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“A propósito de Pierre Maurin y Dorothy Day”, por JL Vázquez Borau

Jueves, 18 de agosto de 2022
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A813E186-D849-458D-A69F-DE2D5FE1CA24De su blog CaféDiálogo:

Nuevo libro: Dorothy Day: Activista y Mística

Peter me dio más que instrucción, fue mi maestro, yo fui su alumna, me dio una forma de vida (…). Me ayudó a alejarme de las personas que hablan de los trabajadores para poder dedicar mi vida a las personas que son trabajadoras

Dorothy describe a Peter Maurin  como un “San Francisco de los tiempos modernos”

La convicción de que el hombre ha sido creado por Dios a su imagen y semejanza, capaz de amar (de darse) a Dios mismo y a los demás, y destinado a la vida eterna con Él, constituye, como en todo el fundamento último de los demás principios secundarios de la filosofía personalista: la dignidad e igualdad de todos los hombres, los derechos y las responsabilidades de cada persona, individualmente y en sociedad.

Dorothy Day en su autobiografía, La larga soledadnos cuenta en primera persona su vida de joven periodista en el crisol del pensamiento político y literario que era el neoyorkino GreenWwich Village de los años veinte, así como su conversión al catolicismo, que significó el final de una vida un tanto bohemia. La larga soledad es la crónica de la asociación de Dorothy Day con Peter Maurin y de la génesis del Movimiento «Catholic Worker». Y al referirse a Peter Maurin, afirma: “Peter me dio más que instrucción, fue mi maestro, yo fui su alumna, me dio una forma de vida (…). Me ayudó a alejarme de las personas que hablan de los trabajadores para poder dedicar mi vida a las personas que son trabajadoras”.

Durante cuatro años, a excepción de los breves periodos de servicio militar, se dedicó a vender L’Eveil démocratique, revista que a primeros de siglo XX editaba cincuenta mil ejemplares, por las calles de Montparnasse, por el barrio latino, delante de las iglesias, a asistir a los institutos y a participar en reuniones y discusiones. Esto le servirá como inspiración para la manera de trabajar en el Catholic Worker. En 1906 abandonó el movimiento por tomar Le Sillon un giro más político.

En agosto de 1909 zarpó rumbo a Canadá esperando encontrar inspiración en la defensa de la cooperación y la solidaridad humanas, valores que en las sociedades industrializadas se despreciaban cada vez más. Allí compró un terreno para trabajar como agricultor en Prince Albert, junto con Jules Barrue, a quien conoció en el barco. Pero eligieron mal el terreno y ni para la subsistencia daban sus labores. Dos años después murió su compañero de un accidente de caza, lo que hizo que se mudara al Estado vecino de Alberta. Entonces se dedicó a trabajar por cuenta ajena ya que el proyecto de granja no había prosperado. Trabajó en toda clase de trabajos no cualificados conociendo la pobreza, la injusticia y el abuso. Finalmente encontró un trabajo en los Ferrocarriles del Pacífico de Canadá, lo que le permitió aprender el inglés con más de treinta años.

Ahorró un poco de dinero y entró en Estados Unidos en 1911 como ilegal. En Pensilvania, por un mal entendido, fue a parar a la cárcel por mendicidad. A la salida se fue a trabajar a las minas de carbón. Después de tres meses, colgado entre dos vagones viajó hasta Akron, donde encontró trabajo en las minas de Galena, ciudad que lleva este nombre, por el mineral que se extrae. Después de un año de diferentes trabajos, regresó a Chicago. Pasó seis meses como ayudante de conserje en un edificio y al ver el interés por las lenguas que había en aquel momento, se puso como profesor de francés, abriendo una pequeña escuela, que duró ocho años.

8058AE41-A44C-468E-98D9-69CD227E6104En la década de 1920, Pierre Maurin vivía con cierta tranquilidad económica. Fue entonces cuando comenzó a sugerir que sus alumnos le pagaran de acuerdo a sus posibilidades económicas. Este notable cambio es considerado por algunos como una verdadera conversión religiosa debido a sus lecturas sobre San Francisco de Asís que veía el trabajo como un regalo para la comunidad y no como un medio de autopromoción. A partir de este momento Peter Maurin comparte su dinero con los más pobres. Y así será hasta su muerte.

