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Rusia recomienda a sus ciudadanos no ejercer la homofobia cuando viajan a Austria, Dinamarca, España o Canadá

Miércoles, 31 de mayo de 2017
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Vladimir_Putin_-_2006Que el Ministerio ruso de Asuntos Exteriores se vea obligado a recordar a sus ciudadanos que insultar o agredir a ciudadanos por su orientación sexual no resulta apropiado en varios países del mundo dice mucho del nivel que la LGTBfobia ha alcanzado en Rusia. Algunos medios han elegido el enfoque paródico para comentar la noticia, pero desde luego a nosotros la noticia nos hace poca gracia cuando recordamos la situación a la que las personas LGTB rusas deben enfrentarse a diario.

Es una practica habitual que los gobiernos adviertan a sus ciudadanos que viajan al exterior que conviene tener en cuenta la realidad social de los países que visitan, y que determinados hábitos o conductas que en sus países son normales en otros son vistos con extrañeza o incluso con rechazo y pueden entrañar riesgos. El propio Ministerio de Asuntos Exteriores español, en sus consejos a las personas que vayan visitar Rusia, explica por ejemplo que en este país “la homosexualidad está reprobada socialmente. Se han producido algunos incidentes contra miembros del colectivo LGBT en las inmediaciones de locales de ocio nocturno. Además, en junio de 2013 entró en vigor una ley federal de ‘prohibición de la propaganda de las relaciones sexuales no tradicionales’. Se tipifica de forma vaga, las figuras de ‘difusión de información de imágenes o textos con contenido sexual no tradicional’ y la ‘propaganda de valores’ del mismo carácter. La ley establece distintas multas, según el infractor, por manifestaciones o actitudes públicas o por difusión de material en prensa o en Internet. Las expresiones públicas de orientaciones sexuales denominadas ‘no tradicionales’ están sujetas a sanción económica y pueden acarrear, dependiendo de los casos, la detención y deportación”.

Lo que nos llama la atención, y nos resulta desde luego muy sintomático, es que en el caso de Rusia esta recomendación se haga “a la inversa”, es decir, que se recomiende a los propios ciudadanos que puedan sentirse ofendidos ante la visibilidad de personas LGTB comportandose con normalidad que no las insulten o las agredan. En concreto, se hacen advertencias explícitas de este tipo en los casos de Austria, Dinamarca, España y Canadá (Al menos esos son los casos que hemos detectado usando las herramientas de traducción de Google del ruso).

En el caso español, en concreto, se advierte que “la expresión pública de actitudes negativas hacia las personas con diferente orientación sexual no cuenta con la comprensión de los demás”, por lo que uno se debe abstener de ellas. Y en el canadiense se explica que “además de la censura pública, en las grandes áreas metropolitanas con una presencia significativa de miembros de minorías sexuales (particularmente Vancouver, Toronto y Montreal)” existe el riesgo de que el peso de la leyes contra los delitos de odio recaiga sobre uno.

Rusia, epicentro de la homofobia

A veces los pequeños detalles dicen mucho. Ojalá llegue el día en que las autoridades rusas no se limiten a desaconsejar las prácticas homófobas de sus ciudadanos fuera de sus fronteras, sino que las persigan también en su propio país. Algo que hoy parece sin embargo muy lejano, tanto en lo jurídico como en lo social. A lo largo de los últimos años no hemos dejado de trasladar a nuestros lectores informaciones sobre la práctica impunidad de los grupos criminales homófobos, dedicados a la extorsión, acoso y tortura de personas LGTB, y que son muy tímidamente perseguidos por las autoridades.

