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Distintas asociaciones brindan apoyo a las personas mayores LGTBI durante el confinamiento

Jueves, 23 de abril de 2020
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26-diciembre-300x150El coronavirus COVID-19 ha modificado nuestras vidas para siempre. Desconocemos cómo será el futuro. Nos aferramos a las cifras de personas que se han curado con la esperanza que termine una pesadilla que jamás hubiésemos imaginado vivir. Pero los datos son crueles. El virus afecta principalmente a las personas mayores y la tasa de mortalidad se dispara entre los que tienen más de 70 años. Son el segmento de población más vulnerable. La mortalidad de los mayores de 7o años supone más del 80% de muertos por COVID-19 en España.

Las personas mayores LGTB+ son un colectivo vulnerable y abandonado por la sociedad mayoritaria y por el propio colectivo, encontrándose sin recursos específicos que puedan paliar el deterioro, la soledad y su situación de dependencia” denuncian desde la Fundación 26D. Su presidente Federico Armenteros explica que ahora la situación se ha agravado. “Nos encontramos con personas muy asustadas, gente que está muy sola porque no puede comunicarse y tiene miedo a todo. Algunos con enfermedades mentales y muchos que no tienen recursos ni para poder comer“, explica Armenteros. Desde la asociación están gestionando para lograr equipos epis y financiación de empresas para poder ayudar a estas personas necesitadas en unos momentos tan complicados. Intentan localizar las personas mayores para hacerles un seguimiento y ofrecerles ayuda a domicilio. El teléfono de la Fundación 26 de Diciembre es el 640890757 (enviar whastapp).

una_asociacion_lanza_la_brigada_transLa Asociación de Transexuales de Andalucía (ATA) Sylvia Rivera ha puesto en marcha con el nombre de Brigada Trans un servicio sostenido por voluntarios de la asociación para atender las necesidades de ir a hacer la compra, a la farmacia, así como desplazarse a los centros sanitarios para recoger recetas de tratamientos que tienen las personas mayores trans.

En un comunicado, la asociación explica que la “precariedad y desarraigo familiar las ha condenado a la soledad”, y esto hace que esta iniciativa amortigüe parte del impacto que la pandemia esta teniendo sobre ellas.

En otro orden y siendo receptora esta asociación del “gran número de jóvenes” que “por diferentes motivos” no son apoyados por sus familias en su tránsito social y que ahora ven agravada su situación de estrés, depresión y ansiedad al tener que convivir 24 horas “en un espacio donde no respetan su identidad”, se ha puesto en marcha una campaña en redes sociales con la etiqueta #DerechoASerEnCuarentena, realizada por jóvenes y familias sensibilizadas, donde a través de vídeos se manda un mensaje de ánimo a estos jóvenes, así como pautas de respeto y comprensión a sus familias.

Por otro lado, se han iniciado semanalmente grupos de autoapoyo por Internet, donde jóvenes trans comparten sus experiencias, resuelven sus dudas o inquietudes y se desahogan en un entorno seguro entre iguales.

ATA-Sylvia Rivera con estas iniciativas quiere ofrecer recursos a las personas trans y sus familias para hacer más llevaderos los efectos de la pandemia del Covid-19.

Por otra parte, Joan-Andreu Bajet, presidente de la Fundació Enllaç, comenta “Para gestionar la crisis del coronavirus en la Fundació Enllaç tenemos, en estos momentos, un enllaç-coronavirus-300x300equipo de seis personas que coordina a los voluntarios y voluntarias de manera conjunta con los trabajadores sociales. Hacemos seguimiento exhaustivo de todas las personas mayores LGBTI que se encuentran confinadas, se les llama cada día para saber sus necesidades, se les facilita medicamentos, comida y se les acompaña emocionalmente. Estos días estamos especialmente tristes porque dos miembros de la Fundació han fallecido por COVID-19  y hemos estado dando apoyo a sus  familiares. Tenemos   una campaña informativa donde ponemos a disposición de las personas mayores LGBTI dos teléfonos de contacto en horarios de mañana y tarde”.

