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“Nuestra ética quiere proponer la generosidad como sustituto de la justicia”, por Cameron Doody

Martes, 5 de septiembre de 2017
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bl637mncaaa7seyEl texto completo del discurso de David Fernández, sj

Agradezco a los organizadores de esta ceremonia conmemorativa del sesenta aniversario de la fundación de la carrera de Administración de Empresas, y más ampliamente a la Sociedad de Egresados de esta carrera de la Universidad Iberoamericana, que me hayan invitado a decir unas palabras con motivo, también, de la entrega de los reconocimientos “Xavier Sheifler, sj” a quienes ahora hemos galardonado.

Dada la trascendencia de este acto y lo concurrido del mismo, voy a abusar de su generosidad para hablar sobre la magnanimidad y la filantropía. El tema me ha dado muchas vueltas en la cabeza y pensé mucho tiempo en qué era lo que verdaderamente quería decirles en esta ocasión. En el entretanto, topé con una pieza oratoria de un autor indio, Anand Giridharadas, que me dijo lo que realmente deseaba comunicarles en este ambiente de fiesta y agradecimiento.

Quisiera reflexionar sobre la participación de nuestra comunidad universitaria y de sus egresados en las injusticias más importantes y dolorosas de nuestro tiempo. Y sugeriré, al propósito, que tal vez no siempre somos los líderes positivos o simplemente las personas que creemos ser.

En México y en el mundo entero tenemos un gravísimo problema de desigualdad. En este momento de cambios radicales y de nuevas definiciones sociales resulta que existen territorios en donde las cosas florecen y otros más en donde se marchitan y mueren. En alguna otra ocasión a esta desigualdad radical la he llamado “apartheid social”.

Por lo general los debates y deliberaciones acerca de lo que debemos hacer para disminuir la pobreza son auspiciadas y realizadas por los grupos de personas exitosas con alto bienestar económico.

uestra comunidad universitaria vive de las ganancias obtenidas por el funcionamiento de este sistema injusto. Nuestras actividades son patrocinadas por Pepsi, Citibank, Liverpool, Samsung. Estamos profundamente comprometidos con lo establecido y con el sistema que decimos cuestionar. Aun así, somos una comunidad de creyentes ignacianos, con liderazgo social y empresarial que pugna por la justicia. Estas dos identidades son verdaderamente difíciles de reconciliar.

Hoy quiero cuestionar la manera en que las reconciliamos. Quiero cuestionar la ética que prevalece entre los triunfadores de hoy en todo el mundo, en los negocios, el gobierno e incluso en muchas organizaciones de la sociedad civil.

El núcleo de esa ética y del propósito de nuestra universidad es retar a los favorecidos del mundo para que hagan el bien, cada vez un mayor bien, pero nunca les hemos dicho ni les decimos todavía que hagan un menor mal a los demás.

El pensamiento común entre nosotros sostiene que el capitalismo tiene excesos y daños colaterales graves que han de ser aminorados, ángulos que hay que limar, y que los frutos inmoderados deben ser compartidos; pero siempre sin cuestionar el sistema subyacente.

La ética de nuestras asociaciones filantrópicas y de nuestros egresados sostiene que hay que devolver lo que se nos ha dado, lo cual, por supuesto, es algo noble y compasivo. Pero en medio de la enorme pobreza que vivimos, de la violencia que nos corroe, es obvio que “devolver lo que se nos ha dado” es poner apenas una curita en el sistema que ha privilegiado a las élites a las que pertenecemos, con la esperanza consciente o inconsciente de que eso prevenga la necesidad de una cirugía mayor a ese sistema: cirugía que quizá pueda amenazar nuestros privilegios.

Nuestra ética, creo, quiere proponer la generosidad como sustituto de la justicia. Lo que en realidad decimos es: haz dinero de la forma en que lo hace todo mundo, y luego regresa algo por medio de un donativo, o mediante la creación de una fundación, o con alguna acción que tenga impacto social, o añade algunos comentarios compasivos al pie de tus análisis.

