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Pederastia (y encubrimiento) en la Iglesia católica: Wojtyla, Ratzinger… ¿quién está libre de pecado?

Miércoles, 26 de enero de 2022
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abusos-Iglesia_2098300203_9807727_660x371¿Podría condenar un Papa a otro por su inacción ante los abusos?

Las acusaciones contra el Papa emérito destapan las dinámicas de ocultamiento de los abusos sexuales desde tiempos de Juan Pablo II y su política de protección de depredadores como Maciel, McCarrick o Figari, o encubridores como el cardenal de Boston, Bernard Law, o el mismísimo Benedicto XVI

Francisco está decidido a acabar con el flagelo de la pederastia, pero la dinámica del encubrimiento parece mucho más difícil de erradicar en una institución acostumbrada a lavar los trapos sucios en casa, y a acusar a las víctimas, y a los medios que destapan el horror de los abusos, de “falta de prudencia”

El mayor problema de la Iglesia en este tema es… que no se libra nadie. Nadie”. Con la voz temblorosa, un funcionario vaticano admite a RD que el informe elaborado por un equipo independiente de abogados y que ha destapado la implicación del Papa emérito, Benedicto XVI, en el encubrimiento de al menos cuatro casos de abusos sexuales a menores, no ha sido recibido con sorpresa en los muros de la Santa Sede.

Y es que el “largo camino hacia el abismo”, como ha definido la Iglesia alemana los resultados del informe –uno más, frente a la enésima negativa del episcopado español– que destapa medio millar de casos de abusos en las últimas décadas en la diócesis que dirigió Joseph Ratzinger antes de ser nombrado prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, es “una nueva muestra de que prácticamente todos los obispos que tuvieron responsabilidades pastorales hasta hace una década, de uno u otro modo, no hicieron lo suficiente para amparar a las víctimas, y sí para proteger al sacerdote o religioso implicado.

El ‘apóstol de la juventud’ que resultó un depredador

juan-pablo-ii-bendiciendo-a-marcial-maciel Juan Pablo II bendiciendo al siniestro depredador sexual Marcial Maciel

¿Nadie está libre de pecado? Muy pocos, sostienen fuentes vaticanas, que subrayan que el problema no viene tanto de la pederastia en sí, cuanto de la dinámica de encubrimiento que se suscitó en la institución durante décadas, y que tuvo en Juan Pablo II a su máximo exponente. Un Wojtyla que, durante años, no hizo caso a las denuncias de abusos contra algunos de los líderes de la restauración conservadora tras la apertura del Concilio Vaticano II y que amparó a pederastas tan famosos como el fundador de la Legión de Cristo, Marcial Maciel, al que llegó a llamar “apóstol de la juventud”.

Y es que, pese a que las acusaciones en su contra llegaron a Roma ya en 1988 (anteriormente, en 1954, siendo Papa Pío XII, ya habían aparecido denuncias, que finalmente cayeron en el olvido), Juan Pablo II no quiso abrir expediente alguno contra Maciel. Hoy, ambos han fallecido: el fundador de la Legión, como el mayor depredador de menores de la historia reciente de la Iglesia; el Papa polaco, como santo universal.

El caso de Maciel no fue el único. El líder del Sodalicio, Luis Figari, también campó a sus anchas durante años, como lo hizo Theodore McCarrick, uno de los cardenales más poderosos de Estados Unidos y al que Francisco arrebató la púrpura y hoy está siendo juzgado por tribunales norteamericanos.

Los Legionarios de Cristo tardaron más de tres décadas en reconocer los abusos de su fundador, protegido como en el caso de McCarrick por Juan Pablo II y su fiel secretario Estanislao Dzwisz, que hace pocos meses fue absuelto en una investigación sobre abusos en Polonia que amenazaba con implicar al propio Papa polaco.

La contrapartida, en ambos casos, era evidente: una fuerte financiación proveniente de México y Estados Unidos, y nuevas vocaciones sacerdotales para el proyecto de involución en la Iglesia católica. Roma cumplió, ninguno pisó la cárcel.

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El cardenal Law, refugiado en el Vaticano

Otros casos, como el de Fernando Karadima, uno de los formadores de buena parte del episcopado chileno, y abusador impune durante años, terminaron por juzgarse. La mayoría no corrieron con tanta suerte. Cuando en 2002 estalló el escándalo por la investigación del Boston Globe, que reveló miles de casos de pederastia y que llevó a la bancarrota a media iglesia católica de Estados Unidos, el cardenal de Boston, Bernard Law, dimitió de su cargo pero, en lugar de afrontar sus responsabilidades, viajó a Roma… y nunca regresó. La Santa Sede, primero con Juan Pablo II y después con Benedicto XVI, denegó las peticiones de extradición de la justicia norteamericana, y acabó muriendo entre los muros vaticanos.

De hecho, Law vivió a sus anchas hasta que el 14 de marzo de 2013, al día siguiente de ser elegido Papa, Francisco se lo encontró en la basílica de Santa María la Mayor, adonde había acudido a rendir pleitesía a la patrona de Roma. El cardenal tenía allí su residencia desde que Juan Pablo II lo nombrara, en 2004, arcipreste de uno de los templos más importantes (y más ricos) de la Ciudad Eterna. Al ver al cardenal Law, a Bergoglio se le desencajó la cara y se alejó inmediatamente de él.No quiero que siga frecuentando esta Basílica”, le espetó el argentino.

Fuentes vaticanas defienden que Francisco está decidido a acabar con el flagelo de la pederastia, pero la dinámica del encubrimiento parece mucho más difícil de erradicar en una institución acostumbrada a lavar los trapos sucios en casa, y a acusar a las víctimas, y a los medios que destapan el horror de los abusos, de “falta de prudencia”. No es una cosa del pasado, sino una afirmación del cardenal de Valencia, Antonio Cañizares, el viernes pasado, a cuenta del informe entregado por El País al Papa y al cardenal Omella.

¿Un Papa condenaría a otro Papa?

Pederastia2Con todo, nunca hasta la fecha una acusación, con pruebas, había llegado tan lejos. Ni más ni menos que contra Joseph Ratzinger, quien fuera Papa de 2005 hasta su renuncia, en 2013. Un Benedicto XVI que sí comenzó a investigar los abusos de Maciel, que abrió la puerta a los cambios en la legislación que Francisco está intentando culminar, pero que no supo, o no quiso, actuar con la dureza con la que ahora (por convicción o por la fuerza de los hechos) está haciéndolo el pontífice argentino.

La razón, tal vez, pudiera estar en lo ocurrido entre 1977 y 1982, cuando Ratzinger ejerció como arzobispo de Múnich. Según la investigación independiente, el hoy emérito sabía de la existencia de casos de abusos sexuales a jóvenes y menores cometidos por miembros de la Iglesia católica alemana cuando sucedían y tuvo, en al menos cuatro de ellos, una conducta reprochable. Entre ellos, el caso del sacerdote Peter H., quien en 1980 fue trasladado del obispado de Essen al de Múnich tras haber sido acusado de pedófilo y que en su nuevo destino siguió cometiendo abusos.

Aunque el secretario de Ratzinger ha negado las acusaciones, y el Papa emérito ha entregado una respuesta de 82 folios a los investigadores, éstos no dan credibilidad a la versión de Benedicto XVI. El Vaticano, que ha mostrado su “vergüenza” ante los datos presentados, se ha comprometido a dar una respuesta una vez lea el documento. Pero la siguiente pregunta se antoja imposible de responder: ¿qué hará Francisco si se demuestra, como parece, que su antecesor encubrió a curas pederastas?

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¿Se atreverá Bergoglio a condenar al Papa emérito? Una decisión así, apuntan en la Curia vaticana, sería muy difícil de tomar, pues pondría en cuestión la infalibilidad papal. “Y, sobre todo, porque parte de la Iglesia no entendería que un Papa condenara a otro”, nos cuentan. Y añaden: Si de verdad nadie se libra… ¿alguien podría sacar algún dossier similar sobre Bergoglio?”. La pregunta, otra vez, se queda sin respuesta

Fuente Religión Digital

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Ratzinger, una pieza más del sistema: ¿Debería reconocer su culpa y cerrarse las puertas de la historia y de los altares?

Martes, 25 de enero de 2022
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Del blog de José Manuel Vidal Rumores de Ángeles:

“¿Será capaz de llegar a ese extremo de entrega y de generosidad con la institución a la que tanto ama?”

 “Joseph Ratzinger fue una pieza, una pieza más en el sistema eclesiástico generalizado de inacción y encubrimiento implícito y explícito de los clérigos abusadores”

“¿Y qué hizo el joven arzobispo? Lo que tenía que hacer, lo que hacían todos sus colegas, lo que mandaban las leyes no escritas, la costumbre y la prudencia: desdeñar a las víctimas, mirar para otro lado, tapar a los pederastas (tras alguna llamada al orden) y cambiarlos de lugar”

Me alegro de tener un hermano en el episcopado que, a los ojos de la historia y de todos los otros obispos del mundo, ha preferido la prisión antes que denunciar a su hijo sacerdote”. Porque “un padre nunca denuncia a sus propios hijos”, concluía Castrillón, jefe de todos los curas del mundo

“Los cardenales lo eligieron, tras afirmar en la misa solemne previa al cónclave que los dos grandes peligros de la Iglesia eran el relativismo y la “suciedad” de la propia institución, que conocía mejor que nadie”

“Si asumiese su culpa, podría convertirse en un ejemplo vivo y práctico para todos los demás obispos encubridores del mundo. Si no lo hace, estaría dando munición a los que siguen resistiéndose a la tolerancia cero y al resarcimiento pleno de las víctimas, que preconiza el Papa Francisco”

Joseph Ratzinger fue una pieza, una pieza más en el sistema eclesiástico generalizado de inacción y encubrimiento implícito y explícito de los clérigos abusadores. Desde su más tierna infancia de seminarista y, después, en su juventud de cura, el prometedor teólogo alemán formó siempre parte del amplio funcionariado eclesiástico, que se rige por unas normas estrictas y que sólo permite discrepantes moderados. A los radicales, los escupe fuera y los estigmatiza, llamándoles herejes.

El joven Ratzinger se alineó, durante el Concilio, con el ala más liberal de la Iglesia, llamado como perito y asesor del progresista cardenal Frings, arzobispo de Colonia. En esa época estaba a partir un piñón con su amigo el también teólogo Hans Küng. Pero, mientras éste se mantuvo toda su vida fiel a los grandes principios conciliares, Ratzinger pronto comenzó a cambiar de dirección y, por una mezcla de miedo al futuro de la iglesia ante los tumultos del mayo del 68 y de convicción personal, cambió la chaqueta y se alineó con el sector más conservador.

El premio le llegó de inmediato. Pablo VI, el Papa del Concilio, estaba asustado del devenir eclesiástico y llegó a decir que “el humo de Satanás” había entrado en la Iglesia. Por eso, a la hora de buscar un arzobispo para Munich pensó inmediatamente en Ratzinger y le nombró primero arzobispo, el 24 de marzo de 1977, y sólo unos meses después, el 27 de junio, le concedió el máximo galardón eclesiástico de la púrpura cardenalicia. El otrora teólogo rebelde entraba en las filas prietas del sistema en cuerpo y alma.

En Munich, donde sólo estuvo cuatro años y 8 meses, tuvo que pasar de las musas teológicas al teatro pastoral directo. Y allí se encontró entre otros problemas, con el fenómeno de los curas abusadores. ¿Y qué hizo el joven arzobispo? Lo que tenía que hacer, lo que hacían todos sus colegas, lo que mandaban las leyes no escritas, la costumbre y la prudencia: desdeñar a las víctimas, mirar para otro lado, tapar a los pederastas (tras alguna llamada al orden) y cambiarlos de lugar. Porque la máxima vigente era que “los trapos sucios se levan en casa” y que “hay que evitar por todos los medios el escándalo de los inocentes” (no de las víctimas, sino de que la gente se entere) y proteger la buena fama de la institución por encima de todo y de todos.

