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“Jesús Espeja: “la verdad no se impone más que por la fuerza de la misma verdad que seduce y penetra suavemente en las almas”, por Jesús Espeja.

Miércoles, 13 de marzo de 2024
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IMG_3226De su blog La Iglesia se hace diálogo:

El Evangelio en una sociedad laica y en la ambigüedad del mundo (VI)

“La  inter-culturalidad y la convivencia entre creyentes  de distinta religión  son signo de nuestro tiempo ¿Seremos capaces de convivir en pluralismo?”

“El diálogo del cristianismo con el judaísmo debe ser normal: Jesucristo fue un judío, y en la línea de los profetas, Jesús, siendo Evangelio viviente, asumió y perfeccionó el núcleo central de la revelación bíblica”

“El diálogo del cristianismo con los musulmanes parece más difícil. No solo porque las dos religiones tienen pretensión de universalidad, sino también porque, vinculadas a distinta civilización, han vivido una historia de conflictos y exclusión mutua”

VI. Convivir en la pluralidad

 “La verdad no se impone más que por la fuerza de la misma verdad que penetra suave y fuertemente en las almas” (Vaticano II)

Siempre ha existido la pluralidad de culturas y algún intercambio entre las mismas. Por otro lado, el hecho religioso se ha manifestado en distintas religiones.  Pero en el fenómeno de la globalización y dado el trasiego de las migraciones, la relación de personas de distinta cultura y de distinta religión es cada vez más palpable. La  inter-culturalidad y la convivencia entre creyentes  de distinta religión  son signo de nuestro tiempo ¿Seremos capaces de convivir en pluralismo?

1. La verdad es compartida

En la historia de los pueblos europeos el aguijón ha sido el fundamentalismo, absolutización de la propia verdad. Lo hemos visto en movimientos políticos de los dos últimos siglos. Y el fanatismo también ha clavado sus garras en la historia las tres religiones monoteístas: judaísmo, cristianismo e islamismo. Todo porque se sacraliza y absolutiza la propia verdad

A mediados del s. XX ya se constataba el fracaso de las promesas utópicas hechas en la modernidad. Y en la llamada postmodernidad, se impuso el pensamiento débilnegando la existencia de una verdad objetiva. Ante la invasión del relativismo, se levantan otros fundamentalistas que se creen únicos poseedores de la verdad.

Para su buena salud de la ineludible pluralidad debe superar el relativismo y el fundamentalismo.  Aceptar  pluralidad no significa  negar  toda verdad objetiva y su jerarquía de valores.  Pero tampoco se debe absolutizar la propia verdad descalificando la verdad que los otros tienen.

Existe la verdad objetiva. No se puede negar  que cuando  muchos mueren de hambre  otros acaparan recursos: negar la realidad objetiva de este fenómeno es una insensatez. Todas las personas, todas las realidades creadas y todos los acontecimientos tienen su propia consistencia y su verdad.

Pero ningún mortal posee toda la verdad. Todos somos limitados en el tiempo en cuya sucesión va emergiendo la verdad de lo real. Según la revelación bíblica, la Verdad es Dios siempre mayor e inabarcable. Los cristianos confesamos que en Jesucristo la gloria y el poder de Dios se han manifestado “en la carne”. Pero en su misma inaudita y entrañable cercanía el misterio de Dios sigue siendo escondido, mayor e inabarcable.

Si creemos en la encarnación, la verdad venga de donde viniere, del Espíritu Santo procede. Y conscientes de que la verdad es compartida, nuestra verdad no se impone al otro sin más, sino porque seduce y convence. Expresar nuestra verdad al otro y reconocer la verdad que el otro aporta, es  emprender el diálogo sincero para caminar juntos hacia la Verdad completa.

2. El diálogo inter-religioso

IMG_3228  En el imparable proceso de globalización será cada vez más frecuente la pluralidad de religiones en una misma sociedad. ¿Cómo procesar esta pluralidad de religiones confesando al mismo tiempo que Jesucristo es el único salvador del mundo?

La singularidad de la religión cristiana es la encarnación: el misterio llamamos Dios en la condición humana. Pero la encarnación que ha tenido lugar plenamente en Jesucristo, de algún modo tiene lugar en todos los seres humanos. Lo mismos cristianos confesamos que Jesucristo ilumina a todas las personas.

En consecuencia, fuera de la religión cristiana también hay salvación. Si admitimos que Jesucristo es Palabra que a todos ilumina, debemos reconocer que también hay verdad en los signos del tiempo y en otras religiones que no están incluidas en la religión cristiana. Según el Concilio, “la Iglesia católica no rechaza nada de lo que en estas religiones hay de santo y verdadero. Considera con sincero respeto los modos de obrar y de vivir, los preceptos y doctrinas que, por más que discrepen en mucho de lo que ella profesa y enseña, no pocas veces reflejan un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres”

Los cristianos confesamos que Jesucristo es el salvador y mediador universal. Revelación  de Dios “Abba”, presencia  de amor que se autocomunica, y humanidad que libre y totalmente se abre  a esa presencia. Es la verdad y el camino de vida para todos. En primer lugar para la misma comunidad cristiana que todavía está en proceso de conversión; también para todos los seres humanos incluidos los que practican una religión. Así en el diálogo interreligioso se descarta cualquier imperialismo de la religión cristiana sobre las demás religiones.

Pero no todas las religiones son iguales. La religión cristiana tiene su propia identidad: la encarnación; ser signo, proclamar a Jesucristo verdad y camino para todos. Pero desde la fe o experiencia cristiana tampoco todas las religiones son iguales. El criterio de valoración es la conducta de Jesús: intimidad con Dios que es amor, compromiso apasionado por construir el reinado de Dios o fraternidad sin discriminaciones, compasión eficaz por incluir en la masa común a los pobres y excluidos. Un criterio para juzgar la verdad de todas las religiones, incluida la religión cristiana.

En esta visión cabe plantear el interrogante. Mientras caminamos en el tiempo ¿la pluralidad de religiones no será normal? Más que la lógica de imposición, debe funcionar el diálogo donde va emergiendo la verdad que seduce. En la pluralidad se dará la unión si las religiones, más que por el afán de auto-preservación y superioridad  sobre los otros,  por el compromiso  en construir una sociedad fraterna donde  “la  misericordia y  la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besen”.

3. El diálogo con el Islam

IMG_3227El diálogo del cristianismo con el judaísmo debe ser normal: Jesucristo fue un judío, y en la línea de los profetas, Jesús, siendo Evangelio viviente, asumió y perfeccionó el núcleo central de la revelación bíblica. Pero el diálogo del cristianismo con los musulmanes parece más difícil. No solo porque las dos religiones tienen pretensión de universalidad, sino también porque, vinculadas a distinta civilización, han vivido una historia de conflictos y exclusión mutua.

El diálogo es necesario y urgente. Lo recomendó el Vaticano II: “La Iglesia mira también con aprecio a los musulmanes que adoran al único Dios, viviente y subsistente, misericordioso y todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, que habló a los hombres, a cuyos ocultos designios procuran someterse con toda el alma como se sometió a Dios Abraham, a quien la fe islámica mira con complacencia”

Además, está la realidad social de un mundo interrelacionado. El islamismo es profesado por millones de personas. Los fenómenos de la migración y mundialización hacen que cristianos y musulmanes convivamos en la misma región.

La dificultad de fondo. El islamismo acentúa la absoluta trascendencia de Alá y la sumisión total de los seres humanos. Puede ser una llamada de atención para cristianos que, arrastrado por el proceso de secularización soslayan o deja de lado nuestra condición de criaturas fundamentadas por la presencia benevolente del Creador. Para esa fe musulmana, no acepta la encarnación en que se cifra a singularidad de la religión cristiana.

Pero la mayor dificultad para el diálogo está en la forma de entender la revelación.  La Biblia es Palabra de Dios en palabra de hombre; por tanto, dentro de una situación y de una cultura que cambian y exigen nueva interpretación. En cambio el Corán, dictado directamente por el ángel Gabriel, es palabra de Dios que no puede cambiar ni recibir nuevas interpretaciones, aunque cambien los tiempos y las culturas. Como el Corán es un tratado no solo de religión sino de organización política y económica, se ve  la dificultad de su vigencia en el mundo moderno marcado por la secularización o independencia de la sociedad respecto a la tutela religiosa.

Entablar el diálogo. A nada bueno lleva el enfrentamiento. Todo lo que digamos sobre ese misterio que llamamos Dios no es indiferente pero sí deficiente. Por otro lado, la verdad no se impone más que por la fuerza de la misma verdad que seduce y penetra suavemente en las almas.

En el Evangelio la misericordia es el imperativo principal. Y  el Corán comienza: “En el nombre de Alá misericordioso y compasivo”. Esa experiencia mística común puede ser el clima para el diálogo sin caer en fundamentalismo fanático.

Budismo, Cristianismo (Iglesias), Espiritualidad, General, Hinduísmo, Islam, Judaísmo , , , , , ,

“En el realismo de la encarnación, alma y cuerpo no son separables. No son dos cosas, sino dos principios de una sola totalidad”, por Jesús Espeja.

Martes, 5 de marzo de 2024
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Encarnacion_2636746315_16910065_660x371El Evangelio en una sociedad laica y en la ambigüedad del mundo (III)

“Se dice que los cristianos debemos “estar en el mundo sin ser del mundo”. Luego la  fe o experiencia cristiana de que Jesucristo es camino de salvación para todos, implica vivir como parte de la familia humana participando en sus logros y fracasos”

“No responde a la fe cristiana una doctrina o una práctica que, como exigencia de lo divino, anule o reprima lo verdaderamente humano. El sobrenaturalismo desentendido de los procesos humanos nada tiene que ver con el evangelio de la encarnación”

“Es necesario discernir en los signos del tiempo la llamada del Espíritu. En lo que sucede cada día continúa la encarnación, presencia de lo divino en lo humano”

 III. En la ambigüedad del mundo

“Tiene pues, ante sí la Iglesia al mundo, esto es, la entera familia humana con el conjunto universal de las realidades entre las que ésta vive; el mundo, teatro de la historia humana, con sus afanes, fracasos y victorias; el mundo, que los cristianos creen fundado y conservado por el amor del Creador, esclavizado bajo la servidumbre del pecado, pero liberado por Cristo, crucificado y resucitado, roto el poder del demonio, para que el mundo se transforme según el propósito divino y llegue a su consumación” (Vaticano II)

Se dice que los cristianos debemos “estar en el mundo sin ser del mundo”. Luego la  fe o experiencia cristiana de que Jesucristo es camino de salvación para todos, implica vivir como parte de la familia humana participando en sus logros y fracasos. Pero al mismo tiempo hay un lado sombrío en el mundo que se opone al Evangelio, buena noticia de salvación para todos ¿Cómo vivir ahí la fe cristiana?

1.  La mirada del Concilio sobre el mundo

Cuando se celebró el Vaticano II, 1962-1965 en la comunidad cristiana latina prevalecía una visión negativa del mundo. Se le consideraba enemigo del alma como el demonio y la carne. La huida de este mundo era imprescindible para la espiritualidad.

En el Concilio esa visión prevalentemente negativa pasó a segundo plano, y prevaleció la mirada positiva. El mundo sigue “acompañado por el amor del Creador y aunque todavía  sufre la servidumbre del pecado, está siendo liberado por Cristo”.

El mundo posee bienes, realiza tareas, expresa pensamientos y artes: merece alabanza en su ser, en su evolución, en su propio reino aún no bautizado. Sus logros y fracasos son también de la Iglesia. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en el corazón de los cristianos.

2.Algunas implicaciones de la nueva mirada

  Si creemos de verdad en la encarnación continuada o Presencia de amor que  habita en todas las personas, en  las realidades creadas y en todo lo que acontece, no hay espacio para un mundo profano, aunque sí para un mundo profanado por el egoísmo de  los humanos.