Nuestra ética dice: “haz más el bien”, pero nunca dice “haz menos daño”.

Quiero iniciar con este breve discurso, ya que hoy no hay tiempo para extenderme, una conversación difícil entre nosotros sobre estas reglas del juego. Lo hago porque amo a nuestra comunidad universitaria, porque los jesuitas somos corresponsables de la formación de nuestros egresados, porque temo que quizá no seamos tan virtuosos y cristianos como pensamos; porque creo que la historia no será tan generosa con nosotros como esperamos, y que en un análisis final nuestro papel en las inequidades de nuestra época no será bien recordado. Por eso lo hago.

Quisiera que habláramos honestamente sobre algunos de los daños que los “triunfadores” de hoy infligen a los demás mientras procuran el bienestar para sí mismos, antes de que traten de compensarlo haciendo el bien.

Muchos de nosotros no trabajamos en negocios o finanzas. Y sin embargo vivimos en una época en la que los supuestos y los valores empresariales tienen una influencia mucho mayor de la que deberían tener. Esto lo vemos en muchos otros sectores de la realidad.

Nuestra cultura ha convertido a los empresarios y hombres de negocios en filósofos (“pon una start-up en tu vida para que tenga sentido”), revolucionarios (“el cambio empieza en ti mismo“), activistas sociales (“el mejor negocio hoy es invertir en los pobres”), salvadores de los pobres (“hay que enseñar a pescar”). Estamos en riesgo serio de olvidar muchos otros lenguajes para expresar lo que significa el progreso humano: moralidad, democracia, solidaridad, decencia, justicia.

Con frecuencia sucumbimos al dogma seductor de Davos de que la aproximación empresarial es lo único que puede cambiar el mundo, frente a la enorme evidencia histórica de lo contrario.

Y entonces, cuando los triunfadores de nuestra época quieren responder a los problemas de la pobreza, la desigualdad y la injusticia lo hacen dentro de la misma lógica y en el marco de los negocios y los mercados. De esta manera hablamos mucho de retribuir, de compartir ganancias, de ganar-ganar, de la inversión con impacto social, de responsabilidad social empresarial, etc.

A veces me pregunto si estas diversas formas de regresar lo recibido se han convertido para nuestra era en lo que las indulgencias papales fueron para la Edad Media: una forma relativamente barata de estar aparentemente en el lado correcto de la justicia, pero sin tener que alterar en lo fundamental la propia vida.

Estas estructuras y sistemas producen víctimas, y corremos el riesgo de confundir la generosidad hacia esas víctimas con la justicia para esas víctimas.

La generosidad es ganar-ganar, pero la justicia con frecuencia no lo es. A los ganadores de nuestro tiempo no les gusta la idea de que quizá algunos de ellos tengan que perder, que hacer sacrificios, para que la justicia prevalezca. No escuchamos muchos discursos que señalan que los poderosos y privilegiados están equivocados, y que tienen que declinar su estatus y posición en favor de la justicia.

Hablamos mucho de dar más. Pero no hablamos de quitar menos.

Hablamos mucho acerca de lo mucho que tenemos que hacer. Pero no hablamos de lo mucho que tenemos que dejar de hacer.

Soy consciente de que esta intervención que hago ahora no me va a hacer más popular con nadie. Pero para mí, esto que ahora hago lo considero un deber de conciencia en congruencia con el Evangelio del Señor Jesús.

No ignoro tampoco que muchos de ustedes están de acuerdo conmigo porque hay vínculos surgidos del trabajo de años de la Compañía de Jesús en nuestra universidad y porque hemos compartido el sentimiento de que hay algo que no funciona bien en nuestra sociedad.

