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Candidata presidencial de Taiwán desea un feliz San Valentín a las parejas homosexuales

Miércoles, 26 de agosto de 2015
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taiwan_studies_tsa_ying_wen_091511El clip, “El amor no hace diferencia”, celebra la diversidad de la isla con parejas de diferentes edades, razas, orientaciones sexuales y nacionalidades, con canción de fondo interpretada en cuatro idiomas.

Magnífica iniciativa la del Partido Democrático Progresista (DPP) de Taiwán. La candidata presidencial, Tsai Ing-wen, ha publicado un vídeo para celebrar el día de San Valentín chino en el que se incluyen tres parejas homosexuales. Ing-wen, de 58 años, se ha negado hasta la fecha a dar explicaciones sobre su propia sexualidad, alegando que no quiere ser “cómplice de la opresión de género”. En cualquier caso, es bien conocida su postura y la de su partido con respecto al apoyo explícito a la comunidad LGTB. El pasado mes de diciembre, informábamos de que el parlamento taiwanés era el primero en Asia en debatir la aprobación del matrimonio igualitario. Una cuestión propuesta, precisamente, por el DPP y que cuenta con el rechazo del Partido Nacionalista Chino.

“Les deseo a todos un feliz Día de San Valentín”, escribía Tsai Ing-wen en el momento de dar a conocer el vídeo dedicado al amor que ha realizado su formación, el Partido Democrático Progresista, el más importante de la oposición en Taiwán. La pieza audiovisual, lanzada en varias redes sociales, se enmarcaba en la celebración del Qi Xi (21 de agosto), un equivalente chino al día de San Valentín. Varias parejas de gais y lesbianas se unen al amplio y diverso conjunto (en el que también aparecen parejas heterosexuales taiwanesas, personas de diferentes nacionalidades y de distintas edades). En este sentido, el título del vídeo, que podéis ver a continuación, ya es muy gráfico en relación al contenido inclusivo: El amor no discrimina.

Tsai Ing-wen, candidata a la presidencia de Taiwán por el Partido Progresista Democrático (DPP), lanzó un video donde participan varias parejas homosexuales como parte de su campaña y con motivo del Día de San Valentín chino, que se celebra el próximo mes de septiembre.

El clip de 1 minuto y medio titulado El amor no hace diferencia“, celebra la diversidad de la isla con parejas de diferentes edades, razas, orientaciones sexuales y nacionalidades, por ello usan también una canción interpretada en cuatro idiomas como música de fondo.

 

En la publicación del clip, la candidata deseó a todos un feliz dia de San Valentín. El vídeo fue compartido en Facebook y hasta el momento cuenta con 30 mil “me gusta” y más de 200 mil visitas en sus primeras 24 horas.

La sexualidad de Tsai Ing-wen ha sido objeto de especulaciones en varios momentos, sin embargo, ella se ha negado a responder preguntas sobre su vida privada.

El empresario gay chino Haiwen Shen, en declaraciones a The Advocate, ha felicitado a Tsai Ing-wen y al Partido Democrático Progresista, aunque añade que, “en realidad, ser elegido y luchar por los derechos de los homosexuales no es lo mismo” que la difusión de un vídeo. Además, este empresario considera que “hay que esperar hasta que sea elegida y ver cuáles son las políticas que lleva a cabo y qué impacto producen”. La presidenta del Partido Democrático Progresista, Tsai Ing-wen, al parecer, en las próximas elecciones se medirá contra Hung Hsiu-chu (la más que probable candidata por el conservador Partido Nacionalista Chino). Aunque mantienen posturas enfrentadas en relación a los derechos del colectivo LGTB, cualquiera de las dos se convertiría en la primera mujer presidenta de Taiwán.

En la senda del matrimonio igualitario

En los últimos años, la opinión pública taiwanesa se ha encaminado hacia la igualdad LGTB. Según una encuesta pública de 2013, el 53 % de los taiwaneses aprueba la opción del matrimonio abierto a parejas del mismo sexo, mientras que en una anterior encuesta era solo el 37 %. Por ahora, como ya explicó dosmanzanas a finales de 2014, solo se trata de una declaración de buenas intenciones, ya que todavía no se ha discutido un texto articulado. Antes de la promulgación de la ley, el proyecto debería superar tres lecturas durante la legislatura.

