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Henry Gracz: El sacerdote que hizo de cada domingo un domingo rosa

Lunes, 11 de marzo de 2024
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IMG_3509Rob McDowell

La reflexión de hoy es del colaborador invitado Rob McDowell, profesor asistente de Geología en la Universidad Estatal de Georgia. Originario de Pittsburgh, PA, Rob dirige retiros sobre Laudato Si’ y la espiritualidad de la creación en el Centro de Retiros Jesuitas Ignatius House en Atlanta.

Las lecturas litúrgicas de hoy para el cuarto domingo de Cuaresma se pueden encontrar aquí.

En la Iglesia Católica, el cuarto domingo de Cuaresma se llama domingo “Laetare”, de la palabra latina que significa “alegraos”. A algunas personas les gusta llamarlo Domingo Rosa, ya que en él el clero suele usar vestimentas rosas, en lugar del tradicional color púrpura de Cuaresma. El Evangelio de este Domingo Rosa  -en el ciclo litúrgico A- (Juan 9:1-45) trata sobre un hombre ciego a quien Jesús le devolvió la vista en sábado. En el contexto de los tiempos del Nuevo Testamento, un ciego, cuya enfermedad se pensaba que era una indicación de que era un pecador maldito, es amado y bienvenido por Jesús, pero todos los demás son incapaces de regocijarse por la restauración del hombre.

Los acontecimientos recientes en Atlanta muestran cómo podría haber sido esta historia. El 5 de febrero, Mons. Henry Gracz, párroco del Santuario de la Inmaculada Concepción de la ciudad durante 22 años, murió de cáncer de riñón metastásico. Henry le había contado amorosamente a la parroquia sobre su diagnóstico en una carta una semana antes, afirmando que le quedaban… tal vez… 120 días, pero Dios tenía un cronograma diferente.

El Santuario”, del cual soy miembro, es una parroquia vibrante. La misa de las once está llena de gente de todas las edades. No siempre fue así. En la década de 1980, el entonces pastor John Adamski comenzó a organizar cenas semanales para pacientes con SIDA. Los invitados a la cena comenzaron a unirse a las personas mayores y heterosexuales de la parroquia cada vez más reducida, y los feligreses heterosexuales comenzaron a ayudar en las cenas. Algunos feligreses se quejaron de este ministerio ante el Arzobispo, quien respondió uniéndose a las cenas. Finalmente, el padre John siguió adelante y el padre Henry se hizo cargo.

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El padre Henry Gracz fotografiado alrededor de 1973 mientras era párroco de la Iglesia De los Santos Pedro y Pablo, Decatur y cuándo se hizo cargo de” Santuario. Fotos cortesía de Archivos, Arquidiócesis de Atlanta

El Santuario siguió creciendo y llegó a ser conocido como “la iglesia católica gay”, ¡aunque es mayoritariamente heterosexual! Durante mucho tiempo ha albergado un stand en el Atlanta Pride Festival, que el propio Henry atendió el año pasado. Marchamos en el Desfile del Orgullo con nuestras camisetas de Shrine Pride. La hermana Jeannine Gramick y Francis DeBernardo del New Ways Ministry han hablado en el Santuario en varias ocasiones. En el Santuario se arraigó “Fortunate and Faithful Families” (Familias Afortunadas y Fieles), un grupo de apoyo a las familias de personas LGBTQ. Muchos católicos LGBTQ han regresado a la Iglesia de la que habían sido expulsados al unirse a la comunidad del Santuario. Todo esto atrajo la atención de un notorio grupo católico de extrema derecha, Church Militant, que calificó al Santuario de “fuertemente pro-homosexual” y a Henry de “sin reservas pro-homosexual”. ¡Ambos acertaron!

El Santuario también cuenta con un sólido ministerio de alimentación; un refugio nocturno organizado conjuntamente con la Iglesia Presbiteriana Central; y un ministerio de cuidado de los pies para personas sin hogar. Una marcha de protesta de Black Lives Matter encabezada por el Arzobispo de Atlanta comenzó naturalmente en el Santuario. Cuando el campeón LGBTQ, el P. James Martín, S.J. llegó a Atlanta, habló en el Santuario y fue recibido por los manifestantes afuera. Si el Papa Francisco quiere que nuestras parroquias sean hospitales de campaña, el Santuario es lo que tenía en mente. Si quiere que sus sacerdotes huelan como su rebaño, Henry Gracz era a quien tenía en mente.

El Padre Henry hizo de “All Are Welcome-Todos son bienvenidos” de Marty Haugen el himno no oficial del Santuario. Un verso comienza:

Construyamos una casa donde los profetas hablen
Y las palabras son fuertes y verdaderas
Donde todos los hijos de Dios se atreven a buscar
Soñar de nuevo el reino de Dios.

Cuán diferentes son el Santuario y el mensaje de este himno del Evangelio del Domingo de Laetare, donde la incredulidad, la indignación y la farsa frustran el regocijo. Los fariseos se sienten justamente ofendidos y poco convencidos, mientras que la gente del pueblo se muestra desdeñosa o confundida. Ni siquiera los padres del ciego se alegran de su restauración. En cambio, desvían nerviosamente las preguntas de los fariseos inquisidores con un cauteloso “Pregúntale tú mismo”. La historia termina con el hombre sanado adorando a Jesús, mientras los fariseos, una vez más, son castigados por Nuestro Señor. Es una elección extraña para el domingo de “Alégrate”.

IMG_3510Monseñor Henry Gracz 

Esta historia tiene ecos familiares para aquellos de nosotros, católicos LGBTQ+, que hemos sido sanados por hombres como el padre John y el padre Henry. No estábamos ciegos, pero la iglesia y las familias que amábamos nos rechazaban y nos lastimaban. Fuimos llamados pecadores y cosas peores. Al igual que el ciego, a nuestros padres se les culpaba de nuestra inconformidad sexual. Cuando Henry encarnó la acogida radical y la sanación llevada a cabo por Jesús, y llenó una iglesia entera con ello, muchos fueron sanados de su dolor. Mientras tanto, a menudo amigos y familiares se hicieron eco de las preguntas de los fariseos del evangelio de hoy con preguntas como: “¿Cómo puedes ser gay y católico?” A veces le enviaron cartas enojadas al Padre Henry, o nos gritaron en el Desfile del Orgullo, o nunca regresaron después de ver cuán radicalmente acogedor es el Santuario.

IMG_3515El funeral de Henry fue una celebración directa del corazón de Dios. Comenzó con un entusiasta coro de “All Are Welcome”. Hubo lágrimas, carcajadas, suspiros profundos, largos abrazos, viejos amigos y música hermosa. Las ondulantes nubes de incienso del antiguo incensario de latón que un monaguillo transgénero le entregó al amigo cercano de Henry, el cardenal Wilton Gregory, quien presidía la misa. Todos fueron bienvenidos. A través de nuestras lágrimas, todos éramos muy conscientes de ese mensaje, profundamente agradecidos por sentirnos felices y seguros en la iglesia. Nos sentimos por un rato en el Reino de Dios. Así es como se siente el regocijo.

Entonces, les deseo un feliz Domingo Rosa, esperando que tengan, o encuentren, una iglesia hogar que les permita regocijarse en su hermoso ser LGBTQ+. Entonces podrás regocijarte como lo hacemos nosotros en el Santuario de la Inmaculada Concepción, donde nos reunimos y oramos en la casa que construimos “donde los profetas hablan palabras fuertes y verdaderas”. Réquiem in pace, querido Henry, y gracias por hacer de casi todos los domingos un Domingo Rosa.

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Para leer el memorial del National Catholic Reporter sobre Mons. Gracz, haga clic aquí.

El Santuario de la Inmaculada Concepción de Atlanta es parte de la lista del New Ways Ministry de parroquias y comunidades religiosas amigables con LGBTQ. Para ver la lista o encontrar una parroquia cerca de usted, haga clic aquí.

—Rob McDowell, 10 de marzo de 2024

Fuente New Ways Ministry

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“Mirar al crucificado”. 4 Cuaresma – B (Juan 3,14-21)

Domingo, 10 de marzo de 2024
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Concept or conceptual wood cross or religion symbol shape over a blue sky with clouds backgroundEl evangelista Juan nos habla de un extraño encuentro de Jesús con un importante fariseo, llamado Nicodemo. Según el relato, es Nicodemo quien toma la iniciativa y va a donde Jesús «de noche». Intuye que Jesús es «un hombre venido de Dios», pero se mueve entre tinieblas. Jesús lo irá conduciendo hacia la luz.

Nicodemo representa en el relato a todo aquel que busca sinceramente encontrarse con Jesús. Por eso, en cierto momento, Nicodemo desaparece de escena y Jesús prosigue su discurso para terminar con una invitación general a no vivir en tinieblas, sino a buscar la luz.

Según Jesús, la luz que lo puede iluminar todo está en el Crucificado. La afirmación es atrevida: «Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna». ¿Podemos ver y sentir el amor de Dios en ese hombre torturado en la cruz?

Acostumbrados desde niños a ver la cruz por todas partes, no hemos aprendido a mirar el rostro del Crucificado con fe y con amor. Nuestra mirada distraída no es capaz de descubrir en ese rostro la luz que podría iluminar nuestra vida en los momentos más duros y difíciles. Sin embargo, Jesús nos está mandando desde la cruz señales de vida y de amor.

En esos brazos extendidos, que no pueden ya abrazar a los niños, y en esas manos clavadas, que no pueden acariciar a los leprosos ni bendecir a los enfermos, está Dios con sus brazos abiertos para acoger, abrazar y sostener nuestras pobres vidas, rotas por tantos sufrimientos.

Desde ese rostro apagado por la muerte, desde esos ojos que ya no pueden mirar con ternura a pecadores y prostitutas, desde esa boca que no puede gritar su indignación por las víctimas de tantos abusos e injusticias, Dios nos está revelando su «amor loco» por la humanidad.

«Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él». Podemos acoger a ese Dios y lo podemos rechazar. Nadie nos fuerza. Somos nosotros los que hemos de decidir. Pero «la Luz ya ha venido al mundo». ¿Por qué tantas veces rechazamos la luz que nos viene del Crucificado?

Él podría poner luz en la vida más desgraciada y fracasada, pero «el que obra mal… no se acerca a la luz para no verse acusado por sus obras». Cuando vivimos de manera poco digna, evitamos la luz, porque nos sentimos mal ante Dios. No queremos mirar al Crucificado. Por el contrario, «el que realiza la verdad se acerca a la luz». No huye a la oscuridad. No tiene nada que ocultar. Busca con su mirada al Crucificado. Él lo hace vivir en la luz.

José Antonio Pagola

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“Dios mandó su Hijo al mundo para que el mundo se salve por él”. Domingo 10 de marzo de 2024. Domingo cuarto de Cuaresma

Domingo, 10 de marzo de 2024
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22-cuaresmaB4 cerezoLeído en Koinonia:

2 Crónicas 36,14-16.19-23: La ira y la misericordia del Señor se manifiestan en la deportación y en la liberación del pueblo.
Salmo responsorial: 136: Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti.
Efesios 2,4-10: Estando muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo
Juan 3,14-21: Dios mandó su Hijo al mundo para que el mundo se salve por él.

Jn 3,14-21 corresponde a la respuesta que Jesús da a Nicodemo cuando pregunta «¿cómo puede ser eso?», refiriéndose al nuevo nacimiento en el Espíritu. Es también la segunda y última parte del diálogo de Jesús con este “jefe” de los fariseos de Jerusalén.

Nicodemo, cuyo nombre significa “el que vence al pueblo”, aparece varias veces en el evangelio de Juan (3,1-21; 7,50-52; 19,39). No es un cualquiera. Por su filiación religiosa es un fariseo, es decir, un rígido observante de la Ley, considerada como la expresión suprema e indiscutible de la voluntad de Dios para el ser humano. Es el primer rasgo que señala Juan antes del nombre mismo. Nicodemo se define como hombre de la Ley antes que por su misma persona. Juan añade otra precisión sobre el personaje: en la sociedad judía es un “jefe” título que se le aplica particularmente a los miembros del Gran Consejo o Sanedrín, órgano de gobierno de la nación (11,47). En éste, el grupo de los letrados fariseos era el más influyente y dominaba por el miedo a los demás miembros del Consejo (12,42).

Nicodemo habla en plural (3,2: sabemos). Es, pues, una figura representativa. La escena va a describir un diálogo de Jesús con representantes del poder y de la Ley. Nicodemo llama a Jesús “Rabbí” (3,2), término usado comúnmente para los letrados o doctores de la Ley que mostraban al pueblo el camino de Dios. Así es como este fariseo adicto ferviente de la Ley, ve a Jesús. Es extraño, porque hasta el momento, Jesús no ha dado pie para semejante interpretación de su persona. En realidad, Nicodemo está proyectando sobre Jesús la idea farisea de Mesías-maestro, avalado por Dios para interpretar la Ley e instaurar el reinado de Dios enseñando al pueblo la perfecta observancia de la Ley de Moisés. Está lejos de comprender el cambio radical que propone Jesús. Para los fariseos, en la Ley está el porvenir de Israel; para Jesús, el nacimiento en el Espíritu abre el reino de Dios al porvenir humano. El ser humano no puede obtener plenitud y vida por la observancia de una Ley, sino por la capacidad de amar que completa su ser. Sólo con personas dispuestas a entregarse hasta el fin puede construirse la sociedad verdaderamente justa, humana y humanizadora. La Ley no elimina las raíces de la injusticia. Por eso, una sociedad basada sobre la Ley, no sobre el amor, nunca deja de ser opresora, codiciosa, injusta.

La segunda parte del diálogo de Jesús con Nicodemo se centra en el que “bajó del cielo”, sin dejar de ser “del cielo”, “para que todo el que crea tenga vida eterna”. La reflexión de Jesús resalta la relación que hay entre creer y vivir en las obras de la vida eterna, es decir, en el Reino de Dios. “Bajar del cielo” y ser “levantado” es un asunto de amor de Dios. Veamos los énfasis teológicos propuestos por el discurso:

Frente a la centralidad farisaica de la Ley, el evangelio de Juan propone la dinámica liberadora de la fe en Jesús “levantado” (levantado en la cruz, crucificado), como la serpiente que Moisés levantó en el desierto. Creer es la respuesta al inmenso amor de Dios. Es la reciprocidad del amor. Creer no es un concepto, o una doctrina; es un acto de amor, por el que adviene el Reino de Dios. El juicio sobre la humanidad tiene como criterio la fe, como acto de amor recíproco. Nuevamente llegamos a la insistencia de Juan: una humanidad justa y feliz sólo es posible sobre el amor, no sobre la Ley. Ésa es la fe que proclama Juan.

