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Peregrinos de Emaús

Domingo, 14 de abril de 2024

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Señor Jesús, acuérdate
de esta pequeña casa, allí en Emaús,
y del fin del camino que conduce a ella cuando se viene de la carretera principal.
Acuérdate de aquellos a los que una tarde, abordaste allí,
acuérdate de sus corazones abatidos,
acuérdate de tus palabras que les abrasaron,
acuérdate del fuego en el hogar a cuyo lado te sentaste,
y de donde se levantaron transformados,
y de donde partieron hacia las proezas de amor…

Míranos.

Mira, todos somos peregrinos de Emaús,
somos todos los hombres que luchan en la oscuridad de la noche,
llenas de dudas después de los días malos.
Nosotros también somos los de los corazones cobardes.
Ven sobre nuestro camino, abrásanos el corazón a nosotros también.
Entra con nosotros a sentarte junto a nuestro fuego…
Y que exultando de alegría triunfal, a nuestra vez,
nos levantemos para saltar y revelar.

*

Abbé Pierre

***

Arcabas-Emmaus

En aquel tiempo, los discípulos [de Emaús] contaban lo que les había ocurrido cuando iban de camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Estaban hablando de ello, cuando el mismo Jesús se presentó en medio y les dijo:

La paz esté con vosotros.

Aterrados y llenos de miedo, creían ver un fantasma.

Pero él les dijo:

¿De qué os asustáis? ¿Por qué surgen dudas en vuestro interior? Ved mis manos y mis pies; soy yo en persona. Tocadme y convenceos de que un fantasma no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo.

Y dicho esto, les mostró las manos y los pies.

Pero como aún se resistían a creer, por la alegría y el asombro, les dijo:

¿Tenéis algo de comer?

Ellos le dieron un trozo de pescado asado. Él lo tomó y lo comió delante de ellos. Después les dijo:

Cuando aún estaba entre vosotros ya os dije que era necesario que se cumpliera todo lo escrito sobre mí en ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.

Entonces les abrió la inteligencia para que comprendieran las Escrituras y les dijo:

Estaba escrito que el Mesías tenía que morir y resucitar de entre los muertos al tercer día y que en su nombre se anunciará a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén, la conversión y el perdón de los pecados. Vosotros sois testigos de estas cosas.

 *

Lucas 24, 35-48

***

La paz no es una situación; ni siquiera un estado de ánimo, ni tampoco es, ciertamente, sólo una situación política; la Paz es Alguien. La paz es un nombre de Dios. Es su «nombre, que se acerca» (Is 30,27) y trae con él la bendición que funda la comunidad, que toca personalmente y reconcilia. La paz es Alguien, el Traspasado, que aparece en medio de nosotros y nos muestra sus manos y su costado diciendo: «La paz esté con vosotros».

La paz es verle a él: «¡Señor mío y Dios mío!» (Jn 20,28) y aceptar asimismo la muerte como algo que no puede ser separado de su amor. «El es nuestra paz. Paz para los que están cerca y para los que están lejos» (Ef 2,17). En este pasaje encontramos la identificación más fuerte de la paz con el nombre de Jesús.

«El ha hecho de los dos pueblos uno solo» (Ef 2,14). A partir de toda dualidad, desorden y separación, a partir de toda división, ha hecho el «Uno», ha fundado el Uno y «ha anulado la enemistad en su propia carne» (Ef 2,14). Quien por medio de la oración busca la paz con todo su corazón, busca a aquel que es la paz, en el único lugar en que se entregan la reconciliación, el perdón de los pecados y la paz: el lugar del sacrificio, el Gólgota, el Moria eterno.

*

B. Standaert,
Paz y Oración,
en G. Alberigo – E. Bianchi – C. M. Martini, La paz: don y profecía,
Magnano 19912, pp. 129s).

