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¿La falta de énfasis del Papa Francisco en los “pecados de la carne” abre una puerta para los católicos LGBTQ?

Miércoles, 5 de enero de 2022
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el-papa-francisco-con-reos-transexuales_270x250Papa Francisco

Durante una conferencia de prensa del plan papal a su regreso de una reciente visita a Grecia y Chipre, el Papa Francisco declaró que “los pecados de la carne no son los más graves”, pero el pecado del odio y el orgullo suscita una mayor preocupación. Esta declaración ha llamado la atención de algunos líderes católicos preocupados por los problemas LGBTQ.

Francis DeBernardo, director ejecutivo de New Ways Ministry, dijo a PinkNews que a lo largo de la historia, los líderes católicos han “enfatizado los pecados sexuales como los peores” y “han utilizado este enfoque para excluir a las personas de la comunidad eclesiástica”. Él continuó:

“‘ Esto ha sido especialmente cierto para las personas LGBTQ que a menudo han sido tratadas como parias por algunos en la iglesia. Desde una de sus primeras entrevistas después de convertirse en Papa, Francisco ha estado tratando de que los obispos se concentren en cuestiones sociales y económicas, ya que reconoce que la sexualidad no es el enfoque más importante que la iglesia debería tener. Jesús no dijo nada sobre la sexualidad en los Evangelios, pero dijo mucho sobre cómo las personas deben tratarse unas a otras, vivir con justicia y tratar a los que están en la pobreza o la debilidad ”.

DeBernardo dijo que el recordatorio del Papa de que los pecados sexuales no son los más graves envía un “mensaje positivo de bienvenida e inclusión y de otros que han sido excluidos debido a su sexualidad”.

Cuando el Papa declara que “la sexualidad no es el área más pecaminosa de la vida”, dijo DeBernardo, “ayuda a terminar con la tiranía de enfocarse en la sexualidad, que no solo ha dañado a muchas personas sino que también presenta una imagen estrecha y mezquina para la iglesia. , cuyas enseñanzas y valores son mucho más “.

El Papa Francisco hizo este comentario después de aceptar la renuncia del arzobispo Michael Aupetit de París. Aupetit fue acusado de tener una “relación ambigua” con una mujer en 2012, lo que ha negado, pero renunció para “preservar a la diócesis de la división que siguen provocando la sospecha y la pérdida de confianza“. El Papa admite que hubo pecadopero no del peor tipo” y cree que Aupetit fue una “víctima de la injusticia” porque “ya no podía gobernar” debido a la opinión pública y los chismes.

Si bien la declaración del Papa es un paso positivo, deberá aclarar más esta idea para que sane el aguijón de la prohibición del Vaticano de bendecir a parejas del mismo sexo en marzo de este año La Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano (CDF ) emitió esta directiva después de que el Papa respaldara públicamente las leyes de unión civil para parejas del mismo sexo. ¿Responderá ahora la CDF al alivio del pecado sexual de Francisco? Esperemos que no.

El contexto en el que el Papa hizo el comentario sobre la poca importancia de los pecados sexuales también es preocupante. El Papa apoyó al arzobispo Aupetit y condenó a quienes lo atacaban. Esperamos que muestre el mismo tipo de apoyo cuando los empleados católicos laicos, especialmente los de la comunidad LGBTQ, sean despedidos de sus trabajos debido al énfasis discriminatorio de las instituciones católicas en la moralidad sexual. También debe denunciar el odio y el orgullo de estas instituciones.

Algunos líderes católicos tienen un doble rasero obvio para evaluar la gravedad del pecado sexual. Esta actitud tiene sus raíces en el clericalismo y la homofobia. Esperemos que la nueva declaración del Papa sea un pequeño paso hacia un mayor amor y aceptación de las personas LGBTQ.

—Elise Dubravec (ella / ella), New Ways Ministry, 3 de enero de 2022

Fuente New Ways Ministry

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Y la Palabra se hizo carne

Domingo, 2 de enero de 2022
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Jesús Carne

Si me hiciste, Señor, de barro tierno,

de húmedas albas silenciosas,

¿cómo no dar, por mi terrestre invierno,

la más perfecta de tus rosas?

Si me hiciste de musgo y llamas locas,

de arena y agua y vientos fríos,

¿no he de buscar mi ser entre las rocas,

en las arenas y en los ríos?

¿No he de sentirme enriquecido al verlos

en olorosa y cruda guerra,

si me diste dos pies, para tenerlos

siempre en contacto con la tierra?

*

José Hierro
Viento de invierno

***

Dios nos ha tomado la delantera.

En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio junto a Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada. Lo que se hizo en ella era la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.

Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Éste vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz. La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre, viniendo a este mundo.

En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; los cuales no nacieron de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de hombre sino que nacieron de Dios.

Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Unigénito, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y clama: «Este era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo.»

Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo Unigénito, que está en el seno del Padre, él lo ha contado.

*

Juan 1, 1-18

***

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José Arregi: La gloria de la carne.

Jueves, 24 de diciembre de 2020
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08-navidada4-cerezoHace 2.700 años, el primer Isaías, poeta genial, escribió: Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. Sobre sus hombres descansa el poder, y es su nombre: Maravilloso Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de la paz (Is 9,5).

Siete siglos después, por los años 80 d.C., un médico evangelista llamado Lucas, otro poeta, contó: Unos pastores pasaban la noche al raso velando sus rebaños. Un ángel se les apareció y les dijo: Os anuncio una gran alegría. Os ha nacido un Salvador. Los pastores fueron de prisa y encontraron a María, a José y al niño acostado en un pesebre (Lc 2,8-16).

Una década después, un teólogo místico, autor del cuarto evangelio, cuya identidad histórica nadie conoce, pero que no es ciertamente el apóstol Juan, en el prólogo de su evangelio sentenció: La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros (Jn 1,14).

¿Hay forma de decir más en menos y con mayor belleza? Horizonte utópico, crítica política, sensibilidad humana, hondura mística, creación simbólica… No salgo de mi asombro, y debería simplemente escuchar, callar, mirar… y dejar que el corazón se ensanche y se fortalezcan las rodillas vacilantes. Pero déjame que vuelva a esas palabras navideñas desde estos umbrales de luz.

