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Adiós 2016, buen 2017, amigo Dios. Hay faena para todos

Sábado, 31 de diciembre de 2016
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imagesDel blog de Xabier Pikaza:

He repasado las postales de este año que termina, 2016, y he querido recoger algunas ideas, retomando sus motivos más salientes, para así despedirme en paz, abriendo un camino gozoso (¡con mucha tarea pendiente!) para Dios, para nosotros, este próximo 2017. Así he colocado la imagen convencional del Nuevo Año, para que cada uno la pinte o colore con sus mejores deseos y amores.

Desde ese fondo he recogido siete reflexiones y tareas para el último examen de conciencia del año, hoy, 31 de diciembre. Éste es el día de la gran carrera o Maratón del Papa San Silvestre (¡qué nombre más hermoso!), y así quiero ofrecer a mis lectores siete pasos o motivos centrales, como si formaran parte del Control de Avituallamiento, recogiendo lo mejor de 2016, para seguir caminando el 2017, rompiendo todos la cinta final de la carrera, para seguir caminando.

Ciertamente, Dios no es un “maratón”, sino un camino de paz. Pero es bueno recordar hoy siete momentos o tareas del camino… con la imagen triste de la viuda joven (embarazada de amor) que quiere seguir viviendo para su hijo, como la mujer de Isaías 7. Ponga cada uno a José a su lado, póngase cada uno allí para acompañar a la mujer que es símbolo del 2017:

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1. Navidad, nacido de María Virgen, nacido entre los pobres. Ella estaba allí, ella sigue. Por eso esperamos con gozo el 2017.

2. 2016/2017… encarnación, la única frontera es el Reino de Dios. No tenemos que conquistar nada (ni tierras, ni coches, ni dinero…). Que Dios sea la Vida de nuestra vida, ése es el regalo.

3. Dios entra en la vida: María y José, aprender a ser padres… Quería haber puesto a José al lado de María, con una cuna en vez de un cementerio… Pero los hombres tenemos que convertirnos para iniciar de verdad la tarea de Dios.

4. Nacimiento y conversión de Dios (él nos con-vierte). ¿Nace el niño de 2017 sin un padre amoroso a su lado? Pensemos

5. Superar por dentro la injusticia: Dios en el exilio, camino de patria. La imagen nos sitúa ante un campo inmenso… ¿Podremos caminar, con la Madre, para que nazca el niño Dios…?

6. Navidad y todo el año 2017, una mala nueva para los opresores. Eso quiero, que haya malas noticias en el 2017 para los que oprimen a los demás, malas noticias para su negocio de armas, engaño y dinero… para que también ellos puedan convertirse

7. La peor Navidad, una sociedad de consumo a costa de los otros. Tenemos que pasar de la sociedad de consumo a la sociedad de la comunión, de la madre con el padre, del amigo con el amigo, del hombre con el hombre… de todos los pueblos en paz. Feliz 2017. Quien quiera, siga leyendo.

1. Navidad, nacido de María Virgen, nacido entre los pobres.

El credo de la iglesia afirma que Jesús nació de la virgen María (cf. Lc 1, 26-38 y Mt 1,18-25). Esta afirmación, que algunos han interpretado como puro mito de evasión, constituye uno de los signos privilegiados de la irrupción salvadora de Dios en la historia:

Dios nace allí donde una mujer María (acompañada de su prometido José) pone toda su vida al servicio de la Vida de Dios, de la obra de su Espíritu. Por eso, ella es la Virgen, la transparencia de Dios en la tierra…

No tiene nada… y sin embargo lo tiene todo, como pobre entre los pobres según el Canto del Magnificat (Lc 1, 57-66). Ella es Virgen, mujer al servicio de la Vida. Ella es Pobre (¡Dios miró la pequeñez de su servidora…!), y pone su pobreza (¡la riqueza de Dios!) al servicio de la vida de todos.

Así podemos hoy poner nuestra vida al servicio de la Vida de Dios, es decir, del amor y transparencia de Dios. No es malo el dinero como medio de relación, de comunicación de todos… Pero el único dinero que vale de verdad es nuestra propia vida, al servicio de la encarnación de Dios en nuestro mundo.

2. 1916… encarnación de Dios, la única frontera.

Éste es el tema pendiente que nos deja 2016, esta es la frontera… No se trata de conquistar la frontera de Granada (España siglo XV), ni la frontera de un tipo de oriente pretendidamente musulmán (ISIS 2017), ni de conquistar la galaxias… La única frontera pendiente en nuestra vida de Dios.

Desde ese fondo la iglesia ha visto a María, grávida de Dios, como signo de maternidad virginal, como presencia del poder de Dios que engendra y suscita la Vida en Amor, venciendo al Dragón o serpiente venenosa de la muerte, en un mundo amenazado por la prepotencia humana (Ap 12, 1-4).

Dios se encarna por María, rompiendo así aquello que San Juan de la Cruz llamaba la “tela” de este dulce encuentro… Una tela de vida cerrada nos impedía acoger a dejar, dejar que su torrente de de Vida, su rayo de luz, se expresara en nuestra vida. Pues bien, Dios ha querido rasgar esa tela de separación en la vida de María Madre, para culminarla en el momento de la muerte amorosa de Jesús, cuando se rompe y rasga el velo del templo, que es velo de muerte, como saben los evangelio de Mateo y Marcos: ¡Y el velo del templos rasgó en dos… de manera que todo Dios entró en nuestra vida!

En medio de una humanidad que parece condenada a destruirlo todo y destruirse en claves de violencia y peca¬do, de sistema imperial y exclusión de los pobres, nace Jesús, que es el signo de la fuerza de Dios, como sabe el Libro del Emmanuel, que los cristianos han aplicado a su nacimiento. Siendo un débil niño, Jesús es el príncipe de la paz (Is 9, 6), de tal manera que cuando su palabras se expanda por el mundo y todos puedan nacer como él, «habitarán juntos el lobo y el cordero» (Is 11, 6).

3. Dios entra en la vida: María y José nuevos padres…

Los relatos de la infancia de Jesús afirman que María, su madre, concibió por obra del Espíritu Santo. Esa afirmación no puede tomarse en un sentido puramente biológico, pues entendida así la virginidad sería espiritualismo vacío: nacer sólo de mujer es menos perfecto que nacer del encuentro de un hombre y una mujer que se aman y amando hacen posible el despliegue de la vida de Dios.

No es que en el nacimiento de Jesús falte varón: lo que falta es un varón patriarcalista y dominador que entiende el despliegue de la vida como una continuación de su dominio sobre los demás.

En el fondo de los relatos del nacimiento de Jesús se va mostrando, al lado de María, su madre, la presencia de un varón creyente (José), que escucha la voz de la Vida de Dios y que se pone a su servicio. Sólo el diálogo personal de María con la Palabra de Dios hace que ella sea virgen madre de la Palabra de Dios hecha carne (Jn 1, 14). Sólo el diálogo con Dios, es decir, el amor gratuito, al servicio de la gracia de la vida, hace a José virgen padre. Esta “conversión paterna de José”, que el evangelio de Mateo ha desarrollado de un modo especial (Mt 1, 18-25) expresa el milagro de la navidad.

María. Al escuchar a Dios y al pre¬sentarse como Sierva del Señor, para volverse templo de su Espíritu (cf. Lc 1, 35. 38), María empieza a ser la virgen cristiana por la mente (por el corazón), en gesto de afirmación personal en que se in¬cluye el mismo «vientre»; ella es virgen por ser madre que cree y que ofrece a Jesús una vida abierta al amor que se expresa en la solidaridad con los pobres.

José. En la línea anterior, la iglesia ha logrado vincular la fiesta del nacimiento de Jesús con el signo de la Madre de Dios, la “pobre creyente” que es capaz de ponerse al servicio de la Vida. Pero esa misma iglesia, al menos por ahora, no ha logrado integrar el sentido y figura de José, padre virginal, quizá porque la figura de los padres varones sigue estando mucho más vinculada a la violencia de la historia, que Jesús ha venido a superar. Pues bien, sin esta “conversión navideña” de los hombres (representados por José), la Navidad nunca será completa.

4. Nacimiento e historia y conversión de Dios

Jesús no se define sólo por su referencia al padre José, como judío, representante de la ley y del mesianismo de este mundo, que le habría encerrado en la cadena de generaciones siempre repetidas de Israel (cf. Hebr 9), sino que ha superado ese nivel, para situarnos allí donde la vida se abre hacia todos los hombres, en gesto y camino que empieza desde los más pobres. En ese sentido no podemos llamarle, por ahora, sin más Yoshua ben Yosef (hijo de José), porque el viejo signo de José, hijo de David (cf. Mt 1, 20) sigue demasiado vinculado al mesianismo de los triunfadores. Leer más…

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“Huyendo de José”, por Carlos Osma

Martes, 27 de diciembre de 2016
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ending-violence-against-women-featureDe su blog Homoprotestantes:

Un ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo:-Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto. Quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo-. José se levantó, tomó al niño y a su madre y salió de noche con ellos camino a Egipto1”.

El evangelio de Mateo describe como el temor de un hombre a perder su poder desencadenó la muerte de todos los niños menores de dos años que había en Belén. Una dura historia narrada justo en el lugar en el que el evangelio nos habla de la llegada de la salvación. No es difícil encontrar similitudes con otro pasaje bíblico escrito cientos de años antes; me refiero al enfrentamiento entre dos masculinidades poderosas, la de Yahvé y el Faraón de Egipto, que acabó con la victoria del primero cuando éste asesinó a todos los primogénitos egipcios para que los esclavos israelitas pudieran liberarse de la opresión a la que estaban sometidos.

A diferencia del evangelio de Lucas, el de Mateo sitúa a José como protagonista principal de la historia del nacimiento de Jesús, relegando a María a simple receptáculo que traerá al Hijo de Dios al mundo. Una mujer que no habla, que no da su conformidad para que su cuerpo sea puesto al servicio de Dios, sino que simplemente es un objeto pasivo movido de aquí para allá por los deseos masculinos de Dios, Herodes, pero también de José. Aunque esta historia sea una leyenda, creo que narra con verdadera precisión el mundo en el que se movían y se han movido las mujeres a lo largo de la historia.

Un ángel trae un mensaje divino para José: que coja lo que es suyo y huya a un lugar seguro si quiere conservarlo. Y José sigue el consejo y se marcha con su mujer y su bebé a Egipto. No hay ninguna pregunta para saber que quiere María, ella no cuenta en esta relación, su voluntad y su deseo están supeditados completamente a los de su marido. Algo muy distinto a como actuó Jonathan para salvar a David cuando su padre Saúl planeaba matarlo: “Ven conmigo. Salgamos al campo2, le pidió, y allí tramaron un plan y “Jonathan hizo un pacto con David3.” O a cuando Noemí decidida a volver sola a Judá, para librar su vida y la de sus nueras de la pobreza y la mendicidad, le pidió a Rut que no la siguiera. Rut sí tuvo voz en su relación: “¡No me pidas que te deje y me separe de ti! Iré a donde tú vayas y viviré donde tú vivas4”.

El pasado sábado por la noche, cuando estaba a punto de subir al coche para volver a casa, se me acercó una chica bastante joven con un bebé en brazos. Llevaba un pañuelo de colores sobre la cabeza pero la cara descubierta, así que enseguida me pude dar cuenta de que alguien la había golpeado. No hablaba muy bien castellano, y estaba llorando, sin embargo entendí que me decía que su marido quería matar a su hija. Intenté llamar por teléfono a la policía pero los nervios no me permitieron recordar el número, así que le dije que me acompañara hasta una comisaria próxima. En ese momento se tiró al suelo detrás del coche para esconderse y me dijo que su marido estaba por allí cerca, estaba completamente aterrorizada. Como pude conseguí que se levantara con su bebé y entramos en un bar cercano donde llamé a la policía que vino en cinco minutos. Allí le explicó a uno de los agentes que su marido le había dado puñetazos en la cara y que quería matar a su hija. Rápidamente la policía, después de tomarme declaración, subió a esta joven y a su bebé en el coche y se las llevaron.

Hay veces que María no tiene que huir sólo de Herodes, sino también de José. En ocasiones Israel no es un lugar seguro, ni la Iglesia, ni la familia, ni tu pareja. Y por eso hay que huir a un lugar como Egipto, a un lugar extraño, que siempre hemos interpretado como opresivo, pero que hoy puede ser nuestra única salvación. La Organización Mundial de la Salud estima que una de cada tres mujeres en el mundo ha sufrido violencia física o sexual por parte de un hombre. Y que la mitad de las que han sido asesinadas, lo fueron a manos de sus maridos o compañeros sentimentales. En muchos países un tercio de las de adolescentes reconoce que su primera relación sexual fue forzada. Pueden parecer datos que no se corresponden con nuestra realidad, pero no es así, en la Unión Europea la mitad de las mujeres dicen haber sufrido acoso sexual en algún momento de su vida. Y gran parte de ese acoso, en un entorno familiar.

En Navidad cristianas y cristianos celebramos que Dios no utiliza el poder ni la fuerza para salvar al mundo, sino que se sitúa a nuestro lado y se hace una de nosotras, uno de nosotros. No es el poder masculino tradicional, sino el que muchas mujeres han ejercido durante siglos para sobrevivir. Ese que es interactivo, horizontal, incluyente, compartido… Ese que es más humano.

Quizás el ángel del Señor quiera aparecerse esta Navidad a todas aquellas mujeres que están en peligro para decirles que salgan huyendo. Que cojan a su hijo en brazos y corran, que no esperen a que quien debería amarlas y respetarlas acabe con su vida. Eso es lo que hizo la chica con la que me encontré el sábado pasado, decir basta a la opresión, a la violencia y al terror. No creo que para ella fuese fácil pedir ayuda a alguien que no había visto nunca, estar delante de varios policías a los que no entendía bien, o subir a un coche que le llevaría a un lugar desconocido. Pero quizás por amor a su hija tuvo la valentía suficiente para hacerlo, y eso puede haberles hecho salvar la vida.

Supongo que este año no celebrará la Navidad sentada en una mesa junto a su familia, pero es en actitudes como la suya donde la salvación se hace presente, donde se encarna la voluntad de un Dios que ama la vida, y que nos pide que huyamos cuando nosotros y nuestros seres más queridos estamos en peligro.

Carlos Osma

Notas:
1Mt 2,13-14
21 Sm 20,11
31 Sm 20,16.
4Rt 1,16

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La “Sola fide” y la salvación gay, por Carlos Osma

Viernes, 9 de diciembre de 2016
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solafideDe su blog Homoprotestantes:

El heterocentrismo cristiano, y más concretamente el evangélico, intenta apoderarse de las “Cinco Solas” erigiéndose en su único merecedor y administrador. Para ello ha creado una ideología que convierte la Sola Escritura en una ley que persigue y condena las identidades o afectividades no normativas. La Sola Gracia la reserva para quienes antes han “circuncidado” sus deseos y sienten o actúan como heterosexuales. Cuando dice Solo Cristo, adora a un ídolo construido a su imagen y semejanza, olvidando el mensaje y la vida de Jesús de Nazaret que se situó siempre al lado de los “otros”, de los desheredados y de quienes sufrían marginación. La afirmación Solo a Dios la Gloria la complementa con la aclaración de que nuestros cuerpos y deseos disidentes jamás podrán glorificar al Creador. Sin embargo, es el principio de la Sola Fe el que con más claridad se resiste a su apropiación y a su intento de manipulación.