La Iglesia siempre tuvo muy claro que tenía que transigir con los pecados sexuales de su clero, disculparlos y disimularlos, siempre que se mantuviesen en secreto y, por lo tanto, no provocasen escándalo público. A las víctimas se las culpabilizaba o, en caso de que amenazasen con hacer mucho ruido, se les tapaba la boca con dinero.

¿Y los curas victimarios? Se les reprendía, lógicamente, se les hacía prometer que iban a cambiar de vida y, a lo sumo, se les trasladaba de parroquia y, en casos muy sonados, se les mandaba a misiones (especialmente a Latinoamérica). Más o menos lo mismo que se solía hacer con los que mantenían relaciones sexuales consentidas pero siempre ocultas con mujeres o con hombres.

El funcionamiento del sistema lo explica perfectamente este caso. “Le felicito por no haber denunciado a un sacerdote [pederasta] a las autoridades civiles. Ha actuado usted bien”. Eso escribía en 2001 el cardenal colombiano Darío Castrillón Hoyos, entonces prefecto de la Congregación del Clero, en una carta dirigida al obispo de la diócesis francesa de Bayeux-Lysieux, monseñor Pican, en la que le felicitaba por haberse negado a entregar a los tribunales civiles a un cura acusado de abusos sexuales a menores y haber sido condenado por ello a tres meses de cárcel.

“Me alegro de tener un hermano en el episcopado que, a los ojos de la historia y de todos los otros obispos del mundo, ha preferido la prisión antes que denunciar a su hijo sacerdote”. Porque un padre nunca denuncia a sus propios hijos”, concluía Castrillón, jefe de todos los curas del mundo.

En su época de arzobispo de Munich, Ratzinger comulga a fondo con esta misma mentalidad. Como lo hicieron todos sus predecesores y sus sucesores. De hecho, la información del Informe sobre los Abusos de Múnich se centra principalmente en los obispos diocesanos que aún viven: el Papa emérito Benedicto XVI, el cardenal Friedrich Wetter y el actual arzobispo, el cardenal Reinhard Marx. Pero el estudio se remonta a 1945 y, por lo tanto, abarca también los mandatos de los cardenales Michael von Faulhaber, Joseph Wendel y Julius Döpfner.

Pues bien, todos ellos, tanto los vivos como los difuntos, tanto los más progresistas como los más conservadores, respetaron y cumplieron a rajatabla el sistema establecido: insensibilidad total hacia las víctimas y generosidad y gracia con los victimarios.

Las cosas comienzan a cambiar para Ratzinger, cuando, el 25 de noviembre de 1981, Juan Pablo II le nombra prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, es decir su mano derecha teológica, el hombre que le iba a permitir encontrar bases teológicas y doctrinales sólidas para imponer a la Iglesia mundial el llamado “modelo polaco”: cierre ideológico, involución doctrinal, congelación de los principios fundantes del Concilio Vaticano II, ostracismo para los prelados más abiertos, condena de los teólogos progresistas y conversión de la Iglesia en un poder fáctico, capaz de hacer frente al comunismo e incluso de derrumbar el Muro de Berlín.

Aunque dedicado a justificar el modelo wojtyliano, el cardenal Ratzinger comenzó a palidecer al abordar, en su nuevo puesto, sobre todo el dossier de los delicta graviora, que son, entre otros, los que cometen los clérigos, cuando abusan de menores, y que están reservados a la Congregación para la Doctrina de la Fe. Es tal la podredumbre con la que se encuentra que ya manda poner al día estos delitos y recrudecer las penas.

Era la época en que llegaban a Roma denuncias contra un gran depredador: Marcial Maciel, el fundador de los Legionarios de Cristo, protegido por Juan Pablo II, que llegó a llamarlo “apóstol de la juventud”. ¿Llegaba esa información incriminadora a Juan Pablo II o se quedaba en los despachos de los secretarios: el secretario personal Dziwisz y el Secretario de Estado, cardenal Sodano? ¿Lo sabía el entonces prefecto de Doctrina de la Fe, cardenal Ratzinger, pero no podía hacer nada?

De hecho, una vez que Ratzinger se convierte en Benedicto XVI y sucede al Papa Wojtyla, está ya convencido de que el sistema generalizado de encubrimiento es no sólo un pecado, sino un enorme perjuicio para la institución. Y, por eso, pronto se convierte en elbarrendero de Dios.

De hecho, el Papa alemán se presenta con este programa. Los cardenales lo eligieron, tras afirmar en la misa solemne previa al cónclave que los dos grandes peligros de la Iglesia eran el relativismo y la “suciedad” de la propia institución, que conocía mejor que nadie. Por sus manos de guardían de la ortodoxia pasaron durante décadas los casos más sangrantes y dolorosos del peor pecado que pueden cometer los eclesiásticos: el escándalo de los inocentes. Para ellos, el propio Cristo dice que “más les valiera atarse una piedra al cuello y arrojarse al fondo del mar” (Mt. 18,6).

El ‘policía‘ del Papa Wojtyla convertido en dueño de las llaves de Pedro se encontró con una barca en peor estado de lo que él mismo creía. La pederastia era un misil en plena línea de flotación de la credibilidad de la institución, que vive precisamente de eso: de generar confianza en la gente, que le entrega a sus hijos desde la más tierna infancia. Una confianza hecha añicos por curas sin escrúpulos, personificados en el icono de Marcial Maciel, el fundador de los Legionarios de Cristo, uno de los nuevos grupos restauracionistas mimados por Roma, porque le aportaban vocaciones y dinero fácil.

Benedicto apartó a Maciel de la dirección de los Legionarios, lo suspendió a divinis y le impuso una vida de retiro y penitencia, pero no lo procesó ni lo llevó ante los tribunales canónicos, como exigían las normas de la Iglesia. y puso a la congregación bajo supervisión vaticana, camino de la refundación.

La limpieza no era nada fácil y, en la Curia, le pusieron todo tipo de trabas y zancadillas. El sistema de encubrimiento y de complicidad con los abusadores estaba incrustado en el alma de la institución. Benedicto tuvo que echar a obispos y mandar inspectores a varias iglesias nacionales. Pero la tarea era tan ingente que, al final, Ratzinger se vio sin fuerzas para culminar la tarea y efectuó su gesto más revolucionario: la renuncia al pontificado.

Pero, como nadie puede enterrar su pasado en vida, la memoria de los años de Munich, en los que, como todos los demás, comulgaba con el sistema del encubrimiento, le persigue. Ante las acusaciones de encubrimiento (bien documentadas) sólo le cabe reconocer sus errores, pedir perdón y resarcir a las víctimas de todas las maneras todavía posibles. ¿Lo hará o se encastillará en la negación numantina de responsabilidades? Si asumiese su culpa, podría convertirse en un ejemplo vivo y práctico para todos los demás obispos encubridores del mundo. Si no lo hace, estaría dando munición a los que siguen resistiéndose a la tolerancia cero y al resarcimiento pleno de las víctimas, que preconiza el Papa Francisco.

Eso, sí, al confesar y pedir perdón por sus actitudes, el Papa emérito mancharía su figura en la Historia y se cerraría el paso a la gloria de la santidad (como casi todos los últimos Papas). Un sacrificio máximo por el bien de la Iglesia. ¿Será capaz de llegar a ese extremo de entrega y de generosidad con la institución a la que tanto ama? Si fue capaz de renunciar, también podría asumir este último gran servicio a la Iglesia.

Lo haga o no, la repercusión del caso en el próximo cónclave es evidente: Los cardenales sólo podrán elegir como próximo Papa al que esté limpio de polvo y paja en este ámbito. Con lo cual el espectro de los eventuales candidatos se circunscribe a los cardenales curiales (sin responsabilidad directa en la pastoral) o en los purpurados elegidos en los últimos años, en los que el sistema ya está virando hacia la tolerancia cero. El próximo Papa tendrá que ser un hombre de manos limpias. Sólo así la Iglesia recuperará su credibilidad tan dañada. Pero, para eso, Benedicto XVI tiene que sacrificarse.

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Ratzinger se retracta y admite que sí estuvo en la reunión para admitir a un cura pederasta en Múnich

El Papa emérito, acusado de encubrimiento en cuatro casos de abusos.

No obstante, el Papa emérito aseguró que en aquella sesión no se habló de que el sacerdote en cuestión desempeñara labores pastorales, sino solamente de “hacer posible que contara con alojamiento en Múnich durante su tratamiento terapéutico”

Todo se debe, según Ratzinger, a “un error sin mala intención“, y asegura su “vergüenza y dolor” tras haber leído el informe

Cuatro días después de que se publicara el informe sobre los abusos en la diócesis de Múnich, que lo involucra en al menos cuatro casos de encubrimiento, el papa emérito Benedicto XVI se ha retractado de declaraciones centrales para el informe sobre el encubrimiento de abusos sexuales en la Iglesia católica en Alemania que fue presentado la semana pasada.

Ahora, Joseph Ratzinger reconoce que sí estuvo presente en una reunión del obispado de Múnich y Freising en enero de 1980 en la que se trató el traslado de un sacerdote acusado de abusos a menores, según informó hoy la Agencia Católica de Noticias (KNA).

No obstante, Ratzinger, a la sazón arzobispo de Múnich, aseguró que en aquella sesión no se habló de que el sacerdote en cuestión desempeñara labores pastorales, sino solamente de “hacer posible que contara con alojamiento en Múnich durante su tratamiento terapéutico”.

El sacerdote, identificado por los medios alemanes como Peter H., volvió a cometer abusos en la archidiócesis de Múnich, lo que llevó a que fuera trasladado de nuevo.

Faltó a la verdad: lo dicen las actas

Según un demoledor informe elaborado por un despacho de abogados a petición de la Iglesia católica en Alemania y que vio la luz la semana pasada, esmuy probable” que Ratzinger estuviera al corriente de ese caso y de otros tres similares y no actuase al respecto.

Además, según el informe, Ratzinger faltó a la verdad al afirmar en su posicionamiento que no estaba presente en la reunión de enero de 1980, ya que según las actas intervino en ella y no figuraba como ausente.

De acuerdo con las declaraciones del papa emérito citadas por KNA, ello se debe a un error sin mala intención” que ocurrió durante el proceso de redacción de su posicionamiento frente a las alegaciones, un texto de 82 páginas.

El secretario privado de Ratzinger, Georg Gänswein, agregó que más adelante el papa emérito presentará una reacción más elaborada ante el informe, pero que por el momento la lectura del documento le llena de “vergüenza y dolor “.

“Que asuma su responsabilidad”

En los últimos días se han sucedido las críticas al comportamiento del papa emérito, que el pasado viernes fue tildado de “desastroso” por el presidente de la Conferencia Episcopal alemana, Georg Bätzing.

El obispo de Aquisgrán, Helmut Dieser, reclamó en su sermón de este domingo que Ratzinger asuma la responsabilidad que le corresponde. No puede ser que los responsables se escabullan con referencias a que no sabían nada o a que entonces había otra situación u otros procedimientos,” afirmó. “Porque ése es el motivo por el que entonces no se detuvo a los perpetradores y se siguió abusando de niños,” agregó, según declaraciones citadas por la cadena pública ARD.

Fuente Religión Digital

 

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Marciel Maciel violó a más de sesenta menores durante décadas

Sábado, 28 de diciembre de 2019
Comentarios desactivados en Marciel Maciel violó a más de sesenta menores durante décadas

juan-pablo-ii-bendiciendo-a-marcial-macielEn el día De los Santos Inocentes, una crónica del horror…

Los Legionarios de Cristo admiten 175 abusos desde 1941 a la actualidad

Un informe de la congregación sostiene que, desde 1941 a la actualidad, 175 menores de edad fueron víctimas de abusos sexuales, cometidos por un total de 33 sacerdotes de la congregación. 11 de ellos pasaron de ser violados por Maciel a convertirse en abusadores

El informe “condena y deplora” los abusos cometidos, así como “aquellas prácticas institucionales o personales que pudieron favorecer o propiciar cualquier forma de abuso o revictimización”

Ocho supervivientes exigirán ser indemnizados ante la Justicia mexicana.

