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La activista ugandesa Kasha Nabagesera, premiada con el Nobel alternativo

Jueves, 8 de octubre de 2015
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1394304005_679519_1394304618_noticia_normalLa activista LGTBI ugandesa Kasha Nabagesera ha sido galardonada con el premio Right Livelihood 2015. El jurado destacó “su valentía y persistencia, a pesar de la violencia y la intimidación, en trabajar por el derecho de gais y lesbianas a una vida libre de prejuicios y persecuciones“, en un acto celebrado este jueves en Estocolmo. La ceremonia de entrega se celebrará el próximo 30 de noviembre en el Parlamento sueco.

Kasha Jacqueline Nabagesera nació en Kampala, capital de Uganda, hace 35 años. Fue expulsada de varias escuelas, y a punto estuvo de serlo de la universidad en la que estudiaba para ser contable en 2002, por su condición de mujer lesbiana. Este incidente la motivó a convertirse en una activista de derechos humanos a los veintiún años y, tras varios cursos de derecho internacional en derechos humanos y una pasantía en una organización LGTBI sudafricana, decidió fundar la ONG Freedom and Roam Uganda (FARUG) en 2003. Después de diez años al frente de la organización, Nabagesera decidió dejar el cargo de Directora Ejecutiva de FARUG para centrar sus esfuerzos en la construcción y promoción de la comunidad LGTBI.

Desde que comenzase su andadura en el activismo, Nabagesera ha participado en diversos encuentros y congresos internacionales, hablando de la difícil situación que viven en su país las personas LGTBI. Su labor le ha reportado reconocimiento y diversos galardones. Pero también le ha traído más de un quebradero de cabeza. Sin ir más lejos, tras participar en el Foro Social Mundial de Nairobi 2007, fue acosada y amenazada en varias ocasiones. Sin desanimarse, continuó su lucha por la aceptación del colectivo LGTBI en su país. En 2011 recibió el Premio Martin Ennals de Derechos Humanos, y en 2013 logró el Premio Internacional de Derechos Humanos de Núremberg.

Nabagesera ha sufrido agresiones verbales y físicas en multitud de ocasiones, lo que le obliga a ocultar su rostro y esconderse con frecuencia. Estos días, apenas puede salir de casa pero, a pesar de ello, se muestra optimista y ve el lado positivo de esta situación: la gente ya no puede negar la existencia de gais y lesbianas en Uganda. “Estoy muy, muy esperanzada con el movimiento en Uganda. Incluso cuando algunos se van, otros vienen a bordo”, señala. La activista ugandesa tiene pensado seguir viajando por toda África, como embajadora de una nueva confianza dentro del movimiento LGTBI: “el reto está ahí, pero también registramos algunos éxitos que nos mantienen en la lucha”, dice. Cabe recordar que las relaciones homosexuales son ilegales en Uganda, país donde además reina una fuerte homofobia social.

Activismo y batalla judicial

Nabagesera es una de las pocas activistas en Uganda que ha participado en el proceso judicial para avanzar en los derechos de la comunidad LGTBI. Cuando un tabloide ugandés publicó los nombres y fotos de supuestos gais y lesbianas, ella fue una de las tres personas que denunció al periódico ante los tribunales y ganó el juicio. Y no solo eso. Cuando en 2012 el Ministro de Ética cerró un taller en el que participaban varias organizaciones LGBTI, con la excusa de que tales reuniones eran ilegales, Nabagesera formó parte del grupo que demandó al ministro por violar su libertad de reunión. Este y otros episodios contribuyeron a cambiar la opinión pública de una parte de la sociedad ugandesa, que comenzó a tomar conciencia de que las personas homosexuales también poseen derechos constitucionales. La activista es también miembro del Comité directivo de la Civil Society Coalition on Human Rights and Constitutional Law, que engloba a más de sesenta organizaciones ugandesas que colaboran para detener el progreso de la ley antigay vigente en el país.

En agosto de 2014, nos hacíamos eco de la decisión del Tribunal Constitucional de Uganda de anular la ley aprobada en diciembre del año anterior por el Parlamento de ese país y que endurecía el trato penal a las personas homosexuales, con penas que pueden llegar a la cadena perpetua, y castiga a las personas y organizaciones que les presten ayuda o soporte. Nabagesera fue una de las diez personas que presentaron una petición contra esa ley.