***

***

(Imágenes de Jean-Marie Pirot, Arcabas)

***

 

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El signo del amor

Viernes, 3 de septiembre de 2021
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Del blog Amigos de Thomas Merton:

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Lo amable de la humanidad que Dios ha tomado consigo mismo en amor, después de todo, ha de verse en la humanidad de nuestros amigos, nuestros hijos, nuestros hermanos, la gente que amamos y que nos ama.

Ahora que Dios se ha encarnado, ¿por que nos empeñamos tanto en desencarnarle otra vez, en destejer la vestidura de carne y reducirle de nuevo a espíritu? Como si el Cuerpo del Señor no se hubiera hecho “Espíritu dador de Vida“… Se puede ver la belleza de Cristo en cada persona individual, en lo que es más suyo, más humano, más personal en él, en cosas de que un asceta aconsejaría severamente prescindir. Pero esos apegos también, son importantes para vuestra vida en Cristo, y he observado que los novicios que tratan de desprenderse con demasiada severidad de sus parientes y amigos, y de las demás personas en general, a menudo carecen de una importantísima dimensión espiritual en sus vidas, y con frecuencia fallan en absoluto como monjes.

Los que son más “humanos” son mejores monjes, precisamente porque son más humanos, y porque no creen, sencillamente, las intimaciones de los que tratan de decirles que deben ser menos humanos… El signo del amor está en esos novicios y son preciosos para siempre a ojos de Dios“.

*

Thomas Merton
Conjeturas de un espectador culpable

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Peregrinos de Emaús

Domingo, 18 de abril de 2021
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andre-durand_on-the-road-of-emmaus

Señor Jesús, acuérdate
de esta pequeña casa, allí en Emaús,
y del fin del camino que conduce a ella cuando se viene de la carretera principal.
Acuérdate de aquellos a los que una tarde, abordaste allí,
acuérdate de sus corazones abatidos,
acuérdate de tus palabras que les abrasaron,
acuérdate del fuego en el hogar a cuyo lado te sentaste,
y de donde se levantaron transformados,
y de donde partieron hacia las proezas de amor…

Míranos.

Mira, todos somos peregrinos de Emaús,
somos todos los hombres que luchan en la oscuridad de la noche,
llenas de dudas después de los días malos.
Nosotros también somos los de los corazones cobardes.
Ven sobre nuestro camino, abrásanos el corazón a nosotros también.
Entra con nosotros a sentarte junto a nuestro fuego…
Y que exultando de alegría triunfal, a nuestra vez,
nos levantemos para saltar y revelar.

*

Abbé Pierre

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Arcabas-Emmaus

En aquel tiempo, los discípulos [de Emaús] contaban lo que les había ocurrido cuando iban de camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Estaban hablando de ello, cuando el mismo Jesús se presentó en medio y les dijo:

La paz esté con vosotros.

Aterrados y llenos de miedo, creían ver un fantasma.

Pero él les dijo:

¿De qué os asustáis? ¿Por qué surgen dudas en vuestro interior? Ved mis manos y mis pies; soy yo en persona. Tocadme y convenceos de que un fantasma no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo.

Y dicho esto, les mostró las manos y los pies.

Pero como aún se resistían a creer, por la alegría y el asombro, les dijo:

¿Tenéis algo de comer?

Ellos le dieron un trozo de pescado asado. Él lo tomó y lo comió delante de ellos. Después les dijo:

Cuando aún estaba entre vosotros ya os dije que era necesario que se cumpliera todo lo escrito sobre mí en ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.

Entonces les abrió la inteligencia para que comprendieran las Escrituras y les dijo:

Estaba escrito que el Mesías tenía que morir y resucitar de entre los muertos al tercer día y que en su nombre se anunciará a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén, la conversión y el perdón de los pecados. Vosotros sois testigos de estas cosas.

 

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Lucas 24, 35-48
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La paz no es una situación; ni siquiera un estado de ánimo, ni tampoco es, ciertamente, sólo una situación política; la Paz es Alguien. La paz es un nombre de Dios. Es su «nombre, que se acerca» (Is 30,27) y trae con él la bendición que funda la comunidad, que toca personalmente y reconcilia. La paz es Alguien, el Traspasado, que aparece en medio de nosotros y nos muestra sus manos y su costado diciendo: «La paz esté con vosotros».

