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“Retorno a Wittenberg”, por Manuel Fraijó

Martes, 9 de enero de 2018
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monumento-lutero-wittenberg-alemania“Lutero, carro y auriga de Israel”

“El Reformador captó como nadie los apasionados anhelos religiosos de su tiempo” 

(Manuel Fraijó, en El País).- Con cierta impaciencia debe estar contando Lutero las horas que faltan para que termine el año de su V centenario. Hay que imaginárselo contento, pero también algo exhausto a causa de tanta conmemoración.

Con no poco asombro habrá tomado nota de la visita de los Papas Benedicto XVI y Francisco a lugares emblemáticos del protestantismo; especial satisfacción le habrá producido escuchar sus himnos, una de sus mejores herencias, cantados en tantas iglesias católicas; y, como su corazón nunca dejó de ser del todo agustino, le habrá encantado la carta, tan serena y justa, que el prior general de los agustinos ha dirigido a la orden; y él, que tan agrios debates mantuvo con el cardenal Cayetano, habrá leído con asombro y honda satisfacción la excelente monografía que otro cardenal, Walter Kasper, le ha dedicado: Martín Lutero. Una perspectiva ecuménica; especial alegría debe haber sentido al leer el Acuerdo sobre la justificación, un documento ratificado oficialmente por ambas iglesias en el año 1999 que pone de manifiesto que el polémico concepto de justificación no es ya motivo de división; y, cómo no, se habrá interesado por otro documento, este del año 2017, titulado Del conflicto a la comunión. Conmemoración conjunta luterano-católico-romana de la Reforma en 2017. Es la primera vez que luteranos y católicos conmemoran juntos lo que ocurrió hace 500 años.

Con no poco agrado habrá tomado nota de la paulatina desaparición de la leyenda de las 95 tesis clavadas por él en la puerta de la iglesia de Wittenberg. En realidad, las envió el 31 de octubre de 1517 a Alberto de Brandemburgo y a algunos obispos.

Al no recibir respuesta, las envió a “hombres eruditos”. Fueron ellos quienes las difundieron. Lutero lo lamentó, ya que “no van destinadas al gran público”. Pidió disculpas al Papa, asegurándole que no las retiraba porque ya no estaba en su mano.

Pero tal vez la mayor sorpresa se la habrá dado quien le haya informado de que hace ya más de 60 años los católicos celebramos un concilio, el Vaticano II, en el que se aprobaron algunos temas por los que él tan denodadamente luchó: el sacerdocio general de todos los fieles; el uso de la lengua vernácula en la liturgia; la comunión bajo las dos especies; el protagonismo de los laicos en la Iglesia; la importancia de las comunidades locales; la Biblia como alma del cristianismo y de la teología.

No sin cierta melancolía, Lutero habrá recordado su insistencia en la celebración de un concilio que Roma solo convocó en 1545, cuando ya no era posible la concordia. El concilio de Trento llegó demasiado tarde.

Y algo atónito se habrá quedado al leer los elogios que un dominico, Y. Congar, le ha dedicado: “Lutero es uno de los mayores genios religiosos de la historia”. Y sabiamente añade: “Lutero no es el Evangelio. Lo importante es ir hacia el Evangelio juntamente con él”.

Por suerte, los insultos de ayer han hecho sitio a los elogios de hoy. Y bien que lo necesita el Reformador. En sus últimos años sufrió notables desengaños y decepciones. Tuvo que ver, por ejemplo, cómo algunos protestantes abusaban de la justificación por la fe para entregarse a la pereza.

Con todo, su principal fuente de preocupación fue la Reforma misma. En sus horas de reflexión y soledad debió recordar cómo en 1483, año de su nacimiento, toda Europa era católica; en 1546, fecha de su muerte, casi la mitad del continente se había separado de Roma. Algo que, como sabemos, no ocurrió sin feroces enfrentamientos y abundante derramamiento de sangre.

A Lutero le preocupaba el futuro de Alemania y Europa. Él sabía que no era el único responsable de lo ocurrido: fue decisivo el apoyo de los príncipes alemanes, cansados de las injerencias de Roma y de sus exigencias financieras. Pero sin la fuerza religiosa y visionaria del Reformador nada de lo que ocurrió hace 500 años habría sido posible.

Captó como nadie los apasionados anhelos religiosos de su tiempo. Lo que no supo fue encontrar un sucesor apropiado. Lutero, que se definía a sí mismo como “un sajón, un rústico y duro sajón”, terminó enfrentándose con muchos de los que habrían podido sucederle. Th. Mann dirá que el Reformador fue “un bárbaro de Dios con bovina cerviz”. De acuerdo, pero aquel bárbaro de Dios, hombre de pensamiento y oración, contemplaba con honda preocupación el resultado de su propia obra.

Y, probablemente, nada le atormentó tanto como su actuación en la rebelión de los campesinos. K. Marx la califica como “el hecho más radical de la historia alemana”. Los campesinos se sublevaron contra la opresión a la que les sometían la Iglesia y los nobles. En un primer momento contaron con el decisivo apoyo de Lutero, pero cuando este constató que también los campesinos se lanzaban al pillaje, al asesinato y a la destrucción de conventos e iglesias, cambió de bando y animó a los señores a sofocar la rebelión a sangre y fuego; sus arengas son de tenor irreproducible.

Al frente de los campesinos iba Thomas Müntzer, llamado “místico con martillo” y “reformador sin iglesia“. A Müntzer no le bastaba la libertad interior que predicaba Lutero, quería libertades concretas, políticas y sociales. Fue ejecutado al fracasar la revuelta en la que perecieron unos 70.000 campesinos.

Algunos historiadores afirman que el fracaso de esta revolución adormeció por un par de siglos la actitud del pueblo alemán ante los desmanes del poder. Y analistas políticos bienintencionados sostienen que, si Lutero se hubiese aliado con los campesinos, habría corrido su misma suerte y nos habríamos quedado sin Lutero, sin Müntzer, y sin la Reforma. Parece una hipótesis plausible.

A partir de 1525, fecha de la derrota de los campesinos, Lutero entró en una crisis de la que ya nunca se repuso. Su prestigio declinó rápidamente. También su boda, celebrada en el mismo año 1525, sirvió de mofa para sus enemigos y de disgusto para sus amigos. Se había iniciado el declive del Reformador. El hombre que entre 1500 y 1530 publicó el 20% de los textos editados en Alemania se fue quedando sin inspiración. “Culpable” fue también el cuidado de sus seis hijos.

El final le llegó en la noche del 17 de febrero de 1546. Ocurrió en su pueblo, en Eisleben. Fue la muerte serena de un gran creyente cristiano. En realidad, Lutero deseaba ya el final: “He vivido mi vida, ya es hora de que me reencuentre con mis mayores”.

Durante sus últimos años no podía andar, lo trasladaban en un pequeño carro. Su cadáver fue trasladado de Eisleben a Wittenberg donde se le tributaron impresionantes honras fúnebres. Melanchthon, su discípulo más fiel e inteligente, pronunció una emocionada oración fúnebre. La concluyó con estas palabras: “Se ha ido el carro y el auriga de Israel”. Después de este agitado 2017, el “auriga” retornará a su silencio de Wittenberg en espera del próximo centenario.