La ideología heteropatriarcal puede habernos hecho creer en algún momento que la Biblia nos condena, que la Gracia divina no nos puede salvar, que Cristo no murió por nosotros, o que no estamos trabajando por la Gloria de Dios sino por la nuestra. Pero jamás ha logrado destruir la fe que Dios, no sabemos bien por qué, ha querido darnos. No voy aquí a hacer un elogio de la fe de los cristianos LGTBI porque cualquier fe que es fiel a la realidad pasa por infinidad de estados, incluso el de la ausencia en ciertos momentos de la vida. No es fácil creer en Dios siempre, tampoco ser coherente en todo momento con la fe que decimos tener, los seres humanos somos contradictorios y vulnerables. Sin embargo pienso que la fe de la mayoría de personas LGTBI es un milagro divino que ha tenido que soportar infinidad de pruebas que podrían haberla hecho desaparecer. Sólo la misericordia de Dios ha permitido que la hayamos conservado a pesar de que quienes dicen construir su Reino se hayan comportado como Caín con nosotros.

Cuando digo tener fe no me refiero a creer ciertas normas, las enseñanzas eclesiales más o menos aceptadas por la mayoría, o las lecturas e interpretaciones bíblicas más influyentes. El principio de la “Sola fide” se refiere a que sólo es a través de la fe que Dios nos salva. Y podemos ratificar que este principio de la Reforma se ha hecho real en nuestra experiencia, puesto que ha sido la fe la que nos ha permitido superar muchas de las limitaciones con las que se suponía teníamos que vivir, la que nos ha empujado a deshacernos y denunciar las imposiciones e injusticias que pretendían hacernos vivir de rodillas. Ella ha sido el motor que ha cambiado nuestro mundo, y la que nos ha empujado a intentar transformarlo con los valores del evangelio, de la vida. Y para todo esto ha hecho falta fe, no sé si mucha o poca, pero evidentemente una fe que procede de Dios, porque la realidad heteronormativa que tan ferozmente lucha en contra nuestra es enemiga del amor y del evangelio. Solo la fe tiene la capacidad de salvarnos, de permitirnos creer que la resurrección de quienes hemos sido invisibilizados, borrados y lanzados al infierno, es posible. Y son ahora nuestros cuerpos resucitados los que anuncian que hay mucha vida por delante para compartirla con los seres que amamos. Ese es el principio de la “Sola fide”, el que nos transforma y nos hace creer, crear y vislumbrar a nuestro alrededor, que el amor y la justicia divina finalmente se están haciendo presentes.

Decía Lutero que “esta es la libertad cristiana: la fe sola”, quizás por eso las cristianas y los cristianos LGTBI mostramos a veces una libertad que desestabiliza a quienes están aferrados a la ley. Probablemente algunos de nosotros no podemos formar parte de una comunidad cristiana, es posible que tampoco sepamos justificar ciertos versículos bíblicos, puede ser que dudemos de la Gracia divina hacia nosotros, o incluso sintamos a veces que no estamos a la altura para dar la gloria a Dios; Sin embargo hemos recibido gratuitamente una fe que nos ha convertido en seres humanos libres, y muchas veces sólo la tenemos a ella para decirnos que vale la pena seguir, que Dios está con nosotros, que la Palabra de Dios es Jesús de Nazaret, y que gracias a él la Gracia divina ha sido derramada sobre todo ser humano creado desde un principio a su imagen y para su Gloria. No es quienes somos, o lo que hacemos, o lo que sentimos… sino Dios y su amor hacia nosotros. Nadie es digno, nadie lo merece, no importa la orientación sexual de la persona o su identidad de género. Sólo Dios es digno, y es ese Dios el que ha puesto en nosotros una fe que a veces parece estar tan sola en medio de una realidad eclesial y social que nos estigmatiza. Sólo la fe, eso es lo que tenemos, pero no es poco.

En su Carta a los Gálatas Pablo exhorta a los cristianos a mantenerse firmes en la libertad con la que Dios les ha hecho libres y a no volver a estar sujetos al yugo de la esclavitud1. Las cristianas y cristianos LGTBI sabemos muy bien lo que significa el yugo heteropatriarcal que pretende esclavizarnos, y el sufrimiento que es capaz de infringirnos. Por eso estas palabras paulinas se hacen Palabra de Dios en medio de nuestra realidad para instarnos a mantenernos libres, lejos de cualquier legalismo aunque este se justifique en nombre de Dios. Quienes se entregan a las exigencias heteronormativas en aras de ser fieles al cristianismo, se alejan en realidad del maestro y de la Gracia. Porque en el seguimiento de Jesús la heterosexualidad no tiene ningún valor, sólo la fe que obra por el amor. Y es que sólo el amor es la manifestación real y tangible de la fe que hemos recibido inmerecidamente, el amor que compartimos con nuestras parejas, nuestras hijas, con quienes tenemos alrededor. Renunciar al amor, dejar de vivir por la fe, puede traernos el visto bueno de quienes se han erigido en defensores de la ley divina, pero eso nos aleja de Dios.

Sólo la fe salva, nada ni nadie más, no hay intermediarios ni leyes que puedan sustituir la acción amorosa de Dios por nosotros. Es mejor no caer en la servidumbre de “los buenos cristianos” que ponen cadenas a la fe de Cristo, sino dejarse llevar por el evangelio que nos dice: “Mis ovejas escuchan mi voz, no escuchan las voces de los extraños2”. De esta forma viviremos libres en la fe que Dios, por su infinito amor, ha infundido en nosotros sin merecerlo.

Carlos Osma

Notas:

 

1Gal 5

2Jn 10, 27

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“La “Sola Gratia” nunca ha sido gratis “, por Carlos Osma

Lunes, 21 de noviembre de 2016
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introDe su blog Homoprotestantes:

Por mucho que se enarbole la bandera del verdadero protestantismo, o del cristianismo más original, la gracia nunca ha sido suficiente para justificar el amor de Dios por los seres humanos. Siempre se han puesto condiciones para que Dios se mueva a misericordia y se decida a salvarnos de nuestras miserias o de las que nos rodean. La “Gratia” nunca ha sido gratis, se ha convertido más bien en un filón de donde muchas y muchos han ido estirando para beneficio propio.

Cuando los evangelios nos presentan a Jesús curando enfermos, liberando a poseídos o salvando a mujeres a punto de ser apedreadas, se nos está hablando de la “Gratia” divina, del amor de un Dios que por iniciativa propia decide acercarse al ser humano para salvarlo de sus miserias, aunque éste no haya hecho nada por merecerlo. En ningún lugar se nos dice que esos hombres y mujeres fuesen ejemplares, más bien todo lo contrario, en la mayoría de ocasiones eran personas marginadas y rechazadas por la sociedad y los religiosos de su tiempo.

Pero cuando cerramos la Biblia y escuchamos a quienes predican el amor incondicional de Dios, parece que no todos los seres humanos somos merecedores de dicha “Gratia”, sólo quienes piensan, sienten o actúan dentro de lo que la predicadora o predicador de turno considera aceptable. Dicho de otra manera, se nos pide que seamos aceptables para que Dios nos ame lo suficiente para querer salvarnos. El amor de Dios, al que se nos tiene acostumbrados, no es todopoderoso; cumplir las normas de quienes predican la “Gratia”, sí.

Fue Dietrich Bonhoeffer quien habló de dos tipos de gracia, la gracia barata y la gracia cara, y es la primera de ellas la que se vende y se compra desde los altares de quienes se han erigido como mediadores entre nosotros y Dios. La gracia barata es la gracia que merecemos, la que nos hemos ganado siendo buenas personas. Es la gracia de quienes vivimos encerrados en el mundo de lo aceptable, de lo correcto. La gracia de quienes miramos a Dios esperando a que nos pague todo lo que hemos hecho por su causa, por su Reino, aunque éste no sea más que un mundo religioso ideal construido a nuestra imagen y semejanza.  La gracia cara es aquella que no merecemos nosotros, ni nuestros enemigos, pero que Dios da tanto a unos como a otros. Es la gracia de los desposeídos, de los marginados, de quienes no son aceptables, de quienes egoístamente intentan construir un mundo más justo que les permita tener vida. Es la gracia de los hijos pródigos que se equivocaron mil veces, de quienes arruinaron su vida corriendo tras deseos que nunca fueron satisfechos, pero que ahora vienen avergonzados para ser abrazados por su padre.

Creo sinceramente que muchas cristianas y cristianos lgtbi hemos puesto demasiada energía en comprar gracia barata, realizando un esfuerzo titánico que no ha satisfecho nuestra necesidad de aceptación. Hemos pedido perdón por cosas que jamás deberíamos haber pedido, y nos hemos comportado como quienes no éramos, permitiendo que nos despreciasen sin abrir la boca. Como reacción a todo esto, en ocasiones nos hemos ido al otro extremo queriendo demostrar que somos perfectos, cristianos intachables con una fuerza de voluntad que puede cambiar por sí sola el mundo y nuestras comunidades. Por eso, aunque afirmábamos que no necesitábamos la gracia barata, nuestro comportamiento seguía haciéndonos sus prisioneros. Y lo que es peor, nos olvidábamos de la otra gracia, la de verdad, la gracia cara de un Dios que nos ama tal y como somos.

Los cristianos y las cristianas lgtbi, como el resto de seres humanos, somos vulnerables. Vivimos multitud de situaciones dolorosas, que nos hacen sentir impotentes. Al igual que sentimos felicidad cuando nos enamoramos, o alegría por compartir la amistad con personas a las que queremos, también vivimos fracasos, enfermedades, injusticias, o la misma muerte de nuestros seres queridos y la nuestra propia. No somos todopoderosos, no somos infalibles, ni heroínas, ni siquiera tenemos a veces la fuerza necesaria para estar a la altura de las circunstancias en las que vivimos. Gastamos demasiada energía en esconder que en realidad somos frágiles y que necesitamos la gracia de Dios, esa que da Él a pesar de cómo somos nosotros. Y ese “a pesar”, no tiene nada que ver con nuestra orientación sexual, más bien todo lo contrario, es por su gracia que somos capaces de amar y desear a personas de nuestro mismo sexo.

Cuando dejamos de exigirnos la perfección, cuando ya no nos importa lo que piensen los vendedores de indulgencias, es entonces cuando nos abandonamos a la “Gratia” divina. Una “Gratia” que nunca es una huida del mundo, sino otra forma de vivir en él. Es también, el poder de la vida que surge donde reina la muerte y que nos permite llegar más lejos de lo que nuestras fuerzas por sí solas alcanzarían para construir a nuestro alrededor un mundo más justo; es un sentido, una guía, una esperanza, un empuje que nos invita a no rendirnos ante nuestras limitaciones o nuestra fragilidad, y a poner todo nuestro esfuerzo al servicio de dignificar la vida; todas las vidas.

Somos arcilla en las manos del alfarero… Es en nuestra debilidad donde Dios muestra su poder, su voluntad de salvarnos, su amor incondicional por nosotros. Es su gracia, esa que le costó tan caro conseguir, la que nos ha convertido en sus hijas e hijos. Nunca han sido nuestros méritos o deméritos los que nos han hecho merecedores o no merecedores de ella. Aunque nos cueste comprenderlo y aceptarlo, el cristianismo predica a un Dios que se acerca al ser humano para salvarlo sin exigirle previamente algo a cambio. Es el amor de Dios el origen y la consumación de la salvación, y Jesús el único mediador para nosotros los cristianos. Todos los demás mediadores que dicen serlo en su nombre, son simples usurpadores. Y el reino que pretenden construir es el suyo propio, el de las buenas personas, que nada tiene que ver con el Reino de los desheredados que predicó Jesús.

Carlos Osma

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“Hoy me gustaría creer en los milagros”, por Carlos Osma

Sábado, 29 de octubre de 2016
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f100007965De su blog Homoprotestantes:

Hoy me gustaría creer en los milagros, necesito uno y no es para mí… Me encantaría volver a tener la fe de cuando era un niño y pensaba que Dios podía hacer todo lo que yo le pidiera. Así, por arte de magia. Sólo hacia falta que se lo pidiera de corazón, y que no fuera por un motivo egoísta. Se trataba de ponerse de rodillas, cerrar los ojos, y hablar con “mi Padre celestial”. Él escuchaba siempre, entendía mis necesidades y respondía a mis peticiones. Eso fue lo que me enseñó mi madre, y a veces como hoy, me gustaría que fuese verdad.

Que mundo tan sencillo, que fácil era Dios de entender, que cercano estaba y cuanto nos amaba. Que absurdo el ateísmo, que estúpida la duda, que pecado más grande no disfrutar de ese Dios tan maravilloso. Yo era de los suyos, estaba en su equipo, era su hijo y todo tenía un sentido. ¿Cómo podría volver hoy a aquel mundo ideal y que fuera verdad? ¿De qué manera regresar al Edén del que fui expulsado tras comer el fruto del “árbol del conocimiento”? ¿Existió alguna vez aquel jardín, aquel mundo en el que fui educado? Sé que no, pero hoy daría todo lo que tengo, por que no fuera así.

En este momento preferiría no ser cristiano, no seguir a un mesías al que su Dios no quiso, o no pudo librar del sufrimiento, del dolor, ni de la muerte. Que impotente el Dios en el que creo hoy, que pequeño me parece, que débil al lado de los Dioses salvadores y todopoderosos a los que muchos dirigen sus peticiones para pedir el milagro que yo necesito. Esos Dioses que no suben a cruces, o si lo hacen, siempre acaban descendiendo victoriosos. Cómo me gustaría no tener que confiar en que algún día volveré a reencontrarme con las personas que quiero, sino estar convencido de ello. Ojalá no fuera cristiano, y todo fuese un sí o un no, y no una fe y un esperanza que en ocasiones como hoy parecen sucumbir.

No tengo suficiente con un Dios que llora conmigo, que me consuela. Quiero uno que haga un milagro de verdad, llorar puedo hacerlo yo sólo. No deseo un Dios paliativo, sino todopoderoso. Uno al que le duela el sin sentido y se atreva a romper las reglas injustas que rigen el mundo en el que vivo. Necesito un Dios que dé vida, y que no permanezca en silencio ante la muerte. Sí, aquel Dios del que me habló mi madre, pero al que la vida real hizo desaparecer a medida que fui creciendo.

Me faltan las fuerzas para permanecer al lado de la cruz y acompañar a quien lucha por la vida, también para bajar del madero el cuerpo sin vida del crucificado y llevarlo hasta el sepulcro. Hoy no tengo la entereza suficiente para ser cristiano, me gustaría autoengañarme y salir corriendo tras cualquier otro mesías que me prometiese el milagro que necesito. Pero cuando uno ha conocido a tantos impostores, es imposible dejarse embaucar. Sin embargo, cuanto daría porque tuviesen razón, así me alejaría del madero donde un mesías impotente se encomienda al Dios que enmudece ante su dolor.

Es imposible que las agujas del reloj desanden el camino que han recorrido y me devuelvan a mi infancia. Ojalá no hubiese crecido y estuviese sentado al lado de mi madre leyendo la Biblia, reviviendo los milagros de Jesús, y creyendo lo que ella me decía: que aquello todavía era hoy posible, que el Dios cristiano es capaz de cualquier cosa por hacernos felices. Me gustaría, como entonces, mirarla a sus ojos azules y no dudar en ningún momento de sus palabras. Sería mucho más fácil para mí hoy, que necesito un milagro que no es para mí. Pero ya no creo en los milagros, ni en los Dioses a medida.

Carlos Osma

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“¿Ha muerto la “Sola Scriptura”?”, por Carlos Osma

Viernes, 7 de octubre de 2016
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deadDe su blog Homoprotestantes:

Las iglesias evangélicas se apresuran a celebrar por todo lo alto el quinto centenario de la Reforma Protestante. Quinientos años desde que Martín Lutero colgara sus 95 tesis en la iglesia del Palacio de Witteberg para insistir en que la salvación humana no se podía comprar, que no había que pagar ningún precio a nadie, ni al mismo Papa, y que vana era la confianza de quienes compraban “indulgencias” para ganar la salvación. Todavía era demasiado pronto para que al monje agustino se le pudiera ocurrir una tesis 96 en la que se aclarase que tampoco las personas LGTBI tenían que pagar el precio del celibato o la heterosexualidad fingida, que la heterosexualidad no era la última “indulgencia” para lograr la salvación.  Aunque la tesis 96 no es necesaria, porque aunque la heterosexualidad les parezca a muchos el preciado bien que las iglesias deben vender y proteger, Lutero dejó claro en su tesis 62 que “El verdadero tesoro de la iglesia es el sacrosanto evangelio de la gloria y de la gracia de Dios”.

