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Encuentran muerta a una trans en una zanja de Malvinas Argentinas (Provincia de Buenos Aires)

Jueves, 30 de abril de 2020
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94880102_2467063990061744_271038296375689216_nPor María Eugenia Ludueña

El sábado 25 de abril al atardecer, Tamara Denise Morales –una mujer trans de 36 años– fue trasladada en ambulancia desde la casa de Villa de Mayo, donde vive con su familia, a la guardia del hospital Malvinas Argentinas. Se sentía muy mal, e iban a practicarle diversos exámenes, incluido un testeo de coronavirus, contaron sus allegadxs. Estuvo en el hospital entre las 20 y las 3 de la madrugada, cuando –según dio a conocer el hospital–, pidió el alta voluntaria y se fue. Su familia y amigas no supieron más de ella y el domingo pidieron desesperadamente en las redes que si alguien la había visto se comunicara con ellxs. Finalmente la policía la encontró muerta.

Tamara yacía en una zanja, semi-cubierta de agua, en Pablo Nogués, el 27 de abril. La investigación fue caratulada como “Averiguación de causales de muerte” y está a cargo de la Unidad Fiscal de Instrucción nro. 23 de Malvinas Argentinas, cuya titular es Silvia Bassani. Aunque según los peritos de la policía científica el cuerpo no presentaba señales de violencia explícita, fuentes judiciales dijeron a Presentes que “por el momento, se esperan resultados de la autopsia. Se mandaron a pedir las cámaras de la zona y se levantaron las muestras para las pericias pertinentes. Hoy no se descarta ninguna hipótesis”.

Desde hacía un año Tamara había vuelto a la casa familiar de Villa de Mayo (Malvinas Argentinas), después de vivir con otras amigas trans que como ella ejercían la prostitución.

“La llevaron al hospital porque se sentía muy mal, con pérdida de conocimiento, dolor de estómago y vómitos. No sé por qué la dejaron irse del hospital”, dice la madre a Presentes, mientras vuelve a Buenos Aires, ya que había viajado a Córdoba para cuidar a una parienta que falleció. “Hasta ahora no nos han explicado bien qué pasó ni por qué la dejaron salir. Yo no me voy a quedar así de brazos cruzados”, dice con la voz rota.

En el hospital, le hicieron diversos estudios, entre ellos testeo de Covid-19 que dio negativo. A causa de la cuarentena, ninguna de las hermanas pudo quedarse allí a acompañarla. Dejaron su teléfono para que les avisaran si podían buscarla. Como no recibían noticias, llamaron a la madrugada a ver cómo seguía y ahí supieron que Tamara había firmado el alta voluntaria. La familia ahora se pregunta por qué no lxs notificaron de que salía.

“Nuestras muertes siempre son trágicas”

Tamara, cuentan sus amigas, cumplía estrictamente la cuarentena. No salía a “trabajar”. “No entendemos qué pasó. ¿Dónde estuvo el domingo? Porque por algún lugar anduvo ¿Cómo llegó hasta ahí?”, se preguntan sus amigas de Villa de Mayo. “Era una muy buena compañera, sensible, excelente persona, cero conflicto. Cuando era chica su familia le dio un buen estudio. Fue a una escuela adventista. Pero siempre nos contaba que la habían echado de la escuela. Su familia con el tiempo terminó aceptándola. Era una chica muy sufrida”, dijeron a Presentes.

Hace un año Tamara había tenido una neumonía leve. Por eso se cuidaba mucho del coronavirus.  Había estado en tratamiento por consumos problemáticos, algo muy frecuente entre las personas trans que están en situación de prostitución o son trabajadoras sexuales. “Quería estudiar. Pero viste cómo es nuestra vida. Nuestras muertes siempre son trágicas”, dice una de sus amigas.

Tamara les había contado que quería dejar la prostitución. “Pero es un oficio muy difícil de dejar. Hay que vivirlo para saber cómo es dejar. Nosotras también tenemos que salir a trabajar, vestirnos, comer, pagar impuestos. Para mí no es una deshonra, pero hay que estar lúcida y atenta a todo. Yo las cago a pedos a las compañeras porque les digo no se puede estar drogadas o borrachas, porque hay gente que viene con maldad”.