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¿Tras las Tinieblas la Luz? Lutero y el Protestantismo en la balanza

Sábado, 28 de enero de 2017
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imagesDel blog de Xabier Pikaza:

Presenté ayer la figura y propuesta de Lutero (año 1517), con sus elementos teológicos, sociales y eclesiales.

Sobre esa base quiero desarrollar algunos elementos e implicaciones de la Reforma, tomando como base el lema más antiguo de la Ciudad de Ginebra, adaptado después como programa de la Reforma Protestante: Post Tenebras Lux, tras las tinieblas medievales de una edad oscura de la Iglesia de Roma, llegó la luz de los grandes reformadores.

Así aparecen ellos, como hombres luminosos (?) en el monumento a la Reforma, construido sobre las antiguas murallas de la ciudad cada uno con la Biblia del pueblo en la mano:

Imagen I: reformadores principales de la ciudad: Farel, Calvino, Beza y Knox.
Imagen 2: lema de la Reforma: Llegó la luz tras la tinieblas, con la fecha clave de 1517.

La Reforma fue una gran luz, pero no la única…, con sus tinieblas propias… Fue una luz esencial para el despliegue de Europa y del mismo cristianismo, como ayer dije, y como seguiré indicando, en línea más extensa, por ahora, con dos postales de tipo programático:imagesg

Hoy presento el proyecto social de la Reforma Protestante, partiendo del contexto anterior de la Unidad Católica de Europa Occidental (Imagen III: mapa de Europa en el año 1500), simbolizada por el Papa. Éste es un tema complejo, y sólo atendiendo a su complejidad puede entenderse algo mejor, destacado los rasgos principales del intento de Lutero, pero poniendo a su lado a Calvino (con otros reformadores: Imagen IV) y al Anglicanismo, con sus luces y sombras, con sus excesos políticos e incluso “religiosos”.

Mañana insistiré en la inmensa oleada de creatividad pero también de violencia promovida por la Reforma y la Contra-Reforma, expresada sobre todo en la Guerra de los Treinta Años, que ofrece de algún modo el acta de nacimiento de la Europa Moderna, hasta el día de hoy.

imagesiSi el tema sigue interesando presentaré en días sucesivos otros rasgos conseguidos (y sufridos) y aún pendientes de la Reforma Protestante y de la Contra-Reforma católica, en un situación totalmente distinta a la de entonces (1517) como la nuestra, en este año 2017.

Digo que la situación es muy distinta (no estamos en el año 1517), ni sería hoy posible un Lutero como el de entonces (ni unos papas como los de aquel tiempo), ni un Calvino de Ginebra… pero de aquel tiempo y de aquellas personas seguimos viviendo, por lo menos hasta hoy 2017.

Para cambiar aquella historia y no repetir los errores pasados (manteniendo sus buenos impulsos) es necesario conocerla. En esa línea ofrezco esta postal, quizá para recordar que todos (católicos y protestantes) estamos llamados a realizar una Reforma más intensa, desde la raíz del evangelio.

Éste es un momento oportuno para repensar la identidad del cristianismo, y de un modo especial la de Europa,vinculada de un modo esencial a la Reforma Protestante, de modo positivo y negativo, con su fe en el Dios de Cristo, pero también con sus guerras opresoras, con su forma de querer dominar el mundo de un modo muy poco evangélico.

1. Europa año 1500

Todo el sur del oriente había caído en manos de los turcos; el norte (Rusia, Ucrania, Lituania, Polonia…) se mantenía alejado de los centros de poder, en una especie de Edad Media alargada. Mientras tanto, los países de Europa occidental, que estaban encontrando nueva fuerza con el Renacimiento y con los descubrimientos geográficos (en África, Asia y América), con el surgimiento de los estados nacionales y las nuevas técnicas científicas, se dividieron en tres o cuatro centros de poder cultural y político, difíciles de armonizar:

— el grupo latino del sur (Portugal, España, Igalia…), con el predominio de España, que se mantuvo fiel al Papa;
— el grupo germano del centro de Europa (Alemania, Austria, Suiza…), fiel en gran parte a la nueva experiencia de un cristianismo — protestante, separado del Papa;
–el grupo anglosajón, también separado del Papa, con un tipo de protestantismo nacional;
— el grupo francés, con su zona de influjo, se mantuvo fiel al Papa, pero siguió una política autónoma.

Pues bien, en el momento en que los países de Europa se elevaban y emergían, como potencia unitaria y múltiple, sobre el resto del mundo (desde el siglo XVI), el Papa dejó de presentarse para ellos el vínculo de unidad religiosa y cultural que había querido ser, viniendo a convertirse en signo de disputa y división, en foco de violencia entre los varios países europeos. Leer más…

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Un sello especial del Vaticano para el V centenario de la Reforma

Viernes, 27 de enero de 2017
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lutero-y-roma_560x280El mismo honor que para el 100 aniversario de Fátima

En el timbre podría ser marcado por la imagen de Lutero

(Cameron Doody).-El Vaticano emitirá este año un sello conmemorativo para recordar el V centenario de la Reforma Protestante, según el programa de 2017 de la Oficina Filatélica y Numismática de la Santa Sede.

Aunque algunas informaciones apuntan a que el sello especial estará marcado con la imagen de Martín Lutero, lo único confirmado por el momento es que la fábrica vaticano de moneda y timbre celebrará de manera especial este evento tan trascendental en la historia del cristianismo como es la Reforma que el monje alemán inició.

De imprimirse finalmente su efigie en el sello, Lutero se conmemorará en la Iglesia de la misma forma que el 100 aniversario de la aparición de la Virgen a los niños de Fátima o el 1950 aniversario de los martirios de san Pedro y san Pablo, eventos que también figuran en el programa numismático de la Santa Sede para este año.

El plan de la Oficina vaticana de timbre representa otro paso más en el acercamiento del Papa Francisco a las iglesias protestantes, en aras de un arrepentimiento sincero por los siglos de desconfianza y vilipendios mutuos.

En el texto publicado a principios de este mes por el Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos y el Consejo Mundial de Iglesias el gran reformador alemán fue calificado como un “testigo del evangelio” cuyos desafíos a la Iglesia mantienen aún su vigencia para los católicos.

El Papa Francisco asimismo ha reflexionado en varias ocasiones acerca de cómo una evaluación balanceada del monje alemán demuestra cómo su intención no fue dividir la Iglesia sino reformarla: afán que, al juicio del pontífice, ha traído muchos beneficios, entre ellos el acercamiento de la Biblia a los fieles en las lenguas vernaculares.

Fuente Religión Digital

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Mariano Blázquez: “Lutero desencadenó una ruptura, pero también que la propia Iglesia católica se reformara”

Miércoles, 25 de enero de 2017
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ferede2El responsable de FEREDE reclama un estatuto de libertad religiosa equivalente para todas las confesiones

“El mundo protestante en España ha sido el gran desconocido y un gran perseguido durante mucho tiempo”

“Lutero quiso trabajar para acercar el Cristianismo al mensaje original de Cristo, que estaba un poco empañado, según él entendía. Ése camino que nos propuso, sigue siendo un camino vigente para todo cristiano “

(Jesús Bastante).- “Claro que podemos celebrar el V Centenario de la Reforma”. Con motivo de la Semana de la Oración por la Unidad de los Cristianos, hoy nos acompaña Mariano Blázquez, secretario ejecutio de la FEREDE, entidad que aglutina a las entidades evangélicas en España. Tras años de persecución por parte de las autoridades, los evangélicos reivindican su espacio, en igualdad, con el resto de confesiones. También, con la católica. El Papa, en Roma, y Osoro, en España, están dando pasos, asegura.

