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Sábado, 7 de enero de 2023
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Del blog Nova Bella:

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“Aquí es donde empieza todo.

Todo comienza aquí”

*

David Nicholls

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“La locura de querer demostrar a Dios”, por Pedro Miguel Lamet.

Miércoles, 16 de noviembre de 2022
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Yukio-Mishima-con-rosaLeído en su blog:

Eres el Ser que está detrás del hacer

Suele discutirse si sirven las pruebas filosóficas de Santo Tomás; si se puede probar su existencia o no con la razón; si es cuestión de fe, y un largo etcétera en el que se han debatido pensadores y teólogos a lo largo de la historia.

Nos han presentado retratos y conceptos de Dios que nos dan miedo, nos hacen sentirnos culpables y en muchos casos tan solo con liberarnos de ellos volvemos a respirar. Quizás por eso ahora abundan los ateos y agnósticos.

Hemos engrosado la cabeza por encima de las demás facultades, como la intuición, la identificación connatural de los artistas, la vena mística.

Vive el “ahora” como un agujero de la Presencia. No violentes nada. La vida es fluir, sin retrotaerte al pasado o inquietarte con el futuro. No pienses. No intentes tirar de la cuerda para que baje Dios como un muñeco de feria.

El ego, causa de todos los sufrimientos, no es capaz de eliminar al ego. El ego se disuelve solo por el abandono de sí y el contemplar más allá. Déjate de una vez. Eres el Ser que está detrás del hacer.

04.11.2022

La gente se pregunta: ¿Creo en Dios? La gente te pregunta: ¿Crees en Dios?

E inmediatamente aparecen los argumentos en pro y en contra. Discuten si sirven las pruebas filosóficas de Santo Tomás; si se puede probar su existencia o no con la razón; si es cuestión de fe, y un largo etcétera en el que se han debatido pensadores y teólogos a lo largo de la historia.

La clave está en que cuando lo metes en un “concepto”, es metafísicamente imposible tan siquiera hablar de Dios. Dios no es “la idea” que tenemos de Dios. En cuanto lo infinito entra en nuestra cabeza finita y contingente, se convierte en una caricatura fatal.

Recuerdo que a un amigo que tenía muchos problemas, durante una meditación le hablé una vez de Dios Padre. Se turbó profundamente, porque había tenido un padre prepotente, egoísta y maltratador. No digamos nada, la imagen que en muchas catequesis hemos recibido como juez implacable, o, en el otro extremo, melifluos sagrados corazones sulpicianos, una sensiblería decadente.

Nos han presentado retratos y conceptos de Dios que nos dan miedo, nos hacen sentirnos culpables y en muchos casos tan solo con liberarnos de ellos volvemos a respirar. Quizás por eso ahora abundan los ateos y agnósticos.

¿Qué hacer entonces? Primero renunciar a tener un concepto mental de Dios. Si Dios es una realidad, debe captarse por sí misma, directamente, sin filtros, sin razonamientos, igual que cuando uno se enamora.

Diréis: “Pero nadie ha visto a Dios. Si fuera visible, todo el mundo creería”.

Claro, el problema es que desde la Ilustración en nuestro mundo occidental lo que adoramos es a la diosa Razón. Hemos engrosado la cabeza por encima de las demás facultades, como la intuición, la identificación connatural de los artistas, la vena mística. Santo Tomás mismo, después de toda su teología, al fin de su vida y tener experiencias místicas, reconoció que todo lo anterior nada era en comparación con lo que había sentido directamente.

“No la toquéis ya más, que así es la rosa”, decía Juan Ramón Jiménez.

No pienses en Dios, no lo definas, porque es indefinible. Déjate invadir de una mirada, una flor, un crepúsculo, un amanecer, incluso el abismo de una experiencia límite. Tampoco intentes sentir a Dios. a base de esfuerzo, de cerrar los puños. Fluye con el río, con los aconteceres de cada día, sé mar en el mar, niño con el niño, brisa con la brisa, nada con la nada.

Vive el “ahora” como un agujero de la Presencia. No violentes nada. La vida es fluir, sin retrotaerte al pasado o inquietarte con el futuro. No pienses. No intentes tirar de la cuerda para que baje Dios como un muñeco de feria.

Deja que en ti sea. Descansa en “ese no sé qué queda balbuciendo”, sin pensarlo, sin calificarlo. Por eso los grandes místicos hablaban de la Nada y se hundían en el inefable vacío de una noche que oculta la Luz.

Algunos de mis lectores me dirán: “¡Qué difícil!”  Es difícil, sí, cuando intentas llevar tú el volante, y fácil cuando abandonas todo protagonismo. El ego, causa de todos los sufrimientos, no es capaz de eliminar al ego. El ego se disuelve solo por el abandono de sí y el contemplar más allá.

Déjate de una vez. Eres el Ser que está detrás del hacer.

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Martes, 12 de enero de 2021
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Ahora es el momento de hacer lo que más quieres.
No esperes al lunes, ni esperes a mañana.
Que no aumente ante tí la caravana
de sueños pisoteados. Ya no esperes.

