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Llamadme publicano

Domingo, 23 de octubre de 2022
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Llamadme publicano

Yo no sé muchas cosas, es verdad.
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
que la cuna del hombre la mecen con cuentos,
que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos,
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,
que los huesos del hombre los entierran con cuentos,
y que el miedo del hombre…
ha inventado todos los cuentos.
Yo no sé muchas cosas, es verdad,
pero me han dormido con todos los cuentos…
y sé todos los cuentos.

*

León Felipe,
Llamadme publicano (1950)

***

En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola:

“Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior:

– “¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo.”

El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo:

– “¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador. “

Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.

*

Lucas 18, 9-14

***

 

El rostro de cada verdadero discípulo debe ser como el del Verbo encarnado, que se despojó él mismo de la gloria divina para asumir la condición de siervo, humillándose hasta la muerte de cruz [cf. Flp 2,6-8). La verdadera humildad es rara de encontrar, porque pocos miran directamente a la cara a Jesucristo. El hombre humilde no es n¡ será nunca un hombre prestigioso, alguien que se ha hecho siguiendo los criterios humanos, porque la humildad no puede ser consecuencia de una habilidad, fruto de una conquista. El hombre verdaderamente humilde no sabe que lo es; invadido por completo del santo temor de Dios -consciente de su propia nada-, está como un pobre que sólo se siente en deuda con su Señor; es como un pobrecito al que no le bastan nunca ni las palabras ni las fuerzas para excusarse de lo que es y para dar gracias por lo que recibe.

El secreto que conduce a la humildad consiste en dejar de vivir para nosotros mismos y vivir para el Señor y en el Señor. Consiste en ser capaces de negarnos verdaderamente a nosotros mismos, sin ostentación ni retórica, sin afectación ni convencionalismos, sino con naturalidad y sencillez. La vida concreta de todos los días constituye el banco de prueba. En efecto, si no nos quedamos en el ideal abstracto, sino que vamos a las situaciones reales de la vida, nos daremos cuenta de que no hay un solo aspecto de nuestra propia vida cotidiana que no deba ser puesto en el crisol de la purificación a través de la aceptación de lo que nos redimensiona y nos pone en nuestro justo lugar, en la humildad.

Al hombre humilde le gusta rodearse de silencio. Calla sobre sí mismo para darle todo el sitio a Dios. Es consciente de la nada que es y se siente deseoso de conocer lo que está llamado a convertirse en Cristo. Por lo demás, no hay nadie que pueda considerarse, razonablemente, mejor que los otros y en posesión de buenos títulos de mérito prescindiendo de la experiencia de la misericordia de Dios. Toda dignidad tiene su raíz en el sacrificio redentor de Cristo.

*

A. M. Cánopi,
Nel mistero delta gratuita,
Milán 1998, pp. 62-67, passim).

***

***

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , ,

“Espectadores amargados”, por Dolores Aleixandre.

Miércoles, 8 de junio de 2022
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CBE891C0-AC53-42AF-8B79-DC382CD28058De su blog Un grano de mostaza:

Nos ronda un fariseo amargado

Con frecuencia leemos escenas del Evangelio en las que aparecen personajes – fariseos, escribas, doctores-  que, desde fuera,  miran a Jesús solo para criticarlo. No participan de lo que ocurre, no disfrutan cuando hay alegría, ni se conmueven cuando  hay dolor: lo suyo es quedarse al margen  fijándose solo en lo negativo. Hay escenas en las que los evangelistas no han dejado constancia de ese tipo de presencias pero podemos fácilmente imaginar lo que ese tipo de personajes hubieran dicho de haber estado allí:

En Caná de Galilea: un fariseo soberbio, cumplidor escrupuloso de la ley y encima abstemio, ha rechazado la invitación a asistir a la boda:  “Lo siento, pero no tengo por costumbre mezclarme con ese público de pobretones y pecadores que sin duda asistirán…” A pesar de ello, cuando le llegan rumores de que algo inaudito ha pasado, se asoma a la sala del banquete y comenta: “Pues sí que empieza bien ese galileo que se las da de profeta… Menudo disparate poner a disposición de esta gentuza  tantos litros de un vino tan excelente. Se van a emborrachar por culpa suya, ya veremos la de comas etílicos que tendrá que recoger el Samur. Y no digamos lo de haber aparecido llevando  a sus discípulos. ¿Es que va a formarlos así, en las ferias del populacho? ”.

