obispo mártir de San Salvador, asesinado el 24 de marzo de 1980.

Pero la fecha tiene “este año” para la Iglesia salvadoreña connotaciones especiales. Las coincidencias pueden no tener más importancia que lo que el sentido común suele expresar con las simples palabras ¡qué coincidencia! con o sin signos de admiración. Sin embargo, para quienes leen la fe desde la historia y con ella intentan interpretarla desde los “contextos actuales”, un simple cruce de fechas en un arco de cuarenta y cuatro años, puede convertirse en una “memoria” llena de significado, activa y militante.

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El pueblo salvadoreño “lo sabe” porque lo lleva en las “venas abiertas”, sin necesidad de que alguien tenga que recordárselo desde afuera o ¿tal vez sí?, considerando los rumbos que ha tomado el país con el actual gobierno y su “Régimen de Excepción”, que en marzo estará cumpliendo “dos años” de su puesta en práctica. Las autoridades salvadoreñas han cometido graves violaciones a los derechos humanos y de forma sistemática, con numerosas reformas legislativas para supuestamente enfrentar a las pandillas.

Esta política ha resultado en más de 71 mil detenciones, en su mayoría arbitrarias, el sometimiento a malos tratos y tortura y la muerte de al menos 132 personas bajo la custodia del Estado, quienes al momento de su fallecimiento no habían sido declaradas culpables de ningún delito (Cf. Zedryk Raziel, “El régimen de excepción de Bukele como instrumento para aplastar las disidencias”, [en línea]: https://elpais.com/internacional/2023-10-10/el-regimen-de-excepcion-de-bukele-como-instrumento-para-aplastar-las-disidencias.html; ver también: Rodolfo Cardenal, “El régimen de excepción fuera de control”, [en línea]: https://noticias.uca.edu.sv/articulos/el-regimen-de-excepcion-fuera-de-control).

Desde hace cuatro años la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas”, desde el Departamento de Teología y el Centro Monseñor Romero, ofrece cada semana una columna editorial de reflexión sobre el tema. También Radio YSUCA, invita a diversos especialistas en la materia, para hablar, por ejemplo, de “las condiciones en las cárceles de El Salvador”. La situación es gravísima, particularmente de cara a las elecciones; de allí la necesidad de “activar la memoria”, evocando algunos hechos inscriptos en la conciencia común de este país.

Con todo derecho El Salvador “y en el” la Iglesia salvadoreña pueden ser calificados de “pueblo crucificado. Desde el “testimonio” de fidelidad al “Dios crucificado”, han iluminado y alentado durante décadas a tantas iglesias hermanas latinoamericanas, que de forma larvada o abiertamente, han tenido que sufrir como actualmente la vecina Nicaragua, una dictadura descarada, llevada adelante por el presidente Daniel Ortega, convertida en intolerante persecución a la Iglesia, al menos a aquellos de sus miembros que no permiten que se “domestique” el mensaje del Evangelio.

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Matanza en la plaza de la catedral

Una cuaresma “sin evasiones piadosas” y vivida con realismo

El primer domingo de cuaresma de 1980, cayó un 24 de febrero. Hacía menos de un mes que Romero había pronunciado su discurso en la Universidad de Lovaina, al serle conferido el doctorado “honoris causa” (Óscar Romero, Diario 1978-1980, Barcelona, CPL, 2015, pp. 485-487). En aquella ocasión, luego de señalar que la miseria, es un hecho colectivo, y una injusticia que clama al cielo, agrega:

“Constatar estas realidades y dejarnos impactar por ellas, lejos de apartarnos de nuestra fe, nos ha remitido al mundo de los pobres, como a nuestro verdadero lugar, nos ha movido como primer paso fundamental a encarnarnos en el mundo de los pobres. Nos hemos encontrado con campesinos sin tierra y sin trabajo estable, sin agua ni luz, sin asistencia médica cuando las madres dan a luz y sin escuelas cuando los niños empiezan a crecer. Allí nos hemos encontrado con madres y esposas de desaparecidos y presos políticos […]. En ese mundo sin rostro humano, sacramento actual del Siervo Sufriente de Yahvé, ha procurado encarnarse la Iglesia de mi arquidiócesis” (Saint Óscar Romero, Voice of the voiceless. The four pastoral Letters and other statements, Maryknoll, New York, Orbis Books, 2020, p. 196).

En la homilía del primer domingo de cuaresma en que la liturgia lee el evangelio de las tentaciones, aquel año según la versión de Lucas, Romero habla de la victoria de Cristo sobre el enemigo del proyecto salvador de Dios. Muestra que Cristo es el hombre que aprende en la experiencia personal de todo hombre, el valor de la tentación y el valor de la tentación para afianzar las convicciones del ser humano. El proyecto de Dios choca con el proyecto de la maldad. El diablo en una visión hace pasar todos los reinos y las glorias del mundo, grandes desfiles de militares…todo esto es gloria del mundo. Pero Jesús que sigue “hambreando en el desierto, no se vende a la idolatría del poder”.

La cuaresma tiene que ver con el realismo de la “liberación” de un pueblo que debe aprender, que existe una lucha entre los poderes fáciles de la tierra, desde los cuales se atropella la dignidad de la persona humana, y se van estableciendo sistemas políticos, que van como adormeciendo la conciencia de los poderosos (Óscar Romero, Homilías de resurrección y vida. Ciclo C [1979-1980], Madrid, BAC, 2018, pp. 333, 336).

Al hilo de los textos bíblicos propuestos por la liturgia, que Romero escucha “desde” la realidad que impacta en el país, no deja de recordar las “eternas prácticas cristianas” de la penitencia, el ayuno y la oración, pero insiste en su “adaptación a las situaciones de los pueblos”. Pero también de la empatía de “ver” y “oír” el clamor del pueblo, que en su queja, a veces resignada y tantas veces demandante y hasta “violenta”, da cuenta que la injusticia es contraria a su dignidad y a su opción de fe.

Durante los años de su ministerio como arzobispo de San Salvador, Romero trabajó con equipos pastorales de “relevamientos sociales”, paralelos al Estado que “mentía sistemáticamente” sobre la realidad de pobreza, persecución, desaparecidos y asesinatos; por eso habla con la “autoridad”, no solo del que vive lo que predica, sino también con datos, lugares y nombres, que “visibilizan” una realidad que se pretendía ocultar.

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Masacre del río Sumpul

Los ejemplos de la espiritualidad clásica para el tiempo cuaresmal, Romero los “relee” con argumentos contundentes: no es lo mismo una cuaresma donde hay que ayunar en aquellos países en que se come bien, que una cuaresma entre nuestros pueblos del tercer mundo, hambrientos, de hombres y mujeres revolviendo basura en busca de comida, desnutridos, en perpetua cuaresma, en ayuno constante. En estas situaciones, a los que comen bien, la cuaresma es un llamamiento a la austeridad, a desprenderse para compartir con los que tienen necesidad” (Homilía en el 2° domingo de cuaresma [2 de marzo, 1980], Óscar Romero, Ibidem, p. 368).

El llamado a la austeridad, Romero lo venía planteando desde el domingo anterior al inicio de la cuaresma de 1980. El 17 de febrero, el mismo día en que envía su carta al presidente norteamericano Jimmy Carter, denunciando el apoyo económico y militar de EE.UU, a la Junta de Gobierno, a las FF.AA y grupos paramilitares salvadoreños, para continuar su plan de represión, dice sin ambages: Una Iglesia que no se une a los pobres para denunciar, desde los pobres, las injusticias que con ellos se cometen, no es verdadera Iglesia de Jesucristo” (Óscar Romero, Ibid. p. 298). Sabemos por su “Diario” que aquella homilía, que no pudo ser transmitida por radio YSAX, dado el atentado de bomba que había sufrido días antes, duró nada menos que una hora y cuarenta y cinco minutos (Óscar Romero, Diario 1978-1980, pp. 506, 508).

Romero es una “rara excepción”, de un obispo que “rompe” con el molde convencional de una homilía y es “escuchado con atención por su pueblo”; la razón es sencilla, tiene “algo que decir” y “algo que el pueblo espera escuchar”. La homilía de Romero, en la que se atreve a leer la carta enviada al presidente Carter, causó un revuelo en Roma, Secretaría de Estado, Nunciatura Apostólica en El Salvador y en la mayoría de los obispos salvadoreños que estaban “desconcertados”; esto, según varios testimonios, en particular, el de Ignacio Ellacuría, que se había reunido con Romero la noche del martes 19 de febrero (Cf. Óscar Romero, Diario 1978-1980, pp. 508-509).

La espiritualidad cuaresmal predicada por Romero, encarna una doble vertiente: “identificación” con lo que “está sucediendo” en la sociedad en la que vive, y “aceptación” del camino que van tomando en su vida los acontecimientos, en una dirección cuyo destino parece irreversible.

Memoria passionis en la última cuaresma

El teólogo alemán Martin Maier, ha recordado la última homilía del beato mártir Rutilio Grande sj., donde decía, “si Jesús de Nazaret volviera, como en aquel tiempo, bajando de Galilea a Judea, es decir desde Chalatenango a San Salvador, yo me atrevo a decir que no llegaría… lo pondrían preso, lo llevarían a muchas Juntas Supremas por subversivo…lo acusarían de revoltoso… contrario a la democracia… sin duda lo volverían a crucificar”.

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Maier asegura que “esa homilía” fue la que selló la sentencia de muerte de Rutilio el 12 de marzo de 1977 (Cf. Martin Maier, Óscar Romero. Mística y lucha por la justicia, Barcelona, Herder, 2005, p. 46). Romero predicó su penúltima homilía (la última en la catedral de San Salvador), el 23 de marzo, 5° y último Domingo de Cuaresma. Se sabe que no grabó en el magnetófono lo que luego solía volcar en su Diario, los últimos cuatros días de su vida. Sin embargo, en aquella homilía, que según testimonios duró más de una hora, puede verse cumplir lo que Maier dijo de Rutilio.

En efecto, luego de recordar que “la cuaresma es un llamamiento a celebrar nuestra redención en ese difícil complejo de cruz y de victoria”, “que nadie debe tomar a mal que, a la luz de las palabras divinas, iluminemos las realidades sociales, políticas, económicas, porque de no hacerlo así, no sería un cristianismo para nosotros”, agrega, “hay muchos que se escandalizan de esta palabra y quieren acusarla de que ha dejado la predicación del Evangelio para meterse en política; pero yo no acepto esta acusación”.

La misma enseñanza del magisterio del Vaticano II, Medellín y Puebla, dice Romero, no puede quedar en un estudio teórico, sino que su finalidad es “para que lo vivamos y lo traduzcamos en esta conflictiva realidad de predicar el Evangelio como se debe” (Óscar Romero, Ibid. pp. 469-470). Hacia el final, dirigiéndose de manera especial a los hombres del Ejército y en concreto a las bases de la Guardia Nacional, de la policía y de los cuarteles, la palabra de Romero se vuelve “profética” en toda la magnitud y alcance de la semántica bíblica: “En nombre de Dios, y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: ¡cese la represión!” (Óscar Romero, Ibid. pp. 502-503).

Si como bien ha dicho Ignacio Ellacuría, “con monseñor Romero, Dios ha pasado por El Salvador”, puede decirse que en estas palabras “Dios ha hablado en El Salvador. Las consecuencias de las palabras de Romero pueden compararse con el vínculo que se establece en la predicación de Jesús con la Parábola de los viñadores homicidas (Mc 12, 1-12 y par.) y el “acelere” de su pasión; “existe una proximidad que la parábola establece entre cristología y el destino de los profetas” (Cf. Joachim Gnilka, El Evangelio según San Marcos. Mc 8, 27-16, 20, vol. II, Salamanca, Sígueme, 1986, p. 175).

El lunes 24 de marzo, Romero celebra una misa (“la última”) en la capilla del Hospital Divina Providencia, a las 6 de la tarde; era el primer aniversario de la muerte de Sara Meardi de Pinto, la madre de su amigo Jorge Pinto, cuyo periódico semanal “El Independiente”, había sufrido la explosión de una bomba hacía menos de dos semanas.

Las lecturas que escogió fueron: 1 Cor 15, 20-28, “Cristo resucitó de entre los muertos como primicias de los que murieron”, luego orientó a los pocos asistentes con el salmo 23, “El Señor es mi pastor…aunque camine por valle tenebroso, ningún mal temeré, porque tú vas conmigo”; y tomó el evangelio de Juan 12, 23-26: “Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre…si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere da mucho fruto”. Luego de resaltar las virtudes de aquella mujer, pide a todos la necesidad de “mirar nuestro momento histórico con esta esperanza, con este espíritu de entrega, de sacrificio y hagamos lo que podamos […] Unámonos, íntimamente, en fe y esperanza a este momento de oración por doña Sarita y por nosotros” [en este momento sonó el disparo]; (Óscar Romero, Ibid. pp. 506-507).

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Asesinato de Romero

La homilía duró apenas ¡diez minutos!; más allá de la circunstancias, los textos bíblicos y el hecho trágico se conjugaron, para darle a su muerte el marco litúrgico de un martirio jesuánico. Romero tuvo una muerte “anunciada”; su hablar y actuar lo fueron involucrando en vida como destino, con el de su pueblo sufriente. Su palabra que nunca se sintió “encadenada” (2 Tm 2, 9), a ningún poder (ni del estado, ni de “autoridades”  eclesiásticas), lo llevaron a testimoniar su fe con una muerte violenta que le propiciaron aquellos que no se oponían al “contenido dogmático” de su fe cristiana, sino a sus “opciones radicales” hechas en Jesucristo, el “autor y consumador de nuestra fe” (Hb 12, 2), y que proclama abiertamente “bienaventurados los perseguidos por la causa de la justicia” (Mt 5, 10-11).

Romero es un claro ejemplo, de que cuando un cristiano/a, con su palabra y con su vida, provocan al poder “político” aliado con las corporaciones de la riqueza en contra de los pobres, e incluso al statu quo “religioso”, indiferente o acomodaticio al gobierno de turno, la consecuencia inexorable será incomprensión, abandono, persecución y muerte.

Ramos y dolor en la despedida del pastor asesinado

La tradición más antigua de la Iglesia, enseña que el domingo de Ramos, la liturgia lee -como no lo hace en ningún otro Domingo- el evangelio de la Pasión, según cada año uno de los evangelios sinópticos. La celebración tiene un “alto contraste”, pues de una procesión con júbilo que recuerda la entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén entre aclamaciones ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino que viene, de nuestro padre David! (Mc 11, 9-10), la asamblea pasa a sumergirse inmeditamente en la escucha atenta del relato de la pasión.

El día posterior a la muerte de Romero, el martes 25 de marzo, la Conferencia Episcopal Salvadoreña emitió una “declaración”, cuyo estilo sugería que era obra del obispo Arturo Rivera Damas, que sería sucesor de Romero, desempeñaría un importante papel en los acuerdos de paz, además de fiel intérprete para el largo y enrevesado proceso de beatificación. En la declaración, se decía que muchos cientos de muertes, incluidas las de seis sacerdotes, habían precedido a la del arzobispo “en un contexto de violencia que llega a los límites de la locura” (Cf. James R. Brockman, Monseñor Romero. La biografía del mártir de América, Maliaño, Sal Terrae, 2016, p. 397).

El clima estaba enrarecido, los obispos planearon concelebrar una misa con el nuncio apostólico Emanuele Gerada (enviado luego a Pakistán) en la catedral el jueves 27, pero fue cancelada a última hora. Los transeúntes y los presentes, recibieron con hostilidad al obispo Arnoldo Aparicio (Obispo de San Vicente), cuando fue a visitar el cuerpo de Romero. Durante la semana, mientras se preparaba la misa exequial, un grupo de sacerdotes, religiosas y miembros de las comunidades eclesiales de base iniciaron un ayuno en la catedral y colgaron una gran pancarta a la entrada en la que se decía que los obispos Aparicio, Revelo, Álvarez, Freddy Delgado, la Junta y el embajador de los EE.UU no debían hacerse presentes.

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Romero

Monseñor Urioste, que fue vicario general de Romero (luego promotor de la causa de beatificación), actuando como administrador de la arquidiócesis, envió a un seminarista de confianza para pedirles que retiraran la pancarta. Pero los que ayunaban se negaron, y durante aquellos días convulsos, agitados y tensos, los intentos posteriores para quitarla no tuvieron éxito. Se mantuvo como un “signo” de las divisiones de la Iglesia salvadoreña; de los obispos salvadoreños, “solo” Arturo Rivera Damas asistió a la misa exequial.

Juan Pablo II envió al cardenal Ernesto Corripio, de México, como su representante a la misa exequial, que se celebró el domingo de Ramos. Participaron también obispos de Costa Rica, Guatemala, Panamá, Perú, Estados Unidos, Ecuador, Francia, Brasil, Irlanda, España, México e Inglaterra. Junto a ellos concelebraron, el ministro de Asuntos Exteriores de Nicaragua, el padre Miguel D’Escoto y Gustavo Gutiérrez, el teólogo de la liberación peruano. Asistieron también miembros protestantes del Consejo Nacional de las Iglesias de los Estados Unidos y del Consejo Mundial de Iglesias. Casi trescientos sacerdotes de El Salvador y muchos de otras naciones concelebraron en la eucaristía.

