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Curas obreros: la próxima generación

Miércoles, 8 de septiembre de 2021
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B9724649356Z.1_20200919202653_000+GF4GM12R9.1-0 Hay veces que ante el agobio de grandes y complejos temas, uno agradece un sencillo relato que de esperanza. Si no fuera porque sé que 95 personas al menos he pinchado en él, diría que fue un error querer participar con vosotros la manera como Edgard Morin sigue buceando a sus 100 años en la complejidad de la realidad global. Pero veo que no estoy ni para reflejar en un comentario lo que a mí me sugirió. Un sentimiento más sereno de esperanza me ha traído La Croix International, esa revista de los grande problemas de hoy. Ha sido este relato sobre un joven que no vivió la experiencia de los curas-obreros pero que, habiendo oído de ella, se ha hecho cura-obrero. Con sencillez y si alaracas. AD.

El movimiento obrero-sacerdotal, que se hizo popular en Francia en la década de 1940, prácticamente ha desaparecido. Pero un sacerdote “joven” mantiene viva la tradición.

Por Fanny Magdelaine

El padre Lionel Vandenbriele no es el típico sacerdote. Nativo de Bailleul, de 40 años, una pequeña ciudad en Flandes francés a unas dos millas de la frontera belga, también es asistente de atención de ambulancia, una especie de paramédico. Eso puede parecer extraño para algunos, pero él se ve a sí mismo como un “hombre común” que decidió unirse al ministerio.

“La fe era una parte esencial de mi vida familiar, un buen caldo de cultivo para el futuro”, dice Vandenbriele, quien es el segundo de cuatro hermanos.

Al crecer, fue monaguillo.” Lo que una vez llamábamos monaguillo”, dice con una sonrisa. Recuerda que los sacerdotes estaban felices. Y después de que hizo su confirmación y continuó ayudando en su parroquia, comenzó a pensar en el sacerdocio. Después de obtener un título en química, ingresó al seminario en 2000 y fue ordenado presbítero de la Diócesis de Lille en noviembre de 2009. Vandenbriele se interesó en la idea de ser un sacerdote obrero después de enterarse del movimiento en una clase de historia de la Iglesia.

“Quería trabajar y vivir como los demás”, recuerda.” Compartí esto con mi obispo [Laurent Ulrich] y me pidió que le presentara un proyecto profesional”, recuerda el padre Vandenbriele. “Siempre me ha interesado la salud y quería un curso rápido en un sector donde había trabajo. El trabajo de asistente de ambulancia cumplía todos estos requisitos”, dice el sacerdote de barba castaña y ojos azules.

Cuatro años después de graduarse, no se arrepiente de su elección. “Son las mismas condiciones de trabajo que un jornalero, cajero o barrendero”, dice. “Hacemos nuestro turno, a veces de noche, y transportamos personas durante todo el día; es un trabajo agotador”, dice Vandenbriele con una sensación de satisfacción.

Es uno de los quince sacerdotes obreros que todavía existen en Francia. Trabajan en los campos de la educación, la salud y la construcción. Es una doble vocación para el padre Vandenbriele. Dice que tomó esta decisión “por amor a Jesucristo y a los hombres y mujeres de la clase trabajadora de nuestro tiempo”. Dice que también pensó en convertirse en bombero. “Los bomberos son más reconocidos que los asistentes de atención de ambulancia”, explica. “No somos considerados cuidadores, el Ministerio de Salud emite nuestro diploma, pero estamos adscritos al Ministerio de Transporte”, dice el trabajador-sacerdote.

Al padre Vandenbriele le gusta recargar sus baterías espirituales pasando unos días con los monjes trapenses en la abadía de Mont-des-Cats en Bélgica o en la abadía de Tamié en Saboya. Dondequiera que va, siempre tiene su Biblia y su “libro de la vida”, una especie de diario en el que escribe cosas que lo conmueven o lo conmueven.”He estado haciendo esto desde el seminario. Es una forma de orar”, dice. En este momento, está leyendo simultáneamente Le Cantique des Cantiques del biblista francés y erudito griego Jacques Cazeaux y, “para relajarse”, una obra del novelista franco-belga Eric-Emmanuel Schmitt. Los otros pasatiempos del padre Vandenbriele son montar en bicicleta y cuidar un pequeño huerto que alquila cerca de su casa.

cura-obrero

Pero trabaja en una antigua zona minera, “una región con otra cultura, y mucha solidaridad”. “Me gusta escuchar a los ex mineros contar sus historias”, dice el sacerdote. “Les escuchamos antes y después de la consulta que les traerá buenas o malas noticias”, dice el asistente de atención de ambulancia, que siempre trabaja con los mismos dos compañeros. “Esta vida cotidiana en medio de personas que a veces se encuentran a miles de kilómetros de la Iglesia me hace avanzar en mi fe”, continúa el padre Vandenbriele. “Los colegas han descubierto recientemente que soy un sacerdote”, revela.“ Es mi celibato lo que a menudo cuestionan. Algunos de ellos a veces me piden que ore con ellos o por ellos. Un colega me pidió que la acompañara a la Eucaristía”, explica. Vandenbriele fue puesto en desempleo de corta duración durante dos meses debido a la pandemia de coronavirus y es muy consciente de que algunos de sus colegas están preocupados por su salud y su situación financiera. “Soy un privilegiado, no tengo dependientes y pago una renta modesta”, dice. Sociable y solitario, discreto y comprometido, el joven de cuarenta años es apreciado por su sencillez.

“Lionel crea una relación de igualdad”, dice Stéphane Haar, un buen amigo que coordina la actividad misionera en la diócesis de Lille. “Es un hombre y un activista, como cualquier otro, que quiere que los laicos ocupen el lugar que les corresponde”, dice el funcionario diocesano. El padre Vandenbriele cree que la Iglesia pudo haber perdido el barco en el cierre de COVID-19. “Podríamos haber desarrollado celebraciones de la palabra, volvernos más creativos”, reflexiona. Pero, aun así, no le preocupa el futuro de la Iglesia ni la crisis de vocaciones. “Siempre habrá sacerdotes en el sentido de pastores, incluso a medida que el ministerio evolucione”, dice con seguridad.

“Si el sacerdote es casado o soltero, si el ministerio es permanente o no, ¿es ese realmente el tema principal? Lo principal es la llamada a vivir el bautismo”.

Fuente ATRIO

Espiritualidad, Iglesia Católica ,

Botas, casco y mono de obrero sobre el altar. Los curas obreros y la lucha por la justicia social, 1966-1979

Jueves, 30 de julio de 2020
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curas_obreros-small500Los ochocientos curas que lucharon contra Franco y perdieron su sueldo oficial

Los comúnmente llamados curas obreros, rojos o comunistas, personificaron una nueva concepción de la Iglesia: menos triunfal, ausente de poder y aferrada al mundo. Para demostrarlo, se alejaron de  las comodidades que le ofrecía el mundo eclesial y se convirtieron en  unos trabajadores más, renunciando a la paga estatal y marchándose a vivir a los mismos barrios donde lo hacían los obreros, pues estar al lado de ellos era estar con los más pobres.