Lutero fue un creyente sincero, aunque atormentado por una iglesia que predicaba el terror. Y fue su búsqueda de libertad, de quitarse de encima toda la opresión religiosa, la que le llevó a la Biblia, a la Scriptura. Fue a ella a la que se aferró y de la que se hizo “prisionero” para liberarse de un poder Papal al que identificaba como responsable de la opresión en la que vivían las cristianas y los cristianos de aquel tiempo. Por eso predicó que la Biblia es la única fuente de autoridad, y que cualquier persona puede interpretarla, quitándoles esa potestad a los obispos y al Papa. La visión cristiana de Lutero era liberadora, y chocaba directamente con quienes entendían el cristianismo como un lugar de poder y sometimiento.

Que la propuesta de Lutero tiene fisuras es evidente, afirmar que la Biblia es accesible para todos y que siempre se puede entender con claridad, hace pensar que no hay ningún tipo de intermediario entre el texto bíblico y el lector, cosa que evidentemente es falsa. Para empezar la mayoría de mortales no somos capaces de leer el texto bíblico original, y tenemos que conformarnos con las traducciones que existen. Traducciones que en muchas ocasiones introducen prejuicios y malentendidos. No puede ser más que la homofobia de los traductores la que hace aparecer por arte de magia la palabra “homosexuales” en varias traducciones de la Biblia, haciéndonos creer que ésta condena las relaciones afectivas entre dos personas del mismo sexo en una situación de igualdad, tal y como las entendemos hoy. Algo completamente ajeno a la época y al propósito del texto bíblico.

Tampoco cayó Lutero en que los lectores de la Biblia no nos acercamos a ella de forma neutra, como si no hubiésemos recibido ningún condicionamiento social, cómo si no fuéramos hijos e hijas del mundo al que pertenecemos. ¿Quién cree que no leemos la Biblia condicionados? ¿Quién piensa que una persona que ha crecido aborreciendo el amor entre dos personas del mismo sexo no impregnará de homofobia cualquiera de sus lecturas e interpretaciones bíblicas?

Estoy convencido de que muchos cristianos conservadores y fundamentalistas son conscientes de los puntos débiles de la propuesta de Lutero. Por eso mientras repiten una y otra vez “Sola Scriptura”, mientras se alzan como los últimos defensores de la Palabra, introducen en sus traducciones bíblicas toda la ideología que defienden. Y mientras repiten una y otra vez a sus seguidores y seguidoras que la Biblia deja muy claras las cosas, que todo es muy sencillo de entender, se afanan por promocionar el conservadurismo dentro de sus comunidades. De esa manera, los cristianos y cristianas a los que adoctrinan, encuentran en la Biblia lo que ellas y ellos quieren que encuentren.

Llegados a este punto, es normal que la mayoría de personas LGTBI no vean por ningún sitio la liberación que Lutero descubrió en la Biblia, más bien todo lo contrario. La Biblia es el lugar por antonomasia que utiliza el poder opresivo heteronormativo cristiano. ¿Ha muerto entonces la “Sola Scriptura” para nosotras y nosotros? ¿Sólo nos queda pagar el precio del abandono de nuestra fe, o la negación de nuestra afectividad, para someternos al poder de la palabra heteronormativa? ¿Es eso lo que nos ofrece la Reforma Protestante? Si es así, la “Sola Scriptura” que promovió la Reforma es para las personas LGTBI hoy, lo que el Magisterio de la iglesia era para Lutero a principios del siglo XVI.

Pero si estamos decididos a resistirnos a que la heteronormatividad nos arrebate todo, incluso la Scriptura, si nos aferramos a ella, reconociendo que no hay una manera perfecta de entenderla, ni de interpretarla, porque somos seres humanos que vivimos condicionados; quizás descubramos en ella la Palabra liberadora del evangelio de Jesús. Si logramos romper los muros de homofobia e intransigencia con la que el conservadurismo evangélico la ha rodeado, y somos capaces de leerla como personas LGTBI, con nuestras contradicciones, nuestras experiencias y la riqueza de nuestra diversidad; es posible que como Lutero, y muchas otras personas más a lo largo de la historia, encontremos en la Scriptura la Palabra que Dios quiere dirigirnos a nosotras y nosotros.

No se trata de cambiar el poder heteronormativo por otro LGTBI, no es un cambio de trono. Se trata de expulsar de la fe cristiana las ideologías que pretenden apropiarse de la manera correcta de interpretar el texto bíblico, para practicar la discriminación y la violencia contra otros seres humanos por su manera de ser, sentir, o amar. Se trata de permitir que las personas puedan acercarse a la Biblia para ser interpeladas por el mensaje del evangelio, no invitarlas a que se erijan en “obispos y papas” de colectivos a los que odian. Se trata de entender que la fe en Dios y el seguimiento de Jesús es algo que nos hace mejores personas, que nos hace crecer y ser más maduros. Y que eso no tiene nada que ver con convertir la Scriptura en una especie de Constitución o libro de leyes. Quienes hacen eso, que tristemente son mayoría en el movimiento evangélico, no forman parte de la Reforma Protestante que inició Lutero. Ya pueden celebrarla tantas veces como quieran, pero su religiosidad legalista es la que éste mismo denunció y de la que intentó escapar, como anteriormente hiciera el apóstol Pablo en sus cartas, o el mismo Jesús al predicar el evangelio.

                                                                                                                      Carlos Osma

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“Dentro del armario no hay cristianismo “, por Carlos Osma

Viernes, 2 de septiembre de 2016
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miedoDe su blog Homoprotestantes:

Todavía me sorprende que a día de hoy los evangélicos de mi país vivan mayoritariamente armarizados y se “dejen” maltratar psicológicamente por los discursos fundamentalistas que encuentran en sus iglesias y sus familias evangélicas. Me parece tan repugnante a veces el maltrato al que son sometidos que me cuesta entender porqué el fuego, que según la leyenda cayó sobre Sodoma, no cae de forma real sobre esas iglesias y esas familias y las hace desaparecer para siempre. Es que es patético ver como se humilla a la gente y se la hace sufrir de manera tan cruel mientras se canta y predica el amor de Jesús. ¡Que pandilla de hipócritas!

Pero dejando a un lado la actitud de estos supuestos seguidores de Jesús que en realidad no son más que un grupito de mediocres a los que les gustaría ser los primeros, me pregunto porqué los evangélicos lgtbi que formáis parte de todas y cada una de las iglesias evangélicas de este país, no salís huyendo de estos campos de concentración o cámaras de tortura. Sí, ya lo sé, sé que tenéis una dependencia emocional, y que si os atrevéis a ser vosotros mismos o vosotras mismas seréis expulsados del único mundo que conocéis y os da seguridad. ¿Pero qué seguridad es esa que te destroza la vida? ¿Qué seguridad es aquella que te lleva hasta la desesperación? ¿O aquella que te hace tirar por la alcantarilla la vida feliz que podrías tener?

Es absolutamente cierto que en la mayoría de ocasiones salir del armario en un entorno evangélico supone quedarte solo, quedarte sola. Y esa es una experiencia muy dura, que deja muy claro que evangelio siguen los evangélicos con los que crecimos. Pero bendita soledad aquella que te permite volver a construir tu vida, una vida de verdad, y no la vida de mierda que tienes ahora. Un regalo divino es la soledad en la que ya no escuchas las palabras paternalistas de quienes quieren ser buenos contigo pero que en realidad te hacen daño. Una oportunidad irrepetible quedarte sólo para empezar de nuevo, para abrirte a la esperanza de conocer algo distinto, para poder respirar y moverte con libertad. ¿Te imaginas? Quizás ni eso puedes ya.

Y es que las personas lgtbi que vivís armarizadas dentro de las iglesias evangélicas, podréis ser pastoras, cantantes, diáconos, o profesores de escuela dominical; pero no sois cristianas, o al menos no vivís el cristianismo. Porque el seguimiento de Jesús no tiene nada que ver con el paripé al que habéis reducido vuestra vida. El seguimiento de Jesús revienta todas las jaulas en las que os han metido, y es posible que os deje en medio de la nada, pero una nada donde podéis seguir a Jesús, al maestro, y no la montaña de ignorancias y superficialidades religiosas con las que hemos sido educados. Dentro de un armario no hay fe, no hay seguimiento, no hay amor.. No hay cristianismo. Y todo ese sufrimiento que produce la represión, y con el que crees ganarte el cielo, no sirve para nada… El cielo se vive desde aquí siguiendo a Jesús, no al mundillo evangélico que te dice como tienes que vivir tu vida para ser aceptable.

¡En algún momento hay que decidirse a ser valiente, digo yo!. En algún momento las lecturas bíblicas que has hecho desde que eras un niño o una niña y que mostraban a personas enfrentándose a la hipocresía, a las convenciones sociales, a la muerte incluso… deben interpelarte, deben decirte: “El evangelio me empuja a abandonar mi vida de engaño para poder vivir la vida de verdad que Dios quiere para mi”. En algún momento, si la homofobia en las que has sido educado, ha dejado algún resquicio para que el evangelio ponga una semilla dentro de ti, te dirás: “Yo quiero seguir a Jesús de verdad, y tengo que oponerme al odio de la homofobia. Mi fe, me llama a eso”. En algún momento, si no te han destrozado la vida, o no te han hecho perder la fe para siempre, te dirás: “Yo quiero ser cristiano”.

Y si no, puedes seguir como hasta ahora, con tu doble no vida, con el dolor en el pecho, con el miedo a ser descubierto. Con subidas y bajadas emocionales que a la larga te producirán una enfermedad psicólogica, si no la tienes ya. O con la comodidad de hacer alguna escapadita de vez y en cuando para aliviarte y después volver al redil a mirar con malos ojos a quienes no son tan buenos cristianos como tú. Puedes esconderte detrás de cinco versículos, o de la biblia entera, pero bien sabes que eres un cobarde, no un cristiano. Si quieres serlo tendrás que escuchar al maestro, que te llama a dejar las redes en las que estás atrapado, y con la que a veces intentas atrapar a otras y otros, y le sigas. Eso es el cristianismo, un salto al vacío, no un cambio de iglesia. Un salto al vacío, hacia la nada, pero con una clara dirección: la felicidad, el amor y la libertad.

Carlos Osma
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“Marginar al Dios heterosexual”, por Carlos Osma

Sábado, 13 de agosto de 2016
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el_decalogo_del_macho_alfa_9905_620xDe su blog Homoprotestantes:

Creo que fue Dietrich Bonhoeffer quien hace unos ochenta años dijo que nuestra sociedad había enviado a Dios a los márgenes. Si durante miles de años el Dios que explicaba lo inexplicable ocupaba el centro del mundo, a medida que los seres humanos fuimos encontrando respuestas racionales para comprendernos a nosotros mismos y nuestro entono, Dios dejó de ocupar ese lugar central y su existencia se reveló como un comodín al que apelar en caso de desconocimiento. Quizás es por eso que ignorancia y fe van tan de la mano en el imaginario colectivo de nuestra sociedad. No hace falta decir que en estos ochenta años se ha dado alguna vuelta de tuerca más a esto de la marginación de la divinidad, y en una sociedad que prima el aquí y el ahora, eso de las preguntas últimas en las que vive encarcelado el Dios comodín parecen una verdadera pérdida de tiempo. Así que el Dios omnipotente que todo lo abarcaba ha quedado más o menos reducido a la nada, o más bien a la casi nada, porque en muchas ocasiones el cristianismo sigue empecinado en vender un Dios tapa agujeros que resbala en el alma de quien no se deja agujerear por preguntas que ya no se hace, pero que cala en la de aquellas y aquellos que, por un poquito de amor y de interés, son capaces de preguntarse lo que haga falta.

Además del Dios “respuesta para todo”, hay otros dioses que han ocupado y ocupan el centro de nuestro mundo. Uno de ellos es el Dios heterosexual, aquel que bendice a sus adoradores, que les otorga dignidad, relevancia, normalidad, credibilidad, y sobre todo poder. Está tan arraigado en nuestro mundo como hace mil años lo estuvo el Dios “explicación de lo inexplicable”. Y al igual que aquel, nos envía a muchos y a muchas a los márgenes de la sociedad y de las iglesias. Su propuesta homofóbica de la realidad nos la encontramos antes de nacer, y vivimos imbuidos en ella incluso cuando todavía no tenemos uso de razón. Quizás sea por eso que nos parece tan normal, natural, divina incluso. Y nos cuesta imaginar un mundo alternativo donde ella no lo determine todo.

Es triste que muchos cristianos LGTBI acepten conscientemente la marginación a la que son sometidos y renuncien a la dignidad que Dios les ha dado como seres humanos. Que vivan en cuevas oscuras y alejadas, como los endemoniados que encontramos en los evangelios y a los que Jesús quería liberar. Pero estos endemoniados del siglo XXI no quieren a ningún Jesús que les salve, ningún evangelio que les libere, que les llame a enfrentarse a la injusticia. Ellas y ellos viven cómodamente sufrientes en la nada a la que el Dios heterosexual les ha relegado. Su dolor y sufrimiento, llevado con la dignidad de quien acepta un castigo, es su forma de pedir perdón por no ser verdaderos y fieles adoradores el Dios heterosexual. Incluso a veces, se lanzan a la endiablada misión de ser guardianes de la homofobia para que nadie sea capaz de hacerles ver que son unos cobardes.

Pero no deja de ser también verdad que cada vez más cristianos LGTBI se atreven a salir de los márgenes donde se les ha conducido con la intención de ocupar el centro. Sin embargo, a menudo se olvidan que ocupar un lugar espacial es muy diferente que ocupar uno simbólico, y que se puede estar en medio del mundo sin ser uno mismo. Abrazando al Dios heterosexual uno puede sentirse querido e incluso valorado, pero indudablemente no se es liberado. Mientras el dios heterosexual no sea cuestionado, y deje de ser la medida de todas las cosas, la respuesta a todas las preguntas, la verdad última, el modelo correcto… Hasta ese momento, por mucho que los cristianos y cristianas LGTBI crean estar en medio del mundo, siguen formando parte de sus márgenes. Viven en un espejismo, en un engaño. El evangelio no consiste en poder sentarse en los bancos de las iglesias que nos abren gustosamente sus puertas, el evangelio consiste en liberarnos de las opresiones a las que somos sometidos, y una de ellas es indudablemente la que ejerce el Dios heterosexual.

La única forma de ocupar de verdad el centro, junto a otras personas muy distintas a nosotras, es haciéndolo siendo nosotros mismos, no comportándonos como la ortodoxia heterocentrada obliga. Y desde allí, por una parte, empezar a responder las preguntas que antes otros nos respondían. ¿Cómo leo yo la biblia como persona gay? ¿Cómo me interpela el evangelio desde mi experiencia como intersexual? ¿De qué forma puedo entender la divinidad como mujer lesbiana? ¿Qué significa la cruz para mí que soy transexual? Y por otra, dejar de empecinarnos en responder las preguntas con las que la heteronormatividad pretende controlarnos. A nosotras no nos importa saber en cuantos versículos bíblicos se condena la homosexualidad para intentar darles la vuelta. Lo que nos puede interpelar en el caso de que creamos que verdaderamente existen textos bíblicos que condenan nuestro amor, nuestra manera de ser o sentir, es de qué manera debemos entender la inspiración divina de un texto que claramente contiene mandatos inhumanos. Y si creemos que la interpretación heterosexual ha malinterpretado esos textos, quizás deberíamos reflexionar sobre cuáles son los límites de cualquier interpretación: ¿No importa que generen sufrimiento o directamente la muerte de otras personas? ¿Queremos seguir un cristianismo legalista o liberador? Hace tiempo que descubrí que la mayoría de preguntas que se nos lanzan “fraternalmente”, son sólo otra forma más de opresión heterocentrada. Una barrera con la que quieren impedirnos salir de los márgenes para legar al centro. Nuestra experiencia de fe no debería estar basada en superar las barreras de la heteronormatividad, sino en seguir a Jesús de Nazaret.