En Cafarnaum, a orillas del lago: otro par de tipos resentidos miran la escena de la pesca desde la orilla: y murmuran por lo bajo: “Pero en qué estará pensando  Pedro y cómo se le ocurre hacer caso a ese forastero que hace chapuzas en Nazaret pero que de pesca no tiene ni idea, ni siquiera se ha enterado de que en este lago se pesca de noche…” “Pues mira a los Zebedeos,  embobados al ver tantos peces en sus redes … Anda que como se les revienten  y se les hundan las barcas, lo van a tener crudo para remontar el negocio…Conmigo desde luego que no cuenten para un préstamo…”

Por si conocemos a alguien que da ese perfil o por  si llegamos a reconocernos algunas veces en esa postura, no nos viene mal suplicar:  “Del fariseo amargado que nos acecha, libera nos Domine

Espiritualidad , ,

Agua ideal: Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro…

Domingo, 29 de agosto de 2021
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Agua ideal

Agua redonda y cerrada,
el agua del pozo piensa.

El agua andante del río
es buena como una arteria.

La del mar… está muy lejos
para la sed de la tierra.

El torrente lleva el agua
sin saber por qué la lleva.

La fuente, en su boca clara,
la lleva como un poeta.

…Yo busco un agua sin cauces,
pero pensativa y buena.
Honda y cercana. Y sonora.
¡Señor, el agua perfecta!

Los dos bueyes hermanos
sorben pausadamente
la sangre del ocaso.

Los plátanos aplaudían
en silencio, con sus manos verdes
y aterciopeladas.

La torrentera embestía
las rocas como una vaca
de lengua turbia.

Y la tarde
se moría desangrada…

En la feria de tus viñas,
los cascabeles dorados
—de miel y de sol—, Septiembre.
Bajo el toldo de tu cielo,
¡dulce domingo del año!

*

Pedro Casaldáliga,
Palabra ungida (Poemas), 1955

***

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos escribas de Jerusalén, y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. ( Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes la manos restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y, al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas. ) Según eso, los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús

– “¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores“?

Él contesto:

– “Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos.” Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres.”

Entonces llamó de nuevo a la gente y les dijo:

– “Escuchad y entended todos: Nada que entre de fuera puede hacer la hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro.”

*

Marcos 7, 1-8. 14-15. 21-23

***

*

La lucha espiritual es un movimiento esencial de la vida espiritual cristiana. Se trata de una lucha interior, no dirigida contra seres exteriores a uno mismo, sino contra las tentaciones, los pensamientos, las sugestiones y las dinámicas que llevan a la consumación del mal. Pablo, sirviéndose de imágenes bélicas y deportivas (la carrera, el boxeo), habla de la vida cristiana como de un esfuerzo, de una tensión interior por permanecer en la fidelidad a Cristo, que implica desenmascarar las dinámicas a través de las cuales se abre camino el pecado en el corazón del hombre, para poder combatirlo en el mismo momento en que surge. El lugar de esta batalla es, en efecto, el corazón. Vigilancia y atención son la «fatiga del corazón» (Barsanufio) que permite al creyente llevar a cabo su purificación: es del corazón, en efecto, de donde brotan las intenciones malvadas y es el corazón el que debe transformarse en morada de Cristo gracias a la fe.

        En este sentido, la «custodia del corazón» constituye la obra por excelencia del hombre espiritual, la única verdaderamente esencial. En esta lucha es menester ejercitarse: es preciso, en primer lugar, saber discernir nuestras propias tendencias pecaminosas, nuestras propias debilidades, las tendencias negativas que nos marcan de un modo particular; en consecuencia, Tiernos de llamarlas por su nombre, asumirlas y no removerlas y, por último, sumergirnos en la larga y fatigosa lucha dirigida a hacer reinar en nosotros la Palabra y la voluntad de Dios.

        El órgano de esta lucha es el corazón, entendido en sentido bíblico como órgano de la decisión y de la voluntad, no sólo de los sentimientos. La capacidad de lucha espiritual, el aprendizaje del arte de la lucha (Sal 144,1; 18,35), resulta esencial para la acogida de la Palabra de Dios en el corazón humano. Los expertos en la vida espiritual saben que esta lucha es más dura que todas las luchas externas, pero conocen asimismo el fruto de la pacificación, de la libertad, de la docilidad y de la caridad que produce.

