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Ratzinger, una pieza más del sistema: ¿Debería reconocer su culpa y cerrarse las puertas de la historia y de los altares?

Martes, 25 de enero de 2022
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Del blog de José Manuel Vidal Rumores de Ángeles:

“¿Será capaz de llegar a ese extremo de entrega y de generosidad con la institución a la que tanto ama?”

 “Joseph Ratzinger fue una pieza, una pieza más en el sistema eclesiástico generalizado de inacción y encubrimiento implícito y explícito de los clérigos abusadores”

“¿Y qué hizo el joven arzobispo? Lo que tenía que hacer, lo que hacían todos sus colegas, lo que mandaban las leyes no escritas, la costumbre y la prudencia: desdeñar a las víctimas, mirar para otro lado, tapar a los pederastas (tras alguna llamada al orden) y cambiarlos de lugar”

Me alegro de tener un hermano en el episcopado que, a los ojos de la historia y de todos los otros obispos del mundo, ha preferido la prisión antes que denunciar a su hijo sacerdote”. Porque “un padre nunca denuncia a sus propios hijos”, concluía Castrillón, jefe de todos los curas del mundo

“Los cardenales lo eligieron, tras afirmar en la misa solemne previa al cónclave que los dos grandes peligros de la Iglesia eran el relativismo y la “suciedad” de la propia institución, que conocía mejor que nadie”

“Si asumiese su culpa, podría convertirse en un ejemplo vivo y práctico para todos los demás obispos encubridores del mundo. Si no lo hace, estaría dando munición a los que siguen resistiéndose a la tolerancia cero y al resarcimiento pleno de las víctimas, que preconiza el Papa Francisco”

Joseph Ratzinger fue una pieza, una pieza más en el sistema eclesiástico generalizado de inacción y encubrimiento implícito y explícito de los clérigos abusadores. Desde su más tierna infancia de seminarista y, después, en su juventud de cura, el prometedor teólogo alemán formó siempre parte del amplio funcionariado eclesiástico, que se rige por unas normas estrictas y que sólo permite discrepantes moderados. A los radicales, los escupe fuera y los estigmatiza, llamándoles herejes.

El joven Ratzinger se alineó, durante el Concilio, con el ala más liberal de la Iglesia, llamado como perito y asesor del progresista cardenal Frings, arzobispo de Colonia. En esa época estaba a partir un piñón con su amigo el también teólogo Hans Küng. Pero, mientras éste se mantuvo toda su vida fiel a los grandes principios conciliares, Ratzinger pronto comenzó a cambiar de dirección y, por una mezcla de miedo al futuro de la iglesia ante los tumultos del mayo del 68 y de convicción personal, cambió la chaqueta y se alineó con el sector más conservador.

El premio le llegó de inmediato. Pablo VI, el Papa del Concilio, estaba asustado del devenir eclesiástico y llegó a decir que “el humo de Satanás” había entrado en la Iglesia. Por eso, a la hora de buscar un arzobispo para Munich pensó inmediatamente en Ratzinger y le nombró primero arzobispo, el 24 de marzo de 1977, y sólo unos meses después, el 27 de junio, le concedió el máximo galardón eclesiástico de la púrpura cardenalicia. El otrora teólogo rebelde entraba en las filas prietas del sistema en cuerpo y alma.

En Munich, donde sólo estuvo cuatro años y 8 meses, tuvo que pasar de las musas teológicas al teatro pastoral directo. Y allí se encontró entre otros problemas, con el fenómeno de los curas abusadores. ¿Y qué hizo el joven arzobispo? Lo que tenía que hacer, lo que hacían todos sus colegas, lo que mandaban las leyes no escritas, la costumbre y la prudencia: desdeñar a las víctimas, mirar para otro lado, tapar a los pederastas (tras alguna llamada al orden) y cambiarlos de lugar. Porque la máxima vigente era que “los trapos sucios se levan en casa” y que “hay que evitar por todos los medios el escándalo de los inocentes” (no de las víctimas, sino de que la gente se entere) y proteger la buena fama de la institución por encima de todo y de todos.