Arrodillarnos ante las preguntas que la heteronormatividad impone es renunciar a compartir el centro del mundo, de la iglesia, y vivir de una manera infantil e irresponsable. Las respuestas a nuestras propias preguntas pueden venir también desde una experiencia heterosexual que pretenda ser inclusiva, pero estamos tan viciados por el poder opresivo que ésta ha ejercido y ejerce sobre nosotros, que podemos ponerlas por un tiempo en cuarentena y buscar también respuestas que partan de una experiencia LGTBI. Cristianas y cristianos que han reflexionado la fe desde su diversidad sexual o de género hay muchas y muchos desde hace décadas, y sus opiniones, o experiencias compartidas si los tenemos cerca, pueden sernos útiles para ayudarnos a reflexionar, para empezar a vivir el cristianismo no como lo hace un heterosexual, sino como un intersexual, un transexual, un transgénero, una lesbiana o un gay.

Es evidente que la heterosexualidad no incapacita a nadie para ser un cristiano cuya experiencia de fe pueda servirnos para profundizar más en la nuestra, al igual que no deberíamos ser tan ingenuos de aceptar acríticamente todas las propuestas que se nos hagan desde una perspectiva LGTBI. Hay muchos cristianos y cristianas LGTBI con una fe profundamente marcada por la homofobia. Como he dicho antes, no es tan fácil deshacernos de ella, aunque algunos crean que por utilizar la palabra inclusivo quedan automáticamente inmunes a la homofobia que llevan en los genes. Pero no desperdiciemos tampoco el tesoro que tantas mujeres y hombres LGTBI que siguen a Jesús nos han dejado. No empecemos el camino siempre desde el principio, atrevámonos a continuarlo desde el que otros hicieron ya. El camino hasta ocupar el centro de nuestro mundo no se recorre en una sola vida, hacen falta siempre muchas más. No seamos tan arrogantes de creernos todopoderosos, esos son los primeros dioses que viven hoy en los márgenes de la sociedad. Ni seamos tan estúpidos de creer que viviendo imbuidos únicamente en reflexiones, experiencias, visiones y teologías hechas desde la experiencia heterosexual, por muy inclusiva que esta diga ser; podremos liberarnos de la homofobia que el Dios heterosexual ejerce contra nosotras y nosotros. Si no nos abrimos a la experiencia cristiana LGTBI, no hay posibilidad de salir de los márgenes, del mundo de los que en realidad no cuentan, de los que no se espera nada, de los que son tratados como si no tuvieran nada nuevo que aportar, ni que decir.

Es posible que cristianas y cristianos LGTBI de otras generaciones no tuvieran las posibilidades que hoy se nos brindan, aunque en ocasiones se atrevieran a mirar por un momento a Jesús desde quienes eran, sin máscaras. Pero nosotras y nosotros sí podemos empezar a erradicar de nuestra mente, de nuestra alma, y de nuestra fe, al Dios heterosexual. Podemos lanzarlo a los márgenes de nuestras prioridades, para una vez allí, reducirlo a la nada. Pero para eso es imprescindible el contacto, la relación, la comunidad, con otros creyentes LGTBI que estén también decididos a seguir a Jesús desde quienes son, sin renunciar a nada. No se trata de buscar personas que nos quieran, que nos acepten, personas que se sientan buenas cristianas haciendo su obra de caridad con nosotros. Se trata de seguir a Jesús, de eso va el cristianismo, y seguirlo sin anular una parte de nuestra vida. Nuestra orientación sexual o identidad de género es una oportunidad que no podemos perder para desenmascarar a ese Dios heterosexual que dice ser la respuesta a todo, a nosotros no nos responde nada. Las respuestas que buscamos serán más o menos significativas en la medida que puedan dar contestación a nuestros interrogantes, no a los de otras personas.

Carlos Osma

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Isadora Cerullo se promete con su novia delante de medio mundo en los JJOO de Río 2016

Jueves, 11 de agosto de 2016
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34339_isadora-cerullo-matrimonio-jjoo-rio-2016Los Juegos Olímpicos de Río 2016 cuentan con una de las historias más emotivas de la historia del olimpismo. La jugadora de rugby brasileña Isadora Cerullo dio el ‘sí quiero’ a su novia, que ejerce como voluntaria en los JJOO, delante de una audiencia mundial.

Las deportistas de Australia, Nueva Zelanda y Canadá se mostraban encantadas en la ceremonia de entrega de medallas de los JJOO de Río 2016 de la competición de rugby a siete.

Las jugadoras de rugby a siete de estos países se repartieron las medallas de oro, plata y bronce respectivamente. Sin embargo, en la ceremonia había una deportista que era todavía más feliz, a pesar de que su selección había quedado fuera de la lucha de las preseas e incluso fuera de los puestos que dan lugar a un diploma olímpico.

Se trataba de Isadora Cerullo que pese a terminar el torneo en novena posición junto a las compañeras de la selección brasileña portaba una sonrisa de oreja a oreja.

Y es que a Cerullo le sorprendió su novia Marjorie Enya, que ejerce como voluntaria en los Juegos Olímpicos, con una preciosa petición de mano que consiguió emocionar a todxs lxs presentes y a la audiencia de todo el mundo.

Cerullo y Enya vivieron unos minutos con el corazón a flor de piel. Finalmente, la propuesta fue aceptada por la deportista y se ha selló con un beso delante de periodistas de todo el mundo.

No sólo triunfa el deporte, Los JJOO de Río también se convierten en un espacio donde triunfa el amor en todas sus formas.

Cerullo, tras la entrega de medallas de la disciplina (el oro fue para Australia, la plata para Nueva Zelanda y el bronce para Canadá), se comprometió en pleno estadio con su novia Marjorie Enya, que oficia como voluntaria en la competencia, según amplía MinutoUno.

La pareja fue acompañada por todo el equipo brasileño. Y la escena fue bien de película romántica: las chicas intercambiaron anillos y se besaron ante la ovación de los presentes en el estadio Deodoro de Río de Janeiro. Cabe recordar que el matrimonio igualitario fue legalizado en Brasil en 2013.

“En tanto supe que iba a ser parte de la selección pensé que tenía que hacer esto de una manera especial”, le dijo Enya a la BBC. “Sé que la gente de rugby es espectacular y que iban a aceptar formar parte del momento”, explicó, asegurando que no se había puesto nerviosa al proponerle matrimonio a su pareja de dos años frente a tanta gente. “Ella es el amor de mi vida”, comentó.

La pareja vive en Sao Paulo desde que Cerullo se mudó a Brasil hace dos años para concentrarse en el equipo olímpico.

“Puede parecer que se está llegando al final de algo en los juegos olímpicos, pero para mí es el comienzo de una vida con alguien. Quise mostrarle a la gente que el amor gana”, finalizó Enya.

La historia de Isadora es muy particular, y se escribió en gran parte lejos de su país natal. Nació el 24 de marzo de 1991, y fue criada en Raleigh, en Carolina del Norte (Estados Unidos). Se graduó en 2009 de la secundaria William G. Enloe y ya por esa época se manifestaba su amor por el deporte, cuando era miembro del equipo de soccer del colegio. Al llegar la época de ir a la Universidad, Columbia fue la elegida, y pasó a formar parte del equipo de rugby allí. Se graduó en 2013.

Cabe destacar que Cerullo es hija de inmigrantes brasileños que eligieron Estados Unidos como su lugar de residencia.

Antes de los Juegos Olímpicos, en 2015, se destacó al ganar una medalla de bronce en los Juegos Panamericanos (realizados en Toronto, Canada) con el equipo nacional de rugby de Brasil.

Fuente: Redacción Chueca/Universogay

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Megan Rapinoe denuncia homofobia en las Olimpiadas de Rio 2016

Miércoles, 10 de agosto de 2016
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LGBT-Rio-2016Por mucho que una transexual participara en la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Río 2016 y que vayan a participar alrededor de 44 atletas abiertamente homosexuales, además de una persona intersexual, la homofobia hizo aparición en los primeros encuentros de fútbol femenino, disputados antes incluso de la inauguración. A pesar de todo, algunos deportistas no dejarán de hacer gala de la reivindicación en sus prendas deportivas.

Apenas llevamos un par de días celebrando las Olimpiadas de Rio 2016 y ya se han producido las primeras quejas sobre homofobia por parte de los asistentes a los diversos eventos deportivos. Concretamente, Megan Rapinoe, una de las estrellas del equipo de fútbol femenino – o soccer – de Estados Unidos ha sido la que ha lanzado la voz de alarma ante un hecho bastante desagradable que ha tenido que sufrir en sus carnes, como deportista abiertamente lesbiana. Y no es la única, al parecer otros deportistas LGBT han denunciado cánticos desde el público. Y ojo, que estas actitudes podrían producirse en bastantes disciplinas, ya que estas Olimpiadas de Rio 2016 baten un record de participación de deportistas LGBT.

La selección nacional de fútbol estadounidense conseguía una victoria de 2 a 0 frente a la selección de Neva Zelanda, sin embargo, su victoria quedó deslucida por la homofóbica actitud del público en el Estadio Mineirao. Entre las jugadoras estaba Megan Rapinoe, abiertamente homosexual, como también lo es la entrenadora del equipo, Jill Ellis, quienes tuvieron que escuchar como el público les llamaba «bichas», termino equivalente al despectivo «puto» argentino.Megan Rapinoe ha denunciado a la prensa de su país que durante los partidos ha oído desde las gradas gritos como “bicha” – en portugués un término despectivo similar a maricón – o “puta”, insistiendo en el daño que hace:

Es bastante hiriente hacia mi persona. Creo que ese tipo de mentalidad y de acoso tiene que ser superado. No creo que todos los fans brasileños o los asistentes al partido fueran homófobos. No creo que la mayoría de los aficionados me habría dicho eso en mi cara. No creo que pretendan decirlo de esa manera. Pero creo que son cómplices si lo hacen o lo permiten. La FIFA puede intervenir, pero es decisión de los individuos participar o no en este tipo de comportamientos. Si hacen esto, qué tipo de mensaje están lanzando a los deportistas que son gay? Y a los deportistas que quieren salir del armario?

Ese mismo tipo de cánticos también se han escuchado en el partido que enfrentaba a Australia contra Canadá, donde al menos 4 jugadoras se identifican como LGBT. La portera del equipo australiano, Lydia Williams – que también es lesbiana – no ha querido hacer sangre y no se ha pronunciado sobre el tema, asegurando que no conocía el idioma y la historia que hay detrás de los insultos.

Por su parte, la FIFA ha declarado que no tomará en cuenta este tipo de ofensas a no ser que un equipo presente una queja formal, vamos, que se lavan las manos en el asunto y no van a entrar de oficio ante insultos homófobos. De esta manera, la FIFA sigue tan tibia como hasta ahora, castigando y amenazando de cara a la galería – como cuando hace un par de meses amonestó levemente a 7 selecciones por cantos homófobos – pero sin intervenir de forma contundente para erradicar la homofobia de los estadios.

Fuente LA Times, vía AmbienteG

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JJOO de Rio 2016: Un beso entre dos relevistas de la antorcha olímpica y la modelo transexual LeaT abre el desfile de la delegación brasileña

Martes, 9 de agosto de 2016
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201608052307361610_ap.pngEstos Juegos Olímpicos de Rio 2016 van a tener un sabor muy LGBT. Tras los últimos JJOO de invierno de Sochi, con toda la homofobia que envolvió al deporte en 2014, llega el momento de compensarlo. Lo estamos viendo con deportistas que salen del armario, pero en la ceremonia de inauguración algo cambió para siempre.

Fue durante el paseo de la antorcha olímpica, a su paso por el barrio de Ipanema, conocido por ser uno de los más gay friendly de la ciudad y en el momento del relevo, en el que se pasó la llama, los dos voluntarios se dieron un beso. El primer beso gay de estos Juegos Olímpicos y algo nos dice que no será el último.

Y no son las únicas noticias LGBT de estos primeros días de Juegos Olímpicos. También hemos visto como Laerte Coutinho se convierte en la primera personalidad transexual en llevar la antorcha olímpica. Y la modelo Lea T abrió el desfile de la delegación brasileña

Y otra anécdota divertida: el nadador olímpico Amini Fonua se ha escrito en su bañadorgay y lesbiana para homenajear al colectivo y luchar por la igualdad. Eso sí, no podrá llevarlo cuando compita porque son muy estrictos con los bañadores oficiales de las competiciones. El nadador Amini Fonua que participa por Tonga, no piensa defraudar a sus seguidores y este sábado, en su primera prueba, piensa lucir el bañador reivindicativo que ha lucido en todas y cada una de las pruebas que le han llevado hasta Rio 2016. Hace tres años, Fonua contribuyó a la recaudación de decenas de miles de dólares para el Centro LGTB de Los Angeles en un evento en el que jugaba al voleibol playa, como agradecimiento, la asociación LGTB le regaló un bañador en el que se pueden leer claramente las palabras ‘LA Gay & Lesbian Center, y que no piensa dejar de usar.

«He llevado este traje de baño en cada una de las pruebas que me han traído a Río porque no hay mucha diversidad en la natación. Es un amable recordatorio a todo el mundo y a mi mismo de que soy diferente, y me siento orgulloso de esa diferencia» explica Fonua para quien estar fuera del armario «lo significa todo para mi (…). Quiero que la próxima generación de atletas que avanza a través de la clasificación mundial de natación se sienta cómoda y segura siendo ellos mismos. También creo que hay una fuerza real que se deriva de la potencia de atletas abiertamente homosexuales. Así que les digo esto a los demás atletas en Río: sólo por estar aquí y ser gay, estás marcando la diferencia».

¿Qué más sorpresas nos depararán estos Juegos Olímpicos? Esperamos que más y mejores.


Fuente Cromosomax/Brasilpost

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“Los besos de las mantis religiosas”, por Carlos Osma

Jueves, 4 de agosto de 2016
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EncapuchadosDe su blog Homoprotestantes:

Mientras comía este mediodía con mis dos amigos David y Toni pensaba en lo afortunado que soy de tener amigos heterosexuales como ellos que me aceptan. Es cierto que hace unos años no lo hacían, bueno, supongo que sí que lo querían hacer, porque ellos siempre han sido muy progres y han estado a la vanguardia del cristianismo liberal, pero no era cuestión de enfrentarse al mundo entero por una cosa tan poco relevante como una orientación sexual. Como ellos me decían entonces: “Tú haz lo que quieras, pero no hace falta que se entere todo el mundo, al fin y al cabo lo que haces en tu cama no es asunto de nadie”.  Actualmente han cambiado de opinión, y ponen en las estanterías de su biblioteca los libros de temática homosexual cristiana que antes tenían en su mesilla de noche. Además nos invitan a mi marido, a mis hijas y a mí, a que asistamos a su iglesia para que quede bien claro que son inclusivos y tolerantes, y de paso, llenar los bancos cada vez más vacíos de sus iglesias.