Ese encarnamiento les permitió alcanzar la conciencia de clase necesaria para dar el salto al movimiento obrero circundante y, desde dentro de él, implementar su misión: el empoderamiento de una clase obrera deficitaria tanto de conciencia política como de conciencia de clase. Desde entonces, entendieron la evangelización del mundo obrero,  tan alejado de la Iglesia, no como un deseo de conversión, sino como la invitación a vivir la palabra de Dios como la mejor forma de luchar  por la justicia social, la liberación del hombre y la defensa de los derechos individuales y colectivos.

El libro de Francisco Javier Torres Barranco se centra en un fenómeno, el de los “curas obreros”, al que la Iglesia española tuvo que enfrentarse en la última década del franquismo y primeros años de la Transición. Si bien es verdad que se focaliza en el caso gaditano, principalmente durante los años de Antonio Añoveros como titular del obispado, no es menos cierto que, tal y como lo indica el autor, puede perfectamente considerarse como emblemático, y por ello extrapolarlo, a escala nacional.

Tras describir la génesis del fenómeno, nacido en Francia, de los curas obreros, el autor muestra cómo el aggiornamiento de la Iglesia propiciado por el concilio Vaticano II (1962-1965), dio un impulso definitivo en España a esa nueva manera de plantearse y de vivir la misión pastoral dentro de una institución tan intrínsecamente asociada al Régimen, en un momento en que se estructuraba y tomaba nuevos bríos un movimiento obrero que iba ocupando, aunque fuera de manera soslayada, mayores protagonismo y espacio en esa España del “boom económico”.

Aunque la obra es un estudio de caso de los curas obreros de la diócesis de Cádiz y Ceuta desde el Vaticano II a la Transición, el análisis de su génesis, la descripción de su labor sociopolítica y las  conclusiones sobre sus acciones sociales que aquí se presentan se pueden inferir, en gran medida, a lo acontecido en otros territorios de nuestro país.

A través de su progresiva aparición del fenómeno en la diócesis gaditana, el autor muestra cómo fue emergiendo una nueva mentalidad dentro de la Iglesia, minoritaria en un principio, cuando no combatida desde las jerarquías de la institución, pero que en apenas cinco años, de 1966 hasta 1971, consiguió ganar posiciones hasta imponerse en la Asamblea Conjunta de obispos-sacerdotes de ese último año. De alguna manera, se cristalizó la idea de que la función misionera del sacerdocio podía, y aun debía, desarrollarse en el ámbito local nacional. Es decir, allí donde la noción misma de justicia social había desembocado en un desapego palmario del mundo obrero y campesino con respecto a la Iglesia y a su mensaje.

4Seguidamente, el autor pasa a describir y analizar las condiciones precisas en que se concretizó la realidad de los curas obreros. Con las estrategias adoptadas por los sacerdotes para mejor llevar a cabo su misión evangelizadora –abandono de la sotana, renuncia a vivir de otros medios que no fueran los propiciados por su trabajo, muy mayoritariamente manual, residencia en pisos alquilados, etc.– se fue elaborando y consolidando una conciencia de clase que desembocó en un activismo político-sindical. El objetivo de evangelización, al implicar compartir la vida cotidiana de aquella franja, tan a menudo marginalizada por las instituciones del Régimen, de la población nacional, conllevó un proceso de asimilación: la misión pastoral sólo podría comprenderse desde el deseo de inversión de las relaciones de fuerza y poder que, en el tardofranquismo e inicio de la Transición, marcaron el ámbito laboral. Con cada vez mayor acuidad, quedo patente– y el autor así lo refleja con numerosos testimonios –que ese trabajo de misionero que se pretendía inicialmente realizar, sólo se podría cumplir desde la militancia, ya fuera sindical o política. Lo cual permite abordar la última parte del libro en la cual Torres Barranco, centrándose más específicamente en la ciudad de Cádiz, analiza los diferentes mecanismos de socialización laboral. Con una idea recurrente: mostrar que la Iglesia, como institución, debía saber desvincularse del Régimen y, en lugar de buscar su amparo, saber posicionarse contra sus estructuras como único medio de legitimación. Ante tal giro, y como respuesta, las trabas y la persecución, desde los centros de poder del último franquismo, vinieron a cebarse en los curas obreros, con una reacción de las autoridades eclesiásticas muy dispar en función de quien ostentara la jerarquía.

5A través de su trabajo de investigación, el autor pormenoriza y explica, a la par que la realidad socio-laboral del tardofranquismo, el compromiso social de una parte del clero español confrontado a dos jerarquías en vías de enfrentamiento. La elección realizada, mayoritariamente determinada por una concienciación política y llevada con exigencia, desembocó en algunos casos en un abandono definitivo de la sotana en favor del “mundo obrero”.

Finalmente, por encima de todo lo anterior, este libro pretende ser una contribución a la recuperación de la memoria histórica de los curas obreros, pues quien debería mantener vivo sus experiencias evangélicas y misionales, la Iglesia jerárquica de nuestros días, ha hecho poco por recordarlos como lo que fueron: otros protagonistas de la Transición. Ellos llevaron al extremo, varias décadas antes, el deseo que popularizaría el papa Francisco de que sus sacerdotes deberían ser pastores con olor a oveja.

***

Francisco Javier Torres Barranco, Botas, casco y mono de obrero sobre el altar. Los curas obreros y la lucha por la justicia social, 1966-1979, Cádiz, Publicaciones de la Universidad, 2017, 312 p.

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La Pastoral Obrera de Cataluña propone sancionar a los religiosos que encubrieron abusos

Sábado, 13 de julio de 2019
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no-mas-abusosManifiesto sobre los abusos sexuales a menores en la Iglesia

El objetivo es, según la Pastoral, “predicar con el ejemplo y convertir la Iglesia en un espacio seguro para los menores y otras personas vulnerables, a fin de que otras instancias donde también, y mayoritariamente, se producen abusos -familia, escuela, deporte y ocio…- puedan reflejarse”

“Sentimos en carne propia la vergüenza, la pena, la indignación y el dolor por el escándalo de los abusos sexuales a menores”

“Éste es un momento propicio para hacer examen de conciencia, todos y todas, de nuestra relación con el poder y su ejercicio”

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La Pastoral Obrera de Cataluña ha propuesto sancionar a los religiosos que encubrieron abusos sexuales a menores, explorar la posibilidad de entrevistas de reconciliación entre víctimas y abusadores, y revisar “la visión deformada que una parte del clero tiene de la sexualidad y de la mujer”.

La Pastoral Obrera, formada, entre otras asociaciones, por Acción Católica Obrera (ACO), la Juventud Obrera Cristiana (JOC), Curas Obreros y las delegaciones de Pastoral Obrera de las diócesis catalanas, han decidido publicar un manifiesto sobre los abusos sexuales a menores en la Iglesia “después de hacer un discernimiento y dejar pasar un tiempo suficiente” tras su repercusión mediática.