Lee mucho, profundiza en sus conocimientos de historia, economía, filosofía para aclarar sus ideas antes de pasar a la acción hacia 1925. Recorre el país para exponer sus intuiciones. Expone su concepción social y cristiana del mundo y los medios para lograrlo, lo que llamará su » Revolución Verde» (una revolución verde que quiere ser lo contrario de la revolución roja) que tiene como elementos constitutivos de la persona y la comunidad estos tres elementos: la tierra, el saber y la religión.

A finales de 1932, Peter Maurin conoció a Dorothy Day, que entonces tenía treinta y cinco años, veinte años menor que él. Él le presenta su proyecto de la “Revolución Verde” y le sugiere que lo complete. Esta extraordinaria complicidad les conducirá hacia horizontes que ninguno de los dos pensaba que serían capaces de alcanzar. De allí nacerá el Movimiento Obrero Católico (movimiento del trabajador católico) y diversas obras sociales (casas de acogida, fincas agrícolas…)  Dorothy describe a Peter Maurein como un “San Francisco de los tiempos modernos”.

Para Dorothy Day, Maurin era la persona que anhelaba encontrar y que le fue enviada por la Providencia. Perfectamente complementarios uno y otra, él sería el hombre de las ideas y ella la mujer de la acción. Así, durante los cuatro meses siguientes a su encuentro, Peter se reuniría diariamente con ella para «instruirla», para darle el trasfondo católico que necesitaba. A los ojos de Peter, Dorothy era la persona idónea para poner por obra sus ideas. Era necesario que entendiera primero el verdadero sentido de la historia, que lo da, no el ascenso y la caída de las naciones, sino la vida de los santos. Debía comprender que la verdadera cuestión en juego era la santidad y que cualquier programa de cambio social debía apoyarse en las nociones y en las realidades de la santidad y de la comunidad.

Al término de ese período formativo, Maurin propuso a Day dar inicio a una publicación que tuviera como objeto difundir la doctrina social de la Iglesia y promover los pasos a su entender necesarios para una transformación pacífica de la sociedad. Así nació The Catholic Workd, un periódico, que hasta hoy ha mantenido el mismo precio: un dolar, y al mismo tiempo un movimiento al que tanto Dorothy Day como Peter Maurin dedicaron el resto de sus vidas.

El proyecto de Maurin acogido y difundido por The Catholic Worker ahonda sus raíces en la filosofía personalista que él mismo había asumido y elaborado a través de sus lecturas. Maurin, como gran lector, gran sintetizador y gran difusor, no dejó escrito más que sus Easy Essays (Ensayos fáciles) de tono divulgador. Más que un escritor teórico fue un gran comunicador verbal. Maurin hablaba con anécdotas, parábolas e historias, sin entrar nunca en una discusión lineal: quería dejar al oyente la tarea de razonar por sí mismo y llegar así a sus propias conclusiones.

 El autor preferido por Maurin fue Emmanuel Mounier, de cuyas obras se hizo promotor, especialmente de la revista Esprit, fundada por Mounier en 1932, y de su Manifiesto personalista, sin embargo, el encuentro de Maurin con Mounier no tuvo lugar hasta la aparición de la revista del conocido personalista francés, después de que Maurin ya hubiese puesto en práctica las bases de su propio personalismo. La amistad de Peter Maurin y de Dorothy Day con Jacques y Raissa Maritain en los años americanos de la pareja francesa, influyeron en los planteamientos de los fundadores de The Catholic Worker. En el caso de Dorothy Day la influencia fue mayor, ya que Maritain fue un un asiduo colaborador del periódico americano.

Pero quien se encuentra presente de un modo más integral en la obra de Maurin es el personalismo del exiliado ruso Nicholas Berdjaev: La visión escatológica de la historia, la llamada divina al hombre para participar en el acabamiento de la creación a través de la historia, el valor absoluto de la persona como fin en sí mismo y el consecuente valor de la libertad como elemento clave de la dignidad de la persona humana, la supremacía del sujeto sobre el objeto, todas estas ideas esenciales de la concepción personalista de Maurin tienen su origen primero y su fuente de inspiración en la obra de Berdjaev. Para Maurin, como para Berdjaev, el radical don de sí a los demás en la comunidad de los hombres es lo que da inicio en esta tierra al Reino de los Cielos.

