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“¿Voy o no voy?. Viaje al infierno”, por Mari Paz López Santos

Viernes, 25 de mayo de 2018
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mari-paz-eclesalia-e1524677511260Mari Paz López Santos
Madrid.

ECLESALIA, 27/04/18.- ¿Voy o no voy?, me pregunté. Si voy, lo pasaré mal, seguro. Me di un tiempo para pensar. Fui.

La tarde, gris y lluviosa, no animaba a salir de casa. Por los pasillos del metro en el cambio de línea, escuché: “Imagine all the people living life in peace…”, la canción de John Lenon. Me paré ante el músico y esperé atenta a que acabara la canción: “Imagina a todo el mundo viviendo el día a día”, “imagina que no hay países”… “nada por lo que matar o morir”… “imagina a toda la gente del mundo viviendo la vida en paz”… “imagina que no hay posesiones”… “imagina a todos compartiendo el mundo”…”espero que algún día te unas a nosotros y el mundo será sólo uno”.

Le di las gracias por estar ahí compartiendo su música y concretamente “Imagine”,  y unas monedas por su trabajo y su arte.

Fui a ver el infierno. No el de Dante, poético y literario, sino el que ocurrió en Auschwitz “no hace mucho, no muy lejos”. Este es el título de la exposición que se presenta en el Centro de Exposiciones Arte Canal de Madrid. Al consultar la web me sorprendió gratamente el que recomendaran hacer una visita silenciosa por respeto al tema que trata.

Todos conocemos imágenes, libros, películas, etc. que nos han mostrado el horror de lo que fue Auschwitz, pero esta exposición me acercó al misterio del Mal. He visto fotos de quienes han visitado el campo en persona, como las del Papa Francisco; estar allí debe ser lo más sobrecogedor, pero esta exposición me adentró en el terrible y enorme potencial del ser humano para llevar el Mal al extremo. La sofisticación y refinamiento del ejercicio del Mal en su esencia más profunda.

Tiempo y silencio (fui sola a la exposición y no quise auriculares) me introdujeron sobrecogida en lo que el ser humano puede llegar a hacer si las condiciones de respeto, empatía, solidaridad, fraternidad y amor al prójimo, dejan paso al poder sin cortapisas y a la política sin ética que, sin escrúpulos y utilizando herramientas letales como la mentira, la desinformación, la manipulación, la corrupción, la avaricia, la prepotencia y el desprecio absoluto por la vida y los derechos humanos, da paso a una locura colectiva bien diseñada y masivamente aceptada. ¡La Humanidad en peligro!

No hace mucho que sucedió Auschwitz y no muy lejos… ahí mismo, en el centro de Europa. Una especie escalofrío existencial fue mi respuesta callada y aceptar interiormente el compromiso de reflexionar sobre el  hecho mismo, aunque duela e inquiete. Y no olvidar, porque el Mal circula desde el origen del mundo, cada vez más capacitado para destruir masivamente.

Para que quede más claro lo que quiero decir con la sensación de escalofrío existencial, transcribo un texto de Primo Levi (“La Tregua”, Turín, Einaudi, 1963; texto leído en un panel de la exposición y recogido del catálogo), superviviente de Auschwitz, sobre la impresión de los primeros que llegaron a liberar el campo:

Cuando (los soldados soviéticos) llegaron a la alambrada no nos saludaron ni sonrieron. Parecían oprimidos, más que por la compasión, por la cohibición desconcertada que les sellaba los labios y les clavaba los ojos a aquella escena fúnebre. Era la misma vergüenza (…) que siente el hombre justo ante los crímenes cometidos por otros, el remordimiento que producen la existencia misma de esos crímenes y el que hayan sido introducidos de manera irrevocable en el mundo de las cosas que existen”.

Todo en Auschwitz estaba organizado para aniquilar la dignidad humana. Decía Viktor Frankl en su libro “El hombre en busca de sentido” (Ed. Herder), él también superviviente de Auschwitz:

El prisionero que perdía la fe en el futuro -en su futuro- estaba condenado. Con la pérdida de la fe en el futuro perdía, asimismo, su sostén espiritual; se abandonaba y decaía y se convertía en el sujeto del aniquilamiento físico y mental”.