El problema central es este: ¿está tu vida -no tu proyecto filantrópico- en el lado correcto de la justicia? Como diría nuestra última Congregación General: ¿tu empresa, tu labor, ayuda a reconciliarnos con los demás y con la creación, o más bien profundiza nuestras distancias y la crisis social y ecológica que ha denunciado el Papa Francisco?

¿Necesita el mundo más magnates chinos comprometidos con la filantropía, o más bien menos corruptos magnates chinos?

¿Necesita el mundo socios de Goldman Sachs asesorando mujeres o dando dinero a las escuelas de niños pobres, o más bien socios de Goldman que arriesgan todo para decir: la forma en que mi compañía hace negocios no es correcta, y pelearé para hacer de Goldman un ente social positivo en lugar de un vampiro extractor de recursos, aun si eso me cuesta el trabajo?

A veces me pregunto si estamos aquí para cambiar el sistema o para que el sistema nos cambie a nosotros. ¿Usamos nuestra fuerza colectiva para desafiar a los poderosos, o estamos ayudando a hacer de un injusto e inaceptable sistema algo mucho más digerible por todos?

Y con todo, aquí estamos, celebrando ser egresados de una institución jesuita. ¿Por qué? Porque hay algo maravilloso en esta comunidad. Y porque creemos que podemos ser mucho más de lo que hemos sido hasta ahora: genuinos servidores del Reino de Dios, de los más pobres y de los excluidos en este caótico momento crucial para el mundo.

Pero si queremos jugar realmente ese papel, creo que tenemos que considerar hacer un cambio fundamental en la orientación de nuestros esfuerzos como egresados de una universidad de inspiración cristiana: de trabajar con el sistema a trabajar para cuestionar honestamente al sistema en aquello en que le falla a la gente; de la tranquilizadora idea de hacer el bien sin mirar a quién, a la noción más valiente de hacer el bien poniendo en riesgo esa condición que nos da la oportunidad de hacer el bien.

Discúlpenme, pues. Y gracias.

Cameron Doody

Fuente Religión Digital

6 de julio, 2017

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David Fernández sj, rector de la Universidad Iberoamericana : “Dios no sólo ama a los homosexuales, sino que le caen bien”

Sábado, 29 de octubre de 2016
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Gay rights activists take part in a joint opposition rally called "March against Hatred" in the Russia's second city of St. Petersburg, on November 2, 2013. AFP PHOTO / OLGA MALTSEVA (Photo credit should read OLGA MALTSEVA/AFP/Getty Images) Rector de la Universidad Iberoamericana: “Postura de jerarcas, ¿cristiana?”

“Discriminarlos no es digno de un Dios fiel y rebosante de misericordia”

“Más misericordia quiere decir un trato respetuoso, afectuoso, con cariño, por todas las personas, incluidas aquellas cuya sexualidad es diversa a la de la mayoría”

(Cameron Doody).- “Algo que tiene que entender la Iglesia es que debemos respetar a las personas gays y lesbianas”. En pleno debate sobre el matrimonio homosexual en México, el rector de la Universidad Iberoamericana, David Fernández sj, sotiene que la tajante oposición a semejante relación por parte de la jerarquía católica del país no es “cristiana”.

Desde el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), le acaban de conceder el Reconocimiento Nacional por la Igualdad y la No Discriminación 2016, como reconocimiento a su defensa de los derechos de todos y su compromiso para borrar todo rastro de la discriminación de las instituciones y la sociedad en general. Y no es difícil ver en qué medida se merece el premio.

Escribiendo en agosto en el diario Reforma, Fernández toma ejemplo del Papa Francisco y propone que lo que hace falta en el debate nacional sobre el matrimonio homosexual es que se dé “menos importancia a las normas y más a la misericordia”.  Y por si cupiera alguna duda sobre en qué consiste tal postura, Fernández lo explica bien claro: “Más misericordia quiere decir un trato respetuoso, afectuoso, con cariño, por todas las personas, incluidas aquellas cuya sexualidad es diversa a la de la mayoría”.