Las víctimas de Maciel acusan a Ratzinger y al Vaticano de Juan Pablo II de ser “cómplices” del pederasta durante décadas

La Iglesia mexicana investigó medio millar de casos de abusos a menores durante la última década

Aradillas, sobre Maciel: “Los Papas lo sabían. La Curia romana estaba y está al corriente”

Celso Alcaina: “La muerte de Wojtyla desbarató la ruta de Marcial Maciel hacia su canonización”

El Papa elimina el secreto pontificio para los casos de abusos a menores

Scicluna: “El fin del secreto papal, una decisión histórica”

Infancia Robada: “Es un paso relevante, estaremos alerta”

Juan Cuatrecasas, a los obispos: “Hagan sus deberes, no como limosna”

Un cura argentino se suicida antes de ser detenido por presuntos abusos a menores

El Papa acepta la renuncia del nuncio en Francia, investigado por la Justicia por tocamientos a dos hombres

Una investigación desvela los abusos de un cura a varias monjas en Argentina: Nos violaba y después, con el hábito puesto, nos confesaba. Así, durante cinco años”

Los jesuitas expulsan a un clérigo chileno por abusar de cinco menores de edad durante tres décadas

Ha sido el mayor depredador en la Iglesia católica. Y el más poderoso. Marcial Maciel Degollado, fundador de los Legionarios de Cristo, violó a más de 60 menores, niños y niñas, durante varias décadas. Muchos de ellos, después, se convirtieron en sacerdotes, que a su vez abusaron de otros menores, en una espiral de pederastia y ocultamiento que se prolongó durante ocho décadas.

Así lo ha reconocido la propia Congregación, en un informe oficial, que ofrece una cifra escalofriante. Dese 1941 a la actualidad, 175 menores de edad fueron víctimas de abusos sexuales, cometidos por un total de 33 sacerdotes de la congregación. 11 de ellos pasaron de ser violados por Maciel a convertirse en abusadores.

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Cuántos legionarios abusaron, y de cuántos

Más de dos tercios de estos abusos fueron cometidos “por Maciel, por una de sus víctimas o por una víctima de sus víctimas”, lo que demuestra que la pederastia se arraigó entre los Legionarios durante generaciones.

Una cadena de abusos

Un total de 11 víctimas de Maciel se ordenaron sacerdotes legionarios, y acabaron convirtiéndose en abusadores, que a su vez violaron a decenas de menores. Hoy por hoy, ninguno de los once sacerdotes involucrados en esta cadena ejerce públicamente el ministerio sacerdotal en la Congregación. Tres de ellos han fallecido”, admite el estudio. Todo ello, con el silencio, cuando no la cerrada defensa, de la curia vaticana.

El informe se conoce el mismo día en que el cardenal Angelo Sodano, a sus 92 años, ha dimitido como decano del Colegio cardenalicio. Un Sodano que durante sus años como secretario de Estado de Juan Pablo II, protegió a Maciel  (Wojtyla denominó al depredador ‘guía eficaz de la juventud’) ‘y a su cohorte de pederastas. Sólo la actuación de Benedicto XVI, que condenó al religioso a una vida de oración y promovió la reconstrucción de la orden, puso coto a los abusos. Pero hasta ahora, con Francisco, no se ha reconocido la magnitud de la tragedia.

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Víctimas en la cadena de abusos de Maciel

18 curas siguen en la congregación

Los 33 sacerdotes representan el 2,44% de los 1.353 legionarios ordenados a lo largo de la historia de la Congregación, admite el informe, que añade que de ellos 6 han fallecido, 8 dejaron el sacerdocio, otro dejó la orden y 18 siguen en la Congregación. Todos ellos, con las nuevas normas implantadas por Francisco, han sido apartados del trato pastoral con menores, mientras cuatro de ellos tienen restricciones al ministerio sacerdotal (y un plan de seguridad), y los otros 14 no pueden ejercer el sacerdocio en público.

De estos 18, el 100% está apartado del trato pastoral con menores, 4 de ellos tienen restricciones al ministerio y un plan de seguridad y 14 no ejercen el ministerio sacerdotal público.

El informe es el resultado de un estudio amplio realizado durante 6 meses por una comisión interna que, dentro de los límites de un trabajo de estas características, ha verificado las diversas acusaciones de abuso sexual de menores a lo largo de la historia de la Congregación de los Legionarios de Cristo.

“Hemos experimentado que cualquier paso de acercamiento a una víctima es un paso esencial hacia la justicia en la verdad” –afirman los legionarios– “y que hacer luz sobre el pasado, por doloroso que sea, es liberador y fundamento indispensable para construir el futuro”.

El informe “condena y deplora” los abusos cometidos, así como “aquellas prácticas institucionales o personales que pudieron favorecer o propiciar cualquier forma de abuso o revictimización”. Se espera que este estudio sea también para las víctimas “un signo de nuestro deseo de seguir dando pasos en el camino de reconciliación con cada una de ellas”.

El estudio se ha realizado en el contexto de la preparación del Capítulo General de la Congregación que tendrá lugar en Roma a partir del próximo 20 de enero.

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Gráficos del informe de la Legión de Cristo

Fuente Religión Digital

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“Siete requisitos ineludibles para cumplir la penitencia por los abusos del clero”, por José Manuel Vidal.

Miércoles, 22 de agosto de 2018
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 el-cardenal-jozef-tomko-pone-cenizas-en-la-frente-del-papa-francisco-en-la-basilica-de-santa-sabina-en-roma-ap-1Detenido un cura en Málaga por un caso de pornografía infantil

Antonio Aradillas: “La Iglesia está hoy mal de verdad”

¿Por qué salen ahora todas estas cosas?

El Papa ha mostrado su “compunción” y su “decisión de luchar con valentía” contra la cultura de abusos y encubrimientos en la Iglesia estadounidense. Los obispos de aquel país han pedido al Vaticano que realice una visitación apostólica para reparar la confianza de los fieles, “dañada por estos pecados y fracasos pasados”. Y ahora, Francisco podría satisfacer estas dos necesidades enviando a EEUU al arzobispo de Malta, monseñor Charles Scicluna, el investigador del pontífice cuyo informe en sus recientes visitas a Chile, país también azotado por escándalos de abusos entre el clero provocó un tsunami que acabó con la renuncia de todos los obispos chilenos.

Cada vez más obispos, sacerdotes y fieles están advirtiendo al Papa de que, en cuanto a los abusos, “no basta con pedir perdón”, como el arzobispo de Dublín, Diarmuid Martin, expresó en su homilía de este pasado domingo. Ahora, con la petición de los obispos de EEUU de que les mande a Scicluna, Francisco tiene la posibilidad de mostrar que va en serio.

Resarcir a las víctimas económicamente, aunque la Iglesia tenga que vender el Vaticano

Expulsar a los obispos encubridores y que no cumplieron su función ‘in vigilando’

¿Por qué el Papa Wojtyla nunca condenó a un depredador sexual como Marcial Maciel, condenado en 2006 pero cuyas denuncias habían llegado a Roma desde 1948?

(José Manuel Vidal).- Examen de conciencia, dolor de los pecados, propósito de la enmienda, decir los pecados al confesor y cumplir la penitencia. Son los cinco requisitos para una buena confesión. El Papa Francisco acaba de entonar un solemne y público ‘mea culpa’ por los clérigos abusadores y los obispos encubridores de la plaga de la pederastia. Pero las peticiones de perdón, aunque sean sentidas y obligadas, como en este caso, no son suficientes. Hay que pasar a los hechos. Hay que cumplir la penitencia.

Eso significa, a mi juicio y en primer lugar, acercarse de verdad a las víctimas. Para escucharlas, acogerlas y, sobre todo, resarcirlas de su dolor y de sus heridas. Con protección real y ayuda psicológica, evidentemente pagada por la institución. Y con todo tipo de ayudas que necesiten, especialmente las materiales. Que a esas vidas destruidas no les falte lo necesario para vivir y puedan salir adelante lo más dignamente posible. Y si eso significa que la institución tiene que arruinarse, que se arruine. Y si tiene que vender palacios, iglesias y hasta el propio Vaticano, que lo haga. Vale más la vida de un inocente que todas las riquezas eclesiásticas acumuladas durante tantos siglos.

La segunda medida tendría que ser la expulsión ipso facto de todos los obispos encubridores. Porque muchos de ellos ordenaron a esos abusadores y otros los encubrieron y no ejercieron uno de sus papeles primordiales: el de ‘inspector’. A la calle, por no ejercer su responsabilidad in vigilando, muchos o casi todos. Porque el ‘cáncer’ del encubrimiento era sistémico. La punta del iceberg ha aflorado en Estados Unidos, Chile, Irlanda…pero en las iglesias de todos los demás países del mundo se funcionaba de la misma manera.

El abuso era considerado un ‘pecadillo’, al cura se le cambiaba de parroquia o, en última instancia, se le mandaba a misiones y se le pedía que se arrepintiese y se confesase, para seguir pecando. Y nunca o casi nunca se consideraba el abuso un delito y, por lo tanto, no se remitía a los abusadores a la justicia civil. La situación ideal para los depredadores sexuales, que, revestidos del poder sagrado (la máxima expresión del poder), tenían acceso ilimitado a niños, niñas, mujeres y hombres (según sus apetencias) y, además, sabían que estaban protegidos por la ‘omertá’ eclesial.

macielsinteirJuan Pablo II y Marcial Maciel

No en vano el cardenal Castrillón, alto curial de la época de Juan Pablo II recientemente fallecido, decía que el obispo no podía denunciar a sus curas abusadores, porque es un padre para sus sacerdotes y un padre no denuncia a sus hijos, aunque sepa que son criminales.

Por eso, en tercer lugar, el Vaticano tendría que pedir perdón y revisar las responsabilidades de altos cargos curiales en la dinámica sistémica del encubrimiento. ¿Qué sabía Juan Pablo II de todo esto? ¿Su secretario personal, monseñor Dziwisz, y su Secretario de Estado, cardenal Sodano, le hacían llegar los casos de abusos que, ya entonces, proliferaban en la institución? ¿Por qué el Papa Wojtyla nunca condenó a un depredador sexual como Marcial Maciel y, al contrario, lo bendijo y lo presentó como modelo para la juventud? Depurar responsabilidades en una Curia que rigió los destinos de la Iglesia con mano de hierro hasta la llegada de Francisco al solio pontificio.

Es urgente, en cuarto lugar y como dice el propio Francisco, conseguir una “transformación eclesial y social” respecto a este tema. La eclesial, que es la que le corresponde a la institución, pasa por acabar, de una vez por todas, con el clericalismo, la otra gran plaga del catolicismo, que alimenta la dinámica del abuso sexual, de poder y de conciencia. Cristo no quiso una Iglesia clerical, pero es el tipo de Iglesia que se impuso y que sigue vigente. ¿Hasta cuándo? ¿Cuándo será real y efectiva la corresponsabilidad de lo laicos?

En quinto lugar y como consecuencia de una Iglesia laical y ‘pueblo de Dios’, habría que revisar todo el andamiaje de la doctrina moral, especialmente de la moral sexual. Reivindicar una sexualidad normalizada y bien entendida es una de las asignaturas pendientes de la institución. Hay que reconocer la importancia de la sexualidad en la vida de las personas y no reprimirla en sus propios cuadros: monjas y curas que, para ser castos, tienen que reprimir sus instintos y poner puertas al mar de la libido. Casi siempre sin éxito alguno y con derivas pecaminosas y delictivas.

clericalismoDe ahí que, en sexto lugar y mientras no se cambia el modelo clerical, la Iglesia debería instaurar, desde ya mismo, el celibato opcional para sus sacerdotes. El carisma del voto de castidad, para los religiosos. El carisma celibatario no puede imponerse para acceder al sacerdocio. El apóstol Pedro estaba casado y el celibato obligatorio es una ley eclesiástica que, así como se impuso, puede derogarse. Y ya tarda.

Y, por último, entre las medidas urgentes a tomar, ocupa un lugar primordial la inmediata equiparación de la mujer al hombre en la Iglesia. A todos los niveles. Incluso y como es lógico, en el acceso al altar y al sacerdocio. Si el laico es un ciudadano de segunda en la Iglesia, la mujer no llega a ciudadana de tercera.

