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Entradas Etiquetadas ‘Amoris Laetitia. La Alegría del Amor’

“Una “Iglesia atascada” en un tiempo y una cultura que ya no existen”, por

Miércoles, 4 de mayo de 2016
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ejemplares-de-amoris-laetitia_560x280“¿Qué verdad pueden defender los que, cuando les conviene, dejan de lado el sufrimiento?”

“Amoris Laetitia, la visión nueva (y todavía desconocida) de la familia, que nos presenta el Papa”

La Doctora Elske Rasmussen se lamentaba, hace sólo unos días, de los que (cardenales, obispos, curas, frailes…) se empeñan en defender que “el papa sólo está autorizado a repetir lo que ha dicho el Magisterio anterior, especialmente desde Pio XII hasta Benedicto XVI”. O sea – si yo me he enterado bien – , los “hombres de Iglesia”, que le hacen frente al papa Francisco, son personas que, quizá sin darse cuenta de lo que realmente están haciendo, lo que en realidad defienden es una “Iglesia atascada”, no en el barro y en el fango de un camino impracticable, por el que no se puede avanzar ni se va a ninguna parte, sino una “Iglesia atascada”, no en un camino embarrado, sino en algo peor: en un tiempo y una cultura que ya no existen. Porque eso, a fin de cuentas, es la Iglesia de Pío XII, la de Juan Pablo II y la que defendió (mientras pudo) Benedicto XVI.

El fondo del asunto, a mi modo de ver, está en esto: la preocupación central y determinante de la Iglesia, ¿debe estar puesta y mantenerse en la fidelidad al Magisterio y sus verdades o tiene que estar en el sufrimiento del pueblo y sus carencias? En la respuesta que se dé a esta pregunta, en eso está la clave que explica la diferencia y la distancia que se palpa entre el papado de Benedicto XVI y el de Francisco. Por supuesto, es importante en la Iglesia defender y mantener el Magisterio de nuestros mayores. Pero, ¿no es más apremiante remediar el sufrimiento de los inocentes?

No se trata de quitarle la razón a un papa, para dársela a otro. El asunto es más grave y más determinante. Porque, a fin de cuentas, lo que estamos viviendo en la Iglesia, con los roces y fricciones entre los defensores del papado anterior y los entusiastas de Francisco, es la reproducción – a pequeña escala – del enfrentamiento entre los “Maestros de la Ley”, defensores de sus tradiciones religiosas, y el comportamiento de Jesús, que curaba enfermos, daba de comer a los pobres y se hizo amigo de pecadores y publicanos y pecadores. Es evidente que Jesús no fue un hombre ejemplar en su tiempo. Pero tan cierto como eso es que, los “ejemplares” (de entonces y de ahora) pronto quedan arrumbados en el baúl de los recuerdos, mientras que, como bien ha hecho notar el profesor Reyes Mate, siempre queda en pie el certero enunciado de Theodor W. Adorno: “Hacer hablar al sufrimiento es la condición de toda verdad”. Lo que me lleva a mí a terminar haciéndome una pregunta capital: ¿Qué verdad pueden defender los que, cuando les conviene, dejan de lado el sufrimiento?

En esto, me parece a mí, está la grandeza, la novedad y la actualidad de la “Amoris laetitia”, la visión nueva (y todavía desconocida) de la familia, que nos presenta el papa Francisco.

Espiritualidad, General, Iglesia Católica , , , , ,

“Decepción y esperanza”, por José Arregi

Sábado, 30 de abril de 2016
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lae2Me refiero a la Exhortación postsinodal del papa Francisco sobre la Familia: Amoris laetitia (la alegría del amor). Admiro el espíritu y el arte que exhibe el papa en este documento: se ha bandeado con mucha sutileza entre el sector episcopal más aperturista y el más conservador; ha traspasado furtivamente los límites estrechos que el documento final del Sínodo le había marcado; ha driblado hábilmente a defensas y delanteros sin perder el balón; ha apuntado al horizonte, más lejos, sin salirse del terreno acotado. Dice “no, pero sí”. Eso explica que el texto sea tan largo y prolijo, mucho menos cálido y fresco de lo que Francisco nos tiene habituados. Ha hecho lo que ha podido, y no es poco.

Pero me ha decepcionado. Y me ha hecho perder la cena que hace un año aposté a Itziar, mi mujer: a que, después del Sínodo, el papa abriría la puerta para que los divorciados vueltos a casar pudieran comulgar en la misa, aunque fuera tras el humillante “proceso penitencial” previsto. Pues bien, el papa no ha abierto esa puerta, por mucho que algunos pretendan que sí. Deja la decisión en manos del obispo, tras un proceso de discernimiento y conversión. Abre la puerta a que el obispo la abra, pero no es seguro que éste lo haga. Es como si dijera “sí, pero no”. He perdido, pues, la apuesta. Y el papa Francisco ha perdido una gran ocasión para dar un paso adelante mucho mayor, necesario. Es una pena.