Pero además, Nabagesera decidió vengarse de la cruzada antigay llevada a cabo en su país en los últimos cuatro años, a través de varios medios de comunicación locales que contribuyeron a la intimidación y el acoso de las personas LGTBI, proporcionando sus datos personales y avergonzándoles. Por ello, a finales de 2014 decidió contraatacar lanzando Bombastic, una nueva revista de 72 páginas publicada y distribuida de forma privada. En ella, se pueden encontrar ensayos, historias personales y poemas escritos por gays, lesbianas, bisexuales y transexuales ugandeses, algunos de ellos utilizando seudónimos. La creación de la revista ha permitido a la activista poder sentarse y dialogar con funcionarios del gobierno. Nabagesera también ha puesto en marcha una web, Kuchutimes, donde se ofrece información y acceso a la revista.

Premios Nobel: activistas LGTB no, homófobos sí

Resulta, cuando menos llamativo, que en toda su historia el Premio Nobel de la Paz “oficial” jamás haya sido concedido a alguien que luche en favor de los derechos de gais, lesbianas, bisexuales y transexuales. En cambio, sí ha premiado a homófobos, como el ex presidente de Polonia Lech Wałęsa, ganador del Nobel en 1983 y que en una entrevista concedida en 2013 no dudaba en afirmar que los diputados homosexuales debían sentarse “en la última fila, e incluso más allá, al otro lado de la pared”. Para rematar, Wałęsa añadió que era “de la vieja escuela” y que no pensaba cambiar. “Entiendo que hay gente diferente, diferentes orientaciones y que tienen derecho a su identidad. Pero que no cambien el orden establecido desde hace siglos. No quiero ni oír hablar de eso. Que lo hagan entre ellos y que nos dejen en paz a mí y a mis nietos”, añadía. Y en 2011 una de las ganadoras del Nobel de la Paz fue la presidenta de Liberia, Ellen Johnson Sirleaf, que solo unos meses después se posicionó en contra de la despenalización de la homosexualidad en su país, declaraciones que luego matizó.

Este año, las apuestas señalan a Angela Merkel como una de las grandes favoritas al Nobel de la Paz, por su gestión en la crisis de refugiados. La canciller alemana ha manifestado públicamente su posición contraria a la adopción homoparental y al matrimonio igualitario. “Para mí el matrimonio es entre hombre y mujer”, ha señalado en más de una ocasión.

Fuente Dosmanzanas

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Brutal agresión homófoba al activista ugandés Kelly Mukwano

Martes, 2 de diciembre de 2014
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Kelly Mukwano, un conocido activista LGTB ugandés, ha sufrido una brutal agresión homófoba. Según informa la activista y bloguera sudafricana Melanie Nathan, Mukwano fue golpeado por un número indeterminado de atacantes que le provocaron diversas heridas, entre ellas un corte en la cara y un hematoma en la región ocular. Trasladado a un hospital de Kampala, donde en un primer momento se temió lo peor, ha sido dado de alta y se recupera de sus heridas fuera del hospital.

Según las primeras informaciones, Mukwano, que sangraba profusamente, recibió primeros auxilios y fue trasladado al hospital, donde al parecer perdió el conocimiento y llegó a ser trasladado a una unidad de cuidados intensivos. Afortunadamente sus lesiones internas no fueron finalmente tan graves y según la propia Melanie Nathan informa en su blog ha podido ser dado de alta y se encuentra bajo el cuidado de sus amigos.

Kelly Mukwano es un joven pero inquieto activista LGTB ugandés. Estuvo al frente de la campaña Hate No More promovida en 2011 por Freedom and Roam Uganda y actualmente es el director ejecutivo de i freedom Uganda Network. Ha sido detenido por la policía ugandesa en diversas ocasiones y está sometido a constante acoso. En febrero de este año The Telegraph, incluía su historia en un reportaje titulado “Ser gay en Uganda”, en el que Mukwano contaba como su casera le había dado 24 horas para dejar la vivienda tras la aprobación de la conocida ley homófoba. Kelly Mukwano también ha participado en encuentros internacionales, el último de ellos la 27ª Conferencia de la ILGA, que tuvo lugar a finales de otubre en México.