El primer plato ha sido un monólogo de David, casi no me ha dejado hablar, porque tenía una cosa que decirme y que no podía callarse más. Así, con la confianza que dan más de 30 años de amistad y haber compartido varias guerras, me ha dicho: “Carlos los gais no sois objetivos, estáis condicionados por la discriminación que habéis padecido”. He pensado que su tesis la corroboran muchas personas lgtbi que conozco para las que la palabra de un heterosexual vale mucho más que la del resto. Ya puedes decirles tú mil veces que Dios les ama, que se lo dice un heterosexual con pinta de buen cristiano, y ellos creen que han recibido un mensaje del cielo. También es cierto que aunque mi amigo sea hoy un maravilloso padre heterosexual cristiano, hace algunos años tuvo un rollo con un colega. Él dice que aquello sólo fue una etapa, y yo me lo creo, porque ¿cómo voy a dudar de un heterosexual como él?  Además una cosa es acostarse con una persona de tu mismo sexo y otra defender derechos y libertades, que es lo que hacemos las personas lgtbi.

Y es que tiene razón en eso de que no soy objetivo, los que padecemos una discriminación deberíamos esperar sentados a que algún salvador venga a liberarnos. Supongo que de eso iba el evangelio ¿no? De esperar a un salvador. Mi amigo David no tiene nada que ver con la homofobia, ni la ha padecido, ni la ha ejercido, por eso puede llegar a ser el salvador que los homosexuales necesitamos. La homofobia sólo tiene que ver con las personas lgtbi, sólo nosotros tenemos que liberarnos de ella, de la que decimos percibir por todos lados y de la que llevamos dentro. Nuestra experiencia, trabajo, visión, no tiene nada que aportar al mundo y la iglesia sin homofobia en la que vive mi amigo David.  Me tendría que haber dado cuenta antes de que quienes padecemos una discriminación no somos nadie para intentar liberarnos de ella. La historia lo ha dejado claro, si los esclavos no se hubiesen puesto a rezar y esperar a que sus opresores se movieran a misericordia, no vivirían hoy libres. Si las mujeres no  hubiesen lanzado en silencio sus súplicas al cielo mientras barrían sus casas, los hombres no hubieran venido a liberarlas y hoy no tendrían derechos.

En el segundo plato Toni me ha querido dejar claro su malestar con los cristianos “del movimiento gay”, porque según él estamos llevando las cosas demasiado lejos al poner la etiqueta de homófoba a todas las personas que en conciencia creen que el evangelio deja muy claro que la práctica de la homosexualidad es un pecado. Para mi amigo Toni, que me aclara una y otra vez que él acepta a todas las personas independientemente de su orientación sexual, las personas heterosexuales no han sido educadas en la homofobia, sólo las homosexuales. Es por eso que cuando sus amistades se oponen al reconocimiento de los derechos de las personas lgtbi, cuando miran con mala cara cualquier muestra de afecto homosexual, cuando piensan que es mejor que aquel miembro gay no pueda ser diácono o ni siquiera miembro de la iglesia, cuando invitan a una adolescente cristiana a visitar a un psicólogo para reorientarle esos deseos desordenados, cuando promueven normas dentro de la iglesia para que las personas lgtbi cristianas tengan claro que están en territorio enemigo; cuando hacen todas esas cosas, no lo hacen porque antes de aprender a leer la biblia, ya habían sido envenenadas por la homofobia… La heterosexualidad es neutra, pura y hasta divina… la heterosexualidad es la medida de todas las cosas, y no se puede poner en duda su buena fe a la hora de humillar y discriminar a una persona lgtbi en nombre de Dios. Sólo la heterosexualidad te da el nivel suficiente para poder leer e interpretar correctamente el texto bíblico. Y es desde esa pureza que se ven obligados a discriminar a los homosexuales.

Mi amigo Toni, que es un pastor muy querido, me vuelve a interpelar, a decir que no le parece justo eso de poner etiquetas de homofobia a la gente. Que no es necesario, que cada persona tiene su proceso y que con estas prácticas lo único que hacemos es crear un enfrentamiento que hará encallar aún más las cosas. Me pregunto si cuando mi amigo predica en su iglesia sobre el machismo, los excesos del poder económico o la corrupción, sigue también esta regla de dejar que cada persona haga su proceso y no se sienta interpelada por su comportamiento. Supongo que el cristianismo, ese que dice seguir a Jesús, va de eso… de callarse, de no denunciar nada; porque cada persona ya llegará algún día a la “conversión”. Ya lo dijo Jesús: “Bienaventurados los que se someten, los que se callan, los que no denuncian… porque así serán buenos cristianos”. Y me sigo preguntando, porque yo soy mucho de preguntar, que le ocurriría a mi buen amigo Toni si se atreviese a denunciar la homofobia de sus fieles, porque yo tengo muy claro lo que ha significado para muchas personas y para mí mismo no permanecer callado ante la homofobia. Es evidente que a una persona tan reconocida como él se le puede perdonar eso de ser inclusivo, aunque con el resto no habría tantos miramientos… A Toni su inclusividad le da un aura así como “esnob” en la mayoría de entornos evangélicos, como si fuera un Einstein de la teología a la que se le puede perdonar la excentricidad siempre que no haga de ella una bandera. Pero qué ocurriría si entendiese realmente qué es la homofobia y el daño que produce en mucha gente, y se atreviese a asumir que el evangelio le llama a denunciarla. ¿Cuántas colaboraciones, artículos, ponencias o charlas dejaría de hacer? ¿podría seguir siendo pastor? ¿Qué perdería? ¿Está mi amigo Toni defendiendo a cristianos homófobos, o se está defendiendo a él?

Me he sentido tan bien acogido por mis supuestos amigos heterosexuales que he preferido no tomar postre, he pasado directamente al café, a darme un chute de cafeína para ver si me despertaba y todo había sido un mal sueño. Pero la verdad es que no ha sido así, mis amigos que ahora se lanzan en brazos de la vanguardia y del progresismo estaban todavía ahí, hablando de los problemas que el “movimiento gay” está produciendo… Y yo cada vez los escuchaba menos, sus voces las empezaba a confundir con el aire que hacia esa tarde, o con el murmullo de gente que hablaba a nuestro alrededor. Al final los percibía sólo como ruido, como el resto del ruido que impide entender las cosas claramente. “Que Dios me cuide de mis amigos que de mis enemigos ya me cuido yo” decía mi abuela. Y qué razón tenía, en este momento son más peligrosos para la libertad y la inclusividad los supuestos progresistas heterosexuales inclusivos, que los homófobos más recalcitrantes. Con los segundos sabemos tratarnos desde hace miles de años, con esta nueva versión sofisticada de homofobia todavía tenemos que aprender a relacionarnos. No hay nada peor que un homófobo que se las da de inclusivo.

Me levanto y me despido, les doy la mano, prefiero no darles dos besos como tenemos por costumbre. Es mejor guardar distancias con las “mantis religiosas” sus besos pueden parecer afectuosos, pero la realidad te dice que corren el peligro de convertirse en mortales.

Carlos Osma

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Charlotte Goiar: “El prejuicio es humano, no es de Dios, Dios es amor”. Una cristiana que hace unos meses se sometió a una operación de reasignación de sexo y ha querido compartir con nosotros su experiencia.

Martes, 12 de julio de 2016
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CharlotteInteresante entrevista que publica Carlos Osma en su blog Homoprotestantes.

 Hace casi un año y medio nos llegó un mensaje al correo de Protestants Inclusius informándonos de que una mujer gallega estaba en Barcelona para someterse a una operación de reasignación de sexo y pedía acompañamiento pastoral. Fue así como nos conocimos, la noche antes de la operación. Recuerdo entrar a la habitación del hospital en la que estabas sola, y encontrar a una mujer decidida que había recorrido un largo camino para llegar hasta allí. Después hubo muchas conversaciones y momentos de oración, e intuí en ti una mezcla de miedo y esperanza. ¿Cómo recuerdas tú aquellos días?

Aquel momento fue muy importante en mi vida. Necesitaba esa operación desde que había nacido. Pero estaba sola como dices, y sometida a mucha tensión tanto psicológica como física por parte de todos, no me confirmaron la fecha de la cirugía hasta apenas unos pocos días antes. Hicieron todo lo posible por agotarme hasta el último momento. Fueron unos días difíciles y a la vez vitales, no entraba a quirófano por capricho, sino por necesidad. Se trataba de cirugía mayor, sabía que personas habían muerto en los quirófanos de todo el mundo al someterse antes a este tipo de intervención tan compleja. Cuando afrontas algo así tú sola, estando completamente sola y devastada emocionalmente, simplemente te supera y te abandonas a algo superior a ti, porque ya no puedes más. Sólo tenía una amiga en Barcelona y vosotros que no os conocía. Lo dejé todo en manos de Dios.

Una de las cosas que más me sorprendió de nuestras conversaciones fue la larga y dura batalla legal que habías tenido que llevar para lograr que la sanidad pública se hiciese cargo de la operación de reasignación. ¿Puedes explicarnos brevemente aquella batalla legal?

El Servicio Gallego de Salud nunca quiso tratarme, a pesar de estar diagnosticada oficialmente desde los 16 años y de necesitar la cirugía desde entonces, siempre me negaron la cirugía que estaba indicada por los médicos. Después de muchos años de lucha administrativa vino la judicial, recurrieron todas las sentencias y demoraron su ejecución lo máximo que pudieron. Posiblemente si lo hubiesen demorado unos pocos meses más me habría suicidado. Hicieron todo lo posible por debilitarme y arruinar mi salud desde mi adolescencia hasta el mismo día que, 25 años después, entré en quirófano.

Descubrí también que la palabra transexual no te hacía sentir cómoda, utilizabas una expresión que no había oído nunca: el síndrome de Harry Benjamin. ¿Puedes explicarnos en qué consiste éste síndrome y porqué no te sientes identificada con la palabra transexual?

Nunca me sentí identificada con esas etiquetas sexuales ambiguas, básicamente por eso mismo, por su ambigüedad e indefinición. Hay un diagnóstico médico que se llama Transexualismo. Afecta a las personas. Usar “transexual” como identidad propia para mi es hacer una personificación de la enfermedad, y yo no soy ese diagnóstico. Mi identidad es mujer. Soy una mujer. Eso es lo que viene reflejado en mi DNI. Y la Organización Mundial de la Salud  (OMS) ahora lo denomina como “Incongruencia de Género” (CIE-11) y también es conocido como síndrome de Harry Benjamin.

Este síndrome es un trastorno del desarrollo sexual que ocurre en aproximadamente en 1/30.000 bebés con genotipo XY y 1/100.000 bebés con genotipo XX, según datos estadísticos de la OMS, en la cual la diferenciación sexual a niveles neurológico y anatómico no se corresponden. Así, una niña nacida con este trastorno, aparenta ser un niño físicamente al nacer, aunque su sexo cerebral es femenino. A la inversa, los niños varones nacidos con este trastorno presentan un desarrollo físico femenino, aunque neurológicamente permanecen siendo varones.

Como cualquier persona se puede imaginar, el trastorno reviste gravedad, y su tratamiento es uno de los más dramáticos de la historia de la medicina, que precisa de múltiples intervenciones médicas y quirúrgicas de por vida.

La operación duró 10 horas, y recuerdo que cuando acabó estabas exhausta, pero aún así querías seguir hablando. A mí me aterrorizan las operaciones, pensé que eras una persona muy valiente. ¿Qué te llevó a la cirugía de reasignación? No todas las personas que están en tú situación optan por la cirugía. ¿Porqué fue necesaria para ti?

La cirugía no es optativa y está indicada por un médico. Depende de un diagnóstico médico concreto y es la única opción terapéutica que existe. Los que no necesitan esta operación no es porque eligen no operarse, sino porque no comparten el mismo diagnóstico, o están mal diagnosticados, porque todos los casos de síndrome de Harry Benjamin revisten gravedad y requieren cirugía.

Me explicaste entre risas que al personal de atención al paciente de la clínica donde te operaron le sorprendió que pidieras acompañamiento pastoral antes de tu ingreso. Te defines como cristiana. ¿Cómo y desde cuándo te introdujiste en el cristianismo?

Sí, antes de la cirugía, había preguntado a la clínica si disponían de servicio de acompañamiento pastoral, como en todas las grandes clínicas europeas, y me habían respondido que no, de una manera que les sorprendió que les hubiese preguntado eso. Me estoy refiriendo a la Clínica Diagonal de Barcelona, que fue dónde me intervinieron y estuve hospitalizada por más de dos meses.

Todo comenzó tras la muerte de mi madre hace tres años, estaba tan afectada por todo, y encima sola y dejada de lado por todos, mientras afrontaba la crueldad e inhumanidad del Servicio Gallego de Salud, que llegó un momento en mi vida que no pude más. Entonces me di cuenta que yo sola no podía sobrevivir a esto, de que tenía que existir una fuerza superior a mi a la cual poder traspasarle esto.

Nunca me había imaginado y sigo sin entender qué culpa tengo yo de haber nacido con esta patología, y el odio que despierta en tantas personas. Me sentía tan vulnerable, aislada y empequeñecida ante la magnitud de lo que estaba afrontando, que me abandoné a algo superior a mi, a quien poder dejarle el control de mi vida. Llegó un momento en que era mi única salvación. Sino fuera por Dios ahora mismo ya estaría muerta.


Mediante una amiga inglesa cristiana, poco a poco comencé a estudiar algunos textos cristianos. Fue así como poco a poco encontré alivio en Dios, como una forma de dejar el curso de todo en manos de una fuerza superior a mí, entonces comencé a leer la Biblia por primera vez poco después de cumplir los 40 años. Profundicé en el estudio de la vida de Jesucristo, Hijo de Dios, en quién siempre había creído ya desde la infancia. Fue así por causa de un momento de profunda desesperación, cuando ya todo parecía perdido y no podía más, que el cristianismo me irradió de una nueva vitalidad para seguir viviendo. Creo en la creación del Universo, creo que un diseño inteligente está por detrás.

Creo en Dios, pero mi concepto de Dios difiere por completo del tradicional, del bíblico, del contenido en las escrituras de los hombres; mi concepto de Dios es mucho más abstracto y elevado. Dios no puede ser contenido en forma material a través de ningún libro o religión humana, pues es la fuente intangible de toda creación.

Como cristiana metodista creo que necesitamos dirigirnos a Dios a través de su hijo, Jesucristo, de una forma más libre y natural, porque Dios habita dentro de lo más profundo de nuestro ser, y para dirigirnos a ese centro, no entiendo ni aplico ninguna regla o escrito humano, de origen mental ni material, porque esa no creo que sea la vía.

¿Has sentido comprensión por parte de la Iglesia? ¿Te has sentido bien tratada?

Por parte, tanto la Iglesia Cristiana Metodista como de Protestants Inclusius ambas de Barcelona, he sentido una comprensión absoluta, y una total sensibilidad y humanidad hacia mí y mi proceso médico, de una forma extraordinaria. No sólo me he sentido tratada con todo respeto y cariño, sino es que además todo el acompañamiento, los detalles, cualquier cosa que necesitase estabais allí. Cuando, por contraste, ni una sola persona de mi familia de sangre se interesó lo más mínimo por si había salido viva de la cirugía y su post-operatorio.

No existe ningún verso bíblico que condene a las personas que sufren de trastornos congénitos. Todo lo contrario, cuando los que se creían justos preguntaron a Jesucristo, el Hijo de Dios: “¿cuándo te vimos enfermo y fuimos a verte?”. El les respondió: “De cierto os digo que cuando lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mateo 25, 39-40).

El problema no está en el cristianismo en sí mismo, sino en las personas y la interpretación tergiversada que hacen de las escrituras bíblicas y cómo lo llevan a la práctica. El prejuicio es humano, no es de Dios. Dios es Amor, no tiene prejuicios contra nadie. Es totalmente contradictorio a su propia naturaleza y a la propia esencia del cristianismo. El cristianismo no condena a nadie, lo hacen los hombres en su nombre, lo cual es un error del hombre, no del cristianismo.

Una cosa que observé durante aquellos días de postoperatorio es que no vives una fe teórica, sino una que está profundamente relacionada con tu experiencia. ¿Ha cambiado algo en tu forma de entender la fe cristiana desde entonces?