No reprimas por miedo o cobardía.
No postergues la vida con más muerte,
y no esperes nada más de la suerte
que no hay más que tu tesón y tu energía.

Si tu sueño es hermoso dale forma
como esculpe el arroyo la ribera;
como el viento que vive y se transforma.

Y para que todo resulte a tu manera,
redacta para ti mismo tu norma
y convierte tu otoño en primavera.

*

E.J. Malinowski

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La Eternidad ahora.

Viernes, 12 de junio de 2020
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Del blog Amigos de Thomas Merton:

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“Todos nosotros, sin importar en qué etapa de la vida estemos, deberíamos aprender a vivir a la luz de la eternidad. Según nos dan a entender las sagradas escrituras, la eternidad no se trata de una vida sin fin tal como la conocemos; la que conocemos aquí pronto acabará. La eternidad es una vida nueva, libre de los poderes destructivos de la muerte, una vida plena donde reina el amor. La promesa de una vida eterna tiene menos que ver con la duración del tiempo y más que ver con cierto tipo de vida: una vida de paz, compañerismo y abundancia. Y esa vida puede comenzar ahora”.

*

Johann Christoph Arnold

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El ahora vs lo eterno: una opinión.

Miércoles, 6 de diciembre de 2017
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Del blog Amigos de Thomas Merton:

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“En los últimos años de su vida, el famoso monje americano Thomas Merton vivió solitario, en una ermita, intentando encontrar mayor soledad en su vida. Pero la soledad es una cosa muy elusiva y Merton descubrió que se le estaba escabullendo constantemente.

Sin embargo, una mañana sintió que la había encontrado, en ese momento al menos. Pero lo que experimentó fue, de alguna manera,  una sorpresa  para él. Resulta que la soledad no es un cierto estado alterado de la conciencia o incluso una cierta sensación intensificada de Dios o de lo transcendente en nuestras vidas. La soledad, tal como él la experimentó, era estar totalmente dentro de su propia piel, al interior del momento actual, consciente con gratitud de la inmensa riqueza encerrada dentro de la ordinaria experiencia humana. La soledad consiste en estar suficientemente dentro de tu propia vida, de forma que puedas experimentar realmente lo que allí se esconde.

Pero eso no es fácil. Es raro que nos encontremos a nosotros mismos dentro del momento actual. ¿Por qué? Por la manera como estamos construidos. Estamos sobrecargados para este mundo. Cuando Dios nos puso en este mundo, como nos dice el autor del Libro del Eclesiastés, puso “eternidad” en nuestros corazones y por eso no vivimos fácilmente en paz en nuestra vida.

Leemos esto en la Sagrada Escritura, Libro del Eclesiastés, en el famoso pasaje sobre el ritmo de los momentos oportunos de la vida. Allí se nos dice que hay un tiempo y un momento oportuno para cada cosa: Un tiempo de nacer y un tiempo de morir; un tiempo de plantar, y un tiempo de cosechar lo plantado; un tiempo de matar, y un tiempo de sanar… y así sucesivamente. Pero, después de enumerar este ritmo natural del tiempo y de los momentos oportunos, el autor acaba con estas palabras. Dios ha hecho todo adecuado al tiempo propio de cada cosa, pero en el corazón humano ha sembrado eternidad, de forma que los seres humanos no sincronizan con los ritmos de este mundo desde el principio hasta el fin.

El vocablo hebreo usado para expresar “eternidad” es “Ha olam”, una palabra que indica “eternidad” y “transcendencia”. Algunas traducciones inglesas lo expresan de esta manera: Dios ha puesto un sentido del pasado y del futuro en nuestros corazones. Tal vez esa traducción lo plasma de la forma mejor, al menos en cuando al modo cómo nosotros experimentamos esto, por lo general, en nuestras vidas.

Sabemos por experiencia lo difícil que es estar dentro del momento actual, ya que ni el pasado ni el futuro nos dejarán solos. Están siempre influyendo en el presente. El pasado nos ronda con canciones de cuna  medio-olvidadas y con melodías que provocan memorias pasadas, con amores encontrados y perdidos, con heridas que nunca cicatrizaron, y con sentimientos incipientes de nostalgia, pesar,  y con necesidad de aferrarse a algo que pasó en otro tiempo. El pasado está siempre sembrando inquietud en el momento presente.

Y el futuro igualmente se abre paso a sí mismo al interior del presente, vislumbrándose como promesa y amenaza, exigiendo siempre nuestra atención, sembrando siempre ansiedad en nuestras vidas y despojándonos siempre de la capacidad de saborear realmente el presente. El  presente está influenciado siempre por obsesiones, angustias, quebraderos de cabeza y ansiedades que poco tienen que ver  con la gente con la que nos sentamos a la mesa.