Pablo, después de agradecer el don de la fe (Ef 1,3-14), contrasta y contrapone dos tiempos: el de la muerte y el de la resurrección. El tiempo de la muerte (Ef 2,1-3) corresponde a “delitos y pecados” según el “proceder de este mundo” bajo la dominación de Satanás. Es tiempo de esclavitud e infrahumanidad. De ese tiempo Dios rescata tanto a judíos como a gentiles, por ser “rico en misericordia”, vivificándolos “juntamente con Cristo”, por su resurrección. Sólo la gracia mediante el don de la fe puede “explicar” tal sobreabundancia de amor divino. El tiempo de la resurrección es tiempo de “nueva creación” en Cristo Jesús, lo que se expresa en las “buenas obras” practicadas por quienes han sido vivificadas y vivificados. No es de extrañar que la “medida” de las buenas obras sea como la medida de Dios: el amor. El tiempo de la resurrección es el tiempo de afirmación de la vida en el amor. Para la fe cristiana, la muerte (la esclavitud) no tiene la última palabra. Vivir a plenitud como nuevas criaturas el tiempo de la resurrección es el llamado que Pablo hace a lo largo de esta carta a la Iglesia nacida entre la gentilidad. Leer más…

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10.3.24 No juzguéis. No mandó Dios a su Hijo para juzgar el mundo, sino para a salvarlo (Dom 4 cuaresma)

Domingo, 10 de marzo de 2024
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IMG_6357Del blog de Xabier Pikaza:

Algunos apelan al juicio de Dios para imponer su poder  sobre el mundo. Pero Jesús se opuso a esa visión y hay quiere que su iglesia sea portadora de salvación, no de juicio y condena, como ha recordado Francisco, comentando el evangelio de este domingo (Jn 3, 14-219), con el mensaje central del Sermón de la Montaña: Lc 6, 37-38 y Mt 7, 1-2).

Texto. Juan 3,14-21 

 En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: “Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.

Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.

 El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.”

Temas de fondo

Este pasaje del sermón de la cena de Juan, unido al del monte/llanura de Mt y Lc, es el centro de la Biblia y de la vida de la Iglesia. Sólo desde aquí se puede hablar de cristianismo, en contra de lo que pregonan (incluso en los medios de Iglesia algunos pretendidos cristianos):

  1. Tema bíblico. Cierta iglesia, entendida como poder religioso, va en contra del mensaje de la Biblia, que interpreta el “juicio de Dios”  como ex-ousia (principio creador de salvación/liberación: Mt 28, 16-20),  y no como como control judicial sobre los hombres
  2. Tema eclesial: Madre-maestra (Juan XXII). Cierta iglesia ha tendido a convertir su ex-ousia (autoridad de salvación) en poder (kratos), de dominio sobre el mundo pasando de los Doce Tronos para juzgar/imponerse sobre las doce Tribus al Israel… al Trono-Primado de jurisdicción de la cátedra romana sobre todas las iglesias y los pueblos (reforma gregoriana, siglo XI.
  3. Tema de conocimiento, razón helenista. Cierta iglesia ha tomado como propio un estilo de conocimiento/verdad en forme de poder/dominio, como razón instrumental: Aprehender, juzgar, razonas (aprehender → razonar → juzgar). juicio, razonamiento
  4. Tema de orden social, justicia romana: Cierta iglesia ha interpretado el Evangelio en clave de derecho “imperial” (no está el derecho para evangelio, sino el evangelio para el derecho). En esa línea ha inventado el “sacramento del orden” (órdenes de derecho romano) por encima del bautismo/renacimiento y de la eucaristía (comida compartida).
  5. Tema político moderno: tres poderes (legislativo → ejecutivo → judicial), con retroalimentación entre los tres… Esos “poderes” no son ex-ousia o principio de ser, sino Kratos, principio de imposición. Se concibe al hombre como viviente que ha de ser domado/domesticado por la ley (¿al servicio del Estado, del Dinero: de un Dios que Leviatan/Behemot, según Hobbes)
  6. Tema de acción apostólica, movimientos de “militantes” de la Acción Católica especializada de principios del siglo XX. Esquema de ver, jugar, actuar(¿prueba, fracaso, éxito?), con sus valores y riesgos.
  7. Meta-noia: Nuevo conocimiento, acción más alta (Mc 1, 13-14). En la línea de Pablo, el evangelio de Marcos interpreta el  mensaje-vida de Jesús como meta-noia(supra-gnosis, supra conocimiento), que se condensa, conforme al Discurso del Areópago de Atenas en forma de “resurrección”. La crisis o cambio (la gran crítica cristiana, no la kantiana) es la resurrección de los muertos, como dice Hch 17, 31). Dios juzga “resucitando”.
  8. Una experiencia de Dios en Cristo: por encima del ver-juzgar-actuar, del  racionalismo helenista y de derecho imperial romano, está la contemplación de la realidad, en forma de amor mutuo y perdón. Sólo a partir de ese amor/perdón (que es superación de la ley/talión, y de la imposición sobre los demás), puede entenderse la iglesia como experiencia del Dios que no juzga (supera el plano del juicio), sino que ofrece acogida, perdón y muerte a favor de los demás, en clave de resurrección.
  9. Juicio final: Dios vendrá (=está viniendo) a juzgar (=salvar) a vivos y muertos. No juzga con razonamiento helenista, ni con derecho romano, sino conforme a su identidad “evangélica”, anunciada por los profetas y revelada en Cristo.
  10. Juicio actual de la Iglesia: No juzguéis (en sentido racional, imperial), sino en el amor de Dios: amar a los enemigos, poned la otra mejilla, regalad en amor vuestra vida, para así dar vida a los otros y resucitad vosotros mismos.
  11. En un mundo que centrándose a través de su “propio juicio” (en una ley de poder, que el fondo es ley de muerte, Kratos), corre el riesgo de destruirse a sí mismo.  Es mejor una ley que otra…, pero cerrada en sí misma, la ley desemboca en la lucha de todos contra todos, es decir, en la muerte. Ése es el evangelio de la iglesia, testimoniado por los sinópticos, por Pablo y por Juan. Ésta es la esencia de la iglesia.

COMENTARIO

No ha mandado Dios a su Hijo a juzgar, no juzguéis  (Lc 6, 37-38; Mt 7,1-2).

— Esta palabra no traza objetos ni casos concretos de superación del juicio, sino que promulga un principio superior de vida y comunión, entendido en forma universal. Parte de la iglesia posterior no ha tomado en sentido radical este principio: Ha multiplicado juicios y condenas para mantenerse verdad.

— Esta palabra (con la anterior que dice no juréis) nos lleva más allá de las divisiones y juicios eclesiales, en una línea que ha sido retomada en otro nivel por la cábala judía,  que sitúa a Dios también más allá de los juicios e imposiciones de los hombres. Solo un hombre como Jesús, con clara conciencia de Reino, asumiendo y desbordando la herencia israelita, en clave de gracia y no de ley, ha podido formular ésta palabra, como norma básica de vida de vida de los hombres en Dios.

No juzguéis y no seréis juzgados: Lc 6, 37-38; Mt 7,1-2. La comunión de Jesús se destruye allí donde unos juzgan a otros, o donde la estructura de conjunto juzga y somete a todos. El juicio pertenece al orden racional de una vida que se construye y define a sí misma, pero Dios se sitúa en un plano de gratuidad superior, más allá de razones y juicios humanos:

Lucas: 6, 37 No juzguéis y no seréis juzgados. No condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. 38 Dad y se os dará, una medida buena, apretada, remecida, rebosando.

Mateo: 7,1 No juzguéis, para que no seáis juzgados, 2porque con el juicio con que juzgáis seréis juzgados, y con la medida con que midáis seréis medidos.

Lucas introduce la exigencia de no juzgar al fin del sermón de la llanura (6, 16-49), tras las bienaventuranzas, los ayes (6, 20-26) y el amor al enemigo (6, 27-36). Mateo la sitúa hacia el final del sermón de la montaña, sin incluir las aplicaciones de Lc 6, 37b-38 (no condenar, perdonar, dar), ni las parábolas de la «razón teológica» (del ciego y del discípulo: Lc 6, 39-40), formuladas posiblemente por el redactor del evangelio para interpretar el motivo del no juicio de su iglesia [1].

La palabra base de Mt 7, 1 y Lc 6, 37a (no juzguéis, para no ser [y no seréis] juzgados) es una sentencia apodíctica o axioma, que define a Dios y modela el sentido de la iglesia como experiencia de gratuidad originaria. No es sentencia de ley, sino supra-ley, voz que nos llega de Dios), viniendo, al mismo tiempo, de la profundidad del ser humano arraigado en con Dios. Cuatro son, a mi entender, sus notas principales [2]:

– Ésta es una afirmación universal y ha de entenderse desde la gracia de Dios y la invitación de amar al enemigo. Más allá de la ley, allí donde se descubre inmerso en Dios-Gracia, el hombre puede actuar igual que Dios, sin exigir ni pedir nada, sin juzgar por nada.

– Esta palabra retoma el primer mandato de Gen 2, 7:No comerás…; no te apoderes para ti de nada, tu vida es don y gracia (Gen 2, 17). El precepto dice que no podemos fundar nuestra vida en algo que tengamos o que hagamos. Hemos brotado y somos en un Dios que nos ha dado la vida como gracia y en ella nos mantiene, de forma que que podamos vivir de un modo gratuito, unos para otros [3].

 Esta palabra (no juzguéis) no puede probarse (si se probara debería integrarse en un sistema legal expresado en forma de talión), sino que deriva de la experiencia original del Dios creador, que es “gracia universal de Vida”. No puede probarse ni postularse, pero puede y debe razonarse “a posteriori”, como suponen Lc 6, 38b-40 y Mt 7, 2: con el juicio con que juzguéis seréis juzgados.

La fe en el Dios creador nos sitúa ante el misterio de su gracia, más allá de todo juicio y castigo. Según eso, el juicio no forma parte originaria de la creación, no proviene de Dios, sino que surge y se despliega allí donde nosotros lo formulamos y aplicamos en forma de talión. Sólo superando la trama de acción y sanción, impulso y respuesta, bien y mal, descubriendo nuestra vida como puro don, en inmersión de amor, podemos hablar de Dios y contemplar (descubrir/desplegar) la vida como gracia, por encima de todo juicio que pueda separarnos del amor de Dios. Leer más…

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“Amor de Dios y respuesta humana”. 4º domingo de cuaresma. Ciclo B

Domingo, 10 de marzo de 2024
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NICODEMO1Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Jesús y Nicodemo

Existe una clara relación entre las tres lecturas de este domingo: el amor de Dios. En la primera, provoca la liberación de los judíos desterrados en Babilonia. En la segunda afirma Pablo: “Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó…” En el evangelio, Juan escribe la famosa frase: “De tal manera amó Dios al mundo que le entregó a su hijo único”. Si leemos los textos más tranquilamente, advertimos algo más profundo: ese amor se manifiesta perdonando en distintas circunstancias y por diversos motivos. Al mismo tiempo, requiere una respuesta de parte nuestra. Es preferible leer los textos en el orden cronológico en que fueron escritos. Por eso dejo para el final la carta a los Efesios.

Perdón para los judíos basado en la fidelidad a la palabra dada. ¿Encontrará respuesta? (2 Crónicas 36, 14-16. 19-23)

En aquellos días, todos los jefes de los sacerdotes y el pueblo multiplicaron sus infidelidades, según las costumbres abominables de los gentiles, y mancharon la casa del Señor, que él se había construido en Jerusalén. El Señor, Dios de sus padres, les envió desde el principio avisos por medio de sus mensajeros, porque tenía compasión de su pueblo y de su morada. Pero ellos se burlaron de los mensajeros de Dios, despreciaron sus palabras y se mofaron de sus profetas, hasta que subió la ira del Señor contra su pueblo a tal punto que ya no hubo remedio. Los caldeos incendiaron la casa de Dios y derribaron las murallas de Jerusalén; pegaron fuego a todos sus palacios y destruyeron todos sus objetos preciosos. Y a los que escaparon de la espada los llevaron cautivos a Babilonia, donde fueron esclavos del rey y de sus hijos hasta la llegada del reino de los persas; para que se cumpliera lo que dijo Dios por boca del profeta jeremías: «Hasta que el país haya pagado sus sábados, descansará todos los días de la desolación, hasta que se cumplan los setenta años.»

En el año primero de Ciro, rey de Persia, en cumplimiento de la palabra del Señor, por boca de jeremías, movió el Señor el espíritu de Ciro, rey de Persia, que mandó publicar de palabra y por escrito en todo su reino: «Así habla Ciro, rey de Persia:  “El Señor, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra. Él me ha encargado que le edifique una casa en Jerusalén, en Judá. Quien de entre vosotros pertenezca a su pueblo, ¡sea su Dios con él, y suba!”»

La primera lectura resume la cuarta etapa de la Historia de la salvación. Nos traslada a Babilonia, donde los judíos llevan medio siglo deportados (586-539 a.C.). La ciudad cae en manos de Ciro, rey de Persia, y Dios lo mueve a liberarlos. Para justificar el medio siglo de esclavitud, la lectura comienza hablando del pecado de los israelitas, que no se limita a un hecho concreto, se prolonga en una larga historia. A la idolatría e infidelidades del comienzo respondió Dios con paciencia, enviando a sus mensajeros para invitarlos a la conversión. Pero los judíos los despreciaron y se burlaron de ellos. Entonces, la compasión de Dios dio paso a la ira, y los babilonios incendiaron el templo, arrasaron las murallas de Jerusalén, deportaron a la población. Años más tarde, la actitud de Dios cambia de nuevo y mueve a Ciro de Persia a liberar a los judíos. ¿A qué se debe este cambio? De acuerdo con la mentalidad más difundida en el Antiguo Testamento, el pueblo, tras sufrir el castigo, se convierte y Dios lo perdona. Igual que el niño que hace algo malo: su madre le riñe, pide perdón, la madre lo perdona. Sin embargo, en esta primera lectura no aparece la idea del arrepentimiento del pueblo. El único motivo por el que Dios perdona y mueve a Ciro a liberar al pueblo es por ser fiel a lo que había prometido. Volviendo al ejemplo de la madre, como si ella le hubiera dicho al niño: “Hagas lo que hagas, terminaré perdonándote”. Y lo perdona, sin que el niño se arrepienta, para cumplir su palabra. ¿Cómo reaccionan los judíos ante la noticia? El texto no lo dice, pero lo sabemos: unos pocos volvieron a Judá, arriesgándolo todo, sin saber lo que iban a encontrar; otros prefirieron quedarse en Babilonia. (¿Cuántos afroamericanos estarían dispuestos a volver de Estados Unidos a los países de origen de sus antepasados?)