La Iglesia siempre tuvo muy claro que tenía que transigir con los pecados sexuales de su clero, disculparlos y disimularlos, siempre que se mantuviesen en secreto y, por lo tanto, no provocasen escándalo público. A las víctimas se las culpabilizaba o, en caso de que amenazasen con hacer mucho ruido, se les tapaba la boca con dinero.

¿Y los curas victimarios? Se les reprendía, lógicamente, se les hacía prometer que iban a cambiar de vida y, a lo sumo, se les trasladaba de parroquia y, en casos muy sonados, se les mandaba a misiones (especialmente a Latinoamérica). Más o menos lo mismo que se solía hacer con los que mantenían relaciones sexuales consentidas pero siempre ocultas con mujeres o con hombres.

El funcionamiento del sistema lo explica perfectamente este caso. “Le felicito por no haber denunciado a un sacerdote [pederasta] a las autoridades civiles. Ha actuado usted bien”. Eso escribía en 2001 el cardenal colombiano Darío Castrillón Hoyos, entonces prefecto de la Congregación del Clero, en una carta dirigida al obispo de la diócesis francesa de Bayeux-Lysieux, monseñor Pican, en la que le felicitaba por haberse negado a entregar a los tribunales civiles a un cura acusado de abusos sexuales a menores y haber sido condenado por ello a tres meses de cárcel.

“Me alegro de tener un hermano en el episcopado que, a los ojos de la historia y de todos los otros obispos del mundo, ha preferido la prisión antes que denunciar a su hijo sacerdote”. Porque un padre nunca denuncia a sus propios hijos”, concluía Castrillón, jefe de todos los curas del mundo.

En su época de arzobispo de Munich, Ratzinger comulga a fondo con esta misma mentalidad. Como lo hicieron todos sus predecesores y sus sucesores. De hecho, la información del Informe sobre los Abusos de Múnich se centra principalmente en los obispos diocesanos que aún viven: el Papa emérito Benedicto XVI, el cardenal Friedrich Wetter y el actual arzobispo, el cardenal Reinhard Marx. Pero el estudio se remonta a 1945 y, por lo tanto, abarca también los mandatos de los cardenales Michael von Faulhaber, Joseph Wendel y Julius Döpfner.

Pues bien, todos ellos, tanto los vivos como los difuntos, tanto los más progresistas como los más conservadores, respetaron y cumplieron a rajatabla el sistema establecido: insensibilidad total hacia las víctimas y generosidad y gracia con los victimarios.

Las cosas comienzan a cambiar para Ratzinger, cuando, el 25 de noviembre de 1981, Juan Pablo II le nombra prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, es decir su mano derecha teológica, el hombre que le iba a permitir encontrar bases teológicas y doctrinales sólidas para imponer a la Iglesia mundial el llamado “modelo polaco”: cierre ideológico, involución doctrinal, congelación de los principios fundantes del Concilio Vaticano II, ostracismo para los prelados más abiertos, condena de los teólogos progresistas y conversión de la Iglesia en un poder fáctico, capaz de hacer frente al comunismo e incluso de derrumbar el Muro de Berlín.

Aunque dedicado a justificar el modelo wojtyliano, el cardenal Ratzinger comenzó a palidecer al abordar, en su nuevo puesto, sobre todo el dossier de los delicta graviora, que son, entre otros, los que cometen los clérigos, cuando abusan de menores, y que están reservados a la Congregación para la Doctrina de la Fe. Es tal la podredumbre con la que se encuentra que ya manda poner al día estos delitos y recrudecer las penas.

Era la época en que llegaban a Roma denuncias contra un gran depredador: Marcial Maciel, el fundador de los Legionarios de Cristo, protegido por Juan Pablo II, que llegó a llamarlo “apóstol de la juventud”. ¿Llegaba esa información incriminadora a Juan Pablo II o se quedaba en los despachos de los secretarios: el secretario personal Dziwisz y el Secretario de Estado, cardenal Sodano? ¿Lo sabía el entonces prefecto de Doctrina de la Fe, cardenal Ratzinger, pero no podía hacer nada?