*

E. Bianchi,
La palabra de la espiritualidad,
Milán 1999.

***

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Pedro Rafael Ortiz, sacerdote: “Resurge un ‘moderno fariseísmo’ y ‘apologética religiosa’ frente a los testigos del amor”

Jueves, 3 de diciembre de 2020
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brujas-Salem-victimas-fanatismo_2118998110_13573537_660x371Vive y deja decir

“Las convocatorias fanáticas tienen, entre sus efectos muchas veces no deseados, los episodios de violencia entre la gente y las guerras entre las naciones”

“Toma como expresión común discursos sobre las conductas sexuales o íntimas, pero en que realidad su fundamento es la lealtad al sistema de opresión y de privilegios de los pocos sobre los muchos”

“Sería injusto, sin embargo, si denunciara esos intentos de la derecha extrema y me hiciera el ciego y sordo ante otras agendas fanáticas”

Es común que las declaraciones y las convocatorias fanáticas comiencen con frases como “no lo podemos tolerar”. Son frases que ponen de manifiesto el ahogo existencial de personas que se encuentran asediadas por verse forzadas a convivir con aquellos que hacen cosas que les parecen dañinas. Estoy hablando de situaciones de la vida cotidiana y sencilla, pero también sobre asuntos sociales y políticos, tanto en la escala nacional, como internacional. Esas convocatorias fanáticas tienen, entre sus efectos muchas veces no deseados, los episodios de violencia entre la gente y las guerras entre las naciones.

Tengo la impresión de que los intentos por provocar una nueva confrontación entre religiosos van por esa misma senda extraviada. Esta vez no se trata de crear enemistad entre católicos y protestantes, sino de un intento de dividir de manera irreconciliable a los cristianos, que toma como expresión común discursos sobre las conductas sexuales o íntimas, pero en que realidad su fundamento es la lealtad al sistema de opresión y de privilegios de los pocos sobre los muchos. Aquí, el amor por la “ley” y la “norma” está puesto siempre por encima de la persona a quien dejamos de respetar.

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Sería injusto, sin embargo, si denunciara esos intentos de la derecha extrema y me hiciera el ciego y sordo ante otras agendas fanáticas que también pasean por nuestros caminos. Con mucho dolor, me he referido a la “hipocresía de modernos fariseos”, que so color de defender los derechos civiles, amarrados a una visión moralista (y no moral) fomentan también la confrontación inútil por la manera en que la gente habla, que quieren imponer a los demás la forma en que ven las cosas y que reaccionan con odio visceral ante cualquier crítica. Los he visto cuando echan a la basura derechos como la presunción de inocencia y el debido proceso de ley al toparse con una denuncia de que alguien hizo algo que “no podemos tolerar”.

“Cuando vivimos en un mundo donde campea tanta injusticia, no es bueno perder el tiempo en confrontaciones enanas por palabras. Dígale al amor como usted mejor pueda, porque lo que de verdad importa es que nos amemos mucho”

Pero hoy quiero referirme a los intentos de convertir las creencias religiosas en campos de batalla, en zona llena de trampas explosivas, en las que los pastores y los fieles se conviertan en ejércitos hostiles entre sí, en bandos que se odien entre ellos. Reitero que se trata de agendas políticas y económicas de la ultraderecha, que pretende darle rango de gran espiritualidad a la defensa del capital y demonizar la lucha de los pobres por la justicia que abraza el nuevo modelo de Iglesia desde la comunión fraterna.

Al decir de nuestros pueblos “vive y deja vivir”, me atrevo a agregarle “vive y deja decir”. Dejemos que cada cual diga su punto de vista sobre las cosas. Dejemos que cada quien predique lo que crea que es la verdad. Total, si dicen de nosotros las cosas más horrendas y mentirosas, podemos sentirnos bienaventurados. Después de todo, los grandes profetas de la historia fueron objeto de calumnias.

No nos dejemos llevar a la confrontación con los agentes de la mentira. Mejor concentrar nuestros esfuerzos en continuar sembrando la buena semilla del amor que sigue propagando el nuevo proyecto dé hermandad impulsado por nuestro querido Papa Francisco.

Porque para los que tenemos la encomienda de predicar la fe, recordemos que el juicio no será sobre qué tipo de carne comimos, sino, si dimos de comer al que tenía hambre. El juicio no será sobre a cuántos metimos a la cárcel, sino si fuimos a ver al ser humano que estaba preso. No se nos va a juzgar sobre si usamos los talentos multiplicando la fortuna, sino si usamos lo que teníamos para socorrer a otros. No se nos juzgará sobre a cuántos condenamos, sino sobre si perdonamos, sobre si de verdad, corazón adentro, luchamos por la justicia y la libertad. Cuando vivimos en un mundo donde campea tanta injusticia, no es bueno perder el tiempo en confrontaciones enanas por palabras. Dígale al amor como usted mejor pueda, porque lo que de verdad importa es que nos amemos mucho y realmente tengamos conciencia de que somos “Todos Hermanos”. Por eso digo, vive y deja decir.