La paz es verle a él: «¡Señor mío y Dios mío!» (Jn 20,28) y aceptar asimismo la muerte como algo que no puede ser separado de su amor. «El es nuestra paz. Paz para los que están cerca y para los que están lejos» (Ef 2,17). En este pasaje encontramos la identificación más fuerte de la paz con el nombre de Jesús.

«El ha hecho de los dos pueblos uno solo» (Ef 2,14). A partir de toda dualidad, desorden y separación, a partir de toda división, ha hecho el «Uno», ha fundado el Uno y «ha anulado la enemistad en su propia carne» (Ef 2,14). Quien por medio de la oración busca la paz con todo su corazón, busca a aquel que es la paz, en el único lugar en que se entregan la reconciliación, el perdón de los pecados y la paz: el lugar del sacrificio, el Gólgota, el Moria eterno.

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B. Standaert,
Paz y Oración,
en G. Alberigo – E. Bianchi – C. M. Martini, La paz: don y profecía,
Magnano 19912, pp. 129s).

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(Imágenes de Jean-Marie Pirot, Arcabas)

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Eugenio de la Fuente, cura abusado por Fernando Karadima, dimite del estado clerical

Martes, 23 de febrero de 2021
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Eugenio de la Fuenteimages Karadima y De la Fuente

Diez años de la histórica condena a Fernando Karadima, la mecha que mostró el drama de la pederastia en Chile

Un gesto de denuncia a la iglesia en Chile, el silencio y encubrimiento de la Conferencia Episcopal

“Este proceso vivido en profunda verdad tiene su raíz en la dificultad de los procesos de prevención, justicia y reparación ante los abusos de conciencia y sexuales al interior de la iglesia”

“La institución jerárquica de la Iglesia hoy no vive y acompaña un proceso de conversión a la Buena Nueva del Evangelio. Los actos cometidos por sus múltiples autoridades alejan, hieren, destruyen la fe de su pueblo”

“Mientras, la Conferencia Episcopal chilena da ‘palabras’ y Jesús es tajante en el evangelio al repetirnos una y otra vez que el amor se realiza en ‘obras'”

“¿Cuáles son los caminos de justicia que acompañan las palabras de la Conferencia Episcopal?”

Este 17 de febrero celebraremos nuevamente un inicio del tiempo de Cuaresma, un tiempo de “conversión” que se renueva en este imperativo de “conviértete y cree en el Evangelio”. Estas palabras de profunda fuerza nos devuelven al corazón las palabras del evangelio de Marcos en el capítulo 1 cuando Jesús proclamaba y nos proclama la Buena Nueva de Dios, diciendo que “el tiempo se ha cumplido, conviértanse y crean en la Buena Nueva” (Mc 1,15). Hasta aquí nada nuevo, y quizás eso es lo más grave, perdemos la novedad, profundidad y radicalidad de la Palabra de Dios.

Hace ya algunas semanas vivimos como comunidad eclesial chilena la dimisión del estado clerical de Eugenio de la Fuente. Eugenio conocido por muchos y muchas de nosotros, venía realizando un proceso de discernimiento sobre su sacerdocio respecto al respeto y obediencia a la institucionalidad jerárquica de la iglesia. Este proceso vivido en profunda verdad tiene su raíz en la dificultad de los procesos de prevención, justicia y reparación ante los abusos de conciencia y sexuales al interior de la iglesia.

Este acto estuvo acompañado no sólo por las últimas celebraciones presididas por él, sino también con cartas y videos que se hicieron conocidos por distintos medios de comunicación social. ¿Qué nos pasa con esta decisión? ¿Es, en parte, signo profético de una vocación cristiana que quiere seguir a su Maestro hasta las últimas consecuencias?