De hecho, una vez que Ratzinger se convierte en Benedicto XVI y sucede al Papa Wojtyla, está ya convencido de que el sistema generalizado de encubrimiento es no sólo un pecado, sino un enorme perjuicio para la institución. Y, por eso, pronto se convierte en elbarrendero de Dios.

De hecho, el Papa alemán se presenta con este programa. Los cardenales lo eligieron, tras afirmar en la misa solemne previa al cónclave que los dos grandes peligros de la Iglesia eran el relativismo y la “suciedad” de la propia institución, que conocía mejor que nadie. Por sus manos de guardían de la ortodoxia pasaron durante décadas los casos más sangrantes y dolorosos del peor pecado que pueden cometer los eclesiásticos: el escándalo de los inocentes. Para ellos, el propio Cristo dice que “más les valiera atarse una piedra al cuello y arrojarse al fondo del mar” (Mt. 18,6).

El ‘policía‘ del Papa Wojtyla convertido en dueño de las llaves de Pedro se encontró con una barca en peor estado de lo que él mismo creía. La pederastia era un misil en plena línea de flotación de la credibilidad de la institución, que vive precisamente de eso: de generar confianza en la gente, que le entrega a sus hijos desde la más tierna infancia. Una confianza hecha añicos por curas sin escrúpulos, personificados en el icono de Marcial Maciel, el fundador de los Legionarios de Cristo, uno de los nuevos grupos restauracionistas mimados por Roma, porque le aportaban vocaciones y dinero fácil.

Benedicto apartó a Maciel de la dirección de los Legionarios, lo suspendió a divinis y le impuso una vida de retiro y penitencia, pero no lo procesó ni lo llevó ante los tribunales canónicos, como exigían las normas de la Iglesia. y puso a la congregación bajo supervisión vaticana, camino de la refundación.

La limpieza no era nada fácil y, en la Curia, le pusieron todo tipo de trabas y zancadillas. El sistema de encubrimiento y de complicidad con los abusadores estaba incrustado en el alma de la institución. Benedicto tuvo que echar a obispos y mandar inspectores a varias iglesias nacionales. Pero la tarea era tan ingente que, al final, Ratzinger se vio sin fuerzas para culminar la tarea y efectuó su gesto más revolucionario: la renuncia al pontificado.

Pero, como nadie puede enterrar su pasado en vida, la memoria de los años de Munich, en los que, como todos los demás, comulgaba con el sistema del encubrimiento, le persigue. Ante las acusaciones de encubrimiento (bien documentadas) sólo le cabe reconocer sus errores, pedir perdón y resarcir a las víctimas de todas las maneras todavía posibles. ¿Lo hará o se encastillará en la negación numantina de responsabilidades? Si asumiese su culpa, podría convertirse en un ejemplo vivo y práctico para todos los demás obispos encubridores del mundo. Si no lo hace, estaría dando munición a los que siguen resistiéndose a la tolerancia cero y al resarcimiento pleno de las víctimas, que preconiza el Papa Francisco.

Eso, sí, al confesar y pedir perdón por sus actitudes, el Papa emérito mancharía su figura en la Historia y se cerraría el paso a la gloria de la santidad (como casi todos los últimos Papas). Un sacrificio máximo por el bien de la Iglesia. ¿Será capaz de llegar a ese extremo de entrega y de generosidad con la institución a la que tanto ama? Si fue capaz de renunciar, también podría asumir este último gran servicio a la Iglesia.

Lo haga o no, la repercusión del caso en el próximo cónclave es evidente: Los cardenales sólo podrán elegir como próximo Papa al que esté limpio de polvo y paja en este ámbito. Con lo cual el espectro de los eventuales candidatos se circunscribe a los cardenales curiales (sin responsabilidad directa en la pastoral) o en los purpurados elegidos en los últimos años, en los que el sistema ya está virando hacia la tolerancia cero. El próximo Papa tendrá que ser un hombre de manos limpias. Sólo así la Iglesia recuperará su credibilidad tan dañada. Pero, para eso, Benedicto XVI tiene que sacrificarse.