Fuente Religión Digital

Espiritualidad, General , , , ,

José I. González Faus: “¿Fariseísmo católico? ¿Empeñarse en ir a Misa en tiempos de confinamiento?”

Sábado, 16 de mayo de 2020
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Fariseos-actuales_2227887198_14566792_660x371De su blog Miradas cristianas:

‘El sábado fue hecho para el hombre, no el hombre para el sábado’

“Pocos datos hay más garantizados de la vida de Jesús que el que hacía curaciones en día de precepto”

“Antes que comer el cuerpo y beber la sangre del Hijo del Hombre es necessario ‘tragarse a Jesús'”

“Un fariseísmo católico equivaldría a un catolicismo no cristiano”

“Parece innegable que el fariseísmo es la gran tentación de un cierto catolicismo”

Durante estos días de confinamiento, y por parte de dos o tres obispos, algunos pocos sacerdotes y un grupo de laicos de todo el mundo, hemos asistido a una negativa a guardar las normas del confinamiento, exigiendo la apertura de los templos y la asistencia a misa, como un derecho de la libertad religiosa y como obediencia a un mandamiento divino que obliga a celebrar la eucaristía en días de precepto. No dudo en absoluto de la buena fe y buena voluntad de esas gentes. Por eso quisiera proponerles estas reflexiones.

1.- Tengamos en cuenta que, el confinamiento, no era solo por la propia salud sino, sobre todo, por la salud de los demás. Pues bien: pocos datos hay más garantizados de la vida de Jesús que el que hacía curaciones en día de precepto (el “Sabbat” mucho más sagrado para los judíos de lo que puede ser el domingo para nosotros).  Esta fue una de las causas que motivaron la condena de Jesús por “blasfemo”. Y la razón que daban contra él parece bien válida: “tenéis seis días para venir a curaros, no hay razón para hacerlo en día de precepto”.

A lo que Jesús respondía preguntando: “¿se puede hacer el bien en día de precepto?” O “esta mujer también es hija de Abrahán y lleva 18 años encorvada; tiene pues derecho a no esperar más”. Y en definitiva: “el día santo fue hecho para el hombre, no el hombre para el día santo”. Esos que predican desobedecer al confinamiento para poder ir a misa, ¿no deberían preguntarse si están poniendo el día de precepto por encima del hombre?

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Es sabido además que el cuarto evangelio, que habla tanto de la eucaristía (en su capítulo 6), luego no narra su institución sino que busca dos recursos para darle su verdadero sentido: el primero es el lavatorio de los pies, precisamente en aquella santa Cena. El segundo está en las palabras de Jesús en el mismo capítulo 6: antes que “comer la carne y beber la sangre del Hijo del Hombre”, es necesario (valga la expresión) “tragarse a Jesús”, es decir: aceptarle y seguirle hasta el final y con todas sus consecuencias. ¿No será también que algunos prefieren “dar culto a Dios” a su modo, que seguir a Jesús? Ahí estaría el fariseísmo.

Finalmente puede valer la pena una lectura lenta de todo el capítulo 23 de san Mateo que es la vez una perla cristiana y una perla literaria: “Ay de vosotros, fariseos, hipócritas…”. Y dejarse empapar por todas las descripciones del fariseísmo que hace ese capítulo.

Aquí tenemos lo que me he atrevido a llamar fariseísmo católico y que equivale a un “catolicismo poco cristiano”. Esta última expresión es de Fernando de los Ríos de la Institución Libre de Enseñanza (que, entre paréntesis, fue fundada por católicos fervientes como Giner de los Ríos y Gumersindo Azcarate). Si resulta una expresión muy dura podemos hablar de un “judaísmo aún no cristiano”: que ha sustituido el seguimiento de Jesús por el Sumo Sacerdote, el Templo y la Ley que están por encima del amor fraterno universal, sobre todo a los que menos hermanos parecen.

En cualquier caso, parece innegable que el fariseísmo es la gran tentación de un cierto catolicismo. Lo cual es paradójico puesto que kat-holicismo significa precisamente universalismo. Pero aquí se trata de una particularidad absolutizada. Por eso no quisiera yo que estas líneas sean un ataque sino solo una reflexión fraterna. A quienes ya las compartimos pueden ayudarnos a preguntar cuál podría ser nuestro propio fariseísmo: porque una de las más excelsas enseñanzas de Jesús es precisamente esta: que todas la grandes causas están amenazadas por algún fariseísmo.