Un niño nos ha nacido, dice Isaías, dirigiéndose a un “pueblo que camina en tinieblas”, como tantos y tantos pueblos de hoy. No celebra el nacimiento de ningún niño, sino la entronización del nuevo rey, Ezequías, descrito como hijo de Dios dotado de atributos divinos. Pero es ironía profética. El profeta, enseñado por la historia, sabía que ningún rey será salvador y, por lo tanto, divino. Parece ensalzar al rey, pero en el fondo lo denuncia, pues dirige la mirada a un futuro liberador que no nacerá de la dinastía de David ni de ninguna otra dinastía de sangre azul. ¿Será posible? La tenacidad sufrida del pueblo, la lucha pacífica por la justicia, la bondad creadora, el Aliento que nos habita lo harán posible, si dejamos que aliente.

No temáis. Os anuncio una gran alegría, escribe Lucas. Unos pastores pobres –carentes de saber e impuros por oficio–, ángeles que les cantan y en lo más oscuro de la noche les anuncian: Os ha nacido un Salvador. María, José y un niño en un pesebre, nada de reyes, palacios, sacerdotes ni templos. Un niño en un pesebre. El mundo al revés. La pobreza solidaria, el poder de la ternura, la humanidad renaciendo desde abajo, la alegría de vivir recuperada, la paz y el respiro. He ahí lo divino, la gloria de Dios. Máxima ironía y la mejor noticia en un lenguaje de cuento para niños, para el corazón sin doblez.

La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros, declara el prólogo del cuarto evangelio. El oráculo insumiso del profeta y el relato imaginario del evangelista dejan paso al vuelo simbólico del teólogo místico. Pero el vuelo no se abstrae de la tierra y de lo concreto. La Palabra Sabiduría bíblica, Logos griego, Alma universal– habita en el corazón del mundo, de la materia animada que somos todos los seres. Y la Palabra, concluye, se hizo carne gloriosa y herida en la vida de Jesús, llena de libertad y de compasión. De su vida recibimos gracia tras gracia, y ahí se resume la verdad de cuanto es.

Todo lo decible y lo indecible –el Misterio de la Navidad, el Misterio de Jesús, que es el Misterio de la vida y de todos los vivientes– estaba dicho en forma de profecía, mito y símbolo, y no era posible decirlo mejor. Pero hubo doctores y obispos que quisieron decirlo mejor, y lo convirtieron en doctrina y en el siglo IV definieron el dogma de la Encarnación: “El Hijo Único y eterno de Dios, sin dejar su naturaleza y su personalidad divinas, en Jesús nacido de madre virgen asumió la naturaleza (no la personalidad) humana, para, muriendo en la cruz, salvarnos del pecado original y de nuestros pecados personales”. Y enseñaron que Dios, desde toda la eternidad y en todos los tiempos pasados y venideros, solo se encarnó una vez: hace 2000 años, en el planeta Tierra, en la especie Homo Sapiens, en un hombre judío de Galilea llamado Jesús.

Ese y otros dogmas ya no nos dicen nada, nos alejan de la Tierra y del aliento que la mueve, nos alejan de la vida, que es la única verdad revelada e infalible. Hay que desandar el camino hasta la vida de la que esos dogmas nacieron. Todas las palabras nacieron de la vida para llevarnos a ella, para hacerse carne, para hacernos vivir y, renovadas, rebrotar de la vida. Desandemos, pues, el camino, volvamos simplemente a la esperanza creadora del oráculo de Isaías, a la ternura y belleza desbordantes del relato de Lucas, a los símbolos abiertos, simples y pletóricos del cuarto evangelio: palabra, carne, casa.

Liberemos el dogma de sus cerrojos. Quienes aún nos reconocemos en Jesús, hijo de María y de José, remontemos el dogma hasta la Fuente sin principio ni fin de la Encarnación abierta e inacabada, universal e incesante. La Encarnación no se realizó una sola vez ni de una vez para siempre. La Encarnación no está cerrada ni acabada.

La Palabra o Energía o Espíritu o Dios habita, anima y une el corazón del Cosmos. Se expresa en la onda y la partícula, en la piedra, la planta y el animal. Se hace carne viviente, sintiente, inteligente. Habla, responde, ama de diversas maneras en todas las formas cambiantes que fueron, son y serán. Se hizo y seguirá haciéndose carne en todas las especies humanas que han existido en este planeta y en las especies posthumanas o transhumanas que existirán después del Homo Sapiens. Pasarán las lenguas, pasarán las religiones, pasarán las Iglesias y el cristianismo con todos sus dogmas, pero seguirá la Encarnación, la llamen como la llamen.

Hoy, en esta Navidad y cada día, yo contemplo el Alma y la Gloria de la vida en la carne palpitante de Jesús y, con toda mi pobreza, yo también la quiero encarnar.

José Arregi

Fuente Umbrales de Luz

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Francisco y “El Diablo Cojuelo”

Martes, 26 de mayo de 2020
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San-Francisco-cantico-criaturas_2174192631_14063171_660x371San Francisco: El cántico de las criaturas

El mundo necesita el ejemplo de San Francisco

Tachar de enemigo del alma a la mujer por mujer, antes o después de identificarla con la “carne”, es aberrante capitulo aparte de la teología moral, necesitado de redención, cultura y decencia

El cuerpo –la “carne”– es morada preferida de Dios

La historia, las leyendas, la ascética y la mística, la devoción popular, el “sensus fidelium”, el sentido común, los santos evangelios y la misma Iglesia  “oficial”, aúnan sus fuerzas y su teología, y siguen  declarando santo por  antonomasia  a un tal Francisco, nacido en Asís, – Italia- el año 1182…

Según se refiere, al nacer y ser bautizado, su madre le puso de nombre Juan  Pedro Bernardone. Ausente su padre  por razones de trabajo –se dedicaba  al comercio de tejidos-, al llegar al hogar y ver a su hijo, le cambió  el nombre por el de Francisco –diminutivo de “El Franco”- , en agradecimiento a los buenos resultados  que en tal país conseguía  con su mercadeo. (“Franco” significa “libre”).