Pero también dentro de aquel infierno había quienes eran como esas pequeñas flores que crecen en medio de la basura. A ellos se refiere Viktor Frankl en su libro:

“Los que estuvimos en campos de concentración recordamos a los hombres que iban de barracón en barracón consolando a los demás, dándoles el último trozo de pan que les quedaba. Puede que fueran pocos en número, pero ofrecían pruebas suficientes de que al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas —la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias— para decidir su propio camino”.

Muchos arriesgaron y perdieron la vida implicándose en dejar imágenes de lo que sucedía dentro del campo. Creo que sin fotografías  hubiera sido imposible creer la brutalidad del exterminio nazi. El cerebro se resiste a comprender que mentes humanas pudieran generar tan sofisticada capacidad de matar sin sentimiento de culpa o duda.

Hanna Arendt, filósofa alemana de origen judío, acuño el término de “banalidad del mal” para quienes participaron como meros administrativos, mandos intermedios, que ejecutaban sin pensar, las órdenes que recibía dentro de la pirámide jerárquica nazi; no mataban como sádicos pero organizaban administrativamente todo el engranaje para llegar al fin último: la muerte de millones de personas, sin plantearse la más mínima duda de conciencia de lo que hacían.

Acabada la visita a la exposición, después de tres horas de silencio, un triste pensamiento me asaltó: “Quizás cuando mis nietos sean ancianos habrá una exposición de tres horas, en silencio, en la que se exhibirá el horror de los miles de refugiados huyendo de la guerra, pidiendo asilo y ayuda a la  puerta de la Vieja Europa;  y los que migran por motivos económicos y quedan retenidos en fronteras de alambre con pinchos. Informarán que, para muchos, el viaje fue fallido y reposaron en el cementerio acuático que es el mar Mediterráneo. ¿Cuál será el cartel de la exposición? Bien pudiera ser la foto del niño sirio de tres años, Aylan Kurdi, icono del sinsentido y la violencia, hoy”.

La deshumanización de la humanidad afecta a cada ser humano, o debería ser así. No es un asunto de los del Norte o los del Sur, de hombre o mujeres, de creyentes o no creyentes… El cuidado de la vida y la dignidad humana es primordial en la evolución del ser humano y hemos de estar atentos revisando actitudes personales, sociales, políticas, culturales, económicas y religiosas.

Creo que este convulso tiempo que vivimos tendrá su juicio futuro. Deseo que en esos años venideros, la humanidad haya evolucionado no sólo en tecnología y ciencia, sino en el amor y fraternidad universales hacia una forma de vivir juntos que se parezca más a la canción de John Lenon.

No quiero que mis palabras sean las últimas palabras de este escrito. Dejo que Viktor Frankl, con el último párrafo de su libro ya citado, sea quien ponga  punto final .

“Nuestra generación es muy realista pues, después de todo, hemos llegado a conocer al hombre en estado puro: el hombre es ese ser capaz de inventar las cámaras de gas de Auschwitz, pero también es el ser que ha entrado en esas mismas cámaras con la cabeza erguida y el “Padrenuestro” o el “Shemá Israel” en los labios”.

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia)

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Gustavo Gutiérrez: “El compromiso con el pobre no puede evitar la denuncia de las causas de la pobreza”

Lunes, 20 de febrero de 2017
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scannone-1gustavoEl Boston College acoge a los dos “inspiradores teóricos” de las reformas de Bergoglio

Scannone: “Francisco quiere que los pobres sean “no sólo protagonistas, sino también artesanos y hacedores de historia”

(José M. Vidal, Boston).- Juan Carlos Scannone (Buenos Aires, 1931) y Gustavo Gutiérrez (Lima, 1928) son los dos grandes patriarcas de los más de 50 teólogos reunidos en el I Encuentro Iberoamericano, que se está celebrando en el Boston College. El primero, es el líder de la Teología del Pueblo, la que dicen que sigue el Papa Francisco. El segundo, es el reconocido ‘padre’ de la Teología de la Liberación. Los dos son los inspiradores teóricos de las reformas de Bergoglio.