El diputado progresista del DPP Cheng Li-chiun, uno de los promotores de la ley igualitaria taiwanesa, decía que “si no podemos romper el ciclo de discriminación, entonces todo el mundo podría convertirse en una víctima de discriminación a causa de sus respectivas diferencias”. En el extremo opuesto se sitúa la Alianza Taiwanesa de Grupos Religiosos por la Familia. Agitando un discurso homófobo e intransigente, desde dicha agrupación han acusado al DDP y al colectivo LGTB de “pretender ser grupos cívicos” y de “aterrorizar” a otros diputados al hablar de matrimonio entre personas del mismo sexo. Aunque el peso del Partido Nacionalista Chino en el Parlamento de Taiwán es determinante y su postura homófoba es evidente, puede considerarse un punto de inflexión para el cambio que la principal institución del país trate la cuestión abiertamente.

Taiwán avanza en la lucha por la igualdad LGTB

La celebración del Orgullo LGTB de Taipéi (capital de Taiwán) de 2014 batió un récord de apoyos: 65.000 personas volvieron a reclamar la igualdad legal. Y es que, a pesar de todo, la taiwanesa es una de las sociedades más abiertas a la diversidad del continente asiático. En este sentido, la valentía en los pasos dados por algunos activistas lleva tiempo dando la vuelta al mundo. La lucha se centra ahora en el plano legislativo, después de que el año pasado el histórico activista Qi Jia-wei (o Chi Chia-wei) y su novio emprendieran una batalla jurídica tras intentar infructuosamente contraer matrimonio. La pareja decidió llevar su caso a la Corte Administrativa de Taipéi, que en marzo de este año desestimó su demanda al considerar que según la legislación vigente en Taiwán, el matrimonio debe contraerse entre un hombre y una mujer.

Anteriormente ya había protagonizado un esfuerzo similar la pareja formada por Chen Ching-Hsueh (o Nelson Chen) y Kao Chih-wei, cuyo caso estuvo a punto de generar una sentencia en el Tribunal Constitucional en enero de 2013. En aquella ocasión, los interesados retiraron el recurso antes de obtener una resolución del alto tribunal, debido a las presiones y amenazas que recibieron en las redes sociales por parte de extremistas homófobos. Nelson Chen aseguraba entonces que él y su prometido ya no querían “ser la única pareja gay de Taiwán en dar la cara”.

El apoyo a los derechos LGTB, como hemos comentado, progresa a nivel social, a pesar de la ausencia de avances legales. En septiembre de 2013, 800 activistas celebraron con gran éxito un banquete nupcial frente a la sede presidencial para reclamar la aprobación del matrimonio igualitario. Taipéi, por su parte, es considerada por muchos la ciudad más gay-friendly del continente asiático y es hoy un destino turístico LGTB en alza.

Taiwán y Vietnam, dos de los países asiáticos más tolerantes

En enero de este año, nos hacíamos eco de la eliminación del veto al matrimonio igualitario en Vietnam, consolidándose como referente LGTB en el sudeste asiático. El gobierno vietnamita promovía, además, la eliminación de “prácticas obsoletas del matrimonio” como la poligamia, las uniones forzosas, la obligación de que una viuda contraiga nuevo matrimonio con el hermano del difunto y se garantizará los enlaces entre parejas pertenecientes a grupos étnicos distintos que así lo deseen. La situación puede resultar chocante desde el punto de vista occidental, ya que la eliminación de la prohibición de las bodas entre personas del mismo sexo no conlleva por el momento su reconocimiento jurídico en Vietnam, pero supone sin duda un nuevo avance que se produce después de que ya en 2013 un decreto suprimiera las multas económicas a las ceremonias nupciales igualitarias. Con todo, Vietnam y Taiwán son dos de los países asiáticos más tolerantes con las personas LGTB.