La historia sigue refiriendo que en su juventud, Francisco se entusiasmó soberanamente  con cuanto tenía alguna relación con las guerras, como con las declaradas  entre Asís y Perugia  y, sobre todo,  por la que alcanzó categoría de “cruzada” de Apulia-  entre la iniciada por  el noble don Gutierre III de Brienne, para conquistar para sí y los suyos el señorío pontificio…

En estas lindas, nobles y juveniles atracciones y actividades, en su “vida y milagros” se narra  la escena de su conversión, apareciéndosele Dios en  persona en un sueño, mandándole reparar  la iglesia-templo  de san Damián  que amenazaba ruina. Francisco tomó al pie de la letra la  misión divina, pero prestamente percibió  que su vocación  no habría de detenerse en la restauración de las piedras de un templo material, sino en las de la Iglesia universal -doctrinas y comportamientos, sobre todo jerárquicos- , cada día más alejados y contrapuestos  con los principios cristianos.

La restauración  de la Iglesia universal habría de ser aspiración y meta de su vocación…Y es que, en sus tiempos, al igual que en los anteriores y en los posteriores, la Iglesia, especialmente en cuanto se relacionara con la pobreza  apenas, si tenía y tiene semejanza  con la descrita por y en  los santos evangelios….

Pobre-pobre –“de aquí en adelante solo tendré un Padre, que es el del cielo”– porteador de un bastón  y una túnica, con un grupo de amigos  de sus antiguas andanzas, se echó a andar por los caminos de Dios, predicando y ejerciendo la pobreza,  con sus palabra y sus testimonios de vida, sin evitar hacerlo en castillos feudales y sin dejar  a un lado los mansiones episcopales  en las que obispos, arzobispos y cardenales  “predicaban” y vivían  con idéntica o superior  ostentación y aún vicios, haciéndolo además con hipócrita tranquilidad de conciencia  y hasta “en el nombre de Dios”. Bien pronto, el pueblo-pueblo conectó con el “nuevo” estilo alegre de Francisco, a quien piadosa  y convencidamente motejaron  de “Trovador de Dios” y de “Segundo Cristo”.

San-Francisco-Asis-predicando-pajaros_2213788644_14414880_667x375San Francisco de Asís predicando a los pájaros y las flores

Y precisamente en este contexto popular  es en el que se agiganta y y canoniza  la imagen de Francisco, redescubriendo para sí y para los demás  que el mundo-todo el mundo-  era, y es,  la casa que el mismo Dios  les preparó a quienes han de habitar en su obra creada  ejerciendo su oficio  y su profesión, por naturaleza sagrados, aunque  no lo parezca, y tal término siga siendo acaparado y limitado  por las campanas,  candelarios, olores a incienso,  ornamentos sagrados, mitras y báculos, privilegios  y regímenes de  señoríos feudales con inclusión de los pontificios… 

“El mundo es la casa de Dios”; “Mi monasterio es  el mundo”; “ A Dios se le descubre en todos los rincones del mundo”; “En todas las personas y en toda la obra creada, se le rinde a  Dios el culto verdadero”. La ecología es teología. Es catequesis. Es mandamiento de Dios y de la Iglesia. Es “Credo” y “Gloria in excelsis”. Es misa y misión, que dejan de serlo  si no están presentes las demás personas, plantas, animales y aún las piedras.

El cántico de las criaturas, de san Francisco  es letanía y liturgia. El hermano  sol, la luna, el agua, el fuego  la madre tierra, el hermano lobo de Gubio… son invocaciones y expresiones de Dios. Quien abraza al mundo abraza a la vez a Dios. Este arde y se hace presente en cada arbusto,   en cada gota de agua, en el canto –“pìo, pío…¡- del pájaro, y hasta en los aullidos de las fieras. Todos estos sonidos  son palabras de Dios…

El mundo actual precisa  con urgencia de la presencia  y ejemplos de multitud de Franciscos. El papa actual los capitanea  con las letanías de “El canto de las criaturas” de su homónimo. Santa Clara –también de Asís o de Francisco-,  les acompaña en tan maternal ministerio.

imagesLo de que los enemigos del alma  son “el mundo, el demonio y la carne”, del clásico ordenamiento catequístico, demanda fórmulas y explicaciones mucho más serias, profundas, congruentes y ortodoxas. El “mundo” , por mundo –de por sí, bueno, limpio, cara y casa de Dios y de sus criaturas,- jamás será enemigo ni del alma ni del cuerpo. Tampoco lo será el diablo,  a no ser, que, como en griego también significa “desunión” y literariamente se apellide “El Cojuelo”,  se dedique de por vida a tan desdichada tarea de enfrentarnos entre unos y unos.  Tachar de enemigo del alma a la mujer por mujer, antes o después de identificarla con la “carne”, es aberrante  capitulo aparte de la teología moral, necesitado de redención, cultura y decencia.  El cuerpo –la “carne”-  es morada preferida de Dios.

Fuente Religión Digital

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Así mi cuerpo os doy como alimento…

Domingo, 19 de agosto de 2018
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“Corpus Christi”

Todo fue así: tu voz, tu dulce aliento
sobre un trozo de pan que bendijiste
que en humildad partiste y repartiste
haciendo despedida y testamento.

“Así mi cuerpo os doy como alimento…”
¡Qué prodigio de amor! Porque quisiste,
diste tu carne al pan y te nos diste,
Dios, en el trigo para el sacramento.

Y te quedaste aquí, patena viva;
virgen alondra que le nace al alba
de vuelo siempre y sin cesar cautiva.

Hostia de nieve, nube, nardo, fuente;
gota de luna que ilumina y salva.
Y todo ocurrió así, sencillamente.

***

Sencillamente, como el ave cuando
inaugura, de un vuelo, la mañana;
sencillamente, como la fontana
canta en la roca, agua de luz manando:

sencillamente, como cuando ando,
como cuando Tú andabas la besana,
cuando calmabas sed samaritana
cuando te nos morías perdonando.

