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Castillo: “Por lo que más quieran, señores obispos, no den más motivos de hablar contra la Iglesia”

Miércoles, 2 de febrero de 2022
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De su blog Teología sin Censura:

“¿No es un escándalo más grave de lo que pensamos lo que estamos aguantando en España con el episcopado que tenemos?”

“¿Se ve, se palpa, en los obispos la presencia de Jesús el Señor? Las decisiones de nuestros actuales obispos, ¿se parecen a la forma de vida que les mandó Jesús?”

“Si nuestros obispos son obispos porque su razón de ser en el mundo consiste en hacer presente el Evangelio, ¿no es un escándalo más grave de lo que pensamos lo que estamos aguantando en España con el episcopado que tenemos?”

“Apropiarse monumentos históricos de un valor incalculable, templos, fincas y cientos de inmatriculaciones, que nuestro episcopado ha hecho en las últimas décadas, es un comportamiento que no se puede justificar”

“Como tampoco es un justificante aceptable sacar a relucir lo que la Iglesia ayuda a tantas personas y familias necesitadas, por ejemplo, mediante Cáritas y otras instituciones de generosa caridad”

Uno de los teólogos más importantes, que ha tenido la Iglesia en el siglo pasado, el profesor Yves Congar, dejó escrito: “Que los obispos son ‘los sucesores de los de los apóstoles’ es un hecho afirmado de tal forma por la tradición y por el magisterio extraordinario, que se impone como una doctrina de fe”. Por tanto, los obispos son, como todo el mundo, ciudadanos del país al que pertenecen. Pero, además de eso, son “los sucesores de los apóstoles”, los que, según el Evangelio, fueron elegidos por Jesús (Mc 3, 13-19; Lc 6, 12-17). A los doce elegidos, Jesús les dijo, al despedirse de ellos: “Id y haced discípulos… enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado” (Mt 23, 19-20).

Esto es lo que dice el Evangelio. ¿Es esto lo que ahora dice la gente cuando habla de los obispos? ¿Se ve, se palpa, en los obispos la presencia de Jesús el Señor? Las decisiones de nuestros actuales obispos, ¿se parecen a la forma de vida que les mandó Jesús? Por supuesto, en la Iglesia actual y en la de todos los tiempos, ha habido y sigue habiendo obispos ejemplares y hombres heroicos. Pero el problema no está en eso. Si somos sinceros y pretendemos ser buenos ciudadanos, por supuesto, no debemos cometer ni delitos de pederastia, ni apropiarnos lo que no nos pertenece. Esto es evidente, Y ante escándalos de esta magnitud no debemos ni podemos callar.

Pero es que la situación que estamos viviendo ahora mismo en la Iglesia (concretamente en España) es mucho más insoportable y escandalosa. Porque los obispos, como es lógico, se tienen que comportar como buenos ciudadanos. Pero es que, al tratarse de “sucesores de los Apóstoles del Evangelio”, el problema – para quienes somo cristianos – es mucho más grave. Porque Jesús no se limitó a decirles a sus Apóstoles que fueran buenos ciudadanos, sino que, al mandarlos a predicar el Evangelio, les dijo sin rodeos: “No os procuréis oro, plata, ni calderilla para llevarlo en la faja; ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón, que el obrero merece su salario” (Mt 10, 9-10). Y es que, para seguir a Jesús, tenían que “dejarlo todo”. Ni podían pretender ocupar los primeros puestos, ni ser los más importantes (Mt 20, 20-28).

Si nuestros obispos son obispos porque su razón de ser en el mundo consiste en hacer presente el Evangelio, ¿no es un escándalo más grave de lo que pensamos lo que estamos aguantando en España con el episcopado que tenemos?