C073946B-6547-4036-B464-3A0CFA59BB1A¿Cómo llegar a esta nueva sociedad, según Maurin? Una sociedad inspirada en las enseñanzas de Jesús, especialmente en el Sermón de la Montaña, en los escritos de los Padres y en las encíclicas sociales de los papas contemporáneos; una· sociedad basada en la dignidad de la persona humana, en la que cada uno reconociera la imagen de Dios en sí mismo y en los demás; una sociedad fundada por tanto en el don de sí mismo a los demás, estructurada sobre las obras de misericordia; una sociedad caracterizada por la actitud de no-violencia en la legítima defensa y en la resolución de los conflictos, en la que no hubiera lugar para la explotación económica o la guerra, para la discriminación racial, sexual o religiosa; una sociedad no adquisitiva, sino funcional, descentralizada y basada en la cooperación mutua, sin los extremos de opulencia y de miseria; una sociedad no de masas, sino comunitaria; una sociedad, en fin, en la que a la gente le fuera más fácil ser buena.

Maurin empeñará buena parte de sus esfuerzos en diseñar y precisar las características de esas «microsociedades», y en ponerlas por obra. Las bases del nuevo orden social habían de ser la caridad personal y la pobreza voluntaria, las mismas con las que los monjes irlandeses evangelizadores de Europa sembraron el continente de «microsociedades» que constituirían el fundamento de la sociedad cristiana medieval. La convicción de que el hombre ha sido creado por Dios a su imagen y semejanza, capaz de amar (de darse) a Dios mismo y a los demás, y destinado a la vida eterna con Él, constituye, como en todo el fundamento último de los demás principios secundarios de la filosofía personalista: la dignidad e igualdad de todos los hombres, los derechos y las responsabilidades de cada persona, individualmente y en sociedad.

La misión que Maurin se prefijó para toda su vida fue precisamente la de despertar en cuantos se cruzaban con él la capacidad de reconocer a Cristo en los demás, como camino para llegar a encontrarse con el mismo Cristo. Sólo así cada persona puede llegar a descubrir que está llamada a dar y darse en todo momento y en todas sus acciones, imitando el sacrificio de Cristo. El don mutuo de sí mismo a los otros, teniendo a la vista el bien común de todos, debe formar la base de la necesaria restructuración de la sociedad. Para suscitar en los demás la conversión personal, fomentarla y facilitarla, ideó y puso en práctica las Round Table Discussions (Mesas redondas de discusión) con una gran variedad de formas, según las circunstancias. Se podían celebrar en un café, una esquina de la calle, una plaza pública. Estas Mesas redondas fueron el elemento central del plan educativo de Maurin, basado esencialmente en la experiencia y dirigido a la acción; una enseñanza que, a través de la interiorización de los elementos que la experiencia enseña, evita tanto el academicismo estéril como la superficialidad ignorante. Una enseñanza que se dirige a la totalidad de la persona, abarcando tanto la vida social como la religiosa.

En toda familia, afirmaba Maurin, debería haber una «habitación de Cristo» (Christ Room), destinada no a los invitados, sino a quienes realmente tienen necesidad de la auténtica hospitalidad, no despersonalizada y burocrática, sino nacida del corazón. En toda parroquia debería haber también un hogar parroquial destinado a los necesitados, para dar al rico la oportunidad de servir al pobre. Partiendo de este planteamiento, Peter Maurin y Dorothy Day idearon la creación de las Houses of Hospitality. en las que, por un lado, los pobres puedan encontrar comida, ropa y alojamiento gratuitos y los parados lo necesario para la vida mientras buscan trabajo. Y, por otro lado y ante todo, quienes lo deseen se puedan beneficiar de la oportunidad de servir a los miembros más necesitados de la sociedad con su sacrificio personal, practicando directamente las obras de misericordia corporales y espirituales. Las Houses Hospitality deben proporcionar no solamente a los elementos básicos para la vida, sino también a las necesidades espirituales de los hospedados.

El punto focal de la filosofía del trabajo de Maurin es «La dimensión creativa»: Solamente es conforme a la dignidad de la persona aquel trabajo que permita al trabajador participar, con su libertad y responsabilidad personal, en la tarea de la creación; solamente un trabajo creativo, es decir, un trabajo tal que envuelva la totalidad de la persona humana y que manifieste el don de sí mismo a los demás, podrá ser vehículo para la unión de la persona con su Creador. La persona, imagen de Cristo, se da a sí mismo en el trabajo como Cristo se dio en la cruz. El trabajo como cocreación dignifica cualquier ocupación humana, la del campo como la de la ciudad, con tal de que no impida la expresión de sí mismo y la capacidad de darse. Lo cual difícilmente se verifica en un trabajo mecanizado que no permite ver el fruto del propio esfuerzo como obra personal y como don personal a los demás. Para Maurin era necesaria, pues, una transformación de los sistemas laborales propios del «industrialismo» por su proyecto de «comunidades agrícolas».