Sencillamente. Hora de paz. ¡Qué leves
tus manos para el pan, para el amigo!
Cena de doce y Dios. Noche de Jueves.

Y era en Jerusalén la primavera.
Y era blanco milagro ya aquel trigo.
Sencillamente: “Éste es mi cuerpo“. Y era.

***

Que viene por la calle Dios, que viene
como de espuma o pluma o nieve ilesa;
tan azucenamente pisa y pesa
que sólo un soplo de aire le sostiene.

Otro milagro, ¿ves? Él, que no tiene
ni tamaño ni limites, no cesa
nunca de recrearnos la sorpresa
y ahora en un aro de aire se contiene.

Se le rinde el romero y se arrodilla;
se le dobla la palma onduleante;
las torres en tropel, campaneando.

Dobla también y rinde tu rodilla,
hombre, que viene Cristo caminante
-poco de pan, copo de pan- pasando.

*

“Corpus Christi”,
de Antonio Murciano (España, 1929) y Carlos Murciano (España, 1931)

***

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***

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:

“Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.”

Disputaban los judíos entre sí:

– “¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?

Entonces Jesús les dijo:

“Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que como este pan vivirá para siempre.”

*

Juan 6, 51-58

***

Decía Agustín: «Oh Dios, mi corazón está inquieto hasta que no repose en ti», pero cuando examino la tortuosa historia de nuestra salvación veo que no sólo nosotros deseamos ardientemente pertenecer a Dios, sino que Dios también anhela pertenecer a nosotros. Parece como si Dios nos estuviera diciendo a grandes voces: «Mi corazón estará inquieto hasta que no pueda reposar en vosotros, mis amadas criaturas» […]. Dios desea comunión: una unidad que sea vital y viva, una intimidad que proceda de ambas partes, un vínculo que sea verdaderamente mutuo […].

        Este intenso deseo que siente Dios de entrar en la más íntima relación con nosotros es lo que constituye el núcleo de la celebración y de la vida eucarística. Dios no sólo quiere entrar en la historia humana convirtiéndose en una persona que vive en una época y en un país específico, sino que quiere llegar a ser nuestro alimento y nuestra bebida diarios en todo tiempo y en todo lugar.

*

H. J. M. Nouwen,
La fuerza de su presencia,
Brescia 52000, pp. 61 ss).

***

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Y la carne se hace verbo

Sábado, 30 de diciembre de 2017
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Del blog de Henri Nouwen:

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“La palabra, el Verbo, debe hacerse carne, pero la carne también debe hacerse Verbo.

No nos basta, como seres humanos que somos, simplemente vivir. También debemos expresar lo que vivimos. Si no expresamos lo que vivimos, nuestras vidas pierden vitalidad y creatividad. Cuando contemplamos una bonita vista, tratamos de expresar lo que vemos. Cuando nos encontramos con una persona humanitaria, nos gusta hablar de dicho encuentro. Cuando estamos tristes o sufrimos un gran dolor, necesitamos hablar de ello. ¡Cuando nos sorprende la alegría, queremos anunciarlo!.

Por medio de la palabra hacemos nuestro e interiorizamos lo que estamos viviendo.

La palabra hace nuestra experiencia realmente humana.”

*

Henri Nouwen

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***

A propósito del capítulo 1 del evangelio de Juan, que nos nutre en estos días de Navidad, viene bien asociar a su lectura esta reflexión que nos presenta Nouwen en su libro Pan para el Viaje.

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Cierra los ojos, y escucha a Jesús… déjale resucitar,

Viernes, 28 de abril de 2017
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Del blog de la Communion Béthanie:

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Cierra los ojos, y escucha a Jesús decirte:

Poco me importa resucitar mil veces en Jerusalén si no resucito una vez contigo en tu carne. La realidad histórica de mi resurrección quedaría inconclusa si no tomase, aquí, hoy, ahora cuerpo y vida en ti. Mi resurrección te pide una disposición interior. Delante de esta tumba abierta, vuélvete abierto.

Así que cierra los ojos y desciende en ti, en este jardín interior, en lugar de esta parcela sombría, por muy sombría que sea la tumba de tu historia, la tumba de tu vida, la tumba de tu carne, desciende allí en lugar de esta prueba que te pesa, cuando la vida no dio los frut0s esperadas, – oh, es la vida se dice, cuando la prueba se nos echa encima. No, no es la vida, es la muerte quien hace su obra, que viene para plantar su bandera negra sobre la vida que dormita en ti y que procura abrirse un camino desde hace muchísimo tiempo. Cristo descendió hasta las entrañas de la tierra para venir a recuperarnos en nuestras tumbas. Para salvar esto también ya que viene para librar tu vida, toda tu vida.

En esta tumba todavía cerrada donde a menudo tu almaestá desolada, deja a Cristo actuar. Déjalo salir, déjale resucitar, déjalo hacer de esta tumba, el lugar de su gracia y de su poder, de su misericordia y de su amor. Déjalo estar vivo en ti, reconstruir misteriosamente tu carne, volver a levantar tu vida.

*

Thierry Hubert op

***

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Palabras que se hacen carne.

Miércoles, 21 de diciembre de 2016
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Del blog de Henry Nouwen:

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“Las palabras son importantes. Sin ellas nuestras obras carecen de sentido y sin sentido no podemos vivir. Las palabras pueden ofrecernos una perspectiva, comprensión y un punto de vista. Las palabras pueden proporcionar consuelo, estímulo y esperanza. Las palabras pueden ahuyentar el temor, el aislamiento o la verguenza y borrar la culpa. Las palabras pueden reconciliar, unir, perdonar y sanar.

Las palabras pueden traer paz y alegría libertad interior y profunda gratitud. Las palabras, en suma, pueden llevar amor en sus alas. Una palabra de amor puede ser uno de los más grandes actos de amor, porque cuando nuestras palabras se hacen carne en nuestras propias vidas y en las ajenas, podemos cambiar el mundo.

Jesús es la palabra hecha carne. En Él, hablar y obrar eran una misma y sola cosa”.