El altar se había colocado delante de la puerta de la catedral, como se había hecho el año anterior para las exequias de los mártires de “El Despertar”, el padre Octavio Ortiz y cuatro jóvenes que murieron acribillados por la Guardia Nacional el 20 de enero de 1979 (Cf. Óscar Romero, Homilías para un pueblo que sufre. Ciclo B/I [1978-1979], Madrid, BAC, 2020, pp. 167-180). En esta ocasión, una muchedumbre de miles de personas de todas partes del país, se congregó ante las escaleras (Cf. Según el “National Catholic News Service, en una comunicación del 31 de marzo de 1980, dijo que los organizadores estimaron una participación de 200.000 personas, mientras que el Gobierno calculaba unas 30.000. La comunicación decía que parciparon 30 obispos, 300 sacerdotes y 500 religiosas).

En el momento del inicio, la policía y los cuerpos de seguridad no estaban a la vista, y los scouts y los representantes de las organizaciones populares mantenían el orden. Todo transcurría tranquilamente al principio. La misa seguía su curso cuando una amplia delegación de la Coordinadora avanzó hacia la plaza atestada de gente y envió a algunos de sus miembros a depositar una corona junto al ataúd ante el altar. El grupo aguardó en silencio en el límite de la muchedumbre mientras la misa proseguía. El cardenal Corripio estaba predicando cuando, repentinamente, una bomba explotó cerca de la delegación de la Coordinadora en la esquina más alejada del Palacio Nacional, que da a la plaza en ángulo recto frente a la fachada de la catedral. Inmediatamente comenzó un tiroteo desde la misma zona y la muchedumbre comenzó a huir.

La mayoría de la gente lo hizo hacia las calles del otro lado de la plaza, pero muchos forzaron las puertas de la catedral para entrar. Una valla de hierro separaba a la muchedumbre de las escaleras frontales, donde estaba el ataúd y el altar.

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Apresuradamente, el ataúd fue trasladado al interior, en parte, porque en la confusión del momento algunos pensaban que la extrema derecha venía a robar el cuerpo. Esta podría ser la razón de la posterior declaración del Gobierno, para quien los grupos de izquierda eran los que querían robarlo. La puerta de la valla estaba cerrada para impedir que la muchedumbre la pasara durante la misa, y antes de que pudiera abrirse muchos la saltaron y otros fueron pisoteados. La mayoría de los más de cuarenta muertos aquel día fueron víctimas de los pisotones de otros. En la catedral eran miles los que estaban tan apretujados que casi no podían respirar.

Algunos testigos contaron que habían visto el cuerpo de una niña de ocho años con un agujero de bala en la frente. El reportero Christopher Dickey, del Washington Post, decía que, entre los más de treinta muertos, “menos de diez murieron por heridas de bala” (1 de abril de 1980); mientras que NC News Service, informó que hubo “más de 40 muertos y 250 heridos, según las mismas fuentes de los hospitales y de la Cruz Roja” (1 de abril de 1980). Dentro de la catedral, mientras se escuchaban disparos y explosiones en el exterior, el cardenal Corripio y unos cuantos más se “apresuraron” a dar sepultura al cuerpo en la tumba preparada en el transepto oriental.

Al igual que la última misa de Romero en la capilla del hospital, la de sus exequias tampoco llegó a terminar. Aquella tarde, el Gobierno emitió una declaración farragosa en la que culpaba a la Coordinadora de la violencia, diciendo que su delegación había hecho estallar las bombas y había disparado a la gente, que había intentado robar el cuerpo del arzobispo y había retenido a los “distinguidos visitantes” en la catedral “con el pretexto de protegerles del peligro de salir, debido a la intervención de las patrullas de las fuerzas públicas”. Esta patraña pensada con la misma intención que se pergenió el asesinato de Romero, provocó que por la noche, veinticuatro de los visitantes extranjeros consiguieran reunirse en el Seminario San José de la Montaña, para analizar los acontecimientos del día.

Emitieron una declaración, firmada por ocho obispos y otras dieciséis personas, negando la versión del Gobierno. Los testigos, decían que habían visto que se disparaba desde el segundo piso del Palacio Nacional, y algunos habían dicho que la bomba procedía del mismo lugar. La delegación de la Coordinadora había traído una corona para acompañar el ataúd y después habían esperado con total silencio hasta que estalló la bomba.

La pascua de Romero y el compromiso actual

La memoria litúrgica de San Óscar Romero, coincide este año como decíamos, con el “Domingo de Pasión”, esto nos retrotrae a todos aquellos pasajes del evangelio donde Jesús vive una “pasión continua”, “sufriendo amenazas” de parte de los que detentan el poder religioso y político (Mc 11, 18; 14, 1; Mt 21, 46; Lc 11, 53-54; 13, 32; 19, 47; 20, 19; Jn 19, 10). La actividad de Jesús, según la exposición de los evangelios, está determinada por el conflicto, casi desde el principio. El conflicto se va agravando y termina con la ejecución de Jesús en la cruz. El conflicto tiene diversos escenarios: Galilea y Jerusalén. Jesús entra en conflicto con diversos grupos y finalmente con el poder romano, lo cual lo conduce a la muerte (Cf. Joachim Gnilka, Jesús de Nazaret. Mensaje e historia, Barcelona, Herder, 1993, p. 327).

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En el corto ministerio de Romero como arzobispo de San Salvador (al igual que el ministerio público de Jesús que duró solo 3 años), el conflicto fue in crescendo hasta acabar con su vida. El papa Francisco ha hablado de que Romero sufrió el martirio antes y después de su asesinato, (Cf. Francisco, Romero mártir incluso tras la muerte, difamado y calumniado; [en línea]: www.lastampa.it). Al igual que Jesús, que comenzó a manifestar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, sufrir de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y ser matado y resucitar al tercer día (Mt 16, 21, y par.), Romero también tuvo confidencias de amenazas y de su destino final.

José Calderón Salazar que por aquellos días era corresponsal guatemalteco del periódico mexicano “Excelsior”, informó de una entrevista telefónica que le había hecho el arzobispo dos semanas antes de su muerte y en la que le dijo:

“He sido amenazado de muerte con frecuencia. Le debo decir, como cristiano, que yo no creo en la muerte sin resurrección. Si me asesinan, resucitaré en el pueblo salvadoreño. Lo digo sin jactancia alguna, con la máxima humildad. Como pastor, estoy obligado por mandato divino a dar mi vida por aquellos a quienes amo -por todos los salvadoreños, incluso por aquellos que pueden llegar a asesinarme-. Si las amenzas se cumplen, desde este instante ofrezco mi sangre a Dios por la redención y por la resurección de El Salvador. El martirio es una gracia de Dios que no creo merecer. Pero si Dios acepta el sacrificio de mi vida, que mi sangre sea semilla de libertad y signo de que la esperanza se hará pronto realidad. Que mi muerte, si es aceptada por Dios, sea para la liberación de mi pueblo y testimonio de esperanza en el futuro. Puede decir, si consiguen matarme, que perdono y bendigo a quienes lo hagan. Ojalá, en efecto, que pudieran convencerse de que desperdiciarán su tiempo. Un obispo morirá, pero la Iglesia de Dios, que es el pueblo, nunca perecerá” (Cf. James R. Brockman, Ibid. p. 402).

No es el lugar aquí para hablar del accionar que tuvieron los escuadrones de la muerte y sus conexiones con las fuerzas armadas y los líderes de la oligarquía salvadoreña; tampoco del rol principal que desempeñó Roberto D’Aubuisson, dirigente de la violencia de extrema derecha en El Salvador, y autor intelectual del asesinato de Romero. Lo cierto es que este personaje fue uno de los fundadores del partido ARENA en septiembre de 1980 que mantendrá un puesto relevante en la política salvadoreña durante toda esa década, llegando incluso a ser presidente de la Asamblea Nacional en 1982.

Con el asesinato de Romero, y sus exequias “bañadas en sangre”, comenzó en El Salvador una guerra civil con decenas de miles de salvadoreños/as que sufrieron persecución y muerte; algunos casos conocidos por su atrocidad, como las Misioneras de Maryknoll (Maura Clarke, Ita Ford, Dorothy Kazel y Jean Donovan), violadas y asesinadas el 2 de diciembre de 1980; las masacres del río Sumpul o la del río Lempa, o de la entera población de El Mozote entre el 9 y 12 de diciembre de 1981, cuando a manos del batallón Atlacatl, 978 personas fueron asesinadas, de las cuales 553 eran menores de edad.

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Esta inmensa constelación de testigos de la fe y la justicia, que se calculan en 75.000 asesinados y 9000 desaparecidos (en este país que es como el “pulgarcito Latinoamericano”), tuvieron en apariencia un sello final con el asesinato de los mártires de la UCA y dos servidoras de la comunidad, el 16 de noviembre de 1989. Pero la inmensa mayoría de estos homicidios y genocidios permanecen sin juicio de los culpables.

Si al decir de Romero, “si me matan resucitaré en el pueblo salvadoreño”, debe agregarse sin concesiones, que la resurrección exige fidelidad al mensaje del crucificado. En este sentido, la Iglesia salvadoreña se ve hoy más interpelada que ayer. La razón es simple, los testigos de tantos martirios deben relevarse y mantener vivo el mensaje liberador de “denuncia” y “esperanza”, sin lo cual los pueblos, nunca exentos de “olvidar” los lazos de la opresión, pueden verse tentados a recaer en los mismos atropellos que sus mártires denunciaron.

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Fuente Religión Digital

Espiritualidad, General, Iglesia Católica , ,

“Nayib Bukele, rehén del fundamentalismo evangélico”, por Juan José Tamayo

Martes, 20 de febrero de 2024
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Leído en su blog:

De nuevo presidente de El Salvador tras unas elecciones fraudulentas

El artículo 154 de la Constitución salvadoreña establece que “el período presidencial será de cinco años y comenzará y terminará el día primero de junio, sin que la persona que haya ejercido la Presidencia pueda continuar en sus funciones ni un día más”

En dicho encuentro, Bukele expuso su testimonio sobre el apoyo que recibió de Dios en su acceso a la presidencia del país. Contó cómo el Espíritu Santo anunció a unos pastores evangélicos antes de las elecciones que él sería presidente de El Salvador

Bukele tomó la Asamblea rodeado de militares y policías, violando el dispositivo de seguridad legislativa. Se sentó en la silla del presidente del Poder Legislativo, hizo sonar el gong para abrir la sesión, se quedó en silencio, se cubrió el rostro con las manos, se puso a orar y, haciendo apelación a una legitimidad divina, dijo que Dios le había hablado y le había dicho que “tuviera paciencia

Nayib Bukele acaba de conseguir la presidencia de la República de  por segunda vez. Y lo ha hecho en unas elecciones fraudulentas ya que la Constitución salvadoreña prohíbe la reelección. El artículo 154 establece que “el período presidencial será de cinco años y comenzará y terminará el día primero de junio, sin que la persona que haya ejercido la Presidencia pueda continuar en sus funciones ni un día más”. El artículo 248 es contundente al afirmar que “no podrán reformarse en ningún caso los artículos de esta Constitución que se refieren a la forma y sistema de Gobierno, al territorio de la República y a la alternabilidad en el ejercicio de la Presidencia de la República”. Por si hubiera alguna duda sobre la no continuidad del Presidente, según el artículo 75, “pierden los derechos de ciudadano los que suscriban actas, proclamas o adhesiones para promover o apoyar la reelección o la continuación del Presidente de la República, o empleen medios directos encaminados a ese fin”. Según este artículo, promoviendo su reelección y presentándose a ella, es el propio Bukele el que pierde sus derechos de ciudadanía.

En esta artículo voy a centrarme en la alianza del Bukele con los sectores evangélicos fundamentalistas, de los que es rehén. Son ellos quienes legitiman religiosamente su política represiva, autoritaria y, a la postre, antidemocrática, desde que asumió la presidencia por primera vez en 2019. En diciembre de 2018, en vísperas del cierre de la campaña electoral a la presidencia de la República salvadoreña, el candidato Bukele se comprometió ante un grupo de pastores evangélicos a crear una Secretaría de Valores en sintonía con la educación moral que ellos impartían en sus iglesias. En su toma de posesión como presidente de la República, el 1 de junio de 2019, invitó a dirigir una oración al pastor evangélico argentino Dante Gebel, ministro de las Asambleas de Dios, pastor de River Church de Anaheim (California) y cantante en estadios abiertos donde ha conseguido reunir a 100.000 personas

Años antes de ser presidente, Bukele recibió la visita de Franklin Cerrato, pastor evangélico para la diáspora salvadoreña en Estados Unidos, con quien desde entonces mantiene una estrecha relación.  El 23 de julio de 2019, Cerrato organizó un encuentro de líderes evangélicos de la diáspora, del Movimiento Pastores por El Salvador y de la Latino Coalition for Israel con Bukele, ya como presidente de la República, en el hotel Crowne Plaza de San Salvador, donde presentó una propuesta de Iglesia para la nación y un plan de trabajo conjunto para “recuperar los valores y principios para la familia”. En dicho encuentro, Bukele expuso su testimonio sobre el apoyo que recibió de Dios en su acceso a la presidencia del país. Contó cómo el Espíritu Santo anunció a unos pastores evangélicos antes de las elecciones que él sería presidente de El Salvador.

El ‘anuncio’ de Dios

En 2012 había ganado las elecciones a la alcaldía de San Salvador. Su intención era volver a sus empresas una vez terminada su gestión en la alcaldía. Pero sus planes cambiaron cuando un grupo de pastores de distintos países se presentó en su despacho para informarle de lo que Dios les había comunicado: que sería presidente de la República y después tendría otro cargo que no le revelarían.

En citado encuentro del 23 de julio estuvo presente Mario Bramnick, pastor asesor de Donald Trump, cuya misión era defender a Israel y convencer a los líderes latinoamericanos para que trasladaran sus embajadas en Israel a Jerusalén. El pastor anunció allí el final del cautiverio de El Salvador y de toda América Latina y declaró a Bukele libertador de su país: “Estamos en una etapa de cumplimiento de la profecía de los 70 -dijo-. El tiempo del cautiverio se acabó, el Señor está levantando Ciros no solo en Estados Unidos, sino en Latinoamérica. Bolsonaro es un Ciro, su presidente Bukele es un Ciro para este tiempo. Dios está sobre él” [1].

Bramnick reconoció estar en un tiempo “muy sobrenatural” y presumió de que, gracias a la intervención divina y al lobby de la Oficina de la Fe de la Casa Blanca, el presidente de Guatemala, Jimmy Morales, ya había trasladado a Jerusalén su embajada en Israel. La vinculación de Bukele con pastores ultraconservadores no se limita a encuentros puntuales, son relaciones sostenidas por redes cercanas a Bramnick, con fuertes lazos políticos con gobiernos de derecha y una expresa oposición al matrimonio homosexual y al aborto, propuestas fundamentales de la agenda moral de los pastores evangélicos, que coinciden con las de la Iglesia católica.

Otros personajes políticos de la derecha salvadoreña han reforzado la tendencia presidencial hacia el fundamentalismo. La diputada del Partido Conciliación Nacional, Eileen Romero, presentó en noviembre de 2019 en la Asamblea Legislativa una moción para decretar la lectura obligatoria de la Biblia en las escuelas. También en noviembre de 2019, la Junta Directiva de la Asamblea Legislativa otorgó un espacio en la agenda oficial para que un grupo de diez pastores evangélicos entrara a orar por los diputados y las diputadas para que “Dios los ilumine” a la hora de legislar sobre los grandes temas del país.

Oraciones para legitimar el autogolpe

IMG_2877Desde su elección como presidente de la República de El Salvador, en junio de 2019, Nayib Bukele viene dando numerosas muestras de autoritarismo y autocracia, que llegaron a su zenit con el autogolpe de Estado en febrero de 2020. El 9 de febrero de ese año convocó por vía de urgencia a la Asamblea Legislativa para aprobar un crédito de 109 millones de dólares para su plan de seguridad pública, denominado Control Territorial, que había sido impugnado anteriormente por fallos de tipo constitucional. Esta situación llevó a la parte opositora de la Legislatura a rechazar la convocatoria. Ante la negativa, Bukele hizo un llamamiento a la insurrección popular pidiendo a la gente que acudiera al exterior de la Asamblea para presionarla por la aprobación del crédito extraordinario. El Ejército le prestó públicamente lealtad y le mostró su disposición a cumplir sus órdenes. Las Fuerzas Armadas ocuparon las calles adyacentes a la Asamblea y finalmente todo el recinto legislativo. Se trataba de una violación del Estado laico y de un retroceso democrático.

Ese mismo día, con la sola asistencia de 28 de los 84 diputados, Bukele tomó la Asamblea rodeado de militares y policías, violando el dispositivo de seguridad legislativa. Se sentó en la silla del presidente del Poder Legislativo, hizo sonar el gong para abrir la sesión, se quedó en silencio, se cubrió el rostro con las manos, se puso a orar y, haciendo apelación a una legitimidad divina, dijo que Dios le había hablado y le había dicho que “tuviera paciencia”.