Insisto en que obispos ejemplares, los tiene ahora mismo la Iglesia en España. Y los ha tenido siempre. Pero eso no justifica la cantidad de abusos de menores, que se han cometido y ocultado, por imposición de la misma Iglesia. Como tampoco es un justificante aceptable sacar a relucir lo que la Iglesia ayuda a tantas personas y familias necesitadas, por ejemplo, mediante Cáritas y otras instituciones de generosa caridad.

24B1B919-2063-43C0-A63F-03E707C8DBA7Apropiarse monumentos históricos de un valor incalculable, templos, fincas y cientos de inmatriculaciones, que nuestro episcopado ha hecho en las últimas décadas, es un comportamiento que no se puede justificar, si nos atenemos a la legislación vigente en España. Pero, si es que somos creyentes, que pretendemos tomar en serio el Evangelio, ¿vamos a justificar, con nuestro silencio, el hecho escandaloso de un episcopado, que, en lugar de dar el ejemplo de quienes “siguen” fielmente a Jesús el Señor, lo que hacen es gobernar a una Iglesia que se apropia lo que no le pertenece?

Si nos atenemos al Evangelio, Jesús no quiso ni templos, según lo que le dijo a una mujer samaritana (Jn 4, 21-23). Y cuando entró en el templo de Jerusalén, al ver a los que compraban y vendían, hizo un látigo y echó a la calla a todos aquellos negociantes diciéndoles en su cara: No convirtáis la casa de mi Padre en una casa de negocios” (Jn 2, 14-16). 

Por lo que más quieran, señores obispos, no den más motivos de hablar contra la Iglesia. Es verdad que este mundo tan revuelto, que tenemos, es motivo de indecibles sufrimientos. Pero estando las cosas como están, no vengan Vds  ahora a decirle a la gente, que Vds, con sus títulos y su importancia, se pueden apropiar de lo que les interesa.

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Ni la Virgen ni Dios “inmatricularon” una casa en Belén

Viernes, 8 de enero de 2021
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ABF59562-0716-4FAD-8B9A-25FD7C5AF34EDel blog de Xabier Pikaza:

La Iglesia puede tener casas… pero sólo para “venderlas” y dar el dinero a los “pobres”

 Ahora, en cambio, en Navidad 2020, un tipo de iglesia de España y del mundo sigue inmatriculando bienes, entre ellos muchas casas, desde la Grande de Vaticano hasta otras más pequeñas.
 
El tema de fondo es complejo, y no se resuelve con ensoñaciones generales, pero exige una respuesta radical de la Iglesia de Jesús, si quiere ser coherente con el mensaje y vida de su Cristo
 
La Iglesia puede tener casas… pero sólo para “venderlas” y dar el dinero a los “pobres”, esto es, para que sean expresión de vida compartida (Mc 10). La Iglesia puede “negociar”  iglesias, casas (escuelas, universidades u hospitales… etc.), pero sólo al servicio de los pobres (Mt 25), para recibir y ofrecer espacio de vida a  exiliados, descartados…, de manera que su capital no sea para sí, sino los otros,para todos
 
En ese sentido,la Iglesia no puede matricular nada como propiedad particular (ni la Catedral de X, ni siquiera el Vaticano), pues toda propiedad cristiana es común. En esa línea, sus bienes (¡sin excepción alguna!) sólo pueden ser suyos en la medida en que ella hace que sean de todos, de forma que los da y reparte, invirtiendo el camino de inmatriculaciones y capitalizaciones que parecen estar buscando algunos.

Planteamiento inicial

          En este contexto, sabiendo que Jesús nació sin casa en Belén, quiero reflexionar sobre el tema en un plano de fondo  “cristiano” (no en línea jurídica o político…). Empiezo por el caso de las inmatriculaciones (tal como se da en España). Muchos dicen que la forma en que la Iglesia inmatricula sus pretendidos bienes no es clara, que no se sabe bien los que ella tiene, que tiene ni cómo los ha inmatriculado. Así podemos empezar reflexionando:

(a) No es que la iglesia sea muy “rica”, Ricos son los estados, las multinacionales, el gran Capital… Pero mientras ella no sea totalmente desprendida y clara en este campo  de las casas y el dinero, empezando por la cabeza (¡el mayor problema actual del Vaticano es su capital!), no podrá decir que es fiel al evangelio… ni podrá acoger  a Jesús cuando viene como vino en Belén.