No responde a la fe cristiana una doctrina o una práctica que, como exigencia de lo divino, anule o reprima lo verdaderamente humano. El sobrenaturalismo desentendido de los procesos humanos nada tiene que ver con el evangelio de la encarnación.

Hay que superar el dualismo maniqueo que se opone frontalmente a la fe o experiencia cristiana en la encarnación.

Las realidades creadas tienen su propia consistencia. Deben ser gestionadas por los humanos respetando sus leyes y sus finalidades.

No hay acciones espirituales y acciones materiales. Solo hay acciones motivadas por el amor solidario y acciones motivadas por el egoísmo.

En el realismo de la encarnación, alma y cuerpo no son separables. No son dos cosas, sino dos principios de una sola totalidad.

En las liberaciones parciales de la humanidad dentro de la historia ya se está fraguando la liberación definitiva y plena realización de la humanidad.

Es necesario discernir en los signos del tiempo la llamada del Espíritu. En lo que sucede cada día continúa la encarnación, presencia de lo divino en lo humano. En nuestra sociedad hoy se multiplican los nuevos signos

3. “No os acomodéis al mundo”

Al escuchar que “fuera del mundo no hay salvación”, alguno puede concluir indebidamente que todo lo que hay en el mundo es bueno y verdadero. Pero es manifiesto el lado sombrío del mundo.

  Dios es amor que continuamente se está dando; pero el ser humano puede cerrarse a esa Presencia de amor. El evangelista San Juan celebra el amor de Dios a este mundo en la encarnación del Hijo. Pero también constata que hay en el mundo “concupiscencia de la carne, codicia de los ojos, y soberbia de la vida”. Por eso, en vísperas de su muerte pide por sus discípulos: que estén en el mundo sin ser del mundo; que no salgan del mundo pero que vivan libres del mal.

La “huida del mundo” sigue siendo necesaria como exigencia de la espiritualidad cristiana. Sobre todo en una sociedad de bienestar como la nuestra, donde amenaza la tentación de claudicar y convertir el cristianismo en una religión aburguesada, olvidando esa exigencia. Pero ¿cómo interpretar esa “fuga mundi” en la nueva visión conciliar del mundo?

No vale ya una huida de todo lo que sucede  en el mundo y en cuyo entramado está teniendo lugar la presencia  salvadora de Dios y la liberación de los seres humanos. La comunidad cristiana es parte de la familia humana con todas las realidades entre las que vive. Jesús de Nazaret, singular místico, fue contemplativo dentro del mundo, en los conflictos de aquella sociedad judía y comprometiendo su vida hasta la muerte en aras de la paz y de fraternidad entre todos.

  Siguiendo la conducta de Jesús, ¿cómo debemos interpretar y practicar hoy la necesaria huida del mundo para que sea expresión de la espiritualidad cristiana?  Sintiéndonos parte de la sociedad secular, siendo solidarios en los éxitos y fracasos de nuestros conciudadanos; escuchando los latidos, inquietudes y anhelos del corazón humano. Pero sin arrodillarnos ante los ídolos o falsos absolutos que una y otra vez esclavizan a la humanidad.

“No os acomodéis a este mundo”, dice San Pablo a los cristianos de Roma, una sociedad próspera con muchas falsas divinidades. Y añade: “antes bien transformaos mediante la renovación de vuestra mente”, fijos en Jesús iniciador y consumador de la fe o experiencia cristiana.

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“El Evangelio en una sociedad laica: Oportunidad del tema”, por Jesús Espeja.

Sábado, 2 de marzo de 2024
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Dios-hombre_2636146363_16905658_660x371De su blog la Iglesia se hace diálogo:

“En Cristo, humanización de Dios y divinización de la humanidad”

“La lectura e interpretación de los evangelios desde las nuevas situaciones y signos del tiempo es condición imprescindible para que la Palabra de Dios que es Jesucristo sea vida y alimento para los creyentes”

“Según la fe cristiana, en el acontecimiento Jesucristo ha tenido lugar de modo único y definitivo la encarnación: humanización de Dios y divinización de la humanidad”

I. Oportunidad del tema 

1. En la fe o experiencia cristiana Jesucristo es el Evangelio viviente: la encarnación de Dios invocado como “Abba, en la humanidad seducida  y transformada  por esa Presencia de amor. Es lo que ahora llaman “primer anuncio”, pero que ya en 2013  el papa Francisco llamó “anuncio fundamental”.

    Este único Evangelio, vivido en las primeras comunidades cristianas dentro  de   distintas situaciones culturales, es el origen y la entraña de los cuatro evangelios reconocidos y proclamados  en la Iglesia. La lectura e interpretación de esos evangelios desde las nuevas situaciones y signos del tiempo es condición imprescindible para que la Palabra de Dios que es Jesucristo sea vida y alimento para los creyentes.

2. Es manifiesto el cambio cultural en nuestro mundo en la modernidad. Ciñéndonos a la sociedad española, estamos viendo cómo ya no es sostenible un consorcio de la Iglesia  con el poder político ni una presencia de la misma reconocida como religión oficial del Estado. Sencillamente porque nuestra sociedad es laica:  los ciudadanos quieren ser ellos mismos y decidir por su cuenta sin imposiciones foráneas incluidas las religiosas.

      El Vaticano II trató de actualizar el Evangelio leyendo los nuevos signos de la sociedad moderna y esa lectura quedó en los documentos conciliares. Pero la recepción  de esa  versión  del Evangelio dada por el Concilio no está siendo fácil en la misma comunidad cristiana dentro de una sociedad que se libera de la tutela religiosa pero no encuentra referencia firme de sentido.

    3. En esta situación de la sociedad española y escuchando la actualización del Evangelio que diseñó el Concilio, han sido elaboradas las reflexiones sobre algunos temas  fundamentales que irán saliendo en Religión Digital el miércoles de la semana. Son resumen y anticipo de un texto que próximamente verá la  luz  en la editorial San Esteban-Edibesa.

 II. En el dinamismo de la encarnación

“En Jesucristo la naturaleza humana asumida, no absorbida, ha sido elevada también en nosotros la dignidad sin igual El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre” (Vaticano II)

1. La humanización de Dios, Presencia de amor en el corazón y en la historia de la humanidad, es la singularidad de la religión cristiana. Nadie ha visto a Dios, todo lo que digamos sobre ese misterio es deficiente. Como un rayo de luz y nueva noticia, San Juan confiesa la fe o experiencia de la comunidad cristiana “Dios es amor”.

Y aquí está la novedad inaudita: ese Dios, que es amor, “se hace carne”; está  presente y activo en la condición humana. Tomás de Aquino escribió: “La religión cristiana se funda en la fe en la encarnación”. En la conducta histórica de Jesús hemos percibido esa Presencia que está dando a la humanidad consistencia e impulso para que llegue a su plena realización

   2. Según la fe cristiana, en el acontecimiento Jesucristo ha tenido lugar de modo único y definitivo la encarnación: humanización de Dios y divinización de la humanidad. Y esa encarnación continúa de algún modo a lo largo de la historia: el Hijo de Dios en la encarnación se ha unido, en cierto modo, a todo ser humano con todas las realidades entre las que vive.

   3. Si la encarnación continúa, Dios, Presencia de amor, “a todos y a todo da vida y aliento”. Lo intuye bien el creyente bíblico en el Libro de la Sabiduría: “Tu, Señor, amas a todos los seres y no aborreces nada de lo que has hecho; si hubieses odiado alguna cosa, no la habrías creado ¿y cono subsistirían las cosas si tu no las hubieses querido? ¿cómo conservarían su existencia si tu no las hubieses llamado?”

De ahí nuestra conducta ética en la relación con todas las realidades creadas; tienen algo de sagrado que suscita respeto y al mismo tiempo cuidado.

           Y esa Presencia también se está dando en todos los acontecimientos; no es verdad que todo lo que sucede sea conforme a esa Presencia de amor, pero todo sucede en esa Presencia.

         La persona humana está siendo especial y continuamente creada y sostenida por esa presencia de amor. Ahí están el fundamento, la consistencia y la valía del “yo”. Puede   tener confianza en la propia vida. Y también valorar la vida, dignidad y derechos humanos de todas las personas que tienen algo de divino.

En un mundo alborotado y ensombrecido por la inequidad y violencia sobran profetas que anuncian calamidades en el futuro. Nuestro mundo con su historia está habitado por esa Presencia de amor y su final  no  ha de ser la catástrofe, sino será acompañado por esa Presencia  que llamamos gracia.

      La encarnación continuada es la clave para el enfoque y  comprensión de los temas siguientes

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“El Evangelio en una sociedad laica (I)”, por Jesús Espeja.

Viernes, 1 de marzo de 2024
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IMG_2931De su blog La Iglesia se hace diálogo:

“Una sociedad laica es un pueblo donde las personas quieren ser ellas mismas y decidir por su cuenta, sin imposiciones foráneas sean políticas o religiosas”

“Nada tiene que ver con el laicismo que niega el derecho de las personas a practicar una religión ni con el fundamentalismo religioso que pretende imponer una religión a todos ciudadanos”

“En sociedades como la española donde por mucho tiempo se impuso una sola religión, el cambio de mentalidad es urgente pero no se hace de la noche a la mañana. Para ese cambio pueden ser algunos criterios formulados en el Vaticano II”

“Será lamentable que las nuevas generaciones de cristianos olviden la intención y la orientación renovadoras del Vaticano II que siguen siendo clave para la reforma que hoy necesita la Iglesia”

La palabra griega “laos” significa pueblo. Una sociedad laica es un pueblo donde las personas quieren ser ellas mismas y decidir por su cuenta, sin imposiciones foráneas sean políticas o religiosas. Nada tiene que ver con el laicismo que niega el derecho de las personas a practicar una religión ni con el fundamentalismo religioso que pretende imponer una religión a todos ciudadanos.

En sociedades como la española donde por mucho tiempo se impuso una sola religión, el cambio de mentalidad es urgente pero no se hace de la noche a la mañana. Para ese cambio pueden ser algunos criterios formulados en el Vaticano II.

 1. Es verdad que el Concilio tuvo sus limitaciones. Se celebró a mediados del siglo pasado, en diálogo con una etapa de la modernidad que ya estaba cayendo. Además los obispos y teólogos más influyentes eran europeos y su preocupación primera no fue responder al justo clamor de los pobres por su liberación, sino presentar de modo creíble la fe cristiana para una sociedad en rápido proceso de secularización.

Pero hay en los documentos conciliares algunos principios de la fe o experiencia cristiana que siguen teniendo actualidad en una sociedad cada vez más emancipada de la tutela religiosa, en nuestro caso de la religión católica. Y será lamentable que las nuevas generaciones de cristianos olviden la intención y la orientación renovadoras del Vaticano II que siguen siendo clave para la reforma que hoy necesita la Iglesia.

2. La fe cristiana no se reduce a creencias.  Es más bien apertura libre y total de las personas a la comunicación de Dios que se está dando como fuente  de vida. Y como esa revelación de Dios tiene lugar en una sociedad cambiante, la comunidad de fe que llamamos Iglesia, ya lo decía San Bernardo, tiene dos ojos: mira atrás y mira adelante. La única forma  de mantener la tradición viva sin caer en tradicionalismos, es una Iglesia “en salida”, sensible a lo nuevo que quiere nacer.

La reflexión teológica se mueve en el interior de la fe: luego para ser auténtica, tiene que ser también una teología “en salida; con una dimensión hermenéutica o interpretativa de las fe cristiana  en las nuevas situaciones culturales que se vayan presentando. A esa perspectiva responde una sección hace meses abierta en Religión Digital. Y en esta sección van las reflexiones desde algunos imperativos fundamentales del Concilio y leyendo signos de nuestro tiempo. Irán saliendo  los miérdoles de las siguientes semanas.