Secretario ejecutivo de la FEREDE, que es la entidad que aglutina a casi todas las entidades evangélicas presentes en España. Estamos hablando de más de dos millones de personas.

No creemos que sea tanto. Medimos las cifras de los que son practicantes, que van a las iglesias asiduamente, pero también estamos midiendo el protestantismo sociológico. Creo que esa cifra es algo inferior, entre, sobretodo, extranjeros que también residen aquí, pero que no tienen una práctica religiosa.

La práctica religiosa podría resumirse en torno a unas 4.000 congregaciones y 500.000 personas o un poco más, que asisten regularmente. Para nosotros, no ir a la iglesia, no es un pecado, pero sí es una bendición. Tenemos una asistencia regular, que es lo que medimos en nuestras congregaciones, y es lo que se suele sumar.

Aparte de esto, tenemos esta otra realidad sociológica sobre el protestantismo español, que no es practicante, pero que también vota en las elecciones y debe ser contada.

El Protestantismo español no es muy conocido aunque lleváis muchos años haciendo un gran esfuerzo para que lo sea un poco más. Este año nos ofrece cierta oportunidad, porque estamos a punto de comenzar a celebrar la Semana de la Oración por la Unidad de los Cristianos, pero ya estamos de lleno en el año Lutero, en el Quinto Centenario de la Reforma.

Para muchos, Lutero es un gran desconocido, para otros, es un demonio todavía hoy. Incluso, algunos en la Iglesia católica están empezando a reivindicar su figura y parece que son otros demonios. El mundo protestante en España ha sido el gran desconocido y también un gran perseguido durante mucho tiempo.

¿Qué es hoy el mundo protestante en España?

Es una realidad, también muy diversa, que tiene que aprovechar esta situación para definirse y presentarse armónicamente ante la sociedad.

Para nosotros, este quinto centenario está suponiendo un trabajo didáctico. Algunas de las Iglesias evangélicas viven su fe, que para nosotros es importante, la fe viva, la fe individual, pero la viven de una manera a-crítica y a-histórica, es como si los evangélicos hubieran nacido ayer. Y no es así.

También para algunos, la figura de Lutero es un demonio, o es un gran desconocido. O sea, que como tratamos de huir de los grandes santos, nos vamos hacia el otro lado. Y yo creo que es muy importante reflexionar sobre los aportes que antes y después de Lutero han hecho otros muchos. Pero la gran situación de Lutero es, que su petición de reforma, al final tuvo un resultado positivo. Es decir, que sus ideas llegaron a triunfar e implantarse en un determinado ámbito territorial y esto produjo unas consecuencias adyacentes sobre la cultura, sobre el arte, sobre la industria y sobre la economía que han constituido una base importante de la sociedad occidental y que han beneficiado a todos, protestantes y no protestantes, creyentes y no creyentes. Es una figura importante y debemos reflexionar sobre ese aporte. Y los evangélicos, también.

El otro día teníamos aquí a Carlos López, el obispo anglicano, y nos decía algo que parece muy lógico, pero en lo que muchos no habían reparado, y es que Lutero no se había caído de un guindo. La reforma y las críticas se estaban planteando desde hacía mucho tiempo, y de hecho, la historia de Iglesia Católica de Roma, también es en cierto modo la historia de la Iglesia de la reforma.

Hasta el siglo XVI hay una Iglesia, que ya se había dividido antes con el cisma de Oriente. Pero hay una Iglesia para bien o para mal, que es la Iglesia común, y Lutero es parte de esa Iglesia medieval y lo que intenta, es hacer una llamada de atención porque ve la necesidad de volver a los principios fundamentales que se han desviado del Evangelio que señaló Jesucristo.

En esa misma idea habían estado, siglos antes, otras muchas personas, lo que ocurre con Lutero es que fue un detonante. Al plantearlo y recibir apoyo de los príncipes puede hacer que se implanten esas ideas.

Además, es el momento en el que aparece la imprenta, que permite llevar el evangelio a la gente, que nunca se había llevado. Es uno de los grandes aportes que nadie, hasta hace muy poco, reconocía a Lutero, pero que es evidente.

Lo mismo que ahora estamos con los twitter y todo esto, que ha sido un avance y hasta ha hecho ganar presidencias a quien manejaba esos elementos, Lutero supo manejar la innovación científica y cultural que fue la imprenta. Fue un aporte fundamental que contribuyó a difundir las ideas de la reforma. En poco más de veinte años las ideas luteranas y de otros, que al mismo tiempo estaban allí, se produjo una interacción muy importante que favoreció que la reforma surgiera en muchos lugares con muy poco tiempo de diferencia.

Hoy, 500 años después, ¿se puede hablar de esa unidad que se rompió? ¿está más cerca, no lo está, y de qué modo debemos entender esa unidad? ¿Debemos entenderla como que vamos a formar parte todos de una misma organización, o esa unidad entre los seguidores de Jesús tiene que ir por otro lado?

Entre nosotros esta muy extendido que la unidad del Evangelio es, ante todo, una unidad espiritual. Es compartir una experiencia de fe y una vivencia cristiana. Y luego, es también ayudar y coadyuvar en áreas, unos con otros, en determinados aspectos. Y en ese camino hay mucho por lo que andar. Podemos trabajar juntos con otras confesiones, principalmente cristianas, pero también con otros, cada uno en una medida, en áreas que son de interés común. Hay muchas cosas.

Ahora, para aquellos que sean cristianos, hay un área que va mucho más allá de cómo entendemos el Cristianismo, cómo entendemos el amor, y cómo entendemos compartir el Evangelio.

Para nosotros, lo importante es mantener la unidad en el vínculo de la paz en todos estos aspectos. Lo principal es una unidad espiritual que nos ha de mover a acciones prácticas, no tanto una unidad institucional. Lutero vindica la autonomía de la Iglesia local, de la congregación, para elegir sus pastores y para trabajar, y eso nosotros lo mantenemos. Ahora, también es importante mejorar en expresiones visibles de coherencia, de unas declaraciones comunes y de un trabajo en común, y en esto aún haya mucho por hacer.

¿Estáis notando, desde la llegada del papa Francisco, algún tipo de cambio, o todo sigue igual? ¿Cómo está el tema del diálogo desde la llegada del papa argentino?

Pues creemos que hemos encontrado una sensibilidad un poquito mayor, pero es muy pronto para saberlo. Las declaraciones que está realizando, en muchos aspectos las encontramos más acordes con los principios que nosotros venimos defendiendo, pero eso no se ha materializado en acciones concretas, al menos en lo que a nosotros se refiere, en España. Sin ir más lejos, yo he indicado a algunos representantes de la Conferencia Episcopal que nosotros estaríamos interesados en mantener un diálogo y una interlocución institucional. Ya lo habíamos repetido anteriormente, y la respuesta hasta ahora, no ha sido positiva.