Perdón universal basado en el amor, que puede ser aceptado o rechazado (evangelio)

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:

̶  Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.

El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.»

El evangelio enfoca el tema del amor y perdón de Dios de forma universal. No habla del amor de Dios al pueblo de Israel, sino de su amor a todo el mundo. Pero un amor que no le resulta fácil ni cómodo, en contra de lo que cabría imaginar: le cuesta la muerte de su propio hijo. Además, el evangelio subraya mucho la respuesta humana: ese perdón hay que aceptarlo mediante la fe, reconociendo a Jesús como Hijo de Dios y salvador. Esto lo hemos dicho y oído infinidad de veces, pero quizá no hemos captado que implica un gran acto de humildad, porque obliga a reconocer tres cosas:

  1. que soy pecador, algo que nunca resulta agradable;
  2. que no puedo salvarme a mí mismo, cosa que choca con nuestro orgullo;
  3. que es otro, Jesús, quien me salva; alguien que vivió hace veinte siglos, condenado a muerte por las autoridades políticas y religiosas de su tiempo, y del que muchos piensan hoy día que sólo fue una buena persona o un gran profeta.

Usando la metáfora del evangelio, es como si un potente foco de luz cayese sobre nosotros poniendo al descubierto nuestra debilidad e impotencia. No todos están dispuestos a este triple acto de humildad. Prefieren escapar del foco, mantenerse a oscuras, engañándose a sí mismos como el avestruz que esconde la cabeza en tierra. Pero otros prefieren acudir a la luz, buscando en ella la salvación y un sentido a su vida.

Perdón para los paganos basado en la compasión. Respuesta: fe y buenas obras (carta a los Efesios, 2,4-10)

Hermanos:

Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo -por pura gracia estáis salvados-, nos ha resucitado con Cristo Jesús y nos ha sentado en el cielo con él. Así muestra a las edades futuras la inmensa riqueza de su gracia, su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque estáis salvados por su gracia y mediante la fe. Y no se debe a vosotros, sino que es un don de Dios; y tampoco se debe a las obras, para que nadie pueda presumir. Pues somos obra suya. Nos ha creado en Cristo Jesús, para que nos dediquemos a las buenas obras, que él nos asignó para que las practicásemos.

La salvación universal de la que habla el evangelio la concreta la carta a los Efesios en una comunidad concreta de origen pagano: la de la ciudad de Éfeso (situada en la actual Turquía). Antes de convertirse, estaban muertos por los pecados, con un agravante: Dios no les había hecho ninguna promesa de salvación, como a los judíos deportados en Babilonia. Sin embargo, los perdona. ¿Por qué motivo? Porque es “rico en misericordia”, “por el gran amor con que nos amó”, “por pura gracia”. Esto es lo que san Pablo llama en otro contexto “el misterio que Dios tuvo escondido durante siglos”: que también los paganos son hijos suyos, tan hijos como los israelitas. Esta prueba del amor de Dios espera una respuesta, que se concreta en la fe y en la práctica de las buenas obras.

Reflexión final

En el contexto de la cuaresma, que se presta a subrayar el aspecto del pecado y del castigo, la liturgia nos recuerda una vez más que nuestra fe se basa en una “buena noticia” (evangelio), la buena noticia del amor de Dios. Nosotros, que somos los herederos de los efesios, de los corintios, de los tesalonicenses, debemos reconocer, como ellos, que todo es don de Dios y no mérito nuestro, y que debemos responder con fe y dedicándonos “a las buenas obras” que él nos ha asignado.

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Cuarto Domingo de Cuaresma. 10 de marzo, 2024

Domingo, 10 de marzo de 2024
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Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él tenga vida eterna”.

(Jn 3, 14-21)

¿Cuántas veces leemos en la prensa titulares sacados de contexto y terminamos malinterpretando las noticias? O en lugar de malinterpretarlas no las entendemos y acabamos perdiendo cualquier atisbo de interés.

Reconozcamos que, en ocasiones, eso mismo nos ocurre con el evangelio y llegamos a la conclusión de que no entendemos a Jesús.

Fijándonos solo en esta cita nos encontramos con unas palabras de Jesús, vamos a ubicarlas en su contexto. Jesús lleva un tiempo en Jerusalén, le acabamos de ver (el domingo pasado) echando del templo a los mercaderes, continúa enseñando y curando.  Una noche, Nicodemo, un judío importante, va en su busca y entablan una conversación de la que hoy somos partícipes, pero no de todo el diálogo, solo de una parte.

Escuchamos a Jesús hablar de varias cosas: de Moisés y la serpiente de bronce, de que Dios entregó a su Hijo único, de no perecer, de condena, luz y tinieblas.

Ahora contemplemos a Nicodemo y pongámonos junto a él, junto a este fariseo y como tal, defensor de la ley. A pesar de estar en plena noche, nos ponemos en camino, en busca de Jesús, de la luz. Reconocemos que viene de Dios, creemos en él. Y entonces lo que escuchamos ahora, desde esta situación, son palabras de amor y vida eterna.

El ser humano quiere, con esas connotaciones de poseer, de interés, de “segundas intenciones”que este verbo puede tener. Pero Dios nos ama, porque sí, sin un motivo en concreto. Y porque nos ama, nos da vida eterna; y eterna es mucha más vida de la que podamos imaginar. Vida de la gozamos hoy, y además, VIDA ante Dios cara a cara de la que gozaremos cuando Él quiera.

Con este plan… ¡¡qué bueno es esto de CREER!!

Oración

Gracias, Trinidad Santa, solamente gracias. Amén.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

***

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No esperes que alguien venga a salvarte.

Domingo, 10 de marzo de 2024
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DOMINGO 4º DE CUARESMA (B)img_men_2073_2014-4-29_6

Jn 3,14-21

Estamos en el c. III. Este evangelio es un esquema teológico. Cada capítulo tiene identidad por sí mismo, aunque éste es el que menos unidad interna muestra. El punto de partida es el diálogo con Nicodemo: “te lo aseguro, el que no nazca de nuevo no puede ver el Reino de Dios”. Nicodemo: eso es imposible. Jesús insiste: “El que no nazca del agua y del espíritu no puede entrar en el Reino de Dios; lo que nace de la carne es carne, lo que nace del espíritu es espíritu”. ¿Cómo puede ser eso?

El domingo pasado, Jesús criticó el culto idolátrico del templo. Hoy arremete contra la manera de interpretar la Ley que tienen los fariseos. En ambos casos se trata de instituciones antiguas vacías de contenido que hay que sustituir. No se trata de una nueva interpretación, (es lo que busca Nicodemo) sino de algo completamente distinto: hay que nacer de nuevo. No debemos pensar en discursos pronunciados por Jesús. Juan pone en boca de Jesús una cristología muy avanzada de finales del s. I.

Lo mismo que Moisés levantó la serpiente. Lo que hizo Moisés es recordar al dios egipcio Ranenutet (representado por la serpiente). Dios le manda construir la imagen de otro dios. Es necesario saber que el dios egipcio era a la vez veneno y antídoto; muerte y vida; opresión y salvación. Jesús crucificado representa a la vez, muerte y vida, humillación y exaltación. Al decir “levantado” va más allá de una alusión a la serpiente. La cruz es manifestación de la lealtad de Dios. Es la exaltación de Jesús.

Para que todo el que lo haga objeto de su adhesión (crea) tenga Vida definitiva. “Vida definitiva” denota la calidad de vida propia del estadio definitivo. Traducir por “eterna” empobrece el significado, por insistir solo en la duración y no en la calidad. El resultado de ser levantado en alto es plenitud de Vida. El Espíritu que nos comunicará será la fuente de verdadera Vida para todos los que le acepten.

Demostró Dios su amor al mundo. El amor se hizo visible en un acto. No se dirige solo a los cristianos, sino al mundo. Jesús es el don de Dios a la humanidad. “Dar a su Hijo” no se refiere sólo a la encarnación, sino a la crucifixión. Para Juan, Jesús es enviado al mundo. Para los sinópticos, a Israel. La salvación destinada a todos. No solo al pueblo elegido, sino a todas las naciones. Se acabaron los privilegios. La Vida del Espíritu es para todos. A finales del s. I. el cristianismo era ya religión universal.

El que le presta adhesión no tendrá sentencia; el que se la niega, ya tiene la sentencia. No hay lugar para la indiferen­cia. La sentencia, negativa o positiva, no es consecuencia de un acto de Dios. Es el resultado de una actitud por parte del hombre. Si comprendiéramos bien este versículo, cambiaría todo el modo de entender la moral. Desde la visión farisaica, Dios juzgaba a los hombres después de ver sus acciones. Si eran conforme a la Ley, los salvaba, si eran contrarias a la Ley, los condenaba. Para Dios todo está en equilibrio. Cada acto coloca al hombre en su sitio.

Los hombres han preferido las tinieblas a la luz.Su modo de obrar” denota el proceder habitual, no un acto puntual. En el prólogo había dicho: “y la Vida era la luz de los hombres”. No es la luz la que da Vida (como maestro), sino al revés, es la Vida la que te iluminará. Sin Vida no se puede aceptar la luz. La falta de Vida lleva consigo el rechazo de la luz. Mantener una relación con Dios desde la Ley, desde lo externo, sin Vida, es mantener la relación de injusticia. El que oprime al hombre no puede aceptar la luz. La adhesión a Jesús exige salir de la situación de opresión.

El que obra con bajeza…  El que practica la lealtad. Obrar con bajeza se opone a “practicar la lealtad”. “Hacer la verdad” es un semitismo y lo opuesto es “hacer la falsedad“. El que es cómplice de la muerte no puede aguantar la Vida. La considera como una agresión. No se eligen las tinieblas por el valor que puedan tener en sí, sino por odio a la luz. No son las doctrinas (luz) las que separan de Dios, sino la conduc­ta (Vida). Quien con su modo de obrar daña al hombre, se opone al amor-vida. Rechazando la luz, cree poder continuar haciendo el mal sin ser descubierto.

Practicar la lealtad es lo contrario de obrar con bajeza. Equivale a hacer lo que es bueno para el hombre. Al decir lealtad, muestra que el amor es algo práctico. La Vida es anterior a la luz. El acercamiento a la luz se hace por amor, no para que se vean las obras. “Realizadas en unión con Dios”. No obras hechas según Dios, sino algo más. Obras en las que, con la actividad del hombre, se ve la de Dios revelando su gloria-amor. Creer va unido a las obras buenas. La incredulidad acompaña a las malas.

En el trozo del discurso que acabamos de analizar, nos encontramos con los aspectos más originales de la salvación ofrecida por Jesús: 1) La salvación es Vida. 2) Viene de Dios que es VIDA. 3) Es don gratuito e incondicional. 4) Es absoluto, no una alternativa a la condenación. 5) Exige la adhesión a Jesús. 6) Se manifiesta en las obras. Cada punto nos tendría que advertir de los errores en que caemos a la hora de hablar de esa salvación. Esperar de Dios una salvación raquítica.

Hablar de salvación es plantearse el sentido último de la vida. Sería desplegar las más elevadas posibilidades humanas. El término “salvación” tiene connotación negativa y eso es muy peligroso a la hora de entender el evangelio. El pensar en la salvación en términos negativos ha paralizado nuestra vida espiritual. He creído que, si elimino el pecado, estoy salvado. Salvarse no es evitar la condenación, sino llevarnos a plenitud de ser, al límite las posibilidades de nuestro verdadero ser.

La verdadera salvación no puede venirme de fuera; tiene que surgir de lo más hondo de mi ser. Desde ahí, Dios hace posible mi plenitud. Hay que tener claro que me salva totalmente Dios y me salvo totalmente yo. La acción de Dios y la del hombre, ni se suman ni se restan ni se interfieren, porque son de naturaleza distinta. “Dios, que te creó sin ti, no te salvará sin ti” (S. Agustín). Todo lo que depende de Dios ya está hecho. Para que se complete mi salvación solo falta lo que depende de mí.

La conciencia que tenemos de que Dios puede no salvarme es prueba de que esperamos una salvación equivocada. Queremos que Dios nos libere del sufrimiento, la enfermedad, la muerte. Todo eso forma parte de nuestra condición de criaturas y es inherente a nuestro ser. Ni Dios puede hacer que sigamos siendo criaturas sin limitacio­nes. Buscar la salvación por ahí, es un error garrafal. La salvación no es cambiar lo que soy ni añadir nada a lo que ya soy. Es una toma de conciencia de lo que en realidad soy, vivir a tope esa toma de conciencia y manifestarla en el amor.

Falsa y verdadera salvación

Salvación consecuencia de una idea falsa de Dios:

Dios ofendido que necesita defender su honor.

Salvación como rescate, gracias a la muerte de Cristo.

Salvación como la superación de un desastre. El pecado del hombre.

Salvaciones consecuencia de una idea falsa del hombre:

El hombre empecatado sin posibilidad de salir del fango

Sálvese quien pueda. El hombre individual sin conexión social con los demás.

Tengo un alma que salvar y es cosa exclusivamente mía.

Se salva el alma, no los cuerpos.

Salvación consecuencia de una idea falsa del mundo:

El mundo como algo perverso que había que reprobar.

Recompensa para el más allá por haber despreciado el más acá.

Desconexión de la naturaleza como ámbito en el que nos desarrollamos.

La salvación de Jesús como algo ajena a nuestras luchas.

La salvación es plenitud de humanidad

Salvarse es desplegar lo que nos hace plenamente humanos.

A medida que nos hacemos más humanos, crece nuestra plenitud.

La salvación nunca podrá estar completada.

