Del blog de Xabier Pikaza:
Expuse ayer el mensaje de la resurrección de Lázaro. Sigo hoy con el mismo texto del domingo (Jn 11, 1-46), para señalar que la confesión de fe de Marta es para el evangelio de Juan más importante que la resurrección física de Lázaro. Más aún, la confesión de fe de Marta (como mujer, como persona) es más importante que la confesión que la de Pedro. La escena incluye tres elementos:
‒ Fe en el poder histórico de Jesús. Marta dice: “Señor, si hubieras estado aquí no hubiera muerto mi hermano; pero aún ahora sé que Dios te concederá todo lo que le pidieres” (Jn 11, 21-22). Conforme a una tradición que conocemos ya por los sinópticos, Jesús aparece como alguien que hace milagros: cura a los enfermos y resucita a los muertos.
‒ Marta, creyente judía en la resurrección que vendrá. Jesús responde a Marta: tu hermano resucitará y ella precisa: resucitará en la resurrección del último día (Jn 11, 23-24). Esta es la fe fundamental de los judíos (por lo menos de los fariseos), tal como recuerda Pablo en Rom 4, 17 donde presenta a Abrahán como padre y modelo de fe porque creyó en el Dios que vivifica a los muertos y que llama al ser a las cosas que no existen. Este es el Dios de Marta la judía: ella cree en aquel que crea y resucita. Por eso dice a Jesús: mi hermano resucitará en el último día”. Así es hija de Abrahán, auténtica judía.
‒ Fe cristiana en Jesús que es la resurrección. Pero esa fe judía de Abrahán queda transcendida por el Cristo. Ante la tumba de Lázaro, el amigo muerto, Jesús presenta a Marta su misterio: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera vivirá; y todo el que vive y cree en mí no morirá para siempre (Jn 11, 26).
Esta es la fe cristiana, que Pablo ha presentado en forma teológica (“creemos en el Dios que ha resucitado a Jesús de entre los muertos”, Rom 4, 24) y que Jn 11, 26 traduce ya en forma cristológica. Lo que define la existencia cristiana no es una esperanza (¡habrá resurrección final para los justos!) sino la unión de los creyentes con el Cristo que ha resucitado y de esa forma viene a presentarse como vida de los hombres. Ésta será, según iremos viendo, la confesión de fe de Marta, que es para el Evangelio de Juan la primera cristiana, por encima del mismo Pedro, la primera autoridad cristiana.
Tomo esa palabra “autoridad” en el sentido más profundo: Por su confesión creyente, Marta aparece en el evangelio de Juan Juan como “jerarquía” primeria de una iglesia de hermanos (formada por ella con Lázaro y María). En esa línea, el Papa Francisco ha establecido su magisterio ordinario en la Casa de Santa Marta (=Señora) de la Iglesia.
La “fe” del Nuevo Vaticano del Papa Francisco no se centra en la confesión de Pedro, bajo la gran basílica, sino en la confesión de la “casa de Santa Marta” donde él celebra la eucaristía y ofrece la palabra todos los días a los fieles de su “parroquia”.
Imágenes:
1. Santa Marta vence/ata al dragón y de esa forma, con su confesión de fe y servicio fraterno, protege la Casa/castillo de la Iglesia.
2. Santa Marta Papa: Lleva el pan y el vino de la eucaristía… y las llaves de la Iglesia (atribuidas también a Pedro). Ella es Papa-Hermana de la Iglesia.
3. La Casa de Santa Marta en el Vaticano… De un modo sorprendente, el Papa Francisco está convirtiendo la Casa de Santa Marta (Domus Sanctae Marthae) en centro del Vaticano, aunque muchos no se dan cuenta.
Confesión fe, primera creyente
La escena nos sitúa precisamente en un lugar fronterizo, en la ruptura de nivel donde superando la fe común de la escatología judía (apoyada en la resurrección futura de los muertos) venimos a fundarnos en la fe específicamente cristiana: Jesús mismo es la resurrección ya realizada, el culmen de la historia, la revelación definitiva de Dios. Paradójicamente su misterio viene a proclamarse ante la tumba del hermano muerto, en el lugar donde parece que se agota y se consume (hasta se pudre) la esperanza de los hombres. Allí pregunta Jesús en interrogación solemne ¿crees esto? y Marta responde, en confesión de fe cristiana:
Sí, Señor; yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios,
que ha venido a este mundo (Jn 11, 27)
Al contestar así, Marta aparece Jn como la primera cristiana verdadera. Ella reconoce a Jesús como vida de Dios que está presente sobre el mundo. Significativamente, Juan ha silenciado o transformado la confesión de fe que la tradición sinóptica ponía en boca de Pedro, representante y portavoz de todos los creyentes (cf Mc 8, 29).
