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“La homofobia más tonta del mundo”, por Ramón Martínez

Jueves, 12 de enero de 2017
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eli-martin-cazamariposas-homofobia-twitterPublicado en Cáscara Amarga:

Ponte unas gafas rosas: gradúate la vista para erradicar la homofobia.

 Después de varios años de reivindicación ha sido posible una pequeña victoria sobre la violencia simbólica: en la cabalgata de Reyes de Madrid por fin Baltasar es realmente un varón negro y no un disfraz de betún.

El movimiento en defensa de los derechos de las personas afrodescendientes comprendió muy pronto que la cuestión de la representación, de cómo se construye socialmente la imagen de la persona negra, resulta un punto de atención prioritaria para avanzar hacia la erradicación del racismo.

Nosotras, las personas lesbianas, gais, bisexuales, transexuales y demás, sabemos también que una de las maneras a través de las que se perpetúa la discriminación que sufrimos es la forma con la que se nos representa socialmente.

Y, por si fuera poco tener que soportar ser transformadas habitualmente en estereotipos -tanto odiosamente negativos como incómodamente positivos- sabemos además que nuestra particular “diferencia”, al no resultar tan perceptible como la que “diferencia” a las personas blancas de las que no lo son, puede convertirnos en personas invisibles.

Hemos de reivindicar, por tanto, no solo que se presente nuestra imagen de una forma digna, sino también que no se obvie nuestra realidad, por invisible, dando por sentado que podemos sentirnos integradas en cualquier imagen claramente heterosexual. Lo sabemos perfectamente, pero en ocasiones se nos olvida.

Prueba de ello es lo ocurrido esta semana tras la absurda metedura de pata en redes sociales que ha perpetrado una colaboradora de La Fábrica de la Tele, Eli Martín. Decía en un tuit, junto a una imagen de los emoticonos de WhatsApp que representan el concepto de familia, «¿Es necesario ese exceso de tolerancia? ¿Existe gente que se ofende por no verse representada en un emoticono? Además, ¿Quién los usa? NADIE».

Me interesa reflexionar sobre el hecho de que alguien pueda pensar que la tolerancia puede llegar a ser excesiva, porque esto implica afirmar algo tan increíble como que una cantidad mínima de homofobia es tolerable e incluso necesaria.

Me interesa pensar acerca de que a alguien le resulte sorprendente que haya personas que quieren utilizar un emoticono donde esté claramente representada su familia, y no tener que usar el correspondiente a otra, porque esa sorpresa solo es comprensible si quien la manifiesta no consideró necesario, por ejemplo, poner su nombre en el buzón de su casa, ya que con los nombres de los anteriores inquilinos se sentía debidamente representada… Pero sobre todo me interesa cómo fueron las reacciones tras la afirmación de nuestra interesante «TwitStar».

Porque sucede que Eli Martín no es homófoba: lo ha dicho ella y muchos de sus seguidores. Es un debate realmente interesante, de actualidad desde que el alcalde de Alcorcón amenazó con denunciar a quien lo calificase de homófobo, saber si hay diferencia alguna entre “ser homófobo” o “tener actitudes homófobas”.

Porque si según la inestimable lógica de Forrest Gump “tonto es el que hace tonterías”, cabe preguntarnos si “homófobo es el que hace homofobadas” o no. Quizá se puede tener un comportamiento homófobo y se puede afirmar en un tuit que no es necesaria tanta tolerancia (como quien dice que acepta la existencia de personas no heterosexuales, pero sin pasarse, sin imponer su «ideología de género» reivindicando la igualdad real), pero no ser homófobo.

Supongo que los únicos homófobos son quienes agreden físicamente a lesbianas, gais, bisexuales y transexuales, pero que el resto de personas, aunque de un modo u otro cuestionen la legitimidad de nuestras realidades para ser visibilizadas y representadas dignamente, no son homófobas, son otra cosa. A saber qué.

Me temo que es un problema de sensibilidad: es preciso ser sensible a los distintos mecanismos a través de los que se perpetúa la discriminación, saber reconocer tanto los planteamientos claramente homófobos como aquellos que de un modo sutil sostienen la diferenciación discriminatoria entre unas y otras personas.

Y me temo también que solventar este problema conlleva una complejidad mayor de la que puede asumir el movimiento en defensa de la Diversidad Sexual y de Género, porque puede que el problema no sea solo saber dónde se esconde la Homofobia, sino ser capaz de reflexionar lo suficiente para encontrarla.

Quizá el problema del tuit ya borrado de Eli Martín no sea solo su contenido sutilmente homófobo; quizá el problema se encuentre en el octavo pecado capital: la ignorancia, acompañada del regodeo en ella y el aplauso y algarabía de un entorno ignorantemente cómplice.