Recordemos la frase de Jesús a la samaritana: a Dios no hay que adorarlo aquí o allá sino “en espíritu y verdad”. Por tanto, siempre queda la tarea de dedicar un largo rato de oración para abrirse al Dios que nos envuelve, para pedir luz y fuerza al Espíritu que está en lo más hondo de nosotros y para contemplas un poco ese camino de Jesús que tantas veces olvidamos. Y será una magnífica manera de santificar el día del Señor.

Biblia, Espiritualidad , , , , , ,

Llamadme publicano

Domingo, 27 de octubre de 2019
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Llamadme publicano

Yo no sé muchas cosas, es verdad.
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
que la cuna del hombre la mecen con cuentos,
que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos,
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,
que los huesos del hombre los entierran con cuentos,
y que el miedo del hombre…
ha inventado todos los cuentos.
Yo no sé muchas cosas, es verdad,
pero me han dormido con todos los cuentos…
y sé todos los cuentos.

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León Felipe,
Llamadme publicano (1950)

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En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola:

“Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior:

– “¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo.”

El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo:

– “¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador. “

Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.

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Lucas 18, 9-14

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El rostro de cada verdadero discípulo debe ser como el del Verbo encarnado, que se despojó él mismo de la gloria divina para asumir la condición de siervo, humillándose hasta la muerte de cruz [cf. Flp 2,6-8). La verdadera humildad es rara de encontrar, porque pocos miran directamente a la cara a Jesucristo. El hombre humilde no es n¡ será nunca un hombre prestigioso, alguien que se ha hecho siguiendo los criterios humanos, porque la humildad no puede ser consecuencia de una habilidad, fruto de una conquista. El hombre verdaderamente humilde no sabe que lo es; invadido por completo del santo temor de Dios -consciente de su propia nada-, está como un pobre que sólo se siente en deuda con su Señor; es como un pobrecito al que no le bastan nunca ni las palabras ni las fuerzas para excusarse de lo que es y para dar gracias por lo que recibe.

El secreto que conduce a la humildad consiste en dejar de vivir para nosotros mismos y vivir para el Señor y en el Señor. Consiste en ser capaces de negarnos verdaderamente a nosotros mismos, sin ostentación ni retórica, sin afectación ni convencionalismos, sino con naturalidad y sencillez. La vida concreta de todos los días constituye el banco de prueba. En efecto, si no nos quedamos en el ideal abstracto, sino que vamos a las situaciones reales de la vida, nos daremos cuenta de que no hay un solo aspecto de nuestra propia vida cotidiana que no deba ser puesto en el crisol de la purificación a través de la aceptación de lo que nos redimensiona y nos pone en nuestro justo lugar, en la humildad.

Al hombre humilde le gusta rodearse de silencio. Calla sobre sí mismo para darle todo el sitio a Dios. Es consciente de la nada que es y se siente deseoso de conocer lo que está llamado a convertirse en Cristo. Por lo demás, no hay nadie que pueda considerarse, razonablemente, mejor que los otros y en posesión de buenos títulos de mérito prescindiendo de la experiencia de la misericordia de Dios. Toda dignidad tiene su raíz en el sacrificio redentor de Cristo.

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A. M. Cánopi,
Nel mistero delta gratuita,
Milán 1998, pp. 62-67, passim).

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Agua ideal: Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro…

Domingo, 2 de septiembre de 2018
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Agua ideal

Agua redonda y cerrada,
el agua del pozo piensa.

El agua andante del río
es buena como una arteria.

La del mar… está muy lejos
para la sed de la tierra.

El torrente lleva el agua
sin saber por qué la lleva.

La fuente, en su boca clara,
la lleva como un poeta.

…Yo busco un agua sin cauces,
pero pensativa y buena.
Honda y cercana. Y sonora.
¡Señor, el agua perfecta!

Los dos bueyes hermanos
sorben pausadamente
la sangre del ocaso.

Los plátanos aplaudían
en silencio, con sus manos verdes
y aterciopeladas.

La torrentera embestía
las rocas como una vaca
de lengua turbia.

Y la tarde
se moría desangrada…

En la feria de tus viñas,
los cascabeles dorados
—de miel y de sol—, Septiembre.
Bajo el toldo de tu cielo,
¡dulce domingo del año!

*

Pedro Casaldáliga,
Palabra ungida (Poemas), 1955

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En aquel tiempo, se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos escribas de Jerusalén, y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. ( Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes la manos restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y, al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas. ) Según eso, los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús

– “¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores“?

Él contesto:

“Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos.” Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres.”