Por la mañana intervino al teólogo peruano, y había expectación por escucharlo. Por su pasado y por su presente. Porque sigue teniendo ideas geniales, expuestas de una forma directa y sencilla. Y con mucho sentido del humor, que le lleva a reírse incluso de sí mismo. “Me gustaría hablar de pie, pero ya sé que no hay mucha diferencia entre que lo haga de pié o sentado”, comenzó diciendo, en alusión a su corta estatura física.

Su charla, titulada La interpretación del pobre en un mundo globalizado a los 50 años del Concilio’, comenzó abordando el tema de la pobreza, que surge en los años 60, con la irrupción del pobre en la Teología y el interés de la reflexión teológica por abordar no sólo la pobreza, sino también sus causas.

A su juicio, con Pío X y Pío XII, “los pobres tenían que ser humildes, para recibir ayuda; y los ricos, generosos, para ayudar a los pobres”. Sólo con Juan XXIII se comenzó a hablar “de las causas de la pobreza”.

Gutiérrez sentó así las bases de su pensamiento: “La pobreza nunca es buena, nunca, porque siempre es muerte temprana e injusta y “el compromiso con el pobre no puede evitar la denuncia de las causas de la pobreza”. Porque, el “pobre es una ‘no persona’, un no considerado persona, un insignificante”. O como dice Hanna Arendt, “el pobre es aquel que no tiene derecho a tener derechos”. Por eso, la pobreza es un un “asunto teológico, que expresa la fractura de la creación”.

El proceso teológico de la Teología de la Liberación se basó, según Gutiérrez, en dos grandes temas: la salvación universal y la relación naturaleza-sobrenaturaleza. Porque, “para hacer teología hay que estar en contacto con la realidad”.

Y para explicarlo, Gutiérrez acudió a esta metáfora: “El mensaje cristiano es como carne congelada. Ahí está todo, pero no se puede comer. Hay que descongelarlo, es decir situarlo en la realidad actual”. Como el Papa, “que se sitúa a este nivel básico, en la frescura del Evangelio”.

Una teología asentada en la praxis. Y citó, para corroborarlo, a Simone Weil, “si quieres saber si una persona cree en Dios, no te fijes en lo que dice de Él, sino en lo que dice del mundo”.

Y una teología profundamente espiritual. “La espiritualidad es fundamental en el proceso teológico, porque es un estilo de vida y una manera de ser”, explicó. Por eso, la TL nunca va a morir, aunque los medios de comunicación “la mataron al año de nacer y la siguen matando a cada rato”. De ahí que, cuando a Gutiérrez le preguntan por la muerte de la TL, siempre dice: “A mí no me invitaron a su funeral y creo que tenía derecho a estar en él”.

En este proceso, fue el Vaticano II el que “abrió puertas, para seguir descongelando”, al igual que hizo la Conferencia de Medellín.

La TL lleva aparejado, según Gutiérrez, el martirio. Unas veces, físico, como el de Enrique Pereira Neto. Y otras, también físico, pero alargado en el tiempo, “haciendo la vida imposible a los teólogos de la liberación”. Por eso, “hubo mártires por Dios, por la Iglesia y por su pueblo”.

Una teología, la de la liberación, que lleva a la praxis y a plantearse, desde la realidad, “cómo decirle al pobre que Dios le ama, cuando su vida misma es la negación del amor”. Quizás, la única vía sea “ser solidarios con los pobres” y sobre todo, “ayudarles a ser sujetos de su destino”.

Por eso a Gutiérrez no le gustan los que se proclaman ‘la voz de los sin voz’, porque “nuestra meta es que los que no tienen voz la tengan. De ahí el componente de “las pastoral de la amistad” que tiene que haber en la reflexión teológica. “No hay auténtico compromiso con los pobres, si no somos sus amigos”. Y es que, como dijo en el turno de preguntas, “la teología no solo hay que estudiarla, sino y sobre todo, vivirla”.