Lo malo no es perder una apuesta con la pareja, pues las apuestas perdidas entre marido y mujer son ganancia para los dos. Y si alguien quería de verdad que yo ganara era ella, mi mujer. Pero en este caso hemos perdido los dos, no la esperanza, pero sí las expectativas puestas. Después de tantas semanas de Sínodo en Roma de tantos obispos venidos de todo el mundo, después de tanta palabra, de tanto tiempo y tanto gasto, seguimos estando donde estamos. Y hay tanto que cambiar, y es tan tarde… Solo queda la esperanza, que consiste en seguir caminando día a día. A eso sí nos anima el papa, ¡gracias! Pero ¿eran necesarios dos años de Sínodo episcopal para eso, para dejarlo todo en manos de unos obispos que no hemos elegido, de un episcopado que más que de este papa depende de los dos anteriores y del siguiente que no sabemos cómo será?

Por ahí van justamente mis preguntas decisivas. Ningún paso será determinante, ningún cambio será irreversible mientras no cambie de raíz el sistema de nombramiento de los obispos y, más fundamentalmente, el modelo clerical y predemocrático de Iglesia, con un papa plenipotenciario a su frente, elegido por unos cardenales elegidos por el papa elegido por los cardenales.

Mirad la sociología clerical: del clero joven de hoy saldrán los obispos de mañana, y los cardenales y el papa. Si no creyera en el Espíritu de la vida, perdería el aliento. No es la familia la que está en crisis, querido Francisco: simplemente ha cambiado y sigue cambiando, como todo lo que vive, aunque a veces los cambios nos puedan parecer demasiado acelerados. Es la institución eclesial la que está en crisis, en buena parte porque no cambia o cambia demasiado lentamente y pierde el ritmo de los caminantes de la vida.

He leído que esta Exhortación “marcará un antes y un después en pastoral familiar”. Bendita esperanza o bendito optimismo. ¡Ojalá sea así! En cualquier caso, esperábamos mucho más cuando todo esto empezó. Lorenzo Baldisseri, secretario general del Sínodo, declaró: “El magisterio no está enyesado; es la doctrina acompañando al pueblo”. Constatamos con pesar que la doctrina sigue siendo de yeso y alejada del pueblo. El cardenal Kasper, refiriéndose a la futura Exhortación postsinodal, afirmó tajantemente: “El documento señalará el inicio de la mayor revolución en la Iglesia de los 1500 últimos años”. También él, quizás, ha perdido su apuesta.

La Exhortación apela a la misericordia más de 30 veces. Y relativiza la doctrina. ¡Gracias de nuevo, hermano papa Francisco! Pero el poder y la decisión siguen en manos de los “pastores”. Y la doctrina sigue siendo igual de rigurosa e insólita que antes: el matrimonio es indisoluble aunque el amor se haya disuelto. En cuanto a los homosexuales, llama a que sean acogidos y respetados en su dignidad, pero deja bien claro que no hay analogía, “ni siquiera remota”, entre el matrimonio homosexual y el heterosexual (y el Vaticano acaba de rechazar al diplomático homosexual propuesto por el Gobierno francés). ¿Basta una misericordia que no cambia la doctrina ni el Derecho Canónico? No, no basta.

A pesar de todo, seguiremos caminando, cuidando cada día la esperanza y la alegría del amor. Iremos a cenar y disfrutaremos. Partiremos el pan y comulgaremos con la Vida y con Jesús el Viviente.

Amigas, amigos, nos hallemos en situación “regular” o “irregular”, celebremos en paz la alegría del amor. Y comulguemos en paz, con la bendición de Jesús y seguro que también con la del papa Francisco.

General, Homofobia/ Transfobia., Iglesia Católica , , ,

“La alegría del amor: de la desilusión a la esperanza”, por Marco A. Velásquez Urive, teólogo latinoamericano

Jueves, 28 de abril de 2016
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soy-homosexual-tengo-hijos-soy-catolico1Leído en la página web de Redes Cristianas

“La novedad está en su estilo y su lenguaje”

“Francisco confía más en las familias que en muchos pastores”

Francisco consigue oxigenar y dar esperanza a las Iglesias locales. Sólo que para alcanzar el umbral de la misericordia, tendrá que venir una nueva generación de pastores

Ha visto la luz la esperada exhortación apostólica de Francisco para las familias del mundo. Ha salido en el Año de la Misericordia, luego de un proceso sinodal que incluyó la Asamblea Extraordinaria de octubre 2014 y la Asamblea Ordinaria de igual mes en 2015.

Su contenido puede evaluarse por la potencial acogida de sus destinatarios, por la novedad de sus propuestas, por su capacidad de aggiornamento pastoral o por sus implicancias institucionales, entre otras formas. Sin embargo, hay una que es inevitable y es a partir de las expectativas que despertó; en otras palabras, por su potencial liberador o por su capacidad para alentar la esperanza. Éste es un intento en esa dirección.

Preámbulo del documento

A fines de octubre de 2013 el papa sorprendió a las conferencias episcopales del mundo con un cuestionario preparatorio de la Asamblea Extraordinaria del Sínodo de la Familia. Eran 38 preguntas dirigidas a todas las comunidades cristianas de la Iglesia universal. Así estaba disponiendo un mecanismo efectivo para conocer el sensus fidelium (sentir de los fieles), con lo que conseguía elevar las expectativas de novedad a su máximo nivel, en temas de alta sensibilidad pública y social, como son las cuestiones de la familia. La respuesta de las comunidades fue generosa.

La asamblea extraordinaria de 2014 fue seguida con inusual expectación, recordando aquellos días en que la Iglesia despertaba el interés internacional con el desarrollo del Concilio Vaticano II. La conclusión de dicha asamblea marcó el pulso de la esperanza, como también despertó la alerta de una fuerte resistencia de grupos poderosos y conservadores al interior de la jerarquía.