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Ratzinger se retracta y admite que sí estuvo en la reunión para admitir a un cura pederasta en Múnich

El Papa emérito, acusado de encubrimiento en cuatro casos de abusos.

No obstante, el Papa emérito aseguró que en aquella sesión no se habló de que el sacerdote en cuestión desempeñara labores pastorales, sino solamente de “hacer posible que contara con alojamiento en Múnich durante su tratamiento terapéutico”

Todo se debe, según Ratzinger, a “un error sin mala intención“, y asegura su “vergüenza y dolor” tras haber leído el informe

Cuatro días después de que se publicara el informe sobre los abusos en la diócesis de Múnich, que lo involucra en al menos cuatro casos de encubrimiento, el papa emérito Benedicto XVI se ha retractado de declaraciones centrales para el informe sobre el encubrimiento de abusos sexuales en la Iglesia católica en Alemania que fue presentado la semana pasada.

Ahora, Joseph Ratzinger reconoce que sí estuvo presente en una reunión del obispado de Múnich y Freising en enero de 1980 en la que se trató el traslado de un sacerdote acusado de abusos a menores, según informó hoy la Agencia Católica de Noticias (KNA).

No obstante, Ratzinger, a la sazón arzobispo de Múnich, aseguró que en aquella sesión no se habló de que el sacerdote en cuestión desempeñara labores pastorales, sino solamente de “hacer posible que contara con alojamiento en Múnich durante su tratamiento terapéutico”.

El sacerdote, identificado por los medios alemanes como Peter H., volvió a cometer abusos en la archidiócesis de Múnich, lo que llevó a que fuera trasladado de nuevo.

Faltó a la verdad: lo dicen las actas

Según un demoledor informe elaborado por un despacho de abogados a petición de la Iglesia católica en Alemania y que vio la luz la semana pasada, esmuy probable” que Ratzinger estuviera al corriente de ese caso y de otros tres similares y no actuase al respecto.

Además, según el informe, Ratzinger faltó a la verdad al afirmar en su posicionamiento que no estaba presente en la reunión de enero de 1980, ya que según las actas intervino en ella y no figuraba como ausente.

De acuerdo con las declaraciones del papa emérito citadas por KNA, ello se debe a un error sin mala intención” que ocurrió durante el proceso de redacción de su posicionamiento frente a las alegaciones, un texto de 82 páginas.

El secretario privado de Ratzinger, Georg Gänswein, agregó que más adelante el papa emérito presentará una reacción más elaborada ante el informe, pero que por el momento la lectura del documento le llena de “vergüenza y dolor “.

“Que asuma su responsabilidad”

En los últimos días se han sucedido las críticas al comportamiento del papa emérito, que el pasado viernes fue tildado de “desastroso” por el presidente de la Conferencia Episcopal alemana, Georg Bätzing.

El obispo de Aquisgrán, Helmut Dieser, reclamó en su sermón de este domingo que Ratzinger asuma la responsabilidad que le corresponde. No puede ser que los responsables se escabullan con referencias a que no sabían nada o a que entonces había otra situación u otros procedimientos,” afirmó. “Porque ése es el motivo por el que entonces no se detuvo a los perpetradores y se siguió abusando de niños,” agregó, según declaraciones citadas por la cadena pública ARD.

Fuente Religión Digital

 

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Georg Gaënswein: “Los abusos a menores son el 11-S de la Iglesia”

Miércoles, 12 de septiembre de 2018
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7c076f2bb9625abc73779ed75ab4162f-papa-francisco-catholicSin comentarios… podrían ser muy duros acerca del papel del papa Benedicto XVI en este tema.