Eugenio no se fue sin más, lo hizo celebrando lo que amaba y con los que amaba, signo de la transparencia y de la radicalidad de ir más allá. Junto con él podemos pensar en una serie de renuncias en la vida religiosa tanto femenina como masculina que no tienen relación con la vocación sino más bien con una disputa personal y colectiva, en conciencia, ante las situaciones que se viven al interior de nuestra Iglesia. A su vez, vemos a muchos laicos y laicas que desde las bases han iniciado movimientos que nos hablan sobre una “justicia que no llega” y de jóvenes que dentro de sus iniciativas escriben a la jerarquía para que por favor se haga cargo de lo que no se está haciendo cargo. Estamos hablando de signos.

Las lecturas del evangelio de la semana pasada nos han hablado de los ritos sin sentido; Jesús ante las quejas de los fariseos les contestaba con fuerza “Bien profetizó Isaías de ustedes, hipócritas, como está escrito: Este pueblo me honra en los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos. Dejan a un lado el mandamiento de Dios para aferrarse a la tradición de los hombres” (Mc 7, 6-8).

La institución jerárquica de la Iglesia realmente hoy no vive y acompaña un proceso de conversión a la Buena Nueva del Evangelio. Los actos cometidos por sus múltiples autoridades alejan, hieren, destruyen la fe de su pueblo. ¿La vida de fe y su celebración sacramental, las palabras que decimos, los gestos que realizamos tienen coherencia con la acción sagrada de la defensa del ser humano, como Templo sagrado del Espíritu Santo?

Ayer la Conferencia Episcopal ha sacado el mensaje de Cuaresma para este año, en el cual dice: “Los pastores de la iglesia pedimos una vez más perdón a Dios y a nuestros hermanos y hermanas que han sido abusados, maltratados, excluidos o ignorado por algunos de sus ministros”, y seguidamente dice que “una sincera conversión sólo brota de un corazón arrepentido y dispuesto a curar el daño provocado, acompañar al herido en su camino y recomenzar desde Cristo”.

Estas palabras las hemos escuchado muchas veces, a modo personal no puedo decir que la Conferencia Episcopal no la reconozca como ciertas, el problema radica en que son “palabras” y Jesús es tajante en el evangelio al repetirnos una y otra vez que el amor se realiza en obras, lo dice a cada paso que da, porque Jesús mismo vivió su vida a través de ellas implicándose totalmente. Tenemos ejemplo vivo de esto en las bienaventuranzas, el buen samaritano, todos los milagros en dónde Jesús tocó y abrazó el dolor humano, las resurrecciones, el juicio final.

Somos un pueblo sin memoria o no hemos aprendido de ella. Hace algunos años, Ana González de Recabarren, nos decía respecto al perdón, “yo no puedo perdonar sin saber qué pasó con ellos, perdonar a quién y qué”. Esas palabras deberían ser cruciales para nosotros. Jesús nos enseña a perdonar, pero este camino lo coloca como un imperativo en el sermón del monte: “Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia” (Mt 5,6).

El abate Pierre decía: “frente a cualquier sufrimiento humano preocúpate no sólo de solucionarlo en el acto sino también de destruir sus causas. No solamente de destruir sus causas sino también de solucionarlo en el acto. Nadie es ni serio, ni bueno, ni justo, ni verdadero mientras no ha resuelto consagrarse de corazón, con todo su ser, tanto a una como a otra de esas dos tareas, las cuales no pueden separar sin renegarse”.

Este recomenzar que nos invita la Conferencia Episcopal no puede darse sin estos caminos de verdad y justicia propio de nuestro cristianismo y vital para toda la humanidad. A los días de hoy se sigue sin hablar de esta verdad, y sin actuar con justicia, al menos como exige la gravedad de la situación. No sólo estamos hablando de los hechos sino de las causas que lo generaron. Tenemos montones de deudas pendientes, y en esas deudas el pueblo fiel de Dios paga las consecuencias.

Desde nuestro discipulado urge que las bases de nuestra iglesia hablen con voces proféticas salidas desde el mismo Jesús, que remuevan los corazones de nuestros pastores, les urja a la conversión real que implica no sólo escribir palabras de perdón, sino hacerse cargo y les lleve realmente a volver a los caminos del evangelio.