La preparación de la asamblea ordinaria fue muy distinta. El cuestionario se complejizó en extremo, se triplicaron las preguntas y el tiempo de respuesta se redujo. La participación bajó ostensiblemente y el sensum fidelium quedó reducido a la pertinaz participación de unos pocos que, con más convicción que realismo, dieron testimonio de eclesialidad. En el desarrollo de la Asamblea primó el hermetismo, acabándose los reportes diarios de los contenidos, sustituidos por comentarios de un grupo selecto de personas autorizados que departían con la prensa.

Paralelamente, los grupos reticentes a los cambios se organizaron férreamente, creando pudorosos mecanismos de coerción de la libertad pontificia, con lo que consiguieron actualizar el bi-milenario conflicto entre legalismo y misericordia, el mismo con el que llevaron a la cruz a Jesucristo. Una conocida lista de cardenales rebeldes, utilizando inéditos medios de presión, fueron capaces de hacer sentir un clima cismático que marcó los preparativos y el desarrollo de la asamblea ordinaria del sínodo de la familia, convirtiéndola en un aconteciendo de profunda división eclesial.

Al término de la asamblea ordinaria, era evidente que Francisco tenía un nuevo dilema en su conciencia de pastor universal: sus deseos de promover una Iglesia abierta para acoger con misericordia a quienes no llegan a la Iglesia, eran limitados por la amenaza de un cisma eclesial de magnitud comparable a la Reforma de Lutero.

Siendo la unidad de la Iglesia una responsabilidad esencial del carisma pontificio, Francisco debía frenar sus impulsos reformistas y moderar los contenidos y alcances de su exhortación apostólica.

Novedades del documento

La novedad de “la alegría del amor” está en su estilo y en su lenguaje. Francisco, de manera cercana y comprensible, aborda con amplitud los vericuetos y complejidades de la vida familiar, con un conocimiento y dominio de realidades que revelan a un pastor atento y comprensivo, formado por su pueblo, gracias al contacto cotidiano con la vida en las “barriadas” de su nostálgico Buenos Aires.

Atrás queda ese lenguaje doctoral y principesco que describía realidades genéricas, incluso enajenantes; dando paso a la vida concreta con sus luces y sombras. Atrás queda ese lenguaje moralizante, lleno de principios muchas veces impracticables, dando paso a la vida concreta, abordando hasta las pudorosas cuestiones de la sexualidad con naturalidad y humanidad. Queda en evidencia la semblanza del pastor que no admite tabúes y que se desborda con soltura en los más espinudos campos de la vida humana.

Francisco está conciente que toda esa pesada caterva magisterial no ha llegado a sus destinatarios, por lo que en amplios espacios de Amoris laetitia vuelve a recorrer los tediosos caminos del magisterio, pero con el lenguaje y la delicadeza del buen pastor, que trata de abajarse para alcanzar esa anhelada comprensión universal. Incluso en no pocos ámbitos, Francisco se transforma en un abuelo consejero que consigue conmover con la puericia de esas historias de niños y madres que, en la complicidad de la relación afectiva familiar, llegan a la conciencia de un pastor habituado a recorrer hogares, poblaciones y realidades concretas llenas de fecundidad humana.

¿A quién exhorta Francisco con “la alegría del amor”?

Francisco exhorta a los obispos, a los presbíteros y diáconos, a las personas consagradas, a los esposos cristianos y a todos los fieles laicos. Sin embargo, en extensos tramos de la lectura surge la pregunta insistente, ¿a quién está exhortando Francisco con la mayor parte de dicho documento?

Por el estilo y por la insistencia, como por la recurrencia, en amplios espacios del documento parece querer enseñar a sus colegas a ser buenos pastores. Así aflora el sello personal de quien comparte su experiencia profunda y que intenta traspasarla a quienes necesitan comprender a las familias. Es evidente que Francisco, confía más en las familias que en muchos pastores, porque los hechos muestran las dificultades que la Iglesia encuentra para llegar a esos núcleos vitales, donde cotidianamente la creatividad, la fuerza y el amor testimonian una lucha fecunda contra demasiadas adversidades. Se revela así una mirada llena de admiración y respeto a quienes caen, se levantan y siguen adelante. Describe en muchos aspectos una oda a la vida.

Su consejo a los protagonistas de la familia es como el del abuelo que, de tanto vivir, tiene autoridad moral para aconsejar; y lo hace sin desatino, con respeto y con admiración. Es imposible no prestar los oídos atentos, como se hace con un integrante más de la familia, que se toma la molestia para dar muchos y buenos consejos.

Francisco escribe con la manos atadas

En los temas controversiales, como el acceso a la comunión de las personas separadas y divorciadas vueltas a casar, así como en los temas relativos a las personas homosexuales es donde las expectativas parecen frustrarse.

Sin embargo, para sortear las dificultades doctrinales, con sagacidad ignaciana, el papa establece algunos principios que debieran regir la conducta de los pastores. A ellos los exhorta a “dejar espacio a la conciencia de los fieles”, a la “apertura a la gracia”, a “mirar con amor a quienes participan en su vida de modo imperfecto”, a la obligación de “discernir bien las situaciones”, a comprender el matrimonio como “un proceso dinámico”; así también les recuerda que “las normas generales prestan un bien que nunca se debe desatender ni descuidar, pero en su formulación no pueden abarcar todas las situaciones particulares”.