En el polo opuesto, hace solo unos días publicábamos que el primer ministro de Malasia comparaba a las personas LGTB con el Estado Islámico y aseguraba que carecen de derechos humanos. En Malasia se pueden cumplir hasta 20 años de prisión por mantener relaciones homosexuales. De hecho, el principal líder de la oposición malasio está cumpliendo cinco años de cárcel por ‘sodomía’. Hasta el momento, ningún país asiático permite a las parejas del mismo sexo contraer matrimonio, pero la situación es muy dispar entre unos  y otros. En mayo de 2014 entró en vigor en el sultanato de Brunéi la reforma del Código Penal, que irá adaptándose a la sharia (o ley islámica) en un proceso ya programado que constará de tres fases. La última implicará la pena de muerte por lapidación para las relaciones entre personas del mismo sexo, el adulterio, la apostasía o las relaciones extramatrimoniales. Y tampoco llegan buenas noticias desde la India, donde se han llegado a realizar detenciones de más de 600 personas acusadas de practicar la homosexualidad.

Fuente Cáscara Amarga y Dosmanzanas

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El primer ministro de Malasia compara a las personas LGTB con el Estado Islámico y dice que carecen de derechos humanos

Martes, 25 de agosto de 2015
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Pm-MalaysiaRespetar los derechos humanos es algo positivo para el país, salvo si ello es contrario al Islam. Este es el peculiar argumento de Najib Razak, primer ministro de Malasia, para negarse a proteger al colectivo LGTB. “Aunque en términos de definición, los derechos humanos se han definido universalmente, nosotros todavía definimos los derechos humanos en el país en el contexto del Islam y la sharía”, ha espetado Razak. El jefe del gobierno malasio considera que, aunque se trate de una postura difícil de sostener en el plano internacional, “debemos defender nuestra propia definición de los derechos humanos”. Organizaciones como Amnistía Internacional o Human Rights Watch han criticado con contundencia estos planteamientos. Para entender el alcance de la situación en Malasia baste recordar que, el pasado mes de febrero, el líder de la oposición, Anwar Ibrahim, fue condenado a cinco años de prisión por ‘sodomía’.

En opinión del Gobierno de Malasia, las personas LGTB no merecen la aplicación de los derechos humanos porque tal cosa contradeciría, según su punto de vista, el Islam y la sharía (la ley islámica). “Esto es lo que tenemos que defender”, ha asegurado el primer ministro, Najib Razak. Todavía más grave y esperpéntico, si cabe, es la asociación que Razak ha hecho entre el colectivo LGTB y el Estado Islámico (EI): “Grupos como el Estado Islámico y las lesbianas, gais, bisexuales y transexuales se dirigen a la generación más jóvenes … y parecen tener éxito en influir en ciertos grupos de la sociedad”. Una comparación que resulta especialmente miserable, teniendo en cuenta que el EI asesina de forma violenta y brutal a las personas LGTB.

En Cristianos Gays hemos recogido algunas de las ejecuciones espeluznantes del EI, de las que los propios asesinos se encargan de distribuir material audiovisual. De hecho, hace solo unos días, nos hacíamos eco de que las Naciones Unidas debatirá sobre la persecución a las personas LGTB por el EI, debido a la gravedad del asunto. Ignorando esta realidad o restándole importancia (difícil de juzgar qué es peor), el primer ministro malasio argumenta que “algunos se disfrazan detrás de los derechos humanos para legitimar sus acciones, que se han desviado de las enseñanzas islámicas”. Un claro desprecio a la comunidad LGTB. Para Najib Razak tanto el Estado Islámico como el colectivo LGTB son “extremistas” y ambos utilizan el concepto de ‘libertad’ con el fin de imponer sus puntos de vista sobre los demás. Razak, a pesar de la crudeza de sus declaraciones, se arroga a sí mismo una pretendida (y falsa) postura de “moderación” y “centralidad”.