Lo que hizo Bukele en realidad fue un intento de golpe contra la Asamblea Legislativa al entrar en ella rodeado de militares y policías y, a la postre, contra la democracia, así como una usurpación de la función del presidente del Legislativo. La toma militar de la Asamblea fue un atentado contra la regla democrática de separación de poderes, que pretendió legitimar religiosamente a través de la oración que hizo sentado en la sede del presidente del Poder Legislativo. Los únicos apoyos con los que contó fueron su partido aliado, el ejército y la policía. Con la toma militar del Parlamento demostró su negativa al diálogo y su incapacidad para llegar a acuerdos con las diferentes fuerzas políticas representadas en la Asamblea Legislativa.

Numerosos colectivos sociales condenaron la militarización, la toma violenta y la profanación del espacio legislativo nacional. La oposición reclamó la intervención de la Organización de Estados Americanos (OEA) para frenar lo que calificó de “autogolpe de Estado”. La OEA no se pronunció al principio de manera concluyente, pero días después respaldó a Bukele.

Gestión autoritaria de covid-19 en El Salvador

Volvió a demostrar su perfil autoritario, antidemocrático y religiosamente fundamentalista durante la pandemia de la covid-19. Declaró “Estado de Excepción” sin que se hubiera producido un solo caso de contagio. Cuando los casos de contagio aumentaron, anunció en la cadena nacional de radio y televisión que la presidencia, en vista de la difícil situación, decretaría el domingo 24 de mayo de 2020 como Día Nacional de la Oración “para que Dios sane nuestra tierra y nos permita vencer la pandemia que está golpeando al mundo entero”.

Nuevamente, el 9 de agosto del mismo año, cuando la pandemia estaba en su mayor escalada en El Salvador, decretó otro Día Nacional de la Oración “para pedir a Dios que nos proteja de esta enfermedad y nos libre de sufrimiento”. Cuando los casos comenzaron a bajar, atribuyó el descenso, entre otras causas, a los días nacionales de la oración decretados por él.

Recuperar la figura profética de monseñor Romero

En el clima de integrismo político-religioso reinante hoy en El Salvador, creo necesario recuperar la figura profética y de gran talla moral de Monseñor Óscar Arnulfo Romero, arzobispo de El Salvador, asesinado por orden del Mayor Roberto D’Aubuisson y canonizado por el papa Francisco el 14 de octubre de 2018. Cuarenta y cuatro años después de su asesinato sigue siendo faro que ilumina la oscuridad del presente. Él es hoy un símbolo del cristianismo liberador que asumió la opción ética y evangélica por las personas y los colectivos empobrecidos de su país. Ejerció una ciudadanía crítica y activa y defendió que fueran los propios salvadores “los forjadores de nuestra historia” y no permitieran que poderes exteriores les impusieran el destino a seguir.

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 Romero fue un excelente pedagogo popular que, a través del método jocista del ver-juzgar-actuar y de la pedagogía del oprimido de Paulo Freire, contribuyó a que el pueblo pasara de la conciencia ingenua e intransitiva a la conciencia transitiva y crítica, de la conciencia mítica a la conciencia histórica y de esta a la praxis transformadora. Constituye un referente en la lucha por la justicia para creyentes de las diferentes religiones y para no creyentes de distintas ideología, así como para los políticos por su manera de entender y practicar la relación crítica y dialéctica entre poder y ciudadanía, y para los dirigentes religiosos por su correcta articulación entre fe y política, sin caer en el fundamentalismo.

Monseñor Romero es piedra angular en la construcción de la cultura de paz en El Salvador, en América Latina y en todo el mundo; cultura de paz que no es la ausencia de conflictos ni se limita a la ausencia de guerra, sino que ha de ir acompañada del trabajo por la igualdad en todos los ámbitos, siempre que no desemboquen en uniformidad, y del respeto a las diferencias de todo tipo, siempre que no desemboquen en desigualdad.

Romero no se instaló cómodamente en el (des)orden establecido, ni consintió con el pecado estructural, ni hizo las paces con el gobierno, como le pedía Juan Pablo II. Encarnó la utopía en su vida, su mensaje y su práctica liberadora, no como ideal irrealizable y fantasmagórico, sino conforme a los dos momentos que la caracterizan: la denuncia de los poderes que oprimían a las mayorías populares y la propuesta de alternativas.

La mejor expresión del compromiso de monseñor Romero con la utopía fue la respuesta que dio a la pregunta de un periodista sobre si tenía miedo a que lo mataran: “Si me matan, resucitaré en el pueblo”

La mejor expresión del compromiso de monseñor Romero con la utopía fue la respuesta que dio a la pregunta de un periodista sobre si tenía miedo a que lo mataran: Si me matan, resucitaré en el pueblo”. No estaba hablando de la resurrección de los muertos, ni de la vida eterna. Se refería a la nueva vida del pueblo salvadoreño, liberado de la violencia estructural, la guerra, la injusticia y la pobreza.

Otra lección que nos enseña monseñor Romero y que nos invita a practicar en tiempos de supremacismo como los que estamos viviendo es su actitud anti-imperialista. Él se enfrentó al Imperio estadounidense en una carta dirigida a su presidente, Jimmy Carter, en la que se oponía a la ayuda económica y militar de Estados Unidos al Gobierno de El Salvador, porque, a su juicio, constituía una injerencia inaceptable en los destinos de su país y reforzaba la injusticia y la represión contra el pueblo.

La espiritualidad es una dimensión constitutiva del ser humano, como lo es la sociabilidad. Monseñor Romero es hoy un ejemplo de espiritualidad liberadora. Él fue una persona espiritual, sin caer en el espiritualismo; un místico sin caer en el misticismo evasivo de la realidad; una persona profundamente religiosa, pero no con una piedad ajena a los conflictos sociales, sino inmersa en ellos.

[1] Ciro fue el rey persa que liberó a Israel de la dominación de Babilonia.

Fuente Religión Digital

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Solemnidad de la Inmaculada Concepción

Viernes, 8 de diciembre de 2023
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Leído en Koinonia:

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Génesis 3,9-15.20

 Establezco hostilidades entre tu estirpe y la de la mujer

Después que Adán comió del árbol, el Señor llamó al hombre:

– “¿Dónde estás?”

Él contestó:

“Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí.”

El Señor le replicó:

– “¿Quién te informó de que estabas desnudo? ¿Es que has comido del árbol del que te prohibí comer?”

Adán respondió:

– “La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto, y comí.

El Señor dijo a la mujer:

– “¿Qué es lo que has hecho?”

Ella respondió:

– “La serpiente me engañó, y comí.”

El Señor Dios dijo a la serpiente:

“Por haber hecho eso, serás maldita entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya; ella te herirá en la cabeza cuando tú la hieras en el talón.”

El hombre llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que viven.

*

Salmo responsorial: 97

Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R.

Los confines de la tierra han contemplado /
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R.

*

Efesios 1,3-6.11-12

Nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor. Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya.

Por su medio hemos heredado también nosotros. A esto estábamos destinados por decisión del que hace todo según su voluntad. Y así, nosotros, los que ya esperábamos en Cristo, seremos alabanza de su gloria.

*

Lucas 1,26-38

Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo:

“Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.”

Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo:

“No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.”

Y María dijo al ángel:

“¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?”

El ángel le contestó:

“El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.”

María contestó:

“Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.”

Y la dejó el ángel.

***

Homilía de Monseñor Romero sobre los textos litúrgicos de hoy (8 de Diciembre de 1977)

AGRADECIMIENTOS AL SACERDOTE Y RELIGIOSAS

Yo quiero aprovechar esta oportunidad, pues, para agradecer a los padres norteamericanos este servicio tan insigne que nuestra diócesis aprecia inmensamente, así como también a las hermanas de San José que, junto con ellos los sacerdotes, están cultivando este mensaje de la palabra de Dios y alimentando con él a nuestro pueblo.

Quiero alegrarme también, porque junto a los sacerdotes y las religiosas un grupo de hombres y de mujeres, celebradores de la palabra, catequistas, asociaciones parroquiales y católicos que sienten la responsabilidad de la Iglesia en este momento tan trascendental de la historia de El Salvador no desfallecen en su difícil misión de predicar este mensaje del Señor. Celebrar la fiesta de la Inmaculada Concepción de María, es tener la oportunidad de acercarnos a la fuente misma desde donde brota todo ese río que no terminará de correr hasta la consumación de los siglos. La Iglesia, con su mensaje, con su palabra, encontrará mil obstáculos, como el río encuentra peñascos, escollos, abismos; no importa; el río lleva una promesa: “estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos” y “las puertas del infierno no podrán prevalecer”, contra esta Voluntad del Señor.

EL PECADO DE ORIGEN

¿Cuál es la Voluntad del Señor?. El misterio de la Inmaculada Concepción de María nos está ofreciendo a la luz de esas lecturas que acaban de escuchar cuáles son los designios de Dios para con nosotros los hombres. Leer más…

Biblia, Espiritualidad ,

Significado de monseñor Romero hoy: “Modelo y referente del cristianismo liberador”

Martes, 19 de septiembre de 2023
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Desde San Salvador, en el Natalicio de Monseñor Romero

Cristianismo liberador, ciudadanía crítica, pedagogía de la liberación, democracia participativa y cultura de paz

“La figura de Monseñor Romero no ha caído en el olvido, sino que sigue viva, activa y muy presente en el pueblo salvadoreño”

“Este pueblo centroamericano está sufriendo un fuerte retroceso en el proceso de democratización que costó tanta sangre en las décadas de los ochenta y los noventa del siglo pasado”

Me encuentro en San Salvador invitado por el colectivo Encuentro Romeriano para participar en la primera celebración del Natalicio de Monseñor Romero, con el apoyo de la Escuela Política para un Nuevo Proyecto, la Fraternidad Teológica de América Latina y la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA). El Encuentro Romeriano es un movimiento laico que se inspira en Monseñor Romero, tiene una vocación ecuménica, promueve la formación, concientización y organización popular, e intenta recuperar y actualizar la herencia de los mártires salvadoreños.

Estoy participando también en conferencias en la UCA, en el encuentro de rectores de las Universidades Evangélicas y Protestantes y en la Fraternidad Teológica Latinoamericana. Dichos eventos son la mejor demostración de que la figura de Monseñor Romero no ha caído en el olvido, sino que sigue viva, activa y muy presente en el pueblo salvadoreño.

El Salvador está viviendo una situación represiva de los derechos humanos y especialmente contra los activistas defensores de dichos derechos, a quienes se culpabiliza de colaborar con las maras y se les detiene arbitrariamente. Esa situación represiva es particularmente aguda en las poblaciones más pobres y en el área rural, considerando que la gran mayoría de los arrestos masivos y arbitrarios, los cateos de las casas y los cercos militares suceden precisamente en las zonas marginadas.

IMG_0414Este pueblo centroamericano está sufriendo un fuerte retroceso en el proceso de democratización que costó tanta sangre en las décadas de los ochenta y los noventa del siglo pasado. De una democracia incipiente y apenas experimentada de 1992 a 2019, El Salvador ha pasado ahora a un Gobierno autocrático. Todo ello supone una fuerte merma de los derechos y las libertades de la ciudadanía salvadoreña, sometida a un régimen de control en su vida cotidiana y en sus actividades cívicas.

En tan dramática situación creo necesario recuperar la figura profética de Monseñor Romero como modelo y referente del cristianismo liberador y de una ciudadanía crítica, activa y protagonista de la vida política y social, y activar su dimensión política subversiva y su teología de la liberación a servicio de las personas más vulnerables, de los sectores empobrecidos y al pueblo oprimido y sufriente.

Monseñor Romero nos enseña una serie de lecciones a aprender y a practicar, que resumo en las siguientes:

1. Cristianismo liberador. Romero es un símbolo luminoso de un cristianismo liberador en el horizonte de la teología de la liberación frente a las tendencias alienantes y neoconservadoras y comprometido con la causa de los pobres. Puso en práctica, la afirmación de Paulo Freire: “No podemos aceptar la neutralidad de las iglesias ante la historia”.

2. Ciudadanía crítica, activa y participativa.  Romero fomentó a través de sus homilías, la emisora de la arquidiócesis, los programas radiofónicos, el ejercicio de una ciudadanía crítica, activa y participativa. Romero reconocía la existencia de una conciencia crítica que iba formándose en el cristianismo salvadoreño, un cristianismo consciente, no de masas. Citando la Conferencia Episcopal Latinoamericana celebrada en Puebla de los Ángeles (México) en 1979, Romero defendía la necesidad de “ser forjadores de nuestra propia historia”, no permitiendo que sean otros quienes desde fuera nos impongan el destino a seguir. La Iglesia tiene que implicarse en dicha ciudadanía activa: “En la medida en que seamos Iglesia, es decir, cristianos verdaderos, encarnadores de Evangelio, seremos el ciudadano oportuno, el salvadoreño que se necesita en esta hora” (Homilía 17/1/1979).

3. Pedagogía concientizadora desde la opción por los pobres. Monseñor Romero fue un excelente pedagogo que siguió el método jocista del ver-juzgar-actuar y el de concientización de Paulo Freire: paso de la conciencia ingenua e intransitiva a la conciencia transitiva y activa, de la conciencia mítica a la conciencia histórica, de la conciencia a la acción transformadora y a la praxis liberadora.

 4. Espiritualidad liberadora. Monseñor Romero fue una persona espiritual, un místico, pero sin caer en el espiritualismo. Fue una persona profundamente piadosa, pero no con una piedad alienante ajena a los conflictos sociales. Fue un pastor, pero de los que huelen como pide el papa Francisco a los sacerdotes y obispos católicos. Vivió la devoción a María, pero no la María sumisa, sino la María de Nazaret del Magnificat que declara destronados de los poderosos y empoderados a los humildes, despojados de sus bienes a los ricos y saciados a los pobres.

5. Monseñor Romero fue un referente en la lucha por la justicia para creyentes de las diferentes religiones y no creyentes de las distintas ideologías. Igualmente lo fue para los políticos por su nueva manera de entender la relación crítica y dialéctica entre poder y ciudadanía, así como para los dirigentes religiosos por su correcta articulación entre espiritualidad y opción por los pobre, ejercicio pastoral y actitud profética.

6. Democracia participativa. La democracia hoy está enferma, gravemente herida, y, si no sabemos defenderla, es posible que esté herida de muerte. Se encuentra sometida al asedio del mercado y acorralada por múltiples sistemas de dominación, que son más fuertes que ella y amenazan con derribarla. Estos sistema de dominación son: el capitalismo en su versión neoliberal; el colonialismo en su versión neocolonial extractivista, anti-indigena y anti-afrodescendiente; el patriarcado en su versión más extrema de la violencia de género (machista), que el año pasado se saldó con 60.000 feminicidios en todo el mundo; los fundamentalismos religiosos y su irracional y destructora deriva terrorista; el modelo científico-técnico de desarrollo de la modernidad, que destruye nuestra casa común, la naturaleza; la violencia estructural del sistema, que somete a miles de millones de personas a situaciones de extrema e inhumana pobreza.

Como respuesta frente a la democracia herida de muerte es necesario, en palabras del sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos, democratizar la revolución y revolucionar la democracia. Monseñor Romero puede ser un referente en esta tarea.

7. Trabajo por la paz y la justicia a través de la no violencia activa. Ignacio Ellacuría dijo que: “Con monseñor Romero Dios ha pasado por El Salvador”. Yo me atrevería a decir: monseñor Romero es piedra angular en el edificio de la cultura de paz que estamos llamados a construir todas y todos en El Salvador, América Latina y en todo el mundo. Eso sí, desde la opción por los pobres. Él ejemplificó como nadie la propuesta del poeta cubano José Martí: “Con los pobres de la tierra mi suerte yo quiero echar”.

8. Invitación a la utopía. La utopía sufre hoy un enorme desdén, cuando no un grave desprecio, un largo destierro y un maltrato semántico. Calificar a una persona, a un colectivo o a un proyecto de utópico no es precisamente un piropo, sino una descalificación en toda regla, es como  llamarla ingenua, fantasmagórica, ilusa, ajena a la realidad, etc. La utopía vive un largo destierro. Es excluida de todo los campos del saber y del quehacer humano y natural: de la ciencia, donde impera la razón científico-técnica;  de la filosofía, donde impera la razón instrumental; de las ciencias sociales, por ejemplo, de la economía, donde impera la razón contante y sonante; de la política, donde se impone la razón de Estado; de las religiones, donde se tiende a proponer la salvación  espiritual más allá de la historia.

La utopía sufre también un maltrato semántico por parte de los diccionaristas, que suelen definirla como plan bueno y muy halagüeño, pero irrealizable, subrayando su imposibilidad de realización y sometiendo a los seres humanos a una especie de fatalismo histórico que da por buena la afirmación “las cosas son como son y no pueden ser de otra manera”, los lleva a instalarse cómodamente en la realidad y a renunciar a todo cambio.