Es más fácil hablar con Roma que con la Conferencia Episcopal.

A veces tenemos acceso, pero conseguir un cambio de estos cuesta más. Hace unos años, poco antes de este Papa, ya lo habíamos planteado y nos dijeron que se trató en la Conferencia episcopal, incluso se consultó la opinión de otra Conferencia Episcopal, no sé si era de Irlanda, y nos dijeron que aquí no lo hacían porque eran mayoritarios. Esa fue la conclusión a la que se llegó en España; la Iglesia mayoritaria no ha entendido que era necesario hablar con confesiones minoritarias de manera institucionalizada.

Esa es un poco la razón, en los países donde se supone que no triunfó la Reforma y donde parecía que nunca hubo protestantes, de que os sigan tratando como de que hay que soportaros y admitir que os suméis a sus iniciativas, pero no que propongáis demasiado.

A veces sí tenemos esa sensación, a lo cual, yo digo que soy bastante hipersensible. Me molesta bastante porque creemos que debemos ser tratados de igual a igual. Esta situación, con el cardenal Osoro, es diferente. Las veces que nos hemos relacionado con él, nos ha tratado de tú a tú, y no ha buscado marcar una posición preponderante, lo cual, que es un gesto muy sencillo, me produce una satisfacción porque aunque sí tendría por qué, sus instrucciones a todos los que está a su lado es de que su silla sea igual y pide el turno de la palabra como cualquier otro.

Son detalles, que aunque parecen muy tontos para los que no estamos dentro, tocan el corazón a las personas que durante mucho tiempo habéis tenido que soportar estar en segundo plano.

Y cuando vemos esta forma y este talante, del mismo modo yo quiero significarlo. Ése es el camino, y para nosotros es muy positivo encontrar personas con esa facilidad de diálogo y esa accesibilidad. Y quiero dejar testimonio de este buen elemento, positivo, en cuanto a este cambio de talante. Tiene que ver con la persona, pero tengo que expresar que me he sentido muy cómodo las veces que me he relacionado con él.

Volviendo al año Lutero, en Alemania, igual que en otros lugares de centroeuropa, hay una organización tremenda, con muchos actos en torno a este centenario. En España, de momento, está pasando un poco desapercibido, por lo que tú decías anteriormente, que al ser un país de tradición católica parece que no reconoce la importancia de esta figura. ¿Qué se está haciendo desde FEREDE o desde otras instituciones para recordar este Quinto Centenario?

En Alemania llevan diez años celebrando la década de Lutero. Trabajando sobre todos sus aspectos, enfatizándolos; un año lo dedican entero a la influencia de Lutero en la política, otro en la economía, en artes, en la obra social, en el idioma… Leer más…

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Los 500 años de M. Lutero: Testigo del evangelio, una tarea abierta

Martes, 24 de enero de 2017
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3-lucas-granach-retrato-de-martin-lutero-10cm-1010x1024Del blog de Xabier Pikaza:

Así lo saben desde hace tiempo muchos teólogos y cristianos, lo mismo católicos que luteranos, cuando afirman que la tarea de Lutero sigue abierta, tanto para los católicos como para los mismos luteranos. Este año 2017 es tiempo bueno para retomarla y culminarla.

Así lo puso relieve el Papa Francisco, cuando el pasado 31 de octubre asistió en Lund, Suecia, a la conmemoración del 500 aniversario de la Reforma Luterana, ante Antje Jackelén, mujer Arzobispo de Uppsala, y ante Munib Yunan, Presidente de la Federación Mundial Luterana, que firmaron una declaración conjunta en línea de mutuo respeto y colaboración, comprometiéndose a trabajar a favor de una nueva comunión ecuménica entre católicos y luteranos.

Así lo ha resaltado sobre todo el documento conjunto, titulado DEL CONFLICTO A LA COMUNIÓN (Octubre 2016), elaborado por la Federación Luterana Mundial y el Consejo Pontificio para la Unión de los cristianos, al celebrar los 500 años de la reforma luterana.

Ese documento compara en el fondo y pone en un plano semejante a los reformadores protestantes (como Martín Lutero, Ulrico Zuinglio y Juan Calvino) y a los testigos de la fe católica (como Ignacio de Loyola, Francisco de Sales y Carlos Borromeo ¿por qué no Juan de la Cruz?), diciendo que se esforzaron por la renovación de la Iglesia. Ese documento incluye, además, dos números muy significativos sobre Lutero:

del-conflicto-a-la-comunion-i1n9693089A la luz de la evidente renovación de la teología católica en el Concilio Vaticano II, los católicos pueden apreciar hoy las inquietudes reformadoras de Martín Lutero y considerarlas con más apertura de lo que era posible anteriormente (28)

Un acercamiento implícito a las preocupaciones de Lutero ha conducido a una nueva evaluación de su catolicidad, que se dio en el contexto del reconocimiento de que su intención era reformar y no dividir a la iglesia. Esto surge claramente de las afirmaciones hechas por el cardenal Johannes Willebrands y por el Papa Juan Pablo II. El redescubrimiento de estas dos características centrales de su persona y de su teología llevó a un nuevo entendimiento ecuménico de Lutero como un «testigo del evangelio» (29).

Estoy convencido de que la figura y obra de Lutero sigue siendo una cuestión pendiente para católicos y evangélicos, llamados a reescribir en comunión su historia. Lutero es un patrimonio de la Reforma universal Cristiana. Por eso quiero presentarle como un testigo del evangelio que no ha terminado aún su tarea, somos nosotros los que estamos llamados a hacerlo.

LUTERO, MARTIN (1483-1546).

Reformador alemán. Era teólogo y religioso de la Orden de San Agustín, profesor de Sagrada Escritura en la Universidad de Wittenberg, Tras un proceso de conversión y de experiencia radical del evangelio, en perspectiva de fe y de confianza plena en el Dios que perdona los pecados, inició la Reforma (que se llamará “protestante”), clavando en la puerta de la Iglesia del Palacio de Wittenberg, el 31 de Octubre de 1517, las 95 tesis en las que presenta su visión sobre las indulgencias, el pecado original y otros temas discutidos de la teología y de la vida cristiana.

Inició así un camino de transformaciones que desembocó de hecho en la creación, al lado de la católica (y con el deseo de sustituirla), de una “nueva iglesia” (protestante, luterana), con la pretensión de ser la continuadora verdadera de la Iglesia Apostólica. Tradujo la Biblia al alemán, para uso devocional, teológico y litúrgico y lo hizo con tal creatividad que se le considera el iniciador (incluso el creador) del moderno idioma escrito del mundo germano.