Los teléfonos de Fundació Enllaç son 934573739  de 12 a 20.00 h. y 649172911 de 16.00 a 18.00 h.

Fuente ATA-Sylvia Rivera/ GayLesTV

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Cristianos homosexuales que decidieron salir del armario cuentan su historia

Sábado, 3 de febrero de 2018
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Mi abuela creció en el seno de una familia que no concebía vida alejada del catolicismo. Después de besar la estampa del Cristo de su dormitorio, una noche me reveló la verdad de su hermano Bartolo: “Nunca se casó. Solía andar con sus amiguitos. No se atrevió a decirlo, pero estoy convencida de que le gustaban los hombres”Cristiano y bisexual. Cristiano y homosexual. Cristiano y transexual. O cristiano con una forma ‘distinta’ de amar.

Quizás para ella, y por lo que le tocó vivir, estas son realidades que pueden ir de la mano. Por desgracia, la realidad es que hay un incontable número de creyentes que han estado condenados al ostracismo por no cumplir los estándares que el Vaticano insiste en imponer.

Óscar Escolano, 37 años: “A los 10 años me di cuenta de que era gay. Me puse a llorar”

oscarescolano-768x576Entre la homofobia que se respiraba en los noventa y la educación de una familia muy religiosa, Escolano pasó un tiempo enfadado con Dios. “Me preguntaba a mí mismo: ‘¿Por qué me manda esto si quiero ser bueno?’”, recuerda sobre su adolescencia. Mientras lo que se esperaba de los jóvenes mayores de edad era que se juntaran con una persona del sexo opuesto para labrar un futuro, él se planteó entrar en el seminario para evitar preguntas indiscretas.

Pero sin una vocación de sacerdote a la que aferrarse y con una afectividad que acabaría ganando el pulso a las convenciones sociales del momento, acabó optando por mostrarse cómo era. La aceptación de su madre y conversaciones con tres jesuitas que le aseguraron que sus sentimientos no le convertían en pecadorfueron su liberación.

Corría el año 2000, se apartó de la parroquia en la que algunos feligreses se habían compadecido de él y no se despojó de su fe. Fue a partir de entonces cuando comprendió que las armas más feroces del clero para repudiar la homosexualidad no son más que el resultado de una interpretación ‘errónea’ de textos bíblicos escritos hace miles años, que la homofobia jamás habría sido una enseñanza de Jesús.

Escolano reconoce que tuvo suerte. Hoy no se olvida de aquellos que han sido rechazados en sus iglesias, de otros que no pueden evitar odiar a las instituciones eclesiásticas, ni de un joven que creyó que el Opus Dei podía ‘curarle’. “Un día me lo encontré por la calle y me dijo: ‘¿cómo puedes ser homosexual y cristiano? No es posible’. Más tarde me enteré de que se había casado con una mujer. Pobre chico. ¿Cómo lo consiguieron?”, se pregunta.

Escolano es secretario de CRISMHOM, la asociación de Cristianas y Cristianos de Madrid LGBT+H

Paulina Blanco, 67 años: “Cuando aprendes que tienes que esconderte no haces otra cosa”

paulina-blancoLos millennials LGTBI no solo hemos crecido sabiendo que podemos ser lo qué queramos, sino que tenemos legitimidad para combatir al que nos lo impida. Pero legislaciones como la de Ley de Vagos y Maleantes de 1933 y la de Peligrosidad y Rehabilitación Social de 1970posicionan a nuestra realidad a años luz del franquismo.

A Paulina le tocó sufrir ambas. En su pueblo natal de Cáceres fue bautizada, hizo la comunión y entró en un colegio de monjas. Después se percató de que era lesbiana. “¿A quién podía explicar lo qué me pasaba? A nadie. Pensaba que algún día llegaría mi príncipe azul y me libraría de ese tormento… Nunca lo reconocí”.