Entonces llamó de nuevo a la gente y les dijo:

– “Escuchad y entended todos: Nada que entre de fuera puede hacer la hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro.”

*

Marcos 7, 1-8. 14-15. 21-23

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La lucha espiritual es un movimiento esencial de la vida espiritual cristiana. Se trata de una lucha interior, no dirigida contra seres exteriores a uno mismo, sino contra las tentaciones, los pensamientos, las sugestiones y las dinámicas que llevan a la consumación del mal. Pablo, sirviéndose de imágenes bélicas y deportivas (la carrera, el boxeo), habla de la vida cristiana como de un esfuerzo, de una tensión interior por permanecer en la fidelidad a Cristo, que implica desenmascarar las dinámicas a través de las cuales se abre camino el pecado en el corazón del hombre, para poder combatirlo en el mismo momento en que surge. El lugar de esta batalla es, en efecto, el corazón. Vigilancia y atención son la «fatiga del corazón» (Barsanufio) que permite al creyente llevar a cabo su purificación: es del corazón, en efecto, de donde brotan las intenciones malvadas y es el corazón el que debe transformarse en morada de Cristo gracias a la fe.

        En este sentido, la «custodia del corazón» constituye la obra por excelencia del hombre espiritual, la única verdaderamente esencial. En esta lucha es menester ejercitarse: es preciso, en primer lugar, saber discernir nuestras propias tendencias pecaminosas, nuestras propias debilidades, las tendencias negativas que nos marcan de un modo particular; en consecuencia, Tiernos de llamarlas por su nombre, asumirlas y no removerlas y, por último, sumergirnos en la larga y fatigosa lucha dirigida a hacer reinar en nosotros la Palabra y la voluntad de Dios.

        El órgano de esta lucha es el corazón, entendido en sentido bíblico como órgano de la decisión y de la voluntad, no sólo de los sentimientos. La capacidad de lucha espiritual, el aprendizaje del arte de la lucha (Sal 144,1; 18,35), resulta esencial para la acogida de la Palabra de Dios en el corazón humano. Los expertos en la vida espiritual saben que esta lucha es más dura que todas las luchas externas, pero conocen asimismo el fruto de la pacificación, de la libertad, de la docilidad y de la caridad que produce.

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E. Bianchi,
La palabra de la espiritualidad,
Milán 1999.

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¡Apariencias de religiosidad!

Martes, 7 de noviembre de 2017
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“…En la cátedra de Moisés se han sentado los maestros de la Ley y los fariseos. Obedecedles y haced lo que os digan, pero no imitéis su ejemplo, porque no hacen lo que dicen…”

Mateo 23, 1-3

“¡Que lástima! El fariseísmo esta tan extendido por el mundo…! ¡Apariencias de religiosidad! Cifran su fe en palabras y obras y no se preocupan apenas más que de las apariencias. Ponen la mira en el dinero, el honor la propia conveniencia, la fama, el disfrute. En una palabra, todo lo que hacen es con intención de medrar. Es decir, tener más y mejor apariencia, ser más distinguidos y famosos. Todas esas cosas, por grandes y dignas que parezcan, no valen para nada a los ojos del Señor. Como los efectos dependen de la causa, las obras valen por la raíz de intención que tiene quien las hace.

Fariseísmo interior. Hay allí fariseísmo interior, mis amigos. Cualquier cosa que haga el hombre farisaico siempre procede de egoísmo. Obran Así algunas personas religiosas que piensan, sin embargo, que son los mejores ante Dios. Al considerar de cerca sus obras, oración o cualquier otra actividad, en el fondo no hay mas que egoísmo, En todo persiguen el propio interés, aun sin advertirlo. Apenas hay diferencia entre esta clase de personas. Hacen grandes cosas y hermosas, corren a ganar indulgencias, rezan, se dan golpes de pecho. Delante de imágenes se paran para engordar sus gustos, van de iglesia en iglesia por toda la ciudad.

Dios no tiene cuenta ninguna de sus obras. Su intención y sentimiento descansan en criaturas. Consciente y deliberadamente buscan los propios gustos, provecho o comodidad, placer y utilidad interior y exteriormente. Distan mucho de poner por obra el mandamiento de amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con todo el Espíritu. Nada cuentan sus obras ante Dios .

*

Juan Tauler,
Obras, Universidad Pontificia de Salamanca, Madrid 1984, 300;
traducción, Teodoro H. Martin.