El pecado y la maldad del hombre son horripilantes, su fealdad se contrapone de una manera diametralmente opuesta a la belleza y la bondad natural de la gloria de Dios. Somos hermosos y hermosas porque estamos conectados a Dios. Toda la armonía de su creación se traslada a la experiencia estética cotidiana que nos rodea, a través de actos bellos y nobles, cuya bondad se siente y se transmite de unos a otros, y es aquí dónde yo he podido experimentar la presencia divina.

Las muestras de afecto y amor incondicional de tantas personas, las experiencias positivas que me sucedíanTodo esto es de Dios. Todo lo demás es ajeno a él. Siempre percibí a Dios a través de la experiencia directa y genuina de la vida. Eso no ha cambiado, sigo percibiendo a Dios y entendiendo la fe cristiana del mismo modo, a través de las experiencias de la vida misma.

Aún así, sigues manteniendo una relación “cotidiana” con Dios. ¿Cómo es esa relación?

Es una relación espontánea y natural. No me arrodillo a orar ni esas cosas. Simplemente vivo en una relación continuada con Él, en todo momento sé que Él está ahí presente, no hacen falta las palabras ni los textos, sólo los sentimientos. Pero está bien orar, y sobre todo hacerlo en grupo, como cuando lo hicimos en la clínica tantas veces mientras estuve ingresada, es una experiencia única que hasta que no la vives no sabes lo que te revitaliza y la paz interior que te produce. La oración es una forma más de dirigirse a Dios, y creo que debe ser lo más espontánea posible.

Para terminar, y pensando en las familias cristianas o no cristianas, con hijos o hijas que están pasando por una experiencia similar a la que tú has pasado. ¿Qué te gustaría decirles? ¿Cuál crees que es la mejor manera de ayudar y acompañar a esos niños?

“Dejad a los niños venir a mí y no se lo impidáis, porque de ellos es el Reino de los Cielos” (Mateo 19:14). Pienso que es muy importante que estos padres y madres de estos niños no pierdan la fe debido a los errores humanos de los demás, pues de los niños es el Reino de los Cielos, y es precisamente en esta situación tan dramática por la que estos niños están pasando, que es justamente cuando más necesario y vital resulta mantener la fe, tanto para los padres, como para sus propios hijos e hijas.

Muchas gracias Charlotte


Que Dios os bendiga Carlos

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Lanzan una campaña para promover protección contra VIH en la Eurocopa 2016

Sábado, 2 de julio de 2016
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Una ONG francesa lanza una campaña para para la protección contra el VIH durante la Eurocopa a través de la que trata de evitar también la violencia, la homofobia y la xenofobia. Haz el amor, no la guerra es el lema de la campaña que ha lanzado AIDES, que ha aprovechado el contexto de la Eurocopa que se desarrolla actualmente en Francia para concienciar sobre la protección frente al VIH. Consiste en cuatro piezas publicitarias en las que muestran a diferentes parejas maquilladas con los colores de las banderas de los distintos países participantes en la competición europea, entre los que hay lugar para las parejas interraciales y entre las que hay también una pareja homosexual.

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Matt et Björn #ColorsOfLove – Foto: Uso permitido

Con el pretexto de que miles de personas se dan cita en estos días en Francia con motivo de la Eurocopa, además de animar a su equipo y conocer las ciudades francesas, muchos aficionados aprovechan para intercambiar fluidos. Al menos es lo que piensan desde AIDES, una organización sin ánimo de lucro fundada en 1984 por Daniel Defert tras el fallecimiento de su pareja, Michel Foucault. El nombre de la ONG no es más que un juego de palabras que utiliza el acrónimo del síndrome de inmunodeficiencia adquirida en inglés, AIDS, y el plural en francés del sustantivo ‘ayuda’, aides. Su propósito es la lucha por la integración de las personas y familias que viven con el VIH, así como contra otras enfermedades de transmisión sexual.

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Paola et Igor #ColorsOfLove – Foto: Uso permitido

“Vladimir anima al equipo de Rusia desde su infancia. Para él, la Eurocopa 2016 es alegría. La alegría y el placer de estar juntos. Encontró en Alison, aficionada inglesa, la persona con quien compartir su visión del fútbol y de la vida. Como Vlad y Alison, haz el amor, no la guerra” con el hashtag #ColorsOfLove, AIDES publicaba el 21 de junio una imagen de un ruso y una inglesa en actitud completamente opuesta a la que hemos visto en todos los medios de comunicación de la manera en la que la afición rusa busca a la inglesa y a cualquier otra.

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Olga et Siegfried #ColorsOfLove – Foto: Uso permitido

Desarrollada por la agencia TBWA, desconozco hasta que punto la campaña es una respuesta contra la violencia en el fútbol, poco probable aunque está lanzada cuando la Eurocopa ya había comenzado, pero lo cierto es que no es un propósito que resta, sino que suma, siendo perfectamente apropiada y oportuna al luchar también contra la evidente xenofobia y homofobia que parece haber brotado en los últimos meses en toda Europa.

Fuente Universogay

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“Atentado en un club (gay) de Orlando”, por Carlos Osma

Domingo, 19 de junio de 2016
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Orlando2De su blog Homoprotestantes:

Leo la noticia de la barbarie de Orlando en el periódico y ninguna pista sobre la razón por la que Omar Mateen eligió el Club Pulse para cometer el atentado y no el de la acera de enfrente. A primera vista la motivación parece ser xenófoba, porque se recalca varias veces que la discoteca celebraba una fiesta hispana. O en todo caso, por el fanatismo religioso del asesino, un atentado islamista, un nuevo ataque contra Occidente por parte de otro seguidor de ISIS. Bien es cierto que en un párrafo de la noticia se afirma que uno de los supervivientes, Dean, perdió a su novio en la tragedia. ¿Novio de Dean? ¿Es una errata o Dean era gay? ¿Había algún homosexual más en esa fiesta?

El Vaticano parece estar tan perdido como yo, según la nota que P. Federico Lombardi ha enviado a los medios de comunicación, las víctimas son… inocentes (no se si de aquí tenemos que suponer que en otras ocasiones hay víctimas que se lo merecen), además comenta Lombardi que el Papa Francisco espera que pronto se esclarezcan las “oscuras razones” por las que Omar Mateen eligió este peculiar club para realizar el atentado más mortífero en territorio estadounidense desde las Torres Gemelas. ¿Oscuras razones? ¿Insinúa el vaticano que el lugar del atentado no se eligió al azar? ¿Hay alguna turbia y oscura razón por la que este fanático perturbado eligió el Club Pulse?

En el plató de Sky News, el escritor inglés Owen Jones monta un numerito y se marcha indignado de una tertulia que analizaba las razones de lo ocurrido en Orlando. El presentador y la otra tertuliana no paraban de contradecir a Owen cuando este afirmaba que el Club Pulse es un club gay y que estamos ante un atentado LGTBIfóbico. ¿Y porqué tanta gente ocultaba este dato? ¿Porqué se puede decir que se celebraba una fiesta hispana y no que esa fiesta era para la comunidad LGTBI hispana de la ciudad? Owen Jones antes de levantarse y salir del plató lanzó una certera pregunta: ¿Si el atentado hubiese ocurrido en una sinagoga no estaríamos hablando de antisemitismo? Entonces, si ha ocurrido en un club gay: ¿Por qué no decimos claramente que es un atentado LGTBIfóbico?

El conocido Padre Ángel en Madrid ha organizado un funeral en una iglesia católica de Madrid en memoria de las víctimas del atentado de Orlando. Cuando Alejandro, pastor de ICM de aquella ciudad, le propuso al Padre Ángel que el acto fuese ecuménico, éste le respondió por terceros que por respeto a su obispo no podía hacerlo, y que tenía miedo a que le “regañasen” por volver a juntarse con personas LGTBI. ¿Un funeral cristiano por las víctimas de un atentado LGTBIfóbico pero alejados de las “oscuras” personas LGTBI cristianas? La cuadratura del círculo a la que nos han acostumbrado muchas instituciones, denunciar la LGTBIfobia en un acto LGTBIfóbico. Y todo eso en nombre de Dios y ante las cámaras de televisión para mostrar lo moderno e inclusivo que es uno.

En Barcelona el President de la Generalitat y el resto de su Gobierno acudieron al acto que organizaron las entidades LGTBI de la ciudad condal, y ante una bandera gigante con un crespón negro mantuvieron un minuto de silencio para mostrar su repulsa  por la violencia LGTBIfóbica que tuvo lugar en el Club Pulse. Aquí se dijeron las cosas por su nombre, sin silencios ni ambigüedades. Pero para poco sirven las palabras si no hay medidas concretas que luchen por acabar con ella. ¿Qué utilidad tiene que se diga que existe una lacra que se llama LGTBIfobia que asesina a miles de personas cada año si no se hace nada para erradicarla? ¿En qué nos ayuda tener una ley contra la LGTBIfobia si no se implementa? La LGTBIfobia se tiene que trabajar desde la educación, formando a niños y niñas en la riqueza que supone la diversidad. Sin pasos firmes y concretos que hagan de los centros educativos lugares donde construir una sociedad más tolerante, sucesos terribles como los de Orlando se volverán a repetir. En los últimos seis años se han contabilizado casi 1800 personas asesinadas en el mundo por su orientación sexual o identidad de género, pero probablemente estas cifras sólo son la punta del iceberg. Sin políticas decididas no se acabará con el peligro que supone para todas y todos la LGTBIfobia.

Desde muchos foros cristianos fundamentalistas también ha habido una condena del atentado. Repiten que aunque no están de acuerdo con las “practicas” homosexuales, toda persona tiene derecho a la vida. No son capaces de darse cuenta que la religión ha dado razones y cobertura a la mente de este enfermo, probablemente homosexual, para realizar la masacre. Y que, aunque en un grado mucho menor, todos los días hay personas que tienen que padecer la violencia LGTBIfóbica en nombre de la religión. O en realidad sí que se dan cuenta, pero no les importa. Sería difícil encontrar en un contexto cristiano fundamentalista una persona que no conozca algún caso de un homosexual cristiano que fue maltratado y rechazado por su comunidad debido a su orientación sexual. Los discursos LGTBIfóbicos de la mayoría de instituciones cristianas disparan todos los días veneno que asesina a muchas personas. Y no lo hacen por su fe, porque Dios, porque Alá, no es un asesino. Es un Dios que nos ha hecho diversos como reflejo de su poder y de su amor. ¿Cómo es posible que con todo el dinero que manejan algunas de estas instituciones no hayan hecho estudios reales sobre las consecuencias de su LGTBIfobia? Quizás si lo hicieran se quedarían sin argumentos para defender la discriminación. No es cristianismo lo que predican, no es evangelio, es muerte.

Finalmente me alegro de todas las instituciones, seculares y también cristianas que han sabido poner nombre a lo que aquí a ocurrido, pero que además trabajan todos los días por construir una sociedad y unas iglesias donde las personas LGTBI no son sólo recordadas por las tragedias, sino donde pueden vivir con naturalidad y con libertad su orientación sexual o identidad de género, llamando a las cosas por su nombre, sin esconderse, y aportando todas sus capacidades. El 11 de Junio, justo en el mes donde celebramos el día del Orgullo, formará parte para siempre de nuestra historia, de la historia de la comunidad LGTBI. Una comunidad que siempre ha sabido llorar a sus muertos, pero también dignificarlos evitando que sean manipulados, borrados o ignorados. El 11 de Junio tuvo lugar un atentado, quizás terrorista, pero seguro que LGTBIfóbico. Y las víctimas tienen derecho a que se sepa que fueron asesinadas por sentir, por amar, por entenderse, por percibirse, de una manera diferente a la mayoría.

Carlos Osma

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“Llevar el agua moviendo las caderas”, por Carlos Osma

Sábado, 18 de junio de 2016
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yanis-marshall-1De su blog Homoprotestantes:

No siempre podemos vivir en una zona de confort, predicando a quienes nos aplauden digamos lo que digamos, hay veces que las circunstancias nos empujan a llevar hasta las últimas consecuencias aquello por lo que decimos luchar. Es cierto que podemos resistirnos a ese empuje, o más aún, hemos de reconocer que en más de una ocasión lo hemos hecho. Pero es que se vive tan cómodo siendo un predicador de mensajes que no hacen daño a nadie, que cuesta tirar por la borda nuestra imagen de cristianos progresistas que en el fondo sólo trabajan por mantener el status quo.

Jesús en sus últimos días de vida, se dirigió de Galilea a Jerusalén, de un lugar en el que era percibido como un soñador o un charlatán incómodo, a otro en el que su mensaje chocaba directamente con el poder religioso. Decidió jugársela conscientemente, enfrentarse a quienes de verdad estaban en contra de la justicia y del Reino. Y lo hizo entrando en el Templo, volcando las mesas de los vendedores y gritando que aquella casa de oración la habían convertido en una cueva de ladrones [1]. Una acción que a la postre le llevaría a la cruz.

Salvando todas las distancias, los cristianos lgtbi sabemos muy bien lo que significa que unos ladrones se hayan apoderado de nuestros templos, de la teología e incluso del nombre de Dios. Desde esos lugares de poder venden seguridad, consuelo y sensación de pertenencia, a cambio de dignidad, libertad o dinero. La mayoría accede al chantaje, al fin y al cabo no es a Dios a quien buscan en el templo, sino la satisfacción de su necesidad de aceptación. Y quienes se atreven a denunciar estas prácticas “sagradas”, o afirmar que la casa de Dios es para todas las naciones y no sólo para quienes están al servició del dios heterosexual que diviniza a sus adoradores, son directamente condenados a muerte. Una muerte que en nuestro contexto cristiano occidental se traduce en la negación o el vacío más absoluto. Sin embargo, quienes como Jesús están decididos a no perder su vida en manos de los usurpadores de la verdad absoluta, salen lo antes posible de sus templos buscando un lugar seguro.

Para Jesús ese lugar fue la casa de Simón el leproso en Betania, una casa de inmundicia. Sorprende que el maestro no se acercase hasta allí para curar a quien los sacerdotes habían declarado impuro, sino para sentarse a su mesa. No se comportó como quienes huyen de un apestado al que los dioses caprichosos han decidido marcar como peligroso para el resto de la comunidad. La casa de Simón el leproso, formaba parte de la comunidad alternativa de Jesús, un lugar donde se podía ver de forma incipiente la irrupción del Reino de Dios, y donde los considerados últimos eran los primeros. Y justo en aquel lugar, una mujer se atrevió a derramar un perfume sobre la cabeza de Jesús mientras el resto de invitados se indignaba porque el frasco de perfume era muy caro, y podía haberse vendido para entregar el dinero a los pobres [2]. O al menos esa fue la excusa que dieron los puritanos de la casa impura para mostrar su indignación por la libertad con la que una mujer se atrevió a expresar su amor por Jesús y anunciar su muerte.

Nuestras comunidades inclusivas son también lugares de inmundicia alejados del poder de los hombres y las mujeres de bien. Lugares a los que los justos no se acercan por miedo a ser marcados como impuros, pero donde Jesús se refugia del peligro que representan los grandes defensores de la voluntad de Dios. Jesús sólo tiene posibilidad de vivir sentándose a la mesa de los excluidos, de los defectuosos a ojos de quienes se consideran perfectos. Y allí, las últimas, anuncian la necesidad de pasar por la cruz, de crucificar nuestros mesías, para entender exactamente que significa eso del Reino. Y justo cuando ese anuncio se hace presente, en las comunidades donde se predica la inclusividad total, hay impuros que quieren seguir viviendo atados a las teologías del Templo. La libertad que ofrece ser rechazado y excluido, pone nerviosos a quienes no han podido desprenderse todavía de una mentalidad opresiva que tratan de imponer a los demás. La inclusividad es imposible cuando se tiene el alma aferrada al dios del Templo, cuando se está preocupado por el precio que tiene cada uno de nuestros comportamientos. En las nuevas comunidades inclusivas, en las casas donde los impuros se sientan con Jesús a la mesa, sobran los tenderetes donde vender frascos de perfumes para sacar algunas monedas que nos hagan parecer buenos a ojos de los demás. Desde el Templo jamás nos verán como puros, porque no lo somos. ¿Para que gastar energías en intentar satisfacerles? ¿Para qué seguir pagando el precio de parecer decentes y aceptables? En la casa de Simón el leproso, no hay personas ejemplares, sólo seres humanos que han encontrado en el mensaje de Jesús una manera liberadora para entenderse a si mismos, entender al prójimo y acercarse a Dios.