Monseñor Romero no se instaló cómodamente en el (des)orden establecido, ni con-sintió con el pecado estructural, ni hizo las paces con el gobierno, como le pedía Juan Pablo II. Encarnó en su vida, su mensaje y su práctica liberadora la realización de la utopía, no como un ideal irrealizable y fantasmagórico, sino conforme a los dos momentos que la caracterizan: la denuncia y la propuesta de alternativas.

– Denuncia de la negatividad de la historia, encarnada en los poderes que oprimían y explotaban a las mayorías populares: oligarquía, ejército, escuadrones de la muerte, gobierno de la Nación.

–  Propuesta de alternativas, en lenguaje cristiano del reino de Dios como la gran utopía, que Romero traducía en la construcción una sociedad no violenta, justa e igualitaria, y de una “Iglesia de la esperanza”.

IMG_0416La mejor expresión de la utopía de Romero fue la respuesta que dio a un periodista, unos días antes de ser asesinado: “Si me matan, resucitaré en el pueblo”. No estaba hablando del dogma de la resurrección de los muertos, ni de la vida eterna, sino de la nueva vida del pueblo salvadoreño liberado de la violencia, la injusticia y la pobreza. Su resurrección era la resurrección del pueblo. Tristemente tal resurrección no se ha producido, pero habrá que continuar caminando por la senda de la esperanza con la mirada puesta en la utopía de Otro Salvador Posible y la resistencia popular para que se haga realidad.

Para profundizar en la figura de Monseñor Romero: Juan José Tamayo (dir.), San Romero de América, mártir por la justicia (Tirant, Madrid, 2015)

Fuente Religión Digital

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El Salvador: los acusados de la masacre jesuita

Miércoles, 14 de junio de 2023
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Alfredo-Cristiani34 años después, el Fiscal General ha acusado a Alfredo Cristiani y a los ocho asesinos

“Los soldados del presidente Cristiani llegaron por la noche, forzaron la puerta principal de la casa, los dejaron salir al jardín y les dispararon en la cabeza. Los cerebros se esparcieron”

“Dijeron que apoyaban al Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, eran su fachada ideológica, responsables de la violencia y de la guerra civil”

“El teólogo Sobrino conocía bien a sus colegas y amigos. Dijo después del cruel asesinato que todos eran cristianos de una sola pieza. Más bien, eran la fachada de las mayorías populares, los pobres y los oprimidos del país”

“El 5 de junio, 34 años después de la masacre, el Fiscal General ha acusado a Alfredo Cristiani y a los ocho asesinos”

(SettimanaNews).- El pasado 5 de junio, la Fiscalía General de la República de El Salvador presentó la acusación contra ocho personas –militares de alto rango– que estarían involucradas en la masacre de los seis jesuitas de la Universidad (UCA), la cocinera y su hija de 16 años. Acusado el ex presidente Alfredo Cristiani, quien habría organizado el plan implementado el 16 de noviembre de 1989.

El padre de Alfredo era un inmigrante de Bagnaria, provincia de Pavía, y su madre Marghot Burkard era descendiente de inmigrantes suizos.

Alfredo, nacido el 22 de noviembre de 1947, fue educado en la “escuela americana” de San Salvador, continuó sus estudios de economía en Washington, en la famosa Universidad de Georgetown. Al regresar a San Salvador, trabajó en nombre de la familia adinerada, que operaba principalmente en el comercio de café y algodón. Se casó con Margarita Llach en 1970.

Permaneció fuera de la política hasta 1980, cuando el conflicto armado con el movimiento FLMN (Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional) alcanzó un punto crítico. Se involucró en la Alianza Nacionalista Republicana (ARENA), que había sido fundada por la “Escuela de las Américas”, dirigida por el oficial Roberto D’Aubuisson quien, en 1985, renunció tras el desastroso resultado de las elecciones presidenciales.

Cristiani se convirtió en líder del partido en 1988. En 1989 fue elegido presidente de El Salvador con el 53,8% de los votos.

Hace años, recogí el testimonio del conocido teólogo Jon Sobrino, que no estaba en casa el 16 de noviembre de 1989. Otro jesuita de la comunidad se había ido a dormir a otra comunidad. De ocho jesuitas, seis estuvieron presentes y fueron asesinados.

Los soldados del presidente Cristiani llegaron por la noche, forzaron la puerta principal de la casa, los dejaron salir al jardín y les dispararon en la cabeza. Los cerebros se esparcieron. Locos, los soldados tiraron máquinas de escribir, computadoras, grabaciones al suelo y robaron documentos y grabaciones. Entrando en la capilla de Mons. Romero, asesinado en marzo de 1980, apuntaron a la foto grande y le dispararon al corazón.

asesinato-de-los-martires-de-la-ucaEl poder de la derecha se enfureció contra la Universidad Jesuita porque estaban molestando a la gente. Los jesuitas fueron llamados comunistas y marxistas, antipatriotas, incluso ateos. El régimen de Cristiani quería silenciarlos, expulsarlos del país, dispersarlos, verlos muertos.

Se formularon acusaciones concretas contra la Universidad y los jesuitas: apoyaban al Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, eran su fachada ideológica, responsables de la violencia y de la guerra civil.

El teólogo Sobrino conocía bien a sus colegas y amigos. Dijo después del cruel asesinato que todos eran cristianos de una sola pieza, convencidos de que estaban siguiendo a Jesús de Nazaret en la lucha por la liberación de la injusticia y el abuso. Conocían bien el marxismo para analizar la situación de opresión en el llamado Tercer Mundo, pero también eran conscientes de las serias dudas del análisis marxista.

El marxismo nunca fue su principal fuente de inspiración, como también se sostenía en la Curia romana. El rector, Ignacio Ellacuría, fue una celebridad como filósofo y teólogo, recuerda el teólogo Sobrino. Fue el Evangelio de Jesús el que inspiró la acción de los jesuitas. Seguían repitiendo que no apoyaban a un partido político o a un gobierno en particular o a un movimiento popular en particular.

Fueron fieles a las palabras del obispo masacrado Romero: “Los juicios políticos deben juzgarse según si benefician o no al pueblo”. Por esta razón apoyaron lo positivo en los movimientos populares y también en el FMLN, pero criticaron sus acciones terroristas y los asesinatos de civiles. Eran partidarios del diálogo y de la negociación con los líderes del movimiento. Hablaron de ello con el presidente Cristiani, con miembros del gobierno, con políticos y diplomáticos, incluidos algunos soldados, que se mantuvieron firmes en denunciar los abusos y violaciones de los derechos humanos por parte del ejército y los escuadrones de la muerte, denunciando la brutalidad de los crímenes.

cms-image-000007343Es una estupidez, me dijo Sobrino, decir que eran la fachada ideológica del FLMN. Más bien, eran la fachada de las mayorías populares, los pobres y los oprimidos del país. Sufrían cuando la Iglesia no era evangélica; cuando se miraba más a sí misma y a la institución que al dolor de la gente; cuando varios eclesiásticos de la jerarquía mostraron incomprensión e indiferencia ante el sufrimiento del pueblo y cuando silenciaron a Mons. Romero.

El 22 de marzo de 1990, a las 7 de la mañana, el obispo de Sao Félix (Brasil), el místico y poeta Pedro Casaldáliga, se dirigió al Centro Pastoral “Mons. Romero” para visitar el lugar de la masacre. Se encontró por casualidad con Obdulio, el esposo de Elba, el cocinero y el padre de Celina, ambos acribillados a balazos. Obdulio estaba ocupado en su trabajo. Estaba colocando plantas de rosas en el lugar del martirio. Los dos se abrazaron. Pedro quería darle algo a su esposo y a su padre. Tenía un rosario y se lo dio. Se lo puso alrededor del cuello. Al día siguiente, Casaldáliga, un conocido poeta, escribió estos versos dedicados a la UCA y a los heridos:

Ya sois la verdad en cruz
y la ciencia en profecía,
y es total la compañía,
compañeros de Jesús.
El juramento consumado,
la UCA y el pueblo herido

dictan la misma lección
que las cátedras-fosas
y Obdulio cuida las rosas
de nuestra liberación.

El 5 de junio, 34 años después de la masacre, el Fiscal General ha acusado a Alfredo Cristiani y a los ocho asesinos.

Fuente Religión Digital

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Jueves 06 de Abril de 2023. “Jueves Santo”.

Jueves, 6 de abril de 2023
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De Koinonia:

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1ª Lectura:

Éxodo 12,1-8.11-14

Prescripciones sobre la cena pascual

En aquellos días, dijo el Señor a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto: “Este mes será para vosotros el principal de los meses; será para vosotros el primer mes del año. Decid a toda la asamblea de Israel: “El diez de este mes cada uno procurará un animal para su familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con el vecino de casa, hasta completar el número de personas; y cada uno comerá su parte hasta terminarlo. Será un animal sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito. Lo guardaréis hasta el día catorce del mes, y toda la asamblea de Israel lo matará al atardecer. Tomaréis la sangre y rociaréis las dos jambas y el dintel de la casa donde lo hayáis comido.

Esa noche comeréis la carne, asada a fuego, comeréis panes sin fermentar y verduras amargas. Y lo comeréis así: la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano; y os lo comeréis a toda prisa, porque es la Pascua, el paso del Señor. Esta noche pasaré por todo el país de Egipto, dando muerte a todos sus primogénitos, de hombres y de animales; y haré justicia de todos los dioses de Egipto. Yo soy el Señor. La sangre será vuestra señal en las casas donde estéis: cuando vea la sangre, pasaré de largo; no os tocará la plaga exterminadora, cuando yo pase hiriendo a Egipto. Este día será para vosotros memorable, en él celebraréis la fiesta del Señor, ley perpetua para todas las generaciones.””

Salmo responsorial: 115

El cáliz de la bendición es comunión con la sangre de Cristo.

¿Como pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre. R.

Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
hijo de tu esclava;
rompiste mis cadenas. R.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo. R.

2ª Lectura:

1Corintios 11,23-26

Cada vez que coméis y bebéis, proclamáis la muerte del Señor

Hermanos: Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía.” Lo mismo hizo con él cáliz, después de cenar, diciendo: “Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía.” Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.

Evangelio:

Juan 13,1-15

Los amó hasta el extremo

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Estaban cenando, ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara, y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido. Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo: “Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?” Jesús le replicó: “Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde.” Pedro le dijo: “No me lavarás los pies jamás.” Jesús le contestó: “Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo.” Simón Pedro le dijo: “Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.” Jesús le dijo: “Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos.” Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: “No todos estáis limpios.”

Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: “¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.”

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Homilía de Monseñor Romero sobre los textos litúrgicos de hoy

Queridos hermanos:

Con esta ceremonia en honor de la institución de la Eucaristía se inicia lo que litúrgicamente se llama el Solemne Triduo Pascual. Tres días para celebrar el acontecimiento religioso cristiano más grande de la historia y naturalmente, del año litúrgico. San Agustín llamaba a este triduo: la fiesta de la Pasión, la muerte y la resurrección del Señor. Esta noche, pues, es como una síntesis, como un resumen de toda la Pascua que estamos celebrando. Para comprenderlo, las lecturas de hoy nos han colocado en una historia vieja de Israel que desemboca en Cristo Nuestro Señor y que El, Cristo, la encarga a su Iglesia para que la lleve hasta la consumación de los siglos.

He aquí tres pensamientos de esta noche santísima del jueves Santo: una historia de Israel.

Un Cristo que la encarna

Y una prolongación eucarística hasta la consumación de los siglos.

1 º UNA HISTORIA DE ISRAEL

La vieja historia nos la ha contado el libro del Exodo que se acaba de leer. Los judíos celebraban en esta luna llena del mes de Nisan, un mes hebreo que coincide con nuestro marzo-abril. “Este será el primer mes del año -les había dicho- celebraréis la Pascua”. La Pascua era la celebración de dos grandes ministerios del Viejo Testamento: la liberación de Egipto y la Alianza con el Señor. Pascua y Alianza. La Pascua era aquel momento en que los israelitas esclavizados por el Faraón en Egipto no podían salir hasta en la décima plaga terrible, que consistió en que todos los primogénitos de Egipto iban a morir esa noche. Y para que se libraran las familias hebreas Dios les dijo, por medio de Moisés, que mataran un cordero y que con su sangre marcaran los dinteles de las puertas porque esa noche iba a pasar el ángel. El paso del ángel, eso quiere decir la Pascua: el paso de Dios que para los egipcios va a ser castigo y para Israel va a ser liberación.

Y aquella noche, mientras los egipcios lloraban a sus primogénitos que morían, los israelitas marcados con la sangre del cordero, salían de la esclavitud todas las familias para atravesar el desierto y encaminarse hacia la tierra prometida. Todos los años celebraban algo así como nuestro 15 de septiembre, la fiesta de la emancipación, la fiesta de la libertad, la fiesta en que Dios pasó salvando a Israel. Y al mismo tiempo que hacían actualidad esta fiesta del pasado, recordaban que había una alianza entre Dios y aquel pueblo, por la cual Israel se comprometía a respetar la ley de Dios y Dios se comprometía a proteger de manera especial a ese pueblo. La Pascua y la Alianza encontraron eco en fiestas que ya se celebraban entre los pastores pero que a través de estas revelaciones y de estos signos, tenían ya un sentido de profecía. La Pascua y la Alianza iban a encontrar una personificación cuando el más grande de los judíos, el nacido de Abraham, de David, de la descendencia santa de Israel, va a celebrar la Pascua.

Esta noche, Cristo Nuestro Señor, como buen israelita, con su grupo de israelitas que eran los apóstoles formando una familia, mandaron también a matar su corderito para comerlo en la noche del jueves Santo como lo comían todas las familias de Israel, recordando la vieja historia de la liberación y de la Alianza. ¡Cómo bullían en la mente de Cristo tantos recuerdos de la historia sagrada, cómo se hacían presente en la vida del Señor esta noche de emociones profundas toda la historia de Israel! No ha habido un patriota con más cariño a su pueblo, y a su tierra, y a sus costumbres, que Nuestro Señor Jesucristo. Cuando queramos ser auténticos salvadoreños miremos a Cristo que fue el auténtico patriota que vio la historia de su pueblo, que sintió como suya y como presente la esclavitud de Egipto, y vivió con agradecimiento a Dios la libertad y la alianza entre Dios y el pueblo.

Todo eso había en el corazón de Cristo esta noche de tantos recuerdos. Pero que para El significaba un misterio especial.

2º. UN CRISTO QUE SE ENCARNA

Este es el segundo pensamiento de esta noche: Cristo encarna toda la historia de la salvación. Le habla dicho Cristo a la samaritana: “Y llega el tiempo en que ni en Jerusalén ni en este monte se ha de adorar a Dios porque Dios busca adoradores en espíritu y en verdad”. Habla dicho Cristo en estos días y había sido una de las acusaciones mas graves en el tribunal de esta noche ante el Sanedrín. “Ha dicho que va a destruir el templo y que lo va a reedificar en tres días”. Y el evangelio aclara: lo que había dicho es destruir este templo que era su cuerpo porque su cuerpo era el templo donde se daba cita la alianza, la victoria de Dios, la libertad del pueblo de Israel. El era templo, víctima, sacerdote, altar. El es todo para la redención. En Cristo Nuestro Señor se encarna toda la gratitud del pueblo israelita a su Dios que lo ha liberado. En Cristo Nuestro Señor se encarna toda la esperanza patriótica de Israel, toda la esperanza de los hombres. Cristo Nuestro Señor siente esta noche que El es el cordero que quita los pecados del mundo, que es su sangre la que va a marcar de libertad el corazón del hombre que quiera ser verdaderamente libre. El es el sacerdote que eleva ya desde esta noche, la adoración al Padre y trae del Padre el perdón, las bendiciones a su pueblo.

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In memoriam

Viernes, 24 de marzo de 2023
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En un aniversario más del asesinato de Monseñor Romero

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“La oración es la cumbre del desarrollo humano. El hombre no vale por lo que tiene, sino por lo que es”

(Homilía 24-07- 1977).

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“Ningún hombre se conoce mientras no se haya encontrado con Dios”

(Homilía 10-02-1980).

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“Es inconcebible que se diga a alguien “cristiano” y no tome como Cristo una opción preferencial por los pobres”

(Homilía 9-09-1979).

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San Romero de América: querido y venerado por su pueblo

Viernes, 24 de marzo de 2023
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El arzobispo de San Salvador fue asesinado el 24 de marzo de 1980

Juan José Tamayo: Actualidad de Monseñor Romero en el 43º aniversario de su asesinato

Los abogados del ‘proceso Romero’ denuncian que el Estado no muestra interés en esclarecer el caso, no investiga. Los abogados del ‘proceso Romero’ denuncian que “”el Estado no muestra interés en esclarecer el caso, no investiga”

Un bello artículo que aparecía el año pasado en la página de la Congregación de los Sagrados Corazones, Provincia de Chile y Argentina:

Al conmemorarse el 42º(este año, 43º) aniversario de su martirio, con su asesinato aún impune, podríamos destacar dos razones por las cuales Óscar Arnulfo Romero, obispo de los años ochenta, sigue tan vigente  en el siglo XXI y es transversal a las distintas generaciones, siendo admirado, amado, venerado por su pueblo, y reconocido como “San Romero de América”.