(b) En un contexto de inmatriculaciones como el nuestro, la iniciativa debía partir de la Iglesia, que tendría que presentar mañana mismo, un lunes, claramente sus razones y papeles,  esté o no jurídicamente obligada, mostrando con toda claridad que todos los bienes que ella “administra” no son “suyos”,  sino de todos, mostrando con plena transparencia, que ella así lo hace, poniendo su “capital “espiritual” (que el Cristo de Dios), y también histórico, cultural, artístico, asistencial, afectivo etc. al servicio de aquellos que los necesitan.

(c) Pero el tema de la Iglesia no es inmatricular, sino  poner todas las posesiones y bienes de la Iglesia al servicio del bien común, y en especial de los oprimidos y/o excluidos,  incluso en contra (por encima) de algunas leyes (conforme a la palabra de Jesús: No podéis servir a Dios y a la Mamona.

      En sí misma, como Jesús, la iglesia en sí (no para alguna de sus obras) no necesita inmatriculaciones, pero si las tiene ha hacerlas para servicio de aquellos que, como Jesús, no tenían espacio en la “posada legal de Belén”. ¿Para qué necesita la iglesia 2020, en España y en el mundo, inmatricular a su nombre (teóricamente en el nombre de Jesús) unos bienes?

  1. Muchos piensan que la iglesia inmatricula bienes para ser rica…, para tener poder. Pues bien, para responder a su verdad más honda, la Iglesia tiene que invertir ese proceso de enriquecimiento egoísta haciendo que todos sus bienes muebles e inmuebles estén limpiamente al servicio de todos, en especial de los más pobres,  es decir, que sean de verdad de los más pobres, no en un tipo de retórica piadosista (no piadosa).
  2. ¿Puede la iglesia inmatricular para sí unos bienes, al modo en que lo hacen las empresas capitalistas, en un mundo donde miles de instituciones de poder, desde estados a corporaciones, quieren “inmatricularlo” todo, incluso el agua, como “bien” de mercado dominado por algunos?  ¿Puede sumarse la iglesia a la carrera de un capitalismo que en el fondo (e incluso en la forma) va en contra del evangelio.
  3.  La Iglesia no puede inmatricular nada para sí (como iglesia “particuar”), sino sólo para “Jesús y su gente”, es decir, para todos, y en especial para aquellos que no tienen casa, ni bienes propios, por encima naciones y estados, de multinacionales y leyes de propiedad particular…  Es absolutamente necesario (por evangelio)  que todos los bienes de la iglesia (inmatriculados o no) sean para servicio de todos, no para lucro particular, sino para comunicación gratuita entre todos y para todos.
  4. Quiero una iglesia a contra-corriente. En ese sentido “la inmatriculación eclesial” no puede ser un “acto de apropiación particular”, sino más bien de “desapropiación”. Ella puede y deber tener un capital, pero sólo un capital-servicio, un capital de “bienes verdes”,  que ella “administra” (¡no posee!) para bien de todos, siempre que la sociedad civil (el Estado) se lo permita, para servicio de los más pobres.
  5. La “administración de esos bienes inmatriculados por la Iglesia”… constituye la prueba de fe del cristianismo (o, mejor dicho, el “dogma” fundante de la iglesia). Sólo en la medida en que no capitalice para sí (no tenga nada frente a otros) la Iglesia se podrá llamar cristiano.  En ese sentido, quiero que la iglesia “tenga mucho”, pero nada para para ella, ni para enriquecimiento de su gente (su staff), sino para iniciar y recorrer un camino de total gratuidad.