En la oposición del catolicismo oficial al matrimonio homosexual, explica Fernández, hay una grave paradoja: la de que la Iglesia obliga a personas con atracción por otras de su mismo sexo a la castidad, a la vez que predica que el celibato es un don de Dios. Si la abstinencia es un don, afirma, no puede ser obligatoria: a unos se lo da y a otros no. “¿Todas las lesbianas y personas transgénero u homosexuales tienen el don de la castidad?”, se pregunta Fernández, antes de asumir que “probablemente alguna de las dos posturas que sostiene la Iglesia debe estar equivocada”.

A juicio del jesuita, es imposible imaginar que nuestro “buen Padre Dios” -lleno como está de bondad y benevolencia- obligue a los homosexuales a no tener pareja con la que puedan expresar su amo. Y concluye, además, que la Iglesia tiene que estar abierta a lo que diga la ciencia sobre ese tema.

La conclusión a la que llega Fernández es que tanto las investigaciones científicas como su experiencia pastoral le muestran que aunque la orientación homosexual sea minotaria no quiere decir que sea algo anormal. Afirma que la mayor parte de los homosexuales con los que ha tenido trato “son excelentes seres humanos, sensibles, afectuosos, comprometidos, devotos del servicio y la compasión”. Hasta se atreve a decir, desde su veteranía, que “Dios no sólo ama” a los gays, lesbianas y personas transgénero, “sino que le caen bien”.

Si el celibato es, para muchos curas y religiosos, algo que “nos cuesta mucho trabajo”, peor debe ser para los homosexuales obligados a vivir con esa disciplina, concluye el rector de la Ibero. Discriminarlos no puede ser la respuesta, dado que ni es eso algo “auténticamente humano” ni “digno de un Dios fiel (y) rebosante de misericordia“. Lo que sí importa es que la acogida que nos ofrece Dios es incondicional para todos. El Dios de Jesucristo es antes que nada misericordia, amor, perdón, cercanía, comprensión, ternura. Y no hace acepción de personas, no tiene preferencia entre sus hijos e hijas”.

A continuación, el texto completo del artículo:

rector-de-la-ibero-david-fernandez-sj-aboga-por-un-respeto-a-los-homosexuales-en-la-iglesia

Postura de jerarcas, ¿cristiana?

– Por Padre David Fernández, sj, publicado en el diario Reforma

Una de las frases más citadas del Papa Francisco es aquella que externó cuando, a su vuelta de Río de Janeiro, los periodistas le preguntaron sobre las personas homosexuales. “¿Quién soy yo para juzgarlos?”, dijo. Con esa expresión, ponía en práctica lo que expresó él en Roma desde el principio de su pontificado: “hay que dar menos importancia a las normas y más a la misericordia”.

De hecho, en un documento de trabajo difundido en el mes de junio de 2014, el Papa jesuita señalaba, en alusión a las personas homosexuales, que “los católicos del mundo deben ser menos excluyentes y más humildes”. Más recientemente, también afirmó que la Iglesia debería pedir perdón a los y las homosexuales. En el documento preparatorio del Sínodo de Obispos de octubre de 2014 el Papa afirmó que, aunque los jerarcas sigan oponiéndose a las uniones entre personas del mismo sexo, “la Iglesia Católica debe tener una actitud respetuosa”. Y un tono semejante, comedido, tuvo el documento oficial publicado en esa ocasión.

Más misericordia quiere decir un trato respetuoso, afectuoso, con cariño, por todas las personas, incluidas aquellas cuya sexualidad es diversa a la de la mayoría. Algo que tiene que entender la Iglesia a la que pertenezco es que, mientras queramos seguir siendo cristianos seguidores de Jesús, debemos respetar a las personas gays y lesbianas. Desafortunadamente, no es precisamente esto lo que estamos viendo en estos días de debate sobre la iniciativa del Ejecutivo acerca del matrimonio igualitario.