Sólo así, con estos siete requisitos (y quizás alguno más) se pueden cumplir, a mi juicio, las cinco condiciones de una buena confesión, especialmente la última: cumplir realmente la penitencia del tsunami de los abusos sexuales, de poder y de conciencia.

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Raúl Olmos: “Los seguidores de Maciel financian parte del Estado Vaticano”

Jueves, 7 de enero de 2016
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maci_560x280índiceEl periodista publica “El imperio financiero de los Legionarios de Cristo”

Invierten millones de dólares en armamento, preservativos, alcohol o pornografía

Una transnacional de la religión”, así define el periodista Raúl Olmos a los Legionarios de Cristo, después de investigar durante más de un lustro las extensas redes de poder de la congregación fundada por Marcial Maciel.

De los Legionarios se había dicho todo, principalmente lo relacionado a los escándalos de pederastia y a la doble vida de su fundador, pero poco se ha contado acerca del poder económico y la influencia política que despliega en todo el mundo.

Esto es lo que se propone Olmos en El imperio financiero de los Legionarios de Cristo (Grijalbo), un libro que comenzó a circular en diciembre de 2015, que narra y documenta cómo se fue construyendo un emporio que hoy tiene más liquidez que el propio Vaticano.

A partir de decenas de documentos y testimonios de miembros de la congregación -algunos de ellos cercanos colaboradores de Marcial Maciel-, Olmos va hilando una compleja maraña de asociaciones y escuelas con presencia en México, América Latina, Estados Unidos, Canadá y Europa, que llegan a recaudar hasta 300 millones de dólares en donativos que se invierten en decenas de fondos de empresas y compañías y que generan riquezas descomunales en paraísos fiscales.

Los “millonarios de Cristo”, se les llama con cierto humor e ironía en México; sin embargo, nadie había documentado la existencia de esa fortuna, la manera en la que Maciel operó para multiplicarla y para obtener influencia e impunidad ante la Santa Sede y ante los gobiernos mexicanos de todo signo político.

“Es una transnacional de la religión, porque tienen no sólo la cuestión educativa, sino apostolados con presencia hasta en Asia”, señala el autor, “pero en esta red también hay empresas que creó Maciel en lugares sin un perfil evangelizador; en Panamá, por ejemplo; en las islas Jersey, entre Inglaterra y Francia; Luxemburgo, Suiza… es una gran red de empresas creadas con fines de lucro, que es el punto a cuestionar.

El libro de Olmos arranca con una revelación: los millones de dólares que la Legión invirtió en fondos internacionales con nexos con la industria armamentista (United Technologies Corporation y Ametek Inc); empresas ligadas a la pornografía (Liberty Media, ligada a Private Media Group, o Comcast), el juego (Wynn Resorts), el alcohol (Diageo, Constellation Brands y Heineken) y los anticonceptivos (Johnson & Johnson y Pfizer, entre otras).

Un dato que, según Olmos, es muy Maciel.

“Es la característica de la Legión: Maciel, el hombre de dos o tres caras, que se presentaba como líder moral y era al mismo tiempo un criminal; una doble cara que contagia a la congregación y que la define, al menos en el tipo de fondos en los que durante décadas ha invertido millones de dólares”.

La multiplicación de esa fortuna ha construido un poder que, a decir del autor, no ha podido regular ni el Papa Francisco.

Raúl Olmos narra en el libro la compleja relación de la Legión de Cristo con El Vaticano.

En entrevista, el autor aporta un dato más para entender la relación actual de Francisco con la Legión: el 28 de octubre del año pasado, el Papa concedió la indulgencia plenaria a los Legionarios y a su brazo seglar, el Movimiento Regnum Christi, en el marco del 75 aniversario de la congregación, y a petición de su actual director general, Eduardo Robles Gil.

“Cuando llega el Papa Francisco había la expectativa de que él iba a extinguir la congregación, por ser un jesuita. Maciel odiaba a los Jesuitas, los veía como lo contrario a su forma de vida y de ser. Y los propios críticos dentro de la Legión veían con una gran expectativa la llegada de Francisco, quien nombra a un interventor de la legión para revisar sus cuentas. Pero no pasa nada. Y, hace unos meses, otorga la indulgencia plenaria, una especie de perdón”, señala Olmos.

-¿Por qué? -se le pregunta.

-Por una razón muy simple; su poder económico es tan grande, que cortarlos de tajo sería cortar un suministro de fondos al Vaticano enorme. Tan solo en donativos, lo que recibe la Legión equivale al presupuesto del Estado Vaticano: 300 millones de dólares. Ellos financian parte del Estado Vaticano. Sería darse un balazo en el pie.

Además, Francisco enfrenta divisiones internas: cuando ha querido hacer reformas, los grupos conservadores lo han acotado, y uno de esos es la Legión -explica Olmos.

De cara a la visita del Papa a México (del 12 al 17 de febrero próximos), el autor de este libro considera que esa indulgencia pudo haber sido una manera de preparar el terreno, un paso previo para que el tema no brinque durante su gira.

El Vaticano se enfrentará a una disyuntiva: no podrá romper con los Legionarios, pues ellos tienen la experiencia de haber organizado la logística y la agenda de los anteriores viajes papales, pero tampoco podrá haber una reconciliación pública.

El Papa siempre había tenido un discurso de condena hacia Maciel, y de repente la indulgencia, de repente los recibe en audiencias, y de repente va a visitarlos a Jerusalem, donde Juan Pablo II les regaló el Instituto Pontificio Notre Dame para que lo administren. Mi teoría es que lo que está detrás de esto es el poder económico de Los Legionarios y el ser un grupo conservador potente y poderoso, que tiene una gran influencia en el propio Vaticano y en México”, señala Olmos.

“La visita no va a ser para un rompimiento, no le convendría a Francisco, aunque tampoco va a haber una reconciliación pública. La Legión va a estar en la visita, va a operar desde las sombras, en logística y estructura”, añade.

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Médicos y psicólogos mexicanos desacreditan las tesis de la Iglesia católica sobre los gays

Sábado, 25 de julio de 2015
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soy-homosexual-tengo-hijos-soy-catolico1Jerarquía dijo que matrimonio gay es un “grave problema de salud pública”

Sus afirmaciones respecto a la homosexualidad “son completamente erróneas”

El principal problema de la posición de la iglesia es un desconocimiento insultante de la realidad, que justifica la aceptación de ideas que no están en la realidad científica

Psicólogos y médicos expertos en salud sexual en México rechazaron la posición de la iglesia católica de que el matrimonio entre personas del mismo sexo es un “grave problema de salud pública”. “No hay ninguna relación entre asignar derechos y la salud pública”, dijo Alexis Sorel, Coordinador de Democracia y Sexualidad, una organización que trabaja en educación sexual.

El principal problema de la posición de la iglesia es un desconocimiento insultante de la realidad, que justifica la aceptación de ideas que no están en la realidad científica.”, dijo el doctor Eusebio Rubio, Director de la Asociación Mexicana para la Salud Sexual.

Para Rubio, las afirmaciones de la Iglesia católica respecto a la homosexualidad “son completamente erróneas”.

La arquidiócesis de México publicó el martes un texto titulado “¿Por qué la Iglesia se opone al matrimonio gay?” en el que expresa opiniones sobre una serie de prácticas sexuales y su rechazo a que la ley reconozca el derecho de todas las personas a contraer matrimonio. La arquidiócesis afirma también que el matrimonio entre personas del mismo sexo es también un “riesgo que provoca daños a la salud física, psicológica y espiritual”.

Mientras Rubio manifiesta que “el seguimiento de la vida homosexual en pareja, de la vida parental y de la los hijos, propios o adoptados ya ha dado claridad científica que la salud física y mental de la persona la pareja y la familia dependen de que sean funcionales, no de la orientación sexual.

Sorel, psicólogo especialista en educación sexual, explicó que “un matrimonio consensuado, independientemente del sexo, no tiene por qué causar daño ni físico ni psicológico”.

El razonamiento de la jerarquía católica parte de la creencia de que el cuerpo humano “no está diseñado para la relación homosexual” porque en la práctica del sexo anal puede haber daño físico y exposición a infecciones. Pero Rubio afirma al respecto que “la penetración no es la actividad preferente de los homosexuales. Es una muy desafortunada ignorancia. Se suponen inferencias muy gratuitas”.

Otra de las ideas del artículo de la Iglesia católica es que la mayoría de los homosexuales muestra “inclinación hacia un estilo de vida promiscuo”, lo que vincula con la propagación de enfermedades de transmisión sexual. Pero en realidad, como explica Sorel, “no todos los hombres que tienen sexo con otros hombres son homosexuales, y el impacto en cuanto a contagio se está minimizando progresivamente”.

Sorel detalla que “el sexo anal no es exclusivo de la comunidad gay” y que el primer grupo de personas infectadas de VIH “son heterosexuales que viven como heterosexuales y tienen algún comportamiento homosexual”.

Rubio añade que “el VIH está en las personas homosexuales, pero no es por la preferencia homosexual sino por ciertas prácticas. Es un error de conceptualización médica muy grave pensar lo contrario”.

Sobre el uso de preservativos la iglesia afirma que “se sabe que deja pasar virus microscópicos así que realmente no ofrece segura protección”.

La Comisión Nacional para la Prevención y el Control del VIH, dependiente de la Secretaría de Salud, señaló que los preservativos “protegen hasta en un 95% y el 5% de falla se debe prácticamente a error humano”.

“Desde la fe” es un medio de comunicación de la Arquidiócesis de México del que se distribuyen 625.000 ejemplares encartados en 70 periódicos católicos. Su misión es “orientar en la fe a la comunidad católica de México y la aplicación de ésta en la vida cotidiana”.

Su postura coincide con la de la Iglesia católica. En Mayo, el cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado del Vaticano calificó la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo es una derrota para la humanidad.

La Iglesia católica ha perdido gran parte de su autoridad debido a la aparición continua de escándalos de abuso sexual de sacerdotes a niños.

Fue de especial relevancia el caso del sacerdote mexicano Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, asiduo de la pederastia y que coaccionó a niños a los que también drogaba para abusar de ellos. Como una investigación de Associated Press descubrió, el Vaticano tuvo conocimiento desde 1948 de los delitos pero decidió ignorarlos.

En México, sólo tres estados, el Distrito Federal, Coahuila y Quintana Roo permiten el matrimonio entre personas del mismo sexo. Pero en junio, una decisión de la Corte Suprema de Justicia estableció que todos los jueces del país deberán permitir que se casen si se presenta un recurso a una denegación de matrimonio.

Fuente Religión Digital/Agencias

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El líder de los Legionarios en Chile, culpable de abusos a una menor

Domingo, 19 de octubre de 2014
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el-capellan-del-colegio-cumbres¿Sobre esto no dice nada Réig Plá?

El capellán abusó sexualmente de una alumna del colegio

John O´Reilly fue apartado de sus funciones en el exclusivo colegio Cumbres tras conocerse los testimonios

El sacerdote irlandés enfrenta una pena de cárcel de 10 años

La Legión acoge “con dolor y respeto” la condena a John O’Reilly

Condenado: “Soy absolutamente inocente”

La justicia chilena declaró el miércoles culpable al sacerdote John O´Reilly, líder de los Legionarios de Cristo en el país, por abusos sexuales reiterados contra una menor de un colegio de la capital en el que se desempeñaba como capellán.

La lectura de la sentencia, en que se podría determinar pena de cárcel de 10 años y un día como solicita la fiscalía, se conocerá en el 11 de noviembre, en un nuevo caso que dejó en evidencia los abusos cometidos por miembros de la Iglesia Católica contra menores en los últimos años.

La causa de pederastia contra O´Reilly profundiza la crisis de los Legionarios de Cristo, una de las más conservadoras y poderosas congregaciones de la Iglesia católica, que sucumbió cuando su fundador, el mexicano Marcial Maciel, fue separado de la orden por acusaciones de abuso sexual a menores.

Ahora y tras dos meses y medio de investigación, la justicia chilena entregó su veredicto contra el sacerdote irlandés por abusos cometidos entre el 2007 y 2009.