Además de difundir lo sucedido, Melanie Nathan ha mostrado su indignación por el hecho de que el periodista ugandés Andrew Bagala la haya acusado de inventar la historia y ha denunciado que de hecho la prensa ugandesa intenta minimizar, cuando no ocultar, los ataques a personas LGTB.

Uganda, en proceso de aprobar una nueva ley homófoba

Como es bien conocido, el clima de odio hacia las personas LGTB en Uganda se ha exacerbado con motivo del proceso de discusión y aprobación de una ley que pretendía endurecer el trato penal a la homosexualidad, una ley que ha sido anulada por el Tribunal Constitucional de Uganda por un defecto de forma, a pesar de lo cual ya se ha puesto en marcha otra iniciativa para aprobar una nueva ley que sustituya a la anterior. Una norma que eliminaría las referencias directas a la homosexualidad, que sería sustituida por el eufemismo “prácticas sexuales antinaturales” y se centraría en castigar con penas de cárcel cualquier actividad considerada como “promoción” de las relaciones no tradicionales.

Una jugada con la que el presidente Yoweri Museveni intentaría mantener su popularidad sin poner en riesgo la ayuda externa que recibe el país. Aunque el presidente amagó en su momento con vetar la anterior ley, al final optó por sumarse a la corriente homófoba y apoyarla; una decisión adoptada en clave interna, pero que a nivel internacional no le trajo más que quebraderos de cabeza, incluyendo sanciones económicas en forma de reducción de la ayuda exterior.

Fuente Dosmanzanas

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Última Hora: El Tribunal Constitucional de Uganda ha derogado la Ley contra la Homosexualidad del país hoy viernes 1 de agosto de 2014.

Viernes, 1 de agosto de 2014
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noticias_file_foto_834323_1406893665El Tribunal Constitucional de Uganda ha derogado la Ley contra la Homosexualidad del país hoy viernes 1 de agosto de 2014.

Es derogada por una cuestión de forma, sin entrar al fondo del asunto.

Los activistas LGBT de Uganda creen difícil que el Parlamento vuelva a aprobarla.

La norma condenaba a cadena perpetua a los homosexuales y prohibía asociarse a este colectivo

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Buena noticia la que conocíamos este 1 de agosto. El Tribunal Constitucional de Uganda ha anulado la ley aprobada en diciembre por el Parlamento de ese país en que endurece el trato penal a las personas homosexuales, con penas que pueden llegar a la cadena perpetua, y castiga además a las personas y organizaciones que les presten ayuda o soporte. La decisión, adoptada por unanimidad, no se pronuncia sobre el fondo de la cuestión y se limita a considerar que la votación del texto por el Parlamento no se ajustó a las normas procedimentales.

El Tribunal Constitucional de Uganda ha invalidado este viernes la ley por la que se condenaba a cadena perpetua a los homosexuales y prohibía la existencia de asociaciones de gays y lesbianas. La norma fue aprobada por el presidente Yoweri Museveni en febrero de 2014.

Con vítores y aplausos han acogido los activistas LGBT y por los derechos humanos la sentencia del Tribunal Constitucional de Uganda que ha dado esta mañana la razón a los demandantes y ha invalidado la legislación contra la homosexualidad que fue aprobada el pasado mes de febrero en el país. Ha sido un defecto de forma, la falta de quórum en el Parlamento en el momento de aprobarse la ley, lo que ha invalidado todo el proceso. “Primera victoria: El juez está de acuerdo con los demandantes en que no había quórum cuando la ley contra la homosexualidad se aprobó. Dice que fue una ilegalidad. Segunda victoria: la corte declara el proceso entero de aprobar la ley anti homosexualidad como nulo”, ha explicado en Twitter el activista ugandés Andrew Mwenda.