De hecho, las autoridades alientan aún más la homofobia con leyes como la aprobada en 2013, que prohíbe informar positivamente de la homosexualidad a menores, a la vez que permite que quienes simplemente enarbolan una bandera arcoíris o reivindican la celebración del Orgullo sean detenidos, sancionados con multas considerables o incluso encarcelados. Una ley, recordamos, cuya defensa dio lugar a la articulación de una especie de “internacional homófoba” cuyas consecuencias seguimos sufriendo en el resto del mundo (organizaciones como HazteOír, por ejemplo, se contaron entre sus valedoras). Por no hablar de la inhibición de las autoridades rusas ante la persecución homófoba en Chechenia, al fin y al cabo una república de la Federación Rusa gobernada en estos momentos por los aliados de Vladimir Putin.

 Y aun así sigue habiendo valientes que se atreven a dar la cara, como el joven Ivan Kravistin, del que hablábamos en 2016, que se niega a volver al armario y hacer más discreta su apariencia pese a haber sufrido una grave agresión por parte de un hombre al que no gustó su aspecto de “maricón”. Kravistin sí que denunció, y aunque el agresor fue acusado de “gamberrismo” no hubo la más mínima intención de considerar el ataque un crimen de odio.

Fuente Dosmanzanas

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La victoria del partido de Putin en las elecciones parlamentarias rusas, una pésima noticia en clave LGTB

Jueves, 29 de septiembre de 2016
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Vladimir_Putin_-_2006No escapa a nadie que el triunfo en las elecciones legislativas rusas de Rusia Unida, el partido del homófobo presidente Vladimir Putin, es un mal augurio para la libertad, la igualdad y los derechos del colectivo LGTB. La aversión irrespetuosa de la gran mayoría de los diputados electos de la Duma (el parlamento ruso) hacia la diversidad de orientación sexual e identidad de género pronostica otra legislatura sombría y llena de incertidumbres dentro del régimen heteropatriarcal ruso. Lamentablemente, el candidato abiertamente gay Bulat Barantaev no ha conseguido el acta de diputado, pero considera que su participación electoral ha servido para “aumentar la visibilidad de las personas homosexuales”.

Vladimir Putin ha utilizado las elecciones legislativas como un termómetro a su gestión, aunque el objetivo era elegir a los miembros del parlamento para la próxima legislatura. “Los resultados de la votación reflejan la reacción de nuestros ciudadanos a los intentos de la presión extranjera en Rusia, a las sanciones, a los intentos de desestabilizar la situación en nuestro país desde el interior”, ha asegurado el ínclito presidente. Es cierto que Rusia Unida ha obtenido 343 de los 450 escaños de la Duma y que la bancada impulsora del odio LGTBfóbico tendrá la fuerza suficiente, una vez más, para imponer su heteronormatividad.

Los comunistas rusos vuelven a situarse como segunda formación parlamentaria, incluso después de haber sufrido un considerable batacazo electoral. El Partido Comunista de la Federación Rusa ha obtenido 42 escaños frente a los 92 de la anterior legislatura. En todo caso, parece previsible pensar que el partido de Putin volverá a contar con el seguidismo del grupo comunista de la Duma en lo que ambos denominan “los grandes asuntos de estado”; entre ellos, la indisimulada agenda LGTBfóbica.

Cabe recordar que los diputados comunistas vienen actuando como satélite de Putin en todas las votaciones relacionadas con la discriminación de la comunidad LGTB. Por detrás de Rusia Unida y del Partido Comunista quedan otras formaciones como la de los nacionalistas liberales o Rusia Justa (con 39 y 23 escaños respectivamente), así como varios independientes.

Especialmente gráficas resultan las declaraciones de Dmitry Gudkov, candidato del partido liberal Yabloko, al confesar que “siento miedo por mis hijos, ya que quiero que vivan en Rusia, pero no en esta que he visto en los últimos años y que se hizo aún más fuerte anoche” (en referencia a la jornada electoral, celebrada el pasado domingo 18 de septiembre).