“Las diversas entidades y movimientos que formamos la Pastoral Obrera de Cataluña sentimos en carne propia la vergüenza, la pena, la indignación y el dolor por el escándalo de los abusos sexuales a menores y otras personas vulnerables por parte de sacerdotes, religiosos, obispos y seglares que trabajan en instituciones eclesiales, así como los que se producen en otros ámbitos”, comienzan su manifiesto.

Tras calificar los abusos como “infames”, los miembros de la Pastoral dicen que les “repugna también, además de la comisión los hechos, como se ha abordado por parte de la Iglesia, siempre que se ha reaccionado corporativamente y repartiendo culpas, protegiendo y dando cobertura a los agresores, poniendo en riesgo nuevas víctimas (con los traslados vergonzantes) y cuando se ha negado la acogida a las víctimas“.

En este sentido, aplauden “la valentía de los papas Benedicto XVI y Francisco al abordar esta cuestión”, en particular con la última cumbre antipederastia que el Papa convocó en febrero para impulsar medidas contra el encubrimiento de los hechos.

“Es y será necesario hacer todo lo que sea “posible para reparar el daño provocado afrontando estos hechos con absoluta transparencia y hacer lo posible para que estas situaciones no se repitan nunca más”, agrega la Pastoral, que desea “que este tipo de comportamientos delictivos no vuelvan a suceder en el seno de la Iglesia”.

Por ello, proponen “priorizar la acogida de las víctimas, pedir un perdón sincero y ayudar a curar”, además de “reparar material y moralmente a las víctimas, con criterios transparentes”.

También propone “considerar y explorar la posibilidad de concertar entrevistas de reconciliación entre las víctimas/supervivientes y los agresores” y “depurar la historia, analizar e investigar los casos, aunque hayan podido prescribir, y tratarlos de igual manera que los del presente”.

Igualmente, pide “sancionar los encubridores que, con su desidia, han contribuido a agravar el problema” y “colaborar activamente e informar a la Fiscalía ante cualquier caso fundamentado y responder ante la justicia civil y canónica cuando haya delito”.

Otra de las propuestas de la Pastoral es identificar los factores de riesgo que hacen que se produzcan los abusos y prevenirlos para lo cual sugiere “revisar profundamente la visión deformada que una parte del clero tiene de la sexualidad y de la mujer y la formación al respecto que se imparte en seminarios y noviciados”.

El objetivo es, según la Pastoral, “predicar con el ejemplo y convertir la Iglesia en un espacio seguro para los menores y otras personas vulnerables, a fin de que otras instancias donde también, y mayoritariamente, se producen abusos -familia, escuela, deporte y ocio…- puedan reflejarse”.

La Pastoral Obrera considera que “este es un momento propicio para hacer examen de conciencia, todos y todas, de nuestra relación con el poder y su ejercicio con el fin de identificar cualquier situación de abuso que podamos o hayamos podido ejercer” y una “oportunidad para que, como laicado, avancemos y hagamos más nuestra la Iglesia”.

Fuente Religión Digital

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XXXV Encuentro de curas obreros de Europa en Alemania del 7 al 10 de junio ¿Qué queda de aquella genial intuición de los ‘curas obreros’?

Sábado, 15 de junio de 2019
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Los participantes –en número de cuarenta más o menos- vienen de Gran Bretaña, Francia, Bélgica, Italia, Alemania y España

Un 30% son laicos militantes de movimientos obreros. Desde hace más de veinte años se han ido incorporando compañeros anglicanos y pastores protestantes y miembros de sus comunidades

El tema de este año es ‘¿Cómo nos ha transformado la opción-experiencia del trabajo?’

“Mi sacerdocio debe realizarse en el interior de esta vida de trabajador. Dicho de otra manera: no debo buscar la significación profunda de mi sacerdocio fuera de mi tarea cotidiana, en actividades específicas que lleven la etiqueta de ‘pastorales’. Soy a la vez trabajador y sacerdote a pleno tiempo. El trabajo no es simplemente un medio de ganarme la vida, sino la forma prioritaria y privilegiada de ejercer mi ministerio sacerdotal”.(Guy, Cura Obrero de Francia)

“Y SEREIS MIS TESTIGOS”

 Testigos “de Mi”: “Yo soy el Camino, la Puerta, la Fuente de agua viva, la Resurección y la Vida”… Este es el encargo central del Evangelio, el “kerigma” de impacto que después las teologías –mejor unas que otras- intentarán interpretarnos. Un gran cura, bien conocido de las periferias parisinas y madrileñas, con quien compartí equipo presbiteral durante diez años en la Colonia periférica madrileña de Sandi-HogaresPryconsa, Pepe Rodier, discípulo y tertuliano de la gran Mística Madaleine Delbrel, me lo confiaba en reciente conversa de amigos mientras llegaba el tren, en Atocha: “la mejor forma que nos va quedando de evangelizar hoy en los barrios periféricos es el testimonio directo, a pie de calle…cada día conozco más nombres de pobres de las calle de mi parroquia..Cómo agradecen que charlemos un poquito..”

Fue esta misma urgencia de testigos directos en las fábricas, acerías, construcción, hospitales, poblados lúgubres hacinados en las traseras de las fábricas en torno a la segunda guerra mundial con la que el Cardenal de Paris –É. Suhard- urgió a los sacerdotes de la “Misión de París”: Vivid en medio de la clase obrera como buscadores y testigos del Evangelio…

“En medio del mundo..aunque preservados del mal”, como dice-anhela el evangelista Juan, convencidos de que hay que transformar las estructuras deshumanizantes ya que “La encarnación “se moja” en las estructuras: La encarnación no se conforma con sufrir o denunciar los hechos de exclusión, ni con orarlos o contemplarlos, sino que se compromete con las causas estructurales de fondo; no afrontar las mediaciones históricas de la fe evangélica es infantilismo claudicante. La razón última de vuestro compromiso dimana de la certeza de que el cristiano pertenece al Señor y las motivaciones más radicales le vienen de la obediencia al Padre.

Aquí se ven serias diferencias con otras posturas ante la injusticia. Evangelizar es actuar-transformar: la palabra hecha Historia, es “el poder de Dios para la salvación del mundo” (Romanos 1,16).. El “être avec” que intuyeron los primeros Curas Obreros franceses es fundamental. Hay que incidir en los campos pre-políticos: sociedad civil, movimientos sociales, culturales y asociativos. La actuación en estos campos pre-políticos es la denuncia, la profecía y la participación en ellos (“Cristianisme i justicia” , Cuaderno Nº 175. J BOTEY).