Muchos sacerdotes y dignatarios eclesiásticos, siguiendo la postura oficial de la Iglesia, afirman que ser homosexual no es pecado; pero al mismo tiempo preconizan que los homosexuales no deben practicar su homosexualidad, y los exhortan a abstenerse. Esto para mí es muy difícil de entender.

Esa misma Iglesia que llama a la abstinencia postula que el celibato y la castidad son dones de Dios. Es decir, que no se pueden forzar: a unos los da y a otros no. ¿Todas las lesbianas y personas transgénero u homosexuales tienen el don de la castidad? Probablemente alguna de las dos posturas que sostiene la Iglesia debe estar equivocada. Obligar a algo que es un don, ¿es posible?

Muchas veces, delante de Dios me he hecho esa y otras preguntas y admito que me siento confundido. ¿Podrá el Dios revelado por Jesús, el Dios de la misericordia, de la ternura, de la liberación, de la solidaridad, nuestro buen Padre Dios, exigirle obligatoriamente a un joven que nació homosexual o lesbiana que guarde un celibato impuesto hasta el día de su muerte?

Y luego me pregunto de nuevo. ¿Podría ese Dios que es Padre y Madre buenos, ese Dios bondadoso y benévolo, exigir a un joven o una joven que nacieron distintos, que nunca, en toda su vida, tengan una pareja y expresen hacia ella su amor?

Hay muchas hipótesis y teorías sobre el origen de estas sexualidades minoritarias. La discusión continúa y me confieso abierto a lo que la ciencia diga. Pero lo que puedo afirmar con toda rotundidad es que, en mi experiencia pastoral y educativa, la enorme mayoría de las personas que se consideran homosexuales lo descubrieron desde pequeños, y se asumen así desde su nacimiento. Su sexualidad no es mayoritaria, ciertamente, pero tampoco es anormal: justo igual que los zurdos. En todas las culturas, las más homofóbicas, incluso en aquellas en la que la homosexualidad se penaliza con la muerte, siempre hay un porcentaje constante de personas con estas orientaciones, que ronda entre el 6 y el 10 por ciento. De manera que lo verdaderamente importante para nosotros cristianos es que creemos que a todos y todas los ha creado Dios. Así como son. Y después de tratar a muchos durante mucho tiempo puedo afirmar que buena parte de ellos son excelentes seres humanos, sensibles, afectuosos, comprometidos, devotos del servicio y la compasión. Me atrevo a decir que Dios no sólo los ama, sino que le caen bien.

¿Puede la Iglesia privar a estas personas del derecho al ejercicio genital de su sexualidad?

Cuando la Carta a los Romanos habla de su condena a “cambiar el uso natural por otro contra la naturaleza”, el autor no tenía ni idea de las realidades que nosotros conocemos ahora de manera más científica sobre la sexualidad, y pensaban que sólo eran costumbres de paganos e idólatras.

En el debate actual una pregunta central es si la unión de personas del mismo sexo es matrimonio u otra cosa. No lo sé. Pero me pregunto de nuevo: ¿discriminarlos es auténticamente humano, digno de un Dios fiel a lo que ha creado y rebosante de misericordia? Me siento ofuscado.

Si a nosotros sacerdotes católicos que hemos abrazado libremente el celibato nos cuesta mucho trabajo ser fieles hasta la muerte, ¿cómo será para las personas homosexuales, lesbianas, transgénero o transexuales, llevar esa carga impuesta contra su voluntad por los años sin cuento que tienen por vivir después de confesarse a sí mismos y a sí mismas su condición?

El Dios de Jesucristo es antes que nada misericordia, amor, perdón, cercanía, comprensión, ternura. Y no hace acepción de personas, no tiene preferencia entre sus hijos e hijas.