Propaganda, fraude y baja participación

Decíamos que la mayoría parlamentaria del partido de Putin es innegable, pero también es verdad que la participación ha caído en picado: del 60% de las elecciones de 2011 ha pasado ahora al 48%. En Moscú, por ejemplo, apenas han acudido a las urnas el 35% de los ciudadanos con derecho a voto. Algunos analistas señalan que la apatía política es un factor de estabilidad para Putin. Las mismas voces, además, apuntan que no son comparables estas cifras con las de otros países europeos, ya que los rusos “están prácticamente obligados a ir a votar”.

“Estas elecciones no han sido justas, porque no había igualdad de condiciones para los que fueron autorizados a participar”, ha denunciado Mikhail Kasyanov, líde del partido de la coalición liberal Parnas, que se quedó fuera de la Duma por menos del 1% de los votos. Kasyanov también fue primer ministro de Rusia entre 2000 y 2004. Entre otras cosas, a pesar del alto nivel de candidaturas presentadas, el férreo control que la administración Putin ejerce sobre los medios de comunicación (muy especialmente de la televisión) ha invisibilizado en gran parte a la oposición y sus críticas al Gobierno.

No son los primeros comicios rusos, por otra parte, sobre los que hay sospechas (o incluso pruebas) de irregularidades. Pero, concretamente, en las recién celebradas elecciones parlamentarias, en al menos 9 colegios electorales se han invalidado los resultados. Medios de comunicación locales, e incluso las cámaras de seguridad de los colegios, han documentado intentos de pucherazo perpetrados a cargo de mujeres que introducían docenas de papeletas en las urnas, mientras eran tapadas por miembros de la comisión electoral.

Las acusaciones de fraude de 2011 provocaron las mayores manifestaciones contra el entorno de Putin. ¿Y por qué ahora las protestas están siendo aisladas? La razón más plausible es que algunos de los rostros más conocidos de las movilizaciones de hace 5 años todavía están padeciendo las consecuencias. Vladimir Akimenov, del Frente de Izquierda, padeció una arbitraria privación de libertad de 557 días. Aleksei Kiselev, el valiente activista LGTB que se ha enfrentado en diversas ocasiones a las leyes LGTBfóbicas y ha sufrido detenciones, amenazas y ataques, adquirió el estatus de refugiado en España en 2013.

Este vídeo de la BBC (en inglés) recoge uno de los intentos de pucherazo:

Bulat Barantaev, el candidato igualitario

780x580-noticias-bulat-barantayev-facebookDosmanzanas se ha puesto en contacto con Bulat Barantaev, empresario y activista LGTB. Lamentablemente, no ha obtenido el acta de diputado, ya que solo consiguió el 2,5% de los votos de su distrito. “Incluso si no se toman en consideración todas las manipulaciones de Putin con el proceso electoral y con el acceso a los medios de comunicación, es imposible que un hombre públicamente homosexual sea elegido para el Parlamento de la Rusia de hoy”.

Su objetivo último, según nos ha confesado era “aumentar la visibilidad de las personas homosexuales en la sociedad”. Y lo ha conseguido ya que, incluso en el ámbito internacional, ha logrado atraer una gran atención. “Soy un activista democrático y por los derechos LGBT, así como un hombre de negocios aquí en Siberia y en ocasiones mi personalidad atrae la atención de los medios de comunicación”, relata Barantaev.

El activista prosigue diciendo que dicha atención no solo la consigue cuando “realizamos manifestaciones sobre temas LGBT o para proteger la democracia sino también cuando dimos a luz a un niño con dos amigas lesbianas, cuando las ventas de mi marca fetiche Maskulo comenzaron en París o Londres…”. [En la fotografía inferior, Bulat Barantaev aparece con su pareja].

bulat_barantaev-768x307Sobre la falta de pluralidad y de oposición “real” en el parlamento, Barantaev opina que los diputados más “independientes” se encuentran “más preocupados por su supervivencia política en un momento en el que el 90% de los medios de comunicación pertenecen al estado o a alguna de sus corporaciones, cuando no a los amigos de Putin”. Y el político igualitario concluye que, además, “muchos de ellos experimentan problemas cuando los órganos encargados de hacer cumplir la ley son, de hecho, tratan de ponerlos a prueba en diferentes casos injustos y, a veces, ridículos”.