Ahí y así echó a andar el Movimiento internacional de los curas obreros: La Iglesia se había quedado -¡tanto hablar¡- sin palabra creíble que comunicar al mundo obrero, exhausto y sin esperanza, en situación calamitosa tanto en lo social como en lo religioso-cristiano que el sociólogo y Consiliario de la JOC de Francia, H. Godin,resumió en el título de su libro explosivo: “Francia, País de misión”. Valdría más un largo silencio de años: meterse de lleno en las condiciones de vida y en las estructuras del mundo del trabajo, olfateando en silencio la presencia del Dios del Evangelio en medio de tanto dolor, explotación y deshumanización de la clase trabajadora.

HOY SIGUEN “SIGNIFICANDO” LOS CURAS OBREROS

Ciertamente que no es ni por su número “en activo” (la mayoría están en situación de jubilación laboral) ni por la magnitud de su presencia en el movimiento obrero organizado de hoy, de características muy diferentes y en total transformación, sino como memoria agradecida a lo que aportaron con su compromiso con el mundo del trabajo desde dentro, al pie de tajo -bien reconocido por el movimiento obrero “que les aceptó”- y también con sus intuiciones clarividentes al enfocar la defensa de la igualdad de derechos desde la justicia y desde el rostro del Evangelio. Es la misma memoria agradecida que a otros grandes movimientos significativos del siglo XX, que les antecedieron o acompañaron como son el Mov. Litúrgico, el Mov.Teológico y los Mov. Obreros de Acción Católica.

Agradecida también por apostar en favor de una “Iglesia en salida”, “atenta a las periferias”, con unos pastores “con olor a oveja” bien cuidada y guiada a buenos pastos, potenciadora de los movimientos sociales y sindicales de cada país, como ha recordado nuestro gran Papa-hermano Francisco -¡Qué fuerza interior trasluce¡- en tantas ocasiones y con acento especial en su viaje a oficial a Bolivia .

Agradecida, además, por potenciar una Iglesia no clericalizada, como nos recordaba-alentaba al inicio del tercer milenio Pedro Casaldáliga: “Los curas obreros significan una experiencia revulsiva en eclesialidad, en ministerialidad, en solidaridad y convocan, hoy todavía más que ayer, para otra eclesialidad, otra ministerialidad y otra solidaridad. Con ellos la Iglesia salía al encuentro y sin banderas, despojada; haciendo de la Encarnación el gran paradigma pastoral. Esos sacerdotes se hacían pueblo, renunciaban al estatus clerical. Sacerdotes obreros ha sido el primer gran intento de desclericalización del clero, entendido el clericalismo como distancia y privilegio, en la Iglesia y en la Sociedad. Un intento, además, que comportaba la mayor credibilidad, porque los sacerdotes obreros asumían la condición obrera, con los riesgos y compromisos concretos del trabajo y sus luchas y sus organizaciones”. (Epilogo al libro “Curas Obreros en España”. Ed. Nueva Utopía. 2004)

02097176-E4B3-4942-B4D8-1608374C0F06XXXV ENCUENTRO DE LOS CURAS OBREROS

Pequeña historia de los encuentros europeos de curas obreros: Estos Encuentros empezaron en París con el tema: “Nosotros en la clase obrera como militantes y como sacerdotes” y consisten en intercambiar serenamente en torno a alguna inquietud urgente de la Iglesia y de la clase obrera, partiendo de un tema de actualidad y potenciando momentos de oración y celebración. Los participantes –en número de cuarenta más o menos- vienen de Gran Bretaña, Francia, Bélgica, Italia, Alemania y España. Ocasionalmente llegan de Austria, Suiza. Holanda y de países de América Latina que se encuentran en Europa en esas fechas. Un 30% son laicos militantes de movimientos obreros. Desde hace más de veinte años se han ido incorporando compañeros anglicanos y pastores protestantes y miembros de sus comunidades.

Se invita al obispo de la diócesis donde se celebra que suele hacer una visita personal o mediante algún representante suyo. El año pasado en Mánchester se personaron tanto el obispo católico como el metodista.

La coordinación se hace por uno o dos miembros de cada país que se ven en Paris y preparan el tema de las conversaciones entre las sugerencias recibidas que es la base de los encuentros.

 ¿Cómo viene preparado el Encuentro de este año?

Este año se celebra en la ciudad alemana de Herzogenaurach (Baviera), del 7 al 10 de junio. El tema elegido por el equipo es « ¿Cómo nos ha transformado la opción-experiencia del trabajo? Y este será el método de trabajo o forma de desarrollo:

A partir de una breve –medio folio basta- monografia sobre el eje central, cada participante resume sucintamente lo que más le sugiere, desde su compromiso obrero, lo formula en una frase –acaso varias- y lo hace llegar a los participantes al Encuentro procurando evitar teorizaciones sobre el tema y facilitar la comprension afectiva del lo comunicado.

Anoto –para mejor comprensión- alguna frase sintetizadora llegada de distintos países participantes :

“La experiencia de trabajo me ha llevado a compender la espiritualidad cristiana no como un alejamiento de lo humano, sino como un ahondamiento e iluminación de lo que es realmente humano –a menudo oculto- vivido en “el espesor de la realidad”, como lo llama un teólogo español”. (Pepe. Barcelona)

“A lo largo de esos años he sido transformado por mi experiencia del mundo del trabajo. Sin duda que los otros se dan más cuenta que yo. Lo que me ha cambiado día a día y poco a poco es el hecho de fichar todas ls mañanas, como todo el mundo. Es una escuela de realismo y de fidelidad a la vida tal dual es. A veces me siento agotado pero le digo al Señor: Yo sé que me amas y aquí sigo” (Cahtalá. Francia)

“La vocación es la llamada de Dios través de las necesidades de los de abajo, no de los de arriba, de los trabajadores y no del obispo; aquellos te eligen (te llaman) al sindicato, a plataformas ciudadanas, a organizaciones…para hacer la vida más justa y fraterna que es el Reino de Dios. La misión evangélica..” “En la experiencia del trabajo el abajarme fue la arcilla y el mundo obrero que me transformó fue el alfarero” (Luis. Málaga.)

“Todas y todos somos llamados a guardar y recuperar la mística d la fe. Lo más independiente posible de la Institución de la Iglesia. Esto puede recrear nuestro acceso personal a la interreligiosidad. Soy consciente de que mi vida de oración ha cambiado. Desde muchos años vengo concediendo cada día un tiempo largo y específico para la oración. Hoy me resulta menos importante par mí, a condición de no perder la relación intensa con Dios. Me cuesta explicarme. Todo está unido a todo: oración, trabajo, fatiga, alegría, relaciones, soledad, todo es presencia..” (María. Alemania).