La homofobia más tonta del mundo es aquella que ignoramos, que reproducimos una y otra vez sin percatarnos de su contenido real. Es un tuit que publicamos tratando de hacer una gracieta, pero que sostiene toda una estructura donde se nos discrimina, se nos invisibiliza, se nos estereotipa… Y nos convertimos en cómplices de nuestra propia discriminación cuando nos resistimos a identificar el mensaje que tan sibilinamente nos agrede.

Hay una forma de avanzar: desarrollar nuestra sensibilidad, luchar contra la ignorancia en la que nos ha sumergido a través de una mala educación el mismo sistema cultural que nos convierte en objetos de la injuria y la agresión. Ponte unas gafas rosas: gradúate la vista para erradicar la homofobia.

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General, Homofobia/ Transfobia. ,

La presentadora Eli Martín califica de “exceso de tolerancia” los emoticonos LGTBI

Martes, 10 de enero de 2017
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eli-martin-cazamariposas-homofobia-twitterComo dice la sabiduría popular, siempre tan al día… “Más vale callar y que le crean a uno tonto… que hablar y desaparezca la duda…

Eli Martín, la colaboradora de Cazamariposas, provoca una gran polémica al intentar hacerse la graciosa por la cantidad de diversos emoticonos que le inundan el móvil. Eli Martín, una de las colaboradoras del programa Cazamariposas que se emite en Divinity. Y a veces en Telecinco.

Eli Martín está preocupadísima por los emojis. ¿Y cuál es el problema que tiene Eli con los emojis? ¡Que hay muchos! ¡Hay demasiados! ¡Nadie los usa! Pero lo peor no es eso, lo peor es que (para ella) hay demasiados porque nos hemos pasado de “exceso de tolerancia“:


Aunque Eli no es la única que está cansada de los Emoji. Otra televisiva como Carmen Alcayde también está enfadada porque tanta familia, tanta familia y la suya que es numerosa y heterosexual no está representada.


Esta sociedad podrá excederse en muchas cosas pero no precisamente de tolerancia. Pero tampoco nos convence la palabra “tolerancia” ni necesitamos que nos “toleren“, porque como dice la RAE, “tolerar” es “soportar, admitir o permitir una cosa que no gusta o no se aprueba del todo” o “permitir algo ilícito sin consentirlo expresamente“. Y resulta que las personas LGTBI no somos algo que pueda “no gustar” o que pueda “no ser aprobado” o algo “ilícito“.

Quizá ha utilizado la palabra “tolerancia” con toda la buena intención del mundo, pero al usarla salta la chispa homófoba. Y no sabemos si esta señora es homófoba o no pero lo que es claro es que ha metido la pata hasta el zancarrón.

La representación de diferentes tipos de familia en los emojis no es un “exceso de tolerancia“, es un acto de visibilidad. Un acto de visibilidad que a ti te puede parecer una idiotez trabajando donde trabajas, viviendo donde vives y relacionándote con quien te relacionas. Pero resulta que no todo el planeta es una mujer blanca que trabaja en televisión rodeada de homosexuales que viven en el país más respetuoso con el colectivo LGTB del mundo. Hay gente en Rusia (donde, por cierto, quisieron prohibir esos emojis por hacer “propaganda” de la homosexualidad) o en Uganda a la que no sólo les dicen cada día que lo suyo no es normal y que lo natural es la familia tradicional, sino que además los matan por su condición sexual.

Un emoji no va a cambiar el mundo (por cierto, que en el mundo somos como 7.000 millones de personas, que ella no use algo no implica que el resto no lo haga), pero ¿se imagina cómo se debe sentir una mujer lesbiana en Etiopía cuando ve representada la imagen de dos mujeres con sus hijos y se da cuenta de que un mundo en el que no la quemen viva por su sexualidad es posible? Tal vez así ee de cuenta de su metedura de pata.  Y no hace falta irte a otro continente, se lo ha explicado bien un twittero:

Y añadimos: 2016 se cerró con 232 agresiones homófobas en Madrid. Ésas las que conocemos, claro, que seguro que hay más. Si así están las cosas en Madrid o en Barcelona ¿cómo estarán en los muchos pueblos en los que se ve Cazamariposas?

Por eso, creemos que es una cuestión de igualdad. Para que lo entienda como mujer: puede imaginarse lo que pasaría si todos los emoticonos fueran hombres… O que en su programa decidieran que sólo haya colaboradores hombres. O que no se pudiera elegir los tonos de piel de los emoticonos…

Lo que pasa, es que el colectivo LGTB lleva tantísimos años siendo ignorado que ha llegado un momento en el que exigimos (porque lo necesitamos) que se nos vea. Que se nos represente. Porque existimos. Y si se representa a una familia heterosexual, tenemos derecho a que se represente a una familia homosexual. ¿Cuántas películas ha habido en el último año con personajes LGTB que no fueran estereotipos? ¿Cuántas series cuentan historia sobre personas LGTB? ¿cuántos súper-héroes LGTB existen? Ahora cambiamos el LGTB por heterosexuales, compara las respuestas y… ¿qué ves?