Desarrollo teórico. Tres principios

                La iglesia no es una corporación económico-social (o doctrinal), sino espacio de  comunicación y gratuidad al servicio de los más pobres, para que todas las “casas de Belén, es decir, del mundo” sean posadas de acogida para los pobres y excluidos de la sociedad.   Éste es el dogma cristiano, que los hombres y mujeres puedan darse unos a otros y acogerse, escucharse y dialogar, en donación gratuita, en esperanza de vida: eso es religión para los cristianos. En esa línea, la verdad cristiana es la comunicación creyente, la estructura de comunicación y acogida de la iglesia cobra un valor teológico especial, queda integrada en la dogmática.

  1. La fe en Dios  según Jesús se identifica con el despliegue de la comunión personal gratuita, una sociedad de renacidos, donde nada “capitaliza” para uno mismo, de un modo egoísta, sino para los demás. Ese proyecto comunicativo de Jesús ha sido combatido por los poderes del sistema que le han condenado. Pero invirtiendo esa condena, Dios le resucita, haciéndole en medio de la historia humana garantía y camino de comunicación gratuita de la vida.
  2. El Dios que nació en Belén si casa (sin propiedad particular), quiere que todos los hombres compartan lo que tienen, que nadie se encuentre sin casa, porque solo se tiene de verdad aquello que se regala a los otros… En esa línea “inmatricular” algo en nombre de Jesús significa “des-matricularlo”, ponerlo por principio al servicio de todos. En esa línea, la iglesia o comunidad de “amigos de Jesús” tiene que presentarse como como la comunidad de aquellos que, creyendo en la Palabra de Jesús resucitado, la celebran con su vida y la comparten… En esa línea, los bienes de la comunidad de Jesús (edificios, locales, servicios…) no son para ella, para su staff, sino para todos los hombres.  Jesús dijo al “joven rico”: Inmatricula todo lo que quieras, para con la condición de que lo pongas inmediatamente al nombre y servicio de todos.
  3. La iglesia no puede inmatricular bienes para su staff o personal administrativo. Los ministros de la iglesia han de ser mujeres y hombres al servicio de la comunicación, hombres y mujeres cuyo bien supremo es compartir. Su “grandeza” no está en tener, sino en dar. Por eso, los ministerios cristianos son mediaciones comunicativas: no expresan el poder de un Dios rico en sí (principio superior y separado, que se goza imponiendo su dictado), sino del Dios de Jesús, que nace en Belén, entre pobres, para pobres.

La Iglesia de Jesús como anti-sistema

               No tiene intereses económicos, ni finalidades comerciales o administrativas, pues solamente busca la vida y comunión de los humanos: pretende que las cosas se resuelvan, pues en su nivel no hay cosas para resolver, sino que los creyentes dialoguen y vivan. Por eso decimos que es autogestionaria.

El sistema, en cuanto institución económico-administrativo, no deja lugar para ese tipo de gestiones: no le importa el diálogo personal, sino que las cosas funcionen y los problemas se revuelven con eficacia, en un todo donde los diversos elementos están conectados. Por el contrario, cada comunidad eclesial puede y debe ser autogestionaria, a nivel de fe y comunicación humana, pues no busca el funcionamiento legal, sino que los creyentes puedan dialogar en Cristo, acojan  y expandan la fe, celebren el amor mutuo y esperen en amor la vida eterna.

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“Los obispos no han sido constituidos propietarios de los bienes de la Iglesia”

Jueves, 26 de noviembre de 2020
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Inmatriculaciones-Iglesia_2050005066_12029116_660x371De su blog Teología sin censura:

Las inmatriculaciones, las leyes de la Iglesia y la ley del Evangelio

Los obispos de la Iglesia deben tener siempre muy presente es que ellos son “sucesores de los apóstoles”. Y como tales, tienen que ser fieles a lo que el Evangelio les manda

Han sido nuestros obispos quienes han gestionado y han pretendido justificar el hecho de apropiarse legalmente esa cantidad enorme de propiedades, muchas de ellas auténticos monumentos nacionales

Las noticias que se estaban difundiendo sobre las inmatriculaciones de propiedades, que los obispos españoles venían haciendo en los últimos años, hoy se nos informa que, efectivamente, tales inmatriculaciones se han producido, según informa el Colegio de Registradores de España. Un total de 34.964 propiedades han sido puestas a nombre de la Iglesia católica. De esa importante cantidad de apropiaciones, oficialmente reconocidas, 18.535 son templos. Las demás son edificios, locales, terrenos y propiedades de distinta índole.