Ninguna clase de paraíso puede satisfacer la necesidad de salvación.

El ser humano es un proyecto que nunca podrá ser alcanzado del todo.

La salvación nunca será un seguro a todo riesgo.

La salvación nunca nos curará de nuestra finitud.

No puede haber diferencia entre una salvación divina y una humana.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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El evangelio de Juan

Domingo, 10 de marzo de 2024
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Jn 3, 14-21

«Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censuradas sus obras»

Como dice Heidegger, hemos sido arrojados a este mundo sin saber quiénes somos, ni conocer su propósito, ni quien lo soporta, ni qué hay detrás de todo este cosmos inmenso del que formamos parte integrante… En definitiva, sin saber si algo de esto tiene algún sentido y con la tarea de vivir con decoro una vida que acaba en la muerte.

Para afrontar este reto necesitamos referencias; algo en que confiar; que nos permita situarnos en el mundo y dar sentido a nuestra vida. Hay quienes confían en su razón, y abrazan planteamientos metafísicos con los que tratan de dar respuesta a las preguntas límite de su existencia. Otros apuestan por el conocimiento espiritual que obtienen directamente en su interior. Otros, quizá conscientes de sus limitaciones, se dejan guiar por los criterios de alguien que les sirve de referencia.

Para los cristianos esa referencia es Jesús, el carpintero de Nazaret, el que con sus palabras y sus obras nos ha mostrado quién es Dios para nosotros, quiénes somos nosotros, cuál es el sentido de nuestra vida y cómo vivirla. Todo lo que un cristiano necesita para vivir con sentido está dicho en Jesús, y eso lo convierte en su mejor referencia.

Y aquí es donde el evangelio de Juan resulta sorprendente para muchos, y no por la teología sublime que desarrollan sus comunidades y plasma su evangelio (con cumbres geniales, fundamento de la fe de muchos cristianos y de la mía propia), sino porque es difícil comulgar con ese Jesús hierático y estereotipado que nos presenta.

Juan convierte a Jesús en instrumento de verter conceptos a través de interminables discursos que nada tienen que ver con el estilo de Jesús. El resultado es un Jesús mítico, sin empatía, y por tanto incompatible con el seguimiento masivo que muestran los evangelios; un Jesús sin limitaciones humanas, que lo sabe todo, que es incapaz de sentir cansancio, tentación, o angustia; o de dudar, o de indignarse; que habla para eruditos y no para la gente, en definitiva, que más parece una deidad disfrazada, que el hombre verdadero capaz de fascinar hasta el punto en que Jesús lo hacía y lo sigue haciendo veinte siglos después.

Mi referencia es el Jesús histórico, el que habla de Dios contando cuentos sencillos a gente sencilla, el que disfruta rodeado de esa gente, que cena con pecadores para devolverles la dignidad que todos les niegan, que abre una puerta a la esperanza a los desesperanzados, que entusiasma a la gente hasta el punto de olvidarse de comer por escucharle, que vive en permanente conflicto con los poderosos, que sube a Jerusalén sabiendo lo que le espera, que se indigna en el Templo, que se juega la vida para salvar la de una adúltera desconocida, que toma precauciones para que no le prendan sus enemigos, pero que luego es capaz de llegar hasta el final… el que se angustia en Getsemaní y muere en el Calvario.

Miguel Ángel Munárriz Casajús 

Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo sobre este evangelio, pinche aquí

Fuente Fe Adulta

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Vivir en la luz.

Domingo, 10 de marzo de 2024
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IMG_3475Comentario al Evangelio Jn 3, 14-21

10 de marzo de 2024

Este IV domingo de cuaresma es denominado en la liturgia “laetare”, haciendo referencia a la antífona ¡Alégrate, Jerusalén! Se rompe el esquema de la Cuaresma, tradicionalmente vista como un tiempo gris, para introducir un tono de alegría por la próxima llegada de la Pascua. El texto que hoy nos ocupa nos da claves interesantes para poder vivir en esa alegría, más existencial que emocional, y que procede de la profundidad de nuestra persona.

Comienza el texto haciendo referencia a Moisés iniciándose así un diálogo entre Jesús y el judaísmo a través del encuentro con Nicodemo. Todo este discurso de Jesús concentra tres mensajes en uno y que puede ayudarnos a redirigir nuestra vida para avanzar en un camino más auténtico.

El primer mensaje hace referencia a la vida eterna. Inmediatamente la mente nos lleva al más allá, a lo escatológico, a la vida tras la muerte. Sin embargo, el texto está expresado en presente, por tanto, la vida eterna es una realidad de nuestro interior que ya existe y configura nuestra raíz más profunda. Esta vida eterna está hecha de la misma Divinidad que se encarna en nuestra humanidad para “no perecer” nunca.

¿Te animas a conectar y ser más consciente de esta vida eterna que forma parte de tí?

El segundo mensaje quizá puede incomodar mucho a los creyentes que entienden la Religión como una elección divina a determinadas personas para juzgar lo que es bueno y lo que es malo, lo puro y lo impuro; una elección personal para salvar al mundo de las garras del mal y del “pecado”. Y, precisamente, quien pone el criterio de la bondad, la luz, la verdad, según el evangelio, es Dios mismo a través de Jesús. No puede ser más claro: Él no viene a condenar a nadie, no viene a decidir qué ovejas son de buena calidad y cuáles no. La existencia “del Hijo” tiene sentido para mostrar el camino de la plenitud humana, en lenguaje teológico, el camino de la salvación.

¿Te animas a vivir en coherencia con esta visión que no busca condenar sino acoger, incluir y bendecir?

El tercer mensaje podríamos resumirlo como la ética de la luz; vivir en la luz tiene un impacto en nuestra persona, en las acciones, decisiones y relaciones. Vivir en la luz es vivir en transparencia, honradez, más cerca de la verdad, pero también en una valentía y fuerza que puede descolocar y, en muchos casos, sofocar “las tinieblas“. La persona que decide vivir en la luz, movida por Dios según este texto, va dejando un rastro de bondad, de coherencia, de profundidad y de osadía; se trata de una luz integradora, inclusiva y que vence la mentira, las trampas y la mediocridad.

¿Te animas a vivir en la luz y liberar a tu mundo, nuestro mundo, de las sombras que ocultan, matan, maldicen y dividen?

FELIZ DOMINGO

Rosario Ramos

Fuente Fe Adulta

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Vivir en la luz

Domingo, 10 de marzo de 2024
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IMG_3394Domingo IV de Cuaresma

10 marzo 2024

Jn 3, 14-21

  Una formación moralista, rígida y perfeccionista puede inducirnos a pensar que vivir en la luz significa ser perfectos, sin lugar para las sombras. Sin embargo, tal actitud, además de inhumana porque exige algo inalcanzable para la persona, provoca justo los efectos contrarios a los que pretendía lograr.

La actitud moralista y perfeccionista produce, entre otros, un doble efecto: por una parte, suele engordar el ego, alimentando el orgullo y la vanidad de quien se cree más “cumplidor” que los demás; por otra, es fuente de tensión y rigidez que fácilmente desemboca en peligrosas y dolorosas tendencias neuróticas.

Tales efectos resultan fáciles de comprender: la sobreexigencia y rigidez fácilmente fracturan a la persona, que compensará su tensión interior cultivando una imagen neurótica de sí misma.

Vivir en la luz no tiene nada que ver con lo que esa formación enseñaba. Significa, por el contrario, vivir en la verdad o, si se prefiere, en la humildad, entendida en el sentido teresiano de “caminar en verdad”.

La humildad permite aceptar la propia verdad con todas sus aristas. Sabe que no hay luz exenta de sombras. Y reconoce que los humanos no estamos llamados a ser “perfectos” -como una mala traducción del evangelio dio a entender-, sino a ser “completos”.

La expresión “vivir en la luz” posee un doble significado: por un lado, significa ser transparentes; por otro, comprender que, en nuestra identidad profunda, sin negar las sombras propias del nivel personal, somos luz. Por lo que vivir en la luz no es otra cosa que vivir la verdad de lo que somos.

Por el contrario, “preferir la tiniebla” significa vivir en la mentira y el engaño -aparentando ser lo que no somos o maquillando aquello que podría dejarnos en mal lugar- o en la ignorancia, desconociendo lo que somos en profundidad.

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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La luz de Cristo es un gozo, no una carga angustiosa

Domingo, 10 de marzo de 2024
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IMG_3100Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01.- Nicodemo un hombre de la noche.

        El pasaje del evangelio que hemos escuchado hoy forma parte del diálogo entre Jesús y Nicodemo, (Juan 3).

        Nicodemo era un fariseo importante en Jerusalén: de la élite religioso cultural. Pero Nicodemo está de noche, que no significa solamente la noche horaria, sino que está en las tinieblas. Sin embargo Nicodemo busca la luz que no halla en su mundo judío. Por eso se acerca a Jesús.

El evangelio de San Juan emplea algunas contraposiciones: verdad – mentira, vida – muerte, luz – tinieblas (noche).

La noche es una de esas contraposiciones y significa la carencia de luz, la ausencia de verdad, falta de la Palabra, Cristo no está presente y, cuando Cristo no está presente, estamos de noche.

Nicodemo, como los Magos o como el ciego de nacimiento: buscan la luz en la noche de la vida, en su noche personal, social y religiosa, en la noche de la vida.

        Es una postura honesta: amar y buscar la luz, la verdad.

Seguramente que también nosotros estamos faltos de luz, quizás porque la luz se hizo presente y no la recibimos, quizás porque hemos apagado la luz en nuestras vidas y preferimos las tinieblas a la luz.

Al menos ¿nos queda nostalgia de la luz?

02.- El siglo XVIII es el siglo de las luces.

En Europa (quizás en todo el mundo occidental) el siglo XVIII es denominado el “siglo de las luces”, es la época de la Ilustración.

En la modernidad ilustrada la razón sustituye a la fe, las ciencias remplazan a la teología, la autoridad político-científica se superpone a la Biblia, al Magisterio creyente, la esperanza queda dinamitada por la confianza en el progreso, en la tecnología.

Podemos observar que –ciertamente- con la modernidad tenemos más cosas, más medios para vivir. Solemos decir que hoy vivimos mejor que antes. Yo no sé si vivimos mejor que antes. No creo. Tenemos más medios técnicos que nuestros mayores; basta mirar la cocina de nuestra casa, los medios y cosas que tenemos, pero lo que no sé es si vivimos, si nos encontramos más serenos y centrados en la vida.

Las bajas por salud mental en Euskadi se duplican en seis años y rozan las 43.500.

Del año 2019 a hoy las enfermedades mentales han aumentado en un 51%

Diario Vasco el 4. Marzo. 2024

03.- La razón y las ciencias no responden a las grandes cuestiones de la vida.

La razón, las ciencias, el progreso, la tecnología no son capaces de responder a las grandes cuestiones de la vida. Sobre todo no arrojan mucha luz a las cuestiones ético-morales, y callan ante las cuestiones del sentido de la vida y de la muerte.

Decía un matemático-filósofo austriaco del siglo XX (L. Wittgenstein, 1889-1951) que: “las cuestiones que no podemos responder no son ni verdaderas ni falsas, sino carentes de sentido”; por lo tanto esas cuestiones mejor no planteárselas.

¿La vida tiene sentido? No lo sabemos, pues entonces déjala de lado. ¿Hay algo después de esta vida? No lo sabemos, pues entonces ni te lo plantees.

Sin embargo, él mismo (Wittgenstein)  se dio cuenta de que tales problemas de fondo siguen haciendo carrera en la vida del ser humano. Siempre aflora el problema del sentido de la vida, la cuestión acerca de qué nos cabe esperar, el problema de la muerte…

Quizás hoy en día estas cuestiones se plantean en la consulta de la psiquiatría, pero salen a la luz.

La sociedad ilustrada ha prescindido de estas cuestiones. No se permite que los grandes problemas salgan a flote ni en la educación escolar y universitaria, ni en medios de comunicación, ni en los parlamentos, etc… Ni te plantees esas cosas.

Ahora bien: dos cuestiones:

  • El hambre y la sed no son enfermedades, son necesidades humanas.

Por mucho que la sociedad me diga que no me plantee el sentido de la vida, yo tengo hambre y sed de sentido de la vida, de esperanza.

  • Por otra parte, ¿Vivimos mejor prescindiendo y al margen de todo pensamiento? ¿Se es más moderno, más progresista y más feliz sin Dios y sin fe?

Nietzsche (1844-1900), padre del ateísmo y del nihilismo más radical “nos condenó a vivir errantes, sin horizonte y sin nada: Estamos condenados a una espesa noche, errantes por la existencia…

Posiblemente hoy en día social y culturalmente  estamos en esa noche espesa.

¿A qué se debe, si no, el enorme aumento de enfermedades mentales, depresiones y suicidios? ¿A qué se debe ese descentramiento ético y social?

04.- En el ámbito cristiano.

      Por otra parte en el seno de las Iglesias cristianas: católico, luterana, anglicana, etc. vivimos una profunda deserción. Las Iglesias se han vaciado; el clero  escasea y el número de seminaristas ha descendido enormemente. La Iglesia apenas tiene relevancia ni significación en la sociedad, en la cultura, en la educación, etc.

          No sé hasta qué punto los planes de pastoral, las posiciones ideológicas religiosas son la luz que pueda iluminar las tinieblas que nos embargan.

      Pensar que las iglesias se van a llenar y que los seminarios y conventos se van a ver repletos de seminaristas y novicios me parece que es muy poco real y una fantasía ilusoria.

05.-  ¿La red barredera?

        En los evangelios aparece aquella imagen de la Iglesia como una barca que pesca una gran cantidad peces, de cristianos con red, incluso la barca casi se hundía.

        Hoy no va a ocurrir eso, al menos entre nosotros.

        Ni la evangelización, ni la fe van a ser masivas, sino muy personales. Habremos de trabajar estas cosas no en régimen de cristiandad.

       Guipúzcoa tiene 730.000 habitantes. ¿Todos los guipuzcoanos somos  cristianos o creyentes? No. Eso es pensar en régimen de cristiandad, que si lo fue,  hace tiempo que ya no cierto.

        No nos hagamos, ni creemos falsos espejismos de que en tres o cuatro años nuestra diócesis va a ser una Iglesia de Pentecostés.