Fuente Religión Digital

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El beso de una pareja gay frente a los neonazis de Madrid da la vuelta al mundo

Sábado, 28 de mayo de 2016
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Si lo que pretendían los neonazis del autodenominado “Hogar Social Madrid” es que su manifestación del sábado, (incomprensiblemente autorizada por la delegada del Gobierno, Concepción Dancausa) tuviera resonancia, lo han conseguido. Pero no en el sentido que a ellos seguramente les hubiera gustado: la imagen del beso de los dos chicos gais que les hicieron frente es la que pasará a la historia y la que medios de todo el mundo (especialmente LGTB, pero no solo) han reproducido.

Ya en la crónica de lo sucedido destacábamos el gesto de la pareja, respondido por los manifestantes con insultos homófobos. La pareja era interrumpida por la policía, mientras que los autores de la violencia verbal continuaban impunemente con su exhibición de odio. Recogíamos la imagen vía el usuario de Twitter @Rezakhan20:

La imagen acababa convertida en inesperado símbolo de la resistencia al fascismo, como bien recogía, también el domingo, el diario digital El Español, que difundía una breve grabación del momento y charlaba con los protagonistas, David Fernández y Gregor Eistert, que se encontraron con la manifestación por casualidad y decidieron espontáneamente besarse “fruto de la rabia” después de que una manifestante les llamase “maricones” y “sidosos” por ir cogidos de la mano:    

Lo que posiblemente no imaginaban David y Gregor es que su gesto no solo se convertiría en un símbolo en España, sino que a partir de este martes empezaría a dar la vuelta al mundo. Basta echar un vistazo a los más importantes medios LGTB internacionales, algo que en dosmanzanas procuramos hacer a diario, para ver que son numerosos los que lo han recogido: los estadounidenses OutQueerty (que por cierto destaca el hecho de que la policía interrumpiera la acción de los dos chicos y sin embargo dejara en paz a los manifestantes que los insultaban) o Towleroad, los británicos AttitudeGay Star News, Gay TimesPink News el alemán queer.de, la francesa Têtu o la suiza 360º.

Pero el beso también ha sido recogido ya en medios no específicamente LGTB, y algunos de ellos no poco importantes, como BuzzFeed, The Huffington Post (en su edición original estadounidense), The Independent The Raw Story. Es previsible, de hecho, que en pocas horas sean aún más los medios que lo recojan.

Nuestra felicitación a David y Gregor, cuya actuación aportó algo de dignidad a una ciudadanía avergonzada por la permisividad de la delegada del Gobierno.

Fuente Dosmanzanas

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El Parlamento catalán aprueba la ley contra la homofobia con los votos en contra de PP y Unió.

Jueves, 2 de octubre de 2014
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parlament-de-catalunyaLa norma prevé desarrollar y garantizar los derechos del colectivo LGTBI e impedir situaciones de discriminación y violencia.

Se contemplan medidas que van desde el trabajo pedagógico en escuelas y universidades hasta un régimen sancionador que establece multas contra infracciones leves, graves o muy graves.

FELGTB: Felicitamos a Catalunya por la aprobación de una ley innovadora contra la LGTBfobia

La FALGBT celebra la sanción de la ley catalana contra la discriminación hacia el colectivo LGBT

El Parlament ha aprobado este jueves la Ley contra la homofobia y para garantizar los derechos del colectivo de gays, lesbianas, bisexuales, transexuales e intersexuales (LGTBI), una norma que ha prosperado con los votos a favor de CDC, ERC, PSC, ICV-EUiA, C’s y CUP y en contra del PP, mientras que UDC ha apoyado solo una parte de la norma.

El régimen sancionador ha sido uno de los puntos más polémicos de la norma, que prevé entre las infracciones el uso de expresiones vejatorias que inciten a la violencia, discriminar el acceso de personas LGTBI a un servicio público, asediarles y convocar actos que inciten al odio contra este colectivo.