“El tribunal ha dado por establecido por mayoría de sus integrantes, más allá de toda duda razonable, los siguientes hechos (…) O´Really resolvió realizar acciones de significación sexual mediante el contacto corporal con una alumna del colegio, dijo la jueza María Teresa Barrientos en su fallo.

 Una de las mayores pruebas contra O´Reilly fueron los testimonios de abusos de las hermanas Josefina y Catalina, los cambios conductuales y estudios psicológicos, según relatos de los abogados acusadores.

“Durante los alegatos (…) hay relatos que son consistentes y contundentes por parte de las menores frente a este tribunal”, dijo José Ignacio Escobar, abogado querellante. La defensa, en tanto, desestimó las pruebas al argumentar que los querellantes basaron sus denuncias sobre una “posibilidad que existió” y que nunca se pudo probar de que O´Really estuvo solo con las niñas.

Escuchamos relatos que están contaminados, que no tienen ningún valor, que son producto de la sugestión y de la sugestabilidad con la cual trataron todas estas conductas desde el punto de vista de los peritajes y entrevistas que se hicieron a estas menores“, dijo Luis Hermosilla, abogado del religioso.

El capellán del exclusivo colegio Cumbres, quien fue apartado de sus funciones para enfrentar la causa, llegó a Chile en 1985 y desde entonces construyó amistades con importantes empresarios y políticos de centro derecha.

Fuente Religión Digital

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Cardenal Franc Rodé: “Francisco es excesivamente de izquierdas”

Lunes, 6 de octubre de 2014
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220px-Cardinal_Franc_RodePues sí que está revuelta la Caverna…

El cardenal, crítico con el Papa: “Esta gente habla mucho pero resuelven pocos problemas“

El purpurado es uno de los cinco que se opone a las propuestas del Sínodo de Obispos

Non è Francesco“: un libro cuestiona la legitimidad del Papa Francisco

El Papa dice que la sociedad y la Iglesia necesitan “familias felices”

Papa: “La salvación está en Jesús, no en los preceptos de los hombres”

La oposición a Francisco cada vez es menos silenciosa. Hasta llegar a la descalificación, como sucede con las recientes declaraciones del cardenal Franc Rodé, uno de los purpurados que se han opuesto abiertamente a las propuestas del Sínodo de los Obispos. Francisco es excesivamente de izquierdas, asume Rodé en una entrevista con la agencia eslovena STA, donde añade que Bergoglio es deesta gente que habla mucho pero resuelven pocos problemas“.

En la entrevista, el cardenal -quien ya fuera acusado hace años de complicidad con el pederasta Marcial Maciel, y que en 2012 hubo de someterse a un examen de ADN para descartar ser el padre de un hijo- Rodé confesó que las opiniones y el contenido de los escritos del Santo Padre en cuestiones económicas y de justicia social “son excesivamente de izquierdas”.

“Se nota que (el Papa) está ceñido por el ambiente del cual proviene” sostuvo el cardenal Rodé. Tras halagar la genialidad del Papa Francisco ante los medios de comunicación, sin quitarle ningún mérito a su simpatía y carisma personal, el cardenal insistió en que “en Sudamérica hay grandes diferencias sociales, y debates sobre esta situación ocurren diariamente”, sin embargo, no se limitó al afirmar que “esta gente habla mucho pero resuelven pocos problemas”.

Esta no es la primera vez que el cardenal Rodé se envuelve en polémica. Franc Rodé sigue siendo recordado como uno de los tres cardenales acusados de por las víctimas del P. Marcial Maciel por haber encubierto al fundador de los Legionarios de Cristo, ocultando al Papa San Juan Pablo II los crímenes del sacerdote.

El cardenal Rodé, está también acusado por muchos de mantener un estilo de vida de grandes lujos, así como por una “capitalización” excesiva de la archidiócesis de Liubliana.

Fuente Religión Digital

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“¿Dos papas santos? Juan Pablo II vs Juan XXIII”, por Jesús Bastante.

Lunes, 28 de abril de 2014
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canoni_560x280De su blog El Barón Rampante:

Francisco : “San Juan XXIII y San Juan Pablo II no se avergonzaron de la carne de Cristo ni del hermano”

El Papa : “Juan XXIII y Juan Pablo II fueron dos hombres valerosos”

Juan XXIII y Juan Pablo II, inscritos en el libro de los santos

El rey rememora al ‘Papa Bueno‘: “España es una sonrisa de Dios

El día de los cuatro Papas

La gloria de los dos sumos pontífices santos, según Francisco

Martín Gelabert: En compañia de Juan XXIII

Juan XXIII: un papa bueno no es una redundancia

Juan Pablo II: las sombras de un pontífice luminoso

Rafael Plaza Veiga: Karol Wojtyla, un “santo súbito” por la puerta de atrás

Víctimas de abusos exigen paralizar la canonización de Wojtyla

Dos papas vivos y dos papas santos

La autenticidad de Juan XXIII: No quiso que le besasen los pies

Juan Pablo II: ¿Sabes quiénes se oponen a que sea santo y por qué?

La canonización, en fotos

Fotos | Canonización de dos papas

Este domingo, se vivirá una jornada histórica en Roma. Por primera vez, se darán cita cuatro papas en la plaza de San Pedro. Francisco canonizará a dos de sus antecesores, Juan XXIII y Juan Pablo II, en presencia de su inmediato antecesor, el emérito Benedicto XVI. Más de un millón de fieles abarrotan ya la Ciudad Eterna. En su mayoría, los antiguos “papaboys”, que siguieron a Juan Pablo II por todo el mundo, y que hace nueve años gritaron aquel “santo subito” desde esta misma plaza.

Y es que la de Karol Wojtyla será la canonización más rápida de la bimilenaria historia de la Iglesia. Una canonización polémica, pues la figura del Papa polaco tiene muchos puntos oscuros. Al contrario que la de Juan XXIII, el Papa bueno, el que abrió las puertas al Concilio Vaticano II, que empujó a la Iglesia católica al siglo XX después de 450 años anclada en la Contrarreforma de Trento.

No hay muchas dudas sobre la santidad de Juan XXIII. Sin embargo, son muchos los que han pedido al Papa que frene la de Juan Pablo II. La actuación de la Iglesia católica ante los abusos sexuales durante su pontificado y, especialmente, el caso del pederasta Marcial Maciel, a quien Wojtyla calificó de “guía ejemplar de la juventud”, salpica, y mucho, la santidad del papa polaco.

¿Por qué canonizar a la vez a dos papas tan diferentes? Los más optimistas aseguran que Francisco ha querido aunar las dos “almas” que laten en la Iglesia católica actual. Los adalides de una Iglesia conservadora, aferrada al dogma y obsesionada por la moral sexual y la incidencia pública, que durante los últimos 35 años han gobernado a sus anchas tanto en el Vaticano como en la Iglesia universal (el modelo Wojtyla y sus colaboradores: kikos, Opus Dei, Legionarios de Cristo, Comunión y Liberación…); y los que optan por una Iglesia más aferrada al Evangelio y a la opción preferencial por los pobres, que no viva aferrada al cumplimiento de unas normas sino que trata de cumplir el sueño de Jesús de Nazaret de construir una sociedad más justa y solidaria.

Esta podría ser la razón por la que el Papa Bergoglio hubiera decidido la canonización de Juan XXIII sin necesidad de haber confirmado un milagro atribuido a su intercesión. Dado que el ascenso a los altares de Juan Pablo II parecía inevitable, Francisco quiso al menos colocar un “contrapeso” con el Papa bueno, y de paso reivindicar los frutos del Concilio Vaticano II, de cuyo arranque se acaba de cumplir medio siglo.

No cabe duda que Bergoglio está más cercano a la Iglesia que soñó Juan XXIII que la que dejó atada y bien atada Juan Pablo II, pero también que las reformas que Francisco siente que necesita la Iglesia no será posible si deja fuera a -querámoslo o no- millones de católicos conservadores que tienen que adaptarse al nuevo modelo surgido del cónclave que eligió al primer pontífice americano de la historia.

Juan XXIII es el modelo de Iglesia de puertas y ventanas abiertas, de preguntas, de libertad y de alegría. El Papa Roncalli, que apenas dirigió la Santa Sede durante cinco años, convocó un Concilio que revolucionó la historia de la Iglesia. Porque, por muy difícil que nos resulte pensarlo, hasta hace 50 años, era impensable tener una Biblia en casa, escuchar una misa en tu propia lengua, los judíos eran considerados culpables de la muerte de Jesús y los otros cristianos eran poco menos que herejes. Por no hablar de musulmanes o ateos. Con Juan XXIII, las mujeres y los laicos comenzaron a tener protagonismo en la Iglesia, y la institución se comprometió a la opción preferencial por los pobres y a una relación con el mundo y con la sociedad basada en la igualdad.

Como todo sueño, la “primavera” conciliar no duró mucho, y tras la muerte de Juan XXIII los perdedores del Concilio -que controlaban la todopoderosa Curia vaticana- comenzaron a mover sus hilos, ahogando las intenciones del sucesor de Juan, Pablo VI, y comenzando el golpe de timón. La muerte jamás explicada de Juan Pablo I (apenas 33 días) y la elección de Juan Pablo II consumaron un progresivo “invierno eclesial” que duró 35 años y que tuvo al papa polaco y a su sucesor, Joseph Ratzinger, como principales protagonistas.

Frente al imperio de la conciencia auspiciado por Juan XXIII, Juan Pablo II impuso una férrea doctrina, especialmente en lo político y en la moral sexual; frente a la opción por los pobres, llegó la condena a la Teología de la Liberación; frente a la apuesta por la cercanía y el diálogo con el mundo, vino la denuncia de la secularización y la imposición de una moral exclusiva ; frente al diálogo interreligioso, la declaración de que fuera de la Iglesia católica no había salvación.

En todo caso, la canonización de este domingo no dejaría de ser un acto “privado” de aquellos que se consideran católicos, si no fuera por el gran escándalo que salpica la vida de un papa que, por otro lado, batió todos los récords de permanencia, viajes y presencia mediática: los abusos sexuales. Una lacra que ha salpicado a la Iglesia católica en todo el mundo, y que resulta doblemente sangrante porque, además de los abusos en sí (que no afectan a todos los eclesiásticos, sino a una ínfima minoría), se produjo una política sistemática de ocultamiento de los mismos.

Durante décadas, la política eclesiástica hizo callar a las víctimas y defendió al agresor, a quien a lo sumo se trasladaba de parroquia, ocultando bajo mil capas el delito. No se tomaron medidas, no se denunció a las autoridades ni se colaboró con ellas en la investigación. Hasta finales de los años noventa, cuando comenzaron las primeras denuncias colectivas en Estados Unidos, la pederastia en la Iglesia era denunciada como una burda mentira de los medios de comunicación. Y sin embargo, ha habido decenas de miles de casos en los cinco continentes.

Juan Pablo II “no supo advertir la magnitud de este problema”, acaba de reconocer quien fuera su portavoz, Joaquín Navarro Valls. ¿No sabía el Papa lo que estaba pasando? ¿O no le dio importancia? En cualquiera de los casos, la política de la Iglesia católica ante la pederastia fue demencial, y sólo comenzó a cambiar cuando, ya agonizante Juan Pablo II, Ratzinger se decidió a investigar el gran escándalo: el del fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, condenado en 2006 pero cuyas denuncias habían llegado a Roma desde 1948.

¿Se debe canonizar a un Papa que consintió, por omisión o desconocimiento, los abusos sexuales y que nombró “apóstol de la juventud” a un brutal pederasta? ¿Podría Francisco paralizar un proceso que ya estaba más que cerrado cuando llegó al Papado? ¿Es Juan XXIII, como señalan Redes Cristianas, un “comodín” para subir a los altares a Wojtyla sin hacer demasiado ruido? Este domingo, pocos pensarán en ello desde esta abarrotada plaza de San Pedro. Dos papas vivos, y otros dos, “santos”.

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Navarro Valls asegura que Juan Pablo II “fue informado” del proceso contra Marcial Maciel.