Desde el área de Diversidad de Malvinas Argentinas, Patricia Vitale dijo a Presentes que están siguiendo el caso. “Desconocemos aún qué pasó, estamos esperando los resultados de la autopsia”, dijo. Y agregó que “desde el municipio estamos asistiendo a otras chicas trans, amigas de Tamara, con alimentos a través de Desarrollo Social”.

Un intento de travesticidio en el mismo Municipio

Hace pocos días, en el mismo municipio, otra travesti, Gabriela Homman, fue atacada a cuchillazos. Hoy se recupera en su casa. Pero su agresor, que tiene pedido de captura, aún no ha sido encontrado. Gabriela no puede moverse de su casa, salvo para realizarse curaciones en las heridas. Y mientras tanto, no está en condiciones de acercarse a una comisaría a pedir una perimetral o un botón antipánico. La investigación en su caso está en manos de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 21 descentralizada de Malvinas Argentinas, a cargo de la fiscal Lorena Carpovich, pero hasta ahora hay muy pocos avances.

A raíz de la pandemia, hace una semana la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) hizo un llamado a los Estados “a garantizar los derechos de igualdad y no-discriminación de las personas lesbianas, gay, bisexuales, trans e intersex (LGBTI), en las medidas de atención y contención adoptadas, en particular asegurar el acceso de estas personas a servicios de salud y programas de atención social con una perspectiva de seguridad humana integral”. No sólo por el Covid-19 sino porque la pandemia, como señalan distintos organismos, requiere de enfoques diferenciados e interseccionales. En el caso de travestis y trans, porla deuda histórica de los gobiernos con sus derechos humanos”.

En Argentina las violencias patriarcales se agravaron durante la pandemia. El Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad informó hoy que aumentaron en un 40 por ciento los llamados a la línea 144 que atiende violencia de género–, durante el primer mes de cuarentena obligatoria.

Y están los otros tipos de violencias: la estructural (muchas travestis y trans están pidiendo encarecidamente les hagan llegar ayuda alimentaria y tejiendo redes para sobrevivir) también la mediática. Ninguna de las dos tuvo consideración con Tamara. Los medios de comunicación locales la trataron en masculino y hasta dieron su nombre anterior, algo que transgrede lo que marca la Ley de Identidad de Género.

“Las muertes trans por acá no llegan ni a conmover”

Violeta Alegre, activista travesti, vivió hasta hace poco en Malvinas Argentinas. “No hay respuesta ni respeto para las personas trans. Para el Municipio nunca fuimos una población a tener en cuenta, sino a exterminar. Los medios siguen masculinizando, haciendo chistes y comunicando barbaridades para que todo sea justificable e insensible. Las muertes trans por acá no llegan ni a conmover”. Hace unas semanas, Gabriela Alejandra Homann me dijo  “vivo de casualidad”. Y hoy nos llega esta tristísima noticia de otra conocida. En medio de esta desesperanza nos están exterminando. Los sectores que manejan los medios feministas tampoco mencionan nuestras noticias, no les importamos, quieren la notas de las Stars del feminismo, analizando la pandemia y las consecuencias en las mujeres, los femicidios -y esta bien- pero no es suficiente. Lo vengo diciendo hace años: También para los medios feministas no somos ni siquiera muertes válidas y eso las hace cómplices ”.

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Fuente Agencia Presentes

General, Homofobia/ Transfobia. , ,

Atacaron a cuchillazos a una travesti en Malvinas Argentinas: “No fue un crimen pasional”

Lunes, 27 de abril de 2020
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Diapositiva1-677x338Por María Eugenia Ludueña

Gabriela Alejandra Homann Ayala es una sobreviviente en el sentido más cabal, porque a los 40 superó el promedio de vida para travestis y trans en América Latina (35 años) sino también, hace pocos días, sobrevivió un intento de travesticidio en su propia casa en Grand Bourg (provincia de Buenos Aires). Fue en la madrugada del 13 de abril, cuando un hombre que la había contactado por servicios sexuales en plena cuarentena por Covid-19, la apuñaló varias veces en el cuello, la nuca y las manos. Después atacó a un joven gay que vive en otra habitación en el fondo del terreno y huyó.