“El oficio de carpintero ha cambiado totalmente. Antes era un trabajo “humano” en el que la creatividad manual dirigía toda la jornada. Pero hoy el oficio de trabajador manual y de agricultor tiende a desaparecer. La explotación de la tierra está tocando su fin. ¿Qué futuro para la tierra? Es esta una cuestión fundamental. La explotación de la tierra, de sus recursos. El trabajo está unido a esta cuestión. Nosotros no podemos continuar consumiendo los recursos por un imperativo de necesidades seductoras e inútiles. Hay que retornar a la simplicidad de la vida y del consumo” (Mario. Italia)

Fuente Religión Digital

General, Iglesia Católica

Los curas obreros reclaman “una Europa de fronteras abiertas” y de “justa política económica”

Miércoles, 10 de enero de 2018
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encuentro-1Piden “promover nuevas políticas donde la justicia prevalezca sobre el lucro”

Representantes europeos de este colectivo publican un manifiesto tras su reunión en Alemania

(Curas obreros).- Tras numerosas llamadas del Papa Francisco para “escuchar el grito de la tierra y el de los desesperados”, en nombre de nuestra fe en Jesucristo, liberador, muerto y resucitado para la salvación de toda la humanidad, queremos asociar nuestras acciones y nuestras palabras a las de las mujeres y hombres de buena voluntad, militantes y activistas, que hoy eligen los caminos de la verdad, de la solidaridad, de compartir y de la justicia…

¡Caminos de Paz, caminos universales de Amor!

1.- Muchos de nosotros vivimos esta situación precaria de muchas maneras:

– Salarios demasiado bajos para vivir decentemente.

– Contratos de minisempleos parcial y de duración parcial.

– Imposibilidad de obtener permiso de residencia para los refugiados. Miedo a perder trabajo, al desempleo …

– Personas mayores con la imposibilidad de permanecer en el empleo hasta el final de su carrera.

– Los que cuidan a los demás: padres, parientes envejecidos, discapacitados, y que por lo tanto llevan el peso de una gran responsabilidad

– El riesgo de la enfermedad.

2.- Estas inseguridades generan miedos múltiples, especialmente por la violencia mortal alrededor del mundo, mientras una resolución real está pendiente de un acuerdo político ambicioso aceptando luchar por soluciones políticas realistas.

Nos parece necesario trabajar: en dilucidar actitudes útiles para vivir sin temor en el corazón de estas incertidumbres. En superar la dificultad de para ganar la apuesta de compartir las dificultades con los demás, en salir del aislamiento para apoyarnos mutua y solidariamente …

3.- Muchos, y especialmente entre las generaciones más jóvenes, se sienten tan excluidos, ya sea del mundo del trabajo y de la vida social y económica … (ver “La Alegría del Evangelio” No. 53), que ya poco esperan de la sociedad y rechazan cualquier forma de participación en la vida democrática y social. Se sienten en su marginalidad incapaces de influir eficazmente en las decisiones políticas, sin apenas tener representación en los foros de decisión.

4.- Se perciben como abandonados por la sociedad, eligen no votar, o, por protesta, dirigen su voto hacia políticas soberanistas que alimenta el temor a la población …

Preguntas que hacemos Europa

1- ¿Ha olvidado Europa su pasado histórico, sus atroces guerras que han ensangrentado muchas naciones europeas y que están en el origen de la voluntad de construir la Unión Europea?

2- ¿La sucesión de tratados que no están aprobados por el conjunto de los pueblos de las diferentes naciones, no ha traicionado esta generosa idea de fraternidad y de intercambio equitativo entre los pueblos de los países europeos?

3- ¿Olvidan igualmente los países europeos -ante la afluencia de las migraciónes climáticas y de las relacionadas con guerras civiles o fratricidas- el hecho de que éstas son las mismas personas que habían sido oprimidas y explotadas durante la época colonialista? … Por otro lado, ¿no son, en su mayoría, signatarias del convenio de Ginebra sobre el derecho de asilo? …

4- Esta falta de consideración y de menosprecio se perpetúa hoy en día tanto en lo económico respecto a los más humildes de la sociedad, al igual que en todas estas poblaciones migrantes llegadas en masa a buscar aquí refugio y seguridad.

Esta situación, que estamos sufriendo hoy, la sufrirán aun más las generaciones futuras, si no somos capaces de promover nuevas políticas donde la justicia prevalezca sobre el lucro…

Nosotros hacemos una llamada urgente:

Una Europa con fronteras abiertas:

– Una Europa que da la bienvenida a todos aquellos que huyen de las guerras y sus muchos males consiguientes.

– ¡Una Europa de los derechos humanos, incluido el derecho fundamental de asilo!

– Una Europa que se niega a criminalizar a los migrantes y llevar a cabo las ilegales devoluciones en caliente sin ninguna decisión de la justicia … y a regiones en guerra.

– Una Europa que se niega a ser actriz de la indiferencia general y que es culpable de crímenes de lesa humanidad al externalizar fuera de sus fronteras la acogida de los migrantes y de los solicitantes de asilo …

Una justa política económica europea

Que deja de ser la causa de los sufrimientos de las poblaciones de Europa … enfrentándolas “con las ruinas industriales y el abandono de los medios de producción”, con la creciente destrucción del medio ambiente, la libre competencia entre las naciones y entre los trabajadores …, que rechaza los “tratados de asociación” que a menudo son la causa de la explotación de las poblaciones africanas, que respeta los derechos de todos los trabajadores y promueve condiciones de trabajo decentes.

Porque desamos

Una Europa viva: democrática a nivel político – económicamente justa – socialmente responsable – culturalmente pluralista – regionalmente diversificada – ecológica y respetuosa del medio ambiente – ecuménica e interreligiosa … / …

Porque esperamos

Un reto de generosidad y de gratuidad que genere en nuestros países el establecimiento de la verdadera solidaridad europea dando prioridad al ser humano promoviendo constantemente el encuentro y el diálogo fraterno entre todos!

« He aquí que el reino de Dios no se realiza con ostentación, está a vuestro alcance ». (Lc 17, 20-25)

Curas obreros y militantes hombres y mujeres, católicos y protestantes de Holanda, Suiza, Alemania, Francia, Bélgica, Inglaterra, Italia, España y Cataluña reunidos en Essen (Alemania) 4 junio 2017.

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Madeleine Delbrel: El Evangelio en los barrios obreros de París

Lunes, 25 de julio de 2016
Comentarios desactivados en Madeleine Delbrel: El Evangelio en los barrios obreros de París

MadeleineDelbrel_AuAhora que estoy leyendo su libro “Nosotros gente común y corriente“, quiero compartir la biografía y espiritualidad de una gran mística moderna metida en el corazón de los barrios obreros de París, laica, asistente social, Sierva de Dios desde 1996 y que pronto podría ser beatificada: Madeleine Delbrêl

Madeleine Delbrêl nació el 24 de octubre de 1904 en Mussidan, pequeña ciudad de Francia. Fue hija única de una familia de la pequeña burguesía. Heredó de su padre el dinamismo, el sentido de la organización y el don de la comunicación; y de su madre, la sensibilidad, la firmeza y el encanto cautivador.

Su padre fue ferroviario. Por eso, la familia hubo de trasladarse de un lugar a otro; la educación de Madeleine iba siendo confiada a profesores particulares. Fue iniciada en el cristianismo en la adolescencia e influenciada por los ambientes literarios y filosóficos en los que su padre la introdujo. Se dejó seducir por el ateismo y el positivismo.