“Nuestra catástrofe fue de muchos años e innumerables víctimas”

El secretario de Ratziner define la pederastia como “un ataque a la misma Iglesia desde su interior”

Los abusos sexuales cometidos por sacerdotes contra menores durante años son el 11 de septiembre” de la Iglesia Católica, aseguró hoy arzobispo Georg Gaënswein, secretario del papa emérito Benedicto XVI.

“Hoy es el 11 de septiembre, fecha de un desastre apocalíptico, y también la Iglesia, en el torbellino de las noticias las últimas semanas (…) observa llena de desconcierto su propio 11 septiembre, nuestra catástrofe”, afirmó el arzobispo, en referencia a los abusos sexuales.

“Sin embargo (nuestra catástrofe) no está asociada a una sola fecha, sino a muchos días y muchos años e innumerables víctimas, añadió el que fuera “hombre fuerte” del Vaticano durante el pontificado del papa Ratzinger.

Gaenswein utilizaba el símil entre los atentados del 11S en Estados Unidos y el terremoto creado en la Iglesia Católica por las revelaciones sobre décadas de abusos sexuales al presentar hoy el libro “The Benedict option” del periodista estadounidense Rod Dreher, en el Parlamento italiano.

“Nadie ha atacado a la Iglesia de Cristo con aviones de línea llenos de pasajeros. La Basílica de San Pedro sigue en pie, señaló, pero -continuó con el paralelismo- “las noticias provenientes de EEUU últimamente nos han informado de cuántas personas han quedado heridas irremediable y mortalmente por sacerdotes de la Iglesia Católica”.

Se refería a las escandalosas y terribles conclusiones del informe de la Corte Suprema del estado de Pensilvania (EEUU) que documenta 300 casos de “sacerdotes depredadores” sexuales en seis diócesis e identifica a unos 1.000 menores que han sido víctimas.

Gaenswein defendió el papel del papa Benedicto XVI y dijo que denunció muchas veces en el curso de su pontificado la pedofilia, calificando los abusos del clero como un ataque a la misma Iglesia desde su interior.

Entre otros, recordó un viaje a EEUU en 2008, cuando el papa “trató de sacudir” a los obispos reunidos hablando de la “profunda vergüenza” que le causaban las noticias sobre abusos a menores. “Pero fue en vano, los lamentos del Santo Padre no lograron contener el mal”, añadió.

Fuente Agencias, vía Religión Digital

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El Vaticano recibe al primer ministro de Luxemburgo y a su marido y no se acaba el mundo

Viernes, 7 de abril de 2017
Comentarios desactivados en El Vaticano recibe al primer ministro de Luxemburgo y a su marido y no se acaba el mundo

xavier-bettel-marido-vaticano-696x522El Vaticano recibe al Primer Ministro de Luxemburgo junto a su marido, al que da tratamiento de consorte.

El presidente de Luxemburgo, homosexual declarado, junto con su marido, fueron recibidos por el Arzobispo Gaenswein, prefecto de la Casa Pontificia, antes de pasar a la reunión de líderes europeos.

La semana pasada Xavier Bettel, el Primer Ministro de Luxemburgo, visitaba el Vaticano y lo hacía en compañía de su marido. Por cierto, los medios de derechas escriben la palabra “marido“, así entre comillas siguiendo su rancia homofobia. Es su marido y punto. Sin comillas.

Con motivo del 60 aniversario de la firma del Tratado de Roma, el papa Francisco celebró un encuentro con líderes europeos en el Vaticano. Entre los invitados estaba el primer ministro de Luxemburgo, Xavier Bettel, que acudió acompañado de su marido, Gauthier Destenay.

Cuando Bettel anunció su visita al Vaticano no estaba muy claro qué iba a pasar cuando lo recibieran; porque a pesarde los gestos de Francisco, la Iglesia Católica sigue siendo igual de homófoba. Pero finalmente la pareja, fue recibida sin problema alguno por el Arzobispo Ganswein secretario personal del Papa Emérito Benedicto XVI. El protocolo de la Ciudad del Vaticano dio el mismo tratamiento a la pareja formada por el presidente de Luxemburgo y su marido que al matrimonio Orban, por ejemplo, formado por el homófobo presidente húngaro y su esposa.