“Una teología atravesada por la misericordia”

A continuación, intervino el economista peruano Umberto Ortiz, que demostró con datos, cifras y estadísticas que “el 29,2% de la población de Latinoamérica (175 millones) está por debajo del umbral de la pobreza, a lo que hay que sumarle los 70 millones que viven en la indigencia”.

Además, “Latinoamérica sigue siendo la región más desigual del mundo” y “los pobres son los más afectados por el cambio climático”, explicó el profesor.

La teóloga colombiana, Olga Consuelo Vélez, sacudió al auditorio con su ponencia, titulada ‘Las periferias geográficas y existenciales, desafíos para la Teología’. Tras denunciar “la persecución abierta a la teología de la liberación por algunos sectores de la institución eclesial”, reconoció que, a eso se unió, en los últimos años, “el desánimo y el cansancio de algunos teólogos y teólogas”.

Hasta que “vino un Papa del ‘fin del mundo’, cuyos gestos y palabras nos hicieron volver la mirada de nuevo hacia los pobres”, porque Francisco “coloca la opción preferencial por los pobres como categoría teológica y no meramente cultural”.

Se trata, según la teóloga de la Universidad Javeriana de Bogotá, de “desinstalarse, para salir a las periferias geográficas y existenciales”, lo cual exige una “conversión pastoral”. Y, para ello, los teólogos tienen que revisar el “‘desde dónde’ respondemos a las necesidades concretas que nos interpelan” y preguntarse: “¿Están los pobres del mundo en el centro de nuestra reflexión teológica?”

Para conseguirlo, Olga Consuelo Vélez apuesta por “una teología atravesada por la misericordia” y “una teología con sabor de actualidad”. Para concluir con esta afirmación: “Tal vez lo más importante de esta reflexión es preguntarnos si en este movimiento eclesial que estamos viviendo hoy con Francisco nos sentimos comprometidos y dispuestos a cambiar“.

En ese sentido, destacó que, por ejemplo, la teología de género es todavía un anexo en muchos centros universitarios, que siguen marcados por una cultura patriarcal y clerical”.

Por su parte, el teólogo jesuita también colombiano, Guillermo Sarasa abordó el tema de ‘Hablar de Dios en tiempos de globalización’, asegurando que la globalización ofrece oportunidades pero también riesgos, al tiempo que abogada por el anuncio explícito de Cristo en los centros universitarios católicos.

Los pobres, protagonistas y poetas

El primer ponente en intervenir por la tarde fue el jesuita Juan Carlos Scannone, uno de los ‘gurús’ de la Teología del Pueblo, que definió “como una corriente de la Teología de la Liberación”, y que centró su intervención en ‘La colaboración teológica con la pastoral del Papa Francisco’. Leer más…

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“El mal con mayúsculas”, por Mari Paz López Santos

Miércoles, 20 de julio de 2016
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21194Hace unos días conversando con chicos y chicas muy jóvenes pero con muy buena cabeza y ganas de profundizar, derivó la cosa en la figura pintoresca del demonio.

¿No me diréis que creéis en el demonio con cuernos, rabo y pintado de rojo?, dijo de sopetón uno de ellos con cierta ironía, esperando entrar en debate sobre el personaje.

Nos miraban, especialmente interesados, a los que ya peinamos canas, esperando una respuesta sin evasivas ni paños calientes.

Curiosamente acababa de leer un artículo que me había dejado perpleja. Como llevaba la revista en el bolso les comenté mi interés por leerles esta nueva y sofisticada fechoría relacionada con la falta de escrúpulos y la corrupción.