De esta manera, radica gran parte de los problemas pastorales al discernimiento de los obispos locales, que como supuestos conocedores cercanos de la realidad local, pueden ejercer ese anhelado “discernimiento práctico”. En este sentido, Francisco ratifica en los hechos que los obispos locales tiene más grados de libertad pastoral que el obispo de Roma, y esto es simplemente genial. Así, Francisco consigue oxigenar y dar esperanza a las Iglesias locales. Sólo que para alcanzar el umbral de la misericordia, tendrá que venir una nueva generación de pastores. Y mientras falten pastores misericordiosos, Francisco deja parte de los problemas pastorales en el ámbito de la conciencia de los fieles.

Respecto a las personas homosexuales, el documento deja no sólo una deuda, sino también una herida. Sólo dos puntos de la exhortación son dedicados a este realidad (251 y 252), donde el primero aboga por el respeto que merecen y condena todo signo de discriminación; mientras el segundo cierra cualquier posibilidad de reconocimiento de las relaciones homosexuales bajo el estatus matrimonial. Hay que reconocer que esto último no era esperable objetivamente como un fruto de Amoris laetitia.

La fuerza pontificia de aquella frase “Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarlo?” no aparece en el documento. Aquello ha quedado recluido en el ámbito de una suerte de censura. Y claro, si la misma Congregación para la Doctrina de la fe enmendó al papa en dicho terreno, no sólo por su afán de rehuir su deber de juzgar, sino por no hacerlo con pecadores públicos, proscritos de la salvación, como considera a las personas homosexuales activas.

La fuerza de las minorías

Con la publicación de “la alegría del amor” unos se alegran y otros entristecen. Se alegran quienes con las estratagemas del poder, consiguieron subordinar a un papa en pos de sus amenazas cismáticas, doblegándolo a no transigir un ápice en la línea doctrinal. Se alegran porque sus tácticas han superado la prueba de la eficacia, y desde ahora reenfocarán sus energías a asegurar la elección de un sucesor de Pedro que restablezca el orden institucional amenazado por la peligrosa irrupción de la misericordia.

Los entristecidos son los mismos de siempre, los anawin, aquellos que tienen puesta toda su confianza en Dios, porque saben que no existe poder humano que pueda asegurarles el porvenir, más que su fe. Entretanto, ese resto de Israel seguirá soñando con otra manera de ser Iglesia.

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Ser cristiano y homosexual. Una forma de amar (Amoris Laetitia 250-251)

Sábado, 16 de abril de 2016
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12998468_575240095986520_7439846893227946253_nSeguimos sin ser tan optimistas como nuestro querido amigo Xabier…

Del blog de Xabier Pikaza:

Para muchos ha sido difícil ser homosexual y católico a la vez, especialmente en estos últimos decenios (desde un documento de la Cong. de la Doctrina de la Fe, 1975), en los que había parecido encenderse en la Jerarquía una especie de Cruzada contra de la homosexualidad.

Pues bien, la Exhortación Postsinodal del Papa Francisco (AL: Amoris Laetitia 250-251) nos permite abrir una puerta (un gran arco iris) de amor homosexual en línea de evangelio.

Se han escritos muchos libros titulados Teología de las Realidades Terrestres, Teología del Matrimonio etc. ¿Por que no un libro que dijera Teología de la homosexualidad?

.

Pienso que ha llegado el momento de hacerlo y , para ello, hay que abrir la puerta (con el Papa Francisco) y pasar al otro lado, superando los cuarenta duros años de Cruzada Anti-homosexual, propuesta por el Documento de 1975 (Cong. de la Fe, Sobre algunas cuestiones de ética sexual), y el Catecismo de la Iglesia Católica (1983), que parecían fundarse en dos pseudo-razones:

(a) El deseo de mantener un tipo “control” sexual (de la Iglesia) sobre el conjunto de los cristianos precisamente cuando había comenzado a el cambio acelerado de los tiempos y de las actitudes, por lo menos en la cultura de Occidente.

(b) La problemática del mismo clero católico, integrado por una cantidad muy grande de homosexuales en general muy honrados pero amedrentados, a los que se acusaba de un tipo pederastia, que estaría vinculada con la homosexualidad.

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Muchos esperaban que la nueva Exhortación Apostólica del Papa Francisco, cambiaría radicalmente las cosas, en un nivel externo; pero no ha sido así, como puse de relieve en mi postal de hace dos días (09.04.14). Las cosas de palacio van despacio… La iglesia católica no cambia a bandazos, sino con mucha paciencia, para ver y decidir las cosas en la línea anterior, pero cambiándolo en otra línea todo.

Más aún, en un sentido parece que nada ha cambiado, como han dicho, con un grito enfadado, algunos cardenales, poco amigos del Papa Francisco, indicando que todo sigue igual. Pues bien, precisamente ese grito es una prueba de que las cosas han cambiado.

Con toda inteligencia, el Papa Francisco ha preferido abrir una puerta, para indicar que las cosas se puedan ver también del otro lado, como intentaré mostrar en lo que sigue.