Las consecuencias desastrosas de la primera guerra mundial la llevaron a dudar de la existencia de Dios. A sus 17 años reflexionaba sobre cuestiones existenciales; escribió entonces: “Alguien dijo, Dios ha muerto. Y, si es una verdad, hemos de tener la honestidad de no vivir en adelane como si Dios estuviera vivo… Dios era eterno. Hoy lo único eterno es la muerte… Es más convincente agotar la propia inquietud en la secuencia de los placeres inmediatos….”.

Madeleine, por ello, danzaba, saltaba, vivía con un intenso amor por la vida. Se sentía libre, apasionadamente libre. Asistió a cursos de Historia y Filosofía en la Sorbona, donde sobresalió por su profunda capacidad de análisis. A los 18 años conoció a un impetuoso, alegre y pensativo universitario, Jean Maydieu. Se enamoraron y proyectaron casarse. Pero, de impriviso él la abandonó para entrar en el noviciado de los Dominico. Este encuentro y ruptura con Maydieu le hicieron a Madeleine confrontar su ateismo con las certezas de fe de este hombre. En este tiempo su padre enfermó y se quedó ciego. Su madre trabajaba en exceso. Madeleine se preguntó: ¿Por qué tanto sufrimiento? ¿Cómo es que alguien puede preferir a Dios sobre cualquier otra cosa? Decidió entonces cambiar de perspectiva en su búsqueda de Dios.

“¿Y si Dios existiese?. Decidí rezar… Después, reflexionando , encontré a Dios; rezando sentí que Dios se encuentra conmigo y que Él es real y vivo, que puede ser amado como se ama a una persona”.

Emprendió entonces Madeleine su camino de conversión:

“… El mundo entero me parecía pequeño e irracional y el destino de los hombres, estúpido y malo. Cuando supe que existías, te agradecí que me hubieras hecho vivir”

Madeleine descubrió su vocación de cristiana en la ciudad, de misionera sin barcos. El desierto urbano se convirtió en un espacio de contemplación, las calles de la ciudad en su campo de misión.

Con un grupo de amigas, Susana y elena, Madeleine inicia un proyecto innovador y profético: laicas consagradas, inserta en el mundo y libres de estructuras rígidas. Iniciaron un proyecto de vida comunitaria el 15 de octubre de 1933 en Ivry, polígono industrial al sur de París,ciudad declaradamente comunsta, llena de problemas como la tuberculosis, el alcoholismo, el desempleo. Ellas quería “testimoniar que la caridad de Jesús no tiene laintención de parar a nadie en el camino”. Quiere la libertad de vivir junto a la gente, participando de las actividades pasorales de l parroquia, quieren estar junto a quienes sufren y están desesperados.

Ivry-sur-Seine es una barriada obrera en la periferia sur de París que en aquel tiempo pasaba por ser la “capital” del comunismo francés. Allí vivía Maurice Thoréz, el famoso jefe del comunismo francés. Allí se queda Madeleine Delbrel a lo largo de 30 años, hasta su muerte. Es una cristiana convertida a los veinte años, que llevada por su pasión misionera opta por salir a mar abierto; quiere evangelizar el mundo obrero. Madeleine, sin abandonar el estado laical, se consagra a Dios con el voto de castidad y va a vivir a Ivry con unas compañeras que también son asistentes sociales y viven de su trabajo. El alcalde comunista la pone al frente de los servicios sociales de la comuna. Durante la Segunda Guerra Mundial tiene a su cargo la dirección de todos los servicios sociales del departamento; una vez finalizada la guerra, el alcalde le pide que siga.

En el cinturón obrero de Ivry Madeleine queda impactada frente a la miseria de las clases sumergidas, a la injusticia social, a la desocupación, a las condiciones inhumanas de trabajo (12 horas por día en la fábrica y toda la semana, con excepción del domingo), a la falta total de previsión social.. Esto la obliga a orar de otra manera, partiendo de la realidad; a leer el Evangelio “desnudo, crudo, orado”, como ella decía (“no sé cuantas veces he leído los evangelios de arriba a abajo; al Evangelio hay que leerlo todos los días como se come el pan…“). Al comienzo encuentra hostilidad y pedradas. Pero poco a poco descubre en los comunistas “generosidad, desinterés, sacrificio”. Ella afirma: “El marxismo es una doctrina sin corazón”. Pero a la vez sabe que los comunistas son personas y tienen un corazón; por lo tanto hay que amarlos. Ella jamás “excomulgó” a los comunistas, sin por ello dejar de denunciar sus errores.

A Madeleine le preocupaba la ausencia y el silencio de la Iglesia; que los empresarios católicos dueños de las fábricas de Ivry y bienhechores de la parroquia, fueran los que peor trataban a los obreros; que las comunidades parroquiales vivieran encerradas en sí mismas. Ella observaba como en los ambientes cristianos tradicionales se había llegado a cambiar la Fe por una simple “creencia en Dios” y los valores cristianos por las que son las virtudes de las “personas honradas”. Madeleine deseaba que los cristianos fueran “personas para las que Dios es suficiente, en un mundo en el que Dios parece no servir para nada”; personas capaces realmente de amar.

En la Iglesia de aquel tiempo había un enorme muro que separaba a la Iglesia del pueblo, a los creyentes de los ateos, a los católicos de los comunistas. Madeleine quiere derribar ese muro y por eso cruza la frontera pasando al otro lado. No lo hace con el afán de convertir a nadie; ella quiere dar testimonio del amor de Dios, hasta llegar a levantar las montañas de la desconfianza y voltear los muros del odio. “Lo que yo quería era poder vivir codo a codo con la gente del pueblo, con el mismo almanaque, con las mismas preocupaciones, los mismos relojes”. Su gran preocupación era que la Iglesia “se presentara amable y cordial a los ojos de los que no la conocen. Y no con una supuesta caridad indescifrable”. Fue pionera de ese fenómeno profético que en América Latina hoy se ha llamado “inserción en los medios populares” de parte de los religiosos y de la Iglesia en general.

Pero Madeleine no se conforma con un simple testimonio y le repite a sus compañeras una consigna de san Pablo: “No hay que avergonzarse del Evangelio”. Ella se presenta como cristiana que colabora con los marxistas en objetivos comunes pero sin vínculos orgánicos y manifestando claramente sus convicciones; justamente esto hace que se gane mayormente el aprecio y la amistad de muchos militantes comunistas. El libro: “Ciudad marxista, tierra de misión”, Madeleine lo dedicó al alcalde marxista de Ivry, Venise Gosnat, con el cual había hecho por muchos años un enorme trabajo social, sobre todo en los terribles días de la guerra bajo los bombardeos. “A Venise Gosnat, del cual soy una mala alumna en marxismo, pero también una amiga fiel, respetuosa de su bondad y de su generosidad concreta, ofrezco de corazón este libro, segura de que, aunque no lo apruebe, lo comprenderá”. El amigo leyó y releyó el libro y le contestó agradecido: “A pesar de las diferencias ideológicas , como amigo le aseguro que la comprendo. La he visto luchar en situaciones dramáticas. Conozco su sinceridad y bondad y lo que más la caracteriza: un amor sin límites para con su prójimo. Somos entonces amigos y enemigos al mismo tiempo; realmente me ha puesto en un lío. El ‘profesor’ no olvidará de todas maneras la calidad de corazón y la delicadeza de su ‘mala alumna en marxismo’”.