Gracias a quienes se dignen leer estas reflexiones y las amplíen con sus comentarios

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Tesoros escondidos en las vidas LGBTQ+ ​

Martes, 1 de agosto de 2023
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B96DFE6A-E6AE-40EC-B86B-437F427FD23BSor Luisa Derouen

La publicación de hoy es de la colaboradora invitada Sr. Luisa Derouen. La Hna. Luisa es una Hermana Dominica de la Paz que comenzó a ministrar entre la comunidad transgénero en 1999 y ha sido compañera espiritual formal e informal de unas 250 personas transgénero en todo el país. Ahora está semijubilada en St. Catharine Motherhouse en el centro de Kentucky.

Las lecturas litúrgicas de hoy para el Domingo 17 del Tiempo Ordinario se pueden encontrar aquí.

Desde que tengo memoria, la lectura del Evangelio de hoy, la parábola del tesoro en el campo, ha sido mi elección para proclamar el Evangelio en mi funeral. Ingresé a la comunidad religiosa de mis Hermanas Dominicas justo después de terminar la escuela secundaria en 1961. No ingresé a la vida religiosa por el ministerio o la comunidad. Entré porque había “encontrado” el tesoro que es Dios, y toda mi vida ha sido vender todo para poder alcanzar ese tesoro. Mi vida religiosa siempre ha sido un regalo atesorado y totalmente desatendido que nunca he dado por sentado, y que se vuelve más precioso a medida que me acerco a mi 62º año como hermana dominicana.

Las historias de escondites escondidos de objetos preciosos habrían sido muy familiares para aquellos que escucharon a Jesús describir el reino de Dios como un tesoro escondido. Habría tenido en mente un frasco de monedas o joyas. Palestina había sido invadida muchas veces a lo largo de los siglos debido a su posición entre Mesopotamia y Egipto, por lo que era común que la gente enterrara sus objetos de valor. El tesoro escondido era un tema favorito en su folclore, pero como solía ser el caso, Jesús no contó la historia con el obvio final feliz que la gente esperaba.

Estamos más acostumbrados a interpretar las imágenes del tesoro en el campo y la perla de gran precio como la exigencia que Jesús nos hace de que nos entreguemos por completo para reclamar el tesoro que es Dios. Sacrifícate primero, y luego serás recompensado. Pero sabemos que realmente no es así como funciona.

IMG_0135Lo más importante de esta parábola no es a qué renuncian los dos hipotéticos personajes, sino por qué lo hacen: por la sobrecogedora experiencia del esplendor de su descubrimiento. La experiencia de encontrar el tesoro y la perla los obligó a entregarse y venderlo todo.

Eso siempre me ha resonado profundamente porque cuando era un joven adolescente en la escuela pública, probé la bondad de Dios de una manera que ha estado operativa toda mi vida. Y desde entonces, en cuanto he podido, me he esforzado por pagar el precio del regalo exquisito del amor de Dios.

Me gustaría compartir dos breves comentarios sobre la lectura del evangelio de hoy con aquellos de ustedes que son el Cuerpo de Cristo LGBTQ+ en nuestra Iglesia hoy.

En primer lugar, si está leyendo esta reflexión sobre el Evangelio para el decimoséptimo domingo del tiempo ordinario, es probable que usted también haya encontrado el tesoro que es Dios, en formas que nunca podría haber planeado o preparado, y mucho menos ganado. Lamentablemente, muchos de ustedes pagan un alto precio por su respuesta fiel al tesoro que han encontrado: la elección de Dios de ustedes como Amado. A pesar de la forma en que a menudo te tratan en tu iglesia, permaneces fiel a Dios que mora en ti y te atrae a una relación cada vez más profunda.

La presencia de Dios es el tesoro escondido en el campo de tu propia vida. Su fidelidad a esa relación con Dios en la Iglesia Católica probablemente ha requerido de usted un alto precio que no es el deseo de Dios para usted. Continúas buscando y encontrando a Dios en una Iglesia que a menudo te malinterpreta o te rechaza rotundamente, pero continúas arando el campo y vendiendo todo por el tesoro que es Dios.

Segundo, el amor de Dios por ti y en ti significa que tú también eres un tesoro precioso. Eres la morada santa de Dios. Aunque nuestra Iglesia a menudo ha ignorado tu bondad y tus dones, permaneces fiel en formas desafiantes que muchos de nosotros nunca hemos experimentado.

Yo, y todos nosotros, necesitamos tus tesoros enterrados.

—Sr. Luisa Derouen, 30 de julio de 2023

Fuente New Ways Ministry

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“Un tesoro oculto”. 17 Tiempo ordinario – A (Mateo 13,44-52)

Domingo, 30 de julio de 2023
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40. A 17

No todos se entusiasmaban con el proyecto de Jesús. En bastantes surgían no pocas dudas e interrogantes. ¿Era razonable seguirle? ¿No era una locura? Son las preguntas de aquellos galileos y de todos los que se encuentran con Jesús en un nivel un poco profundo.

Jesús contó dos pequeñas parábolas para «seducir» a quienes permanecían indiferentes. Quería sembrar, en todos, un interrogante decisivo: ¿no habrá en la vida un «secreto» que todavía no hemos descubierto?

Todos entendieron la parábola de aquel labrador pobre que, mientras cavaba en una tierra que no era suya, encontró un tesoro escondido en alguna tinaja. No se lo pensó dos veces. Era la ocasión de su vida. No la podía desaprovechar. Vendió todo lo que tenía y, lleno de alegría, se hizo con el tesoro.

Lo mismo hizo un rico comerciante de perlas cuando descubrió una de valor incalculable. Nunca había visto algo semejante. Vendió todo lo que poseía y se hizo con la perla.

Las palabras de Jesús eran seductoras. ¿Será Dios así? ¿Será esto encontrarse con él? ¿Descubrir un «tesoro» más bello y atractivo, más sólido y verdadero que todo lo que nosotros estamos viviendo y disfrutando?

Jesús está comunicando su experiencia de Dios: lo que ha transformado por entero su vida. ¿Tendrá razón? ¿Será esto seguirle? ¿Encontrar lo esencial, tener la inmensa fortuna de hallar lo que el ser humano está anhelando desde siempre?

Entre nosotros, mucha gente está abandonando la religión sin haber saboreado a Dios. Les entiendo. Yo haría lo mismo. Si una persona no ha descubierto un poco la experiencia de Dios que vivía Jesús, la religión es un aburrimiento. No merece la pena.

Lo triste es encontrar a tantos cristianos cuyas vidas no están marcadas por la alegría, el asombro o la sorpresa de Dios. No lo han estado nunca. Viven encerrados en su religión, sin haber encontrado ningún «tesoro». Entre los seguidores de Jesús, cuidar la vida interior no es una cosa más. Es imprescindible para vivir abiertos a la sorpresa de Dios.

José Antonio Pagola

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” Vende todo lo que tiene y compra el campo”. Domingo 30 de julio de 2023. 17º domingo de tiempo ordinario.

Domingo, 30 de julio de 2023
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40-OrdinarioA17Leído en Koinonia:

1Reyes 3,5.7-12: Pediste discernimiento
Salmo responsorial: 118:  ¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!
Romanos 8,28-30:  Nos predestinó a ser imagen de su Hijo
Mateo 13,44-52: Vende todo lo que tiene y compra el campo

 La palabra de Dios siempre nos va a proponer motivos y razones para acrecentar nuestra inseguridad frente a la vida y frente al seguimiento, de una causa que creemos muy importante para los que nos llamamos cristianos: el Reino, la Utopía.

Las lecturas de hoy son un llamado al cambio de actitudes relativas de nuestras prácticas, muchas veces tan egoístas, a los valores profundos y absolutos que propone Jesús desde la propuesta del proyecto del Reino.

Hay que tener muy claro que la presentación de Salomón que hace el primer libro de los Reyes, pretende mostrar (bastante románticamente) lo que para el escritor sagrado representaba y significaba este rey “maravilloso” en la teoría, pero que en la práctica y por lo que consiguió en la historia del pueblo, no pasó a ser sino un rey más, que se aprovechó de su poder para explotar, esclavizar y manipular la conciencia débil del pueblo, y construir su reinado de gloria en la magnificencia literaria que se construyó en torno a su figura y su reinado.

Hay que saber diferenciar entre la estructura del reino que representa Salomón (la de la monarquía con sus estructuras económicas, políticas, militares y religiosas para manejar los hilos del poder) y la propuesta del Reino que presenta y enseña Jesús con sus palabras, pero sobre todo con su práctica de justicia y de igualdad.

Descubrir el mensaje que se revela por Jesús y su reinado, abre los horizontes hacia una nueva humanidad. Una vez que se ha descubierto el valor absoluto que tiene el Reino, es necesario tomar una posición, y frente a este descubrimiento ningún precio es demasiado alto, pues el Reino se convierte en el único valor absoluto para quien lo descubre.

El proyecto del «Reino de los cielos», según la expresión de Mateo, se convierte para muchas personas en una alegre pero exigente sorpresa, que en el caminar normal de la vida se produjo por medio de un encuentro afortunado que impregnó de una gran riqueza la existencia. Ese Reino trajo una exigencia, que genera al mismo tiempo inseguridad, pues se descubre que es necesario venderlo todo, despojarse de muchos «bienes» que atan, e ir al encuentro de la absoluta posesión del Reino, como su mayor riqueza. Quien ha descubierto desde su práctica concreta en la vida, los valores del Reino… encontró su mejor tesoro, la mejor perla que podía estar buscando extraviadamente en otros rincones.

Las dos parábolas iniciales (del tesoro escondido y de la perla) parece que se contrapusieran a la llamada e invitación de Jesús a dejar bienes y riquezas para seguirlo. Sin embargo nos enseñan las parábolas, que el Reino es la mayor riqueza para el seguidor de Jesús: Luego de sentir la llamada de Jesús y de descubrir el Reino, el camino se debe seguir con alegría, porque se ha encontrado todo.

En estas dos parábolas, el Reino es la realidad que supera a nuestro egoísmo. Dejar las certezas inseguras del hoy, por la certeza mayor, abre los caminos para que venta a nosotros el reinado de Dios, el Buen Vivir, el mayor Bien (Ubi bonum, ibi Regnum), la transformación radical de nuestro mundo, con sus tantas y tantas estructuras injustas.

Para el seguidor de Jesús es necesario romper los esquemas de muchas estructuras que deshumanizan. Personas que esperan un cambio sin ponerse en búsqueda, pero se atan a su herencia legalista, que no les permite salir a encontrar nuevas posibilidades para su existencia o para la existencia de los demás. Estas parábolas se refieren a otras personas, que encuentran un sentido que creían perdido para sus vidas y se arriesgan al cambio y a la novedad, y se ponen en marcha hacia proyectos alternativos de hermandad solidaria entre los seres humanos.

Jesús concluye esta enseñanza preguntando si han entendido todo lo dicho por medio de la palabra, que había estado escondida, pero que ahora no deja de salir a la luz. Y presenta el modelo ideal del discípulo, capaz de entender el mensaje del Reino y sacar oportunamente lo viejo y lo nuevo del mensaje que ha recibido. La novedad del Reino viene por medio de la palabra, acumulada en la historia del propio pueblo por medio de sus valores, la cultura, el proyecto original en torno al cual se dio origen a Israel como pueblo, sus luchas y procesos en búsqueda de la justicia y su interpretación de la historia desde un Dios liberador, con su opción por los pobres. Esta oferta del Reino que propone Jesús es una realidad que quiere hombres y mujeres capaces de incorporar los propios valores del Reino a las nuevas realidades que Jesús puso en marcha a partir del anuncio y la práctica del Reino. Leer más…

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30.7.23. Dom 17 TO. Tesoro, perla, red… Invitación a las parábolas (Mt 13, 44-53).