El tribunal ha estimado que la normativa es anticonstitucional ya que no contó con el mínimo de votos necesarios, al menos el respaldo de un tercio de los parlamentarios presentes en el momento de la votación, el pasado 20 de diciembre, según informaron corresponsales del portal Buzzfeed presentes en la sala en el momento de la sentencia. El tribunal responde así a la petición de 10 activistas en derechos humanos, académicos y políticos de la oposición. El Gobierno también había recibido la presión internacional, en particular de Estados Unidos que anunció sanciones como la prohibición de la entrada al país de las autoridades ugandesas.

edit-18384-1406882250-18El activista Anti-LGBT  Martin Ssempa (derecha) en Tribunal  Constitucional el 30 de julio con su hijo (centro). ISAAC KASAMANI/AFP / Getty Images

Los jueces han desestimado los argumentos de la abogada del Estado, Patricia Mutesi, que consideró que no había evidencia de que no existiera quórum. Los jueces recuerdan que hasta tres parlamentarios llamaron la atención sobre la falta de quórum, incluyendo el vicepresidente Amama Mbabazi, sin que la portavoz de la cámara, Rebecca Kadaga, atendiera la petición. Por lo tanto considera nulo todo el proceso judicial. La demanda la habían presentado diez activistas respaldados por colectivos como el de Minorías Sexuales de Uganda. La sentencia anula totalmente la ley, que solo podría reinstaurarse si se repitiera todo el trámite parlamentario, lo que por el momento elimina la prohibición de la homosexualidad. La ley endurecía las penas de cárcel para las relaciones entre personas del mismo sexo y obligaba a los ciudadanos a delatar a quienes mantuvieran relaciones homoeróticas. Todo eso queda ahora anulado.

Pese a todo la noticia ha sido recibida con entusiasmo por los defensores de los derechos humanos en Uganda y muy especialmente por los activistas LGTB que habían recurrido la ley ante el Tribunal Constitucional. “Soy oficialmente legal”tuiteaba Frank Mugisha, director de Sexual Minorities Uganda, nada más conocer la noticia. ”Ya no soy una criminal. Hoy hemos hecho historia”declaraba también en su perfil de Twitter Kasha Nabagesera, de la organización Freedom and Roam Uganda. No es de extrañar esta alegría. La noticia supone, incluso en el peor de los casos, un importante alivio temporal: los partidarios de la ley pueden volver a proponerla, pero deberá procederse a la tramitación parlamentaria completa. Hay que tener en cuenta, a este respecto, que desde que en 2009 se propuso endurecer la legislación contra los homosexuales hasta que la ley fue aprobada pasaron casi cinco años.

Por otra parte, el marco jurídico es muy distinto: una cosa es que las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo estén tipificadas en el Código Penal ugandés, como ya sucedía antes, y otra que se criminalice la propia realidad homosexual, se persiga a aquellas personas que hacen activismo o que simplemente ayudan o dan soporte a personas homosexuales bajo la acusación de “promover la homosexualidad” e incluso que los ciudadanos que simplemente conozcan la existencia de una relación homosexual estén obligados a denunciarla.

1406893039_370769_1406893809_noticia_normalActivistas por los derechos de los homosexuales, en el Constitucional en Kampala. / AFP

Sin embargo, la derogación de la ley no acaba con la persecución de la homosexualidad en el país, donde todavía se considera delito. La homosexualidad se condena con la cárcel y la normativa de Museveni establecía además la cadena perpetua y la prohibición de las asociaciones LGTB. Aunque la decisión permite a los homosexuales volver a hacer su vida cotidiana, no se descarta una oleada de violencia homófoba ante la postura del Constitucional.

Según un estudio de las Minorías Sexuales de Uganda, desde que se votó la ley se ha registrado un incremento del acoso, el chantaje, los desalojos y la tortura hacia los homosexuales. El Proyecto de Refugiados de la Ley también ha visto censuradas varias de sus actividades por “promover la homosexualidad”, según el Gobierno.

Alivio para Museveni en vísperas de su encuentro con Obama

No lo expresará públicamente, pero de lo que pocos observadores dudan es de que la noticia habrá sido recibida con alivio por el presidente ugandés, Yoweri Museveni, que amagó en su momento con vetar la ley aunque al final optó por sumarse a la corriente homófoba.