A quienes la acusaban de dialogar con los comunistas ella respondía:

Jesús nunca dijo: amarás a tu prójimo como a tí mismo, excepto a los comunistas…. mi prójimo inmediato son los comunistas”

“Jesus no nos dejó la obligación de convertir, de transmitir la fe. Ésta es una misión que Él se reserva para sí mismo. El único testimonio que Él exige de nuestra vida es que nos amemos entre nosotros. Sin este aor, los hombres no nos reconocerán como sus mensajeros. El apostolado que Jesús nos dejó fue el de anunciar la fe, repetir y proclamar aquello en lo que creemos y que Él nos enseñó. No somos responsables de la incredulidad de nuestro prójimo; pero sí somos responsablers de su ignorancia” (Madeleine Delbrêl, Conferencia a los Estudiantes, UNESCO, 1961)

Esta coexistencia, hasta fraternal, con los marxistas, tenía límites infranqueables: “Me he rehusado trabajar con ellos cuando había que ir en contra de mi conciencia; cuando ha habido necesidad, siempre he recurrido a las palabras de Cristo que rechaza el odio y la violencia“. Madeleine se había anticipado a las palabras famosas de Juan XXIII que invitaba a no confundir el error con el que erra y a “subrayar lo que une a los hombres para hacer junto a ellos, todo el camino posible“( de un discurso de 1961).

El drama de los Curas Obreros

En Ivry, Madeleine ayuda a todas las víctimas de la injusticia y de la violencia, vengan de donde vengan. Se la encuentra respaldando a los exiliados antifranquistas españoles; es ella quien se presenta al presidente de la República, Vicent Auriol, liderando un comité popular de Ivry para pedir la excarcelación injusta de Juan Grant y la obtiene, y la que va con una delegación a ver al cardenal de París para defender a los exiliados. Eran los años de la “Misión de France“. Ésta había nacido en el corazón del cardenal Emmanuel Suhard de París que también había lanzado el mismo grito de Madeleine: “Hay un muro que separa a la Iglesia del pueblo” (cada vez más descristianizado). Suhard convence a los obispos de Francia para que envíen sacerdotes a un Seminario Nacional en Lisieux para la reevangelización del pueblo; la “Misión de France” nace en 1942. Al año siguiente, el abbé Godin lanza su famoso libro: “Francia:¿tierra de misión?“. A fines de ese mismo año (1943) empieza la experiencia de los “curas obreros”. Madeleine acompaña con entusiasmo esta experiencia que ella vive desde hace tiempo. Es invitada a dar charlas y cursos. Tenía 40 años y un joven sacerdote recuerda el impacto de sus palabras, sobre todo porque salían de una mujer laica.

Es sabido cómo terminó la experiencia de los curas obreros. El 6 de setiembre de 1953 el Seminario Nacional de la “Misión de France” (con 244 seminaristas) debe cerrar sus puertas por orden del Vaticano y los curas obreros dejar su trabajo en las fábricas. Sólo la mitad de los curas obreros obedece. Madeleine invita a la obediencia, aun si “comprender esta lluvia de disposiciones negativas, resulta difícil”. E invita a la autocrítica; para ella “no se supo tener en cuenta los peligros de esta experiencia” y finalmente llega a la conclusión de que “a los curas obreros les ha faltado la base fundamental de la oración. Han querido ser como un obrero más sin anunciar el Evangelio; y a la fe no hay que ostentarla, pero tampoco ocultarla”. Aun así ella trata de hablar, salvar lo que es posible, relanzar la experiencia sobre nuevas bases; por eso recibe críticas y calumnias, hasta se le llega a negar la comunión. Ella no se desanima y , gracias a una donación, hace una peregrinación de oración a Roma en tren. Llega a la estación de Roma por la mañana y en seguida va a la basílica de San Pedro donde reza durante nueve horas “a corazón perdido”; la misma noche retoma el tren para París. Ella quiere ser fiel a la Iglesia y reza por ella desde el corazón de la misma, apoyada a una columna frente a la tumba de San Pedro y al altar del Papa.

Fue como una tormenta en la vida de Madeleine. Pero pasó. Y al poco tiempo tuvo la felicidad de tener una entrevista con el papa Pío XII y recibir un amplio y fraterno apoyo por parte del card. Veuillot y del card. Montini. Un gran amigo de Madeleine fue el p. Jacques Loew, un cura obrero que trabajaba de descargador en el puerto de Marsella y que había obedecido con prontitud al Papa. El p. Loew, que se transformó después en un gran maestro de espiritualidad, dijo de Madeleine que era una “mujer teologal” y la incluyó en su famoso libro: “En la escuela de los grandes orantes”. Madeleine quería vivir “con las manos agarradas a la persona de Nuestro Señor y los pies bien plantados en medio de la muchedumbre de los que no creen“. Para ella “la oración es el bien más grande que se puede hacer al mundo; en nuestra sociedad se precisan hombres de adoración, que arranquen todos los días un tiempo para la oración”. En su comunidad, además de la misa en la parroquia, había tres horas de meditación diaria y oración, desde las primeras luces del alba. En 30 años Madeleine no se tomó un día de vacaciones, pero encontraba todos los días un largo tiempo para orar.

Su pensamiento sobre el tema de la espiritualidad laical se refleja en cantidad de escritos que han tenido una enorme difusión en estos años, sobre todo en sus tres libros póstumos: “Nosotros, gente de la calle”, “El gozo de creer”, “Comunidades según el Evangelio”. Para ella Dios se revela en la vida cotidiana, en donde Él nos ha puesto, en la calle. Ella es una maestra de la oración para la gente trabajadora, para los que no tienen tiempo para rezar. “Hay que aprender a estar solos con Dios cada vez que la vida o la jornada nos reserva una pausa, y no malgastarla: en el metro, en un café, en un comercio, esperando el bus, en la cocina…”. Maravillosa es su oración: “Liturgia de los sin oficio”, donde resalta el poder de la oración de intercesión del cristiano común. En el mismo sentido, toda ocasión también es buena para amar. Para ella “cada mañana Dios nos ofrece una jornada entera preparada por Él mismo; no hay nada de más ni nada de menos, nada inútil. Esta jornada es una obra maestra que Dios nos pide que vivamos. Cada minuto de la jornada permite a Cristo vivir a través de nosotros en medio de los hombres”. Según ella, son “las paciencias” de todos los días, las que construyen la santidad; es haciendo nuestros “minúsculos deberes” que encontramos “las chispas de la voluntad de Dios”. Ella invita al cristiano laico a “quitarse las sandalias porque la tierra que pisa todos los días es tierra santa y allí está Dios escondido detrás de la zarza“.