El Salvador es el más pequeños de los países centroamericanos y uno de los tres más densamente poblados en la región, según cifras del Banco Mundial. Desde la guerra civil de los ’80, ha tenido una limitada democracia, con malos gobiernos, grupos armados criminales, mafia, y pandillas que han intensificado la violencia gracias a diferentes ideologías políticas que buscan controlar el país.

En este contexto, la violación sistemática de los derechos humanos sigue siendo el principal e histórico problema.

La pobreza aunque ha disminuido por alcanzar mejores rentas, se agrava con el problema migratorio, y últimamente, por la mala salud pública que ha dejado más en evidencia la pandemia.

PROFETA

Monseñor Óscar Arnulfo Romero, arzobispo de San Salvador, fue asesinado el 24 de marzo de 1980 por defender, precisamente, los derechos humanos de su pueblo en medio de la cruenta guerra civil que afectó a este país.

Justamente, él denunció la violencia militar y paramilitar (de los escuadrones de la muerte y de los comandos urbanos de la guerrilla), en una confrontación armada que se extendió por 12 años, dejando más de 75 mil muertos, 8 mil desaparecidos y un millón de refugiados.

El arzobispo mártir, Romero, levantó su voz dentro del movimiento popular para exigir un alto a la represión, y a la vez, denunciar el sistema económico que condenaba a la miseria a miles de generaciones en su país.

Estas condiciones no han cambiado sustantivamente en El Salvador, por lo cual su legado sigue fuerte y su voz sigue siendo oída cada día.

IMPUNIDAD

Pero por su martirio, Óscar Arnulfo Romero llegó a los altares antes de que sus sicarios a los tribunales de justicia.

Un informe de la Comisión de la Verdad de Naciones Unidas, en 1993, creada con motivo de los acuerdos del proceso de paz que puso fin a la guerra civil en El Salvador, responsabilizó a los escuadrones de la muerte que dirigía el coronel, ya fallecido, Roberto D´Aubuisson, líder de la inteligencia política y fundador del partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), que gobernaría el país durante dos décadas. Este informe también señalaba a otros militares: los capitanes Alberto Saravia, Eduardo Ávila, Fernando Sagrera y Mario Molina, entre otros.

Pero una ley de amnistía de 1993 impidió, entonces, iniciar un proceso en contra de ellos. Ha habido intentos posteriores de buscar justicia a través de los tribunales pero sin avances ni logros.

CANONIZACIÓN

El Papa Francisco canonizó a Romero. Pero antes fue reconocido en su santidad por el propio pueblo que lo ha venerado desde aquel 24 de marzo, cuando una religiosa de la capilla donde celebraba la eucaristía, exclamó: «¡Han matado al santo!. Luego, el obispo (catalán-brasileño), Pedro Casaldáliga, lo consagró también en su santidad al escribir: «San Romero de América, nuestro pastor y mártir».

Estos hechos vienen a ser la segunda razón de cómo el amor y veneración de los más sencillos se ha mantenido y hasta crecido en estos 42 años.

EJEMPLO DE PASTOR

En los países de América Latina, tenemos la lamentable experiencia de quienes acceden a instancias de poder, sean estas políticas, sociales, económicas o eclesiales, muy pronto rompen el vínculo con su base que les legitima,  y como consecuencia, se vuelven más insensibles a los problemas de sus respectivas realidades.

Con Óscar Arnulfo Romero, sucedió todo lo contrario.

El obispo mártir de El Salvador, usó su poder arzobispal, no para sentarse en la cátedra y pedir o buscar beneficios eclesiásticos. Desde ese lugar, el poder lo uso en tanto servicio, como tiene que ser en perspectiva evangélica, y su enérgica voz fue su principal arma para defender al pueblo pobre y sufriente. La proclamación de la verdad fue siempre su pasión.

MEMORIA AGRADECIDA

Hoy, al conmemorarse los 42 años de su asesinato, aún impune, la gente sencilla y pobre que lo ama, venera, se encomienda, y confía en él, no es solo de El Salvador. Es de todo el continente y por ello se le reconoce como el «Santo de América”.

En la actual crisis de nuestra iglesia, deberíamos pedir que San Romero de América ilumine en la conversión a su pueblo a quienes hoy tienen la responsabilidad de pastorear. Que les de la valentía de reconocer errores y de transformarse en verdaderos profetas. Que les aumente su capacidad de escucha, como Romero escuchó a Rutilio Grande y a su gente en su propio proceso de conversión.

por Aníbal Pastor N. / periodista

Reproductor de vídeo

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Fuente foto: Serie podcast «La senda hacia el martirio» de la Radio YSUCA, dependiente de la Vicerrectoría de Proyección Social de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas”, UCA.

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Solemnidad de la Inmaculada Concepción

Jueves, 8 de diciembre de 2022
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Leído en Koinonia:

Génesis 3,9-15.20

 Establezco hostilidades entre tu estirpe y la de la mujer

Después que Adán comió del árbol, el Señor llamó al hombre:

– “¿Dónde estás?”

Él contestó:

“Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí.”

El Señor le replicó:

– “¿Quién te informó de que estabas desnudo? ¿Es que has comido del árbol del que te prohibí comer?”

Adán respondió:

– “La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto, y comí.

El Señor dijo a la mujer:

– “¿Qué es lo que has hecho?”

Ella respondió:

– “La serpiente me engañó, y comí.”

El Señor Dios dijo a la serpiente:

“Por haber hecho eso, serás maldita entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya; ella te herirá en la cabeza cuando tú la hieras en el talón.”

El hombre llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que viven.

*

Salmo responsorial: 97

 

Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R.

Los confines de la tierra han contemplado /
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R.

*

Efesios 1,3-6.11-12

Nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor. Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya.

Por su medio hemos heredado también nosotros. A esto estábamos destinados por decisión del que hace todo según su voluntad. Y así, nosotros, los que ya esperábamos en Cristo, seremos alabanza de su gloria.

 

*

Lucas 1,26-38

Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo:

“Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.”

Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo:

“No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.”

Y María dijo al ángel:

“¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?”

El ángel le contestó:

“El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.”

María contestó:

“Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.”

Y la dejó el ángel.

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Homilía de Monseñor Romero sobre los textos litúrgicos de hoy (8 de Diciembre de 1977)

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La Transfiguración: Una lectura desde el pensamiento de Monseñor Romero

Sábado, 6 de agosto de 2022
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san_romeroMauricio Manzano*

El viernes 05 de agosto se celebró la misa en el atrio de catedral en honor al Divino Salvador del Mundo. En la tarima principal se encontraban autoridades religiosas y políticas, muchas personas portaban poster y camisas con el rostro sonriente de Monseñor Romero. En este contexto litúrgico un amigo me pregunto ¿Cómo entendía Romero la Transfiguración? Algunas reflexiones.

En Teología, la transfiguración indica la transformación experimentada por Jesús en el Monte Tabor ante la presencia de Pedro, Juan y Santiago. Con la “aparición” de Elías y Moisés, el relato fue de gran importancia para las primeras comunidades cristianas que fue plasmando en tres evangelios: Mateo 17,1-9, Marcos 9, 2-10 y Lucas 9,28.36.

Este relato de la Trasfiguración de Jesús impactó profundamente a Romero, sus acciones se pueden leer a la luz de éste. Para él, la Teología de la Trasfiguración abarca y trasciende todo, de esta “Gran Teología” se derivan tres teologías que se vislumbran en sus escritos: la teología sobre Cristo, la teología antropológica y la teología eclesial. Para Romero la transfiguración es una transformación, implica un cambio de forma y de fondo de las personas, de la iglesia y de las estructuras sociales injustas.

Ciertamente, el principio y fundamento de la vida de Romero fue Jesús. Como el niño va formando su símbolo en base al juego y a la imitación, Romero fue configurándose con Jesús en base a la oración, al discernimiento y la contemplación. Tanto en su diario espiritual como en sus homilías, en el centro ubica la figura de Jesús quien fue su referencia de imitación y seguimiento. Para Romero, Jesús no era una divinidad abstracta alejada de la historia, en la humanidad de Jesús percibía su divinidad.

Sin una pizca de ingenuidad, Romero sabía que esta concepción, seguimiento e imitación de Jesús no estaban exentos de conflictos; en una homilía lo expreso: “Cristo es piedra de escándalo, por eso a mí me hacen un inmenso honor cuando me rechazan porque me parezco un poquito a Jesucristo, que también fue piedra de escándalo…” (Hom. 12/08/1978). La teología cristológica de Romero consiste en hacer de Jesús el fundamento más profundo de su vida y, desde esa concepción cristológica, se logra comprender su amor por los pobres y su pasión por la justicia. Sabía que la transfiguración en Jesús, en ocasiones, pasa por el calvario de la cruz, y lo asumió.

También Romero tenía claro que no hay transformación auténtica sin conversión personal. Para Romero la fe en Jesús lleva implícito la exigencia de una transformación humana. Un cambio de estructura si no pasa por un cambio de la persona no sirve de nada, dice Romero, en una homilía, dejando claro que la trasfiguración social demanda un cambio personal:

“Yo creo, queridos hermanos … que nosotros, los cristianos, somos los llamados a ofrecer a la historia del Continente latinoamericano, los hombres nuevos que los obispos señalaron allá en Medellín cuando dijeron: ‘De nada sirve cambiar estructuras económicas, sociales, políticas, de nada sirven estructuras nuevas si no hay hombres nuevos’. Y los hombres nuevos, los hombres renovados, son aquellos que con su fe en la resurrección de Jesucristo hacen suya toda esta grandiosa Teología de la Transfiguración” (Hom. 02/03/ 1980).

Por último, la iglesia transfigurada de Romero es una iglesia encarnada e identificada con los más vulnerables.

Son cuatro cartas pastorales las que escribió, y es significativo que tres de ellas fueron publicadas en el contexto de la fiesta de la trasfiguración de Jesús. Y en las cuatro cartas aparece la convicción de una Iglesia encarnada e identificada con los sufrimientos de los pobres. Incluso, algunos testimonios afirman que adrede detuvo la construcción de la catedral, argumentando que una iglesia de lujo era una ofensa para muchos feligreses que vivían en casas de cartón y lámina.

La misión de la iglesia lleva implícita un mensaje de redención y trasformación de las estructuras injustas, “el reto amoroso de la transfiguración de Cristo a los salvadoreños: la transfiguración de nuestro pueblo”, afirmó el obispo mártir. Y la Iglesia debe ser imagen y testimonio de trasformación.

A Romero se le dio la gracia de entrar al corazón de su Referente y conocer la justicia que lo habitaba y con todos los riesgos que suponía se aferró a ello. Esto era peligroso, sin duda. Para Romero, Cristo fue su principio y fundamento. Una de las causas por las que asesinan a Jesús es por su pretensión de asimilarse a Dios (Marcos 15,2); podemos decir de Romero que una de las causas por lo que es asesinado es por su pretensión de asimilarse a Jesús.

Para Romero, la transfiguración es una transformación que implica un cambio de forma y de fondo de las personas, de la iglesia y de las estructuras sociales injustas. Estaba convencido que este mundo es posible pero transfigurado, es decir, si los que lo habitan, en unidad, se comprometen a realizar una trasformación estructural de la sociedad, más justa, solidaria e inclusiva, que ponga en el centro al ser humano de manera integral, especialmente a los más pobres.

Año con año, el pueblo salvadoreño sigue celebrando la transfiguración de Jesús como parte de su identidad religiosa y cultural. Romero llamó a comprometerse con la transformación. Sus palabras deben seguir inspirando esta tarea que hoy por hoy sigue siendo la mayor deuda de la sociedad salvadoreña, y sobre todo de aquellos y aquellas que un día la propugnaron como la razón de ser de sus vidas.

*Catedrático e investigador de la Universidad Luterana Salvadoreña

Fuente Universidad Luterana Salvadoreña

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San Óscar Romero y la inmediatez del prójimo oprimido

Jueves, 7 de abril de 2022
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san_romero“El Romero santo y asesinado debe ser para nosotros siempre un recuerdo peligroso” 

“Sentía cercano al prójimo oprimido y veía en él el rostro del Señor crucificado”

“Hoy, al recordarlo, cuando tendemos a ponerlo en un pasado violento y heroico, muy diferente de nuestra actualidad, le hacemos un flaco favor a su santidad. Porque de muchas maneras el prójimo oprimido continúa estando a nuestro lado”

“Sólo podremos celebrar a Romero desde la solidaridad humilde y combativa. Esa misma solidaridad que tuvo quien ‘siendo rico, se hizo pobre para enriquecernos‘ (2Cor 8, 9)”

Celebramos un año más la santidad de Mons. Romero en el día de su muerte martirial. Y es bueno preguntarnos qué es lo que hace santo a este obispo, tímido y profeta al mismo tiempo, riguroso consigo mismo y libre para anunciar el Evangelio del Reino, que se dirigía espiritualmente con un sacerdote del Opus Dei y se confesaba con un jesuita. Y la respuesta que brota con mayor rapidez es clara: Sentía cercano al prójimo oprimido y veía en él el rostro del Señor crucificado. Y ahí, en la debilidad del infravalorado y marginado, encontraba la fuerza para anunciar y denunciar.

Hablaba con todos, trataba de ayudar siempre, soportaba ataques, insultos e incluso la enemistad de algunos (a veces más que algunos) de sus hermanos en el episcopado. Pero su cariño y su preocupación indeclinable eran los pequeños, los marginados y los perseguidos por defender y trabajar en favor de la igual dignidad humana de los hijos e hijas de Dios.

Vivía con una enorme sencillez en un asilo de enfermos terminales y disfrutaba sintiéndose acogido y querido por los pobres. Su bondad y su heroicidad nos facilita ponerlo en una hornacina del pasado, como una de las personas que nos recuerda al Jesús que pasó por este mundo “haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo” (Hechos 10, 38). Pero no basta la admiración de una santidad si no se siente al mismo tiempo un fuego interior como el que sentía los apóstoles al interiorizar la resurrección del Señor.

Hoy, al recordarlo, cuando tendemos a ponerlo en un pasado violento y heroico, muy diferente de nuestra actualidad, le hacemos un flaco favor a su santidad. Porque de muchas maneras el prójimo oprimido continúa estando a nuestro lado. Y un santo del que recordemos sus glorias pasadas sin que nos inquiete en nuestro presente no deja de ser una especie de adorno personal y, con frecuencia, una muestra de narcisismo institucional.

Quienes viven y sufren en la marginalidad y la pobreza, los migrantes menospreciados por su origen o por el color de su piel, las víctimas de las guerras, los saharauis abandonados porque la economía es más importante que las personas, son parte de esa legión de oprimidos que siguen cuestionando nuestras historias personales y sociales.

Si no los sentimos inmediatos, si algo no nos llama a hacerlos históricamente significativos, nos alejamos de lo más hondo de nuestra realidad humana: la capacidad de sentirnos fraternos, miembros de la misma especie. Y al olvidar y traicionar nuestra humanidad traicionamos también nuestra fe. De poco nos serviría entonces el recuerdo de aquellos que en el pasado amaron tanto a sus prójimos que pudieron vivir sin que el odio de los violentos, e incluso la muerte, nublara su mirada de profetas.

Mons. Romero nos llama siempre al presente. Así lo entendieron quienes propusieron en la ONU que el 24 de marzo fuera el “Día Internacional del Derecho a la Verdad en relación con las Violaciones Graves de los Derechos Humanos y para la Dignidad de las Víctimas”. La Asamblea General de la ONU aprobó en 2010 la titulación de ese día en honor a Monseñor Romero. Casi podríamos decir que lo canonizó antes que su propia y nuestra Iglesia.

Pero tanto a los cristianos como a la ciudadanía humanista nos cuesta demasiado romper la comodidad que nos cuestiona el que sufre. Y ponemos al margen de nuestras mentes a quien la sociedad ha marginado ya antes, de un modo injusto y con frecuencia violento. El Romero santo y asesinado debe ser para nosotros siempre un recuerdo peligroso. Peligroso para el statu quo del dinero, de la egolatría y del poder, y peligroso también para quienes, despertados y urgidos por su recuerdo, tratemos simultáneamente de odiar al mal y amar al enemigo. Sólo podremos celebrar a Romero desde la solidaridad humilde y combativa. Esa misma solidaridad que tuvo quien “siendo rico, se hizo pobre para enriquecernos” (2Cor 8, 9).