Es cierto que Pedro, en nombre de los doce, sigue a Jesús, aceptando su mensaje, aunque no llegue a entenderlo: “Señor ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna y nosotros hemos creído y confesamos que tú eres el santo de Dios” (Jn 6, 68-69). Pero esta confesión de Pedro sitúa a Jesús todavía en el nivel de la esperanza judía, presentándole como revelador de Dios, pero todavía no le reconoce como mesías verdadero: el Hijo de Dios que da la vida y es resurrección dentro del mundo.
Pues bien, sobre el Pedro vacilante de la tradición prepascual, sobre el Pedro incompleto de Jn 6, 68-69, se eleva ahora Marta y aparece como la primera creyente, la discípula perfecta, que acepta y reconoce el sentido de Jesús como resurrección y vida de los hombres (varones y mujeres). Es cierto que ella sigue siendo servidora de los otros, como indica el texto posterior (Jn 12, 2). Pero, desde el fondo de ese servicio, ella es la primera en expresar y expandir la fe completa. Así podemos afirmar que Marta, una mujer trabajadora, ocupa en Jn 11, 27 el puesto que en la tradición sinóptica ocupaba Pedro. Sobre la fe de ella ha fundado Cristo el camino de su iglesia.
Marta es la primera en confesar la fe pascual sobre la tumba de su hermano muerto anticipando la resurrección de Cristo. Por eso, ella no tiene que volver ya en los relatos de la pascua: no corre hacia la tumba vacía (como hará la Magdalena), ni busca al cadáver del Señor en el jardín pascual del mundo. Ha confesado su fe en Jesús que es vida de los hombres y su confesión permanece como tipo y modelo de fe para todos los creyentes. La resurrección histórica de Lázaro su hermano será simplemente un signo para confirma la fe más honda y duradera de Marta en el principio de la iglesia.
Así hablamos de la confesión de fe de Marta (Jn 11, 27): Ella aparece como intérprete y testigo de la fe de una iglesia que ha superado el riesgo nacionalista (que está en el fondo de la confesión de Pedro en Mc 8) y el riesgo de una Iglesia que podría cerrarse en sí misma (en la línea de muchas interpretaciones de la fe de Pedro en Mt 16), para abrirse al conjunto de la humanidad. El mismo Jesús dirige su camino y ella lo acepta, respondiendo “sí, creo”, viniendo a presentarse así como “regla de fe” para todos los cristianos que se abren al Hijo de Dios que es “resurrección y la vida” que se abre y expande al mundo entero. Ella, una mujer a la que hoy algunos llamarían “seglar”, sin autoridad jerárquica, es la primera doctora de la Iglesia.
Concreción. Pedro y Marta: dos doctores, dos confesiones de fe
En el Nuevo Testamento hay varios doctores de la Iglesia naciente, entre ellos Pablo y Santiago. Pero las dos confesiones de fe más significativas son la de Pedro y la de Marta.
La confesión de fe de Pedro (tú eres el Cristo, el Hijo de Dios. Mc 8 y Mt 16) va en la línea de un mesianismo nacional judío, que Jesús ha rechazado (en Marcos), pero que el evangelio Mateo ha reelaborado en línea eclesial, reconociendo la inmensa labor de Pedro en el despliegue de la Iglesia primitiva. Éste es el texto que la Iglesia de Roma ostento en la cúpula de su basílica dogmática, en el Vaticano.
La confesión de fe de Marta (Jn 11, 27) puede y debe tomarse como un correctivo y profundización que ella (Marta) ha introducido en la confesión de Pedro, para abrirla al conjunto de la humanidad, superando así el riesgo de clausura nacionalista (en la línea de Marcos) y de la posible fijación y eclesial del texto de Mateo. Leer más…
Biblia, Espiritualidad
5º Domingo de Cuaresma, Cuaresma, Dios, Evangelio, Jesús, Marta, Resurrección, Resurrección de Lázaro, Vida
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