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 El proyecto de las comunidades agrícolas fue la síntesis de su visión personalista. Una sociedad descentralizada que promueva la cooperación en lugar de la coerción, fundada sobre pequeñas factorías propiedad de los artesanos y sobre comunidades agrícolas, constituye su lógica culminación, pues integra plenamente los objetivos del comunitarismo al que su personalismo aspiraba como necesario resultado de la oración, la literatura y las artes, el cultivo del campo y el trabajo artesanal. Estas comunidades agrícolas, además de superar los problemas de desempleo y generar formas del buen vivir, deberían comportar un beneficio mutuo para obreros e intelectuales. Unidos en esas comunidades, ambos trabajarían, pensarían y rezarían juntos, y desarrollarían un proceso trabajo y formación.

Con su instinto práctico de periodista, su pasión, su habilidad y su inagotable capacidad de trabajo, Dorothy Day supo encarnar las ideas de Peter Maurin. Pero Dorothy fue también más allá de ellas, sobre todo en la última parte de la vida de Maurin y después de la muerte de éste, dándoles una base teológica más rica y una espiritualidad más precisa. Abrazó los mismos principios personalistas pero los enraizó más firmemente en un sentido cristocéntrico, en el Cuerpo místico de Cristo más que en una dimensión comunitaria genérica, y trató de complementarlos con las obras de misericordia, poniéndo énfasis en la responsabilidad personal.

La revista, que había alcanzado en pocos años una tirada de 150.000 ejemplares, perdió numerosos lectores debido a su postura pacifista ante la guerra civil española (1936-39) y la segunda guerra mundial (1939-45) y se distinguió posteriormente por su oposición al clima enrarecido de la «guerra fría» y a la participación estadounidense en la guerra del Vietnam, lo que le valió la acusación de filocomunista. Editada hasta su muerte por Dorothy Day, la tirada actual del periódico es de 90.000 ejemplares, y han de sumarse las publicaciones propias de muchas de las Houses of Hospitality del movimiento, que en 1995 estaban en funcionando 134, todas ellas excepto tres en los Estados Unidos, la mayoría en grandes ciudades y algunas en zonas rurales. Cada comunidad es autónoma y, desde el fallecimiento de Dorothy Day, no tienen ningún líder general. En las comunidades promovidas por el movimiento se institucionalizaron las Mesas redondas, todavía en vigor, en los que gente de todas las creencias puede dialogar, explorar las causas del desorden actual y encontrar el camino que se ha de emprender.

Cuando Dorothy Day fallece en 1980, el New York Times la calificó como «una militante de la no-violencia, radical en lo social, de una luminosa personalidad y fundadora del Movimiento «Catholic Worker», que luchó en primera línea, durante más de cincuenta años, en numerosos combates en favor de la justicia social».

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Qué es lo que constituye a un Ser Humano 

2. El servir y no el gobernar
Eso hace a un Ser Humano

3. El ayudar y no el aplastar
Eso hace a un Ser Humano

4. El alimentar y no el devorar
Eso hace a un Ser Humano

5. Y si es necesario el morir y no el vivir
Eso hace a un Ser Humano

6. Los Ideales y no los acuerdos
Eso hace a un Ser Humano

7. Credo y no avaricia
Eso hace a un Ser Humano

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Peter Maurin

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Medios pobres y III

Sábado, 26 de septiembre de 2020
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Del blog Nova Bella:

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  (Koldo Chamorro, Christo Ibérico)

Demasiado tenues para ser detenidos por un obstáculo, los medios pobres llegan donde las fuerzas mejor equipadas no alcanzan. A causa de su pureza atraviesan el mundo de un extremo a otro. No estando ordenados a triunfar tangiblemente, no llevan en su esencia una exigencia interna de éxito temporal, participan, por los efectos espirituales que persiguen, de la eficacia del espíritu

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Jacques Maritain

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Medios pobres II

Lunes, 21 de septiembre de 2020
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Del blog Nova Bella:

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Koldo Chamorro, “El Santo Christo Ibérico”

Son los medios propios de la sabiduría, que no es muda, sino que grita en las plazas públicas, pues lo propio de la sabiduría es gritar así y necesita, por tanto, medios para hacerse oír. El error está en pensar que los mejores medios para ella son los más potentes, los más voluminosos…

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Jacques Maritain

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El Credo de Pablo VI

Sábado, 21 de julio de 2018
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credopablovi-320x19550 años del texto, atribuido a Jacques Maritain

El filósofo estuvo a punto de ser condenado por el Santo Oficio

“Símbolo del Concilio Vaticano II… en el nombre de la Santa Trinidad, para llevar el Evangelio y abrir en la Iglesia el necesario aggiornamento y el aire fresco de la Buena Nueva a toda la humanidad”

(Josep Miquel Bausset).-  Hoy 30 de junio se cumplen 50 años de la proclamación del “Credo del papa Pablo VI“, redactado en gran parte (a partir, evidentemente, del texto de Nicea), por el filósofo francés Jacques Maritain.