Este es el hecho que Religión Digital ha difundido, hace unas horas. Puntualizando, además, que los obispos españoles, al apropiarse esa importante cantidad de templos y otras propiedades, no contaban con más prueba de autenticidad que la palabra del Ordinario del lugar. Es decir, la Iglesia no tiene más documento o prueba que la palabra del Obispo.     

 Yo no soy jurista. Ni tengo ningún tipo o modelo de autoridad, desde el punto de vista de lo que representa la propiedad legal, para emitir un juicio sobre este asunto tan delicado. Yo he dedicado mi vida al estudio y la enseñanza de la Teología cristiana. Y hablo desde ese punto de vista. Porque han sido nuestros obispos quienes han gestionado y han pretendido justificar el hecho de apropiarse legalmente esa cantidad enorme de propiedades, muchas de ellas auténticos monumentos nacionales.

Ahora bien, planteado así el problema, lo primero que tengo que decir es que, desde el punto de vista de la Teología cristiana, los obispos no han sido constituidos como tales, para que sean propietarios de los bienes de la Iglesia, sino para que sean sucesores de los apóstoles y testigos del Evangelio. El oficio que ejercen no es el de “propietarios” de una determinada fortuna, sino “testigos” de un mensaje. Diga lo que diga la legislación de la Iglesia, los obispos deben saber y deben cumplir, ante todo, con el Evangelio de Jesucristo. Y si la legislación de la Iglesia se opone al Evangelio, los obispos son los primeros que deben ser fieles al Evangelio, antes que aprovecharse de normas y leyes que les convienen a ellos.

Así las cosas, los obispos deben saber que el Señor Jesús dijo que “los verdaderos adoradores no darán culto a Dios “ni en este monte ni en Jerusalén”, sino que “dan culto al Padre en espíritu y verdad” (Jn 4, 21-24). Es más, como es bien sabido, Jesús se enfrentó violentamente al templo, hasta el extremo de que, látigo en mano, llegó a decir que habían hecho del templo, una “cueva de bandidos” (Mc 11, 15-19 par).

Pero no es esto lo más importante. Lo más claro, que los obispos de la Iglesia deben tener siempre muy presente es que ellos son “sucesores de los apóstoles”. Y como tales, tienen que ser fieles a lo que el Evangelio les manda a los “apóstoles”: que vayan por la vida de forma que “no lleven ni oro, ni plata, ni calderilla, ni siquiera una alforja para el camino”(Mt 10, 9-10 par). Jesús les llama para que “le sigan”. Y el “seguimiento” de Jesús lleva consigo, como primera y esencial condición, poner toda nuestra seguridad en Jesús y su Evangelio. Todo lo que no sea esto, es anteponer nuestro interés a la voluntad divina.

Por lo tanto, ¿cómo y en qué justifican nuestros obisposesa apropiación de bienes, que Dios, por boca de Jesucristo, les prohibió tener? Y que no digan que una “Religión” tiene gastos y necesita propiedades para ejercer el apostolado y la caridad. El apostolado es, ante todo, la ejemplaridad de vida, que tienen que dar, ante todo, los obispos, en este mundo tan egoísta. Y la “religiosidad” que tienen que difundir ante todo es la que nos enseña el Nuevo Testamento: “Religión pura y auténtica a los ojos de Dios Padre es ésta: mirar por la huérfanos y viudas en sus necesidades y no dejarse contaminar por el mundo” (Sant 1, 26-27).

