El Abad Ferran terminadas las completas se dirigió a cerrar el portalón de la abadía. Se acercó un joven de retiro unos días en el monasterio; aprovechando que se encontraban solos con mucho nerviosismo pidió al joven Abad hablar de lo que le preocupaba.
Ferran le invito a sentarse sobre un tronco de pino y le dirigió una sonrisa amable. "Háblame libremente de lo que te preocupe, no tengas reparos en nada. Verá Padre pasan los años y siento que nadie me ama. Lloró por las noches sin saber por qué. Todo me da miedo, me siento cansado y en la oscuridad más absoluta. De ser un puntal en la parroquia, me han dejado sólo abandonado por todos desde el mismo día el Papa Francisco dijo aquello de que no le importaba si una persona era gay y me confié y salí del armario en una reunión.
El Abad lo tomó de la mano y lo llevó a una pequeña capillita en penumbra, apenas iluminada por la lámpara de un Icono de Jesús.
Mira bien el Icono, contemplalo, piensa en Él. La alegría del Profeta de Nazaret es Amarte. No temas si te equivocas y no temas si pecas, porque Él será siempre tu perdón.No te obsesiones en que no te aman, tú ama....y siguieron contemplando el Icono en silencio....