— En un plano, desde un nivel externo, se podría decir que las cosas siguen como estaban, y así lo dicen muchos
— Pero en otro plano todo puede ser diferente, pues el Papa nos ha dado instrumentos e impulsos para pensar y actuar de un modo distinto.
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El que quiera puede hacerlo, como indicaré en lo que sigue, de un modo minucioso comentando esos dos números de la Exhortación.

— Empezaré con una nota personal (con el testimonio de un homosexual y cristiano ejemplar, que se llama Antonio);
— presentaré después los dos números, y los comentaré a partir de los documentos ya citados, la Declaración del 1975 y el Catecismo de 1983;
— y sacaré, al fin, algunas consecuencias del documento de Francisco.

Imagen 1: Arco y camino de arco iris, en torno a Salamanca
Imagen 2: Logotipo de Cristianos.Madrid.Homosexuales (CrisMHom)
Imagen 2: Un Cristo que es de todos

DOS CARTAS, UNA AMIGA, UN AMIGO

Para mí, este es un tema “de teólogo” y cristiano, hombre de Iglesia, que vive en una situación de tranquila y amistosa independencia, bien casado, con mujer querida. Pero tengo varios y grandes amigos homosexuales, algunos muy cristianos, que me escriben cada vez que pasa algo de esto.

Una querida lesbiana;

El año 1975, tras la Declaración de la Congre. de la Doctrina de la Fe, me escribió Regina, cristiana en la frontera, escritora famosa, lesbiana:

Ves, Xabier. Es imposible ser cristiana y lesbiana. Tu Iglesia nos ha condenado al 50% de las mujeres, y al 60% de los curas, que son homosexuales, te lo juro. Yo me desapunto. Pídeme cualquier cosa, pero no me hables de Iglesia

Yo le contesté que la iglesia no les condenaba… y que quizá las lesbianas no eran el 50% ni los curas homosexuales el 60% de la población, que bajara algo los números y la condena… Que la Congregación de la Doctrina de la Fe ni era la Biblia.

Mi amigo Antonio

Ahora, el pasado 10 mes me ha escrito Antonio, amigo nuestro, muy cristiano, procedente del clero, de una conciencia clara, de gran caridad, al que Mabel y yo conocimos y queremos, por su inmensa talla cristiana y humana, Así me ha escrito:


Hola, Xabier, aprovecho para mandaros un saludo.
Habrás visto ya la mala redacción, la mala sintaxis del párrafo 251 de la Amoris Laetitiaa (volveré al tema al final de este post…).

Del fondo del texto no te digo apenas nada. No tengo fuerzas. Sigo aplastado por el voluminoso Catecismo, por aquella doctrina de los “actos objetivamente desordenados” del Documento de la Congregación de la Fe, que me hacen quedarme marginado, en los márgenes de este andamiaje inmisericorde (¡¡¡ni siquiera aprecian en otros amores una analogía remota!!!, y eso en el año de la misericordia).

Éste es un ejercicio de poder sobre las conciencias de los creyentes, y está dirigido por personas que deciden cuál es y cuál no es el “designio de Dios” sobre la familia. Así, con toda humildad. Yo creía que los designios de Dios eran inescrutables. ¿Realmente hacía falta pisar de esa manera el terreno a los sociólogos y a los psicólogos para anunciar y vivir el Evangelio?

Seguid con salud. Un fuerte abrazo, Antonio

Le respondí inmediatamente (10 abril 2016)

Gracias, Antonio. Voy a escribir sobre eso… Todo el número sobre la homosexualidad es internamente problemático, lo que indica una falta de seguridad (o de convencimiento) de los redactores… Creo que el Papa Francisco no ha logrado decir lo que quería, pero ha dejado una puerta abierta. Te mandaré lo que escriba… Un abrazo, y dale gracias a Dios… porque como dice Mt 11 “esto no lo entienden los sabios e inteligentes…”. Xabier

Contestación de Antonio:

Gracias, Xabier. Así que nos dicen que familia cristiana en uniones homosexuales, como que no. ¡No hay ni siquiera, dicen, una analogía remota con la idea del matrimonio y de la familia de la Biblia!

Pero luego llamamos familia (religiosa, eso sí) a las comunidades de las órdenes y congregaciones compuestas exclusivamente por varones o por mujeres. Y ahí están como pez en el agua y tienen todas las bendiciones del cielo. Por lo visto eso es el designio de Dios llevado a la perfección. Castamente, eso sí.

Hacen con la Biblia lo mismo que muchos musulmanes hacen con la lectura del Corán. Lo que no está allí no vale. Espero que no prohíban un día el campeonato europeo de fútbol (¡por ser cosa de solo varones…!).

Ya había leído en tu blog que tú tampoco estabas del todo contento con el documento. Si ves algún sentido en lo que te dije o te digo aquí puedes usarlo como si fuera tuyo. Las ideas son de todos, y las mías habrán visto la luz leyendo tus obras. Pero protégete de futuros inquisidores. Nunca se sabe…

Seguiremos meditando la Amoris laetitia y agradeciendo las laetitiae amoris (las alegría del amor) que Dios nos ofrezca en la vida.

Sin rencor ni resentimiento. Pero tampoco se nos puede pedir colaborar con estas estructuras que parece que nos quieren, además de cornudos, apaleados.
Feliz primavera salmantina. Un abrazo, y gracias por todo. Antonio.