1. Las 95 tesis de Wittenberg.

En principio, ellas podían y debían haber sido discutidas por la Iglesia Universal, en sus diversos estamentos. Eran de tipo disciplinar, se oponían a la venta de indulgencias y criticaban algunos abusos del Papa y de la jerarquía católica, pero sin platear una ruptura estricta, ni la creación de una Iglesia nueva). Éste es el contenido de algunas de las tesis más significativas:

a. Sobre el Papa. Lutero apela desde el principio de su gran protesta a la “libertad” de los cristianos, que han de ser capaces de ponerse de un modo personal ante Dios, sin el intermediario de un Papa a quien muchos concebían como mediador de un perdón, que sólo puede ser exterior, no interior. Por eso rechaza el poder de perdón especial que se arroga el Papa. «El Papa no quiere ni puede remitir culpa alguna, salvo aquella que él ha impuesto, sea por su arbitrio, sea por conformidad a los cánones. El Papa no puede remitir culpa alguna, sino declarando y testimoniando que ha sido remitida por Dios, o remitiéndola con certeza en los casos que se ha reservado. Si éstos fuesen menospreciados, la culpa subsistirá íntegramente» (núm. 5-6).

b. Sobre las indulgencias. Lutero protesta también contra la visión de una institución eclesial (de un Papa) que quiere presentarse como portador y garante de un perdón especial sobre los fieles. Como ha puesto de relieve → Campenhausen, la jerarquía eclesiástica había nacido en los siglos II-III por la necesidad de organizar y controlar el perdón de los pecadores. Quizá sin advertirlo, al criticar el poder de los papas en el plano de las indulgencias, Lutero volvió a plantear el tema clave del surgimiento y sentido de los ministerios sagrados. «Cualquier cristiano verdaderamente arrepentido tiene derecho a la remisión plenaria de pena y culpa, aun sin carta de indulgencias. Cualquier cristiano verdadero, sea que esté vivo o muerto, tiene participación en todos los bienes de Cristo y de la Iglesia; esta participación le ha sido concedida por Dios, aun sin cartas de indulgencias» (núm. 36-37).

c. El primado de la caridad. Lutero puso en el centro de su discusión el tema de la caridad, de manera que si las controversias posteriores hubieran seguido en este plano, quizá no hubiera sido necesaria la forma en que después se desarrolló la Reforma y la Contra-Reforma católica. «Las indulgencias apostólicas deben predicarse con cautela para que el pueblo no crea equivocadamente que deban ser preferidas a las demás buenas obras de caridad. Debe enseñarse a los cristianos que no es la intención del Papa, en manera alguna, que la compra de indulgencias se compare con las obras de misericordia. Hay que instruir a los cristianos que aquel que socorre al pobre o ayuda al indigente, realiza una obra mayor que si comprase indulgencias. Porque la caridad crece por la obra de caridad y el hombre llega a ser mejor. En cambio, no lo es (no es mejor) por las indulgencias, sino a lo mas, liberado de la pena. Debe enseñarse a los cristianos que el que ve a un indigente y, sin prestarle atención, da su dinero para comprar indulgencias, lo que obtiene en verdad no son las indulgencias papales, sino la indignación de Dios» (núm. 41-46).

2. Reforma luterana, un nuevo pensamiento.

Pero no hubo diálogo y lo que empezó siendo un pequeño conflicto de jurisdicción, en un tema lamentable, propio de aquel tiempo y fácil de corregir (un tipo de “venta” de indulgencias al servicio del tesoro papal, para la construcción de su Basílica del Vaticano), se convirtió en un enfrentamiento teológico, ideológico, social, político y eclesiástico que ha llevado a la división de la cristiandad de Europa.

A partir de un primer momento de incertidumbre, Lutero y sus seguidores fueron desarrollando su propia teología y su visión de la iglesia, poniendo de relieve la experiencia de libertad interior de los cristianos y el don de la gracia de Dios, que llama de un modo personal a cada creyente, pidiéndole su respuesta personal. En esa línea, frente a una «fe más eclesial», que parece fijada por las autoridades jerárquicas de la Iglesia Católica, Lutero habla de una «fe más personal», propia de cada creyente, que se pone en pie ante Dios para dialogar con él, que acoge la voz del Espíritu Santo y que puede interpretar por sí mismo las Escrituras y dogmas cristianos.

El cristianismo católico había desarrollado una especie de gran pensamiento objetivo, expresado en una teología escolástica que podía presentarse como valiosa en sí mismo. Pues bien, a juicio de Lutero, las estructuras sociales y sacramentales de la iglesia medieval resultaban insuficientes para expresar la radicalidad del evangelio.

Se necesitaban otras formas de expresión del evangelio, capaces de manifestar la novedad de la experiencia de Jesús, tal como la había formulado San Pablo; se necesitaba un tipo de pensamiento y de organización distinta. La iglesia católica medieval había destacado el valor de los sacramentos y la institución jerárquica y sagrada de la sociedad. Daba la impresión de que el cristianismo se identificaba con unos ritos sacramentales y con unas instituciones de tipo religioso, que los creyentes aceptaban de un modo obediente y sumiso. En contra de eso, Lutero destacó el valor individual de la vida cristiana, la fe de cada uno, por encima de las obras externas y de la institución.

En principio, Lutero no quiso separarse de la iglesia católica, sino reformarla, desde la perspectiva de Alemania, donde propagó su nueva visión del cristianismo, traduciendo para ello la Biblia al alemán y pidiendo a los cristianos que la “interpretaran”, es decir, que pensaran por sí mismos. Pero la misma radicalidad de sus propuestas y el tenor de la reacción católica, mezcladas con otros motivos culturales y políticos, hicieron que su reforma y «protesta» viniera a desembocar en el surgimiento de una nueva iglesia, con sus instituciones y su jerarquía.

3. Momentos básicos del pensamiento luterano.

La Reforma Luterana es, ante todo, un nuevo pensamiento: una forma de situarse en libertad ante el legado cristiano (expresado en la Biblia), de manera que cada creyente aparece así como responsable de su visión y comprensión del evangelio. A los católicos se les había enseñado a escuchar y a obedecer (aceptar) la síntesis impresionante de doctrina y teología cristiana, expresada en los grandes marcos conceptuales y litúrgicos de la Iglesia. Pues bien, en contra de eso, Lutero quiso que cada creyente se situara de nuevo ante el Cristo de la Escritura Cristiana, con la responsabilidad de construir (de recrear) su propio pensamiento cristiano. Entre los elementos básicos de ese nuevo pensamiento luterano pueden contarse los siguientes.

a. Libre interpretación de la Escritura, por encima de las tradiciones eclesiales. La Iglesia romana había dejado la Escritura en manos de clérigos, que la interpretaban a partir de las propias tradiciones dogmáticas, sacramentales y administrativas. En contra de eso, Lutero puso la Biblia en manos de los nuevos creyentes, que aparecen así con capacidad de leer e interpretar la palabra de Dios. De esa manera, frente al pensamiento oficial de la Iglesia se eleva el “libre pensamiento” (la libre lectura) creyente de cada cristiano. Esta entrega de la Escritura en manos de todos los fieles tendrá unas consecuencias esenciales y revolucionarias en la vida del cristianismo posterior y en el pensamiento cristiano (y secular) de la Nueva Europa, que nace precisamente a partir de la libre lectura de la Biblia.