El deseo de ser una buena cristiana entró en confrontación con sus pulsiones al conocer con 23 años a Encarnita: su primer amor y actual esposa. Insultos de familiares, amigos que les dieron la espalda y una terapia de electro shock recomendada por un psiquiatra para ‘arrancar’ a Paulina sus sentimientos, son algunos de los infortunios que nunca tendrían que haber vivido.

Cuando el gobierno del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero aprobó el matrimonio homosexual en 2005, ya vivían juntas en Barcelona. Fue allí donde, al rezar en repetidas ocasiones por el colectivo LGTBI, un párroco les cerró las puertas de su iglesia para siempre.

Hoy se definen como ovejas sin pastor. Y sus fuerzas para seguir reivindicando la creación de una pastoral para personas LGTBI no piensan flaquear: “Estamos hartas de declaraciones insólitas del Papa Francisco. Queremos que actúen. Que nosotras no tengamos que salir de la Iglesia. Porque nosotras no somos personas indeseables”.

Paulina es asociada a AGCIL (Associació de Lesbianes, Gais, Bisexuals o Transexuals de Catalunya) y una de las fundadoras de la Fundació Enllaç.

Andrés Gioeni, 46 años: “Al terminar la jornada en una librería eclesiástica desfilaba en slips”

andres-gioeni-derecha-768x768“¡Tortilleras!”. “¡Maricón!”. “¡Desviados!”. En alguna ocasión la mayor parte de nosotros hemos sido testigos de expresiones homófobas que inmediatamente nos han generado aversión. Aunque la sospecha de que el más intolerante puede esconder aquello que aborrece, es incluso capaz de suscitarnos compasión.

Desde Argentina, Gioeni escribió un guión muy similar. Durante el sacerdocio discriminó a compañeros que consideraba afeminados llegando a ordenar cuatro expulsiones del seminario. “Era muy homófobo. Tenía un espejo enfrente en el que no quería mirarme”, reconoce.

La verdadera lucha interna llegó después de su primera relación sexual con un hombre: “Me sentí sucio. Me convertí en todo lo que creía que era malo. Me bañé y fui directo a confesarme sin decir que era sacerdote”. Nada cambió. Cuando el paso de los meses le confirmó que entre las paredes de la iglesia nunca podría materializar sus sentimientos, colgó los hábitos.

En 2001 pasó a ser comercial de una editorial religiosa de Buenos Aires, pero no le faltaban ganas de querer romper la burbuja en la que había vivido asilado en el mundo eclesiástico. Lo consiguió. Trabajar de incógnito como modelo de ropa interior en una tienda de la calle Santa Fe le catapultó a posar desnudo para una revista gay de tirada nacional llamada Imperio.

Los llantos de su madre a través del teléfono le notificaron que las imágenes habían llegado a su Mendoza natal. Y una carta de expulsión del episcopado, aunque ya no era sacerdote, anunció que todo el clero estaba al corriente de su sexualidad. No le importó que llegaran palabras desconsoladas a sus oídos. Había alcanzado su meta: sacarse el disfraz que le oprimía. Más tarde llegó Luis. El marido que nunca le hizo elegir entre él y su fe.

 Juani, 57 años: “Quiero que la Iglesia sea una comunidad en la que todos nos respetemos”

 Juani siempre lo supo. Pero nunca se sintió culpable. “Desde que tengo uso de razón soy homosexual y creyente. Creo que si Jesús es amor y bondad es imposible que piense que soy mala persona”, dice con total convicción.

Durante años defendió en su parroquia de Madrid los derechos de los homosexuales hablando en tercera persona. Un día decidió que no quería esconderse ni un minuto más. Varios asuntos personales, junto a la certeza de que los feligreses no harían más que intentar convencerla de que era heterosexual, provocaron que dejara la comunidad en el 2002.