No quiero ni puedo comentar estas palabras del Antonio, que viene del clero, que sabe teología, que ama a la Iglesia, pero que se siente negado y perseguido, sin misericordia. A él van dedicadas en parte las páginas que vienen, en las que quiero mostrar que no todo sigue igual. A pesar de que algunos digan que no, a pesar de que parece que ha dejado las cosas como estaban, Francisco ha sabido abrir la puerta, y eso lo saben muy bien los que le critican.

RELACIÓN FINAL DEL SÍNODO (2015), AMORIS LAETITIA Y CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE (2015)

Empezaré citando los dos números de AL sobre la homosexualidad, pero a fin de entender lo que dicen quiero y debo citar las palabras de la Relación Final del Sínodo (http://www.vatican.va/roman_curia/synod/documents/rc_synod_doc_20151026_relazione-finale-xiv-assemblea_sp.html), que son las que en principio debería haber asumido el Papa. Pero, como el lector verá, no las ha asumido al pie de la letra. Compárense las palabras que se mantienen y las que cambian:

Tema previo. Relación final de las conclusiones del Sínodo 2014-2015 (Texto de las conclusiones sinodales)

Relación final 2015. 76. La Iglesia hace suyo el comportamiento del Señor Jesús que en un amor ilimitado se ofrece a todas las personas sin excepción (cf. MV, 12). Con respecto a las familias que viven la experiencia de tener en su seno a personas con tendencias homosexuales, la Iglesia reafirma que toda persona, independientemente de su tendencia sexual, ha de ser respetada en su dignidad y acogida con respeto, procurando evitar«todo signo de discriminación injusta» (Congregación para la Doctrina de la Fe, Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales, 4). Se debe reservar también una atención específica al acompañamiento de las familias en las que viven personas con tendencia homosexual. En cuanto a los proyectos de equiparación de las uniones entre personas homosexuales con el matrimonio,«no existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia» (ibidem). El Sínodo considera en todo caso totalmente inaceptable que las iglesias locales sufran presiones en esta materia y que los organismos internacionales condicionen la ayuda financiera a los países pobres a la introducción de leyes que instituyan el “matrimonio” entre personas del mismo sexo.

Éste es el texto de la Exhortación del Papa (2016). Véanse las omisiones y los cambios respecto a la relación del sínodo

250. La Iglesia hace suyo el comportamiento del Señor Jesús que en un amor ilimitado se ofrece a todas las personas sin excepción[275]. Con los Padres sinodales, he tomado en consideración la situación de las familias que viven la experiencia de tener en su seno a personas con tendencias homosexuales, una experiencia nada fácil ni para los padres ni para sus hijos. Por eso, deseamos ante todo reiterar que toda persona, independientemente de su tendencia sexual, ha de ser respetada en su dignidad y acogida con respeto, procurando evitar «todo signo de discriminación injusta»[276], y particularmente cualquier forma de agresión y violencia. Por lo que se refiere a las familias, se trata por su parte de asegurar un respetuoso acompañamiento, con el fin de que aquellos que manifiestan una tendencia homosexual puedan contar con la ayuda necesaria para comprender y realizar plenamente la voluntad de Dios en su vida[277].

251. En el curso del debate sobre la dignidad y la misión de la familia, los Padres sinodales han hecho notar que los proyectos de equiparación de las uniones entre personas homosexuales con el matrimonio, «no existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia […] Es inaceptable que las iglesias locales sufran presiones en esta materia y que los organismos internacionales condicionen la ayuda financiera a los países pobres a la introducción de leyes que instituyan el “matrimonio” entre personas del mismo sexo»[278].

[275] Cf. Bula Misericordiae vultus (11 abril 2015), 12: AAS107 (2015), 407.
[276] Catecismo de la Iglesia Católica, 2358; cf. Relación final 2015, 76.
[277] Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 2358.

Cambios básicos del papa respecto a la Relación final 2015

‒ En contra de la Relación Sinodal del 2015, el Papa no cita la Declaración de la Cong. Para la Doctrina de la Fe, Sobre ciertas cuestiones de ética sexual (1975), lo que indica que no está de acuerdo con ella, al menos en algún punto importante http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_19751229_persona-humana_sp.html).

Ese documento del año 1975 era una declaración vergonzosa y vergonzante… que no fijaba cuales son los actos sexuales “intrínsecamente desordenados”, desde abrazo y caricia con beso, hasta formas de excitación genital con posible penetración etc. Aquel documento se quedaba en un plano físico de los actos homosexuales, sin entrar en su sentido personal, en su posible amor profundo.

Pues bien el Papa no cita el documento de la Congregación para la Doctrina de la fe del año 1975, que la Relación del 2015 ha puesto ante su firma…, lo cual tiene dos importantísimas consecuencias, que hay que tomar absolutamente en serio, pues de lo contrario no se entiende su documento:

a. El Papa no acepta (no cita, no asume) la afirmación básica del Documento de la Congregación, que decía: “Según el orden moral objetivo, las relaciones homosexuales son actos privados de su ordenación necesaria y esencial” (num 8). Ésta es la novedad mayor de la exhortación del Papa: no condena sin más los actos homosexuales, no los mira en sí como pecaminosos.

b. El Papa tampoco apela a ninguna razón de Escritura… como aquella que propone de manera, menos exacta, la doctrina de la Biblia, cuando dice: “En la Sagrada Escritura están condenados como graves depravaciones e incluso presentados como la triste consecuencia de una repulsa de Dios [nota 18: Con una cita de Rom 1, 24-27 falta de toda crítica textual, contextual y teológica]. Este juicio de la Escritura no permite concluir que todos los que padecen esta anomalía por esta causa incurran en culpa personal; pero atestigua que los actos homosexuales son por su intrínseca naturaleza desordenados y que no pueden recibir aprobación en ningún caso” (Num 8).