b. Sola Fides. La Iglesia romana había destacado el valor de las obras como medio de salvación, de unas obras que a veces parecían más rituales que morales, más sacramentales que meramente civiles y que, en sentido extenso, podían ser controladas por la misma Iglesia en un plano litúrgico y aún sacramental (por medio de la confesión). Pues bien, en contra de eso, sin negar en su plano moral el valor de las obras, Lutero ha puesto de relieve la importancia de la “fe” como experiencia interior de diálogo con Dios y de unión con Jesús crucificado. Esta reivindicación del valor de la fe, unida a la libertad de conciencia, ha hecho posible el surgimiento de una nueva subjetividad cristiana, vinculada a una moral interior, propia de cada creyente. Sin esta insistencia en la fe personal no se entiende el surgimiento de la nueva cultura occidental.

c. Radicalización del espacio sacramental. La Iglesia romana había desarrollado una fuerte sacralidad sacramental, de manera que en algunos momentos podía parecer que el despliegue de la gracia evangélica quedaba dependiendo de la misma administración de los sacramentos. En contra de eso, Lutero, que no ha negado en principio el valor de lo sacramental, ha insistido en la importancia de la fe, que vincula a los creyentes. Leer más…

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500 años después de Lutero

Martes, 15 de noviembre de 2016
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imagessVictor Codina. En octubre de 1517, cuando Lutero planta sus 95 tesis sobre las indulgencias en la puerta de la Iglesia de Wittenberg,  se inicia la Reforma protestante, una Reforma que quería que la Iglesia, que vivía una profunda decadencia, volviese al evangelio. Pero por incomprensiones y conflictos mutuos se produjo una ruptura y división en la Iglesia.

Hoy, cuando se inicia la celebración los 500 años de esta Reforma, la presencia del Papa Francisco en Suecia significa un profundo cambio de rumbo. Es pasar de la condena al diálogo, de la confrontación a la reconciliación, es lamentar conjuntamente la división que tantos dolores y desastres ha causado y pedir perdón a Dios por ello, dejando a Dios que sea él el juez de la historia. No nos hemos de resignar a la división sino que hemos de buscar la unidad que Jesús quería para su Iglesia. Pero queremos contar la historia de un modo diferente.

Según Francisco, la experiencia espiritual de Lutero nos interpela: él proclamó que solo la misericordia de Dios nos salva, que Jesús es el único mediador, que la Palabra de Dios ha de tener mayor realce en la Iglesia.

Lo que nos une a católicos y luteranos es mucho más que lo que nos separa: una fe y un bautismo común que deben llevarnos a trabajar por la unidad, para juntos poder proclamar el evangelio al mundo de hoy, para anunciar la misericordia de Dios, para trabajar por la paz, acoger a los refugiados y defender la tierra de las agresiones que dañan la creación de Dios. El trabajo teológico y el diálogo ecuménico deben seguir avanzando.

Se pasa de la confrontación y el odio, del encerramiento mutuo, de la actitud del lobo que quiere matar a las ovejas protestantes… al diálogo y la reconciliación, a pedir juntos al Padre y dueño de la viña el don de la unidad para que el mundo crea que Jesús es el Salvador, sin el cual nada podemos hacer.

En el fondo la Reforma luterana es una invitación constante a la continua Reforma de la Iglesia para que pueda manifestar al mundo la ternura de Dios, ¿No es verdad que también Francisco quiere reformar la Iglesia y anunciar la misericordia de Dios?

Fuente Cristianismo y Justicia

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Francisco prepara la rehabilitación de Martín Lutero: “Lutero fue un reformador en un momento difícil, puso la Palabra de Dios en manos de los hombres”

Lunes, 31 de octubre de 2016
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lut_560x280El Papa Francisco, junto a la estatua de Martín Lutero

Francisco defiende la reforma en una entrevista a La Civilità Cattolica antes de viajar a Suecia

El Papa podría proponer la fórmula de la “intercomunión” con los luteranos

Para Bergoglio, el agustino “era un reformador, y en aquel tiempo la Iglesia no era un ejemplo a imitar”

El proselitismo es una actitud pecaminosa, que pretende convertir la iglesia en una organización

De Lutero a Francisco, en Sal Terrae

(Jesús Bastante).- El 31 de octubre de 1517, el agustino Martín Lutero clavaba en la puerta de la iglesia de Wittemberg sus famosas 95 tesis, en las que denunciaba la corrupción y la venta de indulgencias en la Iglesia de Roma. Este fue el germen del segundo gran cisma de la Historia de la Cristiandad, tras el que en 1054 separó a católicos y ortodoxos. Ahora, 499 años después, Francisco quiere sentar las bases para acabar con la división entre católicos y luteranos.

Francisco ha querido viajar a Suecia para abrir la conmemoración del “Año Lutero”, que culminará justo dentro de un año, cuando se cumpla en V Centenario de la Reforma. Aunque oficialmente no se quiere hablar de “celebración”, lo cierto es que el camino a seguir sugiere un momento histórico para el ecumenismo.

Y es que el Papa prevé rehabilitar a Martín Lutero”. No es posible, como recordó recientemente Kurt Koch, responsable de Ecumenismo de la Santa Sede, levantar la excomunión al fraile (esto solo puede hacerse en vida), pero sí reconocer -el Papa ya lo ha hecho- que las intenciones de Martín Lutero no estaban erradas, tal y como afirmó a su vuelta del viaje a Armenia, y ha vuelto a repetir en una entrevista, intencionadamente concedida a La Civiltà Cattolica, días antes de su visita a Suecia.

Era un reformador, tal vez algunos métodos no fueron correctos, más en aquel tiempo, si leemos la historia del pastor alemán luterano que se convirtió y se hizo católico, vemos que la Iglesia no era precisamente un modelo a imitar: había corrupción, mundanismo, el apego a la riqueza y el poder“, subrayó Bergoglio.

Reconocer que Lutero tenía razón en muchas de las cosas que defendió, y que el futuro ecuménico no depende tanto de anatemas y condenas anteriores, sino de comprensión y fe compartida en el presente y el futuro, supone un paso adelante histórico, pues implica reconocer que no fue un hereje y, sobre todo, que su gesto fue necesario.

“La diversidad es lo que quizá nos hizo tanto daño a todos y hoy procuramos la manera de encontrarnos después de 500 años. Creo que lo primero que hay que hacer es orar juntos. Después debemos trabajar por los pobres, los refugiados, tantas personas sufriendo, y, por último, que los teólogos procuren estudiar juntos… Se trata de un largo camino”, reconocía Francisco, quien esta misma semana se encontraba con teólogos protestantes en el Vaticano, y posaba sonriente ante una efigie de Martín Lutero.

“No todos los días un papa conmemora a Lutero”, comentaba esta semana el portavoz del Vaticano, Greg Burke, al recalcar la importancia histórica de la visita que se inicia mañana. Bergoglio, desde hace décadas, mantiene relaciones de hermandad con líderes ortodoxos y evangélicos, en una suerte de “ecumenismo real” que puede llevar a toda la Iglesia a romper definitivamente con las diferencias doctrinales y centrarse no tanto en una unidad física de confesiones, sino en una unión en el camino de construir un mundo según los designios del Evangelio.