Domingo, 30 de julio de 2023
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614-bKjO87L._SX329_BO1,204,203,200_Del blog de Xabier Pikaza:

Este evangelio ha recogido dos parábolas fulgurantes de Jesús (perla y tesoro (13, 44-46) con una alegoría escatológica (red barrerera:13, 46-50) y una reflexión  sobre el buen escriba-maestro que vincula sabiamente lo antiguo con lo nuevo, 13,51-52), como he puesto de relieve en comentario a Mateo.  

La postal que sigue es una “invitación a las parábolas”: Ir más allá de un evangelio manipulado, volver de un modo personal,  agradecido, emocionado, al fulgor de las parábolas de Jesús.

¿Tenemos miedo a las parábolas?  Nos asusta el tesoro, la perla ¿Qué hacemos? Preferimos la vulgar mediocridad. Nos da miedo el riesgo: No queremos vender todo para vivir de/con el tesoro. ¿No creemos en el reino y por eso camuflamos y las embellecemos falsamente las parábolas para no cumplirlas?.
(Cf. Historia de Jesús, VD, Estella 2013).‒ En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: “El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.‒ El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra (Mt 13,44-46).A los pobres de Galilea les hablaba Jesús de un inmenso tesoro escondido en el campo de su vida, de una perla preciosa, de más valor que todo lo que ellos podían imaginar. Hablaba Jesús a los pobres, que nada tenían, y les ofrece un tesoro una perla más preciosa.

Entendido así, el Reino de Dios no es pobreza, ni es sacrificio, sino la más alta riqueza, mayor que todos los tesoros de los reyes y que todas las perlas de los comerciantes. Hay algo mayor, un don, algo que todos pueden encontrar y adquirirlo. Ellos que no tienen nada pueden encontrar y encuentran (reciben por Jesús) el Tesoro del Reino, la Perla del Rey

Estas dos parábolas (tesoro, perla) nos sitúan ante la máxima riqueza; pero ellas exigen, el mismo tiempo, el mayor desprendimiento: hay que dejarlo (venderlo), jugárselo todo para alcanzar el tesoro, para obtener la perla. Estas parábolas no pueden entenderse en sentido moralista, pues rompen la lógica del mundo:

‒ ¿Es justo engañar al dueño del campo, no decirlo que tiene un tesoro y comprarla la tierra por un poco de dinero?
‒ ¿Es razonable venderlo todo para comprar la perla…? ¿De qué vivirá la familia del comerciante en perlas si se arruina al comprar la perla más valiosa.El evangelio no responde a esas ni a otras preguntas que hagamos, sino que nos invita a romper las redes de un  pensamiento instrumental/interesado y egoísta, centrado en el negocio… para soñar en lo más alto, para pensar en lo más hondo, para comprometernos a descubrir y cultivar nuestro tesoro, la perla de la vida.2. EVANGELISTA, HOMBRE DE IGLESIA (MT 13, 47-50). UNA MORAL DE JUICIO 

 El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.

El Reino se parece a una red… Ésta no es ya una parábola, sino una alegoría, que nos sitúa ante un tipo de moral ordinaria de juicio, según la cual Dios condena a los flacos (los peces pequeños, expulsados de nuevo) y salva a los “gordos y ricos”, en una línea de justicia conmutativa… Dios recibe en su reino a los “peces gordos”…, Dios echa nuevamente  al mar a los peces flacos y malos…

Ciertamente, en un sentido, esa moral de justicia es buena, responde a la división de los hombres (peces buenos, peces malos; obras buenas, obras malas…). Pero, en sí misma, esa alegoría no responde al mensaje de Jesús que viene a salvar precisamente a los pecadores y excluidos (a los flacos y pecadores) , como puso de relieve Pablo.

Esta alegoría  de la pesca…. es una advertencia moral de la Iglesia posterior, no una parábola de Jesús, que ha venido a salvar precisamente a los “peces flacos”.

Ciertamente, esta alegoría tiene cierto valor… pues nos invita a descubrir lo que somos, para transformarnos y así convertirnos en peces buenos… Pero es una alegoría de prudencia “humana”, no de enseñanza salvadora de Jesús, que se expresa en las dos parábolas anteriores paradójicas y sorprendentes (del tesoro y de la perla).

Por otra parte, esa separación de peces gordos y flacos separación no se puede hacer en este mundo, como sabía la parábola de la cizaña (¡no cortéis en este mundo la cizaña…!). Además, las redes de Dios son distintas a las redes de este mundo… y Jesús ha muerto para salvar a todos.
3. APLICACIÓN FINAL, UNA “BUENA TEOLOGÍA”: EL BUEN ESCRIBA

¿Entendéis bien todo esto?” Ellos le contestaron: “Sí.” Él les dijo: “Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo. (Mt 13, 51-52)

Jesús pregunta a sus discípulos si entienden. Ellos le dicen que sí y luego se presenta como un “escriba sabio” que mezcla lo antiguo y lo nuevo… El mensaje de Israel y las palabras de Jesús... Ese escriba bueno y sabio que mezcla lo antiguo y lo nuevo está actuando en la elección de los textos anteriores, y en su vinculación.

– Mt 13, 44-46 es mensaje nuevo, es parábola de Jesús, es don de Dios que se ofrece a todos, como perla, como tesoro…
– Mt 13, 47-50 forma parte del discurso moral y apocalíptico del judaísmo del tiempo de Jesús, sino advertencia moral de la igleisa. En sentido estricto no es evangelio.

– Mt 13, 51-52. Es invitación al buen magisterio, que recoge e integra lo antigua con lo nuevo. Pero el buen maestro (el buen escriba) tiene que recuperar también eso e integrarlo en el mensaje de Jesús… 

Mateo no quiere ser infiel a Jesús y a los pobres hombres mezquinos que somos, y por esotiene que vincular el fulgor de las parábolas de Jesús con un tipo de ley judía (que se expresa en la alegoría de la red), para que así el “buen judaísmo” (de los peces gordos, religiosos) pueda entrar en la novedad de las parábolas de Jesús. Leer más…

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Parábolas para tiempo de crisis (III). DOMINGO 17. CICLO A

Domingo, 30 de julio de 2023
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Jesus_Mafa_Hidden_Treasure_Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

En los dos domingos anteriores, el discurso en parábolas ha respondido a tres preguntas que se hacía la antigua comunidad cristiana y que nos seguimos planteando nosotros:

1) ¿Por qué no aceptan todos el mensaje de Jesús? (parábola del sembrador).

2) ¿Qué hacer con quienes no lo aceptan? (el trigo y la cizaña).

3) ¿Tiene futuro esta comunidad tan pequeña? (el grano de mostaza y la levadura)

Quedan todavía otras dos preguntas por plantear y responder. 

¿Vale la pena?

La pregunta que puede seguir rondando en la cabeza de los segui­dores de Jesús es si todo esto vale la pena. A la pregunta responden dos parábolas muy breves, aparentemente idénticas en el desarrollo y con gran parecido en las imágenes. Por eso se las conoce como las parábolas del tesoro y la perla. Lo que ocurre en ambos casos es lo siguiente:

  1. a) El protagonista descubre algo de enorme valor.
  2. b) Con tal de conseguirlo, vende todo lo que tiene.
  3. c) Compra el objeto deseado.

Sin embargo, hay curiosas diferencias entre las dos parábolas, empezando por los protagonistas.

El suertudo y el concienzudo

El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.

El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.

El protagonista de la primera es un hombre con suerte. Mientras camina por el campo, encuentra un tesoro. Su primera reacción no es llevarlo a la oficina de objetos perdidos (que entonces no existe) ni poner un anuncio en el periódico (que tampoco existe). Ante todo, lo esconde. Repuesto de la sorpresa, se llena de alegría y decide apropiarse del tesoro, pero legalmente. La única solución es comprar el campo. Es grande y caro. No importa. Vende todo lo que tiene y lo compra.

El protagonista de la segunda parábola es muy distinto. No pierde el tiempo paseando por el campo. Es un comerciante concienzudo que va en busca de perlas de gran valor. Por desgracia, la traducción litúrgica ignora este aspecto: en vez de “El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas”, debería decir “a un comerciante en busca de perlas finas”. No la encuentra por casualidad, va tras ella con ahínco. Como buen comerciante, calculador y frío, no salta de alegría cuando la encuentra, igual que el protagonista de la primera parábola. Pero hace lo mismo: vende todo lo que tiene para comprarla.

La perla y el comerciante

Otra diferencia curiosa es que la primera parábola compara el Reino de los Cielos con un tesoro, pero la segunda no lo compara con una perla preciosa, sino con un comerciante. Este detalle ofrece una pista para interpretar las dos parábolas.

Ni bonos basura ni timo de la estampita

No olvidemos que estas parábolas se dirigen a una comunidad que sufre una crisis profunda y se pregunta si ser cristiano tiene valor. En términos modernos: ¿me han vendido bonos basura o me han dado el timo de la estampita? La respuesta pretende revivir la experiencia primitiva, cuando cada cual decidió seguir a Jesús. Unos entraron en contacto con la comunidad de forma puramente casual, y descubrieron en ella un tesoro por el que merecía la pena renunciar a todo. Otros descubrieron la comunidad tras años de inquietud religiosa y búsqueda intensa, como ocurrió a numerosos paganos en contacto previo con el judaísmo; también éstos debieron renunciar y vender para adquirir.

Las parábolas, aparte de infundir ilusión, animan también a un examen de conciencia. ¿Sigue siendo para mí la fe en Jesús y la comunidad cristiana un tesoro inapreciable o se ha convertido en un objeto inútil y polvoriento que conservo sólo por rutina?

Al mismo tiempo, nos enseñan algo muy importan­te: es el cristiano, con su actitud, quien revela a los demás el valor supremo del Reino. Si no se llena de alegría al descubrir­lo, si no renuncia a todo por conseguirlo, no hará perceptible su valor. Estas parábo­las parecen decir: «Cuando te pregunten si ser cristiano vale la pena, no sueltes un discurso; demuestra con tu actitud que vale la pena».

¿Qué ocurrirá a quienes aceptan el reino, pero no viven de acuerdo con sus ideales?

A esta última pregunta responde la parábola de la red lanzada al mar.

El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.

No queda claro si se habla de toda la humanidad, donde hay buenos y malos, o de la comunidad cristiana, donde puede ocurrir lo mismo. Ya que el tema del juicio universal se ha tratado a propósito del trigo y la cizaña, parece más probable que se refiera al problema interno de la comunidad cristiana. Interpretada de este modo, empalmaría muy bien con las dos anteriores. Hay gente dentro de la comunidad que no vive de acuerdo con los valores del evangelio, que no mantiene esa experiencia de haber descubierto un tesoro o una perla. ¿Qué ocurrirá con ellos? La respuesta es muy dura («a los malos los echarán al horno encendido») pero convie­ne completarla con la última parábola del evangelio de Mateo, la del Juicio final (Mt 25,31-46), donde queda claro cuáles son los peces buenos y cuáles los malos. Los buenos son quienes, sabiéndolo o no, dan de comer al hambriento, de beber al sediento, visten al desnudo, hospedan al que no tiene techo… Los que ayudan al necesitado, aunque ni siquiera intuyan que dentro de ellos está el mismo Jesús.

Conclusión

¿Entendéis bien todo esto?»

Ellos le contestaron:

― Sí.

Él les dijo:

― Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.

Mateo termina las siete parábolas comparando al predicador del evangelio con un padre de familia. Parece un nuevo enigma, esta vez sin explicación. En sentido inmediato, el escriba que entiende del reinado de Dios es Jesús. Para exponer su mensaje ha usado cosas nuevas y viejas. Del baúl de sus recuerdos ha sacado cosas antiguas: alguna alusión al Antiguo Testamento, la técnica parabólica y el lenguaje imaginati­vo de los profetas. Pero la mayor parte consta de cosas nuevas, fruto de su experiencia y de su capacidad de observación: la vida del campesino, del ama de casa, del pescador, del comerciante, de la gente que lo rodea, le sirven para exponer con interés su mensaje. Por eso, la comparación final es también una invitación a los discípulos y a los predicadores del evangelio a ser creativos, a renovar su lenguaje, a no repetir meramente lo aprendido.