Ningún exegeta serio de la actualidad (año 2016), sea católico, protestante, ortodoxo o agnóstico saca esa conclusión de la carta de Pablo. Lo que dice Pablo en Rom 1-3 se sitúa en otro plano, y no puede tomarse como condena de los actos homosexuales sin más. De manera muy sabia, el Papa deja el tema de la “posible condena de la homosexualidad” fuera del campo de la Biblia.

2. CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (1983) Y AMORIS LAETITIA.

a. En contra del Catecismo, para el Papa Francicisco, la inclinación homosexual no es objetivamente desordenada (ni es una enfermedad). Empecemos por el Catecismo:

Cat. 2358: Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales profundamente radicadas. Esta inclinación, objetivamente desordenada, constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor, las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición.

El Papa cita este número, pero de forma sorprendente y lógica suprime el juicio negativo del Catecismo, que dice “esta inclinación objetivamente desordenada…”. Esta supresión es clave. En contra de una doctrina general, establecida por el Catecismo, defendida por una doctrina moral abusiva…, el Papa no dice que la homosexualidad es desordenada, ni en sentido físico, ni en sentido personal… Es distinta, puede ser a veces problemática, pero no es desordenada. Si no es desordenada es natural, si es natural es buena… aunque distinta de la tendencia heterosexual.

Esta mera supresión ha levantados las iras de cientos de cruzados de la intolerancia anti-homosexual, pero ha encendido la esperanza de miles y millones de cristianos católicos, a quienes se les dice, por vez primera en muchos años (al menos de forma velada) que su tendencia no es objetivamente desordenada.

b. Según el Papa, la respuesta del cristiano ante el amor homosexual no es la Cruz de la castidad, sino el gozo en el amor

Sabiamente, el Papa ha “suprimido” (no acepta en su propuesta) el número siguiente del Catecismo (el 23459), lo cual indica que no está de acuerdo con él:. Así dice ese número:

2359 Las personas homosexuales están llamadas a la castidad. Mediante las virtudes de dominio, educadoras de la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana.

(Eso significa, según el Catecismo, que los homosexuales… se quieran (si quieren), pero no se toquen, que vivan quizá juntos, pero que pongan una espada entre los dos cuando están en la cama, como en la leyenda de Tristán e Isolda). Leer más…

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Más de lo mismo: “Amoris Laetitia. La Alegría del Amor”… para Bergoglio sólo para lxs heterosexuales…

Sábado, 9 de abril de 2016
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lae2ACTUALIZADO  09/04/2016/ 12:10

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El papa Francisco vuelve a rechazar el matrimonio igualitario

Decepción, profunda decepción, aunque tampoco esperábamos nada de este papa que fue un feroz enemigo del matrimonio igualitario en su etapa de arzobispo de Buenos Aires… Ponemos el enlace al conjunto de la misma, pero para quien se quiera ahorrar el leerla, ponemos antes los párrafos referentes a su reduccionista visión del matrimonio y la negación de los derechos LGTB. Definitivamente Francisco no es nuestro papa, no es, ni puede ser el vicario de un Cristo inclusivo…

Por cierto, Francisco, no existe la “tendencia” homosexual, no somos una moda, lo que existe es la “orientación” homosexual… un respeto… Y escuche más a sus hermanos y hermanas LGTB.

En una cosa si estamos de acuerdo con las palabras de Francisco al comienzo del documento: La alegría del amor que se vive en las familias (también en nuestras familias, las familias LGTB) es (debiera ser) también el júbilo de la Iglesia… a pesar de las numerosas señales de crisis del matrimonio, «el deseo de familia permanece vivo, especialmente entre los jóvenes, y esto motiva a la Iglesia». Como respuesta a ese anhelo «el anuncio cristiano relativo a la familia es verdaderamente una buena noticia».

El papa Francisco volvió a rechazar hoy la unión entre personas del mismo sexo, aunque le abrió las puertas a los divorciados y desean volver a tener una participación activa en la Iglesia Católica, dejando abierta la posibilidad de la vuelta a la comunión. El anuncio fue realizado en el marco de la exhortación apostólica titulada Amoris Laetitia, por los cardenales Lorenzo Baldisseri y Christoph Schoenbor.

Entre citas al escritor argentino Jorge Luis Borges y a Jesús, en el documento dado a conocer hoy en el Vaticano, Francisco resaltó el matrimonio tradicional y reconoció que la vida no es siempre “perfecta”. En tal sentido, señaló que la Iglesia debería ser un lugar de acompañamiento y ayuda, en lugar de una institución de juzgamiento.

En la exhortación de 256 páginas, Francisco cerró las puertas al matrimonio gay al tiempo que pidió comprensión para la comunidad homosexual. La unión debe ser entre un hombre y una mujer, fue la postura repetida por el Papa. Eso, sí: pidió protección a lesbianas y gays de la “injusta discriminación” a la que son sometidos. El Pontífice exigió al clero no usar las “leyes morales” como si fueran armas para condenar a los fieles.