Los filósofos y poetas dan a este fenómeno diversos nombres: Platón lo llamó “locura procedente de los dioses”; los poetas hindúes lo han llamado “nostalgia del infinito”; Shakespeare habla de “anhelos inmortales” y San Agustín lo llamó, con el nombre más conocido y famoso de todos, “incurable inquietud”. Inquietud que Dios ha colocado en el corazón humano para que se guarde de encontrarse a gusto y estable en algo que es menos que infinito y eterno: “Nos has hecho para ti, Señor, y nuestros corazones están inquietos hasta que descansen en ti”.

Así pues, resulta muy difícil estar presente de modo pacífico en nuestras vidas, sintiéndonos relajados dentro de nuestra piel. Pero este “tormento” -así lo llamó alguna vez el famoso poeta y dramaturgo anglo-estadounidense T.S. Eliot-, tiene su finalidad. El escritor espiritual Henri Nouwen, en un pasaje extraordinario que a la vez da nombre a esa lucha interior e indica para qué sirve finalmente, lo formula de este modo: Nuestra vida es un tiempo breve vivido en expectación, un tiempo en el que la tristeza y la alegría se besan mutuamente en cada momento. La tristeza tiene una cualidad que domina todos los momentos de nuestra vida. Parece que no existe algo así como una alegría pura y bien definida, sino que, aun en los momentos más felices de nuestra existencia, sentimos un dejo de tristeza. En cada satisfacción hay una conciencia de limitaciones. En cada éxito hay un temor de envidia. Detrás de cada sonrisa hay una lágrima. En cada abrazo hay soledad. En cada amistad, distancia. Y en todas formas de luz aparece la conciencia de la oscuridad circundante. Pero esta experiencia íntima, en la que cada pequeña porción de vida queda afectada por una pequeña porción de muerte, hace posible que nos asomemos más allá de los límites de nuestra existencia.

Esta experiencia íntima puede obrar así haciéndonos anhelar con expectación el día en que nuestros corazones se colmen de perfecta alegría, una alegría que nadie nos podrá arrebatar. “

*

Ron Rolheiser.
“Lidiando para vivir con intensidad el momento presente”.
(Artículo publicado en ciudadredonda.org)

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El aquí y ahora… otra vez

Sábado, 22 de julio de 2017
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Del blog de Henri Nouwen:

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La paciencia es una dura disciplina. No solo es esperar hasta que acontezca algo sobre lo que no tenemos ningún control: la llegada del autobús, que deje de llover, el retorno de un amigo, la solución de un problema. La paciencia no es esperar pasivamente hasta que otro haga algo sino que nos pide vivir el momento presente en su plenitud, estar completamente presentes para el momento, disfrutar del aquí y del ahora, estar donde estamos. Nos comportamos como si la cosa fuera a ocurrir mañana, más tarde o en otro lugar.

Seamos pacientes y confiemos en que el tesoro que buscamos se halla escondido bajo el suelo que pisamos.”

*

Henri Nouwen

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Ven, ahora.

Lunes, 8 de mayo de 2017
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Del blog Pays de Zabulon:

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¿Cuando vendrás,
Mi amor, mi amigo, mi amad0?

Tú vendrás un día
Y será pronto, lo prometiste.

Ya estás de camino,
languidezco de esperar pero vienes.

Vienes, eso es cierto,
Y esta loca seguridad me mantiene

Ven, ahora,
He gritado, he llorado, he dejado de ser quién creía ser.

No es en absoluto tanto el precio del sufrimiento
Como estar al fin disponible
lo que debe seducirte.

Ven ahora
Mi amor, mi amigo, mi amado.

*

Z – 28 avril 2017

Source photo : Luke Ditella

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Cuando…

Miércoles, 27 de enero de 2016
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Del blog Pays de Zabulon:

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Cuando sea fuerte,
Cuando sea bello,
Cuando sea bueno,
Cuando sea mayor,
Cuando sea santo,
Yo…
– Cállate.
-¿ qué?
-Cállate.
-Pero…
-¡Cállate!
-¿Por qué?
-¡Hazlo ahora!
*

Zabulon

21 de enero de 2016

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El momento presente.

Martes, 22 de abril de 2014
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Del blog À Corps… À Coeur:

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El momento presente es a menudo olvidado, banalizado, sufrido. Corremos y vivimos a la espera de un vencimiento, a la espera de una cita, a la espera de un acontecimiento que ha de venir. A menudo deseamos que el futuro pase más rápidamente. ” Un gran fin de semana o las vacaciones, esta tarde o la jubilación … “

¿Y antes del fin de semana, antes de las vacaciones, antes de la jubilación, qué vamos a hacer este tiempo que transcurrirá hasta entonces, del momento, del ahora? ¿Matar el tiempo? ¡ Expresión desafortunada!

Esperar sin cesar un acontecimiento futuro, un proyecto, un encuentro, una cena, un amor, vacaciones, tiempo libre, una jubilación … La felicidad parece siempre a venir. Nadie parece satisfecho de lo que tiene, del tiempo presente en el cual se vive.

Mientras soñamos con el futuro, descuidamos el presente que encontramos  banal, poco satisfactorio, sin embargo la vida fluye, se juega ahora, en este mismo instante en que me lees, la vida es preciosa en cualquier momento …

*

Charlotte Valandrey

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