Una decisión adoptada en clave interna, pero que a nivel internacional no le ha traído más que quebraderos de cabeza, incluyendo sanciones económicas en forma de reducción de la ayuda exterior, y que lastraba su próxima visita a Washington, prevista para dentro de unos días con motivo de la primera cumbre África-Estados Unidos.

Temor a represalias por parte de los homófobos

Como era de esperar, la noticia ha sido recibida con indignación por los defensores de la ley. Es el caso del pastor evangélico Martin Ssempa, uno de los propagadores del odio homófobo más conocidos del país, que de hecho ha acusado al presidente Museveni de estar detrás de la decisión del Constitucional y ha pedido al Parlamento que investigue si se ha vulnerado la independencia judicial.

El principal promotor de la ley, el diputado David Bahati (bien conectado por cierto con la derecha religiosa estadounidense) confía por su parte en que el fiscal general de Uganda apelará la sentencia y en que al final “la moral del pueblo de Uganda prevalecerá”.

Una indignación que los activistas LGTB temen que se pueda trasladar los próximos días a las calles en forma de pogromo contra las personas homosexuales, como ya ha advertido Kasha Nabagesera. No sería de extrañar, teniendo en cuenta el clima de odio desatado en Uganda desde la entrada en vigor de la ley ahora anulada, periodo durante el cual se han producido decenas de incidentes homófobos, que incluyen linchamientos, violencia colectiva, incendio de hogares, chantaje, pérdida de puestos de trabajo, detenciones, expulsiones y suicidios.

A continuación reproducimos íntegramente la nota de prensa de Fundación Triángulo con fecha 1 de Agosto de 2014.

En los cinco meses transcurridos desde que Uganda adoptó la ley, que imponía una pena de hasta cadena perpetua por la homosexualidad y tipificaba como delito la defensa de los derechos LGBT, los y las LGBT ugandeses han vivido bajo la amenaza constante de ser detenidos o sufrir violencia.

El tribunal anuló la ley por razones de procedimiento, diciendo que no era válida porque no había quórum en el Parlamento cuando se aprobó la legislación el 20 de diciembre. (El quórum es el requisito de que al menos un tercio de los miembros están presentes cuando se realice una votación). El tribunal se pronuncia sobre una petición presentada por un grupo de 10 activistas de derechos humanos, juristas y políticos de la oposición.

El tribunal no se pronunció sobre la cuestión de fondo de si las leyes anti-LGBT violan los derechos humanos básicos, por lo que el código de la sodomía preexistente, que se impuso cuando Uganda era una colonia británica, se mantiene en su lugar.

Para Miguel Ángel Sánchez, responsable del programa ÁfricaLGBT de Fundación Triángulo: “Es una magnífica noticia. La ley era una vergüenza para Uganda y ha sido el recurso de los propios ugandeses ante el tribunal lo que ha logrado que se anule. Cuando se aprobó la ley los diputados homófobos se saltaron el procedimiento, solo buscaban su propio interés. Ahora se ha puesto al descubierto su trampa. Felicitamos a los grupos LGBT y de Derechos Humanos ugandeses. Ese es el camino correcto, apoyar desde los países del norte la lucha por la igualdad de los propios ciudadanos de Uganda y de otros países. No intentamos imponer nuestra visión, sólo exigimos respeto a los Derechos Humanos en todo el mundo. Son los ciudadanos gais, lesbianas, trans, o simplemente gente de bien, los que exigen a sus gobiernos que cese la corrupción y la violencia contra las personas homosexuales y transexuales”.

Fuente El País, Ragap , Dosmanzanas y Universogay

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Uganda desata con fervor la caza al gay.