Francisco también exhortó al resto de los obispos y hombres y mujeres de la Iglesia que conduce a no sentarse en el lugar de Moisés para “juzgar a veces con superioridad”. En otro tramo de Amoris Laetitia, el Pontífice manifestó además la importancia de que los padres castiguen a los hijos y de una temprana educación sexual, algo tabú para la Iglesia.

“En el curso del debate sobre la dignidad y la misión de la familia, los Padres sinodales han hecho notar que los proyectos de equiparación de las uniones entre personas homosexuales con el matrimonio, ‘no existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia. […] Es inaceptable que las iglesias locales sufran presiones en esta materia y que los organismos internacionales condicionen la ayuda financiera a los países pobres a la introducción de leyes que instituyan el «matrimonio» entre personas del mismo sexo’”, señala el documento.

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A continuación los puntos correspondientes sin glosa alguna, son ya de por sí elocuentes de la homofobia internalizada en el seno de la cúpula eclesial por mucha palabra amable y condena de la “injusta” discriminación  a la que ellos mismos someten a los homosexuales… Pero qué se puede esperar de quien no ha firmado la adhesión a la  Declaración Universal de los Derechos Humanos…

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52. Nadie puede pensar que debilitar a la familia como sociedad natural fundada en el matrimonio es algo que favorece a la sociedad. Ocurre lo contrario: perjudica la maduración de las personas, el cultivo de los valores comunitarios y el desarrollo ético de las ciudades y de los pueblos. Ya no se advierte con claridad que sólo la unión exclusiva e indisoluble entre un varón y una mujer cumple una función social plena, por ser un compromiso estable y por hacer posible la fecundidad. Debemos reconocer la gran variedad de situaciones familiares que pueden brindar cierta estabilidad, pero las uniones de hecho o entre personas del mismo sexo, por ejemplo, no pueden equipararse sin más al matrimonio. Ninguna unión precaria o cerrada a la comunicación de la vida nos asegura el futuro de la sociedad. Pero ¿quiénes se ocupan hoy de fortalecer los matrimonios, de ayudarles a superar los riesgos que los amenazan, de acompañarlos en su rol educativo, de estimular la estabilidad de la unión conyugal?
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soy-homosexual-tengo-hijos-soy-catolico156. Otro desafío surge de diversas formas de una ideología, genéricamente llamada gender, que « niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y de mujer. Esta presenta una sociedad sin diferencias de sexo, y vacía el fundamento antropológico de la familia. Esta ideología lleva a proyectos educativos y directrices legislativas que promueven una identidad personal y una intimidad afectiva radicalmente desvinculadas de la diversidad biológica entre hombre y mujer. La identidad humana viene determinada por una opción individualista, que también cambia con el tiempo ». Es inquietante que algunas ideologías de este tipo, que pretenden responder a ciertas aspiraciones a veces comprensibles, procuren imponerse como un pensamiento único que de termine incluso la educación de los niños. No hay que ignorar que «el sexo biológico (sex) y el papel sociocultural del sexo (gender), se pueden distinguir pero no separar ». Por otra parte, «la revolución biotecnológica en el campo de la procreación humana ha introducido la posibilidad de manipular el acto generativo, convirtiéndolo en independiente de la relación sexual entre hombre y mujer. De este modo, la vida humana, así como la paternidad y la maternidad, se han convertido en realidades componibles y descomponibles, sujetas principalmente a los deseos de los individuos o de las parejas». Una cosa es comprender la fragilidad humana o la complejidad de la vida,y otra cosa es aceptar ideologías que pretenden partir en dos losaspectos inseparables de la rea lidad. No caigamos en el pecado de pretender sustituir al Creador. Somos creaturas, no somos omnipotentes. Lo creado nos precede y debe ser recibido como don. Al mismo tiempo, somos llamados a custodiar nuestra humanidad, y eso significa ante todo aceptarla y respetarla como ha sido creada.
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_papa_2f0752c9250. La Iglesia hace suyo el comportamiento del Señor Jesús que en un amor ilimitado se ofrece a todas las personas sin excepción. Con los Padres sinodales, he tomado en consideración la situación de las familias que viven la experiencia de tener en su seno a personas con tendencias homosexuales, una experiencia nada fácil ni para los padres ni para sus hijos. Por eso, deseamos ante todo reiterar que toda persona, independientemente de su tendencia sexual, ha de ser respetada en su dignidad y acogida con respeto, procurando evitar «todo signo de discriminación injusta», y particularmente cualquier forma de agresión y violencia. Por lo que se refiere a las familias, se trata por su parte de asegurar un respetuoso acompañamiento, con el fin de que aquellos que manifiestan una tendencia homosexual puedan contar con la ayuda necesaria para comprender y realizar plenamente la volun tad de Dios en su vida.
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251. En el curso del debate sobre la dignidad y la misión de la familia, los Padres sinodales han hecho notar que los proyectos de equiparación de las uniones entre personas homosexuales con el matrimonio, «no existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia […] Es inaceptable que las iglesias locales sufran presiones en esta materia y que los organismos internacionales condicionen la ayuda financiera a los países pobres a la introducción de leyes que instituyan el “matrimonio” entre personas del mismo sexo».
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Para leer el texto íntegro, pincha aquí:
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Fuente Agencias, Amoris Laetitia, Infobae

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