Domingo, 27 de abril de 2014
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juan-pablo-ii-bendiciendo-a-marcial-macielLeemos en Religión Digital:

El ex portavoz vaticano reconoce que el Papa no advirtió la magnitud de los casos de abusos

Benedicto XVI le ordenó comunicar a los medios la sanción al fundador de la Legión

Xabier Pikaza: Juan Pablo II: Mano fuerte, canonización discutida

Juan Cejudo, No comparto la decisión de canonizar a Juan Pablo II

La diócesis de Utrech reconoce los abusos sexuales de su obispo en la década de los cincuenta: Entre 10.000 y 20.000 menores, víctimas en Holanda

Juan Pablo II fue informado de las pesquisas hechas por la Congregación para la Doctrina de la Fe contra el fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, iniciadas al final de su pontificado, reveló hoy Joaquín Navarro-Valls.

En un encuentro con periodistas, en la sala de prensa del Vaticano, el ex portavoz papal recordó que la investigación canónica de las denuncias contra Maciel por abusos sexuales a menores comenzó todavía cuando Karol Wojtyla estaba vivo.

Pero aclaró que a su fallecimiento, en abril de 2005, el proceso no había sido terminado, al menos en cuanto a la determinación final de la Doctrina de la Fe.

El primer paso fue mandar a (Charles) Scicluna, (promotor de justicia de la Doctrina de la Fe), a hablar con todas las personas. Esto ocurrió durante el pontificado de Juan Pablo II y el Papa fue informado de este proceso, indicó.

“Comprobar un caso de estas dimensiones tomó tiempo, aunque estaba referido a una sola persona tenía muchos involucrados. Cuando todo el material recopilado por Scicluna fue traído aquí y se llegaron a las conclusiones, ya el Papa había fallecido“, agregó.

Aseguró que al inicio del pontificado de Benedicto XVI, él habló con el Papa y le señaló que, pese a tratarse de un caso triste, debía ser comunicado a la opinión pública.

Sostuvo que el Papa no reflexionó mucho, le hizo un par de preguntas y decidió: informe mañana. Entonces Navarro-Valls precisó: “Al otro día yo lo hice”.

“Juan Pablo II no tuvo en la mano el resultado de esta investigación pero sabía que había comenzado el proceso, para ir a fondo en ese caso”, ponderó.

El caso de Marcial Maciel, culpable no sólo de abusos contra menores sino también de otros actos inmorales (como por ejemplo haber procreado varios hijos con diversas mujeres), ha sido una de las principales críticas de los detractores de la canonización de Juan Pablo II.

Navarro-Valls se refirió también a la reacción de Wojtyla ante los primeros casos de abusos sexuales contra menores que comenzaron a llegar al Vaticano a finales de los años 90 del siglo pasado.

Reconoció que el Papa no se dio cuenta inmediatamente de la magnitud del flagelo, porque “nadie lo había comprendido en ese momento”.

“Este cáncer comenzó en una zona geográfica concreta, en Estados Unidos, y con casos aislados. Por otra parte esos casos aislados que habían aparecido en ese tiempo, se referían a episodios de mucho tiempo antes, unos 30 años antes. Esto no hacía el problema menos grave, pero era así, precisó.

“Pero poco a poco esto fue creciendo, el Papa se preocupó mucho. Para la pureza de su pensamiento aceptar esa realidad era imposible, era increíble, pero la aceptó”, agregó.

El exportavoz señaló que la primera respuesta del pontífice fue tomar inmediatamente decisiones. Entre otras cosas convocó a Roma a todos los cardenales de Estados Unidos, ante la imposibilidad de llamar a la totalidad de los obispos, que era un número muy alto.

En su reunión con los cardenales se abordaron los casos que ya comenzaban a salir a la luz y se establecieron determinaciones concretas, que eran de naturaleza jurídica.

“Una de las decisiones fue la de dar plenos poderes, de acuerdo con la ley eclesiástica o fuera de la vigente ley eclesiástica, a la Congregación para la Doctrina de la Fe, al cardenal Ratzinger. Así se inició un proceso de aclaración y de saber qué hacer”, estableció.

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La Santa Sede recibió denuncias de los abusos de Maciel desde finales de los años 40.

Miércoles, 23 de abril de 2014
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macielsinteirWojtyla frenó en 1999 la investigación iniciada por Ratzinger desde Doctrina de la Fe

El fundador de la Legión sigue siendo una pesada losa en la memoria del futuro San Juan Pablo II

(Jesús Bastante).- La Santa Sede recibió denuncias de abusos contra Marcial Maciel desde 1948. Y no hizo nada hasta casi medio siglo después, según se desprende de los documentos publicados en la web La Voluntad de no saber, que reflejan explícitamente cómo hubo multitud de ocasiones, con distintos papas, para atajar los desmanes del fundador de la Legión de Cristo, designado por el futuro San Juan Pablo II como “guía eficaz de la juventud”.

 La primera denuncia, según se lee en el índice, llegó al obispo de Cuernavaca en diciembre de 1944. En ella, el joven Luis de la Isla y sus padres denunciaban abusos de Maciel, pero ni actuó en consecuencia y envió informe al Vaticano.

 La primera vez en que las denuncias llegan a Roma es desde España. Dos jesuitas de Comillas enviaron en 1948 sendos informes a la entonces llamada Sagrada Congregación de Religiosos. En 1954, apuntan los documentos, fue el Arzobispado de México quien pidió informes sobre el fundador al legionario Federico Domínguez, quien habló por primera vez de la adicción a la Dolantina de Maciel. El informe llegó al Vaticano.

 Dos años después, el arzobispo de México y el nuevo obispo de Cuernavaca denunciaron por pederastia y adicción a las drogas a Maciel, pidiendo la suspensión temporal de éste. Hay que recordar que durante algunos años (durante el final del pontificado de Pío XII y el de Juan XXIII) Maciel fue apartado temporalmente de la dirección del instituto.

 En 1962, confirman los documentos que se pueden leer en la web, un farmacéutico de San Sebastián y un sacerdote enviaron denuncias sobre la compra y consumo de drogas e intento de corrupción de autoridades por parte de Marcial Maciel.

 Hasta 1976 no se produjo una nueva denuncia, cuando dos ex legionarios lo hicieron en Estados Unidos, enviando copia de la demanda a Roma. Finalmente, en febrero de 1997, un grupo de ocho ex legionarios -entre ellos Félix Alarcón o Juan José Vaca– lograron que la denuncia contra Maciel alcanzara los medios de comunicaicón internacionales.

 No fue, sin embargo, hasta 2002-2005, cuando Benedicto XVI se decidió a reabrir el caso, que había sido bloqueado en 1999 -Ratzinger, entonces, era prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe- por Juan Pablo II. Ratzinger envió a unos visitadores a recabar información, y acabó suspendiendo definitivamente a Maciel, que murió conminado a una vida de oración, apartado de cualquier contacto público.

 En 2010, finalmente, Benedicto XVI intervino a la Legión, nombrando un Delegado Papal, el cardenal De Paolis, con el encargo de “purificar” a la Legión de Cristo.

 El “caso Maciel” es, sin duda, una losa en el pontificado de Juan Pablo II, hasta el punto de que son muchos los que han solicitado a Francisco la paralización de su canonización, que se llevará a cabo este domingo, junto a la de Juan XXIII.

 Los documentos muestran que la Santa Sede estaba enterada del abuso de drogas por parte de Maciel, de sus abusos sexuales y las irregularidades financieras desde 1956, cuando ordenó una investigación inicial y lo suspendió dos años para curarse de una adicción a la heroína.

 Sin embargo, durante décadas y gracias a la habilidad de Maciel de mantener silenciados a sus propios sacerdotes, su habilidad para colocar a legionarios confiables en puestos clave en el Vaticano y su cuidadoso cultivo de relaciones con los cardenales vaticanos, obispos mexicanos y católicos poderosos y acaudalados, Roma prefirió mirar hacia otro lado.

Fuente Religión Digital

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“Los papas y la pederastia”, por Guillermo Sánchez

Domingo, 23 de febrero de 2014
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NiñollorandoLeído en La Excepción:

Un informe del Comité de los Derechos del Niño de la ONU del 5 de febrero de 2014 destaca el incumplimiento por el Vaticano de la Convención de los Derechos del Niño.

La Iglesia Católica Romana (ICR) ha sido tradicionalmente, y sigue siendo, más dura que nadie en su moralismo sexual. No se ha limitado a establecer unos criterios y normas de conducta sobre sus fieles, sino que siempre ha intentado imponerlos sobre el conjunto de la sociedad (algo que ha conseguido en los estados confesionales). Es una organización que presume de su identidad cristiana y de su excelencia moral.

Para colmo, la ICR introdujo en la Edad Media normas absurdas y totalmente contrarias al evangelio, como el celibato de los ministros. Aunque ciertos estudios afirman que el celibato no incide en un mayor índice de abusos, lo cierto es que hasta representantes de la propia ICR han reconocido esa relación. Por ejemplo, el cardenal británico O’Brien declaró: «Me doy cuenta de que muchos curas han encontrado muy difícil gestionar el celibato» (La Razón, 25.2.13); él mismo renunció ante Benedicto XVI “por motivos de edad” tras ser acusado por sacerdotes y seminaristas «que supuestamente fueron víctimas de la conducta indebida del cardenal cuando se encontraban bajo su tutela durante la década de los 80» (La Razón, 25.2.13). Por cierto, pidió perdón y renunció, pero no se entregó a las autoridades para responder de sus delitos.

Desde que se han ido destapando los incontables abusos cometidos en el seno de la ICR en las últimas décadas (en realidad estos hechos han ocurrido siempre, como demuestra la historia –p. ej., ya en el siglo XVII “san” José de Calasanz encubrió a un abusador–), muchos jerarcas y apologetas (como el cardenal Dolan) se han defendido diciendo que otros colectivos presentan unas tasas más altas de abusos a niños. Pero el caso es que, aparte de la exactitud o no del argumento y de la miseria moral que implica, esos otros colectivos no han tejido nunca una red jerárquico-administrativa tan gigantesca para tapar los abusos del colectivo, como ha hecho el papado. Esa es la clave.

La misma estrategia victimista aplicó el cardenal Ratzinger en 2002, cuando afirmó: «Estoy personalmente convencido de que la permanente presencia de pecados de sacerdotes católicos en la prensa, sobre todo en Estados Unidos, es una campaña construida, pues el porcentaje de estos delitos entre sacerdotes no es más elevado que en otras categorías, o quizá es más bajo. En Estados Unidos vemos continuamente noticias sobre este tema, pero menos del 1% de los sacerdotes son culpables de actos de este tipo. La permanente presencia de estas noticias no corresponde a la objetividad de la información ni a la objetividad estadística de los hechos. Por tanto, se llega a la conclusión de que es querida, manipulada, que se quiere desacreditar a la Iglesia» (citado en Zenit, 19.4.05; añadimos negrita en las citas).

Las implicaciones de Juan XXIII, Juan Pablo II y Benedicto XVI

El veneradísimo Juan XXIII (en proceso de canonización por la ICR) ya emitió en 1962 un documento que «se centra, en principio, en la relación sexual entre un sacerdote y un miembro de su congregación. Sin embargo, en la medida en que se avanza en la lectura del texto se hallan instrucciones referidas a “las obscenidades perpetradas por un clérigo con un joven de cualquier sexo, o con animales”. Los obispos de todo el mundo eran llamados a manejar estos casos de la manera “más secreta posible”» (Diario de Córdoba, 18.8.03).