Las sanciones por estas infracciones varían en función de si se trata de leves, graves o muy graves y van desde una multa equivalente al indicador de la renta de suficiencia –569,12 euros en 2014– a la prohibición de recibir ayudas públicas o subvenciones durante un máximo de cinco años.

CDC y UDC han votado separados la ley ya que los 15 diputados democristianos han explicado que rechazan aquellos aspectos de la norma vinculados con el régimen sancionador, la educación y la inversión de la carga de la prueba, que implica que quien sea acusado de discriminación debe demostrar que no ha sido así.

Violant Cervera (CDC) ha mostrado su satisfacción por la aprobación de la norma y ha negado que las sanciones vayan contra la libertad de expresión sino contra la violencia, mientras que Mercè Jou (UDC) ha explicado que los democristianos se oponen a cualquier tipo de discriminación pero no comparte algunos de los aspectos de la ley aprobada.

1412246494_406799_1412247693_noticia_normalLa tramitación de esta norma ha causado un intenso debate en el seno de la federación, coronado este viernes cuando el líder de UDC y portavoz de CiU en el Congreso, Josep Antoni Duran, lamentó que su partido no presentase una enmienda a la totalidad con texto alternativo a la ley porque “tiene más de promoción que de no discriminación”.

Críticas a Duran

Las palabras del dirigente democristiano han estado muy presentes a lo largo del pleno, ya que han despertado las críticas tanto de los defensores de la norma como del PP, que ha asegurado que “algunos dirigentes de UDC tenían mucho interés en que el PP presentase una enmienda a la totalidad, seguramente porque ellos no se atrevían”.

Los grupos favorables a la norma han cargado también contra Duran, que la semana pasada cargó contra la aprobación de esta ley, y han lamentado que definiese como “chiringuitos” las entidades que luchan contra la discriminación: “Chiringuito es lo que algunos tienen montado desde hace 40 años en el Palace a costa de los recursos de los ciudadanos”, ha replicado David Fernández (CUP).

El secretario cuarto de la Mesa del Parlament, David Companyon, ha considerado radicalmente falso que esta ley suponga un privilegio para el colectivo LGTB, y ha agradecido a Duran sus palabras porque han ayudado a poner el foco mediático sobre la ley.

El primer secretario del PSC, Miquel Iceta, ha cargado contra los que han tachado de innecesaria esta ley y han considerado que promueve la homosexualiduad, y ha explicado que él, al ser un homosexual con proyección pública, ha escuchado relatos aterradores de LGTBI: “¿Cómo se atreven a negar una realidad de discriminación y sufrimiento?.

La vicepresidenta primera del Parlament, Anna Simó (ERC) –una de las principales valedoras de la norma desde el inicio de su tramitación–, ha negado que esta norma esté dando más derechos a determinadas personas si no que garantiza los que en la práctica siguen sin estar garantizados: “Vamos haciendo camino, pero no hemos llegado ni por asomo al final”.

1412247464_198364_1412265710_portada_normalLa diputada de C’s Inés Arrimadas ha celebrado que durante el trámite parlamentario la ley se haya mejorado lo suficiente como para poder ser aprobada, y ha aplaudido que el debate sirva también para evidenciar que todavía existe discriminación contra este colectivo y que se debe luchar contra ella.

El PP catalán la caligica de ley “intervencionista”

La diputada del PP Dolors López ha reclamado que no se aprobase la ley porque es intervencionista y promueve la discriminación positiva: “Esta ley concede al colectivo LGTB un sistema de protección extraordinario del que no gozan otros colectivos ¿Por qué no hay una ley de no discriminación a los inmigrantes o a determinadas etnias?“.

“No podemos hacer una ley para cada colectivo susceptible”, ha continuado López, que ha reivindicado que la condición sexual forma parte de la intimidad de las personas y ha sostenido que el Código Penal ya contempla como agravante que los delitos respondan a motivaciones homófobas.

Fuente La Vanguardia, El País, Público,

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