Ha sido un gran placer y un honor para mí y Gauthier ser bienvenidos por el líder de la iglesia Católica.

No hay que olvidar, por cierto, que el propio Papa Francisco se negó en redondo a que Francia enviara como embajador en el Vaticano a Laurent Stefanini, abiertamente homosexual.

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Pues esta vez el Vaticano ha recibido a un hombre gay y a su marido aunque, eso sí, en lugar de marido le han llamado “consorte”.

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Y esto ha puesto a los ultracatólicos de los nervios porque claro, ¡qué hace un maricón con su marido en el Vaticano! Porque todos sabemos que en el Vaticano no hay ningún hombre gay. Y es verdad, todos los gays del Vaticano no están en el propio Vaticano sino en la sauna gay que hay al lado.

Fuente | Infovaticana

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Vaticano recibe a grupo católico gay en público

Lunes, 23 de febrero de 2015
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getimage.phpSegún cuenta Noticia Cristiana, el grupo había sido ignorado en anteriores visitas realizadas durante el papado de Juan Pablo II y Benedicto XVI hasta ahora que el monseñor Georg Gaenswein y un obispo de los Estados Unidos consiguió apoyar al grupo y por lo que fueron recibidos en la primera fila de la audiencia semanal.

El pasado miércoles 18 un grupo de derechos católicos gays fue recibido en la audiencia semanal con el Papa Francisco. El grupo salió de los Estados Unidos siendo dirigido por la hermana Jeannine Gramick, co-fundadora del Ministerio Nueva Dirección que les predica a los católicos homosexuales.

La lista de invitados fue publicada por el Vaticano, pero no habló abiertamente sobre el grupo gay, por lo que soló citó “un grupo de laicos, acompañados por una hermana”.

50 gay católicos fue el número recibido en el Vaticano el cual era liderado por Francis DeBernardo, director ejecutivo del grupo, y la hermana Gramick.

El grupo había sido ignorado en anteriores visitas realizadas durante el papado de Juan Pablo II y Benedicto XVI hasta ahora que el monseñor Georg Gaenswein y un obispo de los Estados Unidos consiguió apoyar al grupo y por lo que fueron recibidos en la primera fila de la audiencia semanal.

“Lo que esto indica es que hay movimientos en nuestra iglesia para recibir personas que están fuera”, dijo la hermana en la autorización dada al grupo.

Francisco ha demostrado ser abierto al recibir a los homosexuales en la Iglesia, pero su discurso no es que la iglesia va a cambiar su doctrina de que la Biblia, es contraria a los actos homosexuales.

Fuente: Jeannine Gramick y Francis DeBernardo defensores de los derechos católicos gays (ambos en la fotografía)

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Denuncian que un “lobby gay” amenaza la seguridad papal.

Lunes, 27 de enero de 2014
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Parece que no tienen otra cosa de la que hablar… Leemos en SentidoG:

El Vaticano pide al exguardia suizo Elmar Maeder contar lo que sepa de la red gay

Revelan detalles de lobby gay vaticano

Lo afirmó en una entrevista el ex comandante de la Guardia Suiza, que custodia al Pontífice. Y habló de los avances “lascivos” de altos prelados sobre sus subordinados.

Una nueva denuncia sobre la existencia y las andanzas de un “lobby gay” en el Vaticano. Un ex comandante de la Guardia Suiza, el centenar de alabarderos helvéticos que custodian al Papa desde 1506, afirmó que el grupo de poder secreto es tan poderoso “que resulta peligroso para la seguridad del Papa.

El comandante Elmar Maeder (en la segunda fotografía), actualmente administrador de una empresa farmacéutica en su país, dio una entrevista al semanario suizo de Berna Schweiz am Sonntag que ayer rebotó en algunos diarios italianos. “De la existencia de este lobby gay puedo hablar por experiencia personal”, afirmó.