Fuente Religión Digital

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“Si me matan, resucitaré en el pueblo”: Actualidad de monseñor Romero en el 42 aniversario de su asesinato

Martes, 5 de abril de 2022
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romero_01Cristianismo liberador, ciudadanía crítica, pedagogía de la liberación, democracia participativa y cultura de paz

“Estoy en San Salvador invitado a participar en las celebraciones del 42 aniversario del asesinato de monseñor Romero y en el 105 aniversario de su nacimiento. Su figura no ha caído en olvido, todo lo contrario”

“Creo, empero, que sin embargo que en algunos sectores jerárquicos y movimientos cristianos conservadores se está desenfocando su verdadera personalidad, como muchos temíamos una vez fuera elevado a los altares”

“Urge recuperar la figura profética y liberadora de Monseñor Romero, su dimensión política subversiva y su teología de la liberación hecha realidad a nivel personal, eclesial y social”

“En el clima actual de integrismo que se respira en importantes sectores de la curia romana y del fenómeno nuevo que califico de ‘cristoneofascista’, es necesario recuperar la figura de Romero como modelo y referente de un cristianismo liberador y de una ciudadanía crítica, activa y participativa”

“Ofrezco a continuación el siguiente decálogo que actualiza su vida, su mensaje y su práctica y constituye un desafío para el cristianismo instalado en el sistema”

Estoy en San Salvador invitado a participar en las celebraciones del 42 aniversario del asesinato de monseñor Romero y en el 105 aniversario de su nacimiento. Su figura no ha caído en olvido. Todo lo contrario, como demuestran los numerosos actos conmemorativos organizados por las diferentes organizaciones romeristas de las diferentes iglesias estos días en la ciudad salvadoreña, de la que fue arzobispo de 1977 a 1980.

Creo, empero, que sin embargo que en algunos sectores jerárquicos y movimientos cristianos conservadores se está desenfocando su verdadera personalidad, como muchos temíamos una vez fuera elevado a los altares. Con frecuencia las canonizaciones lejos de acercar a las personas convertidas en santas al pueblo las colocan en una hornacina y las convierten en inaccesibles.

La imagen que se está difundiendo de Romero en algunos sectores es la de un obispo piadoso, devoto de la Virgen María, milagrero, obediente a Roma… No pongo en duda dichas actitudes, al menos durante una etapa de su vida, pero no fueron por las que destacó durante los tres años de arzobispo de San Salvador, ni la función principal que ejerció y menos aún el motivo de su asesinato.

Urge recuperar la figura profética y liberadora de Monseñor Romero, su dimensión política subversiva y su teología de la liberación hecha realidad a nivel personal, eclesial y social. Yo creo que la canonización de monseñor Romero constituye un reconocimiento de la teología de la liberación, perseguida durante los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI y seguida y practicada hoy por el papa Francisco.

En el clima actual de integrismo que se respira en importantes sectores de la curia romana, de no pocos obispos y sacerdotes católicos, contrarios a las reformas del Papa Francisco, y del fenómeno nuevo que califico de cristoneofascista, que consiste en la alianza entre la extrema derecha política y organizaciones integristas dentro de la iglesia católica, como Hazte Oír, Germinans germinabit, Asociación de Abogados Cristianos, etc. (cf. Juan José Tamayo, La Internacional del odio. ¿Cómo se construye? ¿Cómo se deconstruye?, Icaria, Barcelona, 2022, 3ª ed.) es necesario recuperar la figura de Romero como modelo y referente de un cristianismo liberador y de una ciudadanía crítica, activa y participativa. Él sigue siendo faro y antorcha que ilumina la oscuridad del presente y transmite esperanza para la construcción de la utopía de “Otro Mundo Posible”.

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Ofrezco a continuación el siguiente decálogo que actualiza su vida, su mensaje y su práctica y constituye un desafío para el cristianismo instalado en el sistema.

1. Cristianismo liberador. Romero es el símbolo luminoso de un cristianismo liberador en el horizonte de la teología de la liberación que asumió la opción ética-evangélica por las personas y los colectivos empobrecidos de su país, frente a las tendencias alienantes y neoconservadoras. Puso en práctica, la afirmación de Paulo Freire: “No podemos aceptar la neutralidad de las iglesias ante la historia” y ejemplificó con su vida y su muerte martirial el ideal del poeta cubano José Martí: “Con los pobres de la tierra mi suerte yo quiero echar”.

2. Ciudadanía crítica, activa y participativa. Romero fomentó a través de sus homilías, cartas pastorales, emisora de la arquidiócesis y programas radiofónicos, el ejercicio de una ciudadanía crítica, activa y participativa. Reconocía la existencia de una conciencia crítica que iba formándose en el cristianismo salvadoreño, un cristianismo consciente, no de masas. Citando la Conferencia Episcopal Latinoamericana celebrada en Puebla de los Ángeles (México) en 1979, defendía la necesidad de “ser forjadores de nuestra propia historia”, no permitiendo que sean otros quienes desde fuera nos impongan el destino a seguir. La Iglesia tiene que implicarse en dicha ciudadanía activa: “En la medida en que seamos Iglesia, es decir, cristianos verdaderos, encarnadores de Evangelio, seremos el ciudadano oportuno, el salvadoreño que se necesita en esta hora” (Homilía 17/1/1979).

3. Pedagogía concientizadora desde la opción por los pobres. Monseñor Romero fue un excelente pedagogo que siguió el método jocista del ver-juzgar-actuar y el de concientización de Paulo Freire: paso de la conciencia ingenua e intransitiva a la conciencia transitiva y activa, de la conciencia mítica a la conciencia histórica, de la conciencia crítica a la acción transformadora y a la praxis liberadora.

4. Espiritualidad liberadora. Monseñor Romero fue una persona espiritual, un místico, pero sin caer en el espiritualismo alejado de la realidad. Fue una persona profundamente piadosa, pero no con una piedad alienante ajena a los conflictos sociales. Fue un pastor, pero de los que huelen a oveja, como pide el papa Francisco a los sacerdotes y obispos. Vivió la devoción a María, pero no la María sumisa, sino la María de Nazaret del Magnificat que declara destronados a los poderosos y empoderados a los humildes, despoja de sus bienes a los ricos y sacia a los pobres.

5. Monseñor Romero fue un referente en la lucha por la justicia para creyentes de las diferentes religiones y no creyentes de las distintas ideologías. Igualmente lo fue para los políticos por su nueva manera de entender la relación crítica y dialéctica entre poder y ciudadanía, así como para los dirigentes religiosos por la necesaria articulación entre espiritualidad y opción por los pobres, ejercicio pastoral y actitud profética.

6. Democracia participativa.La democracia hoy está enferma, gravemente herida, y, si no sabemos defenderla, es posible que esté herida de muerte. Se encuentra sometida al asedio del mercado y acorralada por múltiples sistemas de dominación, que son más fuertes que ella y amenazan con derribarla. Estos sistema de dominación son: el capitalismo en su versión neoliberal; el colonialismo en su versión neocolonial extractivista, anti-indigena y anti-afrodescendiente; el patriarcado en su versión más extrema de la violencia de género (machista), que se salda con decenas de miles de feminicidios en todo el mundo; los fundamentalismos religiosos y su irracional y destructora deriva terrorista; el modelo científico-técnico de desarrollo de la modernidad, que destruye nuestra casa común, la naturaleza; la violencia estructural del sistema, que somete a miles de millones de personas a situaciones de extrema e inhumana pobreza y de muerte.

Como respuesta frente a la democracia herida de muerte es necesario, en palabras del sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos, democratizar la revolución y revolucionar la democracia. Monseñor Romero puede ser un referente en esta tarea. Creo que es aplicable al cristianismo liberador lo que afirma Ellacuría de la relación entre revolución y universidad:

“Si la revolución no pasa por la universidad, en el sentido de que no es ella su motor principal, la universidad debe pasar por la revolución, porque revolución y razón no tienen por qué estar en contradicción; más bien, en las cuestiones históricas se reclaman y se exigen mutuamente”.

Cierto: entre cristianismo y revolución no hay contradicción.

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7. Trabajo por la paz y la justicia a través de la no violencia activa. Ignacio Ellacuría dijo que: “Con monseñor Romero Dios ha pasado por El Salvador”. Yo me atrevería a decir: monseñor Romero es piedra angular en el edificio de la cultura de paz que estamos llamados a construir todas y todos en El Salvador, en América Latina y en todo el mundo. Eso sí, desde la opción por los pobres.

8. Invitación a la utopía.La utopía sufre hoy un enorme desdén, cuando no un grave desprecio, un largo destierro y un maltrato semántico. Calificar a una persona, a un colectivo o a un proyecto de utópico no es precisamente un piropo, sino una descalificación en toda regla, es como llamarla ingenua, fantasmagórica, ilusa, ajena a la realidad, etc. La utopía vive un largo destierro. Es excluida de todos los campos del saber y del quehacer humano y natural: de la ciencia, donde impera la razón científico-técnica; de la filosofía, donde impera la razón instrumental; de las ciencias sociales, por ejemplo, de la economía, donde impera la razón contante y sonante; de la política, donde se impone la razón de Estado; de las religiones, donde se tiende a proponer la salvación espiritual más allá de la historia.

La utopía sufre también un maltrato semántico por parte de los diccionaristas, que suelen definirla como plan bueno y muy halagüeño, pero irrealizable, subrayando su imposibilidad de realización y sometiendo a los seres humanos a una especie de fatalismo histórico que da por buena la afirmación “las cosas son como son y no pueden ser de otra manera”, los lleva a instalarse cómodamente en la realidad y a renunciar a todo cambio.

Monseñor Romero no se instaló cómodamente en el (des)orden establecido, ni con-sintió con el pecado estructural, ni hizo las paces con el gobierno, como le pedía Juan Pablo II. Encarnó en su vida, su mensaje y su práctica liberadora la realización de la utopía, no como un ideal irrealizable y fantasmagórico, sino conforme a los dos momentos que la caracterizan: la denuncia y la propuesta de alternativas.

Denuncia de la negatividad de la historia, encarnada en los poderes que oprimían y explotaban a las mayorías populares: oligarquía, ejército, escuadrones de la muerte, gobierno de la Nación.

Propuesta de alternativas, en lenguaje cristiano del reino de Dios como la gran utopía, que Romero traducía en la construcción una sociedad no violenta, justa e igualitaria, y de una “Iglesia de la esperanza”. Alternativas realizables a través de los movimientos populares, que el apoyó durante su ministerio pastoral mediado políticamente en San Salvador.

La mejor expresión de la utopía de Romero fue la respuesta que dio a un periodista, unos días antes de ser asesinado: “Si me matan, resucitaré en el pueblo”. No estaba hablando del dogma de la resurrección de los muertos, ni de la vida eterna, sino de la nueva vida del pueblo salvadoreño liberado de la violencia, la injusticia y la pobreza. Su resurrección era la resurrección del pueblo.

9. Actitud antiimperialista. Romero se enfrentó al Imperio estadounidense en una carta dirigida al presidente Jimmy Carter en la que se oponía a la ayuda económica y militar de Estados Unidos al Gobierno y al Ejército de El Salvador porque constituía una injerencia inaceptable en los destinos de su país y agudizaba la injusticia y la represión contra el pueblo. Al final la ayuda llegó y sucedió lo que Romero había anunciado: intervencionismo estadounidense, más represión contra el pueblo y masacres contra poblaciones enteras. En eso derivó la ayuda del Pentágono.

10. ¡Cese la represión! Constantes fueron las llamadas a la reconciliación, pero no en abstracto, sino acompañadas del reparto equitativo de la tierra, que pertenece a todos los salvadoreños. No justificó la violencia revolucionaria como respuesta a la violencia del sistema, sino que apeló al diálogo y la negociación, y a buscar soluciones racionales. Exigió al Ejército, a la Guardia Nacional, a la Policía y a los soldados que dejaran de matar a sus compatriotas en una llamada entre dramática y desesperada: “En nombre de Dios… y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: ¡Cese la represión!’”

Fuente Religión Digital

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“ ¿Jesús fue comunista?: El Evangelio y la preocupación por los pobres”, por Javier Sánchez

Lunes, 10 de enero de 2022
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jesus-che“Y Monseñor Romero, los mártires de la UCA, don Helder Cámara, Pedro Casaldáliga, Rutilio Grande…”

”No podemos entender el evangelio de Jesús y su proyecto de vida por antonomasia, si no es desde la preocupación que tiene, el Hijo de Dios, por los pobres, los sufridos, los desgraciados, los que en definitiva no contaban en su sociedad y siguen sin contar en la nuestra”

“El poder es el que da muerte a Jesús de Nazaret, justamente porque no aguanta que alguien, desde abajo, desde la llamada “exousía”, o la autoridad moral que tiene, les pueda arrebatar lo que para ellos es el sentido de su vida: el poder como opresión”

“Hace unos días, la vicepresidenta del gobierno español, Yolanda Díaz, fue recibida por el papa Francisco, y desde la derecha reaccionaria y poderosa, se tachó esa visita de ‘cumbre comunista'”

“Si ellos son comunistas, ojalá yo también lo sea, si ellos viven el evangelio desde ahí, ojala también yo sea capaz de vivirlo así. Y toda la comunidad de cristianos y cristianas”

Cuando pensamos en el Evangelio y en lo que supone la persona de Jesús, quizás, desde algunos sectores, siempre parece que nos viene a la cabeza la figura de alguien muy “angelical”, en el sentido de una persona “que no se metía en problemas de ningún tipo”, y que su objetivo era “dedicarse a las cosas de su Padre”, entendiendo precisamente por esas cosas, “las del cielo”, es decir lo que está apartado del mundo y de la vida de cada día. Pero entender así a Jesús, el Evangelio y el proyecto que El llamó “Reino de Dios”, y que le llegó a costar la vida, es no entender nada, a mi juicio, de quién es realidad Jesús de Nazaret, y cual es realmente su proyecto de felicidad para todos los hombres y mujeres del mundo.

El proyecto de Jesús, el llamado Reino de Dios, solo puede entenderse desde el texto que El mismo proclama en lo alto del monte, según el Evangelio de San Mateo (lugar típico de encuentro con Dios en el mundo judío), y en un llano, según el Evangelio de San Lucas ( entendiendo por llano el lugar donde está la persona, el ser humano, y donde en ese lugar se encuentran Dios y el hombre). Pero lo que está claro es, que en cualquiera de las dos versiones, no podemos entender el evangelio de Jesús y su proyecto de vida por antonomasia, si no es desde la preocupación que tiene, el Hijo de Dios, por los pobres, los sufridos, los desgraciados, los que en definitiva no contaban en su sociedad y siguen sin contar en la nuestra.

Los pobres y los marginados, los que nadie quiere, son los preferidos del Jesús del Evangelio, y son por ellos por los que Jesús da la vida. Por ellos es vilmente asesinado y por eso son precisamente los pobres, los que entienden el mensaje de Jesús. Y frente a ellos, los ricos, los poderosos, los que se creen los buenos y cumplidores de la fe judía, son los que no solo no lo entienden, sino que son los que precisamente lo asesinan.

El poder es el que da muerte a Jesús de Nazaret, justamente porque no aguanta que alguien, desde abajo, desde la llamada “exousía”, o la autoridad moral que tiene, les pueda arrebatar lo que para ellos es el sentido de su vida: el poder como opresión, incluso desde su mismo “sillón religioso”. Ese poder encarnado en los que detentan la fuerza a nivel civil y religioso en la sociedad judía de su tiempo: sumos sacerdotes, fariseos, escribas….Y es curioso, que ese mismo poder es el que sigue matando a millones y millones de seres humanos en todo el mundo.

cristo-cerezo-720_560x280Ese poder sigue haciendo que cada día la brecha entre pobres y ricos, sea cada vez mayor. Y por eso igual que a Jesús, a los que se ponen de su parte también se les martiriza y se les llega a asesinar. El poder de cualquier tipo e institución, no entiende “de lavar los pies”, sino solo entiende “de comer del fruto prohibido”, para llegar a ser como Dios, porque desde ese poder llegan a considerarse auténticos dioses, que atentan como Caín, contra aquel que quiere solo insinuar que todos somos iguales, que todos nos merecemos lo mismo, que todos somos Hijos e Hijas de Dios y que “no hay distinción entre judíos, y gentiles, esclavos y libres” ,en el lenguaje paulino de Gálatas (Gal 3, 28).

     Dichosos los pobres, y Ay de vosotros los ricos, llegará a decir el Evangelio, dichosos los que lloran y son perseguidos por causa de la justicia, y ay de aquellos satisfechos que tenemos de todo. Y esas palabras le causaron a Jesús de Nazaret la entrega de la vida; el Jesús del Evangelio no puede soportar que sean los ricos los que avasallen y que los poderosos sean siempre los primeros. Por eso la comunidad lucana pone en boca de María el maravilloso himno del Magnificat, después de su visita a Isabel: “Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos” (Lc 1, 52-53). Y no entender esto, en el fondo es no entender el Evangelio, aunque vayamos a misa “todos los domingos y fiestas de guardar”. No entender esto, significa no entender la causa auténtica de la muerte de Jesús: su preocupación por los pobres y crucificados de la tierra y su crítica feroz hacia los poderosos que crean millones de desheredados cada día, en la sociedad judía de entonces y en el hoy de nuestro mundo.