Posteriormente, tal como resumía y documentaba Paolo Flores d’Arcais en un artículo imprescindible (El País, 14.4.10), el papa Juan Pablo II y su cardenal prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y después papa, Joseph Ratzinger «impusieron una obligación taxativa a todos los obispos, sacerdotes, personal auxiliar, etcétera, para que no llegara a las autoridades civiles nada de lo que tuviera que ver con casos de pedofilia eclesiástica». Un motu proprio de Wojtyla señalaba: «Cada vez que el ordinario o el superior tuvieran noticia con cierta verosimilitud de un delito reservado, tras haber realizado una indagación preliminar, la señalarán a la Congregación para la Doctrina de la Fe». Como explica Flores d’Arcais, «papa y prefecto informados de todo (es más, siendo los únicos en saberlo todo) son, exclusivamente, quienes tienen la primera y última palabra acerca de los procedimientos que se han de seguir. La “pena” máxima (casi nunca infligida) no va más allá de la reducción al estado laico del sacerdote. Por lo general, el castigo se limita a trasladar al sacerdote de una parroquia a otra. Donde, obviamente, reiterará su delito. “Pena” exclusivamente canónica, en todo caso. No ha de efectuarse denuncia alguna ante las autoridades civiles: “Las causas de esta clase quedan sujetas al secreto pontificio“», secreto cuya terrible naturaleza criminal se explica en el artículo.

Siendo Ratzinger papa, el cardenal de Nueva York Timothy Dolan pidió permiso al Vaticano en 2007 para blindar 57 millones de dólares ante la avalancha de demandas por abusos sexuales. «Entre los archivos hay una carta que Dolan envió al Vaticano en la que se explica esta transferencia de fondos en 2007: “Con este movimiento preveo una mejor protección de los fondos ante cualquier reclamo legal o de responsabilidad”, recoge. El Vaticano aprobó la solicitud en cinco semanas. […] Los archivos también revelan que persuadió a sacerdotes acusados de abuso para que abandonaran voluntariamente la Iglesia a cambio de sustanciosos beneficios, y cómo frenó los procedimientos canónicos impulsados desde Roma para echar a los que no cooperaban. En una ocasión, el Vaticano tardó cinco años en expulsar a un sacerdote abusador. […] “A medida que las víctimas se están organizando y se hacen públicos más casos, la posibilidad de un escándalo es cada vez más real“, escribió Dolan en 2003 en otra carta dirigida al entonces cardenal Joseph Ratzinger» (El País, 2.7.13).

En 2010 el Tribunal Supremo de Estados Unidos atendió el caso de una víctima que había sido objeto de abusos en Oregón en los años 60 por parte de un cura irlandés que ya había sido acusado de pederastia en Irlanda y posteriormente en Chicago. El Tribunal Supremo (con una mayoría de jueces católicos desde hace años) solicitó opinión al gobierno de Obama, quien «pidió a la Corte Suprema de su país otorgar al Vaticano inmunidad en los juicios de sacerdotes acusados de haber cometido abusos sexuales contra menores de edad en Estados Unidos» (TeleSur, 26.5.10). De este modo, Ratzinger y los jerarcas vaticanos se libraban de la posibilidad de tener que declarar en un tribunal. Ya en 2005 George Bush había otorgado inmunidad a Ratzinger, cuando la “Santa” Sede la había solicitado al convertirse este en jefe de estado por su cargo de papa (Diario Vasco, 29.3.10). Como siempre, los grandes poderes del mundo se unían para apoyarse en la impunidad y el abuso (ver El Eje Washington-Vaticano).

Posteriormente, el Tribunal Penal Internacional también cerró la vía de procesar a Ratzinger y sus colaboradores (Religión Digital, 15.5.13), y el Tribunal de Apelación de Oregón dictaminó contra la responsabilidad del Vaticano, con el argumento de la “Santa” Sede no tiene control de lo que hacen todos los sacerdotes en el mundo (La Razón, 7.8.13). Pero se obviaba la clave del asunto, que son las medidas obstruccionistas establecidas sistemáticamente por el papado.

Sólo como consecuencia de los escándalos difundidos por los medios de comunicación, Benedicto XVI, gravemente implicado en los encubrimientos durante décadas, comenzó a tomar algunas medidas, más de prevención que de resolución de casos del pasado (es decir, hasta hoy se mantiene la impunidad). Ha sido recientemente cuando la jerarquía ha empezado a dar instrucciones (y no lo está haciendo siempre) de que no se limiten a denunciar la pederastia internamente, sino que además se denuncie ante las autoridades civiles.

Ratzinger actuó enérgicamente en el caso del abusador Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, cuyos crímenes Juan Pablo II (también en proceso de canonización) y él mismo habían tapado sistemáticamente, como siguen denunciando sus víctimas. (Maciel falleció oportunamente, y sin haber sido procesado por sus fechorías, poco después de ser forzado a retirarse.) Por estas medidas, algunos cubrieron a Ratzinger de elogios, calificándolo de “barrendero de Dios” (¡!).

Con ocasión del último cónclave, el obispo maltés Charles Scicluna, fiscal del tribunal de la Doctrina de la Fe, ante la pregunta de si era justo que cuatro cardenales implicados por los escándalos de abusos estuvieran habilitados para elegir al nuevo papa, respondió: «Todos somos pecadores, y Dios sabrá obtener también cosas buenas de su presencia en el cónclave. Debemos tener cuidado al apuntar con el dedo acusador. Por lo demás, el primer colegio de apóstoles tampoco era para canonizarlo enteramente» (Páginas Digital, 26.2.13).

Como señala Alberto Athié, un antiguo sacerdote que denunció durante años sin éxito los sistemáticos abusos sexuales de Maciel (y cuyas denuncias ante la ONU finalmente consiguieron que ésta emitiera el reciente informe): «El procedimiento de desprecio a las víctimas, de encubrimiento a los pederastas, procede no solo de estrategias locales. Es una estrategia institucional. Con su fuente en el territorio del Vaticano y operado por la Santa Sede» (El País, 5.2.14).

Incluso algunos ultrapapistas sinceros han protestado, “sorprendidos” de ciertas conductas papales. Por ejemplo, Luis F. Pérez se escandalizaba de que ni Wojtyla ni Ratzinger hubieran tomado medidas contra el cardenal Law (Infocatólica, 3.3.10); hoy por hoy, Francisco sigue manteniéndolo en su retiro dorado en Roma.

Responsabilidad de Francisco

¿Qué tratamiento ha dado el papa Francisco a estos asuntos? Una de sus medidas ha sido establecer nuevas normas penales que incluyen disposiciones sobre abusos sexuales (Zenit, 11.7.13). Otra, nombrar una comisión de expertos sobre el tema (como suele decirse, crear una comisión es la forma elegante de quitarse un asunto de encima…).

El pasado 15 de enero Francisco puso en evidencia que, aparte de previsiones para el futuro, la interpretación del pasado sigue siendo la que se ha hecho hasta ahora. Dos enviados suyos comparecieron ante el Comité de la Convención de Derechos del Niño en Ginebra. Los miembros del Comité «no se mostraron muy satisfechos con las palabras del representante del Vaticano ante la ONU, Silvano Tomasi, que reconoció que entre el clero hay abusadores; aunque matizó que también los hay “entre los miembros de las profesiones más respetadas del mundo”. “Este hecho es especialmente grave” en el seno de la Iglesia, dijo, “ya que estas personas están en posiciones de gran confianza y son llamados a promover y proteger todos los elementos de la persona, como la salud física, emocional y espiritual”», reconoció, pero eludió una vez más la cuestión del encubrimiento papal desarrollado durante décadas. Y «tanto Tomasi como el obispo auxiliar de Malta, Charles Scicluna, el otro representante que participó en la comparecencia de más de seis horas ante los 18 miembros del comité de la ONU, respondieron con evasivas a las agudas e insistentes preguntas de estos expertos sobre los supuestos traslados de diócesis de los responsables de abusos, denunciados por las organizaciones de víctimas, la falta de transparencia en las investigaciones de la propia Iglesia o la respuesta del Vaticano ante estos casos. El mensaje de la Santa Sede fue constante: los religiosos no son funcionarios del Vaticano, dijo Tomasi, que argumentó que investigar y juzgar estos delitos corresponde a los Estados donde tuvieron lugar» (El País, 16.1.14). Leer más…

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“El papa en su prueba de fuego”, por Cristina de la Torre.

Viernes, 21 de febrero de 2014
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bergoglio-y-juan-pabloJuan pablo II con el entonces cardenal Bergoglio

Leemos en elespectador

Queda en entredicho la canonización de Juan Pablo II; y en peligro, la imagen de renovador que con tanta habilidad y paciencia se ha forjado Francisco.

El emplazamiento de la ONU a la Iglesia para que entregue a la justicia civil a todos los curas pedófilos y a sus purpurados encubridores, coloca al papa en una encrucijada dramática. En la contundencia sin antecedentes del organismo internacional contra la Iglesia de Roma y el torrente de víctimas que exigen justicia, tendrá el pontífice que encarar este delito infame que la Iglesia cohonestó siempre por inacción o por desgana. Y romper su código de silencio.

No resultará fácil, para comenzar, la elevación de Wojtyla a los altares, habiendo protegido como protegió a Marcial Maciel, el emblemático abusador de niños, sus propios hijos comprendidos, y fundador de los Legionarios de Cristo. Hoy pretenden los nuevos jefes de la orden borrar todo delito con un acto de contrición impostada, sin comparecer en los tribunales y echándole a Maciel toda el agua sucia. Nadie de su círculo íntimo parece libre de culpa. 30 legionarios denunciados por abuso sexual siguen, no obstante, en la organización. Pero a ellos “ni los tocan”, apunta el investigador Fernando González. Que Robles, el nuevo director, perteneciera a aquella rosca, no inhibió a Francisco para darle de nuevo luz verde a la orden.

macielsinteirJuan Pablo II con su amigo, el pederasta Marcial Maciel

Se defiende el Vaticano diciendo haber creado una comisión contra la pederastia. Pero Sue Cox la tiene por maniobra de distracción, porque los tonsurados “no pueden vigilarse a sí mismos… el Vaticano ha de ser monitoreado por un organismo independiente y secular”. Y señalar a los obispos que protegieron curas pedófilos. Miles de víctimas exigen abordar el caso como crimen de Estado y que el Vaticano sea juzgado por Naciones Unidas. Entre muchos, el exsacerdote Alberto Athie pide detener la ceremonia de santificación de Juan Pablo II, hasta cuando las autoridades judiciales establezcan el grado de complicidad con los abusos de su amigo Maciel.

El lazo es político de origen, y financiero. Se remonta a los tiempos del sindicato Solidaridad que, al lado del papa Wojtyla, dio en tierra con la dictadura comunista en Polonia. A lo cual contribuyeron en grande los fondos de Maciel. Bajo el ala del nuevo pontífice, su orden creció como la espuma. En reciprocidad, Maciel logró que el gobierno de México invitara al papa a su país, y desde entonces cayó en desgracia también la Teología de la Liberación. Como era secreto a voces y escándalo en la prensa mundial, Juan Pablo conocía las denuncias por pedofilia contra Maciel. Pero nada vio, nada oyó, ni movió un dedo. Antes bien, alabó la “fecundidad espiritual y misionera” de su amigo. Cuando en 1999 el obispo mexicano Talavera inquirió ante el entonces cardenal Ratzinger por este caso de abuso sexual, éste le respondió: “No podemos abrir el caso del padre Maciel porque es una persona muy querida del Santo Padre y ha ayudado mucho a la Iglesia…”. En 2011 fue demandado Ratzinger ante la Corte Penal Internacional por “encubrir miles de delitos sexuales cometidos por miembros de la Iglesia” (El Espectador II, 6).

Más exigente que ostentar vuelta al Nazareno será la decisión que Francisco adopte en el trance que la ONU le presenta. Si ya el compromiso con los pobres supondría un timonazo en doctrina y en acción, éste de la pedofilia será un reto mayúsculo: o repite la mascarada de sus predecesores —promesas vacías de apretar a los abusadores— o produce una ruptura mandando a la cárcel a la jerarquía responsable. Y aplaza la canonización de un papa cuya flacidez moral supera con creces la sospecha. Será esta su verdadera prueba de fuego.

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“El Mayor escándalo de la Iglesia católica”, por Juan José Tamayo.