Maeder, de 51 años, se refiere a los avances “lascivos” y hasta los manoseos sexuales de altos prelados y algún cardenal a sus subordinados. “Puse en alerta a mis hombres, intimándolos a tener cuidado ante ciertos personajes de la Curia”, agregó.

elmarmaede“El problema es que esta red (el lobby gay) está integrada por personas tan fieles entre sí que constituyen una suerte de sociedad secreta, que –según deja entender el ex comandante de la Guardia (elegido siempre entre los oficiales del ejército suizo)– sería más fuerte que la misma institución vaticana.

Si hubiese sabido que uno de nuestros hombres era gay, nunca le habría permitido hacer carrera. Aunque para mi la homosexualidad no es un problema, el riesgo de deslealtad hubiera sido demasiado elevado”, señaló.

Maeder afirmó en la entrevista que había denunciado a la Secretaría de Estado lo que ocurría y advertido del peligro de este lobby gay, pero da a entender que tras seis años al comando de la Guardia Suiza, entre 2002 y 2008, la respuesta fue tan insuficiente que prefirió renunciar al cargo.

El semanario suizo había publicado hace 15 días el testimonio de un guardia suizo que no pertenece más al cuerpo, quien dijo que había sufrido molestias por parte de un prelado de la Secretaría de Estado vaticana y por parte de un cardenal.

El purpurado, según el ex alabardero, lo habría llamado de madrugada a su celular para invitarlo a su vecina residencia.

Francisco se encontró con el difícil tema del lobby gay cuando fue elegido Papa, el 13 de marzo pasado. En junio, algunos medios contaron un encuentro de Jorge Bergoglio con representantes de la Confederación latinoamericana de Religiosos y Religiosas (Clar).

En ese diálogo, el Papa argentino dijo a la delegación: “En la Curia hay personas por cierto santas, pero también hay una corriente de corrupción. Se habla de un lobby gay y es cierto, existe. Tenemos que evaluar qué se puede hacer”.

En julio, al regresar de la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro, Francisco respondió en el avión que lo traía a Roma, en un largo diálogo con los periodistas: “Se escribe tanto sobre el lobby gay. Yo todavía no encontré quien me presente la carta de identidad en el Vaticano que diga ‘gay’. Dicen que hay. Creo que, cuando uno se encuentra con una persona así, debe distinguir entre el hecho de que sea un gay del hecho de que forme parte de un lobby. Los lobbies no son buenos. Esto es lo malo. Si una persona es gay y está cerca del Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla? Aquella declaración tuvo una enorme repercusión.

a.guardias-suizos-caras-ccsaby2.0-flappingwingsCuando Francisco se encontró con su predecesor Joseph Ratzinger, éste le entregó la documentación de las investigaciones que realizaron para Benedicto XVI tres ancianos cardenales. En 300 páginas describieron las alternativas del célebre caso Vatileaks, o sea del robo de decenas de documentos de los aposentos pontificios, por parte del mayordomo del Papa alemán, Paolo Gabriele.

Pero en esas 300 páginas había también un informe sobre el lobby gay como grupo de poder en el Vaticano y sus mecanismos de funcionamiento. No se sabe si incluía los nombres de altos prelados y cardenales. Lo cierto es que tanto el Vatileaks como las presiones y chantajes del lobby gay vaticano contribuyeron a convencer a Benedicto XVI de que debía renunciar, porque no lograba controlar los escándalos y choques entre facciones internas de la Curia Romana, el gobierno central de la Iglesia.

Ratzinger además se sentía muy cansado a sus casi 86 años y con poca fuerza para afrontar la crisis de su pontificado. Renunció en febrero, un hecho histórico que abrió el paso en marzo al Cónclave que eligió a Bergoglio. Antes, Benedicto XVI nombró jefe de la Casa Pontificia a su secretario, monseñor Georg Gaenswein, quien aún desempeña ambas funciones y reside en el convento del Vaticano donde vive el ahora Papa emérito.

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