La primera lectura

La primera lectura nos invita a pedir a Dios esta sabiduría, igual que Salomón se la pidió para gobernar a su pueblo.

En aquellos días, el Señor se apareció en sueños a Salomón y le dijo:

― Pídeme lo que quieras.

Respondió Salomón:

― Señor, Dios mío, tú has hecho que tu siervo suceda a David, mi padre, en el trono, aunque yo soy un muchacho y no sé desenvolverme. Tu siervo se encuentra en medio de tu pueblo, un pueblo inmenso, incontable, innumerable. Da a tu siervo un corazón dócil para gobernar a tu pueblo, para discernir el mal del bien, pues, ¿quién sería capaz de gobernar a este pueblo tan numeroso?

Al Señor le agradó que Salomón hubiera pedido aquello, y Dios le dijo:

― Por haber pedido esto y no haber pedido para ti vida larga ni riquezas ni la vida de tus enemigos, sino que pediste discernimiento para escuchar y gobernar, te cumplo tu petición: te doy un corazón sabio e inteligente, como no lo ha habido antes ni lo habrá después de ti.

Reflexión final

            El discurso en parábolas nos ha ocupado tres domingos. Su problemática es tan actual e interesante que ha merecido la pena. Dada la situación actual de la iglesia, quizá su mayor mensaje es el de esperanza y entusiasmo. Seguir a Jesús merece la pena y tiene futuro, con tal de renunciar a ser cedro del Líbano y contentarnos con ser árbol de mostaza. Aunque pequeña, como la levadura, la comunidad cristiana siempre podrá hacer el bien a los pájaros del cielo, aunque no se queden a anidar en sus ramas.

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30 de Julio. Tiempo Ordinario. Domingo XVII. Ciclo A

Domingo, 30 de julio de 2023
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TO-D-XVII

 

 

“El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas, que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.”

(Mt 13, 44-52)

Y este domingo también tenemos varias parábolas. Jesús quiere darnos a conocer el Reino. Busca, incansable, numerosos ejemplos. Comparaciones. Muchas imágenes. Para que podamos comprenderlo.

Dos de las parábolas de hoy: la del tesoro y la de la perla, nos hablan del valor del Reino. Descubrir el Reino, descubrir el Rostro de Dios que Jesús vino a mostrarnos es una suerte. Una inmensa alegría.

Algo por lo que vale la pena vender todo lo demás. Quizá durante demasiado tiempo en la Iglesia le hemos dado mucho protagonismo a la renuncia. Al sacrificio. Pero el Reino de Dios, el mensaje de Jesús no es cuestión de renuncia. Es cuestión de elección.

Cuando elegimos algo en la vida es porque lo deseamos, porque nos gusta. Nos parece valioso. Elegimos una carrera, un oficio, un lugar donde vivir. Y también cosas más pequeñas: un móvil, un pantalón o un plato de comida.

Nuestra vida está llena de elecciones y cada elección implica un esfuerzo y también una renuncia.

Cada elección que hacemos, por pequeña que sea, nos hace ejercitar nuestra libertad. Nos obliga a decidir.

No conozco a nadie que haya comprado algo que le hiciera ilusión (un teléfono, un coche…) que salga triste de la tienda pensando que solo se ha podido comprar uno y ha tenido que dejar los demás.

Sin embargo mucha gente te mira con condescendencia cuando haces una opción de vida por el Reino, como es ser monja. Y te preguntan: “¿no te da pena no poder…?”

¡No!, no me da pena. He hecho una elección. He elegido aquello que pienso que puede llenar plenamente mi vida. ¡Cierto! dejo muchas cosas, muchas otras posibilidades, el concesionario se queda lleno de coches cuando compramos uno. Pero lo que he elegido me llena de alegría. Si tuviera que llevarme todos los coches del mercado sería absurdo y agobiante. Me quedo con uno y lo disfruto, lo cuido y se lo enseño con alegría a todo el mundo.

Y con el Reino de Dios es aun mejor porque no pierde valor al salir del concesionario, no contamina y no se estropea. Tiene garantía indefinida.

Oración

Trinidad Santa, danos la alegría y el convencimiento de quien ha hecho una elección libre y decidida por tu Reino.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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La incapacidad de descubrir la cizaña en nosotros impide que la aceptemos en los demás.

Domingo, 30 de julio de 2023
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Mt 13, 24-43

La parábola de la cizaña es una de las siete que Mateo narra en el capítulo 13. Como decíamos el domingo pasado, se trata de un contexto artificial. Como todas las parábolas se trata de un relato anodino e inofensivo por sí mismo, pero puede llevarnos a una reflexión muy seria sobre la manera que tenemos de catalogar a las personas como buenos y malos. Mal entendida, puede dar pábulo a un maniqueísmo nefasto, que tergiversa el mensaje de Jesús. Bien y mal se encuentran inextricablemente unidos en cada uno de nosotros.

El punto de inflexión en la lógica del relato lo encontramos en las palabras del dueño del campo: “dejadlos crecer juntos hasta la siega”. Lo lógico sería que se ordenara arrancar la cizaña en cuanto se descubriera en el sembrado, para que no disminuyera la cosecha. Pero resulta que, contra toda lógica, el amo ordena a los criados que no arranquen la cizaña, sino que la dejen crecer con el trigo. Este quiebro debe hacernos pensar. No es que el dueño se haya vuelto loco, es que quiere hacernos ver que otra actitud ante la realidad es posible.

El domingo pasado, una cosecha del ciento por uno era el quiebro que nos obligaba a saltar a otro plano. Esa desorbitada cosecha no se puede dar en el trigo, luego tenemos que dar un salto para entender lo que nos quiere decir. Ya no se trata de tierra y grano sino de fruto espiritual. En esta parábola, la falta de lógica está en no arrancar la cizaña. Si en el trigo se nos pide hacer lo contrario de lo que se debe, nos obliga a saltar a otro nivel en que eso sea posible. En el orden espiritual no solo no se debe arrancar la cizaña, sino que no se puede separar.

El dueño siembra buena semilla. La cizaña tiene un origen distinto. Según aquella mentalidad, hay un enemigo del hombre empeñado en que no alcance su plenitud. Pero la hipótesis del maniqueísmo es innecesaria. Durante milenios el hombre trató de buscar una respuesta coherente al interrogante que plantea la existencia del mal. Hoy sabemos que no tiene que venir ningún maligno a sembrar mala semilla. Las limitaciones, que inevitablemente nos acompañan como criaturas, dan razón suficiente para explicar los fallos de toda vida humana.

Casi cuatro mil millones de años de evolución han ido siempre en la dirección de asegurar la supervivencia del individuo y de su especie. A ese objetivo estaba orientado cualquier otro logro. El ser humano descubre que hay un objetivo más valioso que el de la simple supervivencia. Al intentar caminar hacia esa nueva plenitud de ser que se le abre en el horizonte, el hombre tropieza con esa enorme inercia que le empuja al objetivo puramente egoísta. En cuanto se relaja un poco, aparece la fuerza que le arrastra en la dirección equivocada.

El objetivo de subsistencia individual y el nuevo horizonte de unidad-amor que se le abren al ser humano no son contradictorios. En el noventa por ciento deben coincidir. Pero esa pequeña proporción que les diferencia no es fácil de apreciar. Como en el caso de la cizaña y el trigo, solo cuando llega la hora de dar fruto queda patente lo que los distingue. Es inútil todo intento de dilucidar teóricamente lo que es bueno o lo que es malo. La mayoría de las veces las personas solo descubren lo bueno o lo malo después de innumerables errores.

El trigo y la cizaña tienen que convivir a pesar de que son plantas antagónicas y lo que produce una, será siempre a costa de la otra. La cizaña perjudica al trigo, pero la realidad es que son inseparables. Aplicado al ser humano, la cosa se complica hasta el infinito, porque en cada uno de nosotros coexisten juntos cizaña y trigo. Nunca conseguiremos eliminar del todo nuestra cizaña. Solo aceptando esto, superaremos el puritanismo y lo aceptaremos tal como es.

Esta mezcla inextricable no es un defecto de fábrica, como se ha hecho creer con mucha frecuencia; por el contrario, se trata de nuestra misma naturaleza. Dejaríamos de ser humanos si se anularan todas nuestras limitaciones. No solo es absurdo el considerar a uno bueno y a otro malo, sino que el solo pensar que una persona se pueda considerar perfecta, es descabellado. Arrancar la cizaña en nosotros y en los demás ha sido una tentación inmemorial.

También hoy Jesús, a petición de sus discípulos, explica la parábola. No se trata de una explicación de Jesús, sino de un añadido de la primera comunidad, que convirtió la parábola en alegoría para utilizarla como instrumento moralizante. En la explicación que el evangelio da se ve con toda claridad la diferencia entre parábola y alegoría. Podemos apreciar cómo se desvía el acento desde la necesidad de convivir con el diferente a la insistencia en que los malos serán quemados, con la intención de que el miedo a ser quemados nos haga mejores.

Si a través de veinte siglos, la Iglesia hubiera hecho caso de esta parábola, ¡cuántos atropellos se hubieran evitado! En todos los tiempos se ha perseguido al que discrepa, solo por el afán de preservar el trigo. Se ha excomulgado, se ha desterrado, se ha quemado en la hoguera a miles de cristianos que eran bellísimas personas, aunque no coincidieran con la verdad oficial. Es patético que se haya declarado santos a algunos de los que han sido sacrificados.

Aún tenemos pendiente un cambio en nuestra actitud ante el diferente. Hemos sido educados en el exclusivismo. Jesús sabía muy bien lo que decía a un pueblo judío que se creía elegido y superior a los demás. A pesar de la claridad del mensaje, muy pronto olvidaron los cristianos las enseñanzas de Jesús y reprodujeron el exclusivismo judío. Una sola frase resume esta actitud totalmente antievangélica: “fuera de la Iglesia no hay salvación”. Esta máxima ha sido defendida todavía, por el último Catecismo de la Iglesia Católica.

La parábola no solo se aplica al orden moral sino a la doctrina y al culto. En las verdades también hay trigo y cizaña y tampoco se puede separar el error de la verdad. Dice un proverbio oriental: si te empeñas en cerrar la puerta a todos los errores, dejarás inevitablemente fuera la verdad. En el culto, el trigo sería un descubrimiento de Dios en nosotros y una verdadera relación con Él. Cizaña sería quedarnos en los ritos externos y no llegar a la vivencia. En la moral es mucho más sangrante la pretensión de exclusividad. Hemos predicado como voluntad de Dios lo que no son más que preceptos humanos.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Las parábolas vegetales.

Domingo, 30 de julio de 2023
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Mt 13, 24-43

«El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza…»

Nunca me dejan de sorprender esas fotos que muestran templos orientales construidos con enormes sillares de roca, y ahora engullidos por la selva y destruidos piedra a piedra por la fuerza avasalladora de ramas y raíces. Es increíble que algo tan aparentemente blando e inofensivo nacido de una semilla frágil e insignificante, acabe imponiéndose con el paso del tiempo a lo que en principio había nacido para ser indestructible.

Pero así es.

Jesús creía en el poder incontenible de la semilla y plasmó su creencia en ese conjunto de parábolas singulares a las que llamamos “parábolas vegetales”. Cada una de ellas tiene su propio mensaje particular, pero de su conjunto podemos sacar dos conclusiones comunes: la primera y más importante es que el Reino no crece por la fuerza del dinero o la imposición del poder, sino que se siembra y crece por la fuerza interior de la Palabra.