*

Henry Nouwen

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Nadie como la “carne” es tan hermana tuya, porque también contigo nace ella en Dios

Lunes, 7 de noviembre de 2016
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“Así pues, resucitará la carne: idéntica, completa e íntegra. Dondequiera que se encuentre, será depositada junto a Dios, por obra del fidelísimo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo, que restituirá Dios al hombre y el hombre a Dios, el espíritu a la carne y la carne al espíritu: ha unido ya ambos en su persona (… ). Eso que tú consideras un exterminio es una simple partida. No sólo el alma se aleja, sino que también la carne se retira mientras tanto: al agua, al fuego, a los abismos, a las fieras. Cuando parece disolverse así, es como si fuera transfundida en vasos. Si después también los vasos desaparecen, porque se disuelven y son reabsorbidos en lo tortuoso de su madre la tierra, de ésta será formado de nuevo Adán, el cual oirá de Dios estas palabras: “¡Resulta que el hombre ha venido a ser como uno de nosotros!”(Gn 3,22). Entonces será verdaderamente consciente del mal del que ha escapado y del bien en el que ha confluido. ¿Por qué, alma, sientes odio por la carne? Nadie te es tan prójimo ni a nadie debes amar tanto, después de Dios; nadie es tan hermana tuya, porque también contigo nace ella en Dios”

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Tertuliano,
La resurrección de la carne
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Y la Palabra se hizo carne

Domingo, 3 de enero de 2016
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Jesús Carne

Si me hiciste, Señor, de barro tierno,

de húmedas albas silenciosas,

¿cómo no dar, por mi terrestre invierno,

la más perfecta de tus rosas?

Si me hiciste de musgo y llamas locas,

de arena y agua y vientos fríos,

¿no he de buscar mi ser entre las rocas,

en las arenas y en los ríos?

¿No he de sentirme enriquecido al verlos

en olorosa y cruda guerra,

si me diste dos pies, para tenerlos

siempre en contacto con la tierra?

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José Hierro
Viento de invierno

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En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio junto a Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada. Lo que se hizo en ella era la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.

Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Éste vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz. La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre, viniendo a este mundo.

En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; los cuales no nacieron de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de hombre sino que nacieron de Dios.

Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Unigénito, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y clama: «Este era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo.»

Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo Unigénito, que está en el seno del Padre, él lo ha contado.

*

Juan 1, 1-18

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Dom 3.1.16. La Palabra se hizo Carne

Domingo, 3 de enero de 2016
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Oasis-smaller-672x372Del blog de Xabier Pikaza:

Dom 2. Después de Navidad. Ciclo C. Según el evangelio, que se lee y canta de forma solemne este domingo, los cristianos afirmamos que Dios es de tal forma divino que se ha hecho carne (vida humana) en la vida de Jesús. Más que eso no se puede decir, ni menos tampoco si se quiere mantener el cristianismo

— Un tema conciliar. En esa línea afirmará el concilio de Nicea que Jesús es Dios (de naturaleza divina) y el de Calcedonia que es perfecto Dios y perfecto hombre (de naturaleza divina y de naturaleza humana)…

— Un tema de experiencia. En la base de esas formulaciones conciliares está la experiencia y la vida de aquellos que dicen que han encontrado a Dios en Jesús (en su vida proyecto de Reino). Éste es el principio del cristianismo, que se puede y se debe articular en tres formulaciones:

(a) Dios “es” (se hace) historia. El mismo Jesús histórico, nacido, muerto y resucitado es la Carne de Dios. Por eso, los cristianos buscamos y vemos a Dios en la “carne de todos los hombres”, es decir, en la vida compartida, en amor que es justicia, misericordia, ternura y esperanza.

(b) Dios es (se hace) comunión de “carne”, de tal forma que vemos y tocamos a Dios vemos, tocamos, ayudamos a los hombres y mujeres, en especial a los más necesitados. En esa línea, conforme al lenguaje más filosófico de los Concilios (Nicea y Calcedonia) hay que decir que toda la “naturaleza” humana es carne de Dios (revelación de su Ser).

(c) Creer es crear humanidad “de carne”. Celebrar la encarnación de Dios en Jesús significa celebrar el valor divino de lo humano y comprometerse al servicio del hombre, de todos los hombres, y en especial de los excluidos de esta sociedad imperial de consumo, que son hermanos de Jesús, carne de su carne, sangre de su sangre, para emplear un lenguaje bíblico y eucarístico.

En la reflexión de hoy, dejo en penumbra ese último aspecto (tratado con frecuencia en este blog) para centrarme de un modo especial en la encarnación de Dios en Jesús, siguiendo el texto del evangelio de Juan 1, 1-8, que comentaré y presentaré desde una perspectiva de “pre-existencia” de Dios. Dios es en nosotros “primero” (nos pre-existe) para así poderse poner a nuestro servicio.

(Imagen: Caminando con los magos hacia el oasis de Jesús). Buen domingo a todos, buen camino.

El texto básico

[Palabra] En el principio era la Palabra y la Palabra era junto a Dios, y la Palabra era Dios. Esta era en principio junto (hacia) Dios.

[Palabra Creadora] Todas las cosas fueron hechas por ella, y sin ella no se ha hecho ninguna. Lo que fue hecho era (tenía) vida en ella y la vida era la luz de los hombres (Jn 1,1-4)

[Luz] Existía la Luz verdadera, que alumbra a todo ser humano, viniendo al mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella y el mundo no la conoció. Vino a los suyos y los suyos no le recibieron; a cuantos le recibieron les dio poder para hacerse hijos de Dios… (1, 9-12)

[Encarnación] Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros y hemos visto su gloria, gloria de Unigénito del Padre, lleno de gracia y verdad (1, 14)

[Revelación] A Dios nadie le ha visto jamás, el Dios unigénito, que estaba en el seno del Padre, ese nos lo ha revelado (1, 18)

He citado los versos principales del himno de Jn 1, 1-18, aquellos que destacan la mediación creadora de la Palabra y Luz de Dios. La Palabra es comunicación verbal (¿más masculina?), la Luz es apertura visual (¿más femenina?). Dios se muestra en ambas casos (por los dos caminos) como Padre, porque habla y porque alumbra, suscitando de esa forma la existencia de las cosas.

