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Bendecir para ser una bendición

Martes, 30 de enero de 2024
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Del blog de Henri Nouwen:

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“Es asombroso lo fácil que es bendecir a los demás, decirles cosas buenas, decir cosas buenas sobre ellos, sobre su belleza y su verdad, cuando nosotros mismos vivimos nuestra condición de bendecidos. El que es bendecido siempre bendice. ¡Y las personas desean ser bendecidas! Eso es evidente en todo lugar. Nadie es traído al mundo con maldiciones, cotilleos, acusaciones o inculpaciones. Hay tantas cosas ocurriendo a nuestro alrededor…. que provocan oscuridad, destrucción y muerte. Como los “bendecidos“, podemos caminar por este mundo y ofrecer bendiciones. No requiere demasiado esfuerzo. Es algo que fluye naturalmente de nuestros corazones. Cuando escuchamos dentro de nosotros la voz que nos llama por nuestro nombre y nos bendice, la oscuridad ya no nos distrae. La voz que nos llama “amado” nos dará palabras para bendecir a los demás y revelarles que no son menos bendecidos que nosotros“.

*

Henri Nouwen,
Tú eres mi amado.

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Bendiciéndonos los unos a los otros

Viernes, 26 de julio de 2019
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Del blog de Henri Nouwen:

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Bendecir quiere decir decir cosas buenas. Debemos bendecirnos los unos a los otros constantemente. Los padres necesitan bendecir a sus hijos, los hijos a sus padres, los esposos a sus esposas, las esposas a sus esposos, los amigos a sus amigos. En nuestra sociedad, tan llena de maldiciones, debemos llenar todos los lugares donde estamos con nuestras bendiciones. Olvidamos con mucha facilidad que somos los hijos amados de Dios y permitimos que las muchas maldiciones de nuestro mundo oscurezcan nuestro corazón. Por lo tanto, necesitamos que se nos recuerde que Dios nos ama y recordar a otros que ellos también son amados. Sea que la bendición se diga en palabras o por medio de gestos, de manera formal o informal, nuestras vidas necesitan ser vidas bendecidas.

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Henri Nouwen
Pan para el viaje

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¿Cómo podrías no bendecir?

Viernes, 30 de diciembre de 2016
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Del blog de la Communion Béthanie:

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Dios que eres sólo amor,
¿cómo podrías no bendecir a los que se aman?

Más allá de las convenciones y las morales listas para usar,
bendices sin reserva a todos aquellos cuyo deseo esencial
es poner otro en su vida.
Y te alegras con todos los que aceptan
convertirse más vivos por el amor de otro.

Cuando criticamos, tú miras con una benevolencia infinita.
Cuando nos escondemos detrás de nuestras preguntas, tú das la palabra.
Cuando usamos una mirada sospechosa, tú das tu confianza.
Cuando rechazamos con violencia, tú procuras comprender.
Cuando condenamos, tú escuchas.
Y cuando maldecimos, tú bendices:
Tú amas a los que se aman.

Dios que eres sólo amor,
Dios que ha tomado rostro de hombre,
estás cerca,
– no, reúnes –  a todos los que procuran vivir un amor verdadero.

Tú que eres sólo amor,
sin complacencia, abres para todas las personas
los caminos desconocidos de una humanidad más profunda
y de una bondad que no conoce nada de la reserva.

Más allá de las expectativas convencionales, haces fecundo todo amor sincero.
Y te bendecimos.

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Raphaël Buyse
https://raphaelbuyse.wordpress.com/

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“Bendecires”, por Dolores Aleixandre

Miércoles, 6 de julio de 2016
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curacion-del-paralitico-2Tantos años leyendo el texto en que Lucas cuenta la Ascensión de Jesús y solo ahora caigo en la cuenta de su insistencia en el tema del bendecir de Jesús: “alzando las manos los bendijo y mientras los bendecía, se separó de ellos…” (Lc 24 50).

Si en vez de mirar el hacer de Jesús nos fijamos en su decir y hacemos una traducción pura y dura del verbo eu-logeo (eu= bien, logeo=decir), nos espera la sorpresa de que Jesús se marcha diciendo cosas buenas de sus discípulos, dejando un “informe final” sobre ellos claramente positivo.