“El proselitismo es pecado”, ha vuelto a decir el Papa. Y es que el futuro no parece estar en una unidad de iglesias, sino en un trabajo común, y en la confesión mutua al mismo Dios. Algo que, en la práctica, ya se hace. Especialmente en aquellos rincones del mundo donde, a día de hoy, ser cristiano supone estar cerca de la muerte y del martirio. “Es el ecumenismo de la sangre”, ha dicho en más de una ocasión Bergoglio.

El lema del viaje a Suecia no ha sido escogido al azar. “Juntos en la esperanza”, es toda una declaración de intenciones. Para ponerlo más claro, el Papa ha anunciado que hablará en español en todas sus intervenciones, lo que sugiere que tiene previsto improvisar en su lengua materna, y nadie descarta que pueda realizar algún “anuncio sorpresa”.

¿Cuál podría ser? Fuentes vaticanas apuntan a la posibilidad de permitir la llamada “intercomunión”, un término que suele utilizarse para designar la participación común en la eucaristía entre cristianos cuyas iglesias no están en comunión entre sí. La mera posibilidad de que ésto pueda producirse ha llevado a los cardenales más ultraconservadores, como Raymond Burke, a amenazar con otro cisma si esto se produce.

Obispos luteranos y católicos han expresado su deseo de que el Papa permita la intercomunión, por lo menos, en un primer momento, para los luteranos casados con católicos. El Papa ha mostrado apertura a que los luteranos reciban la Comunión junto con los católicos y el año pasado dijo a una mujer luterana que «siguiera adelante» guiada por su conciencia. También el año pasado, un pastor luterano de Roma insistió en que el Papa había «abierto la puerta» a la intercomunión entre católicos y luteranos después de que el Papa visitara una comunidad luterana y afirmara que las dos religiones «debían caminar juntas».

El viaje del pontífice para conmemorar uno de los momentos más difíciles de la historia católica, suscita críticas entre los sectores más conservadores, que la consideran inadecuada. Para Koche,Lutero no quería dividir la Iglesia. No quería crear dos iglesias. Quería reformar la Iglesia Católica, pero en aquel momento no era posible, y dio lugar a la división de los cristianos y ha terribles guerras de religión”, resumió el purpurado.

Además del diálogo interreligioso, Francisco aprovechará para lanzar desde el estadio Malmö un nuevo llamamiento de solidaridad con los refugiados y por la paz, dos temas que unen a católicos y protestantes. Entre los invitados a narrar el propio testimonio en el estadio figura el religioso colombiano Hector Fabio Henao, quien hablará del proceso de paz en Colombia, así como el Obispo de Alepo, la ciudad siria que sufre constantes bombardeos.

***

(Jesús Bastante).- Lutero fue un reformador en un momento difícil, dio un gran paso para poner la Palabra de Dios en manos de los hombres”. Pocos días antes de su viaje a Suecia para participar en la conmemoración ecuménica de los 500 años de la Reforma luterana, el Papa Francisco ha concedido una entrevista a La Civilità Cattolica, en la que habla de los retos del ecumenismo, las tentaciones del proselitismo y el martirio de los cristianos en Oriente Medio.

“A mí me viene una sola palabra, cercanía. Mi esperanza es poder estar más cerca de mis hermanos y hermanas. La cercanía hace bien a todos. La distancia nos hace daño. Cuando nos alejamos, nos cerramos en nosotros mismos, y no hay unidad, somos incapaces de encontrarnos. Debemos empezar a encontrarnos unos a otros. Si no lo hacemos, enfermaremos de división. Mi esperanza es poder dar un paso hacia adelante, para estar más cerca de mis hermanos y hermanas, que viven en Suecia”, incide el Papa cuando se le pregunta por los objetivos de su visita.

Sobre Lutero, Francisco confiesa que “sólo puedo pensar en dos palabras: Reforma y Escritura. Y es que, para el Papa, “Lutero fue un reformador en un momento difícil para la Iglesia. Lutero quiso poner remedio a una situación compleja. Después, en parte por situaciones políticas, y también religiosas, esa reforma se convirtió en separación y no en un proceso de reforma de toda la Iglesia, porque la Iglesia es semper reformanda. Del mismo modo, Bergoglio asegura queLutero dio un gran paso para poner la Palabra de Dios en manos de los hombres.

Para el Papa, “la reforma y la escritura son fundamentales para profundizar en la tradición luterana”, como él mismo pudo comprobar “en las congregaciones previas al cónclave”, en las que “los deseos de reforma estaban vivos y presentes en nuestros debates”.

El diálogo teológico debe continuar, es un camino a seguir” sostiene, rotundo, el Papa, que recuerda el “gran documento ecuménico sobre la Justificación”. “Por supuesto, hay dificultades, pero hay que continuar el diálogo teológico”, añade Bergoglio, quien insiste en que “debemos perseverar en el entusiasmo por la oración y las obras de misericordia en común, es decir, el trabajo para ayudar a los enfermos, los pobres, los que están en prisión. Hacer algo juntos es una forma alta y eficaz de diálogo. También creo que la educación. Es importante trabajar juntos y no forma sectaria”.

En todo, caso, “debemos tener muy claro que el proselitismo es pecado, subraya Francisco, quien recuerda cómo “Benedicto XVI ya dijo que la Iglesia no crece por proselitismo, sino por atracción. El proselitismo es una actitud pecaminosa, que pretende convertir la iglesia en una organización.

Frente a esta actitud, el Santo Padre propone otra: “Hablar, rezar, trabajar juntos: este es el camino que debemos tomar. Cuando los cristianos son perseguidos y asesinados lo son por ser cristianos, no porque sean luteranos, calvinistas, anglicanos, católicos u ortodoxos. Hay un ecumenismo de la sangre“.

Sobre la matanza de Niza, el Papa recordó la reciente reunón de Asís, en la que “todos hemos dicho que no se puede hacer la guerra en nombre de la religión, o de Dios. Eso es una blasfemia, es satánico”.

Sobre el terrorismo, Francisco incidió en que “toda persona es capaz de convertirse en un terrorista con el simple uso de la lengua. No hablo de los conflictos que se hacen abiertamente, como la guerra. Estoy hablando de un terrorismo solapado, oculto, que tira palabras como bombas”, y eso duele mucho (…) Es necesario un cambio profundo de corazón para vencer esta tentación.

Sobre la situación de los cristianos en Oriente Medio, el Papa se mostró convencido de que “el Señor no abandonará a su pueblo”. En su opinión Oriente Medio es una tierra de mártires.

Recordando su visita a Lesbos, Bergoglio narró cómo “me encontré con un padre con dos hijos. Me dijo que estaba enamorado de su esposa. Él es musulmán y ella era cristiana. Cuando llegaron los terroristas, querían llevarse la cruz, y ella se negó, y fue sacrificada delante de su marido y sus hijos. Y siguió diciéndome: ‘Yo la amo tanto, que la quiero tanto’. Sí, es una mártir. Pero el cristiano sabe que hay esperanza. La sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos.