La segunda es que la humanidad nunca va a alcanzar su plenitud si se limita a buscar la justicia promulgando leyes y amenazando con castigos. Es necesario cambiar el corazón de las personas sembrando en ellos el perdón, la compasión y el servicio. Las leyes coartan, pero no cambian el corazón y el mal persiste en ellos a pesar de los castigos.

Jesús hablaba en parábolas porque el lenguaje parabólico permite decir lo más profundo que se puede decir de Dios y del ser humano; aquello que no se puede expresar sino mediante este lenguaje. Intenta con ellas anunciar y presentar lo “divino” en el lenguaje humano; trata de facilitar a los oyentes esa otra dimensión de la realidad que no se ve, y que no puede enunciarse directamente en lenguaje terreno.

El resultado es que a través de las parábolas Jesús hace la mejor teología de la historia de la humanidad; una teología que no está reservada a los sabios e iniciados, sino al alcance de todos; principalmente de los humildes. Con demasiada frecuencia, los sabios complican su sencillez extrema y emborronan el mensaje.

Refiriéndonos ya a las dos parábolas del evangelio de hoy, la mostaza es un arbusto peligroso que invade los campos en los que cae. Es muy probable que con ella Jesús estuviese mostrando su confianza en que los criterios del Reino iban a acabar por imponerse a las viejas estructuras religiosas de Israel, y no es casual que lo haga delante de escribas y fariseos que sin duda estaban allí y acusaron el golpe.

La otra parábola —la cizaña— se presta a ser mal interpretada, y de hecho se suele interpretar muy mal: “En el mundo hay buenos y malos que viven mezclados los unos con los otros, pero, al final, Dios los separará y condenará a los malos al fuego”. Una interpretación muy desafortunada y alejada de la realidad. El bien y el mal son fuerzas contrapuestas que luchan tenazmente en nuestro interior, y en esa lucha, unas veces vence una y otras, la otra. Nadie está libre del mal, o como decía Ruiz de Galarreta: «No hay justos y pecadores, sino solo pecadores amados por Dios».

Miguel Ángel Munárriz Casajús

Para leer otro comentario sobre este evangelio publicado en fe adulta, pinche aquí

Fuente Fe Adulta

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Las parábolas, imágenes para un sueño.

Domingo, 30 de julio de 2023
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cost_of_being_discipleMt 13, 24-30

Mateo en el capítulo 13 de su evangelio nos presenta a Jesús narrando a su auditorio una serie de parábolas a través de las cuales, dice el evangelista, les va exponiendo muchas cosas (Mt 13, 3). Las historias que propone reflejan el contexto agrario de la Palestina del siglo I y posiblemente para un lector o lectora del siglo XXI resulten lejanas e incluso le resulte difícil captar su carga profética. Pero lo importante está en ir más allá del ejemplo y sintonizar con la propuesta de fondo, con la mirada que propone, con el desafío que lanza.

Cuando Jesús presenta su enseñanza a través de parábolas no pretende ofrecer enigmas difíciles de resolver ni mensajes ocultos que haya que desvelar. Él busca ofrecer esperanza y sentido a quienes ven sus vidas destruidas, se sienten agobiad@s o margind@s. Con un lenguaje sugerente y sencillo, Jesús compara la acción amorosa de Dios en la historia con experiencias cotidianas que, más que de poder o omnipotencia, hablan de fragilidad y empatía: unas semillas, un poco de levadura, un tesoro escondido… Imágenes que hablan de confianza en un futuro diferente, que muestran a un Dios que es misericordia y perdón y que solo quiere salvar.

Sus parábolas son, además, invitaciones a comprometerse con el cambio, a estar atentas y atentos a los signos que muestran el camino, a sostenerse con paciencia activa en los procesos que transforman… como levadura, como semilla, como tesoro…

La parábola del trigo y la cizaña

En esta parábola el Reino de los cielos se identifica con un hombre que siembra su campo con buena semilla y su enemigo planta cizaña en medio de ella. La lógica parece decir, como expresan los criados, que es necesario arrancar la cizaña cuanto antes para que el trigo pueda seguir creciendo sin amenazas. Sin embargo, el dueño del campo prefiere esperar a la siega para separar el trigo de la cizaña.

La imagen de ver el trigo mezclado con la cizaña en los campos no era desconocida para l@s oyentes de Jesús. Seguramente sabían que la cizaña era una planta venenosa de forma parecida al trigo y que crecía como una mala hierba entre el cereal y que era necesario evitar que se confundiera o ahogara el trigo estando atent@s a su crecimiento y a separarla en cuanto fuese posible. Jesús, sin embargo, no buscaba abrir un debate sobre lo acertado o no, en términos agrícolas, de si la decisión del propietario del campo era adecuada o no. Él quería ir más allá. Quería cuestionar esas fronteras, rápidas y aparentemente seguras, que trazamos entre lo bueno y lo malo pues, como pasa con el trigo y la cizaña, no es tan fácil de distinguir y corremos el riesgo de juzgar equivocadamente o estigmatizar a personas con decisiones precipitadas o desde principios absolutos.

A Jesús, sus encuentros con la gente herida, con las personas enviadas a las cunetas sociales, con quienes han sido silenciados o ignorados por ser diferentes, le ayudaban a entender que nadie estaba perdido definitivamente. El Dios Abba que sostenía su vida lo invitaba a confiar, a esperar el cambio y la transformación de quien había errado en el camino, a ver más allá de categorías o identidades y anunciar sin descanso la Buena Noticia de un Dios siempre amor y perdón para todos sus hijos e hijas.

Más grises que blancos

A Mateo esta parábola le sirve para recordar a su comunidad que su opción de seguir a Jesús no hace a sus miembros más pur@s, ni mejores. Que en su vida personal y colectiva no hay blancos y negros sino muchos grises que hay que clarificar y acompañar. No se trata tanto de esperar un juicio final sino de comprender en el presente que hay que acoger lo diferente, respetar los ritmos, tener compasión con las heridas, acompañarnos en las caídas, sostenernos en la fragilidad y fortalecer nuestros vínculos para caminar juntos y juntas en la diferencia y diversidad.

Carme Soto Varela

Fuente Fe Adulta

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En busca del tesoro.

Domingo, 30 de julio de 2023
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IMG_0079Domingo XVII del Tiempo Ordinario

30 julio 2023

Mt 13, 44-52

Seamos o no conscientes de ello, existir implica buscar, por más que, en ese recorrido, puedan darse todo tipo de actitudes, que van desde la apatía escéptica hasta la pasión ansiosa o la desesperanza.

De entrada, nos percibimos como seres que se definen por su necesidad y su carencia, por lo que empezamos dirigiendo nuestra búsqueda hacia el exterior: tiene que haber “algo”, en algún lugar, que colme mi necesidad y sacie mi anhelo. Y ahí, según las situaciones y condiciones de cada cual, se abre todo un abanico de opciones, en las que proyectamos la respuesta ansiada.

Sin embargo, toda esa búsqueda acabará en frustración, ya que, aun sin advertirlo, nos habíamos equivocado de dirección: no hay nada “ahí afuera” capaz de saciar nuestro anhelo.

Esto explica que, llegados a un momento determinado, tras haber padecido alguna que otra frustración y atravesado alguna que otra crisis, nos preguntemos si no será necesario cambiar la mirada, dirigiéndola hacia nuestro interior. En ese momento es cuando iniciamos el llamado “camino espiritual” (o, simplemente, profundo). Es el camino de “vuelta a casa”.

Lo que sucede es que la dinámica de ese camino se va a ver modificada de manera sustancial. Tal vez, aunque sea en nuestro interior, todavía sigamos buscando, en la creencia errónea de que el “tesoro” es algo diferente a lo que ya somos. De nuevo, serán necesarias frustraciones y crisis, hasta llegar a comprender que, en lo profundo, somos ya eso que andamos buscando.

El tesoro siempre había estado aquí, pero éramos incapaces de reconocerlo. No había que conquistarlo, sino simplemente descubrirlo. Es entonces cuando toda búsqueda cesa -más aún, descubres que la propia búsqueda te alejaba del tesoro, porque te estabas diciendo que este se hallaba en “otro lugar”-. Lo que ha quedado es un “caer en la cuenta” de lo que realmente somos, más allá de la forma en que nos manifestamos.

Y lo que somos -lo que alienta, impulsa, sostiene y constituye nuestra persona- es aquello que sostiene a todos los seres, aquello de lo que, en último término, está hecho todo lo real. Somos consciencia pura, plenitud de presencia. A partir de ahí se abrirá un camino de integrar lo reconocido y dejarnos vivir en coherencia con ello. Pero habrá cesado la ignorancia original y la ansiedad insaciable.

Y comprendemos entonces la sabiduría que encierran las palabras de Nisargadatta: “Deja de buscar; déjate encontrar”.

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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Lo que más te importa en la vida es tu “dios”, tu tesoro

Domingo, 30 de julio de 2023
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Sin títuloDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

Un corazón sensato y sabio.

    En la primera lectura (1Reyes) hemos escuchado lo que Salomón le pide a Dios. Salomón no le pide a Dios poder, ni escaños parlamentarios, ni una economía solvente. Sino que le pide: da a tu siervo un corazón dócil. Podía haber pedido al Señor otras cosas: poder, armas, etc., pero le pidió un corazón dócil, comprensivo y esa fue su Sabiduría.

Salomón le pide a Dios un corazón sabio y sensato. Dios se lo concede.

    Esta podría ser también nuestra oración: concédenos, Señor, tener cabeza en la vida y buen corazón. Es lo que dice el salmo 89: Enséñanos a calcular nuestros años para que tengamos un corazón sensato.

    El Señor no se molestó por la actitud de Salomón de sentirse débil, por sus dudas, sus búsquedas, sino más bien al contrario: al Señor le agradó que Salomón le hubiera pedido honradez y sensatez en la vida

        Vivir la vida con sensatez …

01.- Lo más central en la vida de una persona es el que se toma absolutamente en serio

Durante estos últimos domingos venimos escuchando en el evangelio alusiones y parábolas de lo que constituye el centro del pensamiento y de la actividad de Jesús: el Reino e los cielos. “El Reino de los cielos” se parece a la siembra, a un tesoro, a la perla fina…

El Reino de Dios, el Reino de los cielos, es el símbolo bíblico para expresar el deseo, esfuerzo y nostalgia de vivir bajo la acción y valores de Dios. Jesús se pasó la vida sembrando este Reino de Dios y nos dejó esta hermosa y noble tarea: Seguir sembrando el Reino.

    Lo más importante, el acto más central en la vida de una persona es aquello por lo que está dispuesto a entregarlo todo, incluso la vida y, al mismo tiempo está también dispuesto a dejarlo todo.

    Mañana, 31 de julio, celebramos la fiesta de San Ignacio. La primera meditación de los Ejercicios es “principio y fundamento” de la vida, que es otro modo de decir y plantear: ¿cuál es el centro, lo esencial y decisivo de nuestra vida? ¿Qué es lo absoluto en mi vida?

    Conviene ser sensatos y no equivocarse a la hora de elegir el eje de la existencia, la piedra angular, el tesoro de nuestra vida.

    El hombre de hoy sigue siendo tan religioso o siente la misma necesidad de absoluto que San Ignacio o que en los tiempos de Cristo. Lo que ha cambiado a este respecto no es el ser humano, sino los “reinos”, “los tesoros”, las “piedras preciosas”,  “los ídolos”. Muchos de nuestros conciudadanos tienen como horizonte de su vida el placer, el poder de todo tipo, dinero, consumismo, la nación, etc.

Hemos rezado en el salmo 118: El Señor es la porción de mi vida, mi herencia en la vida. Tiene mucha hondura. Los tesoros de este mundo, las riquezas de esta vida son lo que son, son buenos, pero no fundamentan la existencia humana.