Jesús, el Maestro a quien seguimos se rebeló con total fuerza, autenticidad y autoridad del mundo religioso de su tiempo. Un mundo religioso cercano a la institución que hoy nos “pastorea” que a través del poder ejercido no da respuesta a los “crímenes” y “pecados que la habitan.

El acto de Eugenio y de otros muchos y muchas responde a una voz y acto profético, responde al encuentro entre el Dios que nos habita y el sufrimiento humano, en este caso, realizado y permitido por nosotros como iglesia. Jesús debe estar al centro de nuestra vida y como deber cristiano tenemos la interpelación de un Dios que no pierde a nadie.

En este inicio de Cuaresma, ¿cómo nos hacemos cargo de esto que vivimos? ¿Cómo realmente nos implicamos para que nuestras celebraciones litúrgicas sean realmente una vivencia autentica de seguir a Jesús, dador de vida y entrega total de la suya propia, quien amando a los suyos que estaban en el mundo los amó hasta el extremo?

Que esta Cuaresma nos invite a “convertirnos y a creer en el Evangelio” de nuestro Señor Jesús.

Fuente Religión Digital

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Estar herido por la herida del otro.

Lunes, 2 de marzo de 2020
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En la ciudad se cruzan cada día hombres y mujeres que, cada vez más numerosos, piden ayuda… Lo que podemos hacer… es comportarnos de tal modo que esa mujer, ese hombre, se den cuenta de que los veis… Un día me dijo uno de ellos: «Lo peor en esos momentos es su mirada. No distingue entre el ser humano que mendiga y el cartel que hay en la pared detrás de él»… Todo esto explota dentro de mí con la violencia de una bomba, dado que estoy herido por la herida del parado, por la herida de la muchacha de la calle… como una madre está enferma por la enfermedad de su hijo. Eso es la caridad…, estar herido por la herida del otro. Y unir también todas mis fuerzas a las fuerzas del otro para curar juntos su mal, que se ha vuelto mío.

*

Abbé Pierre,
Testamento,
Cásale Monf. 1994, pp. 143, 148

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Peregrinos de Emaús

Domingo, 15 de abril de 2018
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Del blog de la Communion Béthanie:

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Señor Jesús, acuérdate
de esta pequeña casa, allí en Emaús,
y del fin del camino que conduce a ella cuando se viene de la carretera principal.
Acuérdate de aquellos a los que una tarde, abordaste allí,
acuérdate de sus corazones abatidos,
acuérdate de tus palabras que les abrasaron,
acuérdate del fuego en el hogar a cuyo lado te sentaste,
y de donde se levantaron transformados,
y de donde partieron hacia las proezas de amor…

Míranos.

Mira, todos somos peregrinos de Emaús,
somos todos los hombres que luchan en la oscuridad de la noche,
llenas de dudas después de los días malos.
Nosotros también somos los de los corazones cobardes.
Ven sobre nuestro camino, abrásanos el corazón a nosotros también.
Entra con nosotros a sentarte junto a nuestro fuego…
Y que exultando de alegría triunfal, a nuestra vez,
nos levantemos para saltar y revelar.

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Abbé Pierre

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Arcabas-Emmaus

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En aquel tiempo, los discípulos [de Emaús] contaban lo que les había ocurrido cuando iban de camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Estaban hablando de ello, cuando el mismo Jesús se presentó en medio y les dijo:

La paz esté con vosotros.

Aterrados y llenos de miedo, creían ver un fantasma.

Pero él les dijo:

¿De qué os asustáis? ¿Por qué surgen dudas en vuestro interior? Ved mis manos y mis pies; soy yo en persona. Tocadme y convenceos de que un fantasma no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo.

Y dicho esto, les mostró las manos y los pies.

Pero como aún se resistían a creer, por la alegría y el asombro, les dijo:

¿Tenéis algo de comer?