Un paso que la llevó a ensalzar su fe sin miedo entre grupos cristianos LGTBI y a ofrecer consuelo a monjas lesbianas que viven tan atrapadas como lo estuvo ella en su momento. Siendo presas de la culpa, sienten que llevan una doble vida que podría marcar el fin de su vida eclesiástica. Y para Juani eso solo puede tacharse de estupidez. “Tiene narices la cosa. Si estáis viendo que somos tan cristianas como vosotros, ¿qué os importa lo qué nos guste”?.

Hayamos tenido a un Dios al que venerar o no, seamos de la comunidad LGTBI o no, todos podemos sentir empatía por la verdad que se asoma entre estas cuatro historias. Nadie tiene potestad para determinar si somos dignos de espiritualidad. Y por descontado, tampoco para decirnos a quién debemos querer.

Juani, que prefiere conservar su anonimato, es activista y miembro de Nueva Magdala y de Mujeres y teología.

Fuente Código

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Fe activista contra la LGTBIfobia episcopal

Lunes, 27 de febrero de 2017
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soy-homosexual-tengo-hijos-soy-catolico1Por su interés publicamos este artículo que hemos leído en Público:

El “quién soy yo para juzgar a una persona gay?” del papa Francisco no provocó grietas en el rechazo doctrinal a los derechos sexuales

El discurso alineado con la doctrina oficial es el único que tiene cabida en sermones y escritos

Las posibilidades de vivir un cambio sustancial no es esperable a corto plazo

Personas católicas del movimiento LGTBI asumen el reto de desmontar la lectura con la que la doctrina oficial condena a la diversidad afectivo-sexual y de identidad de género, una posición excepcionalmente replicada dentro de las comunidades de creyentes.

Por, Meritxell Rigol

Una pequeña cruz de plata le cuelga del cuello con una fina cadena. En la muñeca, una goma de pelo color cielo junto a un rocío crean una pulsera que hace pensar en la bandera del orgullo trans, casualidad o no. Marta Siscar, de hecho, dice que no cree precisamente, en las casualidades. Proveniente de una familia que no era de ir a misa, encuentra que pasar años dentro de la Iglesia -desde que se acercó de pequeño a hacer de monaguillo hasta ingresar al seminario-, no lo ha sido una, de casualidad. “Si mi trayectoria ha sido la que ha sido es porque Dios ha querido que yo fuera trans y creyente, y poder dar testimonio de las dos cosas juntas”, explica convencida.

O ser cura o vivir como la mujer que era. Hace seis años que Marta tuvo que escoger qué parte de sí misma pesaba más. “Yo no he perdido la vocación sacerdotal y, si algún día se pueden ordenar mujeres, me plantearé volver al seminario”, explica en unos momentos en que ya no mantiene la relación con los curas que tenía cerca. “Ya no puedo hablar con ninguno de ellos, me ven como una loca, como una endemoniada…”, lamenta, con un punto de sarcasmo.

58ac25b92df63-r_1487796539577-0-35-640-365En Barcelona, donde se trasladó desde su Valencia natal al dejar el seminario, Marta no se ha ligado a una comunidad católica, sino que acude a una u otra parroquia una vez a la semana. Se dedica a la música como directora de coro -ahora, sin órgano-, echa un cable a la administración de la Fundació Enllaç -de apoyo a personas mayores LGTBI- y es activista de Generem!, la asociación impulsora de la Plataforma Transforma la salut, la iniciativa que ha promovido los cambios para despatologitzar el modelo de salud para las personas trans en Cataluña. Un reto similar lo ve, también, de cara a la Iglesia.

“Me da igual que haya cuatro obispos que digan tonterías sin fundamento bíblico sobre las personas trans y la homosexualidad, escudándose en un par de pasajes fuera de contexto, aunque con la voluntad de controlar a la sociedad. Lo que hace falta es hacer una relectura de las escrituras desde el contexto actual “, reivindica Marta Siscar, que cursó los dos primeros años de la carrera de teología, antes de abrirse la puerta del armario.