Fuente Religión Digital

 

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La recuperación católica de Martín Lutero

Jueves, 1 de septiembre de 2016
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lutero_03De su blog El Catalejo del Pepe:

Algo está cambiando

“Hay signos de superación de las tensiones emocionales y doctrinales”

(José Agustín Cabré).- Andaban los funcionarios enviados por el Vaticano (Roma, en ese entonces) vendiendo documentos que aseguraban el cielo a quienes los compraran a buen precio. Se trataba de juntar dinero para los gastos de la corte papal, de las guerras entre los estados del centro de Europa, y para enfrentar a la armada turca. La venta de “indulgencias” era un negocio redondo: aumentaba el ingreso para la jerarquía católica y dejaba a los compradores con el alma más limpia que un recién bautizado.

Observando esa situación, un cura dominico llamado Martín Lutero, se indignó. Escribió pergaminos con 95 proposiciones que señalaban las incongruencias de la predicación católica, las hizo públicas pegándolas en las puertas del templo de Todos los Santos, en la ciudad de Wittenburg, y tuvo que salir huyendo en busca de protección por parte de príncipes y gobernantes peleados con Roma.

Desde ese momento Lutero fue considerado un réprobo por parte de la iglesia católica. Su actuación marcó el inicio de la llamada Reforma Protestante que exigía más biblia que palabrería desde Roma, y más fe que acciones interesadas en “merecer” la salvación. La respuesta católica fue la declaración de guerra, tanto mental, doctrinal como también física: los diversos gobiernos europeos tomaron arcabuces y espadas y se pusieron a pelear entre ellos por asuntos de religión.

Católicos y protestantes diversificados en muchas tradiciones mas o menos parecidas, se consideraron enemigos, aunque ambas corrientes aseguraban fundarse en la persona y el mensaje de Jesús de Nazaret. Se trató de una de las calamidades más tontas en la historia de occidente.

Lutero y sus seguidores fueron marcados como demonios por la parte católica. La iglesia romana fue detestada como la gran prostituta de Babilonia por las tradiciones protestantes. Por 500 años no ha habido entendimiento, aunque desde hace un tiempo las cúpulas pensantes han estado trabajando en un plan común de acercamiento.

Esa tarea no llega aún a las bases que se siguen ignorando y despreciando mutuamente.

Pero algo está cambiando. El reconocimiento que han hecho los obispos católicos de Alemania expresando que Martín Lutero ha sido “un pionero religioso, un testigo del evangelio y un maestro de la fe”, indica que nuevos aires están limpiando el ambiente de ese clima de enfrentamiento que ha durado tanto tiempo. La iglesia católica está recuperando a Martín Lutero al reconocer la razón de su protesta por los abusos que denunciaba, por promover la Sagrada Escritura como centro orientador de toda la vida cristiana, y por proclamar a Jesús, como único mediador entre Dios y la humanidad.

Al cumplirse en el 2017 los 500 años de la Reforma, hay signos de superación de las tensiones emocionales y doctrinales. Se stá trabajando en la “sanación del recuerdo” y en la búsqueda de una unidad más visible y no solamente en una reconciliación de abrazos y promesas.

Fuente Religión Digital

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Los obispo alemanes dicen que Lutero fue “un pionero religioso, testigo del Evangelio y maestro de la fe”

Lunes, 15 de agosto de 2016
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500-jahre-reformation-luther-2017La Conferencia Episcopal germana publica “La Reforma en perspectiva ecuménica”

Admitir nuestra culpa y arrepentirnos en ambos lados por los últimos 500 años

“Sostienen que el “desafío teológico y espiritual” del reformador tiene “consecuencias eclesiales y políticas” para el catolicismo de hoy “

El Papa anuncia que luteranos y católicos conmemorarán juntos, en 2017, el V Centenario de la Reforma

Cardenal Marx pide “leer con respeto los textos de Lutero y sacar provecho de sus ideas”

Protestantes alemanes piden que se retire la excomunión a Lutero

Merkel agradece a Lutero el logro de una sociedad “madura y responsable”

(Cameron Doody).- Como parte de los preparativos para el 500 aniversario de la Reforma que se celebrará el año que viene, los obispos católicos de Alemania han publicado esta semana un informe –“La Reforma en perspectiva ecuménica”-, en el que describen a Martín Lutero como “un pionero religioso, testigo del Evangelio y maestro de la fe”, además de invitar a que las diferencias doctrinales que aún persisten entre la Iglesia católica y la luterana no tengan ya “un efecto de división” visible.

El presidente de la Comisión Ecuménica de la Conferencia Episcopal alemana, el obispo Gerhard Feige de Magdeburgo, sostiene en este informe sobre el diálogo católico-luterano que Lutero (autor de las 95 Tesis colgadas en 1517 en la puerta de la Iglesia de Todos Los Santos en Wittenburg que condenaban, entre otras cosas, la venta de indulgencias o la fundación poco bíblica de la autoridad papal) se preocupaba solo por renovar la fuerza teológica del arrepentimiento y de la conversión.

Pero no solo no recibió el reformador, de la Iglesia de aquel entonces, la audiencia y acogida que sus ideas merecían -en opinión de la comisión ecuménica- sino que el “desafío teológico y espiritual” que planteó en su momento tiene “consecuencias eclesiales y políticas para la comprensión de la Iglesia y del Magisterio”.

Como ejemplo de la vigencia continuada de la teología luterana para la Iglesia católica de hoy, los obispos alemanes citan la convicción protestante de que “la Sagrada Escritura es el centro y estándar para toda la vida cristiana”, y, a su vez, la creencia de que “Jesucristo es el centro de la Escritura y el único mediador”.

Tal énfasis en la Biblia y la mediación de un único Salvador más allá de las interferencias de la Iglesia sería perfectamente asumible por la Iglesia católica, según afirma el informe. Es más: la reevaluación de los puntos comunes entre católicos y luteranos ayudarían a ambas Iglesias a “afrontar el reto de hablar con una sola voz como cristianos cuando todos nos vemos desafiados” por los retos del mundo actual, como el ateísmo, laicismo o el islam.

“Mientras que las heridas” de la Reforma protestante “se dejan sentir hasta nuestros días”, afirma el documento de los obispos alemanes, “es gratificante que la teología católica haya tenido éxito, durante este tiempo, en reexaminar con seriedad los acontecimientos del siglo XVI”. Ya no prevalece, a juicio de los prelados germanos, la “luz negativa y despectiva” con la que se valoró tradicionalmente el cisma, y que ha contribuido, en los últimos 500 años, a tensiones familiares, políticas y socioculturales, tanto en Alemania como en el mundo entero.

La nueva declaración de la Conferencia Episcopal alemana viene a ser, por consiguiente, una llamada a que el aniversario de la Reforma en 2017 (aprovechando la “implicación intensiva” que ambas Iglesia han demostrado hasta el momento en la causa del acercamiento) sea ocasión no solo de “la sanación del recuerdo” sino de la “unidad visible”, más allá de una mera “diversidad reconciliada”.

En una entrevista al Catholic News Service esta semana el vicepresidente de la comisión ecuménica germana, el obispo Heinz Algermissen de Fulda, dio voz a tal sentimiento cuando dijo que las conmemoraciones que se acercan no pueden tomarse como una mera efeméride. “También hay que admitir nuestra culpa por los errores del pasado y arrepentirnos en ambos lados por los últimos 500 años”, señaló el prelado al CNS.

Fuente Religión Digital

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