El infame legado LGTBfóbico de Putin

Dosmanzanas realiza un seguimiento bastante intensivo de las noticias sobre la terrible realidad LGTB de Rusia. Desde la aprobación de las leyes homófobas de estado, no hemos dejado de trasladar a nuestros lectores informaciones sobre la práctica impunidad de los grupos homófobos, dedicados a la extorsión, acoso, tortura e incluso asesinato de personas LGTB, y que son muy tímidamente perseguidos por las autoridades.

De hecho, en lugar de perseguir a quienes agreden y torturan, las autoridades alientan aún más la homofobia con leyes como la aprobada en 2013, que prohíbe informar positivamente de la homosexualidad a menores, a la vez que permite que quienes simplemente enarbolan una bandera arcoíris o reivindican la celebración del Orgullo sean detenidos, sancionados con multas considerables  o incluso encarcelados. El pasado mes de julio, sin ir más lejos, la Policía rusa detenía al pastor estadounidense Jim Mulcahy, que se encontraba realizando un encuentro con miembros del colectivo LGTB en la ciudad de Samara, bajo la acusación de que pretendía celebrar matrimonios entre personas del mismo sexo.

Afortunadamente, a pesar de todas las dificultades, sigue habiendo valientes que se atreven a dar la cara, como el joven Ivan Kravistin, del que hablábamos hace unos meses, que se niega a volver al armario y hacer más discreta su apariencia pese a haber sufrido una grave agresión por parte de un hombre al que no gustó su aspecto de “maricón”. Kravistin sí que denunció, y aunque el agresor fue acusado de “gamberrismo” no hubo la más mínima intención de considerar el ataque un crimen de odio…

Fuente Dosmanzanas

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Asesinato homófobo en Rusia: el periodista Dmitry Tsilikin, apuñalado hasta la muerte por un joven simpatizante de la extrema derecha

Sábado, 16 de abril de 2016
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2016-04-russa-eca-tsilikinOtra terrible noticia la que nos llega desde Rusia, convertida desde hace unos pocos años en un infierno para las personas LGTB. Dmitry  Tsilikin, conocido periodista cultural, colaborador de varios medios y crítico teatral, ha sido asesinado en su casa de San Petersburgo. El asesino es el estudiante de 21 años Sergei Kosirev, simpatizante de la extrema derecha.

Dmitry Tsilikin era homosexual, aunque no lo había hecho público. Algo a lo que las personas LGTB rusas están acostumbradas, si no quieren exponerse al ostracismo social, al acoso, a represalias en sus lugares de trabajo e incluso a persecución legal si  se considera que su visibilidad puede ser entendida como “promoción de las relaciones no tradicionales”. Pero incluso limitando su visibilidad a círculos privados, muchos caen en las trampas que les tienden -sobre todo a través de internet- extorsionadores y grupos vinculados a la extrema derecha (Occupy Pedofilyaj y similares), que los someten a terribles vejaciones que con frecuencia graban en vídeo y difunden en redes sociales con el objeto de arruinar sus vidas.

Aunque las primeras informaciones nada decían sobre la posible causa, todo apunta a que el asesinato de Tsikilin se encuadra en este contexto de brutal homofobia. Tsikilin y Sergei Kosirev entablaron contacto a través de internet, concertando un encuentro en casa del periodista. Es difícil saber lo que sucedió allí, pero según la investigación policial el joven le habría chantajeado. Sea como fuese la discusión acabó con el apuñalamiento de Tsikilin, con el que Kosirev se ensañó especialmente: el periodista murió desangrado, tras recibir una docena de cuchilladas. Su cadáver no fue encontrado hasta el 31 de marzo, varios días después de su muerte (que la investigación ha situado después el 27 de marzo). El asesino aprovechó para robarle un ordenador portátil y la cartera antes de abandonar la casa.