“Tonterías” o “sandeces”, son términos coincidentes con los que personas católicas y, al mismo tiempo, activistas del movimiento de defensa de los derechos de las personas gays, lesbianas, bisexuales, transgéneros e intersexuales se refieren a las tesis LGTBIfobicas que son predicadas desde el Vaticano en las parroquias de los barrios. Aunque se esfuerzan en diferenciar la posición fundamentalista de la jerarquía contra las realidades no heteronormativas de la realidad que viven las personas LGTBI en las comunidades católicas, el discurso alineado con la doctrina oficial es el único que tiene cabida en sermones y escritos de los hombres de Iglesia y es la perspectiva que empapa a buena parte de los creyentes.

Asignatura pendiente de la comunidad católica

11566085593_1051a9e493_z“Aunque siempre hay excepciones, la diversidad afectivo-sexual y de identidad de género es tabú todavía, y en muchas parroquias se prefiere guardar silencio y discreción. Es una asignatura pendiente de la comunidad católica que, tarde o temprano, deberá afrontar con amor, valora Alejandro Pastor, dinamizador del grupo de fe y espiritualidad de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bissexuals (FELGTB).

La pluralidad a la que apelaba el Arzobispado de Barcelona ante las muestras de rechazo por la celebración de la conferencia del escritor gay Philippe Ariño, organizada hace poco más de una semana en la Parroquia de Santa Ana, es un argumento que cae con la práctica de la institución, por norma, en cualquiera de las diócesis.

Ninguna perspectiva que contradiga la tesis ortodoxa adoptada y difundida por Ariño, según la cual negarse a las relaciones afectivo-sexuales con personas del mismo sexo es la única opción cristiana que tienen gays y lesbianas, no es autorizada en el marco eclesial. Un ejemplo bastante cercano lo encontramos en la prohibición, el pasado marzo en la parroquia de Sant Medir de Barcelona, de una conferencia de Krzysztof Charamsa, el sacerdote de la Congregación para la Doctrina de la Fe expulsado del Vaticano, después de que, en la víspera del Sínodo de Familia, a finales de 2015, hiciera público que era gay y reivindicara su “felicidad y orgullo” junto a su pareja.

obispos-go-homePreguntados por este caso, desde el Arzobispado de Barcelona mantienen que la convocatoria “fue suspendida por el rector de la parroquia después de que el conferenciante fuera apartado tanto del dicasterio romano como del sacerdocio”. Sin embargo, la conferencia prevista se celebró unos pasos más allá de la parroquia del barrio de la Bordeta -en un local no eclesial-. Allí, como en muchos otros espacios fuera de la Iglesia, Charamsa se situó en el polo opuesto de la doctrina oficial para defender que la abstinencia de vida afectiva exigida a las personas homosexuales es “inhumana”.

“¿Con qué derecho me dicen con quién me debo acostar y con quién no? ¿Y con quién tengo que vivir y con quién no? Hago daño a alguien? He sido profesora de religión y nunca he estudiado nada en la carrera de teología que me haga sentir contradicción por ser católica y lesbiana “, asegura Amada Rodríguez, miembro de LGTBEbre y de la Asociación de Familias Lesbianas y Gays de Catalunya. “A mi hija la bautizamos, yo le he hecho catequesis, en las noches rezamos … Con mi mujer hemos cuidado esta dimensión y la mía ¿no es una familia cristiana? ¿Por qué? ¿Por qué somos dos mujeres?”, expresa con indignación.