02.- Corazón y sabiduría.

    Son dos dimensiones que configuran la vida humana: el corazón (el sentimiento) y la inteligencia (la razón).  Tal vez nosotros empleamos más la razón y la ciencia. Por los vericuetos de la historia occidental ha predominado la Ilustración, el progreso, lo tecnológico.

    Ciertamente todas son dimensiones válidas, pero:

  • No es lo mismo la razón que la verdad. (No es lo mismo tener la razón, que ser sensato). Hay momentos o situaciones en lo que se puede tener ciencia y disciplina, pero no sensatez ni sabiduría. Se trata de tener sensatez y bondad en la vida.
  • Restregar la razón en la cara hace daño. No es humano echar en cara siempre la razón. Vivir siempre de la razón sin corazón, sin caridad, no es muy humano y menos cristiano.
  • Una razón sin caridad, (bondad) no es “verdad”, es algo de venganza.

Concluyo.

    Este domingo estival puede ofrecernos un momento para pensar:

¿Cuál es el tesoro de mi vida?

Ciencia tenemos, y nos sobra, pero ¿tenemos corazón?

¿Sabemos -sabiduría, saborear-  vivir sensatamente? ¿Sabemos, -sabiduría- vivir?

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La política de género de la Arquidiócesis de Portland aparentemente ignora el Vaticano II, escribe teólogo

Jueves, 6 de julio de 2023
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A principios de esta semana se supo que la Arquidiócesis de Portland en Oregón cerró temporalmente su departamento de escuelas católicas, lo que llevó a especular que la decisión puede deberse a meses de reacción violenta contra una política negativa para personas transgénero que la arquidiócesis lanzó a principios de este año. (Puede leer el informe de Bondings 2.0 sobre esta noticia haciendo clic aquí).

Antes del anuncio del cierre de la oficina de las escuelas, un teólogo local ya identificó los problemas con la política de identidad de género de la arquidiócesis. SimonMary Asese Aihiokhai, un teólogo sistemático de la Universidad de Portland, publicó su crítica en el National Catholic Reporter.

El arzobispo Alexander Sample emitió la política a finales de enero. Ordena que los estudiantes transgénero sean malinterpretados en las escuelas católicas porque el tratamiento de los estudiantes “dependerá de la identidad sexual biológica, en lugar de la identidad de género autopercibida”. En su crítica, Aihiokhai ilustra el problema que tienen algunos prelados en su tendencia a confundir sexo y género:

“Desde mi experiencia de los discursos sobre el género en los círculos eclesiales, me he dado cuenta de que parece haber una falta de conciencia sobre la naturaleza fenomenológica del género. La autocomprensión de género no está dentro del dominio de la conceptualización. Más bien, está dentro del dominio de las construcciones socioculturales y políticas de las identidades. . .

“O tal vez sea mejor decir que hay un desprecio por los hallazgos fuera de la lectura literal del relato de Génesis. Sí, la iglesia ubica sus enseñanzas en una tradición. Sin embargo, esta tradición es viva. Como todas las tradiciones vivas, debe crecer. Debe dejarse criticar para que pueda abrazar plenamente la vocación espiritualista de leer los signos de los tiempos”.

El teólogo argumenta que la iglesia debe aceptar responder a las experiencias del pueblo de Dios en lugar de afirmar una comprensión rígida de la identidad de género que no habla de las realidades vividas por las personas queer:

“Hace más de dos décadas, si alguien me hubiera pedido mi opinión sobre el fenómeno de la conciencia de género fluida, habría opinado que tal fenómeno era inmoral o desordenado. Sin embargo, me he encontrado con muchas personas que han compartido conmigo sus éxitos, historias y luchas en la vida mientras intentan entender quiénes son.

“A través de estos encuentros, me he dado cuenta de que quizás, nuestras visiones teológicas que ofrecen significados rígidos a lo que no es rígido por su naturaleza es donde radica el problema”.

Aihiokhai se opone a la forma en que los líderes de la iglesia como Sample han empleado las Escrituras contra las personas LGBTQ+, y sugiere que surgen problemas “cuando leemos las Escrituras solo a través de una lente literal“. Se necesita un compromiso crítico con los textos, y el teólogo propone algunas preguntas orientadoras:

* “¿Qué significa ser hombre o mujer en la época en que se escribieron los textos por primera vez, especialmente en las comunidades donde se escribieron y recibieron los textos?

* “¿Cómo se refleja esa comprensión en el progreso o retroceso de la historia humana?

* “¿Las experiencias de quién quedaron fuera y las experiencias de quién fueron centradas?”

Aihiokhai argumenta que el Vaticano II, que llamó a la iglesia a responder a los “signos de los tiempos”, parece haber sido completamente ignorado por la nueva política, que en cambio ofrece un punto de vista tradicionalista arraigado. En cambio, postula el teólogo, una respuesta a las identidades trans que responda verdaderamente al Espíritu requiere una actitud de apertura y humildad ideológica:

“Para enseñar y recibir correctamente, debemos centrar lo que llamo tener un asiento vacío en nuestras cabezas, nuestros corazones, nuestra imaginación y nuestras interpretaciones didácticas de lo que entendemos que es la verdad. En pocas palabras, debemos reconocer que nuestra comprensión de la verdad de Dios siempre es limitada y no agota el contenido de la verdad misma.

“Para no convertirnos en un ídolo de Dios para nosotros mismos, tener ese asiento epistémico vacío permite la recepción del aspecto ilógico de la verdad de Dios”.

Aihiokhai lamenta la falta de énfasis en el discernimiento en la política, que no deja espacio para la comprensión auténtica de la propia identidad queer. Negarse a reconocer la diversidad de la expresión de género y considerar cualquier crecimiento fuera de una comprensión binaria del género como una imposibilidad, también se opone a la espiritualidad consultiva y evolutiva del Vaticano II. En lugar de miedo o ira, el autor aboga por una actitud de curiosidad:

“No podemos simplemente rechazar lo que consideramos desconocido. Hacer eso es perder la lección clave de conversión que está enraizada en la invitación que Dios nos hace a encontrarnos con Cristo resucitado… La proclamación del Evangelio se trata del acompañamiento de todas las personas. Implica un lento abrazo a la tentación de juzgar al otro por ser diferente. Se trata ante todo de aceptar radicalmente al otro sin dejar de tener curiosidad por saber por qué es como es. . .

“Nuestras instituciones de aprendizaje son lugares donde verdaderamente podemos practicar este abrazo radical de la suspensión del juicio y honrar la praxis de la curiosidad para comprender lo que sucede en las vidas de nuestros hijos y hermanos. Cuando implementamos políticas que rechazan los hallazgos de otras disciplinas, estamos diciendo que el matrimonio del corazón y la mente que define una forma saludable en que la iglesia puede responder a las señales de los tiempos ya no significa nada”.

El arzobispo Sample ha comparado previamente la igualdad LGBTQ+ con una influencia satánica, y que ve la atención de afirmación de género como totalitaria. Sin embargo, se ha encontrado con la resistencia de los católicos de la arquidiócesis contra este enfoque negativo. Por ejemplo, la Universidad de Portland, que es una institución de la Santa Cruz independiente de la arquidiócesis, ha criticado la política de identidad de género. Los informes anteriores de Bondings 2.0 destacaron otros esfuerzos de los fieles, como una petición y renuncias de trabajadores de la iglesia, para resistir los esfuerzos contra las personas transgénero.

Dr. Aihiokhai ofrece una respuesta intelectualmente rica y espiritualmente empática a la política de identidad de género miope y dañina del arzobispo Sample. En el futuro, en lugar de exigir el cumplimiento de políticas equivocadas que buscan erradicar la presencia de estudiantes abiertamente queer en la educación católica, los clérigos deberían consultar a teólogos como Aihiokhai, así como a ministros pastorales, comunidades queer y sus familias antes de emitir pautas sobre LGBTQ+. asuntos.

—Andru Zodrow (él/él) y Robert Shine (él/él), New Ways Ministry, 30 de junio de 2023

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Tomás Muro: “Nuestro pequeño Pentecostés fue el Concilio Vaticano II”

Domingo, 28 de mayo de 2023
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“Lo hemos olvidado y gran parte de la jerarquía lo ha ninguneado o marginado”

“En aquellos años 1960, en la Iglesia de Juan XXIII y Pablo VI había espíritu, viento de libertad, tono vital evangélico. Un “cantus firmus” nos decía que “había que cambiar”

“Nos entendíamos, nos sentíamos libres y creativos en la Iglesia”

Pentecostés y Vaticano II

Nuestro “pequeño Pentecostés” fue el Concilio Vaticano II, que lo hemos olvidado y gran parte de la jerarquía lo ha ninguneado o marginado.

 En aquellos años 1960, en la Iglesia de Juan XXIII y Pablo VI había espíritu, viento de libertad, tono vital evangélico. Un “cantus firmus” nos decía que “había que cambiar.

El concilio se celebró en cuatro sesiones de 1962 a 1965. El Espíritu soplaba con energía por medio de los obispos, teólogos, hermanos separados, laicado, etc…

 Nos entendíamos, nos sentíamos libres y creativos en la Iglesia.

Pablo VI murió en 1978. Quizás en ese momento comenzaron a arrinconar el Concilio y las brasas de Emaús se fueron apagando.

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“We, the People”

Miércoles, 19 de octubre de 2022
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B8EC5BF4-F93C-49E8-96B6-3A74126E1911Leído en el blog de Isabel Gómez Acebo:

02.10.2022

Recientemente me ha llegado por Whatsapp una antigua frase del expresidente, Ronald Reagan, de los Estados Unidos. Su pequeña charla se puede resumir en tres palabras y una metáfora. Las palabras We, the People (nosotros el pueblo) hacen alusión al sujeto en torno al que debe girar la vida política y la metáfora habla de un coche, cuya propiedad es del pueblo que deja como conductor al gobernante de turno tras unas elecciones y un programa de gobierno para cuya ejecución ha sido elegido

            Es bueno recordar este hecho ya que muchos gobernantes se consideran dueños y señores de la silla que ocupan y con frecuencia no miran al bienestar de la gente sino al suyo propio. Hacen nombramientos entre sus familiares y conocidos a los que llenan los bolsillos y tratan de perpetuarse en el poder. Hay algunos que hacen fraude en las elecciones o incluso fuerzan el cambio de las constituciones para que no haya límites temporales al ejercicio del cargo. Todo vale para conseguirlo por lo que el pueblo, ese sujeto que es el propietario del poder, no se atreve a levantar la voz por miedo a represalias.

Todos somos conscientes de que la democracia está muriendo por una lenta enfermedad de las instituciones que pueden frenar al ejercicio despótico del poder, ya sean los jueces, los fiscales o los medios de comunicación a los que se ponen constantes trabas que llegan incluso al asesinato

¿Y qué pasa en la Iglesia? Nuestra institución no es una democracia, pero vive en un mundo cambiante que influye en el pensamiento eclesial cuando la cultura ambiente difiere, o parece diferir, de las certezas eclesiales. La primera reacción es cerrarse en banda algo imposible ya que no hay más que ver la presión que ejercen las mujeres para alcanzar puestos de poder y los colectivos LGTB que piden ser reconocidos. El concilio Vaticano II pidió que se tuvieran en cuenta estos signos de los tiempos pues eran una realidad que con frecuencia nuestra Iglesia no había tenido en cuenta o les había dado la espalda. No había ayudado en este empeño de apertura del pensamiento la declaración de infalibilidad pontificia que hizo el concilio Vaticano I.