El himno culmina allí donde se dice que la Palabra/Luz se hace carne, es decir, vida humana, recibiendo así el nombre de Hijo. De esa forma se ilumina todo lo anterior y recibe un contenido cristiano: Dios se llama Padre, la Palabra/Luz su Unigénito. Después que ha dicho eso, el prólogo puede terminar, con el comentario de 1, 18:

– A Dios nadie la ha visto jamás. Esta frase puede interpretarse en un sentido israelita; han sido precisamente ellos, los judíos, los que han afirmado que nadie puede ver a Dios sin morir; ellos son los que después han añadido que el nombre de Yahvé es silencio, que no puede ni decirse; ellos son los que, conforme a 2 Cor 3-4, han querido poner un velo sobre los ojos para no profanar el misterio de Dios.

A Dios nadie le ha visto: su misterio sigue siendo inaccesible. Esta es la verdad final del más hondo judaísmo que, sin embargo, de forma admirable, siglo tras siglo, ha sabido sacar fuerzas de esa trascendencia divina, para confesar a Dios, a través de la fidelidad a la Ley y tradiciones. No creen los judíos en el Hijo de Dios que es Jesús, pero la confesión del misterio divino les ha hecho vivir en actitud de confesión intensa.

– El Dios (Hijo) Unigénito que estaba en el seno del Padre ése nos lo ha manifestado... Algunos manuscritos dicen “el Hijo Unigénito”, pero los más significativos mantienen esta lectura más difícil, llamando a Jesús Dios Unigénito (monoguenes de dios), que habita en el seno del Padre, como Luz y Palabra. Estrictamente hablando, la palabra que traducimos como seno del Padre (kolpos, pecho,seno) significa pecho y, en algún sentido, corazón. Es como si el Hijo existiera reclinado en el pecho del Padre, como el Discípulo Amado lo estuvo en el pecho de Jesús. Esa esa imagen puede llevarnos a tomar a Dios como “un seno de madre” donde habita y crece el Hijo/Dios unigénito. Esta afirmación paradójica del Dios materno, del Padre en cuyo seno (materno) ha surgido y se mantiene el Hijo, es el culmen de la confesión cristiana.

– Ése nos lo ha revelado. Habitando en el Seno del Padre, Jesús vive (ha vivido) al mismo tiempo entre los humanos, en una historia bien concreta de amor y entrega en favor de ellos. Sólo aquel que ha vivido en los pechos de Dios puede revelar su amor de Padre. Este es el secreto, este el misterio radical del evangelio, que todo el resto del libro de Jn ha querido describir.
No podemos resumir aquí el mensaje de Jn sobre el Padre, pues ese mensaje se expande en todo el evangelio, de manera que sólo leyéndolo entero podemos conocerlo. Para ello deberíamos escribir otro libro, un tratado completo sobre el amor del Padre y del Hijo según Juan. Pero con esto rompemos nuestro esquema. Baste, por tanto, lo ya dicho.

Evangelio de Juan. Una teología de la pre-existencia y de la encarnación Leer más…

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Hacernos Palabra

Martes, 29 de diciembre de 2015
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Del blog de Henry Nouwen:

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La palabra, el Verbo, debe hacerse carne.

Pero la carne debe hacerse Verbo….

La Palabra hace nuestras experiencias realmente humanas.

*
Henri Nouwen
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***

 

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Dios escoge la debilidad…

Lunes, 24 de agosto de 2015
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Del blog de la Communion Béthanie:

Pasemos el verano con el libro Oser la chair (atreverse con la carne) del fraile dominico Jean-Pierre Olivier Brice, en Ediciones du Cerf. Premio de libros de Espiritualidad Panorama– La Procure 2015:

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Dios escoge la debilidad, se hace
un hombre para ser próximo
a los hombres, se encarna para hacerse el prójimo
del que yerra, del que está perdido.
Se abaja para que cada ser se atreva
a acercarse a Él, para que cada persona
ya no tenga más miedo y pueda dirigírse a Él,
como el leproso (Mt 8, 2-3).
Jesús vino para esto, para éstos,
para que los cojos bailen,
que los ciegos vean y que los presos
recobren la libertad.

*

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***

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Ser visto tal, como soy…

Lunes, 17 de agosto de 2015
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Del blog de la Communion Béthanie:

Pasemos el verano con el libro Oser la chair (atreverse con la carne) del fraile dominico Jean-Pierre Olivier Brice, en Ediciones du Cerf. Premio de libros de Espiritualidad Panorama– La Procure 2015:

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Ser visto tal, como soy, ser visto y encontrado,
expuesto, al descubierto.
Ser conocido en la verdad de mi carne
sin artificio y sin oropeles.

Nacemos desnudos pero nuestra vida
nos hace aún pasar del desnudo a la desnudez,
el desnudo puede esconder nuestra verdadera desnudez.

Ser visto, es ser conocido en la verdad entera
de quien soy, no querer nada, ni enmascarar,
ni esconder, ni revelar, simplemente estar ahí,
visto por otro.

No se trata siquiera de mi rostro
o de lo que puedo confiar de mi vida,
sino del conjunto de mi ser.
Y esto se efectua en una connivencia
y un compartir donde muchas cosas
no son dichas sino recibidas.

El riesgo colosal de situarnos
siempre en esta fragilidad, en este temblor
de querer mostrar todo, dar todo.
Esto nos expone, como Jesús, a recibir golpes.

*

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Así mi cuerpo os doy como alimento…

Domingo, 16 de agosto de 2015
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“Corpus Christi”

Todo fue así: tu voz, tu dulce aliento
sobre un trozo de pan que bendijiste
que en humildad partiste y repartiste
haciendo despedida y testamento.

“Así mi cuerpo os doy como alimento…”
¡Qué prodigio de amor! Porque quisiste,
diste tu carne al pan y te nos diste,
Dios, en el trigo para el sacramento.