        El cristianismo en los países europeos en las próximas décadas será, probablemente, una iglesia de minorías y probablemente será, como anunciaba K Rahner allá por los años 60’ del siglo pasado, el creyente del futuro será místico o no será.

06.- La fe es una dicha

        Tal estado de cosas no debe hacernos perder la paz, ni crear un desasosiego pensando nostálgicamente que cualquier tiempo pasado fue mejor.

         Vivamos gozosamente en la luz de la fe. Vivamos con calma y serenidad en la luz de Cristo en nuestro interior.

        La luz de Cristo acontece en nuestro interior, en el fondo de nuestro ser. Ilumina nuestra vida y es algo gozoso.

        Esa luz es misericordia. La luz de Cristo nos hace bien en la noche que estamos viviendo.

La lecturas de hoy y toda la Palabra son un canto a la vida y a la salvación por la misericordia de Dios: que tengan vida, que ninguno perezca, que todos se salven

        Todo el evangelio de san Juan es una invitación y una siembra de la vida: en el principio había vida, Yo soy el pan de vida, el agua de vida, Yo soy el camino la verdad y la vida, el grano de trigo ha de caer en tierra para dar vida

      Si la fe os resulta una carga insoportable y de angustia, es que no es el Evangelio del Señor. Si el sistema eclesiástico os da miedo y cansera, es que no es la luz de Cristo.

        No sufráis la fe, disfrutad de ella, de la luz de Cristo. Disfrutad de la luz, de la vida.

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Enviado con nuevos ojos.

Lunes, 20 de marzo de 2023
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276C52B3-F283-4A9B-A573-951DD2985999Antonio Ortiz Silíceo

La publicación de hoy es del colaborador invitado Antonio Ortiz Siliceo. Antonio es Oficial Regional de la Global Network of Rainbow Catholics-Red Global de Católicos Arcoíris. Es cofundador de la Red Mexicana de Católicos Arco Iris (Red Católica Arcoíris México, o REDCAM), y ha sido su coordinador desde 2018. También fue coordinador de Efetá, una comunidad católica gay en la Ciudad de México.

Las lecturas litúrgicas de hoy para el cuarto domingo de Cuaresma se pueden encontrar aquí.

Hay muchos momentos en los Evangelios en los que Jesús se encuentra con personas que vivían “fuera de la norma”, personas que estaban excluidas: los pobres, los esclavos, los leprosos, las mujeres, las personas con discapacidad o los ciegos. Hoy recordamos especialmente al ciego de Siloé, alguien que desde su nacimiento fue señalado por su condición. Sin embargo, el ciego, “tocado” por Jesús y abriendo los ojos, llega a ver. Y es alguien que es juzgado y enviado precisamente por “poder ver” al reconocer el poder del Dios que le devolvió la vista.

Entonces, ¿qué significa realmente la ceguera en esta historia? ¿Se trata de la ceguera del ciego de nacimiento que puede ser sanado por el toque de Jesús? ¿O somos nosotros en nuestra locura los que creemos que sabemos todo acerca de “la voluntad de Dios”, como decían los fariseos? ¿Seguimos incansablemente repitiendo doctrinas en lugar de vivir una experiencia personal de encuentro con Jesús que nos abre los ojos y el corazón?

Vivimos una época en la que las nuevas generaciones ahora se atreven a alzar la voz, cuestionando las injusticias sociales a veces disfrazadas de buena voluntad. Algunas de estas injusticias las hemos normalizado dentro de nuestros espacios de fe, como cuando llegamos a juzgar a nuestros hermanos por no ser como nosotros o pensar como nosotros.

0D16D54B-D16F-4D0C-95E4-616805B2890CEn la época de Jesús, ciertas enseñanzas religiosas judías indicaban la ceguera como castigo por el pecado. Hoy en día, muchas doctrinas religiosas describen erróneamente a las personas LGBTQ+ como ‘objetivamente trastornadas’, cuando la propia ciencia nos hace ver que estas circunstancias son meras variaciones humanas.

Los malentendidos sobre las identidades sexuales y de género diversas son, con demasiada frecuencia, una consecuencia de reducir las identidades a los genitales. También juzgamos los comportamientos sexuales por miedo o ignorancia. Confundimos el concepto de pecado, atribuyéndolo a todo lo diferente de lo que nos enseñaron que era correcto. Excluimos, olvidando que el mensaje principal de Jesús gira en torno al amor y la inclusión. No hay condiciones en este amor; la invitación es siempre sólo a estar cerca de cada persona en su contexto.

Pero este mensaje de ser menos críticos y más amorosos no solo está dirigido a una comunidad conservadora, fundamentalista e intransigente. Como comunidad de fe LGBTIQ+, quizás también sea hora de cuestionar nuestras propias prácticas. Deberíamos revisar cuánto juzgamos, muchas veces desinformados, sobre las distintas formas de diversidad que excluimos. ¿Con qué frecuencia sucede esto porque no entendemos la forma diferente de vida o de pensamiento de alguien?

El Evangelio es claro en que el objetivo hoy no es que las iglesias defiendan “verdades” de manera autoritaria y con lenguaje vacío, ni es solo recuperar la vista y ver con ojos nuevos. Se trata fundamentalmente de aceptar la invitación de Jesús a seguirlo, testimoniando el amor y la inclusión en nuestro propio entorno como envió el ciego de Siloé.

Como comunidad LGBTIQ+ y aliada, estamos llamados a crear espacios seguros de fe para cada persona, abarcando todas las manifestaciones de la diversidad. Necesitamos ser testigos que difundan la alegría del Evangelio compartiendo nuestras experiencias de vida. Al hacerlo, dejamos de lado los juicios que podamos tener, y en su lugar vivimos de la manera amorosa que Jesús nos ha ayudado a ver con nuevos ojos.

—Antonio Ortiz Silíceo, 19 de marzo de 2023

Fuente New Ways Ministry

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“Ojos nuevos”. 22 de marzo de 2020. 4 Cuaresma (A). Juan 9,1- 41.

Domingo, 19 de marzo de 2023
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18_4_CUA_A_1665174-300x224El relato es inolvidable. Se le llama tradicionalmente la «curación del ciego de nacimiento», pero es mucho más, pues el evangelista nos describe el recorrido interior que va haciendo un hombre perdido en tinieblas hasta encontrarse con Jesús, «Luz del mundo».

No conocemos su nombre. Solo sabemos que es un mendigo, ciego de nacimiento, que pide limosna en las afueras del Templo. No conoce la luz. No la ha visto nunca. No puede caminar ni orientarse por sí mismo. Su vida transcurre en tinieblas. Nunca podrá conocer una vida digna.

Un día Jesús pasa por su vida. El ciego está tan necesitado que deja que le trabaje sus ojos. No sabe quién es, pero confía en su fuerza curadora. Siguiendo sus indicaciones, limpia su mirada en la piscina de Siloé y, por primera vez, comienza a ver. El encuentro con Jesús va a cambiar su vida.

Los vecinos lo ven transformado. Es el mismo, pero les parece otro. El hombre les explica su experiencia: «Un hombre que se llama Jesús» lo ha curado. No sabe más. Ignora quién es y dónde está, pero le ha abierto los ojos. Jesús hace bien incluso a aquellos que solo lo reconocen como hombre.

Los fariseos, entendidos en religión, le piden toda clase de explicaciones sobre Jesús. Él les habla de su experiencia: «Solo sé una cosa: que era ciego y ahora veo». Le preguntan qué piensa de Jesús, y él les dice lo que siente: «Que es un profeta». Lo que ha recibido de él es tan bueno que ese hombre tiene que venir de Dios. Así vive mucha gente sencilla su fe en Jesús. No saben teología, pero sienten que ese hombre viene de Dios.

Poco a poco, el mendigo se va quedando solo. Sus padres no lo defienden. Los dirigentes religiosos lo echan de la sinagoga. Pero Jesús no abandona a quien lo ama y lo busca. «Cuando oyó que lo habían expulsado, fue a buscarlo». Jesús tiene sus caminos para encontrarse con quienes lo buscan. Nadie se lo puede impedir.

Cuando Jesús se encuentra con aquel hombre a quien nadie parece entender, solo le hace una pregunta: «¿Crees en el Hijo del hombre?», ¿crees en el Hombre nuevo, el Hombre plenamente humano precisamente por ser encarnación del misterio insondable de Dios? El mendigo está dispuesto a creer, pero se encuentra más ciego que nunca: «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?».

Jesús le dice: «Lo estás viendo: el que te está hablando, ese es». Al ciego se le abren ahora los ojos del alma. Se postra ante Jesús y le dice: «Creo, Señor». Solo escuchando a Jesús y dejándonos conducir interiormente por él vamos caminando hacia una fe más plena y también más humilde.

José Antonio Pagola

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“Fue, se lavó, y volvió con vista”. Domingo 19 de marzo de 2023. Domingo 4º de Cuaresma, ciclo A.

Domingo, 19 de marzo de 2023
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17-CuaresmaA4Leído en Koinonia:

1Sm 16,1b.6-7.10-13ª: David es ungido rey de Israel
Salmo responsorial 22: El señor es mi pastor, nada me falta
Ef 5,8-14: Levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz
Jn 9,1-41: Fue, se lavó, y volvió con vista

El pueblo de Dios se planteó desde antiguo un gran problema: ¿cómo saber quién es el enviado de Dios? Muchos aparecían haciendo alarde de sus habilidades físicas, de su astucia, de su sabiduría, incluso, de su profunda religiosidad, pero era muy difícil saber quien procedía de acuerdo con la voluntad del Señor y quien quería ser líder únicamente para obtener el poder.

En la época de Samuel la situación era realmente complicada. El profeta, movido por el Espíritu de Dios, buscó un líder que sacara al pueblo del difícil atolladero de la crisis interna de las instituciones tribales y de la amenaza de los filisteos. Surgió Saúl, un muchacho distinguido, de buena familia y de extraordinaria complexión física. Los hebreos más pudientes lo apoyaron de inmediato, esperando que el nuevo rey lograra controlar el avance de los filisteos. Sin embargo, el nuevo rey en poco tiempo se convirtió en un tirano insoportable que agravó el conflicto interno y que, por sus constantes cambios de comportamiento, comprometió seriamente la seguridad de las tierras cultivables. Samuel, entonces, pensó que la solución era ungir un nuevo rey, una persona que se pudiera hacer cargo de la situación. La unción profética se convirtió, en aquel momento, en el medio por el cual se legitimaba la acción de un nuevo líder ‘salvador’ del pueblo. Siglos más tarde, los profetas se dieron cuenta de que no bastaba cambiar el rey para cambiar la situación, sino que era necesario buscar un sistema social que respetara los ideales tribales, lo que luego se llamo ‘el derecho divino’. Sin embargo, subsistió la idea de que el ‘líder salvador’ tenía que ser designado por un profeta reconocido. De este modo, la unción de los caudillos de Israel pasó a ser un símbolo de esperanza en un futuro mejor, más acorde con los planes de Dios.

En la época del Nuevo Testamento, el pueblo de Dios que habitaba en Palestina enfrentó un gran reto: ¿cómo hacer reconocer a Jesús como ungido del Señor? Aunque Jesús había conocido a Juan Bautista y, luego, había retomado su predicación, se cernía aún sobre él la duda, debido a su origen humilde, a la manera tan diferente de interpretar la ley y a su poca vinculación con el templo y sus rituales. Muchos se oponían a reconocer que él era un profeta ungido por el Señor, movidos simplemente por prejuicios culturales y sociales. La comunidad cristiana tuvo que abrirse paso en medio de estos obstáculos y proclamar la legitimidad de la misión de Jesús. Solamente quien conociera la obra del Nazareno, su entrañable amor a la vida, su dedicación a los pobres, su predicación del reinado de Dios, podía reconocer que él era el “ungido”, el “Mesías” (como se dice en hebreo), o el “Cristo” (como se dice en griego).

Las ‘señales y prodigios’ que Jesús actuó en medio de la gente pobre causaron gran impacto y, por esto, fueron motivo de controversia. Los opositores del cristianismo veían en las sanaciones que Jesús obraba, simplemente la labor de un curandero. Sus discípulos, por el contrario, comprendían todo su valor liberador y salvífico. Pues, no se trataba sólo de poner remedio a las limitaciones humanas, sino de devolverle toda la dignidad al ser humano. La persona que recuperaba la visión podía descubrir que su problema no era un castigo de Dios por los pecados de sus antepasados, ni una terrible prueba del destino. Era una persona que pasana de la desesperación a la fe y descubría en Jesús al profeta, al ungido del Señor. Su problema, una limitación física, se le había convertido en una terrible marca social y religiosa. Pero, el problema no era su limitación visual, sino la terrible carga de desprecio que la cultura le había impuesto. Jesús lo libera del insufrible peso de la marginación social y lo conduce hacia una comunidad donde lo aceptan por lo que él es, sin importar las etiquetas que los prejuicios sociales le habían impuesto.

En el evangelio se nos relata una especie de drama entre los vecinos del lugar donde el ciego solía pedir limosna, los fariseos que eran un grupo de judíos piadosos y cumplidores de la ley y los “judíos” en general, una expresión genérica con la que el evangelista designa a las altas autoridades religiosas del pueblo judío de la época de Jesús. Hasta los padres del ciego son involucrados en el drama.

Se trata de un verdadero «drama teológico», simbólico, de una gran belleza literaria. De ninguna manera se trata de una narración cuasiperiodística de unos hechos históricos, o de un relato que nos describa ingenuamente cómo sucedieron las cosas. No olvidemos que es Juan quien escribe, y que su evangelio se mueve siempre en un alto nivel de sofisticación, de recurso al símbolo y a la insinuación indirecta. Si tenemos que dirigir la palabra en la homilía, conviene no «contar» las cosas como quien cuenta hechos históricos tal cual, como si estuviera entreteniendo a unos niños. Los oyentes son adultos y agradecen que se les trate como a tales, sin abusar de que se tiene la palabra en un ámbito litúrgico donde por respeto nadie va a levantar la mano ni menos a contradecir, y que por eso se puede decir cualquier cosa, que «todo cuela» en ese ambiente.