La policía dio con Kosirev rastreando las llamadas de teléfono de Tsikilin. Aunque las versiones sobre su testimonio difieren ligeramente, lo que parece claro es que tras su detención el joven, simpatizante de la extrema derecha, admitió haber asesinado a Tsikilin movido por el odio y el afán de “limpieza” social. Tanya Cooper, investigadora en Rusia de la organización Human Rights Watch, sospecha sin embargo que ni aun así se reconocerá el componente homófobo. “Rusia dispone de leyes contra los delitos de odio que podrían aplicarse. Pero tengo razones para ser escéptica: de las varias docenas de ataques antiLGTB que he documentado en años recientes, ninguno fue investigado ni perseguido como delito de odio. Ni siquiera aquellos en los que más descaradamente el odio era la causa”, ha escrito.

Silencio, vergüenza, miedo…

Muy interesante nos ha parecido, en este sentido, el artículo que la periodista ruso-estadounidense Masha Gessen ha publicado en The New York Times, en el que precisamente denuncia el trato que los medios y la propia sociedad rusa dan a asesinatos como el de Tsikilin. Gessen cita el estremecedor testimonio de Alexander Smirnov, un funcionario ruso hoy solicitante de asilo en Estados Unidos, uno de cuyos amigos murió asesinado de la misma forma que Tsikilin, y que sufrió además en sus propias carnes una brutal agresión tras concertar un encuentro online.

“Les rogué que al menos no me mataran. No puedes imaginarte la vergüenza que sentía ante ellos, que eran los que habían entrado en mi hogar y casi me matan. Se llevaron todo lo que tenía, hasta mi teléfono. Ellos eran los delincuentes, pero yo era el que me sentía avergonzado. Temblando, no pude ni llamar a una ambulancia, porque hubiera tenido que explicarles lo que me había pasado. Y por supuesto, no podía decir nada en el trabajo. Pedí a unos amigos que llamaran a la oficina y dijeran que me habían asaltado en una parada de autobús. Y no acudí a la policía. Hubiera resultado muy fácil encontrar a los atacantes, pero no tenía el valor de ponerme delante de un policía en uniforme. Ahora me culpo por haber sido débil, porque aquellos dos han podido matar a otros”, cuenta Smirnov a Gessen.

La periodista, que denuncia el clima de vergüenza, silencio y miedo que rodea a estas agresiones, culpa sobre todo a Vladimir Putin y a su infame política antiLGTB de contribuir a perpetuar estas agresiones.

La absoluta desprotección de la comunidad LGTB rusa

Dosmanzanas realiza habitualmente un seguimiento bastante intensivo de las noticias sobre la terrible realidad LGTB de Rusia. Desde la aprobación de las leyes homófobas de estado, no hemos dejado de tener que trasladar a nuestros lectores informaciones sobre la práctica impunidad con que actúan grupos como Occupy Pedofilyaj y similares, dedicados al acoso, tortura e incluso asesinato de personas LGTB ante la pasividad muda de las autoridades.

De hecho, en lugar de perseguir a quienes agreden y torturan, las autoridades alientan aún más la homofobia con leyes como la aprobada en 2013, que prohíbe informar positivamente de la homosexualidad a menores, a la vez que permite que quienes simplemente enarbolan una bandera arcoíris o reivindican la celebración del Orgullo sean detenidos, sancionados o incluso encarcelados. Y aun así sigue habiendo valientes que se atreven a dar la cara, como el joven Ivan Kravistin, del que hablábamos hace solo unas pocas semanas, que se niega a volver al armario y hacer más discreta su apariencia pese a haber sufrido una grave agresión por parte de un hombre al que no gustó su aspecto de “maricón”. Kravistin sí que denunció, y aunque el agresor fue acusado de “gamberrismo” no hubo la más mínima intención de considerar el ataque un crimen de odio…