Madeleine muere el 13 de octubre de 1964 durante el Concilio. Aquel día en el aula conciliar, un laico, presidente de la JOC internacional, toma la palabra por primera vez frente a toda la Iglesia y lo hace en nombre de los trabajadores cristianos que viven y luchan en las fábricas y en los barrios obreros de las grandes ciudades.

Primo Corbelli

Para saber más puede visitarse la página de la Association des Amis de Madeleine Delbrêl

Madeleine

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32 Encuentro Europeo de Curas Obreros

Domingo, 12 de junio de 2016
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curas-obreros-de-europa“Humanizar es evangelizar sin proselitismos”

Llegados de Alemania, Bélgica, italia, Inglaterra, Francia y España

Se celebró en Pentecostés como viene siendo habitual, el 32 Encuentro Europeo de Curas Obreros (CO) llegados de Alemania, Bélgica, Italia, Inglaterra, Francia y España. Estos encuentros son al mismo tiempo ecuménicos puesto que también participan en ellos pastores obreros evangelistas y anglicanos, hombres o mujeres.

Las conversaciones giraron sobre cómo vivir con los inmigrantes y refugiados que sufren situaciones de esclavitud, marginación o descarte.

1.- Los CO hacen una lectura de la realidad.

Los refugiados e inmigrantes han tenido que abandonar su casa, su familia, su país, todas sus pertenencias para sobrevivir y vienen con la riqueza de su dignidad y sus valores. En Europa muchos les tienen miedo y no ven que detrás de cada uno hay un drama humano.

Podemos ser cómplices de su esclavitud a través de nuestro consumo de productos hechos con trabajos esclavos.

Si hay refugiados a quien acoger es porque hay guerras a denunciar. No podemos hacer el discurso esencialista de “bienvenidos todos” sin denunciar los “poderes” que los expulsan y los “poderes” que imposibilitan la acogida.

Hay una creciente degradación laboral y de los derechos humanos en todo el mundo.

Es una mentira anunciar trabajo para todos como el medio para obtener los recursos económicos suficientes para vivir (trabajos ¿de qué tipo?). No va a ser posible el trabajo para todos pero sí una vida digna para todos. La cuarta Revolución Industrial (robótica, la Inteligencia artificial) hará estragos si no se contrarresta con “rentas básicas”, o similares

2.- Ante esta situación

Disciernen gritos y exigencia por un mundo sin exclusión y señales de la llamada del Señor a actuar. Es en estas y otras fronteras de “inhumanidad” donde se lleva a cabo el Reino de Dios. Jesús citó a sus discípulos a las fronteras de Galilea. Se trata de devolver la dignidad a los vapuleados de un país a otro, de contemplar al “otro” desde sus ojos y desde su corazón.

Las convicciones y esperanza consiste en que “muchas pequeñas realidades ayudan a construir un mundo habitable. Cada acción concreta es la anticipación del cambio del sistema. “El reino de Dios -dicen los CO- no se puede reducir a una tradición cultural de Occidente”; se trata de “enderezar un mundo al revés”.

3.- ¿Qué se puede hacer?

El camino consiste irremediablemente en “la integración y convivencia pluricultural o intercultural, extirpar la explotación-esclavitud y dignificar la vida de todos y cada uno.

No es suficiente el socorro y la ayuda inmediata. “Hay que denunciar que las migraciones son el resultado del colonialismo” y de las intervenciones armadas en Oriente Medio o África. “Hay que luchar por sus derechos a quedarse en su propio país. Descubrir y destruir las razones de su éxodo provocado”.

Los poderes económicos controlan casi todo y a pesar de la aparente impotencia se impone “apoyar a todas organizaciones que actúan para lograr el bien de toda la humanidad“.

El futuro pasa sobre todo por decisiones políticas (aunque no sólo) sobre: el tratado EU-Turquía, el TTIP, la lucha contra la corrupción económica, Panamà-paraísos fiscales…Nuestra intervención ha de ser también política. La Lucha será dura y violenta por la represión policial, laboral… sin embargo habrá victorias.

4.- Aportación de Leh, pastor protestante, teólogo y obrero, presente en encuentro.

Hizo un lectura desde el Evangelio, que se recoge en estas frases que fueron muy debatidas:

La justicia humana no se identifica con la justicia de Dios, que es la plenitud de la humanidad.

Comprometerse por la plenitud de la humanidad es la profesión de fe para algunos. Si se lucha por la plenitud humana, ¿por qué hablar de la “fe” o de las “fes”?

Humanizar es evangelizar sin proselitismos. Es ofrecer una experiencia que creemos que es muy humanizadora. Una riqueza que se puede tener o no tener, es “gratuita pero no superflua” como la conciencia obrera, pero que ensancha y profundiza el sentido de la propia vida.

No se puede comprender a Jesús al margen de su relación con el Abba. En el estilo de vida de Jesús se nos revela a los cristianos el horizonte de la plenitud de la humanidad.

La fe es la vida vivida de una manera concreta. Fe no quiere decir tener la verdad sino “crear confianza”. Bonhoeffer habla de “vivir sin Dios pero delante de Dios”, desde un profundo sentido de la trascendencia y la adoración

6. Celebración de la Liturgia de Pentecostés.

Fue una oración muy bien preparada, llena de cantos de Taizé, símbolos y belleza, presidida por dos mujeres belgas. Todo el mundo se sintió celebrando la eucaristía aunque formalmente no hubo consagración ni referencia a la santa cena.

En tono de Manifiesto se fue proclamando:

“Nunca como ahora nuestro mundo necesita personas que aporten Reconciliación, Solidaridad humana, Coraje, Confianza, Esperanza, Humor, Silencio.

Se leyó un texto de Dorothée Solle sobre “Mística y Resistencia”, y el fragmento de Colosenses 3,11-15 (“Desde ahora no hay griego ni judío, circunciso ni incircunciso, etc; sólo está Cristo, que lo es todo en todos”).

Recitaron alternadamente entre hombres y mujeres, la parte central de la oración:

– “Porque creemos en un Dios de amor, de luz en medio de la oscuridad, de agua en el desierto; nos oponemos al odio, al racismo y la violencia “.

– “Porque creemos en el hombre Jesús que nos ha precedido en la atención y cuidado, partiéndose y repartiéndose, nos oponemos a la pobreza, el hambre y tanta injusticia”.

– “Porque creemos en su Espíritu que nos anima, nos ilumina y nos calienta, nos conduce y nos muestra caminos, nos oponemos a la indiferencia, a la soledad y a tanto dolor”.

– “Juntos animados por el Espíritu que vive y da vida, cada uno con sus propios dones, queremos realizar lo que pedimos: reaccionar contra la injusticia y el odio y vivir la ternura, la justicia y el amor. Partimos el pan y el vino con el fin de convertirnos en hombres y mujeres en su Espíritu “. (Y se partió y repartió el pan entre todos).

Fuente Religión Digital

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