Del 22 de febrero de 1967 al 30 de junio de 1968, la Iglesia, por expreso deseo del papa Montini, celebró el Año de la Fe, para así recordar a los santos Pedro y Pablo, con motivo del XIX centenario del martirio de estos apóstoles. Aquel Año Santo concluyó el 30 de junio de 1968, hoy hace 50 años, con la proclamación del “Credo del Pueblo de Dios, que desarrollaba el texto del Concilio de Nicea, con una seria de complementos.

El 12 de enero de 1967, el cardenal y teólogo suizo Charles Journet escribió una carta a Maritain para comunicarle que pronto se reuniría con el papa Pablo VI. El filósofo francés respondió al cardenal, que tenía una idea que quería proponerle: “Que el papa redactara una profesión de fe completa y detallada, en la cual se explicitara todo lo que contiene el Símbolo de Nicea. Esta sería en la historia de la Iglesia, la profesión de fe de Pablo VI”.

El cardenal Journet, sin que lo supiese Maritain, enseñó al papa una fotocopia de la carta que le había escrito el filósofo Maritain proponiéndole esta idea de la redacción del Credo.

pablo-vi-y-jacques-maritainPablo VI, con Jacques Maritain

El 14 de diciembre del mismo año 1967, Pablo VI recibió de nuevo al cardenal Journet, que le presentó otra vez la idea de Maritain sobre la redacción de un Credo. El papa Montini le comentó al cardenal, que al final del Concilio Vaticano II ya le habían aconsejado promulgar un nuevo Símbolo de la Fe, y que el papa había pedido al teólogo francés Yves Congar que preparase un texto, que finalmente quedó archivado.

Fue entonces cuando Montini dijo al cardenal Journet: “Prepárenme ustedes un esquema de lo que piensen que haya de ser hecho”. Journet pasó a Maritain este encargo del papa y el filósofo, al inicio de 1968, en París, redactó un texto que pasó al cardenal y éste, de nuevo, al papa.

De hecho, el texto de Mariatin quería ser solamente un esbozo para ayudar al cardenal Journet a redactar un escrito completo. Pero el cardenal envió al papa el Credo de Maritain, sin ninguna más añadidura. Hace falta recordar que durante los años cincuenta, el filósofo Maritain estuvo a punto de ser condenado por el Santo Oficio debido a su pensamiento filosófico, sospechoso de “naturalismo integral”. Si la condena no prosperó, fue en buena parte, por la defensa que Montini (en aquel momento Sustituto de la Secretaría de Estado) hizo va de Maritain.

Así las cosas, el 6 de abril llegó a Roma una carta del teólogo Benoit Duroux, consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe, elogiando el texto del Credo de Maritain. De esta manera, el 30 de junio de 1968, hoy hace 50 años, el papa Pablo VI pronunció solemnemente en la plaza de San Pedro el Credo del Pueblo de Dios, basado fundamentalmente en el texto que había escrito Maritain, con unas pocas variaciones.

pablo-viEl Credo de Pablo VI, que proclama la fe en la Santa Trinidad y desarrolla el Símbolo de Nicea, comienza proclamando la fe en un único Dios, “Creador de las cosas visibles y de las cosas invisibles y también Creador, en cada hombre, del alma espiritual e inmortal”. Este Dios, que “es amor”, engendró el Hijo, “por el cual han estado hechas todas las cosas”, y que “habitó entre nosotros lleno de gracia y de verdad”. Es Jesús quien “anunció y fundó el Reino de Dios” y quien “nos dio su mandamiento nuevo”, enseñándonos “el camino de las bienaventuranzas evangélicas”. Jesús, como “Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, murió por nosotros y resucitó por su propio poder al tercer día”. El Credo de Pablo VI también proclama la Virgen Madre de Dios como la “nueva Eva” y por lo tanto, “Madre de la Iglesia”.