Ellos le dieron un trozo de pescado asado. Él lo tomó y lo comió delante de ellos. Después les dijo:

Cuando aún estaba entre vosotros ya os dije que era necesario que se cumpliera todo lo escrito sobre mí en ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.

Entonces les abrió la inteligencia para que comprendieran las Escrituras y les dijo:

Estaba escrito que el Mesías tenía que morir y resucitar de entre los muertos al tercer día y que en su nombre se anunciará a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén, la conversión y el perdón de los pecados. Vosotros sois testigos de estas cosas.

 

 *
Lucas 24, 35-48
***

La paz no es una situación; ni siquiera un estado de ánimo, ni tampoco es, ciertamente, sólo una situación política; la Paz es Alguien. La paz es un nombre de Dios. Es su «nombre, que se acerca» (Is 30,27) y trae con él la bendición que funda la comunidad, que toca personalmente y reconcilia. La paz es Alguien, el Traspasado, que aparece en medio de nosotros y nos muestra sus manos y su costado diciendo: «La paz esté con vosotros».

La paz es verle a él: «¡Señor mío y Dios mío!» (Jn 20,28) y aceptar asimismo la muerte como algo que no puede ser separado de su amor. «El es nuestra paz. Paz para los que están cerca y para los que están lejos» (Ef 2,17). En este pasaje encontramos la identificación más fuerte de la paz con el nombre de Jesús.

«El ha hecho de los dos pueblos uno solo» (Ef 2,14). A partir de toda dualidad, desorden y separación, a partir de toda división, ha hecho el «Uno», ha fundado el Uno y «ha anulado la enemistad en su propia carne» (Ef 2,14). Quien por medio de la oración busca la paz con todo su corazón, busca a aquel que es la paz, en el único lugar en que se entregan la reconciliación, el perdón de los pecados y la paz: el lugar del sacrificio, el Gólgota, el Moria eterno.

*

B. Standaert,
Paz y Oración,
en G. Alberigo – E. Bianchi – C. M. Martini, La paz: don y profecía,
Magnano 19912, pp. 129s).

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(Imágenes de Jean-Marie Pirot, Arcabas)

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Salir de su tierra

Domingo, 12 de marzo de 2017
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El abbé Pierre, el 1 de Febrero de 1954, en Radio Luxemburgo

Sólo cabe progresar cuando se piensa en grande, sólo es posible avanzar cuando se mira lejos” (Ortega y Gasset)

12 marzo, II domingo de Cuaresma

Mt 17, 1-9

Seis días más tarde llamó Jesús a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña elevada.

El Génesis relata en 12, 1-4 la vocación de Abrahán, padre del pueblo de Dios: “Sal de la tierra nativa y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré”Y Abrahán sale mirando lejos, respondiendo a la llamada de un Dios que nos ilumina (2 Tim 1, 10) y con la vista puesta en el futuro. Nada importa la realidad o no del hecho. Lo trascendente es lo que el mito significa. Hace poco me enviaba un amigo el dibujo de una pareja en la cama. Ella leyendo un libro y él medio sentado. Le dice él: “Cariño, estoy sin calzoncillos”. Y ella le contesta sin tan solo mirarle: “No te preocupes, cielo; mañana te compro unos”.

De un mensaje, lo de menos es lo que se dice; lo importante es lo que con él se quiere decir. Hay que evitar la letra que mata y recuperar el Espíritu que vivifica. San Pablo nos lo recuerda en su 2 Cor 3, 5-6: “nuestra capacidad viene de Dios, que nos capacita para ilustrar una alianza nueva: no de puras letras sino de Espíritu; porque la letra mata, el Espíritu da vida”.

Ortega y Gasset dijo: “Sólo cabe progresar cuando se piensa en grande, sólo es posible avanzar cuando se mira lejos”.