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Llamadme publicano

Domingo, 23 de octubre de 2016
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Llamadme publicano

Yo no sé muchas cosas, es verdad.
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
que la cuna del hombre la mecen con cuentos,
que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos,
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,
que los huesos del hombre los entierran con cuentos,
y que el miedo del hombre…
ha inventado todos los cuentos.
Yo no sé muchas cosas, es verdad,
pero me han dormido con todos los cuentos…
y sé todos los cuentos.

*

León Felipe,
Llamadme publicano (1950)

***

En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola:

“Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior:

– “¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo.”

El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo:

– “¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador. “

Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.

*

Lucas 18, 9-14

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Dom 1. XI. 15. El prójimo es Dios. Amar a Dios y al Prójimo

Domingo, 1 de noviembre de 2015
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imagesDel blog de Xabier Pikaza:

Domingo 31. Tiempo ordinario. Ciclo b. Mc 12,28-34. Sigue hoy, 2015, la misma disputa del principio de la Iglesia: ¿Qué es antes: Dios o el prójimo? En caso de posible “duda”: ¿A quien debería “asistir” primero: al Dios posiblemente “¿necesitado?” de mi religión o al prójimo realmente necesitado de mis manos de los duros caminos de la vida?

Pero no podemos quedarnos en observaciones generales: En contra de toda división, Jesús proclama este domingo un credo “práctico” (bíblico), que incluye dos mandamientos en uno: amar a Dios y amar al prójimo, añadiendo que a Dios le encontramos en el prójimo, como ha vuelto a decir el Papa Francisco en el Sínodo 15, quizá con escándalo de algunos, que parecen querer un Dios sin prójimo real, concreto.

Este doble mandamiento recoge la experiencia más profunda de la teología y vida israelita, centrada en el Shema (amor a Dios) que se amplía con el amor al prójimo (a partir de Dt 6, 4-9; cf. también Dt 11, 13-21 y Num 15, 37-41). El uso del Shema era habitual en el I d. C. Es normal que Jesús lo asuma, orando como buen judío.

imagesqParece que otros judíos, sobre todo helenistas, habían vinculado ya el Shema con la exigencia de amar al prójimo, citando Lev 19, 18 u otras palabras semejantes, pero sólo Jesús (que sepamos) ha formulado de un modo radical y condensado ese don (en amor somos) y esa exigencia (en amor vivimos), vinculando de manera inseparable a Dios y al prójimo.

De esa forma, el mismo Jesús ha resuelto en su evangelio el tema de los primeros concilios de la Iglesia (de Nicea a Calcedonia), vinculando y dando el mismo rango al amor de Dios y al amor al prójimo, pues Dios y el prójimo (en otro lenguaje Dios y Jesús) son radicalmente consubstanciales en temas de amor.

En esa línea ha de avanzar el compromiso del cristiano, sabiendo que el “camino del amor” no empieza subiendo a Jerusalén, sino bajando a Jerícó con el Buen Samaritano, como indica la imagen 2 y el comentario de Lucas, que incluimos al final de este post.

Hay dos amores y los dos se centran en uno: amar al prójimo como a ti mismo, empezando en la práctica por el prójimo.. Buen domingo a todos (añadiré más adelante un comentario a al Fiesta de los Santos, del mismo día 1 del XI)

Marcos 12, 28b-34

En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: “¿Qué mandamiento es el primero de todos?” Respondió Jesús: “-El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser.” El segundo es éste: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” No hay mandamiento mayor que éstos.” El escriba replicó: “Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.”Jesús. Viendo, que había respondido sensatamente, le dijo: “No estás lejos del reino de Dios.” Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

La pregunta de los fariseos

Algunos fariseos, hombres del Libro, interpretaban a Dios como alguien que tiene poder para mandar, es decir, para imponer unos preceptos a sus criaturas, en este caso a los judíos. Ciertamente, la pregunta que dirigen a Jesús es buena (aunque lo hagan para ponerle a prueba) y que Jesús la admite. De todas formas, se trata de una pregunta sesgada, pues supone que lo más importante es la entolê, es decir, aquello que Dios ha mandado cumplir a los hombres.

Estos fariseos son hombres de alianza con Dios, pero también de mandatos que deben cumplirse. El problema no está en que los mandatos sean numerosos (más tarde se recopilan 248 positivos y 365 negativos, en total 613), pues muchos de ellos resultan obvios para los que viven dentro de una sociedad organizada sobre esa base legal.

Por eso, situados en su propio contexto, los judíos del tiempo de Jesús y sus sucesores no se pueden tomar como legalistas en el sentido peyorativo del término. No son legalistas, pero piensan que su vida se encuentra fundada sobre leyes de Escritura/Tradición que se presentan como voluntad de Dios. De todas maneras, es importante discernir: saber dónde se encuentra el centro y clave de los mandamientos, como hacen nuestros fariseos.