Recordemos, por otra parte, que el jefe de la oposición de este país del sudeste asiático, Anwar Ibrahim, tendrá que pasar los próximos cinco años en la cárcel, después de que el Tribunal Federal ratificara la sentencia por ‘sodomía’, emitida contra él en febrero. Un caso que, a diferencia de lo que ocurre en relación a otros países con los que existe rivalidad, no es denunciado con la misma contundencia por los líderes políticos y mediáticos, ni acapara grandes titulares o portadas.

Críticas desde Malasia y desde las ONG internacionales

La propia Comisión de Derechos Humanos de Malasia (Suhakam) ha señalado que todo el mundo tiene derecho a los derechos humanos básicos y que estos no pueden restringirse utilizando como pretexto la raza o la religión. Según el presidente de Suhakam, Tan Sri Hasmy Agam, “esto no solo puede enviar un mensaje engañoso, tanto a nivel nacional como internacional, sino que puede socavar la posición de respeto internacional de Malasia, en particular en las Naciones Unidas, así como el trabajo de la Comisión, que tiene incansablemente desde sus inicios la misión de la promoción y la protección de los derechos humanos en el país”.

El subdirector de Human Rights Watch en Asia, Phil Robertson, se ha mostrado “sorprendido” por la decisión. Robertson considera que la postura que el Gobierno malasio ha asumido de ignorar la protección de las personas LGTB y su visión particular sobre el concepto de ‘derechos humanos’ aleja al país de los organismos internacionales. Para este responsable de Human Rights Watch, “la respuesta lógica sería que Malasia dimitiera de la ONU” si no se atiene a asumir sus reglas de juego. Por este motivo, Robertson  se pregunta: “¿Malasia está dispuesta a hacer eso?”.

También Amnistía Internacional ha alzado su voz para recordarle al primer ministro y a su Gobierno que “los principios de la Declaración Universal son universalmente los principios aceptados del derecho consuetudinario e internacional de derechos humanos. En virtud de su universalidad, estos principios tienen prioridad sobre las religiones, con el fin de atribuir un sentido de igualdad entre todas las personas”. Aunque Malasia se incorporó a la ONU en 1957, asumiendo la Declaración Universal de los Derechos Humanos, Amnistía Internacional insta a que el país firme los tratados de derechos humanos relacionados, que en conjunto constituyen la Carta Internacional de Derechos Humanos: el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP); el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC), así como sus dos Protocolos Facultativos.

Hasta 20 años de prisión por ser homosexual

La cuestión de los derechos de las personas LGTB en Malasia no se reduce a una discusión sobre conceptos y definiciones. La cruda realidad es que la homosexualidad está perseguida y se castiga con penas de hasta 20 años de cárcel (especialmente las relaciones entre hombres gais). En 2011 publicábamos las intenciones de varios líderes musulmanes malasios de endurecer las medidas contra la homosexualidad. Malasia es un país de variada composición étnico-religiosa, aunque de mayoría musulmana, en el que conviven leyes civiles, de obligado cumplimiento para todos, y leyes islámicas, de aplicación a los ciudadanos musulmanes.

Venimos dando cuenta de la LGTBfobia social y política imperante en este pequeño estado peninsular de Asia. Algunos ejemplos son el anuncio de censura de programas con personajes homosexuales, la cancelación de un Festival que se celebraba desde 2008 para promover el respeto a la diversidad sexual o la censura de la canción Born This Way, de Lady Gaga, por su contenido LGTB. También en 2012, un joven gay musulmán recibía amenazas de muerte por difundir un vídeo en el que animaba a otros homosexuales a salir del armario. Con anterioridad, concretamente en noviembre de 2008, informábamos sobre un edicto de las autoridades musulmanas contra las “actitudes masculinas” en las mujeres, entre las que se incluía el lesbianismo y el vestir “como hombres”.

Con información de Dosmanzanas

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El líder de la oposición de Malasia, condenado a cinco años de cárcel “por sodomía”

Sábado, 14 de febrero de 2015
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imagesProsigue la estela homófoba en Malasia, es este caso también con objetivos políticos. El líder de la oposición de este país del sudeste asiático, Anwar Ibrahim, tendrá que pasar los próximos cinco años en la cárcel después de que, este martes, el Tribunal Federal ratificara la sentencia emitida contra él hace casi un año por sodomía.