Lunes, 10 de marzo de 2014
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1394304005_679519_1394304618_noticia_normalKasha Jacqueline Nabagesera, activista lesbiana de Uganda. / tadej znidarcic (redux / cordon press)

Un artículo de El País que relata la terrible realidad de los homosexuales ugandeses…

Se han registrado 49 ataques alentados por la ley que condena a los homosexuales a cadena perpetua

Evangelistas de EE UU están detrás de la oleada de homofobia

La ley antigais ugandesa convierte en criminales a miles de personas

“Mamá, soy gay”

Obama advierte a Uganda de que la ley antigay puede complicar su relación

Condena de por vida para los homosexuales de África

Incluso cuando ríe apoyando la cabeza y las largas trenzas sobre sus brazos delgados, tirados en la mesa; incluso cuando saca la lengua entre dientes, con los mofletes bien inflados, para burlarse de todo un poco; incluso en ese pequeño instante, la ugandesa Kasha Jacqueline parece de paso. Tuerce el gesto para hablar de lo suyo, observa a un lado y a otro, en alerta, y un poco más tranquila, sigue hablando. “Rezo por ti, Kasha, te he visto en el periódico”, le dice un vecino del barrio de Ntinda, al este del centro de Kampala, capital de Uganda. Jacqueline es lesbiana y su nombre aparece en la lista incriminatoria de 200 homosexuales que el diario radical ugandés Red Pepper publicó tras la aprobación y firma presidencial de la controvertida Ley de Antihomosexualidad.

“Este sitio en el que hemos quedado”, desvela Jacqueline soltando la mochila sobre la mesa, atenta al tintineo frenético de los mensajes de móvil, “es el único al que voy, el único en el que me siento protegida”. El local, a la espalda de un centro comercial, está montando las mesas; no hay nadie más, pero los pocos que están la conocen. “Si vienen a arrestarme”, explica con una mueca de consuelo, “los responsables de seguridad y la gente del barrio llegarían corriendo para evitarlo; harían mucho ruido”. Ofrece un cigarrillo y pilla la cerveza con gusto. “A veces, entre todo esto, es lo que más necesitas, el alcohol, y eso es un riesgo”. Tiene miedo a que la agredan. A que lo hagan de nuevo. La última vez fue hace unos días: unos individuos en coche la hicieron saltar de golpe a la acera. La próxima vez, soltaron por su boca, irían en serio.

Jacqueline es lesbiana y nunca, desde que fue consciente de ello en secundaria —“ya me lo advirtió una profesora cuando tenía siete años, aunque no lo entendí”—, lo guardó en el armario. Quizá por este descaro penado en Uganda, Jacqueline es una de las activistas en la defensa de los derechos de los gais más conocidas —junto a Pepe Onziema y Frank Mugisha, también en la lista de los 200—, por su trabajo en la organización Freedom and Roam Uganda (Libertad y Camino, podría traducirse). “Todo el mundo sabe quién soy; la prensa me ha llegado a perseguir hasta el supermercado”. Ya no sale de casa, no coge su coche, no pasea, solo tira de su boda-boda (mototaxi) para ir de un sitio a otro. Para seguir hablando, al límite de eso que la ley criminaliza por ser “promoción” de la homosexualidad. “Sí, por eso también me pueden detener”, sonríe Jacqueline, “pero no voy a dejar de hacerlo ni voy a abandonar este país”.

Desde que el presidente Yoweri Museveni, con el trasero en la silla de mando desde hace 28 años, firmase la ley, apoyado por un comité médico que defiende que la homosexualidad se aprende y desaprende, se han multiplicado los arrestos, agresiones y el acoso a los homosexuales. 52 ataques desde diciembre, según documentan grupos de activistas. No está en la calle, no se palpa, Kampala es una ciudad abierta, luminosa, con un tráfico terrible y arropada por el verde frondoso que nace a orillas del gigante lago Victoria. La homosexualidad, su condena, no es evidente, como tampoco lo es la expresión de la heterosexualidad. Ya decía Museveni en una declaración dirigida a Obama que incluso él perdería el voto si alguien le viera besarse en la calle con su mujer, Janet, con la que lleva casado 41 años.

El presidente estadounidense había amenazado con un cambio en las relaciones bilaterales si la norma progresaba —Washington envía unos 400 millones de dólares (288 millones de euros) al año a Kampala en asistencia—. No sirvió más que para desatar el discurso más patriótico entre los medios afines al Gobierno. También han lanzado sus advertencias el Banco Mundial, Noruega, Suecia, Dinamarca… Si se corta la ayuda, las previsiones de crecimiento económico de un 6% se irán al traste.