Estos fariseos no discuten sobre los mandamientos, pero quieren organizarlos de forma que puedan integrarse como un todo armonioso. Esta es la función de los fariseos:: traducir una Escritura histórica/narrativa en formas de código legal. Por eso, en el fondo de los mandamientos buscan el mandamiento, como si los 613 preceptos se pudieran condensar en una misma y única raíz.

Pues bien, Jesús acepta el reino y no responde con uno sino con dos, como indicando que al principio no hay un tipo de monismo (sólo Dios o sólo el hombre) sino un dualismo básico, un diálogo entre Dios y los humanos. Del primero hemos hablado ya en el tema anterior, que sigue siendo esencial para los cristianos. Del segundo queremos hablar ahora.

Un mandamiento en dos mandamientos. El primer homoousios

Conforme a la experiencia de Jesús, si sólo hubiera un mandamiento (el Shemá) la vida del hombre podría acabar en un espiritualismo teológico. Por eso, con buena parte de la tradición judía de su tiempo, él añade el mandato de Lev 19, 18: «amarás a tu prójimo como a ti mismo».

La novedad de Jesús está en la fuerza que ha dado al término común agapêseis (amarás: hebreo ‘ahabta) de Dt 6, 5 y Lev 19, 18, uniendo los dos mandamientos (amores) y diciendo que el segundo mandamiento (amarás al prójimo) es semejante (=igual) al primero.

Más tarde, la iglesia de los concilios (Nicea 325 y Calcedonia 451) ratifica el “homousios” cristológico: Dios y Cristo Jesús comparten una misma esencia divina, en forma personal, trinitaria.

Pero es anterior este homoousios práctico… que evoca el tema de los dos mandamientos, poniendo en el mismo plano los dos amores, el de Dios y el del prójimo, que es Dios para los hombres.

Los dos forman un solo mandamiento: son aquello que los fariseos llamaban el mayor de todos (megalê de Mt 22, 36). Desde este fondo podemos añadir que en el principio está la dualidad del amor: el amor a Dios se vuelve relación amor al prójimo, es decir, de persona con persona. Se vinculan así, desde el mismo Dios, el yo mismo y el yo del otro de modo que no pueden separarse.

(1) Amarás al Señor, tu Dios. Dios abre ante el hombre un camino de amor.

(2) (Amarás…) a tu prójimo. En el lugar de Dios viene a expresarse ahora el amor al otro, es decir, al individuo concreto. En el libro del Levítico, ese prójimo es el hermano o miembro del propio pueblo israelita; pero, en un sentido más extenso, puede también el pobre y extranjero, es decir, el que rompe las fronteras resguardadas de la propia comunidad (cf Lev 19, 10)

(3) Como a ti mismo. La medida del amor de Dios era no tener medida: experiencia de apertura infinita. Pues bien, la medida del amor al prójimo es ahora mi propia medida. Amarle como a mí mismo significa ponerle como otro yo a mi lado, haciendo de su vida espacio y centro de mi propia vida. Leer más…

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Agua ideal: Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro…

Domingo, 30 de agosto de 2015
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IMG_1688Agua ideal

Agua redonda y cerrada,
el agua del pozo piensa.

El agua andante del río
es buena como una arteria.

La del mar… está muy lejos
para la sed de la tierra.

El torrente lleva el agua
sin saber por qué la lleva.

La fuente, en su boca clara,
la lleva como un poeta.

…Yo busco un agua sin cauces,
pero pensativa y buena.
Honda y cercana. Y sonora.
¡Señor, el agua perfecta!

Los dos bueyes hermanos
sorben pausadamente
la sangre del ocaso.

Los plátanos aplaudían
en silencio, con sus manos verdes
y aterciopeladas.

La torrentera embestía
las rocas como una vaca
de lengua turbia.

Y la tarde
se moría desangrada…

En la feria de tus viñas,
los cascabeles dorados
—de miel y de sol—, Septiembre.
Bajo el toldo de tu cielo,
¡dulce domingo del año!

*

Pedro Casaldáliga,
Palabra ungida (Poemas), 1955

***

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos escribas de Jerusalén, y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. ( Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes la manos restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y, al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas. ) Según eso, los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús

– “¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores“?

Él contesto:

“Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos.” Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres.”

Entonces llamó de nuevo a la gente y les dijo:

– “Escuchad y entended todos: Nada que entre de fuera puede hacer la hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro.”

*

Marcos 7, 1-8. 14-15. 21-23

***

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