Anwar es una figura política muy conocida en Malasia. Viceprimer ministro entre 1993 y 1998, ya fue condenado por sodomía y corrupción en un caso distinto y permaneció seis años encarcelado hasta su liberación en 2004. Después de reunir a las principales fuerzas de la oposición al partido gobernante desde la independencia del país, Barisan Nasional, Anwar ganó las elecciones de 2013 en votos pero no en escaños, por lo que siguió ejerciendo como líder de la oposición.

En 2008 se abrió la segunda causa contra el político por sodomía. Su ayudante Mohd Saiful Bukhari Azlan denunció que Anwar lo había violado y presentó supuestas pruebas que no cumplían los mínimos estándares legales para ser tenidas en consideración. El juicio comenzó en 2010 y el dirigente opositor fue declarado inocente en 2012; sin embargo, la parte demandante recurrió el fallo y la Corte de Apelaciones sentenció a Anwar a cinco años de prisión en marzo de 2014. El acusado recurrió a su vez, pero esta semana, el Tribunal Federal (la máxima instancia judicial del país) denegó el recurso y confirmó por unanimidad la pena.

El Gobierno malasio defiende que el juicio ha respetado escrupulosamente las garantías legales, pero organizaciones de defensa de los derechos humanos opinan que detrás del proceso hay una clara motivación política. De hecho, el demandante reconoció en el juicio haberse reunido con el entonces viceprimer ministro y actual jefe del Gobierno Najib Razak dos días antes de que presuntamente ocurrieran los hechos que denunciaba. Políticamente, la condena deja a la oposición sin un liderazgo claro durante un tiempo: incluso después de cumplir su condena, Anwar estará inhabilitado para presentarse a unas elecciones durante cinco años más.

Lo cierto es que en los últimos años las autoridades malayas parecen muy preocupadas por la cada vez más visible realidad LGTB en su país. En 2012 el Gobierno anunciaba la introducción de una nueva asignatura en los colegios que bajo el eufemístico nombre de “Educación en Salud Social y Reproductiva” persigue alertar a los jóvenes de los “peligros” de ser LGTB. Semanas antes se conocieron sus intenciones de colaborar con ONG antigays para “frenar la expansión del problema social LGTB”, adelantadas ante el Parlamento por Mashitah Ibrahim, representante del Gobierno, y confirmadas luego por el viceprimer ministro y ministro de Educación, Tan Sri Muhyiddin Yassin. Y más recientemente, el verano pasado, diecisiete mujeres transexuales eran arrestadas acusadas de violar la sharia o ley islámica.

Malasia sigue castigando la “sodomía” con penas de hasta 20 años de cárcel, aunque no suele perseguirse penalmente. En 2011 conocíamos las intenciones de los líderes musulmanes de dos estados del país de endurecer la persecución de la homosexualidad (Malasia es un país de variada composición étnico-religiosa, aunque de mayoría musulmana, en el que conviven leyes civiles, de obligado cumplimiento para todos, y leyes islámicas, de aplicación a los ciudadanos musulmanes).

Malasia es, en cualquier caso, fuente habitual de noticias de corte homófobo. Como ejemplos, el anuncio de censura de programas con personajes homosexuales, la cancelación de un Festival que se celebraba desde 2008 para promover el respeto a la diversidad sexual o la censura de la canción Born This Way, de Lady Gaga, por su contenido LGTB. También en 2012, un joven gay musulmán recibía amenazas de muerte por difundir un vídeo en el que animaba a otros homosexuales a salir del armario. Antes, en noviembre de 2008, las autoridades musulmanas dictaban un edicto contra las “actitudes masculinas” en las mujeres, entre las que se incluía el lesbianismo y el vestir “como hombres”.

Otro ejemplo de intento de censura se tornó en fracaso, cuando grupos religiosos intentaron que fuera prohibido un concierto del cantante inglés Elton John en Kuala Lumpur por ser abiertamente gay. No solo no lo consiguieron, sino que el concierto, que resultó todo un éxito, se convirtió en un acto de reafirmación de la comunidad LGTB local.

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