0ADE3E83-5AAD-4A61-BC2C-86E9C354F525     Pero tuvieron que pasar muchos siglos, para que surgiera un pensador, llamado Carlos Marx, ateo como el se confesaba, que criticaba profundamente la religión y la manera de entender equivocadamente a Dios, y ese pensador creara el marxismo, para decirnos a los creyentes que había cosas que nuestro Dios no podía entender, y que a nuestro Dios seguro que le dolían: la brecha entre pobres y ricos, tan criticada por Marx, hizo que la Iglesia también se fuera preguntando en aquella sociedad de mediados del siglo diecinueve, cuál era su papel en esa sociedad dividida y dual que estábamos creando los seres humanos. Pero Marx, no fue el autor de ese pensamiento, ya lo había dicho el Evangelio, muchos siglos antes. Ya había dicho Jesús que Dios y el dinero eran incompatibles y que no se podía servir a dos señores. Ya el Evangelio de San Mateo había juzgado a aquellos que “no asistían a los pobres, los encarcelados, los hambrientos, los sedientos, los enfermos, los desnudos….”(Mt 25, 31 ss   ) .

     Y por eso, desde que Marx nos lo recordó, parece que todos los que se preocupan por el destino y la vida de los pobres, son tachados de comunistas, y de ir en contra del Evangelio. Esta crítica no es nueva, no es de los que ahora lo dicen.  Y son tachados de ellos por los que tienen el poder y la riqueza; en tiempos de Jesús, El era tachado de blasfemo por el poder establecido, en nuestros tiempos, los que así actúan son tachados de comunistas, por los mismos que detentan el poder en nuestro tiempo.

Hace unos días, la vicepresidenta del gobierno español, Yolanda Díaz, fue recibida por el papa Francisco, y desde la derecha reaccionaria y poderosa, se tachó esa visita de “cumbre comunista.  Pero precisamente porque ha tenido que venir un papa del hemisferio sur, un papa del otro lado del atlántico, a recordarnos que la Iglesia tiene que estar al servicio de los pobres, y que solo cuando es pobre y acoge en su seno a los más pobres, es la auténtica Iglesia de Jesús. Desde el comienzo de su pontificado, así lo anuncio Francisco, en su mismo nombre , diciendo que la Iglesia es la comunidad de los pobres, es el espacio de acogida para todos. Y a lo largo de todos estos años, así lo ha ido manteniendo; su preocupación fundamental son los inmigrantes, los encarcelados, los enfermos… los que nadie quiere. En el fondo, los mismos a los que prefirió Jesús de Nazaret. De nuevo los poderosos, no lo entienden, y quizás no se atreven a asesinarlo, como hicieron con el maestro, pero si se atreven a difamarlo y a crear corrientes en su contra, por la misma razón: porque se les quita su poder, porque son criticados por hacer del poder el eje de su vida, incluso a algunos eclesiásticos, que también lo detentan hoy sí.

     Es conocida la anécdota del papa Francisco, en el cónclave donde fue elegido papa: “En las elecciones, tenía a mi  lado al arzobispo emérito de Sao Paulo, el cardenal Claudio Humes, un gran amigo. Cuando la cosas se iba poniendo peligrosa (iba ganando), él me  confortaba, ja ja…  Y cuando los votos llegaron a los dos tercios, vino el aplauso porque había sido elegido papa. Y él me abrazó, me besó y me dijo: no te olvides de los pobres. Y aquella palabra entró aquí (señalándose la cabeza). Los pobres, los pobres. Mientras continuaba el recuento, pensé en San francisco, el hombre de la paz. Y así llegó el nombre a mi corazón. El hombre de paz. El hombre pobre. ¡Cómo desearía una Iglesia pobre y para los pobres…!”.

Y sin duda que está siendo el eje de su vida y su desvelo en cada momento. Por eso es criticado. Y por eso también ha sido criticada esta visita con la vicepresidenta del gobierno español, y ella misma ha dicho que con el papa le unen muchas cosas y planteamientos.

      No ha sido al único que han tachado de comunista, en los últimos tiempos, incluso desde dentro de la propia Iglesia. Son conocidas las palabras del gran don Helder Cámara, obispo de Brasil, “Cuando doy pan a u pobre, dicen que soy un santo. Cuando pregunto por qué el pobre no tiene pan, me llaman comunista”. Este hombre que vivió y murió para los pobres fue tachado por eso de lo mismo, cuando lo único que hacia era llevar a cabo , a la vida de cada día el Evangelio de Jesús.

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      De la misma manera se hablaba del comunismo de San Romero de América, la voz de los sin voz en América latina, que fue asesinado por los poderosos de El Salvador, mientras celebraba la Eucaristía. Muchas veces dijeron que era un “obispo comunista”, incluso también le han criticado ahora al papa Francisco que lo haya canonizado. San Romero, canonizado por los pobres de El Salvador, desde el mismo momento de su asesinato, ha tenido que esperar a que venga un papa del otro hemisferio para reconocer lo que los pobres ya hicieron. Lo que la misma Iglesia  le negó, es lo que ahora Francisco ha reconocido.

Porque lo más espectacular de su asesinato es  que, como en el caso de Jesús de Nazaret, Romero fue asesinado por el poder opresor de los mismos creyentes. A Jesús lo mató el poder judío, a Romero lo mató el poder de los falsos cristianos de la sociedad salvadoreña, que se sentían criticados por él. “ El cristiano no debe tolerar que el enemigo de Dios, el pecado, reine en el mundo. El cristiano tiene que trabajar para que el pecado sea marginado y el Reino de Dios se implante. Luchar por esto no es comunismo. Luchar por eso no es meterse en política. Es simplemente el Evangelio que le reclama al hombre, al cristiano de hoy, más compromiso con la historia” (Homilía 16 de Julio de 1977). La misma derecha poderosa que criticó y apoyó Santo de América, y que sin duda estuvo detrás de su asesinato, es la que critica ahora de cumbre comunista, el encuentro entre el papa Francisco y Yolanda Díaz.

Los “mismos comunistas” que fueron asesinados en la UCA, en El Salvador, en la madrugada del 16 de noviembre de 1989, simplemente por defender que los pobres tienen algo que decir, y que los ricos son los causantes de que el mundo haya crucificados. Los poderosos tampoco pudieron soportarlos, y por eso los asesinaron vilmente, junto a Elba, la mujer que los cuidaba, y su hija Celina, de 16 años. Su asesinato, como el de muchos mártires, fue por causa de la justicia y por hacer del Evangelio la norma de su vida, en todo momento.

De comunista fue también tachada la llamada “Teología de la liberación”, que surgió en la década de los 70 en el continente latino americano, y que era simplemente una manera nueva de leer el evangelio desde los pobres. “He oído el clamor de mi pueblo”, que dice el texto del Exodo, es lo que oyeron esos teólogos y teólogas que intentaron vivir esa experiencia del evangelio, a partir de la realidad crucificada y machada por el poder de los poderosos en ese continente.  Teólogos como Jon Sobrino, que se salvó milagrosamente de la matanza de la UCA, ha sido calumniado y difamado, incluso desde el interior de la misma Iglesia católica.

      El otro Santo de América, Pedro Casaldáliga, fallecido hace poco más de un año fue también “apodado de comunista”, por su lucha en favor de los sin tierra brasileños, y haciendo de su episcopado y de su poder como obispo, un servicio al pueblo, a los más débiles, a los más sufrientes de su diócesis. Cuando se jubiló quería “dedicarse a los más pobres”, quería ir a morir a Africa, porque él decía que allí eran aun más pobres que en su América, donde vivió siempre . La enfermedad terrible del parkinson se lo impidió, pero resulta emocionante que alguien que ha vivido como él en el Brasil pobre, diga que quiere irse con los pobres, muchos pensamos, dónde había estado toda su vida; el obispo sin anillo y sin mitra tradicionales vivió, y murió entre los desheredados, y con ellos encontró la “plena bienaventuranza y felicidad de la que habla el Evangelio”; hizo carne en su vida el proyecto de Jesús: conseguir que todos fuéramos felices, desde la igualdad y el servicio a los más débiles.

     El 12 de marzo de 1977 asesinaron “a otro comunista” en la carretera de Aguilares a El Paisnal, Rutilio Grande,  y su único delito fue decir y anunciar que todos somos iguales, que Dios no acepta la pobreza, y que los ricos son responsables de la pobreza de muchos seres humanos. Rutilio fue asesinado, acribillado su coche a balazos, junto a un campesino de 72 años, Manuel, y un adolescente de 15, Nelson Rutilio y un niño. Los pobres de Aquilares le recuerdan como un “hombre tremendamente humano que se comprometió con la causa y la vida de los pobres”. Fueron asesinados cuando iban a celebrar la Eucaristía en medio de su pueblo, y su  asesinato tanto conmovió a Monseñor Romero que fue capaz de producir en él, el gran milagro.

Romero, amigo personal de Rutilio descubre un nuevo rostro de Dios al contemplar el cadáver de su amigo asesinado. Y desde ahí comienza una andadura nueva que le llevará a él también al martirio. Ahora “el comunista Rutilio”, va a ser beatificado por el papa Francisco; será el segundo santo salvadoreño, que el pontífice venido de América beatifique. Muchos serán también los que incluso dentro de nuestra iglesia critiquen este acontecimiento, porque el padre Tilo, como así le llamaban popularmente a Rutilio, tuvo la osadía de hacer vida el mensaje de Jesús en el Evangelio. Y de nuevo será, Francisco, el que después de más de cuarenta años, reconozca que este hombre, modesto, pobre, humilde y ejemplar sacerdote de Jesús, es modelo para los que queremos seguir al Jesús del Evangelio.

Y habrá quien siga diciendo que “de nuevo un comunista, beatifica a otro comunista, el próximo 22 de enero de 2022”. Será beatificado en la catedral de San Salvador, donde yace también Monseñor Romero, su amigo íntimo y personal, y seguramente a esa celebración, además de acudir obispos, sacerdotes y gente venida de otros países, acudirá “todo el pobrerío salvadoreño”, como llamaba cariñosamente Monseñor Romero a los pobres. El pobrerío por el que Rutilio se sacrificó,  será el auténtico protagonista de la celebración, como lo fue hace más de dos mil años en aquel calvario de Jerusalén, donde fue crucificado el mártir Jesús de Nazaret.

     Pero hace apenas unos días me decían lo mismo de un sacerdote jesuita, salvadoreño, discípulo de Monseñor Romero, que tiene como único lema de su vida sacerdotal y cristiana la entrega al evangelio. Miguel Vasquez, jesuita de Arcatao, en el departamento de Chalatenango, uno de los sitios más vapuleados en la cruenta guerra civil salvadoreña, me decía: “Me trasladan a Honduras, porque el obispo le ha dicho a mi provincial que yo soy más político que pastor”.  De nuevo la Iglesia impoluta, que no quiere mancharse, que nunca va a ser criticada ni asesinada, es la que quiere lavarse las manos, como Pilato, en la causa de los pobres y del Evangelio.

     ¿Cumbre comunista la celebrada hace unos días en Roma? ¿Comunistas Jesús de Nazaret, Monseñor Romero, los mártires de la UCA, don Helder Cámara, Pedro Casaldáliga, la monjas estadounidenses asesinadas en El Salvador, los miles de catequistas salvadoreños asesinados, los maristas del Congo, Rutilio Grande,  los teólogos y teólogas de la liberación,  Monseñor Agrelos, Miguel Vasquez….? Si ellos son comunistas, ojalá yo también lo sea, si ellos viven el evangelio desde ahí, ojala también yo sea capaz de vivirlo así. Y toda la comunidad de cristianos y cristianas.

Ojalá que el poder establecido, desde cualquier institución, política, religiosa, militar, económica, cultural…. No tape el auténtico poder que emerge de las bienaventuranzas y del lavatorio de pies del jueves santo, porque sólo así los cristianos, me parece, entenderemos el auténtico sentido del Evangelio. “Lo que hicisteis con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis” (Mateo 25, 40)

Fuente Religión Digital

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Solemnidad de la Inmaculada Concepción

Miércoles, 8 de diciembre de 2021
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Leído en Koinonia:

Génesis 3,9-15.20

 Establezco hostilidades entre tu estirpe y la de la mujer

Después que Adán comió del árbol, el Señor llamó al hombre:

– “¿Dónde estás?”

Él contestó:

– “Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí.”

El Señor le replicó:

– “¿Quién te informó de que estabas desnudo? ¿Es que has comido del árbol del que te prohibí comer?”

Adán respondió:

– “La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto, y comí.

El Señor dijo a la mujer:

– “¿Qué es lo que has hecho?”

Ella respondió:

– “La serpiente me engañó, y comí.”

El Señor Dios dijo a la serpiente:

– “Por haber hecho eso, serás maldita entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya; ella te herirá en la cabeza cuando tú la hieras en el talón.”

El hombre llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que viven.

***

Salmo responsorial: 97

Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R.

Los confines de la tierra han contemplado /
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R.

***

Efesios 1,3-6.11-12

Nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor. Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya.

Por su medio hemos heredado también nosotros. A esto estábamos destinados por decisión del que hace todo según su voluntad. Y así, nosotros, los que ya esperábamos en Cristo, seremos alabanza de su gloria.

 

***

Lucas 1,26-38

Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo:

– “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.”

Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo:

– “No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.”

Y María dijo al ángel:

– “¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?”

El ángel le contestó:

– “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.”

María contestó:

– “Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.”

Y la dejó el ángel.

***

Homilía de Monseñor Romero sobre los textos litúrgicos de hoy (8 de Diciembre de 1977)

AGRADECIMIENTOS AL SACERDOTE Y RELIGIOSAS

Yo quiero aprovechar esta oportunidad, pues, para agradecer a los padres norteamericanos este servicio tan insigne que nuestra diócesis aprecia inmensamente, así como también a las hermanas de San José que, junto con ellos los sacerdotes, están cultivando este mensaje de la palabra de Dios y alimentando con él a nuestro pueblo.

Quiero alegrarme también, porque junto a los sacerdotes y las religiosas un grupo de hombres y de mujeres, celebradores de la palabra, catequistas, asociaciones parroquiales y católicos que sienten la responsabilidad de la Iglesia en este momento tan trascendental de la historia de El Salvador no desfallecen en su difícil misión de predicar este mensaje del Señor. Celebrar la fiesta de la Inmaculada Concepción de María, es tener la oportunidad de acercarnos a la fuente misma desde donde brota todo ese río que no terminará de correr hasta la consumación de los siglos. La Iglesia, con su mensaje, con su palabra, encontrará mil obstáculos, como el río encuentra peñascos, escollos, abismos; no importa; el río lleva una promesa: “estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos” y “las puertas del infierno no podrán prevalecer”, contra esta Voluntad del Señor.

EL PECADO DE ORIGEN

¿Cuál es la Voluntad del Señor?. El misterio de la Inmaculada Concepción de María nos está ofreciendo a la luz de esas lecturas que acaban de escuchar cuáles son los designios de Dios para con nosotros los hombres.

En la lectura se nos ha recordado la gran tragedia. Nuestros primeros padres, creados en Gracia de Dios para transmitirnos no sólo la vida natural, sino transmitirnos también la filiación Divina, pero bajo la condición de que hubieran sido obedientes a Dios, no obedecieron. Seducidos por el demonio, Eva seduce a Adán, los dos padres del género humano pierden la amistad de Dios porque han desobedecido. Desde entonces la humanidad ha caído en lo que se llama el pecado original, el pecado de origen, el pecado que traemos de nuestros primeros padres. Ahora se preguntan muchos: ¿qué culpa tengo yo de que Adán y Eva hayan pecado para decir que yo soy pecador?. Distingamos, hermanos, hay dos clases de pecados, el pecado original y el pecado personal. El pecado personal es el que tú cometes con tu propia voluntad cuando desobedeces un mandamiento de la ley de Dios; tú has pecado, tú eres responsable de ese pecado. Como Adán y Eva que personalmente desobedecieron a Dios, cometieron un pecado personal.

Pero ¿qué sucede cuando se comete un pecado personal?. Se pierde la amistad de Dios, el pecador es un desobediente a la ley de Dios; todo el que peca rompe la amistad con el Señor, prefiere su pasión a la Voluntad, a la ley del Señor. Así, Adán y Eva prefirieron alcanzar la felicidad no por los caminos de la ley de Dios sino por el engaño del demonio que se rió después del engaño; los hizo caer en pecado y ya están en la desgracia privados de la Gracia de Dios. De esa pareja, privada de la Gracia de Dios, ya no pueden nacer hijos que en el mismo momento de ser concebidos Dios le transmita también su vida divina, si la han perdido, y, habiendo perdido la vida de Dios, no la pueden transmitir; sólo transmiten la vida natural. Pero la vida natural que Adán y Eva comenzaron a transmitir a sus hijos y que esa vida ha llegado hasta nosotros a través de nuestro padre y de nuestra madre que nos engendraron es una vida privada de la Gracia de Dios. No supone una culpa personal, supone una herencia. Supongamos una comparación: un señor, dueño de hacienda, le dice al administrador: por premio y confianza que tengo vas a ser el dueño de mis fincas, pero mientras me obedezcas; todos los hijos que nazcan de tu familia considérense de esta hacienda, pero con tal que me obedezcan. Y un día, este administrador, creyéndose ya el dueño de todo, comienza a mal baratar la hacienda, a desobedecer a su jefe, a su patrón. El patrón le dice: te lo daba con la condición de obedecerme, no me has obedecido, lo siento mucho, vete de mi hacienda, quedas desheredado. Y naturalmente desde entonces, aquellos hijos que hubieran nacido también participantes de la felicidad de aquella hacienda, nacen ya fuera de la hacienda, desheredados, desechados de su patrón. Este es el caso del pecado original. Adán y Eva cometieron un pecado personal y Dios los arroja del Paraíso, les quita la amistad divina y tienen que nacer sus hijos, nosotros, privados de la Gracia. No es una culpa, el pecado original, es la falta de una herencia. Dios no está obligado a darnos su amistad divina cuando los que la perdieron, ya la perdieron para toda la familia, es una herencia que se ha perdido.