Martes, 11 de febrero de 2014
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EL MAYOR ESCÁNDALO DE LA IGLESIA CATÓLICA
Pederastia, patriarcado y masculinidad
Juan José Tamayo

La pederastia es el mayor escándalo de la Iglesia católica de todo el siglo XX y de principios del siglo XXI, el que más descrédito ha provocado en esta institución bimilenaria y el que ha generado más pérdida de creyentes, que han abandonado la Iglesia, bien dando un portazo, bien hecho mutis por el foro. Algunos de los que se presentaban como modelos de entrega a los demás, se entregaron a crímenes contra personas desprotegidas. Algunos de los que eran considerados expertos en educación, utilizaron su supuesta excelencia educativa para abusar de los niños y las niñas que los padres les confiaban para recibir una buen formación. Algunos de los que se presentaban como guías de “almas cándidas” para llevarlas por el buen camino de la salvación, se dedicaban a mancillar sus cuerpos y anular sus mentes.

Y eso sucedió durante décadas en no pocas de las instituciones religiosas: parroquias, seminarios, colegios, noviciados, etc., y afectó a decenas de miles de víctimas, según el reciente Informe de la ONU. Los delitos sexuales fueron cometidos por miles de eclesiásticos apoyándose en su poder espiritual, que demostró ser una coraza para actuar criminalmente y protegerse de la justicia. ¡El poder, siempre el poder! Y en este caso, el poder espiritual, el más dañino de los poderes cuando se desvía del camino de la espiritualidad liberadora, transita por la senda del control de las conciencias y manipula la voluntad de los creyentes; y el poder patriarcal, que ha ejercido más violencia en la historia que todas las guerras. ¡El poder espiritual y el poder patriarcal siempre unidos en las religiones!

¿Desconocía el Vaticano tan extendida, programada y perversa situación de la pederastia y tan humillantes prácticas para las víctimas? La conocía perfectamente, ya que hasta él llegaban informes y denuncias que archivaba sistemáticamente hasta olvidarse de ellas. A las víctimas y a los informantes les imponía silencio para salvar el buen nombre de la Iglesia, amenazando con penas severas que podían llegar hasta la excomunión si osaban hablar. Tal modo de proceder creó un clima de permisividad, una atmósfera de oscurantismo y un ambiente de complicidad con los abusadores, a quienes se eximía de culpa, mientras que la culpabilidad se trasladaba a las víctimas, que se veían bloqueadas para ir a los tribunales ante la imagen de autoridad que daban los pederastas. Hacerlo público se consideraba una desobediencia a las orientaciones eclesiásticas y una traición al silencio impuesto por las autoridades competentes, que decían representar a Dios en la tierra.

No importaba la pérdida de dignidad de las víctimas, ni los daños y secuelas, muchas veces irreversibles, ni las lesiones graves físicas, psíquicas y mentales con las que tenían que convivir los afectados de por vida. Faltó com-pasión con las víctimas y sensibilidad hacia sus sufrimientos. No hubo acto de contrición alguno, ni arrepentimiento, ni propósito de la enmienda, ni reparación de los daños causados, ni se produjo acto alguno de rehabilitación, ni se hizo justicia. Todo lo contrario: se echó más leña al fuego de las agresiones Tal actitud supuso una nueva y más brutal agresión.

Sucede, además, que la mayoría de las veces los casos de pederastia se produjeron en instituciones y centros de formación masculinos dirigidos por varones: párrocos, formadores de seminarios, educadores de colegios, maestros de novicios, padres espirituales, obispos, todos célibes, en el ejercicio del poder patriarcal en estado puro. Lo que demuestra que el patriarcado recurre incluso a los abusos sexuales para demostrar su poder omnímodo en la sociedad y en las religiones y, en el caso que nos ocupa, sobre las personas más vulnerables. Un poder legitimado por la religión, que convierte a los varones en “vicarios de Dios” y portavoces de su voluntad. Es la forma más perversa de entender y de practicar la masculinidad, que despersonaliza y cosifica a quienes previamente ha destruido. Masculinidad y violencia, pederastia y patriarcado son binomios que suelen caminar juntos y causan más destrozos humanos que un huracán.

El cáncer de la pederastia con metástasis, extendido por todo el cuerpo eclesial, es la mejor y más fehaciente prueba del fracaso del catolicismo del Juan Pablo II y del cardenal Ratzinger, que los encubrieron: el primero como papa concediendo todo tipo de atenciones religiosas a reconocidos pederastas como Marcial Maciel; el segundo como todopoderoso presidente de la Congregación para la Doctrina de la Fe durante casi un cuarto de siglo. Este último, siendo papa, Benedicto VI, se vio obligado a dimitir ante la suciedad que le llegaba al cuello y que no supo limpiar a tiempo. ¿Quiso limpiarla de verdad? No lo sabemos. Lo cierto es que no lo hizo. ¿No pudo? Claro que pudo. ¿No demostró mano dura con los teólogos y las teólogas que disentían de su manera de pensar, a quienes vigiló detectivescamente, impuso silencio, retiró el reconocimiento de “teólogos católicos”, condenó sus libros, expulsó de sus cátedras? ¿No puso bajo sospecha a la Conferencia de Liderazgo de Mujeres Religiosas de Estados Unidos –que representa al 80% de monjas de ese país-, a quienes acusó de feminismo radical y las colocó bajo el control de un arzobispo, que actúa como detective? ¿Por qué entonces le tembló el pulso y no actuó con la misma contundencia ante los casos de pederastia?

Aunque con retraso, llega ahora una severa denuncia de la ONU contra el Vaticano, al que acusa de anteponer su reputación a la defensa de los derechos de los niños, de violar la Convención que protege dichos derechos, de no reconocer la magnitud de los crímenes, de ejercer una prolongada y sistemática política de encubrimiento de la violaciones y, ante la gravedad de los hechos, limitarse a trasladar a los pederastias de parroquias.

La reacción inmediata del Vaticano, a través de su portavoz, el jesuita Federico Lombardi, no ha sido precisamente la de ofrecer su colaboración a la ONU y a los tribunales civiles de justicia, ni la de proceder con urgencia al esclarecimiento de tamaños crímenes. Lo que ha hecho ha sido contra-atacar y acusar a la ONU de llevar a cabo “ataques ideológicos” y de interferirse en las enseñanzas de la Iglesia y en la libertad religiosa. Me parece una respuesta equivocada, ya que, a mi juicio, la ONU no hace ataques ideológicos ni se interfiere en asuntos ajenos a su competencia, sino que exige, como es su obligación, el cumplimiento de la Convención de los Derechos del Niño. ¡Demasiado tarde lo ha hecho!

Si el modelo de Iglesia de los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI fracasó, entre otras razones, por su actitud permisiva hacia la pederastia, el nuevo modelo de cristianismo que está gestándose solo puede ver la luz si el Vaticano cambia de actitud en este tema. En una institución tan centralista y vertical como la Iglesia católica, donde el papa tiene la plenitud del poder, le corresponde a Francisco responder a las graves denuncias y a las legítimas peticiones de la ONU sin titubeos ni estrategias dilatorias, y actuar con contundencia contra la pederastia: poner fin a la impunidad, condenar públicamente los crímenes cometidos, pedir perdón por ellos, cesar en sus funciones a los responsables, abrir los archivos donde se encuentra la información acumulada durante décadas y entregar a la justicia a los pederastas y a sus encubridores.

Y debe hacerlo sin demora, ya que el tiempo puede jugar a favor de la credibilidad de Francisco, que hoy es muy elevada, pero también en contra. A mayor retraso y más ambigüedad en la respuesta, más pérdida de credibilidad; a más celeridad en la colaboración y más contundencia en la condena de la pederastia, el papa argentino será más creíble.

Si se refugia en injustificados contra-ataques, como ha hecho torpemente su portavoz monseñor Lombardi, y no actúa en la dirección que le ha marcado la ONU, mucho me temo que la reforma de la Iglesia con la que se ha comprometido fracasará. Sus gestos de apertura se quedarían en gestos para la galería y sus palabras de solidaridad se las llevará el viento. ¡Así de triste! Espero y confío en que esto no suceda.

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Francisco “refunda” la Legión de Cristo sin dejar rastro alguno de Marcial Maciel.

Viernes, 7 de febrero de 2014
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Ayer  la ONU acusaba al Vaticano de permitir abusos a menores durante décadas y exigía que entregase a la justicia a los curas pederastas. Pues bien, mientras leemos en El País que  queda en libertad con cargos el párroco acusado de abusar de tres hermanos en Santa Coloma de Gramanet (Barcelona) leemos en Religión Digital:

Histórica declaración de perdón, sin paliativos, de los legionarios a todas las víctimas de la congregación

Eduardo Robles Gil, nuevo director general. El Papa impone a Arrieta y Sabadell como consejeros

(Jesús Bastante).- Parecía posible, pero Francisco lo ha conseguido. El Papa logra “refundar” la Legión de Cristo, eligiendo un consejo general afín a las víctimas y a la renovación profunda de la institución, y promoviendo una histórica declaración en la que, por vez primera, la congregación rompe definitivamente con Marcial Maciel, condena su conducta sin ningún tipo de paliativos, así como la reacción de la orden, de ocultación, mentiras y falta de misericordia durante años.

El Capítulo General, además, eligió al mexicano Eduardo Robles Gil, uno de los miembros de la comisión de acercamiento a las víctimas de Maciel, como nuevo director general. La votación se produjo el 20 de enero, pero no se pudo hacer pública hasta que el propio Papa confirmara los resultados e hiciera las modificaciones oportunas. Éstas llegaron esta mañana, cuando José Rodríguez Carballo indicó algunas elecciones, confirmó otras e impuso, personalmente, a dos de los legionarios más abiertamente partidarios de la refundación como consejeros generales: Juan María Sabadell (quien publicó en RD una petición de perdón, en la que se ha basado el comunicado oficial de la Legión) y Juan José Arrieta, quien también será vicario general.

Junto a ellos, han sido elegidos consejeros generales los Padres Sylvester Heereman (Alemania), y Jesús Villagrasa (España). El Capítulo General, además, eligió Administrador General al P. José Cárdenas (México) y Procurador General al P. Clemens Gutberlet (Alemania).

Una refundación en toda regla, aunque oficialmente no se llame así, y que se plasma en una declaración de diez puntos en el que se rompe “de manera conclusiva” con Marcial Maciel, se denuncian susgravísimos y objetivamente inmorales” del fundador de la congregación, y se afronta el futuro sin él y con el compromiso de trabajar por una Legión más acorde a los nuevos tiempos, con una “profunda revisión” del carisma, la formación y el ejercicio de la autoridad. Y con una sonora petición de perdón a las víctimas, sin paliativos. A las de Maciel y a las de la propia estructura de la Legión.

En la nota se reconoce que nuestra congregación religiosa habría podido desaparecer, y que “la ayuda de la Santa Sede fue imprescindible para descubrir cómo la personalidad y el modo de actuar del P. Maciel estaban afectando a nuestra congregación religiosa“.

Sabemos que éste es el inicio de un camino y que nos queda mucho por hacer, afirman. “Todo esto exige no sólo un cambio de textos legislativos, sino una conversión continua de mente y corazón”, reconocen. “Estamos comprometidos a continuar con humildad este proceso de renovación y conversión, aseguran.

Sobre Maciel, la Legión es especialmente dura. Y no deja ningún acto sin condenar. “Hemos considerado los comportamientos gravísimos y objetivamente inmorales del P. Maciel que merecieron las sanciones que en su momento la Congregación para la Doctrina de la Fe justamente le impuso. Nuestro fundador falleció en 2008 y suplicamos para él la misericordia de Dios. Al mismo tiempo queremos expresar nuestro hondo pesar por el abuso de seminaristas menores de edad, los actos inmorales con hombres y mujeres adultos, el uso arbitrario de su autoridad y de bienes, el consumo desmesurado de medicamentos adictivos y el haber presentado como propios escritos publicados por terceros. Nos resulta incomprensible la incoherencia de seguirse presentando durante décadas como sacerdote y testigo de la fe mientras ocultaba estas conductas inmorales. Todo esto lo reprobamos firmemente. Nos apena que muchas víctimas y personas afectadas hayan esperado en vano una petición de perdón y de reconciliación por parte del P. Maciel y hoy queremos hacerla nosotros, expresando nuestra solidaridad con todas ellas”, afirma la declaración. Leer más…

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