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Pero no estoy hablando de algo nuevo, aunque estaba dormido que es el sentido de los fieles, sensus fidei, que significa la comunión de todos los fieles invadidos por el Espíritu en pos de la verdad. El cardenal Newman habló de tres magisterios en la Iglesia: los obispos, los teólogos y el pueblo, los dos últimos muchas veces silenciados ya que el que levantaba la voz sufría las consecuencias que alcanzaban desde la excomunión hasta la pérdida de empleos o cátedras. Aquí destaca como algo novedoso la teología del laicado, la teología de un creyente cuya vida está inmersa en las realidades temporales y en su situación la revelación del Espíritu puede adquirir connotaciones distintas. De aquí la necesidad de que la jerarquía escuche a todos los fieles

La Gaudium et Spes nos dijo que era propio de todo el pueblo de Dios, pero especialmente de los pastores y los teólogos, auscultar, discernir e interpretar, con la ayuda del Espíritu Santo, las múltiples voces de nuestro tiempo y valorarlas a la luz de la Palabra divina, a fin de que la Verdad pueda ser mejor percibida y entendida

Veo con esperanza el proceso sinodal donde la voz de todas las parroquias del mundo va a estar presente. También creo que algunos miembros de la jerarquía, que no están acostumbrados a escuchar, van a poner todos los palos en la rueda que puedan con la intención, que nunca confesaran, que descarrile el movimiento, pero poco a poco, la Iglesia se va abriendo y hace camino al andar

Fuente Religión Digital

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60 años del Vaticano II: Juan XXIII abre el Concilio apostando por “la medicina de la misericordia” frente a los agoreros “de la severidad”

Miércoles, 12 de octubre de 2022
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CC3H4D Pope John XXIII (1881-1963) Who Reigned As Pope From 1958. Juan XXIII, por De Agostini, 1958–1963

Roncalli habla en la apertura de “una Iglesia que mirará con confianza a los tiempos futuros”

“Después de casi veinte siglos, las situaciones y los problemas gravísimos de la humanidad no cambian”. De ese diagnóstico partía Juan XXIII en su discurso de apertura -hoy, 11 de octubre, hace 60 años- del Concilio Vaticano II

“Nos parece que debemos discrepar decididamente de estos agoreros, que siempre anuncian lo peor, como si el fin del mundo fuera inminente”

“Algunos, aunque inflamados de celo por la religión, valoran sin embargo los hechos sin la suficiente objetividad ni prudencia de juicio. En las condiciones actuales de la sociedad humana no pueden ver más que ruina y problemas”

Expectativas del mundo misionero en la apertura del Concilio Ecuménico Vaticano II: Agencia Fides, 10 de octubre de 1962: “Si nuestro cristianismo se educara en el futuro en un sentido más netamente apostólico…”

Francisco recordó el Concilio Vaticano II y pidió que la Iglesia vuelva “con unidad” a sus fuentes: los pobres y descartados

Un camino que abrió la Iglesia al pluralismo y al diálogo con el mundo

Faus: “Ninguna revolución es instantánea, tampoco la del Concilio”

 Isabel Gómez Acebo: El proyecto inacabado de Juan XXIII

Un Concilio en el freezer, por Eduardo de la Serna

A 60 años del inicio del Vaticano II: ¿Un Concilio frustrado”? “El espíritu del Concilio Vaticano II sigue vivo en bastantes comunidades locales”?

“Después de casi veinte siglos, las situaciones y los problemas gravísimos de la humanidad no cambian”. De ese diagnóstico partía Juan XXIII en su discurso de apertura, hoy (ayer), 11 de octubre, hace 60 años, del Concilio Vaticano II, un evento que, confesaba el Papa Bueno ante los obispos y cardenales llegados de todo el mundo para tan solemne ocasión, “esperamos que haga que la Iglesia mirará con confianza a los tiempos futuros

Ya es sabido que ese concilio ecuménico marcó un antes y un después en el devenir de la Iglesia del que todavía se están extrayendo consecuencias, aunque no sin duras resistencias internas. De ellas habló también el Papa Roncalli, de quienes, ayer como hoy, ponen palos en las ruedas, pero también de la necesidad de mirar al mundo con misericordia y no solo “con las armas de la severidad”.

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Apertura del Vaticano II

Esto es lo que les dijo el hoy Papa santo a aquellos agoreros y así justificó la necesidad de aquel Concilio.

  • “No sin ofender a Nuestros oídos, nos llegan los rumores de algunos que, aunque inflamados de celo por la religión, valoran sin embargo los hechos sin la suficiente objetividad ni prudencia de juicio. En las condiciones actuales de la sociedad humana no pueden ver más que ruina y problemas”
  • Llegan a decir que nuestros tiempos, si se comparan con los siglos pasados, son totalmente peores; y llegan a comportarse como si no tuvieran nada que aprender de la historia, que es la maestra de la vida, y como si en la época de los Concilios anteriores todo procediera felizmente en lo que respecta a la doctrina cristiana, la moral y la justa libertad de la Iglesia”.
  • “Nos parece que debemos discrepar decididamente de estos agoreros, que siempre anuncian lo peor, como si el fin del mundo fuera inminente”.

Pero estos “agoreros” no estaban únicamente en el seno de la Iglesia. Fuera de ella, en el mundo civil, había también poderosas fuerzas que trataban de coartar la libertad de los pastores para su propia reflexión y debate de acuerdo al avance de los tiempos, También de ellos dejó consigna Juan XXIII en su discurso de apertura.

  • “Basta echar un vistazo a los anales eclesiásticos para ver con claridad que los propios Concilios Ecuménicos, cuyos acontecimientos están registrados con letras de oro en la historia de la Iglesia, se han celebrado a menudo no sin grandes dificultades y dolores a causa de la indebida interferencia del poder civil”.
  • “A veces, ciertamente, los Príncipes de este mundo se propusieron sinceramente asumir la protección de la Iglesia, pero muchas veces esto no ocurrió sin daño y peligro”.
  • “No deja de ser una esperanza y Nuestro gran consuelo que veamos que hoy la Iglesia, liberada por fin de tantos impedimentos profanos de épocas pasadas, desde este Templo Vaticano, como desde un segundo Cenáculo de los Apóstoles, por medio de vosotros pueda alzar su voz, preñada de autoridad y majestad”.

Así pues, indiferente a los agoreros de dentro y de fuera, Juan XXIII mostraba su convencimiento, del que había dado muestra ya desde 1959, de la necesidad de que la Iglesia de mediados del siglo XX hiciese una ‘puesta al día’ que reclamaban los numerosos acontecimientos vividos con una vertiginosa rapidez en el mundo, y que amenazaban con dejar a la Iglesia como una rémora encastillada y ajena al desarrollo de la humanidad, sin que eso supusiera que tendría que dar la ‘bendición’ a todo.

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Decía Juan XXIII:

  • La Iglesia no ha permanecido indiferente a esos maravillosos descubrimientos del ingenio humano y a ese progreso de las ideas del que hoy disfrutamos, ni ha sido incapaz de apreciarlos honestamente; pero, siguiendo estos hechos con vigilante cuidado, no deja de amonestar a los hombres para que, por encima de la atracción de las realidades visibles, vuelvan sus ojos a Dios”.
  • “Es necesario en estos tiempos actuales que toda la enseñanza cristiana sea reexaminada por todos, con una mente serena y tranquila, sin quitarle nada, con ese modo cuidadoso de pensar y formular las palabras que se manifiesta especialmente en las actas de los Concilios de Trento y del Vaticano I”.
  • “Es necesario que la misma doctrina sea examinada más amplia y minuciosamente y que las mentes estén más imbuidas e informadas, como lo desean ardientemente todos los sinceros defensores de la verdad cristiana, católica y apostólica; es necesario que esta doctrina cierta e inmutable, a la que hay que dar un asentimiento fiel, sea profundizada y expuesta como lo exigen nuestros tiempos”.
  • – “Porque una cosa es el depósito de la Fe, es decir, las verdades contenidas en nuestra venerable doctrina, y otra el modo de proclamarlas, pero siempre en el mismo sentido y significado. Hay que dar mucha importancia a este método y, si es necesario, aplicarlo con paciencia; es decir, la forma de exposición que mejor corresponde al Magisterio, cuya naturaleza es predominantemente pastoral”
  • – “No hay época en la que la Iglesia no se haya opuesto a estos errores; a menudo incluso los ha condenado, y a veces con la máxima severidad. En cuanto a la época actual, la Esposa de Cristo prefiere utilizar la medicina de la misericordia antes que tomar las armas de la severidad; piensa que debe responder a las necesidades de hoy exponiendo el valor de su enseñanza más claramente que condenándola”.
  • – [Dirigiéndose a los padres conciliares] “Se requiere de ti paz mental serena, armonía fraterna, moderación de las iniciativas, corrección de las discusiones, sabiduría en todas las decisiones”.

Fuente Religión Digital

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He venido a traer fuego a la tierra

Domingo, 14 de agosto de 2022
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 >Creo que la vida no es una aventura que debamos vivir según las modas que corren, sino con un compromiso encaminado a realizar el proyecto que Dios tiene sobre cada uno de nosotros: un proyecto de amor que transforma nuestra existencia.

Creo que la mayor alegría de un hombre es encontrar a Jesucristo, Dios hecho carne. En él, todo -miserias, pecados, historia, esperanza- asume una nueva dimensión y un nuevo significado.

Creo que cada hombre puede renacer a una vida genuina y digna en cualquier momento de su existencia. Cumpliendo hasta el final la voluntad de Dios no sólo puede hacerse libre, sino también derrotar al mal.”

*

Thomas Merton

***

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En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

“He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla!

¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división.

En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.”

*

Lucas 12, 49-53

***

*

Los apóstoles, instruidos por la palabra y por el ejemplo de Cristo, siguieron el mismo camino. Desde los primeros días de la Iglesia, los discípulos de Cristo se esforzaron en convertir a los hombres a la fe de Cristo Señor no por acción coercitiva ni por artificios indignos del Evangelio, sino ante todo por la virtud de la Palabra de Dios. Anunciaban a todos resueltamente el designio de Dios Salvador, «que quiere que todos los hombres se salven y vengan al conocimiento de la verdad» (1 Tim 2,4), pero, al mismo tiempo, respetaban a los débiles, aunque estuvieran en el error, manifestando de este modo cómo «cada cual dará a Dios cuenta de sí» (Rom 14,12), debiendo obedecer a su conciencia.

Al igual que Cristo, los apóstoles estuvieron siempre empeñados en dar testimonio de la verdad de Dios, atreviéndose a proclamar cada vez con mayor abundancia, ante el pueblo y las autoridades, «la Palabra de Dios con confianza» (Hch 4,31). Pues defendían con toda fidelidad que el Evangelio era verdaderamente la virtud de Dios para la salvación de todo el que cree. Despreciando, pues, todas «las armas de la carne», y siguiendo el ejemplo de la mansedumbre y de la modestia de Cristo, predicaron la Palabra de Dios confiando plenamente en la fuerza divina de esta palabra para destruir los poderes enemigos de Dios y llevar a los hombres a la fe y al acatamiento de Cristo. Los apóstoles, como el Maestro, reconocieron la legítima autoridad civil: «No hay autoridad que no venga de Dios», enseña el apóstol, que, en consecuencia, manda: «Toda persona esté sometida a las potestades superiores…, quien resiste a la autoridad resiste al orden establecido por Dios» (Rom 13,12). Y al mismo tiempo no tuvieron miedo de contradecir al poder público cuando éste se oponía a la santa voluntad de Dios: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres» (Hch 5,29). Este camino lo siguieron innumerables mártires y fieles a través de los siglos y en todo el mundo.

La Iglesia, por consiguiente, fiel a la verdad evangélica, sigue el camino de Cristo y de los apóstoles cuando reconoce y promueve la libertad religiosa como conforme a la dignidad humana y a la revelación de Dios. Conservó y enseñó en el decurso de los tiempos la doctrina recibida del Maestro y de los apóstoles.

*

Concilio Vaticano II,
Declaración sobre la libertad religiosa Dignitatis humanae, llss.

***

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Recordatorio

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