Gabriela y su amigo atacado llegaron en ambulancia al hospital de Trauma y emergencias de Malvinas Argentinas, donde quedó internada y días después pidió el alta voluntaria para irse a su casa, con su madre. “Estoy viviendo de onda en este momento y este plano. Tengo una mano inútil y la voz ronca. Me dio 9 puñaladas y me salvé porque no tocó la aorta”, dice a Presentes en voz muy baja, sentada en la cama de dos plazas y con temor de que sus cuerdas vocales hayan sufrido un daño irreparable. La investigación fue caratulada como tentativa de homicidio y está en manos de la fiscal Lorena Carpovich, de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 21 descentralizada de Malvinas Argentinas.

La violencia contra Gabriela se suma a la larga lista de violencias, denunciada por distintas organizaciones en Argentina y en América Latina, donde las personas LGBT+ y en especial las trans están entre los grupos más afectados por el impacto de la pandemia. Porque las medidas para restringir la propagación del Coronavirus evidenciaron y agudizaron desigualdades preexistentes, tal como vienen expresando distintos organismos como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

“La causa está en plena investigación, es muy reciente. Se había pedido la detención del acusado al juzgado de Garantías nro. 2”, dijeron a Presentes desde el área de prensa de la Fiscalía de Malvinas. “El martes 21 de abril se intentó efectivizar la detención, pero no lo encontraron en su casa, de modo que no pudo hacerse. Ayer la fiscal pidió su captura. Aunque no está resuelto aún por el juzgado”, informaron.

Gabriela tiene la mano derecha completamente vendada e inmovilizada, otra venda que le cubre parte del cuello y la nuca, y mucho miedo de que su agresor, que vive a dos cuadras, regrese. Es una persona que ella conoce, alguien del barrio, un hombre de unos 30 años, que –cuenta –, había salido hace tres meses de un penal, después de pasar 13 años preso, y con consumos problemáticos. “Por prostitución a veces tengo que atender a un montón de esos tipos”.

“Me vi muerta, tirada en el piso”

Hace tiempo, él le había enviado un mail con otro nombre y le había mandado una foto íntima a su teléfono. “Lo bloqueé. Pero un día lo terminé atendiendo. Me pareció un muchacho extraño. Lo atendí otra vez. Me decía que quería que fuera de él, que si quería, no nos cuidábamos. Yo le decía: soy una mina grande para esto. Y esta última vez, aquel domingo a la noche, ya había venido con algo de dinero y con drogas. Yo le decía hasta acá llegamos. Si vas a volver volvé con lo que hablamos. Se fue, tardó como 20 minutos. Le pedí que me diera el dinero. Me decía que antes quería cocinar. Yo le decía primero lo primero. Soy una mina grande. Y empezó “no seas así”, quería cocinar (pasta base). Le di la espalda y cuando yo estaba desprevenida, me clavó de atrás una puñalada que me cruzó la garganta y luego varias más. No aceptó el no”.

Gabriela dice que cayó al piso y aunque sintió que se ahogaba con la sangre “Parecía American Horror Story”), se agarró las manos a la nuca para protegerse. “Me vi muerta, tirada en el piso, pensé que no me levantaba más. Cuando entró el cuchillo, sentí el sonido del filo, como si clavaran un telgopor”.

Mientras ella yacía sangrante en el piso, el agresor fue a la otra habitación y empezó a apuñalar al amigo. “Él se pudo defender, porque no lo agarró desprevenido, y luego huyó. Mi amigo llamó al 911, llegaron la Policía y la ambulancia”.

Hace muchos años Gabriela sufrió otra agresión, pero de un ex marido.”Cuando me dejó casi morí de depresión. Cuando me puse bien, quiso volver e intentó ahorcarme con un toallón. Hay hombres que no aceptan el no. Se creen que tenemos que acceder a todo”.