Y te quedaste aquí, patena viva;
virgen alondra que le nace al alba
de vuelo siempre y sin cesar cautiva.

Hostia de nieve, nube, nardo, fuente;
gota de luna que ilumina y salva.
Y todo ocurrió así, sencillamente.

***

Sencillamente, como el ave cuando
inaugura, de un vuelo, la mañana;
sencillamente, como la fontana
canta en la roca, agua de luz manando:

sencillamente, como cuando ando,
como cuando Tú andabas la besana,
cuando calmabas sed samaritana
cuando te nos morías perdonando.

Sencillamente. Hora de paz. ¡Qué leves
tus manos para el pan, para el amigo!
Cena de doce y Dios. Noche de Jueves.

Y era en Jerusalén la primavera.
Y era blanco milagro ya aquel trigo.
Sencillamente: “Éste es mi cuerpo“. Y era.

***

Que viene por la calle Dios, que viene
como de espuma o pluma o nieve ilesa;
tan azucenamente pisa y pesa
que sólo un soplo de aire le sostiene.

Otro milagro, ¿ves? Él, que no tiene
ni tamaño ni limites, no cesa
nunca de recrearnos la sorpresa
y ahora en un aro de aire se contiene.

Se le rinde el romero y se arrodilla;
se le dobla la palma onduleante;
las torres en tropel, campaneando.

Dobla también y rinde tu rodilla,
hombre, que viene Cristo caminante
-poco de pan, copo de pan- pasando.

*

“Corpus Christi”, de Antonio Murciano (España, 1929) y Carlos Murciano (España, 1931)

***

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En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:

“Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.”

Disputaban los judíos entre sí:

– “¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?

Entonces Jesús les dijo:

“Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que como este pan vivirá para siempre.”

*

Juan 6, 51-58

***

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Dom 16. 8. 15. Carne somos, de carne vivimos: Un escalón en la vida de Dios

Domingo, 16 de agosto de 2015
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10547169_672471736219787_269985049_nDel blog de Xabier Pikaza:

Dom 20, tiempo ordinario. Juan 6, 51-58. En el estadio actual de evolución somos inviables, no podemos resolver nuestros problemas económicos y ecológico, sociales y espirituales (culturales): o ascendemos a un nivel distinto de humanidad o terminamos matándonos y muriendo todos.

Éste es un diagnóstico cada vez más extendido, éste el problema, hic Rhodus, hic salta (¡aquí esta Rodas, aquí es preciso dar el salto!), como decía Esopo y repitieron muchos pensadores del siglo XIX. Pues bien, en este nivel nos sitúa hoy el Evangelio de Juan, culminando el gran sermón de los domingos anteriores.

‒ Juan nos lleva al límite infranqueable de una “gnosis” en la que sólo importa la vida interior de cada creyente, una experiencia de identificación con lo Absoluto, un Jesús espiritual como símbolo de vida, con un grupo de amigos también espirituales, formando una comunidad de liberados vivos en la tierra. Pues bien, en ese límite, sin más salida, la vida humana muere sin remedio.

‒ Pues bien, ese mismo paso al límite infinito (in-humano) le ha obligado a formular, por contraste, la exigencia suprema de comunión inter-personal, como experiencia del Dios de Cristo, en línea de comunicación nueva y más alta, en la frontera donde se unen lo material y lo espiritual, allí donde un hombre (varón o mujer) es carne y sangre de otros hombres, en gesto y tarea, en éxtasis y gozo de nueva comunión
ESCRITO 28
‒ Necesario es el pan de trigo que los hombres han de compartir, necesaria la justicia para que ellos vivan sin matarse. Necesaria, por tanto, es también la eucaristía de pan y vino, por la que ellos reciben, regalan y comparten los bienes materiales (y en especial la comida) como signo del Dios que es Comunión en Cristo.

‒ Pero más necesario es el pan de la carne humana, la misma vida que se da y recibe de un modo gratuito. El hombre es el único viviente conocido que puede regalar su vida, viviendo de esa forma en unidad de amor con otros, el único que puede dar su sangre, siendo así sangre de los otros.

‒ Por eso dice Jesús “el que bebe mi sangre tiene vida eterna”, el que la bebe y comunica, sabiendo así que somos cada uno por sí y todos unidos la savia de Dios, como ha vuelto a desarrollar el mismo Juan en el capítulo diez de su evangelio.

Comer la carne de Cristo y beber su sangre significa convertir la propia vida en alimento para los demás. Aquí, en esta más alta montaña de la Vida humana, escalada por Jesús por todos (para todos) recibe su sentido y tendrá futuro la existencia humana, superando la violencia de muerte que actualmente nos domina.

Buen domingo a todos, domingo de comunión mesiánica, de vida compartida. Frente a un “capital” que nos divide (unos comen y destruyen a los otros), Jesús ofrece el ideal de una vida que une, en amor y entrega mutua.

Texto: Juan 6,51-58

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.” Disputaban los judíos entre sí: “¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?”

Entonces Jesús les dijo: “Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su Sangre, no tenéis vida en vosotros.

El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que como este pan vivirá para siempre.

Un contrapunto, Antiguo y Nuevo Testamento

Al antiguo testamento le resulta escandaloso todo intento de buscar una comunión con Dios, pues él es trascendente y nadie puede introducirse en su misterio. Dios es lejanía de poder, grandeza y fuerza, de manera que ningún viviente puede acompañarle en su existencia. Sin embargo, dicho eso, tras haber negado toda posibilidad de unidad de naturaleza con Dios, Israel ofrece los cimientos para una nueva experiencia de comunión con Dios en términos de alianza.

En ese contexto nos introduce Jesús, pues como dice Heb 2, 14, el mismo Dios ha decidido «comulgar» con los hombres, entrando en de tal forma en nuestra historia que participa de la carne y de la sangre de los hombres (cf. también 2 Ped 1, 4: estamos en comunión con la naturaleza divina).

No se trata de restablecer sin más el mito antiguo del parentesco del hombre con Dios, en la línea de los dioses, semidioses, héroes y santones de casi todos los pueblos, sino de aceptar la gracia del Dios que ha querido comulgar con nuestra carne y nuestra sangre, hacerse mundo en nuestro mundo, historia en nuestra historia.