El “quién soy yo para juzgar a una persona gay?” del papa Francisco fue una declaración que, si bien generó revuelo, no provocó grietas en el rechazo doctrinal a los derechos sexuales y reproductivos de las personas LGTBI. “Varios sacerdotes y profesores de teología no dominados por una ideología fundamentalista, que no hayan estudiado en universidades como las del Opus, comparten un discurso de recuperación del cuerpo, en el que no se ve como contrapuesto al espíritu y pecaminoso, sino como un elemento más para estar contentos de la creación y por tener relaciones con la trascendencia”, remarca Jordi Valls, consiliario de la Asociación de Cristianos LGTBI (ACGIL), entidad miembro de la plataforma LGTBIcat, impulsora de la ley catalana contra la LGTBIfobia.

Valls asegura que una relectura no represiva de la sexualidad, que comprende y respeta la diversidad fuera del heteronorma, puede sentirse en confesionarios y en despachos de consejeros espirituales, pero que “no tiene ningún altavoz”. “Ni lo escriben ni lo predican públicamente, porque es imposible salirse del dogma en el sistema perverso que ha instalado en esta institución total. Se debe tener gran valentía o un trabajo bien atado fuera de la Iglesia para poder decir lo que piensan “, añade.

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Silencios cómplices

Consciente del peso que tienen las tesis LGTBIfòbiques a las comunidades católicas, Amada Rodríguez reconoce que, en los entornos eclesiales, es donde más le cuesta visibilizarse como lesbiana. Aunque opta por moverse en ellos “con pies de plomo”, dice, después de 25 años con su pareja y de haber formado una familia lesbomarental.

“Sabes lo que hay y me genera incomodidad pensar en encontrarme en la parroquia con una situación que me dolería mucho”, justifica. “Mi mujer y yo habíamos vivido armariozizadas y, al adoptar a Mila, incluso dejé de frecuentar la parroquia, porque sentía cierta inseguridad de lo que nos podrían decir, pero al final tener una hija nos ha hecho mostrarnos tal como somos; no podíamos dejarle el trabajo que teníamos que hacer nosotros”, explica. En la práctica, sin embargo, asegura que nunca han vivido un ataque lesbofobia en su palabradedios1-940x742Los resultados de una encuesta global sobre actitudes ante las personas LGTBI, llevada a cabo el año pasado por la ILGA, la federación mundial de organizaciones por los derechos de las personas LGTBI, recoge que, sin importar la insistencia con que las voces representantes de las religiones condenan las relaciones entre personas del mismo sexo, grandes franjas de las poblaciones no ven conflicto entre tales creencias religiosas y el deseo sexual entre personas del mismo sexo. “Esto sugiere que los argumentos anti LGTB basados en dogmas religiosos reciben una atención desproporcionada. Dicho de otro modo: las cosas están cambiando, más lentamente de lo que esperamos, pero cambian”, concluye el informe, elaborado a partir de las respuestas de más de 700 personas de cada uno de los 54 estados incluidos.

A los resultados en España, un 50% de las personas encuestadas declara que el deseo entre personas del mismo sexo no le genera un conflicto con sus creencias religiosas. Es el porcentaje más alto obtenido de los 12 estados europeos encuestados (Ucrania, Croacia, Rusia, Serbia, Portugal, Polonia, Reino Unido, Francia, Países Bajos, Italia e Irlanda, además de España). La media europea cae hasta el 35%.

El grueso de personas que declara que sí encuentra conflicto se limita a un 10% en el caso español, el porcentaje más reducido de los estados europeos encuestados. La media europea obtenida doble la cifra.

“Como ocurre en la sociedad en general, en las comunidades cristianas los niveles de homofobia y transfobia crecen en las personas que no conviven con personas LGTBI y bajan cuando conviven, sin embargo, a no ser que estén dominadas por ideologías fundamentalistas, como la del OPUS o los Legionarios, la mayoría de comunidades no excluyen las personas LGTBI “, asegura Valls. Ahora bien, el consiliario de ACGIL reconoce que cuesta encontrar a alguien que, públicamente, “se levante a favor de los derechos de las personas LGTBI” y que corte, así, el eco de LGTBIfòbia episcopal que impregna las parroquias.