Del hospital se dio el “alta voluntaria” porque no soportaba estar sola: por la cuarentena estaba prohibido que alguien la viera. Quería volver a su casa, donde vive junto a su madre Elsa, adulta mayor. Ella no puede quitarse de la mente lo que vio. “Parecía que habían matado a una vaca. Yo perdí a mi hijo de 32 años, que falleció en un accidente laboral. Esto es distinto, pero la imagen no se me va”, dice Elsa.

Madre e hija pasan los días en la misma habitación donde duermen, comen, cocinan, miran las noticias de la pandemia por televisión mientras esperan otra noticia: la detención del agresor.

Ayuda estatal

Después del intento de travesticidio y en medio de la cuarentena, las redes se activaron. En distintos momentos de su vida, Gabriela además ha participado como militante activa de organizaciones de la diversidad y derechos humanos. Por estos días recibió muchos llamados de sus compañeras. Algunas se acercaron hasta la puerta para alcanzarle comida. Otras sirvieron de enlace para gestionar la ayuda con el Estado.

La subsecretaría de Políticas de Diversidad del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, a cargo de una activista trans, Alba Rueda, le hizo llegar módulos alimentarios, artículos de higiene y medicación.

“Estamos acompañando a Gabriela con la Línea 144 la parte judicial y articulando con el Estado. Además hay una valiosa red de compañeras en las tareas de cuidado. Es una tarea horizontal que hace nuestra generación, dando alertas, perspectivas, acercando demandas. Saben qué quieren del Estado, cómo exigirle. Y lo que falta en esta emergencia a veces es la articulación integral para acompañar y estar a la altura”, dice Rueda a Presentes. Desde su rol, dice que ve a funcionarixs preocupadxs por estos temas. “No es un dato indiferente. De esa preocupación hay que generar algo para trabajar en la integralidad en la prevención de las violencias. Es un desafío a nivel burocracia del Estado, que las acciones sean coordinadas y tengan sustentabilidad en esta emergencia. Dar una respuesta integral a las compañeras desde las insituciones en este momento es el desafío”.

Desde la dirección de DDHH de Malvinas Argentinas, van a acompañarla también en la causa judicial para que se investigue lo que pasó como un intento de travesticidio. La directora del área, Zulma Vela, se acercó hoy y se comprometió a acompañar el lunes a la madre a retirar el DNI de la víctima, que nadie sabe por qué quedó en la fiscalía.

Gabriela estaba en un tratamiento para adicciones cuando se decretó el aislamiento preventivo obligatorio. Hoy, a partir del intento de travesticidio, está con acompañamiento terapeútico desde el Frente por la Igualdad y la Diversidad Sexual.

Cada tanto mira su celular, lleno de mensajes solidarios de sus compañeres. Espera la noticia que la tranquilice. “Como no me morí, dije tengo que vivir. Estoy intentando hacerlo, por todos los medios”.

Un Municipio “familiar”

Violeta Alegre – que creció y vivió hasta hace tres años en Grand Bourg- es una de las activistas que se acercaron hasta la casa de Gabriela. Se conocían de la militancia, hace muchos años. “El eslogan de Malvinas Argentinas es “el lugar de la familia” y se ve el relieve de una familia (Mamá, papá y sus niñxs). Me preocupa mucho que aun los intendentes municipales no asuman un compromiso con el colectivo LGBT. En el Hospital municipal de Trauma realizan hace muchos años cirugías “estéticas” pagas usufructuando de las instalaciones del hospital, hace unos 5 años atrás recuerdo haber ido a averiguar con el equipo de cirugía estética por los implantes mamarios, me dieron un turno y me vio el equipo, me dio sus recomendaciones, pero me informaron al final de la consulta que la cirugía no me la podían realizar porque el jefe de cirugía era religioso y no aceptaba hacer ese tipo de intervenciones a personas trans en el hospital”, dice. Y afirma que el municipio de Malvinas Argentinas no cumple al día de hoy con la ya reglamentada en Provincia de Buenos Aires, la Ley de Cupo laboral Trans.