Cuando el Apostolado Episcopal se degenera y, en lugar de ejemplaridad, se erige en dignidad y propiedades, ¿no es eso equivalente a despreciable degeneración del Evangelio que interesa cada día menos a la gente?

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“Son de la humanidad”, por Gerardo Villar

Sábado, 13 de octubre de 2018
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879a9116-c926-4deb-8e88-fcd42a508fcaInmatriculaciones. Empieza, o mejor, sigue la batalla. A ver de quién son ciertos inmuebles de la iglesia.

No estoy preparado para dilucidarlo, no tengo preparación ni legal ni histórica. Pero me gustaría que este tema se enfoque desde principios humanos y cristianos. Resuena aquella invitación a Jesús “si quieres seguirme, vende lo que tienes, dáselo a los pobres, y luego sígueme”.

Este me parece un principio fundamental: que todos los bienes sirvan para el bien común y muy en especial para los más empobrecidos. La respuesta del Papa Francisco fue clara: “Esta es una pregunta fácil. No son los tesoros de la Iglesia, sino que son los tesoros de la humanidad. Por ejemplo, si yo mañana digo que La Piedad de Miguel Ángel sea subastada no se podría hacer porque no es propiedad de la Iglesia. Está en una iglesia, pero es de la humanidad. Esto vale para todos los tesoros de la Iglesia”.

Me choca mucho cuando veo tesoros dados a una virgen o a un santo .Y siempre me pregunto o: ¿es que María o el santo necesitan esos tesoros? Sería muy positivo discernir con la Palabra qué bienes conviene mantener y cuales dar a los más empobrecidos, sobre todo a nivel de crear alternativas de puestos de trabajo.

“¿De qué serviría adornar la mesa de Cristo con vasos de oro, si el mismo Cristo muere de hambre? Da primero de comer al hambriento y luego, con lo que te sobre, adornarás la mesa de Cristo. ¿Quieres hacer ofrenda de vasos de oro y no eres capaz de dar un vaso de agua? Y, ¿de qué serviría recubrir el altar con lienzos bordados de oro, cuando niegas al mismo Señor el vestido necesario para cubrir su desnudez? ¿Qué ganas con ello?” (San Juan Crisóstomo).

Me gustaría adelantarnos a las exigencias del gobierno y hacer que “todos” los bienes que tenemos sirvan para las personas. Estoy convencido que las riquezas no son buen camino para evangelizar. Ojalá seamos capaces de compartir y hacer que lleguen y sirvan.

Podemos entrar en juicios y pleitos para ver de quién esa cada propiedad. Pero qué bonita ocasión para quedarnos en la pobreza, tal como nos la plantea Jesús. Y anunciaremos con la fuerza del Evangelio, con la persona de Jesús, que no tiene ni donde reclinar la cabeza. Las propiedades vinieron más tarde, pero no han sido nunca camino de auténtica evangelización.

Esfuerzo sí, pero para intentar que los bienes sirvan a los necesitados.

Tengo la experiencia de que los templos, imágenes… de las parroquias rurales se mantienen y se conservan a base de la colaboración-donativos- de las personas y a veces de la administración. Si esos bienes pasan a la administración, no va a llegar a atenderlos y se irán derribando. Menudo problema tenemos con los cientos de templos que se están cayendo. Y eso que va habiendo un dialogo y una colaboración buena entre iglesia y administración.

Otra realidad la encontramos en cálices, copones, coronas… que hay en gran cantidad en muchos templos. ¿Qué hacer con ellos? Sí que hay “otros tesoros” rosarios, mantos…” que pudieran ser elemento de compartir su valor para bien de los empobrecidos. Sobre todo, tesoros que están dormidos en vitrinas y que solo sirven para enseñarlos. Cómo me gustaría una valentía de los cristianos para hacerlos servir al bien común.