El Credo, además, afirma que el Espíritu Santo “ilumina, vivifica, protege y rige la Iglesia”. Este texto, que confiesa “un solo bautismo instituido por Jesucristo para el perdón de los pecados”, proclama la fe en “la Iglesia edificada por Jesucristo sobre la piedra que es Pedro”. Una Iglesia que es “el cuerpo místico de Cristo, Pueblo de Dios que peregrina aquí en la tierra”. El Credo de Pablo VI, que afirma que también “fuera de la estructura de la Iglesia se encuentran muchos elementos de santificación y de verdad”, destaca que “la misa es realmente el sacrificio del Calvario”.

El Credo de Pablo VI nos recuerda el comentario al Credo que hizo mossèn Josep Mª Rovira Belloso, fallecido el pasado día 16, donde este teólogo proclamaba su fe como una actitud que “da lugar a la esperanza plena de vida eterna y a la caridad eficaz y universal“. También este Credo de Pablo VI nos recuerda el “Credo que ha dado sentido a mi vida”, del P. Josep Mª Díez Alegría.

Este texto, del cual hoy conmemoramos los 50 años de su solemne proclamación, fue como el símbolo del Concilio Vaticano II, reunido de 1962 a 1965 en el nombre de la Santa Trinidad, para llevar el Evangelio a todo el mundo y para abrir en la Iglesia el necesario aggiornamento que llevara el aire fresco de la Buena Nueva a toda la humanidad.

Fuente Religión Digital

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Maritain y “la nueva cristiandad” (I)

Domingo, 7 de diciembre de 2014
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maritainALeído en el blog de Hilari Raguer:

Introducción.

Se cumplen este verano ochenta años de la conferencia pronunciada en 1934 por Maritain en los Cursos de la Universidad de Verano de Santander, bajo el título de Problemas espirituales y temporales de una nueva cristiandad. Lo revolucionario era el calificativo de nueva. La noción de cristiandad tiene actualmente mala prensa. Yo mismo publiqué el 2006 una historia del Vaticano II y su impacto en España con el título de Réquiem por la Cristiandad. En la Edad Media, la Cristiandad fue una grandiosa implantación política, social y cultural del cristianismo. Aunque Europa se ha descristianizado, hablamos de unas raíces cristianas de Europa, que son las repercusiones temporales del evangelio eterno. Maritain no entonó un réquiem por la Cristiandad, pero dijo que tenía que ser “nueva”. ¿Dónde radicaría la novedad?

Dicen los entendidos que Maritain se convirtió al tomismo seducido por la noción aristotélico-tomista de analogía. La analogía es una poderosa herramienta lógica, que comparando dos nociones o dos realidades, no las ve unívocas, o sea exactamente iguales, ni equívocas, es decir, del todo distintas, aunque respondan a un mismo nombre. Por lo tanto las nociones análogas son según como iguales y según como distintas. Aplicando esta herramienta a la Cristiandad, Maritain sostiene que la realización temporal o social del cristianismo ha de ser de algún modo la de siempre, pero en algunos aspectos nueva. Y notemos que, en el tomismo, las realidades análogas tienen más de distinto que de común. Por eso el postulado de una “nueva” Cristiandad entrañaba una carga revolucionaria, no solo religiosa sino también política, contra el catolicismo integrista imperante entonces en España, y en cierto modo en toda la Iglesia.

723121703Durante la vieja cristiandad, podía haber habido soberanos teóricamente cristianos que no reconocían el poder temporal del Papa, o incluso guerreaban con él, pero el principio de cristiandad no se discutía. Fue con la Revolución Francesa que se derrumbó. Los Papas de después de la Revolución, a lo largo del siglo XIX, se negaron a reconocer la legitimidad de los poderes revolucionarios de Francia y de las revoluciones que la imitaron y sostuvieron las diversas restauraciones absolutistas.

Con el Congreso de Viena y la Santa Alianza, Metternich creó una sociedad de seguros mutuos, por la que los reyes absolutistas se comprometían a acudir en socorro del rey que padeciera una revolución, y sofocarla. Ni ellos ni los Papas se daban cuenta de lo irreversible del cambio de época. Cuando tras la derrota definitiva de Napoleón regresan el rey y los aristócratas emigrados (los que se habían salvado de la guillotina), y pretenden volverlo todo al estado de cosas anterior a 1789, el inteligente Secretario de Estado cardenal Consalvi (por cierto: laico) comenta que era como si Noé, al salir del arca después del diluvio, pretendiera que no había llovido.

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