Sólo porque nos fundamos esta primera koinonia (comunión) incarnatoria, sólo porque Dios asume en Cristo, Logos-hijo, nuestras «especies humanas» (carne y sangre), de una vez y para siempre, nosotros − simples hombres – tenemos un acceso en comunión a lo divino, podremos comulgar con Dios por medio de la carne y de la sangre de Jesús, que es nuestro Cristo, comulgando así los unos en y con los otros.

Ésta es la experiencia de fondo de1 Jn 4,10: En esto consiste el misterio, no en que nosotros hayamos conseguido sin más la comunión con lo divino sino en que Dios, el santo, haya querido comulgar con nuestra historia, haciéndose así Vida compartida entre los hombres. Fundado en esta experiencia, Pablo puede definir a los cristianos como aquellos que «han sido convocados a vivir en koinonia con Jesucristo, Hijo de Dios» (1 Cor 1, 9). Éste es el sentido de fondo del sermón del pan de vida de Jn 6 que hoy comentamos.

Comulgar unos de (con) otros

Comulgar significa participar en Cristo: aceptar su palabra, seguir su camino, revestirse de su muerte, incorporarse a su resurrección, transformarse con su gloria, de manera que podemos ser así (por él) los unos en los otros:

— Convivimos y con-sufrimos con él;
— somos con-crucificados, con-sepultados, co-resucitados, con-glorificados;
— con él coheredamos y co-reinamos
(cf. Rom 6, 4-8; 8, 17; 2 Cor 7, 3; Gál 2, 19; Col 2, 12-13; Ef 2, 5-6; 2, 2).

Toda nuestra existencia de creyentes se interpreta a manera de comunión de vida y muerte, de camino y esperanza con el Cristo. Por eso, la comunión «en lo santo» significa «participación en la santidad de Dios», a través de Jesucristo. Leer más…

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Como Zaqueo…

Lunes, 10 de agosto de 2015
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Del blog de la Communion Béthanie:

Pasemos el verano con el libro Oser la chair (atreverse con la carne) del fraile dominico Jean-Pierre Olivier Brice, en Ediciones du Cerf. Premio de libros de Espiritualidad Panorama– La Procure 2015:

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Si Dios quiere poner su morada con nosotros- en nosotros –
hace falta que estemos allí para que nos encuentre.
Dios se aloja en casa de Zaqueo, un pecador del que todos reniegan,
Y se enfurecen ante la misericordia y el perdón.
¡Se quedan en la ley, en el juicio y la moralidad
Sí! Dios se ha encarnado, se ha confundido con los pecadores
y no teme frecuentar a aquellos a los que otros
consideran pecadores…
Encontramos a Zaqueo arriba.
Es levantado, es una resurrección.
Se siente recobrado en su dignidad restablecida de hijo del Padre.

Hagamos de nuestra carne la casa de Dios,
Sea lo que sea lo que ven los demás,
cualesquiera que sean nuestras humillaciones.
Dios no conoce sino nuestro bien y nuestra belleza.
Hagamos de nuestra carne el templo del Espíritu
y la morada de Dios.

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Enamorados, comestibles y legibles.

Lunes, 3 de agosto de 2015
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Del blog de la Communion Béthanie:

Pasemos el verano con el libro Oser la chair (atreverse con la carne) del fraile dominico Jean-Pierre Olivier Brice, en Ediciones du Cerf. Premio  de libros de Espiritualidad Panorama– La Procure 2015:

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Al igual que Cristo, por el Espíritu Santo tomamos carne,
y con Él desplegamos el esplendor de la creación.
Tomamos una carne singular pero de la sola y única carne,
la de Dios, del hombre y de la creación.

 El espíritu que nos es dado en abundancia
nos hace enamorados, comestibles y legibles.

Enamorados como Dios el Padre lo está de su creación,
su espíritu pone en nuestros corazones el amor y el deseo de salvación
para nuestros prójimos.

Comestibles como Jesús el Hijo lo es en la Eucaristía,
su espíritu nos permite dar nuestra vida y aceptar
ser consumidos por los otros y para ellos.

Legibles como el Espíritu Santo que nos da a entender
las escrituras y hace de nosotros mismos páginas
de buenas noticias descifrables por nuestros contemporáneos.

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Dios se hace carne, toda la carne…

Jueves, 30 de julio de 2015
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Del blog de la Communion Béthanie:

Pasemos el verano con el libro Oser la chair (atreverse con la carne) del fraile dominico Jean-Pierre Olivier Brice, en Ediciones du Cerf. Premio  de libros de Espiritualidad Panorama– La Procure 2015:

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Cuando Dios hace al hombre de carne,
no escoge los pedazos;
no los hay que sean más nobles
y otros más vergonzosos.
Cuando Dios se encarna,
cuando toma la carne,
ocupa todo y no hay
carne de tercera categoría.
Dios habita nuestra carne entera,
sobre todo en eso con lo que tenemos más problemas para vivir.

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Somos de carne

Lunes, 27 de julio de 2015
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Del blog de la Communion Béthanie:

Pasemos el verano con el libro Oser la chair (atreverse con la carne) del fraile dominico Jean-Pierre Olivier Brice, en Ediciones du Cerf. Premio  de libros  de Espiritualidad Panorama – La Procure 2015:

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Estamos hechos de una carne universal,
en la que Jesús entró,
la cual viene de Dios y regresa a él,
una carne común a todos los humanos y
que nos hace plenamente solidarios,
pero estamos sobre todo constituidos
por una carne singular que viene de todo
lo que hacemos, de lo que decidimos.
Estamos frente a la responsabilidad de la verdad de nuestra propia carne…
Entendamos la palabra carne como todo el ser.
La unidad indisociable de todo lo que nos constituyecomo seres vivos y únicos:
cuerpo, espíritu, alma, inteligencia, sensibilidad, instinto, memoria,
herencias múltiples, deseo, historia, palabra.
Esto que permite ser y decir: “Yo soy”

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