“El mensaje oficial tiene mucha influencia en las personas vinculadas a la Iglesia y hay mucha gente sufriendo esto desde el armario, porque la mayoría no tiene formación como para ser capaz de decir a obispos y cardenales que la LGTBIfòbia no tiene ningún sentido bíblico”, lamenta Marta Siscar, y añade: “La poca implicación de las personas LGTBI católicas en la Iglesia, donde somos muy minoritarias, se explica porque, para muchas personas, resulta más fácil apostatar, dejarlo de lado”.

El discurso ortodoxo en las bases

gay_marriage_usa_2El impacto del discurso oficial, que entiende las prácticas homosexuales y las identidades transgénero como “desórdenes” del “orden natural” -según el cual mujer y hombre son seres opuestos y complementarios-, es fuente de LGTBIfobia y dolor para muchas personas creyentes, que reciben de la doctrina de la Iglesia un mensaje de rechazo frontal a su identidad. Por ello, es habitual que personas que no responden a la heteronormatividad perciban como irreconciliable ser lesbiana, gay o trans y, a la vez, católica.

Romper la idea de contradicción entre fe religiosa e identidad de género u orientación sexual no heteronormativas motivó una campaña de la sección europea de la ILGA, hace unos meses, bajo el lema Gay vs. God. El objetivo ha sido contribuir a derrumbar mitos sobre religión e identidades LGTBI y “defender que no se trata de elegir un bando, sino que ambas piezas son partes profundas de la identidad de muchas personas”. “La compañía, que amamos y lo que creemos no puede justificar nunca la negación de los derechos humanos a nadie”, reivindica la ILGA.

Rechazo de los obispos a la ley contra la LGTBIfobia

10246628_670162999705965_4433119449604008436_nLa negación de los derechos de las personas LGTBI llevó a los obispos catalanes a pronunciarse en contra de la ley para erradicar la LGTBIfobia, aprobada por una amplia mayoría en el Parlamento de Catalunya en octubre de 2014 –con los únicos votos en contra del PP y de Unió Democràtica de Catalunya. El gran éxito del movimiento LGTBI en el país fue considerado, para los obispos, como “desacertado”, al advertir en ella “graves consecuencias en el ejercicio de los derechos humanos de la libertad religiosa, de pensamiento y de conciencia”.

Actualmente, los grupos parlamentarios del Congreso estudian un proyecto de ley por los derechos de las personas LGTBI, presentado el pasado septiembre por la FELGTB. La organización confía en que no acabe el año sin tener la ley, inspirada en la decena de leyes autonómicas contra la LGTBIfobia hasta ahora aprobadas al Estado.

Atendiendo a los precedentes, la presión ruidosa del sector más conservador de la sociedad, movilizado en torno a las premisas de la Conferencia Episcopal, es esperable que sea una de las líneas del nuevo capítulo de avance de los derechos de las personas LGTBI que puede empezar a escribirse . “Mientras que la bondad y el respeto son el corazón de las religiones, líderes y autoridades que buscan el apoyo de los sectores más conservadores de sus sociedades interpretan la religión de forma excluyente para justificar violencia y discriminación”, valora Renato Sabbadini, director ejecutivo de ILGA.

Las activistas situadas en la incómoda bisagra entre el movimiento LGTBI y las comunidades católicas coinciden en apuntar que las posibilidades de vivir un cambio sustancial en la posición de la doctrina católica no es esperable a corto plazo, pero no renuncian a ir provocando un efecto revulsivo en las bases de la Iglesia. “La jerarquía católica está tan equivocada y genera tanto sufrimiento que a las entidades LGTBI nos toca luchar, también, por el derecho humano a la libertad religiosa”, defiende Amada Rodríguez, aunque el rebote -cabreo y dolor comprensibles, dice- que es habitual encontrarse en los colectivos LGTBI al hablar con ellos de religión.

Fuente Público

General, Homofobia/ Transfobia., Iglesia Católica , , , , , , , , , , , , , , , , ,

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