Antes de que finalmente Jesús fuese apresado, torturado y asesinado; quiso cenar con sus discípulos en Jerusalén para celebrar la Pascua. Jesús, que por seguridad seguía fuera de la ciudad, envió a dos de sus discípulos para que preparasen una cena que, a la postre, se convertiría para los cristianos en el símbolo del sacrificio de Jesús. Para que sus enviados encontrasen el lugar donde se tenía que celebrar la cena, les dijo: “Id a la ciudad, y os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo, y donde entre decid al señor de la casa: -El maestro dice:¿Dónde está el aposento donde he de comer la Pascua con mis discípulos? Entonces él os mostrará un gran aposento alto ya dispuesto. Haced allí los preparativos para nosotros [3]”. Llama la atención que la persona que llevó a los discípulos hasta el lugar donde debía celebrarse la última cena fuese un hombre que transportaba un cántaro de agua, una actividad que hacían las mujeres de aquel tiempo.

En su libro “Cuerpos abyectos [4]el teólogo Manuel Villalobos nos cuenta la historia de Nachito el Machito, un niño delicado y refinado que vivía en una tierra de “machos”. En aquel lugar las mujeres eran las encargadas de llevar el cántaro hasta la fuente para conseguir agua, y cuando por cualquier razón eran ellos quienes tenían que hacerlo, unían dos botes a un trozo de madera. Jamás con un cántaro como las mujeres. Pero Nachito el Machito descubrió que le gustaba ir hasta la fuente con el cántaro en su cabeza mientras se contoneaba “como una mujer”. Hasta que su tío se enteró, y muy ofendido por el comportamiento de Nachito, fue hasta dónde éste estaba, le golpeó y rompió su cántaro mientras le gritaba que no toleraba esas mariconerías.

La comunidad de Mateo, como el tío de Nachito, tampoco toleraba mariconerías. Quizás fue por eso que al contar la historia del envío de los discípulos de Jesús para preparar la cena de Pascua, el intermediario que les llevó hasta la casa ya no transportaba un cántaro, y además se había convertido en el dueño de la casa. Los intermediarios hasta la Cena del Señor deben parecer aceptables, nada maricones, y tienen que ejercer el rol de poseer, no de poder ser poseídos. Es verdad que la comunidad de Mateo no excluye al maricón del cántaro totalmente, el trato para poder permanecer en ella es comportarse como “un hombre”, pagar el precio de ser aceptable.

Supongo que quienes quieren ser dueños de algo, o no ser excluidos de comunidades tolerantes que dicen ser inclusivas, están dispuestos a venderse y esconder sus mariconerías. Seguro que con los beneficios obtenidos podrán después ayudar a los pobres. Pero existen comunidades inclusivas como las del evangelio de Marcos que entienden que la única manera de acercarse a la mesa del Señor junto al resto de leprosos y leprosas, es seguir a un maricón con un cántaro que se niega a ser domesticado por teologías pseudoprogresistas. ¿Para qué salimos huyendo del Templo donde querían acabar con nosotros? ¿Para formar parte de comunidades donde todas y todos somos reducidos a lo tolerable? ¿O para vivir desde la realidad de quienes somos el evangelio de la gracia? El evangelio de Marcos nos da una pista importante: no se trata de imitar a quienes cumplen roles aceptables, sino de guiar moviendo nuestras caderas, soltando todas nuestras plumas, al resto de discípulos y discípulas hasta la mesa del Señor donde sólo quienes se saben indignos e indignas pueden sentarse. No nos confundamos con mensajes más o menos progresistas que vienen desde las iglesias en las que nos “perdonan la vida” porque son “buenos cristianos”. No nos vendamos por unas monedas. Somos nosotras y nosotros, junto a otras muchas personas excluidas, quienes en este momento mostramos el camino al resto de discípulos hacia una comunidad de hermanos y hermanas donde Jesús es verdaderamente el centro.

Carlos Osma

NOTAS:
[1] Mc 11, 15-19

[2] Mc 14, 3-9

[3] Mc 14,13-15

[4] Villalobos, M. “Cuerpos Abyectos en el evangelio de Marcos”. (Ediciones el Almendro. Córdoba 2015).

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“El día en el que nació la homofobia”, por Carlos Osma

Martes, 24 de mayo de 2016
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DSCN7173_webUn excelente artículo que publica en su blog Homoprotestantes:

El 17 de Mayo de 1990 la Organización Mundial de la Salud retiró la homosexualidad de su lista de enfermedades. Nacía entonces oficialmente la homofobia, una enfermedad que en realidad ha padecido la humanidad desde hace miles de años, y que puede curarse con una buena educación. Eso lo saben muy bien los lobbys homófobos, por eso se oponen  a que la diversidad sexual se trabaje  por ejemplo en los centros educativos desde el ciclo infantil. Prefieren que se traten sus consecuencias nefastas en adolescentes que han sido educados para ser quienes no son, así ellos y ellas quedan de progresistas, mientras el colectivo lgtbi sigue percibiéndose como un problema de salud pública.

En general no es hasta la educación secundaria que no se trata el tema de la homosexualidad, la transexualidad, la bisexualidad o la intersexualidad; como si todo lo que se ha trabajado hasta entonces en la educación infantil o primaria, no tuviera ninguna influencia en la manera en la que un adolescente se enfrenta a su identidad de género, a su orientación sexual, o al significado de lo que es una familia. Como si hasta entonces no se hubiera intentado convertir a niños y niñas en personas heterosexuales que repiten unos roles de género determinados socialmente. En realidad es todo una hipocresía, que responde a las consecuencias de una educación heterocentrada, que evidentemente genera una violencia en una parte de la población que se hace aún más insoportable cuando desde el entorno familiar se agrava el acoso, o cuando los compañeros y compañeras de aula se sienten legitimados por el discurso “no oficial” para ejercer violencia psicológica y/o física sobre sus compañeras y compañeros.

Se puede comprobar que todos los programas educativos, al menos en nuestro país, que intentan trabajar la diversidad familiar y sexual, o la identidad de género, lo hacen siempre a posteriori, y que cuando desde diferentes entidades se llama la atención de esta carencia, la administración no encara nunca el problema. No se trata simplemente, que también, de que las escuelas respeten el sexo sentido de los menores, sino que eduquen a niños y niñas para que entiendan que los genitales no tienen nada que ver con el sexo, ni con el género. Tampoco se trata de explicar que hay personas que tienen atracción sexual hacia personas de su mismo sexo, o hacia los dos sexos, sino de no dar por sentada la heterosexualidad de los alumnos, y acompañar para que niños y niñas descubran libremente y sin condicionantes heterocentrados que les gusta, que les atrae y que no. No sólo hay que mostrar que existen diferentes formas de familia, sino hacer entender que la calidad familiar reside en el amor, no en la manera en la que esta se configura.

La lgtbifóbia tiene miedo a la libertad, por eso trata de condicionar, y sabe de sobra que lo más importante es hacerlo lo antes posible, cuando los niños y niñas no pueden defenderse ante la agresión y el maltrato que reciben. Cuando se educa para que los menores puedan, no elegir (nadie elige su identidad sexual o de género), sino mostrar libremente quienes son y apreciar como son sus compañeros; entonces estamos ante una situación de igualdad y de justicia. Pero mientras muchos se felicitan por lo progresista e igualitaria que es nuestra sociedad, en realidad se está construyendo una donde la lgtbifóbia sigue campando a sus anchas y ejerciendo violencia sobre los más indefensos. Si diez años después de la aprobación del matrimonio igualitario todavía no se ha modificado en los formularios de los centros educativos lo de “nombre del padre y nombre de la madre”, no es difícil saber que ocurrirá dentro de las aulas.

Hay mucha personas que creen que sólo con buena voluntad puede uno realizar su trabajo sin condicionantes lgtbifóbicos, pero eso no es así. Es importante escuchar, ser sensible a las experiencias de las personas lgtbi, pero para salir de la ignorancia y de la homofobia en la que todas y todos hemos sido educados, hace falta formación. Hay muchos profesores y profesoras con buena voluntad a los que les falta la formación necesaria para educar en la diversidad y respetarla. Muchas veces los profesores y profesoras no se “enfrentan” al tema lgtbi hasta que no se hace evidente que tiene un alumno o una alumna homosexual o transexual. Pero la diversidad debería ser un eje que acompañase toda la educación, siempre hay dos o tres alumnos lgtbi en cada clase, aunque no lo expresen abiertamente.  De hecho es esa incapacidad de expresarlo libremente la que pone en evidencia que algo se está haciendo mal. Hay muy pocos profesores que han recibido una educación idónea para tratar la diversidad sexual y de género con sus alumnos. Y la oferta de la administración educativa para subsanar este déficit es casi inexistente, cuando no inexistente del todo. Són por ejemplo las familias lgtb, las familias con hijos e hijas gays y lesbianas, o aquellas que tienen hijos o hijas transexuales, las que presionan para que la educación reconozca la diversidad. Consiguen cambiar pequeñas cosas pero el modelo de educación general sigue priorizando la heteronormatividad.

Hace 26 años que nació la homofobia, la transfóbia se niega a hacerlo oficialmente todavía, vivimos en un mundo que sigue patologizando a niños y niñas que no aceptan el género impuesto. Y podemos alegrarnos, de hecho lo hacemos, por todas las metas alcanzadas que hace pocos años parecían imposibles. Pero no podemos olvidarnos que vivimos en un mundo donde la lgtbifobia sigue controlando lugares estratégicos, y el más importante sin duda es el de la educación. Allí es donde se intenta convertir a las personas lgtbi en enfermas e inadaptadas; allí es donde la sociedad les hace pagar su diversidad, mientras hace discursos de diversidad y de libertad políticamente correctos.

El 57% de los menores lgtbi ha sufrido algún tipo de violencia física o psíquica en su centro educativo, y el 80% de los jóvenes en general dicen haber sido testigos de alguna agresión física o verbal a un joven lgtbi. Los centros educativos en el estado español que trabajan la diversidade familiar con programas como el PEER (Programa Educativo Escuelas Rainbow) se pueden contar con los dedos de una mano, y siempre por el esfuerzo de las familias lgtbi y sin el apoyo decidido de las administraciones. Está claro que la educación debe cambiar y que los poderes políticos deben asegurar un entorno no sólo libre de violencia, sino también constructivo y positivo para todos los alumnos y alumnas independientemente de su orientación sexual, identidad de género o configuración familiar. La lgtbifóbia tiene muy claro que no quiere dejar este lugar desde donde ejerce su violencia, y es aquí, creo yo, donde tenemos que poner todas nuestras energías quienes estamos por una sociedad mejor. Urgen medidas claras, programas concretos que trabajen la diversidad desde la educación infantil, y formación para todas las personas que están involucradas en la educación de nuestros hijos e hijas. La lgtbifóbia se cura con educación, con una buena ecuación para todas y todos.

Carlos Osma

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“Cristianos homosexuales: enfermos y abusados”, por Carlos Osma

Martes, 17 de mayo de 2016
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NIÑOUn excelente análisis de Carlos Osma en su blog Homoprotestantes:

Hace unas semanas se aprobó en la ciudad chilena de Concepción una ordenanza en la que la municipalidad se comprometía, entre otras cosas, a implementar políticas públicas contra la discriminación de las personas LGTBI. La mayoría de las iglesias evangélicas estuvieron en contra de esta ordenanza, y el obispo Carlos Adams, presidente de la Unidad Evangélica de Chile, mostró su descontento en el canal TVU haciendo uso de unas palabras muy poco evangélicas: “Lo que a ellos (los homosexuales) les ha pasado es un problema mental, nada más, que han sido violados cuando niños. Hay muchos de ellos que se creen mujer, les donan hasta los ovarios. Realmente hay un problema de cabecita ahí. La tendencia nuestra es llevarlos al camino, que se encuentren con dios y formen su familia, como es lo natural de la vida”.

Como es lógico el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) expresó su repudio a estas homofóbicas declaraciones. Sin embargo, y sin voluntad alguna de justificar las palabras del obispo, creo que Carlos Adams no estaba mintiendo del todo. Simplemente estaba describiendo su experiencia con las personas LGTBI cristianas. Me atrevo a pensar que el obispo, como muchos evangélicos alrededor del mundo, no han puesto un pie fuera de su “mundillo evangélico” desde que nacieron, o al menos desde hace una eternidad. Y los homosexuales que conocen, los que compartieron con ellos escuela dominical, coro, estudios bíblicos y cultos de alabanza; son cristianos que han sufrido abusos y tienen problemas psicológicos.

Cuando a un niño o a una adolescente evangélica, se le impide mostrar su identidad de género o su orientación sexual, está sufriendo un maltrato, un abuso. Para mucha gente esto no tiene ninguna importancia, simplemente se les está “llevando por el buen camino”, pero todas las personas LGTBI que han nacido dentro de familias e iglesias cristianas como las del obispo Carlos Adams, han sido castradas, infantilizadas, culpabilizadas, y marcadas con el fuego candente de la homofobia en su interior. Un maltrato psicológico que se justifica como “llevarlos al camino” o “a lo natural de la vida”. Se entiende por tanto que familias y comunidades como éstas, que las hay en todo el mundo, no quieran leyes que luchen contra la discriminación de las personas LGTBI. Y mucho menos, que visibilicen que estos buenos cristianos son unos maltratadores, torturadores y asesinos.

Antes de empezar a hablar de enfermedades mentales en el colectivo LGTBI cristiano, querría aclarar que no comparto el estigma que acompaña a las enfermedades mentales. Al igual que puedo enfermar de anginas, gonorrea o gripe, puedo hacerlo con una depresión. Y opino que todas las discriminaciones que acompañan a las enfermedades (no me olvido tampoco del sida), sólo tienen que ver con la ignorancia. Las enfermedades no nos hacen mejores o peores personas, sólo nos hacen más vulnerables, y más necesitados y necesitadas de ayuda y recursos públicos.

Una vez explicado esto, me gustaría decir que sí, que dentro de las iglesias cristianas la mayoría de personas LGTBI tienen algún problema psicológico. Me refiero sobre todo a las que pudiendo salir de allí corriendo, prefieren quedarse sentadas en sus bancos para ser insultadas y menospreciadas. Una persona sana que entra en una iglesia en la que le dicen que no tiene derechos, que no tiene la misma dignidad que el resto de personas, que no tiene porque explicar continuamente a quien quiere, que no tiene porque mirar las cosas con sus propios ojos… no tardaría más de cinco minutos en marcharse. Las cristianas y cristianos LGTBI que a pesar de ser discriminados, se mantienen dentro sus iglesias, es porque han sufrido un abuso espiritual tan fuerte desde hace años, que necesitan ayuda terapéutica para poder salir de allí. Quien no cree que puede exigir el mismo trato que su hermano heterosexual con el que compartió escuela dominical, es porque ha interiorizado que no está a su mismo nivel. Sin huir o revelarse ante esta humillación, sólo pueden vivir las personas que están enfermas.