PAÑALES DE ADULTOS, PRECIOS ACORDADOS (*)

“La Comisión Nacional de Mercados y Competencia (CNMC) acaba de imponer la segunda mayor sanción de su historia, 128,8 millones de euros, a ocho fabricantes de pañales de adultos, a su asociación empresarial y, por primera vez en la historia, a cuatro directivos responsables del acuerdo que durante al menos 14 años elevó artificialmente el precio de estos productos. La incontinencia urinaria grave es un problema que afecta a cerca de 2,5 millones de personas en España, pero el fraude que supone llegar a acuerdos para inflar el precio de estos productos no solo perjudica a los directamente afectados, sino a todos los ciudadanos, porque es el Servicio Nacional de Salud quien asume la mayor parte del coste. Llama especialmente la atención la implicación en este cártel de los colegios de farmacéuticos, que firmaron acuerdos secretos para aumentar sus márgenes de venta, y que finalmente se han librado de la sanción porque la infracción había prescrito, una vía de escape legal más que discutible y que no les libra de su responsabilidad por semejante acto en contra de los intereses de los ciudadanos. Son muchos los millones de euros de más que hemos tenido que pagar por culpa de esos acuerdos en una época donde se imponen recortes en Sanidad que podrían no ser necesarios si se hiciera una buena gestión de los recursos públicos. Pero mucho nos tememos que este caso es sola la punta del iceberg de un sistema que beneficia a unos pocos en detrimento de muchos.

La CNMC vela por que se cumplan las normas de Competencia que garantizan la libre elección de los consumidores, aunque su actuación en bastantes ocasiones resulta lenta y sus sanciones poco ejemplares. OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) reclama que se le concedan más medios para que pueda actuar antes y de una forma más contundente, de manera que saltarse las reglas de  Competencia salga caro”.

Al finalizar la lectura una catarata de palabras, algunas mal sonantes, caldearon el ambiente: ¡Impresentables!, ¡Corruptos”, “Enfermos de ambición”, “…Y se van de rositas, no hay derecho”, ¡Como pueden hacer eso con la gente mayor”… las malsonantes las dejo a la imaginación del lector.

Hubo algunas miradas interrogantes, como si lo leído no tuviera nada que ver con la pregunta del joven. Así que había que implicarse:

No creo en ese ser maligno con cuernos, rabo y pintado de rojo al que llamamos demonio… demasiado fácil; sería como un viaje por la literatura más que por la vida real.

Creo en el Mal, con mayúsculas. Y todos sabemos lo que es porque muchas veces hemos tenido que elegir camino y actitudes que nos deslizan hacia esa fuerza que provoca sufrimiento, violencia, etc. Sabemos de qué hablamos.

Creo en la sofisticación y creatividad del Mal que se mueve sibilinamente por los más recónditos entresijos del ser humano, que infecta la vida del mundo.

Creo en el Mal organizado. En el artículo, la autora, denomina cártel, palabra archiconocida y relaciona con los narcotraficantes.

Creo en la banalidad del Mal, como definió la filósofa Hanna Arendt, refiriéndose a las atrocidades de los mandos intermedios nazis que eximían su responsabilidad en las crueldades cometidas, por el simple hecho de obedecer órdenes.

Creo que el Mal se va inyectando cuando empieza en lo poco y no hay justicia que lo pare a tiempo; y va dejando a la intemperie personas, pueblos, sociedades, estados… arrinconando y expulsando del sistema a los más débiles, cada vez en mayor número.

Hubo mucha pasión en lo que siguió, también indignación y,  por último, unanimidad en la conclusión: las cosas no pueden seguir como están. Hemos de aprender a detectar los efectos del Mal en las muertes violentas, los asesinatos, las violaciones, las persecuciones, las guerras, etc., pero también en las que parece que no atañen o que no entendemos. Hay que ir al meollo de tantas situaciones que están relacionadas con la economía, con la política global, con la ingeniería financiera, con la corrupción en los órganos de poder, en las grandes empresas, etc. Como el ejemplo tratado en el artículo. Pequeños detalles que dejamos pasar de largo porque no parece que tengan relación con el Mal en el mundo.

Planteé al grupo, para que cada cual rumie por su cuenta, la siguiente pregunta:

¿Qué estamos entendiendo cuando, en la oración del Padrenuestro, decimos como broche final: “…Y líbranos del mal. Amén”?

Mari Paz López Santos

(*) Ileana Izverniceanu, responsable de relaciones institucionales y prensa. Editorial de la revista “COMPRA MAESTRA” nº 416 julio-agosto 2016, Pág. 6, de la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) – www.ocu.org

Fuente Fe Adulta

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