Planteémonos si ese “exceso de tolerancia” no es en realidad un ejercicio de visibilidad por un colectivo históricamente maltratado que necesita que los heterosexuales entiendan que un emoji es tan normal (y natural) como los otros.

Que, por cierto, si le molesta que haya muchos emoticonos, podría haberse quejado por la cantidad de edificios, comidas, señales absurdas o flechitas. Pero mira, ha elegido quejarse por las familias. Y luego se queja de que le han llamado homófoba. Y no parece saber pedir disculpas… porque todos cometemos errores y todos podemos expresarnos mal en algún momento pero…

Porque la solución nunca debe ser ponerse a retwittear a quienes le defienden, bloquear a los que le critican (sin atreverse a debatir, a escuchar, a aprender) y luego disculparse con tono condescendiente cambiando lo que ha dicho para no aceptar que ha hecho un comentario homófobo.

Y claro, como era de esperar, la ultraderecha homófoba y los ultracatólicos salen en tromba a defender a Eli Martín

En un artículo de la web Actuall la defienden del ataque de lo “políticamente correcto“. Desde el propio canal también la defienden, lo demostraron en un tweet que llevaba emoticonos de flores:


Y en las webs más alejadas del colectivo LGTB la defienden a capa y espada.

actuall-eli-martin-homofoba-520x419En la sección “Democracia”  y “Criterio” , dice un tal Juan Robles que es víctima de la “dictadura de lo políticamente correcto“. Cuando esta gente habla de lo “políticamente correcto” o crean magazines y cosas y les ponen la palabra “libertad” , como si su libertad estuviera amenazada lo que les fastidia es que las minorías a las que antes señalaban y discriminaban y eran blanco de sus burlas (mujeres, negros, maricas, transexuales…) ahora ya no toleran ese trato y cuando se quejan los que ofenden usan la excusa de lo “políticamente correcto” como estandarte para justificar su intransigencia.

 Pues dice el señor Robles que él te entendió perfectamente y que lo que pasa es que en Twitter impera lo políticamente correcto.

Según él lo que Eli Martín pretendía hacer era criticar que “por no faltar al respeto a nadie, estos ‘emojis’ de Whatsapp incluyen varias opciones de familia“.  Y no alcanzamos a comprender qué problema hay en que no se falte al respeto a nadie. ¿Hay que faltar al respeto para no ser víctima de la “dictadura de lo políticamente correcto“? ¿Y no es faltar al respeto salir en su programa  afirmando: “Siento si os he ofendido, pero es que os ofendéis por cualquier cosa“. Vamos, que  Eli, tiene todo el derecho del mundo a decirle a las minorías de qué se pueden ofender y de qué no.

Y el tal Juan Robles, el de Actuall (que es un medio relacionado con la plataforma ultracatólica Hazte Oir, los que dicen que sus compañeros de trabajo son enfermos y no deberían poder casarse ni adoptar ni deberían salir por la tele), está de acuerdo contigo. Y dice Robles que, ya que estamos, “puestos a pedir visibilidad se podría exigir a Whatsapp que incluyese emoticonos de niños abortados, o de niños con síndrome de Down o de niñas pequeñas con pene o vagina.

Lo del aborto lo dejamos porque podríamos decir unas cuantas cosas a quienes tanto defiende la vida de los “no nacidos” y se olvidan de los ya nacidos en situacion de  miseria o que viven en campos de refugiados, sí, de esos que no quieren aceptar… Sobre los niños con síndrome de Down, no vemos por qué no vamos a visibilizarlos, teniendo en cuenta que son personas tan válidas como nosotros no vemos por qué no podrían tener su emoticono. Y sobre las “niñas pequeñas con pene o vagina“… aprovechamos para recordarle que las niñas, con pene o con vagina, ya tienen sus emojis…

El lobby ultra-católico ha venido a rescatarla. El señor Robles la defiende diciendo que “a la mínima que alguien opina algo fuera del ideario LGTB la etiqueta homófobo recorre las redes para desacreditarla”. El problema es que no hay un “ideario LGTB“, lo que hay es personas. Hay diversidad. Y se puede respetar a esas personas o a esa diversidad o no. Y Juan Robles no las respeta. Y Eli tampoco las respetó con su tweet.

Fuente EstoyBailando

 

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