En el «drama teológico» que hoy leemos, de Juan, el ciego se convierte en el centro. Todos se preguntan cómo es posible que un ciego de nacimiento sea ahora capaz de ver. Sospechan que algo grande ha sucedido, preguntan por el que ha hecho ver al ciego, pero no llegan a creer que Jesús sea la causa de la luz de los ojos del ciego. Un simple hombre como Jesús no les parece capaz de obrar tales maravillas. Menos aún habiéndolas obrado en sábado, día sagrado de descanso que los fariseos se empeñaban en guardar de manera escrupulosa. Y menos aún siendo el ciego un pobretón que pedía limosna al pie de una de las puertas de la ciudad. Todos interrogan al pobre ciego que ahora ve: los vecinos, los fariseos, los jefes del templo. Jesús se hace encontradizo con él, solidariamente, al enterarse de que lo han expulsado de la sinagoga. Y en este nuevo encuentro con Jesús el ciego llega a «ver plenamente», a «ver» no sólo la luz, sino la «gloria» de Dios, reconociendo en él al enviado definitivo de Dios, el Hijo del hombre escatológico, el Señor digno de ser adorado… Es el mensaje que Juan nos quiere transmitir narrando un drama teológico -como es su estilo- más que afirmando proposiciones abstractas -como hubiera hecho si hubiera sido de formación filosófica griega-.

Al final del texto las palabras que Juan pone en labios de Jesús hacen explotar el mensaje teológico del drama: Jesús es un juicio, es el juicio del mundo, que viene a poner al mundo patas arriba: los que veían no ven, y los que no veían consiguen ver. ¿Y qué es lo que hay que ver? A Jesús. Él es la luz que ilumina.

No haría falta echarle metafísica y ontología griega a este drama… Es un lenguaje de «confesión de fe». La comunidad de Juan está «entusiasmada», llena de gozo y de amor, poseída realmente por el descubrimiento que ha hecho en Jesús. Sienten que Él les cambia el mundo, que ven las cosas al revés que antes, y que es en Él en quien Dios se les ha hecho patente. Y así lo confiesan. No hace falta más. La ontología de los siglos subsiguientes es cultural, occidental, griega. Para el caso, sobra.

¿Qué significa hoy para nosotros? Lo mismo, sólo que a 20 siglos de distancia. Con más perspectiva, con más sentido crítico, con más conciencia de la relatividad (no digamos “relativismo”) de nuestras afirmaciones, sin fanatismos ni exclusivismos, sabiendo que la misma manifestación de Dios se ha dado en tantos otros lugares, en tantas otras religiones, a través de tantos otros mediadores. Pero con la misma alegría, el mismo amor y el mismo convencimiento. Leer más…

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19.3.23. Dom 4 Cuaresma: Ciegos que no quieren ver, ni dejar que otros vean (Jn 9)

Domingo, 19 de marzo de 2023
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jesus-y-el-ciegoDel blog de Xabier Pikaza:

Éste pasaje  (Jn 9) es una catequesis de iluminación, como sabe la liturgia; pero es, al mismo tiempo, es un texto de rebelión contra aquellos que quieren mantener a los hombres ciegos, para dominarles.

Así dice Jesús  a este ciego de Jerusalén: que se rebele, que no siga mendigando,.. que vea, que decida, que confiese su nueva libertad, aunque eso le cueste el rechazo de las autoridades religiosas y civiles, incluso de sus mismos familiares.      

 Están los que no quieren ver y  los que no pueden ver porque otros se lo impiden…  (cf. Mc 4, 12 par). Pero según este evangelio han de estar, sobre todo, los que quieren ver y quieren que otros vean

Este evangelio es una protesta contra contra el pecado de los falsos profetas y el de aquellos que para mantener su poder engañan, manipulan y ciegan a otros…

Éste es el pecado de grandes poderes mediáticos, dedicados a engañar a los demas, al servicio de aquellos que les pagan. Puede ser el pecado de un tipo de iglesias que quieren mantener a sus ovejas ciegas, para así manipularlas, como dice la Biblia desde el AT (Ez).

Así lo cuenta de forma simbólica este largo pasaje de Jn 9. Léalo primero quien quiera. Le bastará con ello.Siga leyendo mi postal quien piensa que puede ajudarle. Buen día.

Un relato en seis escenas

  Así aparece dividido en muchos libros de catequesis bíblica. Invito a mis lectores a que lean primero el texto entero  (Jn 9) y luego lo dividan y comenten conforme a estas escenas:

 1ª escena: Pregunta y milagro: ¿quién pecó, éste o sus padres? (9, 1-7)

             Parece que la escena se realiza sucede la escalinata del templo de Jerusalén. Un ciego,parece relativamente joven, está sentado en el suelo, pidiendo limosna. La entrada en los patios del templo es un buen lugar para pedir limosna. Posiblemente, es un hombre de cierta “personalidad”, pues ha logrado colocarse en un lugur privilegiado para mendigar, impresionando con su ceguera a los piadosos.

            En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. [Y sus discípulos le preguntaron: “Maestro, ¿quien pecó, éste o sus padres, para que naciera ciego?” Jesús contestó: “Ni éste pecó ni sus padres, sino para que se manifiesten en él las obras de Dios. Mientras es de día, tenemos que hacer las obras del que me ha enviado; viene la noche, y nadie podrá hacerlas. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo.” Dicho esto,] escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo: “Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado”. Él fue, se lavó, y volvió con vista.

La obra de Dios es que los hombres puedan ver. La ceguera, en su amplio espectro de significados parece consecuencia del pecado, pero Jesús protesta en contra de esa interpretación.  Hay varias causas físicas y sociales de ceguera.. El pecado no es en general de los cieglos, sino de aquellos que no les dejan ver…  Jesús, en cambio quiere que los ciegos vean….  Ese ciego esta ahí para que le acompañemos y, si puede ser, para que le curemos.

            El tema clave es la afirmación de Jesús:   «Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo». Ésta es una afirmación que tiene un sentido doble. De iluminación en el sentido externo de la ceguera y, sobre todo, de iluminación  interior.

2ª escena: el ciego y los vecinos (9,8-12). Un hombre llamado Jesús

            Éste es un diálogo lleno de profunda ironía… El ciego curado va avanzando en el camino de la verdadera visión, de la fe.  Los vecinos viven del “negocio” del templo que  dice que cura sin curar… cura… Un tipo de templos necesitan de ciegos para vivir, para decir que ellos curan

8Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: «¿No es ese el que se sentaba a pedir?». 9Unos decían: «El mismo». Otros decían: «No es él, pero se le parece». Él respondía: «Soy yo». 10Y le preguntaban: «¿Y cómo se te han abierto los ojos?». 11Él contestó: «Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, me lo untó en los ojos y me dijo que fuese a Siloé y que me lavase. Entonces fui, me lavé, y empecé a ver». 12Le preguntaron: «¿Dónde está él?». Contestó: «No lo sé».

  Aqel templo estaba para ayudar a los ciegos. En contra de eseo, vivía y se aprovechaba de los cieglos

3ª escena: los fariseos y el ciego que responde: Es un profeta (9, 13-17) 

 13Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. 14Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. 15También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista. Él les contestó: «Me puso barro en los ojos, me lavé y veo». 16Algunos de los fariseos comentaban: «Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado». Otros replicaban: «¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?». Y estaban divididos. 17Y volvieron a preguntarle al ciego: «Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?». Él contestó: «Que es un profeta». 

ciego             Una curación junto al templo. Es un problema socio-religioso. Este tipo de fariseos (judíos, cristianos o ateos) no pueden permitir que se cure al ciego… Necesitan ciegos para decir que les cuidan, para controlarles.

 

    Se plantea así una disputa entre los fariseos de ley… que viven de controlar a los cieglos y Jesús que quiere curar a los ciegos, en sábado o viernes, porque la visión de un ciego es mas imprtante que elt emplo. Así cicen.  «Este hombre no viene de Dios porque no guarda el sábado». Sin embargo, otros se sienten desconcertados, como le ocurrió a Nicodemo: «¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?».

4ª escena: Los padres del ciego se desentienden: (9, 18-23: Es mayor, preguntádselo a él)

 Tienen miedo, en principio no pueden comprometerse ni a favor de su mismo hijo ciego.

18Pero los judíos no se creyeron que aquel había sido ciego y que había comenzado a ver, hasta que llamaron a sus padres 19y les preguntaron: «¿Es este vuestro hijo, de quien decís vosotros que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?». 20Sus padres contestaron: «Sabemos que este es nuestro hijo y que nació ciego; 21pero cómo ve ahora, no lo sabemos; y quién le ha abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos. Preguntádselo a él, que es mayor y puede explicarse». 22Sus padres respondieron así porque tenían miedo a los judíos: porque los judíos ya habían acordado excluir de la sinagoga a quien reconociera a Jesús por Mesías. 23Por eso sus padres dijeron: «Ya es mayor, preguntádselo a él»

5ª escena: los fariseos y el ciego: Y lo expulsaron (de la sinagoga: 9, 24-35).

Siguen actuando “los judíos”,  que son los fariseos, los enemigos de los cristianos (o cristianos que ponen su propio poder por encima de la curación de los ciegos). Más que los cieglos les importa su ortoxia, su poder, su legalismo… Quieren una religión a su servicio, no a servicio de los ciegos

                   24Llamaron por segunda vez al hombre que había sido ciego y le dijeron: «Da gloria a Dios: nosotros sabemos que ese hombre es un pecador». 25Contestó él: «Si es un pecador, no lo sé; solo sé que yo era ciego y ahora veo». 26Le preguntan de nuevo: «¿Qué te hizo, cómo te abrió los ojos?». 27Les contestó: «Os lo he dicho ya, y no me habéis hecho caso: ¿para qué queréis oírlo otra vez?, ¿también vosotros queréis haceros discípulos suyos?». 28Ellos lo llenaron de improperios y le dijeron: «Discípulo de ese lo serás tú; nosotros somos discípulos de Moisés. 29Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios, pero ese no sabemos de dónde viene». 30Replicó él: «Pues eso es lo raro: que vosotros no sabéis de dónde viene, y, sin embargo, me ha abierto los ojos. 31Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino al que es piadoso y hace su voluntad. 32Jamás se oyó decir que nadie le abriera los ojos a un ciego de nacimiento; 33si este no viniera de Dios, no tendría ningún poder». 34Le replicaron: «Has nacido completamente empecatado, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?». Y lo expulsaron. 

  1. Los fariseos definen a Jesús como pecador porque va en contra de la ley de purezas del sábado… Es decir, porque pone al hombre por encima del sábado.
  2. El curado responde con ironía… Le preguntan por Jesús y él responde dudando del sentido y valor de su pregunta… El tema es que no se interesan por su curación, sino por un tipo de ley religiosa, que ellos defienden.
  3. No sabemos de dónde viene… Los fariseos oponen a Jesús y Moisés… Así afirman que Moisés viene de Dios, de Jesús no saben de donde viene… Están suponiendo que viene del diablo.
  4. El curado responde que tiene que venir de Dios… porque cura…
  5. Los fariseos le expulsan de la sinagoga… Le impiden ser cristiano y judío a la vez.

6ª escena: Jesús y el ciego. El ciego cree (9, 35-38)

35Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo: «¿Crees tú en el Hijo del   hombre?». 36Él contestó: «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?». 37Jesús le dijo: «Lo estás viendo: el que te está hablando, ese es». 38Él dijo: «Creo, Señor». Y se postró ante él. 
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19.3.23 No tengas miedo, José. Vocación y conversión actual de la Iglesia

Domingo, 19 de marzo de 2023
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F89933C6-A3A9-4FFA-80D3-908B2EBCC460Del blog de Xabier Pikaza:

José era la Iglesia del AT: Hijo de David, patriarca justo (=Papa de Israel). El mismo Dios había fijado su agenda, ratificada en mil años  de historia  (desde el tiempo de David).

Pero en un momento dado, cuando todo estaba bien resuelto, desposado para siempre con María, descubrió que ella no era  como él pensaba, y decidió por compasión abandonarla.

Pero “en sueños” (¡he tenido esta noche un sueño! Luther King), escucho en su corazón la Voz que le decia: Al Tirá, Me Fobezes: No tengas miedo…Hay un camino de mujer y de vida que hasta ahora no habías comprendido, no tengas miedo, despierta.

Todo lo que digo aquí está tomado de Historia de Jesús y especialmente de Comentario a Mateo Pero, a modo de ayuda  para algunos más interesados, voy introduciendo más bibliografía erudita, que los lectores normales pueden pasar por alto. Buen día de José a todos.

En José estamos representados  todos, en especial los varones, y en especial los “servidores” de la Palabra, que son los que forman el clero, con el Papa a la cabeza. Aellos se le piden varias cosas:

a) Que escuche la Palabra de Dios, en fidelidad, superando el nivel normal de las razones, el nivel de leyes antiguas de Israel, de una iglesia ya pasado. Éstas la fiesta domingo de la “conversión” de José, una conversión de todos, pero en espelcial de los varones que aún no se ve clara en ciertos estamentos de la Iglesia, que son justos, como era José, pero en línea de AT.

b) Que acepten a María, es decir, es decir, a la nueva palabra de Dios por la mujer, que crean en ella, aunque no entiendan (no entendamos) todo lo que hay al fondo.

 Creer en Dios significa que creer en una mujer como María,en circunstancias duras y difíciles. Creer en lo que Dios hace por ella, a través de las mujeres,al servicio de la vida de Dios, superando un tipo de promesas de David (de jerarquía de varones).

c) José aceptó y creyo….pero una pare de Iglesia, y en especial su jerarquía, no ha realizado todavía el camino de José. No ha dejado un tipo de iglesias de patriarca, de poderes… Ciertamente, ha podido elevar María, para ponerla en una peana, pero no cree en ella, no cree en las mujeres, como portadoras de una palabra del Espíritu Santo. Hay un tipo de jerarquía del viejo José que no se ha convertido aún al evantelio de Dios por María.

d) Mil años esperando…y Dios pide a José se ponga al servicio de la Vida, que es Jesús, es decir, Dios con nosotros, Dios en los más pobres, en aquellos que nacen cada día. La conversión de Jesús es conversión de la Iglesia. Mil años ha estado José esperando este día: Que Dios confirme su paternidad de justo patriarca. Y Dios le dice ahora que deje de ser patriarca, que su tarea es más alta, la de ponerse al servicio de la vida, que viene de Dios por María.

d)Dos mil años esperando dormida un tipo de jerarquía de la iglesia, como el antiguo José… Es momento ds cambio. Seguimos formando un clero en la línea del antiguo José, para ser patriarca, para manda…Ahora, este 19.3.23., Dios no dice lo mismo que a José:  No tengas miedo de dejar tu oficio antiguos. Ponte al servicio de María, deja de ser patriarca, empieza a ser persona…

Texto. Mateo 1,18-24

El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto.

Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»

Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa «Dios-con-nosotros».

Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.

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1. UN PROBLEMA PARA JOSÉ

El relato de la concepción y nacimiento de Cristo incluye aspectos de carácter teológico y antropológico, cristológico y sacral, que ahora no podemos estudiar con más detalle. Debemos, sin embargo, evocar desde el principio los tres más significativos, en perspectiva cristológica:

– Nacimiento irregular de Jesús. En clave de Ley israelita, desde el punto de vista de José, que es Hijo de David y portador de su promesa israelita, el surgimiento de Jesús resulta “contrario al orden patriarcal”, situándose en las fronteras del mayor “pecado” posible, que es el adulterio o ruptura del orden familiar. El esposo/padre José, que quiere abandonar a María, dejándola a su suerte, con el hijo en las entrañas, es el signo del mejor judaísmo (nacionalismo o legalismo religioso de cualquier tipo), que es capaz de abandonar a los humanos necesitados por extraños, impuros, diferentes, no queriendo acogerlos con su vida.

– Presencia superior de Dios. En contra de lo que podía esperar un tipo de judaísmo legal (¡hay otros judaísmos proféticos y místicos!), Dios mismo se expresa y actúa en la mujer “irregular” María, fecundándola por medio de su Espíritu Santo, introduciendo así su gracia creadora dentro de la humanidad. Ciertamente, el buen judaísmo de José es signo y lugar de acción sagrada, pero actúa por ley, dentro de unos esquemas de nación sacral y familia ya fijada: la fidelidad a su acción y presencia se identifica con la obediencia a las estructuras de legalidad que defiende al propio grupo. Pues bien, el Dios de María supera los esquemas de esa legalidad y viene a mostrarse, de un modo inmediato, en el proceso de surgimiento mesiánico de Jesús, por medio del Espíritu Santo.

– Vocación de José.   Allí donde parecía reinar el orden de los padres de familia, según buena ley (patriarcalismo de José), emerge la más alta función de María, mujer y madre, que aparece como signo de acogida universal humana, en línea de gratuidad. No se trata, por ahora, de obedecer a teorías, de creer verdades generales, sino de aceptar la vida que nace, desbordando los cauces que la ley quiere ponerle. Por eso, José (varón israelita) debe «convertirse», superando la ley de los varones, para aceptar la más alta acción y presencia creadora de Dios en María.

Los tres aspectos se encuentran vinculados: la presencia directa de Dios, expresada por la acción de Espíritu Santo en María, supera el nivel de paternidad humana (israelita, masculina) de José. Naciendo de María virgen, Jesús desborda el patriarcalismo legal en que se mueve la genealogía anterior de los varones (Mt 1,1-17), abriéndose a la universalidad de lo humano.

Por eso, debemos afirmar que origen de Jesús resulta legalmente irregular…  Por encima de la ley Dios se revela como graia de Vida. José tiene que dejar de ser patriarca, para empezar a ser amigo de Dios, amigo de María…al servicio del auténtico Jesús.

Por medio de José, Jesús será asumido en la familia israelita, pero no por sangre patriarcal, no por autoridad de oficio, sino por obediencia a Dios y decisión creyente, en la línea de aquello que Pablo ha llamado la descendencia según la promesa, y no según la carne (Rom 9, 8) ((Pablo sabe que no son Hijo de Dios los “hijos de la carne”, sino aquellos que nacen según la promesa (Rom 9, 8).

Eso significa que el verdadero esperma o descendencia de Dios se expresa y expande en línea de promesa universal, simbolizada por Abraham, en plano de fe o confianza universales, superando el nivel de la ley nacional que José, como varón y patriarca, debería haber garantizado. La conversión de José implica para Mt el cumplimiento y superación de todo patriarcalismo humano y religioso (como ratifica 23, 8-12).))

Siendo judío (como muestra su genealogía anterior de varones y su misión dirigida al pueblo de la alianza: cf. 1, 21), Jesús viene a presentarse desde ahora como más que un simple judío, como nuevo ser humano.

2. UNA PRESENCIA DE DIOS, MARÍA

Conforme a la visión israelita, el origen conforma a una persona. Es lógico que Mt quiere expresar la novedad de Jesús presentando el sentido más profundo de su nacimiento. Para ello ha proyectado sobre su concepción aquellos dos momentos que Pablo separaba en Rom 1,3-4 (Hijo de David según la carne, Hijo de Dios por la resurrección). Según Mt 1, 18-25, Jesús nace al mismo tiempo como Hijo de David israelita (por José) e Hijo de Dios universal (por la acción del Espíritu en María). Desde ese fondo podemos evocar su genealogía completa, destacando tres momentos:

1. María, su madre,

estaba encinta, por obra del Espíritu Santo (1, 18). No se dice cómo ha sido, no tiene que decirse, aunque por todo el contexto sabemos que la acción maternal de Dios sobrepasa el nivel legal-patriarcal de los varones, para inscribirse en el plano más hondo de la maternidad humana, representada por María.

Conforme a Lc 1, 26-38, María dialoga con Dios, en palabra de fidelidad y colaboración personal. Mt ha preferido dejar la función de María en un rico silencio apofático. ¿Cómo explicar la acción de en nuestra historia? ¿Cómo decir lo que es más hondo que todas las palabras? En el origen de la vida hay un silencio superior, que no es ausencia de voz sino lugar donde toda voz se funda y recibe su sentido. Este es el nivel del mito, que ha de entenderse no como irracionalidad, sino como proto-racionalidad: origen y fuente de donde brotan todas las palabras.

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El caso del testigo condenado. Domingo 4º de Cuaresma. Ciclo A.

Domingo, 19 de marzo de 2023
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ciego_03Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

1. El domingo pasado (3º de Cuaresma), Jesús saciaba la sed de la samaritana. Este domingo (4º) da la vista a un ciego. El próximo (5º) resucitará a Lázaro. Agua, luz y vida son tres grandes símbolos del cuarto evangelio para expresar lo que Jesús nos da.

2. La primera lectura recoge otro de los momentos claves de la historia de la salvación: la elección de David como rey. Carece de relación con el evangelio.

De nuestro corresponsal en Jerusalén

            «A mi hijo lo citaron como testigo, lo estuvieron interrogando más de dos horas y, al final, lo condenaron como culpable. ¿Usted ha oído hablar de algo parecido?» Me lo dice el padre de un ciego de nacimiento, en voz baja, por miedo a las autoridades. Un caso que tiene conmocionada a Jerusalén en estos días de la gran fiesta.

            Todo comenzó el sábado pasado, cuando un muchacho ciego de nacimiento fue curado de su ceguera por un galileo llamado Jesús. Al parecer, entre sus discípulos se planteó la discusión de si era ciego por culpa propia o de sus padres. Jesús dijo que nadie tenía la culpa, se agachó a recoger un poco de polvo, escupió sobre él y untó el barro en los ojos del ciego. Luego le mandó lavarse en la piscina de Siloé. Lo hizo y comenzó a ver.

            Este corresponsal ha intentado ponerse en contacto con el ciego pero le ha resultado imposible. Tampoco hay noticias de Jesús, que parece haber abandonado la ciudad. Según algunos, este galileo se considera superior a Abrahán y Moisés y no se siente obligado a observar el sábado. Las autoridades, preocupadas por el escándalo que está provocando en la población, convocaron al ciego como testigo de cargo contra Jesús. Según su padre, se comportó de manera imprudente y de testigo terminó en acusado y condenado. No se extrañen. Jerusalén no es Alejandría. En Jerusalén todo es posible.

Un relato en seis escenas

            La curación del ciego de nacimiento en una joya literaria, por su dinamismo, diálogo, ironía. Podemos distinguir siete escenas: 1) Jesús, los discípulos y el ciego. 2) El ciego y sus vecinos. 3) El ciego y los fariseos. 4) Los judíos y los padres del ciego. 5) Los judíos y el ciego. 6) Jesús y el ciego. 7) Los fariseos y Jesús

1ª escena: Jesús, los discípulos y el ciego

            La relación entre pecado y castigo estaba muy difundida en el antiguo Israel (y también entre bastantes de nosotros). Jesús mismo ha dicho poco antes al paralítico: «no peques para que no te ocurra algo peor». Sin embargo, en este caso, niega cualquier relación de la enfermedad con un hipotético pecado del ciego o de sus padres. Nació ciego «para que se manifiesten en él las obras de Dios». Una respuesta que puede escandalizar a más de uno. ¿Es preciso que una persona sufra para que Dios manifieste su poder? Dejemos de momento este tema.

            En la respuesta de Jesús a los discípulos hay unas palabras esenciales, claves para entender todo el relato: «Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo». ¿Cómo ilumina Jesús? ¿En qué consiste esa luz? Lo descubriremos al final.

            La forma de realizar el milagro es desconcertante a primera vista. En el evangelio de Juan, igual que en los Sinópticos, la palabra de Jesús es poderosa. Lo demostrará sobre todo poco más tarde resucitando a Lázaro con la simple orden: «Lázaro, sal fuera». Sin embargo, para curar al ciego adopta un método muy distinto y complicado. Forma barro con la saliva, le unta los ojos y lo envía a la piscina del Enviado (Siloé). El barro en los ojos recuerda a la curación del ciego de Betsaida que cuenta Marcos, donde Jesús le aplica saliva en los ojos y luego le aplica las manos (Mc 8,22-25). La idea de lavarse en la piscina recuerda la orden de Eliseo a Naamán de bañarse siete veces en el Jordán.

            ¿Se trata de la reminiscencia de un gesto mágico? La clave está en la cuádruple referencia al barro, unida a la indicación: «era sábado el día que Jesús hizo barro». Una contravención expresa del descanso sabático, igual que ocurrió en la curación del paralítico de la piscina. Una de las acusaciones más fuertes que se hacen a Jesús en el cuarto evangelio.

            En esta primera escena el ciego no dice nada. Se limita a obedecer.

2ª escena: el ciego y los vecinos

            Diálogo cargado de ironía. En el conjunto, es importante advertir que el ciego sabe que el hombre que lo ha curado se llama Jesús, pero no sabe dónde está.

3ª escena: los fariseos y el ciego

            Plantea el problema del sábado. Comienza advirtiendo el evangelista que «era sábado el día que Jesús hizo barro», y algunos fariseos concluyen: «Este hombre no viene de Dios porque no guarda el sábado». Sin embargo, otros se sienten desconcertados, como le ocurrió a Nicodemo: «¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?».

            El ciego habla poco. Repite la curación, pero con menos palabras que cuando la contó a sus vecinos. En cambio, su visión de Jesús ha mejorado notablemente. Ya no lo considera «un hombre» sino «un profeta». Lo mismo que dijo la samaritana, aunque por motivos distintos: ella, porque Jesús conocía toda su vida; el ciego, porque Jesús ha realizado un prodigio sorprendente.

4ª escena: los judíos y los padres del ciego

En el drama del ciego entran en juego nuevos personajes: los judíos, que en el cuarto evangelio no representan a todo el pueblo sino a las autoridades judías. Esta escena, que la liturgia permite suprimir, es esencial para comprender el mensaje del episodio a finales del siglo I. Es entonces, bastante después de la muerte de Jesús, cuando se dieron los mayores enfrentamientos entre judíos y cristianos, que terminaron expulsados de la sinagoga. El relato de Juan refleja muy bien, a través de los padres del ciego, el miedo de muchos judíos piadosos a sufrir ese castigo si reconocían a Jesús como Mesías. Y las tensiones dentro de la familia cuando uno de sus miembros se hacía cristiano.

5ª escena: los judíos y el ciego

El ciego terminó su declaración anterior diciendo que Jesús es «un profeta». Las autoridades judías le exigen ahora que reconozca que «ese hombre es un pecador». Ante esa acusación, el ciego no lo defiende con argumentos teológicos sino de orden práctico: «Si es un pecador, no lo sé; sólo sé que yo era ciego y ahora veo.» Luego no teme recurrir a la ironía, cuando pregunta a los fariseos si también ellos quieren hacerse discípulos de Jesús. Y termina haciendo una apasionada defensa de Jesús: «si éste no viniera de Dios, no tendría ningún poder

La tensión entre cristianos y judíos a finales del siglo I queda clara en las palabras de las autoridades: ellos se consideran «discípulos de Moisés», al que Dios habló, no de Jesús, del que «no sabemos de dónde viene». Resuena aquí un tema típico del cuarto evangelio: ¿de dónde viene Jesús? Es una pregunta ambigua, porque no se refiere a un lugar físico (Nazaret, de donde no puede salir nada bueno, según Natanael; Belén, de donde algunos esperan al Mesías) sino a Dios. Jesús es el enviado de Dios, el que ha salido de Dios. Y esto las autoridades no pueden aceptarlo. Por eso, Jesús es para ellos un pecador, aunque realice un signo sorprendente. Dios no puede salirse de los estrictos cánones que ellos le imponen. Por eso, terminan expulsado al ciego de la sinagoga.

6ª escena: Jesús y el ciego

            Hasta ahora, el ciego sólo sabe que la persona que lo ha curado se llama Jesús. Él lo considera un profeta, está convencido de que no es un pecador y de que debe venir de Dios. El ciego ha empezado a ver. Pero la visión completa la recupera en la última escena, cuando se encuentra de nuevo con Jesús, cree en él y se postra a sus pies. Lo importante no es ver personas, árboles, nubes, muros, casas, el sol y la luna… La verdadera visión consiste en descubrir a Jesús, creer en él y adorarlo.

7ª escena: Jesús y los fariseos

            La reacción del ciego da paso a la enseñanza final de Jesús. Al principio dijo que él era la luz del mundo. Ahora aclara en qué consiste su misión: «que los que no ven, vean, y los que ven, se queden ciegos». Volviendo a la situación de finales del siglo I, «los que ve» son los fariseos, las autoridades religiosas de Israel, que no dudan de nada y niegan que Jesús sea el Mesías; «los que no ven» son los judíos y paganos de buena voluntad que pueden descubrir poco a poco la persona de Jesús y creer en él.