“La mayoría de las chicas de Malvinas necesitan políticas públicas que mejoren sus calidades de vida, y podremos decir que ese es un problema en general de la población, pero en esa zona es muchísimo peor, la discriminación, el abandono y la estigmatización que se vive”.

“No fue un crimen pasional”

Gabriela convive con otras afecciones y desde hace varios meses, dejó de tratarse. Por ahora lo que se está trata a diario son las curaciones de las heridas. Aún se siente muy dolorida, pero más avergonzada: “Como abolicionista me da vergüenza tener que reconocer que me estoy prostituyendo”. Desde junio de 2019, cuando le dijeron que tenía pólipos cancerígenos, “volví a la prostitución y a consumir. Yo no salía a trabajar sino a regalar. Regalé mi orgullo, regalé ego, regalé dignidad”, dice, y su voz se apaga. Pero algo de la furia trava que la hace una sobreviviente se vuelve a encender:

Quiero que se sepa la verdad, no la mentira que inventó Crónica –dice y no está enojada sino llena de pena–. No fue un crimen pasional. No era un ex cliente enamorado. Yo no estaba con mi pareja, sino con mi amigo que vive al fondo. Fue un intento de travesticidio

Fuente Agencia Presentes

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Analía de Jesús está en prisión por la muerte en defensa propia de uno de sus agresores por lesbofobia

Viernes, 13 de enero de 2017
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780x580-noticias-analia-de-jesus-facebookTras ser víctima de una agresión de carácter homofóbico, Analía de Jesús es encarcelada sin recibir atención sanitaria, acusada por la muerte de uno de sus agresores, del que se defiende con un cuchillo, que finalmente ha fallecido.

Analía de Jesús, conocía entre sus amigos y familiares como Higui, residente del barrio Marilo de Bella Vista, partido de San Miguel, en Argentina, permanece en prisión preventiva desde el 16 de octubre de 2015 por el fallecimiento de un sujeto del que se defendió cuando estaba siendo agredida por una turba de 10 individuos, en un hostigamiento al que la sometían habitualmente sólo por ser lesbiana.

«Vas a saber lo que es bueno», le gritaban sus atacantes que «la agredían por lesbiana cada vez que la cruzaban en el barrio. Una vez le incendiaron la casa, por eso llevaba siempre consigo un cuchillo casero para defenderse», explica Carolina Abregú, la Defensora del Género de Malvinas Argentinas que ha intervenido en la causa de Higui, a quien no era la primera vez que agredían por su orientación sexual. «No la mataron porque un vecino se metió cuando le estaban por romper un adoquín en la cabeza (…). Ella había perdido el conocimiento, cuando llegó el patrullero, se la llevó presa y la violentaron nuevamente. La metieron en el calabozo sin atención médica, a pesar de los golpes externos e internos: estaba toda morada y gritaba de dolor», asegura la Defensora, denunciando que todos sus agresores siguen en libertad.

analia«En los últimos meses en la CHA han aumentado las denuncias por estos actos de violencia hacia toda nuestra comunidad LGBTI, y Analía ‘Higui’ de Jesús es una víctima de la violencia machista que incluye también a la policía y a una justicia que, en la mayoría de los casos por su actitud discriminatoria termina siendo cómplice. No sólo hay un incremento de estos actos de discriminación por género, orientación sexual e identidad de género sino que también se expresan con mayor violencia» declara César Cigliutti, Presidente de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA).

En la misma línea se expresa Pedro Paradiso Sottile, Secretario de la CHA, cuando asegura que desde su asociación denuncian «los diferentes actos de injusticia, impunidad y violencia sufrida por Analía ‘Higui’ de Jesús y las vulneraciones de derechos humanos a causa de la lesbofobia que no pueden ocurrir de ninguna manera en nuestro país bajo ninguna circunstancia. El odio y la violencia contra las personas en base a las orientaciones sexuales e identidades de géneros, como sus expresiones, deben ser repudiadas, promoviendo el acceso a la justicia y la educación desde una perspectiva de género y diversidad. Exigimos la modificación urgente de la Ley Antidiscriminatoria, reclamo que venimos haciendo desde la CHA al parlamento argentino desde el año 1988 y justicia para Analia».

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