1394304005_679519_1394305014_sumario_normalrachel adams (efe).Ser africano y gay no es una elección, dice la pancarta de un manifestante en el Orgullo Gay de Kampala (Uganda) en 2012

La redacción de la norma, conocida también como la ley mata al gay, se ha retocado, no obstante, en los últimos tiempos. De la pena capital que incluía el primer texto del parlamentario David Bahati, conocido por su fervor religioso evangelista, se ha pasado a la cadena perpetua por uniones del mismo sexo y a penas de entre cinco y siete años para la práctica del sexo entre gais, su promoción (incluso a través de los medios), la coacción a terceras personas, la incitación a la prostitución de menores, la gerencia de burdeles para homosexuales… La ley, en cualquier caso, no ha entrado en vigor a falta todavía de una orden ministerial. Pocos en la calle conocen este detalle.

A la carrera y esquivando el atasco de Kampala para atender a un cliente detenido, Nicholas Opiyo, abogado experto en derechos humanos, así lo explica: “Da igual que no esté en vigor, las agresiones y la homofobia ya existían, lo que ha hecho la ley es codificar algo que ya se practicaba, les ha dado más poder”. Muchos de los que aparecieron en la lista de Red Pepper han tenido que dejar sus trabajos o domicilios ante la condena pública y el rechazo de su entorno.

¿Siempre fue así? “No; antes, la homosexualidad no era un tema de debate, era privado, pero desde hace 15 años ha habido un gran cambio, llegó el pentecostalismo e inició una campaña contra los homosexuales”, apunta el abogado.

La religión, las nuevas iglesias en alza, las ramificaciones del evangelismo… Por ahí van unos y otros cuando tratan de dar forma a la vía de penetración del odio visceral al homosexual. “El Gobierno necesita del pentecostalismo para llegar a la gente que va todos los días a la iglesia”, continúa entre semáforos Opiyo, “y el pentecostalismo necesita a los políticos para llegar al poder”. Un detalle para marcar esta diferencia: “Antes, Uganda era un país en el que la política contra el VIH predicaba el uso del condón”, dice el letrado, “ahora eso ha desaparecido. Algún cartel queda, dicho sea de paso. Y en este cambio muchos ven la mano de Janet Museveni, fiel devota también del evangelismo.

Aparca en el juzgado y aparca la charla. “Mira”, aclara Opiyo, “aquí no hay muchos que sepan siquiera de qué se habla, pero todos rechazan el sexo entre hombres, sobre todo el anal, cuando la mayoría de los heterosexuales lo practican”. Y marcha relatando la historia de un conocido transexual que fue detenido en el aeropuerto tras enseñar la foto de su pasaporte. No casaba con su aspecto y se lo llevaron.

Hablando de religiones, en el distrito de Nzambya, en el centro de la capital, en terreno polvoriento plagado de iglesias de toda creencia, se encuentra la sede de la Conferencia Episcopal Ugandesa. No hay quien no se pregunte qué opina de todo esto el catolicismo. Recibe el padre Philip Odii, quien pronto enseña, vaya por delante, un borrador que tiene sobre la mesa para que los obispos valoren y cierren una opinión única sobre la Ley de Antihomosexualidad. Están en ello, pero no parece fácil, porque acaban de leerse la norma. “Nosotros estamos contra cosas como la fornicación, como es sabido, comenta el risueño sacerdote, “pero [la homosexualidad] no se resuelve con la condena, sí quizá con ayuda”.

¿Qué dirá ese texto que aún se está cerrando? “Ya hemos dicho que defendemos el principio de no discriminación que señala la Biblia”, responde el padre Odii. Hasta ahí pueden leer, por el momento. Con una salvedad: “No estamos detrás de la ley”, dice con sorna. ¿Y los evangelistas? “Ellos sí han presionado”, admite golpeando su puño contra la palma. El guarda del recinto episcopal abre la puerta para despedir, aunque también tiene ganas de hablar. “Oiga, ¿sabe una cosa? El sexo entre un hombre y otro hombre va contra la naturaleza”, dice con un plato de comistrajo de arroz. Tenía razón entonces el abogado Opiyo: de las mujeres nadie se acuerda. “Eso está prohibido, y Occidente nos dice que discriminamos, ¿cómo es en su país?”.