            Si tenemos en cuenta el valor simbólico de la figura del ciego, resulta más fácil entender las palabras iniciales de Jesús de que nació ciego «para que se manifiesten en él las obras de Dios». No se trata de ceguera física, sino de la ceguera espiritual de no conocer a Jesús.

La samaritana y el ciego

            Hay un gran parecido entre estas dos historias tan distintas del evangelio de Juan. En ambas, el protagonista va descubriendo cada vez más la persona de Jesús. Y en ambos casos el descubrimiento los lleva a la acción. La samaritana difunde la noticia en su pueblo. El ciego, entre sus conocidos y, sobre todo, ante los fariseos. En este caso, no se trata de una propagación serena y alegre de la fe sino de una defensa apasionada frente a quienes acusan a Jesús de pecador por no observar el sábado.

Relación con la segunda lectura (Efesios 5,8-14)

            La luz que recibimos de Jesús debe manifestarse en nuestra forma de vivir, «como hijos de la luz»: con bondad, justicia, verdad.

Hermanos: En otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor. Caminad como hijos de la luz -toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz-, buscando lo que agrada al Señor, sin tomar parte en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien denunciadlas. Pues hasta da vergüenza mencionar las cosas que ellos hacen a escondidas. Pero la luz, denunciándolas, las pone al descubierto, y todo lo descubierto es luz. Por eso dice: «Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz.»

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Cuarto Domingo de Cuaresma. 19 Marzo, 2023

Domingo, 19 de marzo de 2023
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“- Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, me lo untó en los ojos y me dijo que fuese a Siloé y me lavase.

Entonces fui, me lavé y empecé a ver”.

(Jn 9, 1-41)

Para esta etapa del viaje que nos propone la Cuaresma tenemos un guía especial: el ciego de nacimiento.

El evangelio de este domingo es largo y muy rico en matices pero si nos fijamos en el ciego hay algo que llama poderosamente la atención: la fuerza de la experiencia personal.

No parece que este ciego estuviera interesado en la persona de Jesús, no es como aquel otro ciego (Mc 10, 46-52) que gritaba cuando supo que Jesús estaba cerca. Este ciego de nacimiento fue visto por Jesús.

La iniciativa fue toda de Jesús que sin preguntarle le puso barro en los ojos y lo mandó a lavarse. Él se dejó hacer y también hizo lo que le mandó Jesús. Y en ese intercambio de dejarse hacer y de hacer tuvo una profunda experiencia de la persona de Jesús. Tan honda y transformadora que le quitó todo el miedo (llega incluso a retar a los fariseos y parece que le trae sin cuidado que lo expulsen de la sinagoga).

Ciertamente no sabe quién es Jesús, no sabe nada de él pero su experiencia es irrefutable por eso cuando vuelve a encontrarse con Jesús cae de rodillas confesando: “-Creo, Señor.

Cuando Dios irrumpe en nuestras vidas, cuando hacemos experiencia de su gracia transformadora, hay muchas preguntas que seguimos sin saber responder. Pero hay una certeza tan intensa y personal que no logran empequeñecerla las dudas y menos aún las amenazas externas.

No, no sabemos explicarlo, no podemos dar detalles. Solo tenemos la evidencia de una luz que nos hace ver con claridad. Unos ojos recién estrenados que llenan nuestra vida de formas y colores.

Vayamos, de la mano de este guía que había sido ciego, a recobrar la mirada que descubre a Jesús como Señor.

Oración

Danos, Trinidad Santa, la valentía y la humildad necesarias para descubrir nuestras cegueras y para dejarnos curar por ti. Amén.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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El ciego pasó de la absoluta obscuridad y miseria a ser hombre cabal.

Domingo, 19 de marzo de 2023
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pictures-of-jesus-blind-man-thanks-1138184-galleryDOMINGO 4º DE CUARESMA 

Jn 9,1-41

El relato es simbólico, como la Samaritana del domingo pasado y la resurrección de Lázaro del próximo. Se propone un proceso catecumenal que lleva al hombre de las tinieblas a la luz; de la opresión a la libertad; de no ser nada a ser plenamente hombre. Jesús acaba de decir: “Yo soy la luz del mundo”. Lo repite y lo va a demostrar dando la vista al ciego. Jesús no le consulta, pero no suprime su libertad, le da la oportunidad, pero la decisión queda en sus manos. Tendrá que ir a lavarse. Los demás personajes siguen en su ceguera: fariseos, apóstoles, paisanos, padres.

Al mezclar la tierra con su saliva está simbolizando la creación del hombre nuevo, compuesto por la tierra-carne y la saliva-Espíritu. De ahí la frase que sigue: le untó su barro en los ojos. El barro, modelado por el Espíritu, es el proyecto de Dios realizado ya en Jesús, y con posibilidad de realizarse en todos los seres humanos. Jn usa dos verbos para indicar la aplicación del barro en los ojos: aquí untar-ungir, en relación con el apelativo de Jesús “Mesías”. Más adelante dirá sencillamente aplicar.

Aquí está la clave del relato. El ciego es ahora un “ungido”, como Jesús. El hombre carnal ha sido transformado por el Espíritu. La duda de la gente sobre la identidad del ciego refleja la novedad que produce el Espíritu. Siendo el mismo, es otro. El hombre ciego ya era libre pero no lo había descubierto todavía. De ahí que el ciego utilice las mismas palabras que tantas veces, en Jn, utiliza Jesús para identificarse: “Soy yo”. Esta fórmula refleja la identidad del hombre transformado por el Espíritu. Descubre la transformación que se ha operado en él y quiere que los demás la vean.

El ciego, que era solo carne, se dejó transformar por el Espíritu. Debemos tomar conciencia de que el relato no da ninguna importancia a la curación física. Lo despacha con media línea. Lo que importa es que este hombre estaba limitado y carecía de toda libertad antes de encontrarse con Jesús. Su vida era anodina y dependiente de los demás. Ahora está llena de sentido. Pierde todo miedo y comienza a ser él mismo, no solo en su interior sino ante los fariseos que le acosan.

La piscina de Siloé estaba fuera de los muros de la ciudad. Recogía el agua de la fuente de Guijón que llegaba a ella conducida por un canal-túnel (de ahí el nombre arameo de “siloah”=emisión-envío, agua emitida-enviada). Jn aplica el nombre a Jesús, el enviado. La doble mención de untar-ungir y la de la piscina, término que era utilizado para designar la fuente bautismal, nos muestra que se está construyendo este relato a partir de los ritos de iniciación de la primera comunidad.

No se había mencionado que era mendigo, incapacitado y dependiendo de los demás. El punto de partida es clave para resaltar el punto de llegada. Jesús le va a dar la independencia. Le hace hombre cabal. Tampoco se había mencionado que era sábado. Jesús no tiene en cuente esa circunstancia a la hora de hacer bien al hombre. Amasar barro estaba explícitamente prohibido por la Ley. El amasar el barro el día séptimo, prolonga el día sexto de la creación. Jesús completa la creación.

Los fariseos no se alegran del bien del hombre. Solo les interesa la Ley y creen que a Dios tampoco le importa el hombre. Acuden a los padres para desvirtuar el hecho que no pueden negar. Los padres son gente sometida. La pregunta es triple: ¿Es vuestro hijo? ¿Nació ciego? ¿Cómo recobró la vista? Responden a las dos primeras, pero a la tercera, la más importante, no se atreven a responder. El miedo les impide aceptar cualquier complicidad con el hecho. Podían ser expulsados de la institución.

Los fariseos intentan confundir al ciego. Quieren, por todos los medios, conseguir la lealtad del ciego aún en contra de la evidencia. Condenan a Jesús en nombre de la moral oficial y pretenden que le condene también el que ha sido curado. Ellos lo tienen claro, Dios no puede estar de parte del que no cumple la Ley. Dios no puede actuar contra el precepto ni siquiera en beneficio del hombre. Quieren hacerle ver que la vista de que ahora goza es contraria a la voluntad de Dios.

El ciego no tiene miedo. Expresa lo que piensa ante los jefes. A las teorías opone los hechos. Puede que se haya quebrantado la Ley, pero lo que ha sucedido es tan positivo para él, que se hace la pregunta: ¿No estará Jesús por encima del sábado? Ha experimentado el amor gratuito y liberador. Él sabe ahora lo que es ser un hombre y sabe también lo que es Dios. Él ahora ve, los maestros están ciegos. El hombre utiliza una teología admitida por todos. Dios no está de parte de un pecador.

Los fariseos están tan seguros de sí, que dudan de la misma realidad. El ciego no sabe nada, pero le es imposible negar lo que ha vivido. Por no negar su experiencia ni renunciar al bien que ha recibido, lo expulsan. Con su mentira han querido apagar la luz-vida. Al no conseguirlo, el hombre no puede permanecer dentro del ámbito de la muerte-tiniebla, que es la sinagoga. Lo mismo que Jesús tuvo que salir del templo, el ciego que ha recibido la luz, tiene que salir de la institución judía.

“Fue a buscarlo“. El (euron) griego no significa un encuentro fortuito, sino el fruto de una búsqueda. El contraste salta a la vista. Los fariseos lo expulsan, Jesús lo busca. No le dice, como al inválido de la piscina, que no vuelva a dejarse someter, porque ya se había mantenido firme ante los fariseos. Con su pregunta acaba la obra de iluminación. La acción de Jesús había hecho descubrir al ciego una nueva manera de ser hombre, cuyo modelo era Jesús. Jesús le hace tomar conciencia de ello.

El relato termina con la plena aceptación de Jesús por parte del ciego. “Se postró” (prosekinesen) es el mismo verbo con que se designa la adoración debida a Dios. El gesto de postrarse para adorar a Jesús no es infrecuente en los sinópticos, pero éste es el único pasaje de Jn en que aparece. Jesús, el Hombre, es el nuevo santuario donde se verifica la presencia de Dios. El ciego encuentra en Jesús el santuario, donde se puede rendir culto a Dios ‘en espíritu y verdad’, (Samaritana).

Para un juicio he venido yo a este mundo: para que los que no ven, vean y los que creen ver se queden ciegos. Era inconcebible que alguien pudiera tener por ciegos a los dirigentes de la época. No son palabras de Jesús sino de los cristianos de finales del s. I. Clara alusión a los fariseos que se habían erigido en guías del pueblo. ¿También nosotros estamos ciegos? Eran los conocedores de la Ley, que tenían por ciegos a los demás. Los que más cerca están de Dios, son los que menos le conocen.

Meditación

Creer en Jesús es creer en el Hombre.
Él es el modelo de hombre, el hombre acabado según el designio de Dios
Jesús es, a la vez, la manifestación de Dios y el modelo de hombre.
En su humanidad, se ha hecho presente lo divino.
Mi meta es también dejarme transformar en Espíritu.
Para ello hay que nacer de nuevo.

 

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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La luz y las tinieblas.

Domingo, 19 de marzo de 2023
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Jn 9, 1-41

«Si estuvierais ciegos, no tendríais pecado; pero como decís que veis vuestro pecado persiste»

Necesitamos luz para vivir, pero la luz que desprende el evangelio ha dejado de tener para nosotros el brillo que siempre tuvo para los cristianos. Y esto supone un riesgo, y es caminar en la penumbra pensando que estamos caminando a plena luz del día. Juan nos dice en su prólogo solemne que «la Palabra es la luz verdadera que alumbra a todo hombre», pero nosotros no terminamos de creerlo, y preferimos dejarnos alumbrar, también, por otras luces que quizá nos dan más confianza que la de aquel carpintero de la antigua Nazaret a quien decimos seguir.

Y no es de extrañar que esto ocurra, porque lo de Jesús tiene muy poco que ver con la lógica y mucho con la fe. Para seguirle de verdad es necesario creer seriamente en él, pero hoy no está de moda creer; no está de moda fiarse de alguien hasta el punto de que esa fe nos condicione la vida. Pudo estar bien en otro tiempo, cuando la gente no tenía ni nuestra cultura ni nuestro conocimiento, pero a estas alturas de la historia tenemos criterio suficiente para cuestionar, y en su caso rechazar, lo que no vaya con nuestra idiosincrasia o nuestra forma de concebir la vida.

Nos hemos habituado a confiar más en nuestra razón que en nuestra fe, y si lo que dice la Palabra nos parece razonable, lo aceptamos; y si no, no. Si no afecta mucho a los criterios que hoy reinan en el mundo, lo aceptamos; y si no, no… Presumimos de interpretar los textos evangélicos a la luz de la exégesis, pero en muchas ocasiones los interpretamos a la luz de nuestra cultura consumista y “bienestarista” del siglo veintiuno. Esto significa que nos hemos adueñado de la Palabra para que diga lo que nos gustaría que dijese; que hemos puesto a Dios a nuestro servicio para reafirmarnos en nuestra luz… que quizá no sea luz, sino tinieblas.

Pero hay más. Decía Ruiz de Galarreta que es cristiano «quien escucha la palabra y responde a ella», es decir, que no basta con escuchar; que es necesario responder. Y aquí tenemos otra piedra de toque que nos hace dudar de si la luz que ilumina nuestra vida es la luz de Jesús, porque da la impresión de que estamos olvidando el verbo “hacer” —protagonista destacado de todo el evangelio— y lo estamos sustituyendo por el verbo “teorizar”: «Anda, y haz tú lo mismo», le dijo Jesús a aquel fariseo perdido en intelectualismos estériles que pretendía tentarle.

No se trata de pensar bien, o de conocer la exégesis más moderna e independiente, o de elucubrar sobre modelos metafísicos cultísimos, o de descalificar la fe de quienes no piensan como nosotros, o de criticar los errores y pecados de quienes mandan en la Iglesia. No. De lo que se trata, a la luz de la Palabra, es de dar fruto.

Y si no damos fruto; si nuestra vida de cristianos no se diferencia en nada de quienes no han aceptado el compromiso de trabajar (del verbo trabajar) por el Reino… ¿podemos pensar que no caminamos en tinieblas?… ¿Quién nos dice que no nos estamos perdiendo la buena Noticia sin enterarnos de que nos la estamos perdiendo?

¿A qué luz me arrimo para caminar por la vida? ¿De quién me fío? ¿Quién me da más confianza?: ¿Jesús… mi razón… mi psique…?

 

Miguel Ángel Munárriz Casajús

Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo en su momento, pinche aquí

Fuente Fe Adulta

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