Fuente Dosmanzanas

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Un joven gay ruso se resiste a volver a vivir dentro del armario después de sufrir una feroz agresión homófoba

Martes, 1 de marzo de 2016
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Ivan-Kravistin-2-249x300Ivan Kravistin es un joven ruso de 26 años que sufrió el ataque violento de un compatriota a quien le disgustó su apariencia de “maricón”. Pero Ivan no se resigna a ser una víctima, y ha defendido en las redes sociales su derecho a vivir su vida libremente, sin tener que ocultar su orientación sexual, ni recluirse para encontrar un refugio más seguro. Según sus palabras, ”si te sometes a los homófobos, si te encierras en el armario, no estarás viviendo plenamente”.

El pasado 24 de febrero, Ivan Kravistin hacía sus compras en un supermercado de Syzran, una localidad de unos 180.000 habitantes situada a 900 kilómetros al este de Moscú. Cuando se disponía a salir del local, le bloqueó el paso un hombre de gran estatura y corpulencia, que le preguntó si era “maricón”, pues Ivan lleva el pelo teñido de azul y las uñas pintadas.

El energúmeno continuó espetándole todo tipo de insultos homófobos, mientras empezaba a golpearle con saña en la cara y en el cuerpo. Un viandante intentó detenerle, diciendo que a él tampoco le gustaban los gais, pero que no creía que hubiera que golpearles así. Finalmente, acudió la Policía, que detuvo al agresor bajo el cargo de “gamberrismo”. Por supuesto, no hubo intención de considerarlo un crimen de odio.

Ivan fue conducido al hospital, donde se le diagnosticó una conmoción, además de grandes hematomas en cuerpo y rostro. Finalmente, fue dado de alta para que terminase su recuperación en su domicilio.

Una vez allí, Ivan decidió compartir su dolorosa experiencia en la red social Vkontakte, la más popular de Rusia y semejante en formato a Facebook, para que sirviera como denuncia. Allí además publicó unas fotografías en las que se podían comprobar las huellas de la agresión. Sin embargo, muchos de los comentaristas le instaron a que fuera más discreto e intentara pasar desapercibido, que dejara de teñirse el pelo y de hablar de los derechos de los gais, para así evitar más agresiones e insultos en el futuro. Pero Ivan se ha negado a cumplir con ese papel de víctima, dando la siguiente respuesta a quienes le recomendaban discreción y ocultamiento:

Según algunos, tengo que dejar de hablar de los derechos de los homosexuales y aceptar la realidad de que, como norma, los homosexuales nunca serán aceptados en Syzran y en Rusia. Vive para ti mismo, a puerta cerrada, con un novio, y todo irá bien. Si yo no fuera “buscando problemas”, mi vida sería un cuento de hadas. Pero ese “felices para siempre” es una mentira. Si te sometes a los homófobos, si vuelves al armario, no estarás viviendo plenamente. Yo puedo tener rota la cara, pero tú tienes rota la vida.

Si debo elegir entre vivir una vida plena y breve o una vida lenta y dolorosa encerrado en el armario, elijo lo primero. Piensa lo quieras sobre la homosexualidad, pero yo no me merezco esto. Nadie se merece esto. No voy a permitir que me obliguen a volver de nuevo al armario, porque esta es la razón por la que salí en su día: la gente necesita saber que existimos.

La absoluta desprotección de la comunidad LGTB rusa

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En lugar de perseguir a quienes agreden y torturan, las autoridades alientan aún más la homofobia con leyes como la aprobada en 2013, que prohíbe informar positivamente de la homosexualidad a menores, a la vez que permite que quienes simplemente enarbolan una bandera arcoíris o reivindican la celebración del Orgullo sean detenidos, sancionados o incluso encarcelados.

Fuente Dosmanzanas

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