El hombre blanco ha vuelto a traer la religión. Los ugandeses son testigos, más en las pequeñas localidades que en la gran ciudad, Kampala; pero los misioneros llegados sobre todo de Estados Unidos (Kansas, Atlanta, etcétera) no se esconden. Y el evangelismo en general se lleva la palma, aunque se oigan los nombres de movimientos como Religious Right, International Transformation Network, Born Again… Hasta los hay que preguntan por los illuminati, una suerte de secta del Nuevo Orden con la que se han vinculado a varias celebridades. Aquí, en Uganda, también tienen sus seguidores.

Pero si hay una persona que reúne muchas influencias es el parlamentario David Bahati, el padre de la ley contra los gais, al que el periodista Jeff Sharlet ha ligado a Familia, un grupo de fundamentalistas homófobos de Washington. En un restaurante algo desolado del barrio de Naguru —se puede hablar tranquilo—, al noreste del centro de la capital, aguarda la periodista freelance y consultora Patience Akumu. “Si no podemos cambiar de Gobierno”, dice con burla, “pues cambiamos de religión”. “Una nueva religión”, prosigue para analizar el auge de ciertas iglesias, “es una nueva esperanza, da soluciones”.

La clave, según relata Akumu, está en aportar “moralidad” cuando falta todo lo demás y hacerlo con ese ritmo gospel que va sin duda con el espíritu africano. “Antes la gente se dormía en misa”, señala. “Además”, puntualiza, “tienes que entender que vivimos en el tercer mundo, en un país con un 30% de alfabetización y una clase política ignorante”. Akumu, dicho sea, tiene miedo a escribir sobre la homosexualidad.

Unas Iglesias u otras predican contra los gais por amenazar a la familia tradicional y dedicarse a reclutar a niños para la prostitución. Así, en bruto, es la idea que queda en muchos ciudadanos. Volvemos con Jacqueline. ¿Entiende que la juzguen por ser homosexual? “Es muy difícil de entender, pero pase lo que pase, aunque sea dentro de 15 años, esté yo o no esté, sé que esto que está pasando es para bien”. Y después de todo, en su vida privada, ¿puede tener pareja? “Claro, yo la protejo de esto”, asegura con la mano en el pecho. Jacqueline parece, sin duda, de paso, pero nunca víctima de nada.

El texto

Nada dice la ley sobre ser o no gay, siempre y cuando uno no mantenga forma alguna de relaciones homosexuales, promueve o reconozca este tipo de relaciones o contribuya de un modo u otro a ellas. Todo eso, tan abierto, está prohibido en un texto legal acogido por el colectivo gay como un todo vale para encerrar la homosexualidad para siempre. Estos son algunos de los apartados más significativos de la ley:

. La persona que comita la ofensa de homosexualidad, esto es, tocamiento, penetración o estímulo de boca o ano con el pene o algún artilugio sexual, podrá ser condenado a cadena perpetua.

. También podrá cumplir cadena perpetua el que cometa esta ofensa y su víctima sea un menor de 18 años, una persona discapacitada o tenga el VIH; sea el autor el padre o tutor del ofendido o tenga responsabilidad sobre él, o use drogas o cualquier otra cosa para aturdir a su víctima para cometer actos homosexuales.

. Aquel que intente cometer una ofensa de homosexualidad como las definidas anteriormente podrá ser condenado a siete años de prisión.

. También podrá recaer la sentencia de por vida para aquel que pretenda contraer matrimonio con una persona del mismo sexo. La institución o persona que ampare esta unión podrá cumplir hasta siete años de cárcel.

. Recaerá una pena de hasta siete años para el que ayude o induzca a otro a cometer actos homosexuales; para aquel que conspire en este sentido con falas pretensiones o de modo fraudulento, y para el que mediante amenazas e intimidaciones incite a un hombre a o una mujer a comportamientos carnales indecentes con alguien del mismo sexo.

. La persona que participe en la producción, obtención, marketing, difusión, diseminación o publicación de material pornográfico para promover la homosexualidad; la financie o patrocine; use aparatos eléctricos como Internet, películas, móviles para su promoción, o sea cómplice o intente inducirla podrá recibir una pena de cinco a siete años o multa económica.

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