Y esto es lo que hace el papa Francisco cuando en septiembre de 2015 se abraza con cuatro representantes de las principales creencias -una budista, un judío, un cristiano y un musulmán- y pronuncia este memorable discurso: “La mayor parte de los habitantes del planeta se declaran creyentes, y esto debería provocar un diálogo entre las religiones. No debemos dejar de orar por él y colaborar con quienes piensan distinto. Muchos piensan distinto, sienten distinto. Buscan a Dios o encuentran a Dios de diversa manera. En esta multitud, en este abanico de religiones hay una única certeza que tenemos para todos: todos somos hijos de Dios. Que el diálogo sincero entre hombres y mujeres de diversas religiones conlleve frutos de paz y justicia”. Nuestro cardenal, Carlos Osoro, declaraba en octubre de 2016 que “La libertad auténtica se alcanza cuando se respeta la libertad religiosa”.

Ojalá seamos esa luz que el protagonista Hiroyuki Sanada proponía, como final de cinta, fueran sus hijos Eliseo y Eladia: “las luces más brillantes en la más oscura noche”Babel (2006), del mejicano Alejandro González Iñárritu. Un noble deseo como el de Abrahán, el de Pablo, el de Francisco, el de Osoro, el de Ortega, y el de Jesús, comprometido como el Abbé Pierre (1912-2007) –“Ángel de los pobres”– y fundador de Los Traperos de Emaús en mirar el futuro sin dejar de atender las necesidades del presente.

El 1 de febrero de 1954 irrumpió por sorpresa en Radio Luxemburgo y consiguió que le permitieran hablar en directo. Conmovió a los oyentes con un discurso en el que proclamó la insurrección de la bondad: “Una mujer acaba de morir congelada esta madrugada en la acera del bulevar de Sebastopol, manteniendo aún aferrada a su mano la notificación judicial de expulsión de su domicilio. No podemos aceptar que sigan muriendo personas como ella. Cada noche son más de 2 000 personas soportando el hielo, sin techo, sin pan, más de uno casi desnudo; para esta misma noche es necesario reunir 5 000 mantas, 300 grandes tiendas de campaña, 200 ollas. Venid los que podáis con camiones para ayudar al reparto […] Al Hotel Rochester, calle Le Boétie 92. Imploro, frente a los hermanos que mueren de miseria, aumente en nosotros el amor para hacer desaparecer esta lacra. «¡Que tanto dolor despierte el alma maravillosa de Francia!»

EL ÁNGEL DE LOS POBRES (Abbé Pierre)

Yo continuaría creyendo, incluso si el mundo pierde esperanza.

Y continuaría amando, incluso si los otros destilan odio.

Yo continuaría construyendo, incluso si otros destruyen.

Yo continuaría hablando de paz, incluso dentro de una guerra.

Yo continuaría iluminando, incluso en medio de la obscuridad.

Yo continuaría sembrando, incluso si los otros pisotean la cosecha.

Y yo continuaría gritando, incluso si los otros se callan.

Y yo dibujaría sonrisas en los rostros con lágrimas.

Y yo aportaría alivio, cuando se vea dolor.

Y yo ofrecería motivos de alegría allí donde no hay más que tristeza.

Y yo invitaría a caminar aquel que ha decidido detenerse…

Y yo extendería los brazos a aquellos que se sienten agotados”.

Vicente Martínez

Fuente Fe Adulta

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A primera vista

Martes, 19 de abril de 2016
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Del blog Pays de Zabulon:

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“La depresión me abrió a un amor más grande. Esto es curioso porque es un poco místico, es lo que me interesa, es el amor con mayúsculas. El detalle del sexo, no es muy interesante. Quise a mujeres, quise a hombres, es un detalle esto. Lo que cuenta son los seres con los que uno se encuentra…”

“… Viví una historia increíblemente fuerte de amor con el abbé Pierre. Nos amamos a primera vista, tuvimos un flechazo. ¡Y es evidente que no me acosté con el Abbé Pierre! “

*

Fuente : entrevista de Christophe Lambert por Marc-Olivier Fogiel (Le Divan).