Porque hasta ahora no sirven más que como tesoros guardados sin ninguna utilidad. Solo para enseñarlos. Y a veces ni eso (porque los templos están cerrados). Me imagino una cristiandad convertida al Evangelio y que entregase todos esos tesoros para juntos crear alternativas a la miseria en viviendas, luz, calor, trabajo…

Sí, creo que se puede hacer una buena revisión y que la fe no va disminuir al privarnos de ciertas joyas, tesoros… Con el papa siempre defiendo que esos tesoros nos son de propiedad particular, sino que son del pueblo y que la propiedad eclesial –reformada– en general puede ser una forma de que el pueblo los use y los disfrute. Más que preguntarme ¿de quién son? me pregunto ¿cómo servir al pueblo, a todo el pueblo, a toda la humanidad?

Gerardo Villar

Fuente Fe Adulta

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El Consejo de Ministros elimina el privilegio de las inmatriculaciones a la Iglesia

Domingo, 15 de junio de 2014
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arrieta-130322-27_560x280Campanas de la iglesia de Arrieta, inmatriculada por la Iglesia en 2003

¿Que no quieren privilesgios?… y lo dicen después de que hayan inmatriculado miles de edificios…

La norma, en vigor desde 1998, permitió a la institución poner a su nombre miles de inmuebles

“La Iglesia no se opone. No queremos privilegios”, subraya Giménez Barriocanal

(Jesús Bastante).- Se acaban los privilegios de la Iglesia en materia hipotecaria y de propiedad. Aunque con trampa. El Consejo de Ministros ha aprobado este mediodía un Proyecto de Ley, que remitirá al Congreso, para reformar la Ley Hipotecaria y, con ello, hacer desaparecer el sistema de inmatriculación por certificación para la Iglesia, norma que regía desde 1998 y que ha permitido a la institución poner a su nombre miles de templos.

La decisión ha sido acogida por normalidad por parte de la Conferencia Episcopal, que ha sido informada de la misma. “La Iglesia no se opone a esta reforma, señala a RD el gerente del Episcopado, Fernando Giménez Barriocanal, quien explica que “parece razonable que el procedimiento que se arbitró para que la iglesia pudiera registrar sus bienes inmemoriales, sobretodo desde que en 1998 se permitió registrar los templos (hasta esa fecha el registro estaba cerrado para registrarlos) concluya en algún momento. Como ya hemos dicho, no queremos privilegios.

En el propio acuerdo, recogido por el Consejo de Ministros, se indica cómo “al integrar y coordinar todos los datos y sistemas de inmatriculación de bienes, se actualiza también la especial situación de la Iglesia católica en este punto. Se homogeneizan los requisitos, de forma que esta institución pasará a equipararse al resto de la sociedad y las inscripciones de su propiedad se trasladan al procedimiento normal de inmatriculación”.

“Por diversas razones históricas -continúa el texto del proyecto de Ley- los templos dedicados al culto católico no se consideraron susceptibles de inscripción hasta 1998. El tiempo transcurrido desde entonces y la normalidad con la que esta práctica se ha extendido a toda la sociedad, junto con la existencia de una conciencia del valor de los inmuebles y de la necesidad de inscribirlos, justifican la aplicación general de este procedimiento”.

Detrás de la medida, no obstante, se esconde una realidad: entre 1998 y 2014 la Iglesia católica española ha procedido a la inmatriculación de la práctica totalidad de templos, catedrales y monumentos de consideración eclesiástica, desde la Mezquita-Catedral de Córdoba a parroquias de todo el Estado español, pasando por cementerios y campos.

La norma posibilita que, a partir de ahora, cualquier conflicto relativo a inmatriculaciones sea desfavorable para la Iglesia frente a otros colectivos, aunque en la práctica será muy difícil que se haya “escapado” del registro alguna propiedad. La norma, pues, se elimina cuando ya no queda nada que no haya sido inmatriculado en virtud de la legislación que será modificada.

Fuente Religión Digital

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