Ninguna lesbiana ni ningún gay atrapados en iglesias homófobas, viven el evangelio de Jesús. Sólo tienen un enganche emocional, una dependencia psicológica, un trastorno, una enfermedad. El evangelio nos hace personas maduras, no niños de diez años que necesitan a alguien que les diga como tienen que comportarse. Es posible que no pudiéramos salir huyendo de la iglesia a la que nos llevaban nuestros padres cuando teníamos cinco años, pero si ahora tenemos veinticinco, treinta, o cincuenta años, y no somos capaces de enviar todo eso al infierno de la homofobia; es porque necesitamos un buen especialista que nos ayude.

El evangelio liberador no abusa de las personas ni les produce problemas psicológicos, las iglesias evangélicas como las del obispo Carlos Adams, sí. El evangelio nos habla de amor, no de reprimir el amor. Nos habla de una nueva identidad cuando la anterior no nos hacia felices. De plenitud, no de castración. De felicidad, no de aceptar resignadamente una tortura psicológica. El evangelio de Jesús nos llama sin lugar a dudas, a salir de todas esas pseudocomunidades cristianas homófobas, para vivir el evangelio junto a otros cristianos y cristianas que trabajan por la justicia. Y una manera de trabajar por la justicia es pedir que las leyes protejan a las personas LGTBI de los discursos de odio y discriminación. No deberían salir gratis comentarios como estos, sobre todo porque hay muchos menores que padecerán en sus casas y sus iglesias las consecuencias de esas palabras tan irresponsables y diabólicas.

Carlos Osma

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“Aunque todos te fallen, yo no lo haré”, por Carlos Osma.

Viernes, 13 de mayo de 2016
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Negación de PedroNegación de Pedro, Sagrada Familia, Barcelona

De su blog Homoprotestantes:

“Aunque todos te fallen, yo no lo haré”, eso es lo que le dijo Pedro a Jesús cuando este último le avanzó que antes de que el gallo cantase por segunda vez lo negaría tres veces. Según los entendidos el cacareo de los gallos no tiene como finalidad darnos los buenos días, sino más bien demostrar su status de macho dominante frente al resto de gallos, y lanzar un claro mensaje a las gallinas para que sepan donde se encuentra y que está activo sexualmente. Así que más que marcar un límite horario, quizás lo que Jesús le estaba diciendo a Pedro, es que en el momento en el que el gallo ejerciese a la perfección su rol de macho, y proclamase a los cuatro vientos su heterosexualidad, Pedro se daría cuenta de que él no estaba a la altura de lo que iba pregonando delante del resto de machotes discípulos con los que convivía.

Sorprende la energía que constantemente utilizaba Pedro para que las cosas fueran como debían ser, para que nadie se saliese de los roles y los moldes que se habían construido para ellos. La primera vez que Jesús conoció a Pedro le cambió el nombre, le dijo más o menos que su identidad no era la que su entorno le había dado, que más que creerse que sabía todo lo que Dios podía decirle, necesitaba ser fuerte y persistente para ser útil a la causa de Jesús. Y Pedro decidió seguir al maestro, pero comportándose como Simón, como quien le habían enseñado a ser, pensar y sentir. Por eso en más de una ocasión, cuando Jesús no se comportó como el Mesías que todos esperaban, Pedro se atrevió a reprenderle, a llamarle al orden para que volviese al redil de los Mesías aceptables. No había dejado él su casa y su vida, para seguir a un Mesías indecente. ¡Cuánto miedo a la libertad! ¡Cuando miedo a la vida! Cuando miedo a dejar que las cosas sean como son, observándolas, sin esa continua necesidad de valorarlas y decir si entran en el terreno de lo aceptable. A esa actitud tan represiva Jesús la denominó demoníaca, satánica, blasfema; y exigió a Pedro que la abandonase si quería seguirle.

Quizás por eso cuando Jesús fue arrestado y llevado a casa del sumo sacerdote para ser interrogado, Pedro se atrevió a hacer algo distinto al resto de machos alfa seguidores del maestro. Si todos los discípulos abandonaron a Jesús y salieron huyendo en búsqueda de un lugar seguro donde nadie pudiese relacionarles con aquel Mesías indeseable; Pedro tiró de corazón y decidió desprenderse de su hombría para comportarse como las mujeres que siguieron a Jesús hasta el último momento. El patio del sumo sacerdote, no era un lugar para hombres cristianos, para ellos había una casa bien lejos en la que esconderse. Pedro siguiendo a Jesús, atemorizado e inseguro, se atrevió a ocupar un espacio distinto al del resto de discípulos. Quizás por vez primera intentó ser aquella roca fuerte que Jesús vio en él cuando se conocieron.

Pero Pedro no estuvo finalmente a la altura porque intentó jugar a la ambigüedad, y aunque se atrevió a estar en el lugar adecuado, no tuvo la valentía de hacerlo a cara descubierta. Quiso estar al lado de Jesús, al lado de la verdad, pero haciendo como si todo aquello no tuviera nada que ver con él. Quizás si le hubieran dado tiempo, podría haber intentado defender a Jesús en nombre de la justicia, o habérselo llevado de allí a la fuerza. Pero una de las sirvientas le reconoció:“Tú andabas con Jesús, el de Nazaret”, tú eres uno de ellos, le vino a decir. Y Pedro atemorizado mintió para protegerse: “No le conozco ni sé de qué estás hablando”, yo no soy uno de esos. Y salió fuera de la casa, como intentando buscar un lugar menos cercano a Jesús que fuera más seguro, pero no hubo tregua para él e inmediatamente volvió a encontrarse con la sirvienta que explicó a todo el mundo que Pedro era “uno de ellos”.

Sorprende que una sirvienta se atreviese a hablar directamente con un hombre, pero quizás ella sabía que Pedro estaba a su nivel, que no era un hombre como los demás, que también él estaba preso del poder patriarcal. Por eso le habló de tú a tú. Y Pedro, al sentirse amenazado, intentó negar lo evidente y se ocultó tras una identidad que no era la suya, hizo un último esfuerzo para parecerse al resto de hombres cristianos que conocía y estaban escondidos muy lejos de allí. Quizás fue su manera de moverse, o su forma de hablar la que le delató definitivamente: “Seguro que eres uno de ellos”, afirmaron todos los que estaban allí. Y Pedro juró y perjuró que no era así, que él no era quien ellos decían, que él era otra persona. A lo mejor deseaba ser otro, volver a ser el Simón de antes, y no estar a medio camino entre quien se comporta como “Dios manda” y quien se libera de la opresión religiosa para vivir el evangelio de Jesús.

Supongo que Pedro se sintió perdido, sin saber hacia donde tirar. Podía huir y esconderse junto al resto de discípulos, entrar de nuevo a la casa para intentar ver al maestro, o volver de nuevo a su barco y a sus redes. Pero justo en ese momento el gallo cantó por segunda vez y Pedro rompió a llorar al recordar las palabras de Jesús. Había sido absurdo fingir tanto para estar a la altura de lo que los demás esperaban, haber jugado a ser otra persona y haberle dicho a tanta gente como tenían que vivir para no enfrentarse a su propia falta de vida. Había sido tan incoherente vivir durante años siguiendo a Jesús sin haber sido sincero con él. ¿Le había seguido de verdad? ¿Había entendido realmente que significaba ser uno de sus discípulos?

El evangelio de Juan nos explica que tras la muerte de Jesús, Pedro decidió volver a su tierra y seguir su vida junto al resto de discípulos como si nada hubiera pasado. Decidió enterrase en vida, apostar por lo aparentemente más fácil, por ser un cobarde, por ser el hombre que antes era: Simón. Pero el Jesús que venció a la muerte volvió al infierno en el que Pedro vivía y le preguntó: “Simón, ¿me amas?”, y él avergonzado, pero con la sinceridad que jamás antes había tenido, le respondió: “Señor, tú lo sabes todo”.  Y es verdad que Jesús lo sabía, pero Pedro probablemente lo había olvidado, por eso vivía como quien tiene miedo, como un cobarde, como un mentiroso, como si no existiera una vida distinta y un amor diferente. Y tras examinar sus sentimientos le respondió: “Tú sabes que te amo”. Sabía ahora con toda seguridad que amaba a aquel hombre que le pedía que lo dejase todo, su familia, su sinagoga, sus amigos, sus ideas preconcebidas, sus planteamientos sobre lo santo y lo pecaminoso. Un precio muy alto por una vida junto al maestro…, aunque más alto es el precio de la muerte. Por eso no dudo ni un momento cuando Jesús se dirigió a él para decirle: “Pues entonces, sígueme”.

Carlos Osma

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“Mejores son tus amores que el vino”, por Carlos Osma

Jueves, 21 de abril de 2016
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FUERTECOMOLAMUERTEESELAMORDe su blog Homoprotestantes:

El libro del Cantar de los Cantares es una joya incómoda dentro de la Biblia, su inclusión dentro del Canon generó más discusiones y enfrentamientos que el actual debate sobre la inclusión de las personas LGTBI dentro de la Iglesia. Quizás sea por eso que nos encanta, que le tenemos cariño, que lo consideramos uno de los libros “más nuestros”, más Queer, y por tanto más frescos y transgresores. “Mi amado es mío y yo soy suyo”, y por mucho que se les atragante a algunas y algunos, abrimos bien la boca para decir: “A su sombra deseada me siento y su fruto me es dulce al paladar”.

Intentos de domesticar y adecentar el Cantar ha habido siempre, quizás el más burdo e infantil lo encontramos todavía en algunas traducciones como la Reina-Valera 1995 donde a los amantes se les etiqueta como esposo y esposa. Y es que no es decente eso de que una joven Sulamita se lleve al amado a la habitaciones de su madre, y le invite a comer lo frutos exquisitos de su jardín sin antes haber pasado por el altar. El precio que tuvo que pagar el cantar para ser aceptado como un libro tan inspirado como los demás, fue el de la obligatoriedad de ser interpretado alegóricamente. Y de interpretaciones alegóricas y absurdas sobre nuestros deseos y afectos sabemos mucho las personas LGTBI. Tras relaciones que nuestro entorno etiquetaba como “amigos como hermanos”, “solteronas que comparten piso”, “compañeros de seminario” o “primas inseparables”; se escondían dulces caricias, besos que saben a miel, ropas que caían al suelo, y pasión en lugares inconfesables. Por eso el Cantar es  nuestro, porque habla de nuestra experiencia, de cómo nuestros deseos tan fuertes y reales como los del resto, fueron desdibujados o directamente borrados para que pudiésemos seguir formando parte de los entornos donde nacimos.

Si los defensores del conservadurismo heteropatriarcal más recalcitrante imponen lecturas literales y homófobas de la Biblia, en el Cantar de los Cantares se rinden a los encantos de la alegoría. Una muestra más de que son unos reprimidos sexuales en toda regla, incapaces de entender el sexo y el placer como un verdadero regalo divino. Y es que el Cantar nos habla de eso, de dos personas que quieren estar juntas,  que se buscan para disfrutar de todos los placeres posibles sin la necesidad de que la religión, la ley, la procreación, o la sociedad les dé su visto bueno. Dos personas libres y adultas que quieren disfrutan del sexo y del amor plenamente, y que saben, como todas aquellas personas que han decidido dejarse abrasar por el deseo, que la pasión es insaciable como el abismo y que ni las aguas más caudalosas pueden apagar el amor.

“Bésame con esos besos tuyos, son mejores que el vino tus caricias” le dice la Sulamita a su amado. Y nos encanta escucharle decir eso, porque el resto de mujeres que aparecen en la Biblia no dicen cosas así. La Sulamita es una de las nuestras, no es la mujer virtuosa que claudica a los roles de género que le imponen en su sociedad. No está al servicio de la procreación, de la generación de mano de obra para que la economía familiar prospere. No se somete al varón, ella es libre y habla con su amado tratándole de tú a tú; su amor se da entre iguales. Y si él no quiere pasar la noche entre sus pechos, quizás ella decida irse tras los rebaños de sus compañeros, porque es como una yegua en medio de los sementales que tiran del carro del Faraón.

Jamás he leído o escuchado a nadie insinuar que el Cantar fuera escrito por una mujer, la autoría masculina es la posición unánimemente aceptada. Pero cuando se habla de autoría se está pensando siempre en el redactor del Cantar, en la persona que recogió los distintos poemas procedentes de contextos, épocas y lugares distintos e intento componer con ellos una obra con cierta coherencia. ¿Hay en esos poemas anteriores rastros de voces que no encontramos en otros libros de la Biblia? ¿Hay huellas de deseos no normativos? ¿Podremos escuchar tras la Sulamita la voz de quienes no tienen voz en la Biblia?

La respuesta a todas esas preguntas entran en el campo de la teología-ficción, la misma teología-ficción con la que algunos respetables rabinos, y posteriormente teólogos, dijeron ver tras los enamorados al pueblo de Israel y a Yahvé, a la Iglesia y a Dios, a Cristo y la Iglesia, a Cristo y el alma, a Dios y María… Una lista inacabable de identificaciones que no se resentirá si le añadimos una más, una que esté basada en nuestra experiencia como personas LGTBI en busca de liberación. Porque hay veces que uno casi sin proponérselo, cree ver tras la amada la experiencia de muchas mujeres que vivieron oprimidas hace miles de años, mujeres a las que se intentó silenciar pero que supieron abrirse paso en un mundo patriarcal para decir que querían ser libres, que deseaban tener relaciones en pie de igualdad con el hombre al que amaban, y que no querían ser simples objetos a merced de los deseos y necesidades de su amo. Pero hay otras veces, en la que tras los versos del Cantar escuchamos la experiencia de mujeres que amaban a otras mujeres pero no pudieron nombrar lo que deseaban y fueron obligadas a vivir mintiendo bajo una máscara heterosexual para no levantar sospechas. Mujeres que con su manera descarada y atrevida de dirigirse a los hombres, se revelaron para decir que ellas no seguían la norma, que a pesar de todo, no se sometían completamente al poder heteropatriarcal.

Me resisto a ver tras la Sulamita sólo una proyección de los deseos de hombres heterosexuales, y es por eso que quizás ingenuamente intento encontrar también la voz de hombres que se pusieron en el lugar de las mujeres que habían amado para entender que sentían y cuales eran sus deseos. Hombres que se enamoraron de mujeres libres que les decían lo que pensaban, lo que les gustaba y lo que no, lo que les hacía gozar y lo que les aburría. Me niego a creer que tras los versos del Cantar no se almacena alguna de estas experiencias. Pero me parece evidente también, que hace miles de años los hombres que se enamoraban de otros hombres podían escribir versos como: “Ven, amor mío, corramos al campo a pasar la noche bajo los mirtos”. Y para poder expresar sentimientos como estos algunos tuvieron que pagar el precio de negar su identidad. Hombres que buscaron subterfugios para dejar constancia de lo que sentían, de la pasión que albergaban. Hombres que buscaron caminos de liberación y se preguntaron cómo era posible “despreciar a quien da por amor cuanto tiene”. Que buscaron por las noches en sus camas al amor de su vida, y por el día se hicieron pasar por hermanos para poder besarse y abrazarse sin que los culparan. Hombres que pidieron a sus amados que les pusieran como un sello sobre su corazón, y que reconocieron que su pasión era tan insaciable como el fuego divino.

Leer el Cantar de los Cantares es abrirse al deseo de liberación que muchos seres humanos tienen y han tenido a lo largo de la historia. El pueblo judío lee este libro en público durante la fiesta de Pésaj que recuerda su salida de Egipto, su liberación de la esclavitud por parte de Yahvé. Y para las personas LGTBI el libro del Cantar puede ser también un lugar de liberación que nos invita a expresar nuestros deseos libremente y dejar atrás los tabús para vivir y disfrutar con las personas que amamos. Porque aunque los guardias que patrullan nuestras iglesias y teologías no quieran decirnos donde está nuestro amado, aunque se atrevan a agredirnos por no seguir sus normas y leyes, el Cantar nos anima a levantarnos y gritar a quienes nos escuchan, que si encuentran a nuestro amado le digan: que estamos enfermos de amor.

Carlos Osma

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