Fuente imagen: sautdelange
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Desapropiarse

Lunes, 15 de febrero de 2016
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Del blog de la Communion Béthanie:

En 1972, Maurice Zundel fue llamado al Vaticano por Pablo VI para predicar en el retiro de Cuaresma. Místico, teólogo, Maurice Zundel es un verdadero profeta del siglo XX.  En palabras del abbé Pierre: “Con él, nos encontrábamos en presencia de Alguien. Por su misma persona accedíamos casi naturalmente al misterio de Dios. A lo absoluto.

Os invitamos a seguir Maurice Zundel, paso a paso, hasta Pascua en este Año jubilar de la Misericordia…

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En nosotros, es el yo posesivo el que obstaculiza a la grandeza

“Lo que obstaculiza la grandeza del hombre, no es su corporeidad, es el espíritu de posesión que le marca a si mismo, es este yo en el cual somos engullidos, este yo posesivo que se hace el centro de todo, que quiere acaparar todo, este yo que no es más que un resultante de nuestra prefabricación que no escogimos y que nos está adherido desde nuestra concepción, nuestro nacimiento y nuestra historia infantil.

Estamos dominados así por un yo que simplemente es la proyección y el resultado de todas las influencias cósmicas que han pesado sobre nosotros y nuestros antepasados.

Estamos constantemente sobre el camino de nuestra gravedad. La maravilla es que, de cuando en cuando, surge la luz de esta Presencia infinita, para que seamos sobrepasados de repente por ella, invadidos y transfigurados, que no expresemos más nuestros pequeños intereses, que no estemos más – por lo menos por un instante- que un impulso hacia este Otro que nos habita, y que es la Vida de nuestra vida.

Es esta la única esperanza de la existencia: este tesoro que es confiado a nuestra vida, esta posibilidad de alejarse de uno mismo, de perderse en el Otro y de ser, hasta el fin, la afirmación de Jesucristo. “

Señor, enséñame a désapropiarme. Dame la gracia del descentramiento con el fin de que pueda dejarme llevar en el movimiento del don. A abrirme a este impulso venido de Ti, que me lleve hacia lo desconocido …

*

Maurice Zundel

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Continuaré…

Sábado, 17 de octubre de 2015
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Del blog de la Communion Béthanie:

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Continuaré creyendo, aunque todo el mundo pierda la esperanza
Continuaré amando, aunque otros destilen odio
Continuaré construyendo, aunque otros destruyan
Continuaré hablando de paz, incluso en medio de una guerra
Continuaré iluminando, incluso en medio de la oscuridad
Continuaré sembrando, aunque otros pisoteen la cosecha
Y seguiré gritando, aunque otros se callen
Y dibujaré sonrisas sobre rostros en lágrimas
Y aportaré el alivio cuando vea el dolor
Y ofreceré motivos de alegría allí dónde hay sólo tristeza
invitaré a marchar al que decidió pararse
Y les abriré los brazos a los que se sienten agotados.

*

Abbé Pierre

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Peregrinos de Emaús

Domingo, 19 de abril de 2015
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Del blog de la Communion Béthanie:

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Señor Jesús, acuérdate
de esta pequeña casa, allí en Emaús,
y del fin del camino que conduce a ella cuando se viene de la carretera principal.
Acuérdate de aquellos a los que una tarde, abordaste allí,
acuérdate de sus corazones abatidos,
acuérdate de tus palabras que les abrasaron,
acuérdate del fuego en el hogar a cuyo lado te sentaste,
y de donde se levantaron transformados,
y de donde partieron hacia las proezas de amor…

Míranos.

Mira, todos somos peregrinos de Emaús,
somos todos los hombres que luchan en la oscuridad de la noche,
llenas de dudas después de los días malos.
Nosotros también somos los de los corazones cobardes.
Ven sobre nuestro camino, abrásanos el corazón a nosotros también.
Entra con nosotros a sentarte junto a nuestro fuego…
Y que exultando de alegría triunfal, a nuestra vez,
nos levantemos para saltar y revelar.

*

Abbé Pierre

Arcabas-Emmaus

*

(Imágenes de Jean-Marie Pirot, Arcabas)

***

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