EL CRISTIANO REGENERADO

Esto nos decía la primera lectura, de tal manera que María, hija también de Adán tenía que nacer desheredada de la Gracia de Dios, en pecado. Sin embargo, hoy estamos celebrando que María fue concebida sin pecado, ¿cómo es esta excepción? San Pablo nos ha traído hoy la explicación. Si ahora cristianos -nosotros- tenemos la dicha de volver a encontrarnos en la Gracia de Dios porque un sacerdote administró el bautismo, y el hijo del pecado original que fue el niño que nació, que fui yo, ya le borró el bautismo, por la sangre de Cristo en la cruz, el pecado original; ese niño se ha vuelto a hacer hijo de Dios, el paraíso se ha recuperado gracias a Cristo. Y si por desgracia, yo bautizado, cometo un pecado personal, una desobediencia a la ley de Dios, Cristo ha dejado un sacramento de reconciliación. El sacerdote en el confesionario está devolviendo el paraíso a muchas almas que han perdido la amistad con Dios. Leer más…

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Jueves 01 de Noviembre de 2021. Todos los Santos

Lunes, 1 de noviembre de 2021
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Leído en Koinonia:

58-TodoslossantosA

Apocalipsis 7,2-4.9-14

Apareció en la visión una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua

Yo, Juan, vi a otro ángel que subía del oriente llevando el sello del Dios vivo. Gritó con voz potente a los cuatro ángeles encargados de dañar a la tierra y al mar, diciéndoles: “No dañéis a la tierra ni al mar ni a los árboles hasta que marquemos en la frente a los siervos de nuestro Dios.” Oí también el número de los marcados, ciento cuarenta y cuatro mil, de todas las tribus de Israel.

Después esto apareció en la visión una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua, de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritaban con voz potente: “¡La victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!” Y todos los ángeles que estaban alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro vivientes cayeron rostro a tierra ante el trono, y rindieron homenaje a Dios, diciendo: “Amén. La alabanza y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y el honor y el poder y la fuerza son de nuestro Dios, por los siglos de los siglos. Amén.”

Y uno de los ancianos me dijo: “Ésos que están vestidos con vestiduras blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido?” Yo le respondí: “Señor mío, tú lo sabrás.” Él me respondió: “Éstos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero.”

Salmo responsorial: 23

Éste es el grupo que viene a tu presencia, Señor.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. R.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos. R.

Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R.

1Juan 3,1-3

Veremos a Dios tal cual es

Queridos hermanos: Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. Todo el que tiene esperanza en él, se purifica a sí mismo, como él es puro.

Mateo 5,1-12a

Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo

En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles:

“Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados.
Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra.
Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.”

***

Homilía de Monseñor Romero sobre los textos litúrgicos de hoy

1 de Noviembre de 1977
El Paisnal

Yo he querido venir con mucha devoción, con mucho cariño, a esta celebración que se está realizando en la Iglesia de El Paisnal. Fue una invitación, una invitación, una iniciativa, de las queridas religiosas oblatas al Sagrado Corazón que, en colaboración convalientes catequistas y asesoradas por la pastoral de la Arquidiócesis, están manteniendo esta llama de la fe, en este difícil ambiente de Aguilares, de El Paisnal y de todos los cantones.

Mi presencia aquí, quiere ser entonces, un apoyo a esta pastoral, a esta hora heroica, de quienes no se avergüenzan de la Iglesia en estas horas de prueba, como acaba de decir al Apocalipsis, “la gran tribulación”.

PALABRA DE ÁNIMO

Quiero ser mi presencia de pastor, junto a las religiosas y a ustedes, queridos catequistas, casi como la presencia del Padre Grande aquí muerto entre dos campesinos: Manuel y Nelson Rutilio. Aunque el Padre Grande, don Manuel y Nelson ya terminaron su faena, y ahora se unen a esa turba de los santos en el cielo, para que nosotros contemplemos -pastor y fieles miremos a través de estas tumbas, no sólo el Día de Difuntos, que se celebrará mañana, sino a los santos del cielo, la gran muchedumbre venida de la gran tribulación por los caminos de las Bienaventuranzas, que se acaban de proclamar en el evangelio. Para decirles, también, no sólo a las hermanas y a los catequistas, sino a los fieles, sobre todo aquellos que se encuentran un poco acobardados, miedosos, huyendo: que no tengan miedo, que vale la pena seguir estos caminos que no terminan en una tumba sino que se abren al horizonte del cielo.

Y vengo, queridos hermanos, para decirles en este ambiente donde la persecución, el atropello, la grosería de unos hombres contra otros hombres ha marcado de sangre y de humillación, a decirles el lenguaje claro de la Iglesia. Que no se confunda este lenguaje, este mensaje de esperanza y de fe de la Iglesia, con el lenguaje subversivo, con el lenguaje político de la mala ley, de los que pelean por el poder, de los que disputan las riquezas de la tierra, de los que hablan de liberaciones únicamente a ras de tierra, olvidando las esperanzas del cielo, de los que han puesto sus ilusiones en sus haciendas, en sus haberes, en sus capitales, en su poder; para decirles a todos, hermanos, que el lenguaje de la Iglesia no hay que confundirlo con esas idolatrías; y que los idólatras y los que le sirven a los idólatras no tienen por qué temer este lenguaje nítido, limpio de corazón, claro que la Iglesia predica. Leer más…

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“Creer en el Cielo”. Todos los Santos” – B (Mateo 5,1-12).

Lunes, 1 de noviembre de 2021
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31-852867En esta fiesta cristiana de «Todos los Santos», quiero decir cómo entiendo y trato de vivir algunos rasgos de mi fe en la vida eterna. Quienes conocen y siguen a Jesucristo me entenderán.

Creer en el cielo es para mí resistirme a aceptar que la vida de todos y de cada uno de nosotros es solo un pequeño paréntesis entre dos inmensos vacíos. Apoyándome en Jesús, intuyo, presiento, deseo y creo que Dios está conduciendo hacia su verdadera plenitud el deseo de vida, de justicia y de paz que se encierra en la creación y en el corazón da la humanidad.

Creer en el cielo es para mí rebelarme con todas mis fuerzas a que esa inmensa mayoría de hombres, mujeres y niños, que solo han conocido en esta vida miseria, hambre, humillación y sufrimientos, quede enterrada para siempre en el olvido. Confiando en Jesús, creo en una vida donde ya no habrá pobreza ni dolor, nadie estará triste, nadie tendrá que llorar. Por fin podré ver a los que vienen en las pateras llegar a su verdadera patria.

Creer en el cielo es para mí acercarme con esperanza a tantas personas sin salud, enfermos crónicos, minusválidos físicos y psíquicos, personas hundidas en la depresión y la angustia, cansadas de vivir y de luchar. Siguiendo a Jesús, creo que un día conocerán lo que es vivir con paz y salud total. Escucharán las palabras del Padre: Entra para siempre en el gozo de tu Señor.

No me resigno a que Dios sea para siempre un «Dios oculto», del que no podamos conocer jamás su mirada, su ternura y sus abrazos. No me puedo hacer a la idea de no encontrarme nunca con Jesús. No me resigno a que tantos esfuerzos por un mundo más humano y dichoso se pierdan en el vacío. Quiero que un día los últimos sean los primeros y que las prostitutas nos precedan. Quiero conocer a los verdaderos santos de todas las religiones y todos los ateísmos, los que vivieron amando en el anonimato y sin esperar nada.

Un día podremos escuchar estas increíbles palabras que el Apocalipsis pone en boca de Dios: «Al que tenga sed, yo le daré a beber gratis de la fuente de la vida». ¡Gratis! Sin merecerlo. Así saciará Dios la sed de vida que hay en nosotros.

José Antonio Pagola

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“Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo”. Domingo 01 de noviembre de 2021. Todos los Santos

Lunes, 1 de noviembre de 2021
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58-TodoslossantosALeído en Koinonía:

Apocalipsis 7,2-4.9-14: Apareció en la visión una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua.
Salmo responsorial: 23: Éste es el grupo que viene a tu presencia, Señor. 1Juan 3,1-3Veremos a Dios tal cual es.
Mateo 5,1-12a: Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.

Se celebra hoy la Solemnidad de Todos los Santos. Qué bueno sería que los «santos» en ella celebrados no se redujeran sólo a los del “mundo católico”, los santos de nuestro pequeño mundo, de la Iglesia Católica, sino a «todos los santos del mundo», a los santos de un mundo verdaderamente «cat–hólico» (etimológicamente, según el todo, referido al todo), o sea, «universal». ¿No queremos celebrar en este día a todos los santos que están ya ante Dios? ¿Pues cómo vamos a limitarnos a pensar en «catálogo romano de los santos», de los «canonizados» por la Iglesia católica romana, según esa práctica llevada a cabo sólo desde el siglo XI, de «inscribir» oficialmente a los santos particulares de nuestra Iglesia, en ese libro? ¿Será que quienes figuran oficialmente inscritos durante 9 siglos en esta sola Iglesia son «todos los santos»… o tal vez serán sólo una insignificante minoría entre todos ellos?

Es decir: pocas fiestas como ésta requieren ser «universalizadas» para hacer honor a su nombre: la festividad de «todos los santos». Por tanto, hay que hacer un esfuerzo por entenderla con una real universalidad. Ésta es una fiesta «ecuménica»: agrupa a todos los santos. Es más que ecuménica, porque no contempla sólo a los santos cristianos, sino a «todos», todos los que fueron santos a los ojos de Dios. Ello quiere decir, obviamente, que también incluye a los «santos no cristianos»… a los santos de otras religiones (debería ser una fiesta inter-religiosa), e incluso a los santos sin pertenencia a ninguna religión, los «santos paganos» (Danielou tituló así un libro suyo), los santos anónimos (éstos deben ser verdadera legión), incluso los «santos ateos», a los que el pasaje de Mt 25,31ss pone en evidencia («cada vez que lo hicieron con alguno de mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron»).

Una fiesta, pues, que podría hacernos reflexionar sobre dos aspectos: sobre la santidad misma (¿qué es, en qué consiste, qué «confesionalidad» tiene…?), y sobre el «Dios de todos los santos». Porque muchas personas todavía piensan -sin querer, desde luego- en «un Dios muy católico». Para algunos Dios sería incluso «católico, apostólico… y romano». O sea, «nuestro». O «un Dios como nosotros», de hecho. Pudiera ser que, también… un poco… hecho «a imagen y semejanza» nuestra.

La actitud universalista, la amplitud del corazón y de la mente hacia la universalidad, a la acogida de todos sin etiquetas particularistas, siempre nos cuestiona la imagen de Dios. Dios no puede ser sólo nuestro Dios, el nuestro, el que piensa como nosotros e intervendría en la historia siempre según nuestras categorías y de acuerdo con nuestros intereses… Dios, si es verdaderamente Dios, ha de ser el Dios de todos los santos, el Dios de todos los nombres, el Dios de todas las utopías, el Dios de todas las religiones (incluida la religión de los que con sinceridad y sabiendo lo que hacen optan con buena conciencia por dejar a un lado “las religiones”, aunque no «la religión verdadera» de la que por ejemplo habla Santiago en su carta, 1,27). Dios es «católico» pero en el sentido original de la palabra. Está más allá de toda religión concreta. Está «con todo el que ama y practica la justicia, sea de la religión que sea», como dijo Pedro en casa de Cornelio (Hch 10).

Hoy nos parece todo esto tan natural, pero hace apenas 50 años que estamos pensando de esta manera -los años que hace que se celebró el Concilio Vaticano II-. En las vísperas de aquel Concilio, el famoso teólogo dominico Garrigou-Lagrange (avanzado, progresista, y por ello perseguido) escribía, con la mentalidad que era común en el ambiente católico: «Las virtudes morales cristianas son infusas y esencialmente distintas, por su objeto formal, de las más excelsas virtudes morales adquiridas que describen los más famosos filósofos… Hay una diferencia infinita entre la templanza aristotélica, regulada solamente por la recta razón, y la templanza cristiana, regulada por la fe divina y la prudencia sobrenatural» (Perfection chrétienne et contemplation, Paris 1923, p. 64). Danielou, por su parte, afirmaba: «Existe el heroísmo no cristiano, pero no existe una santidad no cristiana. No debemos confundir los valores. No hay santos fuera del cristianismo, pues la santidad es esencialmente un don de Dios, una participación en Su vida, mientras que el heroísmo pertenece al plano de las realidades humanas» (Le mystère du salut des nations, Seuil, Paris 1946, p. 75). Todas las grandes figuras de la humanidad, personajes como Sócrates o como Gandhi… sólo podrían considerarse héroes, no santos. No quedarían incluidos hoy en esta fiesta, según la visión católico-romana de aquellos tiempos preconciliares, porque «santos», sólo podrían serlo los buenos cristianos, ¡y católicos! Ésta es una de las tantas «rupturas» que realizó el Concilio Vaticano II.

La primera lectura bíblica de esta fiesta litúrgica, del Apocalipsis, aun estando redactada en ese lenguaje no sólo poético, sino ultra-metafórico, lo viene a decir claramente: la muchedumbre incontable que estaba delante de Dios era «de toda lengua, pueblo, raza y nación»… En aquel entonces, hablar de «las naciones» implicaba a las religiones, porque se consideraba que cada pueblo-raza-nación tenía su propia religión. A Juan le parece contemplar reunidos, en aquella apoteosis, no sólo a los judeocristianos, sino a «todos los pueblos», lo que equivale a decir: a todas las religiones.

Si corregimos así nuestra visión, estaremos más cerca de «ver a Dios tal como es» (segunda lectura), tal como podremos verle más allá de los velos carnales del chauvinismo cultural o el tribalismo religioso -que no son muy distintos-. Obviamente, esos «ciento cuarenta y cuatro mil» (doce al cuadrado, o sea, «los Doce», o «las Doce ‘tribus’ de Israel», pero elevadas al cuadrado y multiplicadas por mil, es decir, totalmente superadas, llevadas fuera de sí hasta disolverse entre «toda lengua, pueblo, raza y nación»), esos ciento cuarenta y cuatro mil, o los entendemos como un símbolo macroecuménico, o nos retrotraerían a un fantástico tribalismo religioso.

Las bienaventuranzas comparten esta misma visión «macro-ecuménica»: valen para todos los seres humanos. El Dios que en ellas aparece no es «confesional», de una religión, no es «religiosamente tribal». No exige ningún ritual de ninguna religión. Sino el «rito» de la simple religión humana: la pobreza, la opción por los pobres, la transparencia de corazón, el hambre y sed de justicia, el luchar por la paz, la persecución como efecto de la lucha por la Causa del Reino… Esa «religión humana básica fundamental» es la que Jesús proclama como «código de santidad universal», para todos los santos, los de casa y los de fuera, los del mundo «católico»…

Si a propósito de la festividad de Todos los Santos se nos sugiere el texto de las Bienaventuranzas, es porque ellas son en verdad el camino de la santidad universal (y supra-religional, simple y profundamente humana); en y con las Bienaventuranzas como carta de navegación para nuestra vida es posible alcanzar la meta de nuestra santificación, entendida como la lucha constante por lograr en el cada día el máximo de plenitud de la vida según el querer de Dios.

En la homilía, en la oración, en la conversación que tengamos sobre el tema, no dejemos de nombrar hoy a Gandhi, que tiene que ir de la mano con Francisco de Asís; a Martin Luther King acompañado por Mons. Oscar Arnulfo Romero –finalmente reconocido como «mártir» por Roma–; a la mística santa Teresa con el incomparable Ibn Arabí; al inefable Juan de la Cruz con el místico Nisagardatta («¡Yo soy Eso!»)… La manera de cambiar la vieja mentalidad «tribal», que también nos ha afectado en la concepción de la santidad, es practicar, conversar, manifestar la nueva mentalidad macroecuménica.

Dentro de la perspectiva cristiano-católica, para una aplicación más parenética de este precedente comentario exegético, recomendamos como la mejor referencia el capítulo V de la Constitución Dogmática de la Iglesia “Lumen Gentium”, del Vaticano II, sobre el “Universal llamado a la santidad”. Antes del Concilio se solía pensar que había una especie de «profesionales de la santidad», que se dedicaban de un modo especializado a conseguirla, como los monjes y los religiosos/as, que se decía que vivían en el «estado de perfección»; a los demás, los laicos/as o seglares, como que se les consideraba de alguna manera dispensados de tener que tender a la santidad. Leer más…

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