Es como si antes de irse hubiera estado redactando su evaluación para dar cuenta de ella al Padre y, para alivio nuestro, resulta satisfactoria y elogiosa: somos buena gente, con cosas a mejorar por supuesto, pero en conjunto, majos.

Así que tranquilos: le hemos caído bien y se lleva apuntadas un montón de cosas buenas nuestras para contárselas al Padre.

El evangelio está poniendo el broche de oro al notición de Belén, aquello de “Paz en la tierra a la gente de buena voluntad”. Y esa “buena voluntad” (eudokía= bien parecer…), no es cosa nuestra, es algo que Dios tiene dentro y por eso no puede evitar que le caigamos en gracia, independientemente de que seamos buenos, malos o regulares; o tan torpes y cerriles como fueron los discípulos.

El anuncio es tan asombroso que aún no hemos terminado de asimilarlo y por eso tenemos que escucharlo otra vez al final del evangelio, a ver si conseguimos entenderlo. Y creérnoslo. Y espantar nuestros temores. Y ensanchar nuestro corazón. Y respirar a gusto.

138601548056Vamos ahora a mirar el gesto de las manos de Jesús: espero no faltar al respeto a nadie si actualizo el clásico gesto de bendición por este otro, al que nos tienen acostumbrados las redes sociales:

Así se despide Jesús de nosotros: me gustáis, podéis contar con mi Espíritu, la alegría que yo os doy no os la puede quitar nadie.

Dolores Aleixandre

Vida Nueva Mayo 2016

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¡BENDECID! (IV Adviento). 19 de diciembre, 2015. Ciclo C

Domingo, 20 de diciembre de 2015
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(Lc 1, 39-45)

“¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!” (Lc 1, 42)

En esta era de las terapias me llama la atención que todavía no se hayan “re-inventado” la de bendecir y le hayan puesto un nombre en inglés. Aunque tal vez sí la han inventado y todavía no la conozco… Sea como sea el arte de bendecir da para muchos cursos, talleres y libros. Además su buenos efectos para la salud son constatables desde el principio.

Pero antes de seguir con la bendición echemos un vistazo al evangelio que nos regala este último domingo de adviento. Es un texto muy conocido, nos lo sabemos prácticamente de memoria: la visitación de María a su prima Isabel.

María, la mujer bendita de Nazaret, cuando recibe el encargo de ser la madre del Hijo de Dios, con una mezcla de asombro, temor y alegría, lo primero que hace es ponerse en camino, irse a compartir su experiencia con quien sabe que vive algo parecido.

María e Isabel son las dos grandes protagonistas del adviento. Las dos, rodeadas de fragilidad, una por su vejez y la otra por su juventud, no solo esperan, sino que sostienen la espera y hacen realidad la promesa.

Ayer leía en un misal de 1996 un pequeño comentario a lo que es el adviento. Hablaba de tres presonajes protagonistas del adviento: el pueblo, Isaías y Juan Bautista. El autor de dicho comentario olvidó por completo a las grandes estrellas: María e Isabel.

Isabel, que con sus años ha aprendido el hermoso arte de bendecir, es lo primero que hace cuando oye llegar a María: “-¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!”

El encuentro entre estas dos mujeres nos invita a bendecir, a ponerle voz y palabra a todo lo bueno que descubrimos. No nos engañemos pensando que el encuentro entre María e Isabel tenía solo cosas buenas, las palabras de Isabel podrían haber sido muy diferentes, algo así como: “- ¡menudo lío en el que te has metido, María! cómo vamos a explicarle a la familia, al pueblo y a José que estás embarazada cuando ni siquiera estás casada.”

Lo de bendecir no es solo, ni principlamente, para los momentos idílicos, es más como la medicina que nos ayuda a descubrir el lado luminoso de la realidad. Quien bendice hace eso: señala la luz, lo bueno, y de ella recibe la fuerza y la claridad.

¡Bendecid! sí, tomando como modelo a Isabel ejercitemos el arte de bendecir.

¡Bendecid! y nuestra vida se llenará de bendición.

¡Bendecid! y la luz le seguirá ganando terreno a las tinieblas.

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